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Se tiene como registro que el primer europeo en visitar el Río de la Plata fue Juán Díaz de

Solís, denominando dicho Estuario como “Mar dulce” en 1516. Sebastián Gaboto se embarca
en 1527 río arriba del estuario porque le llegó el rumor de la existencia de que dicho río llevaba
hacia una zona muy rica en metales. Con el fin de establecerse funda el fuerte “Sancti
Spíritus”, ubicado a las orillas del río Paraná, siendo incendiado por indígenas dos años más
tarde (Vazeilles, p. 118)
Como antecedente de América ya se habían encontrado las civilizaciones aztecas y mayas, y a
lo que compete a América del Sur, Pizarro ya había conquistado el Perú. Y tras enterarse los
europeos de esta hazaña como también del gran rescate en oro y plata que le pagaron por
Atahualpa, era de esperarse que la Corona española tome como verídicos los mitos y leyendas
de una zona rica en materiales, enfocándose en la búsqueda de las mismas. (Vazeilles, p. 118).
El primer adelantado que se envía desde castilla fue Don Pedro de Mendoza1. El verdadero
motivo de este viaje fue por causa de su sífilis que contrajo en Italia y en Europa no existía un
fármaco al respecto. Se menciona además que existía en América a causa de un libro llamado
Syphilo, que existía en América el árbol llamado guayacán que lo curaría de su enfermedad
(Reyes y Vázquez, 1979, pp. 272-273).
Entre las pretensiones escritas de la Corona en la capitulación 2 a
Pedro de Mendoza se encuentran por ejemplo:
Se autorizaba al Adelantado a conquistar poblar las islas que estuvieran
en su pasaje, “dentro de los límites de nuestra demarcación”, o sea de la
línea de Tordesillas. En caso de la muerte de Mendoza, la capitulación
permitía a su heredero o persona por él nombrada llevar a término la
empresa y “gozar de las mercedes que por Nos vos son concebidas en
esta capitulación (Reyes y Vázquez, 1979, p. 273).

Otro dato curioso que exige como condición la capitulación es que


si se produce el arresto de algún cacique o rey en América, en el
caso de que se pagara un rescate, ese monto iría todo para la
Corona. También se le exigía que debía llevar personas vinculadas
a la religión Católica con el fin de instruir a los indios que se
encontrara en su conquista (Reyes y Vázquez, 1979, p. 274).
Respecto al viaje, zarpan el 24 de agosto de 1535 desde Europa.
Como se había llegado una versión de que en el Río de la Plata era
una zona peligrosa, Pedro de Mendoza le pide autorización a la Corona para en enrolar a
personas de otros países, entre ellos alemanes y neerlandeses. Ulrico Schmidl fue uno de ellos.
Se afirma que dicho viaje tuvo un total aproximado de 1500 personas, entre ellas podemos
nombrar a Diego de Mendoza, el capitán Juán de Salazar, el alguacil mayor Juan de Ayolas
y el soldado raso Domingo Martínez de Irala (se nombran estas tres personas porque tendrán
importancia más adelante). También en la embarcación hubo mujeres.
Se cuenta en una crónica que fue Diego de Mendoza quien encuentra una zona la cual
denomina Boca del Riachuelo y la consideró propicia para la instalarse. Es por ello, que bajo la
orden de su hermano, Pedro de Mendoza funda el 2 de febrero de 1536 “Nuestra Señora de
Santa María del Buen Aire”. La instalación y pertenencia en esa zona no fue del todo buena.

1
“Noble y riquísimo cortesano que poco o nada había navegado hasta entonces (…). Era un veterano de las
guerras imperiales (…). Permanecía a la ilustre familia de los Mendoza, duques del infantado y marqués de
Santillana (…). Vestía, por derecho de sangre y méritos de guerra, el hábito de Santiago, era rico por herencia y
por haber acrecentado su fortuna en las guerras de Italia” (Rep 90, p. 272).
2
“Documento legal que delegaba en un individuo la acción de dominar un territorio que luego sería propiedad de
la Corona” (Fradkin y Garavaglia, 2009, p. 15).
Durante los primeros cuatro meses, la hueste mendocina fue absorbida por los trabajos de
construcción, la búsqueda de alimentos y la defensa del poblado ante los ataques indígenas y las
incursiones de las fieras. En el mismo mes de febrero, los indios dejaron de proveer de carne y
pescado al campamento y tuvo lugar la primera escaramuza con los españoles, con muertos y
heridos (Reyes y Vázquez, 1979, p. 276).

Cabe destacar que aunque fueron por un momento bien atendido por los indígenas de la zona
(los querandíes), al tener una dieta recolectora-cazadora era evidente que no iba a perdurar el
abastecimiento hacia los españoles. Vazeilles cita a Ulrico Schmidl diciendo:
Estos querandíes (…) nos han traído diariamente el real durante catorce días su escasez en pescado
y en carne sólo fallaron un día en que no nos trajeron qué comer. Entonces nuestro general don
Pedro Mendoza envió enseguida un Alcalde (…). Cuando él llegó donde aquellos estaban, se
condujo de un modo tal con los indios que ellos, el alcalde y los dos peones, fueron bien apaleados
(p. 119).

Al suceder esto, Pedro Mendoza envía a su hermano Diego Mendoza y es muerto en la batalla
contra más de mil querandíes. Se conoce este hecho histórico como el combate de Luján. La
situación de Buenos Aires para los europeos fue de mal en peor. Se abastecían de cualquier
animal que encontraban y hasta se cuenta el asesinato de un caballo para poder comerlo.
Considerando este animal vital para la batalla y la exploración, los que cometieron el asesinato
fueron castigados por Pedro Mendoza con la muerte, menciona Ulrico Schmidl que “en la
misma noche por parte de los españoles que ellos han cortado los muslos de pedazos de carne
del cuerpo y lo han llevado a su alojamiento y comido” (Vazeilles, p. 122).
A pedido de Mendoza, Juan de Ayolas debe viajar por el Paraná por dos motivos principales:
el primero consiste en traer comida para abastecer a los pobladores de Buenos Aires y el
segundo para seguir camino hacia la “Sierra de la Plata”. Mediante esta orden, Ayolas se hace
compañero de los Chanaes-timbúes lo que le suministran comida y regresa hacia Buenos Aires
con una enorme cantidad de víveres, sin antes fundar en el camino un pequeño fuerte que
denominó Corpus Christi. En Buenos Aires además de asolarlos el hambre había un gran
hostigamiento por los indígenas de tal manera que en un momento fueron sitiados. Culmina
todo “cuando el hambre azotó también a los sitiadores, obligándolos a retirarse” (Reyes y
Vázquez, 1979, p. 276). Fue tanta la penuria en ese tiempo en Buenos Aires que Pedro de
Mendoza decide trasladarse río arriba del Paraná fundando en 1536 “Buena esperanza”,
siendo un fuerte ubicado antes de Corpus Christi y a las orillas del río ya mencionado. Como la
salud del primer adelantado empeoraba3 se le ordenó a Juán Salazar de Espinosa que siga el
mismo camino de Ayolas4 con el fin de controlar y saber de él. Mendoza además le dijo que
tenía el mando de la expedición y se conocía la muerte de Ayolas.

Ayolas, por su parte, remontó al Paraná y Luego al Paraguay, llegando en febrero a un puesto que
llamó de la Candelaria (…). Dejó una pequeña guarnición mandada por Domingo Martínez de
Irala y salió de la Candelaria, internándose en el Chaco con 130 hombres a su mando (febrero de
1937) (Reyes y Vázquez, 1979, p. 278).

Mientras Ayolas fue en búsqueda de oro y plata guiados por un indígena, Salazar5 siguió por el
río Paraguay y se topó en la Candelaria, encontrándose allí con Irala y sus hombres. Intentaron
seguir los pasos de Ayolas para encontrarlo pero al no tener éxito, Irala se queda en la
3
En abril de 1537 “el fundador de Buenos Aires embarca rumbo a su patria, que no llegaría a ver pues el 23 de
junio murió en pleno Atlántico” (Rep 90, pp. 277-278).
4
Antes del regreso a Buenos Aires de Pedro Mendoza a causa de su salud, pone a la cabeza de la exploración
rumbo hacia el norte del Paraná a Juan de Ayolas y Domingo Martínez de Irala (Vazeilles, 123).
5
“Entretanto, Juan de Salazar remontaba el río en busca de Ayolas para comunicarle la decisión de don Pedro de
Mendoza. En el camino hizo amistad con los indios guaraníes y acordó con ellos la fundación de una ciudad. El
mismo día en que murió Mendoza, Salazar se encontró con Irala” (Vazeilles, p. 123).
Candelaria mientras que Salazar desciende hacia la desembocadura del Río Pilcomayo
fundando en 15 de agosto de 1537 Asunción. Luego Irala asume como gobernador de la “casa-
fuerte”.
Cuando Ayolas vuelve a la Candelaria, la encuentra desértica. Junto a sus acompañantes se
encuentran cansados y aislados lo que genera el asesinato por indígenas que asechaban la zona
en 1538.
Tras la fundación de Asunción, se le pide que se desaloje Buenos Aires para ir hacia la zona
recién fundada. Este hecho sucede en 1541. La despoblación demoró un tiempo prolongado ya
que Irala se había enterado de la presencia de naves españolas en Santa Catalina, siendo este
Alvar Núñez Cabeza de Vaca6.

Concentrados así todos los pobladores, Irala, el 16 de setiembre de 1541, procedió a erigir una
ciudad, la “casa-fuerte” de “Nuestra señora de la Asunción”. Distribuyó solares para la
construcción de viviendas y las rodeó de una estacada como medida de defensa; dictó un bando de
policía; estableció el padrón de los habitantes; y, finalmente. Organizó la elección de un Cabildo
con cinco miembros (Reyes y Vázquez, 1979, p. 278).

En 1540 se envía el segundo adelantado, Alvar Núñez Cabeza


de Vaca. Su capitulación era similar a la dada hacia Mendoza y
además debía resignar su mando si hallaba vivo Juan de Ayolas.
Llega a Santa Catalina donde se entera de la muerte del mismo,
como también de la fundación de Asunción y el estado de Buenos
Aires, por nueve españoles huidos de esa zona. Núñez de Cabeza
de Vaca penetra el continente (no va por la costa y luego asciende
por el río Paraná) con el fin de llegar hacia a Asunción. Siendo
este el recorrido ya implementado por Alejo García (Línea
punteada).

Caminaron a través de montañas cubiertas de bosque espesísimo, que debió ser talado para abrir
paso a gentes y caballos; navegaron el Iguazú en canoas, las célebres cataratas – que descubrió y
cuya primera descripción se le debe a la pluma de Alvar Núñez – y el 11 de marzo de 1542,
después de andar 2.000 kilómetros, la hueste entraba a Asunción (Reyes y Vázquez, 1979, p. 279).

Aunque cuando llegó a la ciudad no tuvo el suficiente apoyo de los españoles que estaban allí,
apoyando de mayor manera a Irala siendo por tres motivos fundamentalmente. El primero es
que Irala tuvo grandes ideas para Asunción lo que provocaba una visión esperanzadora de su
gestión, el segundo motivo es que Irala se mostraba de forma “igualitaria” ante los indígenas,
no compartida esta visión por Núñez Cabeza de Vaca que su trato era autoritario y colonizante.
Por último Núñez Cabeza de Vaca se oponía fuertemente a la poligamia practicada por los
españoles (tema que se abordará más adelante), una costumbre que ya había generado raíces
familiares. Es por ello que Asunción se dividió en dos: “los ‘leales de Alvar Núñez y los
‘comuneros’ de Irala” (Vazeilles, p. 132). En la zona paraguaya existía un grupo de indígenas
comandados por Aracaré, el cual fue utilizado como guía para que los españoles lleguen hacia
la “Sierra de la Plata”. Este líder de manera inesperada deja de servir a los españoles en el
medio del camino y se retiró, generando la vuelta de los europeos a Asunción, creando una
desilusión de los españoles colonos sobre la expedición de Núñez Cabeza de Vaca. El
adelantado que estaba en el mandato de Asunción ordena el fusilamiento de Aracaré (Fradkin

6
“fue un notable explorador español, que participó en la famosa y desgraciada expedición del Narváez a la
Florida, de cuyos seiscientos iniciadores sobrevivieron sólo cinco (…). Recorrió todo el sur del territorio de los
actuales Estados Unidos y parte del norte de México, por primera vez para un europeo y protagonizando toda clase
de aventura y hazañas” (Vazeilles, p. 129).
y Garavaglia, 2009, pp. 17-18). Todo esto fue alimentando un malestar en la zona
aprisionándolo primero y luego siendo deportado a Europa. Este no es un dato menor

En Asunción ocurrió entonces la que es considerada como la primera rebelión criolla en América;
el antecedente en esa ciudad fue importante, porque sus vecinos se acostumbraron desde entonces
a la práctica del autogobierno y tendieron a desconocer una y otra vez las decisiones de las
autoridades metropolitanas (Vazeilles, p. 137).

Es con Irala que en 1548 se propone de manera oficial la marcha que los llevaría hacia la Sierra
de Plata. “Esta vez llegaron: era el Potosí, pero la sorpresa fue mayúscula al encontrar indios
que hablaban español: la tan buscada sierra argentífera ya había sido alcanzada por otra hueste
venida del Perú” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 280).
Sucedió tras la presencia de españoles en América la mestización, algo que marcó no
solamente cultural sino que biológicamente. El hombre español fue poseedor de la mujer
indígena ya sea por la donación o por “derecho” debido a su posesión de esclavitud.

En el Paraguay, como consecuencia de la poligamia, el mestizaje tuvo singular extensión, y,


justamente, serán los mestizos hijos de estas uniones, los llamados mancebos de la tierra, el sillar
poblacional de las futuras fundaciones (Reyes y Vázquez, 1979, p. 280).

Respecto de la monogamia, Ulrico Schmidl afirma que

Trajeron y regalaron a nuestro capitán Juan de Ayolas seis mujeres (…). A más nos pidieron que
permaneciéramos con ellos y dieron a cada gente de guerra u hombre dos mujeres (…) para que
cuidaran de nosotros, cocinaran, lavaran y atendieran en otras cosas más de las que uno en aquel
tiempo ha necesitado (Vazeilles, p. 126).

Como no sirvió la capitulación de Núñez Cabeza de Vaca, se le dio otra a un tercero, Juan de
Sanabria en 1547. Se cambia la visión de la capitulación, ya no se trata sobre la conquista y
colonización sino que se trata sobre el poblamiento de la zona. Además tuvo como argumento
la necesidad de ayudar a los pobladores paraguayos y también para evitar la venida de los
lusitanos en zonas que no estaban del todo claro a qué Corona pertenecía, ya que existía desde
Lisboa la idea “política de ‘empujar el meridiano’ con el fin de instalarse cada vez más adentro
de las zonas de demarcación castellana” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 281). La suerte de Juan de
Sanabria no fue la mejor ya que mientras preparaba el viaje muere. Se debía entonces elegir
quien era el sucesor que podía utilizar la capitulación quedándose con ella su hijo Diego de
Sanabria en 1549. Parte junto a su madre y tres naves, entre la comandada por Francisco
Becerra. Además acompañada la tripulación de muchas mujeres. El clima tampoco ayudó en el
viaje de tal manera que tuvieron que hacer varias escalas en zonas cercanas a Europa.

Terminada esta aventura, tomaron mejor el


rumbo y arribaron a la isla de Buen Año frente a
Santo Tomé, el 8 de setiembre. Allí pudieron
abastecerse y reparar la nave, lo que les obligó a
una permanencia de cincuenta días. De nuevo
en marca, les costó tres meses dar vista a Santa
Catalina, donde hallaron fondeado el navío del
capitán Becerra, llego el 25 de noviembre
(Reyes y Vázquez, 1979, p. 281).

Como la capitulación hacia Diego Sanabria no fue fructífera la Corona llamó como
“gobernador real” de la Provincia del Plata a Irala en 1552. Como curiosidad, en el gobierno de
Irala “fueron introducidas las primeras cabras y ovejas al Plata, traídas desde el Perú (…),
también llego el primer plantel de un turo y siete vacas de Santa Catalina” (Reyes y Vázquez,
1979, p. 283). Irala muere cuatro años más tarde.
Se busca otra capitulación en 1557. En este caso se trata de Jaime Resquín. Debido a su
inexperiencia y carencias de navegante nunca pudieron llegar a la zona del Río de la Plata,
terminando su travesía en Santo Domingo. Era tanta la fe que se tenía hacia este adelantado que
al volver a Europa y teniendo grandes deudas a causa de una gran inversión que tuvo su viaje,
“lo esperaban pelitos y procesos que culminaron, en 1571, con una condena por deudas que dio
con sus huesos en la cárcel que murió años después” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 283).
Según el testamento de Irala, el que sería el nuevo gobernador de Asunción iba a ser su yerno
Gonzalo de Mendoza aunque nunca pudo gobernar debido a que no puedo reunir el “común”.
López García de Castro (Presidente de la Audiencia de Lima) tenía siempre la idea de buscar
una ruta comunicacional entre Lima y España por medio del Río de la Plata. Es por ello que
designó como Gobernador del Río de la Plata a Juan Ortíz de Zárate, que era un antiguo
compañero de Pizarro que lo ayudó para la fundación del Perú. Recomendado por García de
Castro en la corte, ahora Ortíz de Zárate ya era considerado como un adelantado en 1569,
siendo el quinto. Ortíz de Zárate viaja a España y junto a tripulación de 600 personas
aproximadamente tocan suelo “uruguayo” en 1573, en la isla San Gabriel (cerca de las costas
de la actual Colonia). Se ponen en contacto con guaraníes los cuales los abastecen de
alimentos. Pero a fines de este año (ya situados en suelo “uruguayo”) son atacados por
charrúas, asesinando a casi cincuenta europeos, lo que generó el regreso de la tropa de Ortíz de
Zárate hacia la isla San Gabriel. Se define el gobierno de Ortíz de Zárate como “muy breve y
sin hechos de trascendencia para la historia de las tierras bajo su jurisdicción” (Reyes y
Vázquez, 1979, p. 285). Es heredado el adelantazgo hacia la hija de Ortíz de Zárate pero ella no
puede ejercerlo (no es porque sea mujer) y por lo tanto termina este título a Juán de Garay7.
En su mandato se hace la fundación de Santa Fe en 1573.

Garay asumió el mando en la Asunción el 15 de agosto de 1578, contando, desde el principio, con
una general aceptación, y, de inmediato, se abocó a ordenar el gobierno y la administración tanto
en la ciudad como en las provincias (Reyes y Vázquez, 1979, p. 286).

Descendiendo por el río Paraná, Garay funda luego re-funda Buenos Aires en 1580. Algunos
de los motivos del suceso fueron: la de “establecer firmemente un punto de apoyo en la entrada
del Plata, para superar la mediterraneidad que asfixiaba el país, para, como diría Garay ‘abrirle
puertas a la tierra’” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 286). Luego, en todo este tiempo fue tan grande
la cantidad de mestizos mancebos (3000 en Asunción) que se le tenía que buscar nuevos
horizontes para que gobernasen otros puntos de América y también servía como punto de
apoyo de auxilio ante alguna nave española que estuviera en socorro. Se enrolaba la gente en
Asunción y con el fin de atraer pobladores hacia la ciudad fundada se enumeraba los beneficios
que se obtendrían, tales como “solares para la vivienda, tierras de cultivo, indios en
encomienda y autorización para apropiarse de ganado caballar, abundante en la pampa” (Reyes
y Vázquez, 1979, p. 286). Se declara fundada Bueno Aires exactamente el 11 de junio de 1580.

7
“La elección no pudo ser más acertada: Garay había llegado al Perú, con quince años (…) era un hombre realista
(…) que conocía la tierra americana, y en el que se daban hermanadas las cualidades de militares imprescindibles
para su conquista y los dotes de gobernante que exigía la labor colonizadora” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 286).
BIBLIOGRAFÍA
*Vazeilles. Rep 111.
Fradkin, R. y Garavaglia, J. (2009). La Argentina colonial. El río de la Plata entre los siglos
XVI y XIX. Argentina. Siglo XXI. Rep 80.
Reyes, W. y Vázquez, A. (1979). Crónica general del Uruguay. Vol. 1. Montevideo. Banda
Oriental. Rep 90

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