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i. PARTICIPANTES:
Se trata de un estudio de corte interdisciplinario, en el que participaron
profesionales de diversas áreas e instituciones. El total de participantes y sus
instituciones, del estudio de los restos del cacique Perú, sea directa o
indirectamente, es el siguiente (se señalan con un asterisco los coordinadores de
equipo de cada institución).

La coordinadora general de este estudio es quien presenta este informe, y las


opiniones vertidas, así como la interpretación de los datos, es de su exclusiva
responsabilidad.

UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Lic. Isabel Barreto (Sección Antropología Biológica)


Sr. Ruben Beltrame (Departamento de Fotografía)
Lic. Gonzalo Figueiro (Sección Antropología Biológica)
Dra. Mónica Sans (Sección Antropología Biológica) *∗
Br. Eglé Vera (Sección Antropología Biológica)

Facultad de Medicina

Dr. Antonio Barquet (Departamento de Traumatología)


Dr. Guido Berro (Departamento de Medicina Legal) *
Mag. Bernardo Bertoni (Departamento de Genética)
Dra. Rosana Manikowski, (Departamento de Medicina Legal)
Dr. Víctor Soria (Departamento de Anatomía)

Facultad de Ciencias/ATGen

Br. Loudes Etcharte (ATGen)


Lic. Gonzalo Greif (ATGen, CTAG)
Lic. Cecilia Portela (CTAG)
Tecn.. María Portela (ATGen)
Mag. Carlos Sanguinetti * (Departamento de Bioquímica, ATGen)
Lic. Paula Tucci (ATGen)

PODER JUDICIAL
Instituto Técnico Forense

Dr. Carlos Pizzarossa (Instituto Técnico Forense: Anatomía Patológica)


Tecn. Radiol. Luis Taranto (Instituto Técnico Forense)


Coordinadores de los principales equipos intervinientes en este estudio
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MINISTERIO DEL INTERIOR
Laboratorio Biológico, Dirección Nacional de Policía Técnica

Dra. Sinthia Pagano (Instituto Técnico Forense) *


Br. Quím. Ana Pérez
Lic. Sandra Sóñora

MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CULTURA

Lic. Alvaro Mones (Museo Nacional de Historia Natural y Antropología)

OTRAS INSTITUCIONES

Dr. Antonio Marcellino (Universidad de Córdoba, Argentina)


Dr. Roberto Oliver (ex Misión de Rescate Arqueológico de Salto Grande)

ii. AGRADECIMIENTOS:

Debemos agradecer muy especialmente el apoyo de la División Jurídica de la


Universidad de la República, en particular a la Dra. Paolino, y a la Dirección Jurídica
del Ministerio de Educación y Cultura, Dres. Benítez, Berbejillo y Morelli.

A todos los participantes que, de forma desinteresada, invirtieron tiempo y


muchas veces, materiales de alto costo.

A los ex Ministros de Educación y Cultura, Dres. Mercader y Guzmán, y al Sr.


Scchiavone.

Al Prof. Dr. Ricardo Ehrlich , al Consejo de la Facultad de Ciencias, y al


personal de ATGen. Al personal del LOBBM, Facultad de Medicina.

Al Sr. Rodolfo Martínez Barbosa y demás integrantes de INDIA.

Al Prof. Renzo Pi Hugarte, al Prof. Mena Segarra, a Dra. María Cátira


Bortolini, al Dr. L. Leonel Cabrera y al Dr. P.C. Hidalgo.

A la Dra. Michèle Nespoulet (Museo de Historia Natural de París)

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PARTE 1: ASPECTOS PRELIMINARES:

1.1 Del convenio y los plazos

El presente estudio se realizó en el marco de un convenio realizado entre el


Ministerio de Educación (MEC) y Cultura y la Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Educación (FHCE), Universidad de la República, suscrito por el Ministro Dr.
Antonio Mercader y el Rector, Ing. Rafael Guarga, respectivamente. Fue firmado en
agosto de 2002.

El Convenio establecía que el estudio de los restos se debía realizar en cinco


días de trabajo con los mismos, y el informe se presentaría un mes después de
finalizado éste Quedaba excluido del plazo el análisis molecular, previsto en el
convenio, ya que el Laboratorio de la Sección de Antropología Biológica donde se
realizaría la extracción de ADN estaba fuera de servicio por dificultades con la red
eléctrica del edificio ajenas a nuestra voluntad. Asimismo, dado que los restos del
cacique Perú habían sido procesados (descarne) para su análisis y prolongada
exhibición por medios que desconocemos, no había certeza de que se pudiera
recuperar ADN, ni en que plazo se lograría efectuar el análisis en caso de lograr la
extracción dadas las dificultades técnicas que presenta el ADN degradado (antiguo).

Durante el comienzo, el trabajo se vio retrasado por trabas impuestas por uno
de los grupos de descendientes de indígenas, la Asociación de Descendientes de la
Nación Charrúa (ADENCH). Los asociados a esta institución realizaron tres
denuncias penales, de las cuales solo se hizo lugar al Recurso de Amparo. En
Primera Instancia, la Juez actuante desestimó dicho recurso. Posteriormente,
llevado al Tribunal de Apelaciones, también éste la desestimó. Es interesante el
contenido de esta Sentencia Definitiva , dictada por los Ministros del Tribunal de
Apelaciones Dres. B. Minvielle, S. Klett, y J.C. Chalar, en la cual se señala entre
otros puntos que “la pretensión movilizada resulta revestida de una mera defensa de
la legalidad (ley No. 17256) sin la expresión de la afectación de un interés directo,
personal y legítimo de la Asociación accionante... ". La sentencia señala que dicha
ley menciona el interés general, siendo “la repatriación de los indios charrúas en
defensa y protección del patrimonio histórico-cultural de la Nación y no de un grupo
particular” Más aún, fundamenta a favor del interés general, “que sin desconocer el
derecho a la paz sepulcral, habilita los estudios de carácter científico que permitan
forjar - sin ataduras, sin secretos y sin misterios - la identidad de nuestro pueblo a fin
de poder echar los cimientos para edificar nuestro destino futuro" (Sentencia
Definitiva de Segunda Instancia, 12 de diciembre de 2002).

Asimismo, en la demanda constan algunas frases vertidas por quienes solicitan


el Amparo, los miembros de ADENCH, como por ejemplo, que “los restos ya fueron
analizados antes” y que “nada surgirá de nuevo en este momento”, lo cual ignora los
avances de la ciencia de los últimos 70 años. Debe, sin embargo, que contra esta
clara voluntad en contra de los estudios de los miembros de ADENCH, otras
organizaciones de descendientes de indígenas, como la Integradora de
Descendientes de Indígenas Americanos INDIA, tuvo en todo momento una postura

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diferente apoyando las investigaciones, e incluso, honrándome en lo personal con
el premio Identidad del año 2003.

Por lo expuesto, unido a algunas desinteligencias con los funcionarios de la


Intendencia Municipal de Montevideo quienes debían permitir el acceso al Panteón
Nacional, el trabajo se retrasó en gran medida. Luego de una única visita que se
produjo en el mes de julio (previo a las denuncias) y una segunda en el mes de
octubre luego del primer juicio, a lo que se unió el receso del mes de enero de 2002,
recién logramos trabajar en forma continua en febrero de 2003. El estudio dentro del
Panteón se realizó en seis días, los dos primeros dedicados a retirar los alambres,
mariposas, tornillos, y el fierro central que mantenían unidos los huesos del cacique
Perú, lo cual se realizó en la medida de que no se produjeran roturas en el
esqueleto (en vistas de esto, algunos de los huesos –como la parrilla costal en su
totalidad- continúan unidos por alambres); este ensamblado del esqueleto,
seguramente con fines de exhibición, databa del siglo XIX, databa probablemente
de una fecha cercana a la muerte de Perú. El informe preliminar (es decir, de todos
los estudios exceptuados el del ADN, estuvo pronto a fines del mes de abril de ese
año).

El 19 de mayo de 2004, el Parlamento aprobara Ley 17.767, cuyo texto dice:


“prohíbese [...] la realización de experimentos y estudios científicos en los restos
humanos del Cacique Vaimaca Perú". Dicha Ley no afectó nuestra investigación ya
que como se indicó, los restos fueron analizados entre fines de 2002 y comienzos
de 2003, a lo que debe agregarse que las extracciones de ADN, que implican
manipulación de restos seleccionados, fueron realizadas en el correr del año 2003.
Sin embargo, es de lamentar que dicha Ley se aplique a posibles estudios a realizar
en el futuro con técnicas que hoy no existen (o incluso, algunas que no se pudieron
utilizar como la realización de tomografías, al no existir en nuestro país equipos
portátiles, puesto que de acuerdo al convenio MEC/FHCE, no estaba permitido
sacar restos del Panteón). Estas nuevas técnicas tal vez pudieran arrojar más luz
sobre las condiciones de vida y las posibles vinculaciones con otros indígenas, del
único indígena charrúa del cual tenemos restos óseos (tómese en consideración
que recién en 1988 fue extraído y analizado ADN antiguo humano, a partir de un
cerebro prehistórico (Pääbo et al. 1988).

Por último, debe señalarse que el análisis de ADN, si bien como se indicó no
estaba preestablecido un plazo, tomó más tiempo de lo esperado. Las demoras se
debieron principalmente al deterioro que presenta el ADN de Vaimaca Perú
(producto de las maniobras que llevaron a preparar sus restos apr ala exhibición en
Paría), lo cual dificultó el análisis: El ADN debió ser cortado en fragmentos
pequeños para poder replicarlo y estudiarlo, y los estudios repetidos varias veces
hasta alcanzar resultados confiables que permitieran un diagnóstico seguro, lo cual
se logró finalmente en el mes de setiembre de 2004. Queda sin embargo el análisis
de un tramo de ADN que se ha visto complicado, y en el futuro se espera que
puedan realizare éste y algunos otros análisis complementarios a partir del ADN ya
extraído.

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1.2 Objetivos

En el Convenio se establecía, como objetivo general, analizar los restos


esqueletarios del cacique charrúa Perú, únicos de los cuales conocemos la
adscripción étnica y algunas características de su vida, con el fin de mejorar
nuestro casi nulo conocimiento acerca de la etnia charrúa y de sus condiciones de
vida a comienzos del siglo XIX.

Los Objetivos particulares eran los siguientes:

• asegurar la identidad de los restos llegados a Uruguay;


• inventariar los restos;
• realizar estudios con fin a confeccionar su "historia de vida" (estado sanitario,
enfermedades, traumas, causas de la muerte, alimentación, costumbres);
• analizar datos moleculares (ADN mitocondrial y cromosoma Y) para determinar
su origen étnico;
• analizar datos métricos, no métricos, y genético-moleculares, a fin de poder
relacionarlo con indígenas prehistóricos del Uruguay y con otros grupos
indígenas de la región
• discutir la información publicada previamente;
• aplicar los mismos métodos utilizados para el estudio de poblaciones
prehistóricas del Uruguay (determinación de sexo, edad al morir y estatura) con
el fin de determinar su aplicabilidad a poblaciones del nuestro país;
• vincular pobladores actuales de nuestro territorio con el cacique Perú.

Es importante destacar que todos los objetivos fueron cumplidos, utilizando los
métodos y técnicas que se poseen actualmente, y de acuerdo a las restricciones
planteadas por el Convenio (los restos del cacique debían ser analizados en el
Panteón Nacional, a excepción de las muestras tomadas para la extracción de
ADN).

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PARTE 2: INTRODUCCION

2.1 El origen de los indígenas americanos.

Una breve revisión de este tema puede colaborar a la comprensión con


relación al origen, o posible origen, de Vaimaca Perú, puesto que existen diversos
enfoques acerca de las etnias, o incluso según algunos autores, “razas” indígenas
americanas.

A comienzos del siglo XX predominaba la idea del “American homotype”,


planteada por A. Hrdlicka en varios de sus trabajos, quien sostenía la
homogeneidad de los indígenas americanos, todos ellos de origen mongoloide y
llegados a América desde Siberia, por el estrecho de Bering, en tiempos
relativamente recientes (no más de 12.000 años) (en Crawford, 1998).

Casi simultáneamente a los trabajos de A. Hrdlicka, los detractores de la idea


de la homogeneidad de los indígenas plantearon la existencia de poblaciones
diferentes, tanto en sus características somáticas (morfológicas) como en las
culturales. La heterogeneidad era explicada con base en diferentes oleadas
poblacionales que tenían, a su vez, diversos orígenes fuera de América, y que
habrían llegado por diversas vías a nuestro continente. Más allá de la validez de la
combinación de rasgos culturales y biológicos, muy cuestionada, debe resaltarse
que las tipologías elaboradas (que se relacionaban con las oleadas) estaban
basadas en una amplia gama de características físicas observables y cuantificables,
y por lo tanto reflejan, o pueden reflejar, relaciones de similitud entre grupos
humanos de América. Debe resaltarse que para el este y sur de América del Sur,
Imbelloni (1938), quien se basaba en trabajos previos de E. von Eickstedt, proponía
cuatro oleadas poblacionales: fuéguidos, pámpidos, láguidos y amazónidos, cada
una con características físicas bien definidas (figura 1); este modelo que fue
aplicado al Uruguay (Muñoa 1954, 1965). De acuerdo con Imbelloni (1957), los
pámpidos se ubicaban al este de la cordillera andina ocupando un hábitat diverso
que abarcaba por el norte, el bosque y sabana chaqueños, incluyendo un foco en el
Mato Grosso, continuando hacia el sur por pampas y estepas hasta el extremo
meridional de América del Sur.

Pocas décadas más tarde, surge una teoría que rápidamente se convierte en
paradigmática. Esta teoría, conocida como de las “tres oleadas”, sintetiza trabajos
provenientes de distintos campos del conocimiento: la lingüística (Greenberg), la
morfología dentaria (Turner), y la genética (Zegura), planteando la llegada a
América por Bering de tres oleadas poblacionales, todas ellas de origen
mongoloide: amerindia (entre 9.000 y 11.000 años, o incluso más), na-dene (4.700 a
9.000 años), y aleuto-esquimal (4.000 años) (Greenberg et al. 1986). A América del
Sur solamente habría llegado la primera de estas oleadas (la amerindia), lo cual
significa que el total de la variabilidad de los indígenas sudamericanos dependería

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de los procesos evolutivos ocurridos dentro del continente. Sin embargo, es
necesario señalar que, en especial las fechas de ingreso de las oleadas, fueron muy
discutidas ya desde el momento de publicación. Un año antes, por ejemplo, Williams
y cols. (1985) habían planteado un modelo también de tres oleadas, pero la primera,
denominada paleoinida, habría ingresado al continente americano desde Asia, entre
16.000 y 40.000 años.

Figura 1. Detalle del mapa publicado por Imbelloni (1957:70) donde se muestran las
“oleadas poblacionales” llegadas a América del Sur. Nótese que el Uruguay estaría
principalmente ocupado por pámpidos, estando láguidos, amazónidos y fuéguidos
en regiones adyacentes.

Asimismo, algunos estudios de la misma época y posteriores mencionan una


posible base poblacional no mongoloide; por ejemplo, los trabajos de Neves,
basados en morfología craneana, plantean un poblamiento inicial no mongoloide,
originado en Africa y más similar a poblaciones australianas que a las asiáticas
(Neves y Pucciarelli 1991, Powell et al.1999).

La extensión de los estudios moleculares, en particular del ADN mitocondrial


(ADNmt), a diversos temas con relación a las poblaciones humanas, trae nueva luz
al tema. Los trabajos iniciales de Schurr y cols (1990) y Torroni y cols. (1992)
establecieron nuevamente la homogeneidad de los indígenas americanos y,
coherentemente con el modelo de Greenberg y cols. (1986) planteron tres, o a lo
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sumo, cuatro, oleadas poblacionales (manteniéndose la idea de que sólo una de
ellas, la primer oleada, habría ocupado América del Sur). Estos investigadores
señalan la existencia en América de solo cuatro haplogrupos mitocondriales
fundadores, que denominan como A, B, C, D, y que serían los únicos presentes en
amerindios. La primer oleada portaría estos cuatro haplogrupos, o al menos, tres de
ellos, y tendría una cronología aproximada a los 30.000 años

En la actualidad, y pese a que hay una gran cantidad de trabajos acerca de


poblaciones indígenas actuales, de poblaciones mestizadas, e incluso, de indígenas
históricos y prehistóricos, continúa la polémica acerca de la cantidad de oleadas
poblacionales y el origen de las mismas, si bien se acepta que el mayor (o único)
aporte provino del este de Asia. Asimismo, se discute si solo hubo cuatro
haplogrupos fundadores (todos ellos ya presentes en la primer oleada), o si hubo
más de cuatro y desaparecieron.

2.2 Los estudios de ADN mitocondrial en poblaciones indígenas actuales,


prehistóricos, y poblaciones híbridas (mestizadas).

2.2.1 Características generales del ADN

El ADN (ácido desoxirribonucleico) constituye el material hereditario de los


seres vivos. En el ser humano la gran mayoría se encuentra en los cromosomas, en
el núcleo de las células, por lo cual se lo conoce como ADN nuclear; los
cromosomas, que se heredan por vía materna y paterna, poseen cada uno una
molécula de ADN (muy similar cuando se trata de cromosomas del mismo par). Se
conoce el orden (secuenciación) de las aproximadamente 3.000.000.000 bases1
que componen este ADN gracias al proyecto internacional de estudio Genoma
Humano.

A diferencia del ADN nuclear, existe otro ADN, el mitocondrial (ADNmt), que
es una molécula presente en las mitocondrias del citoplasma de las células. Dado
que el ser humano tiene cientos de mitocondrias en cada célula, y cada mitocondria
tiene varias copias de la misma molécula, existen miles de copias de cada una de
estas moléculas en lugar de las solo dos copias que hay de ADN nuclear. Es por
esto que la posibilidad de encontrar ADNmt en restos antiguos es mucho mayor que
cuando se busca ADN nuclear. Las moléculas de ADNmt son pequeñas, teniendo
en el ser humano aproximadamente 16.569 pares de bases, y se conoce la totalidad
de la secuencia desde hace más de dos décadas gracias al trabajo de Anderson y
cols (1981), lo cual ha permitido analizar las diferencias en la secuencia entre
individuos y poblaciones. Es importante destacar que el ADNmt se transmite
exclusivamente por vía materna (madre a sus hijos, y así sucesivamente, ya que
las mitocondrias y otras estructuras que están en el citoplasma de la célula integran
el óvulo y no el espermatozoide), es decir que no ocurre como en el caso del ADN
nuclear, recombinación entre materiales maternos y paternos. Además, la tasa de

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El ADN, tanto nuclear como mitocondrial, está formado por bases nitrogenadas unidas por
puentes de hidrógeno, con enlaces dobles (Adenina y Timina) o triples (Citosina y Guanina),
constituyendo una doble cadena, por lo cual se habla de pares de bases.
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mutación es aproximadamente 10 veces mayor que la del ADN nuclear, por lo cual
la variabilidad entre individuos y poblaciones es mucho mayor.

El ADN mt tiene dos regiones: la genómica, que es la mayoría, donde se


encuentran los genes que codifican para diversas funciones de la mitocondria o de
la célula (conocida por región genómica o codificante), y donde se encuentran pocas
mutaciones, y las regiones hipervariables I y II, agrupadas en una pequeña zona
conocida como D-loop, o bucle (en azul en la parte superior de la figura 2), donde la
tasa de mutación es mayor y existe gran variabilidad. El hecho de que no se
produzca recombinación permite hablar de haplogrupos (término acuñado para
hablar de genes que, al estar muy cercanos, pasan en bloque a sus descendientes
sin que haya combinación de genes paternos y maternos). En el caso de ADNmt,
todos los genes, y regiones entre éstos, pasan también en bloque, por lo que una
vez aparecida una mutación, todos los descendientes de esa misma línea la
tendrán. La variabilidad se producirá por acumulación de mutaciones, esto es, que
a la mutación inicial se agregarán otras. Sin embargo, como se indicó, son escasas
las mutaciones en la región de los genes (genómica) del ADNmt, por lo que se ha
determinado que todas las poblaciones que existen en el mundo actualmente tienen
aproximadamente 15 haplogrupos distintos, siendo el resto, variaciones dentro de
esos haplogrupos, lo cual puede ser denominado, a nivel individual, como haplotipo

F T
DEAF 1555 D-Loop
V 12s
rRNA Cyt b LHON 14484
0
P

LDYS 14459
16s E ND6
rRNA
America A
MELAS 3243
L

ND5
LHON 3460 ND1 America C
Africa L
I Q
L
ADPD M S
America D H
4336
ND2
ND4
AN
Europe H Asia F
C
W Y LHON 11778
America B, ND4L

Asia B ND3
R
COI S COIII G
ATPase6
COII

D
K

MERRF 8344 ATPase8 NARP 8993/Leigh’s 8993


©Shamkant B. Navathe
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Figura 2: estructura del ADN mitocondrial con ubicación de los genes. En la zona
interna están marcados los principales haplogrupos (europeos, asiáticos,
americanos, africanos). En azul, la región hipervariable o D-loop (MITOMAP:
www.mitomap.org/)

Se ha visto que, a cada mutación en la región genómica, que determina el


haplogrupo (por ejemplo, el haplogrupo A, de origen amerindio, dado por una

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mutación en la posición 663, siguiéndose para el numerado de las posiciones la
secuencia de referencia publicada por Anderson y cols. en 1981) le corresponden
otras mutaciones en las regiones hipervariables. Dado que la zona hipervariable
muta con mayor velocidad, pueden existir casos de mutaciones reversas (es decir,
en forma opuesta a la primer mutación), por lo cual no siempre se encuentra el total
de las mutaciones asociadas al haplogrupo en esta región. Esta característica de
poseer mutaciones tanto en la región genómica como en la hipervariable lleva a que
se realicen, en su mayoría, dos tipos de estudios del ADNmt: identificación de
mutaciones en la región genómica a partir de polimorfismos de longitud de los
fragmentos de restricción (RFLPs), y secuenciación de las regiones hipervariables.

El primero consiste en replicar (por la técnica de PCR) una pequeña región


del ADNmt (en general, unas 200 pares de bases) y digerirla con una enzima de
restricción específica que tiene la capacidad de cortar la cadena de ADN al
reconocer una determinada secuencia de bases; puesto que se conoce la secuencia
y el lugar de cada mutación, se sabe cuál es la enzima adecuada que puede
reconocer la mutación buscada. Luego, se analiza si existe o no la mutación por
pérdida (fragmento único) o ganancia (dos fragmentos) de un sitio de restricción o
corte reconocido por la enzima. En un único caso, el haplogrupo B, la técnica se
aplica sin necesidad de digerir con enzimas, puesto que existe un haplogrupo cuya
característica consiste en la pérdida de un segmento de 9 pares de bases por lo
cual es posible observar directamente el largo de los fragmentos.

El método de RFLPs fue utilizado para identificar las mutaciones que llevaron
a definir posteriormente los principales haplogrupos fundadores de indígenas
americanos, denominados A, B, C, y D (tabla 1). Si bien, como se indicó, se discute
la cantidad de haplogrupos fundadores, se acepta que al menos el 90% (y en
América del Sur, el 100%) de los indígenas actuales pertenece a uno de eso cuatro
haplotipos.

Haplogrupo Sitio Enzima


A 663 (ganancia) HaeIII
B Deleción 9 pb ------
C 13259 (pérdida) HincII
D 5176 (pérdida) AluI

Tabla 1: mutaciones características de los haplogrupos fundadores amerindios del


ADNmt que se determinan por RFLPs, de acuerdo a Torroni y cols. (1992). Nótese
que en el primer caso se trata de una ganancia de un sitio de corte, por lo cual de
existir la mutación se observarán dos fragmentos, y en los dos últimos, pérdida, por
lo cual habrá un fragmento en lugar de dos. El haplogrupo B se identifica porque el
fragmento total replicado tendrá 9 pares de bases menos que los de otros
haplogrupos.

El otro modo frecuente de estudio del ADNmt es por secuenciación de las


regiones hipervariables (HVR) I y II, que como se indicó tienen una tasa de mutación
mayor que en el resto del ADNmt. La mayor parte de los estudios se refieren a la
región I (HVRI), que abarca, de acuerdo a la secuencia de Anderson y cols. (1981)

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las bases entre las posiciones 16051 y 16365. Se ha visto que determinadas
mutaciones de estas regiones se relacionan a los haplogrupos determinados por
RFLPs (tabla 2) (Torroni et al. 1993).

Haplogrupo Posición/mutación
A 16111T
16223T
16290T
16319A
16362C
16519C
B 16189C
16217C
C 16223T
16298C
16325C
16327T
D 16223T
16325T
16362C
Tabla 2: Haplogrupos fundadores amerindios y mutaciones asociadas en la región
hipervariable I, según Forster y cols. (1996). Las posiciones corresponden a la
secuencia de referencia (Anderson et al., 1981). En todos los casos se trata de
transiciones, que son las mutaciones más frecuentes. Se indica la posición y la base
que resulta luego de la transición: A: adenina, C: citosina, G: guanina, T: timina.

Es interesante señalar que las mutaciones consideradas como típicas de un


haplogrupo determinado (Tabla 2), se presentan en la mayoría de los indígenas de
ese haplogrupo. Esto es, aquellos indígenas con haplogrupo A, tendrán las
mutaciones en las posiciones 16111, 16223. 16290, etc., mientras que los que
tienen haplogrupo C tendrán aquéllas en 16223, 16298, 16325, y 16327. Sin
embargo, hay otras mutaciones, raras, que se agregan a las típicas del haplogrupo y
que se han observado en uno o pocos individuos, definiendo como se señaló,
haplotipos particulares.

En los últimos años, la posibilidad de estudiar restos de poblaciones extintas


se ha ampliado considerablemente, incluyendo restos de gran antigüedad como es
el caso del material genético de Neandertales (30.000 a 90.000 años antes del
presente), con lo que se ha puesto en discusión, nuevamente, su ubicación
filogenética (Krings et al. 1997, 1999; Ovchinnikov et al. 2000).

2.2.1 Los estudios de ADN mitocondrial en poblaciones indígenas y


mestizadas.

Los estudios en indígenas americanos son muy numerosos, tanto por RFLPs

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como por secuenciación. Incluso, existen algunos estudios sobre restos
esqueletarios o momificados prehistóricos, donde se ha visto que los cuatro
haplogrupos fundadores previamente mencionados aparecen en la mayor parte de
los restos analizados, correspondientes a las siguientes culturas y restos: cultura
Oneota de Illinois (Stone y Stoneking, 1993, 1998); momias chilenas (Bailliet et al.
1993); individuos de las culturas inca y chinchorro del norte de Chile y Perú; del sitio
Fort Ancient de Virginia y de la cultura maya de Honduras (Merriwether et al. 1994);
de individuos del sitio Fremont de Utah (Parr et al. 1996); amerindios prehistóricos
de Colombia (Monsalve et al., 1994, 1996) y de Nevada (EEUU) (Kaestle 1997).
Estos haplogrupos, sin embargo, están ausentes en un cerebro de 7000 años de
antigüedad hallado en un pantano de Florida, EEUU (Pääbo et al. 1988), lo cual
también fue notado por otros investigadores que encontraron, además de los
haplogrupos fundadores, otros haplogrupos (Stone y Stoneking, 1993; Monsalve et
al., 1994, 1996; Parr et al., 1996).

En un estudio reciente realizado a los habitantes prehistóricos del este del


Uruguay, concretamente, de restos esqueletarios encontrados en el cerrito CH2D01-
A, en el Departamento de Rocha, pudimos determinar que 3 individuos tenían el
haplogrupo mitocondrial C, y uno, el haplogrupo B (Bertoni et al., 2004). Si bien
hasta el momento no se ha secuenciado el total de la HVRI, las mutaciones
encontradas y el haplogrupo correspondiente pueden verse en la tabla 3.También
se incluye un quinto individuo, del sitio de Isla Larga (CG14EO1), quien todavía no
ha podido ser asignado a ningún haplogrupo (solo se secuenciaron 90 pares de
bases de las cerca de 400 que componen la HVRI).
______________________________________________________________
Sitio Individuo Haplogrupo Mutaciones
CH2D01-A 13A: C 16223,16288,16298,16325, 16327.
CH2D01-A 13B: B 16217
CH2D01-A 19A: C 16223, 16250, 16298,16325, 16327
CH2D01-A 20: C 16223,16288,16298,16325, 16327
CG14E01 9: ¿? 16212
_______________________________________________________________
Tabla 3: se indican las posiciones de las mutaciones presentes en los restos
esqueletarios de individuos del este del Uruguay. Nótese que los individuos 20
(femenino) y 13A (masculino) tienen mutaciones idénticas, lo que muy
probablemente indica relación de consanguinidad. (Bertoni et al 2004). Se subrayan
las mutaciones raras, esto es, que no han sido descriptas como relacionadas al
haplogrupo. Las 5 muestras fueron secuenciadas a partir de la base 16193; las
muestras 13B y 9 fueron secuenciadas solo hasta la base 16290, lo cual dificulta la
asignación del haplogrupo.

Una somera revisión de la información con relación al ADNmt en poblaciones


actuales, indígenas o híbridas (mestizadas), muestra que existe variabilidad en
cuanto a la frecuencia de los cuatro haplogrupos principales: Por ejemplo, y dentro

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de la región de la Cuenca del Plata, los indígenas Guaraníes de sur de Brasil, tienen
una clara preponderancia del haplogrupo A (aproximadamente 90%) y ausencia del
B (Marrero, 2003), mientras que los guaraníes de Misiones (Argentina) también
tienen alta frecuencia del haplogrupos A, aunque compartida con la del D, y
presentan también haplogrupo B aunque en baja frecuencia (Diez, 2004). Muestras
del sur de Brasil (población en general) y afro-brasileños de Porto-Alegre presentan
alta frecuencia de los haplogrupos B y C (en el primer caso, también del A),
mientras que Bagé y Alegrete presentan alta frecuencia de A, y también de D y C, a
diferencia de los guaraníes del área (Bortolini et al 1997, Alves-Silva et al 2000,
Marrero 2003). Moraga y cols. (2000) señalan que se observa un aumento de C y D
hacia el sur del continente, concomitantemente con la disminución de A y B, pero
esto no parece apoyado por los estudios del sur de Brasil mencionados, ni tampoco
por estudios realizados en Argentina: por ejemplo, en el Gran Chaco, Demarchi y
cols. (2001) encuentran alta frecuencia de B y D, mientras que Goicoechea y cols.
(2001) determinan alta frecuencia de D en Tobas del Chaco y alta frecuencia de B
en Mapuches del sur de Argentina (tabla 4).

Haplogrupos (%)
Población Lugar N A B C D Referencia
Guaraní-Mbyá Argentina, Misiones 62 43 15 2 41 Diez 2004
Guaraní-Mbyá Argentina, Misiones 44 50 32 8 8 Altuna, 2003
Guarani Ñandeva Brasil, sur 127 86 0 7 7 Marrero 2003
Guarani Kaiowá Brasil, sur 90 91 0 1 8 Marrero 2003
Chaqueños, Argentina, Chaco 58 12 41 3 40 Torroni et al 1993,
2 poblaciones Demarchi et al 2001
Chaqueños, Argentina, Formosa 111 12 48 19 25 Demarchi et al 2001
3 poblaciones
Chaqueños, Argentina, Salta 71 8 61 6 23 Bianchi et al 1995
2 poblaciones
Fueguinos, Argentina, Tierra del 45 0 0 42 56 Lalueza et al 1997
4 poblaciones Fuego
Tehuelche Argentina, Patagonia 29 0 21 24 55 Goicoechea et al 2001
Mapuche Argentina, Patagonia 97 8 34 22 28 Goicoechea et al 2001
Aonikenk Argentina, Patagonia 15 0 0 27 73 Lalueza et al 1997
Mapuche Chile, sur 111 0 7 44 49 Moraga et al 2000
Pehuenche Chile, sur 105 3 10 41 46 Moraga et al 2000
Yahaan Chile,Tierra del Fuego 21 0 0 48 52 Moraga et al 2000
Tabla 4: Resumen de la frecuencia de haplogrupos amerindios en poblaciones de la región.
Nótese la elevada frecuencia del haplogrupo A y casi ausencia del haplogrupo C en
indígenas Guaraníes .

En las poblaciones ya estudiadas de Uruguay (Tacuarembó, Cerro Largo,


Montevideo, y la uruguaya en general), cuando se consideran solamente los
haplogrupos de origen indígena (que en el caso de Tacuarembó llegan a ser el 62%
del total), predominan los haplogrupos B y C (33% o más de los haplogrupos
14
indígenas), siendo escasos los haplogrupos A y D (Sans et al. 2002, Gascue et al.
2003, Bonilla et al. 2004, Pagano 2004, y datos sin publicar) (tabla 5).

Región % % por haplogrupo


haplogrupos
amerindios A B C D Referencias
NORDESTE
Tacuarembó 62 21 34 32 13 Bonilla et al 2004
Cerro Largo 36 22 36 33 8 Sans s/publicar
Melo (afro-descend.) 24 17 21 62 0 Bravi et al 1997
Nordeste 55 0 41 41 18 Pagano 2004
SUR
Montevideo 22 36 32 18 14 Gascue et al 2002
Sur 34 6 53 29 12 Pagano 2004
CENTRO+LITORAL 26 14 43 14 29 Pagano 2004
TOTAL 19 35 35 11
Tabla 5: Resumen de la frecuencia de cada haplogrupo amerindio en la población
actual del Uruguay; se señala también el porcentaje de haplogrupos amerindios (A,
B, C, D) en el total.

2.3 Los charrúas en el contexto de indígenas sudamericanos

Con relación al poblamiento de América, y más precisamente de la región


sudeste de América del Sur, surgen las preguntas de quiénes eran los charrúas,
cuál era su origen, y cuál era su relación con otros grupos que poblaban la región.
Se debe al respecto tomar en consideración que el concepto de grupo étnico, o
etnia, se refiere a “grupos sociales formados históricamente, que desarrollan y
mantienen una identidad social común, es decir que forman un “nosotros” social que
perdura por tiempos históricos normalmente muy largos, a partir de una historia
común, de una convivencia que hace posible la reproducción del grupo y su
permanencia a lo largo del tiempo” (Bonfil Batalla, 1993: 196). Sin embargo, algunos
autores sostienen que existe relación de la etnia con la “raza”, es decir, aceptan que
los integrantes de una “etnia” posee determinadas características biológicas
producto del aislamiento, geográfico o reproductivo: Como marco teórico, en este
estudio se considerará que si bien puede eventualmente establecerse una relación
entre una etnia y determinadas características biológicas, esto no es siempre cierto;
más probablemente, varias etnias compartan rasgos biológicos similares por
provenir de un ancestro común o por entrecruzamientos.

En el momento del contacto ibérico, las tierras del actual territorio uruguayo
estaban ocupadas por indígenas, en su mayoría de las parcialidades de origen
pampeano-chaqueño, como la charrúa y minuana (incluidos algunos grupos
menores como yaros y bohanes), a las que se sumaban grupos guaranizados,
como chanáes y arachanes. La macro-etnia charrúa ocupaba la mayor parte del
territorio, posición que se basa, entre otras, en la postulada por Alcides de
D´Orbigny en 1839 al referirse a la “nación charrúa” (Cavellini 1987; Cabrera 1992,

15
Pi Hugarte 1993). Con relación a los arachanes, nada se sabe, ya que solamente
aparecen mencionados por Ruy Díaz de Guzmán en 1602; serían guaraníes y
posiblemente habitaran más al norte de nuestro territorio actual (Bracco 1998, PI
Hugarte 1993). En cuanto a los chanáes, de los cuales había varios grupos (entre
ellos, Chaná-mbeguá y Chaná-timbú) habitaban el bajo curso del río Uruguay así
como diversas áreas bajas de la actual Argentina (Pi Hugarte 1993). Hay pocas
referencias a ellos durante la época colonial, siendo tal vez el aspecto más
destacado, la fundación de la reducción de Santo Domingo, primero en territorio
argentino y posteriormente mudada al lado uruguayo (Aguilera et al. 1995). Por
último, los establecimientos de los guaraníes eran esporádicos en tiempos
prehistóricos, siendo que su ingreso mayoritario ocurrió en tiempos históricos;
inicialmente ocuparon las costas de los grandes ríos.

Recientemente, y en contra a la posición que ha primado hasta el momento,


el investigador D. Bracco (1998) señala que la presencia charrúa es tardía, siendo
los guenoas quienes ocuparían la mayor parte del territorio en época colonial, y
también prehistórica puesto que serían los descendientes de los constructores de
los “cerritos” del este del país. De acuerdo con Bracco, durante el período de
conquista y colonización, los guenoas o minuanes (siendo este último el nombre
utilizado por los españoles para referirse al mismo grupo) habrían ocupado la región
comprendida entre Montevideo, San Borja (sobre el río Uruguay, al norte del Ibicuy)
y Rio Grande, cercano a la costa atlántica del Brasil. Por otra parte, siempre
siguiendo a Bracco, los charrúas (incluidos yaros y bohanes) ocuparían la región
entre los ríos Uruguay y Paraná y también las costas de ambas márgenes del Río
de la Plata. A mediados del siglo XVIII, y causado por la fundación de la reducción
de Cayastá (1750) a la cual muchos charrúas son llevados a la fuerza, los charrúas
pasan definitivamente al lado oriental del río Uruguay; otros muchos lograron
amparo en Yapeyú (cercana a los ríos Ibicuy y Uruguay). Charrúas y guenoas se
coaligarán en la Guerra Guaranítica (1754-1756), apoyando a los guaraníes
misioneros (Bracco 1998). Ya en el siglo XIX, son más las referencias a charrúas
que a guenoas (o minuanes) en el territorio uruguayo, y posiblemente, estén unidos
en la región centro-norte del país. Es bien conocida la vinculación de los charrúas
con Artigas (Acosta y Lara 1951, 1989, entre otros), así como el hecho de que
fueron perseguidos en diversos momentos, en especial luego de la independencia
del Uruguay.

Con relación a la construcción de los “cerritos”, es interesante destacar que,


antes que D. Bracco, ya los investigadores brasileños postulaban que habrían sido
construidos por los minuanes, vinculados con la tradición cerámica Vieira y bien
diferenciados de los kaingang del planalto y de los guaraníes de los bosques
ribereños, concluyendo que las culturas de los campos del sur del Brasil se
relacionan más con las tradiciones platinas que con las brasileñas (entre otros,
Schmitz et al 1991). Esta última hipótesis ha sido debatida por los arqueólogos
uruguayos. Debemos concluir que hasta el momento no resulta claro quién o
quiénes fueron los constructores, máxime si se considera que muchos de éstos
tienen más de 3000 años de antigüedad, De hecho, la adjudicación de sitios
prehistóricos a etnias históricas no es posible, excepción hecha de aquellos sitios

16
donde es posible encontrar continuidad cultural hasta tiempos del contacto hispano-
indígena.

Son interesantes las fuentes recabadas por Bracco (1998) con referencia a la
esclavitud practicada por los charrúas, quienes habrían tomado esclavos entre las
diversas parcialidades indígenas para venderlos (“rescate”) a los españoles. Señala
Bracco que para obtener indios guenoas, cruzaban el río Uruguay y penetraban en
la Banda Oriental. Esta práctica de captura era practicada por los diversos grupos
indígenas, aunque los charrúas eran quienes la ejercerían con mayor frecuencia.

Con relación al origen de los charrúas (sea de la macro-etnia charrúa, o de la


guenoa) hay dos aspectos que deben ser considerados: la lengua y las
características biológicas. Acerca de la lengua, lamentablemente se conocen pocos
vocablos y frases, muchos de éstos recogidos por Benito Silva en el siglo XIX. En
su Catálogo de Lenguas (1800-1805) Lorenzo Hervás y Panduro aludía a que el
nombre genérico de la lengua debía ser wenoa, o güenoa, la cual sería hablada por
charrúas, minuanes, guenoas y bohanes; todos pertenecientes a la Nación Guenoa,
señalando también que había algunas diferencias entre las lenguas (o dialectos)
habladas por minuanes y charrúas. Actualmente se la considera como rama del
tronco lingüístico macro-panoano, propio de la región chaqueña y de las zona
limítrofe entre Perú, Bolivia y Brasil; se habría hablado en Entre Ríos, Argentina, en
Uruguay y en Río Grande do Sul, Brasil, sin que se posean datos de su historia
(Promotora Española de Lingüística, http:www.proel.org/mundo/charrua.htm).

Desde punto de vista biológico parece más razonable hablar simplemente de


pampeanos, lo que incluiría la macro-etnia charrúa, o macro-etnia guenoa, y otras.
Resulta bastante claro que las características biológicas de los grupos que pueden
incluirse dentro de la macro-etnia charrúa (charrúas, guenoas, minuanes, yaros,
bohanes), parecen presentar cierta homogeneidad –lo cual también se ve en
términos generales, en la cultura-, detectado inicialmente por investigadores como
J. Imbelloni con base en la morfología, y que parecería tenderse a nivel molecular,
al menos por lo que se observa en el ADNmt. De modo opuesto, es sencillo
separarlos de guaraníes, donde las diferencias en ambos niveles parecen ser
bastante notables.

Rivet (1930), en el artículo que revisaremos en el corpus de este trabajo,


adscribe a los charrúas dentro de los grupos patagónidos (equivalente a pámpidos
de la clasificación de Imbelloni (1938)), quienes habrían ocupado desde la
Patagonia hasta el Chaco. Rivet se basa fundamentalmente en el estudio de R.
Verneau, quien realiza mediciones de Tehuelches y Araucanos antiguos y
contemporáneos. Verneau considera separadamente cráneos deformados
artificialmente y no deformados (lo cual aparece confuso, por ejemplo, en la
sistematización de Imbelloni, 1957); considerando solamente los cráneos no
deformados, determina dos tipos: uno que llama platibraquicéfalo, cuyo índice
craneano horizontal para hombres es 81.76, y otro que denomina sub-braquicéfalo,
cuyo índice es 87.71, grupo al cual correspondería Vaimaca Perú. Los valores de este
mismo índice para araucanos antiguos es de 81.52 en Chile, 82.76 en Patagonia, y
83.27 para los araucanos modernos. Resta decir que Verneau explica la braquicefalia

17
de los tehuelches por la araucanización de la pampa, proceso bien estudiado que tuvo
lugar a mediados del siglo XVIII (véase al respecto, por ejemplo, Canals Frau 1935).

En el mismo sentido, Pi Hugarte (1993) retoma la definición de A. de D’Orbigny


al hablar de “raza pampeana”, a la que describe como de estatura media 1.68 m,
forma hercúlea, rostro ancho, nariz corta y chata, boca grande, color moreno oliva o
castaño pronunciado. Similares características fueron dadas por Imbelloni en sus
trabajos ya mencionados (1938, 1957), que define como: “Hombres de estatura alta
a altísima (en el Chaco metros 1.60 a 1.70 los varones, 1.55 las mujeres; en la
Patagonia, 1.73 a 1.83; en Tierra del Fuego, metros 1.73 los varones y 1.60 las
mujeres). Cráneo braquimorfo en los Patagones recientes deformados (Tehuelches
ind. cef. hor. 85) pero dolicomorfo en los restos de las sepulturas antiguas y en los
Ona (ind. Cef. 78 y 79) y luego en todos los pueblos chaqueños (índ. cef. 77 y 78).”
(1957: 84).

18
PARTE 3: ANTECEDENTES DE LOS ESTUDIOS SOBRE VAIMACA PERÚ

3.1 Datos generales sobre el Cacique Perú 2:

Existe diversa información acerca de la vida del cacique Perú, o Vaimaca Perú,
de la que disponemos, en algunos casos contradictoria. No es el objetivo de este
trabajo hacer una revisión exhaustiva de la misma; sin embargo, parte de esta
información es pertinente en esta investigación. Por ejemplo, de los diversos datos
es posible concluir que había nacido aproximadamente en 1780, y que por lo menos
desde 1814 habría luchado del lado del Gral. José Artigas. Posteriormente, habría
estado al servicio del Gral. Fructuoso Rivera quien lo habría puesto al frente de un
grupo de indígenas misioneros en la guerra contra el Brasil. Concluida la Campaña
de Misiones en 1828, 200 lanceros charrúas entre los que estaría Perú, se
separaron del Ejército del Norte regresando a la región central del territorio
uruguayo. En abril de 1831, varios caciques charrúas con su gente, incluyendo a
Perú y su grupo, se reúnen en el Potrero de Salsipuedes a instancias del gobierno
central; allí, Vaimaca es capturado por Bernabé Rivera y conducido a Montevideo
(por una revisión de estos hechos, ver la abundante obra de Acosta y Lara, 1985 y
otros). Es mantenido en cautiverio por el gobierno del Gral. Fructuoso Rivera entre
esa fecha y su partida a Francia el 25 de febrero de 1833. Transportado junto a
otros tres indígenas charrúas en el buque Phaeton, a instancias de M. de Curel
(quien solo tenía el fin de lucrar con la exhibición de los indios), llegó a Francia
(puerto de Saint Malo) el 7 de mayo de 1833 (Rivet 1930)

Su muerte fue, según Rivet (1930), en fecha imprecisa a fines de 1833, sin
que según este autor se supieran las causas del deceso (“fièvre de consumption”,
“mal du pays”)3; tenía aproximadamente 54 años de edad. Posteriormente, J.J.
Figueira señala el hallazgo de la partida de defunción, publicada por Hout (2002), de
acuerdo a la cual la muerte habría ocurrido el 13 de setiembre de 1833, a la edad de
55 años. En conclusión, de los diversos estudios se desprende que Perú solo
habría vivido en Francia cinco meses. Sobre las causas de muerte se ampliará más
adelante, ya que en este estudio se llega a una conclusión acerca de las mismas,
coherente con la nota al pie de esta página.

2
El nombre del cacique es discutido: el investigador uruguayo Pelfort (2002.) sostiene que
no existen referencias al nombre de Vaimaca previas a su viaje a Francia,.lo cual podría ser
un agregado hecho por de Curel para salvaguardar los malentendidos que ocasionaría un
charrúa llamado Perú. En este trabajo utilizaremos indistintamente Perú o Vaimaca.
3
Curiosamente, el investigador francés menciona que la causa de muerte es desconocida. Sin
embargo, a mediados del siglo XIX, numerosa bibliografía refiere a la identidad entre “fièvre de
consumption” y tuberculosis (también llamada, incluso, “mal du pays”). Es nuestra opinión que el
mal estado de salud de Perú, dado por un herida de sable producida en Salsipuedes en algo más de un
año atrás de su muerte, unido al período de cautiverio en el Uruguay, y agravado por las malas
condiciones de vida llevaron a deprimir su sistema inmune; el comienzo de la estación fría en Paris y
el contacto con portadores del Mycobacterium tuberculosis, produjeron la presencia de tuberculosis.
La enfermedad no llegó a afectar el sistema óseo, siendo su desenlace de tipo fulminante, por lo cual
es complejo diagnosticarla en los restos del cacique.
19
El cuerpo del cacique fue transportado al Laboratorio de Anatomía Humana del
Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de París. M. Merlieux realizó un molde
(busto), sobre el cadáver, que fue coloreado (No. 1115 del museo). Hay también un
molde intracraneano (las fotos del busto y del molde fueron publicadas por
Rivet,1930) (la primera, reproducida en la carátula de este trabajo). Su esqueleto
fue catalogado con el No. 6565. Fue exhibido en el Museo del Hombre de París
hasta la década de 1960, y luego conservado en los depósitos de este mismo
Museo hasta su repatriación en 2002.

3.2 Estudios del Cacique realizados en vida durante la estadía en París.

Existen varios antecedentes referentes al estudio de los charrúas llevados a


Francia, en su gran mayoría mencionados en el estudio de Rivet (1930). Entre
estos, el informe de Dumoutier (citado por Rivet 1930), quien tuvo la ocasión de
estudiar vivo al cacique, menciona que Perú había solicitado una entrevista con el
rey de Francia para pedir hombres para volver a América y vengar el honor de su
tribu destruida, y que conocía el español y el portugués. Agrega que era poco
comunicativo, indiferente, digno, de aire indolente e inmerso en una profunda
meditación

Entre las características físicas, Dumoutier señala que medía 1.62 metros,
tenía espaldas anchas, formas pronunciadas de las que se infería gran fuerza.
Describe la existencia de una cicatriz de aproximadamente 25 cm de longitud,
producto de un corte de sable recibido en 1832 [matanza de Salsipuedes, que en
realidad había ocurrido en abril de 1831], la cual estaba relacionada a la fractura de
la 10ª costilla izquierda, y del radio izquierdo [estas heridas serian coincidentes con
el sablazo antes mencionado]. También describe una exostosis de
aproximadamente 18 milímetros de altura y 6 de profundidad, algo debajo de la
parte media de la cresta anterior de la tibia derecha.

El mismo Dumoutier realiza el estudio frenológico del cráneo de los charrúas


[aparentemente, de los cuatro]. Este informe, que aparece completo en el Apéndice
IX de la obra citada de Rivet, incluye variada información general acerca de
charrúas, características físicas observadas por él (como la mención a los ojos,
pequeños, vivos, brillantes, con iris negro, a la nariz, corta, gruesa, ancha en la
base, con narinas grandes, a las cavidades bucal y nasales, grandes, y a los
pómulos y el mentón, prominentes), y la mención particular a peculiaridades del
cráneo de Perú y los otros charrúas llevados a Francia. Con relación a las
observaciones frenológicas, alude a la nuca, saliente, que indicaría, según
Dumoutier, gran desarrollo del cerebelo, y también lo ancho del diámetro transverso
del cráneo a nivel de los temporales, que indicaría un cerebro medio bien
desarrollado. Desmiente algunos escritos previos que señalaban diferentes
capacidades intelectuales para los charrúas, y concluye que el cráneo de ellos, tanto
en su tamaño general, en grosor y espesor, así como su forma, no difiere del de los
europeos.

20
Con relación al color de la piel, hay diversas descripciones dadas por distintos
investigadores e incluso por De Curel, quien llevó a los cuatro charrúas a Francia;
éstas van desde el color cobre rojizo al marrón oscuro. El estudio de Flourens
(citado por Rivet, 1930), se refiere en general al color de la piel de los cuatro
charrúas llevados a Francia, definiéndolo como marrón cobrizo, y señalando que la
piel de Vaimaca y Senaqué era más oscura que la de Tacuabé y Guyunusa (éstos
últimos, más jóvenes, por lo que podría inferirse tal vez presentaban mestizaje).
Asimismo, analiza la estructura de la piel, aunque no queda claro si es la de
Vaimaca o la de Senaqué, llevado a Francia en la misma oportunidad y quien murió
unos meses antes que Perú. Al respecto, concluye que las características
pigmentarias de los indígenas charrúas, en cuanto a la estructura, es similar al de
los negros y mulatos.

3.3 Estudios realizados en el siglo XIX sobre los restos óseos de Perú.

Varios estudios fueron realizados en París poco después de la muerte del


cacique. Entre éstos están los realizados por Morton (1839) quien describe la forma
del cráneo, Vernau (1875) que analiza la pelvis; Pasteau (1879) quien hace
mediciones de la clavícula; y Quatrefages y Hamy (1882) quienes realizan las
medición del cráneo.

Por ejemplo, en el estudio comparado de la pelvis hecho por Verneau (1875)


se señala que ésta difiere de la de otros americanos por un ensanchamiento menos
considerable de la pelvis mayor. La relación entre el diámetro antero-posterior
máximo y el diámetro transverso máximo es idéntica a la de los europeos, y también
la relación altura / ancho, pero se distingue de la de europeos por un
ensanchamiento inferior; la circunferencia superior es algo más angosta que en
europeos. Concluye que en los charrúas las diferencias se observan especialmente
en la región interna de la pelvis: la abertura superior está aumentada de adelante a
atrás; mientras que en la abertura inferior, por el contrario, el aumento se observa
sobre los diámetros transversos. La excavación de la pelvis está limitada por
paredes muy fuertes y más desarrolladas en el sentido vertical, y el ancho de la
pelvis menor está aumentado.

3.4 El estudio de Paul Rivet (1930)

El trabajo de Rivet (1930) es el más completo, y como se señaló, recopila


todos los estudios realizados hasta ese momento. Entre los datos más interesantes
de este estudio podemos mencionar, además de lo ya citado: cráneo con
sinostosis casi total de la región lambdoidea [esto es, cierre casi total de la sutura
parieto-occipital], consecuencia de la edad y/o de, por ejemplo, presión continuada
en esa región por un aparato o almohada dura; hueso nasal desviado hacia la
izquierda, deformación muy visible en el molde; ausencia de los terceros molares en
ambos maxilares; inserciones musculares fuertemente marcadas tanto en el cráneo
como en el resto del esqueleto; cráneo voluminoso, ovoide, poco desarrollado en
altura, netamente braquicéfalo (86.63); cara baja y ancha (euriprosopa); nariz alta y
estrecha (leptorrina). En total, realiza 39 medidas craneales, con base en las cuales

21
estima 12 índices; también mide huesos largos, e incluye las mediciones de la pelvis
hechas por Verneau.

Como se indicó en nota al pie, y curiosamente, señala la causa de la muerte


como desconocida.

El estudio de Rivet concluye afirmando las similitudes del cráneo de Perú con
el de indígenas del sur de Sudamérica (patagones y araucanos), del "tipo sub-
braquicéfalo" de Verneau (Rivet, 1930:64). Agrega incluso que la estatura es similar,
siendo 1.57 m en patagones, 1.64 m en araucanos de Chile continental y 1.60 m en
la isla de Chiloé.

Tabla 6: Capacidad craneana, índices cefálico horizontal, vértico-transversal,


vértico-longitudial, y nasal, del tipo definido como subraquicéfalo, de araucans
antiguos y de araucanos modernos (todos de Patagonia) y de Vaimaca Perú
(tomada de Rivet 1930: 64)

La tabla 6 compara la capacidad craneana, el índice cefálico horizontal4, el


índice vértico-transversal5, el índice vértico–longitudinal6 y el índice nasal7 de Perú
con relación al tipo “patagón sub-braquicéfalo” definido para patagones de la
Argentina; también incluye en la comparación a patagones antiguos y actuales
(mapuches) de la Patagonia. Todos los cráneos mencionados son braquicéfalos
(cráneo corto, según clasificación del índice craneano horizontal), meteinocráneos
(i. vértico-transversal) a excepción del cráneo de Perú que es tapeinocráneo (cráneo
bajo con relación al ancho), e hipsicráneos (vértico-longitudinal)(cráneos altos con
relación al largo) a excepción de los araucanos modernos.

4
índice cefálico horizontal = (ancho del cráneo x 100)
largo del cráneo
5
índice vértico-transversal = (altura del cráneo x 100)
ancho del cráneo
6
índice vértico–longitudinal6 = (altura del cráneo x 100)
largo del cráneo
7
índice nasal = (ancho de la nariz x 100)
altura de la nariz
22
Los índices nasales revelan narices medias a excepción de Perú que, según
indica Rivet, la tendría angosta (leptorrino); sin embargo, las medidas tomadas por
Rivet no arrojan un índice nasal de 45.8 como aparece en la tabla sino de 51.0,
hecho el cálculo con las propias medidas de Rivet ya que el ancho es de 25cm y la
altura, de 48cm (1930: 54 y 56). Por lo tanto, la nariz de Perú sería de tipo camerino
(ancha), de forma coherente con lo indicado para pámpidos y patagónidos (J.
Imbelloni, A. de D’Orbigny), y cercano a los valores de la Patagonia que aparecen
en la tabla 6.

3.5 Estudios posteriores a 1930:

Estos son escasos, y pueden resumirse en dos principales: el primero es un


estudio muy puntual hecho por Puech acerca de la dieta con base en el
microdesgaste dentario (entre otros, Puech, 1978). Concluye que Perú habría tenido
una dieta básicamente carnívora, con partículas abrasivas, esto es, una dieta dura
(con relación a la de los agricultores, quienes preparan sus alimentos en mucho
mayor grado). Como otras evidencias que apoyan su estudio, Puech se refiere a las
inserciones musculares, más marcadas en carnívoros que en vegetarianos, así
como un mayor uso de las superficies oclusales de todos los dientes.

El segundo estudio es el de Soiza, Peirano y Solla (1990) quienes retoman


un estudio sin publicar de Heim, del Musée de l’Homme de Paris, y Badano Repetto,
un médico uruguayo, el cual transcriben, discuten y agregan conclusiones propias.
La publicación de Soiza y colaboradores fue hecha con base al estudio de
radiografías tomadas por Badano Repetto y Heim, en concreto, placas de cráneo
(enfoque basal y lateral), mandíbula (enfoque superior y enfoque frontal), y de tibia y
peroné derechos.

Entre los rasgos que interesa destacar, a nivel del cráneo, Soiza y
colaboradores señalan que las apófisis mastoides son ebúrneas y la silla turca está
agrandada, y que existe un foco grave y bilateral en el sector óseo del aparato
auditivo (sector petro-mastoideo), que supuró y destruyó el hueso en lagunas
(osteitis). En cuanto a la dentición, señalan que en el maxilar superior falta el
incisivo izquierdo, el segundo y tercero derechos, y el tercer molar izquierdo
(pérdida post mortem), así como la escasa abrasión de las piezas dentales [de
hecho, los terceros molares nunca estuvieron presentes, hecho ya señalado en
estudios previos, lo cual se conoce como agenesia del tercer molar; las otras piezas
fueron perdidas durante su estadía en el Museo del Hombre de París, tal como me
fue indicado a la llegada de los restos al Aeropuerto Nacional de Carrasco].
Asimismo, mencionan la fractura de radio y 10ª. costilla del lado izquierdo, ya
referida en estudios anteriores, bien consolidada, probablemente con buen
funcionamiento y cuyo origen habría sido un traumatismo directo (el golpe de sable)
recibido con el antebrazo semi-flexionado (borde radial hacia arriba) y miembro en
abducción ligera.

En cuanto a la lesión de la tibia derecha, mencionada también en estudios


previos, el estudio de Badano Repetto y Heim (según indican Soiza y

23
colaboradores) hacía referencia a su posible naturaleza sifilítica. El estudio de Soiza
y colaboradores no descarta otras posibles explicaciones, por ejemplo, alteraciones
del metabolismo del calcio; mencionan que no pueden indicar si se debe a un
microorganismo específico ya que solo tuvieron al alcance las placas.

De acuerdo a Soiza y colaboradores, el esqueleto de Perú presentaría


facetas supernumerarias en la parte inferior de las tibias, que explican por la
costumbre de sentarse en cuclillas. Encuentran asimismo, evidencias de exostosis
en el omóplato y articulaciones condro-costales, así como numerosos osteofitos en
especial en las últimas tres vértebras lumbares, lo cual haría presumir cierta rigidez
a nivel de la columna vertebral, mencionando la falta de apéndice xifoides del
esternón.

Con base al estudio de las ya referidas placas radiográficas, detectan una


perdigonada (munición de plomo) incrustada en el cráneo, que no habría llegado a
la cavidad craneana [esta perdigonada no había sido mencionada en ninguno de los
estudios anteriores].

Por último, Soiza y colaboradores concluyen que existió un acelerado


proceso patológico de desnutrición global (como principal contribuyente a su
muerte). Según los autores, el tiempo pasado en Francia (aproximadamente 8
meses) [según el estudio de J.J. Figueira, en Hout (2002), habrían sido solo 4]
habría sido suficiente para determinar un estado de caquexia. Los autores
mencionan que las radiografías muestran una desmineralización difusa, que
evidencia la pérdida de la matriz proteica de los huesos, al punto que el mineral
fosfo-cálcico no tuvo donde fijarse, y aducen desnutrición proteico-calórica por
carencia alimentaria. Ninguno de los estudios hechos con anterioridad
mencionaban una posible desnutrición

Estos resultados serán discutidos en el presente estudio.

24
4 PARTE 4: EL PRESENTE ESTUDIO

4.1 Metodología

Los diversos objetivos planteados en este estudio, que van desde la


identificación e inventario, reconstrucción de la historia de vida, y análisis molecular,
requirieron de la aplicación de distintos métodos y técnicas:

a) La identificación se basó en la determinación de sexo y edad, la comparación


con fotos, descripciones (en especial, con relación a las patologías), y con las
mediciones publicadas por P. Rivet (1930), tanto para el cráneo como para los
huesos largos. El número de catálogo, que marcaba el hueso frontal, era el
referido en la obra de Rivet.

b) Debido a que los restos estaban conectados entre sí por alambres y piezas
metálicas, del mismo modo en que habían sido expuestos en el Museo del
Hombre de París, faltando únicamente el pie o “percha” que hacía que el
esqueleto se mantuviera en posición vertical, debió procederse al “desarmado”
del esqueleto a fin de poder estudiarlo y de que pudiera ser colocado en una urna
para su posterior inhumación en el panteón Nacional. Dado la firmeza de algunas
de estas conexiones, se decidió dejar armada la parrilla costal para preservar los
huesos que la componen, desensamblándose el resto del esqueleto. En la figura
1 se muestra cómo estaban expuestos los restos de Vaimaca Perú en París, en
la figura 2, los restos del modo en que llegaron a Montevideo, y en la figura 3, el
detalle del cráneo con las indicaciones, y en la figura 4, la región costal tal como
se mantuvo para no fracturar los huesos que la componen.
c) Se realizó el inventario de los huesos presentes y su estado de
conservación, utilizando una ficha confeccionada a tal fin, similar a las
utilizadas en el estudio de restos prehistóricos (Sans 1988 y siguientes). Este
inventario se agrega al efectuado en el momento del arribo de los restos,
donde la Dra. Nespoulet comunicó la pérdida de falanges, piezas dentarias, y
una rótula. Asimismo, existe un inventario realizado en ocasión de la
presentación de un recurso de amparo por la asociación ADENCH, ante la
jueza actuante. Debe señalarse que el juicio asociado a dicho recurso, que
ADENCH promovió contra el Ministerio de Educación y Cultura, la Universidad
de la República, y la Intendencia Municipal de Montevideo, así como la
posterior apelación, fueron perdidos por dicha asociación.

d) La determinación de sexo se realizó utilizando distintos métodos, en especial,


el método cualitativo propuesto por Acsadi y Nemeskeri (1970) para cráneo y
pelvis, complementado por algunos métodos basados en rasgos métricos. Para
la determinación de edad, se utilizaron entre otros, los métodos propuestos por
McKern y Stewart (1957) para desgaste de la sínfisis pubiana, Lovejoy y cols.
(1985) para el desgaste de la aurícula del ileon, y de Meindl y Lovejoy (1985)
para el cierre de suturas craneanas. La estatura fue estimada utilizando varias
fórmulas, entre otras la propuesta por Genovés (1965) para indígenas
mexicanos.

25
e) Para confeccionar la "historia de vida" (en el sentido de Saul, 1976) se utilizó el
examen visual de los restos (condiciones generales), así como el análisis de
patologías: osteoartrosis (alteración de las articulaciones), presencia de
osteofitos (prolongaciones óseas, en este caso analizadas fundamentalmente en
las vértebras), lesiones traumáticas (fracturas y lesiones periósticas), lesiones de
origen infeccioso, osteoporosis (de etiología diversa, como carencia proteica,
envejecimiento, desnutrición). Además del examen visual se tomaron placas
radiográficas de cráneo (normas frontal, lateral, basal (varias placas)), fémur,
tibia, peroné, radio y cúbito) a fin de evaluar las patologías mencionadas, así
como alteraciones en el crecimiento. Asimismo, se analizaron las posibles
secuelas de desnutrición, la presencia de una munición, así como otras
patologías informadas por Soiza y cols (1990) no mencionadas en estudios
hechos previamente. Para dichos estudios se contó con la colaboración de un
equipo de médicos forenses, anatomistas y radiólogos, coordinado por el Dr.
Guido Berro (Facultad de Medicina). Paralelamente, se realizó el estudio
dentario (patologías, desgaste, características de origen genético), tanto in situ
como a través de placas radiográficas de ambos maxilares incluyendo el total de
los dientes. Se realizó un estudio de anatomía patológica de la lesión de la tibia
que había sido descrita en diversos estudios previos. Se tomaron radiografías
de cráneo, tibia, radio con fractura, y fémur.

26
Figura 1: Esqueleto de Vaimaca Perú expuesto en París.

27
Foto 2: Esqueleto aún ensamblado con Foto 3: Detalle del cráneo
alambres, como llegó al Uruguay

Foto 4: Parrilla costal luego de desensamblado el resto del esqueleto

28
Con relación a las características heredadas, la mayoría de herencia compleja,
se realizaron diversos análisis. Las dentarias se compararon con relación a
restos prehistóricos del Uruguay, de acuerdo a la metodología señalada por
Oliver (1989). Asimismo, se analizaron y compararon rasgos discontinuos (es
decir, rasgos de presencia o ausencia) en cráneo y post-cráneo, los mismos
que fueron utilizados previamente por Barreto (1989) para caracterizar los
habitantes prehistóricos del Uruguay. Por último, se realizaron mediciones de
cráneo y postcráneo, con las que se compararon los restos de Vaimaca Perú
con los de poblaciones prehistóricas del Uruguay ("cerritos" del Este,
montículos del río Uruguay inferior y río Negro inferior), lo cual fue evaluado
por distancias genéticas y análisis discriminantes realizados a partir de
medidas craneales. Las medidas en restos prehistóricos habían sido relevadas
con anterioridad (Sans 1988, 1999; Bertoni y cols, 2000; Sans y Femeninas
2000). La metodología de este análisis es similar a la publicada en un estudio
previo (Bertoni y cols 2000). Conjuntamente, y con similar metodología, se
analizaron las relaciones morfológicas entre Vaimaca y los habitantes
prehistóricos y, en algunos casos, históricos de la región (Argentina, Brasil).

f) Estudios moleculares:

1. Extracción del ADN: Se realizaron dos extracciones de ADN a partir de


dos molares, de modo independiente y en distintos momentos, en el
Laboratorio de Extracción de ADN Antiguo de la Sección de Antropología
Biológica. Para esto se utilizó una técnica mixta que incluye dos pasos, uno
con fenol-cloroformo y alcohol isoamílico, y otro con silica (glassmilk), según
protocolo utilizado en el Laboratorio de ADN antiguo de la Universidad de
Michigan en Ann Arbor, EEUU, utilizado previamente para extraer ADN de
restos prehistóricos del Uruguay (Bertoni et al 2004). Se tuvieron los cuidados
habituales necesarios cuando se trabaja con ADN antiguo: laboratorio
exclusivo para restos antiguos a fin de evitar la contaminación con ADN
moderno, equipos, materiales y reactivos específicos para el procesamiento de
muestras prehistóricas y con ADN degradado, radiación con rayos UV y lavado
con hipoclorito a fin de eliminar el ADN contaminado de la superficie de los
huesos o dientes, utilización de equipo adecuado por parte de quienes realizan
la extracción, etc. Asimismo, se secuenció el ADN mitocondrial de quienes
hicieron este estudio.

2. Identificación del haplogrupo mitocondrial. Se realizó el análisis del


largo de los fragmentos de restricción (RFLPs) para la determinación del
haplogrupo, a partir de las dos extracciones mencionadas, y de modo
independiente. Por medio de esta técnica, se investigó si Perú poseía, de
acuerdo a lo esperado, una mutación en la región genómica mitocondrial que lo
incluyera en uno de los cuatro haplogrupos amerindios. Estos haplogrupos
están determinados, como se señaló previamente, por mutaciones que pueden
identificarse por la pérdida o ganancia de sitios de corte de enzimas de
restricción en las siguientes posiciones: el haplogrupo A en el nucléotido 663,
el haplogrupo C en 13259, y el haplogrupo D en 5176, mientras que el
haplogrupo B se caracteriza por la péridida de 9 pares de bases (deleción)

29
entre las posiciones 8272 y 8280, entre los genes de la citocromo oxidasa II
(COII) y del ARNt (Lys).

La técnica incluye la replicación de los fragmentos donde están las mutaciones


que determinan los cuatro haplogrupos señalados8, por PCR (replicación en
cadena de la polimerasa) para lo cual se utilizó Platinum Taq (recomendada
para el trabajo con ADN antiguo). En todos los casos se incluyeron controles
negativos tanto de la extracción como de la amplificación. Los primers (o
cebadores) 9que se utilizaron fueron los mismos que se usan para los estudios
de población actual que se realizan en la Sección de Antropología Biológica:
para el haplogrupo A, 591 forward, 698 reverse, para el haplogrupo B, 8196
forward, 8316 reverse, para el haplogrupo C, 13236 forward y 13335 reverse, y
para el D, 5146 forward y 5259 reverse (ver por ejemplo, Bonilla et al 2004).
Luego de la amplificación, el fragmento que contiene la deleción (haplogrupo
B), se observa directamente en un gel de poliacrilamida al 3%, mientras que
para determinar los otros haplogrupos se realiza una digestión con una enzima
específica, como se muestra en la Tabla 1 de la introducción. La digestión se
hace por un mínimo de 12 horas, en un baño a 38 grados de temperatura. A
excepción de la extracción, los análisis de identificación de las mutaciones por
PCR fueron realizados en el Laboratorio de Oncología Básica y Biología
Molecular (LOBBM) de Facultad de Medicina, por parte del Lic. Gonzalo
Figueiro (Sección Antropología Biológica de la FHCE).

Luego de identificado el haplogrupo, se secuenció la región que portaba dicha


mutación para confirmar la información, por parte del equipo técnico dirigido
por el Mag. Carlos Sanguinetti (FC), amplificando el fragmento en cuestión con
el mismo juego de primers (16232F-16344R) que se usa para determinar el
haplogrupo por la técnica de RFLPs, y secuenciando directamente las 113
bases amplificadas.

3. Secuenciación del ADNmt: paralelamente a lo señalado en el punto


anterior, se secuenció la región hipervariable I, que incluye las bases 16051 a
16365, para obtener una nueva confirmación acerca del haplogrupo y para
buscar mutaciones individuales o poco comunes de interés para la
identificación de Vaimaca. La secuenciación se realizó también en la Facultad
de Ciencias, a partir de fragmentos replicados previamente por el equipo de la
FHCE Dada la degradación del ADN obtenido, se utilizaron 5 juegos de primers
diseñados especialmente para trabajar con ADN antiguo, utilizados
previamente por mi equipo (Bertoni et al 2004). La lista de primers o cebadores
utilizados se incluye en la tabla 7:

8
Es importante destacar que la existencia de una mutación en la región genómica del ADN mitocondrial,
excluye la presencia de otras mutaciones, de acuerdo a la bibliografía existente. Es decir, no existen individuos
que puedan tener dos haplogrupos mitocondriales diferentes. De todos modos, y para mayor seguridad, se
analizó la presencia de los cuatro haplogrupos de origen indígena americano.
9
Los primers o cebadores son pequeños fragmentos de ADN (unas 20 pares de bases) que se diseñan para ser
complementarios con el segmento de ADN que se quiere replicar. Siempre se diseñan en pares, ya que uno del
par (forward) leerá el ADN hacia un sentido, y el otro (reverse), en el opuesto.
30
Primers:
F: forward,
R: reverse Posición Secuencia 5’→3’
F1 16036-16055 GAA GCA GAT TTG GGT ACC AC
R1 16139-16158 TAC TAC AGG TGG TCA AGT AT
F2 16112-16131 TGT GTG ATA GTT GAG GGT TG
R2 16218-16237 CAC CAT GAA TAT TGT ACG GT
F3 16192-16209 CCA TGC TTA CAA GCA AGT
R3 16303-16322 TGG CTT TAT GTA CTA TGT AC
F4 16268-16287 CAC TAG GAT ACC AAC AAA CC
R4 16356-16375 GTC ATC CAT GGG GAC GAG AA
F5 16327-16347 CGT ACA TAG CAC ATT ACA GT
R5 16410-16429 GCG GGA TAT TGA TTT CAC GG

Tabla 7: Lista de primers utilizados para la secuenciación de la región


hipervariable I del ADN mitocondrial.

Paralelamente a la secuenciación en Facultad de Ciencias se secuenció


también, utilizando otros juegos de primers, en el Laboratorio del Instituto
Técnico Forense (Ministerio del Interior), lo cual estuvo a cargo de la Dra.
Sinthia Pagano.

En ambos casos si utilizaron secuenciadores automáticos ABI Prism (Applied


Biosystems, USA),

4. Inserción en plásmidos. Dadas las dificultades que surgieron al


secuenciar directamente sobre los productos de ADN replicado, y pese que los
fragmentos eran pequeños, de aproximadamente 100 pares de bases, debió
recurrirse a la inserción de los fragmentos replicados a partir de los primers
utilizados en la FHCE (tabla 7). Esta técnica tiene la ventaja que los plásmidos
se multiplican incorporando en su ADN el fragmento que se replicó (siempre
que la técnica resulte exitosa), obteniéndose gran cantidad de plásmidos
idénticos (en el caso de que haya contaminación, pueden obtenerse distintos
plásmidos), lo cual facilita la secuenciación. La técnica utilizada incluye la
clonación de los fragmentos amplificados por PCR en vector pGem-T, la
transformación con la mezcla de ligación de células competentes de la cepa
E.coli XL1, y el aislamiento de las colonias transformadas en placas de LB agar
conteniendo ampicilina, IPTG y X-gal. De cada colonia blanca aislada (es decir,
colonias de plásmidos que incorporaron ADN ajeno a ellos) se preparan
precultivos en LB + ampicilina , a partir de los que se purifican los plásmidos
por medio de protocolo de lisis alcalina. Se evalúa la calidad y si contienen el
inserto (lo que se ve a partir del tamaño del plásmido); aquéllos que contienen
el inserto se secuencian en equipo ABI Prism 377 (Applied Biosystems, USA),
utilizando los cebadores correspondientes a los promotores SP6 y T7
presentes en el vector, con la mezcla BigDye Terminator kit (Applied
Biosystems, USA). Esta técnica fue realizada en el Departamento de
Bioquímica de la Facultad de Ciencias.

31
5 Se correlacionó la información obtenida acerca del ADNmt del cacique Perú
con la de 5 individuos prehistóricos enterrados en montículos del este
uruguayo, con indígenas de América del Sur, y con la población actual del
Uruguay, con base en el haplogrupo determinado y en la secuencia del la
región hipervariable I.

4.2 RESULTADOS:
4.2.1 Inventario: los restos estaban en muy buen estado de conservación, aunque
todos ellos habían sido perforados por los alambres utilizados para el ensamblado y
exhibición del esqueleto en París. El cráneo había sido cortado transversalmente
(autopsiado) y sus dos partes unidas por ganchos metálicos. El esternón estaba
completo y presentaba el apéndice xifoides, de tipo bífido (cuya ausencia se señalaba
en un estudio anterior (Soiza et al 1990) realizado con base en placas radiográficas).
Se constató la pérdida de algunas piezas óseas, la mayor parte comunicada por la Dra
Michèle Nespoulet, del Museo de Historia Natural de París, en el momento de la
llegada de los restos del cacique al Aeropuerto de Carrasco. Las piezas faltantes son:
rótula derecha, atlas (esta última faltantes no había sido comunicada por la Dra.
Nespoulet, si bien la falta de atlas o primer vértebra cervical debe datar del momento
en que se armó el esqueleto para su exhibición, dada su posición y el pasaje del
grueso hierro que atravesaba el esqueleto desde la parte superior del cráneo (punto
bregma) hasta el final del sacro; dos falanges del pie derecho (correspondientes al
primer dedo), tres falanges del pie izquierdo (correspondientes al dedo 2), un incisivo
superior izquierdo, dos molares superiores derechos, y el segundo molar inferior
derecho (foto 5) (todas estas últimas faltantes, comunicadas y vistas en el momento
del arribo del cuerpo). Algunas piezas dentales habían sido pegadas, y otras dos
piezas estaban fracturadas post mortem. Debe señalarse que la ausencia de terceros
molares (foto 5) se debe a agenesia (de origen genético, aunque no es claro su
vinculación con la evolución del hombre como se creía hasta hace algunos años), y no
a pérdida post o ante mortem.

Foto 5: detalle de los pies donde se Foto 6: se observa la agenesia de los


observan las falanges faltantes terceros molares así como la pérdida post
mortem del segundo molar

32
4.2.2 Identificación y análisis métrico de cráneo y postcráneo: con base en los
análisis expuestos previamente, no existe la menor duda de que los restos estudiados
corresponden a los que fueron expuestos y estudiados en París, y que
corresponderían al cacique charrúa Perú. A continuación se comparan las medidas
dadas por P. Rivet (1930) con las tomadas con nosotros; se agregan las tomadas por
solo por nosotros (en total, 53) (solo una medida tomada por Rivet no fue tomada por
nosotros) (tabla 8)

Medidas craneanas (mm): Rivet (1930) este estudio


capacidad craneana 1515 1515
diám. antero-posterior 172 173
diám. transverso 149 149
diám. basilo-bregmático 135 134
diám. frontal mínimo 93 93
diám. frontal máximo 120 118
diám. naso-alveolar 67 65
diám. alvéolo-basilar 95 93
diám. naso-basilar 94 93
diám. bicogomático 139 137
diám. bimastoideo máx. 130 129
diám. bimastoideo mín. 105 108
circunferencia horizontal* 503 513
curva frontal 120 121
curva parietal 118 118
curva occipital 122 122
curva transversal 316 316
altura de la nariz 48 48
anchura nariz 25 26
altura orbitaria derecha 35 37
anchura orbitaria derecha 39 37
altura orbitaria izquierda 36 37
anchura orbitaria izquierda 38 36
long naso-mentoniana 115 112
anchura agujero occipital 27 27
longitud agujero occipital 36 37
anchura máx. borde alveolar superior 66 64
anchura bovéda palatina 39 39
longitud bóveda palatina 44 48
longitud flecha bóveda palatina 52 52
diám. bigoníaco 99 99
diám. bicondíleo 126 126
33
diám. bicoronoideo 106 n/c
altura máx. rama montante 67 71d/68i
anchura máx. rama montante 41 43d/42i
anchura mín. rama montante 37 39d/37i
altura sínfisis 37 36
espesor cuerpo mandibular 17 17
ángulo mandibular 114 108
longitud anteroposterior iniana n/c 171
altura porion-bregma n/c 131d/130i
anchura fronto-malar n/c 105
anchura bimaxilar máxima n/c 103
anchura biastérica n/c 107
anchura biauricular n/c 129
diám.nasion-esfenobasion n/c 74
diám, alvéolo-esfenobasion n/c 84
altura pómulo n/c 25
anchura interorbitaria anterior n/c 25
anchura biorbitaria n/c 97
altura órbito-alveolar n/c 39d/36i (roto)
curva sagital n/c 360
longitud mandíbula n/c 85
altura rama montante mín. n/c 56d/59i
altura cuerpo mandibular(2do.molar) n/c 29d/30i
(*)según Virey, en el vivo, 530
D: derecho, I: izquierdo
Diám. : diámetro
Tabla 8. total de medidas craneales tomadas a Vaimaca, comparadas a las tomadas
por Rivet (1930).

Se determinó también que existía coincidencia en el sexo (masculino), la


edad al morir (aproximadamente 55 años), y la estatura (aproximadamente1.62m),
del esqueleto traído a Uruguay con relación a los datos que se disponían acerca del
cacique Perú. Con relación a la determinación de sexo, edad y estatura, es
interesante para futuros estudios considerar la aplicabilidad de los métodos a los
pobladores del territorio uruguayo; en general, los métodos utilizados resultaron
altamente satisfactorios, por lo cual aumenta su confiabilidad de su aplicación a
restos prehistóricos de nuestro país, por más que en el caso de Perú se trata de un
indígena que vivió entre los siglos XVIII y XIX.

Entre los diferentes métodos aplicados para la estimación de la estatura, el más


adecuado resultó ser el de Genovés (1965) para indígenas mexicanos (los otros
métodos que se han publicado se aplican a europeos, africanos, o sus descendientes
en América). De acuerdo al método mencionado de Genovés, la estatura estimada de
34
Perú sería de 1.62 m, igual a la medida en vida según datos de Dumoitier (en Rivet,
1930). Es interesante notar que su estatura era similar a la de sus contemporáneos
franceses, ya que los hombres nacidos en 1800 medían en promedio 1.69 m., y
también a la de los españoles que medían 1.62 m. Las medidas utilizadas para el
cálculo de estatura aparecen subrayados en la tabla 9, donde se presenta el total de
medidas del postcráneo.

Medidas del postcráneo (mm): derecho izquierdo hueso único


RADIO largo máximo 250 240
circunferencia media 42 41.5
circunferencia mínima 44 42.5
circunferencia máxima 50 50
SACRO altura total proyectada 115
altura total real 120
anchura máxima 123
COXAL altura máxima 207 214
anchura máxima 155 154
anchura mínima 73.5 72.5
longitud superficie auricular 58 57.5
largo pubis 80 75.5
largo isquion 94 94
OMOPLATO altura máxima 153 153
anchura total 103 108
longitud superior 47.5 55
longitud inferior 116.5 110
longitud espina 138 139.5
CLAVICULA largo máximo 150 154
circunferencia media 138 139.5
FEMUR largo anatómico 432 4330
largo máximo 438 439
diámetro máximo antero-post. 34 32.5
diámetro máximo transverso 47 49.5
diámetro anteropost.subtroant. 27 24
diámetro transverso subtrocant. 33.5 34.5
perímetro subtrocantérico 95 99
perímetro medio 90 93
perímetro máximo 135 134
perímetro cabeza femoral 150 154
diámetro cuello 33 33.5
diámetro máximo cabeza 47 48
ángulo torsión 123o 119o
ancho bicondilar 82.5 80.5
TIBIA largo anatómico 363 358
largo máximo 370 369
diámetro antero posterior máx. 45 45.5
diámetro transversal máximo 36 34.5
diámetro antero posterior medio (lesión) 31
diámetro transverso medio (lesión) 22.5
perímetro mínimo 78 79

35
perímetro medio (lesión) 89
PERONE largo máximo 360 358
circunferencia media 48 47
HUMERO largo máximo 313 310
diámetro antero posterior medio 29 26
diámetro transverso máximo 31 31
diámetro máximo cabeza 47.5 47
perímetro tercio inferior 70 67
presencia agujero olecraniano ausente? ausente
CUBITO largo máximo 267 259
largo anatómico 235 239
circunferencia media 50 47
circunferencia mínima 37 35

Tabla 9: Medidas del postcráneo tomadas a Vaimaca Perú en este estudio; se


subrayan aquéllas que fueron utilizadas para el cálculo de estatura. Con relación al
agujero olecraniano del Húmero, no es claro si la presencia en el brazo derecho se
debe a un proceso post-mortem; este es un rasgo que refleja herencia así como
actividad (siendo más frecuente en individuos que utilizan su brazo en mayor grado).
No se midieron los huesos, o partes, afectadas por lesiones.

No existen datos a destacar en cuanto a la identificación de sexo, claramente


masculino, determinación coherente tanto por morfología de cráneo, pelvis, y huesos
largos.

Con relación a la determinación de la edad al morir, el rango de edades


estimadas está entre los 44 y 60 años dependiendo de los distintos métodos, con una
media cercana a los 50 años. El hecho que las referencias históricas señalen que
tendría 54-55 años al morir permite inferir, además de lo adecuado de los métodos
utilizados, un buen estado sanitario del cacique reflejado en su esqueleto, ya que
muchos de estos métodos se basan en el desgaste de las articulaciones. Parece,
entonces, acertada la fecha de 1780 como aproximada para el nacimiento de Perú.

También es clara la presencia de los traumas mencionados en los demás


estudios; fractura de décima costilla izquierda y de radio izquierdo, así como la lesión
en la tibia derecha, entre otras características (ver punto siguiente).

4.2.3 Historia de vida: los diversos aspectos analizados permitieron realizar la


reconstrucción de parte de la vida de Perú, en cuanto ésta se refleja en las huellas
dejadas en sus huesos.

a. Niñez.
En las placas radiográficas de tibia se pudo observar la existencia de líneas
transversas opacas, conocidas como Líneas de Harris (foto 7); estas marcan

36
detención del crecimiento en el momento en que el los huesos crecían; a partir de la
ubicación de las mismas se pudo concluir que aproximadamente a los 12 meses de
edad, y nuevamente a los 18 meses, ocurrieron detenciones en el crecimiento, bien
recuperadas. Muy posiblemente una de estas detenciones, que en líneas generales
corresponden a estrés nutricional, pueda corresponder al período de destete en que
ocurre un cambio radical de la dieta; la otra podría corresponder al mismo fenómeno
(cambio en la dieta), o a estrés ocasionado por otro motivo, sea este carencia de
alimentos o no ingesta provocada por diversos hechos, como la fiebre elevada que
produce desgano.

b. Vida adulta:
El esqueleto de Perú manifiesta robustez y fortaleza; no se encuentran
alteraciones articulares de importancia, y si bien existen osteofitos a nivel vertebral,
visibles en especial en la cuarta vértebra lumbar, están muy poco desarrollados dado
que se trata de una persona de más de 50 años de edad. No existen evidencias de
desnutrición o descalcificación a nivel óseo, en contra de lo expresado en el estudio de
Soiza y cols (1990) que fue realizado basándose en algunas placas radiográficas sin
haber tenido la oportunidad de estudiar directamente los restos. En conjunto, las
características mencionadas permiten deducir que tenía hábitos poco sedentarios y
que estaba perfectamente adaptado al medio en el cual vivía, con una dieta adecuada
y con el ejercicio necesario.

37
Foto 7, tibia y fémur izquierdos, donde se observan tenuemente las líneas de
Harris, que aparecen también en el fémur.

Con relación al estudio citado de Soiza y colaboradores, también se pudo


descartar la existencia de una faceta articular supernumeraria en las tibias, ya que la
observación directa de éstas no mostró ningún rasgo particular en este sentido. Del
mismo modo, se descartó la presencia de un foco de destrucción ósea en el sector
petro-mastoideo (osteitis), que no aparece en el gran número de placas radiográficas
tomadas para este estudio ni en el examen directo del cráneo.
Como último aspecto relacionado al estudio realizado por por Soiza y cols
(1990) debe mencionarse que presencia de una “perdigonada”, o “balín”, mencionada
38
por estos autores fue cuidadosamente analizada; puesto que también en las nuevas
placas radiográficas aparecía una opacidad causada por un agente externo a los
huesos. Sin embargo, pudo concluirse luego de una cuidadosa observación directa del
cráneo que esta opacidad no correspondía a una perdigonada sino a resina que fue
localizada in situ; esta resina fue posiblemente puesta para tapar los orificios del
cráneo en el momento de hacerse su molde, lo cual se realizó como se indicó, en
Francia poco después de la muerte de Perú. Según información de Lic. Mones
(Museos de Historia Natural y Antropología), este tipo de resina era de uso común en
el siglo XIX.
Con relación a traumas, el esqueleto del cacique Perú presenta, como ya se ha
dicho, huellas de dos fracturas (radio y 10ª. costilla izquierdas) (fotos 8 y 9), resultado
de un mismo hecho, el sablazo recibido en abril de 1831 cuando la matanza de
Salsipuedes. Ambas fracturas están bien soldadas, lo cual requeriría un tiempo
mínimo de un año, lo que concuerda con el período ocurrido entre dicho evento y la
muerte de Perú (de acuerdo a J.J. Figueira (en Hout 2002), ésta habría sucedido en
setiembre de 1833, es decir, 17 meses después de los acontecimientos de
Salsipuedes). La posición del brazo en el momento del golpe debió de ser con el
antebrazo levantado, de modo que el radio (hueso externo del brazo, que se continúa
por el dedo pulgar) quedara expuesto, exterior al cuerpo. El sablazo debió haber
llegado desde arriba (tal vez, de un hombre a caballo), y terminó en la décima costilla,
ya cerca del abdomen. Todo indica que había recobrado el movimiento completo del
brazo, aunque se desconoce el tratamiento efectuado. Las fotos.
..

Foto 8: La flecha señala la fractura de la décima costilla del lado izquierdo

39
Foto 9: la flecha señala la fractura de radio izquierdo
Se observó una leve asimetría con relación a diámetros y perímetros de los
huesos del brazo (tabla 9), especialmente notoria en la circunferencia del húmero. La
asimetría es a favor del lado derecho, algo más grande que el izquierdo, lo que
permitiría inferir que utilizaba más el brazo derecho (que podría asociarse, también, al
posible agujero olecraniano en ese mismo brazo). A su vez, la herida en el antebrazo
izquierdo, que le ocasionó la fractura de radio, se explicaría ya que éste sería su brazo
de defensa, aunque esta deducción es meramente especulativa.
Presenta una alteración en la región nasal que provoca el desvío de la misma,
que podría ser de origen constitucional o eventualmente, estar relacionada a alguna
lesión traumática (Foto 10)

Foto 10: se observa el desvío de la región nasal hacia la izquierda del cráneo.

En cuanto a la lesión de la tibia (foto 11), cuyo origen fue discutido en el estudio
previo de Soiza y cols. (1990) con relación a si podría ser ocasionada por
microorganismos, concretamente sífilis –tal como proponían Badano Repetto y Heim,
el informe del Dr. Carlos Pizzarossa (Instituto Técnico Forense) es concluyente al
respecto, indicándose que no existen alteraciones histopatológicas. Esto debe ser
interpretado como que el hueso se recuperó sin alterar su composición, proceso que
40
probablemente siguió a una lesión, de origen posiblemente traumático, que afectó
únicamente al periostio, descartándose la presencia de un proceso infeccioso
generalizado.

Foto 11: lesión de la tibia derecha.

En conjunto, las lesiones que presenta el cuerpo de Perú son coherentes con
una vida de guerrero, nómade, fuerte y robusto, y en general con buen estado de
salud.
La dieta debió ser principalmente carnívora (coherentemente a lo observado por
Puech 1978) y relativamente abrasiva (es decir, carne no muy preparada, inexistencia
o casi inexistencia de harinas, pocos alimentos muy procesados). Esto se relaciona
con la total ausencia de caries, la inexistencia de enfermedad periodontal (ambas
patologías tienen como factor etiológico principal la placa dental, definida por el Dr.
Roberto Oliver en su estudio de los restos de Vaimaca para esta investigación como
“substrato de restos alimenticios y una colonia microbiana encabezada por los
Estreptococos mutans y muchos otros”. La placa estaría ausente en el caso de Perú,
y consecuentemente, no se presentan caries ni pérdida de piezas dentarias ante
mortem (las pérdidas de piezas dentarias, mencionadas en el inventario, se deben a
manipulación post-mortem).
Sin embargo, debe notarse que la abrasión (o desgaste) dentaria es claramente
menor que la observada en poblaciones prehistóricas: en el caso de Perú, en ningún
caso llega a exponerse la pulpa dentaria, y apenas se observa la dentina secundaria
(grado máximo de abrasión 7 en el primer molar según la clasificación de Molnar
(1971), mientras que la exposición de la cavidad pulpar y consiguiente pérdida de
piezas dentales es común en los indígenas prehistóricos de nuestro país (entre otros,
Sans 1991). En conclusión, la abrasión de las piezas dentales de Perú es mayor a la
de nuestros contemporáneos de similar edad, lo cual indica una dieta diferente a la
actual (más carnívora, con menos harinas y menor procesamiento de los alimentos),
pero también diferente (menos dura, menos abrasiva) a la de los pobladores
prehistóricos del Uruguay.
41
Con relación a las causas de la muerte, no es posible establecerlas a partir
de los restos esqueletarios del cacique. Como se indicó, no se observan huellas de
desnutrición (a diferencia de lo señalado en el estudio de Soiza y cols,(1990), que
se basaba en el análisis de placas radiográficas y no de la observación directa). Sin
embargo, las causas parecen estar claras en el informe médico citado por Rivet
(1930) acerca de la muerte de Senaqué, que parece no haber sido bien interpretado
por este autor. El parte médico señala como causa de la muerte “fiévre de
consumption”, que era como se designaba generalmente a la “tisis”, o tuberculosis,
en el siglo XIX. Probablemente, casi dos años de cautiverio (10 meses ocurridos
entre que fue apresado en Salsipuedes y su partida para Francia en febrero de
1833, unido a más de 2 meses de viaje en barco y 4 meses de exhibición en París),
habrían debilitado al cacique dejando su sistema inmune proclive a cualquier
enfermedad infecciosa, lo cual seguramente fue agravado por el inicio de la
temporada fría en París aceptando como momento de su muerte el mes de
setiembre, por lo cual pudo por ejemplo, haberse contagiado de dicha enfermedad.
La litografía que se reproduce (foto 12) indica posiblemente el estado en que se
encontraban los dos mayores de los cuatro llevados a Francia, Senaqué y Vaimaca,
quienes murieron pocos meses después de llegar a Francia, e incluso el frío, pese a
que Senaqué murió en julio, por lo que se puede suponer que el dibujo fue realizado
en fecha próxima a la llegada a Francia, en abril.

Foto 11: los cuatro indígenas en París de acuerdo a una litografía de Bernard realizada
en París (tomado de Hout,2002: s/n). No resulta claro quién es quién. Similares
vestimentas y posiciones aparecen en un dibujo que apareció en la Revista “Musée

42
des Familles”, fechada en octubre de1833 (Hout 2002: 23) pero realizada sin duda
antes de esa fecha.

4.2.4 Análisis de características heredadas:


En cuanto al estudio de características dentarias de origen genético, ya se
mencionó la agenesia de terceros molares cuya ausencia no tiene significado claro
habiéndose observado en población prehistórica y actual en distintas partes del
mundo, y de la cual no se poseen frecuencias para indígenas del área.
Otros aspectos, de mayor interés, son la continuación del esmalte de algunos
molares hacia la raíz de los mismos (en la región gingival); rasgo típicamente
mongoloide (tronco común de asiáticos y amerindios). Este rasgo se ha observado
también en los restos encontrados en Salto Grande y en “cerritos” del este del país, tal
lo señalado por Oliver que analizó estos restos.
Sin embargo, no aparece otro rasgo, típicamente mongoloide, el “diente en
pala”, cuya frecuencia en indígenas americanos y en asiáticos del este, supera el 90%.
Debe aclararse, a fines comparativos, que en los restos prehistóricos del territorio
uruguayo correspondientes a individuos adultos, debido a la gran abrasión que
presentan, no se ha podido analizar la frecuencia de este rasgo, habiéndose sí visto
en los pocos niños encontrados hasta el momento. Estudios futuros con más restos
podrán arrojar más luz a este aspecto.
No se observa un rasgo morfológico que sí está presente en Salto Grande,
consistente en un estrechamiento de la corona hacia la raíz, pero dicho rasgo tampoco
fue encontrado en los habitantes de los “cerritos” del este analizados a fines
comparativos.
En cuanto a los análisis métricos, hay varias consideraciones que realizar. En
primer lugar, debe señalarse que las características físicas (a diferencia de las
puramente genéticas), son rápidamente moldeadas por el ambiente. Se ha visto por
ejemplo que el índice cefálico puede variar hasta 4 puntos en menos de 100 años
(concretamente, de 87,5 a 83 en un grupo de la Saboya francesa) (Ferembach et al.
1986). Asimismo, cambios en el clima (ambientes muy fríos), dieta más blanda, y
mayor altitud sobre el nivel del mar, llevan en general hacia la braquicefalia.
De todos modos, es interesante notar que, hasta el momento, Perú es el
indígena del territorio uruguayo cuyo cráneo es más braquicéfalo (o sea, más corto,
definido a partir de la relación ancho / largo del cráneo). En el caso de Perú, el índice
cefálico horizontal es de 86.1 de acuerdo a nuestras medidas (86.6 según Rivet 1930),
muy alto si se compara con indígenas prehistóricos del Uruguay, la media para la
región este es de 76,.3 y para la región oeste de 75.1 (ambos valores dentro de la
mesocefalia). Sin embargo Muñoa (1954) describe un cráneo femenino de Rocha
también braquicéfalo, con un índice de cefálico horizontal de 81.8.
Otros índices, comparados con los valores medios de los mismos para el este y
el oeste del país, se observan en la tabla 10.
Extraer inferencias acerca de dos variables (o un índice), como puede verse en
la tabla 10, puede producir innumerables contradicciones; incluso, si se analizan los
43
datos mostrados, podría decirse que hay aproximadamente las mismas coincidencias
entre Vaimaca y las poblaciones del este y Vaimaca y las del oeste. Es por esto que
se prefieren los análisis de variables múltiples, por ejemplo, la determinación de
componentes principales que reduzcan a dos o tres ejes numerosa información, o de
distancias genéticas que se basen en varias medidas consideradas al mismo tiempo.

INDICE ESTE OESTE VAIMACA PERU


Índice craneano horizontal 76.3 mesocéfalo 75.1 mesocéfalo 86.1 braquicéfalo
Índice vértico-longitudinal 61.1 camecráneo 78.1 hipsicráneo 77.5 hipsicráneo
Índice vértico-transversal 95.1 meteicráneo 100.2 acrocráneo 89.9 tapeinocráneo
Índice gnático de Flower 97.6 ortognato 102.5 mesognato 100,0 mesognato
Índice facial total 88.2 mesoprosopo 87.2 mesoprosopo 83.9 Euriprosopo
Índice facial superior 45.5 eurieno 51.1 meseno 47.5 Eurieno
Índice nasal 55,0 camerrino 47.9 mesorrino 54.2 Camerino
Índice orbital 87.7 hipsiconco 89.2 hipsiconco 101.4 Hipsiconco
Índice palatínico 83.4 mesostafilino 80.3 mesostafilino 81.3 Mesostafilino
Tabla 10: principales índices craneales de Vaimaca Perú comparados con los de las
poblaciones prehistóricas del este (“cerritos” ) y del oeste.

Sobre la base de datos de Howells (1973) se realizó un análisis de


componentes principales en la cual se incluyeron 2 poblaciones de América del
Norte, 3 poblaciones de América del Sur, y una población de cada uno de las
siguientes regiones: África, Australia, Europa Central y Polinesia- Para este estudio
se utilizaron 10 medidas de la cara (Anchura biorbitaria, Distancia interorbitaria
anterior, Altura del pómulo, Diámetro frontal máximo, Anchura bicigomática,
Diámetro alvéolo-basilar, Altura y anchura de la nariz, Altura y anchura de la órbita,
Anchura maxilo-alveolar), para eliminar el efecto de posibles deformaciones
craneales intencionales sobre otras partes del cráneo. De acuerdo al informe del Lic.
Gonzalo Figueiro (FHCE), quien realizó estos análisis, los tres primeros
componentes principales acumulan un 62% de la varianza; el primer componente se
encuentra más fuertemente correlacionado con anchura biorbitaria, altura del
pómulo, anchura bicigomática, diámetro alvéolo-basilar, altura de la nariz, anchura
maxilo-alveolar y dimensiones de las órbitas, en tanto los componentes 2 y 3 se
correlacionan con los componentes restantes (distancia interorbitaria anterior,
diámetro frontal máximo y anchura de la nariz). Los resultados indican que Vaimaca
Perú presenta las mayores similitudes con los antiguos habitantes del este uruguayo
(Uruguay Este), pero también está cercano a los europeos (punto amarillo próximo a
Vaimaca) (figura 2).

Posteriormente, se realizó un estudio con base en distancias genéticas de


Penrose (1954) (figura 3). Para esto se utilizaron las siguientes poblaciones:

• San Pedro de Atacama, material de época agroalfarera (N de Chile)


• Centro de Argentina (Santiago del Estero y Córdoba)
• San Blas, sitio de la provincia de Buenos Aires
• Delta del Paraná, sitios en túmulos
• Patagonia: restos de Chubut y Río Negro, 1500 AD

44
• Gualeguaychú, Entre Ríos
• Uruguay Este
• Uruguay Oeste
• Sambaquís, período arcaico: sitios de Río de Janeiro, San Pablo, Paraná, Santa
Catarina (Norte y Sur)
• Sambaquís, período horticultor: Santa Catarina
• Morro de Arica, pre-agroalfarero, Norte de Chile

Figura 2: análisis de componentes principales considerando poblaciones de los


distintos continentes, así como las poblaciones prehistóricas del este y oeste del
Uruguay, e incluyendo a Vaimaca Perú.

El componente de tamaño muestra una interesante relación entre Vaimaca


Perú, los pobladores de Córdoba (CORD), Santiago del Estero (SESTERO)y
patagones de Río Negro (P-RNEG) Argentina, y algo más lejos, de los habitantes del
este uruguayo.

Lo mismo sucede cuando se analiza el componente de tamaño, donde Vaimaca


aparece agrupado con los habitantes prehistóricos de Córdoba, y algo más lejos de las
poblaciones uruguayas (figura 4).

45
Figura 3: distancias genéticas entre Vaimaca, de acuerdo al componente de tamaño de
Penrose (1954) y varias poblaciones prehistóricas de la región; la flecha señala al cacique que
integra un mismo agrupamiento con Santiago del Estero, Córdoba, y Patagones de Río Negro.

Figura 4, similar a la figura 3 pero con el componente de forma; en este caso Vaimaca agrupa
únicamente con Córdoba.

46
Un nuevo estudio de las variables métricas con relación a los habitantes
prehistóricos de la región, cortesía del antropólogo argentino Dr. Antonio. Marcellino,
con base a 13 medidas craneanas, muestra relaciones muy similares a las señaladas,
como puede observarse en el siguiente gráfico (figura 5):

DISTANCIAS DE PENROSE ENTRE EL EJEMPLAR Y LAS SERIES DE


CONFRONTACION

4,5
4
3,5
3
2,5
2
1,5
1
0,5
0
SBL DEL LM PCH PRN LAG ONA AUST CBA SAMB

SHAPE 0,44 0,64 0,68 1,1 0,45 0,13 0,71 0,07 0,12 0,07
SIZE 2,28 2,76 1,28 2,15 1,7 3,32 3,28 3,99 0,74 1,48
TOTAL 2,72 3,4 1,97 3,25 2,15 3,45 3,99 4,06 0,86 1,55

Figura 7: Se compara a Vaimaca (triángulos, rectángulos) con relación a diversas


poblaciones prehistóricas. Los triángulos, unidos con una línea, representan el componente
de tamaño junto al de forma, los rectángulos llenos, el componente de forma, y los
rectángulos punteados, el de tamaño, de acuerdo a Penrose (1954). Se observa, por
ejemplo, que la menor distancia es entre Vaimaca y la población de Córdoba, claramente
reflejado en la distancia total, la menor está entre Vaimaca y Córdoba.

Al igual que en el estudio realizado por nosotros, se observa que la menor


distancia cuando se analiza el componente de forma es con los ejemplares de
Córdoba. Cuando se utiliza el total (tamaño y forma), las mayores similitudes siguen
siendo con Córdoba, y algo más lejos, con Los Marinos (en el delta del Paraná,
Argentina), Sambaquíes del sur de Brasil, y Patagones de Río Negro; trabajos
previos señalan que las series del delta del Paraná agrupan generalmente con
Córdoba (Colantonio y Marcellino 1995), lo cual podría deberse tanto a “una antigua
corriente pobladora que unió la precordillera andina con el litoral, o bien a contactos
establecidos por pobladores más modernos” (informe de Marcellino). Con el
componente de forma las similitudes son más difíciles de explicar ya que la menor
distancia es con aborígenes australianos (AUST) y Sambaquíes de Brasil (SAMB),
siendo también muy similar a Córdoba ya a láguidos de Brasil (LAG). La afinidad de
algunos amerindios, en especial los “láguidos” según terminología de Imbelloni
(1938) con aborígenes australianos había sido descripta previamente (entre otros,
Bering (Neves y Pucciarelli 1991, Munford et al. 1995, Powell et al.1999). Sin
embargo, las relaciones de similitud no siempre implican un origen común sino que
pueden deberse a adaptaciones al medio ambiente, o a diversos procesos ocurridos

47
a lo largo de los años. Más claras son las comparaciones cuando se realizan en
regiones y cronologías similares.

El análisis de rasgos discontinuos (presencia/ausencia) no arrojó resultados que


permitan hacer inferencias, lo cual se debe especialmente a la escasez de datos para
la región.

4.2.5 Análisis moleculares


Las dos extracciones de ADN realizadas, ambas a partir de piezas dentarias,
dieron resultados positivos, esto es, se obtuvo ADN no contaminado, aunque
sumamente degradado lo cual produjo múltiples demoras para lograr aplicar las
técnicas con resultados satisfactorios. El hecho de que el ADN estuviera tan
degradado es causa directa de la manipulación post-mortem del cuerpo de Perú
realizado en Francia, en especial, la que llevó a preparar el esqueleto para su estudio
y exhibición en París.
Dado lo degradado del ADN y a las dificultades que se encontraron para el análisis
del ADN mt del cual hay miles de copias por célula, no se intentó analizar el ADN
nuclear ya que de este solo hay dos copias (y una en el caso del cromosoma Y) por
célula.
Las dos muestras fueron, en todos los casos, trabajadas separadamente. En
primer lugar, determinó el haplogrupo mitocondrial por la técnica de RFLPs (“restriction
fragment lenght polimorphisms”), lo cual fu realizado por el Lic. Figueiro (trabajo
realizado en parte en el laboratorio de la Sección Antropología Biológica (FHCE) y en
parte en el LOBBM (FM). Todos los análisis realizados dieron positivos para el
haplogrupo C (pérdida de un sitio de restricción para la enzima HincII en la posición
13259 por presencia de una mutación en la posición 13263 A →G); coherentemente,
los resultados fueron negativos para los demás haplogrupos que se analizaron (A, B, y
D). Esto permite afirmar que las características del ADN mt de Perú corresponden al
haplogrupo C.
Posteriormente, se amplificó el fragmento de región del genoma mitocondrial
donde se encuentra la mutación que determina el haplogrupo C, entre las posiciones
13232 a 13344, utilizando los mismos primers que para la técnica de RFLPs. Luego de
amplificado, fue secuenciado directamente en Facultad de Ciencias, confirmándose la
existencia de la mutación en la posición 13263, como puede verse en el siguiente
electroferograma (figura 8),
La secuenciación directa de la región hipervariable I (HVR!) del ADNmt, pese a
haberse replicado en fragmentos de algo más de 100 bases, tuvo resultados poco
claros, por lo cual se optó por insertar esos mismos fragmentos replicados dentro de
plásmidos, que tienen la posibilidad de incluir un fragmento en su propio genoma; al
multiplicarse los plásmidos, se multiplica la cantidad de fragmentos de ADN
insertados, lo cual facilita la secuenciación. Con esta técnica se pudo secuenciar parte
de la región (bases 16209-16410), obteniéndose resultados conclusivos y coherentes
con la tipificación realizada por RFLPs y secuenciación de la región genómica; sin
embargo, en el primer tramo de la secuencia (bases 16051 a 16208) se obtuvo

48
Figura 8: electroferograma que muestra las bases 13236 a 13279. La flecha señala la
mutación en la posición 13263.

contaminación y resultados poco claros, por lo cual queda aún pendiente una nueva
inserción en plásmidos.
La región secuenciada muestra cinco mutaciones, cuatro de las cuales son las
típicas que caracterizan el haplogrupo C (16223 C→T, 16298 T→C, 16325 T→C y
16327C→T )que había sido determinado por las otras dos técnicas, por lo tanto,
coherentes con lo esperado. Asimismo, se obtuvo una mutación atípica, 16288 C →T;
esta mutación no se ha encontrado en la bibliografía publicada ni en las bases de
datos asequibles on line. Sin embargo, existen dos antecedentes en el Uruguay, que
presentan la misma mutación asociada a las del haplogrupo C: dos individuos
prehistóricos del “cerrito” indígena CH2D01-A del departamento de Rocha, Uruguay
(Bertoni et al 2004), a los que se hizo referencia en la Introducción de este estudio, y a
un individuo de la población actual de la ciudad de Melo, Uruguay, que desconocía
tener ancestros indígenas por línea materna (Sans sin publicar). Debe entonces
interpretarse que esta mutación tuvo lugar en la región habitada por los antiguos
pobladores de nuestro territorio (sea en Uruguay o en alguna zona aledaña), ocurrida
en tiempos prehistóricos y mantenida hasta la actualidad.
En los siguientes electroferogramas (figuras 9 y 10) se muestran los fragmentos de
las secuencias obtenidas a partir de los plásmidos en los que se encontraron
mutacione con relación a la secuencia de referencia (Anderson et al 1981). La figura
10, que muestra las mutaciones en las posiciones 16288 y 16298, incluye una
secuencia, de menor tamaño, hecha directamente (es decir, a partir de la replicación
del fragmento del ADN de Vaimaca Perú) donde se muestra la coincidencia en las
mutaciones.

49
Figura 9: Elecroferograma que incluye las bases 16207-16267; se indica la mutación
en la posción 16223 (C→ T)

Figura 10: Electroferograma que muestra la secuencia entre las posiciones 16313 y 16373: se
indican las mutaciones 16325 T→ C, 16327 C → T

50
Figura 11: Electoferograma que muestra, en la parte superior (proveniente de la
secuenciación a partir de la inserción en un plásmido, las posiciones 16263-16323
(se señalan con flechas las mutaciones: 16288 T→ C y 16298 T→ C). En la parte
inferior se observan las mismas mutaciones (aunque los picos no son tan claros) en
un fragmento menor (16272-16303) secuenciado directamente a partir del fragmento
amplificado.

51
5. PARTE 5: RESUMEN Y CONCLUSIONES

5.1 Comparación del presente trabajo con los estudios anteriores.

En cuanto a los datos publicados por Rivet (1930), así como a estudios previos
por él mencionados, no hemos encontrado ninguna contradicción con nuestro estudio,
excepción hecha en el cálculo del índice nasal, que debió determinarse como
camerino (nariz ancha), dadas las medidas tomadas por el propio Rivet, y en ese caso,
concordando con nuestro diagnóstico. Las concordancias radican en las patologías
observadas, la estimación de la edad de la muerte (aproximadamente 53 años), las
mediciones (incluyendo la estatura aunque en este caso, esta aparece refrendada por
la tomada sobre el individuo aún vivo), mientras que las diferencias en los aportes se
deben fundamentalmente a las técnicas empleadas así como a la existencia de mayor
cantidad de datos comparativos, que permitieron en nuestro estudio realizar mayores
inferencias.

Con relación a posibles inferencias, cabe decir que los estudios que se realizaban
hasta mediados del siglo XX eran de corte descriptivo, a los que se agregaban
comparaciones con otras poblaciones basadas en escasos datos. Es interesante
considerar las conclusiones de Rivet con relación a la semejanza de Vaimaca Perú
con patagones y araucanos. Al respecto debemos decir que se basan principalmente
en un rasgo, el índice craneano (o cefálico horizontal), ya que como puede verse en la
tabla 6 de este trabajo, tomada del artículo de Rivet, los otros tres índices utilizados no
resultan semejantes. Sin embargo, es interesante notar que esta relación con
patagones también aparece en nuestros análisis, lo cual avala la conclusión de Rivet.

El trabajo de Rivet alude directamente a uno previo de Verneau (1903), quien


hace el estudio de los patagones. Como se mencionó previamente, y utilizando
solamente cráneos no deformados, Verneau describe dos tipos: el plati-braquicéfalo y
el sub-braquicéfalo, siendo este último grupo donde se incluiría a Vaimaca; a juzgar de
Verneau la braquicefalia de algunos grupos se explicaría por la araucanización de la
pampa en el siglo XVIII. Nuestro análisis de componentes principales, así como el de
distancias, reflejan una mayor similitud, o menor distancia, con los antiguos habitantes
de Córdoba, pero también con Patagones de Río Negro y habitantes de Santiago del
Estero (distancias: componente de tamaño), y también con un sitio del Delta del
Paraná (Los Marinos).

Por último, y siempre con relación a la morfología, hay que considerar que el
cuerpo humano, inclusive a nivel óseo, es sumamente plástico, lo cual dificulta el
conocer si las similitudes (o diferencias) se deben a origen común o a adaptación a un
medio ambiente similar.

Otro aspecto a considerar del trabajo de Rivet (1930) es que no aclara las
causas de la muerte. Si bien los restos en sí mismos no dan cuenta de éstas, es
posible pensar que pudiera tratarse de “fièvre de consumption”. De acuerdo a la
información recabada, esto se aplicaba, a mediados del siglo XIX y aún más tarde, a
la tisis o tuberculosis. Debe señalarse que no es de extrañar que no se encontraran

52
huellas de esta enfermedad en los huesos, ya que posiblemente se debió a un
proceso rápido que podría haber terminó en muy breve lapso con la vida del
cacique, dadas sus condiciones de vida (más de dos años de cautiverio, desde que
fue apresado en Salsipuedes en abril de 1831 hasta que murió en París en
setiembre de 1833, traslado en barco, y el frío que seguramente comenzaba a
hacerse sentir en París, como incluso lo documenta la litografía ilustrando la
exhibición de los charrúas en el Musée de l´Homme) Para confirmar esto, debería
realizarse un diagnóstico molecular que permitiera afirmar o descartar la presencia
del Mycobacterium tuberculosis, lo cual podría eventualmente realizarse en el futuro.

Más complejo es el análisis del estudio publicado por Soiza y cols (1990). Si bien
estamos de acuerdo con varios de los aspectos señalados, creemos haber dado
elementos suficientes en contra de la principal conclusión de estos autores, que
señalan que la muerte de Perú habría ocurrido por desnutrición. Debemos mencionar
que los autores de este estudio se basaron en algunas placas radiográficas, sin haber
tenido acceso directo a los restos, lo cual explicaría sus conclusiones. En nuestro
estudio, basado en un conjunto mayor de radiografías junto con el estudio in situ de los
restos, no se observó evidencia alguna de desnutrición: no existe osteoporosis ni
pérdida de la densidad del hueso (descalcificación); incluso, el hecho que las líneas de
Harris (producidas en la infancia cuando el hueso se forma) fueran aún visibles apoya
la no existencia de un proceso de descalcificación, frecuente en individuos mayores.
Se descarta, por lo tanto, la desnutrición como causa de su muerte.

Soiza y cols (1990) mencionaban también un proceso de osteitis afectando el


oído de Perú. De la serie de placas radiográficas realizadas, analizadas por el
conjunto de médicos mencionados en el equipo de investigación, se desprende que
no hay evidencia de patologías, mas allá de algunas características peculiares como
falta de neumatización a nivel de esfenoides, mastoides ebúrneas, u otras
características anatómicas sin significado patológico. También se descarta la
posibilidad de sífilis, sugerida por el informe de Badano Repetto y Heim, discutida
por Soiza y cols (1990),siendo que la lesión de tibia se debe probablemente a una
lesión de origen traumático moderadamente severa. Por ultimo, se descarta
totalmente la presencia de un balín o munición en el cráneo del cacique (lo cual solo
había sido notado por Soiza y colaboradores), siendo que la opacidad que se refleja
en algunas de las placas se debía a una resina que se colocó en el cráneo
seguramente para tapar orificios durante el moldeado de la región intracreaneana.
Esta resina pudo ser parcialmente removida por nosotros de la base de la base de
la región nasal donde estaba alojada.

5.2 Este estudio

Además de lo señalado al comparar nuestro estudio con algunos de los


realizados previamente, y modo de conclusión podemos señalar que:

1. Se Identificó sin lugar a duda que los restos repatriados son los del
cacique charrúa Vaimaca Perú.

53
2. Con relación a sus características generales, se puede decir que los
métodos utilizados para determinación de estatura, sexo, y edad al morir,
resultaron altamente satisfactorios, por lo cual aumenta su confiabilidad para
su aplicación a restos prehistóricos de nuestro país, Vaimaca Perú era, sin
lugar a dudas, robusto, de 1.62 m de estatura, de cráneo corto (braquicéfalo)
cara ancha (eruieno, euriprosopo) y nariz ancha (camerrino); estas
características son propias, como se indicó, a las presentes en grupos
pampeanos, patagónicos y chaqueños (“raza pámpida”, “raza pampeana” o
“tipo patagónido”, según algunas clasificaciones mencionadas en este trabajo)

3. Se elaboró su historia de vida: su estado sanitario fue bueno,


observándose huellas de traumas (en radio, costilla, tibia, y posiblemente,
nariz), debidas a su vida de guerrero. Las inserciones musculares, muy
marcadas, señalan su vida básicamente nómade, con gran utilización de su
fuerza, y un mayor uso del brazo derecho lo que indicaría un hábito diestro.

Su alimentación, si bien en los dos primeros años de su vida tuvo algunas


alteraciones (tal vez producto del destete), fue buena y dio los nutrientes
necesarios para su robustez; es interesante señalar la total ausencia de caries
y de enfermedad periodontal, pese a haber vivido en el siglo XIX; refleja un alto
consumo de carnes y posiblemente, ningún o poco consumo de alimentos muy
procesados o harinas. La comida poseía elementos abrasivos (tierra, ceniza,
arena), aunque no tanto como la de las poblaciones prehistóricas de nuestro
territorio.

Su muerte se debió, como se indicó, probablemente a tuberculosis unido al mal


estado sanitario general ocasionado por el cautiverio y cambio de ambiente.

4. Con relación a las características dentarias, si bien llama la atención la


ausencia de diente en pala, ya mencionada, al no existir suficientes datos
comparativos no permite extraer conclusiones. Sí se encontró un rasgo típico
de amerindios y asiáticos, la continuación del esmalte de algunos molares hacia
la raíz de los mismos (en la región gingival), rasgo que fue observado también en
los restos encontrados en Salto Grande y en “cerritos” del este del país. Por
último, no se encontró otro rasgo morfológico que sí está presente en Salto
Grande, consistente en un estrechamiento de la corona hacia la raíz, pero dicho
rasgo tampoco fue encontrado en los habitantes de los “cerritos” del este
analizados a fines comparativos. La agenesia del tercer molar, aparece en todas
las poblaciones y en diferentes épocas, sin que existan datos comparativos como
para que se puedan realizar inferencias.
5. EN cuanto a su origen étnico, y con base en rasgos métricos craneales,
se pudieron establecer relaciones genéticas y/o de similitud (coherentes con los
morfológicos mencionados en el primer punto), siendo Vaimaca parecido a los
pobladores del centro-oeste (en especial, antiguos habitantes de Córdoba) y
sur de Argentina (patagones), y según el método, también con sur de Brasil.
Es interesante notar que los análisis también muestran similitudes con los
habitantes prehistóricos de los “cerritos” del este del Uruguay (no así a los del
oeste, seguramente debidos a poblaciones diferentes). No se observan

54
características morfológicas que evidencien mezcla con guaraníes, tal como
argumentaban los integrantes de ADENCH durante el juicio llevado a cabo.

La similitud de Perú con patagones y araucanos, así como con otros grupos de
la pampa y del chaco, podría tener varias explicaciones alternativas:

a) charrúas, patagones, y otros, serían descendientes de un mismo grupo


originario, hipótesis propuesta por J. Imbelloni y S. Canals Frau, entre otros, al
definir las oleadas poblacionales que ocuparon América. Al respecto, diversos
autores han sostenido que Sudamérica fue poblada por un único grupo de
pobladores iniciales, los amerindios, hipótesis sostenida en primer lugar por
Greeenberg, Turner y Zegura (1986), por lo tanto en este caso –donde habría
homogeneidad entre todos los indígenas sudamericanos- debería aceptarse que
la diferenciación se dio en el lugar por diversos procesos microevolutivos.
b) que estos grupos se hubieran adaptado a ambientes relativamente similares
(sitios relativamente llanos, en su mayoría con pastizales, de condiciones
relativamente duras en invierno), lo que habría llevado a características físicas
semejantes; esto podría vincularse con la diferenciación in situ que apoyaría la
teoría de una única oleada poblacional;
c) que haya existido mestizaje (flujo génico) entre los distintos grupos del área lo
que llevó a la homogeneización de éstos.

De hecho, las tres hipótesis son posibles y seguramente contribuyeron a las


características que hoy se observan. Con relación al mestizaje, la mezcla entre
grupos indígenas ha sido constatada innumerables veces, sea por rapto o
intercambio de mujeres, sea por otros procesos; incluso, como se mencionó
previamente, podría estar relacionado con la araucanización de la pampa
ocurrida en tiempos ya históricos (siglo XVIII) Los procesos de diferenciación in
situ entre poblaciones son de origen biológico (deriva génica, efecto fundador),
aunque también los factores culturales pueden operar en éstos (aislamiento
reproductivo), y se acentúan cuanto más pequeño es un grupo humano. Sin
embargo, y sin llegar a postular una “oleada poblacional”, lo cual merece un
tratamiento independiente y escapa a los objetivos de este trabajo, puede
decirse con certeza que los habitantes de pampa-patagonia, incluida la macro-
etnia charrúa, deben tener un origen común relativamente cercano, que da cierta
homogeneidad con relación a las características biológicas.

6. Con relación a los estudios moleculares, concretamente del análisis del


ADN mitocondrial (ADNmt), éste es el mayor aporte de este estudio, y si bien
hasta el momento no pudo ser finalizado (es decir, no se secuenció el total de
la región control), los resultados obtenidos hasta el momento son
suficientemente claros como para extraer interesantes concusiones.

Se logró identificar sin lugar a dudas el haplogrupo, que resultó ser el C, de


origen amerindio; el mismo resultado se obtuvo utilizando tres técnicas diferentes:
análisis de fragmentos de restricción, secuenciación de la región genómica
mitocondrial donde se encuentra la mutación que determina el haplogrupo, e
identificación de las cuatro mutaciones generalmente asociadas a dicho

55
haplogrupo en la región hipervariable I. Debe señalarse también que los mismos
resultados se obtuvieron a partir de las dos diferentes extracciones de ADN, a
partir de dos molares y realizadas en momentos y con reactivos diferentes. No se
observó contaminación en ninguno de los casos.

Se secuenció la región hipervariable I entre las bases 16209 y 16410),


detectándose 5 mutaciones con relación a la secuencia de referencia (Anderson
et al 1981)10. Cuatro de éstas corresponden, como se indicó, a las que en
general se asocian al haplogrupos indígena C (16223T, 16298C, 16325C y
16327T). La quinta (16288C) no ha sido publicada con relación a las mutaciones
propias del haplogrupo C, a no ser por nuestro equipo de trabajo donde dos
individuos enterrados en el cerrito CH2D01-A de Rocha, Uruguay, presentaron
las 5 mismas mutaciones (Bertoni et al 2004). En ese trabajo se señalaba que la
identidad, o casi identidad puesto que tampoco en estos casos se había
secuenciado el total del ADNmt, se debía seguramente a una relación de
descendencia entre ambos individuos, una mujer enterrada en el nivel inferior del
montículo, y un hombre enterrado en un nivel intermedio, por lo cual es razonable
pensar de que el hombre era descendiente de la mujer enterrada más abajo
(debe recordarse que el ADNmt se trasmite únicamente por vía materna)

A partir de la determinación del haplogrupo, el indígena C en este caso, es


posible realizar algunas inferencias:

a) El haplogrupo C está ausente, o es muy escaso, en poblaciones guaraníes,


siendo sin embargo, frecuente en fueguinos y patagones. Esto descartaría
nuevamente (ya se observó al hablar de los estudios métricos) la posibilidad de
mestizaje con guaraníes, y refuerza la hipótesis de que los charrúas se
relacionan a las poblaciones de pampa y patagonia;

b) El haplogrupo C es, junto con el B, el más común entre los haplogrupo de


origen indígena presentes en la población uruguaya actual, en especial de la
región nordeste. Esto apoyaría que el sustrato indígena de la población actual se
relaciona más a la macro-etnia charrúa que a la guaraní, lo que es contrario a la
posición sostenida por muchos historiadores hasta el momento, por ejemplo en la
muy interesante y bien basada obra de González Risotto y Rodríguez Varese
(1982) que se basa en registros eclesiásticos. Debe mencionarse que la
contradicción entre estas dos posiciones se debe directamente en el tipo de
datos estudiados: el estudio de González Risotto y Rodríguez Varese (1982)
solo l incluye aquellos indígenas de los cuales se registró el origen, “Misiones”,
“indios misioneros”, o directamente “guaraníes”, que es el modo en que aparecen
en los libros de la Iglesia Católica. Debemos entonces interpretar que, de los
otros indígenas (posiblemente, en su gran mayoría, mujeres), no aparece
mencionado el origen. Existen al respecto gran cantidad de fuentes que aluden a
repartos de niños y mujeres, y aún a la observación directa de parejas
compuestas por un español, o descendiente de éstos, con una mujer indígena.
No es objetivo de este trabajo profundizar este tema.

10
Esta secuencia que se toma en toda la bibliografía como secuencia de referencia, corresponde al haplogrupo
europeo H.
56
c) Por último, debe notarse que el haplogrupo C es también el más frecuente en los
habitantes prehistóricos del Uruguay, si bien el número de individuos analizados
es muy pequeño para extraer conclusiones definitivas.

Con relación a la secuencia, se debe destacar que la mutación en la posición


16288, asociada a las mutaciones típicas del haplogrupo C, no está descrita en la
literatura, a excepción hecha de nuestro propio estudio de habitantes prehistóricos
del este del país, concretamente, es decir, los dos individuos ya mencionados;
también se encontró esta mutación en un habitante actual de la ciudad de Melo
que desconocía tener antepasados indígenas por línea materna. La identidad de
secuencias (al menos, del tramo secuenciado), plantea la continuidad biológica
entre los constructores de los “cerritos”, el cacique charrúa Vaimaca Perú, y la
población actual. Es importante señalar que, si bien es claro que existe la
continuidad biológica planteada, lamentablemente no se cuenta con material
comparativo suficiente, sea de otras poblaciones pasadas y actuales del Uruguay,
o con similares de Argentina (pampa-patagonia) o del sur de Brasil. Por lo tanto,
no es posible postular que se trate de una mutación restringida a los constructores
de cerritos y trasmitida a poblaciones más modernas.

De momento, y hasta no contar con más datos, parece razonable considerar que la
mutación observada debe ser propia de la macro-etnia charrúa (entre otros,
minuanes, guenoas, o los charrúas propiamente dichos) y postular que estos
grupos serían los descendientes de los constructores de cerritos.

57
6. PARTE 6: REFERENCIAS

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63
INDICE

i Participantes Pág. 2
ii Agradecimientos Pág. 3
1. PARTE 1: ASPECTOS PRELIMINARES Pág. 4
1.1 Del convenio y los plazos Pág. 4
1.2 Objetivos Pág. 6
2. PARTE 2. INTRODUCCION Pág. 7
2.1 El origen de los indígenas americanos. Päg. 7
2.2 Los estudios de ADN mitocondrial Pág. 9
2.2.1 Características del ADN Pág. 9
2.2.2 Los estudios de ADN mitocondrial en poblaciones indígenas y mestizadas Pág. 12
2.3 Los charrúas en el contexto de indígenas sudamericanos Pág. 15
3. PARTE 3: ANTECEDENTES DE LOS ESTUDIOS SOBRE VAIMACA PERÚ Pág. 19
3.1 Datos generales sobre el Cacique Perú Pág. 19
3.2 Estudios del Cacique realizados en vida durante la estadía en París. Pág. 20
3.3 Estudios realizados en el siglo XIX sobre los restos óseos de Perú. Pág. 21
3.4 El estudio de Paul Rivet (1930) Pág. 21
3.5 Estudios posteriores a 1930 Pág. 23
4. PARE 4: EL PRESENTE ESTUDIO Pág. 25
4.1 Metodología Pág. 25
4.2 Resultados Pág. 31
4.2.1 Inventario Pág. 31
4.2.2 Identificación y análisis métrico de cráneo y postcráneo Pág 32
4.2.3 Historia de vida Pág. 35
4.2.4 Análisis de características heredadas Pág. 42
4.2.5 Análisis moleculares Pág. 47
5. PARTE 5: RESUMEN Y CONCLUSIONES Pág. 51
5.1 Comparación del presente trabajo con los estudios anteriores. Pág. 51
5.2 Este estudio Pág. 52
6. PARTE 6: REFERENCIAS Pág. 57

64

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