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ISSN 0258-2104

HISTORIA
y CULTURA
40
Diciembre, 2017

SOCIEDAD BOLIVIANA DE HISTORIA


LA PAZ - BOLIVIA
DERECHOS RESERVADOS
Sociedad Boliviana de Historia
Casilla: 3-34923

DEPÓSITO LEGAL: 4-1-271-99


ISSN: 0258-2104

COMITÉ EDITORIAL REVISTA N° 40


Andrés Eichmann (Coord.)
Florencia Ballivián
Florencia Durán de Lazo de la Vega
Patricia Fernández de Aponte
Pilar Mendieta
Paola Revilla Orias
Ana María Seoane
Carlos Seoane

DISEÑO Y MAQUETACIÓN:
Editorial Marigalante
Meliza Ayaviri
Mateo Oporto

Impreso en Bolivia
SOCIEDAD BOLIVIANA DE HISTORIA

DIRECTIVA

Andrés Eichmann Presidente


Gastón Gallardo Vicepresidente
Ximena Medinacelli Secretaria
Florencia Ballivián Tesorera

SOCIOS

René Arze Aguirre Clara López Beltrán


José Roberto Arze William Lofstrom
Florencia Ballivián de Romero Itala de Mamán
Mariano Baptista Gumucio Ximena Medinacelli
Rossana Barragán Pilar Mendieta
Zenobio Calisaya Carlos Mesa Gisbert
Raúl Calderón J. María de los Ángeles Muñoz Collazos
Fernando Cajías de la Vega Martha Paredes O.
Carlos Condarco Alcides Parejas
Roberto Choque Canqui Alexis Pérez
Florencia Durán Rodolfo Pinto Parada
Andrés Eichmann Oehrli Ramiro Prudencio
Laura Escobari de Querejazu Pedro Querejazu
Patricia Fernández de Aponte Lucía Querejazu
Gastón Gallardo Pablo Quisbert
Bernardo Gantier SJ. Paola Revilla Orias
Juan Diego Gonzales Aramayo Antonio Revollo
Luis Guerra Carlos Seoane Urioste
Oscar Hurtado Suárez Ana María Seoane de Capra
Teresa Gisbert María Luisa Soux
Blanca Gómez de Aranda Eduardo Trigo O´Connor
Orestes Harnés Ardaya Edgar Valda
Arturo Leyton

SOCIOS RESIDENTES EN EL EXTRANJERO


Peter Bakewell (Gran Bretaña) John Lynch (Gran Bretaña)
Gaëlle Bruneau (Francia) Antonio Mitre (Brasil)
Marie Danielle Démelas (Francia) Phillip T. Parkerson (EE.UU)
Estanislao Just (España) Tristan Platt (Gran Bretaña)
Herbert S. Klein (EE.UU) Nathan Wachtel (Francia)
Erick Langer (EE.UU)
SOCIOS FALLECIDOS
Valentín Abecia Baldivieso Chelio Luna Pizarro
Gaston Arduz Eguía Gerardo Maldini
Charles W. Arnade Wilson Mendieta
Eduardo Arze Quiroga Gunnar Mendoza
Fernando Baptista Gumucio José de Mesa
Joseph M. Barnadas Plácido Molina Barberi
Róger Becerra John Murra
Lorenzo Calzavarini Adolfo Morales y Sánchez-Tagle
Percy Cayo Guillermo Ovando Sanz
Ramiro Condarco Morales Roberto Querejazu
Mario Chacón Demetrio Ramos
Alberto Crespo Rodas Leonor Ribera Arteaga
Alfonso Crespo José Luis Roca
Félix Denegri Luna Salvador Romero Pittari
Gastón Doucet Thierry Saignes
Manuel Frontaura Argandoña Hernando Sanabria Fernandez
Alfonso Gamarra Durana Juan Siles Guevara
Joaquín Gantier Jorge Siles Salinas
Augusto Guzmán Enrique Tandeter
Lewis Haenke Marcelo Terceros Banzer
Marie Helmer Antonio Urey Carvalho
Marcela Inch María Eugenia del Valle de Siles
Arnaldo Lijerón Casanovas

PRESIDENTES

Eduardo Arze Quiroga 1972 – 1974


Alberto Crespo Rodas 1975 – 1977
Valentín Abecia Valdivieso 1978 – 1981
Teresa Gisbert 1982 – 1984
José Luis Roca 1985 – 1989
Fernando Cajías de la Vega 1990
José de Mesa Figueroa 1991 – 1993
Mariano Baptista Gumucio 1994 – 1996
Florencia Ballivián de Romero 1997 – 2000
Laura Escobari de Querejazu 2001
Clara López Beltrán 2002
Florencia Ballivián de Romero 2003
José Roberto Arze 2004
Patricia Fernández de Aponte 2005 – 2010
Florencia Durán de Lazo de la Vega 2010 – 2012
Andrés Eichmann Oehrli 2013 –
ÍNDICE DE HISTORIA Y CULTURA N° 40

ARTÍCULOS
La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595
Germán Mendoza Aruquipa 9
Comercio colonial en Charcas. Propuestas y conclusiones
Laura Escobari de Querejazu 25
Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)
Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega 37
Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros
de la goma elástica (1870-1900)
Pilar Mendieta Parada 59
Un vistazo a la fotografía en Bolivia
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili 79
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen.
La pintura y la fotografía como registro social de los ignorados
Pedro Querejazu Leyton 105
“Foto René”, fotografía de René Céspedes y Aída Troncoso
Pedro Querejazu Leyton 145
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952 – 2017):
las tensiones de una relación compleja
Salvador Romero Ballivián 155
RECENSIONES

“Bolivia, ayer los Andes. 40 años de fotografía” de Alain Mesili


Pedro Querejazu Leyton 187
“Imágenes de la revolución industrial. Robert Gerstmann en
las minas de Bolivia. (1925-1936)”
Pedro Querejazu Leyton 191
IN MEMORIAM

Hija de la “Pampa Gringa” y de los Andes


Mercedes del Rio 197
ARTÍCULOS
La red de tráfico comercial
en la ciudad de La Paz
1594-15951

Germán Mendoza Aruquipa


Universidad San Francisco Xavier

Introducción
El objetivo principal de esta investigación es descubrir las rutas coloniales que
se estructuraron entre los años 1594-1595; también conocer donde se constituyeron
y si permanecen hasta nuestros días como vías estratégicas de acceso hacia la ciudad
de La Paz, Potosí y La Plata, conociendo que el eje de ligazón económica entre
las ciudades del área sur del virreinato peruano se produjo gracias a la economía
minera de este importante yacimiento argentífero, ubicada en la región de los
Charcas, con especial énfasis en el eje comercial entre Arequipa, La Paz, y Potosí
durante la época colonial temprana, y que posteriormente perduró y profundizó la
explotación minera durante los siglos siguientes del XVII y XVIII. Esta ruta contará
posteriormente con los centros de acceso y circulación poblacional regional desde
las ciudades de Cochabamba Oruro y La Paz, importante eje regional dentro del
circuito comercial productor de bienes de consumo que abastecían a la ciudad de la
Villa Imperial de Potosí. Es por ello que, la cultura colonial, dentro del desarrollo
económico, será importante en nuestro trabajo, porque nos dará luces para entender
la realidad sociopolítica económica de nuestras actuales sociedades locales, sobre
todo regionales.

1 Una primera versión de este artículo fue publicada en la XIX RAE – 2005, MUSEF-FCBCB, La
Paz, 2006. Agradezco a los que coadyuvaron la realización de este trabajo, que trata la temprana
colonia, desde los aspectos económico-administrativos en la nueva configuración poblacional que
se impuso desde aquella época, en este territorio que es parte de la actual Bolivia.

H. Y C. XL ♦ 9
La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

En los albores de la colonización española, el Cerro Rico de Potosí fue


considerado un bastión de conquista para los peninsulares en cuanto a riqueza
mineralógica, a la vez sirvió de intercambio económico para las sociedades
originarias dentro de las colonias establecidas en ésta parte del continente (Hoy
Bolivia; estos dos puntos serán esclarecidos continuamente en el presente trabajo),
es por ello que para poder entender el cómo se dieron paulatinamente los cambios
de rumbo en la economía y política de esta región altiplánica, es necesario recurrir
a las fuentes primarias para ver un enfoque general del porque se establecieron las
principales urbes del área andina y valluna en la colonia temprana de la América
ibérica.
Considero que el objetivo del presente trabajo es de dar a conocer el trato
comercial que se dio a través de las redes de comercio y contacto social, que fueron
indudablemente por los caminos prehispanos, combinando a las principales urbes
fundadas en la temprana colonia en la jurisdicción del Virreinato Peruano. Pero es
precisamente en la territorialización de estas colonias españolas donde se producirá
los niveles de contacto comercial más fuertes entre las Indias Occidentales
(América) y la España de Carlos V, un contacto económico simplemente posible
por la vía ultramarina, aunque las rutas andinas de acceso a Potosí fueron una
historia que marcó otro fenómeno económico interesante que fue el del comercio
interno.
Los trabajos realizados referidos a la historia colonial temprana, en su
tendencia socioeconómica han sido mayormente abordados desde temáticas
relacionados a la problemática coyuntural de la conquista y coloniaje español.
Estudios iniciales en cuanto a manejo y circulación monetaria y mercantil son
aún escasos en la actualidad. Mostramos simplemente trabajos referidos a la
explotación y circulación de la moneda de plata en el ámbito global, es decir, en el
ámbito intercontinental y no así a niveles locales, los innovadores en cuanto a esta
temática sólo se observan con los importantes aportes de Alberto Crespo y Clara
López B. sobre sociedad y consumo en la era absolutamente colonial y no así sobre
la colonia temprana del sur y occidente andino.
II. Caminos prehispánicos
Según Murra y Condarco Morales, quienes plantearon sobre el Control
vertical de un máximo de pisos ecológicos, en la parte andina de América del sur,
podemos decir que se trataba de una doble ruta económica y política que se dio
en la era del Tawantinsuyo. Esa vía estaba dividida básicamente en dos rutas de
acceso interno hacia Cuzco la capital y el centro del imperio, una a la costa del

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Germán Mendoza Aruquipa

Pacífico para explotar-extraer productos de mar y la otra por la sierra - puna hacia
los valles andinos, por medio de mitimaes2 estacionales.
Extrayendo esos datos se deduce que, la doble ruta se dio por vía Arica hacia
la costa del Pacifico y la otra por Chuchito hacia los señoríos del Collao, Canas,
Omasuyos y Pacajes. Entre el territorio de estos últimos se encuentra el valle de los
yungas importante foco de producción cocalera, con una ruta prehispánica bastante
conocida, pues se trata de los Caminos del Inca, por el Takesi3 y el Choro, que aún
perduran en la actualidad, como testimonio mudo de esta dinámica comercial agraria.
Interpretando estas fuentes que tengo a mano (mapas prehispanos) se trata de
una ruta fluida de contacto comercial, contactando perfectamente en armonía la
existencia de tres niveles de producción agro y pecuaria entre costa, puna, valle y la
zona tropical de Yunga.
III. Los accesos viales desde la perspectiva del conquistador hispano (los
antecedentes)
La incursión hispana por Trujillo y Cajatambo hizo de Cuzco el centro de
dominio de la empresa de conquista. Inmediatamente observamos que la región
pisada por la sociedad hispana era la cordillera de los andes, territorio completamente
serrano, con pocas variables de tierra de valle y trópico. Uno de los informantes de la
corona de España contó la siguiente experiencia vivida:
“En esta sierra esta la provincia de Collao, que aunque se suyo es poca cosa lo que propiamente
se puede llamar Collao, pero los españoles impropiamente llaman Collao todo lo que ay desde
el Cuzco a Potosí, que se incluye el Collao, provincia de Chucuito, Rupacas (Sic), Pacaxas y
Carangas…Todo esto es tierra muy fria, donde por espacio de mas 120 leguas no se coge trigo ni
maíz…” (Ramírez, 1597, citado por Glave L.M., 1989, pag 40)

Luego de la conquista y el establecimiento en el Cuzco, y del posterior


descubrimiento minero ubicado en territorio Charca, en el cerro de Potosí (1543),
los informes siguen su curso haciendo referencia a la geografía que representa esta
región presentados a la corona de España:
“…parece que convendria que se alquilasen para este traxin de provincia en provincia y esto tiene
dificultad grande porque desde el tambo de caracollo…por el camino rreal que hay cincuenta

2 Funcionarios públicos que estaban al servicio del Inca, como administradores de territorio
conquistado por éste emperador.
3 El recorrido por esta ruta prehispánica nos hace ver que la administración incaica tuvo una fuerte
influencia en esta región dominada por los Yungas, ya que la arquitectura con la que está construido
este camino es demás inusual y único por su belleza y magnitud.

H. Y C. XL ♦ 11
La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

leguas no ay ningun pueblo poblado y si los indyos que sirven en los tambos auisen de llegar el
traxin en este camino serles ya de mucho ynconueniente porque auian de traer la comida para su
sustento de muy lejos por no la auer en los tambos y aunque por el camino de los carangas podria
yr el tragin…”(Parecer de Diego López de Zúñiga sobre la visita a la provincia de Chuchito en
1582 por orden del Virrey Martín Enríquez) (AGI, Lima)(Citado por Glave, 1983, pag, 57)

Las dificultades de acceso a un determinado terreno conquistado permitieron


que se acomoden y rearticulen de manera accidental, las sociedades que habitaban
es esta región denominada por los españoles como la provincia de Chucuito, y el
sistema que construirán en ésta dinámica de transporte y manejo de bienes será en
base a los famosos tambos prehispánicos.
Es interesante este fenómeno de rearticulación mercantil andino pues dará
como resultado el proceso de reestructuración de espacios incaicos vigentes hasta
antes de la conquista hispana, con una nueva intromisión de recursos y bienes traídos
desde Europa, al viejo estilo mercantil, a consecuencia e influencia del medioevo,
con los famosos mercaderes de Castilla que llegaron a comercializar productos de
ultramar en tierra indiana.
IV. El comercio mercantil de la Europa medieval en América
El comercio del siglo XVI estuvo caracterizado por la influencia que ejercían
las reglamentaciones del comercio con las Indias a través de la Casa de Contratación,
los Consulados y especialmente la fluidez del tráfico comercial entre los puertos de
España con los de América. El siglo se caracterizó por la paulatina descomposición
del tráfico comercial con la península, mientras que a nivel americano el comercio
interregional se incrementó pese a que la administración española dictara leyes que
favorecieren a los productos de ultramar. Si tomamos como ejemplo a los textiles,
la producción local empezó abasteciendo el mercado4, un caso singular lo vemos en
Chucuito:
“Las indyas y muchachos se ocupan en hazer rropa y hilar lana para ella tarda una indya en
hazer una pieza de rropa que se entiende manta y camiseta o aquixo y lliquilla mes y medio no
ocupandose en otra cossa vale comúnmente una pieza cinco pesos corrientes…”5

Es la época donde se acelera la producción de ropa americana compitiendo


con la producción ultramarina y que cambia completamente la visión del comercio
americano, del trueque tradicional a la venta en dinero metálico. Este fenómeno
económico será un factor importante de análisis en este artículo, pues buscamos

4 Ver el trabajo de Jáuregui, En: Los Bolivianos en el Tiempo, INDEAA, 1995, p. 109.
5 Ob. cit. Parecer de Diego López de Zúñiga sobre…

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Germán Mendoza Aruquipa

respuestas a la articulación del mercado colonial a un ámbito donde había perdurado


por varios siglos los tradicionales contactos de comercio regional, en la era
prehispánica americana.
V. La minería y la mita potosina
“…estando en el comedio y extrañas de este reyno la dicha provincia (de Chucuito) y en el paso
y camino de toda la contratación que ay desta ciudad (Lima)y la del Cuzco y Arequipa, con la de
La Paz y la Plata y con la Villa ymperial de Potosí y auer de yr y uenir por alli la plata toda que a
vuestra magestad se embia de aquel asiento y minas de Potosí y la de la Paz y el azogue todo que
se lleua desde Guancauelica con que la dicha plata se saca no teniendo la dicha prouincia más de
diez y ocho leguas de largo…el sitio y asiento de esta prouincia de Chucuito y comarca della…
(es)…el paso y tragineria de todos los comercios de las prouincias de arriba…” (Francisco de
Toledo, Callao, 1580).

Desde la llegada del Virrey Toledo a tierras americanas, estas posesiones


sufrirán un cambio trascendental en la minería de la plata, pues sus medidas
administrativas en relación a la explotación minera tendrán consecuencias nefastas
para la población originaria habitante de este territorio. En 1570 donde se establece
y afirma la economía colonial virreinal peruana, también se modifica el proceso de
purificación del metal argentífero, del viejo sistema en base a Huayras, al método de
amalgamación por azogue, éste cambio tecnológico transformará la conformación
orgánica de la producción minera, pues requerirá mayor cantidad de mano de obra
calificada y no calificada para el incremento de la producción requerida por la corona
de España.
Esta demanda de mano de obra indígena hará más ágil el movimiento del
mercado andino en esta región altiplánica, con la incorporación de trajinantes que
iban desde Lima hasta Potosí levando un sin fin de productos provenientes de ultramar
y artículos intercambiables en el recorrido que hacían en el trayecto hasta las minas
de Potosí (Principalmente circuló dos productos importantes para la región, La coca
cuzqueña y el vino de Moquegua y Arequipa).
VI. La fundación de ciudades
La estrategia de los peninsulares al establecerse en suelo Charca era para
conseguir un mecanismo más factible para el auge de la minería de la plata, que habia
sido descubierta cuatro décadas atrás en el cerro de Potocsi, un termino quechua que
quiere decir los que hierve o eructa, y la estrategia que usaron fue la de establece
ciudades que sirvieran de transito entre Lima, Cuzco y La Plata (Chuquisaca) con el
famoso eje minero del asiento de Potosí.

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La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

La consigna de tomar el Cuzco, fue dejando tras de si una serie de fundaciones


hispanas como Piura, Trujillo, Jauja, Lima entre los años de 1529 – 1535. Puno, La
Paz(1548), Oruro(1535 - 1606), y Potosí (1564).
Tras esta ruta trazada por los españoles se añadían una serie de poblados por
donde pasaba la ruta comercial en Charcas, sistemáticamente hablando fueron
construyendo caminos coloniales, a costa de los caminos precolombinos con otra
lógica distinta, geográficamente hablando, asumida por los españoles, que consistía
en la verticalidad de nichos ecológicos entre puna y valle y puna y costa, practicada
por generaciones entre los originarios de esta parte de América.
Con esta breve explicación vemos los siguientes caminos reconstruidos por
Hislop y citado por L.M. Glave en su trabajo de los Trajinantes. (Ver mapa, en
anexos)
La comercialización de productos se hacia por medio de arrieros o dueños de
recua que tenían “piaras” o recuas de a ocho o nueve mulas o llamas, que eran
arreadas por peones. Los mercaderes hacían las transacciones con los arrieros ante
notario, detallando perfectamente todos los productos que enviaban. Los mercaderes
crearon redes importantes de comercio entre ciudades por medio de contactos
llamados de compañía”, que eran también asentados ante los notarios de la ciudad6.
VII. Redes comerciales nativos y coloniales
En el presente acápite pretendemos esclarecer el papel que jugaron los mestizos
y principalmente los indígenas de la sociedad colonial con especial énfasis en el
proceso económico mercantil y comercial. Pues efectivamente hubo la participación
de sociedades locales – regionales en el proceso de producción y circulación de
la mercancía y en el proceso de producción del metal precioso, como factor de
movilidad y cambio de relaciones sociales entre colonizados y colonizadores.
A continuación haremos mención a los diferentes medios de comercio que se
dieron en el mercado interno que corresponde a la ciudad de La Paz.
Chicuito quedó bajo la jurisdicción de La Paz, tanto civil como religiosamente
y los limites de las audiencias se establecieron en el Collao, quedando Carabaya bajo
la jurisdicción de La Paz solo en el terreno civil. Sin embargo el espacio ribereño del
lago Titicaca tenía una característica muy peculiar y única.

6 Laura Escobari, Caciques, yanaconas y…2001, p. 49

14 ♦ H. Y C. XL
Germán Mendoza Aruquipa

“Alquilense para yr a potossí y al cusco y a la costa y a otras partes de donde traen coca vino y
otras cossas y lo que traen para si y la leña u yeua chuño perdizes y otras cossas que tienen los
venden en sus tambos que los hay en cada pueblo en que son muy bien aprovechados por lo cual
pagan su tasa”. (Parecer de Diego López de Zúñiga sobre la visita a la provincia de Chuchito en
1582 por orden del Virrey Martín Enríquez) (AGI, Lima)

Luís Miguel Glave nos intenta mostrar las actividades económicas del virreinato
peruano a mediados del siglo XVI, y su explícito eje comercial que contaba la
administración española, con los pueblos y comarcas de la región alto peruana como
fue Puno, Chucuito, La Paz, Oruro, Potosí y La Plata, en una etapa muy necesaria
para abastecer a los yacimientos argentíferos del Cerro Rico de Potosí.
Otro aporte fundamental de esta época es dada a conocer por el especialista en
temas coloniales del ámbito rural, es don Roberto Choque Canqui, quien en uno de
sus trabajos titulado Sociedad y economía colonial en el sur andino, (Siglo XVI-
XVII) nos explica que hubo un constante flujo comercial entre el sur de la región
arequipeña y el norte del ande potosino, convirtiéndose virtualmente ésta zona, en
un foco de comercio colonial, en especial de vino y coca proveniente de los valles
mesotérmicos de estas regiones.
Valorando estos trabajos, es necesario acotar el aporte de Waldemar Espinoza,
sobre los mitimaes coloniales que establecieron una gran red comercial en el sur
del espacio peruano, sobre todo por la constante producción agrícola de la zona
subandina, en bien de los centros de poder regional, Lima y Potosí, configurando así
la función administrativa y económica de España para el buen funcionamiento del
proceso de la producción minera de Potosí y de otros importantes asientos mineros.
Flujos de Comercio.
Podemos decir que, es necesario conocer los flujos sociales (comerciantes) que
se dieron a inicios de la colonización española, a partir de la descripción de las rutas
de comercio y trafico de mercancías hacia la ciudad minera de Potosí.
Por ello, a continuación se conocerá el grado de desarrollo comercial que
se dio a inicios de la colonia en la región “charqueña”, sobre todo paceña, como
un comportamiento social impuesto y cotidiano a la vez, sencillamente para que
la minera de la plata subsista en el curso de la explotación y producción minera
potosina.
Desde Cuzco el trajín pasaba por los principales poblados hacia, Cangalla,
Sicuani, Ayaviri, Chucuito, Zepita, Viacha, La Paz, Caracollo, Totora, y Potosí. (Ver
mapa de Principales Puntos…).

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La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

VIII. El circuito La Paz, Arequipa y La Plata


En cuanto a la composición regional temprano del territorio surperuano tenemos
los trabajo innovadores de C. Sempat Assadourian, donde plantea que “…el ciclo de
circulación del capital minero en las fases de reproducción de la economía colonial;
En relación con éste tema he indicado la existencia de una fase secular de crisis en
el sector mercantil del espacio colonial…”7 para el periodo tardío, en las colonias
hispanas en la Audiencia de Charcas. Si sucedió de esta manera, que paso con los
sectores marginados en esta producción minera, como representa la sociedad agraria del
virreinato peruano, “en cuanto a la sociedad agraria faltan todavía análisis sistemáticos
de las formas que desarrolla la creación y reproducción de los sectores mercantiles
regionales articulados al mercado interior, por que …este modelo conservaba para
los grupos étnicos un territorio donde pudiera reproducirse la economía campesina
indígena, pero en dependencia de la circulación, como una relación subordinada a la
producción de valores de cambio que controlaban los españoles”.8 En este sentido,
nuestro autor quiere recalcar, en su trabajo, que la economía y sociedad andina estaba
desatendida y descontrolada por la capacidad de presión que efectuaba hacia la
sociedad indígena en las colonias hispanas.
Siguiendo esta idea, la minería y el espacio económico en los andes, tuvo
un rotundo cambio en las estructuras de comercio y circulación productivo… Un
importante trabajo de Sánchez Albornoz, sobre la ciudad de Arequipa, entre los años
1573 – 16459, nos muestra los tópicos que hicieron para que ésta ciudad se trasladase
de destino y ubicación de la prematura Camaná, en la costa peruana, a la actual
situación geográfica del territorio sur-peruano, en pleno valle serrano, convirtiéndose
luego en principal baluarte de la República del Perú. También Sánchez-Albornoz
hace alusión a la mano de obra disponible para los sectores dominantes de la recién
fundada ciudad de Arequipa, (Siglo XVI) grupos étnicos principalmente de origen
quechua-aimara, que van a contribuir en la economía del Virreinato peruano.
En esta misma perspectiva, Benavente Véliz afirma que…la distribución
territorial y urbanización creciente, es decir, las concentraciones de poblaciones en
centros urbanos por oposición a su dispersión en el ámbito rural. Los cambios se
impusieron con la planificación de la ciudad y la ocupación de los espacios jerárquica

7 Calos Sempat Assadourian El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y espacio
económico, p. 15.
8 Ob. cit. p 16.
9 Nicolás Sánchez Albornoz La Cuidad de Arequipa, 1573–1645, Condición, migración y trabajos
indígenas.

16 ♦ H. Y C. XL
Germán Mendoza Aruquipa

y étnicamente, el mismo que sentó la base del sistema colonial…las instituciones


como el cabildo de españoles e indígenas, los gremios, las hermandades, las iglesias,
los tambos, para españoles e indígenas fueron albergando las contradicciones por
la ocupación de preferencias en la ubicación10territorial, que marca un hito en esta
parte de la colonia hispana. Para el caso de nuestro estudio será necesario indagar las
fuentes sobre fundación de ciudades desde una perspectiva toponímica y geográfica
para poder entender los comportamientos culturales de nuestra sociedad.
En otro artículo de Rocío Villaverde sobre un obraje ubicado en la temprana
ciudad de Arequipa, y su vinculación con centro productores minero-agrarios,
nuestra autora afirma que, debido al auge de la producción minera de Potosí y sus
contornos, favorecida con el azogue de Huancavelica, se posibilitó la activación
de un comercio interno regional, tanto de productos agrícolas, como artesanales,
ganaderos, obrajeros entre otros, de allí que los diversos productos elaborados en
la ciudad de Arequipa y sus contornos eran comercializados en las “provincias de
arriba”11, (Cusco, La Paz, Potosí).
Así la producción de los obrajes era comercializada por los diversos mercaderes
y arrieros; quienes se encargaban de vender los productos en la ciudad y otros
lugares, llegando incluso al Cusco y los centro mineros de Potosí12…al igual que
Arequipa, Potosí se convertirá en el mayor centro de densidad poblacional porque,
en la totalidad poblacional de América ibérica la oferta y demanda de dinero (en
metálico, monedas) era sin lugar a dudas el principal centro minero productor de
bienes económicos en el ámbito mundial y más tarde será la que emita la demanda
monetaria a niveles macro-regionales, (monedas acuñadas en la Casa de la Moneda
de Potosí).
Para el caso de la ciudad de La Paz que en una primera instancia se había
fundado en el poblado de Laja se había de trasladarse sobre todo por motivos de
estrategia y control demográfico de los originarios y por el clima más favorable y
acorde a las necesidades de los españoles. La cabecera del valle donde sería fundada
la ciudad de La Paz estaba situada dentro del territorio que perteneció al señorío
aymara de Pacajes. Según la Crónica de Sancho de la Hoz, la ciudad de Nuestra
Señora de La Paz, fue fundada en el valle de Chuquiapu, conocida por sus minas de

10 Santos Benavente Veliz “Contradicciones Étnicas de fines del siglo XVIII: Caciques en Arequipa”
en: Revista HISTORIA n. 5.
11 Rocío Villaverde Retamozo “El Obraje de la Chimba de Arequipa y su vinculación con el circuito
comercial del Sur: Siglo XVI” en: Revista HISTORIA n. 5.
12 Ob. cit.

H. Y C. XL ♦ 17
La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

oro. La crónica refiere que habitaban por los menos quinientos indios entre hombres
y mujeres. De ellos veinte obedecían al cacique Quirquincho y cincuenta al cacique
Otorongo, quienes controlaban de manera efectiva que no hubiera robos de oro.
Refiere que la gente era muy domestica y acostumbraba a servir al señor principal.
(citado por Escobari, La Crónica…, (1535)).

Mapa de la región Lupaca y Pacaje a principios de la Colonia.


Fuente: Bridikhina y Arze, 2015: 125

18 ♦ H. Y C. XL
Germán Mendoza Aruquipa

Desde el siglo XVI hasta el XVIII Puno también estuvo ligado al circuito
comercial minero cuyo eje se había convertido el asiento de Potosí13. Este importante
poblado considerado el más amplio en personal de servicio para la administración de
la corona española pertenecía también a la ciudad de La Paz.
Es pertinente mencionar a todos los poblados que atravesaron por la jurisdicción
paceña que representan la mano de obra efectiva para mantener el circuito comercial
y minero de Potosí. Desde Cuzco, hasta Ayaviri un tambo denominado Sicuani,
luego por Urcosuyo, Pucara, Nicasio, Pucarcolla, Puno, Chucuito, Acora, Ilavi,
Juli, Pomata, Zepita, Machaca, Caquiaviri, Caquingora y Callapa. Por la parte de
Umasuyu, Huancane, Moho, Guaycho, Carabuco, Achacachi, Huarina, Pucarani,
Laja, Calamarca, Ayo - Ayo, Sica - Sica. Estos dos tramos concerniente a la ciudad
de La Paz tenía su lógica comercial gracias al flujo de mercaderías que iban hacia
el asiento minero de Potosí, pues todos estos poblados eran los Tambos (ver mapa
de Therese Bouysse C. sobre caminos y tambos incaicos) de transito y circulación
de bienes que la Corona de España estaba administrando en tierras meridionales de
América del Sur.
IX. Significado mercantil para las colonias españolas el concepto del comercio
Indudablemente La Paz antes de ser fundada como ciudad estaba exenta de la
ruta que había conformado entre Cuzco y Potosí, de ésta manera la ciudad de La Paz
luego de ser fundada, se constituyó en el máximo eje que representaba del comercio
y trajín de productos entre la ciudad de Los Reyes (Lima) y la ciudad de La Plata.
Independientemente en la zona de los Yungas se producía coca para el consumo
de los indios y caña de azúcar para el consumo de la ciudad. Los Yungas también
surtían de frutas, es por ello que, la ciudad de La Paz quedaba abastecida de productos
de panllevar. Como todas las ciudades del Virreinato del Perú, La Paz encontró su
especialidad productiva de exportación integrando así la red de complementariedad
que caracterizó el mercado interregional de la economía regional (Escobari, 2001,
46 – 47).
En una cita de los Expedientes coloniales sobre una Manifestación hecha por
Gabriel de Bera y Molina de un sitio para una venta declaraba:
“…dijo que el tenia en un pueblo viejo que se llamaba achacache que esta despoblado y junto a la
laguna grande (Titicaca), que es entre el pueblo de achacache y los ancoraimes…”14

13 Ulises Zevallos Indigenismo y Nación, p. 43.


14 ALP/EC, Caja 1 Exp. 44, Foja n. 1

H. Y C. XL ♦ 19
La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

Y además que la ruta comercial que había dentro sus propiedades estaba
localizado un sitio apto para un tambo de trajinantes…
“…En el dicho pueblo de ylabaya el dicho mes y año de os visto por el dicho visitador la dicha
manifestación hecha por el dicho Gabriel de Bera y siendo informado que en la parte y lugar
donde tiene la estancuella e fuera os que a declarado esta en parte donde no hay perjuicio ninguno
e que la venta que alli quisiere hazer y fundar sera en bien y utilidad de los caminantes, mando
que el dicho Gabriel de bera sirva a su majestad con lo que fuere justo…”15.

Se trata de una zona estratégica para el comercio regional y paso provisional


para los viajantes pues se trata de una zona poco habitada por los aimaras, ya que es
cabecera de valle con pleno contacto de la puna. En otro expediente de Cajas Reales
encontramos el siguiente testimonio de petición de justicia, en el cual trata de los
maltratos que reparten los viajantes serranos hacia los indígenas de Yungas, en una
zona muy conflictiva en la época que estamos estudiando (1595, la jurisdicción de la
ciudad de La Paz) en Omasuyos y Urcosuyo:
“Manuel Mamani principal del pueblo de guaqui de la parcialidad de hanansaya y don
Bartolomé Callerta principal del pueblo…………de la parcialidad de hurinsaya y don Pedro
Lacayo principal del pueblo de achacache de la parcialidad de anansaya y don Pedro Callo
condo principal del pueblo de guarina en nuestro nombre y generalmente en nombre de nuestros
caciques y principales y amos sujetos y demas indios de la provincia de Orcosuyo y Omasuyo
jurisdicción de La Paz destos rreynos del piru parecemos ante V.M. en la pia y manera que mas
convenga al servicio de Dios y del rrey nuestro señor decimos que por cuanto los señores de
la rreal audiencia an enviado nueva provisión y sobre carta para que todos los indios mitmaes
y cimarones bayan bendan a los beneficios del asogue a la enperial de Potossi nos a forsado a
que generalmente los caciques y prencipales ilacatas de las dichas provincias de Orcosuyo y
Omasuyo saliesemos de los dichos nuestros pueblos en busca de los dichos indios a todos los
lugares y provincias de Larecaja. Yungas de songo y challana y chapacacimaco donde en he
dicho pueblo de challana emos hallado grandicima cantidad de indios cimarrones y marchantes16
que vienes de los dichos nuestros pueblos en busca de cuatro cestos de coca cada indio de
ellos para con la dicha coca trajinar y grangear cuatro tomines para el sustento de ellos y sus
muxeres e hijos y pagar sus tasas de manera que por nuestra cuenta emos hallado auerse muerto
en estos dicho yungas grandicima suma de indios ansi merchantes como cimarrones de todas
las dichas provincias y lugares que aquí se contienen. Respecto que los indios yungas se hazen
mui males tratamientos sirviendose dellos como si fueran esclavos y auidos por sus dineros
y no solamente hacerle los dichos males tratamientos quitandoles las haciendas y comidas y
apoderandose de todo los suyo dicho tiranamente y no pagalles la tercia parte de labor de los
que cada especie y bale perdecir que los dichos indios serranos bienen a ospedarse y aloxarse
en sus casas aprovechandose de su coca con que pagan sus tasas y sirven sus necesidades ni los
dichos indios serranos temiendole que les maltratan doblando lo mas que los duelen maltratar

15 Ob. cit. Foja n. 1 vuelto:


16 El término que se usa en este expediente es ideal para ésta época, por ello resaltamos las palabras
significantes en cursiva para su mejor interpretación histórica de la época.

20 ♦ H. Y C. XL
Germán Mendoza Aruquipa

no se atreven a dar cuenta de los agravios que se les hazen a los corregidores y tinientes del
dicho distrito…”17.

El objeto de la visita era para enlistar a la mayor cantidad de originarios para


los beneficios del azogue y para entrenarlos en los servicios de arrieros y marchantes
palabra perfecta para describir a los actuales comerciantes, que hacían su trabajo de
recorrido desde Huancavelica hasta Potosí, en un trajín demasiado largo para los
indígenas de la zona andina, llevando el mercurio para el proceso de amalgamación
de la plata.
Además debemos recalcar que el comercio de vino y de coca era muy fluido
por esta zona, ya que no solo se comercializaba la coca cuzqueña sino también la
yungueña, muy explotada y requerida en la región de la ciudad de La Paz.
Conclusiones
Desde el enfoque estructural, el circuito mercantil que se configuró en torno a
la ciudad de La Paz, impuso un nuevo rumbo de contacto vial, en torno a las zonas
de los yungas paceños y, la entrada hacia la ruta incaica uma, (parte del recorrido
del Qapac Ñan) que era parte desde antes de la conquista e invasión hispana una
ruta de acceso a las tierras bajas del Antisuyo. La consecutiva fundación de ciudades
como Cusco (1534), Arequipa (1540), La Plata (1538) y La Paz, (1548) así como el
poblamiento del asiento minero de Potosí (1545) elevada luego como Villa Imperial
de Potosí, hizo que se activara un nuevo ritmo de crecimiento comercial, en torno a
centros estratégicos de cultivo de alimentos, como los yungas y los valles de La Paz
y Arequipa respectivamente.
Desde mediados a fines del siglo XVI, este complejo entramado social de
Charcas se fue conformando de acuerdo al reordenamiento territorial que generó
la administración hispana en América, fragmentando una parte del territorio de los
Pacajes. Una de las consecuencias que generó la apertura de nuevas vías de circulación
mercantil fue, la puesta en marcha de los tambos prehispánicos y la instalación
de nuevas “postas” de trajín para que viajen los mercaderes desde los puertos de
ultramar, hasta las regiones del altiplano centro-sur del territorio administrado por el
Virreinato del Perú.

17 En veinicuatro dias del mes de enero de mil y quinientos y noveita y cinco años presentaron
esta petición los dichos don Martin Mamani y don Bartolomé Callerta y don Pedro Callo condo
principales de los pueblos de guarina achacache y machaca y acora y visto por Juan de Ocampo
tiniente destos yungas de songo y challana dixo que la oye y provera justicia (ALP/CR, 1595, Caja
# 1, Doc. 3 Foja #1 y vuelto).

H. Y C. XL ♦ 21
La red de tráfico comercial en la ciudad de La Paz 1594-1595

El significado de entrar a tierra adentro, partiendo de sus puertos naturales


como el Callao y Arica, provocó que se desconcentre la forma de administrar tierras
de explotación agrícola y minera, que fueron “readaptadas” por los peninsulares,
para el paso y circulación de mercaderías venidas de Europa y otras, producidas en
América, generando un crecimiento paulatino de los centros poblados en torno a la
villa imperial de Potosí.

Fuentes Documentales
Para la elaboración del trabajo se tomaron como fuentes de consulta los Expedientes
Coloniales (EC) del repositorio departamental que se encuentra en el Archivo de La
Paz, (ALP/UMSA) pertinente y concerniente a la escribanía oficial a los cronistas
tempranos que trataron sobre la empresa de la conquista y el despacho de la Real
Corona de España, que en su gran mayoría se encuentra ubicado en el mencionado
repositorio.
- EC: Expedientes Coloniales
- RE: Registro de Escrituras
- CR: Cajas Reales
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24 ♦ H. Y C. XL
Comercio colonial en Charcas.
Propuestas y conclusiones

Laura Escobari de Querejazu

La primera versión de mi libro Producción y Comercio en el Espacio surandino


(1985) tiene estilo narrativo, modelo teórico y metodológico diferente del segundo
(2014) dados por el tipo de documentos que la sustentan, información bibliográfica
actualizada y adopción de nuevos modelos teórico-metodológicos. De una escritura
en tiempo presente en la edición de 1985 pasé a escribir en tiempo pretérito. De
un estilo positivista puntual y factual, que hasta imitaba la forma de escritura
original y que ignoraba la larga duración, a un lenguaje más moderno y despegado
del documento. La misma historia de la producción y comercio en los siglos XVII
y XVIII es analizada en contextos ya debatidos pero reestructurados. Han sido
reescritos —y en su caso añadidos— todos los aspectos de temáticas relacionadas
con el tema: las disposiciones reales sobre el comercio, los funcionarios reales, el
citadino, el comerciante trashumante y los caminos recorridos, las circunstancias
coyunturales, la creación del Virreinato del Río de La Plata en 1767, la separación
de la Audiencia de Charcas del Virreinato del Perú, el Tratado del Libre Tráfico
en 1784, las rebeliones indígenas en 1781, las vicisitudes de los más intrépidos
contrabandistas portugueses que ingresaron por el Brasil en el siglo XVIII.
También utilizo la microhistoria, de vidas de comerciantes y vicisitudes de
comerciantes concretos. En la medida de lo posible, en la versión de 2014, se puede
apreciar que, en todo lo que se refiere al siglo XVIII, la historia se construye en
base a historias de personas, con experiencia individual en un momento y lugar
determinados. De ese modo se logra el aporte de la nueva Historia social económica

H. Y C. XL ♦ 25
Comercio colonial en Charcas. Propuestas y conclusiones

al método cuantitativo que tanta confiabilidad da a los historiadores, por las fuentes
que utiliza y trata.
Cada capítulo toma en cuenta la ciudad o región que importa y exporta
productos. En el caso de la región Charcas, ésta se refiere de manera genérica a
todas las provincias y ciudades que se denominaban con el término “Provincias de
Arriba” o Alto Perú en la época colonial. Los Archivos consultados continúan siendo
los mismos que conformaron la red comercial inicial, que es la red al interior de
las provincias y ciudades de la Audiencia de Charcas. Viajé a Cuzco a consultar el
Archivo Departamental del Cuzco; en Lima, el Archivo General de la Nación; en
La Paz, el Archivo Histórico de La Paz; en Cochabamba, el Archivo Municipal;
en Potosí, el Archivo de la Casa de la Moneda; en Sucre, el Archivo Nacional de
Bolivia; en Tarija, el Archivo Franciscano; en Buenos Aires, el Archivo General de
la Nación; en Madrid, el Archivo del Palacio Real; y en Sevilla, el Archivo General
de Indias.
La metodología utilizada en la segunda edición del libro (2014) recoge
la primera versión en cuanto a información y metodología se refiere. El método
cuantitativo sigue los trabajos de Enrique Tandeter, Herbert Klein1 y se inscribe en
modelo de Sempat Assadourian, como explicaré más adelante. Utilicé sumas de
importaciones, exportaciones y precios, para los cuales se normalizaron tablas de
conversión de pesos y medidas utilizados en los siglos XVII y XVIII. Para el siglo
XVII se recogió información básica de libros notariales cada 5 y 10 años a través de
muestras cuantitativas de exportaciones e importaciones en los lapsos mencionados.
El recojo de documentos de fletamento consignados en escrituras notariales de
Cuzco, Potosí, La Paz y Sucre, corresponden a la investigación del siglo XVII, entre
los años 1650 y 1700. Los años estudiados muestran el movimiento de importaciones
y exportaciones que se dio en la segunda mitad del s. XVII.
En la búsqueda de información del siglo XVIII ha sido diferente. Recurrí a
metodología de la historia social. Pese a que quise aplicar el rigor metodológico
positivista aplicado en la revisión de todos los libros notariales página por página,
me encontré con que los comerciantes ya no registraban sus contratos de fletamento
en los libros notariales, excepto en La Paz y Potosí. Esta evidencia la comprobó
también Margarita Suárez en Desafíos Transatlánticos2. Ante esta situación he tomado
en cuenta escrituras coloniales de diferente índole en los fondos de Audiencia, de
los Archivos de Sucre. Las fichas temáticas preparadas por Gunnar Mendoza y los

1 Tandeter Enrique y Natan Wachtel, 1984. Herbert Klein, 1994.


2 Margarita Suárez, 1995.

26 ♦ H. Y C. XL
Laura Escobari de Querejazu

Índices Generales del Archivo Nacional de Bolivia son de mucho valor. En el caso
de la investigación en el Archivo Regional de Cuzco, he investigado los Libros de
Cabildo, Escrituras notariales, Libros Notariales. En Tarija, de un Catálogo General
escogí uno que otro documento relativo a exportación de vinos y ganado. En Buenos
Aires hay Catálogos e Índices cruzados de documentos sobre el puerto y el comercio
hacia “el Perú”. En Lima consulté los fondos de Aduanas de Arica y Arequipa en el
Archivo General de la Nación.
Acerca de la teoría de la historia, conforme pasa el tiempo los historiadores
conocemos —y en algunos casos nos adaptamos— teorías nuevas sobre la historia;
en mi caso no puedo dejar de tener en cuenta el desarrollo de la historia social y la
de mentalidades, dentro de las cuales escribí trabajos posteriores. De esa manera, he
combinado una formación metódica de limpieza positivista con una nueva, obligada
por el tipo de información a mi disposición y los alcances de la nueva historia
social, que son más reflexivos y globalizadores, propios de escuelas metodológicas
posteriores. Así, se incorporan nuevas investigaciones sobre el origen de los
comerciantes,3 su acceso a bienes económicos, no solamente comerciables sino de
inversión, como fueron las haciendas y los obrajes, y también su acceso a cargos
de poder social y político. Sin olvidar que las autoridades encargadas de vigilar el
comercio eran las Audiencias, Consulados, Aduanas, Cabildos y Obispados4. Como
señalo líneas arriba, la primera edición de una parte de este libro se inscribió en el
modelo de Carlos Sempat Assadourian en el “espacio surandino”, adoptando incluso
la acepción assadouriana en el título del libro. Una vez ampliada, repensada y escrita
la parte correspondiente al siglo XVIII, puedo decir que mi investigación del siglo
XVII confirma el modelo mencionado, y me ha valido para realizar la comparación
de comportamientos en cuanto a la frecuencia de envíos de “viejas y nuevas”
especializaciones productivas por regiones.
El comercio transatlántico, que corresponde en el tiempo al tema de este libro,
encuentra en los últimos años algunos trabajos muy relevantes. John Fisher en El
Perú Borbónico1750-18245 describe, con la soltura de quien se ha dedicado por 30
años al estudio de la minería y del Perú, un recorrido de ida y vuelta de las relaciones
comerciales entre España y el Virreinato del Perú comparado con el de Nueva
España. La investigación también incluye la coyuntura marítima del siglo XVIII,
donde el acostumbrado monopolio español no tuvo más remedio que establecer
tratados y convenios con las potencias emergentes de Francia e Inglaterra, para

3 Susan Socolov, 1991. Macarena Peruset, 2006.


4 Margarita Suárez, 1995; Mazzeo 2010; Contreras 2010; Lofstrom, 2012.
5 John Fisher, 2000.

H. Y C. XL ♦ 27
Comercio colonial en Charcas. Propuestas y conclusiones

poder mantener preponderancia en el comercio con sus colonias. Fisher compara las
“Noticias Secretas” de Jorge Juan y Antonio Ulloa –sobre la denuncia de fraude y
corrupción en el comercio, por parte de los oficiales reales del Perú– con los nuevos
convenios anuales permitidos a navíos de registro de compañías inglesas, con lo cual
España fue soltando su monopolio comercial. Las compañías inglesas no solamente
incursionaron en los mares españoles, sino que lo inundaron de compañías navieras,
con navíos como el Royal George (1722) de la Compañía inglesa de comercio, que
solventó la demanda de productos a precios bajos en Portobelo. De esa manera, se
desencadenó el fin de la preponderancia de la mercadería española, que sufrió las
agresiones de la competencia comercial, al punto que una gran parte del comercio
llegado de Cádiz, tardó mucho tiempo en venderse en Portobelo. En cambio la
Compañía Francesa de Guinea (1702) para el comercio de esclavos y la Compagnie
Royale de la Mer Pacifique (1698), vendían tranquilamente telas francesas en Callao,
Pisco e Ilo, sobrepasando la armada de defensa de los buques españoles de la “Mar
del Sur”. Fisher indica que en realidad la última de las flotas tradicionales españolas
llegó en 1726, sustituyéndose a partir de entonces por los navíos de registro. Como
el interés de fondo de Fisher es la producción minera en el Perú, establece que
definitivamente desde mediados del siglo XVIII la producción de plata se recuperó,
pues si tenemos en cuenta que en 1650 se producía 6.4 millones de pesos anuales
y en 1700 se llegó a apenas 4 millones, hubo una recuperación hasta llegar a un
máximo de 10 millones de pesos en el Perú y Alto Perú en 1730. Sin embargo, ésta
fue una producción secundaria respecto a la de Nueva España.
Algunos historiadores afirman que la producción y comercio coloniales del siglo
XVIII sufrieron la caída observada en la producción minera, que trajo consigo una
baja demográfica considerable en la minas de Potosí y en las provincias obligadas a
la mita. Sin embargo, los últimos estudios de historia económica afirman que dicha
baja se habría restituido hasta en el doble entre 1700 y 18306. Esta línea de opinión
argumenta asimismo que el decaimiento de la producción minera tuvo consecuencias
en el mercado y en la producción y comercio de productos normalmente trajinados
por la red de provincias de la Audiencia de Charcas, básicamente textiles y
azúcar. Contreras incluso cree que la economía peruana entre ese lapso de tiempo
mejoró, puesto que incluso la recaudación fiscal habría crecido significativamente,
contagiando su crecimiento al sector agrícola y al de la propia minería. Sostiene
también que incluso se registra un aumento en los diezmos de la iglesia. En este
punto, estudios etnohistóricos anteriores y actuales afirman que la disminución
poblacional se debió a migraciones y movilizaciones internas, al estilo que estaban

6 Carlos Contreras, 2010a y 2010b; Magdalena Chocano, 2010.

28 ♦ H. Y C. XL
Laura Escobari de Querejazu

acostumbrados desde la época prehispánica7. El resurgimiento de la minería se debió


a avances tecnológicos8 y a la creación del Banco de San Carlos, en Potosí. Acerca
del cobro de los diezmos, Rossana Barragán y Sinclair Thomson han establecido
que en Cochabamba los diezmos estuvieron en manos de hacendados cobradores
corruptos, quienes incluso habrían especulado con el suministro de granos de trigo
a los campesinos. Sería un buen inicio para ahondar en el comportamiento de los
diezmos en otros sitios9.
En la línea de crecimiento de la economía textil del siglo XVIII, se inscriben
los trabajos de Escandel-Tur, Miriam Salas y Susana Aldana, en el sentido de
que, ingresado el siglo XVIII, los productos de los precios de la mercadería en
general10, que fueron exportados del Perú hacia Charcas, continuaron abasteciendo
la demanda11. Este comportamiento fue analizado por Carlos Contreras, para quien el
siglo XVIII fue “mejorando en su conjunto”, pues aunque la caída de la producción
minera no se recuperó hasta mediados del siglo, hubo otras áreas que demandaron
más atención, como la progresiva necesidad de mano de obra en las industrias que
prevalecieron, en la agricultura, e incluso en las nuevas tareas mineras12. En el caso
de la Audiencia de Charcas, aparecieron los yanaconas y forasteros, como parte
de una recuperación poblacional sumergida en otras categorías tributarias. Esta
situación dio como resultado una disputa por la mano obra disponible, la cual en
gran medida ya no era mitaya, sino asalariada, yanacona. Dicha mano de obra estaba
especializada en algún tipo de trabajo que podía ser minero (los mingas), agrario
(los yanaconas arrendatarios de Chuquisaca y Cochabamba, que se convirtieron en
minifundistas), textil (yanaconas textileros de obrajes o de chorrillos como en Sucre)
o artesanal en general, pues muchos se especializaron en todas las ciudades como
sastres, cereros, silleros, y constituyeron la base de la mano de obra asalariada de
siglos posteriores13.

7 Thierry Saignes, 1987; Nicolás Sánchez Albornoz, 1981; Laura Escobari 2012.
8 Enrique Tandeter, 1992.
9 Rossana Barragán y Sinclair Thomson, 1993.
10 Carlos Contreras, 2010 a y b.
11 Resistencia a la exacción. En lo que a producción y comercio se refiere el impulso del siglo XVII
en todo el modelo de Sempat Assadourian, continuó en relación con la industria textil, azucarera,
o la fabricación del jabón, sustituyéndose unos productos regionales por otros. Ver Neus Escandell
Tur, 1997.
12 Tandeter, 1992.
13 Laura Escobari de Querejazu, p. 175.

H. Y C. XL ♦ 29
Comercio colonial en Charcas. Propuestas y conclusiones

El comercio atlántico que ingresaba por Buenos Aires fue un dolor de cabeza
permanente para el Virreinato del Perú. En 1778 se decidió declarar el Comercio
Libre, que abrió el Virreinato del Perú para más intercambios con Europa. Este hecho
trajo importantes consecuencias, porque significó la puerta de atrás del control del
comercio español y sus beneficios. Por un lado, en 1776 habían cercenado Oruro,
Potosí, Sucre y Tarija, de la jurisdicción de la Audiencia de Charcas, que pasaron a
depender del nuevo Virreinato del Río de la Plata, con la consecuente pérdida de las
minas de Oruro y Potosí y del comercio de plata por el Callao, aunque los últimos
estudios destacan que de todas maneras el Callao siguió exportando un monto
bastante considerable de plata por su puerto14.
La industria —si se puede llamar así a los tejidos producidos en obrajes y
chorrillos en el s. XVIII (con las distancias que es preciso guardar en cuanto al
sentido que la palabra “industria” adquirió en Europa)— tuvo que enfrentar la
competencia inglesa y francesa. Según Kendall Brown15, los tejidos extranjeros
arrasaron el mercado de telas, pese a que la industria en el siglo XVIII tuvo cierto
desarrollo técnico, como los obrajes o la industria molinera.16 Hubo también
importante industria de harina al interior de Charcas, observándose que en el siglo
XVIII se exportó harina de Cochabamba hasta Puno, sin embargo, no se puede
hablar de una industria alimentaria, puesto que la comercialización de harina solo
en raras ocasiones se envió más allá de la propia región productora.17 En el siglo
del nuevo contexto borbónico, los empresarios no acompañaron la iniciativa de
todos los empresarios industriales, quienes incluso antes de la aprobación del “libre
comercio”, en 1778, vieron que los únicos productos que se podían mantener en el
amplio espectro mercantil ya incursionado por comerciantes ingleses y franceses
eran los agropecuarios y las materias primas18.
Refiriéndonos a la producción bibliográfica de los últimos casi 30 años sobre el
comercio colonial, es preciso mencionar que se han publicado trabajos importantes
referidos al contrabando durante el siglo XVIII, siendo quizá uno de los trabajos
más relevantes el de Zacarías Moutoukias, quien ha registrado y analizado todo
el ingreso de navíos de registro llegados al puerto de Buenos Aires entre 1650 a
1700. Al tener en cuenta todo el ingreso de mercadería por Buenos Aires en tiempos
de la prohibición, Moutoukias se refiere a las redes de comerciantes tejidas entre

14 Carlos Contreras, 2010a, p. 13; Cristina Mazzeo, 2010, pp.223-294.


15 Kendall Brown, 2002.
16 Miriam Salas, 1998; Neus Escandell Tur, 1967 y Laura Escobari de Querejazu, 1987.
17 Hay evidencia documental de exportación de harina de Cochabamba a Puno: Laura Escobari 1987.
18 Susana Aldana, 1999, p. 73.

30 ♦ H. Y C. XL
Laura Escobari de Querejazu

ambos polos de crecimiento, Potosí y Buenos Aires, haciendo una mención especial
de los comerciantes portugueses. Moutoukias deja establecido que se trató más de
un comercio directo que de contrabando, porque se hizo en tiempos en que había
monopolio, altos impuestos y funcionarios corruptos19.
La obra de Neus Escandell Tur sobre la producción de textiles en Cuzco es
un estudio de la mercancía más importante que circuló a través de la Audiencia
de Charcas y compitió en algunos rubros incluso con las telas europeas en el siglo
XVIII20. Mi propio aporte, publicado 22 años antes que el de Escandell Tur, se
ve complementado con este trabajo que abarca el siglo XVIII y prueba también
el modelo assadouriano de especialidad productiva, autoabastecimiento regional
y complementariedad, aunque para el siglo XVIII hay nuevos aportes en el sector
textil21.
En estudios sobre las minas de Huancavelica, Kendall Brown da a conocer
dos cuadros de producción de plata y azogue que son muy ilustrativos para estudiar
el abastecimiento que dieron las minas de Huancavelica a Potosí y la producción
misma de esta última durante más de dos siglos. En la primera mitad del siglo XVIII,
muestra que la producción de Huancavelica no sufrió ninguna baja importante, como
sí se reconoce que hubo en la segunda mitad del siglo. Mi aporte en el presente
libro demuestra, en base a cartas de fletamento con envíos de dinero de las Cajas
Reales de Potosí a las de Lima, que la producción mencionada por Brown es la
que se manda pagar desde Potosí. En cuanto a la disminuida producción de azogue
en la segunda mitad del siglo XVIII, él lo atribuye a un agotamiento de las minas,
mientras que mi opinión es que por un lado existió especulación del elemento en
los almacenes existentes en Chincha, Arica y el propio Potosí, pues se ocultó el
azogue para justificar su importación desde Almadén en grandes cantidades durante
la segunda mitad del siglo XVIII, como demuestro también en mi libro.
Para el ámbito del interior de la Audiencia de Charcas en el siglo XVIII hay
nuevos aportes, como los de Lofstrom y Aillón22, pero no dan la imagen de la
Audiencia en su totalidad, manteniendo su mirada en casos expresos de Chuquisaca
y Potosí. De todas maneras, los trabajos mencionados aportan y ejemplifican el
comercio de productos específicos en el siglo XVIII, y sobre todo en las relaciones de
poder entre comerciantes, oficiales reales y hacendados, dando a conocer la situación

19 Zacarías Moutoukias, 1988, pp. 103-104.


20 Neus Escandell Tur, 1977.
21 Francisco Quiroz, 2010, pp.169-219.
22 William Lofstrom, 2012; Esther Aillón Soria, 2009.

H. Y C. XL ♦ 31
Comercio colonial en Charcas. Propuestas y conclusiones

de algunos. Producción y Comercio da una visión macro del tema en la Audiencia de


Charcas y continúa siendo pionera en su estudio.
En la relación del comercio con la metrópoli, el trabajo de Margarita Suárez en
Desafíos transatlánticos, sobre el siglo XVII, desarrolla el papel de los mercaderes
limeños que formaron un grupo mercantil que comenzó a controlar la producción,
distribución y exportación de plata en su propio beneficio; la delegación del poder
del Estado en los mercaderes y las repercusiones atlánticas del proceso. Desde los
temas centrales, que son la aparición del crédito (que a su vez propició la formación
de grandes consorcios mercantiles al interior del virreinato) y la intervención de los
mercaderes y los bancos en las decisiones políticas del Virreinato, refiere el fin del
régimen de flotas y galeones a favor de los intereses de dichos mercaderes. En los
últimos años hay que añadir los importantes avances realizados por Cristina Mazzeo,
Margarita Suárez y Bernard Lavallé, citados en la Bibliografía. Y John Fisher, en el
capítulo que tiene dedicado al comercio transatlántico23.
Para concluir, la investigación, el avance de la bibliografía y teoría respecto
a la Producción y Comercio en la Audiencia de Charcas y las nuevas teorías y
metodologías que se difundieron desde la década de los 80 permiten afinar el tejido
del intercambio comercial de larga duración, que se dio dentro del Virreinato del
Perú. Industrias como la textil y la azucarera encontraron la forma de mantener la red
casi sin interrupciones, aunque la producción de plata fue en descenso.
Los trabajos publicados en Estado y Mercado en la Historia del Perú de
coordinados y editados por Carlos Contreras y Manuel Glave muestran que la red de
intercambio comercial tejida entre las distintas ciudades del Virreinato se mantuvo
durante el s. XVIII, e incluso se fortificó y amplió.
Producción y Comercio en la Historia de Bolivia Colonial estudia el comercio
que se desarrolló entre España, el Virreinato del Perú (que incluye la Audiencia de
Charcas) y la Audiencia y Virreinato de las Provincias del Río de La Plata. El estudio
prueba la tesis de Sempat para el siglo XVII, lo que quiere decir que el grado de
autosuficiencia alcanzado en las ciudades coloniales, la especialización productiva
y el excedente que llegaron a tener las regiones y las ciudades en Charcas sirvieron
para crear una red muy fuerte y autosuficiente que estuvo lejos de formar parte de
la crisis económica que vivía la metrópoli, aun siendo parte del estado español. El
proyecto actual consiste en probar este modelo en el siglo XVIII y verificar si esa
red, impulsada básicamente por los dos polos de crecimiento que fueron Lima y

23 John Fisher, 2000, pp.39-99.

32 ♦ H. Y C. XL
Laura Escobari de Querejazu

Potosí, se mantuvo de la misma manera en el siglo XVIII, o si el contrabando que


ingresaba por Buenos Aires debilitó la red de intercambios comerciales. También
fue parte del proyecto incursionar en el tema del contrabando, todo esto en base a
información recogida en los últimos años en el Brasil y Perú.
Durante el siglo XVIII se fue perdiendo cada vez más el sentido de pertenencia
al poder político de la monarquía, y fue entonces que aparecieron redes de poder
político y económico desde los comerciantes. Ellos, como la mayor parte de los
criollos, fueron dejando atrás sus lazos afectivos y de respuesta a quienes debían
guardar fidelidad política y económica.

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H. Y C. XL ♦ 35
Balance historiográfico sobre
afrodescendencia en Bolivia
(Siglos XVI-XXI)1

Paola Revilla Orías2 y Fernando Cajías de la Vega3

Este texto fue presentado como ponencia conjunta por Paola Revilla Orías
y Fernando Cajías de la Vega dentro del simposio: «Afrobolivianidad: Historia y
tiempo presente», que organizaron en el marco del VIII Congreso de la Asociación
de Estudios Bolivianos, realizado en Sucre entre el 20 y el 24 de julio del año 2015.

Breve punteo y reflexión historiográfica sobre la presencia afrodescendiente en


Charcas colonial
Dentro del amplio territorio que fue jurisdicción de la Corona española durante
el período colonial (siglos XVI-XIX), hubo lugares en que el componente africano
y afrodescendiente fue menos importante que en otros, demográficamente hablando,
lo que no implica que la experiencia de esta parte de la población no pueda ser
historizada. La proporción minoritaria -aunque apenas hay cifras- ha sido una de
las razones expuestas por la historiografía para tratar de justificar la casi ausencia
de pesquisa y de estudios sobre presencia afrodescendiente en Charcas, antepasado

1 Paola Revilla realizó el acapite «Breve punteo y reflexión historiográfica sobre la presencia
afrodescendiente en Charcas colonial» y Fernando Cajías «Balance bibliográfico y estudios inéditos
sobre la historia afroboliviana contemporánea».
2 La autora es Doctora en Historia por la Universidad de Chile y la EHESS en París.
p.revillao@gmail.com.
3 El autor es Doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla.
fernandocajías@hotmail.com.

H. Y C. XL ♦ 37
Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

colonial de Bolivia. Emprender la tarea indagativa e interpretativa desde diferentes


problemáticas y perspectivas históricas sigue siendo un pendiente urgente a tratar, en
pos de paliar los olvidos que yacen en esta parte de nuestra historia común.
Los africanos y sus descendientes apenas aparecen registrados por la historiografía
boliviana de los siglos XIX y XX como elemento constituyente de la vida cotidiana
en sociedad, y mucho menos como agentes influyentes en la historia colectiva. Para
mencionar algunos trabajos imprescindibles y pioneros que hacen la excepción a la
regla, recordemos, en lo que va de la historia de la esclavización como institución y la
trata de personas hacia las llamadas «tierras interiores» de Charcas, que Carlos Sempat
Assadourian publicó en 1966 un estudio fundamental, aunque poco conocido, sobre el
comercio de africanos esclavizados en las rutas de Angola a Potosí entre los siglos XVI
y XVII4. No existe otro trabajo de este tipo sino hasta 1981, cuando Inge Wolf presentó
un breve pero muy sólido estudio sobre el tráfico de africanos esclavizados a Charcas
durante los siglos XVI y XVII5. Importantes de mencionar son también los capítulos y
apartados que han dedicado Frederick Bowser en 1977 y James Lockhart en 1982 a la
presencia esclava en Charcas6. Un autor boliviano que sobresale por haberle dedicado
una monografía al estudio de los afrocharqueños tan temprano como en 1977 es
Alberto Crespo Rodas7. Sus datos cuanti y cualitativos son pioneros y los más citados
por los afroamericanistas que quieren referirse al contexto boliviano. Otro autor que
publicó por aquellos años es Max Portugal, cuyo estudio retoma y pone en valor gran
parte de los datos ya expuestos por Crespo8. En ambos casos se trata de estudios más
descriptivos que interpretativos.
En una línea similar se inserta el trabajo de Mary Money que en 1983. A partir de
algunas fuentes escritas y otras iconográficas, la autora describe en un capítulo de su
libro Los obrajes, el traje y el comercio de ropa en la Audiencia de Charcas, la ropa
del “esclavo” en el siglo XVI9. El valor de este estudio es evidente aunque insistimos
en que su móvil es más descriptivo y se concentra en la cultura material y no así en
problemáticas socio-culturales de los grupos que menciona. Un trabajo singular es el
artículo que publicó Nicholas A. Robins el año 2011, en el que cuestionando la que

4 C. Sempat, 1966.
5 I. Wolf, 1981. Un estudio más reciente sobre comercio de esclavos en Potosí es el de José Antonio
López. J. A. López, 2009. Otra contribución de este tipo pero para el escenario de La Plata a inicios
del siglo XIX es el de Juan Jospe Durán. J. J. Durán, 2010.
6 F. Bowser, 1982; J. Lockhart, 1982.
7 A. Crespo, 1995.
8 M. Portugal, 1977.
9 M. Money, 1983.

38 ♦ H. Y C. XL
Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

llama «leyenda negra» sobre el trabajo de africanos esclavizados en las minas de Potosí
presenta una reflexión que insiste en la urgencia de una relectura de las afirmaciones de
la historiografía tradicional sobre el tema, así como de la revisión seria y exhaustiva de
fuentes para hacer estimaciones cuantitativas más ajustadas a la realidad de la época10.
Finalmente, un esfuerzo que no podemos dejar de mencionar es el de Juan Angola
Maconde en su estudio histórico: «Las raíces africanas en la historia de Bolivia»,
que apareció publicado dentro de la compilación internacional: Conocimiento desde
adentro. Los afrodescendientes hablan de sus pueblos y sus historias el año 201011.
Trabajos de mirada más antropológica y sociológica han aparecido desde la
década de los años 70. Es el caso de la monografía de Arturo Pizarroso Cuenca sobre
la «cultura negra» en Bolivia12. En esta misma línea se inscribe también la reciente
producción de Juan Maconde Angola, que ha estudiado la población de los Yungas
bolivianos en tanto enclave africano, particularmente de Coripata13. El trabajo de los
esclavos y ex-esclavos en las haciendas yungueñas (y entiéndase el término «esclavos»
como categoría legal de época) no fue estudiado desde una perspectiva histórica sino
hasta 1992, por María Luisa Soux, que se concentra en el período de inicios de la
República, es decir, las primeras décadas del siglo XIX; y por Eugenia Bridikhina en
1997, que indaga en la situación económico-social de los ex-esclavos de Nor Yungas
en la segunda mitad del siglo XIX14.
De forma pionera en 1938, José Vázquez-Machicado dedicó unas páginas de
gran interés a la revuelta de esclavos en Santa Cruz de 1809, es decir, en el contexto
juntista inmediatamente anterior a la Guerra de la Independencia15. Algunas décadas
despues, en 1979, René Arze escribió un capítulo sobre esta revuelta, analizando el
liderazgo del esclavo Franciscote y la revuelta de agosto de 1809, protagonizada por:
«negros esclavos, negros mulatos e indios tributarios»16. No existen prácticamente
otros estudios que aborden ésta u otra rebelión, revuelta o levantamiento de esclavos en

10 N. Robins, 2011.
11 J. Angola, 2010.
12 A. Pizarroso, 1977.
13 J. Angola, 2003. Dentro de esta vertiente más antropológica y sociológica tenemos varios artículos
sobre la música afroboliviana, la saya (David Mendoza, Remberto Paye, Filemón Quispe, Robert
Templeman, Wálter Sánchez, Mónica Rey). En lo que a la etnolinguística se refiere, tenemos el
trabajo de Mario Montaño y particularmente el emprendido por John Lipsky sobre dialectología
afroboliviana.
14 M. L. Soux, 1992; E. Bridikhina, 1997.
15 J. Vázquez-Machicado, 1988. Este trabajo apareció publicado por primera vez en el periódico El
Diario el 24 de septiembre de 1938.
16 R. Arze, 1979.

H. Y C. XL ♦ 39
Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

Charcas, salvo el artículo: «Móviles y sentidos marginados de la más que bicentenaria


lucha por la libertad en Charcas» publicado por mi persona el año 2009, y el trabajo
que presenta en este encuentro académico la historiadora Ana María Seoane17.
En su ponencia: «Conflictos de frontera en Santa cruz de la Sierra a principios del
siglo XIX. El caso de negros y mulatos provenientes del Brasil», presentada en este
simposio, analiza la situación laboral en la que se encontraban los esclavos en la región
de frontera con los chiriguanos, así como su participación en la rebelión de 1809.
Por lo demás, apenas se conoce por menciones escuetas y fortuitas la participación
de afrodescendiente esclavizados, libertos y libres en el seno de otros disturbios
políticos del conjunto como por ejemplo la rebelión juntista de 1809 o la Guerra de la
Independencia en Charcas.
En el ámbito de las prácticas de religiosidad, Estanislao Just Lléo publicó en
1984 un valioso aunque breve ensayo sobre la pastoral evangelizadora de los africanos
esclavizados en Charcas18. En lo que respecta a la vida cotidiana del esclavo y del
liberto en espacio urbano, tenemos que destacar el aporte de Eugenia Bridikhina, quien
presentó en la Reunión Anual de Etnología de 1994 un estudio sobre la vida urbana de
los esclavos en La Paz en el siglo XVIII. El año 2007 salió uno de los últimos trabajos
de Bridikhina sobre afrocharqueños, nos referimos a un capítulo dentro de: Espacio
urbano andino: escenario de reversiones y reinvenciones del orden simbólico colonial,
en el que se concentra en describir algunos aspectos de la vida cotidiana de la población
esclava en Potosí. No obstante la riqueza de su contribución, ésta prácticamente se
restringe al contexto de la región yungueña y de las urbes paceña y potosina. Esta
misma autora fue la única que ha dedicado una monografía al estudio de la mujer negra
en Bolivia en 199519. Junto con Pilar Mendieta retrató además el caso de dos sirvientas
domésticas, una indígena y la otra negra residentes en la ciudad de La Paz en el siglo
XVII20. Si bien ambos trabajos presentan datos de interés, ninguno es muy exhaustivo
a la hora de estudiar a los afrodescendientes como sujetos agentes de su propia historia.
Un trabajo reciente que busca ir en esa dirección es el de William Lofstrom, quien
indagando en la vida de la parda libre Santusa Nava, presentó un interesante ejemplo
de movilidad social en La Plata del siglo XVIII21.
Una mirada sumamente enriquecedora es la que publicó Lolita Gutiérrez
Brockington el año 2009. Esta historiadora ha estudiado la población esclavizada y

17 P. Revilla,
18 E. Just Lléo, 1984.
19 E. Bridikhina, 1995.
20 P. mendieta y E. Bridikhina, 1997.
21 W. Lofstrom, 2010.

40 ♦ H. Y C. XL
Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

liberta del corregimiento de Mizque colonial en su relación con otros estamentos sociales,
en particular indígenas22. Con una amplia gama de fuentes (notariales, testamentos,
censos, padrones entre otros) y un método cuantitativo estricto, Gutiérrez Brockington
dibuja un panorama bastante completo de la convivencia entre afrodescendientes e
indígenas y nos ofrece datos invaluables para futuros estudios comparativos.
Gran parte de las fuentes que permiten trazar la historia afrocharqueña -de
esclavos y libertos- ha sido muy poco explorada en los archivos bolivianos. Una de
estas vertientes documentales es la de los expedientes judiciales, que constituyen una
rica veta de estudio de la que hicieron uso Crespo, Portugal, Bridikhina, Brockington
y María Antonia Triano para su breve artículo: «Esclavos negros en Charcas»
aparecido el año 200623. Otras son los protocolos notariales, las actas parroquiales, la
normativa en general, la correspondencia, sin dejar de mencionar la literatura y piezas
teatrales seculares y eclesiásticas de la época. En fin, los datos están repartidos en
los diferentes fondos de nuestros archivos esperando por el paciente trabajo y aguda
mirada analítica de nuestros historiadores. Pocos son los investigadores que se han
interesado en su revisión. Los trabajos existentes salvo contadas excepciones suelen
atender casos puntuales, ilustrativos de la vida de una persona, de una localidad
o de cierta situación. Carecemos de una sistematización y balance de conjunto de
la presencia y dinámica socio-cultural afrodescendiente en Charcas para el periodo
colonial.
Y es que la historia de la presencia afrodescendiente en Charcas no se reduce
a una historia de sometimiento y de esclavitud. Los afrodescendientes de distinta
condición (esclavos, libertos, libres) participaron en una multiplicidad de actividades
en la vida cotidiana charqueña, las mismas que permanecen ensombrecidas en los
anales de la historia escrita. Sin negar la violencia de la esclavitud como institución
y como práctica de condición impuesta, creemos que estudiar las dinámicas de
relacionamiento e interacción que llevaron adelante los afrodescendientes no solo
esclavizados sino libertos y libres con el resto de la sociedad colonial es un ejercicio
más que necesario. Esto nos conduce a emprender un ejercicio de redignificación
de la experiencia histórica de los actores involucrados, pero además, a la vez, de
revisión y análisis una parte fundamental de nuestra memoria común.

22 L. Gutiérrez, 2009.
23 M. A. Triano, 2006.

H. Y C. XL ♦ 41
Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

Balance bibliográfico y estudios inéditos sobrela historia afroboliviana contem-


poránea
Paola Revilla ha demostrado que, aunque todavía existen notables vacíos,
existen importantes estudios sobre la historia de la afrobolivianidad en Charcas
colonial. Entre ellos, destacan los que ella misma ha realizado y que está realizando.
Todos de los últimos años y que han enriquecido el conocimiento de la historia de
los afrodescendientes en la época colonial y republicana. El 2013 publicó el artículo
«Manuel de la Cruz dice ser casi negro y no indio: estrategias de negociación identitaria
de la población afrodescendiente ante la justicia charqueña. Siglos XVII- XVIII»24.
El mismo año sacó a luz: «Bailando memorias negras: La crítica afroboliviana
a su representación»25. El 2014 publicó: «De coronaciones y otras memorias:
Afrobolivianos y Estado plurinacional»26. También ese año, su texto: «¡Morir antes
que esclavos vivir! República libertaria y esclavitud en Bolivia decimonónica» fue
un capítulo del libro Mitos Expuestos: Falsas leyendas de Bolivia 27. Este trabajo
se constituye en uno de los pocos artículos científicos sobre la esclavitud en el siglo
XIX. El 2015 ingresó a la Sociedad Boliviana de Historia con la pdisertación: «Yo
hijo mío haré cuanto pueda por vos…De esclavos que deciden no estar a la merced de
sus amos (Charcas, siglo XVIII)». Trabajo que fue publicado en Historia y Cultura
de ese mismo año, y en el que, a partir de la situación excepcional de una familia
indígena-afro, puede colegirse la complejidad de la sociedad colonial28.
Estos ensayos constituyen un gran aporte al conocimiento de los afrodescendientes,
pero sin duda todos los interesados en esta historia, esperamos la publicación de su
tesis de maestría en Historia Americana (Universidad de Chile): «Porque podamos
gozar de nuestro derecho libremente. Esclavos y libertos afrodescendientes litigantes
ante el tribunal de charcas (1631-1822)». El trabajo ha merecido el premio «Juana
Azurduy y Manuel Ascencio Padilla» 2014, en la categoría ensayo histórico. Su tesis
doctoral estudia las relaciones de servidumbre y formas de sociabilidad «negra» y
«chiriguana» en la urbe charqueña de La Plata (1560-1650). La autora ha coordinado
además desde el año 2013 con un equipo de estudiosos bolivianos y con los editores
de la Universidad de Oxford, la sección de entradas bolivianas del Dictionary of
Caribbean an Afro-Latin American Biography, aparecido el pasado 201629.

24 P. Revilla, 2013a.
25 P. Revilla, 2013b.
26 P. Revilla, 2014a.
27 P. Revilla, 2014b.
28 P. revilla, 2015.
29 H. L. Gates y F. W, 2016, 6 ts.

42 ♦ H. Y C. XL
Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

Salvo la excepción señalada de uno de los trabajos de Revilla, existe un vacío


de estudios sobre la historia afroboliviana en el siglo XIX y en la primera mitad
del siglo XX. En cambio, se ha dado una proliferación de trabajos sobre la historia
y la realidad de la nación afroboliviana desde la segunda mitad del siglo XX hasta
la actualidad. Estos trabajos se presentan en varios formatos: Libros, artículos en
revistas especializadas, periódicos, memorias de congresos, folletos, tesis, estudios
inéditos, CD´s, entre otros. Presento a continuación un balance, no exhaustivo, de
estos trabajos, dividiéndolos por temas.
Saya y expresiones culturales afrobolivianas
Sobre la música y danza afroboliviana, especialmente sobre la saya, existen
varias publicaciones. Una de las más interesantes es la que se titula Tambor Mayor
publicado en 199830. Este libro contiene varios artículos. Los sonidos del Tambor
Mayor de Walter Sánchez, este artículo contiene una historia de la esclavitud africana
en Charcas; pero, su más importante aporte es su estudio de cómo: “la música, la
danza, los instrumentos musicales y el canto fueron importantes artefactos culturales
de resistencia y de re- creación de identidad social”. También presenta un importante
balance de la participación de los afrodescendientes en las fiestas de Potosí, La Paz,
Oruro, Yungas, Cochabamba. Finalmente da importantes referencias sobre danzas
mestizas, como la morenada, inspiradas en su origen, en la población afroboliviana.
Otro artículo importante de esta publicación es el escrito por Mónica Rey, actual
diputada afroboliviana, titulada: La Saya como herencia cultural de la comunidad
afro-boliviana. En él la investigadora presenta un importante descripción y análisis
de las características de la saya, de los instrumentos musicales que se utilizan en
ella, el ritmo, de la poesía, de la música, de la danza, de la vestimenta. Analiza
cómo en el mundo afro-boliviano la mayoría de sus pedidos lo hacen cantando. La
saya se refiere a la naturaleza, a la cultura afro, a la política y, fundamentalmente la
saya como expresión cultural y auto identificación. Este libro contiene además un
testimonio del abuelo Manuel Barra de Tocaña, en el que hace referencia también a
las fiestas, música, a la saya, a la semba, a los ritos religiosos y relacionados con la
muerte, a personajes como Belzu y el Rey Negro.
Respecto a la música, está mi pequeño artículo titulado Influencia de la cultura
afroboliviana en las danzas andinas (2001)31. Fue presentado como ponencia en
el segundo Encuentro para la promoción y y difusión del patrimonio folklórico de
los países andinos, que tenía como temática: “Influencias Africanas en las Culturas

30 W. Sánchez, 1998.
31 I. Jaramillo, 2001.

H. Y C. XL ♦ 43
Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

Tradicionales de los países andinos”. Las memorias de este encuentro contemplan un


amplio análisis comparativo de la presencia afro en sur América. En este Encuentro
los afrobolivianos Wilmer Pérez y Juan Carlos Ballivían presentaron dos testimonios,
publicados en la citada memoria. En primero sobre el Rito Mauchi: rito ceremonial
funerario cantado para personas mayores y casadas. El segundo testimonio sobre
El Rey Negro: aspectos históricos del legendario Rey Negro que habitó las zonas de
los Yungas bolivianos.
En el libro de Eveline Sigl y David Mendoza, titulado Danzas de Bolivia. No
se baila así no más… (2012) se analiza brevemente las cuatro principales danzas de
la cultura afro-boliviana: el Baile de la Tierra o Cueca Negra, el Mauchi, la Saya y,
la Semba. Si bien, el análisis es breve, lo importante es que se basa en testimonios
de los interpretes afrodescendientes, especialmente de Tocaña y MOCUSABOL.
Existen también varias tesis inéditas sobre el tema de la cultura afroboliviana en
general y de la saya en particular. Una de las pioneras es la de Carmen Flores en
la Carrera de Turismo de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA, 1977). La
tesis de Mónica Rey para optar el título de Licenciada en Comunicación Social de
la UMSA es una de las más interesantes para comprender el rol de la saya en la
comunicación de las ideas, sentimientos y reivindicaciones de la población afro.
Otra tesis, aún inédita, pero también muy importante es la de María del Carmen
Alarcón, para optar el título de Licenciada en Comunicación Social de la Universidad
Católica Boliviana, titulada: «Los medios de comunicación usados por la comunidad
afroboliviana para el fortalecimiento de su identidad cultural y su interrelación con
la sociedad» (1997). Otro estudio importante en relación a la saya, es el realizado
por Magali Vega Chuquimia en su tesis de grado para obtener el título de licenciada
en historia de UMSA titulado La Saya en Tocaña como una forma de reivindicación
de la memoria histórica del pueblo afro- boliviano (2014)32. En la tesis, la autora
recopila letras de saya que sirven para reforzar la identidad cultural de los afro-
bolivianos, como éstas han permitido la visibilización del pueblo afro- boliviano, y,
como la saya se constituye en el principal instrumento para reivindicar su memoria
histórica.
Uno de los espacios más importantes para medir el avance de las investigaciones
sobre diversos aspectos de las ciencias sociales y humanas es la Reunión Anual de
Etnología (RAE) que organiza el Museo Nacional de Etnografía y Folklore. Además
de constituirse la RAE en un importante espacio de debate, sus auspiciadores
han tenido la virtud de publicar las memorias de los encuentros. En una revisión

32 Tesis inédita.

44 ♦ H. Y C. XL
Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

exhaustiva realizada desde las memorias de 1985 a 2010, no se han encontrado


muchas ponencias sobre los afrobolivianos en comparación a otras expresiones
culturales. Sin embargo, existen importantes ponencias publicadas que detallo a
continuación.
La saya afroboliviana es una expresión musical (percusión y canto), también
es danza y poesía; los trabajos presentados incluyen estos aspectos y también el
mensaje político y social. Remberto Paye (1992) presentó un análisis de la saya de
Chicaloma33. La parte más interesante de la ponencia consiste en el análisis de su
música y la transcripción de coplas con contenido religioso, con contenido cívico y
las que están dedicadas a la libertad; también analiza los instrumentos y la vestimenta,
así como el personaje del capataz o caporal. Una de las ponencias más detalladas
sobre la saya fue la que presentó Filemón Quispe (1993) que analiza la comunidad
de Tocaña, la organización del movimiento saya afroboliviano, los instrumentos
musicales que intervienen en la saya (tambores, cuancha y voces), compositores y
letras de saya, su funcionalidad y realiza importantes transcripciones musicales34.
El trabajo de Robert Templeman (1995) analiza el renacimiento de la saya en
1982; la utilización de la saya por el movimiento afro boliviano como instrumento
para plantear sus demandas políticas y sociales; la manera como la saya permitió
a los afro descendientes invadir los espacios de las ciudades y el rol de Tocaña y
de estudiantes afros en Coroico para lograr ese objetivo35. Ese renacimiento de la
saya afroboliviana fue empañado por la confusión de la saya con el caporal lo que
originó una profunda polémica que se reflejó también en la RAE, especialmente en
la ponencia de Romero Flores (1995), en la que, a más de demostrar las diferencias,
critica duramente a los directos e indirectos responsables de esa confusión36.
Mónica Rey (1999)37, destacada investigadora afroboliviana, reflexiona
sobre la saya como medio de comunicación y expresión cultural en la comunidad
afroboliviana. Recuerda el origen y desarrollo de esta comunidad y destaca la
saya como su principal herencia cultural. Analizó el rol actual de la saya como
espectáculo comunicacional: «la saya como medio de comunicación es una mezcla
de la ideología, la religión, la psicología […] la saya a tiempo de comunicar también
educa». Juan Angola Maconde (2005), analizó por su parte la resistencia cultural del

33 R. Paye Paye, 1992.


34 F. Quispe, 1993.
35 R. W. Templeman, 1995.
36 J. R. Romero, 1995.
37 M. Rey, 1999.

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Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

pueblo afroboliviano que ha permitido, pese a la profunda opresión que ha sufrido,


mantener vínculos culturales con su origen, especialmente, gracias al ritmo y al
tambor; pero, plantea que pese a los esfuerzos y logros para posicionarse dentro de
la sociedad boliviana, todavía falta mucho camino por recorrer38.
Otro de los ámbitos de las expresiones afrobolivianas, es el del idioma.
Al respecto, Juan Angola Maconde, el más prolífico de los investigadores
afrobolivianos, ha compilado, en su libro El habla afroyungueña (2012), libro que a
decir del prologuista del libro, John Lipski: «es en realidad un compendio de dichos,
proverbios, frases y oraciones ejemplares que en su conjunto representa el corpus
más extenso y más valioso de cualquier variedad lingüística afrohispánica»39. Lipski
y Angola coinciden en afirmar que el castellano afroyungueño es muy diferente
al castellano andino por la pronunciación, por la gramática y por el vocabulario
o léxico. Precisamente el libro de Angola profundiza sobre el componente léxico.
Angola señala que el habla afroyungueña es resultado de un largo proceso que ha
dado lugar a “nuestro diccionario mental”. Habla que es resultado de los largos
contactos entre lenguas africanas y el castellano durante la época de la esclavitud
y también la nueva lengua afroespañola tiene fusiones de lenguas africanas y del
quechua andino con el castellano, y luego del aymara de los Yungas. El trabajo de
Angola no es el primero sobre el tema. Como él mismo señala existen investigaciones
de lingüística afroboliviana realizadas por estudiantes extranjeros, tanto de maestría
como de doctorado, así como de profesionales. Entre esos trabajos destaca el de John
Lipski (2008), de María Pérez (2010) y de Sandro Sessagero (2011)40. El mérito del
trabajo de Angola es que el primer trabajo de lingüística afroboliviana producida por
un afroboliviano, compilando decenas de referencias de pobladores afroyungueños.
Encuentros afrobolivianos y estudios sobre los afrobolivianos en la actualidad
Los movimientos afrobolivianos han tenido numerosos encuentros, tanto
nacionales como internacionales, para analizar diferentes aspectos de su realidad
actual, abarcando numerosos ámbitos. Lastimosamente, de la mayoría de ellos,
no existe una memoria escrita. Por ello se constituye en una joya bibliográfica, la
Memoria del Encuentro «Siente Afro»41, derivado del Primer Congreso Afroboliviano
realizado el 2011, Año Internacional de los Afrodescendientes, que consolidó a su
ente matriz, denominado Consejo Nacional Afroboliviano (CONAFRO).

38 J. Angola, 2005.
39 J. Angola, 2012.
40 J. Lipski, 2008. M. D. Pérez, 2010; S. Sessagero, 2011.
41 S. Ardaya, 2012.

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Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

El principal auspiciador del Encuentro «Siente afro», la Organización de Estados


Iberoamericanos para la Educación y la Cultura, encomendó a Soledad Ardaya que
escriba la Memoria del mismo. Ésta se publicó en agosto de 2012, con el título
de La familia afroboliviana. Historia de un Encuentro. La historia del Encuentro
tiene una introducción histórica, luego analiza las nuevas miradas de la comunidad
internacional hacia la población afrodescendiente; luego presenta un análisis de la
situación del pueblo afroboliviano, desde la perspectiva de dos miradas: las miradas
desde el Estado boliviano y las miradas desde la comunidad afroboliviana. Soledad
Ardaya presenta también una historia del pueblo afroboliviano y reconstruye el
proceso de la institucionalización del movimiento afroboliviano hasta llegar a su
consolidación actual. En el último capítulo está la Memoria propiamente dicha: la
Convocatoria al Encuentro, los participantes, el programa, las ponencias, las mesas
de trabajo y sus conclusiones; los talleres creativos y el Manifiesto Cultural de la
Africanía en Bolivia. Este capítulo a más de recordar la riqueza de los debates, se
constituye en un profundo plan de acción para el desarrollo de la nación afroboliviana
en todos los campos, especialmente en el de la educación. Ese plan de acción está
plenamente planteado en las conclusiones de cada una de las mesas de trabajo y en
el Manifiesto Cultural.
En 1997, con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo y con la
coordinación del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano se realizó un Diagnóstico
de la situación del negro en Bolivia, elaborado por los investigadores afro: Mónica
Rey Gutiérrez, João Cassiano de Olivera (Brasil), la investigadora boliviana María del
Carmen Alarcón, bajo la dirección de Fernando Cajías42. Esta investigación es inédita
pero ha tenido difusión. Incluye un capítulo sobre la historia, otro sobre la cultura
pero, su aporte principal es el diagnóstico sobre la situación económica y social de
la población afrodescendiente a fines del s. XX. Su situación económica y social, las
actividades económicas la vivienda y los servicios básicos, las organizaciones que se
relación con la comunidad afroboliviana, la educación, y la salud en las comunidad
afro bolivianas rurales y urbanas y, el deporte. También en el diagnóstico se analiza
las organizaciones urbanas y rurales de la población afroboliviana y, su liderazgo
político. Finalmente se plantea las necesidades prioritarias de la nación afroboliviana
y, se presentan proyectos al respecto. Un aspecto destacable del diagnóstico son las
entrevistas realizadas a líderes afro de comunidades rurales en sud yungas como
Chicaloma, Villa Remedios, Colpar y Naranjani; en nor yungas comunidades como
Tocaña, Coscoma, Mururata, Calacala, Chijchipa, San Joaquín, Marca, Santa Ana,
Soapi, Dorado Chico, Dorado Medio y Chilamani; ciudades intermedias como

42 F. Cajías, M. Rey, J. Cassiano, M. C. Alarcón, 1997.

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Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

Chulumani, Coroico, Coripata; comunidades urbanas como La Paz, Santa Cruz y


Cochabamba.
Una publicación curiosa de la década de los 90 es la realizada por la Facultad
de Medicina de la UMSA, titulada La raza negra en la altura de Hernán Criales
Alcázar43. Texto que es fruto de una investigación clínica sobre la patología de la
altitud en la población afrodescendiente.
En el nuevo siglo, coincidiendo con la lucha afroboliviana de conseguir un
reconocimiento étnico, jurídico y político, se dieron varias publicaciones de apoyo
a esas reivindicaciones una de ellas, auspiciada por la Comunidad Europea es la
titulada Reconocimiento étnico y jurídico de la comunidad afro descendiente,
elaborada por Ramiro Llanos y Carlos Soruco44. El libro, además de contener una
introducción histórica, tiene como principal aporte, una interesante revisión sobre las
disposiciones legales que rigieron la vida de la nación afro descendiente durante la
colonia, durante el siglo XIX y las vigentes en el momento del estudio. Luego de un
análisis de la cultura y de la organización afro boliviana presentan una propuesta de
ley de reconocimiento de todos los derechos de la «etnia afrodescendiente».
Una de las reivindicaciones más emblemáticas del pueblo afro boliviano fue
su lucha por hacer que sus derechos sean reconocidos en la nueva Constitución
Política del Estado. Así, durante la Asamblea Constituyente, llevada a cabo en
Sucre, presentaron sus propuestas, a través del canto y en folletos coordinados por
MOCUSABOL y el Centro Afro Boliviano para el Desarrollo Integral y Comunitario.
Precisamente uno de los documentos más importantes fue su Propuesta del pueblo
Afro Boliviano en la Asamblea Constituyente45. Si bien no se lograron todos los
planteamientos de la propuesta como declarar el reconocimiento de los Yungas como
su territorio histórico, los afrobolivianos lograron que se les reconozca como nación,
con los mismos derechos de todas las naciones originarias (art. 32 y otros). Otra
publicación importante en relación a la Constituyente es el libro Comunidades Afro
descendientes de Bolivia. Rumbo a la Asamblea Constituyente, también publicado
por MOCUSABOL gracias a diversos auspicios, ya que de igual manera recoge las
reivindicaciones del pueblo afro boliviano46.

43 H. Criales, 1992.
44 R. Llanos y C. Soruco, 2004.
45 MOCUSABOL, 2007.
46 MOCUSABOL, 2005.

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Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

Durante la primera década del siglo XXI se produjeron varias publicaciones y


también CDs. Uno de los libros más interesantes es el de José Luís Delgado que recoge
testimonios de dos mujeres: Angélica Pinedo y Raymunda Rey. Ambas conversan, a
manera de testimonios sobre la vida cotidiana de los afros de Tocaña, especialmente
su actividad agrícola vinculada al cultivo de coca47. Entre las producciones
audiovisuales destacan la de Martín Miguel Ballivián, titulada: «Imágenes Mauchi.
Primer Encuentro Intercultural de Música y Danza Afroboliviana en Chimoré (2006);
el de Jorge Medina, Marfa Inofuentes y Emilio Barra: “Innovación y creatividad
cultural» (2006) y el de Luis Rico.
En cuanto a la historia del movimiento afro boliviano uno de los testimonios más
importantes, todavía inédito es el de las hermanas Julia y Graciela Pinedo, titulado
Nacimiento de la Saya en el Colegio Guerrilleros Lanza (2003). Es importante
recordar que ambas hermanas fueron fundadoras del Movimiento Afro boliviano y,
principales impulsoras para que la saya se haga visible en La Paz y luego en toda
Bolivia.
Un trabajo que también recoge los logros del movimiento afro en las últimas
décadas es el de Fernando Cajías titulado El Movimiento Afroboliviano: de la
visibilidad al empoderamiento48. En él se analiza la historia del Movimiento afro
boliviano desde la década de los 80s hasta el 2010. En 1989 se fundó la primera
organización afro boliviana denominada Movimiento Cultural Saya Afro Boliviana.
En la década de los 90s, como se plantea en el ensayo: «el principal norte fue la
visibilidad y, para ello, era necesario mostrar las particularidades de su cultura
y exigir sus derechos de ciudadanos a través de su principal expresión artística-
cultural: La saya». El objetivo fue logrado, gracias a la unidad del movimiento y a
emblemáticos liderazgos, en su mayoría femeninos.
En la segunda parte del ensayo se analiza, la nueva faceta de la lucha de los
movimientos afrodescendientes: El empoderamiento, que caracteriza a los diez
primeros años del siglo XXI. Un importante punto de partida fueron los Encuentros
Nacionales Afrobolivianos, los talleres. Sin dejar de lado la consolidación y la
difusión de la saya, surge un nuevo gran objetivo, que se refleja muy bien, en el
objetivo general del Centro Afroboliviano para el desarrollo Integral y Comunitario:
«Promover el empoderamiento del pueblo afroboliviano fortaleciendo su identidad
étnico cultural a través de su formación educativa, política, sociocultural, buscando
el relacionamiento con el gobierno, sociedad civil y organizaciones internacionales

47 J. L. Delgado, s.f.
48 F. Cajías, 2010.

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Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

generando acciones que contribuyan al desarrollo de sus comunidades». Este


objetivo también tuvo importantes avances hasta el 2010, especialmente la presencia
en la Constitución Política del Estado, la primera diputación, la primera concejalía
en La Paz y otros cargos importantes. El antropólogo peruano Luís Reyes investiga
sobre las construcciones de la identidad tocañera: ¿es étnica o fenotípica?, avances
de investigación que presentó en este simposio.
Conocimiento desde adentro
Finalmente, en este balance es importante destacar, que en los últimos años,
el conocimiento afro sobre los afros, que sobre todo era transmitido oralmente, se
ha ido plasmando, como ya se ha visto, en importantes publicaciones. Sin duda el
investigador más prolífico es Juan Angola que precisamente participó en una de
las publicaciones más interesantes sobre la historia y la realidad afrodescendiente,
titulada: Conocimiento desde adentro. Los afrosudamericanos hablan de sus
pueblos y sus historias (2010)49. La publicación tiene dos tomos y el artículo de
Juan Angola se titula Las raíces africanas en la historia de Bolivia, en este largo y
profundo ensayo analiza la historia y presencia afro, desde la época colonial hasta
nuestros días, en todos los departamentos de Bolivia, especialmente en los Yungas;
su relación con la agricultura; sus expresiones culturales; la historia que comenzó a
construir el pueblo afroboliviano desde 1953; su relación con mestizos e indígenas;
las migraciones de los Yungas a las ciudades.
Además Angola ha realizado otras publicaciones, varias de ellas han sido
señaladas en este balance. Una de sus obras clave se titula Nuestra historia. Comunidad
Dorado Chico50. El libro contiene antecedentes históricos de la presencia africana
en los Yungas y la comunidad de Dorado Chico; sus celebraciones, la biografía de
San Benito y el preste de Semana Santa; anécdotas, personajes, testimonio sobre
las relaciones de trabajo; educación, deporte; la vida comunitaria, la organización
sindical, la destrucción de la hacienda, los aciertos y desaciertos. Su principal fuente
son los testimonios de los ancianos, reconstruye la historia a partir de la memoria
colectiva, por eso, la parte más interesante es su análisis, de la etapa pre 1952,
simbolizada por la casa de hacienda hasta la actualidad. Otra característica importante
del libro es que utiliza la forma de hablar el castellano de los afro yungueños.
Otra investigadora afroboliviana destacada es Mónica Rey, cuyas principales
publicaciones y estudios han sido señalados en este balance. Existen varios

49 S. Walker, 2010.
50 J. Angola, 2008.

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Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

investigadores- activistas afrobolivianos que han presentado importantes ponencias


en congresos y seminarios, pero que todavía no han publicado todo lo que saben.
Entre ellos destaca Paola Yáñez Inofuentes de Tocaña quién defiende los derechos
y retos de las mujeres afrodescendientes en la sociedad boliviana y en la propia
sociedad afro, en la que todavía existe machismo. Trata al respecto su ponencia
todavía inédita, titulada: «Una aproximación a la vida de las mujeres afrobolivianas
desde la poesía y la música» dentro del «Conversatorio sobre historia y cultura
del pueblo afroboliviano» (Cochabamba, 2015). En ese mismo seminario expuso
Edgar Vásquez, bibliotecólogo afroboliviano sobre la historia y cultura de los
afrobolivianos.
Actualmente existen varios grupos que interpretan y difunden la saya, que
continua como uno de los principales medios de comunicación para expresar sus
sentimientos y sus reivindicaciones. Existen grupos de saya de las comunidades
yungueñas como la de Tocaña (con su compositor Vicente Gemio), la de Chijchipa,
la de Chicaloma y la de las comunidades Yava- Taco. En La Paz, sobresalen tres
grupos de saya: la histórica MOCUSABOL, TAMBOR MAYOR (dirigida por los
hermanos Lorena y Omar Barra), ORISABOL (presidida por Verónica Iriondo y en
la que también destaca Edgar Gemio). En Santa Cruz: Unión Afro, presidida por la
histórica líder Fortunata Medina; Comunidad Afroboliviana Santa Cruz, dirigida por
Antonio Angola. En Cochabamba: MAUCHI, dirigida por Erika Duarte, uno de sus
fundadores Martín Ballivián; la Comunidad Afroboliviana Cochabamba, dirigida
por Efraín Jáuregui. En Sucre: Comunidad Afroboliviana Sucre, dirigida por Isadora
Pinedo. Todas las instituciones de saya, sus dirigentes e integrantes son depositarios
de una ríquisima tradición oral.
Como ya se explicó, sobre todo, desde inicios del siglo XXI, los afros también
han creado otras instituciones para sus reivindicaciones. Destacan dos instituciones
activistas de los derechos de los afros: CONAFRO Y AFROBO. La primera
fundada en 2012, dedicada especialmente al tema educativo: textos y curriculum,
entres otras tareas. Destacan Juan Carlos Ballivián, Wendy Pérez y las diferentes
comisiones de trabajo. De la que más se espera es de la Comisión que trabaja el
curriculum regionalizado del pueblo afroboliviano, comisión dirigida por la cientista
en educación: Nenrry Vásquez. La segunda, dirigida por Carmen Angola Campos,
además de múltiples actividades culturales, se dedica especialmente a los niños
afrobolivianos. No se puede dejar de mencionar a dos mujeres afro que con su arte,
comunican con otros lenguajes la cultura y las reivindicaciones de los afros: Carmen
Angola como fotógrafa y Sharon Pérez como artista plástica y diseñadora gráfica.

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Balance historiográfico sobre afrodescendencia en Bolivia (Siglos xvi-xxi)

En cuanto a la historia desde adentro, el principal representante de la nueva


generación es Martín Ballivián, quién ha realizado varias publicaciones. Con el
apoyo del Ministerio de Culturas y turismo ha publicado el libro Soy afroboliviano:
Historia, testimonios e imágenes de mi cultura (2013) y La saya afroboliviana:
Conociendo «Desde casa adentro y casa afuera». Nuestra historiografía y saberes
ancestrales (2014). Precisamente, en esta última obra, Ballivián hace un llamado a
que el pueblo afroboliviano tenga una historia contada: «desde casa adentro o desde
nuestra comunidad», pese a la dificultad de carecer de fuentes primarias escritas
por afrodescendientes y, por lo tanto, verse en la necesidad de basarse en fuentes
no afrodescendientes, en no pocas ocasiones llenas de subjetividad y distorsión.
Reflexiona sobre «el invento de lo negro»; la vida de los afros en las haciendas
de Yugas e Inquisivi. En la tercera parte del libro, estudia la saya comunitaria
afroboliviana: los antecedentes de la producción sonora, las cofradías afro, la
saya antes de la reforma agraria, la saya como generadora de resistencias, la saya
después de la Reforma Agraria, la saya en las fiestas de las comunidades afro, los
ritos y la espiritualidad afro. Presenta un importante calendario festivo de las fiestas
afroyungueñas; una completa descripción de los instrumentos musicales utilizados
en la saya, las canciones y los temas; la vestimenta. En la cuarta y quinta parte
analiza, la saya como un espacio de intra e interculturalidad, como comunicación,
como espacio educacional. El libro está basado en testimonios, observación y una
actualizada revisión bibliográfica.
Finalmente, esta ponencia va dedicada a cuatro grandes difusores de la cultura
afroboliviana, activistas de sus reivindicaciones y que han fallecido demasiado
jóvenes por diversas razones: el gran intérprete de saya Juan Iriondo; el gran
compositor de sayas y morenadas Alfonso Zabala; la gran activista y dirigente del
Movimiento afroboliviano Marfa Inofuentes y el gran dirigente de Tocaña, encargado
de su Centro Cultural, Desiderio Vásquez.

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Paola Revilla Orías y Fernando Cajías de la Vega

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H. Y C. XL ♦ 57
Conflictos, tensiones y violencia entre los
pioneros de la goma elástica
(1870-1900)

Pilar Mendieta Parada1

Introducción
En su estudio sobre la Amazonia boliviana José Luis Roca (2001) sostiene
que los pioneros de la goma fueron verdaderos patriotas que asentaron la presencia
boliviana en la zona. El mismo autor piensa que hay que destacar su lealtad a la patria
común, la sorprendente sujeción a la institucionalidad del gobierno central donde
no existían acciones de hecho y los errores, las injusticias y las arbitrariedades se
combatían a través de la prensa, el parlamento y los tribunales de justicia. Añade que
los pleitos entre los empresarios de la goma terminaban ventilándose en los juzgados
de instrucción o de partido, en las subprefecturas o comisarías y que, generalmente,
los pleitistas aspiraban a ganar el favor de la opinión pública mediante publicaciones
de prensa o folletos donde exponían sus puntos de vista e impugnaban la de sus
adversarios en un lenguaje duro pero siempre respetuoso.
Todo esto lleva a creer que en las regiones del noroeste no se impuso la ley de
la selva como en otros territorios de la goma, tal es el caso escandaloso del Putumayo
en las selvas colombianas.2 Roca hace referencia especialmente al conflicto entre
Nicanor Gonzalo Salvatierra y Antonio Vaca Diez, el cual, después de varios años,

1 Pilar Mendieta Parada es doctora en Historia, docente de la UMSA y de la Universidad Católica


2 En las selvas del Putumayo en Colombia se dieron hechos tremendamente crueles en contra de los
trabajadores de la goma que prácticamente vivieron situaciones de esclavitud lo que provocó incluso
la investigación de parte del gobierno británico. Los principales acusados fueron los miembros de la
famosa Casa Arana que se dedicaba a la explotación de la goma elástica.

H. Y C. XL ♦ 59
Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

terminó siendo dirimido por los Delegados del Noroeste, quienes consiguieron que
ambos llegaran a un acuerdo.
Sin negar la valentía y el patriotismo de los pioneros de la goma, creemos
que José Luis Roca idealiza la convivencia entre éstos, puesto que muchos de los
acuerdos a los que llegaron fueron antecedidos por hechos violentos que no han sido
suficientemente estudiados. Por ello, a diferencia de Roca, lo que nos interesa resaltar
en este trabajo es la existencia de rivalidades, situaciones violentas y conflictos entre
los pioneros de la goma en el periodo de inicio de la industria de la goma elástica
entre 1870 y 1900. En este sentido creemos que -como en toda región de frontera-
eran comunes las situaciones de violencia debido a la ausencia de un Estado que,
a pesar de los esfuerzos, no logró consolidar su presencia en este lejano territorio,
dejando la resolución de los conflictos a los poderes locales y privados a la cabeza
de los grandes caucheros. Al respecto, estamos de acuerdo con Clara López, quien
señala que en estos lugares la población “desarrolló una forma de vida de frontera:
violenta, rústica y cruel, donde la justicia se practicaba con las propias manos pero
que permitió la construcción de patrimonios importantes y hasta enriqueció a más
de uno”3. Lo que no quiere decir que se llegaran a los extremos del caso Putumayo.
Las causas de los conflictos eran muchos, entre ellos, la competencia y la
rivalidad por el control económico de los recursos de la región, la expansión territorial
de las barracas, la pugna por la mano de obra, por las influencias políticas e incluso
por el poder simbólico en la pretensión de lograr coronarse como dueños y señores
de la selva. Y si bien es cierto que algunos conflictos llegaron a buen término, esto
no quiere decir que en todos los casos haya sucedido lo mismo.
Enfatizaremos en dos casos que se encuentran entrelazados y que resultan
paradigmáticos de las tensiones entre los pioneros. El primer caso es el de la lucha
entablada entre los paceños y los cruceños por el control del territorio de la región
inexplorada del río Orthon y sus gomales en la década de 1880; el segundo caso
se refiere a la rivalidad existente entre Antonio Vaca Diez y Nicanor Gonzalo
Salvatierra, ambos empresarios de la goma que se enfrascaron en una lucha por la
supremacía económica y simbólica de la región atrayendo el interés no solo de la
opinión pública del Beni y de Santa Cruz sino también del gobierno boliviano que
tuvo que intervenir en el conflicto.

3 López, 2008, p. 46.

60 ♦ H. Y C. XL
Pilar Mendieta Parada

1. El auge gomero y su impacto en la región del noroeste boliviano


Después del auge cascarillero que se desarrolló durante los primeros años
republicanos, la producción de goma elástica que, gracias al proceso de vulcanización
había aumentado grandemente sus usos industriales, tuvo sus inicios en Bolivia a
partir del año 1870, revolucionando a partir de entonces la vida de los habitantes
de casi toda la Amazonia (Perú, Brasil, Colombia, Bolivia). En todos los casos, la
explotación de la goma estuvo localizada en vastos territorios sobre los cuales los
Estados nacionales tenían escaso o nulo control4.
En Bolivia, la producción de la goma elástica (1870-1920) hizo que el territorio
de la Amazonía boliviana se viera afectada por una nueva realidad socioeconómica
que la introdujo en el contexto internacional a través de una economía extractivista
de enclave donde nombres como los de Augusto Roca, Antonio Vaca Diez, Nicanor
Gonzalo Salvatierra y especialmente Nicolás Suárez se hicieron famosos. La
incorporación de este territorio a la economía de exportación se caracterizó por las
iniciativas privadas ya que, a pesar de los esfuerzos estatales, la vida económica no
estuvo acompañada de una fortaleza de la representación del Estado, tal como habría
sido necesaria, lo cual dejó su colonización a pioneros llegados desde La Paz, Beni
y Santa Cruz principalmente.
A pesar de los intentos del gobierno para nacionalizar este territorio a través
del envío de exploradores y de delegaciones, no se pudo evitar que la región se
convirtiera en una especie de tierra de nadie donde las iniciativas individuales, las
acciones heroicas y la violencia fueron las características principales. Al ser una
tierra de nadie, a fines del siglo XIX, la región estuvo sujeta a la competencia por
el acaparamiento de las estradas gomeras, a la sujeción compulsiva de mano de
obra destinada a trabajar en las barracas en condiciones extremadamente duras,
y a la desestructuración de las poblaciones nativas muchas de las cuales habían
permanecido por siglos internadas en la selva. Significó también la competencia
por la mano de obra entre pioneros y misioneros en los lugares donde existían
misiones, el resurgimiento de pueblos que, como Reyes, se convirtió en un lugar
donde prevalecía la ley del más fuerte así como el nacimiento de poblaciones como
Riberalta. A la par, llegaron a la región extranjeros que en algunos casos instalaron
casas comerciales y en otros participaron de la producción de la goma; tampoco
faltaron personajes extravagantes y codiciosos que, en busca de riquezas, cometieron
un sinfín de abusos. Junto con ellos convivieron delincuentes, vividores y matones
que merodeaban la zona en busca de alguna tajada.

4 Bonilla, 1993, p. 9.

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Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

En este contexto, la indefinición de las fronteras y las tensiones por ganar tierras
para la explotación de la goma también provocó la codicia de brasileros y peruanos
que fueron introduciéndose lentamente en el territorio boliviano provocando
enfrentamientos que desembocaron en la llamada Guerra del Acre y en los conflictos
fronterizos con el Perú a inicios del siglo XX.
La lejanía de estas tierras y la debilidad estatal, entre otros motivos, provocaron
el fracaso de las políticas estatales en la Amazonía prevaleciendo hasta hace no mucho
su marginalidad con respecto al resto del país. Según Guiteras, todo esto provocó
un mayor protagonismo de las esferas locales y regionales tanto en la política, la
economía, la vida social, así como en la resolución de los conflictos y del manejo
de la violencia siendo la acción del Estado marginal5. Es en este contexto histórico
que se suscitan los conflictos entre paceños y cruceños y entre Antonio Vaca Diez y
Nicanor Gonzalo Salvatierra.
2. La pugna por el territorio de la goma elástica
La conflictiva realidad de la región de la amazonia boliviana durante el periodo
de inicio de la explotación de la goma elástica (1870-1900) ha sido analizada por
diversos autores que han enfatizado en los aspectos económicos de su extracción, en
la desintegración de la sociedad indígena, en el enganche y la explotación de la mano
de obra en las barracas gomeras y en las tensiones por conseguirla. Sin embargo, uno
de los principales problemas que tuvieron que afrontar los pioneros de la goma fue el
de la ocupación y pugna por el territorio.
En el imaginario estatal y pionero-empresarial esas tierras estaban deshabitadas
y eran tierras de nadie. Según Perrier Brusle (2014) la visión sobre este territorio de
frontera era concebida en el sentido norteamericano. Era el mundo del Wildernes, es
decir un territorio de la anti-civilización, insistiéndose más bien en el vacío que en su
alteridad6. Por lo tanto, eran territorios destinados a su conquista tanto por el Estado
como por elementos mayormente privados y religiosos que debían llevar consigo a
la llamada “civilización” sin considerar el derecho de los pueblos que allí habitaban.
Los primeros pioneros empezaron a incursionar en la región amazónica
boliviana a raíz del declive de la economía extractiva de la quina. En los últimos
años de la década de los sesenta el padre Jesualdo Maccheti en su diario de viaje
reporta ya la presencia de siringueros y la existencia de precarias barracas en las
riberas de los ríos. Algunos autores aseveran que fue Nicolás Suárez, el futuro rey de

5 Guiteras, 2012
6 Perrier Brusle, 2014, p. 36.

62 ♦ H. Y C. XL
Pilar Mendieta Parada

la goma, quien en sociedad con Augusto Roca instaló en 1871 un almacén en Reyes
desde donde comenzaron a comercializar la goma. Las primeras barracas fundadas
en el río Beni fueron las de los cruceños Antenor Vásquez y Antonio Vaca Diez.
En 1880 cuando el médico y explorador Edwin Heath, apoyado por Vaca
Diez, encuentra la conexión fluvial entre el Beni y el Mamoré, los establecimientos
caucheros en estos ríos no pasaban de una docena. Para entonces, en la región
del bajo Mamoré e Iténez también se encontraban algunos siringueros que fueron
expulsados del Brasil cuando Melgarejo hizo el Tratado de 1867 y se modificaron
los límites fronterizos. Al conectarse estas dos regiones con el descubrimiento de
Heath se inicia una nueva etapa en la que los siringueros empezaron a propagarse en
el curso de los principales ríos amazónicos, entre ellos el Madre de Dios y el Orthon.
Fueron pioneros de origen cruceño y paceño quienes, en la década de los ochenta, se
aventuraron a estas regiones poco conocidas con la finalidad de ocupar el territorio
para el negocio de la goma.
Fue común que en los primeros tiempos los pioneros que ocupaban los bosques
de goma pusieran sus iniciales en los árboles que pasaban a pertenecerles. Sin
embargo, a fines de la década de los setenta, cuando varios caucheros ya habían
establecido desordenadamente barracas en la región de manera relativamente
pacífica, el gobierno de Hilarión Daza dicta una ley por la cual pretende regular la
dotación de tierras ofreciendo una legua cuadrada de terreno en las márgenes de los
ríos Inambary o Beniparo, Purus, Madre de Dios y Beni, en el noroeste amazónico
boliviano, a cada uno de los primeros exploradores o a los que con sus capitales
habían adquirido la posesión de tierras ocupadas por los llamados despectivamente
como “bárbaros”7. Para hacerse acreedores de ese derecho los beneficiarios debían
fundar establecimientos de cultivo o explotaciones de goma, madera u otros objetos
de exportación. En 1883, durante el gobierno de Narciso Campero, se dicta otra ley
a partir de la cual las llamadas estradas gomeras fueron entregadas por el Estado
en arrendamiento. Sin embargo, según Gamarra (1995) veinte años después las
concesiones sobrepasaban los límites de control estatal y no se logró los beneficios
que supuestamente el fisco recibiría por el arrendamiento de los siringales.8 Desde
el punto de vista jurídico, la concesión de estradas no constituía en sí la posesión de
la tierra. La ley establecía el arrendamiento de las estradas gomeras y después de
transcurridos diez años confería a su ocupante el derecho de propiedad de la estrada

7 El término bárbaro es utilizado por la élite para designar a toda aquella población amazónica que
vivía de forma nómada. Es una forma de entender a las poblaciones indígenas que no se hallaban
sometidas a la cultura occidental.
8 Una Estrada gomera correspondía a 150 árboles.

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Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

sin que esto comprendiera el terreno que estaba regulado por la ley de tierras baldías.
Por lo que un industrial gomero podía poseer los árboles siendo otro el poseedor del
terreno9. Esta política promovió la llegada de varios pioneros que en el transcurso
de la década de 1880 establecieron una red de barracas a lo largo de los ríos. Estos
descubrieron las debilidades de la norma aprovechando la oportunidad para extender
sus propiedades provocando la competencia por acapararlas.
Esta situación trajo muchos problemas, tensiones y violencia por la tenencia y
posesión de la tierra entre los propios caucheros, con los misioneros allí donde las
misiones existían y con las etnias de la región, todos los cuales presentaron recursos y
oposiciones ante las instancias del Estado no siempre con éxito debido a la lejanía y a la
débil representación estatal en la región por lo que muchas de las disputas territoriales
terminaban en arreglos entre los propios pioneros sin la intervención del Estado.
Para evitar el caos y regular la presencia estatal en la región el diputado beniano
Pedro Suárez presentó en la década de los ochenta un proyecto de ley para establecer
una comisión estatal en el territorio. Fue recién en 1890 que se crearon las Delegaciones
del Madre de Dios y del Purús10 y, sólo después de tres años se logró conformar y enviar
a la primera Delegación a cargo de Lisímaco Gutiérrez. A pesar de ello, las situaciones
de violencia y los conflictos por los gomales no pudieron ser del todo superadas.
Por ejemplo, la región gomera del norte de La Paz, a fines de la década de
los noventa, se vio afectada por perturbaciones sociales proveniente de una guerra
interminable entre pequeños hacendados gomeros. Los industriales se quejaban
permanentemente por penetraciones a las propiedades gomeras, robo de gomas y
violencias, poniendo en conocimiento de las autoridades provinciales el predominio
por la fuerza de aquellas empresas que disponían de grupos armados11. En el año 1899
se produce un asalto armado de unos gomales situados entre los ríos Yuyo e Ylipana
por Ezequiel V. Murillo, provocando gran conmoción en los pobladores de Apolo
ya que dicho asalto fue protagonizado por una tropa de bandidos armados con rifles,
escopetas y revólveres, los cuales exigieron a los trabajadores abandonar los gomales
con la pena de ser flagelados12.
Ya en 1895 el teniente Pastor Baldivieso redactó un informe ministerial
aclarando la necesidad de enviar expediciones para pacificar el Alto Madidi y las

9 Soux et al, 1991, p. 113.


10 Decreto de 28 de octubre de 1890.
11 Gamarra, 1992, p. 213.
12 Cárdenas, 1991, p. 222.

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Pilar Mendieta Parada

zonas aledañas. En el Madidi fue de triste fama el empresario francés Albert Mouton
quien en su afán de conseguir tierras y mano de obra cazaba a los indios guarayos
sin la menor piedad.
Las quejas en contra de los empresarios extranjeros también fueron comunes.
Por ejemplo, está el caso de San José de Uchupiamonas y Apolo donde, según un
documento de la prefectura, en las barracas: “un grupo de extranjeros asumiendo
actitudes de pequeños reyes realizan actos punibles y eluden las sanciones y los
castigos apoyados en su poder económico”13. Todo ello ocurrió debido a un deficiente
control estatal, de las contradicciones en las leyes y de la falta de justicia en estas
regiones cuyos habitantes vivían a merced de los abusos y arbitrariedades cometidos
por una gama de personajes relacionados a la explotación de la goma elástica.
3. Enchalecados versus cruceños
Entre los pioneros que llegaron a la zona del noroeste boliviano a fines del
siglo XIX se encontraban muchos cruceños. Por ese entonces, Santa Cruz no ofrecía
posibilidades de crecimiento económico por lo que el descubrimiento de la goma se
convirtió en una posibilidad de generar riqueza. Los sectores de propietarios cruceños
que habían hecho del azúcar su principal producto de exportación empezaron a ser
relegados por el ferrocarril y el contrabando peruano por lo que se vieron obligados
a buscar otros horizontes. Los pioneros más importantes en una primera etapa fueron
Antonio Vaca Diez, Antenor Vásquez, Nicanor Gonzalo Salvatierra y Augusto Roca.
Otros ya se encontraban en la zona desde los tiempos de la explotación de la quina
y, a raíz de la crisis de la producción de este producto, se vieron en la necesidad de
migrar hacia la extracción de goma.
Durante su primer viaje hacia el noroeste Nicolás Armentia cuenta algo sobre
las primeras barracas fundadas por los pioneros cruceños que hacia 1881 se hallaban
incursionando más allá del río Beni. Narra cómo en su viaje se encontró con una
barraca que le pertenecía a don Antenor Vásquez quien se hallaba buscando gomales
con sus mozos en el Madre de Dios. Cuenta cómo en la casa de la barraca solo se
encontraba su distinguida esposa la señora doña Avelina Guardia con su pequeño hijo
en brazos lo que muestra las dificultades de la vida en esas regiones. La mayoría de
las barracas se hallaban situadas en las orillas de los ríos, resguardadas por el espesor
de la selva vigiladas y a veces atacadas por las tribus “salvajes” que habitaban la
región14.

13 Cárdenas, 1991, p. 222.


14 Armentia, 1883.

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Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

Otro frente pionero fue el de antiguos cascarilleros paceños a quienes se les


empezó a llamar enchalecaos por la vestimenta que usaban y que llegaron a tener
importantes bosques gomeros rivalizando con sus pares cruceños. Hacia el año 1883
éstos llegaron al puerto de Rurrenabaque y a partir de entonces no cesaron en su
intento de expandir sus negocios en el noroeste boliviano a través de la petición de
estradas gomeras tanto en Caupolicán como en los ríos Manuripi, Madre de Dios
y Acre (norte de la provincia cuyas fronteras no estaban definidas). Entre ellos se
encuentran Timoteo Mariaca, Víctor Mercier, Claudio, Ventura, Ángel y Benito
Farfán.
Víctor Mercier era hijo de un francés que se instaló en Caupolicán en el periodo
de la quina y fundó establecimientos industriales y agrícolas en las márgenes del río
Sayra. Los Farfán provenían de Yungas y tenían una casa comercial dedicada también
a la exportación de quina que entró en sociedad con la compañía la Deves-Febres de
Francia. Otros nombres fueron Belisario Medina, Ruperto Medina, Ezequiel Postigo
y los hermanos Oliver, todos oriundos de Caupolicán.
Las exploraciones que el médico estadounidense Edwin Heath realizó en 1880
para confirmar que el Río Beni era navegable y que se unía con el Madre de Dios
para formar el Madera fueron aprovechadas por los pioneros paceños y cruceños que
empezaron a explorar mucho más allá de lo hasta entonces conocido. Aunque los
paceños ya habían establecido barracas en el curso medio del río Beni con anterioridad
a 1880, gracias a los descubrimientos de Heath, en 1887 los ya mencionados, Víctor
Mercier y Timoteo Mariaca cruzaron la zona comprendida entre el río Madre de Dios
y el Acre, ambos espacios interfluviales conectados con el Brasil, y se asentaron en
el aún desconocido Orthon. Fueron acompañados por un personal de picadores de
goma oriundos de los poblados de Cavinas, Tumupasa e Ixiamas. Por entonces, al río
Madre de Dios lo empezaron a llamar el río de los enchalecados por ser los primeros
que ocuparon la otra orilla hasta llegar al Acre donde se disputaron palmo a palmo
tierras con los braceros de origen brasilero y peruano.
Uno de los conflictos frecuentes en esta región de frontera fue la pugna entre los
pioneros por el control de la mayor cantidad de estradas gomeras lo que implicó una
competencia por quién llegaba primero para dominar el territorio. En un libro que
recupera sus artículos el sorateño Julio Machicado escribe en el año 1894: “en las
márgenes del Beni y el Madre de Dios están agotados los gomales, pues actualmente
se disputan la posesión de las pocas estradas existentes entre los habitantes de una y
otra región a tal extremo que la cuestión de deslindes promete ser lo más delicado”15.

15 Machicado, 1909, p. XVII.

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Pilar Mendieta Parada

En el mismo libro, Machicado añade una relación escrita por el ex cascarillero y


pionero de la goma Timoteo Mariaca sobre la participación que éste tuvo en la
exploración del territorio del noroeste a principios de 1883.
En la narración de Mariaca podemos verificar cómo las tensiones y rivalidades
por el dominio de los árboles de la goma ya estaban presentes desde el inicio de la
actividad pionera y cómo éstas derivaron en algunas situaciones violentas con otros
empresarios especialmente cruceños. Mariaca cuenta que, en su intento por explorar
el cauce del río Madre de Dios en busca de gomales, fue desanimado a propósito por
los industriales gomeros provenientes de Santa Cruz entre ellos Antenor Vásquez,
Antonio Vaca Diez y Augusto Roca que era la triada que detentaba el poder en la zona
del bajo Beni. Al respecto dice que: “trataron de infundirme terror por la presencia de
los bárbaros conceptuando mi referido plan de audaz y temerario”16. Mariaca cuenta
que les propuso a los cruceños organizar una asociación para la exploración del Acre
y ninguno quiso aceptar sus planes.
A pesar de las advertencias Mariaca penetró en estos territorios llegando por
primera vez hasta el Acre, el Orthon y el Tahuamanu conectándose con las tribus
que allí habitaban quienes concurrían -según su narración- voluntariamente en la
creación de sus barracas a las que denominó Maravillas y Victoria para lo cual se
asoció con Victor Mercier. Sus exploraciones fueron apoyadas por el afamado Otto
Richter, antiguo comerciante de quina, quien era dueño de una casa comercial en
Sorata y se hallaba incursionando en el negocio de la goma. Y aunque en un principio
personajes como Faustino Belmonte, Manuel Cárdenas, Víctor Farfán y Marcelino
Farfán consideraron que las incursiones de Mariaca eran peligrosas, al ver el éxito de
éste determinaron seguirlo continuando con la peligrosa saga paceña.
Ante la negativa de los empresarios cruceños para asociarse con los paceños,
en 1885, los enchalecados consiguieron el apoyo de uno de los más grandes pioneros
cruceños, el empresario Nicolás Gonzalo Salvatierra quien -como veremos- utilizó
esta alianza estratégica con los paceños para conseguir su propósito de neutralizar a
su archi enemigo Antonio Vaca Diez y hacerse dueño de siringales en la región del
Orthon. Es así que el 10 de diciembre de 1885 los paceños Timoteo Mariaca, Victor
Mercier y Claudio Farfán por una parte, y el veterano gomero Nicanor Gonzalo
Salvatierra por otro, forman una sociedad que tuvo como sede la barraca Maravillas
en el río Madre de Dios desde donde pretendían explorar el río Acre en busca de
goma. La Sociedad duró tres años y fue disuelta por causa de una fuerte inundación
que ocurrió en el año 1887. Nicolás Gonzalo Salvatierra era dueño de casi todos los

16 Mariaca, 1909, p. 245.

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Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

establecimientos ubicados en el bajo Madre de Dios y con la ayuda de los paceños


pretendía el control de las regiones aún inexploradas que estaban siendo disputadas
por los cruceños.
Ese mismo año, Vaca Diez le solicita a Mariaca acompañar a un coronel
brasilero apellidado Lavre en una expedición hacia el Acre. Aclara que en principio
su socio Víctor Mercier no quiso acudir al llamado de Vaca Diez ya que -según dice-
tenía sus razones para ello y que después de mucho pensarlo finalmente Mercier
realizó la expedición. Algo más tarde la relación se deteriora del todo ya que Mariaca
empezó a tener graves conflictos con Antonio Vaca Diez de quien dice que en su
afán de acaparar gomales en la región descubierta: “me ha reducido en un estrecho
terreno por los últimos despojos de mis gomales, mientras que yo viajaba a la ciudad
de La Paz”17. Añade en un tono amargo que, con métodos poco ortodoxos, Vaca
Diez le fue paulatinamente despojando de sus gomales en la región y que: “mis
esfuerzos patrióticos, ni mi abnegación personal, ni los sacrificios y sufrimientos que
he empleado en la formación de un establecimiento con casas, chacarismo, enseres
y la presencia de familias de la barbarie, no le han bastado a don Antonio Vaca Diez
para respetar mi propiedad”18.
En el mismo libro, existe una carta que en julio de 1893 el norteamericano Juan
Roberson escribe a Julio Machicado contándole cómo Vaca Diez, aprovechándose de
la ausencia de Timoteo Mariaca, se había apoderado de gran parte de los ricos gomales
de Victoria a título de usurpador esperando además que la Delegación del gobierno
repare los ultrajes y daños que también: “yo (Roberson) y el señor Salvatierra hemos
sufrido en las selvas del Orthon, donde reina la ferocidad salvaje de un hombre (Vaca
Diez) que no tiene semejanza en el mundo criminal”19. Roberson fue hasta La Paz
a reclamar sobre los graves sucesos ocurridos muriendo ese mismo año. Durante el
conflicto, Vaca Diez denuncia a Roberson como el causante de todos los pleitos en
el Orthon haciéndolo apresar e involucrando a la propia embajada americana. Alegó
entre otras cosas que este personaje invadió sus propiedades dándoles rifles y alcohol
a los invasores provocando una masacre.
Para contrarrestar la arremetida de los poderosos gomeros cruceños y sobrevivir,
varios enchalecados deciden en 1893 unificar sus empresas gomeras con el apoyo
de empresarios norteamericanos. Machicado cuenta que este proyecto se proponía
como objetivo ocupar terrenos del Estado en las márgenes del Beni, Madre de Dios,

17 Mariaca, 1909, p. 245.


18 Mariaca, 1909, p. 245.
19 Machicado, 1909, p. VII.

68 ♦ H. Y C. XL
Pilar Mendieta Parada

Orthon, Abuna, Ituxi, el Acre y el Purus y que así se lo hicieron saber al Doctor
Antonio Quijarro quien se mostró interesado en el negocio. La idea era la unificación
de las empresas gomeras de los empresarios paceños por lo que se publicó la
escritura preliminar en las columnas del periódico El Comercio. Sin embargo, el
proyecto falló puesto que se crearon todo tipo de obstáculos para desbaratarlos en
beneficio de los cruceños. Machicado dice que el proyecto fracasó “por las insidias
y el espíritu destructor de ciertos parásitos que en Bolivia hacen lo que el perro
del hortelano”20. Para fortalecerse otros enchalecados, por ejemplo los Farfán, se
unieron a compañías francesas como la Febres-Deves consolidando su influencia
en la región del Madidi donde los empresarios cruceños no habían podido llegar ya
que este río se encontraba en el departamento de La Paz y estaba controlado por los
empresarios de Caupolicán.
En realidad, detrás de la pugna por los árboles de goma existía también la
necesidad de ambos frentes pioneros de controlar el territorio para sus respectivos
departamentos debido a que las fronteras entre el noroeste y los departamentos de
Beni y La Paz no se hallaban delimitadas.
La personalidad propia que fue adquiriendo el territorio del noroeste boliviano
provocó en 1884 la idea de Antonio Vaca Diez y de Juan Francisco Velarde, quienes
se encontraban como senadores por el Beni, de promover un proyecto de ley que
pretendía la creación de una nueva provincia a la que llamarían Beni en el territorio
del norte paceño pasando el departamento del Beni a llamarse Mamoré. La propuesta
fijaba los límites del departamento paceño en el margen superior del Madidi con
lo que la provincia de Caupolicán perdería un extenso territorio. Para sostener su
propuesta Vaca Diez intentó llamar la atención de las autoridades sobre el abandono
estatal de las regiones del noroeste. El proyecto provocó sendos debates camarales
y fue rechazado por los habitantes de la provincia Caupolicán, por los empresarios
paceños, y por las autoridades paceñas, quienes tenían intereses en la región y no
deseaban que los gomales y el control de ese territorio pasen a la órbita beniana21.
Entre los argumentos los habitantes de Apolo señalaron que los gomales estaban
siendo explotados por los señores Farfán y que de las 18 barracas que existían 12
pertenecían a empresarios paceños afirmando que la región del río Madre de Dios
pertenecía a departamento de La Paz. Por lo que el proyecto no prosperó. En realidad
esta fue la segunda vez que el territorio del norte de La Paz fue disputado por el Beni.
Con anterioridad en 1843 el gobierno de José Ballivián vio por conveniente que

20 Machicado, 1909, p. 27.


21 Avendaño, 2006.

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Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

Caupolicán pasara al control de recién creado departamento del Beni. Sin embargo,
problemas como la lejanía de este territorio de la capital Trinidad, la oposición de las
autoridades paceñas y las dificultades en su administración provocaron que la región
volviera a pertenecer a La Paz. Por lo que detrás de la pugna por las estradas gomeras
se encontraba también un deseo de paceños y benianos de extender su influencia
política y económica en el noroeste. En el año 1897 hubo una tercera propuesta que
era la de Pedro Kramer que creía que se debía crear un nuevo departamento en aquel
territorio. Fruto de los debates en pro y en contra en 1900 el territorio pasó a llamarse
Territorio Nacional de Colonias,
A pesar de las rivalidades Vaca Diez se expresaba con respeto de los enchalecados
paceños y reconoce el hecho de que fueron los primeros en llegar más allá del río
Madre de Dios. De ellos dice: “que al no encontrar éstos lugar para fijar sus trabajos
en toda la extensión del río Beni tomaron la resolución de poblar el Madre de Dios
donde no había sino algunas señales que alcanzaban hasta el río Genechiquia. El valor
con que estos nuevos campeones del trabajo afrontaron las penalidades debidas a la
distancia donde fueron a colocarse merece honorífica mención”22. Sin embargo, con
el tiempo esta región pasó a la órbita cruceña y los paceños solo lograron afianzar su
dominio hasta el río Madidi, territorio que al final también fue absorbido por Nicolás
Suárez quien se haría dueño de la situación a la muerte de Vaca Diez y de Salvatierra.
4. La rivalidad entre Antonio Vaca Diez y Nicanor Gonzalo Salvatierra
Para el inicio del auge gomero Antonio Vaca Diez, trinitario de nacimiento,
ya era un hombre público de cierto renombre que antes de ser un gomero exitoso
había incursionado en la política y en su profesión, la medicina. Tuvo una destacada
participación en la revolución que derrotó a Mariano Megarejo en 1871, fue acérrimo
contendor del federalista Andrés Ibáñez, médico de cabecera de Adolfo Ballivián y
senador demócrata por el Beni en 1884. Por lo que Vaca Diez no era un beniano
cualquiera. Era un hombre formado y culto que había tenido experiencias fuera de su
tierra conociendo muy bien las ciudades Santa Cruz de donde era oriundo su padre,
de Sucre, donde estudió, y de La Paz donde vivió algún tiempo.
En la década de los setenta José Manuel Vaca Guzmán llamó a su hijo Antonio
para que incursionara en el ramo de la goma elástica que por entonces empezaba a
ser explotada. El padre de Vaca Diez era un antiguo cascarillero que por motivos de
trabajo se fue a vivir al pueblo de Reyes, antigua misión colonial y reducto de los
cascarilleros, pero que ya no tenía la suficiente fuerza para aventurase más allá de lo

22 Roca, 2001 (en Avendaño, 2006, p. 151).

70 ♦ H. Y C. XL
Pilar Mendieta Parada

conocido. Es así que Antonio Vaca Diez llega a Reyes en septiembre de 1876 y una
vez allá, aconsejado por su padre, compra el siringal Naruru con capital obtenido de
Francisco Suárez, hermano del futuro rey del caucho Nicolás, siendo la que se cree es
la primera compraventa de gomales efectuada en la región del noroeste boliviano23.
Se sabe que para capitalizarse Vaca Diez también buscó minas de oro en el cerro San
Simón de la provincia Iténez sin mayor éxito. Sin embargo, consiguió ayuda de la
casa Richter de Sorata.
Poco a poco Vaca Diez se fue haciendo un hombre tan poderoso que le
empezaron a llamar el rey del Beni por su fuerte personalidad y su arrogancia ya
que, a pesar de sus grandes méritos como médico, político y pionero, como vimos,
no tenía muchos escrúpulos a la hora de acaparar gomales y disputar palmo a palmo
las tierras del caucho con los enchalecados provenientes de La Paz y con algunos de
sus coterráneos como Salvatierra.
Precisamente un sonado caso que en esos tiempos tomó la forma de escándalo
fue la tensión existente entre Nicanor Gonzalo Salvatierra y Antonio Vaca Diez cuya
rivalidad dividió a la opinión pública beniana e involucró al Prefecto conservador
del Beni Gonzáles Portal e incluso al gobierno nacional24. Al parecer, esta rivalidad
se inicia en los años en que ambos se hallaban explorando en el Orthon con las
consecuentes interferencias en sus intereses. Por ejemplo, cuando Nicanor Gonzalo
Salvatierra apoyó al paceño Baldomero Claure con recursos pecuniarios para asentar
sus dominios en aquel inexplorado río. Lamentablemente, Claure muere y Vaca
Diez reclama las barracas como suyas iniciándose un gran pleito que implicó a la
viuda de Claure y a temas de herencia en las que el norteamericano Roberson estuvo
involucrado. Según cuenta Hernando Sanabria “de la inculpación vino el entredicho,
y el entredicho dio en motivar más de una colisión entre las partidas de peones de
uno y de otro que a menudo solían encontrarse”25.
Fue por estos motivos que, de manera estratégica, Salvatierra se alía con los
enchalecados paceños Timoteo Mariaca, Victor Mercier y Manuel Cárdenas para la
exploración del río Acre en busca de gomales. Al parecer Salvatierra tampoco tenía
buenas relaciones con los demás pioneros cruceños ya que estos eran amigos de Vaca
Diez y es por ello que tuvo que aliarse a los paceños.

23 Limpias Saucedo, 2005, p. 180.


24 Guiteras, 2012, p. 145.
25 Sanabria, 1958, p. 67.

H. Y C. XL ♦ 71
Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

Nicolás Gonzalo Salvatierra fue un industrial gomero proveniente de una familia


modesta que empezó siendo bracero logrando más tarde obtener con sus ahorros una
pertenencia gomera y levantar una barraca en el río Abuná. En 1867, debido al tratado
efectuado por Melgarejo con el Brasil, se lo expulsa de la zona junto a los empresarios
bolivianos. Salvatierra se instala en la ribera del Geneshuaya que es un afluente del río
Beni donde funda una barraca junto a sus hermanos Telésforo y Antonio. Más tarde
se traslada al Madre de Dios donde obtuvo otras concesiones A partir de ese momento
convirtió la barraca San Pablo en el centro de sus operaciones entrando en competencia
con Vaca Diez por el dominio de los ríos y por el poder simbólico de la región.
Al contrario de Vaca Diez, Salvatierra era un hombre rústico, mujeriego y de
gran fortaleza física. Se dice que vivían con él mujeres indígenas con las que ejercía
el derecho de pernada constituyéndose en amo y señor de sus vidas y de sus cuerpos.
Ciro Bayo cuenta que Salvatierra no tocaba a las hijas de los trabajadores blancos o
mestizos ya que se concentraba únicamente en las niñas araona26.
En 1893 Salvatierra, desde la prisión, acusa a Vaca Diez de las violencias con
que “se hallaba oprimido” por éste apoyado por el Comandante Militar del Madre
de Dios que no era otro que el gomero y amigo de Vaca Diez Augusto Roca con el
que también tuvo graves conflictos. Afirma estar injustamente en prisión y denuncia
la validez de cualquier contrato en el que él apareciere transfiriendo sus posesiones
gomeras. Acusa también a Vaca Diez de rodearse de una guardia pretoriana compuesta
por tembetas de la provincia Cordillera. Por su parte, Vaca Diez lo acusó de haber
ordenado el ataque a sus posesiones con la intención de apropiarse de sus bienes,
peones y estradas gomeras en el Orthon, y por el otro lado, de haber liderado un
motín armado en el transcurso de la que se habrían atacado sus barracas27. También
lo acusa de defender ideales federalistas y de gritar !federación! junto con sus peones
en cada establecimiento que tomaban por la fuerza por lo que el pleito tuvo también
connotaciones políticas. Por su parte, los allegados de Salvatierra alegaban que
Vaca Diez quería retener a Salvatierra en la cárcel con el objetivo de controlar las
tripulaciones y los peones de éste28.
Está claro que Salvatierra no era un santo. En marzo de 1890, dos tripulaciones
que le pertenecían llegaron a una barraca de los hermanos Roca y Cía con el acuerdo
de no desembarcar y reiniciar su travesía al día siguiente. Sin embargo, al amanecer
se inició una feroz lucha armada entre los peones de Roca y los brasileros, en su

26 Citado en Rodríguez, 2014, p. 481.


27 Guiteras, 2012, p. 145.
28 Guiteras, 2012, p. 145.

72 ♦ H. Y C. XL
Pilar Mendieta Parada

mayoría negros, que trabajaban para Salvatierra y que al parecer tenían una marcada
antipatía por los peones de origen cruceños. Ante esto Jesús y Augusto Roca, que
aún no tenía el titulo de Comandante Militar, capturaron, juzgaron y castigaron a los
asaltantes de su propiedad algunos de los cuales murieron por las penas inflingidas29.
Según Salvatierra, Roca sentía animadversión contra su persona puesto que el hijo
del prefecto Quintín Gonzáles Portal había hecho una sociedad con él cancelando
un negocio con Roca. También lo acusó de estar en combinación con su hermano
Crisanto por la posesión fraudulenta de cincuenta indios chiquitanos. Seguramente,
este es uno de los motivos para que Roca -ya como comandante- se aliara a Vaca
Diez en contra de Salvatierra.
Vaca Diez y Salvatierra no solamente luchaban por el control del territorio sino,
cual leones, por ser los reyes de la selva. El poder simbólico generado por éstos fue
importante para sentar sus reales en la amazonia boliviana. Su rivalidad llegó al
extremo de competir por la supremacía en la región a través de iniciativas como, por
ejemplo, el sanatorio que Vaca Diez organizó en el Orthon en el que como médico
a veces atendía personalmente. Esto le generó simpatías de parte de la población
nativa que le llamaba taita doctor.
Vaca Diez también organizó una imprenta y publicó la Gaceta del Norte que
empezó a publicarse en septiembre de 1887. A partir de publicaciones periódicas
era defendido por los articulistas que se referían a él positivamente resaltando sus
cualidades denostando a sus enemigos, en especial a Salvatierra. Como Salvatierra
no quería quedarse atrás instaló en la barraca San Pablo una escuela que -según
dicen- no tenia otra igual el propio Estado. Compró también una imprenta con la que
propició la edición de la llamada Revista Colonial30. Ambos utilizaron a la prensa
escrita para ganar adeptos al mismo tiempo que alardeaban de que tenían el dinero
suficiente para pleitear.31 A decir de García Jordán (2001), a los empresarios de la
goma de cierta forma les convenía la ausencia estatal que les permitía ser libres en
sus actividades económicas y en la resolución de sus conflictos.
Los conflictos entre los dos empresarios de la goma, la falta de justicia, y la
escasa presencia del estado, llegaron a provocar estados de sitio en el Beni y apuró
la llegada de la Delegación del Noroeste en 1893 que, entre otras cosas, tuvo la
labor de intermediación entre las partes ya que Vaca Diez fue apresado tres veces
por Salvatierra y por orden del hijo del prefecto Gonzáles Portal. Al respecto en

29 Guiteras, 2012, p. 146.


30 Sanabria, 1958, p. 185.
31 PBBNC 35

H. Y C. XL ♦ 73
Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

1893 el periódico El Comercio comenta que “la libertad individual está a merced
de un oscuro y ridículo oficialillo (el hijo de Gonzáles Portal) que se prevale de la
autoridad despótica de su padre para cometer toda clase de crímenes y entregarse a
escandalosas especulaciones” a raíz de lo cual el Dr Vaca Diez ha sido apresado sin
que el juez instructor le encontrara pruebas32.
La intervención del gobierno tuvo resultados positivos. Una noticia de febrero
de 1895 da cuenta de que en la notaría de Amelio Paz en Riberalta se puso término
a las diferencias entre Salvatierra y Vaca Diez llegando a un acuerdo en el que Vaca
Diez le devolvería unos indios que tenía en su poder pagando Salvatierra la cuenta de
unos mozos que tenía contratados en Santa Cruz por el señor Roberson, los mismos
que quedaron al servicio de Vaca Diez. También se establece que Salvatierra se
quedaría con los gomales del Tahuamanu en la margen derecha desde Puerto Rico
hasta las posesiones de Mariaca. Se decide que los gomales de la izquierda quedaran
en manos de Vaca Diez dando fin a la disputa que los enemistó tantos años33.
En 1897 Vaca Diez funda The Orthon Rubber Company en Londres. Ese mismo
año, después de conseguir en Europa mano de obra para a la amazonia boliviana
con el fin de colonizar la región, pasa por el Perú donde se entrevista con el barón
del caucho peruano Fermin Fitzgerrald con la finalidad de delimitar las posiciones
caucheras de uno y de otro empresario. Sin embargo, ambos murieron cuando se
hallaban parlamentando en el río Urubamba en el que se hunde su embarcación.
Nicanor Gonzalo Salvatierra muere ya avanzado de edad, en 1905, cuando se
encontraba en Sao Paulo.
Pero como los más fuertes siempre se comen a los más débiles, a fines del siglo
XIX fue Nicolás Suárez, quien por diferentes circunstancias, entre ellas la muerte
de Vaca Diez y de Salvatierra, terminó siendo el dueño y señor de los gomales. De
esta manera, llegó a controlar más del 60% de las exportaciones de la goma elástica
absorbiendo la empresa de Vaca Diez y llegando hasta los gomales del río Madidi
donde los paceños tenían mayor importancia. De igual manera, pudo controlar el
comercio internacional del caucho boliviano a través de sus agencias comerciales
establecidas en Pará y Manaos (Brasil) y sus oficiales en Londres y Nueva York,
cerrando el circuito de importación-exportación34. A partir de entonces Suárez se
consagrará como el rey de la goma.

32 El Comercio, Cochabamba, 1893, p. 11.


33 PB-BNC 35.
34 Gamarra, 1995, p. 267.

74 ♦ H. Y C. XL
Pilar Mendieta Parada

Conclusiones
A través de este trabajo hemos tratado de visualizar las situaciones de conflicto
y de violencia a la que llegaron los pioneros de la goma elástica en su afán de
conquistar los territorios donde se producía esta riqueza. Nos hemos concentrado
en dos casos que se refieren, el primero, a la pugna por el territorio entre sectores
de pioneros venidos del departamento de La Paz y de Santa Cruz y, el segundo, al
pleito entablado entre dos barones de la goma por conseguir el poder económico y
simbólico de la selva.
En el primer caso, tanto enchalecados como cruceños pugnaron por la conquista
de territorios hasta entonces poco conocidos aventurándose en la selva no solo por
el control de los árboles de goma, que les serviría para consolidar sus empresas y
acrecentar sus ganancias, sino también con el propósito de incorporar estas remotas
regiones a sus áreas de influencia. Esta realidad, posibilitada por la indefinición de
las fronteras en el noroeste boliviano, y por la confusión generada por las leyes
de tierras, provocó situaciones de negociación, alianzas estratégicas, como las de
Salvatierra y los enchalecados, y también de violencia a través de tomas de las
barracas por uno u otro bando. Finalmente en el tire y afloje fueron los cruceños
quienes consiguieron el control de la región a través de la figura de Nicolás Suárez
a fines del siglo XIX.
En el caso de la rivalidad entre Nicolás Gonzalo Salvatierra y Antonio Vaca
Diez, se trata de dos personajes de fuerte personalidad que entablaron una lucha por
consolidar su poder en el Orthon con las consecuentes tomas de barracas, conflictos
por la mano de obra, apresamientos de uno y de otro, alianzas con el poder local
beniano, en una enemistad que llegó incluso a la competencia por el poder simbólico
de la región. Esta enemistad se convirtió además en un hecho público que concitó la
atención de la ciudadanía beniana que tomó partido por uno u otro bando a través de
la utilización de la prensa como una forma de defensa de los argumentos que ambos
sostenían.
La ausencia del Estado en estas regiones provocó el surgimiento de toda suerte
de pugnas por el poder y el territorio que tuvo su máxima expresión en la lucha
entre estos dos personajes. Si bien es cierto que, como sostiene Roca, al final se
llegó a un acuerdo en los juzgados, lo cual era una práctica común en estos alejados
lugares, esto estuvo precedido por conflictos y tensiones que derivaron en hechos
violentos que finalmente provocaron la intervención de la Delegación enviada por el
Estado. Esto no quita el mérito a estos personajes quienes, sin duda, fueron los que
finalmente incorporaron estos territorios a Bolivia con mucha valentía.

H. Y C. XL ♦ 75
Conflictos, tensiones y violencia entre los pioneros de la goma elástica (1870-1900)

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Pilar Mendieta Parada

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ARCHIVO DE LA PAZ: ALP/Prefectura Fondo de la Prefectura de La Paz
PERIÓDICO LOS DEBATES, 1899
PERIÓDICO EL COMERCIO, 1893
ABNB periódicos y folletos

H. Y C. XL ♦ 77
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili1


Universidad Nuestra Señora de La Paz

A Michela Pentimalli y Cecilia Mariaca,


exploradoras de los lenguajes gráficos bolivianos

1. De los primeros pasos (en simbiosis con la pintura) a la independencia como arte
Tal vez no sea ocioso recordar que el lenguaje fotográfico heredó las maneras
de mirar, en parte, de la pintura. Ambas disciplinas formaron una suerte de simbiosis
que «caminó» en la historia concreta de nuestro país. En Bolivia, según Pedro
Querejazu, «hacia 1850 se ofrecían cámaras de daguerrotipo, cámaras para fotografiar
miniaturas, estuches de pinturas importados y pantógrafos para reproducciones»2.
El citado autor muestra diversas técnicas y temáticas que ocuparon el ojo del
artista en nuestras tierras desde fines del siglo XVIII hasta fines del XIX. Atiende
asimismo al diálogo que se entabló entre la pintura, las distintas formas de grabado
y, posteriormente, las diversas técnicas fotográficas. Dicho diálogo ocasionó, entre
otras cosas (a fines del siglo XIX), una sorprendente inversión de papeles, ya que
muchos artistas plásticos «recurrieron a fotografías realizadas por ellos o por otros,
para, con calma, en el estudio o taller, realizar grandes pinturas, que competían con

1 El presente artículo, en su primera versión fue publicado en 2015 como introducción del libro Ayer
los Andes (ocupa las páginas 7 a 19), que reúne fotografías de Alain Mesili. Hoy lo ofrecemos con
algunas actualizaciones: de un lado, algunas obras que allí se citaron inéditas ahora lo son de libros
publicados, con las precisiones que ello permite de números de página de las citas, etc. De otro, se
han agregado datos y obras que fueron publicados con posterioridad.
2 P. Querejazu, 1990a, p. 79.

H. Y C. XL ♦ 79
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

la fotografía en rigor de detalle, aportando desde luego la policromía»3. A la vez,


muchos fotógrafos de principios del siglo XX concebían la pintura como parte de su
oficio. En Santa Cruz de la Sierra, alrededor de 1920 (y en adelante), Casiano Vaca
Pereira «practicó sistemáticamente la pintura, tanto en la iluminación de fotografías
con pinturas, como la pintura al óleo sobre lienzo»4. Al igual que otros muchos
otros de su época, pudo aprender «la pintura como parte del aprendizaje del oficio
fotográfico junto a algún otro fotógrafo acreditado»5.
Lo propio se hizo también con imágenes de pequeño formato para foto-tarjetas
de visita. Por ejemplo Ricardo Villaalba, acaso el más prestigioso fotógrafo boliviano
del siglo XIX (en 1889 se trasladó a Francia, donde fue acogido con éxito) hacía «el
coloreado a mano de la fotografía, recurso que atraía a la clientela acomodada y
contribuía al éxito del negocio». Se conserva alguna imagen-retrato «íntegramente
coloreada (inclusive la tez, los labios y las mejillas de la retratada): el efecto logrado
es el de una imagen “a todo color”»6.
La simbiosis entre ambas disciplinas dio, entre otros, un producto «híbrido», el
pictorialismo, que también tuvo su cultivo en Bolivia. Esta enfermedad consistió en
la imitación artificiosa, en fotografía, de formas ya consagradas propias de la pintura,
sobre todo de modelos románticos cultivados en la era victoriana7.
Una forma de comunicación entre fotografía y otras artes gráficas con resultados
muy diferentes al mencionado es la que puede verse en la obra de George Squier, en su
obra Peru: Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas8 que incluye
44 imágenes bolivianas (en un total de 257) centradas en de Tiahuanaco, Titicaca
y otros sitios de la zona lacustre. Observa Querejazu, que «dadas las tecnologías
de la época, fueron traspasadas a grabados xilográficos que sirvieron para para la
impresión en el libro»9.
Muy afortunado es el tipo de diálogo entablado en nuestro país, entre otros, por
Johannes Lein, que fue profesor de artes plásticas en los colegios alemanes de La
Paz y Oruro en varios periodos desde 1939 hasta 1967. Según Matthias Strecker y

3 P. Querejazu, 1990a, p. 80.


4 P. Querejazu, 2015, p. 140.
5 P. Querejazu, 2015, p. 140.
6 Miriam Vargas Soliz, 2016, p. 23.
7 Ver Fernando Suárez Saavedra, Historia de la fotografía en Bolivia, vol. II, pp. 62-63.
8 Londres, Macmillan and Co., 1877.
9 P. Querejazu, 2016, p. 60. Es este un artículo imprescindible en relación con libros ilustrados con
fotografías a fines del siglo XIX y hasta el primer tercio del XX.

80 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

Grel Araníbar-Strecker, la fotografía de Lein «se caracteriza por un impecable uso


de la composición y un excelente manejo de la luz. Casi toda su producción se centra
en el uso del primer plano, donde el motivo fotografiado adquiere toda su potencia
comunicativa sin elementos secundarios que lo distraigan»10.
Para considerar el arte de la fotografía de manera independiente, con sus propias
exploraciones y pautas, el papel decisivo correspondió a Roberto Gerstmann. Fue
el primer fotógrafo que instaló en el país «la idea de que la fotografía es arte»11.
En el artículo citado se afirma que «Gerstmann era un observador minucioso y un
contemplador de la naturaleza y del ser humano. En uno de sus libros se refiere a la
actitud del fotógrafo, hizo muy interesantes acotaciones y disquisiciones sobre el ser
del fotógrafo, sobre el hombre que mira, construye y crea imágenes del mundo que
le rodea a partir de su experiencia personal y su estado de ánimo. Dice, por ejemplo:
“hay un factor que, más que otros quizás, influye sobre el ambiente del cuadro, y
es el estado de ánimo del autor, del hombre en sí mismo […] el autor busca en el
mundo exterior el reflejo de su propio interior, y lo halla sin duda alguna. Entonces
su alma resuena”. Lo dicho […] es en realidad una reflexión sobre sí mismo y sobre
su trabajo como fotógrafo y artista»12.
El primer crítico que reconoce la fotografía como arte es Rigoberto Villarroel
Claure. Afirma que «el arte fotográfico está lejos de ser la simple consecuencia de
una máquina. Siendo la luz el elemento primordial con que juega la cámara oscura,
depende toda impresión artística de la buena observación con que se aprovechan los
momentos espectrales: lo cual es cuestión de cultivo sensorial, sobre todo»13. El autor
pasa después a considerar las cualidades artísticas de Rodolfo Torrico Zamudio, el
fotógrafo objeto de sus reflexiones.
2. Las soñadas historias de la fotografía en Bolivia
Estamos todavía muy lejos de una reconstrucción del recorrido del arte
fotográfico en nuestro país. Bastará dar una muestra para hacerse cargo de cuán
recientes son los avances que se han dado, casi todos ellos en las últimas cuatro
décadas. Los primeros trabajos que se ocupan de documentar los comienzos de

10 Strecker, Araníbar-Strecker y Taboada, 2008, p 10.


11 P. Querejazu, 2015b, p. 84. Nos excusamos de comentar el magnífico libro que incluye este capítulo
de Querejazu, junto con otros de Pascale Absi, Magdalena Cajías, Jorge Pavez, Pablo Quisbert,
Carlos Serrano y Carlos Tenorio.
12 P. Querejazu, 2015b, p. 78.
13 Bolivia en el primer Centenario de su Independencia, dir. Ricardo Alarcón, New York, The
University Society, 1925, p. 2.

H. Y C. XL ♦ 81
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

esta disciplina en Bolivia ofrecen unos «probables pioneros». Daniel Buck, a quien
arribamos gracias al artículo de Gabriel Mariaca Iturri14 señala a Tomás Frías, quien
«tal vez» en la década de 1840 habría traído el primer daguerrotipo, y a Mariano
Pablo Rosquellas, que en 1849 habría realizado trabajos con otra de estas máquinas.
Pero no hay datos seguros todavía.
Entre los «pioneros verificables», los mismos trabajos mencionan al
ecuatoriano Manuel Ugalde, que aprendió la fotografía en 1855 en Bolivia, y que
ya al año siguiente ofrecía por «la prensa sus servicios en Sucre, Cochabamba y La
Paz»15. Mariaca también nos anoticia de que en 1856 «eran fotógrafos activos […]
Carlos Deluze en Sucre, Mario Berríos en Potosí, Pío Lozada y Baltasar Hervé en
Cochabamba»16.
Las novedades nos llegan en este caso gracias a la tesis de Santusa Marca
Morales, quien a partir de un amplio y minucioso barrido en periódicos del siglo
XIX indica los primeros daguerrotipistas que pasaron por Bolivia. Donde primero
realizaron trabajos fue en La Paz: en 1846 la ciudad es visitada por uno cuyo nombre
se desconoce. Al año siguiente vino un tal Newman. En 1848, los norteamericanos
Charles V. y Jacob C. Ward [esto ya lo indica Vicente Gesualdo en 1990, según
Buck]. En 1849, Robert Vance, de la misma nacionalidad, y también Estanislao
Louric (nacionalidad desconocida). En los años 1851 a 1853 se encuentra el inglés
Baltasar Hervé (es novedoso registrar su actividad tan temprano). En 1854, Guillermo
Gove, estadounidense. A partir de entonces aparecen datos de daguerrotipistas en
otras ciudades del país. Se sitúa a Hervé en Sucre en 1854 y en Cochabamba en
1854 y/o en 1856. En ese mismo año (no antes) la investigadora registra a Mariano
Pablo Rosquellas, en Sucre, y a Francisco Solano Ortega, este último en un lugar de
Bolivia no precisable de momento17.
Por supuesto, no ofrecemos aquí toda la problemática que exigiría un artículo
especializado en relación con la primera andadura de la fotografía en el país. Tal
cosa excedería los alcances del vistazo que nos hemos propuesto. Basta mostrar esta
«punta de iceberg» para que el lector se pueda hacer cargo de que la construcción
que en el futuro podrá llamarse «Historia de la fotografía en Bolivia» está todavía
en los cimientos.

14 G. Mariaca Iturri, «Los primeros esbozos para la memoria de una visión ausente», Cultural, núm.
18, enero-marzo 2002, pp. 11-12.
15 P. Querejazu, 1990a, p. 80.
16 G. Mariaca Iturri, 2002, p. 13.
17 S. Marca Morales, 2015, p. 5; agradecemos a la autora el acceso a su trabajo inédito.

82 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

Fuera de propuestas monográficas, hemos arribado a tres trabajos que buscan


asomarse a esta historia en su amplitud: a) en 1990 Pedro Querejazu ofrece, en
un breve artículo, un primer muestrario de temas que deberían atenderse para tal
construcción18; b) en 2009 Wálter Sánchez Canedo hace un nuevo brainstorming en
un capítulo titulado19; y c) y Fernando Suárez Saavedra publica en dos volúmenes
una obra muy desigual20, pero que también ofrece un amplio abanico de temas que
esperan una atención sistemática. La lectura de tales trabajos nos ha hecho pensar
que podíamos aportar algo así como la colocación de algunas piezas en el puzle. Es
lo que ofrecemos a continuación.
3. Nuestra exploración: los archivos fotográficos
El lector encontrará aquí el bosquejo de una «línea de puntos» cuyo desarrollo,
a nuestro entender, permitiría consolidar uno de los avances posibles y deseables. Se
trata de un «censo» de archivos fotográficos. Lo que ofrecemos aquí es una muestra
de aquellos cuyos datos hemos podido allegar (y que no incluye, salvo excepción,
archivos particulares).
A sumar se empieza con uno. Aun incurriendo en numerosas omisiones
(acaso alguna de ellas, incluso clamorosa), el objetivo estaría, a nuestro entender,
conseguido si se logra señalar una de las direcciones fundamentales para el avance
en esta área. Siempre habrá tiempo de completar el elenco. Vale la pena advertir, para
evitar extrañezas, que hemos decidido comenzar el muestrario desde las «periferias»,
desde aquellos archivos que no han sido todavía objeto de atención por parte de
instituciones consolidadas. Los barridos no convencionales a menudo producen
sorpresas. Solo después atenderemos a algunos «clásicos».
3.1. Archivo Josermo Murillo Vacareza
Fabrizio Cazorla Murillo es quien organiza una colección de fotografías y de
máquinas fotográficas de unas dimensiones notables. La suya es la única iniciativa
en Oruro en relación con el material fotográfico. Deseamos aquí manifestar nuestra
gratitud por su amabilidad para responder a nuestras preguntas. Por ahora su labor
se ha dirigido principalmente al acopio de materiales. Entre otros tipos de soporte,
conserva 200 placas de vidrio de Carlos Portillo y otras 100 de Juan de Dios Pereira
Andia, fotógrafo de Huanuni, de los años 1930 a 1950 aproximadamente. Cazorla

18 P. Querejazu, 1990b.
19 W. Sánchez Canedo, «Pequeña historia de la fotografía» (en su libro Miradas. Ensayo sobre
fotógrafos, fotografías y mentalidades en Bolivia, pp. 18-48).
20 F. Suárez, 2011 y 2013.

H. Y C. XL ♦ 83
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

Murillo escribió un artículo sobre Carlos Portillo en la revista Historias de Oruro,


núm. 1 (octubre de 2010). Ahora se encuentra ante la necesidad de organizar y
clasificar la colección. Pero el acopio de materiales sigue resultando apremiante,
dado que hay en la ciudad colecciones de gran interés y a menudo inaccesibles, ya
sea por los precios que se piden para su adquisición o por otros motivos. En Oruro
hubo estudios que documentaron durante muchos años el Carnaval de la ciudad,
entre otros «Gevaert», de los hermanos Suasnávar. Y están las fotografías de Raúl
Niño de Guzmán (abuelo), las imágenes tomadas por el fotógrafo aficionado Hugo
Canedo Arias († 1969), las de Raúl Viscarra, fotógrafo de gran fuste y cuya colección
todavía tiene paradero conocido, las de Nemesio García, de quien solamente quedan
ejemplares en casas de descendientes de sus contemporáneos21.
Digamos algo de las actividades de difusión de este archivo fotográfico. La
primera de la que tenemos noticia es la inserción, en una agenda cultural de la
Casa Municipal de Cultura22 de 19 láminas con fotografías, 17 de las cuales son
de Carlos Portillo, otra es de Ramiro Condarco Morales y una de Josermo Murillo
Vacareza. De 2009 es el álbum fotográfico realizado con la Alcaldía Municipal de
Oruro, que lleva por título Álbum fotográfico «Oruro ayer y hoy» con fotografías
de Josermo Murillo Vacareza, Carlos Portillo, Hugo Canedo Arias, Eduardo Rojas
Selis y Marcelo Chacón Aracena. Y en 2014, en la Casa de la Cultura «Simón I.
Patiño» de la Universidad Técnica de Oruro, se realizó una exposición de fotografías
antiguas y contemporáneas en homenaje a Carlos Portillo, que incluyó unas 30 de
este fotógrafo y de Niño de Guzmán23.
Para finalizar esta sección, una curiosidad. Entre las fotos de Oruro que ilustran
la sección «Bolivia pintoresca» del libro conmemorativo Bolivia en el primer
Centenario de su Independencia (1925), se reproducen 45 fotografías de la ciudad
de Oruro y de su Departamento (pp. 39-47). Según Fabrizio Cazorla la mayoría de
ellas son de Carlos Portillo, mientras que algunas de las restantes son reproducciones
de fotopostales24.

21 Información extraída de un amable mensaje electrónico de Danny Fabrizio Cazorla Murillo, 23-3-
2015.
22 Estuvo abierta al público de octubre de 2006 a marzo de 2007 (información brindada por S. Marca
Morales).
23 http://lapatriaenlinea.com
24 Amable comunicación personal, 26-3-2015.

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Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

3.2. Más de Oruro: Archivo del Museo-Casa Simón I. Patiño


Trabajo notable es la restauración de parte de esta colección, por la Fundación
Patiño y la UTO. De ello resultó Fotografías para la Historia. Simón I. Patiño:
estaño y vida cotidiana, 1900-193025, libro que reúne 167 fotografías, muchas de
ellas conservadas en placas de vidrio, además de un álbum del año 1910.
El libro arranca con dos artículos sobre el proceso de restauración. El primero,
de Ludmila Zeballos, hace la descripción del proyecto que incluyó el copiado y/o
revelado «en un papel similar al del original […] y se construyó un álbum similar
al prototipo»26. Sigue el artículo de Vassil Anastasov, quien expone el tratamiento
aplicado a las placas de vidrio y otros soportes. Algunas fotografías presentan sello
de autor, por lo que consta la presencia de «Pablo Doffingy, Nemesio García C.,
Hnos. Morón Castañeda, Víctor Crespo y J. Johannessen»27.
Estamos ante una obra que recoge principalmente fotografía industrial, mediante
la que se intentó ofrecer registros de todos los aspectos de la actividad, en este caso
minera. Esto justifica la inclusión de cuatro artículos que permiten acceder, junto
con las imágenes, a la actividad y a su contexto en diversas facetas. El primero de
ellos, de Silvia Arze, analiza el paso del periodo conservador al liberal, con su ideal
positivista de «modernidad y progreso». La autora presenta el contexto político
nacional e internacional de Bolivia y nos acerca a la minería de Oruro y a su
protagonista principal, Simón I. Patiño. A continuación hace una historia económica
y social que llega hasta la etapa del nacionalismo. A esta síntesis añade una «Línea
del tiempo 1860-1975», desplegable28. El siguiente ensayo, de F. Cazorla, se ocupa
principalmente de la «historia material» (necesariamente humana, social y cultural)
de la ciudad desde fines del siglo XIX hasta la década de 1920. Oruro tenía poco
más de 6.000 habitantes hacia 1880, número que casi se triplica para el año 1900.
Cazorla pasa a las obras de envergadura (ferrocarriles, etc.), y en aquel contexto hace
un seguimiento de los estudios fotográficos que se instalaron en Oruro29. El tercer
artículo, de Carlos Serrano, trata de la trayectoria de Simón I. Patiño, hombre clave
de la actividad económica, no solo de Oruro30. Y cierra la parte textual un trabajo de

25 La Paz, 2014.
26 L. Zeballos, 2014, p. 17b.
27 V. Anastasov, 2014, p. 27a.
28 S. Arze, 2014.
29 F. Cazorla, 2014. Aprovechamos para indicar que el trabajo más completo que conocemos sobre
estudios fotográficos de dicha ciudad es también muy reciente: de Santusa Marca Morales, 2010.
30 C. Serrano, 2014.

H. Y C. XL ♦ 85
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

Raúl Azurduy, quien estudia el origen de la clase obrera de las minas, las instituciones
laborales, los contratos, la «jornada de 8 horas» que se inicia en 1919, los salarios y sus
modalidades, el descanso y las fiestas y, finalmente, los beneficios sociales31. Estamos
entonces ante un producto en el que se ha procurado ajustar textos e imágenes para un
objetivo común. En su género la obra no podía ser mejor concebida.
Otros escenarios poco frecuentados
• Archivo de Juan Vaudry (tierras altas y bajas)
Juan Vaudry es un viajero y científico francés que recorrió el país entre 1910 y
1930. Hizo fotografías principalmente de tipos humanos, por etnias, desde el altiplano
hasta el Chaco. Puede accederse a ellas en red32: http://juanbvaudry.canalblog.com.
• Algunos archivos cruceños
En el Museo de Historia de Santa Cruz de la Sierra se encuentra el Archivo
Histórico Imágenes orientales. Se inició gracias al apoyo del Archivo y Bibliotecas
Nacionales de Bolivia. Reúne más de 3.000 imágenes sobre Santa Cruz, sus
alrededores y su gente. Este fondo se ha compuesto gracias a las donaciones de
imágenes (en ocasiones, fotografías antiguas) de personas y familias33.
El Archivo Ángel Ayoroa se encuentra en el domicilio particular de Isabelle
Combès, a quien agradezco la información34. Posee una colección de fotografías
realizadas por el teniente coronel Ángel Ayoroa. Consta de más de 250 negativos (y
unos 120 revelados) de la década de 1930, de expediciones exploratorias en el Chaco
y de la guerra. Su interés se centró principalmente en: a) indígenas chaqueños; b) el
fortín Ingavi; c) paisajes chaqueños; d) fortines de la guerra del Chaco.
• Diez archivos misionales del Oriente
En 1995 Pedro Querejazu edita el libro Las misiones jesuíticas de Chiquitos35.
La primera parte (hasta la página 227) reproduce las 467 fotografías que constituyen
este Archivo Fotográfico de Chiquitos (su nombre parece ahora inadecuado)
organizado por Plácido Molina Barbery, con fotos propias, junto con otras de Hans
Ertl y de Pío Waldthaler.

31 R. Azurduy, 2014.
32 Agradecemos los datos a Isabelle Combès.
33 Agradecemos esta información a Paula Peña y a Juan Murillo.
34 El interesado puede dirigirse a su email: kunhati@gmail.com
35 La Paz, Fundación BHN.

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Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

Pasados unos años Eckart Kühne llamó la atención sobre nueve archivos que
conservan fotografías antiguas de los pueblos misionales de Chiquitos. En total
constituyen una masa de grandes dimensiones de documentos visuales; seis de
ellos se encuentran en Bolivia (Concepción de Chiquitos, San Ignacio de Velasco,
Yaguarú y Urubichá de Guarayos, Tarata y la Recoleta de Sucre) y los otros tres están
en Tirol, Zürich y Baviera36. El autor del artículo ya entonces había logrado hacer un
escaneado de calidad con 1.600 fotografías del archivo de Concepción de Chiquitos.
• Colección fotográfica de los Archivos Franciscanos de Tarija
L. Calzavarini publicó en 7 tomos de gran formato Presencia franciscana y
formación intercultural en el sudeste de Bolivia según documentos del Archivo
Franciscano de Tarija, 1606 – 193637. Allí son abundantes las fotografías que
indican, después de la indicación al «pie» (a menudo no están al pie sino al lado),
«Foto A.F.T.». Para esta obra Manuel Gómez realizó un catálogo de la colección de
fotografías, que consta de más de 20.000 piezas38.
También hay otros materiales, como la memoria de la exposición ideada por
Lorenzo Calzavarini OFM (lamentablemente falleció antes de su inauguración), que
tuvo lugar en 2012. La exposición fue producida por la Fundación Simón I. Patiño,
y participaron el Centro Eclesial de Documentación del Convento Franciscano de
Tarija, la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia y el Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia. Se instaló en La Paz, Sucre, Tarija, Cochabamba y Santa
Cruz (de abril a noviembre). Llevó el título Al encuentro de los bolivianos. Los
viajes de Mons. Rodolfo Caroli, primer Internuncio en Bolivia (1917-1920)39. Como
internuncio, Caroli llevó a cabo una visita maratónica por Bolivia: en 42 meses
recorrió unos 20.000 kilómetros, unos 7.000 a caballo, 10.000 navegando por ríos
(a menudo peligrosos) y el resto a pie. Murió poco después de haber regresado
a La Paz al cabo de uno de sus viajes. Leemos: «con su cámara Kodak tomó
personalmente centenares de fotografías, alternándose, detrás de la cámara, con D.
Felice Camponovo, su secretario. Las fotografías sobresalen por la calidad de la
composición y del encuadre».

36 Ver Kuhne, 2004.


37 Tarija, Centro Eclesial de Documentación, 2004.
38 Amable comunicación personal.
39 Al encuentro de los bolivianos. Los viajes de Mons. Rodolfo Caroli, primer Internuncio en Bolivia
(1917-1920), p. 3.

H. Y C. XL ♦ 87
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

• Un archivo beniano de fotografía industrial


Ricardo Centeno y Patricia Fernández O. publican un libro que reúne fotografías
del suizo Carl Blattmann, llegado en 1906 «contratado por la casa Braillard de
Francia para prestar sus servicios profesionales en sus oficinas de Riberalta»40.
Los autores indican que se conservan más de 700 fotografías realizadas con «ojo
artístico y detallista». Encontramos «fotos de las oficinas, de las casas, de las calles,
de las plazas, de gente común, de “bárbaros”, de días de campo, de dura faena en
la selva, todo está registrado en sus archivos […] desde la recolección del látex en
pleno monte, la elaboración de las bolachas de goma, su pesaje y control, hasta su
transporte hacia los puertos brasileños41.
• Colección de fotografías del Museo de Etnografía y Folclore (MUSEF), La Paz
En su archivo central conserva una colección de fotografías que están a
disposición del público para su consulta. El inventario que lleva por título «Archivo
de Imágenes Fijas (AIF)», elaborado por Galo Illatarco Peñarrieta en 2005, describe
el contenido de las 129 cajas que guardan el material. El repositorio contiene más de
82.900 imágenes «en diversos soportes: placas de vidrio, acetato, triacetato (35 mm),
diapositivas y papel fotográfico»42.
En 2015 culminó un trabajo de investigación dirigido por Cleverth C. Cárdenas
Plaza, Yenny Espinoza Mendoza y Ladislao Salazar Cachi, con la contribución de Juan
Villanueva, Elvira Espejo, Milton Eyzaguirre, Goivanni Bello y Fernando Miranda,
que dio lugar a una obra notable: el libro Realidades solapadas; la transformación
de las polleras en 115 años de fotografía paceña, que fue presentado al tiempo que
las fotografías fueron ofrecidas en exposición. Aparte de las aproximaciones desde
la Historia, la Antropología y otras disciplinas, cada década desde el año 1900 hasta
el 2010 (más el lustro 2010-2015) viene estudiada y documentada con fotografías
(en total, 151, la mayoría inéditas) del Archivo. Las imágenes son puestas en relación
con las «dinámicas históricas de migración rural, movilidad social y apropiación de
materiales y sentidos»43 a lo largo de un arco temporal considerablemente largo, el
cual además viene complementado con la investigación acerca de la indumentaria
femenina prehispánica, colonial y del siglo XIX (que conocemos por ejemplo gracias
a dibujos de Melchor María Mercado).

40 R. Zenteno y P. Fernández O., 1998, p. 16.


41 R. Zenteno y P. Fernández O., 1998, p. 17.
42 Yenny Espinoza Mendoza y Ladislao René Salazar Cachi, 2016, p. 51.
43 Realidades solapadas […], p. 5.

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Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

Entre las joyas que reúne el mismo Archivo de Imágenes Fijas se encuentra
una amplia colección (más de 5.100) de fotografías de Damián Ayma Zepita (1921-
1999), fotógrafo indígena, originario de la región de San Agustín de Toledo (Oruro).
En mayo del presente año la institución realizó una exposición de gran calidad, y al
tiempo de abrirla presentó el libro Damián Ayma Zepita. El fotógrafo itinerante, obra
de excelente calidad tanto por los textos como por la sección denominada «Damián
Ayma Zepita. 50 años de fotografía», que reúne 155 fotografías de diversos periodos
de su amplísima trayectoria.
• Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Cochabamba
En la colección del Instituto de Investigaciones Antropológicas (INIAN)-
Museo Arqueológico de la UMSS (Cochabamba), en julio de 2013 se llevó a cabo
una exposición titulada Cartes de visite (tarjetas de visita). Retratos y fotografías
en el siglo XIX, con textos de Walter Sánchez C. y Juan Mamani44. La colección
conserva unas 150 piezas.
• Archivo Fotográfico de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea
Legislativa Plurinacional (BAHALP)
Este repositorio posee dos colecciones. La primera es el Fondo de Leopoldo
Yelincic, donado por la señora Nora García (esposa del fotógrafo). Yelincic trabajó
como fotógrafo para el Servicio de Información de los Estados Unidos en Bolivia
(USIS). La colección cuenta con 619 piezas, casi todas de las décadas de 1950 y 1960.
Como resultado de una campaña, este archivo digitalizó 34 colecciones familiares,
con más de 2.500 fotografías. Fuera de ello, este archivo reúne y sistematiza las
imágenes de actividades que se producen en su interior45.
• Archivo de la Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia (SIARB)
La SIARB comenzó sus actividades formales en el año 1987 por iniciativa de
Matthias Strecker. Como gran parte de las actividades de investigación de nuestro país, los
avances dependieron exclusivamente de voluntarios. Sin embargo, el resultado de casi tres
decenios de trabajos está a la vista en diversas publicaciones, entre las cuales se destaca el
Boletín anual, en parte accesible en la web de la SIARB46 (http://www.siarb-bolivia.org).

44 la Guía de exposición puede consultarse en http://www.museo.umss.edu.bo


45 Datos tomados de la Memoria de los Talleres CCELP organizados por la Fundación Flavio
Machicado Viscarra, de los que nos ocuparemos más abajo; en adelante se los denominará Memoria
FFMV.
46 Según nos indica M. Strecker esta web no ha podido ser actualizada en los últimos años.

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Un vistazo a la fotografía en Bolivia

La SIARB ha registrado, catalogado, descrito y estudiado más de mil sitios de


arte rupestre en todos los departamentos de Bolivia. Su biblioteca y archivo están
abiertos a los investigadores y a los socios. La colección reúne muchos miles de
imágenes.
La publicación más reciente es el libro Arte rupestre de los valles cruceños47
de Clovis Cárdenas (con un importante registro fotográfico), M. Strecker, Freddy
Taboada, Claudia Rivera Casanovas, Rubén Darío Azogue M. y María de los Ángeles
Muñoz C. Presenta más de 190 ilustraciones a color48.
• Tarija: Archivo Fotográfico Departamental
La Dirección de Gestión Cultural del Gobierno Autónomo Departamental
adquirió en 2009 la colección de fotografías de Alejandrino Pérez Aragón (activo
de 1905 a 1958), que posee cerca de 28.000 negativos en soportes variados, según
datos de Gustavo Ruiz López, responsable del archivo. A finales de 2014 organizó
una exposición con una selección de materiales. En 1911 el artista «ya había
recibido un diploma y medalla de oro por sus trabajos presentados en una exposición
internacional realizada en Roma, Italia. El mismo año se hizo acreedor a un diploma
y una medalla de plata otorgado por el Círculo de las Artes de París»49.
• Colecciones Lein y Ahlfeld
Johannes Lein fue profesor en el Colegio Alemán de Oruro en los años 1939-
1944, 1950-1956 y 1959-1967. Se consideró a sí mismo un aficionado. Sin embargo,
según M. Strecker y Grel Araníbar-Strecker, la fotografía de Lein «se caracteriza
por un impecable uso de la composición y un excelente manejo de la luz. Casi toda
su producción se centra en el uso del primer plano, donde el motivo fotografiado
adquiere toda su potencia comunicativa sin elementos secundarios que lo distraigan.
La estética de los cuadros se explica por la experiencia del fotógrafo quien era
también artista y profesor de artes plásticas»50.
La esposa del fotógrafo, Gertraud Lein, facilitó el material seleccionado por el
propio fotógrafo para que pudieran hacerse exposiciones en el Goethe Institut de La
Paz y en entidades culturales alemanas de Santa Cruz y Cochabamba, en 2006. En el

47 Editado en Santa Cruz por la SIARB y el Instituto de Cooperación al Oriente, ICO, 2015.
48 Ver El Deber, 29-3-2015, accesible en red.
49 Roberto Patiño, «El pasado chapaco vuelve en las fotografías de Alejandrino», en El País, http://
www.elpaisonline.com/ (fecha de consulta: 16 - 5-2015).
50 M. Strecker, Grel Araníbar-Strecker y Freddy Taboada (eds.), 2008, p 10.

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Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

año siguiente realizaron otra en el Ibero-amerikanisches Institut de Berlín y en 2008


en el Brazos Valley Museum de Texas.
La selección (negativos y 304 ampliaciones hechas por el propio Lein) se
encuentra, por voluntad de la señora Gertraud Lein, en la colección particular de M.
Strecker y Grel Araníbar-Strecker51.
El libro incluye (pp. 140-156) catorce fotografías de Friedrich Ahlfeld (1892-
1982), famoso geólogo y «padre» de dicha disciplina en Bolivia (publicó 142 trabajos
en el periodo 1925-1975), cuya producción fotográfica se encuentra en una colección
particular en Alemania.
Teresa Gisbert (a quien debo la pista de este libro) señala que son varios los
«investigadores alemanes que tomaron vistas de Bolivia; entre ellos podemos citar
a Mauricio Rugendas (1802-1858), quien como muchos viajeros, utilizó la cámara
fotográfica para ayudarse en sus dibujos. También está Hans Ertl, que fue el inventor
de la imagen tomada debajo del agua. […] También está Georges von Grumbkow,
que acompañó a la misión de Stubel, tomando vistas de Tiahuanaco»52. Aquí
indudablemente hay otros «bolsones» para investigar y materiales para recuperar.
• Colecciones varias
Incluimos aquí apenas tres volúmenes temáticos que nos encaminan a colecciones
de valor para la historia de Bolivia. Primero, el libro dirigido por Mariano Baptista
Gumucio, Historia (gráfica) de la guerra del Pacífico53, que reproduce fotografías
y gráficos del Museo del Litoral Boliviano (de la Alcaldía Municipal de La Paz), así
como de otras colecciones y de publicaciones anteriores.
Segundo, Gesta y fotografía. Historia de Warisata en imágenes, de Carlos
Salazar Mostajo54. El autor es el gran cronista de la «Escuela-ayllu». Al comienzo
leemos que «este es un testimonio que pretende historiar, mediante la imagen
fotográfica, la gesta libertaria de la Escuela de Warisata, cumplida entre 1931 y
1940»55.

51 Comunicación personal, 1-4-2015.


52 Teresa Gisbert, 2008, pp. 23-25.
53 La Paz, Biblioteca Popular Boliviana de Última Hora, 1978.
54 S/l, Lazarsa ediciones, 2005.
55 C. Salazar, 2005, p. 9.

H. Y C. XL ♦ 91
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

Tercero, Pilar García Jordán, Unas fotografías para dar a conocer al mundo
la civilización de la república guaraya56. Las 247 fotografías están tomadas de los
siguientes archivos (como se indica en la p. 194): el de la Diócesis de San Ignacio de
Velasco (ADSIV); el (particular) de Carlos Cirbián Barros (ACCSC), en Santa Cruz;
el de la Misión Franciscana de Schwaz, en Tirol, Austria (AFMS); el Parroquial
de Urubichá, del de la Recoleta de Sucre (ARS); y el de Tarata (AT). Además trae
fotografías que proceden de copias reproducidas en libros de principios del siglo XX,
y otras existentes en el Archivo Histórico de la Provincia Misional de San Antonio,
de Bolivia (AHPMAB), entre las que se incluyen algunas que figuran en Diarios de
algunos poblados, como el del Archivo Misional de Guarayos (GAM), que forma
parte del anterior. Como puede verse, algunos de estos archivos fueron señalados por
Eckart Kühne. Las imágenes son precedidas por un estudio de 192 páginas57.
Son muchos más los que cabría incluir, pero hasta aquí llega nuestra línea de
puntos.
Algunos clásicos
• Fundación «Torrico Zamudio»
Fue creada en Cochabamba en el año 2009, entre otros con el propósito de
poner en valor la obra de la escritora Adela Zamudio (1854-1928) y la del fotógrafo
Rodolfo Torrico Zamudio (1890-1950). Sus imágenes cubren el periodo 1890-
1955. Se propone reunir un archivo completo de sus obras, y promueve actividades,
acuerdos y convenios para la difusión de su legado. Su inventario cuenta con 1.000
placas de vidrio, 4.500 negativos y 3.500 positivos58.
Durante los últimos años esta fundación publicó cinco volúmenes dedicados
a difundir la fotografía de Rodolfo Torrico Zamudio («el Turista», como se
hacía llamar este infatigable cazador de imágenes): 1) Testimonio fotográfico de
Cochabamba 59; incluye un texto preliminar de Ramón Rocha Monroy, sobre el
fotógrafo; una «Presentación» de Álvaro Moscoso Blanco, y un breve estudio
introductorio de Humberto Solares Serrano; 2) Cochabamba. Memoria fotográfica
1908-1928. Colección en placas de vidrio del fotógrafo boliviano Rodolfo Torrico
Zamudio (2010), con una introducción de Wálter Sánchez Canedo; 3) Viajes por

56 Madrid, CSIC, 2009.


57 Un balance de ambas partes es la recensión de L. Calzavarini, publicada en Bolivia Franciscana,
núm. 9.
58 Memoria FFMV.
59 Coedición de la Fundación con Ediciones Bicentenario, 2010.

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Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

tierra oriental. Santa Cruz, Beni, Pando,(2011), con una introducción de Alcides
Parejas M.; 4) Sucre. Memoria fotográfica, 1920-1935 (2013), con palabras
introductorias de Guadalupe Amusquívar P.); y 5) La Paz. Memoria fotográfica,
1915-1940 (2013), introducido por Jorge Valenzuela. Junto con los libros, esta
fundación publicó una serie de postales del mismo «Turista» titulada Postales
antiguas de Bolivia 1913-1930.
Observa P. Querejazu que, ante el conjunto de los cinco libros, cabría pensar que
Torrico no habría tenido, en contraste con sus contemporáneos Gismondi, Cordero,
los hermanos Kavlin, J. N. Piérola, Portillo y Max. T. Vargas, «visiones amplias y
totales de su realidad y de la del país que registraron. Pareciera que […] Torrico
enfocó su mirada sólo en un sector social y en determinados sectores urbanos de las
ciudades»60.
R. Torrico Zamudio fue, como es bien sabido, el fotógrafo oficial del libro
Centenario (al menos de la sección «Bolivia pintoresca», pp. 1-135). En la p. 1 se
indica que salvo «algunas vistas tomadas por los fotógrafos Luis D. Gismondi y
Max Vargas, y otras de Oruro hechas por don Carlos Portillo, todas las demás son
de Torrico», a quien se presenta como «joven artista». Por lo visto se ha abultado
la parte que le toca al «Turista»: Pedro Querejazu ha «identificado al menos 100
fotografías de Gismondi», mientras que «la contribución de [Max. T.] Vargas debió
ser significativa, semejante o mayor a la de Gismondi»61.
• Archivo Fotográfico Núñez del Arco (La Paz)
Según indica la Memoria FFMV este archivo fue el primer museo de este género
en el país. Desde hace unos años ha dejado de estar abierto al público, aunque sigue
siendo «un espacio dedicado a presentar la evolución histórica de la fotografía a
través de varios elementos. Por un lado, la obra de importantes fotógrafos bolivianos
y extranjeros. Por el otro, los materiales fotográficos empleados para captar las
imágenes». Tuvo en exposición el trabajo de más de cien fotógrafos de Bolivia y de
otros países. «Entre los fondos más importantes […] se encuentra el del ingeniero
naval y arqueólogo austríaco-boliviano Arthur Posnansky (1873-1946), quién dedicó
todos sus esfuerzos a realzar Tiwanaku […]. Se conservan sus negativos en placas de
vidrio […], sus álbumes de presentación y sus películas». También posee materiales
de otros científicos como «el vulcanólogo alemán, Alphonse Stübel (1835-1904),
el lingüista y arqueólogo alemán Max Uhle (1856-1944) […] el etnólogo suizo-

60 P. Querejazu, 2015c, p. 236.


61 P. Querejazu, 2015d, p. 109.

H. Y C. XL ♦ 93
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

estadounidense Adolf Bandelier (1842-1914) y el arqueólogo norteamericano


Wendell Clarck Bennett (1905-1953)» (Memoria FFMV).
En 2015 se hizo un anuncio de gran impacto: «El tesoro gráfico del mítico
cineasta alemán Hans Ertl (1908-2000) hallado en una vieja caja de zapatos que
compró el coleccionista, archivista y fotógrafo boliviano Javier Núñez de Arco,
guarda al menos 300 imágenes. “Calculo que hay entre 200 y 300 fotografías. Hasta
ahora vimos menos de la mitad porque son diapositivas, placas de cristal y películas
fotográficas que tenemos que proyectar”, contó Núñez de Arco». En esta pequeña
colección, lo que más llamó la atención fue «una serie de la primera expedición
realizada por austríacos y alemanes que conquistó, en 1953, la cima del Nanga
Parbat (8.125 metros), el noveno pico más alto del mundo, situado en Pakistán»62.
• Archivo Cordero (La Paz)
Indica la Memoria FFMV que este archivo conserva fotografías realizadas
por Julio Cordero Castillo (1879-1961), por su hijo Julio Cordero Ordóñez (1906-
1963) y por su nieto Julio Cordero Benavídez (nacido en 1938). Tuvo una primera
aparición a mediados de la década de 1980 con una exposición en el Museo Tambo
Quirquincho. Fue tal la afluencia de gente que se extendió hasta un año. En 2001,
gracias al proyecto «Portrait of Bolivia» se digitalizaron 500 placas de vidrio. Este
material fue expuesto en Houston (Texas), en la novena bienal «FOTOFEST 2002».
En 2004 la Casa América expuso fotografías de este archivo en Madrid y México.
La primera publicación de materiales de este archivo fueron dados, según G.
Mariaca I. (2002), por la revista La Paz, ayer y hoy, de Gastón Dick, desde principios
de la década de 1980. Mariaca I. también consigna el libro de Rolando Costa Arduz
titulado La Paz: sus rostros en el tiempo63, en dos volúmenes. Como indica Costa
Arduz en la presentación, el primer volumen hace un seguimiento de la estructura
urbana de la ciudad, mientras que el segundo agrupa temáticamente diversos tipos de
escenas. Las fotografías vienen acompañadas de textos sugerentes que el autor pone
«en boca» de la ciudad de La Paz. Hemos podido consultar ambos volúmenes en el
Espacio Simón I. Patiño de La Paz.
En 2004 (no consta el lugar), la Casa de América y Turner publican el libro
Estudio Archivo Cordero, 2004, con 75 fotografías escogidas y unos breves textos,
no siempre afortunados. Es una memoria de la exposición en Madrid y México
mencionada arriba.

62 «El tesoro […]», 28-4-2015.


63 La Paz, H. Alcaldía Municipal, 1993.

94 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

La novedad más reciente en relación con este archivo es su adquisición, en


2013, por la Alcaldía paceña. Según las noticias de aquel momento (periódico La
Razón, 15-10-2013) consta de 17.000 fotografías.
• Archivo Gismondi (La Paz-Lima)
Luigi Domenico Gismondi, un fotógrafo italiano en La Paz64 es el título del
libro de P. Querejazu que se ocupa de las fotografías de este archivo. Con una página
preliminar de Silvio Mignano y un prefacio del autor, el libro consta de dos partes.
La primera (pp. 5-28) es un estudio de la persona y de la obra del eminente fotógrafo
(1872-1946), con fotografías (pp. 25-28) que lo retratan en lo personal, familiar y
profesional. En la segunda vienen 205 fotografías de temas variados (pp. 25-95).
Indica Querejazu que Luis Domingo Gismondi llegó a Bolivia en 1891, a la
edad de 19 años (p. 7). 1904 sería, sin embargo, el año en que decidió, ya casado,
adoptar La Paz como ciudad de residencia habitual. Instaló su estudio fotográfico
en 1907. Se señala que Gismondi «puso especial empeño en firmar sus obras
y acreditar su autoría»65. Sus fotografías fueron adquiridas para publicaciones
prestigiosas tanto de Bolivia, v.g. el libro del Centenario, como del exterior, v.g.
National Geographic Magazine (ver p. 16). Resalta Querejazu: «Gismondi es el
primero que en Bolivia realizó un registro fotográfico de modo sistemático de los
monumentos coloniales y republicanos, del país, de manera comparable al trabajo
realizado por Guillermo Khalo (1871 - 1941) en México»66. Su calidad como artista
«es formidable por el interés en hacer y repetir secuencias de los mismos lugares en
diferentes momentos, pero sobre todo por la calidad de su paisaje, su búsqueda de lo
original y extraordinario, tanto por los temas elegidos como por incorporar el drama
en el registro y la representación»67. Pone de relieve también «el tratamiento que de
sus modelos hizo Gismondi, resaltando la belleza de sus rasgos, y la personalidad
y dignidad de los retratados, esto incluso en los personajes despreciados por la
sociedad y maltratados por la vida, como los mendigos y los pongos»68. Esto hace
que pueda situárselo entre «los más grandes retratistas de América»69.

64 La Paz, Artes Gráficas Sagitario, 2009.


65 P. Querejazu, 2009, p. 14.
66 P. Querejazu, 2009, p. 17.
67 P. Querejazu, 2009, p. 18.
68 P. Querejazu, 2009, p. 23.
69 P. Querejazu, 2009, p. 24.

H. Y C. XL ♦ 95
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

El archivo de Luis Domingo, que fue dividido entre los estudios de sus hijos en
Lima y La Paz, cuenta con varias decenas de miles de fotografías, pero de momento
no se encuentran disponibles ni catalogados.
• Archivo de La Paz, Universidad Mayor de San Andrés (ALP)
Cuenta con una publicación periódica que se titula Boletín del Archivo de La
Paz. En los números de 1999 y de 2012 encontramos sendos artículos referidos a
sus colecciones fotográficas; y en el de 2011 están publicados cuatro artículos. Entre
sus trabajos recientes, digitalizó las fotografías del periódico Última Hora, matutino
que salió desde 1929 hasta 2002. El Archivo cuenta también con la «Colección
Fotografía Histórica 1863-1990», con alrededor de 10.000 fotografías. Y a ello se
añade un conjunto a la moda, titulado «Movimientos sociales», con más de 5.400
fotos y otros materiales gráficos.
El conjunto más importante de la colección histórica es el de foto-tarjetas de
visita. Miriam Vargas Soliz organizó en 2005 con la Fundación Simón I. Patiño la
exposición El espejo de la memoria. Tarjetas de visita en Bolivia, siglo XIX. Esta
exposición, que se presentó en La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, fue fruto de su
investigación en esta colección. Está actualmente en prensa una monografía suya sobre
estos retratos de pequeño formato. La autora hace el seguimiento de modas mundiales
(europeas en su origen) que también se impusieron en Bolivia: los estándares de
presentación del producto por parte de los estudios; sus sellos y logotipos; los sellos
fotográficos franceses en Sudamérica; los de fotógrafos bolivianos; el uso social de
las foto-tarjetas, como pequeño presente para las amistades; el coleccionismo, tanto
de tarjetas de amigos y amigas como de personajes famosos; los álbumes; curiosas
tarjetas-mosaico que incluyen por ejemplo presidentes de Bolivia, o también los
integrantes de corporaciones notables (el Congreso, la Corte Suprema); las tarjetas de
propaganda y de sátira política (en tiempos de Belzu, Melgarejo y Agustín Morales);
las modalidades de auto-representación de la sociedad burguesa, que seguían las
formas consagradas en París, incluidos sus «salones de pose»70.
En 2013 aparece un libro titulado Bolivia en blanco y negro. Fotografías del
Archivo de La Paz, coordinado por Pilar Mendieta, Eugenia Bridikhina y Lupe
Mamani. Es un conjunto de treinta y cuatro artículos breves sobre temas variados a
cargo (casi siempre) de autores conocidos. Suponemos que el libro intenta recordar
al público la existencia de las colecciones del ALP y ofrecer un muestrario de temas
abordables a partir de ellas.

70 Miriam Vargas Soliz, 2016, pp. 48-53.

96 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

• Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB)


En 1995, bajo la dirección de René Arze A., culminó la gestión comenzada por
Gunnar Mendoza de publicar el Álbum fotográfico de las Misiones Franciscanas en
la República de Bolivia a cargo de los Colegios Apostólicos de Tarija y Potosí, 1898.
A la introducción de L. Calzavarini OFM sigue el álbum con los textos de Doroteo
Gianneccini y 103 fotografías del artista italiano Vincenzo Mascio.
A partir del mes de septiembre de 2006 Marcela Inch (directora desde 2002
hasta 2011) ideó y desarrolló un programa de recuperación de la memoria fotográfica
de Bolivia denominado «Campaña Nacional de Recolección de Fotografías». Tuvo
lugar en las ciudades de Sucre, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz, Trinidad y Tarija.
Antes del inicio de este programa el ABNB conservaba apenas unos pocos cientos de
fotografías en papel, fuera de la colección de Walter Guevara Arce, con 3533 piezas.
La ciudad en la que se hizo la primera experiencia de la campaña fue Sucre, donde
se logró recolectar más de 9.000 fotografías. Pronto llegaron al ABNB muchas
ofertas de venta de colecciones enteras, y entre las que se logró adquirir está la que
perteneció a la familia Velasco, de Cochabamba, con 6944 imágenes71.
Actualmente la colección fruto de esta campaña cuenta con 80.000 fotografías
aproximadamente. Entre otras, pueden mencionarse la del Sr. J. Murillo, (377
piezas), Josefina Reynolds (611 fotografías), Blanca Torres (465 imágenes)72, etc.
• Archivo Flavio Machicado Viscarra (La Paz)
El fondo fotográfico de la Fundación Flavio Machicado Viscarra contiene
verdaderas joyas de los siglos XIX y XX. En la actualidad se ha logrado inventariar
más de 5.000 imágenes, que incluyen diversas colecciones de tarjetas de visita y
foto-postales, entre las que resalta la serie completa (de 64 piezas) Viajes en los
gomales, editadas por Félix Ripeau (1905). También se puede apreciar una serie de
álbumes familiares que cuentan la vida cotidiana, viajes y retratos con las firmas
de los más importantes fotógrafos de las ciudades de La Paz y Oruro, así como de
Arequipa (Perú). El lector puede apreciar parte de la colección en http://archivo.
flaviadas.org

71 Esta información nos fue proporcionada por Marcela Inch Calvimonte.


72 Los números los debemos a una amable comunicación de Juan Carlos Fernández, Director del
ABNB desde 2014 hasta 2016.

H. Y C. XL ♦ 97
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

En 2014 realizó una exposición titulada Viaje de los Andes al Amazonas, que
incluyó (entre otras imágenes) algunas de las tarjetas postales de Ripeau. Pueden
verse en http://issuu.com/flaviadas/docs/catalogo_ffm_2
• Archivo Roberto Gerstmann
En 1928 se publica en París (Braun y Co. Editores) el libro Bolivia. 150 grabados
en cobre, con una introducción en inglés de Friedrich Ahlfeld. Reúne fotografías de
una calidad extraordinaria. (El ejemplar que se conserva en el MUSEF presenta, en
grandes grupos de páginas, la huella de la vida de insectos que lo habitaron). Hemos
incluido esta obra entre los clásicos por muchos motivos. Entre otros, basta observar
la imagen 73 para reconocer que fue imitada por un buen número de fotógrafos
posteriores: se trata del nevado Sajama enmarcado por el delgado arco del atrio
de la iglesia del pueblo homónimo. Hizo escuela. «Ha sido fuente de inspiración
para obras ulteriores, como la de Herbert Kirckhof que siguió de cerca el modelo
de Bolivia. Las imágenes de este libro también fueron inspiración y modelo para
fotógrafos ulteriores, cuya impronta puede encontrarse en la obra de los bolivianos
Fernando Soria y Willy Kenning, o la de George Steinmetz, de la National Geographic
Society»73.
Como se sabe, Gerstmann trabajó también en otros países, y su medio de
subsistencia era la fotografía industrial. Aquí nos hemos interesado principalmente
en la artística. Su legado fotográfico se encuentra en un archivo que lleva su nombre,
que forma parte de la Biblioteca de la Universidad Católica del Norte (Antofagasta).
Iniciativas recientes
Sin duda es justo destacar las instituciones que han desplegado esfuerzos en
relación con el patrimonio fotográfico (del pasado y actual). Muchas de ellas, como
hemos visto, son fundaciones que conservan (por ejemplo) la obra de un fotógrafo
o de una familia de artistas. Y las hay también que suman a ello un mérito añadido:
el de socializar los avances de otras entidades y promover sinergias. En las páginas
precedentes se han visto actividades y publicaciones organizadas y/o apoyadas
por la Fundación Simón I. Patiño, que lleva adelante un esfuerzo sostenido en este
campo al menos desde 1995, bajo el impulso de Michela Pentimalli; por el Archivo
y Biblioteca Nacionales de Bolivia con resultados visibles también desde aquel
mismo año; por el Archivo de La Paz, que ha llevado a cabo iniciativas de gran
envergadura y en el que han tenido lugar trabajos de investigación; por las Alcaldías

73 P. Querejazu, 2015b, p. 83.

98 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

de La Paz y Tarija; la UTO (Oruro) y la UMSS (Cochabamba); por la Fundación


Flavio Machicado Viscarra, etc.
La actividad reciente de mayor impacto para la profesionalización de los
archivos fotográficos fueron los Talleres de Conservación y Catalogación «Roles
Fotográficos en La Paz» (Talleres CCELP), organizados por el Centro Cultural de
España en La Paz y la Fundación Flavio Machicado Viscarra. Tuvo lugar desde el
21 hasta el 25 de octubre de 2013 en la ciudad de La Paz. Se realizó con el apoyo
de la Fundación Simón I. Patiño, la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea
Legislativa Plurinacional y el Centro Patrimonio Fotográfico de la Universidad
Diego Portales de Santiago de Chile a través (esta última entidad) de las docentes-
investigadoras Vianka Hortuvia Atenas y Solène Bergot. Estos talleres tuvieron, a
nuestro entender, dos consecuencias de singular relieve.
Por primera vez el trabajo de conservación y catalogación de materiales
fotográficos abandonaba los «ámbitos exclusivos» de unos pocos que conseguían
acceder a los secretos del oficio. Se convocó principalmente a archiveros encargados
de resguardar estas colecciones en diferentes instituciones y espacios culturales.
El acceso al conocimiento, en condiciones normales, depende precisamente de la
realización de actividades abiertas. El desarrollo de una disciplina, en cualquier
sociedad humana, se logrará si se produce esta apertura «por abajo». Tal vez esta
observación constituya, en parte, la respuesta a la pregunta de por qué esta área no se
desarrolló antes en Bolivia. Si no hay oferta de capacitación, solamente habrá unos
pequeños (aunque pretenciosos) gurúes.
Gracias a los mencionados «Talleres» se logró recoger información básica de
una buena cantidad de archivos fotográficos. Esta información se encuentra inédita
pero disponible en la Memoria FFMV, como se ha visto en estas páginas.
También es necesario consignar la actividad de la Fundación «Acción cultural»,
fundada en 2002 y dirigida por Sandra Boulanger. En relación con la fotografía se
ocupa principalmente de la producción contemporánea (aunque sin perder de vista
los fotógrafos «históricos»), de la que ya ha publicado dos libros: Fotográfica
2006 y Fotografía boliviana, en 2012. En el segundo (que es el que hemos podido
consultar) los criterios de selección son, naturalmente, discutibles. Según la propia
Boulanger, es «un libro que […], nos muestra un conjunto de imágenes, historias
particulares y aisladas que conforman la vivencia de un colectivo cultural que en
el pasado observó y que en el presente mira con detalle a nuestro país a través de
su producción fotográfica. […] En su planteamiento general, quiere invitarnos a
cuestionar o deconstruir algunas percepciones o ideas estereotipadas sobre Bolivia y

H. Y C. XL ♦ 99
Un vistazo a la fotografía en Bolivia

su fotografía; a reflexionar, confirmar y replantear conceptos, contrastar y comparar


miradas»74. En la introducción del libro, de José Antonio Navarrete, se informa que
se ha buscado la obra de autores de distintas generaciones de los últimos treinta años.
Sin duda es útil la sección final, de biografías, que incluye siempre los datos «de
contacto» de los autores presentados.
Final
Gabriel Mariaca I., con motivo de Fotográfica 2006, aporta un balance de los
géneros y temáticas que fueron objeto de especial desarrollo en la fotografía boliviana
de los siglos XIX y XX. Las tres vetas de mayor relieve que la han caracterizado
serían:
La antropológica cultural, en sentido amplio, que abarca el interés por retratar
e interpretar el paisaje y los tipos humanos.
El foto-reportaje. Se recuerda que la más importante pieza fotográfica boliviana
pertenece a este género: el cadáver del Che retratado por Freddy Alborta.
La fotografía turística, que presta atención (por su exotismo, para los ojos de
los viajeros que pasan por el país) a las costumbres y fiestas mestizas e indígenas.
Entiende el autor que hoy se manifiesta una nueva dirección, como consecuencia
del impulso o de la necesidad de «ensayar, a través del lente, una mirada no
comprometida con lo social, sino con la exploración personal»75. Resalta por ejemplo
el «trabajo lúdico, preciosista y singular de Javier Palza que con la excusa del baile
popular, busca en la foto movida la esencia del baile y la sensación del trance que
provocan en los bailarines los ritmos de bandas, siendo además el fotógrafo partícipe
activo de esta actividad».
Esto no significa que se hubieran agotado las tres vetas mencionadas al principio
(como no se agotan los géneros literarios), dado que siempre se prestan a nuevas
exploraciones. El propio trabajo de Palza es ejemplo de ello, ya que su búsqueda se
ha centrado (al menos hasta ahora) no en cualquier tipo de danza, sino en las danzas
populares de Bolivia.
Vassil Anastasov, Daniel Caballero, Daniel Contreras, Pablo Calderón, Jaime
Cisneros, Patricio Crooker, Willy Kenning, Tony Suárez Weise y otros forman
parte de las generaciones recientes que desarrollan exploraciones de valor, cuyos

74 S. Boulanger, 2012, pp. 10-11.


75 En http://fotobolivia.blogspot.com

100 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

hallazgos podrán marcar también nuevos rumbos en la fotografía boliviana. No


hemos mencionado a todos los artistas (se ha debido dejar de lado a muchos, incluso
entre los más genuinos) por razones de espacio.

Bibliografía
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102 ♦ H. Y C. XL
Andrés Eichmann Oehrli y Alain Mesili

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104 ♦ H. Y C. XL
La representación de los habitantes del Chaco
desde la imagen. La pintura y la fotografía
como registro social de los ignorados

Pedro Querejazu Leyton

Introducción
Este trabajo propone una revisión sobre la representación visual de los
habitantes del Chaco Boreal,1 con base en procesos y elementos visuales como
el dibujo, la pintura, el grabado y la fotografía realizados desde que el hombre
occidental ha recorrido y registrado ese territorio gigantesco. Se propone hacer tanto
una descripción del material visual disponible, como un análisis sobre la manera de
mirar de los fotógrafos y pintores, según los códigos sociales de representación, en
cada momento.
El periodo que el texto abarca es desde la llegada de los conquistadores
europeos, españoles, al territorio del Gran Chaco,2 hasta el final de la Guerra del
Chaco en 1935.
No se puede soslayar la problemática implícita en los nombres que se dieron a
esos habitantes desde la mirada externa, sin considerar la denominación o gentilicio

1 Uso la expresión de Chaco Boreal para referirme al territorio del Gran Chaco que está en
Bolivia. Es decir, el triángulo geográfico comprendido entre los ríos Pilcomayo y Paraguay y el
límite del “divortia aquarum” que divide la cuenca del Plata y de la del Amazonas, en el actual
Departamento de Santa Cruz.
2 Aquí se entiente Gran Chaco por todo el espacio biogeográfico llamado Chaco que abarca una
gran extensión de la América del Sur, unidad múltiple y diversa, dividida hoy por las fronteras de
tres países: Argentina, Bolivia y Paraguay.

H. Y C. XL ♦ 105
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

que cada uno de esos grupos tenía sobre sí mismos. De hecho, casi todos los
apelativos usados respecto de ellos tienen en general connotaciones equivocadas
cuando no despectivas.
Tampoco puede dejar de considerarse que la mentalidad occidental europea de
los conquistadores (que se mantiene hasta el presente) entendía los territorios a partir
de los hitos geográficos: montañas, cordilleras, ríos o mares que se consideraban
como límites maturales. La concepción de la ocupación y uso del territorio por los
diferentes grupos humanos originarios de América era en general muy diferente,
particularmente en el Chaco donde los ríos y ojos de agua, en vez de límites son
“centros” de los universos vitales de estos pueblos que por lo demás no tuvieron
inconvenientes en el uso traslapado y compartido de territorios por los cuales podían
circular libremente, siguiendo muchas veces ciclos estacionales de tránsito, en
calidad de inquilinos y discretos usuarios, más que como terratenientes y propietarios
de los espacios.
El periodo colonial
Durante el siglo XVI se construyó en Europa el imaginario sobre los habitantes
de América, con base en dibujos, pinturas y descripciones escritas y verbales de
los primeros contactos con los habitantes del Caribe. Las descripciones visuales
(dibujos, grabados, pinturas) de estos grupos humanos del periodo son prácticamente
inexistentes respecto de los habitantes del Chaco Boreal. Hay representaciones que
sin ser exactas podrían considerarse como referencias genéricas. Ejemplo son dos
dibujos de La Nueva Corónica y Buen Gobierno, 1616, de Felipe Guamán Poma
de Ayala: “El treze capitan Capac Poninarva” del “Andesuyo”, p. 167, y “Segunda
Señora Capac Mallqvima” del “Andesuyo”, p. 175. Otro tanto podría decirse de
Baltasar Martínez Compañón (1737-1797), Obispo de Trujillo entre 1780 y 1790,
que escribió un detallado informe de su visita pastoral, Truxillo del Perú,3 parte del
cual es un álbum de láminas, entre las cuales hay dos: “India infiel” e “Indios infieles
en canoa” que muestra a habitantes de las tierras bajas tropicales.

3 Pablo Macera, Arturo Jiménez Borja e Irma Franke, 1997, Láminas: 203 - 204.

106 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

01. Felipe Guamán Poma de Ayala. 02. Felipe Guamán Poma de Ayala.
“El treze capitan Capac Poninarva” “Segunda Señora Capac Mallqvi-
del “Andesuyo”, 1616. ma” del “Andesuyo”, 1616.

03. Ilustrador anónimo. “India in- 04. Anónimo. “Indios infieles


fiel”, 1780-1790. Baltasar Martínez en canoa”, 1780-1790. Baltasar
Compañón. Martínez Compañón.

H. Y C. XL ♦ 107
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

Por aproximación en cuanto al modo y tipología de representación menciono


las acuarelas y aguadas realizadas por Manuel Oquendo en 1789, sobre los indios de
la región de las antiguas misiones jesuiticas de Moxos,4 que acompañaron el informe
del Gobernador de Moxos Lázaro de Ribera, en las que al margen de la fidelidad
de los detalles se encuentra un proceso de ocultamiento del otro impuesta por la
manera académica de representación humana, perceptible en las poses y actitudes
con que representó a esos indios originarios de la cuenca amazónica en el actual
Departemento Beni.
Entre los cuadros de costumbres realizados en la antigua Audiencia de Charcas
en los últimos años del siglo XVIII, se tiene una pintura que formó parte de la
Colección Crombie, titulada Pareja de indios Chiriguanos, que probablemente
fue realizada por Manuel Oquendo, en la que se aprecia la misma mirada desde la
academia sobre los indígenas originarios en este caso del Chaco5.

05. Manuel Oquendo. Pareja de indios


Chiriguanos c.1798. (Antes Colección
Crombie, Londres. Probablemente en el
Museo Soumaya, México, DF. México).

4 Manuscrito número 2 del Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid. Moxos.
Descripciones exactas e historia fiel de los indios, animales y plantas de la provincia de Moxos
en el virreinato del Perú por Lázaro de Ribera, 1786-1974, 1989. Ver también: José de Mesa, y
Teresa Gisbert. 1977. pp. 259-265.
5 Mesa & Gisbert. 1977, pp. 265-267, fig. 330. Al parecer esta pieza estaría junto con otras pinturas
de costumbres en Charcas que actualmente se encuentran en el Museo Soumaya, en ciudad de
México.

108 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

La República
Melchor María Mercado (Sucre, 1816 – Sucre, 1871) es autor de un álbum de
acuarelas y dibujos titulado: Album de paisajes, tipos humanos y costumbres,6 en el
que se encuentran algunas láminas de lugares e indígenas que podrían considerarse
del Chaco. Estas son: Mujeres del área oriental de Bolivia, lámina 10, que representa
a tres mujeres fumando pipa de tabaco debajo de un tinglado de palmas, en que al
fondo se ve un ñandú, ave corredora del ecosistema del Chaco; Mujeres tomando un
baño (área oriental de Bolivia), lámina 11, que representa a un grupo de seis mujeres
desnudas y un niño tomando un baño en un ojo de agua; y una tercera es: República
Boliviana. Chiquitos. Bororós de gran gala, lámina 49, que representa a tres indígenas
con los cuerpos pintados.7 Aunque las representaciones de Mercado son primarias y
austeras en los detalles, tienen la gran virtud de aportar la información precisa. De
todas maneras son la mirada de un hombre urbano, culto, sobre lo distinto y exótico.

06. Melchor María Mercado. Mujeres tomando 07. Melchor María Mercado. República
un baño (área oriental de Bolivia), lámina 11, Boliviana. Chiquitos. Bororós de gran gala,
1856. ABNB. Sucre. 1859. ABNB. Sucre.

Fue durante las tres últimas décadas del siglo XIX cuando que se hicieron
más frecuentes los registros visuales del Chaco y sus habitantes, debido a varios
procesos de penetración y ocupación de ese territorio tanto desde las tierras altas de
Bolivia como desde Argentina y Paraguay, que fueron coincidentemente paralelos

6 Gunnar Mendoza Loza (ed.), 1991 (ver las láminas citadas en las páginas 84, 85 y 121,
respectivamente).
7 Los Bororó habitaban los sitios: Zapocó, Poza verde, Puesto Paz, Guidai Ichai, Santa Teresita,
Tobita, Urucú, Motacú, Rincón del Tigre y Belén, en el Departamento de Santa Cruz. Al parecer,
en la actualidad ya no habitan en territorio boliviano, se habrían desplazado al Estado de Matto
Grosso en Brasil. http://www.mibolivia.net/2011/11/36-etnias-de-bolivia-etnia-bororo.html
(Consultado: 09-11-2015).

H. Y C. XL ♦ 109
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

al desarrollo tecnológico de la fotografía. Éstos se fueron incrementando con el


transcurso de los años.
La mirada y registro de los exploradores, antropólogos, misioneros y religiosos
así como de fotógrafos ambulantes, amateurs y profesionales, fue construyendo tanto
un registro como un imaginario social visual. Esas fotografías fueron incluidas como
originales en informes de gestión, así como muy rápidamente se publicaron en libros
y fueron traspasadas a postales impresas que tuvieron gran circulación.
Entre los registros tempranos del territorio del Chaco, estarían al parecer los del
explorador Jules Crevaux8 que habría realizado durante su truncada expedición al
Chaco Boreal en 1882, por cuenta del gobierno boliviano. Entonces habría realizado
fotografías. Al poco tiempo después de haber salido de Tarija, el explorador y su
grupo fueron eliminados por los indios Tobas en las cercanías del Pilcomayo. Se
conocen algunas fotografías realizadas a su paso por Tarija y en el Chaco, como
el grupo que muestra al explorador rodeado de Indios Tobas. Posteriormente se
publicó una recopilación de sus viajes Crevaux Jules. Voyages dans l’Amerique du
Sud, 1889, ilustrada con grabados xilográficos basados en las fotografías que él y
miembros de su equipo tomaron, en que se nota la modificación en las actitudes de
los personajes para adecuarlos a los cánones estéticos de la academia de bellas artes,
muy distantes del documento real de la fotografía, manifiesto en la foto: “Indios del
Chaco - Matrimonio joven”.
Algo posteriores son los dibujos del territorio aunque no de los habitantes,
incorporados en el libro de Daniel Campos titulado De Tarija a Asunción. Expedición
Boliviana de 1883.9 Esta obra tiene 7 ilustraciones de las que destaco las que tienen
los siguientes pies de imagen: Fundación de la Colonia Creavaux; Fortín Quijarro y
La Salvación. El listado de imágenes al final del libro tiene una nota que dice: “Las
vistas reproducidas fueron dibujadas por el joven potosino D. Rodolfo Ordóñez,
según bosquejos conservados por el Dr. Campos. … / A. Q.”.10

8 Jules Nicolás Crevaux, (Francia, 1847 – Río Pilcomayo, abril de 1882). Médico y militar de
profesión. Notable explorador. Escribió varias obras, entre ellas: Voyages dans l’Amérique
du Sud, (635 páginas con 253 xilografías basadas en fotografías y dibujos realizados in situ).
Hachette. Paris, 1883.
9 Buenos Aires, Jacobo Peuser, 1888 (libro de 26 x 19 x 5 cm. 786 páginas. 7 ilustraciones y un
mapa de la ruta delineado por Eugenio de Hochkofler, en Potosí, el 20 de abril de 1888).
10 Las iniciales A.Q. se refieren a Antonio Quiroz, Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia en
esos años.

110 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

08. Fotógrafo anónimo. Jules Crevaux y un


grupo de Indios Tobas en el Chaco.

09. Ilustrador anónimo. MD. Familia


de indígenas del Chaco. Xilografía
basada en fotografía. Ilustración
del libro de Crevaux. Nótese la
modificación estética en las posturas
de los personajes conforme a los
cánones de la Academia Francesa,
10. Fotógrafo anónimo. “Pareja de indios, Gran distante del verismo de la fotografía.
Chaco”, hacia 1890. Postal.

El investigador francés Arthur Thouar11 formó parte de la expedición


encabezada por Daniel Campos y realizó numerosos dibujos y fotografías que fueron
remitidas a la Sociedad Geográfica de París junto con su informe sobre el territorio y
los supuestos restos humanos recuperados de Jules Crevaux. Posteriormente realizó
otros viajes que fueron narrados en tres libros. À travers le Grand Chaco: Chez les
Indiens coupeurs de têtes 1883-1887, fue traducido y publicado en Bolivia como:

11 Émile-Arthur Thouar (Francia, 1853 – [Desaparecido] en 1904). Publicó tres libros ilustrados:
À travers le Grand Chaco: Chez les Indiens coupeurs de têtes 1883-1887, Phebus, 1991; A la
recherche de la mission Crevaux, Hachette, 1884; Explorations de l’Amérique du Sud, Paris,
Librairie Hachette et Cie. 1891.

H. Y C. XL ♦ 111
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

A través del Gran Chaco. 1883-1887.12 Tiene 156 ilustraciones de las cuales 34
muestran a los indígenas de las tierras bajas, como los Chiriguano, Tobas, Tapuí,
Chorotis, Yanaiguas; algunos de ellos retratos individuales, grupos, escenas de
costumbres y celebraciones, como: Indios Chiriguanos, Entierro Chiriguano,
Maudipona, Indios Chorotis. Algunas de las fotografías de Thouar se publicaron de
forma separada, como el probable autorretrato en la rivera del Pilcomayo junto a un
indígena chiriguano. Los dibujos e ilustraciones de sus libros fueron modificados
estéticamente y se les dio un sentido grandilocuente y de aventura extrema, como los
contemporáneos grabados que ilustran las novelas de Julio Verne.

12. Arthur Thouar. Indios Chiriguanos, 1883-


1887. Dibujo de Rioú según croquis del autor.
(Ilustración 20).
11. Arthur Thouar. Indios Chiriguanos,
1883-1887. Dibujo de Rioú según cro-
quis del autor. (Ilustración 19).

12 Thouar, Arthur. A través del Gran Chaco. 1883-1887 (trad. de Carmen Bedregal y Teresa Bedoya
de Ursic), 1997. La obra incluye una fotografía de Arthur Thouar colocada por los autores
de la edición, que no figuraba en la edición original en francés. Tiene 478 páginas con 156
ilustraciones, (142 dibujos con base en croquis del autor realizados durante los viajes. 15 dibujos
con base en fotografías). El libro tiene las siguientes partes: Presentación, por Eduardo Trigo
O’connor d’Arlach; Estudio introductorio, por: J. C. Roux. UMSA-ORSTOM.
Exploración tras los restos de la Misión Crevaux.
En busca de un proyecto de ruta:
- Capítulo I. En el delta del Pilcomayo.
- Capítulo II. De Buenos Aires a Sucre.
- Capítulo III. En el Chaco Boreal.

112 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

14. Arthur Thouar. Indios Chorotis, 1883-1887.


Dibujo de Rioú según croquis del autor. (Il.
132).

13. Arthur Thouar. Maudipona, 1883-


1887. Dibujo de Rioú según croquis del
autor. (Ilustración 87).

15. Arthur Thouar. Autorretrato con indí-


gena chiriguano en la rivera del río Pilco-
mayo, 1883.

Vincenzo de Mascio.
Fueron los misioneros franciscanos quienes se ocuparon de hacer un registro
sistemático de las misiones que tenían a su cargo y de los pobladores originarios
reducidos en las mismas. Al respecto está documentado el trabajo del fotógrafo
italiano Vincenzo de Mascio (Nápoles, Italia, c.1870 – ¿Argentina?, ¿1910?) que
realizó por contrato la secuencia de 121 fotografías de las misiones del Chaco en el

H. Y C. XL ♦ 113
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

año 1897.13 El padre Doroteo Giannecchini, OFM, que lo había contratado, envió
los negativos a Turín, junto con un informe escrito pormenorizado y especímenes
de diverso tipo, donde se presentó una exposición para mostrar la tarea realizada a
quienes financiaban las misiones. Se conocen cuatro álbumes de la obra realizada
por Vincezo de Mascio, tres de los cuales están en Bolivia.14 Mascio realizó
fotografías en el Colegio de Nuestra Señora de los Ángeles de Tarija, el Colegio
de Propaganda Fide de Potosí y las misiones Virgen de Guadalupe de Chimeo,
San Miguel de Itau, San Roque de Aguairenda, Nuestra Señora del Carmen de
Caiza, San Antonio de Padua del Pilcomayo, San Francisco Solano del Pilcomayo,
La Purísima Concepción de Tarairí, San Juan Bautista de Camatindi, San José de
Tigüipa, Nuestra Señora de la Misericordia de Macharetí, San Buenaventura de Ivu,
Santa Rosa de Cuevo, San Antonio de Guacaya, San Pascual de Boicovo, Nuestra
Señora de las Mercedes de Igüembe, Santísimo Rosario de Taperí (del Ingre). Con
las excepciones de seis fotografías dePotosí y dos de Tarija, todas las demás están
referidas a lugares y personas en el Chaco. Allí, además de vistas de los pueblos y
construcciones misionales, hizo retratos de los misioneros y de las maestras venidas
desde las tierras altas, registró las escuelas, los catecúmenos, las actividades de los
indígenas y diferentes grupos, incluyendo la escenificación de una batalla entre dos
grupos de ellos, los Noctenes y Chiriguanos. Destacan por la manera del registro,
algunas de jefes o capitanes de diferentes grupos rodeados de sus familiares; ellos
posaron antes muros o fondos planos de telas extendidas, incluyendo vegetación
arrimada a modo de escenario. Los ejemplos más destacables (de San Antonio de
Padua del Pilcomayo) son: Fotografía 35, “El Rey o Gran Jefe de los Noctenes y su
familia”; Fotografía 36, “Los Noctenes y Chiriguanos que se hallan en litigio entre sí,
tienen en sus manos las flechas y el P. Misionero que los apacigua”;15 Fotografía 38,
“Interior de las casas-chozas de los Chiriguanos” (que es probablemente el registro
más de mayor naturalidad y espontaneidad de los retratados); Fotografía 91, “Tipos
chiriguanos. El gran cacique de los Chiriguanos de [Santa Rosa de] Cuevo y su
familia”; Fotografía 105, “Tipos de mujeres chiriguanas de la Misión de San Pascual
de Boicovo”; y Fotografía 106, “Grupo de jornaleros indígenas de la Misión de San
Pascual de Boicovo, en un momento de descanso”. En la relación de Giannecchini
y las fotografías de Mascio sólo se hace referencia a dos de los numerosos grupos
étnicos del Chaco, los Chiriguano y los Noctene.

13 Lorenzo Calzavarini, 1995. pp. 11-12 y 18-19.


14 Un álbum, con 123 fotografías se encuentra en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia,
en Sucre. Este ejemplar fue mandado hacer por el Padre Sebastián Pifferi, en Roma, después de
1898, con base en los negativos de Mascio, incluyendo dos imágenes que no están en los otros
álbumes, y lo dedicó al Dr. Luis Paz en Tarija. Calzavarini, Ob. cit. pp. 15-16.
15 Los Noctene son uno de los grupos conocidos como Matacos, hoy autodenominados Weenhayek.

114 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

17. Vincenzo de Mascio. “Los Noctenes y Chi-


riguanos que se hallan en litigio entre sí, tienen
en sus manos las flechas y el P. Misionero que
los apacigua”; 1897. AyB, CFSMA. Tarija.

16. Vincenzo de Mascio. “El Rey o Gran Jefe


de los Noctenes y su familia”; 1897. AyB,
CFSMA. Tarija.

18. Vincenzo de Mascio. “Interior de las


casas-chozas de los Chiriguanos”, 1897.
AyB,CFSMA. Tarija.
19. Vincenzo de Mascio. “Tipos chiriguanos.
El Capitan Guiraeba, gran cacique de los Chi-
riguanos de [Santa Rosa de] Cuevo y su famil-
ia”; 1897. AyB,CFSMA. Tarija.

H. Y C. XL ♦ 115
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

20. Vincenzo de Mascio. “Tipos de 21. Vincenzo de Mascio. “Grupo de


mujeres chiriguanas de la Misión de jornaleros indígenas de la Misión de San
San Pascual de Boicovo”; 1897. AyB, Pascual de Boicovo, en un momento de
CFSMA. Tarija. descanso”; 1897. AyB, CFSMA. Tarija.

El siglo XX
A lo largo de la primera década de este siglo numerosos fotógrafos e
investigadores realizaron viajes y registros por el territorio del Gran Chaco transitando
entre Argentina, Paraguay y Bolivia.
Durante este este lapso, un investigador que contribuyó con gran cantidad de
información antropológica sobre los habitantes originarios del Chaco fue el Baron
Nils Erland Herbert Nordenskiöld, (Estocolmo, 1877 - Estocolmo, 1932), que
realizó numerosos viajes de estudio por Sudamérica y estuvo en Bolivia en varias
oportunidades cruzando también las fronteras hacia otros países vecinos. Estuvo en
Argentina y Bolivia primero en 1901 y 1902, también en 1904 y 1905 y su última
estadía fue en 1908 - 1909. En esas oportunidades produjo un importante número
de fotografías y recopiló gran cantiadad de especímenes culturales y naturales que
entregó al Museo Etnográfico en Gotenburgo, en Suecia. Publicó varios libros con
los resultados de sus investigaciones que están ilustrados con dibujos y fotografías:
Indianlif i El Gran Chaco, 1910, traducida al alemán en 1912; Indianer och hvita,

116 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

1911; Sydamerikas indianer, 1912, y su notable obra científica compilada en 10


volúmenes, de la que se conoce también una versión en inglés. Existe una traducción
al castellano del segundo libro y a través de la Fundación BHN se tradujo a este
idioma la obra científica en 10 volúmenes que está pendiente de edición y publicación.

23. Fotógrafo anónimo. Erland Nordenskiöld


sentado junto a un grupo de hombres y niños
Chorotis

22. Fotógrafo anónimo. Erland Nor-


denskiöld con una pareja (probable-
mente Chiriguanos).

24. Erland Nordenskiöld. Mujer


indígena (probablemente Choroti).
Tapa de su libro: Indianerleben.

H. Y C. XL ♦ 117
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

Este investigador reunió una buena cantidad de fotografías, realizadas


probablemente tanto por él mismo como por personal del equipo que conformó sus
expediciones. Aquí presento algunas que tienen las características técnicas comunes
a las que se practicaban en esa época; sin embargo, su manera de presentarlas y
describirlas dentro de sus libros aporta una significativa diferencia, como muestran
las siguientes: Mujer mataco imprimiendo con sus dedos una huella de adorno en
una vasija de arcilla; “Joven Chané con “chiripa”. Río Parapití; Mujer Chané con
“tipoy”. Río Parapití; Mujer Chané, con niño, sentada en un “catre”. Río Itiyuro, o
“Almacén chiriguano de maíz”, publicados en su obra en 10 volúmenes.

25. Erland Nordenskiöld. Mujer


mataco imprimiendo con sus dedos
una huella de adorno en una vasija
de arcilla.

26. Erland Nordenskiöld. 27. Erland Nordenskiöld. Mujer


Mujer Chané con “tipoy”. Chané, con niño, sentada en un
Río Parapití. “catre”. Río Itiyuro.

118 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

Luigi Doménico Gismondi estuvo activo en Bolivia entre 1901 y 1846, tiempo
en el que realizó una obra monumental, resultado en buena parte de numerosos
viajes por el país, entre ellos por el Gran Chaco.16 En la parte que conozco y a la
que he tenido acceso del gigantesco archivo del Estudio Gismondi en La Paz, hay
siete fotografías referidas a los habitantes de este territorio realizadas entre 1901 y
1909. Una se refiere a los Indios - Lenguas – Paraguay17 y las otras seis son de los
“Charotes – Río Pilcomayo – Chaco Boliviano”;18 la primera de las cuales muestra un
grupo familiar muy relajado y alegre posando para el fotógrafo. Otras tres muestran
retratos de medio cuerpo de dos, tres y cuatro jefes Chorotis respectivamente, y otras
dos en que junto a los indígenas está incluido un explorador extranjero, uno de ellos
Erland Nordenskiold.

28. Luigi Doménico Gismondi.“Indios – 29. Luigi Doménico Gismondi. Grupo


Lenguas – Paraguay”. Foto Estudio Gis- familiar de “Charotes – Río Pilcomayo
mondi. La Paz. – Chaco Boliviano”. Foto Estudio
Gismondi. La Paz.

16 (Módena, Italia, 1872 – Mollendo, Perú, 1946). Estuvo activo en Bolivia entre 1901 y 1946. Ver:
Pedro Querejazu, 2009.
17 Se trata del grupo étnico Enxet o Enlhet, habitantes del sur del Chaco Boreal, entre los ríos
Pilcomayo y Paraguay. Se considera también que los Enxet ocupan el espacio sur y los Enlhet
el norte de un territorio común. (Las variantes de deben a la diferente escuela de transcripción
fonética. Entrevista con Rodrigo Villagra, de Paraguay, abogado y doctor en antropología social.
Santa Cruz, 4 de noviembre de 2015).
18 Grupo étnico Chorotis, que habita a ambos lados del Pilcomayo dentro de las actuales fronteras
nacionales tanto de Bolivia, como Argentina y Paraguay.

H. Y C. XL ♦ 119
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

30. Luigi Doménico Gismondi. Dos jefes 31. Luigi Doménico Gismondi. Tres jefes
“Charotes – Río Pilcomayo – Chaco “Charotes – Río Pilcomayo – Chaco Boliviano”.
Boliviano”. Foto Estudio Gismondi. La Paz. Foto Estudio Gismondi. La Paz.

32. Luigi Doménico Gismondi. Cuatro 33. Luigi Doménico Gismondi. “Charotes”,
jefes “Charotes – Río Pilcomayo – Chaco con un explorador o científico. Foto Estudio
Boliviano”. Foto Estudio Gismondi. La Paz. Gismondi. La Paz.

120 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

34. Luigi Doménico Gismondi. Grupo


de Charotes en medio de los cuales está
sentado Erland Nordenskiold. Foto Estudio
Gismondi. La Paz.

Gismondi muestra en su trabajo una aproximación más dialogal y simétrica,


más de igual a igual respecto de los protagonistas, más espontánea y natural que
la de Mascio en la década precedente y tampoco estuvo dominado por la mirada
científico-antropológica.
Los libros ilustrados19
Uno de los escasos libros que tienen ilustraciones sobre el Chaco y sus habitantes
es Bolivia de Marie Robinson Wright20 fue impreso y editado en Philadelphia en
1907.21 La Introducción está firmada y fechada por la autora en esa ciudad en 1906. La
obra tiene numerosas ilustraciones: 433 fotografías, 1 grabado y 1 Mapa de Bolivia
(Plegable, al final de la obra). En el libro, en los capítulos referidos a: “XXV Santa
Cruz. El centro de una opulenta región agrícola” y “XXVI Tarija. Exploraciones en el
Chaco”, hay varias imágenes referidas a ese espacio geográfico y a sus habitantes. Es
muy probable que ella misma hiciera fotografías durante su viaje por el país, aunque
con seguridad también habría comprado postales y positivos originales realizados
por fotógrafos que no se ha podido identificar. En el libro las imágenes referidas a las
tierras bajas y el Chaco son: “Cactus de Santa Cruz” (p. 400, imagen 288), “Trabajos
preliminares para la construcción de un camino carretero desde el Puerto Pacheco

19 Pedro Querejazu, Los libros ilustrados con fotografías. En: Revista “Historia y Cultura” de la
Sociedad Boliviana de Historia, No 37. La Paz, 2013. pp. 141-158. Ver también: Querejazu,
Pedro. “Imágenes y textos, los libros ilustrados con fotografías”. En: “Bolivia, lenguajes
gráficos”. Fundación Simón I. Patiño. La Paz, Bolivia, 2016. (En prensa).
20 Marie Robinson Wright (Newnan, Georgia, 1866 – Liberty, New York, 1914), fue autora de otros
siete libros además del libro Bolivia, 1907. http://onlinebooks.library.upenn.edu/webbin/book/
lookupname?key=Wright%2C%20Marie%20Robinson.
21 Copyright, 1907, by George Barrie & Sons. Printed and Published by George Barrie & Sons
Philadelphia. London C.D. Cazenove & Son, 26 Henrietta Street, Covent Garden, W. C. Paris: 19
Rue Scribe.

H. Y C. XL ♦ 121
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

sobre el río Paraguay” (p. 402, imagen 289), “Árbol gigantesco en Tarija” [El “Palo
borracho”], (p. 398, imagen 404), “Comisión Boliviana de Límites emplazada en
el Chaco” (p. 407, imagen 292), “Palmares del Gran Chaco” (p. 408, imagen 326),
“Escena en el río Pilcomayo” (p. 409, imagen 294), “Campamento de Chorotis en
los llanos del Chaco Boliviano” (p. 410, imagen 295), “Chorotis - Indios del Chaco”
(p. 445, imagen 333), “Tembetas – Indios de Santa Cruz” (p. 440, imagen 326).22

35. Fotógrafo anónimo. “Campamento de


Chorotis en los llanos del Chaco Boliviano”.
María Wright, Bolivia, 1907.

36. Fotógrafo anónimo. “Chorotis - In-


dios del Chaco”. María Wright, Bolivia,
1907.

37. Fotógrafo anónimo. “Tembetas – Indios de


Santa Cruz”. María Wright, Bolivia, 1907.

22 No he logrado averiguar a qué grupo étnico originario del Chaco pueda referirse el gentilicio
de Tembetas. Por el tipo de atuendo podría considerarse que son Chiriguanos de alguna de las
misiones franciscanas del Pilcomayo, caracterizados por el uso de tembetá, adorno del labio
inferior.

122 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

Por el contrario, el libro titulado Álbum del Primer Centenario de la República,


1925, que es el hito más alto entre los libros ilustrados referidos a Bolivia, es un
ejemplo del olvido negligente e invisibilización del inmenso territorio del Chaco y
sus habitantes.23
El primer tercio del siglo, los fotógrafos y las postales
He encontrado numerosas postales referidas a los habitantes originarios
del Chaco realizadas por fotógrafos hoy anónimos que circularon por ese amplio
territorio. Varios de ellos se ocuparon de imprimir y publicar como postales sus
propias fotografías. Sucedió también que las casas editoras usaron ulteriormente los
clichés de las fotografías originales sin acreditar la autoría de cada fotógrafo. Varias
de estas han sido publicadas en Bolivia por editoriales como: Editores Biggemann
& Co. Bolivia; Ediciones De Notta & Co.; Arnó Hnos. Editores; y Gonzáles y Medina
Editores, que tenían imprentas en La Paz o encargaban la impresión de las postales a
imprentas alemanas, polacas, francesas o españolas, así como otras que encontrado
impresas tanto en Paraguay como Argentina. Debieron circular profusamente pues
en algunos casos los matasellos las muestran como remitidas desde Potosí y Oruro,
en las tierras altas.
En todas ellas se aprecia un sentido documentalista, pero también una búsqueda
de lo exótico. Es de notar el énfasis en representar la desnudez de los personajes,
especialmente las mujeres, con un sentido edénico. Por supuesto que las poses de
las parejas o grupos de mujeres son naturales, es decir se presentan con naturalidad,
aunque forzadas porque no están acostumbradas a posar para nadie, como en:
“Bellezas indias. Indios del Chaco. Argentina”. Esas poses organizadas con mirada
de antropólogo distan mucho de aquellas de desnudos que por esos años se hacían
en las capitales europeas, en que las mujeres modelo posaban de manera estudiada
para artistas y fotógrafos.

23 A. Alarcón y J. Ricardo. Álbum del Primer Centenario de la República, Nueva York, 1925. Esta
monumental obra bibliográfica tiene 1.142 páginas con 2.491 ilustraciones fotográficas, mapas y
dibujos. Los mayores contribuyentes de imágenes a esta publicación fueron los fotógrafos Luigi
Doménico Gismondi, Max T. Vargas, Rodolfo Torrico Zamudio, Carlos Portillo y los Hermanos
Kavlin. Sin embargo, este libro tan sólo tiene una fotografía referida al Chaco pero no a sus
habitantes; es la titulada: “Oficina Radiográfica de Yaniba, Provincia del Gran Chaco.” p. 1101,
foto 2.

H. Y C. XL ♦ 123
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

38. Fotógrafo anónimo. Bellezas


indias. Indias del Chaco. Argentina.
Postal.

A continuación las presento por los grupos étnicos o apelativos con que los
personajes están designados.24 Estos nombres o descripciones corresponden a las
políticas de los editores que símplemente comercializaban imágenes del “buen
salvaje”, personaje típico y exótico. En varios casos las postales los presentan por
territorio y no por grupo.
Presento en primer lugar un grupo de imágenes referidas a los Chiriguano. Uso
este nombre porque es usado por varias fuentes, aunque no hay consenso sobre el
gentilicio atribuido a los incas referido a este gran grupo étnico. En la actualidad,
algunos de ellos se autodenominan: Chiriguano, otros: Guarayos y un tercero:
Guaraníes. Indios Chiriguanos de Cuevo, que muestra un matrimonio indígena
de Santa Rosa de Cuevo; Indios Chiriguanos en el baño Caiza – Gran Chaco.
Bolivia que muestra a un matrimonio joven tomando un baño en un arroyo; Indios
Chiriguanos Caiza – Gran Chaco. Bolivia que muestra a un grupo familiar de una
pareja con cuatro hijas.

24 He usado para presentar en este trabajo imágenes de postales de la Colección Sijbrand Kuiper,
en Ámsterdam, Holanda, que he podido examinar por anverso y reverso. En Internet se puede
encontrar una gran cantidad de imágenes de los habitantes del Chaco, que lamentablemente
carecen de datos.

124 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

40. Fotógrafo anónimo. Indios Chiriguanos en el


baño Caiza – Gran Chaco. Bolivia. Postal.

39. Fotógrafo anónimo. Indios Chirigua-


nos de Cuevo. Postal. 41. Fotógrafo anónimo. Indios Chiriguanos
Caiza – Gran Chaco. Bolivia. Postal.

Del grupo étnico de los Toba, cuya autodenominación es: Nam Qom,25 y sus
gentilicios masculino y femenino qoml’ec y qomlashe, respectivamente, presento
las siguientes: La Toba Pichagay. Colonia Crevau. Bolivia; Indios Tobas – Chaco
boreal. Bolivia. Lugar de la victimación del Señor Crevau 1882;26 Tobas Indias.
Paraguay. Joven Toba. Gran Chaco. Rep. Argentina.

25 https://pueblos-originarios-argetnina.wikispaces.com/Tobas, http://pueblosoriginarios.com/sur/
chaco/toba/toba.html (Consultado: 09-11-2015).
26 Esta imagen probablemente es fotografía de Arthur Thouar. Habría sido realizada en el lugar en
1883, durante la expedición entre Tarija y Asunción, encabezada por Daniel Campos.

H. Y C. XL ♦ 125
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

42. Fotógrafo anónimo. La Toba 43. Fotógrafo anónimo. Indios Tobas – Chaco
Pichagay. Colonia Crevau. Boliv- boreal. Bolivia. Lugar de la victimación del
ia. Postal. Señor Crevau 1882. Postal.

44. Fotógrafo anónimo. Tobas In- 45. Fotógrafo anónimo. Joven


dias. Paraguay. Postal. Toba. Gran Chaco. Rep. Argen-
tina. Postal.

126 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

Del grupo étnico de los Choroti, además de las antes presentadas obra de
Gismondi, están las siguientes postales: Indios Chorotis. Gran Chaco. Bolivia;
Indios Chorotis del Chaco. Bolivia.27 e Indios del Gran Chaco. Bolivia. [Chorotis].28

46. Fotógrafo anónimo. 47. Fotógrafo anónimo. In- 48. Fotógrafo anónimo. Indi-
Indios Chorotis. Gran Chaco. dios Chorotis del Chaco. Bo- os del Gran Chaco. Bolivia.
Bolivia. Postal. livia. Postal. Postal. Cromo- [Chorotis]. Postal. cromolo-
lotografía. Ed. Arnó Hnos. tografía. De Notta y Cía. La
La Paz. Paz.

De los Weenhayek, Indígenes del Pilcomayo. Bolivia, que representa al jefe de


los Noctenes y su familia;29 Indias matacas – Pilcomayo. Bolivia.30 y las que más
adelante se muestran, registradas por Luis Bazoberry.

27 Esta postal, cromolitografía, editada por Arnó Hnos Editores, es la misma que la siguiente
editada por Editores de De Notta & Co., también cromolitografía, aunque con distintos colores.
Probablemente ambas estén basadas en una fotografía de Vincenzo de Mascio.
28 En este caso se trata de Indios Chorotis, según se aprecia por la postal anterior. Cinco de las
postales estudiadas tienen el mismo título, pero muestran escenas diferentes.
29 Esta postal es fotografía de Vincenzo de Mascio. (Es la misma que figura en el informe del padre
Giannecchini: Fotografía 35, “El Rey o Gran Jefe de los Noctenes y su familia”. Calzavarini, Ob. cit.
30 Los llamados Matacos se autodenominan Weenjayec (Hombre diferente) en Bolivia y Wichis en
el Paraguay.

H. Y C. XL ♦ 127
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

49. Vincenzo de Mascio. Indígenes del


Pilcomayo. Bolivia, que representa al jefe
de los Noctenes [Weenhayek] y su familia.
Postal. Cromolitografía.

50. Fotógrafo anónimo. Indias mata-


cas – Pilcomayo. Bolivia. Postal.

Varias de las postales ubican a los indígenas en un territorio determinado, sin


dar indicaciones de su grupo étnico. Tal es el caso de la Provincia Cordillera del
Depatamento de Santa Cruz, en Bolivia, que en términos prácticos es la mitad sur del
actual Departamento, y que para la época de las tomas fotográficas abarcaba hasta
el centro del Chaco Boreal. Ejempos son: Indias de Cordillera. Santa Cruz Bolivia;
Indios de Cordillera. Santa Cruz Bolivia. y Salvajes de Cordillera. (Bolivia).

128 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

51. Fotógrafo anónimo. Indias de Cordillera. 52. Fotógrafo anónimo. Indios de Cordillera.
Santa Cruz Bolivia. Postal. Cromolitografía. Santa Cruz Bolivia. Postal. Cromolitografía.

53. Fotógrafo anónimo. Salvajes de


Cordillera. (Bolivia). Postal. Cromoli-
tografía.

Numerosas postales tienen titulos muy generales y que son usados


indistintamente para definir a varios grupos, como: Salvajes del Chaco. (Bolivia)
que muestra a indígenes al parecer Chorotis, sendados delante de sus viviendas de
estructura vegetal; mientras que con el mismo título otra postal muestra a un grupo de
cazadores con atuendos festivos. Un título que se repite es: Indios del Gran Chaco,
Bolivia, cromolitografía que muestra a una familia delante de un muro de tapial en
alguna de las misiones; Indios del Gran Chaco, Bolivia, que muestra a un grupo
familiar amplio, probablemente Chiriguano; o a un grupo de jóvenes cazadores, con
arco y flechas, delante de la maleza del monte; y a un par de jóvenes delante de una
empalizada.

H. Y C. XL ♦ 129
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

54. Fotógrafo anónimo. Salvajes del Chaco. 55. Fotógrafo anónimo. Salvajes del Chaco.
(Bolivia). [Probablemente Chorotis]. Postal. (Bolivia). [Ataviados en trajes de fiesta o de gurra,
Cromolitografía. con arcos y flechas]. Postal. Cromolitografía.

56. Fotógrafo anónimo. Indios del Gran Chaco. 57. Fotógrafo anónimo. Indios del Gran Chaco.
Bolivia. Postal. Cromolitografía. Bolivia. [Grupo familiar]. Postal.

58. Fotógrafo anónimo. Indios del Gran Chaco.


Bolivia. [Cazadores en medio del monte]. Postal.

130 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

59. Fotógrafo anónimo. Indios


del Gran Chaco. Bolivia. [Dos
hombres delante de empaliza-
da]. Postal. Cromolitografía.

Aunque en este trabajo me he refierido principalmente a los habitantes del


Chaco del actual territorio Boliviano previo a la Guerra del Chaco (dadas las
fechas de edición y remisión de las postales), he incluido algunas que mencionan a
indígenas de los citados grupos étnicos en los territorios nacionales de Argentina y
Paraguay. Un ejemplo es el de los Chamacocos, el grupo étnico Ishr, que actualmente
viven en un amplio territorio en la región nor oriental del Chaco Boreal, al norte
de Concepción, y próximo al río Paraguay. Los ejemplos son: Baronesa de Libet é
indios Chamacocos. Departamento de Santa Cruz – Bolivia.31 Indios Chamacoco.
Puerto 14 de Mayo.[Paraguay]. que representa a un grupo de niños puestos en fila,
delante de un tolderío a la sombra de grandes árboles; Chaco Boreal. Indios de la
tribu Chamacoco. [Paraguay] que muestra a tres hombres uno de ellos con tocado
de plumas y un arco con flecha, delante de un pajonal grande; Indios Chamacoco.
Puerto 14 de Mayo.[Paraguay] que nuestra a tres mujeres y un hombre jóvenes; y
Chaco Boreal. Indios Chamacoco. Río Nabiléque [Paraguay], que muestra a tres
indígenas probablemente en una hacienda agrícola.

31 Los Chamacocos son en la actualidad el grupo étnico Ishr, que viven en un amplio territorio
en la región nor oriental del Chaco boreal, al norte de Concepción, y próximo al río Paraguay.
Chamacocos, Xamococos o xamicocos sería una transfiguración de zamuco.

H. Y C. XL ♦ 131
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

60. Fotógrafo anónimo. Baronesa de Libet é 61. Fotógrafo anónimo. Indios Chamacoco.
indios Chamacocos. Departamento de Santa Puerto 14 de Mayo. [Paraguay]. Postal impresa
Cruz – Bolivia. Postal. Cromolitografía. en Argentina.

62. Fotógrafo anónimo. Chaco Boreal. 63. Fotógrafo anónimo. Indios Chamacoco.
Indios de la tribu Chamacoco. [Paraguay]. Puerto 14 de Mayo. [Paraguay]. Postal impresa
Cromolotografía. en Argentina.

64. Fotógrafo anónimo. Chaco Boreal. Indios


Chamacoco. Río Nabiléque [Paraguay]. Postal
impresa en Argentina.

132 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

Otro grupo que aparece en alguna de las postales es la de los Chinipis. Ejemplo
es: Toldería de Indios Chinipis, Chaco32; así como el de los Lenguas, ya presentado
en la obra de Gismondi, aquí como; Indios Lenguas [en canoa, Paraguay]. Dos
postales son interesantes pues aunque tienen el mismo título: Indios. Paraguay, sin
identificar los grupos étnicos, muestran dos grupos distintos, el primero pareciera
espontáneo y natural, en que el fotógrafo ha irrumpido en un espacio vivencial
comunitario, mientras el segundo muestra a un numeroso grupo de hombres en un
claro del monte.

65. Fotógrafo anónimo. Toldería de Indios 66. Fotógrafo anónimo. Indios Lenguas [en
Chinipis, Chaco. Postal. canoa, Paraguay]. Postal impresa en Asunción.

67. Fotógrafo anónimo. Indios. Paraguay. Postal. 68. Fotógrafo anónimo. Indios. Paraguay. Postal.

Muchas de las fotografías que presento en este texto y son parte integral del
mismo fueron tomadas por fotógrafos anónimos, amateurs probablemente, realizadas
como un ejercicio documental de la labor de las misiones franciscanas en el Chaco.
En el archivo del convento franciscano de Tarija he encontrado numerosas fotografías

32 No he encontrado referencias a este grupo étnico.

H. Y C. XL ♦ 133
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

que fueron hechas en la segunda, tercera y cuarta décadas del siglo XX. Este archivo
tiene una importante colección que está pendiente de ordenar y conservar.
Hay un álbum que denomino “Álbum 2” que contiene 101 fotografías de
diferentes épocas. Entre ellas he seleccionado algunas por su importancia. Una
primera foto representa a un grupo de Jefes indígenas con sus esposas, en Ivu, que
muestra a cinco hombres mayores, acaso todos jefes, y cinco mujeres mayores, una
de las cuales sostiene un niño bastante crecido. Una segunda muestra a un religioso
franciscano en medio de quince indígenas separados en dos grupos, mujeres y
varones, delante de una casa grande de techo de paja; data de hacia 1918 y por
el reverso tiene la inscripción: “Il Missionario chatechizando un gruppo d’infedeli
(Ivu)”. Una segunda fotografía del mismo grupo muestra al religioso, a tres indígenas
varones y nueve mujeres, entre ellas tres jóvenes.

69. Fotógrafo anónimo. Hacia 1918. Jefes 70. Fotógrafo anónimo. Hacia 1918. Il
indígenas con sus esposas. (Ivu). Álbum missionario catechizzando un grupo d’infideli.
2. Archivo y Biblioteca del Convento de (Ivu). Álbum 2. Archivo y Biblioteca del
Franciscano de Santa María de los Ángeles. Convento de Franciscano de Santa María de los
Tarija. Ángeles. Tarija.

Hay también numerosas fotografías que al parecer datan en su mayoría de entre


1915 y 1922. El tema más frecuente es el de las escuelas de niñas indígenas de
varios lugares, grupos grandes y pequeños, incluso detalles como el de un taller
fememenino en que niñas chiriguano están trabajando en dos telares; La última de
ellas tiene la inscripción: “Escuela de Niñas Chiriguanos – Misión Tigüipa” que
muestra a 26 niñas de diferentes edades, a un costado la maestra y al centro, atrás, el
religioso franciscano responsable de la misión.

134 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

71. Fotógrafo anónimo. Hacia 1918. Niñas


Chiriguano trabajando en telares en la escuela
de Ivu. Álbum 2. Archivo y Biblioteca del
Convento de Franciscano de Santa María de los
Ángeles. Tarija.

En una caja que para los efectos denomino como “Varias s. XX”, hay un par
de fotografías de 1920. Una es el retrato de un indígena de edad avanzada, sentado,
en cuyo reverso tiene la inscripción: “Mandeponai, el Gran / Capitán de la raza
Chiriguana de la Misión de Macharetí.” La segunda muestra un grupo de franciscanos
e indígenas, que por el reverso tiene la inscripción: “1920 – Visita de Monseñor
Uliselli a Macharetí / con el P. Joaquín Remedi (a la derecha) / A la izquierda al fondo
el Capitán Mandeponai” / Junto al Capitán Mandiponai el P. Santiago Romano”.

72. Fotógrafo anónimo (LM). Mandeponai.


El Gran Capitán de la raza Chiriguana de la
Misión de Macharetí. 1920. Álbum “Varios
s.XX”. Archivo y Biblioteca del Convento de
Franciscano de Santa María de los Ángeles.
Tarija.

H. Y C. XL ♦ 135
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

73. Fotógrafo anónimo. 1920. Visita de


Monseñor Miselli a Macharetí con el
Padre Joaquín Remidi (a su derecha). A la
izquierda, al fondo, el Capitán Mandeponai.
Junto al Capitán el P. Santiago Romano.
Álbum “Varios s.XX”. Archivo y Biblioteca
del Convento de Franciscano de Santa María
de los Ángeles. Tarija.

El pintor y fotógrafo Karl Dreyer, activo en Perú y Bolivia, estuvo en el Chaco


Boreal y realizó fotografías cuyas fechas no se han podido precisar, entre ellas una
estación de ferrocarril fronteriza y varios grupos de indígenas, que por su atuendo
parecieran pertenecer a los habitantes del Chaco en Argentina.
La Guerra del Chaco
El registro fotográfico durante la Guerra del Chaco fue realizado tanto por vari-
os fotógrafos profesionales “oficiales” como por otros amateurs. En estos la incorpo-
ración de los habitantes del Chaco es más amplia que la que más adelante se describe
para la tarea de los artistas. No obstante, es proporcionalmente pequeña respecto al
número total de fotografías. Un ejemplo es la serie de dibujos realizados por Roland
Khunle, con base en fotografías, que el Gobierno boliviano imprimió como postales,
con claros fines propagandísticos.33
Son famosas las fotografías realizadas por Luis Bazoberry (Cochabamba, 1902-
Cochabamba, 1964), tres de las cuales están incluidas en el libro Historia (Gráfica)
de la Guerra del Chaco, en la que se ilustran los siguientes temas: Campamento
de indios Matacos; Cnl. Peñaranda y Cnl. Toro con un misionero y un indio de …;
Muchachas de la tribu Matacos y Reunión de indios Matacos.34

33 Pedro Querejazu, 2008, pp. 109-136.


34 Baptista Gumucio, Mariano. Historia (Gráfica) de la Guerra del Chaco. La Paz, 1976. pp. 108,
143 y 155. La tapa del libro tiene un letrero que dice: Pinturas de Gil Coimbra / Fotografías
de Luis Bazoberry. En el interior reproduce en blanco y negro 21 pinturas de Coimbra; 117
fotografías de Bazoberry, y al final 15 fotografías de Maldonado; además de 10 mapas y 12
reprografías de recortes de prensa.

136 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

74. Luis Bazoberry, 1934. Campamento de indios


Matacos; Cnl. Peñaranda y Cnl. Toro con un
misionero y un indio de ...; Colección particular.
Cochabamba.
75. Luis Bazoberry, 1934.
Muchachas de la tribu
Matacos. Colección particular.
Cochabamba.

76. Luis Bazoberry, 1934. Reunión


de indios Matacos. Colección
particular. Cochabamba.

No he encontrado reprentaciones de los habitantes del Chaco anteriores a 1940


en la pintura hecha en Bolivia, salvo algunos dibujos realizados durante la Guerra
del Chaco. El dibujo y la pintura fueron usados por los medios de propaganda del
Gobierno, mediante el envío de varios artistas que fueron llevados a los distintos
teatros de operaciones con el fin de hacer un registro visual. La influencia de las
cultura francesa y alemana impregnadas en la alta sociedad de las ciudades del país,
llevaron al gobierno a adoptar esa actitud. Los artistas invitados fueron Cecilio

H. Y C. XL ♦ 137
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

Guzmán de Rojas, Arturo Reque Meruvia, Raúl González Prada y Gil Combra
Ojopi. También se conservan numerosos dibujos y pinturas realizados por autores
no profesionales como Jorge Torres Donoso; sin embargo no he encontrado en su
producción imágenes referidas a los habitantes originarios del Chaco.
“Es preciso considerar que para cuando se inició la guerra, tanto la fotografía
como la cinematografía habían probado y demostrado su capacidad tecnológica y
la fidelidad de registro. Con estos medios se hicieron importantes e interesantes
registros de la guerra en sus muy diversas facetas. No obstante, es evidente que hubo
una intención de usar las artes visuales tradicionales, el dibujo y la pintura, como
instrumentos de información y comunicación visual y además de transmisión de
ideas políticas e institucionales.”
“Desde la perspectiva de la pintura, la Guerra del Chaco tuvo peculiaridades
que determinaron los resultados que se conocen. Una de las constataciones es que
el lugar de las acciones militares era imposible de pintar, tanto en el sentido real
como en el metafórico. El terreno y territorio del Chaco se caracterizó por ser plano
y desolado, escasamente poblado por indios de diferentes grupos étnicos, y cubierto
por yerbales altos en el campo abierto y por tupidos bosques de vegetación baja
e impenetrable de matorrales, árboles chaparros, espinosos y enmarañados unos
con otros. No había posibilidad real de representar grandes escenarios ni grandes
formaciones militares en acción. En ese contexto los soldados bolivianos (y otro
tanto los paraguayos) lucharon y combatieron casi sin llegar a ver al adversario.
Esa situación de invisibilidad y de monte cerrado antes los ojos de los pintores
condicionó su manera de representar el frente.”35
Sólo dos de los artistas mencionados hicieron registros y representaciones de
los habitantes del Chaco; ellos fueron Guzmán y Prada.
“Cecilio Guzmán de Rojas, (Potosí, 1899 + La Paz, 1950). … De su mano se
conservan cerca de sesenta dibujos y acuarelas realizados en el frente. La mayor
parte de los dibujos son realmente bocetos. … Entre ellos están dos: Mujer indígena
Tapiete fumando, y Mujer indígena sentada (presumiblemente también Tapiete).36
También tiene dos dibujos de prisioneros paraguayos que por su fisonomía parecieran
habitantes originarios del Chaco. Guzmán, probablemente influido por Prada, dibujó
también plantas chaqueñas del tipo ágave, troncos secos de árboles de algarrobo,
así como realizó numerosas acuarelas algunas de las cuales muestran el paisaje
chaqueño.

35 Pedro Querejazu, 2008. pp. 5-11.


36 Pedro Querejazu, 2008. p. 49.

138 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

77. Cecilio Guzmán de Rojas. 78. Cecilio Guzmán de Rojas.


Mujer indígena Tapiete fuman- Mujer indígena sentada. [Presu-
do. 1934. Colección particular. miblemente Tapiete]. Colección
La Paz. particular. La Paz.

“Raúl G. Prada, (Cochabamba, 1899 + Cochabamba, 1997). … Ingresó a la zona


de guerra hacia el segundo tercio del año 1934. Tras varios meses de estadía allí retornó a
Cochabamba donde elaboró numerosas obras con base en los apuntes realizados en el frente.
Expuso 79, entre el 16 y el 23 de diciembre de 1934 en el Club Social de Cochabamba, y
posteriormente en La Paz y Oruro. Los familiares y descendientes conservan numerosos
dibujos y acuarelas realizados por el artista en el teatro de la guerra. 16 dibujos, realizados
con lápiz grafito sobre papel, en general se caracterizan por las líneas definidas y precisas.
No se trata de apuntes rápidos sino de trabajos en los que el artista fue por etapas; el mayor
énfasis está en la cara de los retratados, como en Maximiliano Nava. Reg. 18 (Tuncupasa,
Caupolican, con larga residencia en Rivera Alta. Origen Tacana), y Cabo Juan. Guía
del destacamento Arrieta a Fernández. (Autóctono de Arce) Regimiento Lanza, Grado
Sargento, Ballivián, 14-V-1934,” que son obras maestras en el género. Son dramáticos
y expresivos sus dibujos de troncos retorcidos y secos. “11 acuarelas representan
paisajes, desde la impresión hecha a con manchas de color de la Trinchera y su puesto de
observación hasta las más elaboradas como el Cactus y los tres amaneceres y Atardeceres
del río Pilcomayo con el sol rayando en el horizonte y reflejado en las aguas, o las dos que
representan las Orilla del Pilcomayo y los Farallones del río, a las que se añaden las tres
que representan Poblaciones chaqueñas y el Fortín empalizado, …”37

37 Pedro Querejazu, 2008. pp. 69-87.

H. Y C. XL ♦ 139
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

79. Raúl G. Prada. Maximilia- 80. Raúl G. Prada. Cabo Juan.


no Nava. Reg. 18 (Tuncupasa, Guía del destacamento Arrie-
Caupolican, con larga residencia ta a Fernández. (Autóctono de
en Rivera Alta. Origen Tacana). Arce) Regimiento Lanza, Grado
1934. Colección particular. Co- Sargento, Ballivián, 14-V-1934”,
chabamba. 1934. Colección particular. Co-
chabamba.

Las maneras de mirar


Las fotografías y postales del siglo XIX, como las de Mascio, tienen el carácter
de registro etnográfico. Se retrató a los personajes, individuos o grupos, con carácter
documental, como a especímenes de estudio, de manera formal y distante, aunque no
por eso la mirada dejase de tener un eventual admirativo tinte romántico respecto del
“buen salvaje”. Para el inicio del siglo XX fue cambiando la mentalidad y la actitud
de los fotógrafos, así como de la sociedad que recibía y consumía esas imágenes;
ya no se les trató como especímenes sinó como personas que eran retratadas,
aspecto apreciable en la obra de Luis Domingo Gismondi. Décadas más tarde, como
durante la Guerra del Chaco, por ejemplo, se manejó el criterio más antropológico y
periodístico de fotoreportaje, con miradas que intentaron ser casuales y testimoniales,
independientemente de que a veces hubiera que hacer posar a las personas o grupos.
Esto es apreciable en las fotografías que Luis Bazoberry.
Al parecer, desde mediados del siglo XX se encuentran registros de los indígenas
hechos por ellos mismos. El fenómeno referido se produjo en gran parte gracias al
progreso de la tecnología fotográfica, a la reducción de los tamaños y pesos de las
cámaras fotográficas así como al abaratamiento y accesibilización de los procesados

140 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

fotográficos. El fenómeno se ha multiplicado exponencialmente con la aparición


de la fotografía digital, que incluye también el video digital, acompañado por la
divulgación de las computadoras y otros medios electrónicos que han transformado
los mecanismos y lenguajes de registro y autorepresentación.
Conclusión
Al condiderar el material reunido, analizado y presentado en este trabajo, se
hace evidente que se trata de una mirada desde los ojos del blanco “civilizado” de
las urbes respecto del otro considerado como “no civilizado”; mirada paternalisa y
romántica del “buen salvaje”. No he encontrado dentro del periodo que este texto
abarca, ninguna representación o imagen realizada por “ellos”, por los originarios
con su mirada sobre ellos mismos.
Por otra parte, coincide que casi todos los registros visuales que he encontrado
están relacionados con los accesos de las tierras altas siguiendo el curso del río
Pilcomayo, en los actuales territorios chaqueños de los departamentos de Chuquisaca,
Santa Cruz y Tarija y en antiguo Chaco Boreal boliviano.
No he encontrado aún registros de los habitantes del sector central y oriental del
Chaco boreal más próximos al río Paraguay.
Por lo expuesto, queda claro que la representación por medios visuales de los
habitantes del chaco es pequeña en comparación con la gran cantidad de imágenes
que se tiene de los originarios de las tierras altas y los valles mesotérmícos. No
obstante, sí hay una buena cantidad de material histórico que vale por sí mismo y
que también sirve de referencia para comparaciones con la realidad actual, y poder
apreciar la evolución de estos pueblos, su pervivencia y la manera en que hayan
podido ser afectados por el mundo y la tecnología contemporáneos y compararla con
la manera en que hoy ellos se registran y se representan.
Sería interesante considerar la posibilidad de hacer análisis comparativos entre
las fotografías tempranas realizadas por los foráneos y las actuales realizadas por los
indígenas de sí mismos. Probablemente, teniendo en cuenta las diferencias de mirada
a lo largo del tiempo, es que pudiese establecerse el impacto y agresión de la cultura
occidental y sus intereses económicos sobre los habitantes del Chaco en la actualidad
y sobre su extenso territorio.
Santa Cruz, octubre de 2015; La Paz, agosto de 2016.

H. Y C. XL ♦ 141
La representación de los habitantes del Chaco desde la imagen

Bibliografía
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Querejazu, Pedro. El dibujo en Bolivia. Fundación BHN. La Paz. Bolivia. 1996.
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142 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

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Querejazu, Pedro “Miradas desde la otredad. La construcción de la imagen de Bolivia
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(En prensa).
Thouar, Arthur, A través del Gran Chaco. 1883-1887 (trad. de Carmen Bedregal y
Teresa Bedoya de Ursic), La Paz, Editorial Los Amigos del Libro, 1997.

H. Y C. XL ♦ 143
“Foto René”, fotografía de
René Céspedes y Aída Troncoso 1

Pedro Querejazu Leyton


Academia Boliviana de la Historia

Gerardo René Céspedes Paz nació el año 1931 en la ciudad de Cochabamba


y falleció en La Paz en enero de 2016. Su padre era oriundo de Chile; su madre de
Cochabamba. René pasó la mayor parte de su infancia en Uyuni y un año en Calama.
Cursó la educación básica en Uyuni, en el Colegio “Aniceto Arce”, hasta sus 13
años en que completó el 6° de primaria (Hizo un curso en Chile). Tras la muerte de
su padre, fue a Cochabamba para reunirse con su madre y hermanos. La mamá era
propietaria y atendía una finca en el área rural, en Challoma, con varios de sus hijos,
mientras que René vivió en la ciudad con su hermano mayor en una casa de la calle
Nataniel Aguirre. A los 14 años, ingresó al servicio scout; en tales circunstancias,
participó el año 1946 en un encuentro nacional de scouts en Cochabamba. Después
continuó el colegio hasta el 5º de secundaria.

1 Conocí a René Céspedes gracias a su nieto Álvaro Martínez Céspedes, que en una oportunidad me
vio usando equipo fotográfico. En la conversación surgió mi relación con la fotografía y mi interés
por escribir una historia sobre el tema. La información consignada en este trabajo es producto y
resultado de dos entrevistas del suscrito con el fotógrafo, tenidas en La Paz, el 18 de abril y el 13 de
octubre de 2015. Aquí sólo consigno datos relacionados con la historia de la fotografía en Bolivia.
La historia personal de René Céspedes está llena vicisitudes, de momentos duros y dramáticos así
como de anécdotas, que no incorporé aquí pues considero que pertenecen a la vida privada del
fotógrafo.
Después de escribir y entregar una primera versión de este texto, tuve acceso al siguiente docu-
mento inédito gracias al cual pude precisar algunos datos: Mirka Wanda, Slowik, Crónica final:
Pintar historias con un lente fotográfico – la historia del estudio fotográfico de don René Céspedes,
Seminario de Práctica Creativa IV. Carrera de Literatura. Facultad de Humanidades y ciencias de la
Educación. Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, 01-12-2013. (Texto inédito).

H. Y C. XL ♦ 145
“Foto René”, fotografía de René Céspedes y Aída Troncoso

En 1947 conoció a un fotógrafo, el señor García, que tenía su estudio “Foto


García” en la Plaza 24 de Septiembre en Cochabamba y entró como aprendiz y
ayudante. Trabajó con García durante un año y aprendió todo el proceso fotográfico,
aunque dadas sus dotes, se desempeñó más en el laboratorio de revelado y positivado
y en el retoque fotográfico. Durante ese lapso trabajó con él durante el día y terminó
el bachillerato en el turno nocturno en el colegio “Alejo Calatayud”.
A partir de 1948, tras obtener el bachillerato en humanidades, René trabajó por
más de tres años en el estudio “Foto Studio Bené”, del fotógrafo de origen alemán
Gerhard Benech, ubicado en la Calle Baptista, en Cochabamba.2 El prestigiado
estudio tenía mucho trabajo con clientes de la sociedad de Cochabambina. Se atendía
mediante cita previa a ocho clientes por día. Cada sesión duraba una hora en la que
se hacían varias tomas en varias poses. En este estudio trabajó en los procesos de
revelado de los negativos y ampliación de los positivos. Allí conoció a la señorita
Aída Troncoso (c.1930-) que hacía retoque e iluminación de las fotografías y también
retratos al óleo basados en las fotos. Ella enseñó a René a pintar al óleo. Aída era hija
del fotógrafo José Troncoso, activo en esa ciudad.
En un momento dado el Señor Benech decidió retirarse y cerrar el estudio, que
finalmente vendió a un ciudadano alemán apellidado Weissner.3 Benech liquidó a los
diez empleados con los que trabajaba; René recibió una indemnización Bs.10.000
que por entonces era una buena suma de dinero. En ese momento Él y Aída recibían
sueldos de entre Bs. 7.000 y 8.000 por mes, mientras que un obrero recibía por esa
época un salario promedio de Bs.1.500 mensuales.
Poco antes, en 1950, Aída y René habían contraído matrimonio. Su plan fue
establecer un estudio fotográfico propio. Con el tiempo, la pareja tuvo cuatro hijos:
Daisy, Nelson, Boris y Grisell.

2 Este estudio funcionó antes, al final de la década de los 1930 y los primeros años de la década de
1940, en la calle Cristóbal Colón, núm. 44. Para 1945 estaba ubicado en la calle Mariano Baptista,
núm. 161, que corresponde al recuerdo de René Céspedes.
3 Es posible que los nombres de algunos fotógrafos mencionados por René Céspedes no sean exac-
tos. Se han transcrito aquí tal como él los recuerda. Tan pronto la información sea verificada se
harán las correcciones pertinentes.

146 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

01. René Céspedes. Los esposos Aída Troncoso y 02. René Céspedes. Los esposos Aída y René.
René Céspedes, con acompañantes en la campiña La Paz, 1953. Autorretrato iluminado con color.
de Cochabamba. Hacia 1950. Autorretrato con Positivo original, gelatina-plata. Archivo “Foto
temporizador. Positivo original, gelatina-plata. René”. La Paz.
Archivo “Foto René”. La Paz.

03. René Céspedes. Cuatro hermanos. La Paz, 04. René Céspedes. Grisell Céspedes
hacia 1980. Positivo original, gelatina-plata. Troncoso. La Paz, hacia 1970. Retrato ilu-
Archivo “Foto René”. La Paz. minado con color. Positivo original, gela-
tina-plata. Archivo “Foto René”. La Paz.

H. Y C. XL ♦ 147
“Foto René”, fotografía de René Céspedes y Aída Troncoso

Al inicio del lapso de tres años en que René trabajó con Benech, conoció a
Antonio Miranda, oriundo de Chile, que por entonces, según Céspedes, era uno
de los mejores fotógrafos activos en La Paz, dueño del “Studio ANMI” en esta
ciudad. El mismo estaba ubicado en la primera cuadra de la Calle Socabaya, frente
a la Casona de los “Condes de Arana”, hoy Museo Nacional de Arte, en una de
las tiendas redondas que existen entre los contrafuertes que sostienen la Catedral.
Miranda contrató a René Céspedes para que le hiciera en su estudio el trabajo de
positivado, retoque e iluminación coloreada. Entonces René acudió al estudio todos
los domingos durante tres meses, Tomaba el primer vuelo del Lloyd Aéreo Boliviano,
LAB, en Cochabamba, a las 7:30 de la mañana y llegaba a La Paz a las 8:30 o 9:00
y trabajaba en el estudio durante ocho horas. Posteriormente volvía al aeropuerto
y tomaba un vuelo de retorno a Cochabamba. También hizo ese tramo durante dos
meses en ferrocarril. Cada domingo producía y entregaba diez fotos en colores; para
ello usaba pinturas al óleo “Marsall”. Los retratos eran en blanco y negro y en sepia
que René viraba y coloreaba. René afirma haberle enseñado a Miranda el acabado
fotográfico en sepia, usando prusiato rojo y sulfuro de sodio. Dada la ocasional
carencia de químicos Kodak de importación, para conseguirlo acudió alguna vez a
una curtiembre que lo usaba sistemáticamente como parte de su proceso industrial,
con la salvedad que ellos le entregaban a René el producto en forma granulada y él
tenía que molerlo en polvo y diluirlo para luego usarlo.
En 1953 René Céspedes hizo un viaje a Santa Cruz de la Sierra para tantear el
mercado para la fotografía de retrato profesional. Instaló un estudio provisorio en
un hotel ubicado en la plaza principal. Allí realizó retratos a numerosas personas
de la sociedad cruceña, la mayoría de ellas señoritas, convencidas por la calidad
de las muestras fotográficas que él llevó consigo. Por entonces, en esa ciudad sólo
había energía eléctrica entre las 18:00 y las 23:00 horas, con lo que el trabajo de
laboratorio solo pudo realizarlo en esos momentos. Por eso volvió a Cochabamba,
y allí procesó todo el trabajo. Dos meses después volvió a Santa Cruz y con ayuda
de los empleados del hotel donde había estado hospedado, buscó a las cerca de 40
personas a las que había retratado. Entregó los materiales encargados y cobró los
saldos y retornó a Cochabamba. Recuerda el nombre de una de ellas, Gisela Bruche,
cuyo padre quedó muy contento al recibir los positivos, pues la repentina ausencia
de Céspedes hizo pensar inevitablemente a esos clientes que se trató de una estafa,
que no fue.
En 1954, con su esposa Aída y sus hijos se instalaron en La Paz. Pusieron su
primer estudio llamado “Foto René” en la calle Genaro Sanjinés, donde estuvieron
activos alrededor de dos años. Su esposa Aída colaboró constantemente con él

148 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

en el trabajo de retoque e iluminación y coloreado de los positivos. Varios de los


hijos colaboraron también temporalmente en el estudio, haciendo procesados de
laboratorio y ayudando con la iluminación.
En esta ciudad René ingresó al Círculo de Fotógrafos Profesionales de La Paz
para establecer relaciones y ampliar su actividad. Allí conoció a muchos otros colegas
como Luis Adolfo Gismondi Morán y a los cochabambinos García y Paz Soldán.

05. Autor no identificado. Círculo de Fotógrafos Profesionales


de La Paz, 1955. René Céspedes de pie con traje oscuro, en el
extremo derecho. Positivo original, gelatina-plata. Archivo “Foto
René”. La Paz.

Su segundo estudio estuvo en una casona ubicada en la calle Yanacocha, en la


esquina con la calle Comercio. Trabajó y atendió al público allí durante veinte años.
La casa era de un señor Salvietti, de origen italiano. Cuando éste vendió la casa,
René Céspedes tuvo que buscar un nuevo lugar.
Su tercer estudio estuvo ubicado en la calle Cristóbal Colón No 555, casi en la
esquina con la calle José Ballivián, frente a la Capilla del Convento de las Carmelitas
Descalzas. El dueño de casa era nieto del Presidente José Ballivián. Su estudio
estuvo en ese lugar durante cuatro años, hasta que el propietario vendió la casa y
René nuevamente se vio obligado a mudarse.

H. Y C. XL ♦ 149
“Foto René”, fotografía de René Céspedes y Aída Troncoso

06. Aviso publicitario. Serán niños para siem-


pre en retratos hechos por “Foto René”. Co-
lón 555. Casi esquina Ballivián. La Paz, ha-
cia 1970. Cartulina ilustrada a mano. Archivo
“Foto René”. La Paz.

El cuarto y último estudio estuvo ubicado en el lado noroccidental de la Plaza


principal “Pedro Domingo Murillo”, en una casona de la Familia Mendoza, pocos
pasos más debajo del edificio de la Caja Nacional de Salud. Su estudio funcionó allí
más de veinte años, hasta el año 2000 en que lo cerró definitivamente.
Al liquidar el estudio entregó a su ayudante, un tal Luis, buena parte de su
equipo fotográfico como liquidación y pago de indemnización. Dada la práctica
común entonces, y para el mejor servicio de los clientes, le dejó también el archivo
de las últimas 10.000 fotografías.
A lo largo de cuarenta y seis años de ejercicio profesional René Céspedes y Aída
Troncoso habrían producido y reunido más de 100.000 negativos. Entre su equipo
tuvo una ampliadora Solar, para placas de formato grande y mediano, y todo el equipo
de laboratorio, como tanques para revelado de negativos, tinas para positivado, y
toda clase de utensilios requeridos en el oficio. Tuvo numerosas cámaras fotográficas
de diferentes formatos, desde las grandes de madera y fuelle, como una Yamaza con
lente de 45cm. y obturador de relojería de hasta 1/500” para placas grades de 38 x 28
cm para estudio; otra de formato 18 x 24 cm también de placas de vidrio; de formato
medio portátiles de placa de 10 x 12,5cm de fuelle plegable, hasta las de película en
rollos 120, como una Mamiya 6 x 7. Parte de ese equipo lo dio a su ayudante Luis,
pero también conservó un importante número de ampliadoras y cámaras.
Al cerrar definitivamente el Estudio René, trasladó su equipo y su archivo a
la casa que tiempo antes había hecho construir junto con su esposa, en la calle 27
del barrio de Cota-Cota, donde han vivido varias décadas acompañados por su hija
menor Grisell. Viviendo allí, un colega Alfredo Gallo, menor que René, que ya tenía
un estudio en la Calle 21 de Calacoto, le insistió en que reabriese su estudio en
esa zona. La posibilidad se frustró cuando, el año 2005, unos ladrones entraron en

150 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

la casa y robaron expresa y exclusivamente todo el equipo fotográfico guardado


en el depósito. A causa del atraco los archivos de negativos quedaron bastante
desbaratados, pero René los reordenó; aunque no logró recuperar el equipo.
Céspedes recuerda que cuando llegó a trabajar a La Paz, los fotógrafos estaban
tácitamente divididos entre los de “estudio” y los “flachistas”, caracterizados por
usar flashes de bulbo o electrónicos para su trabajo de reportería gráfica y registro
de eventos sociales. Céspedes no desarrolló esta línea de trabajo; el único intento
de ese tipo lo hizo convencido por un amigo que trabajaba como fotógrafo en USIS
y según Céspedes la experiencia resultó un fracaso. Acudieron sin invitación a una
fiesta que el Embajador de un país vecino a Bolivia hizo para festejar el matrimonio
de una hija. Hicieron numerosas fotografías del evento en la iglesia, las revelaron
y positivaron rápidamente, y luego las mostraron a los asistentes a la fiesta, que
alabaron su trabajo; ellos habían hecho positivos de 20 x 25 y 13 x 18 cm y se
los ofrecieron a los invitados. Sin embargo, se les pidió dejar el evento habida
cuenta que había un fotógrafo profesional contratado para registrarlo. Entonces,
decepcionados, destruyeron tanto los positivos como los negativos. Días después
un delegado del Embajador, tras indagar entre los colegas del gremio y ubicarlos,
los buscó porque el fotógrafo contratado había incumplido su tarea debido a que
se le velaron los negativos durante el revelado. René, renuentemente, recuperó y
reprografió las pruebas de contacto que, felizmente no habían destruido, y logró unas
buenas ampliaciones y buen rédito económico, pero no quiso repetir la experiencia a
causa del mal trato de que fueron objeto.
La especialidad de René Céspedes junto con su esposa Aída fue el trabajo en
estudio, el retrato social formal de individuos o grupos. Realizaba regularmente
entre cuatro y ocho sesiones de retrato por día, haciendo varias poses de sus clientes,
según la naturaleza de sus requerimientos. Hacía este trabajo usando diferentes
tipos de telones de fondo y “props”. Usaba iluminación artificial de luz halógena,
photofloods, y la cámara montada sobre trípode. Posteriormente realizaba el
procesado de los negativos y las ampliaciones a diversos tamaños, con base en una
ampliadora para placas. Parte del producto final era la iluminación y coloreado de
los positivos, tarea que desempeñaba diestramente su esposa Aída. René hizo muy
ocasional y excepcionalmente fotografía para documentos de identidad. La calidad
del trabajo de iluminación realizado por Aída era tal que se hace difícil distinguir un
positivo iluminado de un positivo en color.
René guarda todas las placas y películas en sobre colocados en cajas de cartón
que él ha adaptado. Los negativos y positivos de prueba están guardados en sobres
postales cortados por la mitad y numerados. Los conserva junto con todos los

H. Y C. XL ♦ 151
“Foto René”, fotografía de René Céspedes y Aída Troncoso

cuadernos de clientes, donde, registrados por años, figuran los nombres en orden
alfabético, con el número de teléfono y el código de referencia de los negativos y
positivos de prueba. Guarda también una mínima parte de ejemplos de su trabajo
fotográfico, la mayoría de los cuales nunca fueron recogidos por los clientes, y que
todavía tenía la esperanza de poder entregar.

07. Una de las cajas de cartón con negativos 08. Grupo de libretas de registro de clientes. Se
dispuestos en sobres, por orden alfabético, por guardan todas las libretas identificadas por años,
año de la toma. donde se consignan por orden alfabético los
nombres de los clientes atendidos por cada año,
con número de archivo de negativos y teléfonos
y direcciones de los retratados.

Dada la reducida cantidad de positivos que he podido examinar, es muy difícil


establecer y determinar el “estilo” fotográfico de René. Su trabajo es muy pulcro
dentro de lo que se estiló desde la primera mitad del siglo XX y que se estableció
como el retrato tradicional. Su trabajo fue de retratos formales ya fuesen individuales
o de grupo, con las personas adecuadamente vestidas para la ocasión, en poses de
salón.
René Céspedes y Aída Troncoso han sido y son patrimonio paceño viviente,
portadores del conocimiento y de una manera de concebir y de hacer la fotografía,
con el que realizaron el registro de los habitantes de La Paz durante casi medio
siglo. Sorprende hoy que la técnica de la fotografía en blanco y negro iluminada con
colores, acuarelas y/u óleos, que empezó a practicarse en las dos últimas décadas del
siglo XIX, se hubiera practicado y haya pervivido en La Paz hasta el último año del
siglo XX. La fotografía en color, con antecedentes en la primera mitad del siglo, fue
desarrollada industrialmente a partir de la década de 1960, y en Bolivia fue de uso

152 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

común ya durante la década de 1970, hasta desplazar casi totalmente a la fotografía


en blanco y negro a fines de la de 1980, y ser desplazada a su vez por la fotografía
digital al final del siglo.
El trabajo de René Céspedes y Aída Troncoso es una muestra de amor por el
oficio, de seriedad profesional y de búsqueda de la excelencia y la perfección, que
fue apreciada por una clientela que permaneció fiel al proceso y al resultado. Podría
decirse que la persistencia de René en la calidad y el uso de medios tradicionales
le dieron la razón al final; sus fotografías en blanco y negro, viradas e iluminadas,
han durado y tienen más durabilidad que aquellas que se hicieron en color,
independientemente de las mejoras de la tecnología en este rubro. Hoy, la irrupción
de la tecnología de la fotografía digital pareciera haber dejado en obsolescencia
los procesos de la fotografía de negativos y positivos basados en las sales de plata
fotosensibles, “analógica” como hoy se la define. Sin embargo, cabe una pregunta
pertinente: ¿Qué duración tiene una fotografía digital? ¿Qué vida de archivo tienen
los soportes digitales? ¿Cada cuánto tiempo hay que migrar y actualizar los archivos
informáticos para que no se pierdan por ilegibles? Eso es especialmente importante
cuando en los tiempos que corren se hace una enorme cantidad de fotografías, casi
sin ver ni mirar lo que se fotografía ni lo producido y se constata la rapidísima
obsolescencia de técnicas y medios informáticos.
El notable archivo fotográfico de “Foto René”, especializado en el retrato de
estudio durante la segunda mitad del siglo XX en La Paz está en riesgo de perderse.
El riesgo no está tanto en que los autores y herederos destruyan el material que han
conservado tan celosamente hasta ahora, sino que el olvido disuelva su memoria y
su trabajo, como ha sucedido con infinidad de casos semejantes a lo largo y ancho
del país y de la historia reciente.
La Paz, abril y junio de 2015, octubre de 2016.

H. Y C. XL ♦ 153
Sufragio universal y democracia en
Bolivia (1952-2017): las tensiones
de una relación compleja

Salvador Romero Ballivián1

Resumen
El sufragio universal constituye un elemento insustituible en la democracia
contemporánea. Sin embargo, entre ambos pueden tejerse relaciones complejas.
En Bolivia, desde su instauración en 1952 se disciernen tres grandes etapas en
esa relación. La primera comprende desde su promulgación, en las jornadas
revolucionarias de 1952, hasta el inicio de la transición democrática a finales de los
años setenta. En este período, de aproximadamente un cuarto de siglo, el voto fue
un elemento político importante pero no estuvo en la base del sistema democrático
y desde el punto de vista partidario se concentró detrás del MNR. En la segunda
etapa, de más de dos décadas, desde el retorno a la democracia hasta los comicios
de 2005, la dinámica apuntó a crear las condiciones del respeto el voto ciudadano,
a convertirlo en la piedra angular del régimen democrático en tanto que la votación
tendió a fragmentarse, por más que el MNR siguiese siendo el partido más relevante.
Finalmente, la presidencial de 2005 abre una tercera etapa, marcada por un voto
nuevamente concentrado y polarizado, mientras que se replantea el lugar que le
corresponde al sufragio en un sistema democrático, consecuencia del retroceso de
la importancia de las reglas y los procedimientos en la definición del juego político.

1 Salvador Romero Ballivián obtuvo la licenciatura, la maestría y el doctorado en sociología política


en el Instituto de Estudios Políticos de París. Entre sus principales cargos destacan la vicepresidencia
y la presidencia de la Corte Nacional Electoral; la dirección del Instituto Nacional Demócrata (NDI)
en Honduras y la dirección del Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL). Es catedrático
universitario desde 1995, ha dictado clases en postgrados y maestrías de universidades bolivianas.

H. Y C. XL ♦ 155
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

Introducción
La revolución de 1952 produjo los cambios más significativos en la historia
de Bolivia en el siglo XX. Entre sus primeras medidas, el gobierno de Víctor
Paz Estenssoro (1952 – 1956) decretó el sufragio universal, incluso antes que la
nacionalización de las minas o la reforma agraria, señalando así que la ampliación
del juego político figuraba entre sus prioridades. El voto universal incluyó legalmente
a las mujeres, que habían accedido al sufragio en los comicios municipales en los
años previos, y quebró las barreras socioeconómicas que dejaban al margen a los
indígenas campesinos, a menudo analfabetos, sin propiedades y que constituían
el grupo mayoritario de la población en un país predominantemente rural. A partir
de ese momento, el voto universal y la democracia, dos conceptos que suelen ir
asociados en el mundo contemporáneo, iniciaron una relación indisoluble, aunque
compleja.
En efecto, el voto universal ofreció al país una de las bases indispensables de
la democracia moderna. Cualquiera sea la definición que se adopte de democracia,
ninguna prescinde hoy en día del voto de todos los adultos, hombres y mujeres.
Extendió la ciudadanía a la mayoría, como probó la multiplicación del cuerpo electoral
por diez entre la presidencial de 1951 y la de 1956. Al mismo tiempo, paradoja
significativa, la primera elección con voto universal no se ajustó a los parámetros
de una elección libre. El hecho que se fundase para la ocasión la Corte Nacional
Electoral (CNE), encargada de esa labor en lugar del Ministerio del Gobierno, no se
tradujo en el respeto a la voluntad de cada elector, más allá de la innegable amplia
base social del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). El gobierno no
se apartó de una tradición política, comprobada comicios tras comicios, dejando de
lado una que otra excepción: intervino abiertamente en favor del candidato oficialista
Hernán Siles Zuazo. Restringió las actividades de las organizaciones opositoras y las
apabulló con la logística estatal, intimidó a los medios de comunicación, limitó las
garantías para el electorado, aunque cerró los campos de detención en los cuales
recluyó a los adversarios más decididos de la revolución.
El propósito del texto es estudiar el vínculo entre el sufragio universal y la
democracia en Bolivia desde la aprobación del voto universal en 1952 hasta las
primeras elecciones con la Constitución Política del Estado promulgada en 2009.
Se presta atención a las condiciones de ejercicio del sufragio y a su lugar en el
sistema político, lo que obliga, a la vez, a detenerse en la situación y el trabajo
del organismo electoral, en las grandes líneas de comportamiento electoral y en las
transformaciones del sistema de partidos, vale decir en el entrelazamiento de las
normas, instituciones, prácticas y actores.

156 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

Tres etapas pueden discernirse. La primera comprende desde la instauración del


voto universal en 1952 hasta el inicio de la transición democrática a finales de los años
1970, cuando los gobiernos militares, que derrocaron al MNR en 1964, convocaron
a la presidencial de 1978. En este cuarto de siglo, el voto fue un elemento político
importante pero no estuvo en la base del sistema democrático y desde el punto de
vista partidario, se concentró detrás del MNR. La segunda, de más de dos décadas,
va desde el retorno a la democracia hasta los comicios municipales de 2004. la
dinámica apuntó a crear las condiciones del respeto al voto ciudadano, a convertirlo
en la piedra angular del régimen democrático en tanto que la votación tendió a
fragmentarse entre distintas organizaciones, por más que el MNR permaneciese
como el partido relevante. La presidencial de 2005 abre una tercera etapa, marcada
por un voto nuevamente concentrado y polarizado, mientras que se replantea el lugar
que le corresponde al sufragio en el sistema democrático boliviano.
I. El sufragio universal, la democratización del sistema político y el voto por el
MNR (1952-1978)
El MNR decretó en julio de 1952 el sufragio universal, en base a consideraciones
teóricas, históricas y de coyuntura política, citadas de forma breve antes de analizar
las consecuencias e implicaciones de la decisión del presidente Víctor Paz.
Para mediados del siglo XX, la discusión sobre el voto censatario o universal
había quedado resuelta. Desde el punto de vista teórico, ninguna corriente relevante,
ni siquiera las más conservadoras, sostenía que el voto debía reservarse a unos pocos,
favorecidos por los ingresos o la educación, si bien podían existir serios obstáculos
de hecho, como en el sur de los Estados Unidos hasta mediados de los años sesenta2,
o darse debates sobre el sufragio de los analfabetos. La medida boliviana los incluyó
sin distinciones; en otros países hubo que aguardar las transiciones a la democracia
de fines de los años setenta para que accedan a este derecho (Ecuador, Perú, Brasil3).
Desde esas épocas, en las concepciones republicanas, el voto universal representaba
una “especie de sacramento de la igualdad de los ciudadanos, la elección el momento
en el cual la comunidad de ciudadanos toma una forma concreta”4. Tras la I y la II
Guerra Mundial, las democracias europeas demolieron las barreras al sufragio. Tras
la Primera Guerra, todos los hombres accedieron al voto y después de la Segunda
cayeron las últimas limitaciones para las mujeres. Bolivia no se sustrajo a esa
influencia: la Constitución de 1945 aceptó a las mujeres como electoras y elegibles

2 George B. Tindall, David E. Shi, 1995, pp. 380-381.


3 Agustín Grijalva, 1998, p. 170.
4 Dominique Schnapper (en colaboración con Christian Bachelier), 2000, p. 142.

H. Y C. XL ♦ 157
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

en competencias municipales, en una decisión que correspondió a la iniciativa de


la elite política más que a una larga u organizada demanda de las mujeres; en 1950
el Senado amplió ese derecho a la conformación de todos los poderes públicos
aunque el proyecto no fue votado en la Cámara de diputados.5 En una perspectiva
comparada, Bolivia llegó tarde al sufragio universal masculino, y en la gran ola
latinoamericana para el femenino: de 1945 – 1955 en diez países se aprobó el
sufragio para las mujeres6. Por lo menos en lo que respecta al sufragio universal,
es probable que se aplique la observación de H. C. F. Mansilla en sentido que los
efectos modernizadores de la revolución de 1952 “hubieran tenido lugar, más tarde o
más temprano, bajo un régimen dominado por las elites tradicionales”.7
Además de ese espíritu del tiempo y del consenso doctrinario, hubo razones
adicionales, que recordaron otras experiencias históricas. La Guerra del Chaco
(1932 – 1935), en cuyas trincheras se forjaron las tendencias que accederían al poder
justamente en 1952, en especial las nacionalistas, movilizó a los hombres de todos
los estratos sociales: la igualdad ante el esfuerzo bélico creó un ambiente favorable al
sufragio universal, como ocurrió en Europa después de la I y la II Guerras Mundiales.
Pese al entorno más propicio, el movimiento no fue automático. La Constitución
de 1938 que inició el constitucionalismo social boliviano descartó el sufragio universal
luego de duros debates alrededor de la extensión de ese derecho a las mujeres y a los
habitantes rurales8. Por lo tanto, el voto permaneció limitado en las elecciones entre
el final de la contienda y la revolución de 1952 y pocas organizaciones lo plantearon
como un elemento central de sus plataformas, a diferencia de la participación
del Estado en la economía, la nacionalización de las minas o incluso la reforma
agraria9. Tal vez esta situación se debió al predominio de la sensibilidad marxista
en las corrientes opositoras al orden establecido, más preocupada por los asuntos
socioeconómicos, por las relaciones de producción, por la “estructura”, que por los
asuntos políticos. Asimismo, en línea con las concepciones marxistas y también en
consonancia con la realidad política de los años 1940, el movimiento popular estaba
más interesado en cambiar el Estado por la vía revolucionaria que por el camino

5 Ciro Félix Trigo, 1952, p. 233. Contrariamente a una opinión corriente, pero como sucedió en
lugares como Francia, la resistencia no vino necesariamente de los sectores conservadores.
Comentando porqué la medida no se aprobó, Trigo señala el temor que “la mujer sea un elemento
reaccionario, que favorezca a las fuerzas de derecha o actúe bajo la influencia del clero”.
6 Line Barreiro, 2007, p. 682.
7 H. C. F. Mansilla, 2006, pp. 276-277.
8 Rossana Barragán, 2005, pp. 391-406.
9 Herbert Klein, 1968, pp. 389-397.

158 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

electoral, también recorrido y, de hecho, con éxito como probó el triunfo del MNR
en la presidencial de 1951 con sufragio censatario.
Por otro lado, en la revolución de 1952 convergió la lucha de obreros, mineros,
carabineros y de las clases urbanas populares mientras que en las zonas rurales
bullía la voluntad de eliminar el latifundio. Derrotado el ejército en las cortas
jornadas revolucionarias, con milicias armadas controlando las calles, las primeras
ocupaciones de tierra y la euforia del triunfo, resultaba improbable mantener el
juego político reservado a unos pocos. Ello no le resta mérito a la decisión de Paz
Estenssoro –adoptada un 21 de julio, en conmemoración al asesinato seis años antes
del ex presidente Gualberto Villarroel, erigido en un precursor de los cambios por
la mitología revolucionaria-, en un momento en que cualquier proceso electoral se
encontraba lejano.
El sufragio universal tuvo un impacto diferente según las regiones y las
categorías sociales. Fue menor en las ciudades, los grupos favorecidos y las regiones
orientales.10 En esos tres sectores, el sufragio, aun restrictivo, ya abarcaba segmentos
significativos. Entre las elecciones censatarias y las de sufragio universal, hubo un
incremento limitado del cuerpo electoral en estas categorías. El dato casi resulta
obvio en el caso de las clases acomodadas. También resalta en las ciudades, que para
mediados del siglo XX concentraban el cuarto más favorecido de la sociedad y no
habían iniciado el rápido crecimiento fruto del éxodo rural. Lo es menos en el caso
del oriente. Por más que su participación en la economía nacional fuese limitada,
se encontrase al margen de los principales ejes camineros y concentrase una parte
pequeña de la población, esa región tenía ventajas en comparación con las áreas
occidentales. Dos tienen relevancia para este análisis. Por un lado, poseía un tejido
de pequeñas ciudades en las cuales las relaciones sociales no tenían las grandes
distancias que se presentaban en el occidente, y por lo tanto la exclusión del juego
político se marcaba menos. Por otro lado, sus indicadores educativos superaban
el promedio nacional y la mayoría de su población tenía como lengua materna el
español, aspectos que facilitaban el ingreso a los registros electorales.
Por el contrario, el sufragio universal tuvo un impacto decisivo en las zonas
rurales, en las categorías populares y en las áreas occidentales, habitadas sobre todo
por indígenas campesinos de lengua aymara y quechua, cuya participación electoral
era mínima o nula antes de la revolución de 1952. Como anotó James Malloy11,
la importancia política del sufragio universal se reforzó por la reforma agraria.

10 Salvador Romero Ballivián, 2003, pp. 434-435.


11 James Malloy, 1989, p. 221.

H. Y C. XL ♦ 159
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

En el contexto precedente, ese derecho pudo tener un sentido diferente, servir a


un grupo de terratenientes que, además de controlar la tierra, dominaría fácilmente
el voto de sectores que se encontraban bajo su dependencia socioeconómica. El
control clientelista del sufragio rural constituyó un rasgo frecuente de la política
latinoamericana12 que provocó paradójicamente que, en zonas rurales poco
desarrolladas, la extensión del sufragio consolidara a veces el poder de elites locales
tradicionales. En Bolivia, accedieron al sufragio universal hombres y mujeres
liberados de una relación de servidumbre o dependencia. El voto en los barrios
populares y en las comunidades campesinas del altiplano y los valles, constituyó la
principal innovación de la consulta presidencial de 1956. Mención aparte corresponde
a las mujeres, que en 1956 debutaron en una elección general, más allá de cualquier
distinción de clase.
Sin embargo, desde sus inicios el sufragio universal entabló un nexo complejo
con la democracia. Por lo mencionado hasta aquí, es indiscutible que amplió la
ciudadanía, cumplió con un requisito ineludible de cualquier régimen democrático,
incorporó a los sectores mayoritarios de la población a la política institucional.
El mismo MNR subrayó el avance y el logro de la medida, parte de la trilogía de
conquistas revolucionarias junto con la reforma agraria y la nacionalización de las
minas. Lo importante para el MNR y para la visión que legó sobre el período, fue la
incorporación al voto de grupos antes excluidos, no que lo hiciesen en condiciones
que ya en la época se consideraban básicas desde el punto de vista teórico (que
cada sufragio fuese efectivamente respetado en una competencia abierta e imparcial,
que el voto expresase la voluntad individual). La elección con sufragio universal
constituyó la oportunidad de demostrar la movilización revolucionaria más que el
ejercicio de un derecho individual.
Al mismo tiempo, si se democratizó el juego político y social, si la sociedad se
volvió más democrática en el sentido descrito por Alexis de Tocqueville13, es decir
se avanzó hacia una percepción más igualitaria de las relaciones entre sus miembros
más allá de las posiciones que ocupen14, el régimen no era auténticamente pluralista o
liberal. En ese sentido recordaba al construido por la revolución mexicana, autoritario,
pero política y socialmente flexible e incluyente15. Sus adversarios se encontraron

12 Guy Hermet, 1996, p. 26.


13 Alexis de Tocqueville, 1957.
14 En este sentido, apuntó la insistencia del MNR en presentar a Bolivia como una nación de mestizos,
que volvía irrelevante cualquier diferencia de origen, y en privilegiar el término “campesino”
(categoría socioeconómica) en lugar de “indio” o “indígena”, de connotaciones étnicas o culturales.
15 Ver Silvia Gómez Tagle, 2007, p. 150.

160 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

con restricciones, exilados, perseguidos o encarcelados, sometidos a duras penas.


Las elecciones no se celebraron con garantías mínimas para los competidores en
condiciones de respeto a todos los actores.
Para la elección de 1956, de estreno del sufragio universal, el MNR fundó
la CNE16, en teoría independiente del partido gobernante o del Poder Ejecutivo.
Rompió con el modelo precedente que reservaba la organización de los comicios al
Ministerio de Gobierno; sumó a Bolivia al modelo predominante en Latinoamérica
de organismos electorales especializados y autónomos (la idea tomó cuerpo en
Uruguay en la década de 1920)17. El avance resultó más formal que real. El MNR
repitió prácticas previas, intervino de forma abierta a favor de su candidato, penalizó
las tareas de los opositores y, sobre todo, trató el voto con desenvoltura, con escaso
respeto y escrúpulo por la voluntad de los electores. El hecho que cada partido
tuviese que imprimir y distribuir sus papeletas constituía sólo uno de los problemas.
Resultaba complicado para la oposición que podía moverse con cierta libertad sólo
en algunas áreas y tenía dificultades para desarrollar su proselitismo en el campo,
donde el MNR concentró la estructura estatal, sindical y partidaria bajo su mando, en
un rasgo típico de los regímenes nacional – populares que caracterizaron a América
Latina en el siglo XX18. Más graves fueron la manipulación de las urnas o las abiertas
presiones o sanciones sobre los votantes cuyas simpatías por la oposición eran
conocidas, tanto antes como después de las elecciones. Hay un doble consenso entre
los historiadores. Durante su período, el MNR alteró los datos de los comicios, sin
necesitarlo, por el apoyo mayoritario, proveniente de forma preponderante de los
ciudadanos que habían recibido el derecho al voto.19
Para los ciudadanos la extensión del sufragio no aportó la pureza de los comicios
ni eliminó los fraudes. El MNR se proclamó democrático y su obra, como se indicó,
aportó mucho en esa dirección, pero no concibió que el voto libre fuese un requisito
indispensable. En su óptica, el carácter democrático del régimen reposaba en las
medidas sociales a favor de los obreros y los campesinos, en la redistribución de
tierras y la recuperación de las propiedades mineras para el Estado, en la movilización
y participación popular; no en el pluralismo, las garantías ciudadanas, las elecciones
transparentes, el equilibrio de poderes, el Estado de derecho.

16 Salvador Romero Ballivián, 2009b, pp. 78-82.


17 Juan Jaramillo, 2007, p. 372.
18 Ver Alain Touraine, 1988.
19 José de Mesa, Teresa Gisbert, Carlos Mesa, 1997, pp. 615-616.

H. Y C. XL ♦ 161
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

Esta herencia marcó la historia política del país y también su curso intelectual20.
Para la oposición, constituyó un argumento suplementario para desalojar al MNR del
gobierno por la violencia. Si la vía legal se encontraba trabada, entonces la intentona
golpista se justificaba con facilidad, en un esquema recurrente del siglo XIX y XX
latinoamericano21. El uso instrumental del sufragio universal no modificó la cultura
política de las organizaciones marxistas y nacionalistas de la primera generación
de partidos del siglo XX, nacida luego de la guerra del Chaco, para las cuales la
democracia representativa no era el único modelo concebible ni las urnas el camino
exclusivo para ocupar el Palacio de Gobierno.22
El resultado más directo e inmediato del sufragio universal en el campo político
fue asegurar una holgada ventaja para el MNR. En la presidencial de 1956 ganó
con más del 80% y dominó el Parlamento. Se abandonó el sistema mayoritario
en circunscripciones provinciales. Se adoptó el un sistema proporcional, de listas
departamentales cerradas y bloqueadas, que, entre sus efectos, fortalece el poder
del nivel nacional encargado de confeccionar las nóminas, promueve la disciplina
partidaria, solidifica las estructuras de la organización23. Ese dominio eliminaba
cualquier particularismo24. Impulsado por la reforma agraria, la nacionalización de
las minas, la aprobación de medidas de seguridad social, el apoyo a la sindicalización,
con una organización partidaria presente hasta en los cantones más pequeños,
donde ningún partido le hacía frente, el MNR ganó sin problemas. Contó con el
apoyo de los mineros, las clases urbano – populares, los sectores sindicalizados y,
sobre todo, los campesinos, principales beneficiados con la revolución. Además, la
importancia de este sector se encontraba amplificada por el carácter rural de Bolivia.
Sus únicas dificultades se concentraron en las ciudades, lugares que pagaron los
costos de la revolución (inflación, desabastecimiento de productos alimenticios,
represión política, etc.), donde la extensión del voto tuvo una repercusión menor y
donde las posibilidades de manipulación electoral también se reducían. Esos centros
respaldaron a la conservadora Falange Socialista Boliviana (FSB) en una proporción
muy superior al promedio nacional.

20 Para las corrientes marxistas, influyentes en el pensamiento político y social boliviano, el sufragio
universal y las elecciones no fueron temas dignos de consideración en la interpretación del período
revolucionario. No existen menciones a ellos, o si las hay son tangenciales, en obras como las de
René Zavaleta Bolivia: el desarrollo de la conciencia nacional (1967) o James Dunkerley Rebelión
en las venas (1987).
21 Salvador Romero Ballivián, 2017, pp. 15-20.
22 Salvador Romero Ballivián, 2010b, pp. 141-180.
23 Manuel Alcántara, 2006, p. 42.
24 Betilde Muñoz Pegossian, 2008, p. 18.

162 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

El MNR también amplió el horizonte de la representación. Incluyó en las


listas congresales a las categorías populares que se integraban a la política nacional.
Fueron elegidos dirigentes sindicales y también los primeros, aunque pocos, líderes
campesinos y mujeres. El Parlamento de 1956 fue el más representativo hasta ese
momento en la historia republicana.
El sufragio universal inició una etapa de concentración del voto detrás del MNR,
capaz de convencer a la mayoría de los sectores populares y de las clases medias.
El voto se encontraba también polarizado, pero en términos desequilibrados. Una
fracción de los grupos medios y las elites que se quedaron en el país, respaldaron a
Oscar Únzaga de la Vega, jefe de FSB. Su peso electoral no podía asemejarse al del
MNR. La desembocadura lógica fue la conformación de gobiernos monocolores.
El MNR no necesitaba ni deseaba compartir el poder con ninguna fuerza, aunque
el modelo nacional popular imbricó al Estado, al partido dominante y a las
organizaciones sociales que se tradujo, por ejemplo, en el “cogobierno” durante
algunos años entre el MNR y la Central Obrera Boliviana (COB) dirigida por Juan
Lechín, máximo dirigente de los mineros y dirigente del ala izquierda del MNR.
El modelo instaurado en la presidencial de 1956 se mantuvo en 1960 (segunda
elección de Víctor Paz), 1964 (reelección de Paz) y 1966 (elección celebrada después
del derrocamiento del MNR y que permitió al general René Barrientos ejercer la
presidencia de forma constitucional, también sin necesidad de alianzas parlamentarias
gracias a su triunfo con mayoría absoluta). Sin embargo, los rasgos autoritarios en el
área electoral se acentuaron a medida que el MNR se debilitaba y se fragmentaba. En
1960 a la competencia de FSB se añadió la disidencia de Wálter Guevara; en 1964, el
conjunto de la oposición, la cual ya incluía líderes como Juan Lechín o Hernán Siles,
decidió abstenerse para privar de legitimidad la reelección de Paz, conseguida luego
de una reforma constitucional. La concentración del voto se mantuvo de forma cada
vez más artificial y en un contexto de creciente descontento. En esas condiciones,
con la complicidad activa o pasiva del organismo electoral, la manipulación del voto
se hizo obvia. En 1964, Paz reunió más de 97% del sufragio válido. La apabullante
victoria no impidió que apenas tres meses después Paz partiera al exilio, depuesto
por los militares, sin que el país se mostrase demasiado convulsionado.
El período militar que comenzó en 1964 tendió a congelar las evoluciones
partidistas. En efecto, con contadas excepciones que correspondieron a breves eta-
pas de predominio de civiles o a la tolerancia de algunos presidentes militares,
en la fase que se extendió hasta finales de 1977, las actividades de los partidos se
encontraron suspendidas, prohibidas o se desarrollaron en condiciones muy adver-
sas, lo que ayudó a preservar el respaldo ciudadano al MNR, el único partido que,

H. Y C. XL ♦ 163
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

en el retorno a la democracia, tenía una sigla, un color y unos candidatos conocidos


por todos.
II. El lento camino hacia el sufragio respetado y la fragmentación del voto
(1979-2004)
Cuando el gobierno militar de Banzer convocó a las elecciones de 1978, Bolivia
ciertamente había cambiado con respecto a 1952, en medida importante gracias a
la revolución del MNR. Aunque en una perspectiva latinoamericana continuaba a
la zaga, se había urbanizado, alfabetizado, castellanizado e integrado mejor. Esas
transformaciones hacían difícil repetir los esquemas de abierta manipulación del
voto, pero el gobierno militar lo intentó en 1978, tratando de imponer la mayoría
absoluta del general Juan Pereda. La enérgica reacción ciudadana, las denuncias
de los medios de comunicación y de las organizaciones no gubernamentales, la
desaprobación de la comunidad internacional y la movilización de la izquierda, que
se proclamó vencedora de los escrutinios, impidió que prosperara la maniobra. Fue
la última vez que un gobierno alteró de manera directa los resultados. Una etapa en
la historia del país se había cerrado.
Ello no significó que la voluntad ciudadana fuese escrupulosamente registrada.
La manipulación se trasladó del descarado reemplazo de urnas, del llenado con
papeletas oficialistas, a las oficinas del organismo electoral, donde ya el gobierno
no llevaba la voz cantante, como sucedió en las décadas de los cincuenta y sesenta,
sino los movimientos políticos. La presidencial de 1979 probó la nueva mecánica.
La campaña transcurrió sin inconvenientes mayores –aunque con picos de tensión
que desaparecerían progresivamente-, se estrenó la papeleta multicolor y multisigno,
la jornada electoral se desarrolló sin complicaciones. El éxito democrático parecía
completo, pero en los días siguientes, el organismo electoral anuló masivamente
mesas del altiplano paceño. La Corte Electoral usó su amplia facultad para anular
mesas, aprovechando fallas menores en el llenado de las actas25. Aminoró el triunfo
de la coalición de izquierda Unión Democrática y Popular (UDP) dirigida por el ex
presidente Siles, perjudicando de manera secundaria al Movimiento Indio Tupak
Katari (MITKA), partido de línea indigenista, cuyo bastión también estaba en las
tierras altas. La UDP consiguió una apretada victoria nacional sobre el MNR; los
votos nulos y anulados ascendieron a 9.9% en todo el país –un récord-, y en el
departamento de La Paz, bastión de la izquierda, casi un quinto de los sufragios fue
anulado. El logro del voto respetado tardaría más de una década en imponerse.

25 Ver Marcelo Céspedes, 1982, pp. 213-236.

164 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

Mientras tanto, el voto concentrado detrás del MNR comenzó su lenta


desagregación que marcaría el final del siglo XX. En el retorno a la democracia,
este partido aún era dominante, tanto por la legitimidad de sus ideas en el escenario
político, la influencia de sus líderes, y una efectiva presencia nacional.26 Desde la
elección de la apertura democrática en 1978, reactivó comandos y secciones en todas
las provincias, cuando las formaciones recientes, de izquierda como el Movimiento
de Izquierda Revolucionario (MIR) y el Partido Socialista – 1 (PS-1), o los partidos
kataristas disponían, en el mejor de los casos, de bastiones regionales o clasistas.
En la presidencial de 1979, el MNR triunfó en 7 de los 9 departamentos (en
los 35 años siguientes, solo en dos oportunidades se mejoró esa marca, el MNR en
1993 y el MAS en 2014); en tres de ellos con mayoría absoluta (situación que sólo se
reprodujo con el MAS a partir de 2005). Pese a ello, resulta imposible conocer el nivel
exacto del apoyo al movimientismo pues sus dos principales líderes encabezaron
organizaciones rivales: si Paz reunió casi exclusivamente a ramas del MNR, con la
UDP Siles estableció alianzas con formaciones de izquierda y creó una dinámica
que al mismo tiempo recuperaba el espíritu del nacionalismo revolucionario y lo
superaba, lo que le permitió alzarse con el triunfo en 1979 y en 1980. Con todo,
entre ambos ex presidentes bordearon 70% de los votos válidos, dejando atrás a sus
rivales. La fragmentación del aparato del MNR precedió la fragmentación del voto
ciudadano.
A pesar de ese resultado inicial, ya estaban puestas algunas de las bases de la
dispersión del voto, que, en el caso de Bolivia, implicaba el resquebrajamiento del
voto por las corrientes del MNR. La primera fue el reemplazo generacional. La red
de lealtades que construyó el MNR con la revolución de 1952 se agotó a medida
que las generaciones que se beneficiaron del cambio salían del escenario electoral y
llegaban nuevas, sin los mismos vínculos afectivos con el MNR. En las elecciones de
la transición votaron por primera vez campesinos que nacieron después de la reforma
agraria, mineros que lo hicieron luego de la nacionalización de las minas, jóvenes y
mujeres que nunca conocieron el sufragio censatario.
La segunda razón fue el desarrollo de corrientes partidarias que sólo pudieron
nacer gracias al voto universal. Bolivia no escapó a una tendencia visible en muchos
países cuando se extiende el derecho al voto: la aparición de partidos que desean
representar fielmente los intereses de los sectores beneficiados con el sufragio y el
debilitamiento de las organizaciones anteriores. Ese proceso es lento, pues inicialmente
la ventaja la llevan los promotores del sufragio ampliado y la organización autónoma

26 Jean Pierre Lavaud, 1991, pp. 124-125.

H. Y C. XL ♦ 165
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

de los grupos beneficiados con el sufragio no es inmediata. Se necesita un tiempo


de maduración y el sentimiento que el nuevo emprendimiento tiene sentido, que hay
una cierta distancia entre el partido que extendió el voto y los intereses del sector.
Esta evolución ocurrió en Europa con el progresivo desplazamiento de los liberales
por parte de los socialistas, gracias al voto obrero, entre finales del siglo XIX e
inicios del XX.27
Estas dos primeras razones convergieron en los jóvenes campesinos del
altiplano, aquellos que no conocieron el régimen precedente a la reforma agraria de
forma directa. Mejor formados, familiarizados con la vida urbana, más dinámicos
y autónomos, desplazaron a los caciques rurales ligados al MNR, rompieron con
este partido, lo atacaron, acusándolo, entre otras cosas, de utilizar al campesinado
como masa votante para permanecer en el poder. Este movimiento, vivero de los
partidos kataristas, se desarrolló en la meseta andina aymara de La Paz desde fines
de los sesenta28. Si bien no recolectó los frutos de su política y la votación para sus
candidaturas permaneció baja en las elecciones de la transición, marcó la primera
ruptura entre un significativo sector popular y el MNR (la votación del altiplano
paceño por la UDP constituyó una variable clave para su victoria en 1979 pues la
coalición solo ganó 2 de los 9 departamentos). Una evolución similar ocurrió en las
minas del norte potosino y en centros industriales urbanos, donde la candidatura de
Paz se fragilizó por el distanciamiento en su segundo y tercer mandato29 y por el
activismo de la izquierda, en particular de las nuevas organizaciones, como el MIR
que trabajó clandestinamente durante la dictadura de Banzer30.
La fragmentación del voto se acentuó con la instauración de los gobiernos
democráticos desde 1982 y sobre todo con la aplicación de las políticas económicas
liberales. Un crecimiento económico modesto redujo lentamente la pobreza, de 85,5%
en 1976 a 70,9% en 1992 y 58,6% en 200131, y provocó desencanto. La desigualdad
también se mantuvo alta. En 1985, Paz asumió por última vez la presidencia e impulsó
un severo ajuste para frenar la hiperinflación. El costo social de las medidas alejó a
ciertas franjas populares del MNR –pérdida que en 1989 el MNR compensó con la
llegada de nuevos electores, de clases medias y altas, identificados con el proyecto
de Gonzalo Sánchez de Lozada, percibido como renovador y modernizador32-. Esta

27 Maurice Duverger, 1992.


28 Javier Hurtado, 1986.
29 Thomas Field, 2016.
30 Ver Juan del Granado, 1983.
31 Instituto Nacional de Estadísticas, 2002, p. 6.
32 Salvador Romero Ballivián, 2003, pp. 136-145.

166 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

dinámica se reprodujo con los gobiernos siguientes. Cada vez que un partido ejerció
el gobierno no consiguió satisfacer las expectativas de mejoría social y sufrió el
alejamiento de electores de escasos recursos y de las regiones con menores niveles
de desarrollo, al punto que nunca reencontró el nivel con el cual había accedido al
poder. Le ocurrió al MIR tras la gestión de Jaime Paz Zamora (1989 – 1993), al
MNR luego de las de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993 – 1997 y 2002 - 2003) y a
ADN después de los gobiernos de Banzer – Quiroga (1997 – 2002).
Ello produjo tres efectos: la progresiva desaparición del voto concentrado detrás
del MNR que había caracterizado, de una u otra manera, incluso las elecciones de la
transición; después, el MNR, el MIR y ADN, las tres organizaciones que dirigieron
los gobiernos entre 1985 – 2003 perdieron su capacidad para reunir a la mayoría del
electorado, de casi 2/3 en 1985 a menos de 40% en 2002; finalmente, nacieron partidos
como Conciencia de Patria (CONDEPA) o Unión Cívica de Solidaridad (UCS), que
canalizaron el descontento de los sectores que se consideraron perjudicados por
el viraje liberal33. Al finalizar el siglo XX, la dispersión del voto fue evidente en
escrutinios nacionales como locales. Con apenas algo más de un 20% se ganaron
las presidenciales de 1989, 1997, 2002 así como las municipales de 1995 y de 1999,
mientras que en la de 2004 el vencedor ni siquiera alcanzó ese nivel.
Los partidos que quisieron recuperar el voto insatisfecho también se dirigieron
a categorías poco consideradas en sus especificidades por las organizaciones
ya existentes. CONDEPA forjó un vínculo singular con los inmigrantes rurales
asentados recientemente en La Paz y El Alto, a menudo dedicados a la economía
informal. UCS se apoyó en las redes de vendedores y distribuidores de cerveza de
la Cervecería Boliviana Nacional, propiedad del jefe del partido, Max Fernández.
Todos ellos eran grupos relativamente recientes, apenas o nada presentes hacia 1950,
cuando la estructura socioeconómica del país era poco compleja, o en los años setenta,
cuando la izquierda buscó ser portavoz de sectores populares estructurados, como
el proletariado sindicalizado de fábricas y minas, o de estratos medios profesionales
con formación universitaria. El desmigajo del voto fue también, por lo tanto, una
consecuencia de la diversificación social y económica del país. Si bien el proceso se
dio en las ciudades, también hubo ejemplos rurales, como la extensión de un sólido
núcleo de campesinos cocaleros en el trópico cochabambino, a partir del cual se
extendió el Movimiento Al Socialismo (MAS).

33 Fernando Mayorga, 2002, p. 345.

H. Y C. XL ♦ 167
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

El sistema de representación proporcional impulsó estas evoluciones. El


método de asignación de escaños es tolerante con la división de las formaciones
ya existentes, la supervivencia de pequeñas organizaciones o la creación de nuevos
partidos, que pueden crecer a partir de bases modestas34. A manera de ejemplo, del
MIR se desprendieron el Movimiento Bolivia Libre –del cual a su vez se separaría
el Movimiento Sin Miedo, MSM-, el Plan Progreso (PP) y Unidad Nacional (UN),
cuyo papel no pasó desapercibido; mientras que el MAS, sexto en 1997, pasó al
segundo lugar en 2002 y al primero en 2005.
Finalmente, las elecciones municipales, celebradas desde 1987, ayudaron a
que los electores experimentaran alternativas y apoyaran individualidades antes
que organizaciones, facilitando la ruptura con los partidos dominantes. El acordeón
abierto en las consultas locales no se cierra fácilmente en la presidencial.35
La dispersión del sufragio llevó a Bolivia a un escenario novedoso en su
historia: la necesidad de establecer coaliciones para dotar a los gobiernos de mayoría
parlamentaria. El voto concentrado, a veces conseguido a la fuerza, y la conformación
de gobiernos unicolores, habían sido la norma. Así gobernaron los conservadores a
finales del siglo XIX, los liberales a principios del siglo XX, el MNR a mediados de
la centuria pasada, sin olvidar, en un registro distinto, a los militares que otorgaban a
civiles las cuotas que consideraban adecuadas. Entre 1982 y 1985, Siles fue el último
en ceñirse a ese esquema, pero los tropiezos de su administración se debieron, en
parte, a su posición minoritaria en el Parlamento, donde no aprobó ninguna norma
relevante y más bien sufrió la censura reiterada de sus ministros. Desde mediados de
los años ochenta, ese modelo parecía superado. Si reunir un tercio de los sufragios
parecía ya una hazaña, se asumió que, salvo alguna situación excepcional, ningún
partido tendría mayoría absoluta para gobernar solo.
Por lo tanto, las coaliciones resultaban indispensables para los ganadores que
contaban a menudo con menos de 25% de los votos. La “democracia pactada”,
nombre que en Bolivia recibió el pluralismo moderado descrito por G. Sartori, tuvo
sus ejemplos en el “Pacto por la democracia” que apuntaló al gobierno de Víctor Paz
(MNR – ADN, 1985 – 1989); el Acuerdo Patriótico, sostén para la presidencia de
Jaime Paz (MIR – ADN, 1989 – 1993); la coalición MNR – UCS – MBL conformada
por Sánchez de Lozada (1993 – 1997); la denominada “mega coalición” entre ADN
– MIR – UCS – CONDEPA para apoyar a Banzer (1997 – 2001); la alianza MNR
– MIR – UCS – NFR para el gobierno de Sánchez de Lozada (2002 – 2003). Desde

34 Dieter Nohlen, 1994, pp. 106-117.


35 Ver sobre esta idea, Jean Luc Parodi, 1992, pp. 269-285.

168 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

1987, año de la primera elección municipal con voto directo desde el retorno a la
democracia, la modalidad de pactos fue imitada en centenares de alcaldías, a menudo
siguiendo la línea de división nacional36.
Estas alianzas constituyeron la respuesta de los partidos a la fragmentación del
voto y probaron el proceso de aprendizaje de las elites políticas37. Quizá la cultura
política del país no se encontraba preparada para el cambio: casi sin excepción, las
alianzas gubernamentales fueron juzgadas con severidad por la ciudadanía que no
veía en ellas sino la ambición desmedida de los políticos por ocupar espacios de
poder mientras que para conseguir ventajas coyunturales, los partidos opositores
acusaban a los que pactaban para conformar un gobierno de hacerlo en desmedro
de sus principios aunque el día de mañana estuviesen también obligados a buscar
alianzas.
Estos procesos fueron de la mano de un cambio fundamental en la concepción
y el lugar del voto en la democracia boliviana. Igual que sucedió en 1979, la elección
de 1989 fue empañada por la alteración de datos en las Cortes Electorales. En
esos comicios, los vocales del organismo electoral representaban legalmente a los
partidos, en una distribución proporcional a la votación obtenida por cada fuerza
(la conformación de la CNE en 1989 tenía 3 vocales del MNR, 3 de ADN y 1 del
MIR, en base a los porcentajes de la presidencial de 1985, cuando el MNR y ADN
bordearon el 30% de los sufragios y el MIR el 10%). Las mesas se volvieron a
anular selectivamente, ahora para modificar la composición congresal, en beneficio
de ADN y del MIR.
La reacción de la ciudadanía fue distinta. Ese hecho no se consideró aceptable
y se impulsó una campaña para conseguir reformas que aseguraran el respeto de
la expresión ciudadana. Con la participación de los medios, los intelectuales, la
Iglesia y de los sectores reformadores de los mismos partidos, en 1991 y 1992,
en el gobierno de Jaime Paz, los partidos acordaron una ambiciosa agenda de
cambios políticos que se convirtió en una hoja de ruta de la reforma política
durante una década pues la mayoría de los puntos se ejecutaron a lo largo de tres
presidencias consecutivas: la de Jaime Paz (MIR), Gonzalo Sánchez de Lozada
(MNR) y Hugo Banzer – Jorge Quiroga (ADN). Los acuerdos contemplaban, entre
otros aspectos, modificar la Constitución, aprobar una Ley de partidos, iniciar una
reforma educativa, organizar una CNE imparcial e independiente, compuesta por

36 Gonzalo Rojas, 2000, pp. 83-113.


37 René Antonio Mayorga, 1999, p. 349.

H. Y C. XL ♦ 169
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

personalidades no vinculadas con ningún partido38 y la reforma a la legislación


electoral.39 De estas modificaciones, la mención importante corresponde al principio
de preclusión que aseguró, salvo situaciones excepcionales, que el resultado de la
mesa no pudiera ser anulado por los organismos electorales, y si lo era, se repetía
la votación de la mesa.
Los cambios concertados entre el oficialismo y la oposición de turno generaron
avances significativos. A partir de esa fecha las elecciones pudieron tener errores
–sucedió en 1993 cuando problemas informáticos perjudicaron la elección en
el departamento de Santa Cruz- pero no se puso en tela de juicio la idoneidad
del comportamiento de la Corte Electoral, en el nivel nacional o departamental.
La institución figuró regularmente en la parte alta de la confianza ciudadana y
le permitió sortear situaciones delicadas, como la estrechez de los resultados
decisivos, como en la presidencial de 200240.
El respeto del voto se convirtió en la piedra angular del régimen democrático.
En efecto, el cambio profundo modificó el lugar del voto. En el cierre del siglo
XX, la democracia fue concebida principalmente como un conjunto de reglas y
procedimientos para la alternancia pacífica y regulada en el gobierno. Esa visión
estaba sintetizada en la definición de Adam Przwerosky sobre la democracia como
un régimen con certeza de reglas e incertidumbre de los resultados. Este ideario
liberal no cree que la naturaleza del régimen se defina por las inclinaciones de los
gobiernos entre valores válidos como la libertad, la igualdad, la justicia social, etc.,
que por otra parte pueden entrar en conflictos, como lo vislumbró Isaiah Berlin. Al
mismo tiempo, los actores políticos procuraron avanzar en una efectiva separación
de poderes, alejándose progresivamente del histórico control del Poder Ejecutivo
sobre el conjunto institucional.
Así, la democracia se entendía en la medida que hubiesen elecciones regulares
y competitivas, que reflejasen la existencia de las otras condiciones indispensables
del régimen representativo, como la libertad de asociación, expresión, inclusión
de todos los adultos.41 Bolivia adoptó como una línea de consenso la democracia
representativa y se inscribió en la amplia corriente internacional que, después de la

38 Jorge Lazarte, 2003, pp. 74-83.


39 Omar Chávez y otros, 2007, pp. 544-551.
40 En 2002, el segundo lugar se decidió por aproximadamente 600 votos y ese puesto habilitaba para
aspirar a la Presidencia en la elección parlamentaria, prevista cuando ningún candidato obtenía
50% + 1.
41 Ver Robert Dahl, 1998.

170 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

caída del sistema soviético, la erigió como el modelo político legítimo y, en el área
latinoamericana, convirtió a los organismos electorales en árbitros imparciales.
Por lo tanto, el voto tenía que ser respetado de forma escrupulosa. El modelo
de democracia del MNR revolucionario quedaba relegado. La nueva concepción
fue impulsada por el Estado; los partidos, transformados en los actores mayores
de la política luego de haber ocupado un espacio menor en las décadas previas; las
fundaciones políticas; la cooperación internacional. se consideraba que el modelo
tendría efectos modernizadores para las instituciones, la cultura y las prácticas
políticas. Al mismo tiempo se apuntalaba la dimensión inclusiva, compartiendo
pautas de otros lugares de América Latina42. La participación electoral fue
sistemáticamente alentada más allá de que se tratara de una obligación. Fruto de
esa visión, la edad para votar se redujo de 21 a 18 años (1995); se ejecutaron
campañas de documentación gratuita a personas nunca registradas; se multiplicaron
las mesas de votación en localidades rurales para disminuir las largas caminatas
hasta los recintos43; se incorporaron las cuotas femeninas en las candidaturas, se
extendieron los recursos y competencias de las alcaldías que dotaron de mayor
sentido a las elecciones municipales, en especial en las zonas rurales (ley de
Participación popular, 1994), etc.
En este contexto también se comprenden las sucesivas reformas que
reforzaron las competencias, atribuciones y tareas de la CNE para asegurar la
mayor transparencia de los procesos electorales (incluyendo la transferencia al
organismo electoral del Registro Civil, base de los documentos de identidad, en
1992). En la misma dirección apuntó la voluntad de construir un sistema de partidos
institucionalizado, a través de la Ley de partidos políticos (1999) que fijó condiciones
más severas para obtener y conservar la personalidad jurídica, obligaciones de
democratización interna, protección de los derechos de los militantes y llevar
estados financieros claros; en contrapartida, el Estado otorgó una subvención para
las campañas y la promoción de los principios de la organización. El impulso
buscó asimismo que los partidos se vincularan mejor con la ciudadanía, gracias
al sistema de diputados uninominales, elegidos por simple mayoría, incitados, por
lo tanto, a mantener un contacto fluido con sus votantes (68 circunscripciones en
el estreno de 199744). Esta disposición abrió espacios legislativos para dirigentes
rurales, los mejor situados para competir en distritos alejados de las ciudades, y
que tenían escasas opciones cuando los partidos presentaban listas cerradas de

42 Salvador Romero Ballivián, 2016, pp. 107-112.


43 Ver Xavier Albó, 1999, pp. 95-107.
44 Carlos Cordero, 2014, pp. 153-157.

H. Y C. XL ♦ 171
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

candidatos y privilegiaban a dirigentes con contactos estrechos con la dirección


nacional.
La mayoría de los cambios legales se dieron a finales del siglo XX, coronando
una década de esfuerzos compartidos por líderes de varios partidos. El ánimo
reformista vio su aliento cortado cuando las condiciones socioeconómicas y políticas
del país se modificaron a partir del año 2000, dando paso a una nueva etapa.
III. Concentración y polarización del voto, el lugar polémico del voto en la
democracia: el escenario posterior a 2005
Debajo del paisaje aparentemente sereno en el cual se sucedieron elecciones
transparentes, conformación de gobiernos de coalición, competencias partidarias
centrípetas, esfuerzos por establecer marcos de acción formal para los partidos
y predominio de un multipartidismo moderado, se producían importantes
transformaciones. Al finalizar el siglo XX aumentaba la insatisfacción con los
rendimientos de la economía liberal, mermados por la crisis asiática y de países
latinoamericanos, la impaciencia con la lentitud de los progresos sociales y la
persistencia de las desigualdades, el descontento con el sistema de partidos, percibido
como excluyente, golpeado por escándalos de corrupción rara vez sancionados y en el
cual todas las alianzas parecían posibles, aun contra la voluntad de los votantes. Por
primera vez en tres lustros, en el año 2000, el Estado se encontró a la defensiva ante la
convergencia de conflictos y movilizaciones mientras que desde la sociedad se gestaba
una agenda de reformas a contravía de la dominante desde 198545.
El cambio de escenario tuvo su traducción electoral en el declive de la
convocatoria del MNR, del MIR y de ADN, descrita en la sección precedente. La
segunda consecuencia fue la recomposición de las sensibilidades del electorado en
dos grandes bloques cuyos pesos se equilibraban progresivamente. Por un lado, los
partidarios de las políticas liberales, reclutados en sectores medios y favorecidos y en
las regiones orientales, próximos al MNR, al MIR y ADN, cuyo peso disminuyó poco
a poco. Por otro lado, los críticos e insatisfechos, concentrados en grupos populares y
del occidente, que se reforzaron. Apoyaron a CONDEPA y UCS. Luego de la muerte
de Carlos Palenque y de Max Fernández, jefes de ambas organizaciones, buscaron

45 René Antonio Mayorga, 2001, pp. 59-113. Las propuestas del Diálogo Nacional II, organizado,
pero no controlado por el gobierno de Banzer, se cumplieron en años posteriores: convocar una
Asamblea Constituyente, eliminar el “monopolio” de los partidos, elegir prefectos, establecer el
referéndum, en tanto que el primer proyecto de la Asamblea Constituyente dispuso la elección
totalidad de los diputados en circunscripciones uninominales (no aprobado al final) y la suspensión
de la inmunidad parlamentaria. Sólo quedó descartado el unicameralismo.

172 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

otras opciones. En 2002, el voto todavía se dispersó entre el MAS, parcialmente NFR
y agrupaciones pequeñas como el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP) de Felipe
Quispe. En los comicios de 2005, ese voto se concentró detrás de un solo líder, Evo
Morales, jefe del MAS.
En la elección municipal de 2004 por última vez, el voto se dispersó, incluso en
niveles sin precedentes, por la llegada de las “agrupaciones ciudadanas”, autorizadas
desde ese año46. Si en la práctica constituían partidos municipales o departamentales,
se presentaron como el instrumento para romper el “monopolio” partidario. En la
municipal de 1999 compitieron menos de 20 organizaciones, en 2004, alrededor de
400. El MAS, ganador nacional, quedó por debajo del 20%, y el segundo partido
no cruzó la barra del 10%. Detrás de unas cifras que en apariencia prolongaban las
tendencias previas, se escondía un cambio profundo. Los partidos que gobernaron en
los años precedentes se derrumbaron, afectados por la renuncia de Sánchez de Lozada
a la presidencia de la República luego de una intensa movilización popular (2003).
El MNR, MIR, ADN, UCS, NFR no llegaron a 10% de los votos, y vieron separarse
a muchos de sus dirigentes (entre otros, José Luís Paredes fundó el Plan Progreso,
Samuel Doria Medina creó UN, alejándose del MIR; Jorge Quiroga se distanció de
ADN; decenas de líderes locales fundaron sus agrupaciones ciudadanas). A pesar
de ganar con menos de un quinto de los sufragios, el MAS demostró su fortaleza
pues resistió el nacimiento de las agrupaciones ciudadanas y consiguió el voto más
independiente de las especificidades y coyunturas de cada municipio.
Como la elección de 1985, la presidencial de 2005 se convirtió en una elección
de “realineamiento”, es decir reconfiguró el sistema partidario y dio curso a nuevas
orientaciones estatales47. Confirmó la cuasi desaparición de las organizaciones que
ejercieron el poder. Unas no concurrieron, otras, en los hechos, se alinearon detrás
de la candidatura de Quiroga para salvar posiciones y sobrevivir al empuje del MAS.
Su derrota finalizó veinte años de orientaciones liberales en las políticas públicas
económicas. Por último, la presidencial condujo a una concentración y polarización
del voto. Estas tendencias se prolongaron y confirmaron en la elección de la
Asamblea Constituyente de 2006 y alcanzaron una configuración casi ideal – típica
en el referéndum sobre las autonomías departamentales celebrado simultáneamente
(la correlación entre la votación por el MAS y el “No” a la autonomía departamental
alcanzó a 0.96 en el plano municipal; la geografía de la oposición y la del “si” se
superpusieron48). Los referendos de 2008 y de 2009 (revocatorio y constitucional

46 María Teresa Zegada, 2014.


47 Salvador Romero Ballivián, 2007, pp. 69-71.
48 Corte Nacional Electoral, 2006, pp. 6-7.

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Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

respectivamente), las presidenciales de 2009 y 2014, las regionales de 2010 y 2015,


el referéndum sobre la reelección en 2016, se inscribieron sobre la huella de la
presidencial de 2005.
La concentración del voto fue manifiesta. En la presidencial de 2005, el MAS
de Evo Morales y PODEMOS de Jorge Quiroga acapararon más del 80% de los
sufragios válidos y casi 90% de los escaños, es decir, en ambos casos, más de diez
puntos suplementarios que los porcentajes precedentes más elevados, obtenidos en
1979. Los guarismos se acentuaron en las presidenciales de 2009 y 2014. En las tres
oportunidades, la concentración se debió a la votación predominante de Morales.
Los resultados señalaron la polarización entre dos visiones antagónicas. Por
un lado, y eso constituyó la ventaja del MAS en 2005, el voto de protesta contra
las políticas económicas y el sistema político, que expandía, se concentró detrás de
una sola organización que aprovechó el descrédito de las que pretendieron combatir
el modelo liberal (en 2002 CONDEPA desapareció; UCS, NFR y el MBL pagaron
cara la alianza con Sánchez de Lozada, etc.). Por primera vez en un cuarto de siglo
de democracia, un candidato superó la mitad de los sufragios válidos. Por otro
lado, quienes deseaban conservar las líneas ejecutadas desde 1985 respaldaron a
PODEMOS y, de manera secundaria, a UN y al MNR.
La polarización excedió el campo político: se añadió a una división regional.
El occidente y el centro de Bolivia respaldaron al MAS; el norte, el este y el sur
apoyaron a PODEMOS en la presidencial y escogieron prefectos opuestos al MAS
en la primera elección prefectural. La votación también tradujo el conflicto social
de los grupos populares, rurales o urbanos, convertidos en los bastiones de Morales,
con los sectores medios y altos favorables a Quiroga. Por último, sentó las bases
de una disputa alrededor de las identidades étnicas que se politizaron desde finales
del siglo XX. El MAS se presentó como el portavoz de los grupos indígenas y,
progresivamente, ello alentó la construcción de identidades contrapuestas en las
regiones ajenas a ese partido49.
La presidencial de 2005 concentró y polarizó un voto disperso durante casi
dos décadas, pero de manera distinta a los años de la Revolución nacional, cuando
se polarizó entre el MNR y FSB, pero en tal desequilibrio que el oficialismo nunca
necesitó tomar en cuenta las exigencias, reivindicaciones o inquietudes de la oposición
conservadora. En cambio, el dominio del MAS en el escenario partidario (casi duplica
la votación del segundo en la presidencial de 2005, y la duplica con holgura en las

49 Rafael Loayza, 2015, pp. 172-200.

174 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

generales de 2009 y 2014) oculta un tenso equilibrio entre dos visiones antagónicas
sobre la sociedad, la economía, la cultura y la política, cada una reuniendo cerca de
la mitad del electorado y con bastiones geográficos contrapuestos.
La distinción entre ambos niveles es fundamental. El sistema partidario se ha
desestructurado y solo el MAS queda en pie, convertido en el partido predominante.
En la arena electoral, chocan dos bloques de tamaños equivalentes, como ilustró el
referéndum sobre la reelección en 2016. Este punto explica las dificultades iniciales
del primer gobierno de Morales, elegido con el mayor porcentaje de la historia
democrática, para plasmar sus prioridades en políticas públicas e imponer su agenda.
Recién el referéndum revocatorio de 2008, ampliamente ganado por Morales, otorgó
una ventaja política nítida al gobierno para encausar la aprobación de una nueva
Constitución en 2009. El texto trajo como novedad la preponderancia del enfoque
étnico, basado en derechos colectivos y tradiciones indígenas50 y modificó reglas
del juego político y social. La más significativa fue la autorización de la reelección
presidencial, relevante para facilitar la permanencia del MAS en el poder.
Estas evoluciones ayudan igualmente a comprender el desplazamiento del lugar
del sufragio en la democracia. Por un lado, conquistó una innegable legitimidad.
Los votantes eligen autoridades antes designadas, como los gobernadores de los
departamentos, los miembros de las Asambleas departamentales y los concejales
municipales, elegidos por primera vez en 2010, y las máximas autoridades del Poder
Judicial (2011). El referéndum se ha convertido en una herramienta de uso frecuente,
tanto en la práctica como en la retórica política. Bolivia celebró cinco referendos
nacionales entre 2004 y 2016, convirtiéndose en uno de los países con mayor
cantidad de consultas nacionales del siglo XXI. La nueva Constitución incluyó la
revocatoria del mandato para las autoridades de los Poderes Ejecutivo, Legislativo
y de los niveles departamental y municipal –figura todavía no utilizada y umbrales
exigentes para la convocatoria.
Por otro lado, en el nuevo escenario, el voto ocupa un lugar frágil, en consonancia
con la pérdida de influencia intelectual y política de los principios procedimentales de
la democracia. Como en los años revolucionarios del MNR, hay una preferencia por
una democracia de mayoría y de hombres más que de instituciones, procedimientos y
reglas; de poder concentrado y capacidad de acción antes que de poderes separados y
balanceados; que se expresa de manera directa en lugar de una de representantes y partidos.
Estas concepciones de la democracia, a veces denominada “radical”, “participativa”,
“comunitaria”, se imponen en el plano de las ideas y en las prácticas políticas.

50 Para una visión general de la Constitución de 2009 ver Konrad Adenauer Stiftung (editor), 2009.

H. Y C. XL ♦ 175
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

El deterioro institucional y del Estado de derecho, perceptible desde inicios del


siglo XXI y acentuado desde el triunfo del MAS, se explica en parte por la creencia
que frente al “desbordante flujo de participación e igualación social, es decir, de
democratización, que viene de la sociedad, varias instituciones prevalecientes y
prejuicios dominantes en las elites políticas son unos lamentables obstáculos formales
y cognitivos”51. También influye la voluntad del Ejecutivo de controlar instituciones
que, por función o mandato legal, debieran ser de gestión independiente. Por último,
sectores próximos al MAS juzgan a los partidos menos representativos que los
“movimientos sociales”, y consideran que la democracia puede tomar licencias con
el voto como expresión individual ciudadana y con los contrapesos institucionales.
La renuncia de Sánchez de Lozada en 2003, luego de una movilización popular,
y en menor medida la de su sucesor Carlos Mesa, se inscribieron en un viejo
dilema democrático: la calle contra las urnas52. Para las corrientes que minimizan
la importancia del voto, se trató de un acto “democrático” contra un mal gobierno,
fruto de la decisión directa de la población.
Asimismo, la Constitución de 2009 y las leyes derivadas de ella innovan con la
elección de autoridades con procedimientos distintos al voto (la designación mediante
usos y costumbres de asambleístas departamentales o, en ciertos municipios, del
conjunto de autoridades). El voto constituye el principal mecanismo para asignar la
titularidad del poder, ya no el único.
Al mismo tiempo, las condiciones para su ejercicio intachable se deterioran.
Las instituciones construidas para arbitrar la vida política e institucional (Tribunal
Constitucional, Defensoría del Pueblo, CNE, etc.) se debilitan. Si habitualmente el voto
se percibe como el símbolo por excelencia de la política institucionalizada, también fue
utilizado en circunstancias jurídicas polémicas. En 2008 se celebraron cuatro referendos
departamentales sobre Estatutos autonómicos y un referéndum nacional sobre la
revocatoria del mandato a pesar de las dudas sobre la legalidad y la constitucionalidad de
esos procesos. Sus promotores justificaron esas consultas más en la legitimidad que en la
legalidad, en la expresión directa de la ciudadanía más que en el apego a los procedimientos,
en la oportunidad de crear hechos políticos más que en el respeto de las normas. También
apareció un fenómeno nuevo: las circunscripciones que vulneran principios básicos de
la igualdad del voto, un tema crítico en las Asambleas departamentales. Por ejemplo, la
paceña otorga un asambleísta territorial a cada provincia, al punto que 2/3 de la población
(provincia Murillo) cuentan con el 5% de la representación en esa franja.

51 Álvaro García Linera, 2005, p. 25.


52 Ver Guy Hermet, 1989, pp. 156-166.

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Salvador Romero Ballivián

A contramano de la confianza que inspiraron a partir de 1991, los comicios


quedaron bajo un manto de sospecha53. El padrón biométrico para la presidencial de
2009 constituyó un intento para superar los resquemores54. La conducta del organismo
electoral quedó en entredicho en reiteradas oportunidades55. La primera integración
de vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) renunció tras la regional de 2015,
en medio de críticas técnicas y de cuestionamientos a su imparcialidad, de actores
locales y de la observación electoral internacional.
En localidades rurales de tierras altas, se constataron trabas para el proselitismo,
la cobertura mediática, las condiciones para la emisión de un voto libre, individual
y secreto56. En el referéndum revocatorio, hubo comunidades con una participación
vecina o igual al 100% y concentraciones del voto a favor del MAS cercanas a
la unanimidad57. A medida que se afianzó el gobierno, las restricciones fueron
aceptadas y hasta reivindicadas por dirigentes del MAS58. Los comicios de 2009 y
2014 plantearon, más allá de la popularidad de Morales, el debate sobre la equidad
en la contienda, un asunto recurrente en los países con reelección inmediata59. Como
ha confirmado América Latina, la reelección aventaja al presidente: entre 1978 –
2017, solo uno fracasó en permanecer en el cargo.
Corolario poco sorpresivo a la luz de estas evoluciones, aunque novedoso
en sus modalidades, el irrespeto de la decisión expresada en las urnas comenzó a
corroer el principio de efectividad del sufragio. Tras la regional de 2010, se aprobó
una polémica ley para la suspensión temporal de autoridades elegidas si la Fiscalía
abre un proceso. En la fase 2010 – 2015, fueron suspendidos o renunciaron dos de
los tres gobernadores opositores, dos de los siete alcaldes opositores de capitales

53 Henry Oporto, 2009, pp. 121-138.


54 Raúl Peñaranda y Oswaldo Candia, 2009, pp. 49-55.
55 Wálter Reyesvilla, 2008, pp. 131-150.
56 Organización de los Estados Americanos, 2009, p. 18.
57 Presidencia del Honorable Senado Nacional, 2009, p. 24.
58 Un dirigente campesino señaló después de la presidencial de 2005: “En nuestra comunidad hubo
un voto por Tuto Quiroga, vamos a investigar de quién fue porque no podemos tolerar traiciones”.
Frase citada como ejemplo del carácter “corporativo-comunal” del apoyo al MAS (Pablo Stefanoni
y Hervé do Alto, 2006, p. 20). En 2014, el sindicalismo campesino o el mismo MAS amenazaron
o prohibieron el ingreso opositor a zonas rurales. Por ejemplo: “Veto a la campaña electoral de
partidos opositores al gobierno del MAS” en Erbol, 11 de junio de 2014; “En el Chapare, no dejarán
ingresar a los opositores” en El Potosí, 17 de julio de 2014. El diputado Luis Gallegos amenazó
a los votantes del norte de Potosí con el “voto chicote” si no votaban en línea por los candidatos
presidencial y parlamentario del MAS.
59 José Ángel Aquino, 2012, pp. 262-276.

H. Y C. XL ♦ 177
Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

departamentales, varios en ciudades intermedias (Quillacollo, Punata, Warnes,


Bermejo, Buenavista, Cotoca). La espada de Damocles indujo a gobernadores y
alcaldes opositores a centrarse en la gestión local, bajar el perfil, desentenderse de la
política nacional, incluso acercarse al oficialismo. El rasgo resaltó en el referéndum
de la reelección, cuando numerosos alcaldes opositores respaldaron el “Sí”.
Con estas evoluciones, Bolivia enfrenta un debate de intensidad sobre el
lugar que le corresponde al voto y, más allá, sobre las características centrales de la
democracia.
Conclusiones
Después de dos tercios de siglo de vigencia del sufragio universal, aplicado en
quince elecciones presidenciales, además de procesos locales, legislativos y referendos,
se desprende que su evolución sigue de cerca la accidentada historia política del país,
así como el conflicto entre las distintas concepciones de la democracia.
El voto universal en la efervescencia revolucionaria fue simultáneamente clave
y secundario. Cuando el MNR lo impuso, lo destinó para la elección directa del
Ejecutivo y del Legislativo, y convocó a elecciones al cabo de los cuatro años de
gestión de V. Paz, definió el curso de la revolución. Estableció su legitimidad en la
presidencial menoscabada de 1951 y desdeñó fundarla en el triunfo revolucionario
conseguido en las calles, que le hubiese permitido conservar el poder al margen de
elecciones o conferirles a éstas un papel irrelevante. Este uso del voto universal
ancló a la Bolivia revolucionaria en los marcos conceptuales de la democracia
representativa. Al mismo tiempo, el voto universal tuvo un papel menor: por su
posición en el período 1952 – 1964, el MNR encaja en la categoría de “partido
hegemónico pragmático”, vale decir un partido que en las elecciones “tiene que ganar
de todas formas”60 pues posee un férreo control institucional, las fronteras entre el
partido y el Estado son porosas, el disenso se restringe, la competitividad en los
comicios se limita. En las consultas celebradas en ese período, independientemente
de la innegable base popular, el gobierno descartaba la alternancia. Por lo tanto, el
sufragio universal, derecho recién conquistado, tenía un alcance limitado.
Después de derrocar al MNR en 1964, los militares no se apartaron demasiado
de la retórica revolucionaria ni de sus prácticas: en 1966 el general René Barrientos
se impuso en una elección ciertamente amañada, en especial por el veto de hecho a
la participación de los ex presidentes V. Paz y H. Siles, aunque su popularidad era

60 Giovanni Sartori, 2000, p. 288.

178 ♦ H. Y C. XL
Salvador Romero Ballivián

real y sólida la alianza con el electorado campesino. Tras su muerte en un accidente


en 1969, la sucesión de golpes de Estado ignoró la vía electoral hasta que en 1978
las Fuerzas Armadas convocaron a una elección general.
El retorno a la democracia se hizo bajo la bandera del sufragio universal, pero
persistieron las ambigüedades. Pocas corrientes políticas le concedían un valor tal que
estuviesen dispuestas a respetarlo íntegramente aun si no les favorecía. Los políticos
se sentían cómodos con las elecciones, pero no retrocedían ante la perspectiva de
distorsionar la voluntad popular si ello mejoraba posiciones. En la fase 1979 – 1989,
los grandes partidos se beneficiaron, de una u otra manera, con manipulaciones en el
organismo electoral sobre el cual tenían amplio control, primero indirecto, después
directo: esas distorsiones podían tener cobertura legal pero el manto no alcanzaba
para disimular el hecho político. Adicionalmente, en particular en ciertas corrientes
de izquierda, el voto era reivindicado de manera instrumental.
La década de los noventa constituyó el punto de inflexión en las concepciones
sobre la democracia y el sufragio. Se dibujó un consenso político y social para valorar el
voto más allá de los resultados partidarios que arrojase y la alternancia en el gobierno se
aceptó como un principio. Esa actitud constituyó una faceta de un proceso más amplio
que revalorizó a los partidos, principales actores de la elección, exigió condiciones
idóneas para el respeto del sufragio, promovió la participación electoral lo más amplia
posible. El consenso no implicaba unanimidad y desde posiciones de izquierda se
insistía que la democracia no se limitaba a las elecciones: el mensaje subrayaba la
importancia de las formas colectivas de acción y reivindicaba el papel de la calle,
supuestamente auténtico corazón del sentimiento popular, frente a las instituciones.
Ese período se extendió aproximadamente tres lustros. 2005, con la victoria de
Morales en la presidencial, constituye un cómodo indicador del inicio de una nueva
etapa. A la par que decayó la importancia asignada a la democracia representativa, la
posición frente al sufragio se envolvió en la ambigüedad. Por un lado, se lo extendió
de una manera sin precedentes en la historia republicana; por otro, dejó de representar
la verdad última de la democracia. Las condiciones generales de la votación han
perdido calidad, ciertas decisiones judiciales le restan efectividad y el respeto se
adecúa en función de los resultados. En esta fase, las posiciones liberales declaran
que la democracia no se limita a las elecciones, pues su caracterización requiere la
separación de poderes, la independencia de las instancias judiciales y electorales.
Esta síntesis conduce al menos a tres apuntes de cierre. El primero obliga a
descartar una inevitable trayectoria lineal virtuosa, como podría desprenderse del
estudio de la fase que cubre desde 1952 hasta 2005. Ese medio siglo genera la ilusión

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Sufragio universal y democracia en Bolivia (1952-2017)

que la pureza del sufragio universal constituye una especie de tendencia histórica
imparable. Los logros no son irreversibles. Luego, el lugar y la importancia del voto
en el sistema político dependen, en amplia medida, de las visiones que los actores
tienen sobre la democracia y de la fuerza de cada uno de ellos para promover sus
concepciones. Finalmente, el azaroso destino del sufragio revela que Bolivia no ha
resuelto el dilema entre una visión más institucional y otra más plebiscitaria de la
democracia: el sufragio se encuentra atrapado en un vaivén en el cual oscila, con
suertes distintas, su calidad e importancia.

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184 ♦ H. Y C. XL
RECENSIONES
“Bolivia, ayer los Andes. 40 años de fotografía”
de Alain Mesili

Pedro Querejazu Leyton

Se trata de un libro de formato vertical cerrado de 23,4 x 26 x 2 cm. con


empastado cosido y cubierta de tapa dura de cartón forrado de papel impreso en
cinco colores; con sobrecubierta de papel couché brillante de 70 gr. impresa 3x0. El
interior tiene 218 páginas de 23 x 25 cm., más 4 de respeto, impresas en papel couché
brillante de 150 gr. El cuerpo de imágenes está compuesto por 178 fotografías que,
aunque son en blanco y negro, la impresión se hizo con tres tintas, negro y gris, en el
sistema AN/BA, para darles toda la riqueza y profundidad tonal requerida.
El libro es presentado como “Tomo 1” de una trilogía referida a 40 años de
trabajo fotográfico y que pretende mostrar una apretada selección de cerca de un
millar de fotografías en tres volúmenes. El Tomo 2, que ya está diseñado y listo para
la imprenta titula: Memoria de los Andes. El Tomo 3 titulará: La Sonrisa del Diablo,
con imágenes de las minas de oro en la Amazonia y los glaciares de Apolobamba y
del Illimani.
Este primer tomo tiene a su vez dos partes: textos e imágenes. Los textos
están compuestos por una breve “Presentación” firmada por Marcko Machicao
Bankovic, Ministro de Culturas y Turismo del Estado Plurinacional de Bolivia y
una introducción titulada “Vistazo a la fotografía boliviana” escrito por Andrés
Eichmann Oehrli junto con Alain Mesili. En las solapas de la sobrecubierta tiene
comentarios de Jorge Velasco Cruz y Mauricio Souza.

H. Y C. XL ♦ 187
“Bolivia, ayer los Andes. 40 años de fotografía” de Alain Mesili

Las fotografías están reunidas en los siguientes grupos temáticos:


- “La Paz, Lago Titicaca, Síntesis andina”. 1974-2014.
(24 de La Paz y 15 del lago Titicaca).
- “Salar de Uyuni y Desiertos. El universo mágico”. 1978-2014. (29 fotos).
- “De Norte a Sur”. 1974-2014. (21 fotos).
- “Tinku. Los últimos guerreros de los Andes”. 1971-1974.
(Texto de 3 páginas y 33 fotos).
- “Tierra adentro”. 1975-2016. (24 fotos).
- “Madidi. Detrás de los Andes”. 1980-2011. (32 fotos).
Las fotografías han sido registradas en clave baja. Esto es, el predominio de las
sombras y partes oscuras sobre las claras e iluminadas. Esta clave baja brinda a las
imágenes una encomiable calidad estética y un marcado dramatismo que se suma al
aspecto narrativo que puedan tener. Tienen por eso un carácter testimonial. En esta
obra el tema principal es la montaña, la alta montaña, también es el hombre que habita
entre las montañas, el boliviano originario que parece la encarnación de los hombres
de piedra del mito de origen andino. Desde luego que, como se establece en el índice,
están incluidas imágenes de habitantes y paisajes de los desiertos altiplánicos y en
menor cantidad las tierras bajas amazónicas.
Las debilidades del libro son: su diseño y manejo de la tipografía en que la
mezcla de tipos resulta pesada e innecesaria así como la línea vertical con sombra
que separa las columnas del texto; los pies de foto cuando los hay tienen un punto
demasiado grande y parecieran competir con las imágenes, son obvios o redundantes
y no necesariamente acompañan y complementan a las imágenes. Finalmente, el
texto de Eichmann-Mesili es exagerado pues va más allá de lo que se requería: la
presentación de la antología de las fotografías que componen el libro; este texto
hace una breve historia de la fotografía en Bolivia, con énfasis en los repositorios
y colecciones de fotografía histórica en el país. Si bien el texto es valioso, su lugar
no era la presentación de las fotografías de este libro, de las cuales no habla. En
contraposición, la gran fortaleza del libro es la alta calidad de las imágenes, cuya
distribución y manejo es limpia y adecuada.
La obra fotográfica de Mesili presentada en este libro podría incluirse dentro
del género de fotorreportaje. Sin embargo, es más rica y diversa y va más allá de eso.
Es también documental, testimonial, pictorialista, pero sobre todo es contemplativa,
reflexiva y tiene una notable carga estética que la convierte en fotografía artística.
Las fotografías de personas y grupos tienen un tono general de crónica y análisis
social antropologista, soslayando felizmente los clichés de la “Latin American

188 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

Photo” usada manipulativamente por infinidad de ONGs en décadas pasadas. Su


fotografía del paisaje es formidable, especialmente aquella de la alta montaña y la de
los poblados de la puna.
Mesili es un hombre en busca de paz. Al parecer sólo la encuentra en las
cumbres nevadas, en la soledad de los desiertos o de las selvas impenetrables. Alain
Mesili nació en París, Francia, en 1949. Siguió su educación en Francia y en el norte
de África. Formado en la Universidad de la Sorbona y a la sombra de los grandes
editores como François Masperaux y Feltrinelli. Ha estado y trabajado en varios
países como Francia, Rusia, Argelia, Marruecos, Túnez, Argentina, Brasil, Chile,
Cuba, Uruguay, y desde 1970 reside y trabaja en Bolivia y adoptó la nacionalidad
boliviana. Es un activista social y político que trabaja fundamentalmente como
escritor y fotógrafo. Como escritor es poeta y analista político. Como fotógrafo es
un narrador testimonial y crítico. Es además andinista y guía de alta montaña.
Mesili es autor de varios libros que incorporan tanto escritos como imágenes
fotográficas, con énfasis en las de alta montaña. Estos son: Poemas extremos, 1980;
La Cordillera Real de los Andes, 1984; Los Andes de Bolivia. Guía de escaladas,
2002; The Andes of Bolivia. Adventures and Climbing Guide, 2003; Bolivia, entre
pueblos y montañas, 2007; Historia y Guía de los Andes, 2011; La Paz, entre cielo y
tierra, 2013, y Glaciares y Guía de los Andes, 2013. Algunos de sus poemas fueron
incorporados por Yolanda Bedragal en su Antología de la Poesía Boliviana, en 1977.
Este libro de Mesili tiene antecedentes tanto en su propia producción arriba
mencionada como en la de otros que abordaron estos temas antes que él. Un ejemplo
es el libro sobre las primeras exploraciones de alta montaña en Bolivia, de Sir
Martin Conway, ilustrado con fotografías realizadas in situ, titulado: Climbing and
Exploration in the Bolivian Andes, publicado en 1901. Mesili conoce la obra de
la montañista estadounidense Annie Smith Peck, que estuvo en Bolivia e intentó
dos ascensos al Illampu en 1903 y 1904, y publicó un libro sobre sus experiencias:
The Search for the Apex of America: High Mountain Climbing in Peru and Bolivia,
including the Conquest of Huascaran, with Some Observations on the Country and
People Below, publicado en 1911. Décadas después Roberto Gerstmann realizó
también una importante producción de fotografías de paisaje de tierras bajas
tropicales y de alta montaña que incorporó en sus libros Bolivia, 150 grabados en
cobre, de 1928, y Chile, 180 grabados en cobre, de 1932 (o su versión ulterior de
1945), o el de Colombia. También se encuentra el de Herbert Kirchkoff, Bolivia. Sus
tipos y bellezas, de 1942. De hecho y hasta donde sé, Gerstmann fue el primero que
hizo un registro fotográfico y cinematográfico del tinku en Chayanta en 1936.

H. Y C. XL ♦ 189
“Bolivia, ayer los Andes. 40 años de fotografía” de Alain Mesili

El tiempo de actividad de Mesili ha sido muy diferente del de esos autores y


otros como Luis Domingo Gismondi, Max. T. Vargas, Julio Cordero, etc. Mesili ha
contado con medio siglo de avances tecnológicos en la fotografía y ha usado otro tipo
de equipos y materiales, esencialmente cámaras de formato 35mm. Nikon y Zenith y
diversidad de lentes intercambiables Nikor y Zeiss, con películas en negativo, y más
recientemente en soporte digital.
Lo que hace peculiar la obra de Mesili hoy es su manera de mirar, de entender y
amar el mundo, este su país y su gente. En este sentido encuentro también paralelismos
y semejanzas entre su obra y la de otros fotógrafos contemporáneos como con la de
Diego Ortiz Mugica en Argentina y Max Donoso Saint en Chile.
Por lo expuesto, esta nueva obra de Mesili se incorpora a la reducida lista
de libros de arte en fotografía con el tema de Bolivia. Es un valioso testimonio y
reflexión desde la imagen sobre el mundo andino y sus significado más profundos,
con una altísima calidad estética. Es como la obra de los más altos poetas, cuyos
versos, tan personales y subjetivos, son también por eso tan claramente universales.

190 ♦ H. Y C. XL
“Imágenes de la revolución industrial.
Robert Gerstmann en las minas de Bolivia.
(1925-1936)”

Pedro Querejazu Leyton

Este libro es una producción colectiva que ha tomado muchos años concretar.
El 30 de agosto de 2011 los editores convocaron a un equipo multidisciplinario
para colaborar en este proyecto cuyo núcleo es el archivo fotográfico de Robert
Gerstmann que se guarda en la Universidad del Norte, con sede en Antofagasta,
concretamente sobre la parte del archivo referida a la industria minera en Bolivia.
El libro ha sido editado por Pascale Absi y Jorge Pavez. Es de formato vertical
cerrado de 22,8 x 27,8 x 2,6 cm. Tiene empastado cosido y cubierta de tapa dura de
cartón forrado de papel impreso en 4 colores. El interior tiene 384 páginas de 22 x
27 cm., impresas en papel couché brillante de 150 gr. más 4 de respeto en cartulina
negra de 200 gr. El libro contiene 495 ilustraciones. Las imágenes que originalmente
son en blanco y negro se han impreso en cuatricromía en sepia, a partir del patrón
estético adoptado por Gerstmann en su libro Bolivia de 1928, y algunas son en 4
colores.
El libro tiene dos componentes esenciales: los textos de estudio y análisis y las
fotografías de Gerstmann sobre la industria minera en Bolivia.

H. Y C. XL ♦ 191
“Imágenes de la revolución industrial. Robert Gerstmann en las minas de Bolivia. (1925-1936)”

El contenido del libro está dividido en tres partes:


- Introducción, por Pascale Absi y Jorge Pavez. (9 páginas con 2 ilustraciones).
Parte I. Textos de:
- Jorge Pavez Ojeda: “De la técnica, la naturaliza y los pueblos en el archivo
fotográfico de Robert Gerstmann: imaginarios de Chile y Bolivia (1920-1950)”.
- Pablo Quisbert Condori, “Entre ingenieros y aventureros. Robert Gerstmann y
el tesoro de Sacambaya”.

- “Tras el tesoro de Sacambaya: The Sacambaya Exploration Company.” Con


citas de textos de Federico Ahlfeld y anotaciones de los editores.
- Pedro Querejazu. “Robert Gerstmann, la fotografía industrial y los fotógrafos
en Bolivia (1925-1940)”. (21 ilustraciones de R. Gerstmann, Luis Domingo
Gismondi, Fernando Leyton Hochkofler y Pedro Querejazu).
Parte II. Archivo Fotográfico. (263 Fotografías de Robert Gerstmann).
- Compañía Minera de Potosí, 1925; (Pailaviri, Minas explotadas por q’aqchas,
Ingenio Velarde; 41 fotos).
- Compañía Minera de Oruro, 1925; (Mina Socavón de la Virgen, Mina Itos e
Ingenio Machacamarca; 65 fotos).
- Mina Atoroma, Provincia Loayza, Departamento de La Paz, 1927; (9 fotos).
- Compañía Minera Unificada del Cerro de Potosí; 1936;
(Mina Pailaviri, Ingenio Velarde; 46 fotos).
- Patiño Mines. Departamento de Potosí, 1936; (Catavi, Llallagua; 8 fotos).
- Compañía Minera Huanchaca, Departamento de Potosí, 1936;
(Mina Pulacayo; 42 fotos).
- Compañía Minera de Oruro, 1936;
(Mina San José, Ingenio Machacamarca; 28 fotos).
- Compañía Aramayo de Minas, Departamento de Potosí;
(Telamayu, Atocha, Tasna, Tupiza; 17 fotos).
- Cordillera Quimsacruz, Departamento de La Paz, 1936;
(Minas de estaño del distrito de Araca; 7 fotos).
Parte III. Textos de:
- Magdalena Cajías de la Vega, “La fotografía de Gerstmann ante el mundo del
trabajo minero”. (El texto de Cajías es acompañado y seguido por seis series de
fotogramas cinematográficos de Gerstmann, entre ellas 14 del tinku en Chayanta).

192 ♦ H. Y C. XL
Pedro Querejazu Leyton

- Carlos Antonio Tenorio Levandro, “Los intereses de Mauricio Hoschschild en


Potosí, fotografiados por Robert Gerstmann”. (9 fotografías de Gerstmann).
- Carlos Serrano Bravo, “Fotografiando propiedades y tecnología minera”.
(7 fotografías de Gerstmann).
- Pascale Absi y Carlos Serrano, “La tecnología minera en los años 1925 - 1936”.
(10 fotografías de Gerstmann).
- Pascale Absi. “Cien años después. Los mineros de Potosí mirándose en
Gerstmann”, (13 ilustraciones en color, de Pascale Absi, hechas en 2014 y
2015).
Los textos suman 142 páginas. Varios de los textos tienen ilustraciones como
parte de su discurso, la mayoría de ellos con fotografías de Gerstmann y en reducida
cantidad también de otros fotógrafos.
El cuerpo de imágenes está compuesto por 495 fotografías, que en su mayoría
están concentradas en 236 páginas. En la segunda parte se reproducen 263 del
Archivo Fotográfico de Robert Gerstmann, con pies de foto puestos por los editores.
Muchas de las fotos de esta sección se reproducen en tamaño reducido en varios
de los textos. Además, están la secuencia de 21 fotos de Sacambaya y las series de
secciones de cinematografía documental.
Este libro, dado el contenido de los textos que se han escrito exprofeso y por
encargo para el mismo, es tanto de historia, de investigación histórica sobre la
industria minera y la obra del fotógrafo durante la tercera y cuarta décadas del siglo
XX, como sociológica sobre las mentalidades de los protagonistas en aquel tiempo
y en el presente. Por otra parte es un libro sobre la fotografía histórica y la obra
de Robert Gerstmann, aunque aquí sólo trate de aquella referida a las minas de las
tierras altas en Bolivia, en los departamentos de Potosí, Oruro y La Paz. Por todo
lo expuesto, es un nuevo hito en todos los rubros antes mencionados; tanto por los
textos originales como por las fotos de Gerstmann, cuya obra en la actualidad era
apenas conocida por sus libros y por los positivos originales en colecciones privadas.
Las entidades que han patrocinado y financiado la publicación de la obra son:
Institut de Recherche pour le Développement, IRD, Francia; Agence Nationale de la
Recherche, ANR, Francia; Instituto Francés de Estudios Andinos, IFEA; Biblioteca
Central, Universidad Católica del Norte, Chile; Departamento de Sociología,
Universidad Pablo Hurtado, Chile; Museo de la Casa Nacional de Moneda, Potosí,
Bolivia; Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, La Paz, y Plural Editores,
La Paz, Bolivia.

H. Y C. XL ♦ 193
“Imágenes de la revolución industrial. Robert Gerstmann en las minas de Bolivia. (1925-1936)”

Producir una obra de estas características es complicado en muchos sentidos.


Es el resultado de la colaboración interesada y gratuita de los autores, de los gestores
y de las instituciones que inicialmente la gestaron y otras que después la respaldaron.
La verdadera gestora de la obra es la antropóloga y socióloga francesa Pascale Absi,
del IRD, que pese a las dificultades inherentes a este tipo de proyecto logró llevarlo
a buen término. Además de las colaboraciones y gestiones personales numerosas
instituciones en Bolivia y Chile fueron socias en la producción. Al final PLURAL se
asoció a la iniciativa para la impresión de la obra, que ha quedado estupenda.
El libro, que aún no ha sido presentado, puede adquirirse en PLURAL y el PIEB
en La Paz.

La Paz, octubre de 2016.

194 ♦ H. Y C. XL
IN MEMORIAM
Hija de la “Pampa Gringa” y de los Andes

Mercedes del Rio

A la edad de 80 años, Ana María Lorandi


murió en el barrio porteño de Congreso de la ciudad
de Buenos Aires, Argentina. Arqueóloga y luego
historiadora inició y desarrolló los estudios sobre
Etnohistoria Andina en la Universidad de Buenos
Aires y promovió la renovación radical de la historia
incaica desarrollada por John Victor Murra. Su vida
transcurrió en diferentes ciudades, pero aquellas que
le dejaron fuertes improntas personales y académicas
fueron Cañada de Gómez, Rosario, La Plata, París y
Buenos Aires.
Ana María nació en 1936 en un pequeño de Ana María Lorandi
pueblo de inmigrantes llamado Cañada de Gomez, (1936-2017)
Provincia de Santa Fé. Descendiente de lombardos por
ambas líneas, su abuelo paterno se instaló en esta región litoraleña para trabajar en
la construcción de la línea ferroviaria que uniría las ciudades de Rosario y Córdoba
(1863-1870). En esa época Cañada de Gómez era un pueblo progresista emplazado
entre muchas colonias agrícolas de inmigrantes, en su mayoría italianos. En su
conjunto formaban parte de la pujante “pampa gringa”, donde se había gestado la
producción agropecuaria en gran escala destinada al modelo agroexportador. La
combinación de los rieles, los sembradíos y los inmigrantes conformó un mundo de

H. Y C. XL ♦ 197
Hija de la “Pampa Gringa” y de los Andes

trabajo fuerte, liberal y de incipiente modernidad. Allí se gestó un imaginario social


cargado de expectativas y aspiraciones no siempre cumplidas. Ana María se crió en
el seno de una familia trabajadora que la nutrió no solo en los valores del sacrificio,
del ahorro y de la vida austera sino también en el amor por la lectura transmitido por
su padre. La prematura muerte de su madre, la obligó a madurar repentinamente y
debió hacerse cargo del cuidado de su hermano menor y de las tareas domésticas del
hogar como era la usanza de la época; esta circunstancia le forjó una férrea disciplina
laboral y familiar que la acompañó toda su vida. Lorandi fluctuaba en esa época entre
la literatura y la historia inspirada por los profesores de la escuela pública y más tarde
estimulada por el ambiente favorable de las tertulias con los intelectuales del pueblo.
Transgresora, rebelde, audaz, rompió las barreras de la sociedad pacata y tradicional
de la época para abrazar tempranamente los ideales de la independencia femenina y
buscar nuevos horizontes con la constante ambición por mejorar sus conocimentos.
Dejó su pueblo para estudiar historia en la Universidad Nacional del Litoral
(Rosario), ingresar tempranamente en la carrera de investigación del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet 1964) y alcanzar su
doctorado en esa universidad (1967). Precisamente, en Rosario tuvo la oportunidad
de conocer al destacado arqueólogo Alberto Rex Gonzalez e iniciarse en el quehacer
arqueológico que la acompañó durante más de veinte años. Sin duda, las campañas
arqueológicas y los trabajos realizados por el equipo liderado por Rex Gonzalez en
Rosario fueron una fuente de inspiración que pudo recrear años más tarde en Buenos
Aires, cuando tuvo la oportunidad de formar su propio equipo de investigación. La
experiencia en Rosario terminó con el amargo suceso a nivel nacional y en especial
en Buenos Aires de la “noche de los bastones largos” (1966) durante la dictadura
militar iniciada por el General Juan Carlos Onganía (1966-1973), régimen que
provocó además la cesantía, renuncia y emigración de notables intelectuales y el
inicio de una larga época de ideas retrógradas y de oscurantismo en Argentina.
Una vez desarticulados los equipos de investigación en Rosario, Lorandi
comenzó su experiencia en la Universidad Nacional de La Plata a cargo de la cátedra
de Arqueología Americana (1969). En esos momentos, el enfoque naturalista de la
arqueología de esa casa de altos estudios no le resultaba para nada inspirador y su
aislamiento y soledad fueron agobiantes. Pese a todo, su producción fue fecunda
e inició un premonitorio giro de área y objeto de estudio: de la arqueología de las
llanuras tucumano-santiagueñas viró a los estudios de la arqueología incaica en los
valles del Noroeste argentino (NOA).
Entre 1976 y 1980, Ana Maria viajó frecuentemente a Francia donde completó
sus estudios postdoctorales en la lÉcole des Hautes Études en Sciences Sociales y

198 ♦ H. Y C. XL
Mercedes del Rio

en la Sorbona. París significó mucho para ella en términos familiares y académicos.


Allí creció su unica hija Valentina, luego sucedió su divorcio del músico Enzo Gieco
y mucho más tarde el nacimiento de sus queridos nietos. A nivel profesional y a lo
largo de esa época ocurrió el encuentro con la Etnohistoria Andina. La revolución
epistemológica que implicó la nueva interpretación de los Andes de John V.Murra
y su impacto en aquellos momentos en el equipo francés de Nathan Wachtel como
en Pierre Duviols provocó su fascinación, especialmente por la propuesta sobre la
demolición de los antiguos modelos interpretativos del estado incaico y por los nuevos
enfoques sobre los problemas derivados de las rupturas y las reconformaciones
sociales andinas durante la invasión hispana. Los estimulantes debates y jugosas
discusiones de este ambiente académico la alentaron a abandonar la arqueología e
iniciar los nuevos estudios etnohistóricos en el Tucumán Colonial y a llevar estas
nuevas corrientes a la Argentina. El abrazo intelectual entre la arqueología y la
historia la obligó en esta nueva oportunidad a reenfocar el concepto del tiempo a
gran escala propio de la arqueología al de los actores y acontecimientos, la coyuntura
histórica o la larga duracion.
Durante esos años había comenzado la reapertura democrática en Argentina,
con la consecuente regularización y renovación de la vida académica mediante
los nuevos concursos universitarios. En 1984 no solo inició su experiencia como
docente en la Universidad de Buenos Aires sino también comenzó a concretar la
formación de becarios y de jóvenes investigadores, repitiendo su enriquecedora
experiencia rosarina de una forma renovada. Alli aprendió y luego transmitió valores
como la importancia del intercambio del conocimiento, la riqueza de las discusiones
metodológicas o de la búsqueda bibliográfica como así también la competencia
laboral en el seno de los equipos de trabajo. Pero sobre todo, fue consciente de que
para formar nuevos investigadores hacía falta una gran generosidad intelectual y el
constante aliento de un buen director de equipo. Ana María fue una extraordinaria
hacedora de equipos de investigación, supo alentar y dar seguridad a los que se
iniciaban en esa tarea, pero por sobre todas las cosas tuvo el talento de emocionarse
con las ideas que escuchaba, de hacer una pregunta oportuna hasta esperar un
destello en el otro y atar con magia las incipientes ideas muchas veces desarticuladas
de los inexpertos discípulos, en un marco interpretativo más amplio. Su amplia
experiencia arqueológica le permitió una rápida interpretación de los movimientos
de la población tanto chaqueña como de las estribaciones amazónicas a lo largo de
la frontera sudoriental del Tawantinsuyu testimoniadas en las fuentes coloniales. Fue
así como surgieron dos grupos de investigación: uno orientado a Charcas colonial
y el otro al Tucumán y cada uno logró, un poco más tarde, cobrar vida propia. En
esta época, también logró concretar aqullo que frecuentemente llamaba como “la

H. Y C. XL ♦ 199
Hija de la “Pampa Gringa” y de los Andes

presentación en la sociedad internacional” de los trabajos etnohistóricos bajo su


dirección mediante la organización del I Congreso Internacional de Etnohistoria
(1989), el cual tuvo una gran receptividad y se replicó en América Latina hasta
la actualidad. Testimonio de esta fecunda experiencia fue la publicación de una
compilación sobre el Tucumán Colonial y Charcas (1997) conteniendo los resultados
de las investigaciones llevadas adelante por los miembros de su equipo a lo largo de
diez años de labor.
Durante esta prolifica etapa de su vida pudo consolidar una nueva línea como
investigadora científica del CONICET donde colaboró apasionadamente en varios
cargos de gestión (1984-1986), dirigir el Instituto de Antropología (1984-1991),
organizar la sección de Etnohistoria en Universidad de Buenos Aires (1992-2014),
diagramar una nueva orientación en la cátedra de esa casa de estudios (1984-2002) e
incorporar nuevos investigadores dedicados al estudio de las sociedades de Pampa-
Patagonia, Litoral y Paraguay.
Racional, apasionada, liberada de las inhibiciones y ataduras teóricas, logró
instalar el debate de los temas andinos a pesar de la indiferencia académica porteña.
Frecuentemente, comentaba con frustración que jamás había podido encontrar el
reconocimiento y diálogo fecundo con sus colegas historiadores o antropólogos de
la Universidad de Buenos Aires, a excepción del colonialista Enrique Tandeter y del
historiador del arte José Emilio Burucúa. Sin embargo, Lorandi fue Profesora Visitante,
compartió trabajos y participó en coloquios con investigadores de Estados Unidos,
Reino Unido, Francia, Finlandia y especialmente con colegas latinoamericanos de
Chile, Perú, Bolivia y México. Su vitalidad e impulso también calaron fuerte en los
equipos del interior del país, especialmente en Córdoba, Salta, Jujuy, Tucumán y
Catamarca. Su activa presencia e intercambio de enfoques divergentes redundó en
el enriquecimiento del debate sobre el área andina meridional. En reconocimiento
de sus valiosas contribuciones, Lorandi fue distinguida con el título Doctor Honoris
Causa en la Universidad Nacional de Salta (2013) y en la Universidad Nacional de
Santiago del Estero (2015).
Trabajadora incansable escribió tres libros, otros nueve en colaboración y más
de cien artículos en revistas nacionales y extranjeras. Ciertas preocupaciones y ejes
temáticos la acompañaron durante su extensa carrera como el análisis de la frontera
incaica meridional y el desplazamiento de recursos humanos (mitmaqkuna y yanas) a
través de fuentes arqueológicas o etnohistóricas; también se ocupó por desentrañar el
mosaico étnico de los valles calchaquíes al momento del contacto e interpretar lo que
entendía como desestructuración local. Más tarde, con una mirada antropológica, se
dedicó al estudio de la conformación de la sociedad hispano-criolla en el Tucumán

200 ♦ H. Y C. XL
Mercedes del Rio

colonial. Allí tuvo que batallar con la adaptación de las categorías analíticas de las
áreas centrales y de los silencios en las fuentes a fin de interpretar y reconstruir los
procesos socioculturales de una zona marginal tanto para los incas como para los
españoles, con poca población y con servicio personal en lugar de tributación. Pero
también le atraía la dimensión utópica o aventurera de ciertos personajes históricos
que irradiaban estimulantes imágenes, como la quimera del falso inca don Pedro
Bohorques o los avatares del funcionario borbónico del Tucumán Manuel Fernández
Campero y Hesles. Aunque tenía consecuentes valores progresistas, no le interesaba
la militancia política nacional y ni siquiera intentó vincular la narración histórica con
las luchas indígenas de la actualidad. En los últimos años se alejó de la problemática
del contacto hispano+ndígena y se enfocó en la construcción de identidades ambiguas
en la sociedad colonial y republicana de los Andes Centrales. Precisamente, uno de sus
últimos libros publicado en el 2013 consistió en una reflexión sobre la construcción y
reconstrucción de las identidades difusas, tanto criolla como peninsular, el conflicto
y las luchas por el poder local y central en la región cusqueña con posterioridad a las
rebeliones indígenas de fines del siglo XVIII.
Con su política de puertas abiertas, su casa de Buenos Aires la convirtió en un
centro de reuniones intermitentes de colegas. Allí se entrecruzaba la vida familiar,
social e intelectual gracias a su simpatía, generosidad académica ilimitada y
capacidad de saber acoger.

Washington, 2017

H. Y C. XL ♦ 201

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