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130-138
RESUMEN
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1. Sobre la relación entre abnegación y necesidad volitiva
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algunos objetos de amor o razón. Esto es, se da un sometimiento., Lla persona se
encuentra pasiva ante tal fuerza que le invade. Ahora bien, ¿cómo podríamos
abnegar ante algo que no nos preocupa o nos aparece sin importancia? ¿Ccómo
podríamos ser totalmente pasivos o ajenos al objeto que suscitoó nuestra
abnegación?
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se le ha impuesto. Es decir, a diferencia del caso de la necesidad volitiva, el adicto
no quiere querer para sí dicha adicción, esto es, el drogadicto permanece en un
conflicto de fuerzas sin llegar a superar 4 el momento de la imposición 5. La misma
lucha contra la adicción da cuenta de que en el adicto no se da el momento de la
autoimposición.
En este sentido, podemos decir que, por un lado, el acento de pasividad -en
la necesidad volitiva- viene dado por el hecho de que, en estos casos, el amor o la
razón provienen de fuera de nosotros y se nos imponen por la fuerza (momento de
la imposición). Por el otro, que su acento activo se da en virtud de que, si bien
son fuerzas externas que nos invaden, nosotros mismos -por voluntad propia-
decidimos hacerlas nuestras y utilizarlas en la acción (momento de la
autoimposición). En este sentido, tal factor activo es aquello que, al igual que en
el caso de la abnegación6, nos permite experimentar cierto sentimiento de
liberación7. De este modo, encuentro, se relacionan estos dos conceptos, a saber,
dan cuenta de una experiencia que va desde la pasividad hasta la actividad, y
además, tienen como efecto en común el producir en nosotros tal sentimiento de
liberación. Así pues, a partir de los razonamientos de Frankfurt, es posible dar
luces acerca de la superación de la aparente paradoja de sentirnos libres a pesar
de estar cautivos.
4
Alguien podría decir que, en efecto, se da el caso donde drogadictos se dan al vicio con toda su voluntad, esto es,
queriendo para sí o autoimponiéndose el consumo. Esto implicaría afirmar que , el adicto siente liberación por medio del
consumo y en él actúa la necesidad volitiva. Punto de vista que se presta para discusión, pues, exagerando un poco, toda
un generación de jóvenes estadounidenses se consideró liberada por medio del consumo de sustancias psicoactivas.
5
Cfr. [CITATION Har06 \p 127-128 \l 9226 ]
6
Un punto para tratar podría ser el de si la abnegación es un caso especial de necesidad volitiva, de cuáles son sus
diferencias, o si son procesos muy distintos, etc. Bien.
7
Cfr. [CITATION Har06 \p 130 \l 9226 ]
4
La racionalidad, además de llevar cierta marca personal por mor del acto de
abnegación o en virtud de la necesidad volitiva, es también de índole impersonal.
Esto, porque cuando creo tener la razón, a su vez, pretendo que los demás la
observen y acepten como válida. Es decir, mis juicios -que pretenden estar
amparados por la racionalidad- tienden a superar la mera opinión de mi persona
y llevan implícito cierta validez de orden universal. A tal punto llega la fuerza de
la razón que cuando alguien no concuerda con nuestra opinión, aseveramos,
debe estar equivocado. No ocurre lo mismo con el caso del amor. Nadie -en sus
cinco sentidos- que ame algo o a alguien exigiría a los demás profesar el mismo
amor por tales objetos. Así pues, a diferencia de la razón, el amor se restringe a la
persona y no pretende validez universal. Por tanto, éste es sólo de índole
personal.
Así pues, esta madre que decidió no abandonar a su hijo -de ser el caso-
lejos de pensar que al abandonarlo estaría traicionando un precepto moral, más
bien, siente que abandonarle sería una traición a sí misma. Esto, porque la
necesidad volitiva implica el orden de lo personal. En este sentido, podríamos
5
decir, la necesidad volitiva, con su acento personal y activo, hizo lo suyo. De
algún modo, y por mor de cierto juego de fuerzas, identifico a la madre con el
objeto de su amor o razón, en tanto, el niño -descubre la madre- le importa o le
preocupa sobremanera. Y, dado que le importa y/o preocupa su hijo, ha hecho
del cuidado de este ser algo personal, en tanto, descuidarlo sería traicionarse.
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debemos ponerlos en cuestión, quizá, para saber algo sobre quiénes somos?
¿Realmente somos coherentes con nosotros mismos; damos importancia o nos
preocupamos genuinamente por tales objetos?
11
Cfr. [CITATION Har06 \p 134 \l 9226 ]
12
A mi modo de ver, este es el principio rector de la argumentación de Frankfurt.
13
Cfr. [CITATION Har06 \p "134, 135, 136" \l 9226 ]
7
medida, entendemos que -en algún momento desafortunado- adjudicamos mucha
importancia a algo que sinceramente no la tenía. En consecuencia, dejamos de
preocuparnos por ello, esto es, prescindimos del objeto como algo digno de
preocupación14. Como podemos observar, en este primer caso la pregunta
evaluativa que nos reveloó la innecesaria preocupación por el objeto fue la de si
-en efecto- tal objeto nos afecta lo suficiente como para considerarlo importante.
De esta manera, podemos apuntar, se pone en cuestión la causa de la
preocupación, es decir, el grado de importancia o afectación 15.
Retomando, ¿qué hace que nuestra preocupación sea genuina o no? Primero
que todo, debemos tener en cuenta que preocuparse, para el autor, significa
hacer17 que algo sea importante para nosotros, por ello, es por lo que a la
14
También puede darse el caso contrario, esto es, descubrimos que la afectación si es relevante, por tanto, nos
preocupamos por el objeto.
15
Cfr. [CITATION Har06 \p 136 \l 9226 ]
16
Ídem.
17
El -hacer que algo sea importante para nosotros- parece entrar en conflicto con aquel proceso donde, primeramente,
una supuesta fuerza se nos impone al punto de interiorizarse por necesidad. Por tal motivo, creería, la necesidad volitiva
es incompatibles con las experiencias contenidas en este segundo caso donde tengo la libertad de hacer que algo resulte
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preocupación le sigue la importancia. Lo anterior quiere decir que, por un lado, el
preocuparnos por algo no implica alguna importancia previa que pudiera tener
ese objeto. Más bien, y como se dijo arriba, el mero hecho de preocuparnos por
algún objeto, de por sí, es lo que lo hace importante. Por el otro, que a diferencia
del primer caso, donde la preocupación depende del grado de importancia
producto de afectaciones externas que algunos objetos ejercen sobre nosotros,
aquí, parece ser, nosotros tenemos el poder de hacer que algo nos preocupe 18, y
por qué no, decidirnos por algunas de esas afectaciones presentes en el primer
caso. A esto último se refería el autor cuando apuntaba que existen dos formas
en las que algo nos puede resultar importante, que aunque distintas no por ello
incompatibles 19
.
importante para mí. En todo caso no estoy seguro y, me parece, no hay los suficientes elementos para sistematizar la
abnegación y la necesidad volitiva con los casos uno y dos. Esto podría ser otro punto para discutir, pues, tengo la
intuición de que todos los casos en que algo nos preocupa o importa no se reducen a situaciones justificadas o fallidas
de abnegación o necesidad volitiva. ¿Esa intuición daría lugar a proponer un ejemplo para ilustrarla?
18
Cfr. [CITATION Har06 \p 137 \l 9226 ]
19
[CITATION Har06 \p 135 \l 9226 ] Aquí, se muestra cómo el caso dos puede ser una reevaluación de un caso uno.
20
[CITATION Har06 \p 136 \l 9226 ]
21
Que no le sea apropiado quiere decir que no tiene la capacidad o no le es posible preocuparse por el objeto, o, que le
es más apropiado porque es capaz de preocuparse más por él que por otro objeto.
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cosas (el lado negativo). No obstante, al igual que Dios, puede amar cosas,
indiferentemente de si estas tienen algún valor previo o no (el lado positivo).
Por lo tanto, y por mor del lado negativo de la analogía, el ser humano está
restringido (es deseable o le es apropiado sólo) a amar sólo aquello que puede y es
capaz de amar; bajo estas condiciones, tal objeto será, o no, el apropiado.
Adicionalmente, y en virtud del lado positivo de la analogía, el ser humano puede
elegir amar algo indiferentemente de si la cosa tiene, o no, valor. Valga precisar,
tal amor conserva su valor, no por lo que la cosa pueda valer, sino por su
capacidad y actividad de amar (de preocuparnos y dar importancia) la cosa
misma.
Así pues, nuestro amor y preocupación (por ende, importancia) por un objeto
está justificado en la medida en que podamos serseamos capaces de
preocuparnos por él, esto es, nos sea apropiado. Contrariamente, nuestro amor y
preocupación esta injustificado cuando no elegimos un objeto apropiado, es decir,
cuando no estamos en capacidad de preocuparnos por el objeto 22. La primer
situación hace del objeto algo digno de nuestra preocupación. En la segunda, la
preocupación pierde tal dignidad, si se quiere, por impropiedad, impotencia e
incapacidad nuestra.
Así pues, y teniendo ya a la mano estos criterios, el autor ofrece una manera
de evaluar y justificar los productos de la abnegación, la necesidad volitiva, y
otros casos donde en los que la importancia y preocupación tienen lugar.
4. Comentarios finales
22
Cfr. [CITATION Har06 \p 137-138 \l 9226 ]
10
sabemos que en Maquiavelo hay tal calidad y cantidad de matices que lejos
estamos de aseverar tal facilidad de comprenderle. Ahora bien, como pudieron
evidenciar en este texto, para comprender los capítulos aquí estudiados tuve que
recurrir a capítulos anteriores tratando de descubrir conexiones conceptuales
que el autor no hace explicitas, por ejemplo, la conexión entre necesidad volitiva y
abnegación. Inclusive, me vi obligado a recurrir a marcos explicativos de causa y
efecto para poder explicitar puntos en apariencia fáciles de entender o,
interpretar peligrosamente alguna analogía. Lo anterior, a riesgo de sobre o
malinterpretar al autor. Así pues, pongo a discusión si tales apropiaciones
guardan mayor o menor fidelidad con las ideas de Frankfurt.
Como segundo punto pretendo poner en tela de juicio ese afán de Frankfurt
por hacer ver que sus razonamientos son algo diferente de un análisis ético (lo
desarrollado en el numeral 2). Si damos por cierto que la ética, como disciplina
filosófica, en parte, trata acerca del estudio y la fundamentación teorética de
valores candidatos a regir nuestra conducta moral, es evidente que Frankfurt,
lejos de apartarse de esta disciplina, lo que hace es ampliarla. Lo anterior, porque
dicho autor descubre un universo de casos donde, si bien no se buscan o
trabajan principios morales rectores como, la responsabilidad, el bien o la
bondad, uno sí podría estar tentado a afirmar que el autor propone -así no lo
quiera- como valor ético rector de nuestra conducta la autocrítica con respecto a
lo que nos importa y nos preocupa 23. Ello, ofreciendo criterios evaluativos y
modos de justificación aplicables a la conducta humana o a nuestra manera de
morar (lo desarrollado en 3).
Bibliografía
11
John.
Revisa por favor, si los comentarios que te hago dan lugar a cambiar algunas
cosas del texto.
Creo que el texto podría ser más corto de como está ahora. Trata de
encontrar líneas en las que te repites innecesariamente, creo que las hay. 5.0
12