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Norbert Lösing (Alemania) *

La justicia constitucional en Paraguay**


y Uruguay

Los sistemas de jurisdicción constitucional o el Derecho Procesal Constitucio-


nal han sido objeto de profundos estudios en los últimos años en América Latina.1
Estos estudios han acompañado un desarrollo importante de dicha jurisdicción y ofre-
cen una visión del desempeño y la evolución de los distintos sistemas de control de la
Constitución. Tribunales Constitucionales dentro y fuera del Poder Judicial, Salas
Constitucionales, Cortes Supremas, Consejos de Estado han aparecido y desapareci-
do en las Constituciones latinoamericanas. Hasta la fecha parece imposible afirmar
cuál de los sistemas es el más exitoso. Lo que sí puede afirmarse es que la protección
efectiva de los derechos fundamentales no depende únicamente del diseño del siste-
ma de jurisdicción constitucional, aunque éste puede tener una influencia importante,
como parecen sugerir las reacciones de la justicia constitucional en tiempos de crisis.
El presente ensayo analiza brevemente los sistemas —hasta ahora poco conocidos en
Europa— en los dos “países pequeños” del Mercosur.

I. La justicia constitucional en Paraguay


De acuerdo con Gustavo Becker,2 durante mucho tiempo fue imposible hablar
de Paraguay como un Estado de Derecho o una democracia. Empero, esta situación

* Doctor en derecho por la Universidad de Bonn, abogado en el estudio Sieper & Lösing en
Lüneburg, Alemania.
** Traducción de Marcela Anzola Gil (Bogotá).
1
Ver, por ejemplo, A. R. Brewer-Carías, Ètudes de droit comparé, Bruselas, 2001; D. García
Belaunde, Derecho Procesal Constitucional, Bogotá, 2001; F. Eguiguren Praeli, Los tribunales cons-
titucionales en Latinoamérica: una visión comparativa, Buenos Aires, 2000; J. Colombo Campbell,
Justicia constitucional: el conflicto constitucional y sus formas de solución, Talca, 2000; E. Rey
Cantor, Derecho procesal constitucional, derecho constitucional procesal, derechos humanos proce-
sales, Bogotá, 2001; H. Fix Zamudio, Introducción al derecho procesal constitucional, México, 2002,
N. Lösing, La jurisdiccionalidad constitucional en Latinoamérica, Madrid, 2002.
2
G. Becker: “Breves reflexiones sobre el acuerdo y sentencia N° 208 de la Sala Constitucional
Paraguaya”, en Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 1996, Medellín, 1996, pp. 565 s.
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comenzó a cambiar lentamente desde 1989, luego del golpe militar en contra del
dictador Stroessner. A partir de ese momento se inició un proceso de democratización
que condujo a la promulgación de la Constitución de 1992 y permitió instaurar en
1993, luego de las primeras elecciones democráticas desde la independencia, en 1811,
el primer gobierno civil en más de cincuenta años.3 La justicia también fue sometida
a un proceso de cambio que, sin embargo, se retardó debido a que muchos cargos
judiciales se habían renovado hasta 1996. Hasta diciembre de 1995 se encontraban
ocupados un 60% de los cargos judiciales, y aproximadamente el 90% de esos nom-
bramientos se habían llevado a cabo recientemente. Por tanto, la Sala Constitucional
prevista en la Constitución de 1991 sólo pudo iniciar sus actividades en 1995.

1. Desarrollo histórico de la jurisdicción constitucional en Paraguay


Paraguay tiene una larga tradición de regímenes autoritarios. José Gaspar Rodrí-
guez de Francia fue designado en 1816 jefe de Estado vitalicio y permaneció en el
cargo hasta su muerte en 1840. Luego de un corto periodo de agitaciones y conflictos
en el país, en 1844 fue elegido en el cargo Carlos Antonio López, y designado presi-
dente vitalicio en 1857. Al estilo de una monarquía, eligió a su hijo, Francisco Solano
López, para que en 1862 le sucediera en la presidencia. Durante su mandato tuvo
lugar la guerra de la Triple Alianza, contra Brasil, Argentina y Uruguay, que se libró
entre 1865 y 1870 y tuvo consecuencias catastróficas para el Paraguay. De una pobla-
ción de 450.000 habitantes, cerca de 230.000 perdieron la vida, casi la totalidad de la
población masculina. Desde 1874 hasta 1904, el general Bernardino Caballero (Par-
tido Colorado) controló el tejemaneje del país. Los liberales, apoyados por Argentina,
gobernaron desde 1904 hasta 1936. Tras los siguientes 18 años, en que se sucedieron
diferentes militares en el poder, el general Alfredo Stroessner, con el apoyo de los
agrupamientos individuales del Partido Colorado, tomó el poder en 1954 y permane-
ció en él hasta que fue derrocado por el golpe de 1989.
Con estos presupuestos, es claro que no se pudo desarrollar una justicia indepen-
diente en el Paraguay. Al menos en el plano constitucional, los comienzos de una
jurisdicción fueron muy tardíos: datan de agosto de 1967. En ese momento, gracias a
las disposiciones del artículo 200 de la Constitución entonces vigente,4 la jurisdicción

3
Sobre el desarrollo constitucional del Paraguay véase A. Schoeller-Schletter, “Die Verfassung
Paraguays von 1992 und ihre Vorläufer”, en VRÜ 30, 1997, pp. 225 ss.
4
Artículo 200 de la Constitución de 1967: “La Corte Suprema de Justicia tendrá facultad para
declarar la inconstitucionalidad de las leyes y la inaplicabilidad de las disposiciones contrarias a esta
Constitución, en cada caso concreto y en fallo que sólo tendrá efecto con relación a ese caso. El proce-
dimiento podrá iniciarse por acción ante la Corte Suprema de Justicia, y por excepción en cualquier
instancia, y se elevarán sus antecedentes a dicha Corte. El incidente no suspenderá el juicio, que prose-
guirá hasta el estado de sentencia”.
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constitucional fue adoptada con rango constitucional en el ordenamiento. El citado


artículo estaría en vigor hasta la reforma de 1992 y serviría como modelo para la
reglamentación en la Constitución de ese año. De acuerdo con éste, la Corte Suprema
estaba facultada para declarar la inconstitucionalidad de las normas en casos concre-
tos y sólo con efectos interpartes; en consecuencia, podía dejarlas sin aplicación en el
caso concreto. El artículo 200 de la Constitución de 1967 preveía, además, la consulta
judicial (control de constitucionalidad por excepción), que igualmente se previó en la
Constitución de 1992.
La falta de independencia de la justicia condujo en la práctica a la irrelevancia de
la jurisdicción constitucional. Antes de 1967, todo lo que el sistema legal establecía al
respecto estaba reglamentado en el artículo 44 de la Ley Orgánica de los Tribunales
(nº 325, de 1918). De acuerdo con éste, se podía interponer un recurso ante el Supe-
rior Tribunal de Justicia5 en contra de la sentencias definitivas del Tribunal de apela-
ciones, siempre y cuando en la respectiva controversia se argumentara la inconstitu-
cionalidad de una acuerdo, una ley, una ordenanza o un decreto. El Superior Tribunal
de Justicia efectuaba el control de las normas y podía declarar la nulidad de la senten-
cia impugnada.6 Pero ese control excluía expresamente la interpretación y aplicación
de los códigos Civil, Penal y Comercial, así como de las normas procesales de carác-
ter general. En último término, no existía un sistema de control constitucional.
El primer paso decisivo se dio con la Constitución de 1992, en la cual, aún de
manera vacilante, se creó una jurisdicción constitucional especializada. Habría que
esperar hasta 1995 para que la recién creada Sala Constitucional de la Corte Suprema
pudiera iniciar sus actividades y romper a través de su jurisprudencia algunas de las
ataduras que le habían impuesto los constituyentes.

2. Estructura y organización de la Corte Suprema de Justicia


y de la Sala Constitucional
De conformidad con el artículo 247 de la Constitución de 1992, el Poder Judi-
cial es el guardián de la Constitución. Éste se encuentra sujeto a la Norma Suprema, la
interpreta y procura su validez. De acuerdo con esa disposición, al Poder Judicial le
corresponde la administración de la justicia, la cual será ejercida por la Corte Supre-
ma y los tribunales y juzgados que establezcan la Constitución y la ley.7 El artículo

5
Nombre de los tribunales de última instancia en la organización jurisdiccional de ese entonces.
6
D. Mendonca y J. C. Mendonca Bonnet: “La justicia constitucional en Paraguay”, en Anuario
Iberoamericano de Justicia Constitucional, Madrid, 1997, p. 293.
7
Artículo 247 de la Constitución de 1992 (“De la función y de la composición”):
“El Poder Judicial es el custodio de esta Constitución. La interpreta, la cumple y la hace cumplir.
La administración de justicia está a cargo del Poder Judicial, ejercido por la Corte Suprema de
Justicia, por los tribunales y por los juzgados, en la forma que establezcan esta Constitución y
la ley”.
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132 de la Constitución de 1992 encarga a la Suprema Corte el control de la constitu-


cionalidad de las normas y de las decisiones judiciales.8 Esta disposición se repite en
el artículo 259 inciso 5.9 Los controles le corresponden concretamente a la Sala Cons-
titucional de la Corte, de conformidad con las disposiciones de los artículos 258 10 y
260 11 de la Constitución, que establecen que a una de las salas de la Corte Suprema se
le confiará la jurisdicción constitucional.
La organización de la Corte se encuentra reglamentada en la Constitución y en la
ley nº 609/95 de 23 de junio de 1995, Ley que Organiza la Corte Suprema de Justicia
(LOCSJ). La Corte Suprema está compuesta de nueve miembros, que son elegidos por
el Senado con la aprobación del Presidente de la República de una lista propuesta por
el Consejo de la Magistratura (artículo 264 inciso 1 de la Constitución de 1992).12
Son requisitos para integrar la Corte Suprema de Justicia: tener nacionalidad paragua-
ya natural, haber cumplido treinta y cinco años, poseer título universitario de Doctor
en Derecho y gozar de notoria honorabilidad, y haber ejercido efectivamente durante
el término de diez años, cuando menos, la profesión, la magistratura judicial o la
cátedra universitaria en materia jurídica, conjunta, separada o sucesivamente (artículo
258 de la Constitución de 1992).

8
Artículo 132 de la Constitución de 1992 (“De la inconstitucionalidad”):
“La Corte Suprema de Justicia tiene facultad para declarar la inconstitucionalidad de las nor-
mas jurídicas y de las resoluciones judiciales, en la forma y con los alcances establecidos en esta
Constitución y en la ley”.
9
Artículo 259 de la Constitución de 1992 (“De los deberes y de las atribuciones”):
“Son deberes y atribuciones de la Corte Suprema de Justicia: […]
”5. conocer y resolver sobre inconstitucionalidad; […]”.
10
Artículo 258 de la Constitución de 1992 (“De la integración y de los requisitos”):
“La Corte Suprema de Justicia estará integrada por nueve miembros. Se organizarán en salas,
una de las cuales será constitucional, […]”.
11
Artículo 260 de la Constitución de 1992 (“De los deberes y de las atribuciones de la Sala
Constitucional”):
“Son deberes y atribuciones de la Sala Constitucional:
”1. conocer y resolver sobre la inconstitucionalidad de las leyes y de otros instrumentos norma-
tivos, declarando la inaplicabilidad de las disposiciones contrarias a esta Constitución en cada
caso concreto, y en fallo que sólo tendrá efecto con relación a este caso, y
”2. decidir sobre la inconstitucionalidad de las sentencias definitivas o interlocutorias, decla-
rando la nulidad de las que resulten contrarias a esta Constitución.
”El procedimiento podrá iniciarse por acción ante la Sala Constitucional de la Corte Suprema
de Justicia, y por vía de la excepción en cualquier instancia, en cuyo caso se elevarán los antece-
dentes a la Corte”.
12
Artículo 264 de la Constitución de 1992 (“De los deberes y de la atribuciones”):
“Son deberes y atribuciones del Consejo de la Magistratura:
”1. proponer las ternas de candidatos para integrar la Corte Suprema de Justicia, previa selec-
ción basada en la idoneidad, con consideración de méritos y aptitudes, y elevarlas a la Cámara
de Senadores para que los designe, con acuerdo del Poder Ejecutivo; […]”.
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La Sala Constitucional está constituida por tres miembros con el rango de ma-
gistrado de la Corte Suprema (artículo 1 de la LOCSJ). De conformidad con el artículo
152 de la Constitución de 1992 y 8 de las disposiciones transitorias de la Constitu-
ción, en concordancia con el artículo 19 de la LOCSJ, el periodo de los magistrados de
la Corte Suprema, así como el de los restantes magistrados, es de cinco años. Si son
confirmados dos veces en el cargo, serán inamovibles. Esto es, la inamovilidad co-
mienza a partir de la segunda confirmación en el cargo, o sea, luego de haber ejercido
por diez años la actividad de magistrado de la Corte Suprema.13
Los magistrados de la Corte Suprema sólo pueden ser destituidos previa acusa-
ción que eleve la Cámara de Representantes ante el Senado (artículos 225 y 261 de la
Constitución de 1992). Al cumplir los setenta y cinco años de edad serán separados
del cargo (artículo 261). Durante el ejercicio del cargo, los magistrados gozan de
inmunidad especial: no pueden ser acusados o interrogados judicialmente por las opi-
niones emitidas en el ejercicio de sus funciones ni pueden ser detenidos o arrestados
sino en caso de flagrante delito que merezca una sanción penal. En ese caso se aplican
reglas especiales para la custodia (artículo 255 de la Constitución de 1992).
De conformidad con la Ley que Organiza la Corte Suprema de Justicia, ésta
tiene un presidente y un primer y segundo vicepresidentes (artículo 5 de la LOCSJ). La
Corte Suprema decide sobre la conformación de sus salas (Constitucional, Civil, Co-
mercial y Penal) en sesión plenaria, la cual se lleva a cabo una vez al año, en febrero.
En esa sesión plenaria la Corte elige al presidente en votación secreta con los votos de
por lo menos cinco de sus miembros. Así mismo, elige al primer y segundo vicepre-
sidentes de entre sus miembros de una de las dos salas a las que no pertenezca el
presidente (artículo 8 de la LOCSJ). El presidente y los vicepresidentes presiden las
salas a las que pertenecen. Su periodo es de un año. Pueden volver a ser elegidos para
el mismo cargo sólo después de que haya transcurrido otro periodo (artículo 9 de la
LOCSJ).

3. Funciones y competencias de la Corte Suprema


y de la Sala Constitucional en el ámbito de la jurisdicción constitucional
En la Constitución se prevén cuatro diferentes procesos para la realización de los
derechos constitucionales y las libertades fundamentales: la acción de inconstitucio-
nalidad y los recursos de hábeas corpus, amparo y hábeas data. La acción de incons-
titucionalidad y el recurso de hábeas corpus (este último no exclusivamente) son de
competencia de la Corte Suprema (artículo 259 incisos 4 y 5 de la Constitución de
1992). El recurso de hábeas data, por añadidura, es de competencia de los jueces de

13
Mendonca y Mendonca Bonnet, op. cit., p. 295.
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primera instancia (artículo 133 de la Constitución de 1992). El recurso de ampa-


ro, por el contrario, es de competencia exclusiva de los tribunales de primera
instancia (artículo 566 del Código de Procedimiento Civil paraguayo). A pesar de
que el recurso de hábeas data requiere aún de una reglamentación legal, la juris-
prudencia hasta ahora ha determinado que la competencia recae en los tribunales
de primera instancia. En todo caso, se trata de un proceso gratuito y sumario (en
el sentido de que su presentación no comporta tasas ni costos). Tampoco existen
formalidades legales para la presentación del recurso. Los órganos competentes
en cada caso deben ordenar la cesación inmediata del acto jurídico que ocasiona
la violación.
El artículo 132 de la Constitución de 1992 establece de manera general que la
Corte Suprema está “facultada para declarar la inconstitucionalidad de las normas
jurídicas y de las resoluciones judiciales, en la forma y con los alcances establecidos
en esta Constitución y en la ley”. El control de constitucionalidad sigue por tanto el
modelo del control concentrado a través de un órgano jurisdiccional superior. Éste
corresponde de manera especial a la Sala Constitucional y se trata, por tanto, también
de un control constitucional especializado. La Sala Constitucional, sin embargo, de
conformidad con el artículo 16 de la LOCSJ, a solicitud de un magistrado de la Corte
Suprema, puede decidir que un determinado asunto sea manejado en Sala Plena, cuando
por su importancia ello parezca razonable. De esa forma, la competencia de la Sala
Constitucional para conocer de los procesos de control de las normas puede extender-
se a la totalidad de la Corte.

A. El control de constitucionalidad
Con una formulación similar a la del artículo 132 de la Constitución de 1992 y
en concordancia con las competencias de la Sala Constitucional de la Corte Suprema,
contempladas en el artículo 260 de la Carta, el artículo 11 literal a de la LOCSJ cita las
“leyes y otras normas”. Para la reglamentación del control de las normas, la Ley de
Procedimiento Civil (las cuestiones procedimentales más importantes en materia de
control constitucional se encuentran reglamentadas en la ley nº 1337/88) establece
una diferencia entre leyes, reglamentos, decretos, ordenanzas municipales, resolucio-
nes y otros actos administrativos (artículo 550).
Existen dos vías legales diferentes para la impugnación de las normas inconsti-
tucionales: la acción de inconstitucionalidad y la excepción de inconstitucionalidad.
Para cada una de esas vías el ordenamiento procesal establece un procedimiento espe-
cial. La Constitución paraguaya prevé un control abstracto de las normas. Tanto la
acción de inconstitucionalidad como la excepción de inconstitucionalidad pueden ser
interpuestas en una controversia concreta. La excepción procede en un proceso judi-
cial en curso.
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a. La acción de inconstitucionalidad
Con la acción de inconstitucionalidad pueden ser impugnadas las normas antes
citadas. La interposición de la acción no tiene efectos suspensivos, a menos que la
Sala Constitucional determine otra cosa o cuando sea impugnada una sentencia defi-
nitiva cuya motivación se apoye en una norma inconstitucional. Si se trata de un acto
jurídico del Poder Legislativo, Ejecutivo o Judicial, la Sala Constitucional deberá
informar al Procurador General.14 La sentencia resultante, en la medida en que la
demanda lo permita, deberá ordenar a la persona o autoridad responsable la no aplica-
ción de la norma cuestionada a quien haya resultado favorecido con la declaratoria de
inconstitucionalidad. Si se trata de una sentencia judicial, la demanda de inconstitu-
cionalidad resuelta positivamente tendrá que declarar la nulidad de la sentencia im-
pugnada y disponer que el asunto sea remitido al tribunal que la haya dictado, para
que vuelva a decidir al respecto. Esta vía se encuentra reglamentada en los artículos
550 a 564 de la Ley de Procedimiento Civil.

b. La excepción de inconstitucionalidad
La excepción de inconstitucionalidad debe ser elevada por el demandado o el
contrademandado en la contestación de la demanda o de la contrademanda, cuando
opine que la demanda se apoya en una norma inconstitucional. Ésta podrá ser elevada
también por el demandante o el contrademandate, cuando considere que la contesta-
ción de la demanda o de la contrademanda se basa en una norma inconstitucional.
Una vez elevada la excepción, el juez deberá poner el escrito a disposición de las otras
partes y del Procurador General, para que éstos se pronuncien sobre la excepción.
Luego de haber recibido los pronunciamientos o cuando haya vencido el plazo para
responder, el juez enviará las actas a la Sala Constitucional para la revisión posterior,
sin suspender el proceso principal. Si la Sala admite la excepción, declarará la incons-
titucionalidad de la norma cuestionada y su inaplicabilidad al caso concreto. La posi-
bilidad de la excepción de inconstitucionalidad puede existir también en segunda y
tercera instancia en lo que respecta a la motivación del recurso o su contestación.
Estos asuntos se encuentran reglamentados detalladamente en los artículos 538 a 549
de la ya citada Ley de Procedimiento Civil.
El efecto de las sentencias, tanto para la acción de inconstitucionalidad como
para la excepción de inconstitucionalidad, se restringe al caso en concreto (artículo
260, inciso 1, de la Constitución de 1992 y artículo 555 de la Ley de Procedimiento
Civil paraguaya). Ellas tienen básicamente efectos interpartes —sin perjuicio de la

14
Ibídem, p. 298.
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función orientadora que puede tener una sentencia de la Corte Suprema—. En la sen-
tencia se puede declarar la nulidad de las sentencias judiciales (definitivas o interlocu-
torias) o la inaplicabilidad de las leyes u otras normas (artículo 260 de la Constitución
de 1992, artículo 555 de la Ley de Procedimiento Civil).
Sin embargo, existen recientes sentencias en las que, con apoyo en el artículo
137 de la Constitución de 1992 sobre la supremacía de la Constitución, se ha declara-
do la nulidad general de las leyes y otras decisiones del Parlamento.15 El citado artícu-
lo determina que todas las disposiciones o actos jurídicos de las autoridades, que
vayan en contra de la Constitución carecen de validez. Esa jurisprudencia representa
un punto de inflexión en la jurisdicción constitucional paraguaya.
El tema del efecto de las sentencias en el caso de la acción de inconstitucionali-
dad fue sumamente discutido en la reforma constitucional de 1992.16 Del estudio de
los textos constitucionales se evidencia que quienes estaban a favor simplemente de
un efecto limitado de la sentencia (sólo interpartes) se impusieron desde un principio.
El artículo 134 del proyecto, que preveía una acción general de inconstitucionalidad y
efectos erga omnes para la correspondiente sentencia,17 no fue adoptado en la Consti-

15
Artículo 137 de la Constitución de 1992 (“De la supremacía de la Constitución”):
“La ley suprema de la República es la Constitución. Ésta, los tratados, convenios y acuerdos
internacionales aprobados y ratificados, las leyes dictadas por el Congreso y otras disposiciones
jurídicas de inferior jerarquía, sancionadas en consecuencia, integran el derecho positivo nacio-
nal en el orden de prelación enunciado.
”Quienquiera que intente cambiar dicho orden, al margen de los procedimientos previstos en
esta Constitución, incurrirá en los delitos que se tipificarán y penarán en la ley.
”Esta Constitución no perderá su vigencia ni dejará de observarse por actos de fuerza o fuera
derogada por cualquier otro medio distinto del que ella dispone.
”Carecen de validez todas las disposiciones o actos de autoridad opuestos a lo establecido en
esta Constitución”.
16
Véase por ejemplo, A. Tellechea Solis, “Constitución y Poder Judicial”, en G. Becker y W. R.
Lüers (eds.), Desafío y realidad del Estado de Derecho en Paraguay, Asunción, 1994, pp. 122 ss.
17
Artículo 134 del proyecto de Constitución (“Acción general de inconstitucionalidad”):
“La Corte Suprema de Justicia tiene facultad para declarar la inconstitucionalidad de las leyes,
decretos, reglamentos, ordenanzas municipales, resoluciones u otras disposiciones de alcance
general, que infrinjan en su aplicación disposiciones de la Constitución. El procedimiento pue-
de ser iniciado por cualquier persona ante la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justi-
cia, vía acción General de Inconstitucionalidad, siendo de aplicación lo previsto en el Artículo
215, inciso 2.
”El fallo que declare la inconstitucionalidad de una ley o de una disposición de aplicación gene-
ral debe establecer los alcances de la misma.
”Queda vigente la ley o disposición en la parte no afectada por la declaración de inconsti-
tucionalidad.
”La sentencia tiene efectos generales y valor de cosa juzgada desde el día siguiente al de su
publicación oficial”.
El proyecto fue editado en CIDSEP, Serie Investigaciones: Hacia una Constitución Democráti-
ca para el Paraguay. Proyecto y Fundamentos, t. I y II, Asunción, 1992.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 117

tución de 1992. En lugar de éste se eligió otra formulación para el artículo 132, que
dejaba abierta la cuestión del efecto de las sentencias.18 De acuerdo con éste, le co-
rresponde a la Corte Suprema determinar en la Constitución y en la ley la forma y el
alcance de la declaratoria de inconstitucionalidad de las normas legales y de las sen-
tencias judiciales.
El artículo 260 de la Constitución de 1992 prevé simplemente un efecto inter-
partes. El artículo 137 de la Constitución de 1992 reitera que toda actuación o dispo-
sición del poder estatal es nula si contraviene las disposiciones de la Constitución. Sin
embargo, en la Constitución no se prevé ningún procedimiento que establezca que
esta nulidad tiene efectos vinculantes de carácter general.
A dos de sus decisiones,19 tras analizar esta cuestión, la Corte Suprema les ha
imputado efectos erga omnes invocando el artículo 137 de la Constitución de 1992,
en contra del tenor del artículo 260 de la misma Carta. De acuerdo con estas senten-
cias, las decisiones de la Sala Constitucional siguen teniendo simplemente efectos
interpartes, mientras que en el caso de las controversias, que por su importancia se
someten a la Sala Plena, las decisiones tienen efectos erga omnes.
Este paso ha sido discutido dentro de la misma Corte Suprema. Especialmente
discutible es la segunda de las sentencias, en la que se declaró la inconstitucionalidad
y la nulidad del decreto nº 117 de 18 de agosto de 1998 del presidente Raúl Cubas,
mediante el cual se indultó a Lino César Oviedo20 y a José Bóbeda. Esa sentencia
llevó a una confrontación entre el Ejecutivo, de una parte, y la mayoría del Legislativo
y del Poder Judicial, de la otra, y constituyó por tanto la prueba de fuego para la joven
democracia paraguaya. El presidente se rehusó a cumplir la sentencia y también dejó
vencer el plazo de 72 horas fijado por la Corte Suprema para que encarcelara nueva-
mente a los indultados. A raíz de esto se inició en el Parlamento un proceso para
destituir al presidente de la República.
Luego del asesinato del vicepresidente Argaña, el 23 de marzo de 1999, se ahon-
dó el conflicto entre el Ejecutivo y la mayoría del Legislativo y hubo graves distur-
bios políticos en el país. Numerosos ciudadanos hicieron demostraciones ese mismo
día ante el Parlamento y exigieron la destitución del presidente y la persecución penal

18
Artículo 132 de la Constitución de 1992 (“De la inconstitucionalidad”):
“La Corte Suprema de Justicia tiene facultad para declarar la inconstitucionalidad de las nor-
mas jurídicas y de las resoluciones judiciales, en la forma y con los alcances establecidos en esta
Constitución y en la ley“.
19
Sentencia n° 183, del 1° de julio de 1994. Ver al respecto L. Lezcano Claude, “Los efectos de
las sentencias constitucionales sobre los poderes del Estado”, en La Ley, Revista Jurídica Paraguaya,
año 19, n° 4, octubre-diciembre de 1996, pp. 693 ss.; sentencia n° 415 de 2 de diciembre de 1998.
20
Lino Oviedo fue culpado de haber llevado a cabo un intento de golpe de Estado en contra del ex
presidente Wasmosy y fue condenado a seis años de cárcel. Uno de sus seguidores, Raúl Cubas, ganó
las siguiente elecciones presidenciales y una de sus primeras actuaciones en el cargo fue la expedición
del controvertido decreto.
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del general Oviedo, a quien se responsabilizó del asesinato. El 24 de marzo el Con-


greso ordenó la apertura del proceso de destitución en contra del presidente y elevó la
solicitud al Senado, que se pronunció el mismo día. El 25 de marzo comenzó el
proceso ante el Senado, con la ausencia de tres representantes que tenían que desem-
peñar el rol de acusadores y de los abogados del presidente. Luego de la audiencia de
acusación, se fijó otra el 27 de marzo, para que los abogados del presidente presenta-
ran el escrito de defensa.
Entre tanto, las demostraciones en contra del presidente llevaron a una escalada
de violencia. El 26 de marzo fueron baleados ocho manifestantes. Los responsables
pertenecían al círculo de seguidores de Oviedo. En la sesión del 27 de marzo, luego
de un minuto de silencio y de la lectura del escrito de defensa, se fijó una nueva fecha
para el lunes 29 de marzo, a efectos de continuar con el proceso. Sin embargo, esa
sesión no se llevó a cabo debido a que Raúl Cubas renunció al día siguiente. El gene-
ral Oviedo ya había abandonado el país. La joven democracia paraguaya superó una
prueba de fuego gracias a la actitud valerosa de los magistrados de la Corte Suprema,
la mayoría de los miembros del Parlamento, la fracción democrática de los militares,
la comunidad internacional, especialmente de los Estados del Mercosur, y, ante todo,
de la población paraguaya.21
De acuerdo con la jurisprudencia, la nulidad tiene efectos ex tunc, mientras que
los efectos de la inaplicabilidad son ex nunc. El artículo 260 inciso 2 de la Constitu-
ción de 1992 prevé que la Sala Constitucional puede examinar la constitucionalidad
de las sentencias interlocutorias y definitivas. Esto ha sido entendido en el Paraguay
en el sentido de que, en el caso de la excepción de inconstitucionalidad, la Sala Cons-
titucional no sólo declara la inaplicabilidad de la correspondiente ley para el caso
concreto, sino que también deroga la sentencia que se apoya en esa ley. Hasta ahora
no existe ningún procedimiento especial para la impugnación de las sentencias in-
constitucionales.

B. Conflictos de competencia
El artículo 259 inciso 9 de la Constitución de 1992, en concordancia con el
artículo 3 literal h de la LOCSJ, reglamenta la competencia de la Corte Suprema en
pleno para resolver determinadas controversias entre los órganos. De acuerdo con
éste, dentro de los deberes y atribuciones de la Corte Suprema se encuentra el conoci-
miento de los conflictos de competencia entre el Ejecutivo nacional y los gobiernos
departamentales, así como entre éstos y los municipios. La solución de otros conflic-
tos de competencia no se ha previsto en la Constitución

21
Ampliamente, sobre el desarrollo relatado en Paraguay en 1999: G. Becker, “Paraguay: Los
avatares del proceso democrático en el fin de siglo”, en Anuario de Derecho Constitucional Latino-
americano 1999, Buenos Aires, 1999, pp. 255 ss.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 119

C. El recurso de hábeas corpus


En el Paraguay, la competencia para conocer del recurso de hábeas corpus se
encuentra repartida, de conformidad con el artículo 259 inciso 4 y el artículo 133 de la
Constitución de 1992, entre los tribunales de primera instancia y la Corte Suprema.
Este recurso puede ser interpuesto por el agraviado mismo o por un tercero, sin que se
requiera la existencia de un poder, por cualquier vía posible y ante cualquier juez de
primera instancia en el circuito judicial competente o ante la Corte Suprema (siempre
y cuando la actuación atacada provenga de una alta autoridad o de un órgano constitu-
cional). Es un proceso sumario gratuito y también puede ser iniciado de oficio. El
recurso de hábeas corpus puede tener carácter preventivo, reparador o correctivo (ge-
nérico).
En caso del hábeas corpus con carácter preventivo, cualquier persona, ante la
amenaza inminente de ser privada de su libertad en forma ilegal, puede solicitar la
investigación de la legalidad de las circunstancias que considera amenazan su liber-
tad, así como que se prohíban judicialmente las citadas restricciones.
En el caso del hábeas corpus de carácter reparador, cualquier persona que haya
sido privada ilegalmente de la libertad puede solicitar el examen de las circunstancias
de su detención. Dentro de las veinticuatro horas siguientes a la solicitud, el juez debe
ordenar la presentación del detenido ante el tribunal y un informe del agente policial
o del funcionario del servicio de seguridad privada que efectuó la detención. Si no se
cumple esa orden, el juez se trasladará al lugar donde se encuentra el detenido, reali-
zará allí el proceso y dispondrá su libertad inmediata, como si en realidad se hubiera
dado la exhibición y se hubiera presentado el informe. Si no existe un motivo legal
para la detención, el juez dispondrá la liberación inmediata. Si existe una orden escri-
ta de autoridad judicial, el juez enviará la documentación a la persona que dispuso la
detención.
La tercera variante es el hábeas corpus de carácter genérico. En este caso se
puede solicitar la corrección de las circunstancias de la restricción de la libertad que
no se encuentren contempladas en los dos casos anteriores, o aquellas que amenacen
la seguridad personal del agraviado. Este recurso también puede ser interpuesto cuan-
do el agraviado haya sido detenido legalmente pero haya sufrido maltrato físico o
mental. Los detalles se encuentran regulados en una ley especial.

D. El recurso de amparo
El recurso de amparo es en Paraguay, así como ocurrió en sus orígenes en otros
ordenamientos latinoamericanos, sencillamente un proceso sumario para garantizar
provisionalmente la protección jurídica. Se encuentra reglamentado en el artículo 134
de la Constitución de 1992 y en el Código Civil. Cualquier persona cuyos derechos
consagrados en la ley o en la Constitución o cuyos derechos fundamentales se vean
violados o amenazados por una actuación u omisión abiertamente ilegal del poder
120 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

público o de una persona en particular, y que en vista de la urgencia del caso no pueda
emplear la vía legal ordinaria, está legitimada para presentar un recurso de amparo
ante el juez competente.
El proceso es sumario y gratuito. El juez, de conformidad con el artículo 134 de
la Constitución de 1992, está facultado y obligado a proteger el derecho o el derecho
fundamental y restablecer la situación jurídica que fue infringida por la acción ilegal.
En todo caso, a manera de complemento, se deberá promover un proceso ordinario,
ya que el amparo sólo tiene un carácter preventivo. Cuando se trata de asuntos rela-
cionados con las elecciones o las organizaciones políticas es competente la justicia
electoral. El recurso de amparo no puede interponerse en contra de autos y decisiones
de los tribunales ni tampoco para la revisión de los procesos legislativos (formación,
sanción y promulgación de las leyes). También aquí los detalles se encuentran regla-
mentados en la ley correspondiente.

E. El recurso de hábeas data


El recurso de hábeas data fue previsto en el artículo 135 de la Constitución de
1992.22 Esa disposición garantiza a toda persona el acceso a las informaciones y datos
sobre sí misma o sobre su patrimonio que se encuentren en registros oficiales o priva-
dos de público acceso. Así mismo, toda persona está legitimada para conocer el em-
pleo o los fines de esas informaciones y datos, así como para solicitar ante el juez
competente, en caso de error o cuando se viole un derecho de la persona, su actualiza-
ción, corrección o destrucción. El recurso de hábeas data todavía no se encuentra
reglamentado legalmente. Hasta ahora se le han aplicado los procedimientos previs-
tos para el recurso de amparo. Por tanto, también son competentes para conocer de
este proceso los jueces de primera instancia.

4. Conclusiones
La democracia en Paraguay es aún muy joven y, en correspondencia, también la
jurisdicción constitucional es nueva en ese país. La Constitución de 1992 representa
sencillamente un primer paso hacia el establecimiento de una jurisdicción constitu-
cional especializada. La Sala Constitucional, compuesta únicamente por tres magis-
trados, tiene sólo dos competencias: conocer de las acciones de inconstitucionalidad
con efectos interpartes y revisar la constitucionalidad de las sentencias en el marco de

22
Artículo 135 de la Constitución de 1992 (“Del hábeas data”):
“Toda persona puede acceder a la información y a los datos que sobre sí misma, o sobre sus
bienes, obren en registros oficiales o privados de carácter público, así como conocer el uso que
se haga de los mismos y de su finalidad. Podrá solicitar ante el magistrado competente la actua-
lización, la rectificación o la destrucción de aquéllos, si fuesen erróneos o afectaran ilegítimamente
sus derechos”.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 121

las excepciones de inconstitucionalidad. Todos los demás procesos para la protección


de la Constitución son reserva de los tribunales ordinarios o bien de la Corte Suprema
en pleno.
Esto resulta insatisfactorio en la medida en que no se ha previsto ningún tipo de
queja constitucional ante la Sala Constitucional. Un ámbito decisivo, la revisión del
contenido de los principios del debido proceso, ha sido sustraído del control de esta
Sala. Por ese motivo, a la Sala Constitucional le queda muy poco espacio para ser la
real guardiana de la Constitución. Para que pueda desempeñar esa función se debería
revisar tanto la conformación de la Sala como la asignación de competencias.23 Hasta
ahora es la Corte Suprema en pleno la que debe velar por la conservación de la Cons-
titución. Esto ocurrió de manera contundente en 1998, cuando los magistrados, a
pesar de las evidentes amenazas del general Lino Oviedo,24 declararon la inconstitu-
cionalidad del decreto 117 de 18 de agosto de 1998 (el indulto de Oviedo y Bóbeda),
aun cuando ello se logró con una escasa mayoría de cinco a cuatro votos.

II. La Justicia Constitucional en el Uruguay


Entre 1810 y 1819 se desplegó en la entonces Provincia Oriental (hoy Uruguay)
una revolución iniciada por José Artigas en contra de la ciudades de Montevideo y
Buenos Aires, dominadas por los españoles, que llevaría finalmente a la independen-
cia del Uruguay. En una asamblea en 1811 se celebró el Pacto Social de la Provincia
Oriental, en el que Artigas fue elegido jefe. Gobernó por consiguiente durante nueve
años, con amplios poderes sobre los territorios de la Provincia Oriental, mientras que
en la propia ciudad de Montevideo entró en vigencia la Constitución de Cádiz de
1812.25 En 1815 Montevideo fue conquistada por las tropas de Artigas. Las luchas
por la independencia durarían, sin embargo, hasta el año 1819, debido a la invasión
portuguesa, ya que Artigas perdió el poder y la Provincia Oriental fue sometida a un
régimen de ocupación.26 En 1822 fue proclamada la Constitución portuguesa por el
Congreso Cisplatino, que había sido convocado en Montevideo. Con la independen-
cia de Brasil, la Provincia Oriental pasó a formar parte de ese país y a partir del 9 de
mayo de 1824 rigió en ella la Constitución brasileña. Ésta rigió, al menos en el papel,

23
Sobre las competencias véase O. Paciello, “Corte Suprema de Justicia de Paraguay”, en Anua-
rio Iberoamericano de Justicia Constitucional 1998, Madrid, 1998, pp. 299 ss.
24
Oviedo amenazó con “corrientes de sangre” y les exigió a los jueces renuncias antes del 31 de
diciembre de 1998, porque de lo contrario serían “enterrados”. Véase al respecto Becker, “Paraguay…”,
op. cit., p. 306.
25
G. Gallinal, “La Constitución Española de 1812 en Montevideo”, en Revista del Instituto
Histórico y Geográfico del Uruguay, t. 1, pp. 117 y 529. La Constitución de Cádiz fue publicada el 24
de septiembre de 1812 en Montevideo y el 27 de septiembre fue proclamada oficialmente.
26
La invasión portuguesa comenzó a finales de 1816; Montevideo fue ocupada el 18 de enero de
1817 y las últimas tropas de Artigas se tuvieron que rendir en marzo de 1920.
122 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

hasta la reconquista del Uruguay por un pequeño grupo que el 19 de abril de 1825
llegó desde Buenos Aires y luchó con éxito contra la ocupación brasileña. Montevi-
deo, sin embargo, permaneció hasta 1828 en manos de los brasileños.
El 25 de agosto de 1825, una asamblea de representantes del pueblo de los terri-
torios ya liberados declaró la independencia de la Provincia Oriental respecto de Por-
tugal y Brasil y su integración a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El gobierno
de las Provincias Unidas del Río de la Plata le declaró la guerra al Brasil y en agosto
de 1828 ambos celebraron un tratado de paz. En el marco de ese acuerdo, para el cual
el Reino Unido había servido como intermediario, se acordó también la independen-
cia de la Provincia Oriental respecto de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En
los artículos 1 y 2 del tratado de paz provisional suscrito el 27 de agosto de 1828 se
determinó, por tanto, la “absoluta” independencia del nuevo Estado.
Uruguay experimentó en su historia temprana numerosos conflictos armados
entre dos grupos políticos, los colorados y los blancos, y una dictadura militar entre
1973 y 1984 que se cuenta entre las más crueles de Latinoamérica.27

1. Desarrollo histórico de la jurisdicción constitucional en el Uruguay


La primera Constitución de la república independiente se remonta a 1830. Ésta
no preveía ningún tipo de control constitucional por vía judicial, a pesar de que algu-
nos jueces, invocando los principios generales (la supremacía de la Constitución),
realizaban ya en ese entonces un control difuso.28 La doctrina constitucional en Uru-
guay sobre este tema estaba dividida. Una opinión consideraba improcedente el con-
trol constitucional por vía judicial (en el marco del control difuso), por cuanto la
interpretación de la Constitución, de conformidad con el artículo 152 de la Carta de
1830, le competía de manera exclusiva al Congreso. Otra opinión sostenía la proce-
dencia del control constitucional difuso e invocaba para tal efecto la supremacía de la
Constitución y la responsabilidad de los jueces en la protección de los derechos fun-
damentales establecida en el artículo 116 de la Constitución de 1830.29
El control constitucional difuso fue aplicado por primera vez por un tribunal
extraordinario en 1848. Especial atención merecen dos casos en 1874 (en éstos el juez
declaró inconstitucional una ley sobre indemnizaciones por daños causados en gue-
rra) y uno en 1875 (en este caso un juez de comercio consideró inconstitucional una
ley y no aplicó la ley interpretativa expedida de urgencia por el Legislativo porque

27
Con relación a la población, de acuerdo con algunas evaluaciones, el número de presos políti-
cos durante la dictadura militar era el más alto en todo el mundo.
28
E. G. Esteva Gallicchio, “La justicia constitucional en Uruguay”, en Anuario Iberoamericano
de Justicia Constitucional 1997, Madrid, 1997, p. 357.
29
E. G. Esteva Gallicchio, “La jurisdicción constitucional en el Uruguay”, en García Belaunde y
Fernández Segado (eds.): La Jurisdicción Constitucional en Iberoamérica, Madrid, 1997, p. 901.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 123

también la consideró inconstitucional),30 que condujeron en realidad a un conflicto


entre el Legislativo y el órgano jurisdiccional, en el que este último finalmente se
impuso.
Los diferentes proyectos de reforma, en 1903 y 1908, para concentrar el control
difuso de las normas en la Corte Suprema fracasaron. Las Constituciones de 1919 31 y
1932 tampoco contemplaban ningún tipo de reglamentación sobre el control constitu-
cional por vía judicial. Pero sí hubo un progreso en materia de protección de los
derechos fundamentales individuales: la Constitución de 1919, en el artículo 156,
elevó a rango constitucional 32 el recurso de hábeas corpus, que se encontraba regla-
mentado desde 1878 en el artículo 158 del Código Civil uruguayo.
En 1933 el presidente Gabriel Terra dio un golpe de Estado. Disolvió el Parla-
mento y el Consejo Nacional de Administración, y convocó una asamblea constitu-
yente que preparó la Constitución de 1934. Esta Constitución contempló en el artícu-
lo 232, por primera vez en Uruguay, una reglamentación del control constitucional
por vía judicial.33 En una controversia jurídica en curso, a solicitud de una de las
partes o de oficio, se podía llevar a cabo una consulta judicial a efectos de revisar la
constitucionalidad de la norma acusada. Para la revisión era competente la Corte Su-
prema. La decisión tenía efecto sólo para el caso concreto. El procedimiento debía ser
reglamentado de conformidad con el artículo 235 de la Constitución de 1934 en una
ley reglamentaria, la cual, sin embargo, jamás fue expedida. En una decisión de 17 de
abril de 1936 la Corte Suprema declaró la posibilidad de realizar el proceso de con-
sulta aun sin la existencia de la correspondiente ley.34 En 1936 y 1938 se reformó la
Constitución sin que se dieran modificaciones en el ámbito de la jurisdicción consti-
tucional.
A pesar de las reformas, la Constitución de 1934 no contó jamás con verdadera
aceptación del pueblo.35 Otros intentos de reforma —en 1940, 1941 y 1942— fra-
casaron. El 21 de febrero de 1942 el presidente, general Alfredo Baldomir, disolvió
el Parlamento. El 28 de mayo de 1942 fue adoptada una nueva Constitución, en

30
Sobre los fallos véase Esteva Gallicchio, “La jurisdicción…”, op. cit., p. 902.
31
Esta Constitución entró en vigencia el 1º de marzo de 1919.
32
Artículo 156 de la Constitución de 1919: “En caso de prisión indebida, la persona aprehendida
o cualquier ciudadano podrá interponer ante el Juez competente el recurso de hábeas corpus, a fin de
que la autoridad aprehensora explique y justifique de inmediato el motivo legal de la aprehensión,
estándose a los que decida el Juez indicado”.
33
Ver al respecto H. Gros Espiell, Esquema de la Evolución Constitucional del Uruguay, Mon-
tevideo 1986, p. 117.
34
Esteva Gallicchio, “La jurisdicción…”, op. cit., p. 903.
35
Gros Espiell, op. cit., p. 127.
124 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

cuya redacción participaron casi todos los sectores políticos.36 En este contexto, es
digno de mencionar el nuevo inciso 20 del artículo 75 de la Constitución de 1942, de
acuerdo con el cual la interpretación de la Carta le competía a la Asamblea General
(Parlamento), sin perjuicio de las competencias de la Corte Suprema contempladas en
los artículos 229 a 232, que podía decidir además sobre la constitucionalidad de las
leyes con efectos para el caso en concreto, en la medida en que se le sometiera la
correspondiente solicitud en un proceso en curso.37
La Constitución de 1952, que entró en vigencia el 1 de marzo del mismo año,
fue la primera en contemplar una modificación en el ámbito de la jurisdicción consti-
tucional. Además del control de las leyes, la Corte Suprema también podía realizar en
adelante el control de los decretos de los gobiernos departamentales, en la medida en
que éstos tuvieran carácter de ley en su territorio. Así mismo, ahora se le podía elevar
una solicitud para que realizara el control de las normas sin que se requiriera un pro-
ceso en curso. El solicitante simplemente debía argumentar y demostrar que la ley
cuestionada lo lesionaba directamente en sus “intereses legítimos”. La decisión, sin
embargo, tenía sólo efecto interpartes. El Tribunal de lo Contencioso Administrativo,
que no dependía de la jurisdicción sino del Ejecutivo, podía solicitar de oficio la
revisión de la constitucionalidad de los actos administrativos ante la Corte Suprema.38
La décima Constitución del Uruguay, expedida en 1967, adoptó en el ámbito de
la jurisdicción constitucional las reglas de la Carta de 1952. El 10 de julio de 1969
finalmente fue expedida la ley reglamentaria del procedimiento para el control cons-
titucional concentrado con efectos interpartes. Con el golpe de Estado de 1973, la
Constitución de 1967 fue dejada sin efecto por los militares, y sólo recobró su vigen-
cia en marzo de 1985, luego de la elección de un gobierno civil. Desde entonces ha
sido reformada en 1989, 1994 y 1997.39 En 1989 entró en vigor el nuevo Código
General del Proceso, que en sus artículos 508 a 523 reglamenta el procedimiento para
el control constitucional. Éste derogó la ley reglamentaria 13.747 de 10 de julio de
1969.
El recurso de amparo, conocido en toda Latinoamérica, se remonta en el Uru-
guay a 1917, casi paralelamente a la Constitución mexicana de Querétaro, en un pro-
yecto de Horacio Jiménez de Aréchaga.40 Años después se preparó otro proyecto para

36
Un partido, el Partido Nacional Herrerista, no participó en los debates para la expedición de la
Constitución.
37
De este modo se mencionó en forma expresa en la Constitución simplemente el “derecho de
interpretación” del legislador, sin que llevara a un cambio de sistema en el control constitucional. En
otros ámbitos la Constitución de 1942 tampoco trajo modificaciones dignas de mencionar con relación
a la Constitución de 1934.
38
Esteva Gallicchio, “La jurisdicción…”, op. cit., p. 904.
39
Sobre la reforma de 1997 véase C. M. Ayala Corao, “La Reforma Constitucional de Uruguay”,
en Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 1998, Buenos Aires, 1998, pp. 577 ss.
40
Esteva Gallicchio, “La jurisdicción…”, op. cit., pp. 919 s.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 125

la Constitución de 1967, a manera de complemento del hábeas corpus, que tenía por
objeto la protección de los demás derechos fundamentales (con excepción de la liber-
tad). Cuando se puso en vigencia nuevamente la Constitución de 1967, mediante el
decreto constitucional 19 de 15 de agosto de 1984, el recurso de amparo fue acogido
en las disposiciones transitorias, que debían ser retiradas posteriormente de la Consti-
tución. El recurso de amparo no se encuentra reglamentado expresamente en la Cons-
titución de 1967, vigente en la actualidad. La doctrina constitucional uruguaya lo
deriva de los artículos 7 41 y 72 42 de la reforma constitucional de 1997. Su fundamen-
to jurídico de manera expresa se encuentra en la ley 16.011 de 19 de diciembre de
1988.

2. Estructura y organización de la Corte Suprema


En el Uruguay, las competencias en el marco de la jurisdicción constitucional se
encuentran divididas. El control de las normas compete exclusivamente a la Corte
Suprema, mientras que la protección de los derechos fundamentales individuales a
través del amparo y el hábeas corpus se garantizan ante los respectivos tribunales
especializados de primera instancia. Los recursos que se prevén en estos casos se
reducen a la apelación ante los respectivos tribunales de apelaciones. No se encuentra
abierta la posibilidad de acudir a la Corte Suprema. En este contexto se puede hablar
en Uruguay de un sistema en parte concentrado y con una jurisdicción constitucional
no especializada, que toma algunos elementos del control constitucional difuso norte-
americano, donde esta competencia para el judicial review la tiene sólo la Corte Su-
prema a través de decisiones con efectos interpartes.43
La Corte Suprema, de conformidad con el artículo 234 de la Constitución de
1997, está compuesta por cinco jueces,44 quienes, como se prevé en los artículos 85
numeral 1845 y 236 46de la Constitución de 1997, son elegidos por una mayoría de dos

41
Artículo 7 de la Constitución de 1997: “Los habitantes de la República tienen derecho a ser
protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie puede ser priva-
do de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecieron por razones de interés general”.
42
Artículo 72 de la Constitución de 1997: “La enumeración de derechos, deberes y garantías
hecha por la Constitución no excluye los otros que son inherentes a la personalidad humana o se derivan
de la forma republicana de gobierno”.
43
En forma similar M. M. Serra Rad, Procesos y recursos constitucionales, Buenos Aires, 1992,
p. 550.
44
Artículo 234 de la Constitución de 1997: “La Suprema Corte de Justicia se compondrá de cinco
miembros”.
45
Artículo 85 de la Constitución de 1997: “A la Asamblea General le compete: […]
”18. Elegir, en reunión de ambas Cámaras, los miembros de la Suprema Corte de Justicia, de la
Corte Electoral, del Tribunal de lo Contencioso-Administrativo y del Tribunal de Cuentas, con
sujeción a lo dispuesto en las Secciones respectivas”.
46
Artículo 236 de la Constitución de 1997: “Los miembros de la Suprema Corte de Justicia serán
designados por la Asamblea General por dos tercios de votos del total de sus componentes. La designa-
126 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

tercios de los miembros de ambas Cámaras del Parlamento. El periodo en el cargo es


de diez años. La reelección es posible, de conformidad con el artículo 237 47 de la
Constitución de 1997, sólo hasta cinco años después de haberse separado del cargo.
Si un cargo queda libre, deberá ser provisto dentro de los 90 días siguientes. Si en el
Parlamento no se alcanzan las mayorías necesarias para la elección de un juez, se
designará al juez más antiguo de los tribunales de apelaciones (artículo 236 de la
Constitución de 1997). Los jueces, de conformidad con el artículo 235 48 de la Cons-
titución de 1997, deben haber cumplido cuarenta años de edad, poseer la ciudadanía
natural en ejercicio o legal con diez años de ejercicio y veinticinco años de residencia
en el país, y ser abogados con diez años de antigüedad o haber ejercido en esa calidad
la judicatura o el ministerio público o fiscal por espacio de ocho años. No pueden
ejercer ninguna otra actividad remunerada (con excepción de la docencia universita-
ria) o ejercer un cargo honorario permanente. La presidencia de la Corte se cambia
cada año, el 1º de febrero, siguiendo la línea del tiempo de servicios de los jueces
(artículo 53 de la Ley Orgánica de la Judicatura [LOJ]). El presidente de la Corte
Suprema es primus inter pares. Representa a la Corte hacía fuera y puede tomar parte
en las sesiones del Parlamento cuando se trate de asuntos relacionados con la justicia.
Puede opinar sobre estos asuntos, pero sin derecho a votar.49 Además, puede proponer
al Parlamento proyectos de reforma en materias relacionadas con la justicia.

ción deberá efectuarse dentro de los noventa días de producida la vacancia, a cuyo fin la Asamblea
General será convocada especialmente. Vencido dicho término sin que se haya realizado la designación,
quedará automáticamente designado como miembro de la Suprema Corte de Justicia el miembro de los
Tribunales de Apelaciones con mayor antigüedad en tal cargo y a igualdad de antigüedad en tal cargo
por el que tenga más años en el ejercicio de la Judicatura o del Ministerio Público o Fiscal. En los casos
de vacancia y mientras éstas no sean provistas, y en los de recusación, excusación o impedimento, para
el cumplimiento de su función jurisdiccional, la Suprema Corte de Justicia se integrará de oficio en la
forma que establezca la ley”.
47
Artículo 237 de la Constitución de 1997: “Los miembros de la Suprema Corte de Justicia
durarán diez años en sus cargos sin perjuicio de lo que dispone el artículo 250 y no podrán ser reelectos
sin que medien cinco años entre su cese y la reelección”.
48
Artículo 235 de la Constitución de 1997: “Para ser miembro de la Suprema Corte de Justicia se
requiere:
”1.Cuarenta años cumplidos de edad.
”2.Ciudadanía natural en ejercicio, o legal con diez años de ejercicio y veinticinco años de
residencia en el país.
”3.Ser abogado con diez años de antigüedad o haber ejercido con esa calidad la Judicatura o el
Ministerio Público o Fiscal por espacio de ocho años”.
49
Artículo 240 de la Constitución de 1997: “En el ejercicio de sus funciones, se comunicará
directamente con los otros Poderes del Estado, y su Presidente estará facultado para concurrir a las
comisiones parlamentarias, para que con voz y sin voto participe de sus deliberaciones cuando traten de
asuntos que interesen a la Administración de Justicia, pudiendo promover en ellas el andamiento de
proyectos de reforma judicial y de los Códigos de Procedimientos”.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 127

La Corte decide siempre en sala plena. No se ha previsto la conformación de


salas o cámaras. Los jueces disponen de un aparato administrativo suficiente y pue-
den delegar en éste todas las funciones administrativas. Ello ha permitido que los
jueces se puedan concentrar en su verdadera actividad, la jurisdiccional, cosa que
desgraciadamente no ocurre en todos los tribunales de Latinoamérica. En efecto, en
varios países se emplea cada vez más la mitad del tiempo laboral en asuntos adminis-
trativos. Las reformas en ese campo parecen difíciles, ya que a las actividades admi-
nistrativas por lo general se encuentra vinculada la posibilidad de tomar decisiones en
materia de personal, que muchos jueces sólo delegan con disgusto.
De conformidad con el artículo 55 numeral 6 de la LOJ, la Corte se da su propio
reglamento.

3. Funciones y competencias de la Suprema Corte


Las funciones y competencias de la Suprema Corte de Justicia uruguaya se en-
cuentran reglamentadas en el plano constitucional en los artículos 239 50 y 256 ss. de
la Constitución de 1997. Como se ha mencionado, la protección de los derechos fun-
damentales individuales a través del hábeas corpus y el recurso de amparo se han
confiado a los jueces inferiores.

50
Artículo 239 de la Constitución de 1997: “A la Suprema Corte de Justicia corresponde:
”1. Juzgar a todos los infractores de la Constitución, sin excepción alguna; sobre delitos contra
Derecho de Gentes y causas de Almirantazgo; en las Cuestiones relativas a tratados, pactos y
convenciones con otros Estados; conocer en las causas de los diplomáticos acreditados en la
República, en los casos previstos por el Derecho Internacional. Para los asuntos enunciados y
para todo otro en que se atribuye a la Suprema Corte jurisdicción originaria, será la ley la que
disponga sobre las instancias que haya de haber en los juicios, que de cualquier modo serán
públicos y tendrán su sentencia definitiva motivada con referencias expresas a la ley que se
aplique.
”2. Ejercer la superintendencia directiva, correctiva, consultiva y económica sobre los Tribuna-
les, Juzgados y demás dependencias del Poder Judicial.
”3. Formular los proyectos de presupuestos del Poder Judicial, y remitirlos en su oportunidad al
Poder Ejecutivo para que éste los incorpore a los proyectos de presupuestos respectivos, acom-
pañados de las modificaciones que estime pertinentes.
”4. Con aprobación de la Cámara de Senadores o en su receso con la de la Comisión Permanen-
te, nombrar a los ciudadanos que han de componer los Tribunales de Apelaciones, ciñendo su
designación a los siguientes requisitos:
”Al voto conforme de tres de sus miembros, para candidatos que pertenezcan a la Judicatura o
al Ministerio Público, y
”al voto conforme de cuatro, para candidatos que no tengan las calidades del párrafo anterior”.
”5. Nombrar a los Jueces Letrados de todos los grados y denominaciones, necesitándose, en
cada caso, la mayoría absoluta del total de componentes de la Suprema Corte.
”Estos nombramientos tendrán carácter de definitivos desde el momento en que se produzcan,
cuando recaigan sobre ciudadanos que ya pertenecían, con antigüedad de dos años, a la Judica-
tura, al Ministerio Público y Fiscal o a la Justicia de Paz, en destinos que deban ser desempeña-
dos por abogados. Si los mismos funcionarios tuviesen menor antigüedad en sus respectivos
128 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

A. El control constitucional
En el ámbito de la jurisdicción constitucional, el control constitucional corres-
ponde exclusivamente a la Corte Suprema, de conformidad con el artículo 256 ss. de
la Constitución de 1997. Según el artículo 256,51 una ley puede ser declarada incons-
titucional por motivos formales o materiales. El artículo 260 52 de la Constitución de
1997 complementa esto con los decretos de los gobiernos departamentales. A la Cor-
te Suprema, de acuerdo con el artículo 257 53 de la Constitución de 1997, le corres-
ponde la competencia exclusiva para establecer la inconstitucionalidad. A pesar de
esa concentración en el cuerpo jurisdiccional de más alto rango, las decisiones tienen
efectos sólo para el caso en concreto, como lo determina el artículo 259 de la Consti-
tución de 1997.
La opinión predominante en la doctrina constitucional en Uruguay54 sostiene
que un tribunal constitucional cuyas decisiones tuvieran efectos erga omnes estaría
adoptando el papel de un legislador.55 La justicia en realidad tiene que vigilar el siste-
ma legal y debe aplicar las leyes a casos individuales o dejar de aplicarlas en la medi-
da en que se determine su inconstitucionalidad en el caso concreto, pero no es su
función modificar el ordenamiento legal (por ejemplo, mediante la declaratoria de

cargos, serán considerados con carácter de Jueces Letrados interinos, por un período de dos
años, a contar desde la fecha de nombramiento, y por el mismo tiempo tendrán ese carácter los
ciudadanos que recién ingresen a la Magistratura.
”Durante el período de interinato, la Suprema Corte podrá remover en cualquier momento al
Juez Letrado interino, por mayoría absoluta del total de sus miembros. Vencido el término del
interinato, el nombramiento se considerará confirmado de pleno derecho.
”6. Nombrar a los Defensores de Oficio permanentes y a los Jueces de Paz por mayoría absoluta
del total de componentes de la Suprema Corte de Justicia.
”7. Nombrar, promover y destituir por sí, mediante el voto conforme de cuatro de sus compo-
nentes, los empleados del Poder Judicial, conforme a lo dispuesto en los artículos 58 a 66, en lo
que corresponda.
”8. Cumplir los demás cometidos que le señale la ley”.
51
Artículo 256 de la Constitución: “Las leyes podrán ser declaradas inconstitucionales por razón
de forma o de contenido, de acuerdo con lo que se establece en los artículos siguientes”.
52
Artículo 260 de la Constitución de 1997: “Los decretos de los Gobiernos Departamentales que
tengan fuerza de ley en su jurisdicción podrán también ser declarados inconstitucionales, con sujeción a
lo establecido en los artículos anteriores”.
53
Artículo 257 de la Constitución de 1997: “A la Suprema Corte de Justicia le compete el cono-
cimiento y la resolución originaria y exclusiva en la materia, y deberá pronunciarse con los requisitos de
las sentencias definitivas”.
54
Ver especialmente A. Gelsi Bidart, “Repaso de interrogantes, hoy, sobre temas de control cons-
titucional. El caso de Uruguay”, en V. Bazán (ed.), Desafíos del control de constitucionalidad, Buenos
Aires, 1996, pp. 347 s.
55
De manera general sobre esta cuestión véase G. J. Bidart Campos y W. F. Carnota, Derecho
Constitucional Comparado, t. I, Buenos Aires, 1998, pp. 136 ss.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 129

nulidad y la derogatoria de la norma). El artículo 522 del Código General del Proceso
(CGP) prevé el envío de una comunicación al Legislativo o a los gobiernos departa-
mentales cuando una ley o un decreto se declaren inconstitucionales y, en consecuen-
cia, se inapliquen a un caso concreto.56 Al legislador se le da de este modo la posibi-
lidad de derogar o modificar la correspondiente norma. Sin embargo, no tiene la obli-
gación de hacerlo.
A pesar de estas considerables restricciones, el control de las normas se puede
catalogar como efectivo.57 El procedimiento mismo se encuentra reglamentado en el
Código General del Proceso, en los artículos 508 y ss. En la Constitución y en el CGP58
existen tres vías para dar inicio al control de las normas. La acción puede ser inter-
puesta de manera directa (por vía de acción) ante la Corte Suprema por toda persona
que mediante una ley se vea lesionada directa, personal e inminentemente en su legí-
tima posición jurídica; puede ser interpuesta en un proceso concreto (vía excepción)
por una de las partes, en la medida en que la ley cuestionada sea aplicable al caso
concreto; o puede ser iniciada de oficio por el juez o el tribunal en una controversia
jurídica concreta, en la medida en que la ley sea aplicable al caso concreto. La acción
puede ser interpuesta también por el Tribunal Administrativo. La Corte Suprema, al
ocuparse de un caso, puede revisar directamente la constitucionalidad de la norma a
aplicar. En esta hipótesis no se requiere ninguna solicitud. Si el control de la norma se
da por esta vía directa, no tiene efecto suspensivo. Si el control se inicia, por el contra-
rio, en un proceso concreto o por vía de oficio, tendrá efecto suspensivo.59

56
Artículo 522 CGP: “Comunicación al Poder Legislativo y al Gobierno Departamental corres-
pondiente. Toda sentencia que declara la inconstitucionalidad de una ley será comunicada al Poder
Legislativo o al Gobierno Departamental correspondiente cuando se tratare de la inconstitucionalidad
de un decreto que tenga fuerza de ley en su jurisdicción”.
57
Esteva Gallicchio, “La jurisdicción…”, op. cit., p. 918.
58
Artículo 509 CGP: “Titulares de la solicitud. La declaración de inconstitucionalidad y la
inaplicabilidad de las disposiciones afectadas por aquélla podrán ser solicitadas.
”1. Por todo aquel que se considere lesionado en su interés directo, personal y legítimo.
”2. De oficio, por el tribunal que entendiere en cualquier procedimiento jurisdiccional.
”La Suprema Corte de Justicia, en los asuntos que se tramiten ante ellas, se pronunciará en la
sentencia sobre la cuestión de inconstitucionalidad”.
Artículo 510 CGP: “Acción o excepción. Cuando la declaración de inconstitucionalidad se
solicitare por las personas a que se refiere el numeral 1° del artículo anterior podrá ser promo-
vida:
”1. Por vía de acción, cuando no existiere procedimiento jurisdiccional pendiente. En este caso,
deberá interponerse directamente ante la Suprema Corte de Justicia.
”2. Por vía de excepción o defensa, que deberá oponerse ante el tribunal que estuviere conocien-
do en dicho procedimiento”.
59
Artículo 514 CGP: “Suspensión de los procedimientos. Acogido por el tribunal el planteo de la
inconstitucionalidad por vía de excepción o defensa planteada de oficio, se suspenderán los procedi-
mientos y se elevarán las actuaciones a la Suprema Corte de Justicia”.
130 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

La solicitud debe presentarse por escrito y contener, además de una detallada


presentación de las disposiciones que se presumen inconstitucionales y de los artícu-
los de la Constitución violados, una justificación de por qué se debe declarar la viola-
ción de la Constitución.60 Si la solicitud es admitida, se inician los plazos relativamen-
te cortos para aportar pruebas, rendir conceptos y eventualmente realizar una audien-
cia, y dictar sentencia.61 El proceso puede ser concluido en cualquier momento por la

60
Artículo 512 CGP: “Requisitos del petitorio. La solicitud de declaración de inconstitucionalidad
deberá formularse por escrito, indicándose, con toda precisión y claridad, los preceptos que se reputen
inconstitucionales y el principio o norma constitucional que se vulnera o en qué consiste la
inconstitucionalidad en razón de la forma. La petición indicará todas las disposiciones o principios
constitucionales que se consideren violados, quedando prohibido el planteamiento sucesivo de cuestio-
nes de inconstitucionalidad”.
61
Artículo 516 CGP: “Trámite de petitorio por vía de excepción o defensa.
”516.1 Admitida la solicitud de declaración de inconstitucionalidad y recibidos los autos con la
petición, cuando fuere promovida por vía de excepción o defensa (numeral 2° del artículo 510),
la Corte la sustanciará con un traslado simultáneo a las demás partes, por el término de diez
días. Luego será oído el Fiscal de Corte, quien deberá expedirse dentro del término de veinte
días.
”516.2 Una vez que se haya expedido el Fiscal de Corte, se citará a las partes para sentencia,
pasándose los autos para su estudio. El Fiscal de Corte y los abogados de las partes podrán
informar in voce, si lo solicitaren dentro de los tres días siguientes a la notificación del auto que
dispone el pase a estudio.
”516.3 Si la alegación de inconstitucionalidad fuera de carácter formal o dependiera de cuestio-
nes de hecho, la Corte, para aclararlas, podrá disponer las diligencias para mejor proveer que
considere oportunas y podrá recibir la prueba que hubieren ofrecido las partes, dentro del térmi-
no de quince días.
”516.4 Lo dispuesto en el ordinal precedente, así como lo establecido en el artículo 517, será de
aplicación sin perjuicio del procedimiento indicado en el artículo 519”.
Artículo 517 CGP: “Trámite del petitorio por vía de acción.
”517.1 Cuando la declaración de inconstitucionalidad fuere interpuesta por vía de acción, se
sustanciará con un traslado a las partes a quienes afectare la ley o la norma con fuerza de ley y
al Fiscal de Corte, quienes deberán expedirse en el término común de veinte días.
”Si la persona fuera indeterminada, se procederá conforme a lo dispuesto por el artículo 127.2
y .3.
”517.2 Evacuado el traslado correspondiente, si se hubiera ofrecido prueba, se señalará para su
producción un término de quince días comunes e improrrogables. Vencido que sea el término de
prueba, la Secretaría de la Suprema Corte agregará las que se hubieren producido sin necesidad
de mandato y se conferirá ulterior traslado a las partes y al fiscal de Corte, por el término común
de diez días.
”517.3 Presentados los alegatos, se citará para sentencia pasándose los autos a estudio, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 516.2”.
Artículo 518 CGP: “Interposición de oficio.
”518.1 Cuando la solicitud de declaración de inconstitucionalidad se interpusiere de oficio,
deberá ser fundada y se sustanciará con un traslado a las partes por el término común de diez
días y seguirá al Fiscal de Corte, en los términos establecidos en el artículo 516.1.
”518.2 Evacuados los traslados, se observará, en lo demás, el procedimiento indicado en el
artículo 516.2 y .3”.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 131

Corte Suprema cuando se establece que abiertamente la solicitud se interpuso con la


finalidad de demorar el proceso inicial, o cuando sobre ese asunto existe ya jurispru-
dencia de la Corte Suprema y ésta declara que mantendrá su anterior criterio.62 Si la
solicitud se interpuso con el objeto de demorar el proceso inicial, la Corte Suprema
puede condenar al pago de una multa. El abogado de la parte solicitante pierde el
derecho a percibir honorarios.63 La sentencia de la Corte Suprema tiene, como se ha
mencionado, sólo efecto interpartes.64

B. La solución de conflictos de competencia entre el Ejecutivo y los gobiernos


departamentales
De conformidad con el artículo 313, inciso 3,65 de la Constitución de 1997, la
Corte Suprema decide en todos los casos de controversia entre el Ejecutivo nacional y

62
Artículo 519 CGP: “Resolución anticipada. En cualquier estado de los procedimientos y con
prescindencia de la situación en que se encontrare el trámite respectivo, la Suprema Corte de Justicia
podrá resolver la cuestión, acreditado que fuere uno de los siguientes extremos:
”1° Que el petitorio hubiere sido formulado por alguna de las partes con la notoria finalidad de
retardar o dilatar innecesariamente la secuela principal sobre el fondo del asunto;
”2° Que existiere jurisprudencia en el caso planteado y se declarare por ese órgano judicial que
mantendrá su anterior criterio”.
63
Artículo 523 CGP: “Gastos procesales. Cuando se rechazare la pretensión de inconstitucionalidad
y ella hubiera sido formulada por parte interesada, serán de cargo del promotor todas las costas, al que
se impondrán también los costos cuando hubiere mérito para ello, acuerdo con el artículo 688 del Códi-
go Civil. Se considerará especialmente que existe malicia temeraria cuando del planteamiento de la
cuestión de inconstitucionalidad resultare en forma manifiesta que el propósito ha sido entorpecer o
retardar los procedimientos respectivos. En este último caso, el letrado que lo hubiere patrocinado no
tendrá derecho a percibir honorarios”.
64
Artículo 259 de la Constitución de 1997: “El fallo de la Suprema Corte de Justicia se referirá
exclusivamente al caso concreto y sólo tendrá efecto en los procedimientos en que se haya pronunciado”.
Artículo 521 CGP: “Efectos del fallo. La declaración de inconstitucionalidad hace inaplicable la
norma legal afectada por ella, en los procedimientos en que se haya pronunciado.
”Si hubiere sido solicitada por vía de acción o principal, la sentencia tendrá eficacia para impe-
dir la aplicación de las normas declaradas inconstitucionales contra quien hubiere promovido la
declaración y obtenido la sentencia, pudiendo hacerla valer como excepción en cualquier proce-
dimiento jurisdiccional, inclusive el anulatorio ante el Tribunal de lo Contencioso Administrati-
vo”.
65
Artículo 313 de la Constitución de 1997: “El Tribunal entenderá, además, en las contiendas de
competencia fundadas en la legislación y en las diferencias que se susciten entre el Poder Ejecutivo, los
Gobiernos Departamentales, los Entes Autónomos y los Servicios Descentralizados, y, también, en las
contiendas o diferencias entre uno y otro de estos órganos.
”También entenderá en las contiendas o diferencias que se produzcan entre los miembros de las
Juntas Departamentales, Directorios o Consejos de los Entes Autónomos o Servicios Des-
centralizados, siempre que no hayan podido ser resueltas por el procedimiento normal de la
formación de la voluntad del órgano.
”De toda contienda fundada en la Constitución entenderá la Suprema Corte de Justicia”.
132 ANUARIO DE DERECHO CONSTITUCIONAL LATINOAMERICANO / 2002

los gobiernos departamentales, en caso de que las controversias sean de naturaleza


constitucional. Además, la Corte Suprema es competente siempre y cuando se argu-
mente la violación de los derechos de autonomía de los departamentos (artículo 283
de la Constitución de 1997). El procedimiento no se encuentra reglamentado ni en la
Constitución ni en la ley. La solicitud pueden elevarla sólo los órganos interesados. La
Corte Suprema otorgó efectos erga omnes a su decisión en un caso de violación de la
autonomía mediante una ley.66

C. El recurso de hábeas corpus


El recurso de hábeas corpus en Uruguay es de competencia de los jueces
penales de primera instancia. Se protege, en una generosa interpretación del artí-
culo 17 de la Constitución de 1997, el derecho a la vida, la integridad corporal y
la libertad. No existe reglamentación legal alguna del procedimiento. El recurso
de hábeas corpus puede ser interpuesto por cualquier persona y en la práctica los
jueces deciden muy rápidamente la correspondiente solicitud. En contra de la
decisión de los jueces es posible la apelación. No están previstos la revisión ni un
recurso posterior ante la Corte Suprema. En opinión de Eduardo G. Esteva Ga-
llicchio, el proceso hoy en día brinda indiscutiblemente una protección jurídica
efectiva.67

D. El recurso de amparo
El recurso de amparo se encuentra reglamentado en la ley 16.011 y mediante
él se protegen los derechos constitucionales que no son abarcados por el hábeas
corpus. Se excluyen del amparo, sin embargo, las sentencias y las resoluciones judi-
ciales, las decisiones del tribunal electoral, las leyes y los decretos. Los derechos
que pueden ser objeto del amparo también pueden ser protegidos por esta vía cuan-
do se trata de perjuicios ocasionados por terceros (particulares). El recurso debe ser
interpuesto ante el tribunal de primera instancia de la jurisdicción a que correspon-
de el asunto. No es posible la apelación. Tampoco aquí se encuentra abierta la vía a
la Suprema Corte.
El recurso de amparo es subsidiario y sólo tiene lugar cuando no existe otro
medio adecuado. La efectividad de la protección jurídica mediante el amparo es dis-
cutible, ya que, en opinión de algunos juristas uruguayos, el asunto de la existencia de

66
Esteva Gallicchio, “La justicia…”, op. cit., p. 376.
67
Esteva Gallicchio, “La jurisdicción…”, op. cit., p. 924.
NORBERT LÖSING - LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL... 133

otro medio adecuado en parte ha sido interpretado68 muy generosamente por los tribu-
nales, aun cuando esa problemática ha perdido significado en los últimos años.69

4. Conclusiones
Desde la pura perspectiva de la técnica legislativa, la reglamentación de la juris-
dicción constitucional en Uruguay parece ser insatisfactoria. La restricción de los
efectos de las decisiones de la Corte Suprema a los casos concretos representa un
innecesario recorte de los “efectos de limpieza” de la jurisprudencia constitucional.
Sin embargo, este déficit se amortigua mediante el efecto fáctico de precedentes de
las decisiones para los tribunales inferiores, y por el hecho de que Uruguay es un país
pequeño, que se puede “abarcar con una mirada”.70 Sus problemas parecen menos
agudos que los del Paraguay, y su democracia, a pesar de las terribles experiencias
durante la última dictadura militar, más estable.
La estructuración de los recursos de hábeas corpus y amparo también parece en
principio insuficiente. En este ámbito, la creación de un recurso ante la Suprema Cor-
te seguramente serviría para garantizar la unificación de la jurisprudencia. Al contra-
rio de lo que ocurre en otros países latinoamericanos, los procedimientos moderna-
mente estructurados (en especial el principio de la oralidad en el procedimiento civil)
han repercutido aquí muy positivamente. Debido a esto, el amparo y el hábeas corpus
son recursos efectivos.
Respecto de la estructura y composición de la Corte Suprema, las disposiciones
existentes son buenas. Mediante el procedimiento de elección, el largo periodo en el
cargo y la prohibición de la reelección directa, se garantiza la independencia e impar-
cialidad de los adecuadamente remunerados jueces.

68
Así por ejemplo, ibídem, p. 925.
69
Ampliamente sobre el amparo en Uruguay, véase A. Gelsi Bidart, “Proceso de Amparo en la
Ley de Uruguay”, en XV Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal, Santa Fe de Bogotá, 1996,
pp. 111 ss; H. Cassinelli Muñoz, “Fundamentos y alcances constitucionales de la acción de amparo”, en
La acción de amparo, Montevideo, 1989, pp. 24 ss.; E. Véscovi, “Principales perfiles del amparo en el
derecho uruguayo”, en Revista Uruguaya de Derecho Procesal, nº 4, 1986, pp. 183-492.
70
Sobre la actual jurisprudencia véase E. G. Esteva Gallicchio, “Jurisprudencia más relevante
establecida por la Corte Suprema de Justicia de Uruguay (años 1997-1999)”; en Anuario Iberoameri-
cano de Justicia Constitucional, n° 3, Madrid, 1999, pp. 271 ss.

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