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Los factores de producción son recursos necesarios para que la fabricación de un producto sea
posible, y éstos son, cada una de las partes que intervienen directa o indirectamente en el proceso
productivo y sin las cuales el producto no existiría.
Los factores de producción son los recursos con los que las personas (generalmente agrupadas en
empresas) logran crear esos bienes. En la combinación de ellos estará la búsqueda permanente de
eficiencia para obtener mayores utilidades para la empresa. El concepto de factores de producción
y su importancia se remonta a la época de Adam Smith, quien consideró necesarios tres factores
de producción básicos: el capital, la tierra y el trabajo.
EL CAPITAL
Dentro del capital agrupó a todos los elementos que participan directamente en la producción,
más allá del acto mismo de producir. Comprende a las herramientas y maquinarias que son
necesarias para la fabricación del producto, pero también al dinero que se necesita para formar
una empresa y mantener su actividad.
En muchos casos, el uso de la expresión se limita al capital productivo, que son las maquinarias.
Sin embargo, esto omite una cuestión importante a la hora de tomar decisiones, pues en la
medida que el dinero es un factor, el interés o lo que cuesta financiarse también deberá intervenir
en el análisis de los costos de la producción.
EL TRABAJO
El trabajo es la actividad humana (física e intelectual) que interviene en la producción del bien.
Tiene que ver con el esfuerzo realizado para asegurar el beneficio económico de la organización.
Aunque pueda pensarse en primera instancia en las tareas operativas, las basadas en el intelecto
también forman parte del trabajo (un ejemplo moderno: un programador en una empresa de
sistemas). El factor trabajo tiene una retribución y un costo mucho más tangible, que es el salario
pagado a los empleados.
LA TIERRA
LA INICIATIVA EMPRESARIAL
LA DIMENSIÓN EMPRESARIAL
Junto a estas dificultades para conseguir una escala mínima eficiente por parte de las PYME,
cuentan también con mayores barreras de entrada, peor información sobre cambios tecnológicos
y organizativos y costes superiores en la financiación con recursos ajenos. Todo ello sitúa a este
tipo de empresa en una inferior posición competitiva, en parte compensada por su capacidad de
adaptación, con más flexibilidad y menores costes de producción, a los cambios del mercado.
Las empresas pueden adquirir externamente, o bien producir en su seno (integración), los recursos
que precisan para su proceso productivo. La elección está sujeta a una cuestión de coste.
La integración vertical ha sido el modelo organizativo más habitual adoptado por las empresas.
Ahora bien, los cambios en la competencia internacional y en la tecnología han impulsado nuevas
fórmulas de organización, flexibles y descentralizadas.
Como consecuencia de estos cambios, las empresas buscan un entorno industrial en el que las
relaciones con proveedores y distribuidores se realicen en el menor tiempo posible y en el que se
puedan aprovechar todas las ventajas derivadas de la proximidad de la concentración empresarial
(economías de localización). La fórmula más utilizada por las empresas para organizar la
descentralización productiva es la subcontratación, aunque también son frecuentes acuerdos de
cooperación con objetivos específicos de investigación, producción o comercialización