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Antecedentes
Después de la Ocupación japonesa de Corea a comienzos del siglo XX, desde
los años 20, el Imperio japonés comenzó a dirigir sus ambiciones territoriales hacia
la Unión Soviética. Esta, temiendo los planes japoneses de expansión, había ido
reforzando su posición en la región desde comienzos de 1934: se construyó la
segunda vía del ferrocarril transiberiano hasta la frontera china en el otoño de ese
año. A finales de 1935 las fuerzas de la región tenían autonomía para combatir
seis meses sin refuerzos de Europa y a finales de 1937 el ferrocarril
del Amur también recibió su segunda vía hasta Jabárovsk. En 1939 el número de
tanques se había duplicado respecto a 1934 y el número de vehículos blindados
se había multiplicado por ocho.6 En 1938 se enviaron 105 800 hombres más para
reforzar las unidades en el este y se terminaron 120 fortificaciones.6 El terror de
las purgas, que se había extendido a finales de los años treinta por Siberia, sin
embargo, había debilitado estas defensas y reforzado la posición japonesa, cada
vez más amenazante.
En 1932 Japón había creado el Estado títere de Manchukuo, fijando su frontera en
el río Jalja (conocido en ruso como Jaljin Gol o Khalkhin Gol), mientras
que Mongolia y su aliado soviético sostenían que la frontera estaba ubicada
dieciseis kilómetros al este del río, al oriente de la pequeña población
de Nomonhan. Desde 1936, la URSS y Mongolia mantenían un acuerdo de
asistencia mutua que obligaba a cada parte a acudir en ayuda de la otra en caso
de que fuese agredida. Esta rivalidad entre las dos potencias provocó un primer
incidente conocido como la Batalla del Lago Jasán, ocurrida en 1938 en Primorie.
Resultados
Después de la batalla, el Ejército Rojo atacó a las tropas japonesas restantes,
obligándolas a retirarse a Manchukuo.
El 31 de agosto de 1939, el embajador japonés en Moscú recibía instrucciones de
comenzar conversaciones con los soviéticos inmediatamente. Se reunió con el
ministro de Exteriores soviético Viacheslav Mólotov el 9 y 10 de septiembre, sin
lograr un acuerdo para un cese el fuego ya que los japoneses no aceptaban la
frontera reconocida por los soviéticos. El día 14 propuso con éxito el alto el fuego
con el mantenimiento de las posiciones militares, dejando para más adelante la
delimitación de fronteras. El 16 de septiembre una declaración conjunta establecía
el cese el fuego, el 9 de junio de 1940 se alcanzaba un acuerdo fronterizo y un
año después se lograba un acuerdo por medio de un tratado conocido como Pacto
de Neutralidad, suscrito el 13 de abril de 1941.
Las bajas japonesas, 18 500 hombres, eran de las más elevadas de las sufridas
por el Ejército imperial desde comienzos del siglo XX. Los soviéticos perdieron
9824 soldados en los combates. La victoria devolvió la confianza al Ejército
soviético, debilitado por la Gran Purga, y sirvió de pruebas para los siguientes
combates con vehículos mecanizados. Por su parte, el Ejército de
Kwantung recibió un duro golpe a su prestigio y Japón abandonó la idea de
enfrentarse en solitario contra la Unión Soviética sin apoyo alemán.
Influencias en la Segunda Guerra Mundial
Pese a que este conflicto y su principal batalla son poco conocidos en Occidente,
tuvo profunda influencia en la Segunda Guerra Mundial. Por un lado se estableció
que dos de los países miembros del Eje nunca iban a poder conectarse
territorialmente (por lo menos por intermedio de Rusia, ya que la posibilidad por
el Cercano Oriente existió hasta mediados de 1942), convenció al Estado
Mayor de Tokio que la política de ataque por el norte, apoyada por el Ejército
Imperial, que promovía capturar el extremo oriente ruso hasta el lago Baikal por
sus recursos era impracticable. Dada la superioridad del ejército soviético —sobre
todo en tanques y aviones— el número de divisiones necesarias para enfrentarse
a la URSS se aumentó notablemente, hasta el 70 % del total del ejército,
descartándose la posibilidad de una guerra en dos frentes. En vez de ella se
apoyó la política de ataque por el sur, apoyada por la Armada Imperial, que
aconsejaba ocupar el sudeste asiático para aprovechar sus recursos
(especialmente el petróleo y los ricos yacimientos de las Indias Orientales
Neerlandesas). Esta política llevó finalmente a Japón a atacar Pearl Harbor dos
años y medio después de la batalla.
También se transformó en la primera gran victoria del
famoso general soviético Gueorgui Zhúkov. La gran experiencia aprendida por
parte del Ejército de Siberia rindió sus frutos a las afueras de Moscú en diciembre
de 1941, cuando estas tropas, nuevamente bajo el mando de Zhúkov, llevaron a
cabo la primera contraofensiva exitosa durante la Gran Guerra Patria contra
el Ejército alemán. Por medio de los invaluables informes del espía Richard
Sorge que señalaban la imposibilidad de un ataque de Japón en el Extremo
oriente ruso, Stalin pudo mover estas preciadas tropas para emplazarlas alrededor
de la capital soviética.
Fuera de todo lo anterior, como resultado de la batalla, Japón se volvió reacio a
atacar a la Unión Soviética, prefiriendo hacerlo contra los Estados Unidos. El
enorme elemento disuasorio sobre los japoneses es un poco inexplicable según
los registros históricos, sugiriendo que falta una pieza fundamental para
comprenderlo coherentemente. Se ha especulado que pudo haber sucedido que
las bajas japonesas fueron mucho más altas que las reveladas, o que los militares
japoneses pensaban encontrarse vulnerables ante la posibilidad de una
insurrección interna si fueran nuevamente derrotados en una guerra,
particularmente frente a los principios igualitaristas de la Unión Soviética. Y esto
pese a que para la opinión pública de ambas partes el resultado de la batalla fue
desconocido. Como resultado de esto, Adolf Hitler esperaba que, al declarar la
guerra a los Estados Unidos, podría conquistar el apoyo japonés en su guerra
contra los soviéticos, desconociendo lo improbable que esto era después de su
anterior encuentro.