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Esdras 1:1-6

Al comenzar nuestro estudio en el libro de Esdras sería bueno hacer algunas


declaraciones preliminares para que nos ayuden a comprender mejor este
libro.

Aspectos esenciales
Los pasajes clave de este libro son Esdras 9:4, que dice: "4Todos los que
temían las palabras del Dios de Israel se reunieron en torno a mí". Y también
10:3, que dice: "y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios". El Dr.
James M. Gray hizo la siguiente observación: "Ya hemos visto que la
cautividad en Babilonia no provocó en los judíos un arrepentimiento nacional
ni logró llevar a cabo una restauración nacional. Como podemos apreciar
leyendo el libro de Esdras, cuando Ciro, el rey de Persia, autorizó a los
cautivos a que regresaran a Jerusalén y reedificaran el templo, apenas unos
50,000 se aprovecharon de ese privilegio, de los cuales, una gran parte eran
sacerdotes y levitas de las clases más humildes y pobres".
El libro de Esdras es el último de los libros históricos, pero ellos no siguen
cronológicamente uno después del otro. En nuestra última ocasión cuando
estuvimos en el Antiguo Testamento finalizamos con el Segundo Libro de
Crónicas. Y en aquella ocasión, vimos que el reino del sur de Judá había sido
llevado a la cautividad por 70 años y no habíamos oído nada más de ellos
desde que fueron a Babilonia en la cautividad, hasta que Esdras retomó el
curso de la historia. En realidad tenemos 3 libros históricos que se llaman
"libros del post-cautiverio", es decir, libros que fueron escritos después del
cautiverio. Tres de ellos son históricos, Esdras, Nehemías y Ester. También
hay otros tres que son libros proféticos del postcautiverio: Hageo, Zacarías y
Malaquías. Esdras y Nehemías fueron dos líderes que deben ser considerados
conjuntamente. Esdras fue un sacerdote; Nehemías un laico, y ambos
trabajaron juntos en tal forma que la voluntad de Dios pudo cumplirse en
Jerusalén. Ellos fueron instrumentos claves en supervisar que las murallas, la
ciudad de Jerusalén y el templo fueran edificados.
Hageo y Zacarías también trabajaron juntos y animaron a la gente para que
edificara el templo. Hageo fue un hombre práctico, lo cual vamos a poder
apreciar cuando leamos su libro. La reconstrucción y restauración del templo
fue su pasión suprema. No era romántico ni poético, sino un hombre práctico.
Zacarías, por el contrario, era un soñador. Hageo tenía sus pies en la tierra;
sin embargo Zacarías tenía su cabeza en las nubes. Bien, Zacarías por
ejemplo, vio a dos mujeres que llevaban por el aire una cesta con una medida:
esa sí que fue una visión poética. Hageo nunca podía haber visto algo así. Pero
lo interesante es que Zacarías nunca hubiera podido implicarse en los asuntos
como la medición del templo y el considerar que hacían falta puertas y
cimientos en su base. Así que Hageo y Zacarías trabajaron juntos, así como
fue el caso de Esdras y Nehemías. Dios dispuso las cosas de tal manera que el
hombre práctico y el poeta actuasen juntos.
Los libros de Hageo y Zacarías debieran ser leídos y estudiados junto con el
libro de Esdras, porque estos tres libros fueron escritos a la sombra de la
reedificación del templo, y fueron preparados para animar al pueblo en las
obra de reedificación. Dice Esdras 5:1, "1Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de

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Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y Jerusalén en el
nombre del Dios de Israel, quien estaba con ellos".
En este libro de Esdras nosotros tenemos dos grandes divisiones. Tenemos el
regreso de los cautivos de Babilonia bajo el liderazgo de Zorobabel en los
primeros seis capítulos. Como ya se ha mencionado, fueron sólo unos 50.000
los que regresaron. Luego tenemos el regreso a Palestina de aquellos que
regresaron de Babilonia bajo la dirección de Esdras; esto se menciona en los
capítulos 7 al 10. Los que regresaron con él fueron unos 2.000.

El escritor
Usted puede notar que el libro de Esdras es un libro que trata sobre la Palabra
de Dios. Esdras es uno de los personajes de las Escrituras que nunca ha
recibido el reconocimiento que merece. Para comenzar, podemos decir que él
era un descendiente de Hilcías, el sumo sacerdote. Eso lo podemos ver en el
capítulo 7, de este libro de Esdras, versículo 1. Hilcías fue quien encontró una
copia de la ley durante el reino de Josías (2 Crónicas 34:14), y por medio de
ella traería una renovación en su época. Y en esta época que hoy comenzamos
a estudiar, Esdras también traería un avivamiento.
Esdras fue un sacerdote pero él no podía cumplir con sus obligaciones. Es que
durante la cautividad; no había templo, porque había sido destruido. Pero él
dedicó su tiempo a estudiar la palabra de Dios. Y se nos dice en el capítulo 7
de este libro de Esdras, versículo 6, que él era un escriba, un maestro
instruido en la ley de Moisés.
Él era un gran reformador, un renovador. La renovación comenzó con la
lectura de la palabra de Dios por medio de Esdras. Eso lo veremos cuando
leamos el capítulo 8 del libro de Nehemías. También, él, probablemente fue el
escritor de los dos libros de Crónicas y del Salmo 119, que es el capítulo más
largo de la Biblia y que se encuentra en su mismo centro, dedicado a ensalzar
la Palabra de Dios.
Esdras organizó la sinagoga. Él fue el fundador de la orden de los escribas.
Ayudó a establecer el canon de las Escrituras y el orden de los Salmos. Y
debemos darle a Esdras el tributo que se merece, pues fue el primero que
comenzó una renovación del estudio bíblico. ¿Y, no es este acaso el programa
de Dios para una renovación espiritual?
Nosotros no hemos tenido una renovación en nuestros días. Dwight L. Moody
dijo: "La próxima renovación tiene que ser una renovación del estudio de la
Biblia". Aquellos que han tratado de avivar el entusiasmo por movimientos de
renovación por medio de organizaciones, métodos, o a través de los más
variados recursos, han fracasado. La renovación vendrá en la medida en que
la gente experimente un retorno a la Palabra de Dios.

El tema
Hay muchas referencias a la Palabra de Dios en el libro de Esdras. En realidad,
se pueden contar por lo menos 10 referencias directas a la Palabra de Dios. Y
el lugar de la Escrituras se puede apreciar en toda la vida de personas de los
círculos religiosos, sociales, comerciales y políticos.
En este libro de Esdras nosotros tenemos dos grandes divisiones. Tenemos el
regreso de Babilonia bajo el liderato de Zorobabel en los primeros seis

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capítulos. Como ya se ha mencionado, fueron sólo unos 50.000 los que
regresaron. Luego tenemos el regreso a Palestina de aquellos que regresaron
de Babilonia bajo la dirección de Esdras, esto se menciona en los capítulos 7 al
10. Los que regresaron con él fueron unos 2.000.

Bosquejo
I. El retorno a Babilonia conducido por Zorobabel (cap. 1 al 6) (regresaron
unos 50.000).
1. Restauración del templo por el decreto de Ciro (cap. 1)
2. Restauración bajo Zorobabel (cap. 2)
3. Reedificación del templo (cap. 3)
4. Retraso de la reedificación por la oposición, (cap. 4) (Decreto de Artajerjes)
5. Reanudación de la reedificación del templo (cap. 5 y 6) (Decreto de Darío)
II. El retorno de Babilonia conducido por Esdras (cap. 7 al 10) (regresaron
unos 2.000)
1. Retorno bajo Esdras (cap. 7 y 8)
2. Reforma bajo Esdras (cap. 9 y 10)

Esdras 1 y 2
Tema: El decreto y el retorno de un remanente a Jerusalén.
Ahora, vamos a comenzar nuestra lectura Bíblica con el versículo 1 del capítulo
1, en el en que encontramos

El decreto de Ciro para la restauración del templo


"En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la palabra del
Señor anunciada por boca de Jeremías, despertó el Señor el espíritu de Ciro,
rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito en todo
su reino, este decreto"
Ahora, vemos que desde el principio Esdras puso énfasis en la Palabra de Dios.
Se menciona aquí al rey Ciro, rey de Persia quien fue uno de los grandes
líderes mundiales del mundo antiguo. Fue el sujeto de una profecía predictiva.
Su nombre le fue puesto antes que naciera, casi 200 años antes de que fuera
rey de Persia. Isaías 44:28, dice:
"Yo soy el que dice de Ciro: Es mi pastor y cumplirá todo lo que yo quiero, al
decir a Jerusalén: Serás edificada, y al Templo: Serán puestos tus cimientos".
Y en el 45:1, Isaías continuó diciendo:
"Así dice el Señor a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha
para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir
puertas delante de él, puertas que no se cerrarán"
Ciro fue una figura de Cristo. Daniel fue un primer ministro en la corte de Ciro
y evidentemente le condujo a un conocimiento del Dios vivo y verdadero. Ciro
sabía lo que estaba haciendo cuando promulgó ese decreto proclamando que

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la nación de Israel podía regresar a su tierra, se nos dijo que la voluntad del
Señor se cumplió en ese acto real. Así que en este pasaje que hoy
estudiamos, tenemos profecía cumplida.
Fue durante el reinado de Ciro que Daniel pronunció algunas de sus principales
profecías, incluyendo la profecía de las 70 semanas, relacionada con Israel.
Por lo menos, una cuarta parte de la Biblia fue de tipo profético cuando fue
dada; de esa sección, una gran parte ya ha sido cumplida. Este pasaje de
Esdras 1:1, es uno de los que se han cumplido. Más de 300 profecías sobre la
primera venida de Cristo se han cumplido literalmente. Algunos dicen que
también hay más de 300 profecías sobre la segunda venida de Cristo, aunque
nunca nos hemos detenido a contarlas.
El nacimiento de Cristo fue predicho en el Antiguo Testamento, y de él se
especificaron 4 detalles:
(1) Nacería en Belén (Miqueas 5:2)
(2) Se llamaría Nazareno (Mateo 2:23)
(3) Sería llamado de Egipto (Oseas 11:1)
(4) Habría llantos y grandes lamentos en Ramá, pequeña ciudad cerca de
Jerusalén (Jeremías 31:15)
El evangelista Mateo reunió todas estas piezas y nos dejó la historia de la
Navidad. O sea que Mateo 2 es pura profecía cumplida.
Y Esdras 1:1 es también una profecía cumplida. Los 70 años de la cautividad
había concluido, el decreto fue promulgado y los israelitas pudieron regresar a
su tierra. Sin embargo, pocos de ellos lo hicieron. Leamos el versículo 2, de
este primer capítulo del libro de Esdras:
"Así ha dicho Ciro, rey de Persia: el Señor, el Dios de los cielos, me ha dado
todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en
Jerusalén, que está en Judá".
El decreto de Ciro fue muy importante. En primer lugar, Ciro dijo que el Señor
había puesto en sus manos todos los reinos de la tierra. Él se está refiriendo,
pues, a todos los reinos que existían en aquel día. Entre todos los reyes, él era
el principal.
Ciro fue consciente de que Dios le había elevado a esa posición. Nos
preguntamos cuántos gobernantes del mundo, en esta era supuestamente
civilizada, reconocen que son servidores de Dios. Lo sepan o no, han sido
colocados en esa posición por Dios.
Queremos ahora, estimado oyente, que usted se de cuenta de esta expresión
un poco peculiar "el Señor, el Dios de los cielos". Ésta es una designación de
Dios peculiar a Esdras, a Nehemías y a Daniel. Se menciona aquí en Esdras,
también la leemos en Nehemías y en el libro de Daniel, pero no encontramos
esta expresión antes de llegar a estos libros. Es que después de la caída de
Jerusalén y su destrucción, Dios ya no apareció relacionado con el templo,
como el que moraba entre los querubines. La gloria Shekinah, la presencia
visible de Dios había partido. Y la palabra "Icabod" fue escrita en el escudo de
armas de Israel.

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Ezequiel vio la visión de la gloria de Dios elevándose y partiendo del templo en
Jerusalén; se detuvo por un momento, como si estuviera esperando ver al
pueblo de Dios volviéndose a Él y apartándose de la idolatría. Pero ellos no lo
hicieron, y entonces se elevó sobre la ciudad, pasó sobre las murallas y se
detuvo nuevamente. Pero el pueblo no se volvió hacia Dios. Entonces la gloria
Shekinah se elevó a la cumbre del monte de los Olivos y allí volvió a esperar.
Pero no hubo ningún retorno a Dios y luego entonces la gloria del Señor se
elevo hacia al cielo y no se la volvió a ver.
Pero un día, siguiendo el relato de Juan 2, Jesús entró al templo. Alguien que
había hecho un látigo de cuerdas y limpió ese lugar. La gloria Shekinah no fue
entonces visible; estaba cubierta por un cuerpo humano, pero era Dios. Él
había dejado Su gloria cuando vino a este mundo a nacer en Belén.
Como Su gloria estaba encubierta, la gente le rechazó y le crucificaron. Y
aunque los hombres lo crucificaron, Él era un rey. En el evangelio de Mateo
vimos que Él nació como un rey, vivió como un rey, realizó milagros como un
rey, enseñó como un rey, fue arrestado como un rey, juzgado como un rey, y
murió como un rey. Fue sepultado como un rey, resucitó como un rey y
regresó a los cielos como un rey. Y algún día vendrá otra vez como un rey. Él
es el Rey de reyes y Señor de señores. Hoy Él es el Señor Dios del cielo. No
tenemos que ir a Belén para verle, porque está en el cielo. Está a la derecha
de Dios.
Cuando la presencia visible de la gloria fue removida de esta tierra, Dios
entregó a Su pueblo en manos de los pueblos no judíos, quienes les
condujeron a la cautividad de Babilonia. Él disolvió la teocracia en Israel y se
convirtió en el Dios de los cielos. Todavía lo es para Su antiguo pueblo, y lo
continuará siendo hasta que regrese a Jerusalén para establecer Su trono otra
vez, pero como el Señor de toda la tierra. Jerusalén será entonces la ciudad
del gran Rey.
Ahora, volviendo al versículo 2, observemos que el rey Ciro, sin lugar a dudas
dijo, me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén. O sea, que Dios le
había ordenado hacerlo. Éste fue un hecho notable, si recordamos que Ciro era
en aquel tiempo, un gobernante mundial no judío. Aparentemente Ciro, por
medio del ministerio del profeta Daniel, llegó a conocer al Dios vivo y
verdadero. Entonces, vemos que Ciro dio permiso a los judíos que habían
permanecido cautivos en Babilonia, para que regresaran a Jerusalén.
Continuemos nuestra lectura con el versículo 3:
"Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea Dios con él, suba a
Jerusalén, que está en Judá, y edifique la casa al Señor Dios de Israel (él es el
Dios), la cual está en Jerusalén".
Usted puede notar que Dios le había mandado que hiciera esto. Y Ciro les dio
permiso para regresar pero no fue una orden. Luego dijo el rey en el versículo
4:
"Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde habite, que las
gentes de su lugar lo ayuden con plata, oro, bienes y ganados, además de
ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén".
A aquellos que optaron por no regresar se les dijo que hicieran ofrendas de
oro y plata, de bienes y de ganados, así como de otras cosas de valor que

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pudieran ayudar a aquellos que regresaban a Jerusalén para cumplir con ese
mandamiento de reedificar el templo en Jerusalén. Ahora, los versículos 5 y 6,
dicen:
"Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de
Benjamín, los sacerdotes y levitas, todos aquellos a quienes Dios puso en su
corazón subir a edificar la casa del Señor, la cual está en Jerusalén. Y todos
los que habitaban en los alrededores los ayudaron con plata y oro, con bienes
y ganado, y con cosas preciosas, además de toda clase de ofrendas
voluntarias".
Como indicamos anteriormente, en realidad, sólo un pequeño porcentaje del
pueblo regresó a Jerusalén. No quisiera juzgarles porque pueden haber tenido
muy buenos motivos para no regresar. Pero, aparentemente, era la volunta de
Dios que ellos regresaran y muchos optaron por no ir. Se habían establecido
en Babilonia. En mi opinión, muchos de ellos estaban disfrutando de las
comodidades de la próspera sociedad de Babilonia. Muchos habían progresado
económicamente y entonces prefirieron quedarse allí. Ellos, por lo menos
creyeron que no era la voluntad de Dios ni el momento oportuno para regresar
a Jerusalén. No corresponde decir, entonces, que aquellas personas se
encontraban fuera de la voluntad de Dios. Lo que sí sabemos es que, más
tarde, cuando lleguemos al libro de Esther, veremos la historia de aquellos que
se quedaron en aquella tierra; y no será una historia muy bonita. En aquel
tiempo estarían, sin lugar a dudas, fuera de la voluntad de Dios. Pero algo que
cabe destacar a favor de ellos es que, aparentemente, no hubo ningún espíritu
de enemistad entre esos dos grupos, los que regresaron a Jerusalén y los que
se quedaron en Babilonia. Los que se quedaron ayudaron a sus hermanos de
raza que regresaron, proveyéndoles lo que necesitaban.
Hemos visto, pues, la responsabilidad que en la época de Esdras sintieron los
que se quedaron frente a los que regresaron a Jerusalén. El grupo que regresó
pertenecía a la clase social más pobre. Ellos eran los jefes de las casas
paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas. Se trataba de
gente humilde. Y recordamos las palabras del salmista en el salmo 25:9,
"Dirige a los humildes en la justicia, y enseña a los humildes su camino".
Pensando en aquellos que, en medio de su pobreza, resolvieron regresar a su
tierra, para contribuir con su trabajo a la reedificación del templo donde se
había manifestado en el pasado la presencia visible de Dios, recordamos las
siguientes palabras del Señor en el libro del profeta Isaías 57:15,
"Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es
el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, pero habito también con el
quebrantado y humilde de espíritu, para reavivar el espíritu de los humildes".
Y al despedirnos, estimado oyente, destacamos otra vez que Dios no se
encuentra lejano e inaccesible. Dios está muy cerca, y conoce su situación
personal, sus pensamientos, y sus dudas, aunque usted hasta ahora no le
haya tenido en cuenta. Dios está atento a cualquier clamor y ruego que una
persona le dirija. Si usted desea establecer una relación con Él, el Señor
Jesucristo con su muerte y resurrección hizo posible que hoy pueda llamarle, y
Él responderá. Su misericordia y Su gracia están a su alcance, para que por la
fe, usted pueda hoy confiar en Él.

Esdras 1:5 - 3:3

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Continuamos hoy estudiando el primer capítulo del libro de Esdras. Y
esperamos que en esta ocasión, encontremos en la Palabra de Dios un
mensaje directo para cada uno de nosotros. Como decíamos en nuestro
programa anterior, en los primeros seis capítulos de Esdras tenemos el
regreso de Babilonia, del remanente judío bajo el liderazgo de Zorobabel. En el
primer capítulo tenemos la restauración del templo, por un decreto del rey
Ciro, es decir, él promulgó un decreto para que tuviera lugar la restauración
del templo.
Al final de nuestro programa anterior, estuvimos considerando el hecho de que
en este libro se le llama a Dios, el Dios de los cielos. Y eso también sucede en
Nehemías, así como en el libro de Daniel. El es el Dios de los cielos. Éste es el
nombre por el cual Dios es conocido en esta serie de libros que hemos
indicado. Fue el título que Él tomó cuando quitó Su presencia visible de la
tierra y cuando entregó a Su pueblo en las manos de los pueblos no judíos,
enviándoles al cautiverio en Babilonia. Y como dijo Oseas, regresó a su lugar
en los cielos. Así fue que Su Presencia abandonó el templo en Jerusalén,
disolvió el poder teocrático y ocupó Su lugar como el Dios de los cielos.
Y aún, hoy, Él lo es para Su pueblo antiguo y permanecerá así hasta que
regrese a Jerusalén para establecer Su trono allí, como el Señor de toda la
tierra. Y Jerusalén entonces, será la ciudad del Gran Rey. Ahora, dijimos que
Ciro indicó de una manera muy definida que Dios le había encargado que le
construyese un templo en Jerusalén. Al final de nuestro programa anterior
dijimos que, aparentemente, el rey Ciro conoció al Dios vivo y verdadero a
través del ministerio del profeta Daniel. Y vimos que Dios le había
encomendado la misión de impulsar la edificación del templo, pero él no
ordenó a la gente que regresara a Jerusalén, sino que a los israelitas se les dio
permiso para hacerlo. Aquellos que no regresaban, se les dijo que hicieran
contribuciones de oro y plata, de bienes y de ganados, así como de otras
cosas de valor que pudieran ayudar a aquellos que regresaban a Jerusalén a
cumplir con ese mandamiento de reedificar el templo.
En nuestro programa anterior, leímos los versículos 5 y 6, y vamos a leerlos
una vez más hoy:
"Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de
Benjamín, los sacerdotes y levitas, todos aquellos a quienes Dios puso en su
corazón subir a edificar la casa del Señor, la cual está en Jerusalén. Y todos
los que habitaban en los alrededores los ayudaron con plata y oro, con bienes
y ganado, y con cosas preciosas, además de toda clase de ofrendas
voluntarias".
Como indicamos anteriormente, en realidad, sólo un pequeño porcentaje del
pueblo regresó a Jerusalén. No quisiera juzgarles porque pueden haber tenido
muy buenos motivos para no regresar. Pero, aparentemente, era la volunta de
Dios que ellos regresaran y muchos optaron por no ir. Se habían establecido
en Babilonia. En mi opinión, muchos de ellos estaban disfrutando de las
comodidades de la próspera sociedad de Babilonia. Muchos habían progresado
económicamente y entonces prefirieron quedarse allí. Ellos, por lo menos
creyeron que no era la voluntad de Dios ni el momento oportuno para regresar
a Jerusalén. No corresponde decir, entonces, que aquellas personas se
encontraban fuera de la voluntad de Dios. Lo que sí sabemos es que, más
tarde, cuando lleguemos al libro de Esther, veremos la historia de aquellos que

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se quedaron en aquella tierra; y no será una historia muy bonita. En aquel
tiempo estarían, sin lugar a dudas, fuera de la voluntad de Dios. Pero algo que
cabe destacar a favor de ellos es que, aparentemente, no hubo ningún espíritu
de enemistad entre esos dos grupos, los que regresaron a Jerusalén y los que
se quedaron en Babilonia. Los que se quedaron ayudaron a sus hermanos de
raza que regresaron, proveyéndoles lo que necesitaban.
Hemos visto, pues, la responsabilidad que en la época de Esdras sintieron los
que se quedaron frente a los que regresaron a Jerusalén. El grupo que regresó
pertenecía a la clase social más pobre. Ellos eran los jefes de las casas
paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas. Se trataba de
gente humilde. Y recordamos las palabras del salmista en el salmo 25:9,
"Dirige a los humildes en la justicia, y enseña a los humildes su camino".
Bien, continuemos ahora leyendo el versículo 7, de este primer capítulo de
Esdras:
"El rey Ciro sacó los utensilios de la casa del Señor que Nabucodonosor se
había llevado de Jerusalén y había depositado en la casa de sus dioses".
¿Cómo llegó Ciro a obtener esos utensilios? Bueno, ellos habían sido usados,
profanados, en la noche en el banquete del rey Belsasar, durante la noche en
que Babilonia cayó en manos de los Medos y los Persas. El profeta Daniel
registró este episodio en su capítulo 5:2-4. Excitado por el vino, el rey
Belsasar mandó traer las copas y tazones de oro y plata que su padre, el rey
Nabucodonosor se había llevado del templo de Jerusalén. Las copas y tazones
fueron traídos, y bebieron en ellos el rey, sus mujeres, sus concubinas y todos
los demás asistentes al banquete. Todos bebían vino y alababan a sus ídolos,
hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra. Aquella misma noche,
la ciudad de Babilonia fue capturada. Los reyes Persas habían retirado y
guardado aquellos utensilios y cuando Ciro se convirtió en rey, Dios se ocupó
de que estuvieran allí. Entonces, aquellos utensilios santos, santos en el
sentido de que estaban apartados para el uso de Dios, fueron colocados
nuevamente en manos de los sacerdotes y Levitas que estaban regresando a
Jerusalén. Y se nos dice en los versículos 8 al 10:
"Los sacó, pues, Ciro, rey de Persia, por medio del tesorero Mitrídates, el cual
los contó y se los entregó a Sesbasar, príncipe de Judá. La cuenta de ellos es
esta: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos,
treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil
utensilios. 11En total, los utensilios de oro y de plata eran cinco mil
cuatrocientos. Todo esto lo hizo llevar Sesbasar con los que subieron del
cautiverio de Babilonia a Jerusalén".
Como estos utensilios fueron oficialmente entregados a los judíos, se nos
mencionan aquí detalladamente. Representaban una riqueza enorme y fueron
enviados de vuelta a Jerusalén. Ahora llegamos a

Esdras 2

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que en nuestro bosquejo hemos titulado

El retorno bajo zorobabel


Este capítulo 2 incluye una lista de aquellos que regresaron a Jerusalén bajo la
dirección de Zorobabel. Leamos entonces los versículos 1 y 2:
"Estos son los hijos de la provincia que regresaron del cautiverio, aquellos que
Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a Babilonia, y que
volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad. Los que llegaron con
Zorobabel fueron: Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán,
Mispar, Bigvai, Rehum y Baana".
El número de los hombres del pueblo de Israel fue:
Intentar leer toda esta lista constituiría un verdadero ejercicio de
pronunciación. Los nombres hebreos ya eran difíciles de pronunciar antes de la
cautividad. Luego, después de la cautividad, fueron incluso más difíciles,
debido a la inclusión de palabras de los idiomas persa y babilónico.
Vemos que aquí en el versículo 2 se menciona a Nehemías y a Mardoqueo, y
queremos aclarar que este Nehemías no es el mismo que escribió el libro que
sigue en la Biblia después de Esdras, porque aquel Nehemías, el escritor del
libro que lleva su nombre, no regresó a la tierra con el primer grupo sino que
lo hizo mucho más tarde y no para quedarse. Nehemías llegaría a Jerusalén
para realizar una tarea bastante importante y ésa sería la de reedificar los
muros de la ciudad. Luego, el Mardoqueo que aquí se menciona, tampoco es el
mismo que ha sido citado en el Libro de Ester.
Cuando uno pasa algún tiempo observando esta lista, puede notar algunas
cosas muy interesantes. Por ejemplo, leemos en el versículo 23,
Los varones de Anatot, ciento veintiocho.
¿Qué podemos decir de Anatot? Bueno, era una pequeña ciudad en donde
Jeremías había comprado un campo. Era su ciudad. Usted recordará que en
los días de Jeremías, los israelitas estaban a punto de ser llevados en
cautiverio. El comprar una finca no era lo que llamaríamos una buena
inversión. Cuando Jeremías realizó esa compra, Israel no parecía tener un
futuro. Pero Dios le hizo comprar aquel campo como una señal de que Judá
sería restaurada. Así que esta compra de Jeremías fue un acto de fe. Dios
prometió que Su pueblo regresaría a la tierra, y así ocurrió. Estos hombres de
Anatot tenían un derecho legal a esa tierra porque Jeremías la había comprado
y se la había entregado. Y ellos estaban regresando para reclamar su
posesión. Puede leerse esta incidencia en Jeremías 32.
Hay en este pasaje muchas y buenas lecciones espirituales. Como les sucedió
a aquellos israelitas, nosotros podemos asociarnos a los planes de Dios.
Algunos, reedificando el templo, otros exponiendo la Palabra de Dios, algunos
saliendo como misioneros a lejanas tierras, otros apoyando a los que se van. Y
además, sabiendo que algún día recibiremos la recompensa. La obra de cada
uno será evaluada con vistas a recibir un premio. Porque todos nos
presentaremos ante el tribunal de Cristo. Dijo el apóstol Pablo en 2 Corintios
5:10, "Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo,
para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de
acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo". En relación con ese día

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futuro, dijo también el apóstol en 1 Corintios 3:13-15, "la obra de cada uno se
hará evidente, porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada;
el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la
obra de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si
la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida: sin embargo, él
será salvo, aunque así como por fuego". Por supuesto que nosotros, más
adelante, vamos a poder comentar sobre esto. Así que es muy interesante
poder leer aquí que los hombres de Anatot regresaban para reclamar sus
posesiones, y ¡qué hermoso es esto! Es algo de donde podemos sacar
hermosas lecciones espirituales.
Y cuando a mí me toque estar frente al trono de juicio, no quiero que Dios me
diga que de mis obras no ha quedado nada, sólo humo, porque se han
consumido como la madera y la paja. Más bien quiero que lo que Él me haya
permitido hacer equivalga al oro, que permanece y no se consume.
Continuando con nuestra lectura en este capítulo 2, de Esdras, veamos ahora
lo que dice el versículo 41, de este capítulo 2:
"Cantores: los hijos de Asaf, ciento veintiocho".
Podemos ver aquí que ciento veintiocho cantores regresaron a Jerusalén. Se
aprecia que el espíritu de alabanza estaba en sus corazones y en sus vidas, y
por tanto, tenían mucho de qué cantar. Resulta interesante ver que entre los
que regresaron, había más cantores, 128, que levitas, que eran 74. Y ahora,
llegamos a los versículos 61 y 62:
"Y entre los hijos de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los
hijos de Barzilai, el cual tomó por mujer a una de las hijas de Barzilai, el
galaadita, de quien adoptó el nombre. Estos buscaron su registro genealógico,
pero como no lo hallaron, fueron excluidos del sacerdocio"
Todas estas personas tenían que declarar su genealogía. Usted recuerda que
cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, estaban todos clasificados según
su tribu, su familia; y cada uno tenía que declarar su linaje. En este caso
tenían que declarar su árbol genealógico, y si no lo podían hacer; entonces,
quedaban oficialmente excluidos. En este caso, tres familias de los sacerdotes
no pudieron probar su relación con la nación a través de los registros
genealógicos. Por lo tanto, quedaron excluidas. Sin embargo, se les permitió ir
con los judíos en su viaje de regreso a la tierra. De la misma manera hoy, un
creyente debe saber con certeza que es un hijo de Dios. El apóstol Pablo pudo
decir, en 2 Timoteo 1:12, "porque yo se en quien he creído, y estoy
convencido y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito,
es decir, lo que le he confiado, hasta aquel día". Observemos que Pablo no dijo
que pensaba o que le parecía que había creído, o que esperaba haber creído.
Dijo clara y enfáticamente, yo se en quien he creído. Ahora, los versículos 64 y
65, dicen:
"Toda la congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil
trescientos sesenta. sin contar sus siervos y siervas, que eran siete mil
trescientos treinta y siete. Había también doscientos cantores y cantoras".
La cantidad de las personas que regresaron fueron 49.897. Y los encontramos
en camino a su propia tierra, guiados por Zorobabel. Y llegamos ahora, a

10
Esdras 3:1-3
El capítulo 3 trata sobre la reedificación del templo en Jerusalén. Vimos, hace
un momento, que el primer grupo que regresó a Jerusalén después de la
cautividad en Babilonia estaba formado por unas 50.000 personas. En la
siguiente delegación serían unos dos mil que regresaron bajo la dirección de
Esdras, y aparentemente hubo otros que lo hicieron de diferentes maneras y
que elevaron a unos sesenta mil el número de los que regresaron. Sin
embargo, tenía que haber varios millones de personas en esa época, pero la
mayoría permaneció en la tierra de Babilonia y en otras zonas, en lugar de
regresar a la tierra prometida. Bien, leamos ahora el versículo 1, de este
capítulo 3 del libro de Esdras:
"Cuando llegó el séptimo mes, y ya establecidos los hijos de Israel en las
ciudades, se congregó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén".
Evidentemente hubo un período de tiempo que transcurrió entre el final del
capítulo 2 y el principio del capítulo 3. Notamos que el capítulo 2 terminó
cuando los hijos de Israel regresaban a su tierra. Y vimos que ellos habían
traído con ellos grandes riquezas, que se les habían entregado para que
reedificaran el templo, y para que restauraran su tierra. Aparentemente,
durante ese período transcurrido, la gente se dedicó a edificar sus propias
casas, porque veremos más adelante, cuando lleguemos el Libro de Hageo,
que él los reprendió por haber edificado sus propias casas, descuidando la
reedificación del templo. Puede que hayan pasado semanas o meses, o incluso
puede haber sido unos dos años. Pero veamos en el versículo 3 lo siguiente:
"Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac, con sus hermanos los
sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel, con sus hermanos, y edificaron el
altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito
en la ley de Moisés, varón de Dios".
Para nosotros, el detalle de mayor interés es que ellos examinaron las
Sagradas Escrituras y encontraron lo que estaba escrito en la ley de Moisés. Y
cuando encontraron lo que se había escrito, no hubo allí ninguna controversia,
ni diferencias de opinión. No sólo regresaron a su tierra, sino que también
volvieron a reconocer la Ley de Moisés. La Biblia era su autoridad y por lo
tanto, ni las ideas ni las opiniones de los individuos interfirieron en su decisión.
Las cosas no se hicieron por oportunidad, o por conveniencia. Ahora, éste es
un gran principio de mucha importancia para nosotros, y tiene una aplicación
para nuestras propias vidas. Lo que las personas dicen o piensan, no es lo
importante. Las Escrituras son totalmente suficientes y contienen, creemos,
todas las instrucciones necesarias para la guía de aquellos que quieren ser
fieles a Dios, en cualquier período concreto de la historia de la Iglesia.
Es por esa razón que nosotros, no presentamos instrucciones detalladas o
específicas sobre diversos temas que preocupan a los individuos o a la
sociedad en general. Sino que nos limitamos a aplicar a la vida diaria los
principios expuestos en la totalidad de la Palabra de Dios y no sólo en algunos
pasajes Bíblicos conocidos. Damos gracias a Dios por esos pasajes que nos
resultan tan familiares como entrañables, pero creemos que algunos de ellos
han recibido un énfasis mayor, a expensas de otras secciones igualmente
importantes de la Palabra de Dios. Creemos que si tomamos la Palabra de Dios
de forma integral, y la apreciamos en su totalidad, el Espíritu Santo que la

11
inspiró nos ayudará a encontrar las respuestas que vayamos necesitando al
confrontar los interrogantes y problemas de nuestra vida diaria, a nivel
personal, y en relación con la totalidad de nuestras relaciones de nuestra vida
en sociedad. Leamos, finalmente por hoy, el versículo 3 de este capítulo 2 de
Esdras:
"Colocaron el altar firme sobre su base, porque tenían miedo de la gente de la
región, y ofrecieron sobre él holocaustos al Señor, los holocaustos de la
mañana y de la tarde".
Este altar para ofrecer holocaustos nos habla de la cruz de Cristo. El
holocausto, que era un sacrificio en el que la víctima se quemaba por
completo, era una figura del la persona de Cristo y de Su sacrificio por
nosotros. Cristo se ofreció a Sí mismo, sin defecto alguno, a Dios. Él murió en
lugar del pecador. Lo que ellos estaban haciendo al ofrecer este sacrificio era
reunirse alrededor de la persona de Cristo en Su muerte expiatoria. Éste es
también en la actualidad, el lugar de reunión de los creyentes cuando se
reúnen para recordar Su sacrificio en la cruz.
Cada creyente debería comprender que aquellos que han confiado en
Jesucristo como Salvador y han sido bautizados por el Espíritu Santo en el
cuerpo de los creyentes, que es la iglesia, son hermanos. Un hermano es
aquel con quien uno puede tener compañerismo y comunión. Ese
compañerismo no depende del color de la piel de una persona, de su posición
social, ni de los bienes que posea. Tampoco tiene nada que ver con que una
persona pertenezca a una determinada iglesia o a otra. Esas diferencias
externas no cambian nada ni establecen una distinción entre los individuos. La
pregunta fundamental es si esa persona es un creyente en el Señor Jesucristo.
Eso es lo importante. Si una persona es un hijo de Dios, ella y yo podemos
reunirnos y disfrutar del compañerismo cristiano, lo cual constituye una
hermosa experiencia.
En aquellos israelitas que regresaron de la cautividad vemos una maravillosa
unidad, que debería caracterizar a todos los hijos de Dios. El autor del Salmo
133:1 dijo: "Mirad cuan bueno y agradable es que los hermanos habiten
juntos en armonía". Aquellos viajeros que habían regresado a la tierra eran
pobres y humildes. Y no estaban buscando una posición en la vida; sólo
estaban intentando cumplir la voluntad de Dios.
Estamos todos viviendo en el final de la época, y resulta apropiado que
aquellos que tienen una comprensión de los tiempos, desechen toda
presunción y pretensiones. Dice el Salmo 25:9, "Él dirige a los humildes en la
justicia, y enseña a los humildes su camino". Y es con esa actitud de humildad
que debemos reunirnos alrededor de la persona de Jesucristo, así como aquel
remanente que regresó a su tierra se reunió alrededor del sacrificio que
simbolizaba la persona y el sacrificio de Cristo.
Estimado oyente, si usted se acerca a Dios reconociendo que es un pecador
que necesita de Su gracia, con la actitud del que sabe que no tiene nada que
ofrecer para lograr su salvación, Él le recibirá. Recuerde las palabras del
Salmo 138:6, "El Señor es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de
lejos".

Esdras 3:4 - 4:24

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Continuamos nuestro estudio del capítulo 3 de Esdras, que comenzamos en
nuestro programa anterior. Para nosotros, el detalle de mayor interés es que
ellos examinaron las Sagradas Escrituras y encontraron lo que estaba escrito
en la ley de Moisés. Y cuando encontraron lo que se había escrito, no hubo allí
ninguna controversia, ni diferencias de opinión. No sólo regresaron a su tierra,
sino que también volvieron a reconocer la Ley de Moisés. La Biblia era su
autoridad y por lo tanto, ni las ideas ni las opiniones de los individuos
interfirieron en su decisión. Las cosas no se hicieron por oportunidad, o por
conveniencia. Ahora, éste es un gran principio de mucha importancia para
nosotros, y tiene una aplicación para nuestras propias vidas. Lo que las
personas dicen o piensa, no es lo importante. Las Escrituras son totalmente
suficientes y contienen, creemos, todas las instrucciones necesarias para la
guía de aquellos que quieren ser fieles a Dios, en cualquier período concreto
de la historia de la Iglesia.
Es por esa razón que nosotros, no presentamos instrucciones detalladas o
específicas sobre diversos temas que preocupan a los individuos o a la
sociedad en general. Sino que nos limitamos a aplicar a la vida diaria los
principios expuestos en la totalidad de la Palabra de Dios y no sólo en algunos
pasajes Bíblicos conocidos. Damos gracias a Dios por esos pasajes que nos
resultan tan familiares como entrañables, pero creemos que algunos de ellos
han recibido un énfasis mayor, a expensas de otras secciones igualmente
importantes de la Palabra de Dios. Creemos que si tomamos la Palabra de Dios
de forma integral, y la apreciamos en su totalidad, el Espíritu Santo que la
inspiró nos ayudará a encontrar las respuestas que vayamos necesitando al
confrontar los interrogantes y problemas de nuestra vida diaria, a nivel
personal, y en relación con la totalidad de nuestras relaciones de nuestra vida
en sociedad. Leamos nuevamente, el versículo 3 de este capítulo 2 de Esdras:
"Colocaron el altar firme sobre su base, porque tenían miedo de la gente de la
región, y ofrecieron sobre él holocaustos al Señor, los holocaustos de la
mañana y de la tarde".
Este altar para ofrecer holocaustos nos habla de la cruz de Cristo. El
holocausto, que era un sacrificio en el que la víctima se quemaba por
completo, era una figura del la persona de Cristo y de Su sacrificio por
nosotros. Cristo se ofreció a Sí mismo, sin defecto alguno, a Dios. Él murió en
lugar del pecador. Lo que ellos estaban haciendo al ofrecer este sacrificio era
reunirse alrededor de la persona de Cristo en Su muerte expiatoria. Éste es
también en la actualidad, el lugar de reunión de los creyentes cuando se
reúnen para recordar Su sacrificio en la cruz.
Cada creyente debería comprender que aquellos que han confiado en
Jesucristo como Salvador y han sido bautizados por el Espíritu Santo en el
cuerpo de los creyentes, que es la iglesia, son hermanos. Un hermano es
aquel con quien uno puede tener compañerismo y comunión. Ese
compañerismo no depende del color de la piel de una persona, de su posición
social, ni de los bienes que posea. Tampoco tiene nada que ver con que una
persona pertenezca a una determinada iglesia o a otra. Esas diferencias
externas no cambian nada ni establecen una distinción entre los individuos. La
pregunta fundamental es si esa persona es un creyente en el Señor Jesucristo.
Eso es lo importante. Si una persona es un hijo de Dios, ella y yo podemos
reunirnos y disfrutar del compañerismo cristiano, lo cual constituye una
hermosa experiencia.

13
En aquellos israelitas que regresaron de la cautividad vemos una maravillosa
unidad, que debería caracterizar a todos los hijos de Dios. El autor del Salmo
133:1 dijo: "Mirad cuan bueno y agradable es que los hermanos habiten
juntos en armonía". Aquellos viajeros que habían regresado a la tierra eran
pobres y humildes. Y no estaban buscando una posición en la vida; sólo
estaban intentando cumplir la voluntad de Dios.
Estamos todos viviendo en el final de la época, y resulta apropiado que
aquellos que tienen una comprensión de los tiempos, desechen toda
presunción y pretensiones. Dice el Salmo 25:9, "Él dirige a los humildes en la
justicia, y enseña a los humildes su camino". Y es con esa actitud de humildad
que debemos reunirnos alrededor de la persona de Jesucristo, así como aquel
remanente que regresó a su tierra se reunió alrededor del sacrificio que
simbolizaba la persona y el sacrificio de Cristo.
Continuemos ahora, leyendo los versículos 4 y 5, de este capítulo 3 de Esdras:
"Celebraron asimismo la fiesta solemne de los Tabernáculos, como está
escrito, y los holocaustos cotidianos, según el rito de cada día; 5además de
esto, el holocausto continuo, las nuevas lunas, todas las fiestas solemnes del
Señor, todo sacrificio espontáneo y toda ofrenda voluntaria al Señor".
Encontramos aquí que esta gente estaba regresando a las enseñanzas de la
Palabra de Dios. Habían edificado el altar y después comenzarían a construir
los cimientos del templo. Leamos los versículos 8 al 10, de este capítulo 3 de
Esdras:
"En el segundo año de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el segundo
mes, comenzaron la obra Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac,
con el resto de sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que
habían regresado a Jerusalén de la cautividad; y pusieron a los levitas
mayores de veinte años a dirigir la obra de la casa del Señor. También Jesúa,
sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo
hombre, se pusieron a dirigir a los que hacían la obra en la casa de Dios, junto
con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos levitas. Cuando los
albañiles del templo del Señor echaron los cimientos, se pusieron en pie los
sacerdotes, vestidos de sus ropas y con trompetas, y los levitas hijos de Asaf
con címbalos, para alabar al Señor, según la ordenanza de David, rey de
Israel".
Hasta ese momento estas personas simplemente habían construido el altar y
colocado los cimientos del templo. Pero ellos estaban tan emocionados y
entusiasmados que actuaron como si todo el templo ya hubiera sido edificado.
Y tuvieron una reunión de dedicación y un tiempo de adoración, con cánticos
de alabanza a Dios. Fue para ellos una experiencia jubilosa. Veamos ahora el
versículo 11:
"Cantaban, alabando y dando gracias al Señor, y decían: Porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Todo el pueblo aclamaba
con gran júbilo y alababa al Señor porque se echaban los cimientos de la casa
del Señor".
Ahora, estas personas pertenecían al grupo más joven y nunca habían
contemplado el templo antiguo de Salomón. Leamos los versículos 12 y 13:

14
"Muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia, ancianos que habían
visto la primera casa, al ver como echaban los cimientos de esta casa,
lloraban en alta voz, mientras otros muchos daban grandes gritos de alegría.
No se podía distinguir el clamor de los gritos de alegría de las voces del llanto,
porque clamaba el pueblo con gran júbilo y el ruido se oía hasta de lejos".
O sea, que había dos grupos presentes durante el servicio religioso de
dedicación. Estaban los más jóvenes, que nunca habían visto el antiguo
templo. Para ellos ésta era una experiencia nueva. En su juventud y
entusiasmo estaban alabando a Dios, y el Señor les bendijo. El otro grupo
estaba formado por los mayores, los ancianos. Ellos recordaron el templo de
Salomón en toda su belleza. Muchos habrán dicho seguramente, "este
segundo templo no es nada comparado con el otro. ¡Ah si estos jóvenes
hubieran visto el templo de Salomón!" Lo que estaban diciendo no era muy
estimulante para el grupo de jóvenes, pero era cierto. Y Dios por medio del
profeta Hageo le dijo al pueblo que siguieran adelante, que reedificaran el
templo, que Dios estaba con ellos. Dios le animó y alentó.
Hay muchas personas de cierta edad que desaniman a los que están
trabajando en la obra del Señor. Por tal motivo, algunos movimientos de
renovación surgen fuera de la iglesia. Esas personas añoran otras épocas y se
desentienden de las necesidades de la hora actual. Ellos recuerdan los días
pasados y no quieren cambiar, no quieren entrar en la nueva época. Y hay un
peligro de que nosotros nos pongamos a juzgar a esos movimientos en el día
de hoy. Pero no debemos anticiparnos a lo que creemos que vaya a suceder.
El Señor sabe quiénes son aquellos que le pertenecen. Él va a separar el trigo
de la cizaña. Ésa es Su propia obra. No es cosa nuestra. Y démosle gracias a
Dios de que en la actualidad haya movimientos de renovación espiritual de
retorno a Dios y alegrémonos por ello, en vez de compararlos obsesivamente
con el despertar espiritual de otros tiempos.
En cierta ocasión un predicador tuvo la oportunidad de visitar una pequeña
Iglesia y predicar el evangelio, y el Señor bendijo Su Palabra y hubo personas
que fueron salvadas. Muchos jóvenes de la Iglesia estaban regocijándose en la
escalinata de esa iglesia, y el predicador se encontraba feliz con ellos. Y allí
junto a todo el grupo, estaba sentado un anciano que no había dicho nada por
mucho tiempo. Luego dijo: "Muchachos, ustedes han tenido una reunión
hermosa, por cierto, pero yo recuerdo otros tiempos mejores ..". Y ahí oyeron
todo lo que había ocurrido en "aquellos días". Cuando el anciano finalizó, esa
reunión a los más jóvenes ya no les parecía tan hermosa como lo había sido
antes. Se sintieron desanimados por esas palabras. Y todos abandonaron el
lugar un poco deprimidos esa noche, por lo que aquel hombre había tratado de
decir sobre los tiempos ya pasados.

Bien, llegamos ahora a

15
Esdras 4:1-24
Y a un nuevo párrafo que nos habla sobre el

Retraso en la reedificación por un decreto del rey


Artajerjes
La oposición al programa de reedificación no vino de dentro, del propio pueblo,
sino del exterior. Y ésta es una sección bastante detallada y no vamos a
detenernos mucho tiempo analizando todo lo que aquí se mencionó, sino que
destacaremos algunos puntos de gran significación. Leamos, pues, los
primeros dos versículos de este capítulo 4 de Esdras:
"Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín oyeron que los que habían
vuelto de la cautividad edificaban un templo al Señor, Dios de Israel, fueron a
ver a Zorobabel y a los jefes de familia, y les dijeron: Edificaremos con
vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos
sacrificios desde los días de Esar-hadón, rey de Asiria, que nos hizo venir
aquí".
Más adelante vamos a tener ocasión de destacar el hecho de que no sólo dos
tribus regresaron, sino que las doce tribus volvieron en realidad. Usted puede
notar aquí que esta gente estaba diciendo que ellos ya habían regresado en
los días de Esar-hadón rey de Asiria. Recordemos que el reino de Asiria se
había llevado cautivos a las tribus del reino del norte. Algunos de ellos,
aparentemente, fueron regresando poco a poco a su tierra y estaban en esta
época mezclados con los samaritanos. Y como resultado los samaritanos
querían unirse para ayudar en los trabajos de edificación a los que habían
regresado de Babilonia. Así que el primer esfuerzo de los enemigos para
entorpecer la edificación del templo fue su oferta de convertirse en aliados.
Esa siempre ha sido la forma sutil en que Satanás ha intentado obstaculizar la
unidad y el crecimiento de la iglesia, en las sucesivas etapas del desarrollo del
cristianismo en todo el mundo.
En este pasaje, los adversarios de las tribus de Judá y Benjamín, alegando que
ellos habían estado adorando a Dios todo ese tiempo, sugirieron que a partir
de aquel momento adorasen juntos y colaborasen en la reedificación del
templo. En principio, esas palabras sonaban bien pero, como veremos más
adelante, no eran genuinas. Leamos el versículo 3, de este capítulo 4 del libro
de Esdras:
"Zorobabel, Jesúa y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No
nos conviene edificar con vosotros la casa de nuestro Dios, sino que nosotros
solos la edificaremos al Señor, Dios de Israel, como nos mandó Ciro, rey de
Persia".
La respuesta de los jefes de familia israelíes no se caracterizó por un talante
muy amistoso que digamos. Hoy diríamos su respuesta no fue políticamente
correcta. Porque rechazaron tajantemente que sus enemigos se convirtieran
en aliados. Pero lo interesante que debemos notar aquí es que ellos tenían
razón. Lo importante aquí es si tenían razón, o no la tenían. Y en este caso,
tenían razón, como veremos a continuación, por la reacción de los pobladores
de la tierra. Cuando cualquier actitud humana entra en conflicto con la palabra

16
de Dios, ésta tiene que prevalecer ante el hijo de Dios. Leamos ahora, los
versículos 4 y 5 de este capítulo 4 de Esdras:
"Entonces la gente del país intimidó al pueblo de Judá y lo atemorizó para que
no siguiera edificando. Sobornaron además contra ellos a algunos consejeros
para frustrar sus propósitos, durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia
y hasta el reinado de Darío, rey de Persia".
Esta actitud reveló que nunca habían dejado de ser enemigos y que su actitud
amistosa era fingida. Apenas fueron rechazados, comenzaron a oponerse
activamente a los israelitas. Leamos ahora el versículo 7 de este capítulo 4 del
libro de Esdras:
"También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los
demás compañeros suyos, a Artajerjes, rey de Persia; y la carta estaba escrita
en arameo, y traducida".
Aquí vemos que decidieron redactar una carta al rey de Persia con falsas
acusaciones contra el remanente que había regresado a reconstruir Jerusalén.
Leamos los versículos 11 al 13, de este capítulo 4 del libro de Esdras:
"Esta es la copia de la carta que enviaron: Al rey Artajerjes: Tus siervos del
otro lado del río te saludan. Ha de saber el rey que los judíos que de parte
tuya vinieron a nosotros, llegaron a Jerusalén y edifican esta ciudad rebelde y
mala. Ya levantan los muros y reparan los fundamentos. Sepa, pues, el rey,
que si aquella ciudad es reedificada y los muros son levantados, no pagarán
tributo, impuesto y rentas, y el tesoro de los reyes será perjudicado".
O sea que presentaron a Jerusalén como una ciudad rebelde y que Artajerjes
tendría problemas de nuevo si permitía que la ciudad fuera reedificada.
Entonces, el rey aprobó el consejo de los opositores y envió como respuesta la
orden de detener el trabajo. Leamos ahora los versículos 19 al 22, de este
capítulo 4 de Esdras:
"Ordené que se investigara, y se ha encontrado que aquella ciudad se subleva
desde antiguo contra los reyes, y que en ella se han fomentado revueltas e
insurrecciones. Que hubo en Jerusalén reyes fuertes, cuyo dominio se
extendía a todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo,
impuestos y rentas. Ahora, pues, ordenad que se detengan aquellos hombres,
y no sea esa ciudad reedificada hasta nueva orden enviada por mí. Procurad
no ser negligentes en esto; ¿por qué habrá de crecer el daño en perjuicio de
los reyes?"
Y así fue como ante esta carta del rey de Persia, los supuestos amigos de los
israelitas que se habían ofrecido a cooperar con ellos en el programa de
edificación, se apresuraron a traer la carta hasta el lugar donde se estaba
trabajando para la reconstrucción del templo. Leamos los versículos 23 y 24,
versículos finales de este capítulo 4 de Esdras, que nos cuenta el resultado de
esa trama:
"Cuando la copia de la carta del rey Artajerjes fue leída delante de Rehum, de
Simsai, el secretario, y de sus compañeros, salieron apresuradamente hacia
Jerusalén, donde estaban los judíos, y les hicieron cesar los trabajos utilizando
la fuerza y la violencia. Así se detuvo la obra de la casa de Dios que estaba en
Jerusalén, la cual quedó suspendida hasta el segundo año del reinado de
Darío, rey de Persia".

17
O sea que los israelitas tuvieron que interrumpir todos los trabajos de
reedificación del templo. Esto nos conduce ahora al capítulo 5 de que junto
con el capítulo 6, nos hablarán de la reanudación de los trabajos de
reedificación del templo. Vimos ya, que la reedificación del templo había sido
detenida por la oposición del enemigo. Ellos habían escrito una carta al rey,
tratando de dar una impresión falsa de la ciudad de Jerusalén. La llamaron
una ciudad rebelde y mala. El rey Artajerjes hizo cierta investigación
examinando los registros históricos y encontró que en esa parte del reino,
había habido una rebelión y que ella había tenido lugar en la última etapa del
reino del sur, en el de Judá. Ellos se habían rebelado contra las autoridades
tres veces en sus últimos días como reino y finalmente Nabucodonosor había
llegado y destruido toda la ciudad. Pero en el incidente que nos ocupa,
diremos que la investigación del rey no fue completa. Porque aunque la
rebelión había realmente ocurrido, no examinaron los registros
minuciosamente y entonces no encontraron el decreto que se había
promulgado para que se reedificara la ciudad de Jerusalén.
Éste fue pues un período de gran desaliento. No sólo abandonaron las obras
de reconstrucción; sino que se sintieron tentados a abandonar la totalidad del
proyecto, pensando que sería la única manera de resolver sus problemas. Hoy
hay mucha gente que piensa que si se pudiera trasladar a otro lugar, sus
problemas se solucionarían. Esto no siempre es cierto, estimado oyente. Usted
no puede escaparse de sus problemas. Afortunadamente, y en esa ocasión,
aquella gente no huyó de aquel lugar. Y Dios llamó a los profetas Hageo y
Zacarías. Estimado oyente, Dios puede usar las circunstancias adversas, los
problemas por los que usted está pasando, para que usted vuelva su mirada
hacia Él. Dios quiere, que por la fe, usted reciba al Señor Jesucristo en su
vida, como su Salvador, aceptando Su obra a favor suyo en la cruz. Y, más
allá de los momentos de incertidumbre o confusión que está experimentando,
desea darle una nueva vida, que se prolongará en la vida eterna, en la cual Él
cumplirá un propósito que nada ni nadie podrá frustrar.

Esdras 5:1 - 6:22


En nuestro estudio hemos llegado al capítulo 5 que, junto con el capítulo 6,
nos hablarán de la reanudación de los trabajos de reedificación del templo.
Vimos ya, que la reedificación del templo había sido detenida por la oposición
del enemigo. Ellos habían escrito una carta al rey, tratando de dar una
impresión falsa de la ciudad de Jerusalén. La llamaron una ciudad rebelde y
mala. El rey Artajerjes hizo cierta investigación examinando los registros
históricos y encontró que en esa parte del reino, había habido una rebelión y
que ella había tenido lugar en la última etapa del reino del sur, en el de Judá.
Ellos se habían rebelado contra las autoridades tres veces en sus últimos días
como reino y finalmente Nabucodonosor había llegado y destruido toda la
ciudad. Pero en el incidente que nos ocupa, diremos que la investigación del
rey no fue completa. Porque aunque la rebelión había realmente ocurrido, no
examinaron los registros minuciosamente y entonces no encontraron el
decreto que se había promulgado para que se reedificara la ciudad de
Jerusalén.
Éste fue pues un período de gran desaliento. No sólo abandonaron las obras
de reconstrucción; sino que se sintieron tentados a abandonar la totalidad del
proyecto, pensando que sería la única manera de resolver sus problemas. Hoy

18
hay mucha gente que piensa que si se pudiera trasladar a otro lugar, sus
problemas se solucionarían. Esto no siempre es cierto, estimado oyente. Usted
no puede escaparse de sus problemas. Afortunadamente, y en esa ocasión,
aquella gente no huyó de aquel lugar. Y Dios llamó a los profetas Hageo y
Zacarías. Y sinceramente hablando, creemos que es necesario estudiar esos
dos libros, Hageo y Zacarías (y también Daniel y Esther) en relación con
Esdras y Nehemías. Porque todos ellos pertenecen al mismo período, y el
estudiarlos conjuntamente resultaría muy provechoso. Ahora en el capítulo 5
versículo 1, de este libro de Esdras, leemos lo siguiente:
"Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que
estaban en Judá y Jerusalén en el nombre del Dios de Israel, quien estaba con
ellos".
Estos hombres fueron llamados por Dios para que animaran al pueblo a
continuar la edificación. Por supuesto, ellos sabían que había un decreto del
rey Ciro, de Persia, que les había concedido el permiso para reedificar
Jerusalén. Y también supieron que era la voluntad de Dios, y el momento
escogido por Dios para reedificar la ciudad.
Bien, estos dos hombres no se parecían mucho. La única cosa que tenían en
común era que ambos eran profetas de Dios. Hageo era un hombre que tenía
sus pies bien apoyados sobre la tierra, con una personalidad sólida y estable;
alguien en quien se podía confiar. A él le gustaba estar bien informado de los
hechos. Llevaba consigo una vara para medir y estaba siempre midiendo todo
lo que encontraba. Le gustaba enfrentarse con los aspectos esenciales de los
problemas y se dirigió con su mensaje a la conciencia misma de la nación. Sus
mensajes penetraban profundamente en las personas y herían, causando gran
impacto. Esta clase de persona no sería muy popular en el día de hoy.
Ahora, Zacarías era un hombre completamente diferente. Era como si tuviera
su cabeza en las nubes. Ya hemos dicho que él tuvo visiones extraordinarias,
apropiadas para el mensaje que tenía que comunicar. Y este hombre Zacarías
apeló más a las emociones del pueblo, dirigiéndose a sus corazones. Y
entonces, tenemos a estos dos hombres juntos, que habían sido llamados por
Dios, hablando a la conciencia y al corazón de Israel. Aparentemente Hageo
era considerado el líder, aunque ambos animaron al pueblo a reanudar el
programa de reedificación. En este punto, estimado oyente, creemos que
resultaría muy provechoso que, como lectura adicional, usted leyera los libros
de Hageo y Zacarías. En el versículo 2 y 3 de este capítulo 5 de Esdras,
leemos:
"Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y
comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; junto a ellos
estaban los profetas de Dios que los ayudaban. En ese mismo tiempo Tatnai,
gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai, junto a sus compañeros,
fueron a decirles: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar
estos muros?"
Cuando los trabajos se reanudaron, sus enemigos se enteraron. Se nos dice
que Tatnai era el gobernador persa de Samaria, y Setar-boznai era
probablemente un alto funcionario. Ellos vinieron y reprendieron a los obreros.
La respuesta que recibieron, en realidad, no fue una respuesta. En primer
lugar, estos dos hombres eran enemigos. Nunca habían oído de ellos hasta ese
momento. ¿Habrían entendido si les hubieran respondido que Dios les había

19
ordenado reedificar? Después de todo, el Señor revela Sus secretos a los que
le temen. Como dijo San Pablo en 1 Corintios 2:14 dijo: "El hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, una
necedad; y no las puede entender". Zorobabel y los que le ayudaban
simplemente respondieron a aquellos necios de acuerdo con su necedad.
Leamos el versículo 4:
"También preguntaron: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que hacen
este edificio?"
Ahora, esa situación colocaba a estos hombres que estaban reedificando el
templo en una situación bastante difícil. Pero veamos lo que sucedió leyendo
el versículo 5:
"Pero los ojos de Dios velaban sobre los ancianos de los judíos, y no les
hicieron suspender la obra hasta que el asunto fuera llevado a Darío y se
recibiera una carta de respuesta sobre esto".
¡Esto es maravilloso! Porque quiere decir que usted puede depender de Dios,
sabiendo que Él protege a los suyos. Así que se envió otra carta al rey, que en
esa época era Darío. Aparentemente habían transcurrido siete años. Veamos
ahora, los versículos 6 y 7:
"Esta es copia de la carta que Tatnai, gobernador del otro lado del río, Setar-
boznai y sus compañeros, los gobernadores del otro lado del río, enviaron al
rey Darío. Ellos le enviaron una carta escrita de esta manera"
Veamos lo que se dijo en esta carta que el enemigo envió urgentemente al
rey. Leemos en la segunda parte del versículo 7 y el 8 que ellos escribieron lo
siguiente:
"Al rey Darío: Paz completa. Ha de saber el rey que fuimos a la provincia de
Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes. Ya los
maderos están puestos en las paredes, la obra se hace de prisa y prospera en
sus manos".
Ellos quieren aparentar en esta carta como si no hubieran ido a ese lugar
específicamente para espiar lo que estaba ocurriendo, como si fueran
enemigos, sino que lo que había ocurrido era que estaban cerca de esa zona y
al detenerse para observarla, esto es lo que habían encontrado. Y luego
continuaron diciendo en los versículos 9 y 10:
"Entonces interrogamos a los ancianos, diciéndoles: ¿Quién os dio orden para
edificar esta casa y para levantar estos muros? También les preguntamos sus
nombres para hacértelo saber, a fin de escribirte los nombres de los hombres
que estaban al frente de ellos".
Aquí observemos que no les dieron los nombres de los profetas Hageo y
Zacarías. Y continuamos con los versículos 11 hasta el 13 de este capítulo 5 de
Esdras:
"Y esta fue la respuesta que nos dieron: Nosotros somos siervos del Dios del
cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que hace ya muchos años fue
edificada, y que un gran rey de Israel edificó y terminó. Pero después que
nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en manos
de Nabucodonosor, rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó

20
cautivo al pueblo a Babilonia. Pero en el primer año de Ciro, rey de Babilonia,
el mismo rey Ciro dio orden para que esta casa de Dios fuera reedificada".
Aquí vemos que los judíos les habían relatado la historia de la cautividad,
ocurrida hacía unos 70 años antes, aportando la evidencia concreta de que el
rey Ciro les había ordenado reconstruir el templo, enviando incluso los
utensilios del templo con ellos. Notemos ahora lo que dicen los versículos 14 y
15:
"Los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había
sacado del templo que estaba en Jerusalén para llevarlos al templo de
Babilonia, el rey Ciro los retiró del templo de Babilonia, y fueron entregados a
Sesbasar, a quien había nombrado gobernador. Él le dijo: Toma estos
utensilios, ve y llévalos al templo que está en Jerusalén, y sea reedificada la
casa de Dios en su lugar".
La carta, entonces, concluyó con este pedido, que leemos en el versículo 17:
"Ahora, si al rey le parece bien, que se investigue en la casa de los tesoros del
rey que está allí en Babilonia, si es verdad que el rey Ciro dio efectivamente la
orden para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén, y que se nos comunique
la decisión del rey sobre esto".
Ahora, estos enemigos no creyeron que en realidad existía un decreto de parte
del mismo rey Ciro, pero la carta estaba diciendo que la afirmación de los
judíos de la existencia de dicho decreto era la justificación para su trabajo de
reedificación en el templo. Y por lo tanto, pidieron que se investigase el
asunto. Estaban seguros de que en los archivos de Babilonia no existía tal
decreto y que aquella gente estaba haciendo esto por su cuenta.
Llegamos así a

Esdras 6
En el cual veremos que

Darío confirmó el decreto de Ciro


Se ha hablado mucho de la posición, y de la condición del pueblo de Dios. Por
cierto, estos dos conceptos son bastante diferentes. Desde el punto de vista
de la posición, los judíos estaban en el mismo lugar en que Dios quería que
estuviesen, en su propia tierra. El decreto para que ellos regresaran a la tierra
fue promulgado por Ciro, que reconoció que lo había ordenado por un
mandato de Dios. Así que esta gente se encontraba en la posición en que Dios
quería que se encontraran. Sin embargo, su condición no era tan buena.
Estaban desanimados. Querían abandonar todo aquel proyecto. Entonces Dios
envió estos dos profetas para darles ánimo y entusiasmo.
Hablemos ahora sobre el pueblo de Dios en nuestros propios días. Es posible
que nosotros confundamos nuestra posición con nuestra condición. Si usted
está hoy unido a Cristo, es salvo. Es decir, que su posición está bien. Pero,
¿cuál es su condición? Hablando sinceramente, ¿es usted un creyente
desilusionado, desanimado? ¿Está usted verdaderamente anclado en Cristo,
pero tiene deseos de dejarlo todo? ¿Quiere realmente abandonarlo todo?
¿Quiere apartarse de todo esto? Bueno, si así es como usted se siente,

21
estimado oyente, aunque su posición sea buena, su condición es mala. Y ésta
era precisamente la condición de los judíos en el libro de Esdras.
Lo interesante aquí es notar que Dios estaba con Su pueblo, y que Su voluntad
se iba a realizar. Y tuvo lugar un descubrimiento. El enemigo, al hablar,
provocó un resultado inesperado. Si se hubieran quedado callados quizás no
hubiera sucedido lo que ocurrió. Veamos lo que dice el primer versículo del
capítulo 6:
"Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde
guardaban los tesoros allí en Babilonia".
Así es que los funcionarios del rey esta gente fue a revisar archivos que quizás
estaban cubiertos por el polvo de muchos años, quizás en algún depósito
olvidado, y ¿qué fue lo que hallaron? Leamos los versículos 2 y 3, de este
capítulo 6 del libro de Esdras:
"Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de Media, un
libro en el cual estaba escrito así: Memoria: En el año primero del rey Ciro, el
mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en
Jerusalén, para que la Casa fuera reedificada como lugar para ofrecer
sacrificios, y que fueran puestos sus cimientos; su altura, de veintisiete
metros, y de veintisiete metros su anchura"
Luego podemos leer en el versículo 5 lo siguiente:
"Además, los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que
Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y se llevó a
Babilonia, serán devueltos, para que vayan a su lugar, al templo que está en
Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios".
Así que todo estaba debidamente registrado allí. Y todo ello fue descubierto
por el rey Darío. El rey nunca habría encontrado este decreto si el enemigo no
lo hubiera mencionado. Ese sí que fue un error de bulto cometido por los
enemigos de los judíos. Veamos ahora el mensaje que el rey Darío envió como
respuesta al gobernador Tatnai. Leamos los versículos 6 y 7:
"Ahora, pues, Tatnai, gobernador del otro lado del río, Setar-boznai y vuestros
compañeros, los gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí.
Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los
judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar".
Tatnai tenía el importante cargo de gobernador y pensó que sería capaz de
detener la reedificación del templo en Jerusalén. Pero cuando el decreto del
rey Ciro fue localizado, Darío, que era el rey en esa época fue consciente que
el decreto era una ley de Media y de Persia y como tal, no podría ser alterada
o cambiada por otra. Y entonces, emitió una nueva orden. Leamos el versículo
8, donde vemos que el rey comunicó su decisión:
"Estas son mis órdenes sobre lo que habéis de hacer con esos ancianos de los
judíos, para reedificar esa casa de Dios: que de la hacienda del rey,
proveniente del tributo del otro lado del río, sean pagados puntualmente a
esos hombres los gastos, para que no cese la obra".
O sea, que no solo tenían que dejar de estorbar el trabajo, sino que tendrían
que facilitarlo. Debían guardar los impuestos recolectados del otro lado del
río ?en vez de enviarlos a Persia?y tendrían que entregar el dinero a los

22
israelitas que estaban reedificando el templo. Podemos decir aquí que Dios
hace que aún la ira del hombre le traiga gloria y alabanza. Leamos ahora los
versículos 9 y 10:
"Lo que sea necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios
del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que digan los sacerdotes que
están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno, a fin de que
ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y
por sus hijos".
Este fue realmente un decreto de grandes alcances. Y también se estableció
un castigo muy severo para quienes entorpecieran el trabajo. Leamos el
versículo 11:
"También he dado orden de que a cualquiera que altere este decreto se le
arranque una viga de su casa, y sea colgado en ella. Luego su casa sea
convertida en un montón de escombros".
Al llegar a este punto del relato, estimado oyente, usted encontrará
interesante y muy inspirador leer los libros de Hageo y Zacarías. Leamos
ahora el versículo 14:
"Así, los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la
profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y
terminaron la obra, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de
Darío y de Artajerjes, rey de Persia".
O sea, que el templo fue reedificado bajo la inspiración de los profetas Hageo
y Zacarías. Continuaremos leyendo los versículos 15 y 16 de esta capítulo 6 de
Esdras, que encabeza el párrafo que nos relata que

El templo fue terminado y dedicado


"Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año
del reinado del rey Darío. Los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los
demás que habían regresado de la cautividad, hicieron la dedicación de esta
casa de Dios con gozo".
Vemos que aquí se menciona a "los hijos de Israel ? y los demás que habían
regresado de la cautividad". ¿Y qué significa? Por supuesto, se refiere a los
hijos de Israel ?no solo los hijos de Judá y Benjamín. Es decir, que la frase se
refiere a las 10 tribus de Israel, que algunos han calificado como las 10 tribus
perdidas. Fue evidente que no estaban perdidas, y allí estaban, con sus
hermanos de raza, celebrando la dedicación de la casa de Dios con gran
alegría. Y dice el versículo 17:
"Ofrecieron para la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos
carneros y cuatrocientos corderos; y como expiación por todo Israel, doce
machos cabríos, conforme al número de las tribus de Israel".
Ahora, ¿por quién se hizo aquella ofrenda por el pecado? Aquí el lenguaje es
explícito. Fue por el pecado de todo Israel. Y enfatizamos nuevamente que no
solo regresaron a Jerusalén gente de las tribus de Judá y Benjamín, sino de
todas las 12 tribus. Y aquí se indicó claramente que habría 12 machos cabríos,
uno por cada tribu israelita. Leamos ahora el párrafo formado por los
versículos 19 al 22, en los que se indica que

23
Se celebró la pascua
"También los hijos de la cautividad celebraron la pascua a los catorce días del
mes primero. Porque los sacerdotes y los levitas se habían purificado
juntamente; todos estaban purificados, y mataron al cordero de la pascua por
todos los hijos de la cautividad, y por sus hermanos los sacerdotes, y por sí
mismos. Comieron los hijos de Israel que habían vuelto del cautiverio, con
todos aquellos que se habían apartado de las impurezas de las naciones de la
tierra para unirse a ellos, para buscar al Señor Dios de Israel. Durante siete
días celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura, por
cuanto el Señor los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de Asiria
hacia ellos, para animarlos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel".
Justamente 5 semanas después de la dedicación del templo, se celebró la
Pascua. La Pascua era una fiesta que nos habla de la muerte de Cristo. Cristo
fue el cordero de nuestra pascua, que fue ofrecido, sacrificado por nosotros.
Cuando aquellos israelitas se reunieron alrededor del cordero pascual, fue
como si se estuvieran congregando alrededor de la Persona del Señor
Jesucristo, de acuerdo con lo que establecía la Palabra de Dios.
Cuando Juan el Bautista se encontraba con sus discípulos y se encontró con
Jesús, le presentó como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Estimado oyente, al morir, El llevó sus pecados en la cruz. Pero triunfó
victorioso en la resurrección de los muertos. Le invitamos a aceptar, por la fe,
el don de la salvación. Y así como aquellos desterrados que regresaron a su
ciudad celebraron aquella fiesta de la pascua con alegría, le invitamos a usted
a dejar su carga al pie de la cruz, y a experimentar el alivio, la alegría y la paz
que proporciona la libertad, la vida verdadera, y el disfrutar de la esperanza
de la vida eterna.

Esdras 7:1 - 8:35


Al aproximarse el final de nuestro programa anterior, leímos en el versículo
17, acerca de la dedicación del templo, que celebraron con gran alegría.
Habíamos destacado que en dicho versículo se mencionaba la ofrenda por el
pecado. Ahora, ¿por quién se hizo aquella ofrenda por el pecado? Aquí el
lenguaje es explícito. Fue por el pecado de todo Israel. Y enfatizamos
nuevamente que no sólo regresaron a Jerusalén gente de las tribus de Judá y
Benjamín, sino de todas las 12 tribus. Y aquí se indicó claramente que habría
12 machos cabríos, uno por cada tribu israelita.
Y en los versículos 19 al 22 del capítulo 6, leímos acerca de la celebración de
la pascua, exactamente 5 semanas después de la dedicación del templo. La
Pascua era una fiesta que nos habla de la muerte de Cristo. Cristo fue el
cordero de nuestra pascua, que fue ofrecido, sacrificado por nosotros. Cuando
aquellos israelitas se reunieron alrededor del cordero pascual, fue como si se
estuvieran congregando alrededor de la Persona del Señor Jesucristo, de
acuerdo con lo que establecía la Palabra de Dios.
Ahora, al llegar a los capítulos 8 y 9, destacaremos que el tema general en
estos capítulos es

La reforma bajo Esdras

24
Hoy llegamos a la segunda gran división de este pequeño libro de Esdras.
Vimos en los primeros seis capítulos el regreso a Jerusalén, desde Babilonia,
que tuvo lugar bajo la dirección de Zorobabel. Alrededor de 50 mil personas
regresaron en esa ocasión. Ellos habían sido llevados a Babilonia como
cautivos porque continuamente se habían apartado hacia la idolatría y también
porque Dios permitió su cautiverio para enseñarles una lección en Babilonia.
Otra de las razones por la cual fueron desterrados fue que ellos no habían
respetado el descanso que se le debía dar a la tierra, cada séptimo año, pero
habían desobedecido la ley de Moisés. Pensaron quizá que eso no era
necesario y que no tenía mucha importancia; y pensaron que su desobediencia
de la Ley no tendría consecuencias. Y esa situación se prolongó por un período
de 490 años, y entonces Dios dijo que los iba a quitar de la tierra, por medio
de un pueblo extranjero, por 70 años, los años en que la tierra tenía que
haber descansado, para permitir que la tierra reposara y guardara su sábado.
Y Dios, entonces, los sacó de la tierra por ese período de tiempo. Después que
la tierra hubo descansado y se hubiese renovado por 70 años, Dios permitió
que Su pueblo regresara. En el momento de nuestro relato, ellos estaban
regresando a su tierra.
Como ya hemos podido apreciar, la situación en Jerusalén fue en un principio
desalentadora y por cierto no animó a los demás que habían quedado en
Babilonia para que regresaran. Pero después vimos que tuvo lugar otro
avivamiento entre la gente de Israel, aquellos que habían sido cautivos y que
todavía estaban viviendo en Babilonia. Entonces regresó un segundo grupo
bajo la dirección de Esdras. Hasta este momento, Esdras, aunque fue el
escritor de este libro, no había figurado en este relato para nada. Pero, ahora,
vemos en el capítulo 7 y en el 8, el regreso del grupo de judíos dirigido por
Esdras. Y luego veremos en los capítulos 9 y 10 la reforma que tuvo lugar bajo
Esdras. Uno puede apreciar cómo fue experimentado por esta propia gente,
que una renovación espiritual trae consigo una reforma, y eso siempre ocurre
en ese orden, y lo veremos más adelante cuando estudiemos también el libro
de Nehemías.
Esdras ha sido uno de los personajes Bíblicos que no han sido reconocidos
debidamente por los expositores Bíblicos. Ahora, junto con este libro, tenemos
otros dos, que ya hemos mencionado que lo acompañan, y son Hageo y
Zacarías, ambos libros proféticos. Pero veamos ahora lo que dice aquí los
versículos 1 al 5 de este capítulo 7 de Esdras:
"Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes, rey de Persia, Esdras hijo
de Seraía hijo de Azarías, hijo de Hilcías, hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de
Ahitob, hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraiot, hijo de Zeraías, hijo
de Uzi, hijo de Buqui, hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo de
Aarón, primer sacerdote"
Este rey Artajerjes fue quién daría permiso a Nehemías para que regresara y
reedificara las murallas de Jerusalén, acontecimiento que marcó realmente el
comienzo de la profecía de las 70 semanas de Daniel. Pero como ya hemos
dicho, no queremos hablar de él en estos momentos porque vamos a
observarlo mejor cuando estudiemos el libro de Nehemías.
La persona que más nos interesa ahora no es el rey, sino Esdras mismo.
Dijimos al mismo comienzo de nuestro estudio que él es uno de los personajes
selectos de la Biblia. Y no creemos que él haya recibido el reconocimiento de

25
los estudiantes de la Biblia, y ciertamente menos aún de la iglesia actual. Muy
poco se dice acerca de este hombre Esdras. Y nos preguntamos si usted ha
tenido oportunidad de escuchar algún sermón basado en el libro de Esdras.
¿Ha escuchado a alguien que hiciera un estudio sobre este libro de Esdras?
Pues bien, éste es uno de esos libros que uno pasa por alto fácilmente cuando
está estudiando la Biblia. Pero lo que deseamos hacer ahora es estudiarle bien
a fondo.
Para comenzar, debemos preguntarnos quién era Esdras. Era descendiente de
Finees, que era nieto de Aarón. Pertenecía, por lo tanto, a la línea de
descendencia sacerdotal. Si hubiera habido un templo en Jerusalén,
seguramente habría ejercido como sacerdote, y probablemente, como sumo
sacerdote. Pero, como sabemos, el templo había sido incendiado y destruido.
Esdras no había considerado oportuno regresar a Jerusalén con la primera
delegación. No había en realidad un lugar de servicio apropiado para él, y
aparentemente, él estaba sirviendo a aquellos que habían quedado en
Babilonia. Entonces, otro grupo, de unas dos mil personas, proyectaron
regresar junto con Esdras a Jerusalén. El templo había sido restaurado, así
que había un lugar donde podía ser útil. Y vamos a notar, más adelante, que
él era un maestro, un maestro de la Palabra de Dios.
En este pasaje vimos que se menciona a Finees, el hijo de Eleazar. Su nombre
apareció en la historia bíblica en una época de gran idolatría, donde su
determinación y acción detuvieron la plaga que estaba destruyendo a Israel. Si
leemos en el capítulo 25 del libro de Números, recordaremos que cuando el
profeta Balaam no podía maldecir a Israel, influenció a Balac para que
permitiese matrimonios mixtos con su pueblo, y eso, por supuesto, introdujo
costumbres mundanas y la maldad en Israel. En el citado capítulo de Números
25:7-11, vimos que había un hombre que se casó con una mujer madianita.
Cuando un judío se casaba con una mujer pagana, por ejemplo, acababan
siendo atraídos por la adoración a los dioses paganos. Así que el juicio de Dios
cayó sobre Israel en forma de una plaga. Y Finees se levantó del medio de la
congregación y tomó una lanza en su mano y ejecutó a ese hombre y a su
mujer madianita. O sea, que se sacrificaron dos vidas para salvar a un gran
número de personas del pueblo. Como recompensa por sus esfuerzos por
apartar al pueblo de las inmorales e inhumanas prácticas paganas, Dios le
prometió a Finees que el sacerdocio permanecería en su familia para siempre.
Veamos ahora lo que dice aquí el versículo 6, de este capítulo 7 de Esdras:
"subió de Babilonia. Esdras era un escriba diligente en la ley de Moisés, que el
Señor, Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió,
porque la mano del Señor, su Dios, estaba sobre Esdras".
Se nos dice aquí que Esdras era un maestro instruido en la ley de Moisés.
Como no había tenido oportunidad de realizar sus tareas de sacerdote, dedicó
su tiempo a estudiar la palabra de Dios. Y ahora tenía la ocasión de usar lo
que había aprendido. Usted puede ver que se le describió así en varios lugares
del relato. En Esdras 7:21 vemos que tenía esa reputación en Babilonia, pues
incluso ante el rey, era reconocido como un maestro de la Palabra de Dios. Y
dice el versículo 7:

26
"En el séptimo año del rey Artajerjes, subieron también con él a Jerusalén
algunos de los hijos de Israel, sacerdotes, levitas, cantores, porteros y
sirvientes del Templo"
Este versículo se refiere a las consecuencias de una renovación ya
mencionada, a raíz de la cual unos 2.000 judíos quisieron regresar a su tierra.
Leamos ahora los versículos 8 y 9:
"Este llegó a Jerusalén en el quinto mes del séptimo año del rey. El primer día
del primer mes había dispuesto su partida de Babilonia, y el primero del mes
quinto llegaba a Jerusalén. ¡La buena mano de Dios estaba con él!"
Por este versículo sabemos que el viaje de regreso a Jerusalén duró casi cinco
meses. Fue, pues, un viaje arduo y fatigoso. Y el versículo 10 nos recuerda lo
siguiente:
"Porque Esdras había preparado su corazón para estudiar la ley del Señor y
para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos".
Esdras se había preparado espiritualmente para el día en que regresara a su
tierra. Supo que ese momento llegaría porque tenía fe en Dios. Guiado por
este firme propósito había estudiado la ley de Moisés, es decir, los cinco
primeros libros de la Biblia, y el libro de Josué, que ya existían en aquellos
tiempos. Muchos creen que él escribió los libros 1 y 2 de Crónicas. Y no sólo
estudió la Palabra de Dios, sino que la aplicó a su vida. Y eso tiene gran
importancia. Porque una cosa es estudiar la Palabra de Dios, y otra cumplirla,
obedecerla. Y el quería enseñar esa Palabra, quiso que el pueblo conociese sus
leyes y decretos. Continuemos leyendo los versículos 11 al 13:
"Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras,
escriba versado en los mandamientos del Señor y en sus estatutos dados a
Israel: Artajerjes, rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley
del Dios del cielo: Paz. He dado la siguiente orden: Todo aquel que en mi reino
pertenezca al pueblo de Israel, a sus sacerdotes y levitas, que quiera ir
contigo a Jerusalén, que vaya".
Entonces, el rey Artajerjes promulgó un decreto para que Esdras y sus
compañeros pudieran regresar a su tierra. No se trataba de un mandato para
que fueran, sino un permiso para cada uno en particular siguiera sus deseos,
según la guía del Señor. Pero la carta continuaba diciendo en los versículos 14
y 15:
"Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a
Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tus manos; y a
llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al
Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén"
Evidentemente, Esdras había tenido un testimonio muy fiel ante el rey
Artajerjes, quien se refirió a Dios como "el Dios de Israel". Se le dio autoridad
para nombrar magistrados y jueces. El decreto le fue entregado y se ultimaron
los preparativos para el vieje. Cabe destacar que este decreto revelaba una
gran reverencia y respeto por Dios. Observemos como terminaba el decreto,
leyendo el versículo 26:
"Y todo aquel que no cumpla la ley de tu Dios, y la ley del rey, será castigado
rigurosamente, ya sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión".

27
Esta ley, por supuesto, tendría relación con los judíos después de que
hubieran llegado a su tierra. En otras palabras, si regresaban a Jerusalén,
debían tomar en serio su relación con Dios. Ahora, en el versículo 27, vemos
la oración de acción de gracias de Esdras:
"Bendito el Señor, Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el corazón
del rey, para honrar la casa del Señor que está en Jerusalén"
La casa del Señor no sólo iba a ser edificada, si no que tendría que ser
embellecida. La casa de Dios, pensamos nosotros que debe ser atractiva,
hermosa, en relación con la capacidad y recursos disponibles para aquellos
que están identificados con ella. Ahora, el versículo 28, dice:
"y me favoreció con su misericordia delante del rey, de sus consejeros y de
todos los poderosos príncipes del rey. Así yo, fortalecido por la protección de
mi Dios, reuní a los principales de Israel para que subieran a Jerusalén
conmigo".
Esdras encabezó una buena delegación en su regreso a Jerusalén. No era tan
numerosa como la primera delegación, pero aparentemente un gran número
de los líderes de la nación estaba regresando en este segundo grupo.
A continuación observaremos algunos detalles en

Esdras 8
que nos presenta una lista de los compañeros de Esdras. Y aquí vemos que
Esdras se aseguró de que los Levitas fueran con ellos. También fueron los
sirvientes del templo. Y, además, veremos un detalle interesante que nos
revela los sentimientos humanos de Esdras. Leamos el versículo 21, de este
capítulo 8 de Esdras:
"Allí, junto al río Ahava, proclamé un ayuno para humillarnos delante de
nuestro Dios y solicitar de él un buen viaje para nosotros, para nuestros niños
y para todos nuestros bienes".
Esdras convocó junto a aquel río una gran reunión de ayuno y oración. El
quería conocer la voluntad de Dios. Veamos lo que dicen los versículos 22 y
23:
"Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos
defendieran del enemigo en el camino, ya que le habíamos dicho al rey: La
mano de nuestro Dios está, para bien, sobre todos los que lo buscan; pero su
poder y su furor contra todos los que lo abandonan. Ayunamos, pues, y
pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él escuchó nuestra súplica".
Como bien podemos apreciar, Esdras había ido ante el rey y le había
asegurado que Dios protegería de sus enemigos a aquellos que le buscaban, y
que Él les guiaría en el camino de regreso a su tierra. Y al mirar a ese grupo
reunido junto al río, dispuesto a emprender tan larga marcha, grupo formado
por familias enteras con sus niños, fue consciente de los peligros que
potencialmente les aguardaban. Hubiera resultado normal pedirle al rey algún
tipo de ayuda, como algunos guardias que les acompañaran. Pero entonces el
rey podría haber dicho: "Bueno, yo pensé que confiabais en el Señor".
A veces algunos de nosotros hablamos con elocuencia en cuanto a nuestra
confianza en Dios y lo maravilloso que Él es. Pero luego, cuando debemos

28
enfrentarnos a las actividades o a situaciones esenciales de la vida,
comprobamos que realmente no confiamos en Él. Y Esdras fue esa clase de
persona, bastante humano como podemos apreciar. Esdras no se atrevió a
pedir ayuda al rey. ¿Pero, cuál era entonces, la alternativa? Esdras convocó
una reunión de ayuno y oración, declarando así públicamente su dependencia
de Dios. Hay que reconocer que, a veces, Dios nos coloca en situaciones
similares para que lleguemos a esa misma conclusión que Esdras llegó.
Continuemos entonces con el relato, leyendo los versículos 31 y 32:
"El doce del primer mes partimos del río Ahava para ir a Jerusalén; la mano
de nuestro Dios estaba sobre nosotros y nos libró de manos de enemigos y
asaltantes en el camino. Llegamos a Jerusalén y reposamos allí tres días".
Bien, encontramos aquí que el rey había enviado gran cantidad de oro y plata,
y muchos utensilios; esto representaba una gran riqueza que Esdras puso en
manos de los sacerdotes y, por lo tanto, ellos necesitaban protección. Y Dios
los cuidó en su viaje, y llegaron sin problemas a su destino. Permanecieron
tres días en Jerusalén descansando, y llevaron el tesoro al templo, a la casa de
Dios. Y el versículo 35 añade:
"Los hijos de la cautividad, los que habían regresado del cautiverio, ofrecieron
holocaustos al Dios de Israel: doce becerros por todo Israel, noventa y seis
carneros, setenta y siete corderos, y doce machos cabríos por expiación u
ofrenda por el pecado, todo en holocausto al Señor".
En este versículo, los machos cabríos se mencionan otra vez. ¿Por qué?
Nuevamente leemos aquí, 12 machos cabríos; ¿por qué? Esto era un sacrificio
presentado en nombre de todo Israel, es decir, de todas las tribus que
formaban la nación. Debió ser una experiencia inolvidable para todos los
presentes, el encontrarse nuevamente en aquella tierra, y nada menos que en
Jerusalén, presentando a Dios sus sacrificios.
En nuestro programa de hoy se ha destacado la persona y obra de Esdras,
aquel maestro de la Palabra de Dios. Pero creemos que el verdadero
protagonista ha sido Dios y Su Palabra. Hemos podido observar la influencia
de la Palabra de Dios en los más altos niveles de decisión de aquel reino, en el
cual los israelitas habían pasado sus años de cautiverio. La Palabra de Dios
transformó el corazón de un rey pagano, que evidentemente tuvo un
conocimiento de Dios que no sólo le inspiró respeto, llevándole a reconocer Su
autoridad por encima de la suya propia, e impulsándole a actuar a favor de Su
pueblo, y facilitando todos los medios humanos y materiales para iniciar la
reedificación del templo en Jerusalén. Por otra parte, hemos visto también que
la Palabra de Dios prevaleció incluso contra quienes no le reconocían como
Dios, ni en su propia existencia, ni en Su autoridad para intervenir en los
asuntos humanos. Y así fue que Dios trastornó Sus intrigas y sus planes, hasta
el punto que los enemigos tuvieron que desistir de sus propósitos, y los
recursos por ellos controlados, fueron utilizados para sufragar los gastos de la
reedificación del templo.
Y esa Palabra continúa hoy impactando a los seres humanos, trastornando sus
propósitos, y transformando a quienes se dejan transformar por ella.
Recordamos aquí, las palabras de Hebreos 4:12: "La palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la
división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es
poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón".

29
Estimado oyente, le invitamos a que se deje examinar por esa Palabra, y por
Aquel que es la Palabra de Dios encarnada, el Señor Jesucristo. Si usted
acepta por le fe su sacrificio en la cruz y la victoria de Su resurrección, Dios,
por su Espíritu, comenzará a transformarle a usted.

Esdras 9:1-15
El tema general de los capítulos 9 y 10 es la reforma que tuvo lugar bajo
Esdras. En tres de los libros escritos después de la cautividad hay tres grandes
capítulos que registraron oraciones: nos referimos a Esdras 9, Nehemías 9 y
Daniel 9. Tenemos aquí en este capítulo 9 de Esdras, una de las grandes
oraciones de la Biblia, la oración y confesión de Esdras. Esta oración se
pronunció en una ocasión marcada por tristes sucesos que habían tenido lugar
entre el pueblo de Dios. Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 9
de Esdras:
"Acabadas estas cosas, los gobernantes se acercaron a mí y me dijeron: El
pueblo de Israel, los sacerdotes y levitas no se han separado de las gentes del
país, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas,
egipcios y amorreos, y han caído en sus abominables costumbres paganas".
Aquí vemos que fueron mencionados los Egipcios, y también otros pueblos
paganos. Entre ellos tenemos un gran pueblo, el de los heteos. Fueron
descubiertos después de haber permanecido ignorados por mucho tiempo, y
siempre hemos estado interesados en leer acerca de ellos. A través de Asia
Menor, especialmente a lo largo de la costa, grandes ciudades como Éfeso,
Esmirna y Troya fueron establecidas primeramente por los heteos. Formaban
un gran pueblo, pero eran paganos, eran idólatras. Y los israelitas no se
habían separado de aquellos pueblos.
Cuando la primera delegación de judíos regresó a la tierra, se enfrentaron con
una situación desalentadora. Veremos más sobre este tema cuando lleguemos
a la profecía de Hageo. Allí comprobaremos cómo él les ayudó a superar los
obstáculos del desaliento que se encontraban ante ellos. Dichos obstáculos
fueron numerosos y, por medio del profeta Hageo, fueron capaces de
sortearlos. Y con la ayuda de un líder laico activo, Nehemías, las murallas y el
templo de Jerusalén fueron reedificados, aunque el desaliento se presentó en
cada paso que dieron. Y, considerando la situación actual, es en esos
momentos que un creyente se siente desanimado y muchos creyentes han
pasado por esta experiencia.
Alguien ha dicho que el desánimo es el arma más efectiva del diablo. Los
judíos descuidaron las normas de separación establecidas por Dios, y
realizaron casamientos mixtos con los enemigos paganos de Dios y de Israel
que les rodeaban. Esto a su vez condujo a los israelitas a adoptar las odiosas
costumbres paganas. La falta de separación les sumergió en la inmoralidad e
idolatría. Y pensamos que muchas veces ellos ni siquiera se tomaron la
molestia de casarse, porque esta gente pagana, idólatra, no prestaba mucha
atención a las formalidades del matrimonio. De la misma manera en que lo
están haciendo nuestros propios contemporáneos, que no las consideran
necesarias. Se nos dice que vivimos en una sociedad avanzada, más civilizada,
con un nuevo concepto de libertad. Pero, en realidad, en algunos aspectos no
somos muy diferentes que los pueblos paganos de los días de Esdras. Veamos
ahora lo que dice aquí el versículo 2, de este capítulo 9 de Esdras:

30
"Porque han tomado mujeres para sí y para sus hijos de las hijas de ellos, y el
linaje santo, el pueblo de Dios, se ha mezclado con las gentes del país. Los
jefes y los gobernadores han sido los primeros en cometer este pecado".
Podemos ver aquí que aquellos que ocupaban cargos directivos en el pueblo
de Israel, eran los que daban este mal ejemplo. Y por supuesto, ante Dios
ellos eran más culpables que los demás, porque el privilegio siempre aumenta
la responsabilidad. Por lo tanto, el remanente que había regresado se
encontraba en una condición triste y miserable. Ante esta condición, Esdras
podría haber optado por diversas acciones. Podría haber apelado al
patriotismo por medio de proclamas y actos masivos. Pero no lo hizo. O quizá
podría haber formado alguna organización para tratar de recuperar a esas
parejas que se habían entregado a estas prácticas. Ésa es la forma en la que
nosotros operamos en el presente, pero notamos aquí que no fue lo que
ocurrió en esa época. Por supuesto, Esdras en aquel día, no sabía, no tenía
conocimiento de nuestros métodos modernos. Observemos lo que él hizo, que
fue algo que nosotros no vemos en nuestros días. Leamos el versículo 3, de
este capítulo 9:
"Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, me arranqué pelo de mi
cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo".
Esdras no llegó a su tierra nativa hasta unos 75 años después de la primera
delegación de 50.000 conducida por Zorobabel. Cuando Esdras regresó con su
delegación de unos dos mil, descubrió que el templo había sido reedificado,
pero no así las murallas de la ciudad. Y la población se encontraba, como
hemos dicho, en una situación triste, miserable, debido a los casamientos
mixtos realizados con los paganos. La inmoralidad y la idolatría se practicaban
desenfrenadamente. Y cuando el asunto llegó al conocimiento de Esdras y éste
descubrió que era verdad, se sintió absolutamente abrumado, y angustiado
porque el pueblo de Dios hubiera caído hasta un nivel tan bajo.
Cuando hablamos de la apostasía de muchos cristianos, nos preguntamos
cuántos de nosotros nos preocupamos como debiéramos. Al mirar
objetivamente a esa situación, parece que nos sentimos tentados a lavarnos
las manos y opinar que ese no es nuestro problema, y que debemos dejar que
todo siga en esa misma condición. Pero hay que reconocer que sí, es un
problema nuestro. Y sería fácil levantar el dedo acusador y señalar lo que
creemos que está mal. Pero observemos lo que hizo Esdras. Se sintió tan
apesadumbrado por el pecado de su pueblo, que rasgó su ropa, y se arrancó
los pelos de su cabeza y barba, en señal de dolor. En vez de emprender una
campaña de descalificaciones contra ellos, como muchos habrían hecho hoy,
tomemos nota de su actitud. Leamos el versículo 4:
"Todos los que temían las palabras del Dios de Israel se reunieron en torno a
mí, a causa de la infidelidad de quienes habían regresado de la cautividad;
pero estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde".
Nos agrada la actitud de aquella gente. Todos los que temían el castigo del
Dios de Israel por causa del pecado cometido por los que habían vuelto del
destierro, se reunieron alrededor de Esdras. Aquí dice que temieron las
palabras de Dios. Y aquí vemos oportuno hacer una pausa de reflexión.
¿Cuántos, en el día de hoy, toman en serio a la palabra de Dios? Es cierto que
hay muchos que profesan amar la Palabra de Dios, pero no permiten que esa
Palabra influencie sus vidas, no dejan que surta efecto en su conducta

31
personal. No sienten ese temor reverencial hacia la Palabra de Dios. Quizás
algunos enfatizan que el hecho que Dios es amor, y por supuesto que lo es.
Pero es además un Dios santo, que castiga el pecado. Y esa situación es la que
angustió al maestro Esdras.
Dice el texto que Esdras permaneció sentado y abatido hasta la hora del
sacrificio de la tarde, por causa del pecado de los que se habían dejado
engañar. Así que podemos comprobar que sintió que el problema le concernía
directamente. Cada uno de nosotros debiéramos examinarnos y preguntarnos:
¿Hasta qué punto creo en la Palabra de Dios? ¿La obedezco realmente, le doy
la importancia que se merece, la tomo en serio? Recordemos que el Señor
Jesús dijo, en Juan 14:15, "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos".
Continuemos leyendo el versículo 5 de Esdras 9:
"A la hora del sacrificio de la tarde salí de mi aflicción y, rasgados mi vestido y
mi manto, me postré de rodillas, extendí mis manos al Señor, mi Dios"
¿Qué significa extender las manos a Dios? Significa que uno no está ocultando
nada. Quiere decir que cuando usted se dirige a Dios en oración, estimado
oyente, que su alma, y su mente se presentan ante Él tal como son, como si
estuvieran totalmente desnudas. Así se presentó Esdras delante de Dios, sin
nada que esconder o disimular. El apóstol Pablo describió esta actitud en 1
Timoteo 2:8, con estas palabras: "Por consiguiente, quiero que en todo lugar
los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones".
Realmente, necesitamos recordar esta lección para aplicarla a nuestra vida de
oración.
Leamos ahora el versículo 6 de Esdras 9, donde podemos ver

La oración de Esdras
"y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi
rostro hacia ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestras
cabezas y nuestra culpa ha crecido hasta el cielo".
Prestemos atención a lo que estaba diciendo: Esdras no dijo que las
iniquidades de ellos se habían multiplicado sobre sus cabezas y la culpa de
ellos había crecido hasta el cielo. Escuchemos bien, lo que él dijo: "Porque
nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestra
culpa ha crecido hasta el cielo". Es muy fácil en el día de hoy el poder
separarse uno de la iglesia, alegando que algunos sectores de la misma, o que
muchos cristianos se encuentran en una posición bastante desfavorable, por
así decirlo. Pero estimado oyente, ése no es el pecado de ellos, sino nuestro
pecado. Nosotros necesitamos identificarnos con eso en el día de hoy. ¿Se
encuentra una parte de la iglesia de hoy en apostasía? Entonces, nosotros
mismos estamos en apostasía. Como dice una antigua canción espiritual
negra: "No es mi hermana ni mi hermano, sino yo Señor, el que está ante ti
necesitado de orar". Continuemos pues escuchando la oración de Esdras, ya
que fue una oración de gran valor y todo un ejemplo. Leamos el versículo 7:
"Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran
pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros
sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de los países, a la
espada, al cautiverio, al robo y a la vergüenza pública, como en este día".

32
Él conocía muy bien lo que era ser cautivo en una tierra extranjera. Esdras
aparentemente había nacido en el cautiverio, o quizás habría sido llevado
cautivo cuando era un niño muy pequeño, y por eso sabía bien lo que era. Y
sintió temor cuando reconoció que Dios lo podía juzgar.
Estimado oyente, hay muchos en el día de hoy que están siendo juzgados por
Dios. Uno podría mencionar ejemplo tras ejemplo. En cierta ocasión un
hombre llegó delante de un predicador diciéndole que había estado sufriendo
de una enfermedad venérea por muchos años, y que pensó que se saldría con
la suya. Dijo que era un creyente y que creyó que nada le podía suceder. Y
ahora iba a morir de esa enfermedad. Y eso fue exactamente lo que le
sucedió. Ahora, alguien quizá diga: "Bueno, Dios podría haber mostrado
clemencia, misericordia hacia ese hombre". Claro que sí, Dios podía haber
hecho eso, pero lo cierto fue que este hombre era culpable y nuestro Dios es
un Dios santo que juzga el pecado, y que el pecado acarrea sus
consecuencias. Es lamentable que muchos de nosotros no sintamos un enorme
respeto, un temor reverencial ante la palabra de Dios. Escuchemos lo que dice
aquí el versículo 8 de este capítulo 9 de Esdras:
"Ahora, por un breve momento, nos ha mostrado su misericordia el Señor,
nuestro Dios, y ha hecho que nos quedara un remanente libre, y nos ha dado
un refugio en su santuario. Así nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos
ha dado un poco de vida en medio de nuestra servidumbre".
Éste es un gran versículo. Él dijo, "nosotros hemos recibido por un tiempo la
gracia de Dios". Y los 70 años de la cautividad habían pasado. Dios les había
permitido que regresaran a su tierra, y en el mismo momento de regresar,
ellos nuevamente se apartaron hacia los paganos; o sea, que hicieron lo
mismo que les había conducido al cautiverio en el pasado.
Esdras dijo: "ha hecho que nos quedara un remanente". Aquellos que habían
obedecido lo suficiente como para regresar a su tierra. La gran mayoría no lo
había hecho. Pero ellos sí regresaron y eran nada más que un remanente.
Luego dijo, "para darnos un refugio en su santuario". ¿Y sabe lo que es este
refugio, este lugar seguro? Ese lugar es Cristo. Nosotros tenemos un lugar
seguro, porque Cristo está allí. Nosotros hemos sido clavados por así decirlo,
en la cruz aquí en la tierra, para poder ser clavados al trono de Dios por la
eternidad. Escuchemos lo que dijo el profeta Isaías, en el capítulo 22 de su
profecía, versículos 22 y 23, y estamos hablando ahora acerca de Cristo; dijo
Isaías: "Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; el abrirá y
nadie cerrará, cerrara y nadie abrirá. Y lo clavaré como clavo en lugar seguro;
y será motivo de honra para la casa de su padre". Así es que nosotros los
creyentes estamos allí clavados como un clavo. No sobre una cruz, sino
clavados en el cielo por una eternidad. Usted puede ver que el clavo está
fijado en un lugar seguro. ¡Qué hermosa ilustración es ésta! Aquellos israelitas
no perdieron su salvación, pero sí que perdieron algo más, la bendición y la
recompensa de Dios. Y cuántos hoy son salvos pero no van a recibir ninguna
recompensa.
Dice además este versículo: "Para darnos un refugio en su santuario. Así
nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un poco de vida en
medio de nuestra servidumbre". Creemos que lo que tenemos aquí es una
representación verdadera de lo que es una renovación. Algunos la llaman un
"avivamiento", que no es en realidad una palabra Bíblica. Se utiliza en un

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sentido popular cuando se produce un resurgimiento espiritual, cuando
muchos creen en Cristo como Salvador, y cuando aparece un nuevo interés en
los asuntos del Espíritu. Técnicamente significa, "recuperar la vida, el vigor, un
retorno a una conciencia sensible". Se refiere a aquello que tiene vida pero
que está apagado casi hasta desaparecer, que no tiene ninguna vitalidad y que
luego es reavivado. Romanos, capítulo 14, versículo 9, habla de la
resurrección de Cristo de la siguiente manera: murió, resucitó y volvió a vivir.
Obviamente el término renovación, o avivamiento, debe ser limitado a los
creyentes, si vamos a utilizar su significado técnico. Quiere decir que el
creyente se encuentra en una condición espiritual muy baja, y que vuelve a
ser revivido con vitalidad y con poder. Así fue que en los días de Esdras iba a
tener lugar un avivamiento o una renovación verdadera. Luego Esdras
continuó con su oración, y dijo en el versículo 9:
"Porque siervos somos; pero en nuestra servidumbre no nos ha desamparado
nuestro Dios, sino que nos favoreció con su misericordia delante de los reyes
de Persia, para animarnos a levantar la casa de nuestro Dios, restaurar sus
ruinas y darnos protección en Judá y en Jerusalén".
Usted puede ver cuán misericordioso fue Dios con ellos. Ellos confesaron sus
pecados y Dios los iba a bendecir. Leamos ahora los versículos 10 hasta el 13:
"Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque
nosotros hemos abandonado los mandamientos que nos habías dado por
medio de tus siervos, los profetas, diciendo: La tierra en cuya posesión vais a
entrar, es tierra corrompida a causa de la inmundicia de los pueblos de
aquellas regiones, por las abominaciones con que la han llenado de uno a otro
extremo con su impureza. Ahora, pues, no deis vuestras hijas a sus hijos, ni
toméis sus hijas para vuestros hijos, ni procuréis jamás su paz ni su
prosperidad; para que seáis fuertes, comáis los mejores frutos de la tierra y la
dejéis como herencia a vuestros hijos para siempre. Después de todo lo que
nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras y a causa de nuestro
gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con
nuestras iniquidades, y nos diste un remanente que ha escapado como este"
En otras palabras, Esdras estaba diciendo, "nosotros no recibimos todo lo que
merecíamos. Merecíamos más castigo por nuestros pecados, del que
recibimos". Luego continuó diciendo aquí en los versículos 14 y 15, de este
capítulo 9 de Esdras:
"¿hemos de volver a quebrantar tus mandamientos y a emparentar con
pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros
hasta destruirnos, sin que quedara remanente ni quien escapara? Señor, Dios
de Israel, tú eres justo, pues hemos quedado como un remanente que ha
escapado, tal cual ha sucedido en este día. Henos aquí delante de ti con
nuestros delitos; por su causa no somos dignos de estar en tu presencia".
Sólo la misericordia de Dios, la confesión del pecado, el sacrificio de Cristo, y
la gracia de Dios pudieron hacer posible que Dios salvara a aquellas personas,
las restaurara y las reavivara. En aquel entonces, Dios iba a hacer todo eso a
causa de la oración de Esdras, y el remanente que allí se encontraba, clamaría
implorando a Dios que les extendiera su gracia y misericordia. Y cuando
adoptamos esta posición, estimado oyente, Dios está dispuesto a escucharnos.
Dios, en Su amor, está dispuesto a perdonarnos y a extendernos Su bondad.

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Esto, pues, que hizo Esdras en aquel momento crucial para el presente y
futuro de aquel pueblo, es un paso decisivo y digno de ser imitado.
Estimado oyente, no sólo se trate de imitar un gesto noble y ejemplar. Sino de
que usted se presente ante Dios tal como está, en la condición en que se
encuentre. Frente a Él, nada puede ocultarse. Dice Hebreos 4:13, "Y no hay
cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y
desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas". Y
considerando aquel episodio que hoy ha ocupado nuestra atención, al recordar
la oración de Esdras y la actitud de aquellas personas que le rodeaban,
podríamos trasladar aquella situación a la escena actual, al día de hoy, y a
este mismo momento, porque este asunto es de vital importancia y le
concierne directamente a usted, estimado oyente. San Pablo, escribiendo a los
Romanos dijo en 10:9 y 10, "Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y
crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se
confiesa para ser salvo".

Esdras 10:1-44
En nuestro programa anterior, pudimos observar en el capítulo 9, la gran
oración de confesión de Esdras. Cuando llegó a Jerusalén y fue informado
sobre la triste situación espiritual de los que habían regresado de la
cautividad, se sintió abrumado y angustiado. Entonces, rodeado de todos
aquellos que sentían un temor reverente por la Palabra de Dios, se dirigió a
Dios en oración, asumiendo la culpa del pueblo y reconociendo que, a pesar de
sus pecados, Dios les había mostrado Su misericordia liberándoles del
cautiverio, y no enviándoles el castigo que realmente merecían. En esa
ocasión, tuvieron, pues, una gran reunión de oración.
La iglesia en la actualidad, hablando en general, está experimentando una
decadencia espiritual, y por esa razón debería existir una mayor dedicación
hacia la oración por parte del pueblo de Dios. En ese sentido, las oraciones
registradas en estos capítulos revelan cuál es la respuesta de Dios cuando los
creyentes se humillan, presentándose ante Él tal cual son, en la situación
espiritual miserable en la que se encuentran, y expresando una confesión
sincera de sus pecados. Sólo esta actitud puede traer un gran movimiento
espiritual de renovación.
Cuando ése es el caso, Dios está dispuesto a escuchar. Consideremos pues,

La renovación que tuvo lugar bajo Esdras


Después de aquella gran reunión de oración comenzó entonces un movimiento
de renovación. Y esa renovación condujo a una reforma. Leamos pues el
primer versículo de este capítulo 10, de Esdras:
"Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la
casa de Dios, se reunió en torno a él una muy grande multitud de Israel,
hombres, mujeres y niños; y el pueblo lloraba amargamente".
En esta ocasión concreta, descendió sobre el pueblo de Dios una intensa
convicción de pecado. Y ese sentir de culpabilidad, era precisamente lo que
necesitaban. Ahora, veamos lo que ocurrió aquí en el versículo 2:

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"Entonces Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, tomó la palabra y dijo
a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos
mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; pero a pesar de esto, aún hay
esperanza para Israel".
Este hombre que se menciona aquí, Secanías, se convirtió en el portavoz de
este grupo de personas que reconocían su pecado y querían confesarlo. Él se
acercó a Esdras y le dijo, "nosotros hemos pecado contra nuestro Dios". Ése
fue un reconocimiento muy sincero de sus faltas. Y continuó diciendo, "pues
tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra;" y eso, estimado
oyente, es ir directamente al grano y tratar las cosas de una manera muy
específica. Todo eso que el pueblo había estado haciendo estaba totalmente en
contra de la ley de Moisés. Ellos no habían consultado en este grave asunto
con aquello que estaba escrito. En otras palabras, se habían apartado de la
palabra de Dios, y entonces este hombre se entregó a la misericordia de Dios
y dijo, "aún hay esperanza para Israel". Ahora, leamos lo que sigue diciendo
aquí en el versículo 3:
"Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios de despedir a todas las
mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que
temen el mandamiento de nuestro Dios. ¡Que se haga conforme a la Ley!"
Vemos aquí que hubo otros que se unieron a esta confesión y que de la misma
manera sintieron ese temor reverente ante el mandamiento de Dios. Es decir,
que ellos no sólo leyeron la Palabra de Dios y la estudiaron, sino que
permitieron que esa Palabra se abriera camino en sus corazones. Cuando se
les llamó la atención sobre su violación de las normas de Dios, la confesaron.
No trataron de dar una explicación racional o de dar alguna excusa, o aun de
ocultar lo que habían hecho, sino que simplemente se presentaron y lo
confesaron. Hicieron esto según la palabra de Dios. Luego él continuó diciendo
en los versículos 4 al 6:
"Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo.
¡Anímate y pon manos a la obra! Entonces se levantó Esdras e hizo jurar a los
principales sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a
esto; y ellos lo juraron. Se retiró luego Esdras de delante de la casa de Dios y
se fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib; pero no comió pan ni bebió
agua, porque se entristeció a causa del pecado de los que habían regresado
del cautiverio".
Esto de quebrantar la ley de Dios había sido un asunto muy grave. Ellos se
presentaron ante Dios con una gran tristeza en sus corazones. La experiencia
por la cual cada uno de ellos pasó, fue un quebrantamiento real del corazón;
pero la Palabra de Dios había sido violada y la gente tenía que arrepentirse.
Estimado oyente, aquí es donde debe comenzar una renovación. Primero
debemos dejar que la luz de la palabra de Dios nos ilumine. Cuando nos
acercamos a la Palabra de Dios, ella trae una convicción de culpabilidad a
nuestros propios corazones. Vemos que no podemos alcanzar por nosotros
mismos la gloria de Dios, y estamos abiertamente transgrediendo,
quebrantando aquello que Dios ha escrito. Y luego entonces nos presentamos
ante Él, confesamos nuestra culpabilidad y surge un arrepentimiento
verdadero. Y como resultado, los hijos de Dios son reavivados y experimentan
una renovación.

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Nosotros estamos muy ocupados en el día de hoy predicando arrepentimiento
a los perdidos del mundo, y hablando sinceramente, no estamos muy seguros
de que Dios esté pidiendo a los perdidos que se arrepientan. Al mundo perdido
Dios le está diciendo: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo". (Como le
dijeron Pablo y Silas al carcelero de Filipos, en Los Hechos 16:31)
Y cuando uno reconoce al Señor Jesucristo como Salvador, entonces algo más
sucede. Ocurrió en la ciudad de Tesalónica. En 1 Tesalonicenses 1:9, Pablo les
dijo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.
El volver a Dios tuvo lugar antes de dejar a los ídolos. El arrepentimiento no
precede a la fe. La fe tiene lugar primero y luego sigue el arrepentimiento, con
tanta seguridad como la noche sigue al día. Si no lo sigue, quiere decir que la
fe no ha sido genuina, no ha sido una fe salvadora. Y podemos decir que lo
que le está faltando a grandes sectores de la iglesia es el arrepentimiento.
Usted habrá observado, estimado oyente, que Dios en la Biblia le dijo a la
iglesia que se arrepintiera. En las 7 cartas a las 7 iglesias de Asia, registradas
en el libro de Apocalipsis, Dios les pidió a cinco de ellas que se arrepintieran.
Allí Él estaba hablando a los creyentes, y no a gente que no había creído en Él.
Dios les está diciendo hoy a los que están perdidos y lejos de Él, "Venid y sed
salvos por medio del Señor Jesucristo" Y, por otra parte, le está diciendo hoy a
Su iglesia que se arrepienta, que regrese a Él; que salga de esa condición tan
fría e indiferente en la que se encuentra. Lo que necesitamos en el día de hoy,
estimado oyente, es ser reavivados y experimentar una auténtica renovación.
Pero esa renovación no va a llegar a menos que surja un arrepentimiento
genuino entre los creyentes. En los días de Esdras, al experimentar esa
renovación, el pueblo de Dios dejó de ser indiferente. Pero hay que reconocer
que en nuestros días, existe una gran indiferencia espiritual en grandes
sectores del cristianismo.
El problema, hablando de la iglesia en general, es que está llena de miembros
que son fríos e indiferentes, desde el punto de vista de su relación con Dios.
En muchos casos no podemos incluso saber si realmente son salvos o no. Eso,
solo Dios, que puede ver el interior de las personas, lo sabe. Si
experimentáramos una verdadera renovación, veríamos a este numeroso
grupo de gente indiferente definirse e identificarse plenamente con el Señor, o
con el enemigo de Dios. Una renovación impulsada por el Espíritu Santo coloca
a cada uno en el lugar que le corresponde, clarifica las intenciones de las
personas, descubre las verdaderas motivaciones de los que han profesado ser
creyentes, y pone de manifiesto a quienes carecen de una relación vital con
Dios.
Contemplemos pues, nuevamente a Esdras, dirigirse a Dios con un
arrepentimiento genuino y a otros siguiendo su ejemplo. Veamos los
versículos 7 y 8, de este capítulo 10 de Esdras:
"Después hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del
cautiverio se reunieran en Jerusalén; y que el que no se presentara en el
plazo de tres días, conforme al acuerdo de los jefes y de los ancianos, perdiera
toda su hacienda y fuera excluido de la congregación de los que habían
regresado del cautiverio".
Ellos estaban marcando aquí una línea de separación con toda claridad. En esa
época, ellos estaban bajo la ley. En la iglesia en nuestros días, no podemos
forzar estos asuntos como ellos hicieron en los días de Esdras. Estaban

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quitando, separando toda la paja que se encontraba entre el buen trigo. Ellos
enviaron un mensaje para que todos se reunieran y vemos que se demorarían
por lo menos tres días en llegar de las otras partes de esa tierra. Y este
mensaje había sido enviado a todos aquellos que habían salido de la
cautividad de Babilonia, que habían regresado para reedificar la ciudad, las
murallas y el templo en Jerusalén. Ellos debían reunirse para tener un gran
tiempo de refrigerio espiritual; pero el arrepentimiento debió tener lugar antes
de todo eso. Aquellos que no acudieran a la cita porque pensaron que las
cosas no se estaban haciendo de la manera que ellos querían, o porque tenían
otras objeciones, serían expulsados de la congregación.
Ahora, la iglesia de nuestro tiempo, necesita una limpieza, en el sentido de
clarificar quienes verdaderamente son miembros de la misma desde un punto
de vista espiritual, más allá de las listas oficiales de membresía. ¿Qué sentido
tendría conservar a miembros que no se sienten una parte integrante de este
organismo, de este cuerpo espiritual que se llama la iglesia de Cristo? Aquellos
que han demostrado no tener ninguna vida espiritual en sí mismos, ¿sentirán
la necesidad de confesar el estado de su relación con Dios, y de arrepentirse?
En los tiempos de Esdras, aquella convocatoria obligaría a cada uno a
definirse, a identificarse con la opción de seguir fielmente al Señor con todas
sus consecuencias, o a optar por permanecer en una actitud crítica ambigua o
distante, que siempre resulta destructiva.
La amargura que algunos que profesan ser creyentes hoy es como la quinina
en un barril de agua. No se requiere mucha cantidad para lograr que el agua
tenga un sabor amargo. Pero Dios quiere librar a Su iglesia de todo vestigio de
amargura. Por ejemplo, Hebreos 12:15 dice: "15Mirad bien, para que ninguno
deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz de
amargura que os perturbe y contamine a muchos". Simplemente unas pocas
personas quejosas o que están en una actitud permanente de crítica, pueden
reprimir totalmente el desarrollo de cualquier movimiento espiritual de
renovación. Resulta difícil magnificar los daños de una amargura crónica, y
hasta qué punto puede malograr y arruinar las vidas de tantas personas.
Leamos ahora los versículos 9 al 11 de este capítulo 10 de Esdras:
"Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén
dentro de los tres días, a los veinte días del mes, que era el noveno mes; y se
sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de
aquel asunto, y a causa de la lluvia. Entonces se levantó el sacerdote Esdras y
les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras,
aumentando así el pecado de Israel. Ahora, pues, dad gloria al Señor, Dios de
vuestros padres, haced su voluntad y apartaos de los pueblos de las tierras y
de las mujeres extranjeras".
En otras palabras, aquí vemos a quienes no sólo habían escuchado la Palabra
de Dios, sino que se dispusieron a ponerla en práctica.
Siempre se oye hablar sobre la necesidad de acción, de actividades, en la
iglesia, pero lo que la congregación de los creyentes necesita realmente es ser
limpiada, purificada. Tiene que haber una actitud de oración, confesión y
arrepentimiento como la que hemos visto en aquellos que regresaron para
reconstruir el templo, las murallas y la ciudad de Jerusalén. Incluso, y es
importante destacarlo, hasta la falta de amor necesita ser confesada.
Observemos el valor que Jesús le asignó al amor cuando dijo, en Juan 13:35,

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"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por
los otros". Y evidentemente, este amor que aquí se espera de los creyentes va
mucho más allá de los saludos superficiales y de las conversaciones
intrascendentes de los encuentros casuales. Es un amor profundo entre
personas que se encuentran en una relación viva y real con Dios, y que se
sienten estrechamente vinculadas por los lazos fraternales de pertenecer a un
mismo Padre celestial, y a un cuerpo u organismo espiritual. Continuemos
leyendo el versículo 12:
"Toda la asamblea respondió en alta voz: Hágase conforme a lo que has
dicho".
Lo que Esdras le pidió a la gente que hiciera, debió resultarle muy amargo y
doloroso. Seguramente hubo muchos corazones destrozados, angustiados, al
separarse aquellas personas de sus seres queridos. Resulta interesante
enterarnos de que cuando se reunieron todos de forma unánime, llovió
torrencialmente. Leamos ahora, el versículo 13, porque aquella gran asamblea
continuó expresándose, con estas palabras:
"Pero el pueblo es muy numeroso y estamos en tiempo de lluvias; además no
podemos permanecer en la calle, ni es cuestión de un día ni de dos, pues
somos muchos los que hemos pecado en esto".
Al comenzar a llover, todos los presentes quisieron ir a algún lugar cubierto.
Esdras era una persona con mucho sentido común y aceptó que las cosas se
llevaran a cabo de una manera lógica y ordenada, pensando también en la
presencia de mujeres y niños entre aquella gran multitud. Y entonces, el
versículo 14 recoge la decisión que para resolver aquella situación tomaron
todos por unanimidad:
"Que sean nuestros jefes los que se queden en lugar de toda la congregación,
y vengan en fechas determinadas todos aquellos que en nuestras ciudades
hayan tomado mujeres extranjeras, acompañados de los ancianos y los jueces
de cada ciudad, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro
Dios a causa de esto".
Y así, en efecto, se resolvió que todo se hiciera de una manera bien hecha y
organizada. El nombramiento de un comité de investigación parecía ser la
mejor manera de tratar un problema que, evidentemente, era de gran
importancia. Y la presencia de los oficiales locales acompañando a los
transgresores, asegurarían la mayor exactitud aun en los menores detalles,
asegurando así que se tomaran decisiones justas en cada caso. Y así fue que
la comisión tardó tres meses en completar las investigaciones. Luego se nos
dice aquí en el versículo 19:
"Estos levantaron su mano prometiendo que despedirían a sus mujeres, y
presentaron como ofrenda de reparación por su pecado un carnero de los
rebaños".
El hecho de que presentaran una ofrenda revelaba que estaban
comprometidos en llevar a cabo aquel proceso doloroso que restablecería
plenamente su relación con Dios.
En los versículos siguientes se incluyó una lista de todos los que acordaron
desvincularse de sus mujeres extranjeras. Los nombres incluían a sacerdotes,
levitas y a unos pocos hombres del pueblo. El tiempo que duró la investigación

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sugiere que se consideraron otros casos en los cuales no se incluían
necesariamente casos de divorcio. Fue aquel un acuerdo solemne y se
comprometieron a cumplirlo. Y la tragedia causada por la disolución de tantos
hogares debía contraponerse, no solo a la gravedad de la transgresión de la
ley, que había sido quebrantada por la realización de tales matrimonios. Sino
que también es importante tener en cuenta la pérdida de la bendición
posterior que vendría sobre toda la humanidad únicamente a través de una
comunidad purificada, que no estuviera mezclada con pueblos paganos que
vinculaban su idolatría con todo tipo de actividades moralmente perversas; no
olvidemos que esos pueblos se aniquilaban a sí mismos con su propio sistema
de vida, con sus sacrificios humanos y otras aberraciones que ya hemos
detallado en el estudio de otros libros del Antiguo Testamente. Y leamos,
finalmente, el versículo 44 de este capítulo 10 de Esdras, último versículo de
este libro de Esdras.
"Todos estos habían tomado mujeres extranjeras; y algunas de sus mujeres
habían dado a luz hijos".
Este versículo nos relata una triste historia, ¿no es cierto? Los pecados
cometidos por los padres afectarían a los hijos. Aquí vemos de qué manera
completa y minuciosa se llevó a cabo esta separación. Teniendo en cuenta
todos los factores que hemos señalado en el párrafo anterior. La ofensa debía
ser tratada severamente y, teniendo en cuenta las perspectivas futuras, no
podían permitir que los sentimientos humanos, sentimientos lógicos, por otra
parte, influyeran en la aplicación de los principios que Dios había establecido.
Está claro que Esdras fue el hombre escogido por Dios para hacer frente a los
graves problemas de aquella época. Al menos en aquella generación, él ayudó
a preservar el testimonio de los judíos para el cumplimiento del plan de Dios.
En nuestro próximo programa, Dios mediante, continuaremos nuestro
recorrido por el Antiguo Testamento y comenzaremos a estudiar el libro de
Nehemías, un libro que continúa prácticamente el desarrollo histórico que
empezó a cumplirse en el libro de Esdras.
Estimado oyente, a través de estas páginas de este libro, una y otra vez
hemos visto el énfasis colocado en la Palabra de Dios. El aspecto subrayado
hoy era la severidad y la aplicación de la justicia a aquellos que
conscientemente habían desobedecido esa Palabra. Y al finalizar queremos
recalcar que para aquellos que, por la fe, han reconocido al Señor Jesucristo
como su Salvador, la Palabra de Dios resulta adecuada para todos los
momentos de la vida y constituye un alimento, un consuelo, una fuente de
inspiración y de bendición. Por lo tanto, los creyentes, y usted también,
estimado oyente, si ha creído en el Señor, pueden hacer suyas las palabras del
autor del Salmo 119:103, cuando exclamó: "¡Cuán dulces son a mi paladar tus
palabras! Más que la miel a mi boca".

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