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Alumna: Cueva Herrera Krimhilda Victoria

EL OBJETO DE LA HISTORIA EN EL PERÚ


LUIS MIGUEL GLAVE

Miguel Chapche hablará sobre la actividad histórica de nuestro país, impulsada


por los éxitos de los historiadores peruanos, el contexto nacional e internacional, así
como el intercambio entre científicos alternativos de la nacionalidad peruana, los
llamados peruanistas. Es optimista incluso si no ve la sustancia típica entre los
historiadores de que hay un deseo, individual o colectivamente, de comentar la historia,
revisar nuevos temas y dar síntesis a otros y, por qué no decir, utilizar otros en el
pasado.
Llama la atención, sin embargo, que la utilidad social del historiador que vivió
en esas décadas migró a la sociedad a través de la calidad de sus datos, y no solo en
busca de un espacio socio profesional, un premio al sustento personal, familiar y
educado, flotando en anticipación de un brillante equilibrio dentro del marco de
desarrollo económico de esos años.
Si imaginamos a los historiadores en la República del Perú en las últimas
décadas del siglo XX, vemos que suman sectores o espacios completamente distintos,
donde parece que no todos siguen su labor como historiadores, lo cual es discutible,
pero esto es parte de su vida profesional, o al menos han entrado en este espacio. Como
resultado, se nos ocurrió la idea de que el alumno debería escribir historia y analizarla
con regularidad, lo cual es raro en la República del Perú, pero existe. Esto presenta a
Estados Unidos un dilema: si no es un científico a tiempo completo, ¿qué debe hacer?
Los historiadores del Perú fin-de-sièècle enfrentan un doble problema. Incapaces
de operar en el magro mercado que requiere sus habilidades (y las paga), los
historiadores se encuentran sin embargo al lado de una asombrosa demanda de
imágenes, historias, explicaciones que son siempre más grandes y finas que su potencial
oferta de respuestas dialécticas. La mayor demanda de la sociedad moderna (a finales de
los noventa) son las composiciones. Las instituciones (educativas, periodísticas,
institucionales, culturales) requieren imágenes globales y de fácil acceso. Una
abundancia de investigaciones monográficas, disertaciones universitarias, revistas
especializadas, congresos, investigaciones individuales y colectivas ha inundado las
bibliotecas con datos sin sobresalir en la mente.
Macera utiliza el criterio del método para agrupar a los historiadores según lo
que él llama generaciones, reconocidas por factores en los que la universidad intervino o
fue influenciada directamente por los acontecimientos de la sociedad peruana desde
1900 hasta el apogeo de la década de 1960; un enfoque motivador basado en la
propuesta de acercarse al intelectual desde el centro de su reproducción, es decir, la
Universidad de San Marcos, como eje intelectual central en la República del Perú.
Flores Galindo señala que la historiografía peruana se mueve en términos del
alumno y sus necesidades; su trabajo puede reflejar con precisión el entorno y la época
en que vivió, y lo hace a través de las instituciones a las que pertenece; Asocio la
historia escrita por instituciones que honran los IEP con académicos extranjeros que
escriben historia relacionada con el Perú, los llamados peruanos. Según Flores Galindo,
historiador de instituciones, institutos o centros especializados, logra una integración
intelectual mucho mejor de ideas que regresan del exterior, que renuevan y presentan
nuevas visiones de la historia, es decir, ocurren con objetos intelectuales, forzados por
las condiciones de la época en que vive el estudiante ...
Como resultado, toda una nueva generación de historiadores que han completado o
están en proceso de completar el análisis de nuevos temas en la mayor parte de la
historiografía mundial, como otros antes que ellos, enfrentarán la tarea de reproducirse a
sí mismos y a su discurso en lugar de Historia peruana. El alcance y las perspectivas son
variados. Algunos jóvenes han ingresado al estudio de la historia como los
representantes más efectivos del período de mediados de siglo, mientras que a otros se
les enseñan técnicas y puntos de vista que desafían ideas generales ampliamente
controladas y más ampliamente aceptadas.

 Glave, L. M. (1999). El Objeto de la Historia. Diálogos, 95–105.

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