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Monición de Entrada
Paz y bien hermanos, con alegría nos reunimos hoy para celebrar con
júbilo, en torno al Señor, esta Primera Eucaristía presidida por nuestro
hermano David Santiago Auqui Auqui. Compartimos con él la alegría de la
vocación al servicio de toda la comunidad. En esta celebración, también
pidamos al Señor que siga bendiciendo a la Iglesia y a la Orden franciscana
en el Ecuador con jóvenes que quieran seguir los pasos de Jesús en bien de la
humanidad. Unidos en alegría, damos inicio a esta celebración cantando.
RITOS INICIALES
Cuando llega al altar, el sacerdote con los ministros hacen la debida reverencia, él besa el altar y,
lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el
sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el sacerdote dice:
R/. Amén.
ACTO PENITENCIAL
C: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos hacen en común la fórmula de la
confesión general:
Y, golpeándose el pecho, dice: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Luego prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
R/. Amén.
R/. Amén.
Liturgia De La Palabra
Monición
Jeremías cuenta su llamada como un diálogo familiar, cercano, en el que
siente que Dios extiende su mano y le toca la boca. Jeremías no quiere ser
profeta, pero reconoce que, desde siempre, ha estado unido a Dios. Él lo
formó, lo tejió en el seno de su madre, lo consagró, lo hizo profeta, portavoz
suyo ante el mundo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 1, 4 – 9
SALMO RESPONSORIAL
El salmista: El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia por amor de su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infunden aliento.
Aleluya, Aleluya
No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo;
a vosotros os he llamado amigos
Aleluya.
EVANGELIO
El Señor este con ustedes
C: Acoge Padre las oraciones que te presentamos con fe, porque Tú eres el
Dios de nuestra esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Liturgia Eucarística
Pan
Bendito seas, Señor, Dios del universo por este pan, fruto de la tierra y del
trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos,
él será para nosotros pan de vida.
Vino
Bendito seas, Señor, Dios del universo por este vino, fruto de la vid y del
trabajo
del hombre que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos, él será
para nosotros bebida de salvación.
Invitación a orar
C: Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a
Dios, Padre todopoderoso.
R/. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Tú has querido, Señor, que tus sacerdotes sean ministros del altar y del
pueblo; te rogamos que, por la eficacia de este sacrificio, el ministerio de tus
siervos te sea siempre grato y dé frutos permanentes en tu Iglesia.
PREFACIO DE EUCARISTÍA I
C. Levantemos el corazón.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que
por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das
vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu
honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo
requiere su naturaleza.
Porque Él mismo,
Después prosigue:
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu
muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
INTERCESIONES PARTICULARES
Por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
R/. Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
R/. Amén.
Y todos según la costumbre del lugar, se intercambian un signo de paz, de comunión y de caridad.
El sacerdote da la paz al diácono o al ministro.
Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y pone una partícula dentro del
cáliz, diciendo en secreto:
nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad
paz.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre
la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde: R/. Amén
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
C. OREMOS
Breve pausa de silencio
R/. AMÉN
RITO DE CONCLUSIÓN
El diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote, puede invitar a los fieles con estas u otras
palabras similares:
C. Él aumente en ustedes la fe
y les dé la perseverancia en el bien obrar.
R/. Amén.
R/. Amén.
Una vez dada la bendición por el sacerdote, el diácono se encarga de despedir al pueblo, diciendo
con las manos juntas y vuelto hacia el pueblo:
Canto Final.