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Entender el punto de partida ayuda a entender el punto de llegada. Hay varios tipos
de autoritarismos: personalistas o institucionalizados y militares o civiles.
Las dictaduras personalistas están gobernadas por individuos de voluntad fuerte que
dominan el proceso político. Su principal interés es el poder. Son tiranos. No se
suscriben a ideologías sustantivas y no tienen misiones programáticas. Promueven
cultos a la personalidad, la mayoría nacieron de filas militares.
Pero existe una arruga sutil, una que tiene que ver con la secuencia o el tiempo, más
que con el simple hecho de la experiencia democrática. Existe una tendencia a que
los países más ricos pasaran a la democracia antes que los países más pobres.
Durante el segundo período, 1940-77, las clases medias hicieron demandas efectivas
de cambio democrático. Los avances de la industrialización propiciaron el
advenimiento de un proletariado y clase media. Esto resultó en crecientes demandas
de inclusión política y la sociedad civil irrumpió en la política regional.
Hay dos grandes caminos por los que un régimen autoritario llega a su fin. El
primero es la ruptura total, el segundo vía reforma. Los regímenes personalistas
pueden caer con una revolución, pero esto es más difícil en autoritarismos
institucionalizados. La mayor parte de ellos se desmantelaron con pactos.
Por tanto, las garantías son esenciales para las transiciones de régimen negociadas.
Estas garantías pueden ser:
Electorales: Manipulando las reglas para ayudar a los partidos oficialistas y evitar
que los partidos opositores, normalmente de izquierda, consigan mayorías
abrumadoras.