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La falta de perspectiva social y enfoque global efectivo en la FACSO

Varias bibliotecas se podrían llenar criticando a las ciencias sociales en chile, y todavía más
a las predominantes en el mundo entero, como las aplicadas en Norteamérica y Europa,
pero nos centraremos en la humilde facultad de ciencias sociales de la universidad de chile,
no solo porque es la única que quien escribe ha vivido en persona, sino porque es un buen
ejemplo de la crisis que se vive hoy con las ciencias sociales, y en general con las
universidades occidentales; La mercantilización de la educación, es decir, la conversión del
conocimiento en un bien de consumo, libre de circular por el mercado como cualquier
producto monopolizable, ha hecho de las universidades del mundo capitalista, nada más
que una empresa autofinanciada, y escasamente sostenida por el Estado, servil al modelo y
la explotación que provoca sobre el pueblo, tanto en la producción de medios, como en la
ideología que mantiene tal modelo de producción. Ni siquiera los psicólogos se salvan de
ser nada más que una red de contención para aquellos que no soportan el neoliberalismo y
que tienen los medios para tratarse, significando dicho tratamiento no otra cosa que reponer
sus energías para seguir trabajando y siendo útiles para el sistema.
Pero por supuesto que todo esto no es nuevo, y bien claro lo dejó Ignacio Martín Baró en su
texto de “ACCIÓN E IDEOLOGÍA: Psicología social desde Centroamérica” (edición
1990), donde nos relata cómo la psicología social de esa época, o por lo menos, aquellas
temáticas que predominaban en su campo, dirigían su atención nada más que a situaciones
banales y necesidades abstractas que los gobiernos del primer mundo planteaban a la
academia, fuera el rendimiento en grupos de trabajo, la “autorrealización” como meta
individual que debe suplirse sin importar el cómo, y demás temáticas que sólo servían para
hacer un poco más amena la burbuja privilegiada de universitarios estadounidenses, y que
poco tenían que aportar a la cruda realidad latinoamericana de ese momento, pues como
bien decía el salvadoreño respecto a los trabajos de la academia estadounidense: “Estas
respuestas, claro está, son lógicas en el contexto de este sistema social, y de esta estructura
productora de conocimiento”, [ CITATION Ign90 \l 3082 ]. Podríamos decir entonces que el
enfoque global de la psicología social no era del todo global después de todo.
Así tenemos que, el día de hoy, luego de la neoliberización militarizada de Chile, tenemos
una academia igual o tanto menos preocupada de las temáticas sociales que aquejan nuestra
región que la academia yanqui, viéndose a simple vista en una facultad reaccionaria, y
simplista a la hora de atender cualquier contingencia social, tratándolas como “temas top”
para realizar papers o ensayos, y así figurar en el mundillo de los come libros chilenos.
Aquello no quiere decir que no existan instancias verdaderamente sociales, pues sí que las
hay, pero lejos de la institucionalidad universitaria, o por debajo de ella, en forma de
colectivos y comités que hartos del amarillismo y lucro de su universidad o de sus propios
compañeros, tratan de marcar una diferencia velando por compartir su conocimiento con su
pueblo, y más que eso, torcer dicho conocimiento, de manera que realmente aporte a la
difícil cotidianeidad, y represente un agente de cambio efectivo, como quizás en antaño
añoraba el difunto Martín-Baró.

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