Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ACT en Abuso Infantil 2014
ACT en Abuso Infantil 2014
Técnicas
de intervención
en abuso sexual infantil:
estrategias cognitivo-conductuales,
aceptación y mindfulness
Junio, 2014
1
ÍNDICE
1. Resumen
5. Conclusión
6. Referencias
7. Anexos
2
Resumen
3
Abstract
In this paper the definition of the term child sexual abuse is exposed, and the severity of
the psychological consequences of such an experience. Specifically, we focus on one of
the symptoms whose presence is very common in cases of sexual abuse, Post Traumatic
Stress Disorder (PTSD). To address this problem, we have proposed two types of
interventions, whose the objectives and therapeutic strategies differ greatly.
First, a traditional approach Cognitive Behavioral is described. From this perspective, the
performances will go to victims of abuse aimed at breaking the partnerships established
between stimuli and to identify and change cognitions about issues related to trauma,
resulting maladaptive and irrational so that the person can continue on with your life.
Second, the action is described from a relatively novel intervention based on Acceptance
and Commitment Therapy (ACT) and Mindfulness aimed contrary to the idea proposed
from cognitive behavioral therapy to modify the content of events private, is that the
abused person receives and accepts from full consciousness, these thoughts and feelings
as they are acting in either direction according to your personal values even in the
presence of these private events.
Key words: Childhood sexual abuse, Posttraumatic Stress Disorder, Cognitive Behavioral
Therapy, Acceptance and Commitment Therapy and Mindfulness.
4
Capítulo 1
Conceptualización del término abuso sexual infantil y consecuencias
derivadas de la experiencia de abuso
No existe una definición única para el abuso o maltrato infantil. Sin embargo, la
más aceptada viene proporcionada por el National Center for Child Abuse and Neglect
(NCCAN, 1988), que define el abuso infantil como “todas aquellas acciones que van en
contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño, cometidas por
personas, instituciones o la propia sociedad”. A su vez, esta definición engloba una serie
de comportamientos, que son considerados de abuso, como maltrato físico, negligencia,
maltrato psicológico o abuso sexual, tal y como señala el manual de psiquiatría DSM-IV-
TR (2001).
5
En cuanto a la prevalencia del abuso, es decir, la proporción de individuos de la
población que sufrieron abuso sexual infantil en un momento o periodo determinado,
estos mismos autores la sitúan en el 14,5% para las mujeres y el 7,2% para los varones
(Redondo y Ortiz, 2005). Estas diferencias entre hombres y mujeres podrían deberse al
hecho de que verdaderamente haya más casos de mujeres que son víctimas de abusos
sexuales, o bien, a que en el caso de los varones, estas experiencias permanecen ocultas,
debido al miedo al estigma social de ser tachado de afeminado o de homosexual (Cantón
y Cortés, 2003) .
6
Todo lo anterior nos lleva a considerar que la experiencia de abuso sexual supone
un gran impacto a nivel individual, ocasionando graves consecuencias psicológicas en las
víctimas. Así, Pereda, (2009) llevó a cabo un estudio, cuya finalidad consistía en
identificar los problemas psicológicos derivados de la experiencia de abuso sexual. Entre
ellos encontró una serie de problemas que abarcaban distintas áreas:
7
amenaza de muerte o algún riesgo para la integridad física. Ante estas situaciones el
individuo responde en forma de miedo, de indefensión o de horror.
Criterio B: El acontecimiento traumático se reexperimenta persistentemente en
forma de:
8
Capítulo 2
Intervención en abuso sexual infantil desde una perspectiva cognitivo-
conductual
9
cualquier pensamiento, sentimiento o actividad que desencadene el malestar asociado al
suceso traumático, serían respuestas aprendidas mediante condicionamiento operante y,
las responsables del mantenimiento de la sintomatología postraumatica. Esto refleja una
sucesión de procesos, a través de los cuales se crea un “círculo vicioso” que, aunque a
corto plazo parecería eficaz, a la larga resulta realmente desadaptativo para las víctimas.
(Figura 1).
Condicionamiento
Estímulos relacionados Clásico
con el trauma
(pensamientos, recuerdos,
lugares, actividades, etc.)
Conducta de evitación
física y emocional
Condicionamiento
Operante
(Reforzamiento
Negativo)
10
y problemas de atención y concentración.
11
a la extinción completa. Esta ruptura se consigue a través de dos procesos, descritos a
través de la “teoría del procesamiento de la información” de Jaycox y Foa, (1996), la cual
muestra una gran consonancia con la teoría explicativa de Baguena (2001), según la cual,
dicha ruptura se conseguirá por habituación a la ansiedad derivada de la exposición
repetida a estímulos que recuerdan al trauma y el aprendizaje de que la exposición a
dichos estímulos no conlleva una amenaza posterior. .
A pesar de lo eficaz que han demostrado ser ambas técnicas (EP y RC) para reducir
la sintomatología postraumática, debemos tener en cuenta otra serie de aspectos
relacionados con la sintomatología de Trastorno de Estrés Postraumático.
13
Cada una de las técnicas que componen el EIE posee una esencia común con las
demás, y es que su finalidad consiste en enseñar a la víctima del abuso sexual a reconocer
y a controlar sus emociones negativas, como la ansiedad y la ira, mediante la planificación
y emisión de conductas alternativas más adaptativas. (Mingote, Machón, Isal, Perris y
Nieto, 2003). No obstante, antes de llevar a cabo el entrenamiento en Inoculación de estrés
(EIE) debemos tener en cuenta la variabilidad de los síntomas que comprende cada caso,
ya que para una persona cuya reacción ante el recuerdo o la exposición a estímulos
asociados al trauma sea un elevado nivel de tensión muscular y ansiedad, sería útil el uso
de la estrategia de relajación progresiva, mientras que para una persona que no presente
tensión muscular pero sí otros síntomas, deberemos utilizar otro tipo de estrategias de
afrontamiento. (Baguena, 2001).
14
Capítulo 3
Intervención en abuso sexual infantil desde la perspectiva de aceptación y
mindfulness
Todas las personas evitamos aquello que nos produce malestar, y esa evitación no
es necesariamente problemática. Pero en nuestro contexto histórico y cultural, sentirse
bien se ha convertido en un valor en sí mismo, identificándose con salud mental. Algunas
personas buscan sentirse bien a toda costa, evitando cualquier tipo de malestar aunque,
en muchas ocasiones, eso les genere problemas y les conduzca a una vida más limitada.
Es ahí cuando hablamos de Evitación Experiencial (Wilson, y Luciano, 2002).
15
orientadas a modificar el contenido de los pensamientos intrusivos que resultan
irracionales, ya que se considera que tales pensamientos son la causa de que la persona
se comporte desadaptativamente y su modificación permitirá a la víctima volver a
alcanzar su estilo de vida previo al suceso traumático.
Contrariamente a tal perspectiva, surge un tipo de terapia cuya finalidad no se basa
en la modificación de los eventos privados, sino en el cambio de los contextos verbales
que se relacionan con tales eventos. Esta es la Terapia de Aceptación y Compromiso
(ACT), una aproximación basada en la idea de que el verdadero problema no son los
pensamientos, los miedos o la ansiedad desencadenados por el episodio de abuso sexual,
sino los intentos de la víctima por acabar con esos eventos privados. Por tanto, la
intervención se centraría en que la persona acepte los eventos privados fruto de su historia
y siga adelante con la vida que quiere tener, tratando de alterar las relaciones
desadaptativas que se han establecido entre sentirse mal y paralizar la vida.
16
Aunque ACT es una terapia flexible, tradicionalmente se han definido una serie
de componentes que se podrían sintetizar en los: desesperanza creativa, el control de
eventos privados como problema, clarificación de valores, desliteralización o
distanciamiento, el “yo como contexto” y el compromiso con los valores personales.
17
Otro de los pasos esenciales en ACT, es hacer consciente al paciente de sus
intentos por controlar los pensamientos, emociones y recuerdos y el resultado de esos
intentos de control. El propósito es que, a través de metáforas, paradojas y ejercicios
experimentales, la víctima sea consciente de que, de acuerdo a su experiencia, en algunos
contextos, el control de eventos privados parece inviable y, en algunos casos,
paradójicamente, intentar controlarlos implica que surjan con más intensidad. Esto puede
ejemplificarse a través de diferentes metáforas como la metáfora del polígrafo (ver
Anexo1) (Wilson y Luciano, 2002). Por tanto, en primer lugar, el objetivo es que el
individuo detecte aquellas conductas que lleva a cabo para controlarlos y, a continuación,
las abandone, permitiendo así, la aceptación de tales estímulos.
Para poder aceptar los eventos privados es necesario cierto grado de distanciamiento
respecto a ellos. A través de la desliteralización del lenguaje en ACT se busca romper la
literalidad de las palabras, además de romper las relaciones inhabilitantes entre pensar,
sentir y actuar. (Carrascoso, 1999). Para ello podría ser útil un tipo de ejercicio en el que,
mediante la continua repetición de una palabra (por ejemplo: leche) esta pierde
temporalmente parte de su significado y resultando, por tanto, menos dominante sobre el
individuo. (Wilson y Luciano, 2002).
18
Un componente basado, del mismo modo, en la idea de distanciamiento, es el
proceso de defusión, cuyo objetivo implica notar las experiencias privadas sin intentar
controlarlas.
Otro de los componentes de ACT, “yo como contexto”, implica ser capaz de
contactar con sus pensamientos, recuerdos y emociones desde un lugar seguro, desde esa
parte del yo, que puede darse cuenta de que está pensando, recordando y sintiendo acerca
de aspectos relacionados con el evento traumático del mismo modo que puede pensar,
recordar y sentir de forma diferente en otras situaciones. Para ejemplificarlo, podría
resultar útil la metáfora del tablero de ajedrez (ver anexo1). Esta muestra, a través de un
tablero y fichas de ajedrez, cómo los eventos privados, tanto aversivos (fichas de un color)
como los deseables (fichas de otro color) coexisten en la persona, que sería el tablero.
Es importante que la persona entienda que, desde su posición como tablero (“yo
contexto”) la guerra entre piezas no importa. Y, desde ahí, puede moverse en las
direcciones que son valiosas en su vida, mientras observa cómo se mueven tales piezas.
(Wilson y Luciano, 2002).
19
Una de sus prácticas se basa en el entrenamiento en relajación, orientado a
desarrolla la capacidad de evocar y aplicar la atención para mejorar el bienestar emocional.
Sin embargo, en ACT, la práctica de mindfulness trata de complementar los
procedimientos que aquí se llevan a cabo, a través de procesos del tipo: defusión,
distanciamiento, y dejar ir, de aquellos pensamientos, creencias y recuerdos irracionales
y desadaptativos; aceptación, hacer espacio para los sentimientos y sensaciones dolorosas,
dejándolos entrar y salir, sin llevar a cabo ningún tipo de control emocional interno y
contacto con el momento presente, un compromiso total con el aquí y ahora, con una
actitud de apertura y curiosidad frente a la experiencia. (Harris, 2013).
Por último, en ACT se trabaja el compromiso con los valores personales. Se trata
de que la persona camine en la dirección elegida haciendo hueco a los eventos privados
dolorosos. Esa precisamente es la esencia de esta terapia.
20
Discusión
21
esencial que resulta alcanzar un estado de atención plena hacia aquellos eventos privados
que tratamos de sentir y aceptar.
22
Referencias
Cantón, J. y Cortés, M. A. (1997). Malos tratos y abuso sexual infantil. Madrid: Siglo
XXI.
23
Harris, R. (2009). ACT Made Simple: An easy-to-read primer on Acceptance and
Commitment Therapy.
López, F. (1994). Los abusos sexuales a menores. Lo que recuerdan los mayores. Madrid.
Ministerio de asuntos sociales.
Luciano, M.; Valdivia, S.; Gutiérrez, O. y Páez, M. (2006). Avances desde la Terapia de
Aceptación y compromiso (ACT). eduPsykhé. 5(2): 173-201
Mingote, J., Machon, B., Isla, I., Perris, A. y Nieto, I. (2001). Tratamiento integrado del
Trastorno de Estrés Postraumático. Aperturas Psicoanalíticas. Recuperado el 24 de junio
de 2014 de http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0000161 & a=Tratamiento-
integrado-del-trastorno-de-estres-postraumatico.
Pereda, N. (2009). Consecuencias psicológicas iniciales del abuso sexual infantil. Papeles
del psicólogo. 30(2): 135-144.
Redondo, C. y Ortiz, M. (2005). El abuso sexual infantil. Boletín pediátrico, 45: 3-16.
24
cognitive-processing therapy with prolonged exposure and a waiting condition for the
treatment of chronic posttraumatic stress disorder in female rape victims. Journal of
Consulting and Clinical Psychology. (4): 867–879.
Saldaña, D.; Jimenez, J. y Oliva, A., (1995). El maltrato infantil en España: un estudio a
través de los expedientes de menores. Infancia y aprendizaje, 71: 59-68.
25
Anexos
Anexo 1.
Metáfora del jardín
“Supongan que ustedes son un jardinero que ama su jardín, que le gusta cuidar de sus
plantas, y que nadie más que usted tiene responsabilidad sobre el cuidado de las plantas.
Supongan que las plantas son como las cosas que ustedes quieren en sus vidas…así,
¿cuáles son las plantas de su jardín? ¿Cómo ve las plantas como jardinero? ¿Tienen flores,
huelen bien, están frondosas? ¿Está cuidando las plantas que más quiere como usted las
quiere cuidar?...Claro que no siempre dan las flores en el lugar que usted quiere, en el
momento que lo desee; a veces, se marchitan a pesar del cuidado; la cuestión es cómo ve
que las está cuidando, ¿qué se interpone en su camino con las plantas, en su quehacer para
con ellas? Quizás esté gastando su vida en una planta del jardín. Ya sabe que en los
jardines crecen malas hierbas.
Imagine un jardinero que las corta tan pronto las ve, pero las malas hierbas vuelven a
aparecer y nuevamente el jardinero se afana en cortarlas y así, ¿es ésa su experiencia con
su problema? Surgen los pensamientos relacionados con la enfermedad y abandona el
cuidado del jardín para ocuparse de ese problema. No obstante, las malas hierbas, a veces,
favorecen el crecimiento de otras plantas, bien porque den despacio para que otras crezcan,
bien porque hagan surcos. Puede que esa planta tenga algún valor para que las otras
crezcan. A veces, las plantas tienen partes que no gustan, pero que sirven, como ocurre
con el rosal que para dar rosas ha de tener espinas. ¿Qué os sugiere? ¿Podéis ver sus
plantas y las áreas de su jardín donde aún no hay semillas? Algunas estará mustias y otras
frondosas. Habladme de vuestras plantas y de si las cuidas como queréis cuidarlas.
Decidme si estáis satisfechos con el cuidado que dais a vuestras plantas, si las cuidáis de
acuerdo con lo que valoráis en vuestra vida. El trabajo que se hará aquí es como plantar
una nueva semilla que tendremos que hacer crecer con el trabajo que todos hagamos. Esta
nueva planta la alimentaremos hasta que ustedes tengan habilidad cuidando las demás
plantas, las cosas importantes de su vida como usted quiera cuidarlas. Hay otra cosa
importante: cualquier jardinero sabe que el crecimiento de sus plantas no depende de su
estado de ánimo, sino que cada planta requiere un cuidado sistemático y apropiado y, a
26
pesar de ello, nadie puede garantizar el resultado completo con cada planta…Quizá el
jardinero le gustase que el cuidado de una planta diese a luz una planta con un número de
flores blancas de un tamaño preciso, en un tiempo concreto. Pero el jardinero sabe muy
bien que la planta puede ofrecer otras flores distintas, en menor número y desprendiendo
un olor menos agradable que el deseado, o quizá más. No es algo que el jardinero pueda
controlar. La cuestión es si a pesar de ello valora el cuidado de esas plantas. Es más, las
cosas, personas…, que queremos en nuestra vida se parecen a las plantas del jardín. A
veces el jardinero quizá se impaciente si la planta tarda en crecer o lo que crece
inicialmente no le gusta. Si el jardinero arranca de “cuajo” lo plantado y pone otra semilla,
nunca verá crecer la planta, y su vida girará sólo en poner semillas sin llegar a vivir cada
momento del crecimiento. Otra opción es seguir cuidando las plantas, con lo que ofrezcan
cada momento.
Es importante que sepamos que yo nunca podré plantar semillas en su jardín, ni decirle
qué semillas plantar, y cómo crecerá mejor; que nunca podré cuidar de sus plantas. Sólo
usted podrá hacerlo. Y ahora, os pregunto si, por un minuto, ¿podríais dejar de centraros
en la planta que os molesta, la que os ha traído aquí? ¿Estaríais dispuestos aun con
cualquier pensamiento sobre esa planta que no quiere a hablar de las otras plantas de su
jardín, de cómo están, e incluso estaríais dispuestos a hacer algo con ellas, a cuidarlas
incluso sin ganas?...Dígame, ¿qué hay entre ustedes y el cuidado de sus plantas?
¿Qué le impide cuidarlas ya?” (Wilson y Luciano, 2002).
27
Metáfora del polígrafo
“Imagínese enchufado al más moderno y sensible polígrafo del mundo. Es imposible estar
enchufado y sentir la más mínima activación o ansiedad sin que la máquina lo detecte. En
estas circunstancias le piden que haga una tarea muy simple. Que se quedes ahí, relajado.
La más mínima ansiedad será detectada. Para motivarle un poco más ponemos una pistola
Magnum 44 en su sien. Si permanece relajado no se disparará pero si se pone nervioso lo
más mínimo, la máquina lo detectará, y morirá. Así que, relájese… ¿Qué cree que
pasará? … La mínima gotita de ansiedad será terrorífica. Se dirá “Dios, me estoy
poniendo nervioso. Aquí viene” ¡BANG!” (Wilson y Luciano, 2002).
“Imagine un tablero que “se mueve” en todas las direcciones. Tiene piezas blancas y
negras que forman equipos como en el ajedrez: las blancas juegan contra las negras.
Imagine que sus pensamientos, sensaciones, son como piezas de este tablero que juegan
también en equipos. Por ejemplo, las sensaciones negativas (como ansiedad, ira, rabia
resentimiento…) se unen a los pensamientos y recuerdos negativos. Lo mismo ocurre con
las fichas buenas. Lo que hace en su vida se parece al juego de ajedrez: se pone del lado
de unas piezas, digamos que se pone del lado de las piezas blancas (esas piezas que usted
quiere que ganen serían, por ejemplo, los pensamientos de seguridad, seguridad en uno
mismo, sentimientos de control, de tener razón en lo que se hace, etc.) para luchar contras
las negras. Entonces, es como si nos subiéramos a lomos de un caballo blanco y nos
dispusiéramos a luchar contra las fichas negras, o sea, luchando contra la ansiedad, la
depresión, los pensamientos negativos, etc. para echarlos del tablero. En este juego de
guerra, lo que su experiencia le dice es que usted pelea, y lo que ocurre es que las fichas
se hacen cada vez más grandes, y cuánto más lucha, más grandes se hacen: parece como
si se multiplicasen con la lucha. Lo cierto es que, aunque no sea algo lógico, el resultado
que usted tiene es que cuanto menos está usted dispuesto a tener esas fichas negras y, por
tanto, pelea contra ellas, ocurre que esas piezas están cada vez más presentes en el centro
de su vida. La lógica es que si pelea con ellas, conseguirá echarlas del tablero, pero la
experiencia no dice eso, sino lo contrario. Las piezas que quiere echar permanecen en el
tablero y más activas y, entonces, la batalla continúa. No hay salida; es una zona de guerra,
28
y lo peor es que esa zona comienza a estar invadida de sentimientos de que “no hay salida,
no tiene arreglo”; es más, que “no puede ganar” y que tampoco “puede dejar de luchar”.
La cuestión es que si usted está en guerra con sus pensamientos, eso significa que hay
algo en usted que está mal. Además, para luchar usted tiene que estar al mismo nivel que
sus fichas: tiene que ser la ficha que más pelea con las otras. De hecho, esas piezas están
en usted. La cuestión es que estando en el tablero, encima del caballo para luchar contra
las fichas negras, que cada vez son más amenazantes, lo único que usted puede hacer es
luchar, esa es una zona de guerra “. (Wilson y Luciano, 2002).
29
30
31
32
33
34
35