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Cultura de paz, palabra y memoria

Los resultados de las elecciones presidenciales en México reflejaron el disgusto de los votantes por
las estrategias de los últimos sexenios, que además de las cifras escandalosas de homicidios,
acarrean en la última década una cifra de desaparecidos que casi duplica los de la última dictadura
argentina del siglo pasado. Se dice muy fácil y rápido, pero el saldo de la violencia pasa factura a
todas las capas del tejido social y, de no atenderse, la tragedia promete continuar su espiral de
destrucción y muerte.
También hay signos de esperanza. En 2013, el Fondo de Cultura Económica inició el estudio para la
construcción de un centro cultural en Apatzingán, Michoacán. Con base en las experiencias
exitosas de otros países, en particular la de las comunas de Medellín, Colombia. El Fondo adecuó
una antigua estación del ferrocarril y diseñó un modelo de gestión cultural que se condensa en
Cultura de paz, palabra y memoria (FCE, 2017), una memoria del proyecto que habla de la
posibilidad de incubar la paz enseñando no sólo a las nuevas generaciones, sino también a los
adultos, a convivir y a dialogar: “la función de la cultura es denegar la muerte.”
El modelo se centra en el poder de la palabra para potenciar la igualdad y el intercambio de ideas,
comprender al otro, plantear preguntas esenciales que nunca debemos dejar de hacer: ¿Qué tipo
de sociedad somos y queremos ser? ¿Qué elementos nos unen como sociedad, nos integran como
nación, y cuáles queremos que sean puntos de encuentro en el futuro?
Para reconstruir el tejido social es indispensable rescatar la memoria a través de la palabra: “No
puede permitirse que la violencia pase inadvertida; hay que cuestionarla, increparla. Hay que
hablar sobre lo que nos aqueja y nos permite dimensionar el dolor. A partir de ese dolor se puede
imaginar otra forma de estar y de actuar en el mundo. Vivir sin violencia y aceptar el conflicto que
puede ser mediado sin ella, es un camino que hay que recorrer en la conciencia de uno mismo, del
otro, de la comunidad y el entorno natural; de una ética que nos conforme como seres humanos
en el respeto, la inclusión y la solidaridad.” JP

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