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El Fruto del Espíritu. Un Estudio Bíblico-Devocional.

2020, IGLESIA DE DIOS JEHOVÁ SAMA.


ELABORADO POR: P. EDWIN A. GARCIA MARADIAGA.
IMAGEN DE PORTADA: PIXABAY
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El Fruto del Espíritu. Un Estudio Bíblico-Devocional.

1 INTRODUCCIÓN.
Cuando recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal, se produce un cambio
tan profundo en nuestra vida que la Biblia le llama un nuevo nacimiento. Esta experiencia
espiritual restaura la capacidad de tener comunión con Dios y nos capacita para andar de
acuerdo a su voluntad. Esto lo hacemos no por nuestro propio esfuerzo, sino mediante el
poder del Espíritu Santo.
Aunque el cambio es interior y espiritual, esa nueva vida empieza a manifestarse en el
carácter, la conducta, las relaciones y el modo de pensar del cristiano. A esa manifestación
de la nueva vida espiritual se le llama el Fruto del Espíritu Santo y tiene 9 cualidades que
son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
A continuación, estudiaremos cada una de ellas.

2 AMOR.

“Mas el fruto del Espíritu es amor...” (Gálatas 5:22-23).

Ágape1.
En Juan 3:16 dice “Porque tanto amó Dios al mundo que dio…”, ¿Qué dio? Lo que la
humanidad más necesitaba: A su propio Hijo para traer el perdón y salvación al ser humano.
El amor cristiano no es una simple experiencia emocional, es la facultad de amar incluso a
los enemigos, como lo dice en Mateo 5:43-48: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo,
y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los
que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol
sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que
os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si
saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los
gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto”.

Fruto.
Al ser un fruto, el amor no es producto del esfuerzo si no el resultado de la presencia
constante del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Si bien no es posible que mediante la fuerza de voluntad y las buenas intenciones logremos
amar como lo hace Dios, si es necesario cultivar una vida en el Espíritu. En el contexto
del pasaje se contraponen las obras de la carne con el fruto del Espíritu (Gal 5:16), solo
cuando nos movemos en la atmosfera espiritual mediante la lectura, el estudio de la Palabra,
la oración y una comunión diaria con Dios se crean las condiciones para que el Fruto del
Espíritu pueda producirse y apreciarse en la vida de un cristiano.

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Ágape es la palabra griega del Nuevo Testamento que se traduce amor.

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Ocasiones.
Como se mencionó, el amor ágape es incondicional, no es amar solo a los hijos, la esposa o
a los familiares. El amor de Dios implica amar incluso a las personas que son difíciles de
tratar, como jefes, compañeros de trabajo, vecinos y desconocidos que pueden llegar a ser
insolentes, desconsiderados y hasta ofensivos.
El Señor permite estas circunstancias y personas para que como hijos de Dios tengamos la
oportunidad de mostrar el fruto del Espíritu que es Amor.

Acción.
La más hermosa cualidad de los seguidores de Jesús es que aman. Pídale al Señor que
produzca este fruto en su ser interior.

3 GOZO.
“Mas el fruto del Espíritu es … gozo…” (Gálatas 5:22-23).

La palabra griega para gozo significa alegría, regocijo e incluso felicidad.


Vivimos en un mundo que busca en las cosas materiales o en los placeres la alegría y la
felicidad, pero en cuanto más la procuran más se les escapa, porque no buscan donde
verdaderamente se encuentra.

Origen del Gozo.


El gozo del cristiano es fruto del Espíritu Santo, es felicidad que se basa en las promesas de
Dios y en las bendiciones espirituales que provienen de conocerlo a Él.
El hijo de Dios está consciente que todo está bien en su vida gracias a su relación personal
con el Señor. Pero esto no significa que todas las circunstancias en nuestra vida sean
favorables, es más, podemos enfrentar cosas muy difíciles pero nuestro gozo permanece
(Juan 16:20-22).
El gozo es un don de Dios y por eso no lo podemos fabricar de forma artificial, viene de
arriba, solo debemos deleitarnos en las bendiciones que ya tenemos en Cristo. (Filipenses
4:4).

Cómo Recibir el Verdadero Gozo.


El ser humano encuentra el gozo cuando conoce a Dios. Luego, el gozo se mantiene en el
corazón en la medida en que nuestro conocimiento de Dios crece. ¡Y nunca se puede acabar
porque Dios es infinito!
El pecado hace que las personas pierdan el verdadero gozo, la historia del hijo pródigo en
Lucas 15:11-32 nos da una clara lección: una vida alejada de Dios, que busca la felicidad a
espaldas de Él, solo consigue desengaño y amargura en la tierra y el eterno dolor después de
la muerte.
Solo cuando la Gracia de Dios nos ilumina para conocer el amor de Cristo es que nuestro
corazón se llena de gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1:8).

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Cómo vivir con verdadero gozo.


En Romanos 14:17 dice que El Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y
gozo en el Espíritu Santo. Muchos pasajes de la Biblia muestran como el gozo es una de las
características principales de aquellos que tienen a Cristo en su corazón.
El mundo no conoce el verdadero gozo, pero los cristianos sabemos que Dios nos ha llenado
de su Espíritu que es como una fuente de agua viva en nuestro interior que nos permite
regocijarnos en el Señor cada día en esta tierra. Pero aún más, nos enseña que cuando todo
lo temporal haya pasado, el Señor quitará todo dolor, sufrimiento, muerte, pecado y
enjugará toda lágrima llenando el universo con un gozo eterno y sin sombras (Apocalipsis
21).

Acción
¿Está viviendo con gozo en su corazón?, ¿conocer cada día más de Cristo es el motivo más
grande para estar feliz? Si no es así, debe pedirle al Señor que perdone su pecado y lo llene
del gozo de su salvación.
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro
de mí. No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu santo Espíritu.
Restitúyeme el gozo de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder.”
(Salmos 51:10-12 LBLA).

4 PAZ.
“Mas el fruto del Espíritu es … paz…” (Gálatas 5:22-23).

La paz no es simplemente la ausencia del conflicto. Hemos visto como personas que están
aparentemente bien en sus relaciones unas con otras, de un momento a otro estallan en una
violenta discusión. De igual forma, las naciones pueden firmar tratados de paz y al poco
tiempo declararse en guerra.
El concepto cristiano de paz va mucho más allá de la diplomática tolerancia, es una virtud
que nace de la transformación del corazón.

Enemigos de Dios.
Desde que el ser humano desobedeció en el Jardín del Edén tomó un camino contrario a la
santa ley de Dios. Cada persona desde Adán ha violado los mandamientos del Señor por
medio del pecado (Rom 3:23), cada hombre y mujer nacidos en esta tierra llevan el germen
de la maldad: una naturaleza caída que le impide hacer la voluntad perfecta de Dios y les
conduce a toda clase de impiedades como mentir, robar, traicionar, desobedecer, rebelarse
contra la autoridad, murmurar, fornicar, emborracharse y un gran etcétera.
Todas esas iniquidades nos hacen enemigos de Dios e impiden experimentar una verdadera
paz del alma.

Paz con Dios.


Cada persona debe primero reconocer que no ha cumplido la ley de Dios, que ha gobernado
mal su propia vida y que está alejado de la Santidad y la Justicia Divina. Debe luego proceder

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a arrepentirse, pedir perdón a Dios y recibir por fe a Jesucristo. Solo después de esto, es que
encuentra la verdadera paz del alma.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo”. (Romanos 5:1)
La versión de la biblia PDT, dice: "Antes, ustedes estaban alejados de Dios y su manera de
pensar los hacía enemigos de Dios porque practicaban la maldad. Pero ahora Cristo, por
medio de su muerte física, los ha convertido en amigos de Dios. Cristo murió para
presentarlos santos ante Dios, es decir, sin ninguna mancha ni maldad que pueda ser
juzgada por Dios." (Col 1:21-22)

Una vida de Paz.


Una vez que el gran conflicto del alma se ha ido, que estamos reconciliados con nuestro
Creador y sabemos que somos hijos de Dios, el Espíritu Santo produce el fruto de una vida
de verdadera paz.
La paz de Dios (Shalom en hebreo) es un estado de bienestar y de tranquilidad en el corazón
al saber que toda nuestra vida está en las manos de Dios y que Él conoce perfectamente lo
que nos conviene (Salmo 23).

Acción
Entender que ahora pertenecemos a un Reino glorioso, regido por el Dios todopoderoso, que
gobierna con absoluta autoridad, debe ser el motivo para tener paz sin importar las
circunstancias.
El Señor dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da.
No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” (Juan 14:27)
Muchas veces perdemos la calma, nos sentimos intranquilos y es porque nuestro corazón se
llena de incredulidad, pero sabemos que Dios no miente, Él ha prometido estar con nosotros
todos los días, por eso dijo: “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”, sus promesas
fieles y su amor nos dan verdadera seguridad y paz.

5 PACIENCIA.
“Mas el fruto del Espíritu es … paciencia…” (Gálatas 5:22-23).

Vivimos en una época donde las personas lo menos que tienen es paciencia. La gente quiere
las cosas de forma inmediata, como si la vida se tratara de pedir una hamburguesa en un
negocio de comidas rápidas.
En la Biblia la paciencia tiene que ver con saber esperar con calma y con gozo.

Los hombres de Dios aprendieron paciencia.


En Santiago 5:11 dice: “He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis
oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy
misericordioso y compasivo”. Al leer sobre todos los sufrimientos que padeció Job, nos
damos cuenta que él fue consistente, es decir, fue el mismo que era antes, no se alteró, no
renegó si no que esperó en Dios.

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Otro caso es Abraham. En Hebreos 6:15 dice: “Y habiendo esperado con paciencia,
alcanzó la promesa”. Esta promesa se refiere a su hijo Isaac: Abraham tuvo que esperar
hasta los 100 años de vida para ver a su hijo prometido, ya que su esposa era estéril y recibió
el milagro cuando era humanamente imposible, pero para Dios no hay nada imposible.
¿Tiene usted paciencia como la de Job o la de Abraham?

La paciencia es posible solo bajo el control del Espíritu Santo.


La Biblia dice “andad en el Espíritu”, lo cual quiere decir que debemos ser controlados por
el Espíritu de Dios.
Una característica de alguien controlado por el Espíritu Santo es que es “lento para la ira”,
pero una persona que rápidamente explota en cólera, que es de “mecha corta” y pierde los
estribos no está controlado por el Espíritu Santo.
La Biblia dice que nos soportemos unos a otros con paciencia, si usted anda en el Espíritu
puede aguantar a los demás. La ira del hombre no obra la justicia de Dios, cuando usted en
un ataque de ira ofende a otra persona, sea un amigo, compañero, esposa, hijo o hermano,
no podrá borrar lo que le ha dicho, y esas ofensas aunque sean perdonadas, al final dejarán
cicatrices en el corazón de quien fue dañado por su falta de control.
¿Ha aprendido a controlarse, a tener paciencia y a someterse al Espíritu?

Cómo desarrollar paciencia.


En Romanos 5:3 dice “… Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia…”, la Biblia del Diario Vivir
dice: “…Pablo nos dice que en el futuro vamos a triunfar, pero por ahora tenemos que luchar.
Esto significa que experimentaremos dificultades que nos ayudarán a crecer. Nos
regocijamos en las tribulaciones, no porque nos guste el dolor que nos causan, sino porque
sabemos que Dios usa las dificultades de la vida y los ataques de Satanás para edificar
nuestro carácter.”

La paciencia se obtiene a través de dificultades, tribulaciones y experiencias difíciles. Espere


con corazón humilde, sométase a la soberanía de Dios y confíe que Él está obrando lo que es
mejor para usted, aunque en este momento no lo entienda.

Acción.
Deje que el Espíritu Santo le domine y en las dificultades manténgase paciente y confiado
como Job, porque Dios está formando su carácter para hacer de usted un cristiano que
adorne la doctrina del Señor y modele la imagen de Cristo.

6 BENIGNIDAD Y BONDAD.
“Mas el fruto del Espíritu es … benignidad, bondad…” (Gálatas 5:22-23).

Las virtudes de la benignidad y la bondad están relacionadas y por eso las abordaremos
juntas, en un sentido son “dos caras de la misma moneda”, pues ambas tienen que ver con
ser y hacer lo que es bueno.

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La benignidad se relaciona con aquellos aspectos amables al hacer el bien y la bondad con
las cualidades más firmes, ya que el bien no siempre se manifiesta de forma suave, por
ejemplo, cuando usted regaña a su hijo lo hace con firmeza, pero obviamente lo que hace es
bueno.

Ejemplos Bíblicos de Benignidad y Bondad.


Empecemos con un ejemplo de Cristo mostrando benignidad, en Lucas 7:37-50 se nos
relata que Jesús estaba sentado en casa de un fariseo y una mujer pecadora llorando secaba
con su cabello los pies del Señor y le ungía con un perfume. Pese a que el fariseo Simón puso
en duda la dignidad del Señor, Jesús le habló con mucha bondad a la mujer, perdonó sus
pecados y corrigió amablemente a Simón indicándole que ella había hecho lo que él ni de
cerca intentó hacer. Este es un ejemplo de la benignidad en acción, es decir, la bondad
manifestada en amabilidad y condescendencia.
Veamos ahora un ejemplo de bondad en su aspecto más firme, en Mat 21:12-13, se nos relata
que Jesús entró en el templo de Dios, echó fuera a los vendedores que profanaban el lugar
santo, volcó las mesas de los cambistas de monedas y las sillas de los vendedores de aves ya
que era un lugar sagrado y lo que hacían era una completa falta de respeto ya que habían
convertido el lugar santo en un mercado, Jesús les dijo: “Mi casa, casa de oración será
llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”. La acción del Señor es
bondadosa pues tiene por objetivo cuidar la Gloria y la Santidad del Templo de Jehová, pero
en este caso una actitud suave no hubiera sido eficaz dadas las circunstancias.
Debo dejar en claro que no se debe confundir la soberbia, la ira, la maldad o la venganza con
un actuar firme. La regla a seguir es actuar con prudencia y sabiduría en cada situación.

El Carácter Benigno del Cristiano.


Algunas versiones de la Biblia traducen la palabra benignidad como amabilidad,
generosidad y afabilidad. Esta debe ser la actitud y disposición de los cristianos. La gente
debe conocernos como personas amables, de carácter sereno y comprensivo que estamos
dispuestos a servir a otros e incluso darles preferencia y cederles nuestro lugar de privilegio
o ventaja.

La Bondad del cristiano.


Es absolutamente incompatible con la verdad del Evangelio que un cristiano tenga un actuar
malvado. Si bien en la carne no hay ni un solo justo, Dios ha puesto una nueva naturaleza en
nuestras vidas que nos lleva a ser bondadosos a hacer lo recto, lo que honra a Dios y a tratar
a los demás de forma que ellos sean beneficiados.
Ser bondadoso es lo opuesto a ser egoísta.

Acción.
Es muy importante que los cristianos muestren un carácter y unas acciones bondadosas
porque son componentes esenciales del Fruto del Espíritu Santo.

Algunas preguntas:

• ¿Fue usted amable con alguien en algún momento de este día?


• ¿Le cedió el paso a un vehículo que necesitaba tomar el carril? O ¿Le cedió el asiento en
el autobús a una anciana o mujer embarazada o con un niño en sus brazos?

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• ¿Hizo alguna buena acción durante este día?

7 FIDELIDAD.
“Mas el fruto del Espíritu es …fidelidad2” Gál 5:22 LBLA.

La fidelidad es una virtud esencial y no puede faltar, ya que una vez que se traiciona la
confianza es muy difícil reconstruir lo que se dañó, ya sea un matrimonio, una amistad,
una relación laboral o un cargo en la Iglesia.
Dios quiere que cada uno de nosotros sea hallado fiel (1Cor 4:2). La fidelidad es un
fruto del Espíritu Santo, un principio de vida y un valor por el que debemos luchar.
La Fidelidad es la base de la Espiritualidad.
La fidelidad es un atributo de Dios, es decir, Dios es Fiel (Deu 7:9). Él guarda las
promesas, el pacto y cumple su palabra, es por eso que la fidelidad debe ser también la
característica de todo cristiano.
La fidelidad es el elemento imprescindible de la espiritualidad: Es fiel solo quien obedece
a Dios. El pecado de Israel fue su falta de lealtad, en el Salmo 78:8 el Señor los llama
“¡Generación infiel a Dios!”, ya que la idolatría es un pecado de infidelidad hacia el único
Dios verdadero (Ver Éxodo 20:1-6).
Si alguien dice ser “espiritual” pero no es fiel a Dios, ni a su iglesia, ni a su familia, ni a
la empresa donde trabaja su espiritualidad es falsa.
La Fidelidad es la medida que usa Dios.
La calidad espiritual de un hombre o una mujer de Dios se mide no por sus talentos o
capacidades sino por su fidelidad, en la Biblia Dios llamó “siervos fieles” a Moisés y a
David porque cumplieron a cabalidad todo lo que Jehová les mandó a hacer.
En la parábola de los talentos el Señor elogió y recompensó a sus siervos por su fidelidad,
pero condenó al malo y negligente.
A Dios no lo deslumbran los escenarios, la elocuencia, ni la generosidad pública. Dios
mira el corazón y pesa cada intención. Solo recibirán recompensa de parte de Dios
aquellas acciones que se hagan con amor, fidelidad y para la Gloria de Dios. (Ver Mat
25:23).
La Fidelidad es el fundamento de las relaciones.
Las relaciones solo pueden ser edificantes, significativas y duraderas cuando se basan
en la fidelidad, por ejemplo, el matrimonio requiere una absoluta fidelidad tanto física
como emocional hacia la pareja, en Malaquías 2:14-15 NVI dice: “…el Señor actúa como

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La palabra que en el original griego se usa para este aspecto del Fruto del Espíritu es “pisteuo” que significa “creer”, “ser
fiel”, “confiable”, es por ello que, aunque en la versión Reina-Valera se traduce como “fe”, es más adecuada la traducción
“fidelidad” como aparece en las traducciones Biblia de Las Américas, NVI, DHH, entre otras.

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testigo entre ti y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste, aunque es tu


compañera, la esposa de tu pacto…”
De igual forma, el resto de nuestras relaciones humanas se fundamentan en la lealtad.
Acción
Debemos ser colaboradores del Espíritu Santo y esforzarnos por ser fieles a Dios y en
nuestras relaciones personales, conyugales, familiares, laborales y en la Iglesia.
Si en tu corazón sientes que no has sido lo suficientemente fiel, aún en esa situación la
Palabra dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9)

8 MANSEDUMBRE.
“Mas el fruto del Espíritu es …mansedumbre…” Gál 5:22-23.

Al pensar en una persona mansa se nos viene a la mente alguien de trato suave y que tarda
mucho en airarse. A lo largo de las Escrituras la mansedumbre es elogiada como algo que
todos debemos buscar. En el Salmo 76:9 dice que Dios se levanta “para salvar a todos los
mansos de la tierra”. El Señor Jesús dijo “…aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón” (Mateo 11:29). La mansedumbre y la humildad siempre van juntas como se puede
ver en varios pasajes de la Biblia, por ejemplo, Efesios 4:2 y Colosenses 3:12.

La Mansedumbre y Unidad.
“…con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en
amor.” (Efe 4:2).
Para que haya unidad no es suficiente tener buenas relaciones interpersonales, se requiere
de la Gracia de Dios para desarrollar un carácter como el de Cristo. La mansedumbre y la
humildad son regalos del Espíritu Santo para los seguidores de Jesús.
La actitud humilde es un sentimiento de agradecimiento y dependencia de Dios, es lo
opuesto al orgullo y la arrogancia. Por su parte la actitud de mansedumbre tiene que ver con
no quejarse y no irritarse por las faltas de los demás ni por los daños que nos hayan hecho.
Sin humildad y mansedumbre no es posible alcanzar una verdadera unidad ya que solo los
mansos son capaces de perdonar las ofensas y restaurar relaciones rotas.

Vestirse de Mansedumbre.
“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”. (Col 3:12)
Somos hijos de Dios y por lo tanto nuestro comportamiento y actitudes deben adornar como
bellas prendas nuestro andar cristiano, es decir, nuestra ética debe ser diferente a la del
mundo cuya principal característica es la soberbia y el orgullo.
La mansedumbre no es debilidad sino más bien es el poder de dominarse a sí mismo y no
responder con insultos a quien nos insulta o buscar venganza contra quien nos hizo daño.

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Jesús definitivamente no era (ni será) débil, es Todopoderoso y él podía con una sola palabra
destruir a quienes lo insultaban y golpeaban, también podía hacer llover fuego del cielo o
enviar legiones de ángeles y derrotar al Imperio Romano, pero fue llevado como cordero al
matadero porque debía cumplir su misión, esto es una tremenda demostración de que la
mansedumbre es poder bajo control.
Acción.
La mansedumbre es fruto del Espíritu Santo y cada uno de nosotros sabe si su corazón lleva
el sello de la mansedumbre o el del orgullo.

• ¿Pierde usted la serenidad ante la maldad o la ignorancia de otros?


• ¿Es usted una persona que discute?, ¿es peleonera, murmuradora, agresiva
o vengativa?
• ¿Es usted una persona que reniega y se queja de las circunstancias que Dios
en su providencia ha permitido?
• ¿Es una persona que puede explotar en cólera o enojo ante las fallas o
errores de los demás?
Si alguna de sus respuestas es si, hay buenas noticias para usted, Cristo puede transformarle
como lo hizo con el agresivo Moisés o el impetuoso Pablo.
De Moisés se dice que, tras una serie de procesos y pruebas en el desierto, llego a ser “muy
manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.” (Núm. 12:3).
El Señor puede hacerlo con usted también.

9 TEMPLANZA.
“Mas el fruto del Espíritu es templanza …”. (Gál 5:22-24)

Hemos llegado al último de los elementos del Fruto del Espíritu Santo que es la Templanza
o Dominio Propio. Este fruto, aunque está al final de la lista, es de vital importancia para
llevar una vida cristiana agradable a los ojos de Dios y es una señal distintiva de que somos
nuevas criaturas en Cristo.
Cuando un cristiano posee dominio propio, está dando un maravilloso testimonio de la
Gracia de Dios, pero cuando carece de esta cualidad la gente se pregunta si de verdad dicha
persona es o no un verdadero creyente. Esa es la importancia del dominio propio.

¿Qué es el Dominio Propio?


Podemos definir el dominio propio como “La capacidad de gobernar cada área de nuestras
vidas bajo la autoridad y control del Espíritu Santo”.
Los pastores y consejeros cristianos constantemente ven casos de personas que tienen
problemas relacionados al dominio propio como no saber contener su enojo, personas que
tienen luchas y caídas con el alcohol, otras que secretamente son adictas a la pornografía,
personas que, aunque desean ser fieles en su tiempo de estudio de la Palabra y oración no
logran mantener la disciplina que los lleve a alcanzar un mayor crecimiento espiritual, entre
otros.

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La presencia o ausencia del dominio propio es un elemento clave pues afecta como
controlamos nuestro temperamento, la forma en que hablamos, como administramos
nuestro tiempo, como manejamos el dinero, como enfrentamos las tentaciones, como
cuidamos nuestra salud y como edificamos nuestra vida espiritual.

¿Cuál es la importancia del Dominio Propio?


Proverbios 25:28 dice: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no
tiene rienda”, el dominio propio es un muro de defensa contra los deseos pecaminosos que
batallan contra nuestra alma. Es importante tener claro que los deseos en sí no son malos,
sino que son malos cuando se tratan de satisfacer por medio ilícitos. Por ejemplo, hay un
deseo normal de comer para sobrevivir, un deseo de descansar para reponer nuestra energía,
un deseo de intimidad entre el hombre y la mujer para la conformación de una familia. El
problema es cuando esos deseos se buscan satisfacer de forma contraria a la Palabra de Dios,
es allí donde comer se convierte en glotonería, dormir en pereza y la sexualidad en
fornicación, adulterio y otras inmoralidades.

¿Cómo adquirir dominio propio?


Primero debemos depender de Cristo y permitir que el Espíritu Santo controle cada área de
nuestra vida. Segundo, debemos conquistar nuestras pasiones y deseos siendo responsables
de nuestro crecimiento espiritual por medio de la Palabra de Dios. Cuando Dios le dijo a
Josué que conquistaran la tierra prometida, le ordenó también que se esforzara y fuera
valiente. ¡No hay victoria sin batalla! (ver Josué 1:8-9)
Acción.
Debemos controlar nuestros cuerpos, nuestra mente (lo que vemos, lo que oímos, lo que
conversamos), debemos controlar nuestras emociones (enojo, ira, amargura,
resentimientos, autocompasión), debemos controlar nuestras finanzas personales (lo que
gastamos y en qué gastamos, lo que damos generosamente), debemos controlar la lengua
(murmuración, chismes, vulgaridades, malas palabras), debemos controlar las relaciones
interpersonales, es decir, con quien pasamos nuestro tiempo. “Digo, pues: Andad en el
Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. (Gál 5:16)
---
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también
por el Espíritu.” (Gal 5:22-25).

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