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SALARIO MAGISTERIAL: ¿SALARIO DOCENTE O DECENTE?

Pedro Hernández García

D
ocente, según el diccionario, es aquel que enseña, decente, por otro lado,
es aquello que está de acuerdo con la moral, que es moderadamente
adecuado y satisfactorio. Supone justeza y honradez.

Hoy, como en varios momentos de la historia de nuestro país, la labor docente se ve


exigida en varios sentidos por la sociedad de la segunda década del siglo XXI.

El cuestionamiento a la tarea que día a día realizamos los docentes es mayúsculo. Se


pide a la educación ser palanca del desarrollo económico y social de nuestro país.

En el discurso político, prácticamente ninguna orientación deja de lado el papel que lo


educativo juega en una sociedad globalizada y de alta competitividad como la que ha
propuesto el inicio del presente siglo.

Y si bien en lo académico cada vez más se demanda de los profesores un compromiso


para el desarrollo de las competencias para la vida como condición indispensable de
participación en el mundo contemporáneo, lo cierto es que dichas peticiones se dan
en el contexto de marcados rezagos en lo económico que dudosamente proporcionan
condiciones para calificar de decente el salario que actualmente devengamos los
profesores.

En cierta ocasión, Pedro Ferrriz de Con comentaba una anécdota con líderes chinos,
con quien tuvo la oportunidad de conversar, en un viaje a aquella nación oriental. En
la conversa, Ferriz de Con preguntó, con dejo de ambición, a los dirigentes chinos
cuál consideraban era la clave de su éxito en cuanto al desarrollo económico que
han logrado en los últimos años. Los cabecillas asiáticos, firmes, sin dudar,
incluyeron en la receta el gran respeto por sus maestros.

El asunto contrasta de buenas a primera con lo que uno puede encontrar en nuestro
país. La imagen de nuestra profesión no goza del respeto del que presumían los
líderes orientales, por el contrario, se ve a la docencia como una labor menospreciada,
pero al mismo tiempo sobre exigida.

Todos los días la escuela y el salón de clases se convierten en lugares de encuentro


con una sociedad en crisis que muestra profundas fallas en la labor educativa del
hogar. Los alumnos llegan con marcados vicios producto de la desatención, la
ignorancia, los prejuicios, la violencia intrafamiliar, pero también la escuela recibe a
diario muestras sensibilísimas de graves heridas sociales: Abismal desigualdad en lo
económico, desnutrición, bombardeo publicitario totalmente contrario a lo valioso
vía internet, radio, televisión, periódicos (Carlos Loret de Mola).

El acto de enseñanza, de por sí actividad altamente compleja, se enmaraña aún más y


más y obstaculiza con varios de los elementos mencionados: Padres que entregan a
sus hijos en calidad de paquetes y que difícilmente asisten a juntas y menos aún
participan apoyando a sus hijos con tareas, alumnos que llegan sin comer, estudiantes
golpeados física y psicológicamente, escolares con modelos de relación agresivos,
educandos descuidados, discípulos con necesidades educativas especiales, aderezados
además, en ocasiones, en grupos cuyo número de integrantes rebaza lo razonable y
fomenta el hacinamiento.

Ejercer la labor educativa además en un medio fuera de las grandes metrópolis de


nuestro país donde regularmente se han concentrado los recursos, contribuye con la
cereza del pastel, pues ha de tratarse en enseñar lo más que se pueda con lo menos
que se proporciona, cuando se proporciona que es allá cada venida de Obispo.

El aprendizaje es un acto milagroso y la educación lo es aún más, es, como decía


Montaigne, “…encender un fuego más que llenar una botella”1. Tozudamente a diario
intentamos provocar incendios en condiciones de humedad, labor altamente
especializada, convivimos con humanos en condiciones desfavorables procurando
favorecerlos a como dé lugar, si bien no siempre se da dicho lugar.

Llega el día de pago, momento en que la sociedad habría de reconocer tales esfuerzos
y vía electrónica o en cheque se suscita un choque con la realidad. El sueldo mensual
bruto por plaza de un maestro de grupo de primaria, sin la participación en ningún
programa de estímulos, como el de Carrera Magisterial, es de $7,248.00 2.

Si, de manera sencilla, se reparte la cantidad entre los 30 días comunes de un mes
regular, la situación aparece de forma muy clara: Inicialmente un maestro de grupo de
primaria, al entrar al sistema educativo, recibe por la atención de alrededor de 40
niños, $241.60.

Al año, este(a) maestr@ percibe, sin prestaciones, $87,408.00 (Tomando en cuenta


una cotización del dólar a 13 pesos son alrededor de 6,724 dólares), pero ¿qué
significa esto?

En un reciente estudio, Héctor Luis del Toro Chávez, investigador de la Universidad de


Guadalajara, dio a conocer que hoy en día para comprar los productos de una

1
Fernando Savater. El valor de educar. Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América. 1997,
p.9
2
Catalogo de puestos por nivel, consulta por internet 3 de Febrero de 2012
http://programas.jalisco.gob.mx/transparenciaFiscal/Catalogo_2011.pdf
canasta básica en la zona B a la que pertenece Jalisco, se requiere desembolsar
$5,993.74 , dejándole entonces, 1,290.26 para cubrir el resto de sus necesidades y de
su familia: Renta, luz, agua, vestido, educación, salud, diversión, transportación y
parémosle de contar.

El investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la


Universidad de Guadalajara, estima que, para una vida digna, el ingreso mensual
tendría que ser de alrededor de 8 salarios mínimos, es decir, $14,520.00 mensuales.

Las políticas neoliberales de las últimas administraciones de nuestro país han


planteado un panorama sombrío para el grueso de los maestros de México,cuyo regla
pareciera ser: Hacer más con menos, educar más, recibiendo menos.

Incluso, según el más reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el


Desarrollo Económico, Panorama de la educación: Indicadores de la OCDE 20113,
México aparece entre los países “sótano” en el gasto público en educación como
porcentaje del Producto Interno Bruto.

La visión es empresarial más que social, la educación se ve como un negocio no como


un beneficio social y en ese sentido el salario de los profesores se ve afectado por
esta visión.

3
http://estaticos.elmundo.es/documentos/2011/09/13/ocde.pdf
Desde lo cotidiano los profesores vivimos la limitación económica, pues no solo hay
que adquirir los productos de la canasta básica, sino que el propio esquema de
mejora salarial implica realizar gastos. Capacitarse cuesta y cuesta mucho. Leer
cuesta y cuesta mucho, dotar de materiales didácticos cuesta y cuesta mucho.

Sumémosle además que para muchos de nosotros llegar a nuestros centros de


trabajo supone un gasto de transportación mensualmente en aumento de la mano
del alza de gasolina.

La necesidad apremia y las exigencias también, se avizoran nuevas: En el marco del


Acuerdo Nacional para la Calidad de la Educación y del Programa de Carrera
Magisterial, la posibilidades de un mejor salario se ven entrampadas, amén de que “se
exige mucho a cambio de muy poco” como lo comentaba una profesora: “Mucho
trabajo a cambio de pocos pesos”.

La labor docente es, efectivamente, primordial en el desarrollo de nuestro país, pero


requiere de condiciones dignas para su ejercicio. No es posible cargar solo en la
fuerza de trabajo docente el peso de los grandes retos educativos que enfrenta
nuestra sociedad mexicana de cara a los próximos años.

Toca al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación entender y defender una


profesionalización para el docente de manera digna, donde los profesores sí
aceptamos el reto de educar a los niños mexicanos y jaliscienses pero con un
salario digno y justo, acorde al tamaño de las exigencias que se nos piden, sin
cortapisas, con compromiso y calidad, pero con sustento económico que atienda lo
necesario en capacitación, cultura, salud, recreación.

Requerimos hoy, como nunca, un sindicato que entienda que es momento de


diálogo crítico y autocrítico, que reconozca nuestras limitaciones pero que al mismo
tiempo, defienda y gestione los acuerdos necesarios para que lo económico no se
convierta en un factor que haga imposible dar las respuestas que hoy por hoy se
nos pide.

Aportamos desde nuestro espacio estas reflexiones y la apreciación del


investigador de la Universidad de Guadalajara como punto de partida que pueda
responder la pregunta inicial: Salario Magisterial ¿Salario docente o decente?

La respuesta está en el trabajo de nuestro Sindicato y sus dirigentes.

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