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EL LECCIONARIO

En lo referente a las
lecturas de la Misa
(OLM) las lecturas de
la Biblia que la Iglesia
propone a lo largo de
todo el año litúrgico se
hallan recogidas en los diversos tomos de que consta
el LECCIONARIO.

Como criterios generales observados al elegir los


textos podemos decir que en los domingos y fiestas
se proponen los textos considerados más
importantes, a fin de que se cumpla lo que la SC (nº
51) dispone referente a que, en un ciclo, en este caso
de tres años, se lean a los fieles las partes más
relevantes de la Sagrada Escritura.

Esto se debe a que la mayoría de los cristianos


practicantes suelen tener contacto con la palabra de
Dios fundamentalmente en la misa dominical.

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El resto de la Escritura que no se lee los domingos o
fiestas está asignado a los días feriales, siguiendo
otros criterios ya que la serie ferial se desarrolla en
dos años (pares e impares) durante el tiempo
ordinario y en un solo ciclo anual durante los
tiempos llamados fuertes, o sea, Adviento-Navidad,
Cuaresma y Pascua.

El Leccionario se halla dividido en varios tomos a


criterio de las diferentes ediciones de las
conferencias episcopales:

* Tomos I, II, III (Ciclos dominicales y fiestas


A,B,C)
* Tomo IV: Lecturas para las ferias del T.O “per
annum”.
* Tomo V: Lecturas para el Propio y Común de los
Santos y difuntos.
* Tomo VI: Misas Votivas y por diversas
necesidades.

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* Tomo VII: Lecturas para las ferias de Adviento-
Navidad y Cuaresma-Pascua.
* Tomo VIII: Rituales.

Para las Misas con niños puede existir un


Leccionario propio, si así lo acuerda la Conferencia
episcopal. En España este leccionario está publicado
haciendo el Tomo IX.

También han aparecido para las Misas votivas de la


Virgen María un Misal con su correspondiente
Leccionario. También existe uno especial que
contiene el Evangelio de las fiestas más solemnes
denominado “Evangelario”, libro que se porta en
alto en la procesión de entrada (cuando la hay) y que
recibe una especial veneración y respeto.

Para los domingos del Tiempo Ordinario hay


establecido un ciclo de TRES AÑOS, conocido por
las letras A, B y C. Aquí se procura que la primera
lectura tenga relación con los Evangelios, que son
también los sinópticos. 

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En el año A se lee el evangelio de Mateo, el año B
se lee a Marcos y el año C a Lucas. Dividiendo el
año en curso por el número tres si da de resto cero
(división exacta) corresponderá a año C. A partir de
ahí se deduce que cuando el resto de la división sea
uno será año A y si el resto es dos será año B.

La Misa dominical comprende pues tres lecturas,


que son obligatorias: la primera, del Antiguo
Testamento, excepto en Pascua, que es de los
Hechos de los Apóstoles; la segunda, del apóstol, o
sea, de las cartas y del Apocalipsis, y la tercera
evangélica.

Para el Leccionario ferial cada misa tiene dos


lecturas, tomadas la primera del Antiguo
Testamento o del Nuevo (en el tiempo pascual se
toma de los Hechos de los Apóstoles como ya
dijimos) y la segunda siempre es del Evangelio.

En el tiempo ordinario, en las ferias de las treinta y


cuatro semanas, las lecturas evangélicas se
distribuyen en un solo ciclo, que se repite cada año.

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En cambio, la primera lectura se reparte en dos
ciclos, que se leen en años alternos: el ciclo I en
años impares, y el ciclo II en los pares. En el
Leccionario de los santos hay que distinguir una
doble serie de lecturas: la del propio de los santos,
siguiendo las solemnidades, fiestas y memorias
contenidas en el calendario; y la del común de los
santos. En el primer caso se trata de textos propios o
más adecuados para la celebración de cada santo, y
en el segundo de repertorios de lecturas distribuidas
de acuerdo con las diferentes categorías de santos
(mártires, pastores, vírgenes, etc.).

En los tiempos fuertes de Adviento, Cuaresma y


Pascua, las lecturas son siempre las mismas todos
los años, habiendo sido elegidas de acuerdo con las
características propias de cada uno de estos tiempos
litúrgicos.

En el tiempo pascual el leccionario ferial toma la


primera lectura de los Hechos de los Apóstoles y el
evangelio que se lee es el de San Juan.

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Los domingos pascuales se lee como primera lectura
los Hechos de los Apóstoles y de segunda la primera
carta de san Pedro (ciclo A), la primera carta de san
Juan (ciclo B) y el Apocalipsis (ciclo C).

Los evangelios escogidos nos relatan las apariciones


de Cristo Resucitado y pasajes escogidos del Buen
Pastor y oración del Señor tras la última cena. Como
se observa no hay lecturas del Antiguo Testamento
para subrayar que estamos en un tiempo nuevo.

CONOCIENDO EL AÑO LITURGICO

Las celebraciones
cristianas
tienen
dos

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ritmos, uno semanal y otro anual. Cada semana, el
domingo se conmemora la resurrección de Jesús y,

por eso, los cristianos se reúnen en la eucaristía y


celebran el día de descanso.

Las fiestas y celebraciones litúrgicas a lo largo del


año recogen los acontecimientos más sobresalientes
de la vida de Jesús. De estos, los más importantes
son: la Pascua de Resurrección, con su preparación
durante la Cuaresma y la Semana Santa, y la
Navidad, que se prepara durante las cuatro semanas
del Adviento.

Así, el año litúrgico está dividido en “tiempos


litúrgicos”:

Tiempo de Adviento: cuatro semanas de


preparación a la Navidad.

Tiempo de Navidad: se celebra el nacimiento de


Jesús y su manifestación a los sabios de Oriente en
la fiesta de Epifanía.

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Tiempo de Cuaresma: cuarenta días de preparación
a la Pascua de Resurrección que culminan en
Semana Santa, pasión y muerte de Jesús.

Tiempo de Pascua: comienza con la resurrección


de Jesús y culmina con la celebración de la llegada
del Espíritu Santo en Pentecostés.

Tiempo ordinario: el resto del año que no está


incluido en los tiempos anteriores.

Cada uno de esos tiempos tiene un color


característico:

.el morado para el Adviento y la Cuaresma,

.el blanco para Navidad y Pascua,

.el verde para el tiempo ordinario,

.y el rojo para ciertas fiestas como Pentecostés.

A lo largo del año se recuerda también tanto a las


personas que convivieron con Jesús (José, María, los
apóstoles) como a los santos que han ido surgiendo
a lo largo de la historia.

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Adviento: Son las cuatro semanas anteriores a
Navidad. Es el tiempo durante el cual los cristianos
se preparan para celebrar el nacimiento de Jesús.

Bautismo de Jesús: Se celebra el domingo


siguiente a la Epifanía Conmemora el bautismo de
Jesús, al comienzo de su vida pública. Los
evangelios testifican el origen divino de Jesús en su
bautismo (Mt3, 13-17).

Pascua de Resurrección: Es la fiesta cristiana más


importante. Se celebra la resurrección de Jesús,
ocurrida el domingo de Pascua (Jn 20, 1).

Navidad: Se celebra el 25 de diciembre. Es la


celebración del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios
hecho hombre, que nació de la Virgen María por
obra del Espíritu Santo (Lc, 2,1-7).

Presentación de Jesús: Se celebra el 2 de febrero, a


los cuarenta días del nacimiento de Jesús. Los
padres de Jesús cumplen una ley según la cual todo
primogénito debía ser consagrado a Dios (Lc 2, 22-
28)

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Ascensión del Señor: Se conmemora el día en que
Jesús subió al cielo (Hch 1, 9-11). Se celebra
cuarenta días después de Pascua (Hch 1, 3); como
este día cae en jueves, en varios países se ha
desplazado la fiesta al domingo siguiente.

Sagrada Familia: Se celebra el domingo siguiente a


Navidad. Es la fiesta en honor de la familia puesta
por Jesús, María y José, cuya experiencia de vida es
modelo para todas las familias cristianas (Lc, 2, 39-
52).

Cuaresma: Comprende cuarenta días anteriores a la


Semana Santa. Es el tiempo que dedican los
cristianos a prepararse para celebrar los
acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección
de Jesús.

Pentecostés: Se celebra cincuenta días después de


Pascua. Se conmemora el envío del Espíritu Santo
sobre los apóstoles, cuando estaban reunidos en el

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cenáculo con María (Hch 2, 1-11). Significa la
inauguración del tiempo de la Iglesia.

Epifanía: Se celebra el día 6 de enero. Conmemora


la manifestación (epifanía) de Jesús a todos los
pueblos, significada en la visita de los Magos, que
reconocen a Jesús como Mesías y le rinden
homenaje (Mt,2, 1-12).

Semana Santa: Es la semana previa al día de


Pascua, dedicada a conmemorar la pasión y muerte
de Jesús (Mc 14.15). Comienza el domingo de
Ramos y concluye con la celebración de la vigilia
pascual, en la noche del sábado santo.

Corpus Christi: Es la solemnidad en que se celebra


la presencia misteriosa de Jesús en el pan y en el
vino de la eucaristía, y su amor a todos los hombres
(Mc 14,33-26). En general, se celebra quince días
después de Pentecostés.

CONOCIENDO
SOBRE LAS

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FERIAS, MEMORIAS, FIESTAS Y
SOLEMNIDADES

para recordarnos algunas de las bellezas elementales


y encantadoras de la liturgia católica. explicamos las
cinco categorías de celebración litúrgica, que sirven
para expresar la jerarquía que tienen las fechas
litúrgicas: Solemnidad, Fiesta, Memoria,
Conmemoración y Feria.

El que sigue la liturgia no elige por sí mismo el


rango de cada día, sino que viene dado en el
calendario de la Iglesia, el calendario del propio
país, y el de la propia comunidad.

Es claro que en la constitución del domingo como


fiesta cristiana prima el hecho histórico: la muerte y
la resurrección de Cristo. Pero el hecho cósmico no
está ausente. Se impone el ritmo repetitivo semanal,
como criterio para elegir y señalar el día de reunión
de los cristianos para celebrar su fiesta. Y el ritmo
semanal, es claramente un ritmo lunar: es la fracción

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del período mensual determinado por los ciclos de la
luna.

Junto a esta celebración semanal pronto aparece la


celebración anual: La Pascua. También, aquí
encontramos una síntesis entre el tiempo histórico y
el cósmico. El año es el resultado del ciclo solar con
sus cuatro estaciones.

Siguiendo la tradición judía, los cristianos elegirán


para la fiesta anual de la resurrección, el equinoccio
de primavera: punto de equilibrio entre el día y la
noche, momento de resurgimiento de la vida nueva
en la naturaleza, de renacimiento de la vida.

A esto, se añadirá un simbolismo complementario:


la luna llena, la plenitud de la luz.

La liturgia, elegirá otro momento del año para


celebrar las fiestas de la fe: el solsticio de invierno,
el tiempo que los días empiezan a crecer y parece
que el sol renace.

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Este contexto, servirá para celebrar el otro hecho
histórico de nuestra fe: el nacimiento de Cristo,
verdadero Sol que vence la tiniebla. Tenemos el
tiempo de Navidad.

Alrededor de estos dos ejes del año, Pascua y


Navidad, se articulan otras fechas festivas: los días
natales de los seguidores más inmediatos de Cristo:
María, los apóstoles, los mártires, etc.

El retorno regular de estas fiestas constituye los


ciclos de la celebración cristiana, sus ritmos y
cadencias, la liturgia llama a esta estructuración de
los tiempos celebrativos “AÑO LITÚRGICO” y
considera a éste como el marco y la entraña de su
fiesta, como las auras de la eternidad del Reino.

Es por todo esto que decimos que las principales


solemnidades son «móviles».

El tiempo, está dividido en períodos que marcan la


vida, las actividades y las fiestas de los hombres.
Los cristianos tienen también una distribución del

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tiempo en el que celebran los misterios de Cristo y
expresan su fe.

Es el calendario litúrgico. Tiene su propio ritmo, una


sucesión de fiestas y una alternancia de tiempos.

La liturgia cristiana ha establecido divisiones para


distribuir en ellas las distintas celebraciones del
misterio de Cristo. El calendario litúrgico se
establece conforme a estos ritmos:

Diario: cada día es santificado por las celebraciones


del pueblo de Dios, principalmente por la Eucaristía
y la liturgia de las Horas.

Semanal: gira en torno al domingo, día del Señor y


fiesta primordial de los cristianos.

Anual: cuenta con 52 semanas y a través de ellas se


desarrolla todo el misterio salvífico de Cristo, cuya
fiesta principal es el Triduo Pascual.

Generalmente, la palabra “fiesta” es usada por los


católicos en referencia a cualquier celebración de la
Iglesia: días dedicados a santos, a Nuestra Señora, a

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Cristo… No hay ningún error doctrinal en usar el
término “fiesta” para todos los casos, pero es
recomendable aprender que en la Iglesia existe una
jerarquía de celebraciones.

Éstas se estructuran en cuatros tipos básicos: las


ferias, las memorias, las fiestas y las solemnidades.

Ferias: Se denomina así a los días de la semana que


siguen al domingo. En ella no hay oficio propio, ni
memoria de algún santo. Son privilegiadas, las ferias
del miércoles de ceniza y de semana santa y las
ferias de adviento del 17-24 de diciembre.

Memorias: Son celebraciones discretas,


generalmente la celebración de un santo, pero podría
también celebrar algún aspecto de Jesús o de María.
Es el caso de la memoria libre del Santo Nombre de
Jesús y de la memoria obligatoria del Inmaculado
Corazón de María.

En lo que respecta a la liturgia, no hay grandes


diferencias entre la memoria facultativa (o libre) y
la memoria obligatoria.

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Toda memoria, tiene al menos una oración propia de
apertura. En cuanto a las lecturas, pueden ser
específicas o no: en general, se prefiere que se
mantengan las lecturas del día para evitar que se
interrumpa excesivamente el ciclo continuo de las
lecturas propias de cada tiempo; al mismo tiempo
hay lecturas específicas que deben usarse en el caso
de algunos santos, especialmente los mencionados
en la propia Sagrada Escritura, por ejemplo, Marta,
María Magdalena y Bernabé.

Durante la Cuaresma y en parte del Adviento (del 17


al 24 de diciembre) se usa sólo la oración colecta del
santo; todo el resto es lo ordinario de ese día.

Las memorias obligatorias deben celebrarse si no


están impedidas por alguna Fiesta, las memorias
libres se observan o no, según la oportunidad o la
devoción.

Fiestas: Son celebraciones de mayor importancia,


pero se realizan totalmente en el día asignado a la
Fiesta. Honran algún misterio o título de Jesús, de

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Nuestra Señora y de santos especialmente
relevantes, como los apóstoles, los evangelistas y
otros de gran importancia histórica como san
Lorenzo.

La fiesta acostumbra a tener oraciones propias, pero


se hacen solo dos lecturas y el Gloria. A diferencia
de otras fiestas, las dedicadas a Jesús -como la
Transfiguración y la Exaltación de la Santa Cruz- se
celebran también cuando caen en domingo y en ese
caso tienen tres lecturas, el Gloria y el Credo.

Solemnidades: Son las celebraciones de grado más


alto, reservadas a los misterios más importantes de
nuestra fe: por ejemplo, Pascua, Pentecostés, la
Inmaculada Concepción, los principales títulos de
Jesús, como Cristo Rey o Corpus Christi, además de
celebraciones que honran a algunos santos de
especial importancia en la historia de la salvación,
como es el caso de las solemnidades de los santos
Pedro y Pablo y la del nacimiento de san Juan
Bautista.

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En las solemnidades, así como en los domingos, la
celebración eucarística tiene tres lecturas, la oración
de los fieles, el Credo y el Gloria (incluso cuando la
solemnidad cae en Adviento o en Cuaresma).
También, tienen oraciones propias exclusivas:
antífona de entrada, oración inicial, oración sobre
las ofrendas, antífona de comunión y oración
después de la comunión. En la mayoría de los casos,
también hay un prefacio especial.

Las solemnidades que caen en domingo, se celebran


como tales durante el tiempo ordinario y el tiempo
de Navidad, pero acostumbran a ser trasladadas al
lunes cuando caen en un domingo de Adviento, de
Cuaresma, de Semana Santa y del tiempo pascual.

Las solemnidades siempre empiezan en las


“Vísperas”, es decir a la tarde del día anterior.

A veces, tienen “vigilia”, es decir, tiene misa propia


el día anterior; y en ciertas ocasiones tienen
“Octava”, es decir la celebración se prolonga

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durante toda la semana que sigue, como sucede en
Pascua y en Navidad.

Caso especial: El día de difuntos, celebrado el 2 de


noviembre, tiene prioridad sobre el domingo a pesar
de no ser una solemnidad.

Variaciones geográficas: Hay casos en los que una


determinada celebración tiene una clasificación
diferente según la región, ya que algunos santos son
más venerados en un lugar que en otros, por
ejemplo. Es el caso de san Benito: su día es
memoria obligatoria en el calendario universal, pero
es fiesta en Europa por ser uno de los patrones del
continente y es solemnidad en la diócesis de
Montecassino, donde está enterrado.

Hay solemnidades, como el Corpus Christi, que


pueden ser precepto o no conforme a la
determinación de la conferencia episcopal de cada

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país: la decisión se basa en una realidad pastoral
local.

Por eso, hay países que mantienen la tradicional


celebración el jueves como fiesta de precepto, otros
mantienen el día, pero no como precepto y otros,
que ya son mayoría, en los que la celebración se
traslada al domingo siguiente para garantizar la
máxima participación de los fieles.

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