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Beretta - La Litografia...
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17-38
Antecedentes
(2) César Hipólito Bacie (Ginebra, hacia 1794/1802-Buenos Aires, 1837) fue el pro
pietario del más importante establecimiento litogràfico de Buenos Aires en esa época. Co
laboraban con él su esposa y varios artistas, como Arthur Onslow. De sus prensas salieron
infinidad de láminas, retratos, escenas costumbristas, paisajes y vistas ciudadanas.
(3) José Gielis (Courtrai ¿?, hacia 1810-Montevideo, 1848) estableció el primer taller
con actividad prolongada en nuestra ciudad. No se dan aquí más referencias, ya que será
citado repetidas veces en este artículo.
(4) Carlos Risso, según este historiador, poseyó un establecimiento litogràfico, el pri
mero en Montevideo, donde habría trabajado Gielis antes de instalar su propia litografía.
Se han conservado algunas de las láminas impresas por Risso, pero son mínimos los datos
disponibles sobre él.
rápidamente al abrirse en nuestra ciudad los primeros establecimientos ca
paces de satisfacer la creciente demanda, ofreciendo propuestas interesan
tes para el público. La cada vez más tensa situación política, la conflictivi-
dad interna con las desavenencias entre Rivera y Oribe, el enfrentamiento
con Rosas y el estallido de la Guerra Grande, con la polarización ideológica
que supuso, también influyeron en el establecimiento de imprentas y lito
grafías en Montevideo, ya que se hacía difícil cualquier intento de trabajar
con las firmas porteñas, especialmente en aquellos temas sensibles o pro-
pagandísticos.(5)
La litografía en Montevideo
(5) No sucedió lo mismo con obras de corte técnico. Por ejemplo, en 1841 se editó en
Buenos Aires, por la Imprenta del Estado, el trabajo del arquitecto Cario Zucchi, instalado
desde 1836 en Montevideo, Pensées sur le monument de Napoléon suivies de quatre projets en
ébauche dediées a Monsieur H. Visconti architecte.
Plano topográfico del pueblo de Montevideo, de Adriano H. Mynssen litografiado
por Bacie. Buenos Aires, 1829.
(6) Esta variación se debe a que los funcionarios que recababan los datos, ante la
gran cantidad de extranjeros que había en la ciudad, interpretaban la pronunciación de las
palabras y no las escribían siempre correctamente.
fue entonces, o en torno a ese momento, el inicio de su actividad, al menos
de forma independiente, en Montevideo.
Al morir, en 1848, se produjo ese fenómeno tan corriente en nuestro
país hasta hoy, y tan trágico para su patrimonio cultural:
[...] los acreedores tomaron a su cargo la liquidación, y junto con todos los enseres
del establecimiento de la calle Cerrito 195, pasó bajo martillo, dispersándose en
marzo de 1849, el archivo gráfico, piedras y láminas donde constaban preciosos
elementos de valor histórico y ejemplares artísticos sin precio a título de incunables
de la litografia en el Uruguay.*7’
A n to n io D ía z im p re s o r español 45 S a n P e d ro n° 9
T om á s Á lv a re z español 38 S a n M ig ue l n° 5
(9). Sin embargo, hay una pequeña publicación anterior, de 1835, de la cual no he
podido hallar ningún ejemplar, también editada por la Imprenta de la Caridad y titulada
El sol de julio, donde se consignaban los acontecimientos de la historia patria desde 1825.
Su portada estaba adornada con una lámina donde se veía el templo de la Libertad, con la
Constitución a sus pies, alumbrados por el sol. Esta descripción fue publicada por El Univer
sal, Montevideo, 29-7-1835. En el Museo Histórico Nacional, en la colección Pablo Blanco
Acevedo, figura una fotografía de la tapa de ese ejemplar, que se incluye aquí.
Reproducción fotográfica de la portada
del libro “El sol de julio" (1835). Colec
ción Pablo Blanco Acevedo, Museo
Histórico Nacional, Montevideo.
J o s é C o d ic id o im p re s o r español 16 C a m a c u á n° 61
F ra n c is c o A rro y o im p re s o r español 34 S a ra n d í n° 21
J o s é M . C a n a le s im p re s o r a rg e n tin o 52 W a s h in g to n n° 87
P e d ro D e b e n t im p re s o r ita lia n o 30
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EL GENES. AL Di Retratos litográficos de Fruc
tuoso Rivera y Juan Lavalle
realizados en la litografía de
Gielis.
se criticaba al régimen resista imperó la burla, a veces cierto aire de cari
catura y en la mayoría de los casos la defenestración explícita, el retrato
exigía, en cambio, como la pintura, una fidelidad estricta al modelo. Es
tos retratos eran, generalmente, los de personalidades reconocidas, es
pecialmente del campo político y militar, aunque también de los ámbitos
cultural y social.
Para la realización de estos retratos se fue haciendo común basarse en
un retrato preexistente. En la Biblioteca Nacional de Montevideo se con
serva el retrato litografiado de Bernardina Fragoso. No lleva firma ni fecha,
pero son evidentes sus similitudes con el retrato que pintó Amadeo Gras
hacia 1833-34. A partir de este óleo se hizo también un pañuelo con el re
trato litografiado, conservado en el Museo Histórico Nacional. José María
Fernández Saldaba consideró que este retrato formaba un par con el de
Rivera y debían datarse hacia 1838, cuando éste resultó vencedor en la ba
talla de Palmar, nombre que figura en el pañuelo con el retrato del general,
pero anterior a su segunda elección como presidente, ya que todavía lleva
el título de “jefe del Ejército Constitucional”. Este historiador escribió un
detallado volumen sobre la iconografía de Fructuoso Rivera, rastreando las
distintas imágenes realizadas por pintores, litógrafos, calígrafos, etcétera,
citando las litografías de Risso (1830), Fermepin (1838), Besnes e Irigoyen
(hacia 1838), Gielis y Somellera (1842) y Bettinotti (1843).
Algunos retratos aparecían inmediatamente después de aconteci
mientos que exaltaban los ánimos. En 1842 se publicó en Montevideo el
“Poema de Caaguazú”, en conmemoración de la batalla homónima, ocu
rrida el 28 de noviembre de 1841, en la cual se enfrentó el ejército unitario
del general José María Paz al de Juan Manuel de Rosas. Montevideo, centro
opositor al gobierno de Buenos Aires, no dejó escapar la oportunidad, pu
blicando el citado canto acompañado por los retratos litografiados de Paz,
Rivera y Lavalle. Se trata de pequeños retratos salidos de las prensas de Gie
lis, todos de composición similar: el busto rodeado por una guirnalda de
hojas entre las que se leen los nombres de las principales batallas en las que
participó cada uno. Las diferencias son pocas, Rivera aparece vestido con
su uniforme característico, mientras Lavalle viste como civil, de levita. En
la Biblioteca Nacional de Montevideo se conservan los de Lavalle y Rivera,
que aparecen en esta publicación. Es probable que las láminas también se
vendieran sueltas, ya que en el Museo Histórico Nacional de Buenos Ai
res se conserva un pliego con dos de estos retratos. No he podido hallar
ejemplares de este pequeño volumen, pero puede inferirse que éstos son
los retratos que lo ilustraban, ya que en una noticia dada por El Nacional se
consigna que se acompañaban “con aureolas donde están inscriptas sus más
célebres batallas”, tal cual puede verse en los que reproducimos.
Retrato litogràfico del
presidente Manuel Ori
be, dibujado por Gallino
y litografiado por Gielis.
- m .'.f
Sin embargo esta litografía, lo mismo que otras del mismo carácter,
parecen haber desaparecido. No he podido hallarlas durante el proceso de
relevamiento de material. ¿Se las habrá hecho desaparecer una vez apaci
guadas las pasiones políticas, una vez consagrados todos los actores como
“grandes hombres” de sus respectivos países? Tan solo Rosas, que fue de
rrotado, mantuvo su mala fama durante más tiempo.
Afortunadamente, el periódico montevideano Muera Rosas publicó
en el número 10 un retrato del gobernador de Buenos Aires rodeado de
una infinidad de calaveras y huesos, mientras una mano sostiene sobre su
cabeza varias serpientes. Las charreteras del uniforme están formadas con
puñales, y la banda que cruza su pecho ostenta una calavera con dos tibias
cruzadas. Esta litografía, junto con la anterior, alude a conceptos similares
y, sin duda, forman parte de un mismo programa de representación.
costo, como nuestro deseo no es ganar sino que circule, se dará por la mitad de su
valor.(12)
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Litografía publicada en el número 6 de “El Grito Argentino” (1839), donde se
denuncia el cierre del asilo de niños por parte de Rosas.
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Litografía macabra publicada por el periódico montevideano “Muera
Rosas”, teniendo por protagonistas a Juan Manuel de Rosas y a Ma
nuel Oribe.
veracidad y los rumores escandalosos propagados por los enemigos de Ro
sas- aparecen reflejados en estas litografías. Por ejemplo, es muy frecuente
la presencia de fuelles, una herramienta que, según se cuenta, era empleada
por Rosas para torturar a sus opositores y para hinchar el vientre del loco
Bautista y luego montarlo con espuelas, como si fuera un caballo.*131
Junto a estas láminas de motivos aberrantes, otras satirizan sobre las
medidas y alianzas estrictamente políticas. La establecida entre los orienta
les antirrosistas, los unitarios emigrados a Montevideo y el general Paz para
enfrentar a Rosas se tradujo en una lámina publicada en el número 6 de
Muera Rosas, en la que el ejército aliado llega volando a Buenos Aires, enar
bolando las banderas argentina y uruguaya, mientras Rosas y sus colabo
radores, los representantes porteños, con cabezas de animales, complotan
preocupados y un moreno trata, nuevamente, de ahuyentarlos con el fuelle.
La alianza entre Rosas y Oribe se tradujo en otra litografía macabra
(número 13 de Muera Rosas), en la que estos personajes están sentados
frente a frente en una mesa bebiendo sangre humana que recogen en sus
vasos mientras chorrea de las cabezas cortadas, que luego se amontonan
sobre y debajo de la mesa, entre bolsas con oro, aludiendo al crimen y la
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codicia. Oribe sostiene la guadaña con la que decapitaba a sus enemigos
para llenar los vasos de sangre, refiriendo a su mote de “corta-cabezas”. Al
gunos demonios, que parecen extraídos de cuadros del Bosco, sobrevuelan
la escena.
También el periódico El Telégrafo de la Línea publicó, en 1844, otra se
rie de litografías sobre el inicio del sitio de Montevideo, los enfrentamien
tos armados y sus consecuencias sobre la población.
Conclusiones
Fuentes