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El documento discute el estado de la historiografía peruana a fines del siglo XX. Señala que los historiadores peruanos enfrentaban el problema de operar en un mercado con poca demanda de sus habilidades, pero al mismo tiempo había una gran demanda pública por imágenes e historias. También analiza cómo diferentes generaciones de historiadores fueron influenciadas por factores como la Universidad de San Marcos y los eventos de la sociedad peruana entre 1900 y 1960.
Descripción original:
Título original
EL OBJETO DE LA HISTORIA CUEVA HERRERA KRIMHILDA VICTORIA
El documento discute el estado de la historiografía peruana a fines del siglo XX. Señala que los historiadores peruanos enfrentaban el problema de operar en un mercado con poca demanda de sus habilidades, pero al mismo tiempo había una gran demanda pública por imágenes e historias. También analiza cómo diferentes generaciones de historiadores fueron influenciadas por factores como la Universidad de San Marcos y los eventos de la sociedad peruana entre 1900 y 1960.
El documento discute el estado de la historiografía peruana a fines del siglo XX. Señala que los historiadores peruanos enfrentaban el problema de operar en un mercado con poca demanda de sus habilidades, pero al mismo tiempo había una gran demanda pública por imágenes e historias. También analiza cómo diferentes generaciones de historiadores fueron influenciadas por factores como la Universidad de San Marcos y los eventos de la sociedad peruana entre 1900 y 1960.
Miguel Chapche hablará sobre la actividad histórica de nuestro país, impulsada
por los éxitos de los historiadores peruanos, el contexto nacional e internacional, así como el intercambio entre científicos alternativos de la nacionalidad peruana, los llamados peruanistas. Es optimista incluso si no ve la sustancia típica entre los historiadores de que hay un deseo, individual o colectivamente, de comentar la historia, revisar nuevos temas y dar síntesis a otros y, por qué no decir, utilizar otros en el pasado. Llama la atención, sin embargo, que la utilidad social del historiador que vivió en esas décadas migró a la sociedad a través de la calidad de sus datos, y no solo en busca de un espacio socio profesional, un premio al sustento personal, familiar y educado, flotando en anticipación de un brillante equilibrio dentro del marco de desarrollo económico de esos años. Si imaginamos a los historiadores en la República del Perú en las últimas décadas del siglo XX, vemos que suman sectores o espacios completamente distintos, donde parece que no todos siguen su labor como historiadores, lo cual es discutible, pero esto es parte de su vida profesional, o al menos han entrado en este espacio. Como resultado, se nos ocurrió la idea de que el alumno debería escribir historia y analizarla con regularidad, lo cual es raro en la República del Perú, pero existe. Esto presenta a Estados Unidos un dilema: si no es un científico a tiempo completo, ¿qué debe hacer? Los historiadores del Perú fin-de-sièècle enfrentan un doble problema. Incapaces de operar en el magro mercado que requiere sus habilidades (y las paga), los historiadores se encuentran sin embargo al lado de una asombrosa demanda de imágenes, historias, explicaciones que son siempre más grandes y finas que su potencial oferta de respuestas dialécticas. La mayor demanda de la sociedad moderna (a finales de los noventa) son las composiciones. Las instituciones (educativas, periodísticas, institucionales, culturales) requieren imágenes globales y de fácil acceso. Una abundancia de investigaciones monográficas, disertaciones universitarias, revistas especializadas, congresos, investigaciones individuales y colectivas ha inundado las bibliotecas con datos sin sobresalir en la mente. Macera utiliza el criterio del método para agrupar a los historiadores según lo que él llama generaciones, reconocidas por factores en los que la universidad intervino o fue influenciada directamente por los acontecimientos de la sociedad peruana desde 1900 hasta el apogeo de la década de 1960; un enfoque motivador basado en la propuesta de acercarse al intelectual desde el centro de su reproducción, es decir, la Universidad de San Marcos, como eje intelectual central en la República del Perú. Flores Galindo señala que la historiografía peruana se mueve en términos del alumno y sus necesidades; su trabajo puede reflejar con precisión el entorno y la época en que vivió, y lo hace a través de las instituciones a las que pertenece; Asocio la historia escrita por instituciones que honran los IEP con académicos extranjeros que escriben historia relacionada con el Perú, los llamados peruanos. Según Flores Galindo, historiador de instituciones, institutos o centros especializados, logra una integración intelectual mucho mejor de ideas que regresan del exterior, que renuevan y presentan nuevas visiones de la historia, es decir, ocurren con objetos intelectuales, forzados por las condiciones de la época en que vive el estudiante ... Como resultado, toda una nueva generación de historiadores que han completado o están en proceso de completar el análisis de nuevos temas en la mayor parte de la historiografía mundial, como otros antes que ellos, enfrentarán la tarea de reproducirse a sí mismos y a su discurso en lugar de Historia peruana. El alcance y las perspectivas son variados. Algunos jóvenes han ingresado al estudio de la historia como los representantes más efectivos del período de mediados de siglo, mientras que a otros se les enseñan técnicas y puntos de vista que desafían ideas generales ampliamente controladas y más ampliamente aceptadas.
Glave, L. M. (1999). El Objeto de la Historia. Diálogos, 95–105.
Los Estudios Culturales Desde La Historia. La Historia Cultural y Su Relación Con La Formación de Investigadores en Estudios Culturales en Baja California