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La deficiencia mental
Tradicionalmente fue definida como: el retraso mental hace referencia a limitaciones sustanciales en el
desenvolvimiento corriente. Se caracteriza por un funcionamiento intelectual inferior a la media que
tiene lugar junto a limitaciones asociadas en dos o más de las siguientes áreas de habilidades adaptativas
posibles: comunicación, cuidado personal, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la
comunidad, autogobierno, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, ocio y trabajo. El
retraso mental se manifiesta antes de los 18 años.
Este se asocia a una interpretación de la inteligencia como una “cosa” localizada en el cerebro y dotada de
cierto grado de hereditabilidad, pasible de ser medida como un valor numérico especifico.
Este modelo psicométrico prevaleció y aun mantiene su vigencia en las practicas cotidianas de
profesionales de la educación especial y la discapacidad.
Previo a esta prevaleció el enfoque medico que considero a la deficiencia mental como un conjunto de
síntomas, presentes en un grupo amplio y heterogéneo de anomalías que a pesar de tener diferente
etiología orgánica tienen un común un conjunto de déficits en la actividad mental de orden superior.
A posteriori del enfoque psicométrico se desarrollo el enfoque evolutivo que introduce el componente
temporal al cuadro al introducir el concepto de retraso mental. El niño con retraso mental alcanzara los
mismos niveles de desarrollo que el resto pero más tarde.
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El mismo señala las dificultades y las consecuencias que implican la consideración del retraso como una
cosa y no como un proceso. Una de ellas es la estimación del retraso como primario y base del desarrollo.
Vigotsky sostiene que lo primario aparece en una etapa temprana de desarrollo y es “superado” por las
nuevas formaciones que se originan.
Para la educación del niño con retraso mental es importante conocer cómo se desarrolla, cómo reacciona el
organismo y la personalidad del niño, así como advertir como se produce el proceso de adaptación activa al
medio más que quedar en la investigación exclusiva del déficit orgánico.
El retraso mental no es una totalidad simple y homogénea. El cuadro que se evidencia en un niño con
retraso no puede ser referido al núcleo de su debilidad, es decir la insuficiencia interna primaria. En el
marco de este paradigma de la naturaleza social de la discapacidad, Vigotsky introduce los conceptos de
defecto primario (discapacidad orgánica) y defecto secundario (alteraciones en las funciones psicológicas
superiores debido a factores de origen social). Un defecto orgánico puede ser la causa de una dificultad en
la apropiación de los significados, es el medio social el que puede modificar el curso del desarrollo y
conducir a alteraciones o retrasos.
Las expectativas, las actitudes, los vínculos afectivos generados por medio social constituyen una influencia
en el acceso del niño al conocimiento sociocultural, a la posibilidad de compartir experiencias con pares,
entre otras. Estos principios como la internalización de las actividades culturales externas en procesos
psicológicos, son procesos, que no pueden ser considerados a partir de un modelo de acumulación.
La posibilidad de establecer los procesos mediacionales como condiciones de la enseñanza de los niños con
algún tipo de discapacidad es el motor de un cambio profundo en los modos de concebir la educación y la
enseñanza escolar del niño con discapacidad.
Como señala Gindis, Vigotsky ofrece respuestas a las principales preguntas actuales sobre la educación
especial, la integración y el sujeto de la educación especial.
Hoy en día, ciertos modos de entender las diferencias de rendimiento de los niños en las escuelas y la
necesidad de justificar el fracaso escolar de una población cada vez mayor llevaron a proponer categorías
que permitieran incluir en las mismas a ese conjunto de niños que quedaban fuera de la escuela por no
seguir los modos y tiempos de aprendizaje.
Tomando el concepto retardo mental leve como ejemplo de esta rotulación. Esta categoría aparece ligada a
la obligatoriedad de la escuela primaria y hace referencia a la adaptación escolar.
Como señala la autora los estudios han puesto en evidencia que el retardo mental lee es una categoría que
encubre que las personas así rotuladas pertenecen a los sectores socialmente desfavorecidos. Esto se une a
la práctica indiscriminada del uso de test de inteligencia que profundizaron los efectos de esta etiquetación.
De aquí derivamos dos cuestiones:
la relación entre la deficiencia orgánica y deficiencia sociocultural, y por otro, la distinción entre déficit y
diferencia. Vigotsky incluía dentro del 2do grupo a un perfil de alumnos, que hoy constituyen un porcentaje
de los alumnos del sistema educativo, que poseen dificultades en el aprendizaje debidas a deprivacion
socio- cultural, institucionalización, migraciones internas o externas, etc. las dificultades de aprendizaje se
asociaron con la incapacidad o desvió respecto de la edad en el uso de las herramientas psicológicas
apropiadas. No debe confundirse este perfil de niños con el denominado defecto secundario.
Por otro lado, la distinción entre déficit y diferencia producto de un inadecuado modelo de investigación y
diagnostico que han llevado a considerar como deficientes a niños provenientes de diferentes culturas, de
diferentes medios socio-culturales respecto del esperable por la institución escolar, de modo que la
diversidad cultura queda asociada a una interpretación de la misma como un defecto similar al
denominado defecto secundario. De esta manera se produce lo que Sinisi denomina “homologación
paradójica” es la manera de describir la asimilación de los proyectos de integración escolar de niños con
necesidades educativas especiales a la escuela común, con las políticas de inclusión educativa que se
proponen la incorporación de todos los niños al sistema educativo garantizando las condiciones para un
buen aprendizaje.
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La perspectiva tradicional que coloca al sujeto con su deficiencia en el centro del análisis implica para
Kassar ver las cuestiones de la educación especial desvinculadas de su contexto escolar más amplio, es
decir, el entendimiento de una escuela perteneciente a una complejidad social. Señala la autora que lo
“especial” se termina analizando como una cuestión que encuentra un fin en sí mismo.
Fierro señala: es por lo tanto, elemento esencial en la escuela especial la homogeneidad de los alumnos, no
mezclando retrasados con alumnos “normales” o aquejados de otras deficiencias. Vigotsky la definía como
pedagogía terapéutica, sostenía que la misma construyo sus prácticas sobre la base del cuadro definido
durante el estudio clínico.
Vigotsky le asigna un papel central a su exclusión del ambiente cultural, lo cual profundiza las
características negativas, las complicaciones adicionales en forma de un desarrollo social incompleto, de
una negligencia pedagógica. Desde una perspectiva teórica psicoanalítica, Mannoni aborda la problemática
de la debilidad mental y sostiene que padres, médicos y reeducadores transforman al niño en un objeto de
cuidado al incluirlo en diversos sistemas de recuperación con el peligro de enclaustrarlo en su enfermedad.
Desde la perspectiva socio-histórica los instrumentos y las prácticas culturales tienen un efecto formativo
en el desarrollo. El sujeto con discapacidad ve limitada su posibilidad de participar en las prácticas sociales,
así como la participación tiene consecuencias en el desarrollo cognitivo, la exclusión también.
Con el tiempo, con el desarrollo de metodologías especificas, proyectos individualizados y el diseño de
adecuaciones curriculares, la escuela especial daba cuenta de un principio que sustento sus prácticas. Este
principio denominado de educabilidad sentó las bases de una afirmación que guía hasta hoy toda práctica
pedagógica: todos los niños pueden aprender bajo las condiciones pedagógicas adecuadas.
En 1927, Vigotsky afirmo los principios de la renovación de la escuela especial: los principios de
construcción del programa son los mismos que los programas de la escuela común, dar los hábitos y
conocimientos necesarios para la act laboral y cultural, y estimular en los niños un vivo interés por el
ambiente que lo rodea.
El sentido de la escuela especial es que los alumnos deber ser conducidos hacia objetivos comunes por
otros caminos.
Esto es asi porque todo el aparato de la cultura está adaptado a la organización psicofisiologica normal del
hombre. Todos los instrumentos, toda la técnica, signos y símbolos están destinados para un tipo normal de
persona. Señala que para el desarrollo de la educación es que las formas culturales constituyen el único
camino en la educación del niño con alguna discapacidad. Propone una tesis: el desarrollo cultural es la
esfera fundamental donde resulta posible la compensación de la deficiencia. Su argumento es que las
funciones inferiores son menos educables porque dependen directamente de factores orgánicos.
El niño con dificultades requiere para la internalización de las herramientas culturales métodos diferentes
de enseñanza. Vigotksy escribió: “diferentes sistemas simbólicos corresponden a uno y el mismo contenido
de la educación. El significado es más importante que el signo. Cambiemos el signo pero mantengamos el
significado”.
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La posibilidad de pensar las adecuaciones como un instrumento a disposición del docente para adecuar la
enseñanza a las posibilidades de los alumnos, no es otra forma más de interpretar la función del docente
como un “otro desarrollante”.
Respecto a los proyectos de enseñanza Vigotsky afirmaba la necesidad de exigir a la pedagogía un elemento
de individuación que permita definir objetivos individualizados para la educación de cada alumno,
centrando el proceso en el desarrollo del conocimiento teórico. Esta perspectiva encuentra nuevos
enfoques y propuestas. Karpov y Haywood distingue 2 tipos:
Metacognitiva: se relaciona con la adquisición por parte del niño de instrumentos de autorregulación,
autocontrol, autoplanificacion, etc.
Cognitiva: mediación que se refiere a la adquisición de instrumentos para la resolución de problemas en un
dominio especifico de conocimiento.
Diversificar la enseñanza implica una firme convicción en el potencial creativo de cada alumno, así como la
necesidad de generar un espacio social de aprendizaje donde las diferencias se constituyen en un valor
para potenciar el desarrollo de cada uno de los alumnos.
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