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3° DOMINGO DE PASCUA
PREPARACIÓN
Hermanos: Queridos hermanos, en el Tercer Domingo de Pascua, Jesús nos convoca para que
vivamos su vida, para que nos llenemos de amor y de su paz.
Con el gozo de saber que Cristo Resucitado camina junto a nosotros y nos ha convocado,
comencemos jubilosos esta Santa Misa
AMBIENTACIÓN
ACTO PENITENCIAL
LITURGIA DE LA PALABRA
San Pedro nos habla con claridad y nos dará su testimonio sobre la Resurrección, de la cual
nosotros también somos testigos.
Hagamos nuestras las palabras del salmista que alaba y da gracias a Dios.
Fuimos rescatados a precio muy alto, con la Sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha.
San Lucas, describe la experiencia de dos discípulos camino a Emaús. Jesús les cambia la tristeza
en gozo explicándoles la Sagrada Escritura.
“Escúchanos, Señor”
1. Por la Iglesia, para que, caminando al paso de la humanidad, sepa llevar a todos la esperanza
gozosa de la resurrección en Cristo. Oremos
2. Por el Papa Francisco, nuestro Obispo Daniel, Sacerdotes, Diáconos y consagrados, para que
gozosos de la alegría de la pascua renueven su compromiso pastoral siendo portadores de la
Buena nueva de Dios. Oremos.
3. Por nuestra Patria, por los que la gobiernan y por sus ciudadanos, para que fieles a las
exigencias del Evangelio sepamos conducirnos según los valores cristianos. Oremos.
4. Por los que viven sin fe, los que caminan sin esperanza, decepcionados, para que el Señor
camine junto a ellos, abra sus ojos y encienda sus corazones Oremos.
5. Por cada uno de nosotros, por los que se han encomendado a nuestras oraciones y los que
oran por nosotros, para que el Señor nos conceda lo que con fe le pedimos, pero que se haga
siempre su voluntad. Oremos.
LITURGIA DE LA EUCARISTIA
PRESENTACIÓN DE OFRENDAS:
Al preparar la mesa del altar con los humildes dones del Pan y el Vino, le ofrezcamos al Señor el
propósito de comunicar la alegría de la resurrección.
PREFACIO:
Elevemos nuestra acción de gracias a Dios Padre, porque en Jesús resucitado nos da una vida
nueva.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Creo Señor mío que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre
todas las cosas y deseo ardientemente recibirte dentro de mi alma; pero, no pudiendo hacerlo ahora
sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiese recibido, me
abrazo y me uno todo a Ti;