El artículo 206 de nuestra Constitución establece claramente que “toda reforma
constitucional debe ser aprobada por el Congreso”. Esto quiere decir, sin lugar a duda, que cualquier reforma sea parcial o total, o sobre cualquier tema en particular, debe ser deliberada y aprobada por el Parlamento. Para ello, el mismo artículo establece los mecanismos que deben seguirse para lograr dichas reformas: a) Mediante el voto aprobatorio de la mayoría absoluta de congresistas elegidos (se necesitaría en voto de 66 congresistas actualmente) y un posterior referéndum y b) Mediante dos legislaturas con el voto de 2/3 de Congresistas elegidos (87 congresistas). Finalmente, el artículo 32 de la Carta Magna establece que puede ser sometida a referéndum la reforma parcial total o parcial de la Constitución, pero, como ya se ha indicado y, como así lo ha establecido el Tribunal Constitucional, haciendo una interpretación unitaria de la misma, esta reforma debe discutirse previamente en el seno del Congreso. Estas son las reglas, claras y precisas, de cómo debe realizarse una reformar total o parcial de la Constitución. En ninguna parte se establece que cualquier reforma puede realizarse mediante una Asamblea Constituyente, para ello, previamente, tendría que reformarse la Constitución y agregar, en el artículo 206 analizado, este camino. Por ello, cuando el señor Castillo pretende que el Congreso convoque a una Asamblea Constituyente o el señor Bermejo de Perú Libre informa sobre un referéndum para ello, solo demuestran dos posibles escenarios: un desconocimiento total sobre nuestro marco constitucional o, conociéndolo, una absoluta indiferencia. Pretender desconocer las vías o caminos institucionales determinados solo genera suspicacias, inestabilidad y temor por el poco respeto a los principios en que se funda nuestra democracia.