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ISBN 968-860-199-3
Primer Capítulo
Medios de difusión
Entrenamiento oratorio
PRIMEROS DISCURSOS
Introducción
Desarrollo
1. Punto de apoyo N° 1.
2. Punto de apoyo N° 2.
3. Punto de apoyo N° 3.
Conclusión
retención?
1. Orden cronológico.
2. Orden de operación.
Esbozo modelo
Introducción
Desarrollo
Conclusión
a) Establecer el punto.
b) Dar evidencia.
c) Reestablecer el punto.
Práctica oral
Preparación mental
Voz
11. Balancearse.
15. Rascarse.
sitio.
4. Si quisiera, mejoraría.
TEMOR AL PUBLICO
Qué hacer
Elección de temas
Aspectos de la expresión
Ocasión
Hora de la reunión
Lugar de la reunión
b. ¿Estarán aglomerados?
TIPOS DE PUBLICO
Tipos de público
b. ¿Es desorientador?
c. ¿Necesita aclararse?
2. ¿Qué publicidad se ha dado al discurso?
FUNCION DE LA ATENCION
Adaptación
Atención involuntaria
Humor
desee crearse.
Preparación general
1. Una parte de dicha libreta hay que dedicarla a los temas. Cuando
al leer, o meditar, nos asalta una idea que se puede extender en
un discurso, hay que anotarla inmediatamente. De esta forma,
podremos llegar a disponer de una larga lista de temas
excelentes.
2. Otra parte de la libreta hay que consagrarla a las acotaciones,
anécdotas, bromas e ilustraciones singulares.
3. También nos puede ayudar la colección de críticas de discursos,
o de esbozos.
Preparación de un discurso
1. Elegir un tema.
2. Hacer un inventario de lo que ya sabemos al respecto.
3. Adquirir elementos adicionales.
4. Cristalizar, estructurar y aglutinar el tema.
5. Formular una tesis apropiada.
6. Preparar una bibliografía.
7. Elegir el material que se va a utilizar.
8. Lectura, síntesis y observaciones.
Elegir un tema
1. Crítica
a. Cine.
b. Teatro.
c. Discursos.
d. Literatura.
2. Sucesos cotidianos.
3. Definiciones.
4. Descripciones.
5. Explicaciones y demostraciones.
a. Aparatos.
b. Máquinas.
c. Herramientas.
d. Procesos.
e. Procedimientos
6. Revistas.
7. Interpretaciones.
a. Costumbres sociales.
b. Religión.
c. Asuntos políticos.
d. Gobierno.
e. Historia.
3. Estudios de carácter.
5. Informes sobre:
a. Libros.
b. Obras de teatro.
c. Películas.
6. Situaciones humorísticas.
8. Exageración.
9. Paradoja.
10. Parodia.
11. Sátira.
1. Actos heroicos.
3. Eventos memorables.
5. Temas patrióticos.
6. Temas religiosos.
1. Problemas políticos.
a. Internacionales.
b. Regionales.
c. Nacionales.
d. Estatales.
e. Personales.
2. Problemas agrícolas.
3. Problemas industriales.
4. Problemas de negocios.
5. Problemas laborales.
6. Problemas educativos.
7. Problemas familiares.
8. Problemas religiosos.
Explicación
Clasificación
Sinónimos
Etimología
Malentendimientos
Términos técnicos
Brevedad
Como regla, hay que evitar las oraciones largas, dando preferencia
a las aseveraciones breves y concisas. Aristóteles dice que los
discursos se vuelven obscuros con la verborrea. La riqueza superficial de
la verbosidad no substituye a la claridad; si podemos decir lo que hay
que decir con cinco palabras, no utilicemos quince. Descubriremos a
menudo que la brevedad por sí misma no sólo contiene claridad, sino que
asimismo impresiona a causa de lo directo de su naturaleza.
Sin embargo, hay ocasiones en que la brevedad es
contraproducente. Por ejemplo, un político que se dirige a las multitudes
diciendo parcamente “quiero que me elijan”, tiene todas las de perder.
Si por el contrario, arguye razones de peso y se muestra gentil
hacia sus posible partidarios, es probable que venza en su campaña.
Así pues, una forma sensata de exteriorizar sus ambiciones
políticas, sería la siguiente:
“Aunque no soy, ni jamás he sido tan ambicioso como para aspirar
a tan alto puesto, estoy profundamente consciente de la necesidad, deber
y obligación de acceder a los deseos del pueblo, de ocupar semejante
cargo. Por lo tanto, no opondré ningún obstáculo a la consumación de este
deseo.”
Decimosegundo Capítulo
Imagen
Hay personas que manifiestan una gran dificultad para evocar una
imagen sensorial; sin embargo, pueden recordar muy bien la imagen
producida por las palabras. Hay muchas abstracciones de las que no se
puede recordar ninguna experiencia directa, y para las que no existe una
imagen inmediata de los sentidos. Al oír y utilizar términos tales como
justicia, verdad, belleza, honor, caridad, y cientos de otras ideas
abstractas, nos parece difícil visualizar dichas generalizaciones. No hay
nada que ver, oír o sentir, de forma directa. No obstante, las palabras se
revisten de una máxima importancia en el proceso del pensamiento, ya
que podemos usarlas, y de hecho, las usamos en la formulación de las
ideas. Primeramente, las utilizamos al referirnos directa y
específicamente a las cosas de los sentidos, recordando por lo tanto la
imagen directa de esas cosas; en segundo lugar, las utilizamos para
aquellas abstracciones en las que es difícil evocar una experiencia
directa. Mezclamos las palabras en combinaciones nuevas, con nuevas
relaciones y nuevas ideas. Pero en estas nuevas relaciones e ideas,
debemos asegurarnos de que las palabras que representan a las cosas,
aun de forma abstracta, puedan combinarse por sí mismas en las nuevas
relaciones indicadas por las nuevas combinaciones de palabras. Las
relaciones de palabras que no tienen correspondencia con las relaciones
de los hechos, simplemente no tienen sentido más que en los cuentos de
hadas y en el campo de la fantasía.
Imágenes e imaginación
Tipos de imágenes
Estos, no son todos los caminos por los que las impresiones pueden
penetrar en nuestra conciencia. Los psicólogos reconocen varios otros
sentidos, cada uno de los cuales suscita un tipo de imagen. Entre ellos
podemos mencionar el hambre, la sed, la náusea, el cansancio, el
equilibrio, y todos ellos pueden despertar una imagen tan vívida como
las de los sentidos antes descritos.
Cuando el público nos escucha hacer una descripción o usar una
palabra o frase que impliquen uno o más de dichos tipos de imágenes,
basa sus propias imágenes suscitadas de esta forma, en experiencias
pasadas que involucran impresiones sensoriales similares a las que son
representadas oralmente. Basándose en dichas experiencias, construye
en su propia conciencia un patrón de imágenes a través del cual tiende a
revivir mentalmente, aunque sea por un instante, su experiencia original.
En ese proceso, crea para sí mismo una reconstrucción vívida de
sus propias experiencias, y materialmente nos ayuda a lograr vividez en
nuestras descripciones. De esta manera, escuchar se convierte en un
proceso creativo.
Aunque casi todos los tipos de imagen pueden ser fuertes, se cree
que para la mayoría de la gente, la imagen visual es más viva que
cualquier otro tipo de imagen. Así pues, las imágenes suscitadas por la
palabra, que evocan experiencias e imágenes visuales, son las que tienen
más probabilidades de llegar al mayor público de oyentes.
La imagen visual, obviamente, no es el único tipo de imagen de que
podemos echar mano. Aunque parece ser que es la que produce mayor
impresión en la mayoría de la gente, muchas de estas imágenes visuales
tienen un gran contenido de imagen auditiva. A algunas personas se les
facilita la evocación de imágenes vívidas de muchos tipos; mientras que
otras insisten en que su capacidad de crear imágenes es muy débil, que
sólo puede hacerlo con gran dificultad, y que aun este esfuerzo tiende a
ser muy desvaído e impreciso. Este tipo de personas responde, como ya
lo dijimos, a imágenes verbales, las cuales substituyen a las imágenes
basadas en los sentidos. Sin embargo, como ya se señaló, incluso la
imagen verbal depende de otros tipos de imágenes, tales como auditivas,
visuales, cinestéticas, etc. Casi se puede asegurar que la gente que
carece de un tipo u otro de imágenes, es muy rara.
Concreción
Familiaridad
Matices
Palabras sencillas
Metáfora y símiles
Respiración
Producción de la voz
Si nos pasamos los dedos por la garganta, nos daremos cuenta que
en su parte media existe una pequeña eminencia, la cual recibe
vulgarmente el nombre de manzana de Adán, y es algo más prominente en
los hombres que en las mujeres. Esta eminencia es una parte de la
laringe, la cual es el órgano más importante en la producción de la voz.
También tiene otras funciones, las cuales no nos interesan en este
contexto.
La laringe contiene dos estrechos tendones llamados cuerdas
vocales. A través de la operación de un cierto número de músculos de la
laringe, estas cuerdas vocales se puede unir o separar en uno de sus
extremos, formando una V cuyo vértice apunta hacia la manzana de Adán.
Las cuerdas vocales también se pueden tensar y relajar e incluso
pueden vibrar parcialmente. Obviamente, ni estamos conscientes de
estos movimientos ni podemos controlarlos de forma consciente, pero sí
podemos sentir y escuchar los efectos, y a través del control de éstos,
controlamos asimismo los mecanismos que los producen.
Cuando las dos cuerdas vocales se unen lo suficiente para formar
la resistencia adecuada al paso del aliento proveniente de los pulmones,
pero no tanto como para impedir totalmente dicho paso, se les puede
hacer vibrar de la misma manera en que un trompetista hace vibrar sus
labios sobre la boquilla del instrumento. Esta oscilación de las cuerdas
vocales establece, a su vez, una vibración en las cavidades que quedan
entre ellas y los labios del orador, y con esto, de forma que todavía no se
entiende de modo total, se produce un sonido.
Por medio de la tensión y relajamiento de las cuerdas vocales, y
variando la presión del aliento y los movimientos de los diversos
órganos de la boca y de la garganta (lengua, labios, paladar, mandíbula
inferior, dientes), este sonido se puede modificar, cambiar, aumentar o
disminuir, y transformar en cualquiera de los diferentes sonidos que
modulamos diariamente. En la formación de las palabras, estos sonidos
se combinan en multitud de maneras, dándonos un vocabulario de cientos
de miles de palabras, sin agotar todas las posibles combinaciones.
Además, estas palabras pueden ser dichas de infinitas maneras, por
medio de cambios en el tono de voz, produciendo una gran variedad de
efectos que son sumamente importantes para el significado que
deseamos expresar.
Por medio de estas variaciones podemos producir cambios sutiles
que estimulen en nuestros oyentes cambios igualmente sutiles en cuanto
al significado, sin que en realidad se den cuenta de lo que sucede.
Los tonos producidos de esta forma (independientemente de las
palabras), se pueden describir en términos de cuatro atributos básicos a
los que se han dado diversos nombres, pero que ordinariamente se llaman
calidad, fuerza, tiempo y volumen.
Calidad
Estridencia
Fuerza
Acento
Énfasis
Volumen
Cantidad
Duración de la frase
Pausa dramática
Articulación
Pronunciación
Fluidez
Confrontación
Hace casi 5,000 años, los egipcios solían decir a sus hijos: “Si
quieres juzgar el carácter de un amigo, no te atengas al juicio de los
demás, procura tratarlo en alguna ocasión mutuamente agradable y
conversa con él, prueba su corazón a través de lo que dice. Escúchalo
hasta el final sin interrumpirlo, si desea abrirte su corazón, y no te
burles ni lo eludas. Te dará la oportunidad de formarte un buen juicio
acerca de él.”
Lo que hace que el discurso sea algo preeminente como medio de
comunicación es precisamente este factor de confrontación, la situación
cara a cara que permite la concesión y recepción simultáneas de
estímulos: esto es, el orador recibe estímulos de sus oyentes al mismo
tiempo que les concede estímulos auditivos y visibles. Nuestras
conversaciones cotidianas constituyen ejemplo el ejemplo que nos es
más familiar en cuanto a la operación del principio de la confrontación.
Éste es el factor que impulsa a las compañías a tener conferencias con
frecuencia, y a las organizaciones profesionales a reunirse en
convenciones periódicas, y a las naciones, a asignar misiones
diplomáticas en otros países.
Como en cualquier forma de comunicación que no sea el discurso
directo, se carece de confrontación, ninguna puede reemplazarlo. La
radio, la televisión y el cine, con todo lo excelente que puedan ser
técnicamente, no pueden permitir la recepción y concesión simultáneas
de estímulos que es el ingrediente del discurso directo. Cuando un
candidato político desea llevar a cabo una campaña efectiva, no sólo se
hace escuchar y ver por la radio y la televisión, sino que va hacia sus
partidarios para verlos y para que lo puedan ver, ya que de esta forma
puede observar sus reacciones aun cuando está hablando, lo cual resulta
imposible en cualquier otro tipo de situación hablada.
El orador es algo más que una persona a la que hay que oír. En una
situación oratoria normal y eficaz, es alguien a quien hay que ver. A
pesar de la tendencia cada vez mayor a hablar con micrófono, todavía hay
casos en los que el orador se dirige al público de cerca, con su propio
volumen de voz, en los que el aspecto visible del discurso contribuye a la
efectividad de la comunicación. Por lo tanto, es importante que
examinemos el aspecto de la acción corporal visible para determinar
cuáles son los principios que debemos seguir para hacer que dicha
contribución sea todavía más significante.
Postura
Antes que nada, hay que aclarar que no existe lo que pudiera
llamarse una “posición de orador”. Muchos buenos oradores son tan
activos que cuando se encuentran en la plataforma de un escenario no
guardan ninguna posición más de unos cuantos segundos. Por lo tanto, no
se puede hablar de una posición específica de los pies. En el pasado se
hicieron muchos esfuerzos por describir tales posiciones,
prescribiéndolas para ciertas actitudes del orador, pero las reglas eran
tan rígidas que se volvieron completamente mecánicas y hubo que
descartarlas.
Esto no significa que cualquier posición en que queramos poner los
pies, sea aceptable. Hay algunos principios elementales al respecto:
2. Hay que evitar colocar los pies en un ángulo preciso, o con los
talones muy juntos.
Brazos y manos
Gestos
Cuando se habla de gestos, hay que aclarar que existen cuatro tipos
de ellos: gestos de locación, gestos de énfasis y gestos de simbolismo.
En los gestos de locación, señalamos la locación aproximada de las cosas
de las que estamos hablando. Colocamos varios objetos en relación
espacial unos con otros. Indicamos direcciones, tamaños y áreas.
Visualizamos al público esas relaciones espaciales. En los gestos
descriptivos, tratamos de describir el aspecto de cosas que no tenemos
a nuestro lado. Son parecidos a los gestos de locación. Los gestos
enfáticos, consisten la mayoría de las veces, en abrir las manos con
cierta fuerza, levantar el dedo índice, etc. Los gestos de simbolismo son
poco más o menos como los descriptivos, ya que tratamos de describir
cosas, objetos y situaciones.
Expresión facial