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Acerca de una doble inconsistencia en la argumentación de Rorty

presente en

su texto: La prioridad de la democracia sobre la filosofía.

Jhon Jairo Vanoy Herrera

Universidad Nacional de Colombia / Departamento de Filosofía

SFC: ¿Qué significa pensar políticamente? / Profesor: Bernardo Correa

Bogotá, D.C. 19 de abril del 2021

A continuación, presento dos diferentes tipos de inconsistencias que


encuentro en el texto de Rorty. El primero, tratará del contenido del texto y su
relación con la tesis que pretende defender. El segundo, versará sobre la forma de
este y algunas posibles contradicciones de orden metodológico. Inconsistencias
estas que -pretendo- sirvan como material para discutir en la sesión.

1. Primera inconsistencia

En Europa hubo una época donde se debatía acerca de qué postura


teológica debía fundamentar el orden político de una sociedad. Los esfuerzos
intelectuales estaban encaminados a ordenar políticamente la sociedad de
acuerdo a una visión teológica. Por ejemplo, tal investigación estaba encaminada
en determinar porqué tales o tales virtudes cristianas eran, o no, las más
adecuadas para organizar dicha sociedad. Ahora bien, con ayuda de ideas
propias del fenómeno histórico que se conoce como iluminismo, tal debate fue -en
alguna medida- superado. El fundamento ordenador -arriba mencionado- ya no
se buscaba en alguna idea sobre la relación hombre-Dios. Contrariamente, y a
raíz de que esta visión teocéntrica fue reemplazada por una de orden

1
antropocéntrico -propia del iluminismo-, ahora tal elemento ordenador -no podía
ser de otra manera- debía ser hallado en alguna idea de lo que es el hombre y su
naturaleza1.

Ya en Estados Unidos Jefferson, según Rorty, se ubica dentro de los


intelectuales iluministas de esta línea. Pues este, por ejemplo, argumenta que el
sentido moral -distintivo de la naturaleza humana- y el buen comportamiento son
propios, tanto de creyentes, como de ateos. Lo cual, da cuenta de que la exigencia
religiosa no es prerrequisito para ingresar a una comunidad política. Como
hemos visto, tal modo de pensar -de orden antropocéntrico- deriva en la
postulación de características humanas esencialistas como fundamento para
ordenar políticamente una sociedad. Uno de los ejemplos más sobresalientes al
respecto es la propugnación de la razón como esencia de la naturaleza humana.
Y, el consecuente reemplazo de Dios por la razón como criterio ordenador 2.
Recordemos, al siglo de las luces también se le conoce como el siglo de la ciencia
y la razón, y, el precursor de la separación entre Estado e iglesia. Esto es, entre
política y religión. Proceso histórico que ha tenido como uno de sus resultados la
postulación y puesta en marcha de un proyecto de corte liberal-iluminista que ha
devenido, entre otras muchas, en la forma política conocida actualmente como
democracia liberal.

Ahora bien, la crítica contra este liberalismo -por parte de una corriente
filosófica denominada comunitarismo- no se ha hecho esperar. Tal corriente
afirma que el iluminismo -del cual bebe el liberalismo- realizó una teoría política
haciendo uso de un presupuesto filosófico equivocado. Su argumento principal es
que no puede haber comunidad sin un determinado número de creencias
compartidas por todos. En tanto, es imposible fundar comunidad bajo los
presupuestos del iluminismo, pues este brinda muy pocas creencias para ello,
por ejemplo, la de la libertad individual. Tenemos aquí, pues, una crítica
antiindividualista.

Adicionalmente, los comunitaristas afirman que el liberalismo considera al


ser humano como un individuo moralmente completo en sí mismo. Donde, a su
vez, dicha moralidad viene dada por naturaleza, en tanto, no requiere de una
1
[CITATION Ric92 \p 33 \l 9226 ]
2
[CITATION Ric92 \p "32, 39" \l 9226 ]

2
referencia histórica. También, que dicha moralidad -entendida como un elemento
racional- es suficiente para servir de base a la cooperación social. Tenemos aquí
una crítica historicista.

Finalmente, sentencian los comunitaristas, el liberalismo iluminista ha


derivado en realidades tan alarmantes como: la de reducir al ser humano a
hombre económico o, la cruda hegemonía de la razón técnica 3. Inclusive,
vaticinan el colapso de las actuales democracias liberales, esto, por causa del
desencanto que produce la renuncia a las creencias del tipo que los
comunitaristas reclaman, a saber, aquellas que versan sobre las cuestiones
últimas y trascendentales4. En este sentido, interpreto yo, los comunitaristas
sostienen, en últimas, que tales fundamentos liberales iluministas han destruido
aquello que pretendían fundar. Pues tal iluminismo -en forma de individualismo y
ahistoricismo- ha dado paso a la destrucción de la comunidad política misma.

Ahora bien, como liberal norteamericano, Rorty nos advierte que tal género
de críticas al liberalismo por parte de los comunitaristas, en especial las dirigidas
a la concepción procesal de la justicia propuesta por Rawls, no tienen lugar.
Explico.

Rawls entiende, cita Rorty, que la justicia en cuanto equidad se basa en


ideas intuitivas fundamentales que se hallan radicadas en las instituciones
políticas de una sociedad democrática y en la tradición pública de esas ideas. A
su vez, Rawls espera que tal concepción práctica de justicia se base -por lo
menos- en algún consenso superpuesto producto de la interacción entre opuestas
doctrinas filosóficas. En este sentido, puede verse que tal noción de justicia es un
logro ganado históricamente a partir de una construcción social no universalista.
Por lo tanto, la crítica historicista y antiindividualista, por parte de los
comunitaristas a Rawls, no tiene lugar. Inclusive, asevera Rorty, Rawls estaría de
acuerdo con tales críticas5.

Por otro lado, Rawls invita – comenta Rorty- a practicar la tolerancia


filosófica. Entendida esta, como la sugerencia de apartar cualquier intento por
fundamentar el orden político-social acudiendo a criterios producidos por la
3
[CITATION Ric92 \p 34-35 \l 9226 ]
4
[CITATION Ric92 \p 52 \l 9226 ]
5
[CITATION Ric92 \p 37 \l 9226 ]

3
filosofía. De esta forma, afirma Rorty, hay un elemento común entre Jefferson y
Rawls, a saber, el de poner entre paréntesis pretensiones fundacionales de la
política a partir de criterios de orden extrapolítico. Como lo son, en este caso,
aquellos provenientes tanto, de la religión, como de la filosofía. Es más, resalta
nuestro autor, Rawls va más allá, pues, a diferencia de Jefferson, este pretende
salvar la política de fundamentos universalistas definidos de forma apriorística 6.
Pues, recordemos, en Jefferson aún persiste el intento por fundamentar la
política a partir de elementos como la racionalidad o la moralidad, características
entendidas como elementos esenciales de una presunta naturaleza humana.

Lo anterior, da paso a Rorty para sostener que, de acuerdo con su lectura de


Rawls, la política no requiere premisas provenientes de disciplinas como, por
ejemplo, la antropología filosófica. La historia y la sociología resultan suficientes
para ello, pues, el intento de Rawls es un ejemplo7.

Hasta aquí, queda claro que Rorty defiende la idea de la tolerancia filosófica.
Esto, en el sentido de que se muestra prescindible o innecesario fundamentar la
política en alguna concepción de lo que debe ser el sentido de la vida o lo que es
la naturaleza humana. Tal pretensión, sugiere Rorty, es igual de inútil que el viejo
debate teológico por determinar cuál debe ser el orden político de acuerdo a
alguna idea de Dios. Es decir, y hay aquí una crítica a los comunitaristas, el
problema no es cambiar unos fundamentos por otros mejores, de lo que se trata
es de abandonar tal pretensión. En este orden de ideas, de lo anterior resulta la
sentencia de que, en cuanto al problema del orden sociopolítico a seguir, la
democracia (basada en la noción de justicia como equidad y el consenso
superpuesto)tiene primacía sobre la filosofía8. Nótese, Rorty identifica
innecesariedad o irrelevancia con inutilidad. Y esto, le permite sentar alguna
“razón” para proponer poner entre paréntesis la filosofía.

No me detendré, y espero me disculpen por tanto atrevimiento, en hacer un


resumen sobre algunas coincidencias o, la inadecuada lectura que hace el
comunitarista Sandel, según Rorty, de Rawls; considero, esto no es más que otro
ejemplo de superación de críticas comunitaristas. Tampoco, en el abordaje del

6
[CITATION Ric92 \p 42 \l 9226 ]
7
[CITATION Ric92 \p 35-39 \l 9226 ]
8
[CITATION Ric92 \p 47 \l 9226 ]

4
aparente dilema que suscita el hecho de que una democracia liberal, la cual se
precia de ser tolerante, excluya y tilde de locos a pensadores como Nietzsche o
Loyola; este anexo, creo, es un tema interesante pero accesorio. Inclusive, dejaré
de lado las virtudes -a veces paradójicas- que tiene la filosofía, según Rorty, ya no
en la esfera política, sino en la privada. Claro está, sólo para aquellos quienes
-como él dice tener9- poseen una vocación filosófica frívolo esteticista de corte
moral10. Acaso, ¿Qué tiene que ver este aspecto actitudinal con la tesis defendida?
En este sentido, a mi modo de ver, estos tres últimos desarrollos en nada apoyan
la tesis principal del texto, a saber, la prioridad de la democracia sobre la
filosofía. Mas bien, lo digo temerariamente, tales elementos dan la impresión de
continuar el tema tratado, pero, en el fondo, sirven sólo para rodear o eludir la
cuestión central.

Yendo ya directamente al problema que creo ver en la relación entre la tesis


defendida por Rorty y el contenido de su texto. A lo largo de este, no veo más que
(i) una refutación muy convincente de algunas críticas al liberalismo 11, (ii) una
recomendación traída del modo de pensar de Jefferson y Rawls: la de aplicar la
tolerancia filosófica, y, (iii) un intento plausible de Rawls por fundamentar la
política sin necesidad de numerosas creencias trascendentales de orden
apriorístico. No dejo de llamar la atención y preguntarme, sin respuesta alguna
que pueda ofrecerme el texto trabajado, como es que, de estos argumentos, se
sigue que la democracia tiene primacía sobre la filosofía 12. No es que yo defienda
lo contrario, simplemente no logro encontrar una línea argumentativa - por parte
de Rorty - que permita dar ese paso.

En otras palabras, no encuentro como es que, del hecho de que Rawls logre
superar algunas críticas y proponer un orden político liberal sin recurrir a
principios filosóficos imprescindibles 13 , se apoye adecuadamente la opinión de
que la filosofía -vista como un constructo teórico acerca de la pregunta por lo que
es el ser humano- quede invalidada para servir como fundamento de algún orden
político. Del hecho de que se pueda cavar un hueco con la mano, no se sigue que

9
[CITATION Ric92 \p 48 \l 9226 ]
10
[CITATION Ric92 \p 50 \l 9226 ]
11
[CITATION Ric92 \p 45 \l 9226 ]
12
[CITATION Ric92 \p 50 \l 9226 ]
13
[CITATION Ric92 \p 52 \l 9226 ]

5
cavarlo con una cuchara o una pala sea poco útil o inválido. Uno podría esperar
argumentos del tipo: la filosofía en su pretensión logicista, universalizante y
esencialista, deviene en caldo de cultivo para posibles totalitarismos que minan la
posibilidad de la realización de una democracia liberal. Por lo tanto, hay que
prescindir de ella, dejarla entre paréntesis o ponerla en un segundo plano, en
cuanto al modo y acto de organizar políticamente una sociedad. O, explicaciones
de porqué el liberalismo no es el causante del rebajamiento del ser humano a
hombre económico y, la catástrofe humanitaria producto de la hegemonía
técnica. Como es evidente, no es este el caso.

En este orden de ideas, considero que el contenido del texto, tanto la


superación de las criticas comunitaristas, como los otros desarrollos
argumentativos (ii y iii), sirven sólo para sostener que, en efecto, el liberalismo sí
puede fundamentar un orden político, esto, sin la necesidad de recurrir a
numerosas creencias respecto de lo que es intrínsecamente deseable para una
comunidad referentes a modos de vivir buenos en sí mismos 14. Pues, como Rorty
a partir de Rawls claramente sostiene, la mera creencia en cierta noción de
justicia (no a priori) como equidad, y, el tener tal justicia como principal valor
común, es suficiente para realizar tal objetivo fundacional 15. También, para como
dice Rorty, encaminar la crítica comunitarista al liberalismo sobre temas y
argumentos de tipo empírico y moral16.

Pero, en ningún caso encuentro loable que de tal argumentación se siga la


presunta irrelevancia o inutilidad de la filosofía -entendida en los términos de
Rorty- para fundar la democracia, y por ende, su relegación a, en el mejor de los
casos, un segundo plano.

Ahora bien, por un lado, propondría discutir en la sesión si, en efecto, los
argumentos de Rorty - tanto i, ii, y iii, como los que ignore adrede - son
suficientes o los más adecuados para sostener la primacía de la democracia por
encima de la filosofía. Por el otro, me parece de suma importancia tratar el tema
de lo mal parada que queda la filosofía -en cuanto al papel que puede tener esta
en la política- ante tal concepción del asunto. Concepción que, podría verse así,

14
[CITATION Ric92 \p 35 \l 9226 ]
15
[CITATION Ric92 \p 42-43 \l 9226 ]
16
[CITATION Ric92 \p 50 \l 9226 ]

6
tildaría de políticamente inútil el abordaje filosófico que pueda darse alrededor de
la pregunta por lo que significa pensar políticamente.

2. Segunda inconsistencia

Rorty define la filosofía -para efectos del caso tratado- como conjunto de
argumentaciones en torno a lo que es la naturaleza humana 17. Es claro que Rorty
no hace esto en su texto. Así pues, en virtud de tal definición, Rorty no está
haciendo filosofía. Pero, por un momento, supongamos que la filosofía política no
se reduce a dicha investigación. Provisoriamente, del mismo modo que hace
Rorty, convengamos que la filosofía política es el conjunto de argumentaciones en
torno a la pregunta por cómo organizar políticamente una sociedad. En este
sentido, y teniendo en cuenta que, en su texto, Rorty hace un cotejo de
argumentaciones para, finalmente, decantarse por alguna solución respecto del
problema trabajado, podemos aseverar, Rorty sí está haciendo filosofía. De hecho,
bajo esta perspectiva, la solución que brinda nuestro autor da cuenta de la
utilidad y necesidad de la filosofía en política.

Curiosamente, la solución que propone Rorty es dejar de lado la filosofía,


conclusión a la que llega por medio del ejercicio filosófico mismo. De esta manera,
si Rorty fuera consecuente con sus resultados, ni siquiera hubiera podido ofrecer
la solución que propone, pues la misma conclusión invalida el desarrollo de tal
acción por dichos medios. Parece ser, hay cierta contradicción en el método que
Rorty utiliza en el texto trabajado ¿Cómo salvar a Rorty de tal contradicción?
Sugiero tal pregunta para tratar en la sesión.

El anterior, fue un argumento de tipo lógico. Ahora probemos uno retórico


de autoridad. Recordemos lo que sugiere Marx en su famosa tesis once: Los
filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de
lo que se trata es de transformarlo. A todas luces -la tesis de poner entre
paréntesis la filosofía y dejar que los historiadores, sociólogos y políticos, se
17
[CITATION Ric92 \p 38 \l 9226 ]

7
hagan cargo de fundamentar el orden político- va en contra de tal tesis marxista.
Consecuentemente, Rorty parece sugerir a los filósofos que permanezcan en la
mera contemplación, pues ésta no tiene más derecho que el de existir
melancólicamente18 recluida en la vida privada19.

Ahora bien, aceptando que lo que hicieron Jefferson, Rawls y el mismo Rorty
fue interpretar un estado de cosas, hallar un problema, para luego, ofrecer una
solución a este con intenciones de transformación del estado inicial de cosas,
podemos afirmar, ya más específicamente, la intensión de Rorty -en su texto- es
transformar la práctica política a partir de una interpretación previa que hace de
esta. Ejercicio que, a ojos de Marx, se correspondería con lo que debe hacer un
filósofo. Así pues, presento lo anterior como un pequeño desarrollo del argumento
lógico, que, de nuevo, busca exponer ciertas contradicciones en la forma de
argumentar de Rorty. A lo dicho, el autor podría responderme, convengo en ello,
pero en todo caso, yo no estoy haciendo filosofía apriorística, universalista, ni
esencialista. A lo cual yo replicaría, también convengo en ello, no obstante, y en
virtud de la tesis que defiendes, tu texto resulta irrelevante, innecesario, inútil o,
secundario para la democracia liberal y la política.

Finalmente, no quisiera despedirme sin declarar que esta ponencia no es un


intento por defender la tesis contraria a la defendida por Rorty. Muy a mi pesar,
no creo que la filosofía deba tener primacía por encima de la democracia. Es
decir, estoy de acuerdo con Rorty. Lo que no convengo con él, como es evidente,
es en la forma que usa sus argumentos para defender dicha tesis. Por supuesto,
esta ponencia no es más que una interpretación, la cual, puede estar sostenida
en una sobre interpretación o malentendido de lo que quiso expresar el autor
trabajado. Espero, la sesión se preste para dilucidar dicha cuestión.

Bibliografía

Rorty, R. (1992). La prioridad de la democracia sobre la filosofía. En G. Vattimo, La secularización


de la filosofía. España : gedisa.

18
[CITATION Ric92 \p "48, 51" \l 9226 ]
19
[CITATION Ric92 \p 40 \l 9226 ]

8
9

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