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ALEPH

Indio visto, indio muerto


Los oficiales del ejército que testimoniaron el décimo día del juicio por
genocidio contra Efraín Ríos Montt y Mauricio Rodríguez confirmaron que las
órdenes que se daban en el destacamento de Nebaj, mandaban: “indio visto,
indio muerto”. Otras de las órdenes emitidas por los oficiales a patrulleros y
soldados eran: “cada mata de milpa es un guerrillero”. Además, en el
documento Operación Sofía (1982: 155) puede verse parte del informe de una
patrulla que hace contacto con el “enemigo”.

CAROLINA ESCOBAR SARTI

Según el antropólogo Falla, en el artículo “¿Cómo que no hubo genocidio?”


(www.plazapublica.com.gt), la palabra “Chocolates” es el seudónimo de los niños
indígenas de Nebaj, donde se dio ese hecho.

Por otra parte, la experta en racismo, Marta Elena Casaús Arzú, hizo un peritaje
muy sólido durante el juicio y dijo: “El racismo llega a su culmine en el conflicto
armado interno, por la estigmatización del indígena. Es cuando el racismo opera
con una ideología de Estado, como una maquinaria de exterminio contra un grupo,
en este caso el ixil”. Para ella, la desvalorización de los indígenas, fue el caldo de
cultivo para la perpetración del genocidio. Casaús describió los pasos previos a un
genocidio: 1.) la construcción negativa del otro; 2.) el prejuicio hacia ese otro; 3.) el
adoctrinamiento para rechazar a ese otro; 4.) las campañas de difamación y de
planificación del genocidio; 5.) “quitarle el agua al pez”; y 6.) “ladinizarlos”,
“normalizarlos”, despojarles de su cultura.

Casaús cita frases racistas sobre los indígenas, dichas por personas de las elites
guatemaltecas a las cuales ella entrevistó: “son un freno para el desarrollo”, o “lo
mejor para los indígenas es una dictadura férrea, un Mussolini, un Hitler, y yo los
eliminaría a todos” (dicha por un empresario). Concluye que éste es un
pensamiento vigente en Guatemala y que la violación de las mujeres indígenas
también habla de racismo y feminicidio, porque hubo una protocolización de la
violencia sexual desde el Estado en esos hechos denigrantes. En Guatemala,
además del genocidio, dijo ella, hubo un etnocidio, “….porque quisieron eliminar,
no solo a las personas, sino también su cultura, la cultura ixil en sí.”

Luego de estos hechos, quien piense que juicio y venganza son lo mismo, necesita
pasar de nuevo por las aulas. Nadie en su sano juicio cree eso de que matando al
perro se acaba la rabia. Un Estado de derecho se levanta sobre prácticas y juicios
justos, en tanto que un Estado de facto no precisa reconocimiento jurídico alguno y
crece sobre privilegios, abusos de autoridad, discriminación, despojo y sangre. En
el primero no cabe la venganza, sólo la justicia. El juicio por genocidio que el
Sistema de Justicia guatemalteco está levantando, es una de las prácticas
fundamentales para la constitución del Estado de derecho que queremos.
Queda claro que ningún genocidio es igual a otro, pero la práctica genocida es
una. ¿Que la imagen de Guatemala en el exterior se ensucia con este caso? No
necesitamos este juicio para ello y más bien, gracias a este juicio se reconoce en
la prensa extranjera nuestra madurez democrática. ¿O es que ya estamos tan
enfermos que pedimos pena de muerte para quien cobra extorsiones y amnistía
para los perpetradores de un genocidio?

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