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Agenda Ambiental Irapuato: la defensa del derecho a un medio ambiente

sano
“La protesta social es un contundente ´no´ a la situación actual, es
la palabra que expresa varias voces, es la expresión del conflicto,
es un grito y gente movilizada. En la protesta, la gente demanda
algo. Aunque no toda protesta implica movilización, el nivel más
elevado de una protesta es un movimiento social”
Ulrich Richter Morales (2017).
De la protesta a la participación ciudadana.

por: RAQUEL VÁZQUEZ Y PAULINA URIBE


El 15 de agosto de 2016, el municipio anunció una obra vial con inversión de 7
millones de pesos para ampliar a tres carriles el Bulevar Gómez Morín; esto
incluiría la tala inminente de por lo menos media centena de árboles de diferentes
especies y la reducción de aproximadamente 6 mil mts2 de área verde, como
constaba en notas periodísticas y declaraciones de servidores públicos. Esta
pérdida de inmediato provocó una reacción de rechazo entre los ciudadanos y
sobre todo entre los vecinos, quienes tenían vínculo sentimental con “La
Mezquitera”. Nos comunicamos por teléfono, redes sociales y en persona para
tratar de entender por qué el municipio de Irapuato anunciaba una obra que
reduciría un camellón que contaba con amplias áreas verdes y gran cantidad de
árboles. Según un dictamen que solicitamos a una empresa especializada, las
características del mismo son las siguientes:
Longitud: 1,250 metros lineales. Anchura promedio: 15 metros lineales.
Área promedio bajo estudio 17, 500 metros cuadrados, equivalente a 1.75 hectáreas.
Cantidad de árboles que conformaban el micro-bosque: 222 individuos
Número de especies dentro del micro-bosque: 15
Especies (nombres comunes): Mezquite, Pirul mexicano, Grevillea, Tabachín, Fresno, Palo
blanco, Casuarina, Ficus, Eucalipto, Yuca, Pino, Frutales
Medidas promedio general en la mayoría de los individuos: 12 metros lineales de altura por
una fronda (ancho de la copa) 8 metros lineales
Edad promedio general de los individuos: 60 años
Dictamen ambiental de Kh’al División Ecológica

La confusión nos llevó al camellón y ahí, a lo largo de tres meses estuvimos


pensando, planeando, ensayando y hasta improvisando diversas acciones
colectivas para salvar los árboles.
Las primeras manifestaciones comenzaron tímidamente: colocamos caritas tristes
en los árboles, y cartulinas informativas, solicitamos ayuda de casa en casa
porque teníamos que transmitir la importancia del arbolado urbano para la salud
física y mental, además de su aporte en la plusvalía del patrimonio. Pero para
nosotros lo más importante era explicar que se trataba de una obra que podía
evitarse, pues había al menos cinco alternativas, sustentadas por peritos viales
como altamente posibles, para mejorar el flujo vehicular sin necesidad de
modificar o destruir el camellón. Estas consistían en:
1) Evitar el estacionamiento en los carriles extremos;
2) Hacer cajones de estacionamiento en los retornos que se pensaban cerrar;
3) Utilizar los estacionamientos grandes de la plaza Delta;
4) Evaluar la conmuta de un terreno para el mismo fin y/o
5) Crear un par vial utilizando la Av. Santo Domingo, hasta la fecha subutilizada,
que es paralela a Av. Gómez Morin y cuya habilitación había tenido recientemente
un costo aproximado de 30 millones de pesos.

Estas propuestas las presentamos por escrito al presidente Municipal en turno,


Arq. Ricardo Ortiz, y un par de días después a miembros del ayuntamiento. Sin
embargo, no fueron tomadas en serio y las autoridades no quisieron -o no
supieron explicar- por qué su única alternativa vial de ampliación debía ejecutarse.
Pocos días después, el 28 de agosto, para evadir la vigilancia diurna que
realizábamos, tres pirules fueron talados durante la noche.
Entre las asesorías que nos daba mucha gente, en especial activistas y
defensores de árboles como FURA en León, aprendimos a hacer una solicitud de
información en la plataforma de transparencia y solicitamos el Manifiesto de
Impacto Ambiental - MIA de la obra. Cuándo obtuvimos la respuesta nos llevamos
una gran sorpresa: “El Proyecto de ampliación del Bldv. Gómez Morín, NO
REQUIRIÓ sujetarse a la Evaluación de Impacto Ambiental”.
La nocturnidad de la tala obedecía a que el Municipio era consciente de su
incumplimiento de la ley. ¿Por qué no tenían permiso para talar árboles? ¿Qué se
debe hacer ante un gobierno que viola la ley? No sabíamos y tampoco sabíamos
cómo detenerlos y pensamos que si el Municipio iba a operar en la clandestinidad
sería mejor convocar y hacer una despedida de los 30 o 40 árboles, en su mayoría
mezquites, que iban a morir. Al menos despediríamos con dignidad a todos esos
seres vivos que habían hecho ese espacio más fresco, más agradable, más bello.
Pero el ritual de despedida, como lo llamamos en nuestras redes sociales, se
convirtió en un festín de recolección de firmas. La gente se acercaba a decir que
no querían que se talaran. En esa única jornada de casi 12 horas recolectamos
3.000 firmas.
Volvimos a buscar al Presidente Municipal para explicar lo que había pasado,
había mucha gente que no quería la tala de árboles. No nos quiso escuchar.
Intentamos hacer posible una de nuestras alternativas, habilitar un par vial. Así
que un día tomamos los conos de tránsito de la constructora y desviamos el
tránsito vehicular hacia la Av. Santo Domingo. Necesitábamos comprobar que el
par vial funcionaba y ¡funcionó!
Sin embargo, la obra avanzaba y nos empezábamos a desesperar. Las
autoridades afirmaban en sus redes sociales que no iban a talar más árboles, ya
que los iban a trasplantar, operación que tampoco debían hacer sin un Manifiesto
de Impacto Ambiental.
Los trasplantes fueron una tragedia: los cinco mezquites que la constructora
quería quitar del camino fueron prácticamente arrancados de su lugar, sin manejo
adecuado y se ubicaron en otro lugar del camellón. La evidencia fotográfica es
inapelable: la grúa izaba mezquites sin tratamiento previo de trasplante en la
fronda, ni en las raíces. Basta un minuto en internet para ver cómo se debe hacer
un buen trasplante, pero ni a la constructora ni a las autoridades municipales
parecía interesarles el tema. Mucho menos a la dirección de Ordenamiento
Ambiental que afirmaba que la obra estaba sujetándose con el menor impacto
ambiental
Intentamos un recurso legal conocido como Acción Colectiva en Materia
Ambiental, y aunque el fallo del juez no nos favoreció y nos hizo perder mucho
tiempo, aprendimos mucho sobre cómo, dónde y cuándo debía presentarse un
Amparo. De modo que fue a partir de ese momento que comenzamos a trabajar
en la vía legal para detener la obra y salvar a los árboles.
El 27 de septiembre la Constructora JUGARCA se preparaba para mover otros
dos mezquites, pero había muchos vecinos que tenían nuestros celulares y nos
avisaron. Leticia Ochoa, de Planeta 4 Grupo Ecologista AC, y con más de 20 años
de experiencia en educación ambiental, fue la primera en llegar al lugar. El árbol
ya estaba amarrado a la grúa y aplicaban fuerza para desprenderlo del suelo.
Lety, con casi 70 años de edad, saltó la zanja de más de un metro de ancho y se
abrazó al Mezquite con todas sus fuerzas. Los asistentes no daban crédito. Los
policías después de reponerse del susto y la sorpresa solo atinaban a decirle:
“¡Señora, señora, por favor, pone en riesgo su vida!”
La grúa soltó el árbol y entre todos los ahí presentes, desprendimos el plástico de
las raíces de los 2 árboles que habían preparado para arrancar y volvimos a poner
la tierra que las cubría. Los vecinos mandaron llamar una pipa de agua y los
regamos. La grúa abandonó el lugar.
Ese momento fue el parteaguas de la movilización social que habíamos hecho, un
reflejo contundente de lo que estábamos dispuestos a hacer por defender esos
árboles y evidenciar la negligencia municipal. A partir de ese momento nos
turnábamos para vigilar la sobrevivencia de esos dos árboles, principalmente Lety
y Raquel Vázquez, quienes estuvieron ahí por 9 días. Aunque había mucha gente
apoyaba esa acción, también había mucha que no podía creer que defendiéramos
un árbol; mucho menos entendían que quisiéramos poner en evidencia a una
autoridad corrupta y negligente. Muy pocos comprendieron que estábamos
luchando por el derecho a medio ambiente sano y que en casos como este todos,
absolutamente todos, incluido el Presidente Municipal y la constructora nos
convertimos en afectados ambientales.
Esos nueve días de vigilancia de los mezquites fueron cruciales para elaborar el
Amparo y sustentar la estrategia legal para que fuera presentado por un menor de
edad y vecino de lugar. En ese lapso volvimos a intentar una reunión con el
Presidente Municipal, pero se negó a asistir a la convocatoria que le hicimos y
argumentó que usaría la fuerza pública para quitarnos del lugar y dejar que la
constructora terminara ¿Fuerza pública para mover a afectados ambientales?
¿Fuerza pública para un caso menor cuándo el municipio enfrentaba una crisis de
seguridad sin precedentes?
Irapuato es un ejemplo de cómo operan la mayoría de los gobiernos municipales
en este país en obra pública: no hay transparencia, las licitaciones son
previamente pactadas y por criterios no justificados se abstienen de realizar los
Manifiestos de Impacto Ambiental (MIA) y los Resolutivos de Impacto Ambiental a
los que la ley los obliga. Es decir, el tema ambiental es minimizado por
autoridades incapaces de entender el desarrollo como un proceso sustentable, y
hace patente la poca voluntad política, así como la ignorancia de los funcionarios
para relacionar el tema ambiental con la salud, el bienestar y la calidad de vida de
una ciudad.
También es un ejemplo de cómo funciona buena parte de la ciudadanía, sobre
todo aquella que tiene un automóvil, pues muchos son indiferentes a que los
gobiernos municipales violen la ley, si a cambio reciben más vialidades o mayor
velocidad de traslado. Al final, los ciudadanos que se desentienden de vigilar a sus
gobiernos municipales son parte también del problema de corrupción y de la
simplificación del tema ambiental, pues son incapaces de comprender las
relaciones multicausales entre el medio ambiente y la calidad vida urbana.
Antes de la obra de ampliación de Av. Gómez Morín, los ciudadanos nos
habíamos quedado atónitos frente a la devastación del Parque IREKUA, a lo que
se sumaba la irracionalidad del trazo del 4to Cinturón vial sobre el Cerro de
Arandas, que inició con el Presidente Municipal Jorge Estrada e inauguró
recientemente Ricardo Ortiz con miles de irregularidades técnicas y sustentables
que en 2016 ocasionaron deslaves y pérdidas materiales importantes. Ambos
proyectos significaron gran pérdida de áreas verdes y árboles, con su consecuente
reducción de captación de agua de lluvias y control de temperatura. Ambos
proyectos se realizaron sin la consulta ciudadana que dicta la ley y sin los
Manifiestos de Impacto Ambiental respectivos.
La batalla legal continuó. El 3 de octubre de 2016 presentamos ante un juzgado
federal un amparo cuyo acto reclamado fue: “La inconstitucional e intransigente
tala de árboles, así como el daño irreparable que se realizó en la supuesta
trasplantación de los mismos y la reducción de áreas verdes, lo cual viola el
derecho del menor a un medio ambiente sano y vulnera su derecho al acceso a
una vida digna. Derecho que el Estado, materializado a través de la figura del
municipio, no ha garantizado”.
El 5 de octubre de ese mismo año, una juez federal nos dio la razón y ordenó la
suspensión provisional de la obra y que:
a) No se talen ni trasplanten árboles, ni se afecten (reduzcan o alteren de
cualquier manera) las áreas ajardinadas.
b) Se tomen de inmediato todas las medidas necesarias y conducentes para
que los árboles trasplantados sobrevivan al cambio de lugar y condiciones
ambientales y se evite su muerte.
¡Júbilo! Eso era lo que sentíamos, corríamos a decirles a todos lo maquinistas que
apagaran, que habíamos logrado la suspensión, muchos de ellos se contagiaron
con la buena noticia porque tampoco querían cortar los árboles, según nos habían
confesado en privado.
El 13 de octubre de 2016, dos meses después de que se anunciara la ampliación,
se confirmó la suspensión definitiva. Para hacerse efectiva, el demandante debía
pagar una fianza de 10mil pesos, los cuales fueron donados por mucha gente que
para ese momento apoyaba plenamente la movilización. A partir de ese momento
la lucha por nuestros derechos y la protección de los árboles, se trasladó del
camellón al terreno judicial. Por medio de estas acciones pudimos salvar al menos
a 30 árboles.
Han pasado casi dos años, en ese tiempo, el juicio ha sido muy activo, se han
entregado estudios sobre el valor de los árboles, su salud y estado actual así
como peritajes viales y argumentos de todo tipo para soportar la conservación
integral del camellón. Por su parte el municipio ha presentado manifiestos,
interpuesto quejas y, fiel a su autoritarismo, negligencia y corrupción, intentó en un
par de ocasiones desobedecer la sentencia. De modo que aún no se realiza la
audiencia constitucional. El juicio es complejo, porque como lo manifestaron los
magistrados, éste deberá ser un parteaguas en los procedimientos tradicionales
de la obra pública para que dejen de simular y en realidad sean capaces de
cumplir -sin pretextos ni artimañas- las leyes y la compensación o mitigación
ambiental, teniendo como prioridad el menor daño. Por ahora, estamos
expectantes a que la Juez noveno de distrito estudie toda la documentación
presentada por ambos actores y resuelva sobre la compensación del daño
ambiental y el destino del camellón.
Pero ¿para quién fue el éxito de esta historia? Lo fue para todas las personas que
se oponían a que el gobierno municipal realizara una obra injustificada porque
había otras alternativas viales más sustentables, a una obra pública que estaba
fuera de la ley y que violenta el derecho que todos tenemos a un medio ambiente
sano. Una obra así, requería talar árboles, reducir áreas verdes, dar prioridad a los
coches, poner en peligro a los peatones y hacer planchas de cemento que se
traducen en islas de calor en una de las ciudades con peor calidad del aire en el
país (OMS, 2016).
El futuro es hoy
La suspensión definitiva de la obra de ampliación de la Av. Gómez Morín
representa la lucha de la sociedad civil organizada que exige a los servidores
públicos no violar nuestros derechos y manda un mensaje contundente sobre la
importancia de recuperar la política (no los partidos) y nuestros espacios comunes.
El colectivo que conforma el movimiento sigue creciendo y fortaleciéndose.
Aunque sabemos que esta defensa nos ha puesto muchas veces en medio de
otros intereses, ya no podemos salir -o no queremos salir- sin cortar todos los hilos
que podamos de una telaraña de corrupción e indiferencia ante la crisis ambiental,
necesitamos manos, manos precisas, manos honestas, manos comprometidas,
manos que abracen, manos que ayuden a construir y a levantar, manos que
acaricien. Manos que amen la vida en todas sus formas.
En los meses previos a las elecciones estuvimos trabajando en la elaboración de
una agenda de las emergencias ambientales para ponerla sobre la mesa de los
candidatos. El colectivo formuló y propuso 10 puntos que consideramos urgentes
en la ciudad como el compromiso inmediato de llevar a cabo las estrategias
necesarias para estar dentro de los límites saludables de calidad del aire.
Debemos idear nuevas estrategias, por eso hacemos un llamado a la colectividad,
porque es un tema que nos compete a todos. Es el momento de gritar con voz
fuerte y clara que estamos en una emergencia. Gritamos ahora que estamos en
una emergencia ambiental. En 10 años Irapuato gritará por su agua, por su aire y
por su suelo.

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