Está en la página 1de 2

La Batalla de Muret 1213

El 12 de Septiembre de 1213, en la llanura frente a la localidad fortificada de Muret, en Occitania,


a doce kilómetros al sur de Toulouse, Francia, ocurrió una decisiva batalla de la Cruzada Albigense
(1209-1229).

En la batalla se enfrentaron las tropas de la Corona de Aragón, al mando del rey Pedro II el
Católico, y sus vasallos Raimundo VI de Tolosa, Bernardo IV de Cominges y Raimundo Roger I de
Foix y otros señoríos occitanos vasallos de Aragón, contra las tropas del Reino de Francia y las
tropas cruzadas, al mando de Simón IV de Montfort.

A principios del siglo XIII, la herejía cátara (corriente religiosa que marcaba la obra creadora como
producto de Dios y Satanás, y que rechazaba las riquezas materiales) se había afianzado en
Occitania (región histórica en el suroeste de Francia), amenazando la doctrina de la Iglesia
Católica.

El Papa Inocencio III, lanzó una fallida cruzada contra los cátaros, y luego intentó reconciliarse con
el conde Raimundo VI de Tolosa, pero Montfort, comandante de los cruzados, impidió que se
llegara a un acuerdo.

Raimundo VI se alió con su cuñado Pedro II de Aragón, mientras que el Papa lanzó una nueva
cruzada, que comenzó con la masacre de Béziers y el Sitio de Carcasona en 1209, y al año siguiente
continuó con el ataque a varias fortalezas cátaras por parte de los cruzados.

En 1213, Montfort atacó a Raimundo VI de Tolosa, y al fracasar los intentos de mediación de Pedro
II con el Papa para frenar a los cruzados, el monarca de Aragón convocó a las tropas de los condes
de Tolosa, Cominges y Foix para enfrentar a los cruzados.

Montfort tomó Muret como su base de operaciones, mientras que Pedro II cruzó los Pirineos en
Agosto de 1213, avanzando a través de la cuenca del Garona hacia Muret, ante lo cual Montfort
reunió a sus tropas y marchó hacia allí de inmediato para enfrentar a Pedro II y sus vasallos.

El 10 de Septiembre de 1213, las tropas aragonesas se unieron a sus aliados occitanos, y


acamparon en la ribera izquierda del Garona, frente a Muret, sumando 2000 caballeros (1000
aragoneses y 1000 occitanos), 2000 jinetes ligeros y entre 2000 y 4000 infantes, divididos en tres
haces o filas.

El 10 de septiembre de 1213, el ejército occitano-aragonés comenzó el asedio de Muret con


almajaneques (un tipo de fundíbulo medieval que lanzaba piedras de más de 500kg) y otras armas
de asedio. Dentro del castillo y en sus alrededores, las fuerzas de Montfort eran de entre 750 y
1000 caballeros y 700 infantes. Montfort, en clara inferioridad numérica, y con víveres para solo
una jornada, decidió no quedarse encerrado en el castillo de Muret y lanzar un ataque contra los
sitiadores, usando la mejor arma de la caballería pesada, la carga. Organizó a la caballería francesa
y cruzada en tres escuadrones, de unos 300 caballeros cada uno. En la madrugada del 13 de
Septiembre de 1213, la infantería tolosana atacó las puertas de la muralla, mientras la caballería
vigilaba la posible salida de los cruzados. Por la tarde, la mayor parte de la caballería aragonesa se
retiró para descansar, y en ese momento, Montfort atacó con su caballería, saliendo por la puerta
de Salas, que los sitiadores no podían ver, doblando una esquina de la muralla del castillo, y
atravesando el Río Louge para enfrentarse al ejército del rey de Aragón. La caballería cruzada
cargó desde el río sobre los sitiadores, tomándolos por sorpresa y venciendo a las tropas de
Raimundo de Foix, que se replegaron y fueron relevados por los soldados aragoneses, que
entraron en un duro combate con los caballeros cruzados. Pedro II había decidido probar su valor
como caballero cambiándose la armadura con uno de sus hombres para enfrentarse como simple
caballero a Simón de Montfort, pero el objetivo cruzado era el de matar al monarca aragonés a
cualquier precio, porque la "defensa de la Iglesia justificaba todas sus acciones", y así se lo encargó
Montfort a dos de sus caballeros, Alain de Roucy y Florent de Ville, que mataron al caballero que
vestía la armadura real, y después al propio rey de Aragón cuando este se descubrió al grito de "El
rei, heus-el aquí!" ("Aquí está el rey!"), a pesar de haber acabado con varios de sus atacantes,
según la crónica del historiador catalán de mediados del siglo XIII Bernat Desclot.

Al enterarse de la muerte de su rey, las tropas aragonesas entraron en pánico, siendo masacradas
por un ataque de flanco de la reserva de Montfort, ante lo cual los caballeros aragoneses también
se retiraron del campo de batalla. La infantería provenzal del ejército occitano-aragonés fue
desordenada por la huida de los caballeros aragoneses y occitanos, sufriendo muchas bajas ante la
carga de la caballería francesa. La mayoría de los nobles occitanos lucharon duramente
defendiendo el cuerpo de su rey caído, sufriendo grande bajas. En la batalla cayeron el rey de
Aragón y alrededor de ochenta caballeros resultaron muertos y heridos, además de cientos de
infantes caídos, mientras que las bajas cruzadas y francesas fueron muy escasas. Luego de su
victoria en Muret, Montfort se convirtió en Duque de Narbona, Conde de Tolosa y Vizconde de
Béziers y Carcasona. Además, el pequeño hijo de cinco años de Pedro II, y heredero de la Corona
de Aragón, el futuro Jaime I el Conquistador, quedó como rehén de Montfort durante un año,
hasta que el Papa lo entregó a los Templarios aragoneses. La batalla marcó el incio de la
dominación francesa sobre Occitania, ya que tras su derrota en Muret los aragoneses solo
conservaron el Señorío de Montpellier, dirigiendo a partir de ese momento sus ambiciones hacia
los territorios almohades en Valencia y las Baleares, conquistas que realizaría Jaime I entre 1229 y
1238.

También podría gustarte