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Coordinador:
Prof. Ángel Rangel Sánchez
(UCAB/UCV).
Miembro de la Comisión de Ambiente de la Academia Nacional de Ingeniería y
Hábitat (ANIH).
Ex Director Nacional de Defensa Civil de Venezuela.
Presidente de la Fundación Red de Solidaridad Ciudadana (RSC).
Contacto: correo: angelrangel21@gmail.com, TW: @Angelrangels
[Mayo 2015]
En el marco del proyecto “Encuesta sobre las Condiciones de Vida en Venezuela 2015”,
llevado adelante por iniciativa y coordinación de la Universidad Católica Andrés Bello
(UCAB), la Universidad Central de Venezuela (UCV), y la Universidad Simón Bolívar
(USB), se procedió, en base a la evaluación de distintos factores sociales, económicos y
físicos-ambientales que se consideran con influencia directa o indirecta en las
características y capacidades de los hogares del país para hacer frente y recuperarse del
potencial impacto de las amenazas naturales, en caso de la materialización del riesgo de
terremoto, inundaciones, deslizamientos, tormentas, incendios y sequia en el territorio
nacional, con base en la aplicación del Índice de Vulnerabilidad Ciudadana ante las
Amenazas Naturales (IVCAN), desarrollado con ocasión del proyecto.
Introducción.
Esta sección sobre “Vulnerabilidad Ciudadana ante las Amenazas Naturales” tiene
como objetivo fundamental el poner a disposición de los distintos actores sociales, y
muy particularmente de los involucrados en la toma de decisiones en materia de
políticas públicas, de cierta información y recomendaciones de carácter general en lo
relativo a las condiciones actuales de vulnerabilidad ciudadana identificadas a partir de
la evaluación de los datos obtenidos con la aplicación de encuestas de hogares (1.488 en
total) realizadas a nivel nacional en el segundo semestre del año 2015; como una
manera de coadyuvar a las iniciativas, tanto públicas como privadas, en materia de
diseño e implementación de acciones de Gestión del Riesgo de Desastres (GRD), que
requieren de información de calidad para fortalecer la Reducción del Riesgo de
Desastres (RRD) y la Adaptación al Cambio Climático (ACC), en el país.
Tal como fue definida para el caso del ENCOVI 2014 (UCAB-USB-UCV 2015), en la
presente edición, la vulnerabilidad ciudadana es considerada como: “Condiciones
predominantes de fragilidad, indefensión o susceptibilidad de un sistema social
(comunidad-hogar-personas), en un momento determinado, frente a los impactos
derivados de la materialización de una amenaza natural, influenciadas por factores
demográficos, educativos, físicos, económicos, ambientales, culturales y de
organización, que favorecen la conversión de un fenómeno natural a categoría de
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De particular importancia resulta para los países firmantes, y para Venezuela como uno
de ellos, el dar cumplimiento a los compromisos asumidos, los cuales están claramente
resumidos en los lineamientos del Marco de Sendai, particularmente en su gran
Objetivo, cual es: La reducción sustancial del riesgo de desastres y de las pérdidas
ocasionadas por los desastres, tanto en vidas, medios de subsistencia y salud como en
bienes económicos, físicos, sociales, culturales y ambientales de las personas, las
empresas, las comunidades y los países; y en sus cuatro esferas prioritarias: 1)
Comprender el riesgo de desastres, 2) Fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres
para gestionar dicho riesgo, 3) Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la
resiliencia, y 4) Aumentar la preparación para casos de desastre a fin de dar una
respuesta eficaz y para “reconstruir mejor” en los ámbitos de la recuperación, la
rehabilitación y la reconstrucción. (UNISDR/MS 2015).
Cuando se trata de evaluar el potencial impacto negativo que los desastres puedan tener
en la sociedad, en el proceso de identificación del nivel de exposición y de
vulnerabilidad de una comunidad ante las amenazas naturales, la primera mirada está
puesta en aquellos ciudadanos que en situación normal (antes del evento), ya viven en
condiciones económicas precarias y sin capacidad para satisfacer las necesidades
básicas, que por lo general habitan en unidades de viviendas de dudosa calidad
constructiva y ubicadas en terrenos con alta propensión a deslizamiento o inundación,
que cuentan con limitado acceso a servicios públicos fundamentales y a la educción, y
que difícilmente disponen de ahorros o recursos propios que les permitan atender de
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Lamentablemente, así como los pobres resultan los más vulnerables, el impacto de los
desastres genera mayor pobreza, y en consecuencia mayor vulnerabilidad futura.
Sin embargo, en menor o mayor grado, todas las personas (sin distingo de clase social,
religión, ideología política, raza, etc.,) pueden resultar seriamente perjudicadas por los
desastres, no solo como consecuencia de las carencias económicas, sino también debido,
entre otras, a condiciones políticas, sociales, y físico–ambientales del entorno, las cuales
son potenciadas por la falta de preparación, educación, organización, planificación, por
alguna limitación física o discapacidad, o por la indisponibilidad de medios para
prevenir y actuar con prontitud y eficiencia ante las emergencias, en resguardo de la
integridad física de personas y bienes, y del ambiente.
Es nuestra intención, que este modesto aporte del ENCOVI 2015, pueda constituirse en
una de las herramientas de apoyo en lo que respecta a la identificación y posterior
intervención de una de las variables más importantes del riesgo de desastres
relacionados a eventos naturales y socio-naturales, como lo es la condición de
vulnerabilidad de los ciudadanos en el seno del hogar.
Sin duda alguna, tanto las características climáticas, como las hidrometeorológicas,
geomorfológicas y geológicas, así como de las amenazas naturales a las cuales está
expuesta Venezuela, están particularmente gobernadas por su ubicación geográfica, en
el trópico, justo al norte del continente Sur Americano, y con una extraordinaria costa
caribeña de cara al océano Atlántico. Precisamente, el norte del país, es parte del límite
entre las placas tectónicas de América del Sur y del Caribe, en buena medida
responsable de la actividad sísmica registrada en el territorio.
los sistemas de montaña de la cordillera andina, central y oriental del país, donde reside
aproximadamente el 80% de la población total.
Para el caso de Venezuela, a fin de tener un panorama más claro sobre la situación
actual del país en materia de amenazas y riesgos naturales, resulta conveniente el revisar
la más reciente información proporcionada por importantes organizaciones
internacionales que trabajan en la materia.
Tabla Nº2. Los seis principales tipos de Desastres Naturales ocurridos en Venezuela entre
los años 1900-2015, clasificados de acuerdo al número de afectados.
Como quiera que pueda existir la posibilidad que se sucedan eventos de amenazas
múltiples o concatenadas, como pudieran ser por ejemplo, terremotos y deslizamientos,
o terremotos e incendios, o inundaciones y deslizamientos; se presenta a continuación
un resumen del más reciente estudio del Banco Mundial al respecto. (Ver Tabla Nº5).
Nota: Tabla de elaboración propia en base al documento: “Impacto de los desastres en América Latina y el Caribe
1990-2013” Capitulo 4- Manifestaciones intensivas y extensivas del riesgo en países de Latinoamérica. (UNSDR.
2015).
Es igualmente importante, que en base a la estimación del riesgo del país ante las
amenazas naturales, se evalúe lo relativo a la potencial necesidad de recibir apoyo y
asistencia internacional, como consecuencia de las limitaciones financieras, logísticas y
de suministros que pudiera experimentar el país para afrontar una situación de
emergencia con características de desastres. Sobre este particular resulta de gran ayuda
un reciente informe elaborado por la Comisión Europea a nivel mundial, el INFORM
2016 (EC-IASC. 2016), el cual presentamos de forma resumida en la Tabla Nº 7.
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Tabla Nº 7. Posición de Venezuela, de acuerdo al Riesgo a sufrir una Crisis que requeriría
de Ayuda Humanitaria después de un Desastre, de acuerdo al INFORM 2016-EC/IASC
Es importante destacar, que aún cuando los factores de vulnerabilidad han sido
agrupados por separado e identificados como sociales, económicos y físico-ambientales,
es a partir de la confluencia de ellos (en el seno del hogar), lo que consideramos que
ejerce una marcada influencia en la configuración del nivel de susceptibilidad a ser
afectado, y en la capacidad de respuesta y recuperación del núcleo familiar en caso de la
materialización de los riesgos vinculados a las amenazas naturales.
Por estas circunstancias es que por ejemplo, las precipitaciones, las tormentas, o los
movimientos sísmicos (por sólo mencionar algunos), pueden tener repercusiones
distintas en hogares ubicados en una misma área de influencia, pues la diferencia
existente entre una vivienda diseñada y construida con apego a lo establecido en las
normas y códigos de construcción, y otra con precariedad constructiva y en condiciones
inseguras, determinará la capacidad de resistencia y estabilidad ante los impactos de las
amenazas. De igual manera, el conocer anticipadamente cómo y de qué manera
proceder en caso de emergencia, el contar con una adecuada planificación y
entrenamiento preventivo, o el disponer de respaldo financiero o contar con algún
instrumento de transferencia del riesgo para las pérdidas asociadas (aseguramiento),
tendrá una significativa repercusión sobre la necesaria capacidad de respuesta y nivel de
resiliencia deseada en el hogar en caso de desastres.
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Bajo estas consideraciones, es oportuno recordar que los desastres no son naturales, ni
los fenómenos naturales (como las precipitaciones o los movimientos sobre la superficie
de la tierra), son sinónimo de desastres, y si bien no se puede evitar la ocurrencia de los
fenómenos naturales si se puede minimizar o mitigar las consecuencias adversas que
están representadas en las víctimas fatales, los heridos y las cuantiosas pérdidas de
bienes e infraestructuras fundamentales para el bienestar y la calidad de vida.
En definitiva, los desastres son evitables, pues no son cosas del destino, ni consecuencia
de fuerzas o fenómenos sobrenaturales, y la identificación e implementación de medidas
para la prevención y disminución de la vulnerabilidad ciudadana es una de las acciones
de mayor impacto en los esfuerzos por disminuir las lamentables pérdidas asociadas.
Hogares por nivel de Personas expuestas por % Población por nivel IVFS
vulnerabilidad nivel de vulnerabilidad de vulnerabilidad
377.235 1.714.553 5% Muy Alto
3.486.652 15.521.934 51 % Alto
2.984.469 11.539.479 38 % Medio
432.439 1.488.293 5% Bajo
99.823 356.145 1% Muy Bajo
Jefe (a) del grupo familiar sin empleo formal 9.779.079 32%
permanente
(35% de los hogares)
Con tan sólo un 13% de los hogares con disponibilidad de mecanismos de transferencia
del riesgo vía aseguramiento para la protección contra el potencial daño o perdida del
bien más preciado, como lo es la vivienda, y dadas las limitadas capacidades de ahorro
y acceso a crédito evidenciadas, hacen que la capacidad de resiliencia financiera para
afrontar y recuperarse por sus propios medios con ocasión de la ocurrencia de un
desastre será extremadamente difíciles, no sólo para aquellos hogares en pobreza
estructural. Tal situación, pudiera inducir, a que a las familias que resulten afectadas,
sean altamente dependientes de la siempre escasa ayuda oficial, y de la solidaridad de
las organizaciones de ayuda humanitaria, para poder emprender el camino hacia el
restablecimiento de su cotidianidad, el bienestar, y la recuperación en el post desastre.
En consideración a los resultados de esta variable, cabe destacar la existencia del alto
número de viviendas con origen en la autoconstrucción (63,7%), sobre las cuales no se
cuenta con evidencias documentadas en relación a la observancia de las normas técnicas
que rigen para la materia (con énfasis en la consideración al riesgo vinculado a las
amenazas naturales); así como en lo que respecta a su calidad constructiva y
participación de mano de obra calificada, por lo cual son consideradas en condición de
vulnerabilidad estructural ante los esfuerzos a los cuales puedan estar sometidas (fuertes
vientos, movimientos del terreno, lluvias, deslizamientos, etc.,), a diferencia de lo que
debería ocurrir con las ejecutadas por el sector público y el privado, bajo la
responsabilidad de empresas y profesionales idóneos.
Una vez ponderados los Índices de Vulnerabilidad asociado a los Factores Sociales
(IVFS), a los Factores Económicos (IVFE), y a los Factores Físico-Ambientales
(IVFFA), se procedió a ponderar el IVCAN, como el promedio agregado de los tres
Índices (Tabla Nº 11).
IVCAN = IVFS+IVFE+IVFFA/3.
Principales hallazgos.
Recomendaciones generales.
Referencias.
EC-IASCT (2016) INFORM - Index for Risk Management: Global result report. The
Inter-Agency Standing Committee Task Team. Belgium. Available at:
http://www.inform-index.org/
Kreft, S., & Eckstein, D. (2014) Global Climate Risk Index 2014: Who Suffers Most
from Extreme Weather Events? Weather-Related Loss Events in 2012 and 1993 to 2012.
Germanwatch e.V. Bonn. Germany. Available at: www.germanwatch.org/en/cri
UNISDR (2015) Impacto de los desastres en América Latina y El Caribe, 1990 – 2013:
Tendencias y estadísticas para 22 países. Oficina de las Naciones Unidas para la
Reducción del Riesgo de Desastres. Ciudad de Panamá. Disponible en:
http://www.eird.org/americas/
World Bank (2005) Natural Disaster Hotspots: A Global Risk Analysis. Disaster Risk
Management Series Nº5. Hazard Management Unit. Washington, D.C.