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Juguetes e Infancia en Walter Benjamin.

Por Alberto Verón.


Profesor Facultad de Educación.
U.T.P

“Con un estilo ensayístico, el autor analiza en éste artículo, los aspectos


más relevantes de los escritos de Walter Benjamín. Desde una perspectiva
filosófica y literaria presenta el proyecto que el escritor alemán desarrolla
en su obra en torno de la infancia. Respondiendo a varias preguntas
como, ¿que es la infancia?, ¿el juego? , considera que el niño en Walter,
es un ser artístico pues, “. al igual que un artista genera con el mundo
una relación que sobrepasa la idea de simple utilidad y dominación”

El pensador judío Alemán Walter Benjamín nació en Berlín, ciudad sucesivamente evocada
por él en sus crónicas, relatos y textos radiofónicos, hacia el año de 1892. Cercano a los más
destacados pensadores de principios del siglo XX como el filósofo Teodoro Adorno y el
cabalista Gerard Sholem sus textos son un verdadero y exquisito mosaico donde se fusionan
la belleza prístina de la literatura, la precisión filosófica y la trascendencia teológica. Muerto
en la ciudad de Port Bou, entre Francia y España, durante el año de 1940 mientras escapaba
del horror Nazi, su acercamiento al mundo del niño, del juguete o del libro infantil resulta ser
uno de los asuntos menos conocidos de su obra.

¿Tienen los modelos económicos y políticos más fuertes de hoy en día una representación de
lo que significa la niñez o la infancia?. Seguramente que es así, pues el niño, el juguete el
libro infantil y la pedagogía son sujetos, métodos y escenarios donde las ideologías que
gobiernan el mundo irradian su proyecto de manera tal que este se reproduzca. El universo
de la infancia no está ajeno al panorama del control social que se manifiesta en todos los
sitios de la vida humana. A propósito de este asunto la mirada de Walter Benjamín resulta un
ojo privilegiado para quien desee acercarse en la actualidad a la educación y al niño.

INFANCIA Y PROYECTO REDENTOR

Como bien lo plantea Richard Wolin 1, el autor en mención, buscó construir un horizonte de
esperanza en medio del paisaje desesperanzador del presente histórico 2. En este horizonte la
infancia se cuenta entre los elementos tutelares de esa actualización de la esperanza pues
ella en sí guarda para Walter Benjamín, la fortaleza de un potencial liberador. Con cada sujeto
– niño que aparece en el horizonte de lo culturalmente vivo renace la promesa de una
sociedad mejor. La infancia hace parte en él de un programa filosófico, cuyo propósito es el
de contribuir teóricamente a la redención del hombre occidental de su miseria presente; por
eso un acercamiento al tema pedagógico de los niños y el juego genera una articulación con
el programa filosófico del autor berlinés..

Tras de la indigencia espiritual en que vivimos y tras la mirada desesperada del hombre
adulto lanzado a competir y pelear por el sustento, se vuelve necesario preguntarse por la
figura de la infancia como experiencia cultural por la que todos los sujetos hemos pasado y en
la cual W. B. atisba una poderosa experiencia redentora capaz de confrontar los diversos
poderes reales y simbólicos que dominan el mundo de la cultura.

¿Pero cómo reactualiza la figura del niño nuestras posibilidades de emancipación política y
cultural sometido como está al dominio de la familia y de la escuela? Para Benjamín la opción
comunista significa la forma de participación social activa, que otorga el puesto privilegiado a
la acción pura. En su programa de un “Teatro infantil proletario” afirma “Verdaderamente

1
WOLIN Richard. Walter Benjamín una estética de la redención. En “Homenaje a Walter Benjamín desde
Colombia”. Revista Argumentos. Nos 35/36. Julio de 1999. P 59 – 107.
2
El contexto histórico concreto de Benjamín fue el de ser un intelectual judío en medio de la segunda guerra
mundial.
revolucionaria es la señal secreta de lo venidero que se revela en el gesto infantil” 3. Lo que a
W. B. llega a importarle de la revolución socialista es la exaltación colectiva, la ebriedad total
que conduce a derribar lo que no se sostiene más por su peso propio. Pero por su peso
propio no se sostienen la idea del progreso histórico, de injusticia social o el fetiche de la
mercancía como esencia naturales y ahistórica. El presente de la infancia, por lo menos en
los sectores todavía con algunos privilegios es la práctica del juego colectivo, el ejercicio
permanente de la observación y la recreación del mundo a partir de los más insignificantes
detalles.

LA IDEA DE INFANCIA

La investigación moderna supo reconocer el carácter autónomo de la infancia entendiéndola


como fenómeno social y cultural. Reconociendo en el niño su energía expresiva la pedagogía
se liberó de la vieja idea según la cual el niño era un ser mejor, en cuanto interiorizara más
rápidamente los comportamientos adultos (léase los comportamientos de la cultura burguesa
dominante). Benjamín, conocedor en su época de estudiante de Gimnasio del rigor y las
exigencias de aquellas viejas prácticas de aprendizaje elabora una crítica pedagógica, una
interpretación del juego y un análisis de la literatura infantil que le conectan a un propósito
mayor, el de “una reconstrucción teórica de la modernidad que al mismo tiempo diera cabida
al ideal de reconciliación entre el ser humano y el mundo”4.

Según W. B. solo hasta el siglo XIX la figura del bebe apareció dotada de espíritu. Durante
buen tiempo la sociedad occidental asimiló la figura del niño a la de un adulto en miniatura. Lo
que se entendía como un trato infantil ocultaba un menos precio por el niño, contrario a la
idea de Benjamín en la que “el niño exige del adulto una representación clara y comprensible,
no infantil”5. Entiéndase esto como la afirmación que la niñez es un universo autónomo,
dotado de características propias y sobre todo capaz de crear y de observar el mundo de los
adultos. Esa observación no tiene que entenderse como una capacidad de crítica, en el
sentido racional del término que el adulto pueda hacer. Digamos mejor que el niño es mirado
por el adulto y desde esta mirada él constituye su propia temporalidad, una lógica sensible y
concreta así como una visión espontánea y primera del mundo.

INFANCIA Y PODER

La crítica pedagógica así como el análisis sobre el juego infantil han de ser entendidos en el
pensador Judío Alemán desde un ámbito mayor “El de una reconstrucción teórica de la
modernidad que al mismo tiempo pueda dar cabida al ideal de reconciliación entre el ser
humano y el mundo”. Para el crecimiento de esa conciliación dialéctica la idea de infancia ha
de ser despojada del ropaje mítico de ideas como la niñez pura, la edad dorada y primigenia o
aquellas interpretaciones que naturalizan y biologizan el fenómeno de la infancia.

Los análisis de la sociología cultural apuntan que la edad, desde los parámetros estrictamente
cronológicos y biológicos, no es natural ni absoluta; se trata de una construcción de la
sociedad que favorece o impone determinada hegemonía social o de poder: por ejemplo el
dominio de los adultos frente a niños y jóvenes a partir del criterio de experiencia..

La racionalidad utilitaria del adulto como expresión del modelo histórico burgués dominante,
se manifiesta cuando el adulto piensa que el niño o el joven han de tenerlo a él como modelo
por seguir, al igual que cuando consideran la naturaleza como una extensión a su servicio,
para ser administrada y controlada. Estas manifestaciones las elabora desde el lenguaje, por
medio de una gramática que legisla y ordena la relación entre sujeto y sujeto, entre sujeto y
mundo.

Benjamín propone una des-epistemologización de esta relación. El niño al igual que un artista
3
WALTER Benjamín. Escritors. La literatura infantil, los niños y los jóvenes. P 106. Ediciones Nueva Visión.
Buenos Aires. P 1989.
4
WALTER Benjamin. Escritos autobiográficos. Introducción concha Fernández. P 28. Alianza Editorial. Madrid
1996. 7
5
Walter Benjamin. Escritos. La literatura infantil, los niños y los jóvenes
genera con el mundo una relación que sobrepasa la idea de simple utilidad y dominación. La
llamada “erleibnis” o “vivencia” con el mundo, es un acto místico que hermana al niño, al
artista y al revolucionario. Un acercamiento desde lo particular y lo concreto, acercamiento
que cuestiona la mirada económica utilitaria y político controladora del adulto. “Aquello que
Benjamín hallaba en la conciencia infantil, que era desterrado por la educación burguesa y
que resultaba tan crucial para redimir ( bajo una nueva forma) era precisamente la conexión
entre percepción y acción que distinguía la conciencia revolucionaria en los adultos”6

El contenido crítico de Benjamín apunta a que mientras la educación burguesa propone unos
modelos teóricos universales del aprendizaje, erigidos desde la abstracción y la distancia, el
niño vivencia permanentemente lo concreto, aprende tocando, negándose a la pasividad del
estar sentado mientras que resuelve problemas haciendo solo uso de la cabeza.

LA PEDAGOGÍA

Walter Benjamín elabora una crítica radical a la pedagogía burguesa de los gimnasios
alemanes del siglo XIX. Esta pedagogía la encuentra el crítico berlinés sustentada en una
psicología que se pregunta por la naturaleza psíquica del niño pero aislada de su contexto
histórico y social y provista de una ética que operando desde el imperativo dominante de un
supuesto deber ser, se propone hacer del niño un hombre íntegro y ciudadano. Esta
psicología defiende unas supuestas tendencias naturales en el niño, mientras que la ética
propone una idea moral a la que ha de ajustarse el educando. Sustentación de la diferencia
de clases y perpetuación de esas diferencias es lo que entrevé Benjamín. “En realidad se
trata de disfraces, relacionados entre sí, del conciudadano útil, socialmente confiable y
consciente de su casta”7

La pedagogía burguesa en la que Benjamín se formó cambió el acto de educar por el de


adiestrar a un ciudadano que respondiera a unos valores donde fueran depositados y
perpetuados los intereses propios del poder: “La burguesía ve en su prole al heredero...” y
para esto a de prepararlo en la astucia, en el dominio y en el manejo de la subjetividad, de
sus emociones, fortaleciendo una inteligencia que sirva a una administración del mundo que
ha de recibir como botín. Él defiende la posibilidad de pensar en la naturaleza social o de
clase del niño y no en su simple naturaleza de infante, naturaleza que oculta tras la
universalización abstracta de la categoría niño el evento concreto y particular de las
contradicciones políticas, religiosas y sociales del tiempo histórico.

Vale destacar que estos textos fueron escritos en los años 28 y 29 del siglo XX. Respiran la
atmósfera propiciada por el ascenso al poder en Rusia de los bolcheviques y de la revolución
de octubre, de allí que el lector posterior al mundo de los soviets deba acercarse a estos con
el suficiente cuidado histórico rescatando para estos tiempos las implicaciones actuales que
puedan todavía sugerir.

Superando la mera crítica a la vieja pedagogía la propuesta de un teatro infantil proletario


contiene el germen de esa nueva pedagogía. “La educación del niño a de abarcar toda su
vida y debe realizarse dentro de un espacio limitado”. Para Benjamín el teatro es uno de esos
espacios limitados donde gracias a un modo colectivo de organización se “despierta la
poderosa fuerza del futuro en los niños.”8 En W. B. la creación artística más original despierta
las fuerzas dormidas en la conciencia del individuo, porque si el gusto estético burgués acalla
los sueños de liberación y los convierte en ilusiones de control y posesión sobre la naturaleza,
el arte contrariamente, imbuido de un ideal de liberación busca cristalizarse en una
colectividad. ¿Pero puede el niño, en su inventiva y creatividad representar los ideales de una
sociedad más justa?. El autor entrevé en los juegos infantiles, en las obras teatrales, en sus
6
MORS – BUSCK Susan. “Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los pasajes” P 289 – 290.
Visor Madrid. 1995.
7
WALTER Benjamin. Escritos. La literatura infantil. Los niños y los jóvenes. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires
1989. P 109.
8
BENJAMIN W. Programa de un teatro infantil proletario. Op Cit. P 103.
desfiles “la señal secreta de lo venidero que se revela en el gesto infantil”9

EL GESTO DEL LIBRO INFANTIL

Para el coleccionista y lector de libros “un libro, tal vez tan solo una página o, menos aún, una
estampa de un anticuado ejemplar, heredado quizá de la madre o la abuela, puede ser la
tierra fértil donde se desarrolló la primera y delicada raíz de esta afición.”10

El libro infantil emerge en el siglo XVIII, tiempo de la ilustración, justo cuando los pedagogos
empiezan a reconocer un mundo propio en el niño. Las cartillas, de las que W. Benjamín se
convirtió en ávido coleccionista, contienen toda una propuesta pedagógica: “Si el hombre era
piadoso, bueno y sociable por naturaleza, debía ser posible convertir al niño, el ser natural por
excelencia, en el hombre más piadoso, mejor y más sociable por medio de la educación”.
Benjamín desenmascara esa epistemología de la infancia inspirada en el naturalismo y el
robinsonismo y encuentra un eslabón decisivo en la construcción de una discursividad
alternativa acerca de la infancia: “El niño exige del adulto una representación y comprensible,
no infantil”. En estos libros el ilustrador de las páginas construye un puente con el ojo del
niño: “En el reino de las estampas no iluminadas el niño se despierta; en el de las coloreadas
prolonga sus sueños”11.

Siendo consecuente con el potencial emancipatorio que se oculta en aquellas viejas cartillas
W.B. las interpreta como un “mundo permeable, adornado de colores, donde todo cambia de
lugar a cada paso y el niño es recibido como actor. Con el ropaje de todos los colores que
recoge al leer y mirar, se interna en una mascarada”12.
En el niño que descubre en la lectura los placeres del juguete y no las imposiciones de la sola
tarea: “Las palabras se disfrazan de un solo golpe y en un abrir y cerrar de ojos quedan
envueltas en combates, escenas amorosas o trifulcas. Así escriben los niños sus textos pero
también los leen así”13. De esta manera el misterio por resolver en una pedagogía de la
lectura es que el secreto no consiste en dominar la lectura sino que la lectura lo domine a
uno, quedar a su merced, navegando en el océano tormentoso de sus páginas. Como bien lo
expresa W. B. “¡Silencio del libro, cuyo poder de seducción era infinito!. Su contenido no era
tan importante, pues la lectura coincidía con la época en que tú mismo inventabas en la cama
tus propias historias”

¿Cuál es pues la señal o el gesto que un libro infantil nos deja? Se trata de la actualización de
una “erlabnis” o vivencia que nos remonta a las antiguas narraciones del marino que recorre
turbulentos mares o del labrador que se interna en lo profundo del bosque para descubrir la
riqueza esquiva. El niño lector ha de estar dispuesto a escuchar las historias que tiene otro
para contarle, esos consejos esperan por alguien dispuesto a hacerlos suyos.

LOS JUGUETES: DEL SOLDADITO DE PLOMO A FISHER PRICE.

No se trata de la ingenua nostalgia por los viejos juguetes que se acumulan en un rincón de la
casa. Se trata por el contrario del juguete como producción activa e imaginativa de la cultura.
Desde las cajas de construcción hasta las láminas y estampas para el aprendizaje la
fascinación por los objetos pequeños y para pequeños lleva a indagar a W. B. sobre lo que se
producía en los talleres de Berlín y de Moscú durante los siglos XVIII y XIX. Los precursores
de este mercado fueron los vendedores de hierro, de papel y de fantasía que atravesaban por
los viejos poblados. Estos antecedentes llegan a remontarse a la reforma europea del siglo
XVI. Los artistas que por tradición trabajaron para la iglesia durante toda la edad media se

9
Op Cit. P 105
10
Op cit. P 65
11
Op cit P 71.
12
Op cit. P 73
13
Op cirt P 74.
vieron obligados, como lo escribe Benjamín “a adaptarse a la demanda de objetos
artesanales y a producir, en vez de obras de gran tamaño, pequeños objetos de arte para el
hogar”. Así los soldaditos de plomo que ocuparon la parte preferida de los viejos armarios de
algún niño, los carruajes que sobre el piso de madera como si estuvieran afanados por
arrancar, las vajillas y las muñecas donde las niñas aprenden tempranamente el rol de la
existencia doméstica se integran a una arqueología de la que Walter deduce: 1) la naciente
formación de una industria cultural especializada. Al respecto escribe: “Muchas veces lo que
se llama arte popular no es otra cosa que bienes culturales de una clase dominante, que han
naufragado y renacen al ser recogidos por un grupo social más numeroso”. 2) también
encuentra el perfil psíquico y estético del niño que juega; la disposición que le lleva a
apropiarse de todo material por obsoleto y abandonado que esté por parte de los adultos.
“Nada se adecua más al niño que la combinación de los materiales más heterogéneos en sus
construcciones”.

Niños y artistas modernos se han confabulado en la apropiación y renovación de los


materiales que ofrece la naturaleza y la cultura. El retorno a estos materiales hace parte de la
tesis de Benjamín según la cual toda vivencia que nos subyuga y fascina busca volver a
repetirse. Los afectos del sujeto que no solo “conoce” sino que “vive” ansían regresar a
aquello que en alguna ocasión sintió por completo suyo. Como escribe Benjamín “Toda
vivencia profunda busca insaciablemente hasta el final, repetición y retorno, busca el
restablecimiento de la situación primitiva en la que se originó”.

El adulto es cómplice con el juego del niño. Esta complicidad obedece a la conciencia que
posee el adulto sobre la brutalidad y sin salida de su propia vida atravesada por compromisos
y obligaciones. “El hombre brusca y amenazadoramente acorralado por la realidad hace
desaparecer lo terrorífico en esa imagen reducida del juego. Así le resta importancia a una
existencia insoportable”.

La Tentación que por el juego tiene el adulto no responde apenas a la nostalgia del paraíso
perdido de la niñez; es también, desde una lectura política a una aspiración de entrar en un
escenario distinto y autónomo en que los niños cuentan con armas para sustraerse de la
escala racional de los mayores. Lamentablemente las divisiones sociales limitan muchas de
las posibilidades expresivas de los seres humanos. Ante esto los niños toman su propio
bando político y así desde sus juegos y maneras de leer o imaginar, el infante asume una
postura. “El niño no es un robinsón; los niños no constituyen una comunidad aislada sino
que son parte del pueblo y de la clase de la cual proceden. Así pues sus juguetes nos dan
testimonio de una vida autónoma; son un mudo diálogo entre ellos y el pueblo”.

LAS CONCLUSIONES DEL TITRE

La infancia desde la visión de Walter B. no puede ser vista al modo de un estado por superar.
Verla así implica la complicidad con la idea burguesa del progreso, o sea la concepción de
que una etapa cronológica supera y borra la otra.

Para Benjamín el pensamiento infantil análogo al pensamiento mítico es una manera actual y
actuante que desenmascara las imposturas y las brutalidades de la sociedad capitalista
racionalista.

La educación burguesa que prepara al niño para la existencia adulta destierra la delirante
maquinaria creativa del niño. Mientras la educación burguesa estimula la parte formal y
abstracta, él busca una esperanza redentora en la espontaneidad que nace del gesto del
niño; precisamente esa espontaneidad que en el adulto es la máscara controlada y sometida
del orden burgués.

Benjamín defiende la postura según la cual haber vivido a plenitud la infancia nos posibilita
asumir más afirmativamente la inevitabilidad del crecimiento. Con crudeza critica a quienes
han vivido siempre en el ámbito de la resignación: “Hay algo que ya nunca se podrá remediar:
el no haber escapado de la casa paterna. A esa edad, en cuarenta y ocho horas de estar
abandonado a sí mismo, toma cuerpo, como en una solución alcalina el cristal de la felicidad
de toda la vida”14

Referencias Bibliográficas

MORS – BUSCK Susan. “Dialéctica de la mirada. Walter Benjamín y el proyecto de los


pasajes” P 289 – 290. Visor Madrid. 1995.

WOLIN Richard. Walter Benjamin una estética de la redención. En “Homenaje a Walter


Benjamin desde Colombia”. Revista Argumentos. Nos 35/36. Julio de 1999.

WALTER Benjamin. Escritors. La literatura infantil, los niños y los jóvenes. P 106. Ediciones
Nueva Visión. Buenos Aires. 1989.

WALTER Benjamin. Escritos autobiográficos. Introducción concha Fernández. P


28. Alianza Editorial. Madrid 1996.

14
BENJAMIN Walter. Dirección única. Alfaguara. Madrd. 1988. P 19

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