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movimiento estudiantil es, por ejemplo, guerrillero, no tiene ningún fundamento; pues
aceptar tal idea, es a la vez afirmar que todo el estudiantado y profesorado que protesta
es guerrillero, lo cual, es absurdo.
Segundo. Otra dificultad que presenta este argumento es que es ambiguo, puesto que
dentro de la premisa/conclusión de que -la Minga no tiene derecho a tener intereses
políticos o estar politizada- pueden caber tres posibilidades distintas, a saber, que sus
intereses políticos sean internos, externos o, mixtos (tanto internos como externos). En
consecuencia, cuando el gobierno profiere dicha conclusión -que de entrada da por hecho
que toda la Minga obedece a intereses externos, (o cual es absurdo)- está condenando
también, implícitamente, los casos en que la minga obedezca a intereses internos o
mixtos. Así pues, implícitamente y a través de dicha conclusión, el gobierno niega a la
Minga el poder tener intereses políticos legítimos internos o mixtos. Finalmente, y lo que
considero más grave, es que, de entrada, el gobierno esta satanizando la politización. Es
imposible que un movimiento de protesta social como la Minga, el estudiantil o cualquier
otro, no este atravesado por intereses políticos, es decir, este politizado. Esto, porque
cualquier movimiento de protesta social supone intereses políticos, tales intereses son su
razón de ser, un movimiento social sin intereses políticos es un sinsentido. En
consecuencia, básicamente el gobierno esta negando la posibilidad de la protesta social.
En este orden de ideas, entiendo que la noción de democracia que tiene dicho gobierno
defiende que todo el conjunto de la sociedad debe estar canalizado bajo unos únicos
intereses políticos, esto es, o la Minga se acomoda al interés político del gobierno o no se
le acepta como legítima dentro del orden social. Así pues, cualquier manifestación de
intereses políticos diferentes a los promulgados por tal gobierno no tienen cabida. Al
contrario, son tachados de politización, subversión, polarización, radicalismo o atentado
contra la democracia. Es así como, a mi parecer, dicha noción de democracia es realmente
pobre y contradictoria. A continuación me dedico a profundizar en este punto.
Una noción de democracia, donde el conjunto de la sociedad tiene que obedecer a unos
únicos intereses políticos, es bastante problemática. Las consecuencias prácticas de tal
noción se presentan, de facto, como un autoritarismo donde un sector o grupo social
obliga a los demás sectores a seguir sus propios intereses políticos. Lo cual, por donde se
le mire, es totalmente antidemocrático, puesto que, bajo este régimen, muchos sectores
sociales son excluidos, impidiéndoseles ejercer su libertad política. Pero y entonces
¿Dónde está el error en tal concepción de democracia? A mi modo de ver, el filósofo
político Nicolas de Maquiavelo ofrece una perspectiva de lo social que puede usarse, en
efecto, para hacer clara la causa de dicho error.
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Para Maquiavelo, y respecto de cierta perspectiva en vista del asunto de lo político, el
conjunto de la sociedad está dividido en dos grandes grupos sociales, uno, está
conformado por los notables, el otro, por el pueblo. Con notables, el autor hace
referencia, por decirlo de alguna manera, a las pequeñas pero poderosas élites presentes
en toda Nación. En épocas del autor, estos eran la nobleza y el clero, en nuestros
colombianos días, estos pueden ser partidos políticos significativos, familias políticas,
potentes grupos económico-financieros, grandes terratenientes, industriales o
propietarios, mafias y grupos al margen de la ley, entre otros. El otro grupo, el pueblo, son
la mayoría, el conjunto de ciudadanos de a pie, los comunes y corrientes.
Bien, para su análisis de esta sociedad, el autor parte de una visión, si se quiere, y con
reserva lo digo, ontológica de corte realista. Maquiavelo lleva el supuesto de que los seres
humanos actúan según su deseo, en el fondo, lo que quiere decir esto, es que al ser
humano le es esencial el ser ser-volitivo, y que de dicha volición depende nuestra acción.
Ahora bien, aterrizando dicha premisa al modelo social propuesto por el autor, tenemos
que los dos grandes grupos sociales arriba mencionados, al estar conformados por seres
humanos, están atravesados por el deseo (apetito). Así pues, y siendo que la política
implica, en Maquiavelo, la noción de poder, los notables están atravesados por el deseo
de poder dominar a su antojo al pueblo, esto, con miras a satisfacer libremente su
ambición e intereses personales. Por otro lado, y en reacción al apetito opresivo de los
notables, el pueblo esta atravesado por el deseo de poder librarse del yugo dominante de
los notables, esto, para poder disfrutar con seguridad y tranquilidad de su pequeña
propiedad privada y familia2.
2
Cf. [CITATION Nic93 \p 38 \l 9226 ]
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ellos. Dentro de la sociedad civil Nacionalsocialista o Bolchevique todos los ciudadanos
eran sometidos a un único interés y proyecto político. Contrariamente, en la sociedad civil
Maquiavélica, tiene lugar la coexistencia de, como mínimo, dos intereses políticos
diferentes, los de los notables y los del pueblo. Conflicto que, por su fundamento volitivo,
es insaciable, y que por ser deseos naturalmente opuestos, son irreductibles el uno al
otro3.
3
Cf. [CITATION Cla10 \p 212 \l 9226 ]
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Finalmente, y ya para saldar la cuestión, es menester aclarar aquel sentido peyorativo del
término politización con el que es juzgado la Minga indígena. Es claro que una sociedad
civil basada en un único fin político -donde no hay cabida para la diferencia- tendrá por
enemigos todos aquellos fines políticos contrarios que puedan surgir. En este sentido, tal
gobierno unificador tendrá por bueno su ejercicio político y lo llamará hacer política,
mientras, al ejercicio político de posturas diferentes a la suya, lo verá como malo y, en
consecuencia, lo tildará despectivamente, en este caso concreto, lo llama ejercicio
político politizado, por tanto, ilegítimo.
Así pues, una posible lectura de este término tan problemático es que el termino
politización quiere dar a entender algo así como una degeneración, una perversión política
y moral de alguna acción política. Es así como, dado que los intereses políticos de la Minga
y su acción política no coinciden con los intereses políticos del gobierno, estos son tildados
de malos, son degenerados, pervertidos, ilegítimos, por tanto, politizados. Ahora, es claro
porque el gobierno homologa ultimátum a amenaza, un ultimátum puede provenir no
necesariamente de un enemigo político, puede verse como una notificación, una
reclamación, un llamado de urgencia al acuerdo y la conciliación. Mientras, el termino
amenaza, en efecto, sí tiene que ver más con la afronta de algo que pretende o puede
dañar, este término, pues, tiene que ver más con la presencia de un enemigo. Así pues,
bajo esta lógica, es natural que la acción de la Minga indígena condenada por el
presidente se tilde de politizada, de enemiga, de amenaza a la democracia.
Por otro lado, en una sociedad -basada en la lógica del principio de diferencia social
conflictiva- el termino politización podría no cobrar ese sentido peyorativo, me explico.
Dicha sociedad está basada en la coexistencia del conflicto, tal sociedad, entonces, tiene la
necesidad de que existan simultáneamente contrarios y diversos intereses políticos
enfrentados entre sí, de lo contrario, no habría conflicto, es decir, no habría tal tipo de
sociedad. Así pues, de la situación anterior, puede inferirse que los diversos intereses
contrapuestos y en conflicto son legítimos, ya que la existencia de facto de dicha
diferencia es precisamente la base de tal sociedad. En este sentido, el hecho de que un
grupo se organice políticamente (se politice) para defender intereses políticos contrarios a
otros grupos, es precisamente una muestra de que tal sociedad civil está viva, pues tal
politización, al darse, sostiene y fortalece el conflicto mismo . Es decir, aquí la politización
no es vicio, contrariamente, es síntoma de buena salud política. En consecuencia, bajo
esta perspectiva -ganada de Maquiavelo- lejos de satanizar la Minga, habría que
celebrarla, pues su acción política o politización -en vista de confrontarse con otros
intereses políticos- es evidencia de que la sociedad civil democrática está viva. Como
podemos observar, no sólo tal termino pierde su connotación peyorativa, sino que,
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además, se nos aparece un sentido positivo del mismo. Lo extraño, en una sociedad civil
democrática, sería precisamente que no hubiera conflicto. Si una sociedad democrática no
posee conflictos políticos, querría decir esto que una facción política a unificado, sometido
o dominado a las otras por completo, ya sabemos que una situación tal responde más al
comportamiento de un régimen totalitario que al de una democracia.
Finalmente, por un lado, hemos visto cómo es que en una sociedad la presencia de la
diferencia y el conflicto político es condición necesaria para que tenga lugar la
democracia. En consecuencia, lejos de ser demonizado con términos tan en boga como:
atentado a la democracia, polarización, radicalización, politización, el conflicto debe ser
visto como muestra de que en dicha sociedad hay posibilidad para la pluralidad, la
diversidad, la diferencia y, en últimas, la libertad política. Por otro lado, y por medio de
este escrito, he querido también combatir un poco esa mala imagen que tiene
Maquiavelo. Queda claro cómo es que, a mi parecer, hay en este filósofo alguna teoría
que puede ser utilizada para fortalecer la defensa de la democracia, además de rescatar
un buen sentido del fenómeno de politización.
Bibliografía