Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
7 Maravillosos Atributos de Dios - Biblia
7 Maravillosos Atributos de Dios - Biblia
Algo que debemos tener siempre en mente es el hecho de que ningún atributo de
Dios anula otro. Sus atributos actúan en unidad, se matizan entre ellos, y todos
juntos forman el carácter de Dios. Él no es una cosa hoy y otra mañana, sino que él es
y será el mismo por siempre.
1. Santidad
2. Eternidad
3. Omnipotencia
4. Omnisciencia
5. Amor
6. Inmutabilidad
7. Omnipresencia
Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es
santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy
santo».
(1 Pedro 1:15-16)
Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y
por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar: «Santo, santo,
santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era y que es y que ha de
venir».
(Apocalipsis 4:8)
Dios no tiene principio ni tendrá fin. Él ha existido por siempre y existirá por toda la
eternidad. Este es un concepto difícil de entender para nosotros, los seres humanos
que contamos todo basados en el tiempo: segundos, minutos, años, estaciones...
Pero Dios no está limitado por el tiempo.
Contrario a todo lo demás que hay en el universo, Dios no fue creado por nadie: él es,
existe desde la eternidad y existirá por toda la eternidad. Cuando Moisés le preguntó
a Dios su nombre, Dios le contestó "YO SOY EL QUE SOY". Ese el nombre eterno de
Dios, y el nombre con el que es y será conocido por todas las generaciones. Un
nombre que proclama su eternidad.
Moisés dijo a Dios: Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo:
“El Dios de sus padres me ha enviado a ustedes”. Si ellos me preguntan:
“¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?
Dios dijo a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los hijos
de Israel: “YO SOY me ha enviado a ustedes”.
Dios dijo además a Moisés—: Así dirás a los hijos de Israel: “El SEÑOR, el
Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob,
me ha enviado a ustedes”. Este es mi nombre para siempre; este será el
nombre con que seré recordado de generación en generación.
(Éxodo 3:13-15)
Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.
(Salmo 90:2)
Pero tú, Señor, reinas eternamente; tu nombre perdura por todas las
generaciones.
(Salmo 102:12)
Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que
ha de venir, el Todopoderoso.
(Apocalipsis 1:8)
Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único Dios, sea honor y
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(1 Timoteo 1:17)
¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho
los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible.
(Jeremías 32:17)
Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea
la gloria por siempre! Amén.
(Romanos 11:36)
Decir que Dios es omnisciente, es decir, que él sabe todas las cosas del pasado, del
presente y del futuro. ¡Su conocimiento no tiene límites! Dios conoce
absolutamente todo sobre el Universo, sobre la humanidad, todo lo que ha existido y
lo que existirá. No hay nada que pueda escapar a su conocimiento.
Dios no solo conoce todo en términos generales sobre la humanidad y todo lo que
nos rodea. Él también nos conoce completa y personalmente a todos nosotros. El
Salmo 139 lo expresa muy bien. En ese Salmo vemos que Dios conoce cuando nos
movemos o nos sentamos, lo que pensamos, lo que hablamos... ¡todo!
En Mateo 10:29-30 leemos: «¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin
embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene
contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza.»
Ahí vemos que todo lo que hay en la creación es importante para Dios, tanto los
pájaros como los seres humanos y Dios conoce todo sobre cada uno de ellos. ¡El
conocimiento de Dios es tan detallado que hasta conoce el número de cabellos en
nuestra cabeza!
Los ojos de Dios ven los caminos del hombre; él vigila cada uno de sus
pasos.
No hay lugares oscuros ni sombras profundas que puedan esconder a los
malhechores.
(Job 34:21-22)
Así dice el Señor, que hace estas cosas conocidas desde tiempos antiguos.
(Conocidas del Señor son todas sus obras desde tiempos antiguos.)
(Hechos 15:18)
La Biblia lo dice muy claro para que no nos quede ninguna duda: Dios es amor (1
Juan 4:8). El amor de Dios es el amor más verdadero y puro que jamás podríamos
imaginar. Su amor no tiene nada que ver con el amor humano que a veces está lleno
de altibajos e incertidumbres. El amor de Dios no se basa en los sentimientos ni en
las emociones, sino que es acción.
Jesucristo es la expresión mayor y más clara del amor de Dios. Luego de que el
hombre pecó en el Jardín del Edén, se creó una barrera de separación entre el ser
humano y Dios como consecuencia del pecado. Sin embargo, Dios actuó, él ofreció la
solución. Él nos extendió su mano a través de Jesús. Lo envió a la tierra como
muestra de su inmenso amor y de su deseo de tener una relación personal y eterna
con nosotros.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos
dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por
gracia ustedes han sido salvados!
(Efesios 2:4-5)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que
todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no
envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por
medio de él.
(Juan 3:16-17)
La Biblia también nos dice que Dios tiene un amor especial para aquellos que aman
a Jesús.
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los
obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y
me manifestaré a él
(Juan 14:21).
Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene
de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no
conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre
nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos
por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera
ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
(1 Juan 4:7-10)
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de
Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo
conoció a él.
(1 Juan 3:1)
Inmutable quiere decir que no cambia, que no se puede cambiar ni mudar. Dios ha
sido, es y siempre será igual... desde la eternidad y por toda la eternidad. Su
carácter o la esencia de lo que él es, no cambia: lo que él es hoy, lo ha sido siempre.
El Dios que hoy está con nosotros es el mismo del cual leemos en la Biblia. Tiene el
mismo poder, tiene el mismo amor y es igual de santo.
El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo:
sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor
del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está
con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de
sus preceptos para ponerlos por obra.
(Salmo 103:15-18)
Saber que Dios nunca cambia debe traer paz a nuestros corazones. En un mundo tan
incierto y tan lleno de cambios como el que vivimos, es bueno saber que Dios es
nuestra roca fuerte y firme, nuestro refugio. En él nos podemos apoyar en todo
momento.
Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre; los designios de su
mente son eternos.
(Salmo 33:11)
Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.
(Salmo 90:2)
Dios está en todas partes siempre. No hay ningún lugar donde podamos escapar
de su presencia. Él está siempre presente en todo lugar y en todo tiempo de la
historia, sea el pasado, el presente o el futuro, pues él no está limitado por el espacio
ni por el tiempo.
Salomón entendía muy bien este concepto. Él sabía que la presencia de Dios no se
limita a un lugar específico. Él tenía la seguridad de que Dios está en todas partes y
que ningún espacio lo puede contener. En 1 Reyes 8:27 Salomón oró frente al altar
del Señor, diciendo lo siguiente:
Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por
altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he
construido!
(1 Reyes 8:27)
¿Soy acaso Dios solo de cerca? ¿No soy Dios también de lejos? —afirma el
Señor—.
¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo? —
afirma el Señor—.
¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra? —afirma el Señor—.
(Jeremías 23:23-24)
Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los
malos.
(Proverbios 15:3)
Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora
a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en
secreto, te recompensará.
(Mateo 6:6)
Los ojos de Dios ven los caminos del hombre; él vigila cada uno de sus
pasos.
(Job 34:21)
El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a
quienes le son fieles.
(2 Crónicas 16:9a)