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22 de diciembre de 2008
Jorge Cruz Osorio
Cualquier acción que decidamos o realicemos, por más innocua que parezca o cargada
de buenas intenciones, puede culminar con un peor resultado que la situación original.
Esto ha sido conocido como el efecto mariposa (el aletear de una mariposa en América
puede causar un huracán en Asia).
Por ese motivo, los proyectos, planes o programas que cualquier gobierno quiera
adelantar deben ser estudiados, balanceados en sus efectos positivos y negativos, con un
mayor peso a los beneficios; es decir, minimizar los daños “colaterales” y aumentar las
ventajas que se puedan obtener.
Hace unos días atrás comenté que la decisión de incrementar las ventas de automóviles,
sin su contraparte de nuevas vías o estacionamientos, entre otras ha generado un caos
vehicular sin nombre y menos apellido.
Ahora voy a señalar otra lista, sin ahondar mucho en ellas: la Misión Barrio Adentro,
una obra de absoluta necesidad para los sectores de menores recursos, que significó
crear o construir un número de centros de atención inmediata en los lugares de mayor
deficiencia sanitaria, implicó: crear un servicio de salud paralelo, con presupuesto
propio, que al final termina siendo absorbido por la estructura que se intentó remplazar,
el Ministerio de Salud, dejando muchos proyectos sin culminar y un abandono de los
centros de atención mayor como los hospitales. El resultado ahora es que muchos de los
ambulatorios presentan problemas para su atención al público, otro grupo no fueron
culminados en su construcción y los hospitales en un deterioro inmenso.
En pocas palabras, lo que el gobierno ha intentado levantar con las manos lo derrumba
con los pies y la población sufriendo la inestabilidad, incoherencias e intolerancia de
las políticas dirigidas hacia mejorar la calidad de vida de nosotros, los habitantes de
Venezuela. Todo parece indicar que el huracán no se traslada hasta Asia, sino que está
estacionario en esta republica caribeña. ¡Qué Dios nos agarre confesados!