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Qué se necesita para ser feliz

¿ALGUNA vez ha deseado algo parecido? ¿Cómo se sintió


cuando lo consiguió? ¿Feliz? ¿Y cuánto le duró la felicidad?
Nadie niega que cumplir una meta o comprar algo que
queremos nos haga sentir bien. Lo que pasa es que esa
sensación puede ser pasajera. No basta con metas y
posesiones. La felicidad verdadera es como la salud:
depende de muchos factores.

Todos somos distintos. Lo que hace feliz a una persona


puede no hacer feliz a otra; además, el paso del tiempo nos
hace cambiar a todos. Aun así, se ha descubierto que
algunas cosas producen más felicidad que otras. En este
artículo examinaremos cuatro de ellas: estar satisfechos con
lo básico, evitar la envidia, amar al prójimo y tener fortaleza
de carácter.

1. ESTAR SATISFECHOS
CON LO BÁSICO
Un sabio de la antigüedad que estudió el comportamiento
humano dijo que el dinero es “una protección”. Pero también
advirtió: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho
con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos”
(Eclesiastés 5:10; 7:12). ¿Qué quiso decir con estas
palabras? Que aunque necesitamos dinero para vivir,
no debemos amar las riquezas, pues la codicia no tiene
límites. El sabio del que hablamos fue el rey Salomón. Él
trató de averiguar si las riquezas y los lujos podían hacerlo
feliz. “Nunca me negué ningún deseo —escribió—; jamás me
negué ninguna diversión” (Eclesiastés 1:13; 2:10, Dios habla
hoy, 2002).

Con su inmensa fortuna construyó mansiones, jardines y


estanques, y puso a su servicio a muchísima gente.
En pocas palabras, conseguía todo lo que quería. ¿Cuál fue
el resultado? El experimento funcionó... pero solo hasta
cierto grado y por poco tiempo. Después, el esfuerzo le
pareció totalmente inútil. ¡Incluso llegó a odiar la vida!
(Eclesiastés 2:11, 17, 18.) Así es, Salomón aprendió que una
vida de placeres y lujos nos deja insatisfechos y vacíos. *

¿Qué opinan los expertos? ¿Concuerdan con el rey


Salomón? Un artículo publicado en una revista que estudia el
bienestar humano señala que “una vez cubiertas las
necesidades básicas, un mejor sueldo no equivale a más
satisfacción” (Journal of Happiness Studies). Lo que es más,
se ha descubierto que cuando la gente compra más cosas
pero descuida su espiritualidad y sus valores, es menos feliz.

PRINCIPIO BÍBLICO: “[Manténganse libres] del amor al


dinero, y estén contentos con las cosas presentes”
(Hebreos 13:5).
2. EVITAR LA ENVIDIA
La envidia se define como un “sentimiento de tristeza o
irritación causado porque alguien posee algo que uno
no tiene o desearía”. Es como un tumor maligno que invade a
la persona y acaba con su felicidad. ¿De qué se alimenta?
¿Cómo se puede identificar y combatir?

La Encyclopedia of Social Psychology (Enciclopedia de


psicología social) señala que el ser humano tiende a envidiar
a quienes considera que están a su mismo nivel, ya sea por
la edad, la experiencia, la posición social, etc. Por ejemplo,
un vendedor no envidiaría a una estrella de cine, pero sí a un
colega suyo que tuviera más ventas.

La Biblia habla de un grupo de altos funcionarios del Imperio


persa que envidiaban, no al rey, sino a Daniel, un funcionario
como ellos que era muy brillante. ¡Lo envidiaban tanto que
elaboraron un plan para matarlo! Afortunadamente, su
trampa fracasó (Daniel 6:1-24). La enciclopedia mencionada
antes dice que “es importante reconocer la envidia como lo
que es: una forma de agresión. Solo así se explica que haya
provocado tantos actos violentos a lo largo de la historia”. *

La envidia puede arruinar nuestra capacidad para disfrutar


de las cosas buenas de la vida

¿Cómo puede saber si la envidia le está afectando?


Pregúntese: “¿Me alegran los logros de mis compañeros, o
me deprimen? Si mi hermano, un compañero de clase o un
colega del trabajo fracasan, ¿me da gusto, o me siento mal?”.
Si sus respuestas fueron “me deprimen” y “me da gusto”, es
probable que la envidia esté creciendo en su interior
(Génesis 26:12-14). “La envidia puede arruinar la capacidad
de la persona para disfrutar de las cosas buenas de la vida
—comenta la enciclopedia ya citada— y ahogar el
agradecimiento por los muchos dones que poseemos. [...]
¿Quién se atrevería a decir que eso produce felicidad?”

La envidia se combate con humildad y modestia, virtudes


que nos permiten valorar las habilidades y cualidades de los
demás. “En vez de obrar por egoísmo o presunción —
aconseja la Biblia—, cada cual considere humildemente que
los otros son superiores” (Filipenses 2:3, 4, Nueva Biblia
Española.)

PRINCIPIO BÍBLICO: “No nos hagamos [egocéntricos],


promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos
unos a otros” (Gálatas 5:26).

3. AMAR AL PRÓJIMO
El libro Social Psychology (Psicología social) asegura que
“las relaciones personales influyen más en nuestro bienestar
que el empleo, el salario, la comunidad y hasta la salud”.
En otras palabras, para ser feliz, el ser humano necesita dar
y recibir amor. “[Si] no tengo amor, nada soy”, dice la Biblia
(1 Corintios 13:2).

Nunca es demasiado tarde para amar y ser amado. Por


ejemplo, Vanessa tuvo un padre alcohólico y violento. A los
14 años huyó de casa y estuvo viviendo con varias familias
hasta que terminó en un refugio. Allí le imploró a Dios que la
ayudara. Quizás en respuesta a sus ruegos fue colocada con
una familia que vivía según este principio bíblico: “El amor es
[paciente] y bondadoso” (1 Corintios 13:4). El ambiente de
su nuevo hogar junto con el estudio de la Biblia sanaron sus
heridas emocionales e incluso la hicieron mejor estudiante.
“Pasé de ser pésima alumna a sacar excelentes notas”,
recuerda Vanessa.

A pesar de que las cicatrices emocionales de la infancia


no han desaparecido, hoy Vanessa vive feliz junto a su
esposo y sus dos niñas.

PRINCIPIO BÍBLICO: “Vístanse de amor, porque es un


vínculo perfecto de unión” (Colosenses 3:14).

4. TENER FORTALEZA DE CARÁCTER


¿Quién no tiene problemas? Como dice la Biblia, muy a
menudo hay un “tiempo de llorar” (Eclesiastés 3:4).
La fortaleza de carácter nos ayuda en esos momentos, nos
ayuda a recuperarnos de los golpes de la vida. Veamos el
caso de Carol y el de Mildred.

Carol tiene una enfermedad degenerativa en la columna, su


respiración se detiene mientras duerme y se ha quedado
ciega del ojo izquierdo. “En una situación como la mía —
reconoce ella— es normal sentirse desanimado. Pero yo
no me rindo. Si tengo que llorar, lloro, pero luego dejo de
pensar en mí y le doy gracias a Dios por lo que aún puedo
hacer, especialmente a favor del prójimo.”

Por su parte, Mildred tiene reumatismo, diabetes y cáncer de


mama. Pero igual que Carol, no vive pensando en sus
problemas. “He aprendido a querer a la gente —dice ella— y
a consolar a los demás cuando se enferman. Eso me ayuda
muchísimo. De hecho, me he dado cuenta de que siempre
que estoy animando a alguien, dejo de preocuparme por mí.”
Consolar a los demás hace muy felices a Carol y a Mildred

Tanto Carol como Mildred buscan la atención médica que


necesitan, pero lo más importante para ellas no es la salud,
sino su actitud y la manera en que emplean el tiempo. Eso
produce en ellas una sensación de bienestar que nada
ni nadie les puede arrebatar. Por si fuera poco, ambas se han
ganado el cariño de la gente y son una fuente de inspiración
para otros que atraviesan dificultades.

PRINCIPIO BÍBLICO: “Feliz es el hombre que sigue


aguantando la prueba, porque al llegar a ser aprobado
recibirá la corona de la vida” (Santiago 1:12).

Los sabios consejos de la Biblia son como un “árbol de vida”,


y quienes los aceptan y los ponen en práctica “han de ser
llamados felices” (Proverbios 3:13-18). ¿Por qué no lo
comprueba usted mismo investigando la Biblia? Nunca
olvide que el Autor de ese libro sagrado, el “Dios feliz”,
quiere que usted también sea feliz (1 Timoteo 1:11).

Cuando una persona con fortaleza de carácter comete un


error, no se martiriza con expresiones como: “Soy un
fracaso”, o: “No sirvo para nada”. Ya lo dice la Biblia: “Un
espíritu que está herido seca los huesos” (Proverbios 17:22).
El libro El poder de la resiliencia dice que para fortalecer el
carácter de uno hay que reconocer que los errores y
fracasos son parte natural de la vida y hay que saber cómo
reaccionar cuando ocurren.

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