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En un viejo bar de la ciudad de México, mientras corrían los días y meses del año del fin del

mundo, entre temblores y lluvias raras se encontraba un extraño viejo, uno de esos extraños
viejos que beben whisky, uno de esos extraños viejos que tienen el alma joven, tan pobre que
solo tiene los mismos sueños de cuando aun sus riñones funcionaban correctamente, en un
rincón, en el mas oscuro, entre una pila de libros, de viejos libros, dormitaba, parecía ser parte
de la decoración, sus ebrias ropas hacían juego con las mesas, sus apergaminadas manos hacían
juego con las cacarizas paredes, sin embargo, junto a su pecho algo brillaba, brillaba de una
forma extraña era como si algo lo alumbrara, seguí con la vista un rallo de luz entre morado y
verde, mis ojos se detuvieron en una pulsera olvidada en la barra, era una pulsera de cristales
morados, que reflejaban la luz de un reloj luminoso, cuyo segundero era una mariposa monarca,
a pesar de que su figura era de alguien cansado, esta luz la apretaba con tal fuerza, con tal
esperanza, que incluso parecía su alma, una eterna lucha de no poder dejarla ir, era un libro
muy colorido, con tantos matices como el amor mismo, se alcanza a leer en el titulo la palabra
OJOS, la determinación con la que cuidaba a este pequeño libro me ha hecho pensar en el viejo
pescador de Hemingway, me dio curiosidad y decidí acercarme, pues me inspiro ternura, una
ternura extraña que me recorrió el pecho, decidí despertarlo y preguntarle por el libro, tal vez se
enojaría, o tal vez no lograría despertarlo, sin embargo antes de llegar a su mesa despertó,
supongo era de esos hombres que tienen el sueño muy ligero, debería ser una pesadilla dormir
con alguien pues seguramente cualquier movimiento lo despertaría, su mirada era algo
diferente, sus ojos eran de alguien de no mas de 5 años mayor a mi, pero su rostro era mucho
mas viejo, una mira profunda pero triste, con luz de esperanza pero con un presente terrible, me
brindo una pequeña sonrisa y entrecerró sus ojos, se le notaba cansado pero no del día, como
cansado de vivir, o de sentir o de escribir o de amar un cansancio de paz, de soledad de
simpleza, pregunte si podía sentarme y solo levanto los hombros, le invite una copa y pregunte
su nombre, me dijo que no lo recordaba, que incluso no importaba, que el solo era un viejo
monstruo del pasado, para mi en ese momento se convirtió en un poeta, en el poeta de la mirada
triste, le dije que el nombre era importante, y cuando iba a decir el mio, se apresuro a decir, tu
por ejemplo, eres una estrella sea cual sea tu nombre eres una estrella la princesa de todas las
estrella, y en tus ojos veo tantos colores como este libro, como si supiera que por ese motivo
me había acercado, me lo mostró, ahora pude leer el titulo completo, OJOS DE CIELO
FUCXIAL, al leer el titulo me estremecí y un par de lágrimas recorrieron mis mejillas.

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