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mática, sin dificultad. No es, por tanto, proceso elemental aquel que la
naturaleza nos ofrece directamente, sino aquel en que el físico debe
primeramente disociar muchas veces, con ayuda de aparatos complicados,
la abigarrada mezcolanza de los fenómenos, separar lo que es importante de
todo lo que no lo es, hasta que aparezca el proceso elemental aislado y con
toda nitidez, de forma que se le pueda distinguir precisamente entre todos
los fenómenos adjuntos coexistentes, es decir, de forma que se le pueda
abstraer. Esta es una de las formas de abstracción, y de ella opina Goethe
que supone una auténtica disipación de la naturaleza. Así dice: «Topamos
ahora con la osada afirmación de que sigue siendo todavía naturaleza, al
menos con una tranquila sonrisa, con un ligero movimiento de cabeza; pues
no se le ocurre al arquitecto trocar sus palacios por tiendas de campaña y
bosques».
La otra forma de abstracción consiste en el empleo de las
matemáticas para reflejar los fenómenos. En la mecánica de Newton se
demostró por primera vez—y éste fue el motivo de su enorme éxito—que
con la descripción matemática vastísimos terrenos de la experiencia podrían
integrarse unitariamente, haciendo posible su fácil comprensión. Las leyes
de caída fijadas por Galileo, los movimientos de la luna alrededor de la
tierra, los de los planetas alrededor del sol, las oscilaciones del péndulo, la
trayectoria de una piedra lanzada al aire, todos estos fenómenos pudieron
ser deducidos matemáticamente a partir de la ecuación masa X aceleración
= fuerza y de la ley de la gravitación. La referida ecuación matemática era
también la clave abstracta para el conocimiento unitario de amplísimos
sectores de la naturaleza; y frente a la confianza en el poder evidente de esta
clave, los esfuerzos de Goethe resultaron inútiles. En una carta a Zelter
leemos: «Esta es precisamente la mayor desgracia de la física reciente, que
ha abierto un hiato, por así decirlo, entre los experimentos y el hombre; y
que el conocimiento de la naturaleza sólo resulte posible a través de los
datos que los instrumentos artificiales manifiestan; y que la naturaleza sólo
puede producir lo que puede delimitarse y comprobarse. Es lo mismo que
ocurre con el cálculo. Hay muchas cosas que son verdad y