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JHON JAIRO VANOY HERRERA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA // FCH // DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA


BOGOTÁ D. C., 6 DE DICIEMBRE DEL 2020
TRABAJO FINAL: SFM MAQUIAVELO

UN COMENTARIO SOBRE NUESTRA DEMOCRACIA Y EL FENOMENO DE LA POLITIZACIÓN


A PARTIR DE MAQUIAVELO

En declaraciones recientes, el presidente de la República de Colombia -Iván Duque- ha


manifestado que la Minga Indígena esta politizada. Denuncia que este movimiento social
esta actuando con vías de hecho indebidas -como bloqueos a vías principales, ultimátums,
(que él homologa a amenazas)- las cuales van en detrimento de la democracia, pues
ponen en riesgo los derechos de la ciudadanía en general. Acciones que, según el
mandatario, no merecen atención, ya que, enfatiza, el gobierno no responde a amenazas
ni mucho menos bajo presión de tales vías de hecho. Así mismo, el presidente exige se
levanten tales vías de hecho para que pueda entablarse un dialogo, de lo contrario, el
gobierno no escuchara ni negociara con la Minga. La razón que sostiene la susodicha
politización, según algunos columnistas y el gobierno mismo, es que la protesta indígena
esta permeada por grupos armados al margen de la ley y políticos “pirómanos” que usan
la Minga para sacar réditos políticos y económicos. Es decir, el mandatario asegura que la
Minga está fundada en intereses políticos externos a ella. Paso seguido, el dirigente
concluye que la Minga no puede tener intereses políticos o, en otras palabras, que la
Minga no puede estar politizada. Lo anterior, con un tono de satanización a la acción de
politizarse1.

Como podemos observar, de la premisa de que la minga obedece a intereses políticos


externos se deduce que la minga no puede estar politizada, ni tener objetivos políticos. Lo
cual, es problemático, por lo menos, en tres sentidos. Primero, puede ser cierto que
dentro de la Minga haya influencias de grupos armados y políticos de oposición, pero de
esto no se sigue que la Minga como tal obedezca a dichos intereses en su totalidad. A lo
sumo, habrá algunos dirigentes (traidores) de la Minga actuando subrepticiamente, pero
calificar a toda la Minga de instrumento subversivo es una exageración grotesca. Piénsese
en el caso de la protesta estudiantil, si bien dentro de esta hay profesores y estudiantes
adeptos a políticos de oposición o grupos al margen de la ley, decir que todo el
1
Ver en https://www.youtube.com/watch?v=6NCkdDrn3m8&ab_channel=ELTIEMPO y
https://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/jorge-gomez-duarte/la-politizacion-de-la-minga-KH3018628

1
movimiento estudiantil es, por ejemplo, guerrillero, no tiene ningún fundamento; pues
aceptar tal idea, es a la vez afirmar que todo el estudiantado y profesorado que protesta
es guerrillero, lo cual, es absurdo.

Segundo. Otra dificultad que presenta este argumento es que es ambiguo, puesto que
dentro de la premisa/conclusión de que -la Minga no tiene derecho a tener intereses
políticos o estar politizada- pueden caber tres posibilidades distintas, a saber, que sus
intereses políticos sean internos, externos o, mixtos (tanto internos como externos). En
consecuencia, cuando el gobierno profiere dicha conclusión -que de entrada da por hecho
que toda la Minga obedece a intereses externos, (o cual es absurdo)- está condenando
también, implícitamente, los casos en que la minga obedezca a intereses internos o
mixtos. Así pues, implícitamente y a través de dicha conclusión, el gobierno niega a la
Minga el poder tener intereses políticos legítimos internos o mixtos. Finalmente, y lo que
considero más grave, es que, de entrada, el gobierno esta satanizando la politización. Es
imposible que un movimiento de protesta social como la Minga, el estudiantil o cualquier
otro, no este atravesado por intereses políticos, es decir, este politizado. Esto, porque
cualquier movimiento de protesta social supone intereses políticos, tales intereses son su
razón de ser, un movimiento social sin intereses políticos es un sinsentido. En
consecuencia, básicamente el gobierno esta negando la posibilidad de la protesta social.

En este orden de ideas, entiendo que la noción de democracia que tiene dicho gobierno
defiende que todo el conjunto de la sociedad debe estar canalizado bajo unos únicos
intereses políticos, esto es, o la Minga se acomoda al interés político del gobierno o no se
le acepta como legítima dentro del orden social. Así pues, cualquier manifestación de
intereses políticos diferentes a los promulgados por tal gobierno no tienen cabida. Al
contrario, son tachados de politización, subversión, polarización, radicalismo o atentado
contra la democracia. Es así como, a mi parecer, dicha noción de democracia es realmente
pobre y contradictoria. A continuación me dedico a profundizar en este punto.

Una noción de democracia, donde el conjunto de la sociedad tiene que obedecer a unos
únicos intereses políticos, es bastante problemática. Las consecuencias prácticas de tal
noción se presentan, de facto, como un autoritarismo donde un sector o grupo social
obliga a los demás sectores a seguir sus propios intereses políticos. Lo cual, por donde se
le mire, es totalmente antidemocrático, puesto que, bajo este régimen, muchos sectores
sociales son excluidos, impidiéndoseles ejercer su libertad política. Pero y entonces
¿Dónde está el error en tal concepción de democracia? A mi modo de ver, el filósofo
político Nicolas de Maquiavelo ofrece una perspectiva de lo social que puede usarse, en
efecto, para hacer clara la causa de dicho error.

2
Para Maquiavelo, y respecto de cierta perspectiva en vista del asunto de lo político, el
conjunto de la sociedad está dividido en dos grandes grupos sociales, uno, está
conformado por los notables, el otro, por el pueblo. Con notables, el autor hace
referencia, por decirlo de alguna manera, a las pequeñas pero poderosas élites presentes
en toda Nación. En épocas del autor, estos eran la nobleza y el clero, en nuestros
colombianos días, estos pueden ser partidos políticos significativos, familias políticas,
potentes grupos económico-financieros, grandes terratenientes, industriales o
propietarios, mafias y grupos al margen de la ley, entre otros. El otro grupo, el pueblo, son
la mayoría, el conjunto de ciudadanos de a pie, los comunes y corrientes.

Bien, para su análisis de esta sociedad, el autor parte de una visión, si se quiere, y con
reserva lo digo, ontológica de corte realista. Maquiavelo lleva el supuesto de que los seres
humanos actúan según su deseo, en el fondo, lo que quiere decir esto, es que al ser
humano le es esencial el ser ser-volitivo, y que de dicha volición depende nuestra acción.
Ahora bien, aterrizando dicha premisa al modelo social propuesto por el autor, tenemos
que los dos grandes grupos sociales arriba mencionados, al estar conformados por seres
humanos, están atravesados por el deseo (apetito). Así pues, y siendo que la política
implica, en Maquiavelo, la noción de poder, los notables están atravesados por el deseo
de poder dominar a su antojo al pueblo, esto, con miras a satisfacer libremente su
ambición e intereses personales. Por otro lado, y en reacción al apetito opresivo de los
notables, el pueblo esta atravesado por el deseo de poder librarse del yugo dominante de
los notables, esto, para poder disfrutar con seguridad y tranquilidad de su pequeña
propiedad privada y familia2.

De esta manera, el campo social respecto de lo político, en Maquiavelo, se presenta como


un conflicto de deseos entre dos clases sociales, a saber, notables y pueblo, resumiendo,
los primeros quieren dominar a los segundos y, los segundos no quieren ser dominados
por los primeros. En esta medida, esta sociedad dividida se presenta, entonces, como el
escenario donde tiene lugar dicha pugna entre intereses de clase. Tal situación, me sirve
para parafrasear o inferir lo siguiente, mientras que en una sociedad haya pueblo y
notables (ciudadanos y parte de ellos pertenecientes a una élite poderosa), entonces,
habrá pugna de intereses entre dichas clases. De este modo, una sociedad civil de esta
naturaleza es inseparable de dicho conflicto, por lo tanto, siempre que haya este tipo de
sociedad civil habrá como principio una diferencia social conflictiva. Esto, porque tal
sociedad civil Maquiavélica está fundamentada en el conflicto. Sociedad civil que se
diferencia de otras, por ejemplo, de dictaduras donde, si bien hay ciudadanos (los Nazis
eran ciudadanos reconocidos políticamente) no hay lugar para conflicto interno entre

2
Cf. [CITATION Nic93 \p 38 \l 9226 ]

3
ellos. Dentro de la sociedad civil Nacionalsocialista o Bolchevique todos los ciudadanos
eran sometidos a un único interés y proyecto político. Contrariamente, en la sociedad civil
Maquiavélica, tiene lugar la coexistencia de, como mínimo, dos intereses políticos
diferentes, los de los notables y los del pueblo. Conflicto que, por su fundamento volitivo,
es insaciable, y que por ser deseos naturalmente opuestos, son irreductibles el uno al
otro3.

A buena hora, entonces, aparece un punto de encuentro entre Maquiavelo y la


democracia, me explico. Si una democracia ha de ser, de facto, diferente a una dictadura,
una tiranía o, un régimen político totalitario, ésta, precisamente, y en oposición a tales
regímenes, debe permitir la diferencia social conflictiva, ya que si no lo hace, tal
democracia tendera a comportarse más como tales regímenes barbaros. Es así como,
afirmo, la ontología político-social de Maquiavelo -a pesar de ser esbozada en el S. XVI y, a
pesar de la mala fama que pesa sobre dicho autor- preserva uno de los principios
universales que debe observar, considero, toda democracia actual para ser tal.

Si bien Maquiavelo no habla nunca de fundar una democracia ni mucho menos, el


principio de diferencia social conflictiva -implícito en su teoría de lo social-, a mi parecer,
cobra plena vigencia. Esto, porque, por ejemplo, las declaraciones del presidente
colombiano respecto de la Minga indígena, precisamente, buscan eliminar tal diferencia,
buscan unificar toda la ciudadanía bajo un único interés político descalificando los demás.
Cayendo así en este error por ignorar que la sociedad civil (ahora sociedad civil
democrática maquiavélica por mor de estos razonamientos) está basada en la diferencia
social conflictiva. Contrariamente, la noción de democracia que manifiesta este gobierno
(me atrevo a decir que también parte significativa de la población y varios de los partidos
políticos de nuestro país, pues no es algo exclusivo del centro democrático ni de la
derecha) considera la sociedad civil como una unidad a salvaguardar o una unidad a
construir, y en este sentido, cree que protegiendo o persiguiendo tal unidad lucha en pro
de la democracia. Craso error, puesto que ya sabemos que estas acciones encaminadas a
buscar la unidad de la sociedad son absurdas bajo la lógica de la “democracia
maquiavélica”, pues la disolución de dicha diferencia social implicaría el fin de esta
sociedad civil donde el conflicto es fundamento. Puede que el gobierno y nosotros
mismos, por ignorancia u omisión, caigamos en este error, error que, luego de ser
evidenciado, hace pensar que nuestra democracia tiende más a comportarse como un
régimen totalitario que como una democracia.

3
Cf. [CITATION Cla10 \p 212 \l 9226 ]

4
Finalmente, y ya para saldar la cuestión, es menester aclarar aquel sentido peyorativo del
término politización con el que es juzgado la Minga indígena. Es claro que una sociedad
civil basada en un único fin político -donde no hay cabida para la diferencia- tendrá por
enemigos todos aquellos fines políticos contrarios que puedan surgir. En este sentido, tal
gobierno unificador tendrá por bueno su ejercicio político y lo llamará hacer política,
mientras, al ejercicio político de posturas diferentes a la suya, lo verá como malo y, en
consecuencia, lo tildará despectivamente, en este caso concreto, lo llama ejercicio
político politizado, por tanto, ilegítimo.

Así pues, una posible lectura de este término tan problemático es que el termino
politización quiere dar a entender algo así como una degeneración, una perversión política
y moral de alguna acción política. Es así como, dado que los intereses políticos de la Minga
y su acción política no coinciden con los intereses políticos del gobierno, estos son tildados
de malos, son degenerados, pervertidos, ilegítimos, por tanto, politizados. Ahora, es claro
porque el gobierno homologa ultimátum a amenaza, un ultimátum puede provenir no
necesariamente de un enemigo político, puede verse como una notificación, una
reclamación, un llamado de urgencia al acuerdo y la conciliación. Mientras, el termino
amenaza, en efecto, sí tiene que ver más con la afronta de algo que pretende o puede
dañar, este término, pues, tiene que ver más con la presencia de un enemigo. Así pues,
bajo esta lógica, es natural que la acción de la Minga indígena condenada por el
presidente se tilde de politizada, de enemiga, de amenaza a la democracia.

Por otro lado, en una sociedad -basada en la lógica del principio de diferencia social
conflictiva- el termino politización podría no cobrar ese sentido peyorativo, me explico.
Dicha sociedad está basada en la coexistencia del conflicto, tal sociedad, entonces, tiene la
necesidad de que existan simultáneamente contrarios y diversos intereses políticos
enfrentados entre sí, de lo contrario, no habría conflicto, es decir, no habría tal tipo de
sociedad. Así pues, de la situación anterior, puede inferirse que los diversos intereses
contrapuestos y en conflicto son legítimos, ya que la existencia de facto de dicha
diferencia es precisamente la base de tal sociedad. En este sentido, el hecho de que un
grupo se organice políticamente (se politice) para defender intereses políticos contrarios a
otros grupos, es precisamente una muestra de que tal sociedad civil está viva, pues tal
politización, al darse, sostiene y fortalece el conflicto mismo . Es decir, aquí la politización
no es vicio, contrariamente, es síntoma de buena salud política. En consecuencia, bajo
esta perspectiva -ganada de Maquiavelo- lejos de satanizar la Minga, habría que
celebrarla, pues su acción política o politización -en vista de confrontarse con otros
intereses políticos- es evidencia de que la sociedad civil democrática está viva. Como
podemos observar, no sólo tal termino pierde su connotación peyorativa, sino que,

5
además, se nos aparece un sentido positivo del mismo. Lo extraño, en una sociedad civil
democrática, sería precisamente que no hubiera conflicto. Si una sociedad democrática no
posee conflictos políticos, querría decir esto que una facción política a unificado, sometido
o dominado a las otras por completo, ya sabemos que una situación tal responde más al
comportamiento de un régimen totalitario que al de una democracia.

Finalmente, por un lado, hemos visto cómo es que en una sociedad la presencia de la
diferencia y el conflicto político es condición necesaria para que tenga lugar la
democracia. En consecuencia, lejos de ser demonizado con términos tan en boga como:
atentado a la democracia, polarización, radicalización, politización, el conflicto debe ser
visto como muestra de que en dicha sociedad hay posibilidad para la pluralidad, la
diversidad, la diferencia y, en últimas, la libertad política. Por otro lado, y por medio de
este escrito, he querido también combatir un poco esa mala imagen que tiene
Maquiavelo. Queda claro cómo es que, a mi parecer, hay en este filósofo alguna teoría
que puede ser utilizada para fortalecer la defensa de la democracia, además de rescatar
un buen sentido del fenómeno de politización.

Bibliografía

Lefort, C. (2010). Maquiavelo, lecturas de lo político. Barcelona: Trotta.


Maquiavelo, N. d. (1993). El Príncipe. Barcelona: Altaya.

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