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ORDEN DE FRAILES MENORES

Provincia de San Francisco de Quito


Nacimiento: 10 – noviembre – 1984 en Guayaquil.

Padres: Manuel Aurelio y Rosa Erlinda

Tomas de hábito: 15 – agosto - 2010

Profesión temporal: 11 agosto - 2011

Profesión Solemne: 11 – octubre - 2017

Ordenación Diaconal: 03 - agosto - 2019

Ordenación Sacerdotal: 30 – enero - 2021


PREPARACIÓN PARA LA MISA
Oración de san Ambrosio

Amable Señor Jesucristo, yo pecador,


sin presumir nada por mis propios méritos,
lleno de confianza en tu misericordia y tu bondad,
me acerco con temor y temblor al altar de tu Banquete.

Puesto que tengo el corazón y el cuerpo manchados por innumerables crímenes


y mi inteligencia y mi boca mal vigilados,
por eso, pobre pecador, oprimido por las angustias,
acudo a Ti, oh Divinidad Santísima,
oh Tremenda Majestad, fuente de misericordia,
y me apresuro a buscar la salud de mi alma
bajo tu protección;
y ya que no puedo mirarte como Juez,
suspiro por tenerte como Salvador.

Te presento, Señor, mis llagas y te descubro mi vergüenza.


Pues sé que grandes y muchos son mis pecados,
por eso temo y sin embargo espero en tu misericordia,
que es infinita.

Mírame con ojos de misericordia, Señor Jesucristo, Rey eterno,


Dios y hombre, Crucificado por nosotros. Escúchame, que espero en Ti;
ten compasión de mí,
que estoy lleno de miserias y pecados,
Tú, fuente de misericordia que emanas sin cesar. Salve Víctima de salvación,
ofrecida en la Cruz, por mí y por todos los hombres.
Salve, Sangre noble y preciosa, que brotando de las llagas
de mi Señor Jesucristo Crucificado,
lavas los pecados del mundo.

Recuerda, Señor, a tu creatura redimida con tu sangre. Me arrepiento de haber


pecado
y deseo enmendar mi vida.
Borra, Padre clementísimo,
todas mis iniquidades y pecados,
para que purificados en la mente y en el cuerpo, merezca dignamente celebrar
este santo sacramento.

Y concédeme que la comunión del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, que


indignamente me atrevo a recibir,
sea remisión de mis pecados, purificación perfecta de mis delitos, destierro de
mis malos sentimientos y regeneración de mis sentidos,
eficacia saludable de obras que te agraden
y defensa firmísima contra las acechanzas,
de los enemigos de mi alma y de mi cuerpo. Amén.

Monición de Entrada

Paz y bien hermanos, con alegría nos reunimos hoy para celebrar con
júbilo, en torno al Señor, esta Primera Eucaristía presidida por nuestro
hermano David Santiago Auqui Auqui. Compartimos con él la alegría de la
vocación al servicio de toda la comunidad. En esta celebración, también
pidamos al Señor que siga bendiciendo a la Iglesia y a la Orden franciscana
en el Ecuador con jóvenes que quieran seguir los pasos de Jesús en bien de la
humanidad. Unidos en alegría, damos inicio a esta celebración cantando.
RITOS INICIALES
Cuando llega al altar, el sacerdote con los ministros hacen la debida reverencia, él besa el altar y,
lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el
sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan, mientras el sacerdote dice:

C: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu


Santo.

R/. Amén.

C: La Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la comunión


del
Espíritu Santo estén con todos ustedes.

R/. Y con tu Espíritu.

ACTO PENITENCIAL
C: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos hacen en común la fórmula de la
confesión general:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Y, golpeándose el pecho, dice: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

C: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone


nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R/. Amén.

El coro y el pueblo cantan:


ORACIÓN COLECTA
C. Oremos
(Breve pausa de silencio)

oh Dios que constituiste a tu Hijo unigénito Sumo y Eterno Sacerdote; te


rogamos que cuantos fueron elegidos por Cristo como ministros de tus
misterios, se mantengan siempre fieles en el cumplimiento de su servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Liturgia De La Palabra
Monición
Jeremías cuenta su llamada como un diálogo familiar, cercano, en el que
siente que Dios extiende su mano y le toca la boca. Jeremías no quiere ser
profeta, pero reconoce que, desde siempre, ha estado unido a Dios. Él lo
formó, lo tejió en el seno de su madre, lo consagró, lo hizo profeta, portavoz
suyo ante el mundo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 1, 4 – 9

Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: Antes que yo te formara en el


seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta
a las naciones. Entonces dije: ¡Ah, Señor DIOS! He aquí, no sé hablar,
porque soy joven. Pero el SEÑOR me dijo: No digas: "Soy joven", porque
adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás. No tengas
temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte declara el SEÑOR.
Entonces extendió el SEÑOR su mano y tocó mi boca. Y el SEÑOR me dijo:
He aquí, he puesto mis palabras en tu boca.

Palabra de Dios. R/. Te alabamos Señor.

SALMO RESPONSORIAL
El salmista: El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Asamblea: El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me faltará.


En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
R/. El Señor es mi pastor, nada me
faltará.

El restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia por amor de su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infunden aliento.

R/. El Señor es mi pastor, nada me


faltará.
Tú preparas una mesa delante de mí
En presencia de mis enemigos;
Has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.

R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Ciertamente el bien y la misericordia,


Me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa del Señor moraré por largos días.

R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya, Aleluya
No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo;
a vosotros os he llamado amigos
Aleluya.
EVANGELIO
El Señor este con ustedes

R/. Y con tu espíritu.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 9-17

R/. Gloria a Ti, Señor.


"Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en
mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo
he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he
dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he
amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya
siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado
amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No
me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de
modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os
mando es que os améis los unos a los otros.»"

Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor


Jesús.
Homilía.
Oración de los Fieles
C: Con confianza presentemos a Dios Padre nuestras oraciones, Él nos
concede lo que con fe le pedimos. Digamos: Padre bueno, escucha nuestra
oración

R/. Padre bueno, escucha nuestra oración

1. Padre, te pedimos por el papa Francisco, los obispos, sacerdotes y


todos los agentes de pastoral, para que llenos de tu gracia den
testimonio y anuncien al mundo el Evangelio de la Vida. Roguemos
al Señor.
R/. Padre bueno, escucha nuestra oración

2. Padre, te pedimos por toda la comunidad franciscana: para que


siguiendo el ejemplo de san Francisco de Asís, se entreguen al bien de
la Iglesia y de los fieles. Roguemos al Señor.
R/. Padre bueno, escucha nuestra oración

3. Padre, te pedimos por el sacerdocio de fray David Santiago Auqui


Auqui, para que ejerza fielmente su ministerio y guiado por la gracia del
Espíritu Santo que inspiró a San Francisco de Asís pueda ser aquel
discípulo apasionado por Jesús. Roguemos al Señor.
R/. Padre bueno, escucha nuestra oración

4. Padre, te pedimos por nosotros, para que la Eucaristía que celebramos


nos permita asumir el proyecto del Padre que en Cristo nos devuelve
la vida y la dignidad. Roguemos al Señor.
R/. Padre bueno, escucha nuestra oración

C: Acoge Padre las oraciones que te presentamos con fe, porque Tú eres el
Dios de nuestra esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Liturgia Eucarística

Presentación de las Ofendas

Pan
Bendito seas, Señor, Dios del universo por este pan, fruto de la tierra y del
trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos,
él será para nosotros pan de vida.

Infusión del agua


El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de
quien ha querido compartir nuestra condición humana.

Vino
Bendito seas, Señor, Dios del universo por este vino, fruto de la vid y del
trabajo
del hombre que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos, él será
para nosotros bebida de salvación.

Invitación a orar

C: Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a
Dios, Padre todopoderoso.

R/. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Tú has querido, Señor, que tus sacerdotes sean ministros del altar y del
pueblo; te rogamos que, por la eficacia de este sacrificio, el ministerio de tus
siervos te sea siempre grato y dé frutos permanentes en tu Iglesia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.


R/. Amén

PREFACIO DE EUCARISTÍA I

C. El Señor esté con ustedes.

R/. Y con tu Espíritu.

C. Levantemos el corazón.

R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

C. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R/. Es justo y necesario.

en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias


siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por
Jesucristo, nuestro Señor.

Quien, como verdadero y eterno Sacerdote,


al instituir el sacrificio de la eterna alianza,
se ofreció a Si como primera víctima de salvación,
y nos mandó perpetuar esta ofrenda
en conmemoración suya.
Su Carne, inmolada por nosotros,
es alimento que nos fortalece; su Sangre derramada por
nosotros, es bebida que nos purifica.

Por eso, con los Ángeles y los Arcángeles,


con los Tronos y las Dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote con las manos extendidas, dice:

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya que
por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das
vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu
honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas,


dice:

Por eso, Padre, te suplicamos


que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente,
diciendo:

de manera que se conviertan


en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.

que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo
requiere su naturaleza.

Porque Él mismo,

la noche en que iba a ser entregado,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar,


prosigue:

Tomó pan, y dando gracias te bendijo,


lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora
haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

Tomó el cáliz, dando gracias te bendijo,


y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo

genuflexión. Luego dice la siguiente fórmula:

Éste es el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu
muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Así, pues, Padre,


al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,


y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu
Hijo y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1 Que Él nos transforme en ofrenda permanente,

para que gocemos de tu heredad


junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires,
(San N.: Santo del día o patrono)
y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2 Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa Francisco, a nuestro Obispo
Alfredo, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

INTERCESIONES PARTICULARES

Atiende los deseos y suplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a Ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.

Por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

Por Cristo, con Él y en Él,


a Ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:

R/. Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu


Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Con las manos extendidas, el sacerdote solo prosigue diciendo:

Líbranos de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.


El pueblo concluye la oración, aclamando:
R/. Tuyo es el reino,

Tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:


“La paz les dejo, mi paz les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:

R/. Amén.

El sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.


El pueblo responde:

R/. Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote añaden:

Dense fraternalmente la paz.

Y todos según la costumbre del lugar, se intercambian un signo de paz, de comunión y de caridad.
El sacerdote da la paz al diácono o al ministro.

Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y pone una partícula dentro del
cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean


para nosotros alimento de vida eterna.
Mientras tanto, se canta o se dice:

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de

nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad

de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la

paz.

A continuación el sacerdote con las manos juntas, dice en


secreto:

Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un


motivo de juicio y condenación sino que, por tu piedad, me aproveche para
defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre
la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del


mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y juntamente con el pueblo añade:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará
para sanarme.

El sacerdote vuelto hacia el altar, dice en


secreto:

El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida


eterna.

Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.


Después toma el cáliz y dice en secreto:

La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.

Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.


Después toma la patena o la píxide y se acerca a los que van a comulgar. Muestra el pan
consagrado a cada uno, sosteniéndolo un poco elevado, y dice:

El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde: R/. Amén
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
C. OREMOS
Breve pausa de silencio

Te pedimos, Señor, que el sacrificio que te hemos ofrecido y la víctima santa


que hemos comulgado llenen de vida a tus sacerdotes y a tus fieles, para que,
unidos a ti por un amor constante, puedan servirte dignamente.

Por Jesucristo nuestro señor.

R/. AMÉN
RITO DE CONCLUSIÓN

El diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote, puede invitar a los fieles con estas u otras
palabras similares:

C/D/. Inclínense para recibir la bendición.


Luego, el sacerdote, extendidas las manos sobre el pueblo, dice la bendición.

C. El Señor todo poderoso los bendiga con su


misericordia he infunda en sus corazones la sabiduría
eterna.
R/. Amén.

C. Él aumente en ustedes la fe
y les dé la perseverancia en el bien obrar.
R/. Amén.

C. Él dirija hacia sí los pasos de ustedes


y les muestre el camino de la paz y del amor.

R/. Amén.

C. Y la bendición de Dios todopoderoso,


Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
R/. Amén.

Una vez dada la bendición por el sacerdote, el diácono se encarga de despedir al pueblo, diciendo
con las manos juntas y vuelto hacia el pueblo:

C. Glorifiquen al Señor con su vida pueden ir en paz.


R/. Demos gracias a Dios

Canto Final.

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