Alexa Riley 01 For You 1 Stay Close

También podría gustarte

Está en la página 1de 68

Traducción

Corrección y Recopilación

Diseño
Un ex soldado de la mafia rusa es contratado para proteger a
la hija menor de un amigo, pero él sabe qué hará más que
mantenerla a salvo; la hará suya. Para siempre.

Si simplemente susurrara mi nombre, me pondría a sus pies,


implorando tocarla, aunque supiera que no me pertenece, pasaría mis
manos por la dulce inocencia con la que me provoca.
Penelope Justice tiene dieciocho años, lo suficiente para graduarse
de la escuela secundaria, pero, según sus padres, no es la edad
suficiente para vivir sin seguridad las veinticuatro horas del día. La
práctica la ha convertido en una experta en escapar de sus
guardaespaldas. Una mirada a Ivan y no quiere escapar otra vez.
He sido contratado para protegerla.
No puedo evitar pensar que tal vez alguien debería haberla protegido
de mí.
Ivan le roba el aliento, algo que ningún chico jamás ha hecho. Por
otra parte, está lejos de ser un niño. Este hombre, este hombre que
parece que podría matar a alguien con el movimiento de una muñeca,
es todo. Él es su futuro.
No puedo dejarla ir y no renunciaré a ella. He hecho cosas malas en
mi vida, y no la merezco. Pero no puedo hacer lo más honorable.
Nunca he sido honorable, y no voy a empezar ahora.
Ivan

Le encanta bailar.
Su pequeño cuerpo se mueve con el ritmo oscuro del bajo mientras
me bebo un trago de vodka. No hay ardor cuando el calor líquido golpea
mi lengua y se desliza por mi garganta. Aprieto el vaso porque no puedo
poner mis manos donde las quiero.
La curva seductora de su cintura mientras cae en cascada a la
ondulación de sus caderas… Miro embelesado mientras se mueven de
lado a lado. Lado a lado. Su cuerpo es como el péndulo de un reloj, y no
puedo apartar la mirada…
La música es ensordecedora, pero si simplemente susurrara mi
nombre, me pondría a sus pies, implorando tocarla, aunque supiera
que no me pertenece, pasaría mis manos por su dulce inocencia con la
cual me provoca… Una inocencia que no debería querer, pero deseo.
Algo tan puro e intacto como nada que haya conocido antes.
Estrellando de golpe el vaso sobre la barra, estoy tanto
decepcionado y aliviado cuando no se rompe. Tal vez el corte del vidrio
podría enfriar los sentimientos que palpitan en mí, pero lo dudo. No con
ella. No estoy seguro que algo pueda. Agradecería un dolor que sea
mayor que mi dolor por ella. Porque no hay nada más poderoso que el
hechizo bajo el cual me tiene.
Me han contratado para protegerla.
Pero mientras me alejo de la barra y camino hacia ella, no puedo
evitar pensar que tal vez alguien debería haberla protegido de mí.
Penelope

Me apoyo contra la pared en el pasillo, tratando de determinar lo


que se dice dentro de la oficina de mis padres. He estado aquí por más
de veinte minutos y no puedo descifrar ni una palabra. De hecho, ni
siquiera estoy segura que estén hablando en español. Vi al hombre que
vino a reunirse con ellos poco después de la cena. Fue extraño porque
mis padres nunca traían su trabajo a casa. En el momento en que mis
ojos se encontraron con los de él, algo extraño sucedió dentro de mí. Me
robó la respiración, algo que ningún chico había hecho antes.
Puede ser que tenga que ver con el hecho que estaba lejos de ser
un chico. Esa bestia era todo un hombre, tal vez incluso algo más. Un
hombre que parecía que podría matar a alguien con el movimiento de
su muñeca. Y la parte más extraña, ¿cómo podría alguien que lucía tan
amenazante atraerme? Llamaba algo muy dentro de mí. Algo que ni
siquiera sabía que existía hasta que lo vi.
Mis padres dirigen toda la división de seguridad y protección de
una de las mejores compañías del mundo, así que he estado rodeada de
muchas personas de aspecto letal. Mi hermana y yo hemos susurrado
que creemos que en algún momento nuestro padre trabajó encubierto
para el gobierno. Al menos eso es lo que piensa Pandora, mi gemela. Yo
le creo, porque Pandora nota todo. No hay mucho que pueda pasársele.
Este tipo parece oscuro y letal, desde sus ojos que son tan
marrones que casi son negros, hasta su cabello corto y negro azabache.
Parece que no tiene el tiempo, o la inclinación, de hacer algo con este.
La forma en que entró y cómo se muestra a sí mismo me hace pensar
que no le da mucha importancia a su aspecto. A alguien como él no le
importa lo que otros piensen, y ese tipo de confianza es sexy. Es
diferente a lo que estoy acostumbrada con los chicos en la escuela. Esa
diferencia me atrae hacia él.
Vi los tatuajes que recorrían sus nudillos y sus manos antes de
desaparecer bajo su abrigo. Luego se asomaban otra vez, alrededor del
cuello de su chaqueta, haciéndome pensar que la mayor parte de su
gran cuerpo estaba cubierto de tinta. Y el hombre era grande.
No era como la mayoría de los hombres que trabajan para mi papá.
Todos lucen como si pudieran vencerte en una pelea, pero siempre
están impecables y de traje. Este hombre no. No sé qué tenía, pero me
sentí atraída por él al instante.
No es mi tipo de hombre, no es que realmente tenga un tipo en
absoluto. Solo tengo dieciocho años, así que no estoy segura de haber
decidido eso todavía. Los chicos con los que hablo en la escuela caen
dentro de la categoría de pedantes. Es privada y reciben a chicos con
algunos de los padres más ricos de la ciudad de Nueva York. Nadie está
corriendo por ahí con tatuajes cubriendo su cuerpo.
—Este no, Penny.
Salto un poco ante las palabras suaves de mi hermana. Está de pie
a mi lado con su espalda contra la pared, como si hubiera estado allí
todo el tiempo.
—¿Cómo haces eso? —susurro. Jesús. Todo el mundo en esta
maldita casa es como un espía o algo así. Se mueven como gatos, sin
hacer ruido. Cuando me muevo, la gente normalmente no pasa por alto
mi presencia. Soy ruidosa y bastante torpe.
Me lanza una sonrisa, y pongo los ojos en blanco. Extiende su
mano y la une con la mía.
—No estabas en la cama.
—Porque estoy espiando —susurro un poco demasiado fuerte y me
encojo de hombros.
Estoy segura que estoy haciendo un trabajo terrible husmeando.
Pensarías que viviendo con Pandora y mis padres, habría aprendido
algunos trucos. Pero debería haber sabido que mi hermana me
atraparía. Somos gemelas y hemos tenido nuestras propias
habitaciones desde que cumplimos trece años, pero ella todavía termina
en mi cama la mayoría de las noches. No duerme bien cuando está sola.
Sin embargo, me gusta. Pandora siempre ha sido la fuerte, incluso al
crecer. No le da importancia a nada, mientras que yo soy la chica
femenina a la que le lastiman los sentimientos por todo. Pero al final del
día, Pandora sigue siendo la que se arrastra en mi cama. Me hace sentir
como si también tuviera una manera de hacerla sentir segura. Como
siempre lo hizo conmigo mientras crecía. Desde los patios de la escuela
hasta los chicos imbéciles, Pandora siempre estuvo allí para poner a
alguien en su lugar.
—Probablemente saben que estás aquí afuera —susurra, y me
encojo de hombros.
No me importa. Quiero ver otra vez al extraño oscuro. Algo en él ha
despertado mi curiosidad, y me siento atraída hacia él. Tal vez es el
misterio, o tal vez es que parece un desafío. Podría ser que, aunque
encuentro sexy la oscuridad en sus ojos, todavía parecen un poco
solitarios. Mi debilidad es ver a alguien más sufriendo, y obtuve un
vistazo de eso. Eso me atrae.
—Él no, Penny. Quédate con los chicos de la escuela.
La miro. Nos vemos exactamente igual, pero tengo los ojos verdes
de mi padre y Pandora tiene los profundos ojos azules de nuestra
madre. Sin embargo, ambas somos como ella. Las dos somos pequeñas
con delicadas facciones y cabello rojo oscuro. Nuestros ojos son
realmente la única manera de diferenciarnos. Es decir, hasta que una
de nosotras abre la boca. Entonces es fácil decir quién es quién.
Siento que el calor golpea mis mejillas. No me sorprendió que
supiera que estaba aquí parada tratando de verlo de nuevo, pero aun
así estoy un poco avergonzada. Siempre he sido una chica enamoradiza,
pero no dura mucho. Me enamoro por un segundo y luego paso al
siguiente. Por alguna razón, cuando sé que también les gusto, pierdo el
interés rápido. Pandora siempre bromea diciendo que estoy enamorada
de los enamoramientos en sí, y una vez que el enamoramiento
desaparece, yo también lo hago.
—Hay algo raro en él. No puedo decir qué es, pero es un poco
tosco. Necesitas a alguien dulce.
Tiene razón. Sí tiene algo raro, pero es algo diferente de lo que no
quiero alejarme. Tan loco como suene, creo que es mío. No sé por qué,
pero cuando lo vi, fue lo único en que pude pensar.
—Mierda —murmura, probablemente leyendo mi rostro.
La puerta de la oficina de nuestros padres se abre, haciéndonos
alejar de un salto de la pared. Nuestra madre está de pie en la puerta,
con las manos en las caderas.
—¿Qué están haciendo ustedes dos?
—Quería ver si podíamos quedarnos hasta tarde después de la
escuela mañana para estudiar para los exámenes finales —dice Pandora
rápidamente.
Es rápida para cubrirnos. Siempre ha sido así, incluso cuando
éramos pequeñas. Yo tenía una idea brillante, como cubrir nuestra
habitación con brillantina, y ella me decía que no lo hiciera. Luego lo
hacía de todos modos, porque, bueno, soy terrible controlando mis
impulsos, y cuando nos atrapaban siempre decía que era idea suya.
Siempre mi protectora.
Aprieta mi mano, todavía enlazada con la de ella. Mamá pone los
ojos en blanco, claramente sin creerle. Mi mirada va a la sombra detrás
de ella. Me está mirando directamente. Mi corazón salta en mi garganta.
No puedo apartar la mirada de él. Pandora da a mi mano otro apretón
con fuerza, silenciosamente diciéndome que deje de mirar. Finalmente
dejo caer mis ojos de los suyos, perdiendo instantáneamente la
conexión.
—Bueno. Su padre y yo tenemos una reunión mañana y
trabajaremos hasta tarde. Seguridad estará esperándolas fuera de la
escuela a las dos.
—Quiero salir a correr después —le digo.
He estado atrapada con Pandora y su guardia de seguridad desde
que me deshice del último. Papá me hizo quedar con el guardaespaldas
de Pandora y se deshizo del mío por haberme perdido la última vez.
Debería haberme sentido mal, pero el tipo me daba escalofríos. Siempre
encontraba formas de tocarme, y esos toques comenzaron a durar
demasiado.
Amo a mi familia, pero todos quieren mantenerme en una burbuja.
Ni siquiera son así con Pandora. Todos piensan que soy la débil, lo cual
es probablemente cierto. No me gusta la defensa personal, y realmente
no me interesa nada relacionado con la seguridad. Me gusta cocinar,
vestirme, bailar y cantar a todo volumen. Y probablemente los chicos.
Pero después de hoy, voy a sacar a los chicos de esa lista. Hombres. Un
hombre en particular está escalando a la cima de esa lista.
—Bueno, estás de suerte. Te encontramos un nuevo
guardaespaldas. —Mi madre mira por encima de su hombro a mi nueva
obsesión, y mi pulso se acelera. No podría ser tan afortunada. Echo un
vistazo y veo sus ojos todavía en mí, pero no puedo leer su rostro con
tan poca luz—. Penelope, este es Ivan. No creo que puedas perder a
este.
Mi madre sonríe, y tengo que morderme el labio para no sonreír.
Ivan es definitivamente un hombre del que no intentaría huir.
Escucho a Pandora murmurar “mierda” en voz baja mientras unos
ojos oscuros se entrecierran sobre mí.
Ivan

Aprieto los cordones de mis zapatos y luego meto el cuchillo en la


funda en mi tobillo. Lo cubro con mis pantalones y luego camino hacia
el armario para agarrar una camisa.
Me he mudado a la casa de huéspedes de los Justice, aunque sería
difícil considerarla así ya que es una mansión. Hay otros dos
guardaespaldas personales que cubren la familia, pero mantienen
residencia en otro lugar y sólo pasan la noche aquí cuando es
totalmente necesario.
Los cuartos de huéspedes son a poca distancia de la casa
principal, pero todavía ofrecen un poco de privacidad. Al principio no
quería estar en la propiedad, pero Paige dijo que se lo debía. Lo cual es
cierto.
Crecí en Renza, Rusia, a las afueras de Moscú. Trabajé en los
ferrocarriles allí cuando era niño hasta que uno de los chicos mayores
vino algún día en busca de corredores. No sabía en ese momento lo que
eso significaba, pero me ofreció dinero, y eso si sabía qué era.
Mi madre murió durante el parto y nadie sabía quién era mi padre,
así que me enviaron a un orfanato. Me escapé cuando tenía diez años y
encontré trabajo donde pude. El lugar del que hui no iba a buscar otra
boca más que alimentar, así que me convertí en un niño de la calle e
hice lo que pude para sobrevivir.
Comencé a entregar paquetes después de terminar el trabajo en los
ferrocarriles durante el día, pero finalmente me confiaron más entregas.
El dinero era mucho más de lo que podía ganar en un día de trabajo
honesto, y en aquel entonces necesitaba comer. Todo se trataba de
sobrevivir. Fui leal a aquellos que me trataron con media onza de
decencia, pero a medida que pasaba el tiempo, comencé a endurecer mi
corazón. Las líneas comenzaron a borrarse y empecé a perderme.
Pasaron los años y me convertí en una parte de la mafia
clandestina rusa. La organización era sucia, y por mucho que quisiera
ser leal, no pude hacer algunas de las cosas que me pidieron. No tenía
otra vida más allá de esta improvisada familia, e hice lo que pude para
sobrevivir.
Pero como en todos los hombres, el poder y la codicia comenzaron
a tomar el control, y el grupo cambió de manos. Las inconformidades
hervían a fuego lento entre los miembros, y todos estaban tratando de
bajarse del barco hundiéndose antes de ser hundidos con este. Sabía
que no quería caer, como dije, todo se trataba de sobrevivir, y los
miembros estaban siendo asesinados uno por uno. No había nada en
esa vida por lo que valiera la pena morir. Sabía que tenía que salir e
hice lo que debía hacer.
Lo único que tenía era información, y era útil. Recibí un mensaje
codificado en el momento perfecto, y estaba listo para eso. El contacto
quería información sobre un acuerdo que estaba teniendo lugar entre
un gigante corporativo en Estados Unidos y un país en el sur de Asia.
Les preocupaba que pudiera tener vínculos potenciales con la mafia
rusa y querían que se investigara a la compañía asiática.
Accedí a entregar lo que tenía a cambio de una salida segura de
Rusia. Quería desaparecer, y esta era la oportunidad perfecta. Podría
abandonar mi tierra natal y tener una vida simple en algún lugar
lejano. Nunca tuve sueños de fortuna o fama. Siempre fui un chico
tratando de sobrevivir el invierno. Mis elecciones me llevaron por un
camino oscuro, uno que al principio no tuve más remedio que tomar, y
estaba listo para comenzar de nuevo.
Descubrí que mi nombre estaba en una lista de aquellos a eliminar
del grupo original, así que hice mi jugada. Mi muerte fue fingida en una
explosión en un almacén en el que vivía en ese momento. La escena se
hizo para que pareciera que alguien me había matado para hacerse un
nombre entre los miembros. Descubrí más tarde que la persona que
reclamó ser responsable era alguien en quien confiaba. Fue asesinado
dos días después.
Llegué a Italia una semana después con nada más que la ropa que
tenía puesta y un dispositivo USB en el bolsillo. Mi contacto en
Osbourne Corporation había sido fiel a su palabra y me ayudó a cruzar
las fronteras.
Jordan Chen me estaba esperando en un café junto al mar en
Génova. Le di toda la información que tenía y un poco más. Él me dio
un nuevo nombre y pasaporte, pero luego me dio otra cosa.
—¿Qué es esto?
—Una oportunidad —dice Jordan, empacando sus cosas.
—¿Así que voy de un jefe a otro? —pregunto enojado.
—No. No nos debes nada. Cuando me vaya, habremos terminado
aquí. —Hay honestidad en sus ojos, lo que hace un contraste con la
cicatriz en su rostro—. Si estás interesado, podríamos utilizar a alguien
como tú en este lado del mundo. No tienes que ser tú, pero eres nuestra
primera opción. Además, el pago es suficiente para que te retires en uno o
dos años.
No había pensado mucho en lo que iba a hacer a continuación. Mi
mayor obstáculo era salir del país sin ser detectado.
—Piénsalo. Cuando hayas tomado una decisión, llama a este
número.
Miro hacia abajo a la tarjeta que está en la parte superior de la pila
de papeles. El nombre Paige Justice está grabado en dorado, y su
número está debajo. No estoy preparado para convertirme en el perro
guardián de otra persona, pero no sé si puedo decir que no.
Entonces eso he hecho los últimos cinco años. He trabajado para
Osbourne Corp International, investigando las compañías que tienen
interés en adquirir o con las que quieren hacer negocios. He dedicado
mi tiempo a seguir a hombres de negocios y escudriñar en sus vidas. Es
un trabajo fácil y mucho más legal que con la mafia. Pero al igual que
antes, es un mundo solitario, y estoy cansado del aislamiento. Algo
faltaba y no estaba seguro de saber qué era. ¿Cómo puede alguien
sentirse solo o entender lo que realmente es eso, si es todo lo que
realmente han tenido? Pero lo sentía. Anhelaba algo más. En lo
profundo de mis huesos, sabía que estaba buscando algo o alguien.
El mes pasado le envié a Paige un mensaje diciéndole que quería
retirarme. Dijo que su esposo Ryan tendría un reemplazo par cuando
estuviera listo para irme. Me sentí aliviado y decepcionado porque no
me pidiera que me quedara. Aunque sabía que quería una vida propia,
me gustaba que me necesitaran. Incluso si fuera un negocio del otro
lado del mundo.
Para mi sorpresa, recibí un mensaje al día siguiente de Paige que
decía que le debía un último favor y me pedía que viniera a Estados
Unidos.
Vi a Ryan y Paige varias veces a lo largo de los años. Venían a
Europa de vacaciones y terminábamos hablando de negocios durante
horas. Los respetaba a ambos y pensaba que trabajaban bien juntos
como equipo. También hubo momentos en que me ponía celoso, viendo
el amor que compartían, y tenía que disculparme e irme. Era difícil
estar cerca de dos personas que se adoraban tanto, sabiendo que nunca
encontraría ese tipo de amor. Una mujer que me quisiera, que fuera
suave y dulce. Todo lo que parecía atraer eran mujeres que deseaban la
oscuridad. Quienes pensaban que sería rudo. Mi estómago se revolvía
ante la idea de algo así. Quería la dulzura que vi entre ellos. El amor y
la devoción. No el dolor y la oscuridad.
Decidí que pagaría la deuda e iría a América. Y cuando llegué, me
dijeron que les gustaría que protegiera a una de sus hijas. Algo que
sonaba bastante simple.
Termino de vestirme y recorro el jardín que separa los cuartos de
huéspedes de la casa principal. Acepté quedarme aquí por un período
de prueba hasta que resolviéramos algo más permanente. Penelope
todavía está decidiéndose entre universidades, dijeron, y aún no
quieren tomar una decisión.
Cuando llego a la parte de atrás de la casa, la veo en la mesa desde
mi posición en las puertas de vidrio afuera de la cocina.
Como si dijera su nombre en voz alta, se vuelve hacia mí y
nuestros ojos se encuentran. Sus ojos verdes no se parecen a nada que
haya visto antes. Una dulce y pura inocencia se derrama en oleadas de
ella, tocándome en lo profundo de mi alma en un lugar que ni siquiera
sabía que existía.
Mi pecho se llena de calor mientras un escalofrío recorre mi nuca
desde la parte posterior de mi cuello y baja por mi espalda. Es
exactamente como anoche.
Nunca me he sentido más impotente con una sola mirada.
Penelope

—¡Penny! —El fuerte susurro de mi hermana me hace abrir un ojo


para mirarla.
—¿Qué? —gimo, tirando de la almohada sobre mi cabeza.
Debato si usar el mismo truco que mis padres usaron con
nosotras, cuando se cambiaron de una cama extra grande a una cama
grande para que no pudiéramos seguir durmiendo con ellos. Aunque
tendría que conseguir una sencilla para sacar a Pandora de la mía.
—Tengo hambre. —Sus palabras salen en un puchero. Ni siquiera
tengo que ver su rostro para saber la expresión que está haciendo en
este momento.
—Y el cielo es azul. —Me doy la vuelta y retiro la almohada de mi
cabeza, mirando mi despertador. La maldita cosa ni siquiera se ha
activado. Ella siempre está hambrienta—. ¿Qué diablos, Pan? Ni
siquiera es hora de levantarse. —Le tiro la almohada. La atrapa
fácilmente y la arroja a la cama.
—Tengo que irme temprano. Olvidé terminar mi trabajo para
Historia del arte, y necesito esos estúpidos libros en la biblioteca.
Esto no es sorprendente. Pandora odia las tareas. Si pudiera pasar
el año haciendo exámenes sería magnifica. Este año no tuvimos
ninguna de las mismas materias, así que no me tiene para recordarle
qué debe entregar.
—¿Qué quieres? —pregunto, saliendo de la cama.
—Tocino y panqueques. —La escucho decir detrás de mí—. Ah, y
huevos revueltos con…
—Sé cómo te gustan tus huevos —le digo, interrumpiéndola. He
estado haciendo este desayuno familiar casi todas las mañanas desde
que tuve la edad suficiente para estar sola en la cocina.
—¡Eres la mejor! —grita, saliendo de mi habitación para
prepararse.
Me dirijo a la cocina y comienzo a preparar el desayuno, y a
empacar el almuerzo de todos al mismo tiempo. Hoy hago sándwiches
de tomate y pavo con un glaseado dulce sobre rebanadas de pan fresco.
—Cariño —me saluda papá entrando a la cocina y dándome un
beso en la cabeza.
—Hola papá. Tocino y panqueques hoy —le digo, entregándole un
plato.
Me da otro beso en la cabeza antes de sentarse en la barra del
desayuno y empezar a comer. Mi madre entra a la cocina unos minutos
más tarde, y mi padre se pone de pie, corriéndole la silla y luego
dándole un beso profundo. Pongo los ojos en blanco, pero sonrío
mientras vuelvo a empacar los almuerzos de todos.
Mis padres pueden ser un poco exhibicionistas para mí a veces,
pero no los querría de otra manera. Papá y mamá estaban hechos el
uno para el otro, y espero algún día encontrar eso también. Una imagen
de Ivan de la noche anterior revolotea en mi mente, así como algunos de
los sueños que tuve sobre él. Mis mejillas comienzan a sonrojarse
cuando los recuerdo, particularmente el de él besándome una y otra
vez. Y uno en el que recorría sus tatuajes, aunque las imágenes de ese
son borrosas, lo que significa que podría necesitar una mejor visión de
los tatuajes.
Estoy agradecida de no estar de cara a mis padres así no pueden
ver el rubor que ilumina mi rostro.
—Disimula.
Salto sin darme cuenta que Pandora entró a la habitación. Está
comiendo un pedazo de tocino mientras sus ojos se entrecierran sobre
mí.
—¿No tienes un lugar a donde ir? —Le devuelvo la mirada y le
ofrezco un plato para llevar que puede comer en el coche camino a la
escuela.
—Te estoy vigilando —dice, y tengo que contener mi réplica:
¿cuándo no? Me quita el plato antes de acercarse a mis padres y
decirles adiós. Se despide con su mano mientras sale.
—¿Se olvidó de terminar algo? —pregunta mi madre, y asiento.
Papá se ríe. Realmente no pueden enfadarse con ella. Puede que a
ella no le guste la escuela, pero siempre sacaba buenas calificaciones.
Ambas lo hacemos, incluso en una de las escuelas privadas más
exigentes del país.
Dado que las dos somos excelentes en la escuela y no les damos
demasiados dolores de cabeza, nuestros padres no tienen problema en
soltarnos la rienda, siempre y cuando tengamos un guardaespaldas con
nosotras. Las reglas dejaron de ser tan estrictas cuando cumplimos
dieciocho años. Y luego, cuando Pandora golpeó a Ethan, un chico en el
baile de graduación que trató de besarme, nos ganó más libertad. Me
estremezco ante el recuerdo.
Apuesto a que Ivan podría recibir un golpe y ni siquiera le
importaría. No da la impresión de que correría asustado como lo hizo
Ethan. Era un chico bastante agradable, pero no estaba preparada para
lo mucho que empezaría a tocarme, pero Pandora lo supo de inmediato.
Entonces empiezo a preguntarme cómo sería si Ivan hiciera los mismos
movimientos...
—Llegaremos un poco tarde esta noche, cariño —dice mamá,
sacándome de mi fantasía. Se acerca y pone su plato en el fregadero—.
Gracias por el desayuno.
—¿Estarás en casa a tiempo para la cena?
—¿No tienes exámenes para estudiar? —pregunta mientras mi
padre se pone detrás de ella. La rodea con un brazo y ella se derrite
contra él.
—Sí, pero cocinar siempre me ayuda a relajarme —le recuerdo. Sé
que siempre se siente un poco culpable porque cocino para todos, pero
me encanta. Es una de mis cosas favoritas para hacer. Es por eso que
Pandora sabía que me levantaría de la cama esta mañana para hacerle
algo de comer.
—Sabes que no puedo rechazar tu comida. —Mamá se inclina y me
da otro beso—. Hazme un favor, Penelope, y no seas dura con el chico
nuevo. —Me lanza un vistazo.
—¿Quién, yo? —Bato mis pestañas, lo que hace reír a mi padre.
—Me pregunto de dónde sacó el gusto por deshacerse de sus
guardaespaldas —dice papá justo antes que mamá le dé un codazo.
Papá simula estar herido—. Vas a darme un beso ahí más tarde.
—Bien, ustedes dos necesitan ir a trabajar —les digo,
entregándoles sus almuerzos. No quiero escuchar su coqueteo. Papá me
da un abrazo y otro beso en la cabeza antes de salir de la cocina. Sonrío
mientras se van, y luego me doy vuelta para servir mi propio plato.
Agarro mi teléfono y pongo música en él. Después de encontrar
una canción que me gusta, empiezo a bailar un poco mientras tomo
unos pocos bocados de mi comida. Miro alrededor de la cocina para
asegurarme que tengo cosas para hacer tacos esta noche para la cena,
preguntándome cuándo llegará Ivan. Tan pronto como me viene a la
mente la idea, me doy vuelta y me paralizo cuando lo veo de pie en el
patio trasero, mirándome.
Mi respiración se entrecorta cuando nuestros ojos se encuentran.
Hoy está vestido con pantalones negros y una camisa blanca
abotonada. Las mangas están enrolladas, y puedo ver un poco más de
sus tatuajes. Todavía hay mucho de él oculto, pero creo que eso es
parte de la atracción.
No puedo apartar mis ojos de él mientras comienza a moverse
hacia mí. Estoy paralizada en mi lugar mientras sus largas y gruesas
piernas acortan la distancia entre nosotros. Se detiene ante las puertas
de cristal que se alinean en la pared más alejada de nuestra cocina,
luego desliza la puerta y entra.
Me lamo los labios cuando la cierra y se apoya en ella. Sus ojos
nunca abandonan los míos, y no pronuncia ni una palabra. No sé
cuánto tiempo permaneceremos allí hasta que finalmente pueda inhalar
suficiente aire en mis pulmones para decir algo.
—¿Hambriento? —Asiento con la cabeza hacia la comida que está
en la encimera de la cocina. No es normal que dejemos comida, pero
todos parecían tener prisa esta mañana, así que hay suficiente para él.
—¿Me darías de comer? —pregunta Ivan, sus oscuras cejas
frunciéndose como si estuviera confundido. Es entonces cuando
escucho un acento que creo que es ruso. Su voz es seriamente
profunda. Más profunda que cualquier voz que haya escuchado antes.
—Es algo así como lo mío. Alimento a la gente por aquí —bromeo,
encontrando un poco más de mi voz otra vez. Jesús, ¿qué pasa
conmigo? Nunca estoy sin palabras cuando estoy cerca de chicos, pero
Ivan es diferente. Es de la cabeza a los pies un hombre y esta atracción
instantánea es algo que nunca había experimentado antes.
Se adentra más en la habitación, así que tomo un plato y le sirvo
un poco de comida. Cuando me doy vuelta, está justo detrás de mí.
Tengo que alzar la cabeza para mirarlo. Sus inescrutables ojos oscuros
están fijos en mí.
—Lo siento, solo queda un trozo de tocino. Me sorprende que
incluso quede algo. —Sueno más sin aliento de lo que pretendía.
Siento un tirón en el plato, y lo dejo ir, sabiendo que lo ha
agarrado. No miro hacia abajo para ver porque nuestros ojos
permanecen fijos.
—Comería cualquier cosa que me sirvieras —dice simplemente, y
siento que me sonrojo.
La idea de otras cosas que podría comer entra en mi mente, y
tengo que darme la vuelta. No quiero que me atrapen pensando en una
imagen tan sucia, porque siento que puede verla en todo mi rostro. Oh.
Dios. Mío. Algo está mal conmigo.
Comienzo a limpiar la cocina, tratando de distraerme con algo,
cualquier cosa. Mientras tomo un plato en el fregadero, él se estira y lo
toma de mi mano.
—Cocinaste para mí, limpiaré por ti.
Probablemente debería decirle que tenemos a alguien que viene y
hace esto por nosotros. Solo lo estaba haciendo porque estaba tratando
de mantenerme ocupada, en un esfuerzo por no hacer el ridículo.
—Tal vez deberías vestirte.
Sus ojos recorren mi cuerpo, y la vergüenza me inunda. Es
entonces cuando me doy cuenta que estoy en pantalones cortos de
dormir que son más como ropa interior y una camisa de Harry Potter
que dice “mis intenciones no son buenas”, está tan descolorida que casi
es transparente. Hubo un tiempo en que perteneció a mi madre, pero
me encanta porque me recuerda a cuando nos leyó los libros a Pandora
y a mí cuando éramos pequeñas. La usaba todo el tiempo hasta que la
robé hace unos cinco años.
—Está bien —susurro. Me vuelvo para irme, pero agarra mi
muñeca. Me detengo en sexo y me quedo ahí, con aferrándose a mí.
Miro sus ojos oscuros, y no puedo moverme. Hay tanto allí que no
puedo leer, pero reconozco una cosa con seguridad.
—¿No tienes buenas intenciones, krasotu? —Las suaves palabras
retumban en su pecho, y vibran a través de mí.
Me lamo los labios, preguntándome qué significa esa palabra.
Estoy sorprendida por su pregunta. Hay un toque de peligro en ella, y
no se siente como si solo estuviera preguntando como un
guardaespaldas preocupado cuidándome.
—Supongo que tendrás que averiguarlo por ti mismo —le susurro
antes de alejar mi brazo de él y salir de la habitación.
Siento sus ojos en mi espalda todo el tiempo, y recuerdo lo que vi
allí. Era como nada que haya visto antes, y lo quiero de nuevo. Ningún
hombre me ha mirado así antes.
Con puro deseo.
Ivan

Esto fue un error.


Puedo sentir el ardor en mi palma donde toqué su suave piel. La
forma en que extendí la mano y la agarré no era propio de mí. Intento
no tocar a la gente si es posible, y allí estaba, agarrándome a su
delicada muñeca e intentando hacer que se quedara. Ella está teniendo
un efecto en mí como nada que haya experimentado, y no sé si puedo
manejarlo, pero lo quiero como no he deseado algo antes en la vida.
Se sienta a mi lado en silencio mientras la llevo a la escuela.
Somos solo nosotros dos, y el espacio se siente de alguna manera
íntimo. Quiero escucharla hablar de nuevo. Su voz me hace algo. Es
como un bálsamo en mi alma. No me importa si solo lee el diccionario.
Quiero escuchar su voz.
—¿Cómo conoces a mis padres? Nunca te había visto antes.
La pregunta derrama paz dentro de mí, y aunque tengo la
necesidad de no mentirle, no sé cuánto de la verdad estoy dispuesto a
decirle. Hago una pausa por un momento para pensar en una manera
de expresar mi respuesta, pero lo interpreta como que no voy a
contestar.
—Bueno. Olvida que pregunté. —Mira por la ventana, y puedo ver
lo herida que está en el reflejo del cristal.
—Net. No. —Rápidamente cambio de ruso a inglés—. Estoy
tratando de pensar en una forma de decírtelo sin revelar algo
confidencial —lo admito, solo queriendo darle la verdad. Mentir a un
alma tan pura parece equivocado.
—Oh —dice, volteándose para mirarme—. No tienes que hacerlo si
no puedes. Solo tenía curiosidad. Eres diferente a todas sus otras…
elecciones.
Pienso en los otros guardaespaldas que han estado a su alrededor,
y aprieto mi agarre en el volante. No me gusta la idea que sea vigilada
tanto, y por hombres que podrían dominarla. Tal vez debería investigar
a los hombres de antes. No veo cómo podrían haberla perdido de vista
tan fácilmente.
—Los ayudé con contratos en el extranjero. Era un informante —
digo finalmente.
—¿Y ya no lo eres? —pregunta.
—Estoy aquí para protegerte. —Algo sobre esas palabras hace que
el orgullo llene mi pecho. Como si este fuera el trabajo para el que me
he entrenado toda mi vida. Me he juntado con delincuentes para
aprender a leerlos. Me han convertido en un arma para proteger a esta
criatura perfecta que estoy seguro que todos quieren, y solo yo puedo
mantenerlos a raya. Es el objetivo de mi vida y no voy a fallar en esto.
Necesita mi protección. Me necesita. Incluso si es una mentira, la idea
me llena de orgullo, mi pasado no parece tan sucio porque he estado
entrenando para esto. Para ella.
Se queda en silencio un momento, y luego siento sus ojos en mí
mientras miro hacia la carretera.
—¿Qué palabra me llamaste en la cocina?
Quiero maldecirme por el desliz, pero no puedo negarle lo que pide.
—Bella.
Hay otra pausa larga ante esta admisión, y no sé si se siente
ofendida por esto o si le agrada.
—¿Cómo puedo llamarte? —Su voz es tranquila, pero escucho la
sonrisa en ella, y mi corazón se ilumina ante la idea.
—Ivan —le digo, mirándola y notando el brillo de sus ojos verdes.
—No, me refiero a un apodo. —Piensa por un segundo—. ¿Cómo te
llaman tus amigos?
—No tengo amigos —respondo honestamente.
Pone los ojos en blanco y me golpea el brazo juguetonamente.
—Bien, seré tu amiga. Dios. Deja de rogarme. —Cuando le sonrío,
un poco de rosa tiñe sus mejillas, y es tan encantador. Lo más perfecto
que he visto en mi vida. Nunca pensé que el rosa fuera tan hermoso—.
Está bien, amigo. ¿Cuál puede ser tu apodo?
—¿Ivan no es suficiente?
Golpea su barbilla con el dedo como si lo estuviera pensando.
—¿Qué tal algo en ruso?
La idea de ella tratando de hablar el idioma es cómica y tentadora
y a la vez. Me encantaría tenerla debajo de mí en la oscuridad y
susurrarle palabras de seducción en mi lengua materna. Debo evitar
seguir ese camino de pensamientos o podría ocasionar problemas.
—Tal vez una vez que pienses en algo, podría enseñarte las
palabras. —Es el mejor compromiso que puedo ofrecer.
—Me gustaría eso. —Mira por la ventana y señala un espacio—.
Puedes estacionarte allí. Puedo caminar desde aquí.
—Te acompañaré, krasotu. Por favor, siéntate y te ayudaré a salir
del auto. —Mira hacia otro lado, pero veo la sonrisa tirando de sus
labios antes de hacerlo.
Estaciono y luego rodeo el auto para abrir su puerta y extiendo mi
mano para que la tome. Siento la suavidad de su palma, pero también
el ritmo caliente de su corazón. Coincide con el mío, y algo sobre eso me
hace posesivo con ella.
Sale, y aunque soy reacio a soltar su mano, lo hago. Agarro su
bolso y lo sostengo mientras caminamos hacia el campus de la escuela.
Vallas de hierro gigantes rodean el perímetro, y un patio se encuentra
justo detrás.
—Está bien, si vienes más lejos, parecerá que tengo una niñera en
lugar de un amigo. —Me sonríe, y hay bondad en sus ojos—. Estaré en
ese banco para el almuerzo, si quieres unirte a mí.
Señala un espacio debajo de un árbol de arce, y asiento.
—Sin presión. Algunos de mis guardaespaldas no esperaban todo
el día, pero otros sí. De cualquier manera, te veré aquí a las tres.
—Que tengas un día agradable, Penelope —le digo, y se ríe un
poco. Me encanta el sonido y quiero escucharlo de nuevo—. ¿No lo dije
bien?
—Lo hiciste. Fue simplemente lindo. Tu inglés es realmente bueno,
es solo un poco muy apropiado.
Asiento, sin querer avergonzarme a mí mismo otra vez.
Le extiendo su bolso, y lo tomo. Nuestras manos se rozan, y por un
momento nos quedamos allí, en silencio. La sensación de su delicada
piel contra mi áspera y tatuada mano no se parece a nada que haya
experimentado. Es inocente y pura, y yo no soy así. La idea debería
hacerme alejarme, pero en vez de eso, deslizo mi dedo índice por el
interior de su muñeca y observo cómo se dilatan sus pupilas. El negro
se apodera del verde intenso y puedo ver el deseo en sus ojos. La estoy
afectando justo cuando su presencia está derribando todas mis
paredes.
Dando un paso atrás, rompo la conexión e intento hacer lo que sé
que es correcto. Debería mantener la distancia y luego explicarle a Paige
que ya no puedo hacer este trabajo. Que estoy comprometido de alguna
manera y no puede confiar en mí. Pero la idea de ella estando cerca de
alguien más, rompe mi corazón a la mitad. Es mía. Lo siento en el fondo
de un lugar que ni siquiera sabía que estaba allí.
Así que aunque sé que no soy lo suficientemente bueno para ella,
no puedo permitir que se vaya de mi alcance. Quiero algo bueno en mi
vida Eso podría ser ella. Eso será ella. Intento tranquilizarme para
poder dejarla ir.
Se aleja de mí, y la distancia que aumenta cada vez más es
enloquecedora. Quiero ir tras ella y hacer que hable más conmigo,
hacer que me haga preguntas y que me cuente sus secretos más
preciados. En lugar de perseguirla, regreso al automóvil y espero.
Echando un vistazo a mi reloj, veo que tengo cuatro horas hasta
que pueda estar a su lado otra vez. La espera va a ser agónica, pero lo
haré. Porque incluso un segundo en su presencia vale la pena esperar
horas solo.
Nada bueno puede venir de mi creciente obsesión. Sin embargo, sé
que no haré nada para detenerla.
Penelope

Parece que no puedo quieta mientras jugueteo con el libro que


obtuve de la biblioteca de la escuela. No estoy prestando atención a lo
que dice mi profesora de Economía. Quiero abrir el libro y revisarlo,
pero sé que la señora Smarten me regañará si lo hago. Probablemente
me haga salir a la pizarra para responder preguntas que cree que no
escuché. Dios, no puedo esperar para salir de la escuela secundaria,
aunque sé lo que vendrá después. Aparto los pensamientos de la
universidad de mi mente. La gran pila de cartas de aceptación está
esperando a que me encargue de ella, pero no quiero pensar en eso
ahora mismo. En este momento, la escuela no está en mi radar.
Miro el reloj por décima vez en los últimos dos minutos. No creo
que haya estado tan emocionada por el almuerzo, y me encanta la
comida. Eso tiene que significar algo. Pero no me preocupa comer. Solo
quiero verlo de nuevo. Quiero sentarme a su lado y ver cómo responde a
mí. Es tan diferente de cualquier persona que haya conocido antes.
Me muerdo el labio para no sonreír mientras pienso en su pequeño
apodo para mí. Entonces me pregunto si es un término ruso que todos
usan. Algo así como usamos “querida” o “cariño” en Estados Unidos. Tal
vez lo usa con mucha gente. Por otra parte, no puedo imaginarme a
Ivan caminando por ahí llamando a las cosas bellas. Quiero que el
apodo sea mío y de nadie más.
Rompió un pedazo de mi corazón cuando dijo que no tenía amigos.
¿Es porque es nuevo en Estados Unidos? Traté de aligerar el estado de
ánimo haciendo una broma, pero en realidad no creo que le importara
que no tuviera ninguno. Era como si fuera normal para él estar solo. No
le pregunté si tenía familia. O una esposa Mierda.
¿Y si no está allí cuando vaya a almorzar? No respondió cuando le
dije dónde estaría. La idea de que no se presente hace que un vacío se
apodere de mí. En todo el tiempo que hemos tenido guardaespaldas tras
nosotros, nunca me ha gustado. Siempre ser observada, siempre tener
ojos sobre mí era molesto. Sabía que hacía que mis padres se relajaran
un poco y que no estaban tan tensos cuando teníamos nuestros
guardias, pero todavía tenía momentos de rebelión en contra de eso.
Mis padres dirigen la división de seguridad y protección en
Osbourne Corporation. Es el negocio de mi tío Miles, pero no estoy
segura de lo que hacen. Algo sobre inversiones y comprar cosas. Sea lo
que sea, ha realizado muchas compras internacionales, y eso a veces
puede enojar a la gente. Mi madre y mi padre pueden ser demasiado
cautelosos, pero creen que es mejor estar seguros. Todos somos familia,
lo que significa que cualquiera de nosotros podría ser un objetivo. Eso
incluye a Pandora y nuestro primo, Henry. Nadie nunca entra en
detalles sobre por qué son tan protectores, pero creo que debe haber
una historia detrás.
Por mucho que odiara a mis guardaespaldas, sabía que eran una
necesidad. Incluso cuando estaba ocupada tratando de escaparme de
ellos, no estaba siendo imprudente. La mayoría de las veces solo iba a
casa. Pero la idea de huir de Ivan es casi ridícula. De hecho, aquí estoy
sentada, esperando que esté allí cuando salga a almorzar. Me gustan
sus ojos sobre mí. Me mira con acalorada curiosidad, como si no
estuviera seguro de qué hacer conmigo.
Cuando la maestra finalmente nos despide, casi tropiezo con mis
propios pies tratando de salir del aula lo más rápido posible. Cuando
llego al pasillo, veo a Pandora de pie como si me estuviera esperando.
Es probable que quiera que almorcemos juntas, algo que hacemos
algunas veces a la semana. Las otras veces se la pasa en la biblioteca
haciendo sus tareas para no tener que hacerlas cuando llega a casa.
—Hola —le digo, tratando de sonar tranquila, pero niega y su cola
de caballo rebota de un lado a otro. En la escuela es más fácil para las
personas distinguirnos. Tenemos que usar uniformes, y las niñas tienen
la opción de pantalones o una falda. Yo uso la falda, pero Pandora
siempre usa pantalones. Ella le resta importancia a su aspecto,
mientras que yo siempre he sido la que gusta de vestir bien. Casi lloré el
día que finalmente pude ponerme los zapatos de mi madre. Podría, sin
vergüenza, cambiarme de ropa cuatro veces al día.
—¿El tipo nuevo te trajo a la escuela hoy?
—Síp. —Es todo lo que le digo. Porque sabía la respuesta antes de
siquiera preguntar. Pandora y yo tenemos nuestras licencias de
conducir desde que tenemos dieciséis años, pero nuestros padres
siguen insistiendo en que nos lleven a todos lados.
—¿Dónde vamos a comer? —pregunta.
—Supongo que vas a comer en la biblioteca para terminar tu
trabajo de Historia del arte. —Tengo la sensación que todavía no lo ha
terminado. Puede haberlo pospuesto hasta el último segundo, pero
Pandora también es una perfeccionista. Entonces lo que sea que haya
hecho esta mañana, todavía querrá revisarlo.
Gruñe de la misma manera que mamá cuando papá la enoja.
—Todavía te estoy vigilando —advierte, poniéndose dos dedos en
sus ojos y luego apuntando hacia adelante y hacia atrás entre nosotras.
Pongo los ojos en blanco.
—Vigila mi trasero. —Le guiño un ojo antes de darme la vuelta e ir
hacía donde espero que Ivan esté.
—Penny, hablo en serio con este. No es un niño con el que puedas
jugar, como aquí en la escuela.
Me doy vuelta y le frunzo el ceño porque la gente probablemente la
escuchó en el pasillo.
—Te amo, Pan, pero tengo dieciocho. No siempre estarás cerca
para vigilar cada uno de mis pasos.
—Yo también te amo. —Es todo lo que dice, negando y alejándose.
Sé que sus palabras fueron más que amor y afecto. También son
un recordatorio de que hace lo que hace porque me ama. Siento lo
mismo, pero tengo que ser capaz de separarme y tomar mis propias
decisiones. No puedo quedarme en la burbuja en la que quieren
mantenerme para siempre.
Sacando mi teléfono de mi bolso, veo que tengo un mensaje de
texto de mi padre deseándome un buen día, seguido por un montón de
emoticones. Sonrío mirando mi teléfono y le envío uno.
Me detengo cuando tropiezo con una pared. No es una pared, en
realidad, solo un hombre muy grande. Mis ojos viajan hasta el rostro de
Ivan. Sus manos están sobre mis hombros, evitando que caiga sobre mi
trasero. Sonrío aún más grande ahora que está aquí.
—Hola —le digo, y trato de acercarme un poco más. Sus ojos
oscuros viajan por mi rostro hacia el teléfono en mi mano.
—¿Qué te hacía sonreír? —dice finalmente, apuntando con la
cabeza hacia el teléfono—. ¿Era un novio? —pregunta mientras entorna
los ojos. Luego comienza a mirar a nuestro alrededor—. ¿Asiste aquí? —
Esa pregunta suena como una amenaza, como si fuera a encargarse si
hubiera un novio.
Mi sonrisa se ensancha aún más. Me gustan sus celos mucho más
de lo que debería. Ahora sé lo que significa. Le gusto. Puedo notarlo por
la chispa en sus ojos que su comentario no es sobre protegerme.
—Ahora estoy sonriendo porque viniste a almorzar conmigo. —Me
vuelve a mirar fijamente, sin buscar más mi novio inexistente—. Antes,
era mi papá. Le gusta enviarnos mensajes tontos a Pandora y a mí
durante todo el día.
Las líneas alrededor de su boca se relajan, y veo la tensión dejar su
cuerpo. Asiente y luego extiende la mano, tomando mi bolso de mi
hombro y mi teléfono de mi mano.
—Tu hora del almuerzo no es larga, y debes comer. —Mira hacia el
banco del que le había hablado, y deslizo mi brazo en el suyo.
Su cuerpo se congela por un momento, y me mira con sorpresa en
su rostro.
—No tengo novio —le digo—. ¿Tienes novia? ¿Una esposa? —Juro
que dejo de respirar ante mi pregunta.
—Net.
Me siento relajarme. Noto que mi reacción es la misma que tuvo
cuando le dije que no tenía novio.
—Me resulta difícil de creer —bromeo, tirando de él hacia el banco
y sentándome. Tomo mi bolso de él.
—No es difícil de creer. Nunca he tenido una novia o una esposa.
Me paralizo con sus palabras, luego aparto mis ojos de él y hurgo
en mi bolso buscando el almuerzo.
—¿Tienes familia, Ivan?
—Net —dice fácilmente mientras ingresa el código para
desbloquear mi teléfono. Preguntaría cómo sabe el código, pero no lo
hago. Con una familia que trabaja en seguridad, sé que nada es
realmente privado. Pero no me importa mi teléfono en este momento.
Todavía estoy reflexionando sobre la facilidad con la que me dijo que no
tiene familia. Ninguna emoción cruzó su rostro cuando hizo esa
confesión.
—No tengo tu número —le digo, finalmente logrando que aparte la
mirada de mi teléfono—. ¿Qué pasa si te necesito y no puedo
contactarte?
—Nunca estaré tan lejos de ti como para que grites mi nombre y no
te escuche.
—Pero qué pasa si quiero decirte algo que no quiero que nadie
escuche. —Me acerco un poco más a él. Mira mi teléfono, y lo observo
programar su número.
—Puedes llamarme cuando quieras —dice, devolviéndome mi
teléfono. Lo deslizo dentro de mi bolso y abro mi almuerzo.
—¿Me rastreas por teléfono? —pregunto.
No sé por qué lo pregunto, porque ya sé la respuesta. Pero por
alguna razón quiero escucharlo decir que sí. Creo que estoy
enloqueciendo. Algo que me molestaba hace días es ahora algo que
quiero.
—Da —confirma, pero parece que no le gusta su propia
respuesta—. No me gustan los rastreos por teléfonos celulares. No creo
que funcionen tan bien como otros.
Abro mi sándwich e intento darle la mitad, pero niega.
—Pero lo preparé. ¿No te gustó el desayuno?
—Fue la comida más maravillosa que he comido. Pero no voy a
comerme tu almuerzo. Tienes que comértelo.
Me encanta su dulce respuesta e incluso siento que me sonrojo un
poco porque le haya gustado mi cocina.
—Por favor. Solo medio sándwich. —Le enseño un pequeño
puchero que funciona en mi familia, y miro cómo se le abren los ojos
por un segundo.
—Si eso te complace —dice antes de recibirme el sándwich. Abro
mi contenedor de manzanas recién cortadas y caramelo. y lo pongo
entre nosotros.
—¿Hay otras formas en que podrías rastrearme?
Su sándwich aún está a medio camino de su boca.
—¿Me dejarías? —Sus ojos se iluminan un poco, y parece
entusiasmado con la idea.
—No digo que no —le digo, tomando un bocado de mi sándwich. Él
hace lo mismo, y puedo ver su mente trabajando como si ya pusiera
algo en marcha.
Lo miro comer, incapaz de dejar de mirar los tatuajes en sus
manos. Extiendo la mano para tocar uno antes de pensarlo mejor. Se
congela ante el contacto de mi piel desnuda y se estremece como si lo
hubiera lastimado.
—¿Eso te molesta? —pregunto, trazando uno de los tatuajes en su
mano. Parece como si estuviera buscando una respuesta, o tal vez no
quiere darme una—. Te estremeciste —le dije, presionándolo a decir
algo.
—Estoy acostumbrado al dolor cuando alguien me toca. —Una vez
más, lo dice tan fácilmente, como si no fuera gran cosa. Es entonces
cuando sé que la vida de Ivan es más oscura de lo que creí posible, y
algo acerca de eso me hace querer tocarlo más, acercarme aún más,
mostrarle que no es verdad y que hay suavidad en este mundo. Si le
preguntaras a mi familia, dirían que soy la definición de eso.
—Nunca te lastimaría —le digo.
—Creo que podrías lastimarme más de lo que nadie jamás haya
hecho.
Mis ojos van a los suyos y nos miramos el uno al otro. Siento la
cálida brisa en mis mejillas y el sol brillando entre nosotros. Sus
agonizantes ojos oscuros son un marcado contraste con lo que está
sucediendo dentro de mí. Siento como si estuviera volviendo a la vida,
explotando en mi ser.
—La gente está mirando. No creen que pertenezcas conmigo —
susurra.
Miro alrededor de la escuela y veo que tiene razón. La gente nos
mira, pero tienen que saber que tiene permitido estar aquí. Nadie entra
a la escuela sin pasar por el protocolo adecuado.
—Es hora de volver a clase, krasotu. Te estaré esperando después.
Ivan

Son más de las tres de la madrugada y no puedo dormir. Mi cuerpo


está acostumbrado a eso, sin embargo. Normalmente solo necesito un
par de horas y puedo funcionar. Pero no puedo pretender que la razón
por la que estoy despierta no sea la belleza de ojos verdes que duerme
no muy lejos.
Paso mi dedo pulgar por la pantalla de mi teléfono y miro los
mensajes que me envió.
Cuando la llevé a casa después de la escuela, su hermana estaba
allí esperando. Pandora y yo no hemos hablado, pero veo la forma en
que me mira. Es inteligente, y conoce a su gemela. Mantuve la distancia
y no interactué con Penelope toda la noche. Salí y solo la observé desde
lejos hasta que Paige y Ryan volvieron a casa. Luego fui a la casa de
huéspedes y entrené en el gimnasio.
Alrededor de las once recibí el primer mensaje.
Penelope: ¿Todavía estás despierta?
Yo: Da.
Penelope: No dijiste adiós.
Yo: Me aseguré que estuvieras a salvo.
Penelope: Eso no es lo mismo.
Yo: Me despediré de ahora en adelante.
Penelope: Eres muy afable. ;)
Yo: Por ti, estaría de acuerdo con muchas cosas.
Penelope: Envíame una foto.
Yo: Casi cualquier cosa.
Sonrío ante las palabras, sabiendo que vinieron de ella.
Salgo de la cama y voy por el pasillo hacia el gimnasio nuevamente.
Si no puedo calmar mi mente, perfeccionaré mi cuerpo. La habitación
debe haber sido dos dormitorios en un punto, pero una pared divisoria
fue derribada para crear un gran espacio de entrenamiento. Las
ventanas del piso al techo se extienden a lo largo de la habitación,
mostrando una vista del jardín que separa mi casa de la principal. En
este momento, está bañada por la luz de la luna, y aunque debería ser
espeluznante, es pacífico.
No enciendo la luz. En vez de eso, dejo que el resplandor de la luna
arroje sombras por el suelo mientras camino descalzo hacia las barras
de levantamiento. Estoy vestido solo con un bóxer negro, pero no
necesito nada más para lo que planeo hacer.
Camino hacia la larga viga de acero y salto, agarrándola con ambas
manos. Mis pies están tal vez a cuatro centímetros del suelo y estoy a
solo un paso de la ventana. Extiendo mis manos, trabajando más los
músculos en mi espalda y hombros. Comienzo a subir mi cuerpo, el
ardor en mi pecho y abdominales tensándose. Cuento, y después de
veinte siento que el sudor empieza a correr por mi espalda. Debería
parar, pero sigo presionándome, deseando que la imagen de esos ojos
verdes deje de atormentarme. Aprieto los dientes y gruño, mirando más
allá del cristal y hacia los árboles.
Me detengo a la mitad de la siguiente repetición cuando veo algo
que se mueve. Suelto la barra y me pongo de pie, volviendo a observar
para ver qué era. Puede haber sido un animal o un truco de la luz, pero
podría haber jurado que vi un destello rojo.
Acercándome al vidrio, mi aliento pesado nubla la visión. Espero lo
que parece un largo momento, viendo desaparecer el vapor, y cuando lo
hace, la veo. Está en el borde de los árboles que separan los patios,
sentada en el borde de la pequeña fuente. Su pelo rojo oscuro cae en
cascada por su espalda, y su hombro desnudo brilla a la luz de la luna.
Lleva una camiseta sin mangas con pantalones cortos, y sus piernas
largas y cremosas están metidas debajo de ella. Puedo ver el borde los
delicados dedos de sus pies, y me lamo los labios. Un dolor, en lo más
profundo de mí, anhela besarla allí, besar cada pequeña curva de su
cuerpo y acariciar los secretos escondidos bajo su ropa. Nunca he
querido algo tan inocente para mí. Antes de Penelope, no me habría
atrevido a arruinar algo tan perfecto y puro, pero mi deseo por ella
supera cualquier honor que tuviera.
Presiono mis manos en el frío vidrio y susurro el único nombre con
el que será llamada. Krasotu. Como si me escuchara, gira su cabeza, y
sus ojos me buscan. Muy probablemente, no puede verme en la
oscuridad, pero en mi corazón espero que eso sea lo que está haciendo.
Después de un momento se da la vuelta, y anhelo que sus ojos me
vean de nuevo. Quiero caer de rodillas e implorarle que me mire por la
eternidad. No debería quererla, no debería sentir dolor en mi pecho solo
por pensarla. Pero no me controlo cuando se trata de ella, y no puedo
detenerme.
Me giro y voy a mi habitación, agarrando una camiseta y un par de
pantalones holgados en el camino. El algodón se adhiere a mi cuerpo
mientras absorbe el sudor, pero no tengo tiempo para detenerme y
pensar en ello. Me apresuro, pensando que si es un sueño, en cualquier
momento desaparecerá en la noche y me quedaré con un agujero en mi
pecho, un espacio que solo puede llenar ella.
Para cuando salgo, mis pies están mojados por la hierba húmeda.
Es entonces que me doy cuenta que olvidé ponerme los zapatos. No me
molesto en regresar y tomarlos mientras rodeo la fuente, ansiosos por
ver si todavía está ahí.
Como un deseo de un sueño, está en el mismo lugar. La suave luz
en su cuerpo solo resalta su belleza.
—Es tarde —digo, rompiendo el silencio de la noche.
Jadea y se da vuelta, como si se sorprendiera de verme aquí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Sus palabras no son crueles, pero todavía me duelen. ¿No quiere
que esté cerca? Tal vez venir afuera fue un error, incluso cuando todos
mis instintos exigen que vaya a ella.
—Lo siento —dice, negando. Como si supiera lo que estoy
pensando, suaviza sus palabras—. Quiero decir, ¿cómo es que estás
aquí? Parece que saliste de la cama. Pero estás sudoroso.
Sus ojos vagan por mi camisa y luego a mis pies. Su lenta
evaluación de mí hace que quiera flexionar el pecho para impresionarla,
como un león enloquecido por su compañera. Quiero que sienta deseo
cuando me vea.
Puedo ver el más leve asomo de rubor cuando su mirada se detiene
en mí, luego levanta los ojos para encontrarse con los míos.
Avanzo unos pasos más y más cerca de la fuente y me siento en el
borde con ella. No lo suficientemente cerca para tocar, pero lo
suficientemente cerca como para que mi pecho no duela.
—Tus padres insistieron en que me quedara en la casa de
huéspedes. Al menos hasta el final de tu año escolar.
—Oh. —Gira la cabeza para mirar en dirección a la casa. Mira el
punto exacto en que estaba de pie antes, y veo sus ojos entrecerrarse.
Me vuelve a mirar, pero no dice más nada.
—¿No deberías estar durmiendo? —pregunto, y veo una pequeña
sonrisa tirar de sus labios.
—No podía. —Se encoge de hombros—. Tenía mucho en mente. —
Antes que pueda preguntarle qué, me devuelve la pregunta—. ¿Por qué
estás despierto tan tarde? ¿No deberías estar durmiendo?
—No duermo mucho. —Extiendo la mano, pasando los dedos por el
agua fría de la fuente—. Estaba haciendo ejercicio y te vi.
Cuando la miro de nuevo, la veo lamer su labio inferior y morderlo
antes de asentir. El dolor ha vuelto, pero esta vez es más abajo de mi
pecho. Mucho más abajo.
—No me enviaste una foto. —Su sonrisa juguetona hace que mi
sangre se acelere, y quiero darle mil fotos, cualquier cosa para
mantener esa mirada en su rostro—. Tal vez debería tomar una ahora.
—Está demasiado oscuro —le digo, mirando a mi alrededor,
tratando de encontrar una forma de controlar mi cuerpo.
Veo su teléfono a su lado y la observo mientras lo toma y apunta
hacia mí. Sin embargo, no miro la cámara. Solo la miro a ella. Su largo
cabello rojo sobre un hombro, el borde de su mandíbula y los pómulos
altos. Es más hermosa que cualquier pintura que haya visto, y podría
mirarla por la eternidad.
—Listo. Ahora puedo agregar tu rostro a mis contactos. Odio no
tener una imagen para ir en la pequeña burbuja.
—¿Burbuja? —pregunto, confundido por su declaración.
—Sí, aquí.
Se desliza a mi lado, el costado de su cuerpo presionado
firmemente contra el mío. Si envolviera mi brazo alrededor de ella,
estaría envuelta en mí, cubierta por mi aroma. Algo primitivo en mi
alma desea eso, quiere frotar mi cuerpo contra ella de una forma que la
marque como mía. Tengo que cerrar los ojos con fuerza para
controlarme.
—Mira, todos mis contactos tienen fotos, y antes, la tuya era solo
una pequeña burbuja blanca. Ahora estás tú. Bueno, se ve oscuro, pero
aun así. Funciona.
—No es seguro que estés aquí esta noche, krasotu. —Las palabras
están fuera de mi boca antes que pueda detenerlas. Pero eso no los
hace menos ciertas.
—¿Por qué? ¿Nuestro patio trasero no es seguro? —Mira a su
alrededor con escepticismo y luego de nuevo a mí.
No sé cómo decirle que yo soy la amenaza. Que todo sobre ella me
atrae y no sé cuánto tiempo más pueda controlarme. Hay una
necesidad construyéndose, y siento el aire pesado a mi alrededor
paralizándose. Solo hay una forma de detener esta locura, y es alejarla
de mí. Debo poner fin a las sonrisas que me regala. No quiero
lastimarla, pero sé que mis palabras lo harán.
—Eres una mujer joven, y no tienes nada que hacer aquí a esta
hora. Tus padres lo desaprobarían, y como tu guardaespaldas, te exijo
que vuelvas a tu habitación. —Me levanto y me alejo un paso de ella.
El dolor que brilla en sus ojos es casi suficiente para romperme.
Abro la boca para retractarme de todo, pero se pone de pie y coloca más
distancia entre nosotros.
—Nadie te pidió que vinieras aquí y me dijeras qué hacer. Estaba
bien hasta que apareciste.
—Eso nos hace dos, krasotu.
Aprieta la mandíbula y anhelo pasar el pulgar sobre esta, para
aliviar el dolor que le causé y decirle que esto es solo para protegerla,
para protegernos a los dos. Pero no lo hago. En cambio, permanezco
donde estoy, rogándole silenciosamente que huya de mí.
—No me llames así. —Sus palabras son cortantes mientras se da
vuelta y se va. Pero a mitad de camino de la casa, mira por encima del
hombro. Abre su boca para hablar, pero cambia de parecer.
Daría todo lo que tengo para deshacer lo que acabo de hacer.
Tengo más dinero del que la gente podría imaginar, pero no significa
nada para mí. Lo único que importa es la luz en los ojos de Penelope, y
cuando se alejaba la vi desvanecerse. Una parte de mí quería que esto
sucediera, sabiendo que era lo mejor. Pero el resto de mí está gritando
en agonía.
Mientras me alejo de la fuente y regreso a la casa de huéspedes,
pienso en la expresión de su rostro. La luz en sus ojos que tanto amo se
había atenuado, pero no se había ido. No está acabada. Y cuando me
voy a la cama y leo nuestro intercambio de mensajes de antes, sé que yo
tampoco.
Penelope

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Pandora mientras entra a su


habitación. Deja caer su bolso en el suelo y los libros se derraman.
Estoy corriendo en su caminadora. Correr siempre me aclara la
mente, pero hoy parece que no funciona. El agujero que he sentido en
mi estómago no parece cerrarse. Siento que soy una bola de nervios
ansiosos, y no sé qué hacer con nada de eso. Siempre soy la feliz.
Nunca dejo que nada me deprima. Pero hoy es una mierda, y no puedo
mantener la sonrisa falsa que he estado mostrando todo el día. Intenté
fingir que las palabras de Ivan no me molestaban, actuar como si no
permitiera que un hombre tomara mi corazón tan fácilmente y lo
rompiera.
—¿Qué parece que estoy haciendo? —espeto. Alza sus cejas y
levanta sus manos en una pregunta silenciosa. Sé lo que está
preguntando. A ella le gusta correr en la cinta, y a mí me encanta correr
afuera. Pero salir a la calle significa que necesito llevarme al
guardaespaldas, y he estado evitando a Ivan todo el día lo mejor que
puedo.
Cuando estaba esperando para llevarme a la escuela hoy, no me
deslicé en el asiento delantero. Fui directamente a la parte posterior,
incluso sentándome detrás de él para no verlo. Así no podría mirar sus
tatuajes y seguirlos con mis ojos. Así no intentaría extender la mano y
tocarlo. No dije ni una palabra cuando salí del auto y pasé por su lado
hacia el edificio de la escuela. Permanecí callada todo el tiempo, lo cual
es muy extraño en mí.
Aunque sí fui a ver si estaba en el banco hoy en el almuerzo. Sí
estaba, así que me quedé dentro y fui a la cafetería. ¿Por qué estaba en
el banco? Anoche dejó en claro que estaba mejor sin mí en su vida y
que estaba bien antes que apareciera en ella. Pensé que le gustaba. No
tiene ningún sentido. La peor parte es que, por alguna razón, pensé que
este hombre nunca me haría daño. Es un protector, pero se permitió
causar el daño. El dolor aún persiste fuerte sin signos de disminución.
Algo en él me atraía. Sentí que me necesitaba. Y quería que me
necesitara.
—¿Estás lista para hablar de eso ahora? Veo que dejaste esa
sonrisa falsa —dice Pandora, dejándose caer sobre la cama, claramente
viendo a través de mi actuación de hoy aunque no lo había mencionado
hasta ahora.
Apago la cinta y me bajo de esta. Pandora se mueve sobre la cama,
y caigo junto a ella. Su mano se desliza contra la mía.
—No le gusto —le digo.
—Tonterías. Les gustas a todos. A veces es un poco molesto.
Pandora no es muy sociable. Yo entro en una habitación y hablo
con todos. Ella evita a todos como si tuvieran la peste.
Ruedo a mi costado, mirándola.
—¿Cómo es que el primer chico que quiero...
Pandora arquea una ceja hacia mí.
—Está bien, está bien, me refiero a de verdad querer, más que
para coquetear y la escuela o lo que sea, ¿ni siquiera quiere estar cerca
de mí?
Tal vez es karma. Pandora siempre bromeaba que un día alguien
me rompería el corazón.
—No tengo idea, para ser honesta contigo. No puedo leerlo. Parece
que siempre tiene el ceño fruncido. Pero no he estado mucho con él.
Caigo de nuevo en la cama, mirando el techo blanco.
—Es lo mejor. —Me aprieta la mano—. Penelope, ese hombre es
oscuro. Ha pasado por mucha mierda. Estoy segura que si te lo contara,
llorarías y estarías triste por semanas. Eres tierna y dulce y puro
corazón. Necesitas a alguien que pueda darte también esas cosas.
—Lo toqué el otro día y se estremeció. Dijo que solo conoce el dolor
por el tacto —le digo.
—Mierda —murmura.
—Mamá y papá no lo traerían si pensaran que es malo. —No sé por
qué, pero todavía siento la necesidad de protegerlo, defenderlo.
—No digo que sea malo. Estoy diciendo que está roto. —Golpea mi
hombro con el de ella—. Quiero decir, tiene que estar roto, porque
ningún hombre puede resistir tus encantos.
No puedo evitar la pequeña risa que se me escapa.
—¿Mamá y papá van a salir por la noche? —pregunto. Siempre
tienen una cita la noche del viernes. Nunca cocino en esas noches, así
que Pandora y yo simplemente comemos bocadillos en lugar de una
comida completa.
—Sí —confirma.
Me siento, soltando su mano.
—No —dice antes que pueda siquiera levantarme de la cama.
—Vamos. Necesito algo para salir de este estado de ánimo. —
También para mantenerme distraída, así no seguiré revisando mi
teléfono con la esperanza de que me envíe un mensaje de texto.
Diciéndome que no quiso decir lo que dijo. Pidiéndome que vaya al patio
trasero.
—No —dice de nuevo rotundamente y no se mueve.
Pongo mis manos en mis caderas y la miro fijamente.
—Esto va de una de dos maneras.
—Mierda —murmura, sentándose. Quiero salir y hacer algo, y
claramente no quiero que Ivan esté cerca. Lo sabe. Entonces eso
significa que vamos a escaparnos. Puede venir voluntariamente o me
seguirá. Pero ambas sabemos que no me dejara ir sola—. Bien. —Se
levanta de la cama—. ¿A bailar? —pregunta, y veo una pequeña sonrisa
en sus labios. Finge odiar cuando salimos a bailar, pero le encanta, y no
hemos salido en un tiempo.
—Dios, ha pasado mucho tiempo. —Sonrío, sintiéndome un poco
más relajada.
A Pandora y a mí siempre nos ha gustado bailar. No creo que
seamos buenas en eso, pero nos gusta saltar y cantar tan fuerte como
podamos con la música, y a ninguna de nosotras nos importa si
hacemos el ridículo.
—¡Está bien, me voy a organizar! —Medio grito, saliendo de su
habitación con entusiasmo.
—Te veo en dos horas —gruñe Pandora, haciéndome reír.
—Seré rápida, lo prometo. Ya son las diez —grito desde la otra
habitación, mientras abro las puertas de mi armario.
Agarro un vestido gris que sé que se verá genial con mi cabello. Lo
arrojo sobre la cama y luego salgo corriendo de mi habitación hacia la
de mi mamá. Me echo a reír cuando veo a Pandora ya en el armario de
mamá sosteniendo un par de botas negras hasta la rodilla.
—Mías. —Las sostiene contra su pecho como si pudiera
arrebatárselas.
—Vine por estos. —Tomo un par de Miu Mius negros que tienen
diamantes en los tacones. No solo serán cómodos para bailar, sino que
también combinarán perfectamente con mi vestido.
Me doy vuelta, corriendo a mi habitación y lanzando los zapatos al
lado del vestido. Recogiendo mi cabello, me ducho rápidamente y luego
salgo, corriendo para estar lista. Me seco con la toalla y me suelto el
cabello. No necesito hacer mucho con este. Me aplico un poco de
maquillaje, luego salgo del baño y me pongo un sujetador y bragas sin
tirantes a juego.
Pandora abre mi puerta, apoyándose contra el marco mientras me
paso el vestido sobre la cabeza y lo enderezo. Es estilo griego y tiene
lazos en un hombro y agrupa en la cadera, pero se las arregla para
abrazar mis curvas perfectamente. Después de ponerme los zapatos, me
vuelvo para mirar a Pandora. Está vestida como siempre. Excepto
cuando tiene que usar un uniforme escolar, siempre está vestida de
negro. Botas negras, pantalones negros ajustados y una camiseta negra
ajustada. Sé que tenemos el mismo aspecto, pero siempre siento que el
negro no me favorece nada. Pero con ella, juro que hace que sus ojos
sean aún más brillantes y su cabello de un color más vivo.
—Te ves sexy —le digo. Se encoge de hombros como si no le
importara si lo hacía o no.
—Ese vestido es corto.
Hago el mismo encogimiento de hombros que acaba de hacer. Es
un poco corto, pero no me importa. Me miro en el espejo, y Pandora
viene a pararse junto a mí.
—De ninguna manera van a pedirnos identificación —le digo,
mirándola para que lo confirme.
—Déjame ir primero cuando lleguemos allí.
—¿Tienes algún lugar en mente? —pregunto. Siempre tiene un
club al que quiere ir.
—Sí. —Es todo lo que dice, haciéndome sonreír.
—Hagámoslo.
Saco mi teléfono y llamo un taxi. Volvemos a la habitación de
Pandora y vamos al baño. Pandora abre la pequeña ventana y sale con
facilidad. Me quito los talones y los arrojo por la ventana y luego trepo.
Ella me ayuda a saltar, y es como si hubiéramos hecho esto mil veces.
Tal vez lo hemos hecho.
La loca de Pandora de alguna manera descubrió cómo desactivar la
alarma en la ventana de su baño hace un tiempo, y nadie pareció darse
cuenta. Caminamos por la casa y nos apuramos cuando llegamos a la
entrada. Saco la llave de la puerta de emergencia y la deslizo, luego
Pandora y yo agarramos y jalamos la pesada puerta. La abrimos lo
suficiente como para deslizarnos antes de volver a cerrarla. Corremos
por la calle, donde vemos nuestro auto esperando en la esquina.
Nos subimos, riéndonos, y le grito al conductor.
—¡Vamos, vamos, vamos! —Estoy actuando como si alguien
realmente nos estuviera persiguiendo. Arranca, y los neumáticos
chillan, haciendo que nos echemos a reír de nuevo.
—Llévenos a Sin. —Pandora le da la dirección de nuestro club de
baile favorito, y me recuesto, relajándome.
No toma mucho tiempo llegar a la ciudad, luego nos estamos
bajando del auto. Pandora toma mi mano mientras se pavonea al frente
de la fila. Camina con confianza y propósito. El de seguridad en la
puerta levanta el cordón y nos abre, dejándonos entrar, sin hacer
ningún comentario.
—¿Cómo haces eso? —le susurro.
—Actúas como si fueras la dueña del lugar. Además, ¿unas
gemelas arregladas para una noche afuera? Por supuesto que nos
dejaran entrar.
Pongo los ojos en blanco, pero probablemente tenga razón. Los
hombres tienen espeluznantes fantasías sobre gemelas.
A medida que avanzamos por un largo pasillo, la música suena
cada vez más fuerte. No nos detenemos para tomar una mesa o incluso
ir a la barra por una copa. Nos dirigimos directamente a la pista de
baile. Es la única razón por la que estamos aquí. Dejo que el bajo
vibrante me absorba, pero mi mente todavía está fija en lo que Ivan
podría estar haciendo en este momento.
Ivan

No tardé mucho en seguirla. Había estado vigilando la casa desde


que Paige me envió un mensaje de texto diciendo que ella y Ryan iban a
tener una cita. Dijo que Pandora había apagado la alarma en la ventana
de su baño, de modo que si planeaban escabullirse, esa era la forma en
que lo harían.
Cuando le pregunté por qué no había activado de nuevo la alarma,
me dijo que era más fácil vigilar una ventana que todas las otras salidas
de la casa.
Me vestí después de hacer ejercicio y me puse un par de
pantalones grises oscuros y una camisa de botones. Fui y me senté
afuera de la puerta en mi Porsche 911 negro, esperando ver qué
pasaría. Solo pasaron unas dos horas antes que viera a las chicas
escabullirse por la puerta y correr hasta el taxi esperando. Vi a
Penelope riendo y mi pecho se calentó al instante.
Mientras las seguía a distancia, pensé en por qué me sentía tan
atraído por ella. He estado cerca de la oscuridad y la suciedad la mayor
parte de mi vida. Hubo ocasiones en las que conocí personas amables,
pero la mayoría de las veces me mantuve solo. Conocía las sombras y
me aferraba a ellas. Pero en el momento en que miré a Penelope, vi luz
por primera vez. No solo era inocente y pura. Su alma estaba intacta. Lo
supe al mirarla que nunca conocería a otra mujer con este tipo de amor
irradiado de ella.
Nunca había visto ojos como los de ella mirándome. Eran
esmeraldas centelleantes con verdad, y me vieron directamente hasta lo
más hondo de mi ser. Nunca se estremeció con lo que encontró allí. Me
tocó, y sentí como si lanzara un hechizo. El calor se extendió a cada
centímetro de mi cuerpo, cubriéndome con su protección.
¿De verdad era yo quien intentaba evitar que corriera peligro?
¿Cómo podía deshacerme de esta forma y aun así hacerme sentir como
si me estuviera manteniendo unido? Es inexplicable, pero quiero
aferrarme a su luz.
Miro como las chicas entran al club sin pedirles la identificación.
Me acerco a la acera, le tiro las llaves al valet y le doy un billete.
—Mantenlo cerca —le digo en el oído mientras mira el billete de
cien, y asiente.
El de seguridad me deja entrar con la misma cortesía que recibió a
las gemelas. Trato de no pensar en cuántas otras personas menores de
edad deja entrar aquí.
La música es fuerte, y casi de inmediato ensordece mis sentidos.
La ignoro y miro a la multitud mientras me muevo por los rincones de
la habitación. No quiero que sepa que estoy aquí, pero quiero
asegurarme que esté a salvo.
Solo me lleva un segundo detectar a las pelirrojas en la pista de
baile. Está abarrotada, pero bailan juntas y la gente las deja solas.
Aprieto los dientes cuando la multitud se despeja lo suficiente
como para ver lo que lleva puesta. Su vestido es tan corto que casi
expone la curva inferior de su culo. Camino hacia la barra, que tiene
una vista directa, y ordeno un trago.
Le encanta bailar.
Su pequeño cuerpo se mueve con el ritmo oscuro del bajo mientras
me bebo un trago de vodka. No hay ardor cuando el calor líquido golpea
mi lengua y se desliza por mi garganta. Aprieto el vaso porque no puedo
poner mis manos donde las quiero.
La curva seductora de su cintura mientras cae en cascada a la
ondulación de sus caderas… Miro embelesado mientras se mueven de
lado a lado. Lado a lado. Su cuerpo es como el péndulo de un reloj, y no
puedo apartar la mirada…
La música es ensordecedora, pero si simplemente susurrara mi
nombre, me pondría a sus pies, implorando tocarla, aunque supiera
que no me pertenece, pasaría mis manos por su dulce inocencia con la
cual me provoca… Una inocencia que no debería querer, pero deseo.
Algo tan puro e intacto como nada que haya conocido antes.
Estrellando de golpe el vaso sobre la barra, estoy tanto
decepcionado y aliviado cuando no se rompe. Tal vez el corte del vidrio
podría enfriar los sentimientos que palpitan en mí, pero lo dudo. No con
ella. No estoy seguro que algo pueda. Agradecería un dolor que sea
mayor que mi dolor por ella. Porque no hay nada más poderoso que el
hechizo bajo el cual me tiene.
Me han contratado para protegerla.
Pero mientras me alejo de la barra y camino hacia ella, no puedo
evitar pensar que tal vez alguien debería haberla protegido de mí.
Observo cómo Pandora se aleja de ella, va al otro lado de la barra y
toma una botella de agua. Se apoya contra la barra, mirando a su
hermana mientras recupera el aliento. Penelope todavía baila, y ya no
puedo soportar la distancia.
La distancia física entre nosotros ahora, y la distancia que puse
entre nosotros anoche. Odiaba lo fría que fue conmigo hoy. Me hizo
echar de menos cada parte de ella, cada mirada en sus ojos. No puedo
permitir que me quite eso.
Veo el rostro de Pandora cuando me ve y sabe que han sido
atrapadas. Pero para su crédito, solo se encoge de hombros y apunta
con la cabeza hacia Penelope. Como si fuera su culpa, que estén aquí.
Penelope está de espaldas a mí mientras camino hacia la pista de
baile. No conozco la canción que suena, pero es lenta, y su cuerpo
conoce cada ritmo.
Debería agarrarla y sacarla de aquí. Debería llevarla a casa y
explicarle que esto no es inteligente ni seguro. Debería hacer cualquier
cosa que no sea deslizar mis manos hacia sus caderas. Pero eso es
exactamente lo que hago.
Se tensa cuando la acerco a mi frente. Moldeo su cuerpo al mío y
presiono mis labios en su oreja.
—Soy yo, krasotu.
Sigue inmóvil, pero paso mis manos por sus caderas y empiezo a
moverme. No creo que quiera bailar conmigo, pero no puede evitarlo. Le
encanta demasiado.
Siento la energía que fluye de ella, y pasa a mí. La música es
oscura y la canción habla de diamantes. Quiero desnudar a Penelope y
verterlos sobre ella. Su piel solo debe ser tocada por algo digno de ella.
No por mí. No por mis manos. Pero egoístamente, no se las quito de
encima.
Su hombro y cuello expuestos están tan cerca que puedo ver el
brillo del sudor sobre ellos. Me inclino y puedo oler el aroma de la
lavanda mezclado con su cuerpo. Tengo que usar toda mi fuerza para
no inclinarme y probarla.
En cambio, acaricio sus cálidas curvas, rindiéndome a la bestia
dentro de mí, tomando lo que quiero sin pensar en las consecuencias.
Soy un animal cuando me enfrento a su delicada ternura, pero se apoya
en mí. Frota la curva de su trasero sobre mi dolorida polla, y gimo en su
oído. Tiembla, y muevo mi boca más abajo, presionando mis labios en
su cuello. No puedo detenerme, y no sé si me importa intentarlo más.
Le beso en el hombro y luego retrocedo, lamiendo la curva de su
oreja. Estoy fuera de control, pero se siente bien. Estamos perdidos en
este momento, y no quiero que termine.
La miro y se vuelve en mis brazos. Sus manos presionan mi pecho,
y siento la mitad inferior de su cuerpo presionar más cerca de mí, más
cerca de mi dureza. Se lame los labios e inclina la cabeza hacia arriba.
—Potseluy menya1.
Susurra las palabras, pero resuenan en mis oídos. Debería parar y
pensar en lo que me está pidiendo y en cómo podría saber ruso. Pero
nada de eso importa. Simplemente le doy lo que pide.
Inclinándome, coloco una mano sobre su cuello y siento su pulso
contra mi palma. Sus ojos están abiertos, pero no con miedo. Solo hay
pasión y necesidad, y coincide con la mía. Los cierra mientras presiono

1 Bésame en ruso.
mis labios contra los suyos, pero mantengo los míos abiertos. Quiero
verla mientras la beso por primera vez. Quiero ver su reacción hacia mí.
Sé que no puedo dejarla ir y que no renunciaré a ella. He hecho
cosas malas en mi vida, y no me la merezco. Pero no puedo hacer lo
honorable cuando se trata de Penelope. Nunca he sido noble, y no estoy
comenzando ahora.
Cuando su lengua sale y toca la mía, es cuando mis ojos se
cierran. Es entonces cuando soy sobrepaso el límite y comienzo caer.
Solo puedo rezar para que cuando aterrice, todavía pueda
atraparla.
Penelope

Me pierdo en él, dejando que el resto del mundo se desvanezca. No


me importa dónde estoy o qué está pasando a nuestro alrededor. Toda
la ira que sentía hacia él hace unos momentos se aparta de mí. No sé
por qué, pero no quiero aferrarme a la ira. No puedo enojarme con él.
En el fondo, sé que está resistiéndose a mí porque algo dentro de él lo
obliga a hacerlo. Un poco de culpa me recorre por no haber insistido
más. Pude haber luchado con más fuerza por él, porque sé que necesita
que luchen por él.
Sus labios son suaves, más suaves de lo que hubiera imaginado.
Su lengua lenta y dulce. El beso no es como pensé que sería, pero hay
más en él que lo que está en la superficie. Lo único duro en él ahora es
el agarre posesivo en que me tiene.
Demasiado pronto se detiene y me mira. Sus ojos oscuros son más
feroces que nunca. No puedo leerlo. Demasiado está sucediendo a la
vez. Posesión, deseo, necesidad, esperanza.
—Estás aquí —digo.
Parte de mí esperaba que apareciera. Que tal vez nos viera
escabullirnos y nos siguiera. Me lamo los labios, queriendo ver si
todavía puedo saborearlo. Quiero más. Quiero que la mirada que me
está dando en este momento no desaparezca nunca. Me está mirando
como si fuera su todo.
—Lo siento, mi krasotu. No quise decir las cosas que dije antes. —
Increíblemente, me acerca más, como si temiera que tratara de alejarme
de él. Juro que siento un temblor en sus manos.
—¿No querías decir que estabas bien hasta que aparecí en tu vida?
—Trato de bromear, pero las palabras salen cargadas de dolor. Lo odio
porque sé que sueno herida, y no quiero eso en mí. Ya puedo decir por
la forma en que está actuando ahora que la noche anterior fue una
mentira. Debería haberlo visto y no haberme pasado el día ignorándolo.
Debería haberle dado dulzura. Nunca soy fría en absoluto.
—Pensé que lo estaba. —Hace una pausa, pasando su mano por
mi cuello y hombro expuestos—. Pero tú, Penelope, me haces sentir —
me susurra al oído—. Me haces sentir algo que no es dolor.
Se inclina y creo que me va a volver a besar. En cambio, presiona
sus labios contra mi cuello. Su cálido aliento roza mi cuerpo, y es como
si estuviera respirándome. Pasa su nariz por mi clavícula, hasta mi
oreja. Mis ojos se cierran, queriendo solo sentir su toque, solo sentirlo a
él y nada más a nuestro alrededor. ¿Qué está haciéndome? No entiendo
cómo alguien que conocí hace unos días puede consumirme tan rápido.
Pero aquí está, y no quiero dejarlo ir. Quiero agarrarme con fuerza.
Él te necesita, una voz dentro de mí se hace eco.
Ahora lo acerco más. Tengo la sensación de que Pandora tenía
razón. Ivan es oscuro, pero sé que puedo ser su luz. Puedo sentirlo. Soy
su otra mitad.
—¿Ustedes dos han terminado? —Escucho a Pandora gritar a
nuestro lado, asegurándose que podamos escucharla sobre la música.
El momento es arrebatado de nosotros, y la miro.
Ivan no me suelta de su agarre.
—Net. Nunca terminaré. —Su acento ruso es más denso ahora,
más profundo que antes. Pero no está mirando a Pandora cuando lo
dice. Me está mirando fijamente.
—Bueno, eso es genial, señor Grande, Oscuro y Tatuado, pero nos
vamos —le dice. Me agarra de la mano para tirar de mí, pero Ivan
todavía no me deja ir.
—Krasotu quiere bailar. Nos iremos cuando ella haya terminado. —
Finalmente mira a Pandora, pero luego sus ojos vuelven a mí—.
Krasotu, ¿te gustaría bailar más?
—Mierda. —Escucho decir a Pandora.
—Quiero irme —le digo, esperando que si nos vamos eso signifique
que los dos podamos estar solos. Quiero que su boca vuelva a la mía.
—Entonces vamos. —Su mano se desliza hacia la mía mientras me
saca del club.
La multitud se separa para dejarnos pasar. A Ivan en realidad. Su
gran cuerpo se mueve a través de la multitud con propósito.
—Llamaré un taxi —dice Pandora.
—Las llevaré a casa.
Pandora intenta pelear con él, pero Ivan la desafía.
—Soy su guardaespaldas.
—No por mucho tiempo, no lo serás. Espera hasta que nuestra
madre descubra que intentas cogerte a mi hermana. Lo único que
estarás cuidando son tus bolas.
Ivan se encoge de hombros como si no le importara la seguridad de
sus bolas.
—Mi hermana mantendrá la boca cerrada. —Medio gruño a
Pandora. Sé que no va a ir con el chisme, pero todavía me mira ceñuda.
Claramente no está feliz con lo que está pasando.
Cuando llegamos afuera, se dirige al valet y le entregan sus llaves.
Mantiene su mano enlazada con la mía mientras caminamos hacia un
Porsche. Abre la puerta del lado del pasajero para mí y espera.
Miro a Pandora, que está de pie con las manos en las caderas.
—Me sentaré en tu regazo —le digo. Deja escapar un profundo
suspiro y se sube al auto. Me deslizo tras ella, sentándome torpemente
sobre sus piernas.
Ivan cierra la puerta y luego va al otro lado. Me muevo un poco
para que mi espalda esté más hacia la puerta.
Cuando Ivan entra, se acerca y tira del cinturón de seguridad sobre
mi hermana y yo, asegurándolo. Su mano se acerca para rozar mi
mejilla en una caricia suave antes de encender el auto y se alejarse de
la acera.
Conducimos en silencio por un momento antes que Pandora lo
rompa.
—A la mierda —dice finalmente, y pongo los ojos en blanco—. Solo
voy a decirlo.
Sí, como si alguna vez se mordiera la lengua cuando hay algo que
quiere decir.
—No eres bueno para ella. Sé que te das cuenta. Mírala. Ella es
dulce, tierna y toda esa mierda. Es como el maldito corazón de nuestra
familia. Demonios, apuesto a que incluso has matado gente antes. —
Espeta la última parte, y el aire en el auto se siente como si estuviera
vivo.
Veo pasar algo por el rostro de Ivan, y lo odio. Le doy un codazo a
Pandora, golpeándola en las costillas antes de poner mi mano sobre la
de Ivan, ignorando la cadena de maldiciones de Pandora. Mueve su
pulgar contra el mío mientras da la bienvenida a mi caricia. Sus ojos se
mantienen en el camino, pero Dios desearía poder verlos ahora mismo.
Me pregunto cuántas otras personas lo han juzgado demasiado rápido.
¿No ven al hombre debajo de todos los tatuajes y cicatrices?
—¿La escuchas? —le digo. Inclinándome más hacia él, digo—: Está
tratando de decirte todas las razones por las que no podemos estar
juntos. Pero no me importa ¿A ti? —Extiendo la mano, frotando la parte
posterior de mis dedos sobre la corta barba en su rostro. Sé que si
realmente queremos estar juntos, mi hermana será la menor de
nuestras batallas.
—Si me quieres, krasotu, siempre seré tuyo. —Lo dice de forma tan
simple, como si pudiera ser su dueña. Se apoya en mi mano.
—Te quiero —le digo—. Todo de ti. —Veo la tensión abandonar su
cuerpo. Le sonrío, y por primera vez en mi vida estoy enojada con mi
hermana.
—Entonces, ¿Taco Bell? —dice Pandora.
Aprieto los dientes.
—¿Tienes hambre? —pregunta Ivan, mirándome.
—Siempre tengo hambre —dice Pandora como si le estuviera
hablando a ella.
—¿Krasotu? —pregunta, ignorándola.
—Quiero ir a casa. Contigo —agregué la última parte porque no
quiero que haya confusión. Necesito estar a solas con él.
Pandora resopla, y el auto vuelve a quedar en silencio. Coloco mi
mano encima de la de Ivan mientras nos lleva a casa. Se detiene en la
puerta e ingresa código. Nos lleva al frente de la casa, salgo del y
Pandora me sigue.
—Ivan, voy a ir contigo —le digo mientras sale del auto. Agarro a
Pandora del brazo y la arrastro hacia el costado de la casa—. Solo
necesito un momento con mi hermana —le digo por encima del hombro.
Me detengo cuando llegamos a la ventana de su baño.
—Lo siento —dice antes que pueda gritarle—. Solo me preocupo
por ti. No te enojes conmigo. —Alza la mano y mete un mechón de
cabello detrás de mi oreja—. No peleemos. Creo que me equivoqué con
él —agrega, tomándome por sorpresa—. Lo observé cuando dije esas
cosas en el auto. Él es…
—No —la interrumpí. No quiero escuchar que está roto o lo que
sea. Eso lo arreglaremos Ivan y yo. Me siento tan protectora con él. No
quiero que nadie piense de forma negativa de él.
—Ya estás tan enamorada —dice, estudiando mi rostro—. Sé que
siempre bromeamos sobre cómo nos cuidas. Eres la tierna, pero nadie
se enoja tanto como tú cuando alguien persigue lo que amas. —Se
inclina y me besa en la mejilla—. Dormiré en tu cama esta noche, así
cuando mamá y papá lleguen a casa, pensarán que los dos estamos allí
—dice antes de abrir la ventana y deslizarse dentro—. Ten cuidado. No
quiero tener que matarlo —agrega mientras se sube y cierra la ventana.
Pienso en sus palabras, en lo enojada que estaba cuando hizo un
comentario que pensé que lastimaba a Ivan. Solo me hace creer aún
más que está destinado a ser mío.
No tengo que darme la vuelta para saber que está detrás de mí.
Tengo la sensación que siempre estará donde yo esté.
Ivan

—Me escabullía aquí cuando era más joven, pero solo había un
gimnasio en ese momento, por lo que no tenía mucho atractivo.
Penelope toma mi mano y me lleva por el pasillo hasta dónde está
mi habitación. Debería detenerla, llevarla de vuelta a la sala de estar,
pero a donde me guie la seguiré.
—Entonces, ¿cómo sabes dónde duermo? —pregunto mientras
cierro la puerta de la habitación detrás de nosotros.
—Proceso de eliminación. —Me mira por encima del hombro
mientras se quita los zapatos y se sube a la cama—. Hay dos pisos y
solo un dormitorio en este. Estarías aquí para estar cerca de la cocina o
cerca de mí.
—Por ti —lo admito, no soy tímido acerca de mis sentimientos por
ella—. No puedo pensar en nada más que en ti. Soy leal a tu familia, y
aunque esto puede convertirme en un enemigo para tus padres, supe
en el instante en que te vi que daría mi vida por la tuya.
—Creo que la gente podría llamar a esto amor a primera vista —
dice, moviéndose al medio de la cama.
Me acerco a la mesa auxiliar y enciendo el sonido envolvente. La
música suave llena la habitación desde los altavoces ocultos, y camino
de regreso a la cama.
—No me importa como los demás llamen esto. —Me quito los
zapatos y desabrocho mi camisa, abriendo el frente para que mi piel
pálida y mis tatuajes estén expuestos—. Sé que nunca antes había
experimentado el amor y que los sentimientos que tengo por ti son
diferentes a todo lo que sentí antes. Mi alma fue ligada a la tuya la
primera vez que nos tocamos. Si eso es amor, entonces te amo,
Penelope. Pero se siente como más que eso. Más que una palabra.
Se acuesta en la cama mientras subo sobre ella, sus manos
presionando mi pecho desnudo. Sus dedos se meten bajo la tela de mi
camisa y me recorren la espalda y vuelven a subir. Sus uñas marcan un
camino mientras se mueven.
—¿Me harás el amor? —Sus ojos suplican mientras sus manos se
mueven hacia mis hombros y mi cuello.
—Da. Pero primero te daré placer —respondo, inclinándome y
besándola suavemente.
Alza la mano, desatando la cinta en un lado de su vestido y
tirándolo hacia abajo. La ayudo a moverlo por su cuerpo hasta
desnudarla, dejándola con su sostén y sus bragas. No hay tiras en su
sujetador, así que estiro la mano para desabrochar lo que cubre sus
pechos.
Cuando están expuestos, coloco un beso entre ellos. Paso mi nariz
por la suave curva de sus senos y luego los beso suavemente antes de
tomar un pezón en mi boca. Lo chupo delicadamente, no queriendo
lastimarla. Mi único deseo es darle el mismo placer que ella ya me ha
dado. Los regalos de su amor y su cuerpo son más de lo que un hombre
como yo merece. Me pasaré la vida tratando de corregir el equilibrio, ya
que ella compensa más de lo que soy mil veces.
Tira de mi camisa, pidiendo más. Me quito la ropa, dejando solo mi
ropa interior, incapaz de negar cualquier demanda que haga.
—Dulce flor, ¿has tenido un hombre entre tus muslos antes? —
pregunto mientras beso sus pies y muevo mis manos hacia sus bragas.
—No. Todo lo que he hecho es besar.
Su sonrojo muestra su verdadera inocencia, y mi polla se vuelve
más dura. ¿Cómo puedo tomar tanta belleza para mí y no permitirle
otra cosa por el resto de su vida? Me digo a mí mismo que ningún
hombre la amará como yo. Ningún hombre hará realidad sus sueños
como yo puedo hacerlo. No querrá a nadie más después de haber
sentido el placer que le daré a su cuerpo.
—Y si hacemos el amor, ¿cuidarás a mi bebé dentro de tu útero? —
La beso justo debajo de su ombligo, donde están los bordes de sus
bragas. Miro sus ojos verdes mientras los deslizo sobre sus caderas,
revelando su coño intacto.
—Oh Dios —gime mientras mi boca se mueve más abajo, casi
hasta la hendidura de su dulzura—. Mmm, no uso anticonceptivos.
¿Puedes salirte?
—Da, mi dulce, krasotu. ¿Y dónde me dejarás derramar mi semilla?
—Suavemente abro sus piernas, abriendo sus labios y viendo su néctar.
—En cualquier lugar —gime mientras beso su lugar más íntimo.
Le hago el amor a su coño con mi boca, saboreando la fruta más
dulce que he comido. Sus jugos maduros gotean en mis labios, y los
bebo. Presiono dos dedos dentro de su canal apretado y siento la
presión de su inocencia tensándose contra ellos. Mi otra mano va
dentro de mi ropa interior a mi polla, frotándolo con promesas de lo que
está por venir. Es la única forma en que puedo encontrar alivio para el
dolor que se vuelve insoportable.
Cuando su cuerpo se tensa y sus piernas se vuelven inquietas, sé
que se está acercando a su punto máximo.
—Deja de resistirte, mi bella. No pelees con lo que le doy a tu
cuerpo.
Presiono mis dedos contra el lugar tierno dentro de ella, el lugar de
placer que será el mejor para ella. Luego, chupo su clítoris y espero a
que se rinda. Solo tengo que esperar un momento antes que ya no
pueda desafiar lo que le está sucediendo. Pero debido a la lucha, el
clímax es aún más dulce.
Su miel gotea en mi lengua, y gimo cuando lo hace. Sus gritos son
fuertes y su agarre sobre mí es apretado. Mi nombre en sus labios es
suficiente para mí. Podría parar ahora y abrazarla toda la noche con eso
como mi único placer. Mi krasotu diciendo mi nombre mientras su
orgasmo se envuelve alrededor de su cuerpo es mi visión del cielo. Me lo
ha dado sin inhibición, y siempre seré cambiado por eso.
Descanso el lado de mi mejilla en su muslo y cierro los ojos. Quiero
tener en mi mente el recuerdo de esto, de modo que cuando tenga cien
años, esto sea igual de perfecto.
—Mierda —exclama Penelope, y abro los ojos para verla sonriendo.
—¿Lo disfrutaste? —pregunto mientras lamo mis dedos y me
muevo por su cuerpo.
—Vaya. —Cierra los ojos y suelta una pequeña carcajada—.
¿Puedes hacer eso de nuevo?
—Las veces que quieras, mi krasotu. —Envuelvo mis brazos
alrededor de ella y la beso suavemente.
Pero ella lo profundiza. Su lengua se encuentra con la mía, y el
sabor de su coño es cálido y dulce entre nosotros. Hay urgencia por
parte de ella, pero no quiero apresurarme en este momento.
—Tenemos todo el tiempo del mundo —susurro contra sus labios y
froto mi nariz contra la de ella—. No me apresures.
Estirando mi mano hacia abajo, me quito la ropa interior y luego
paso la longitud de mi polla contra su humedad. No empujo adentro,
simplemente me froto perezosamente en su miel.
—Te sientes grande —dice, con los ojos abiertos por la
incertidumbre y la emoción.
—Encajaremos, mi amor. Tu cuerpo es pequeño, pero seré gentil.
—Te amo, Ivan. —Toca mi mejilla y me sonríe tan dulcemente.
—Mi corazón está en tus manos, krasotu.
Presiono la cabeza de mi polla en su abertura y empujo
lentamente. Su calidez me abraza, envolviendo la gran punta. Cuando
la siento tensa, paso mi mano por su pecho y duros pezones. La beso
profundamente otra vez, dejándola relajarse mientras me hundo aún
más.
No se tensa de nuevo, pero tener mi polla dentro es nuevo y
extraño para ella. Su coño se está ajustando, y trato de hacerlo
agradable mientras aprende cómo me siento cuando hacemos el amor.
Dejo que su coño suave memorice cada una de las creastas para
que la próxima vez me dé la bienvenida a casa. Al igual que el amado
hombre leal a sus pies, esperaré su llamada.
Cuando el beso es tan abrumador que necesita recuperar el
aliento, muevo mis labios hacia su cuello y empiezo a moverme.
Entierro mi rostro allí mientras le doy largos y lentos empujes con mi
polla.
—Ivan —susurra, y es casi mi perdición.
Empujo más fuerte, dejándola sentir mi fuerza. En este momento,
estoy poseyendo no solo su cuerpo sino también su espíritu. Hay un
poder que se mueve entre nosotros, y su alma ahora me pertenece.
—Dulce krasotu, eres mi amor. —La beso ferozmente. Mi propiedad
sobre ella no debe tomarse a la ligera. Es mi voto solemne ser su
soldado. El caballero de brillante armadura con el que su pequeño
corazón siempre soñó.
Muevo una mano hacia su coño para provocar su pequeño capullo.
Me llevo el pulgar a la boca y lo lamo, luego lo vuelvo a colocar donde
más lo necesita. Quiero el sabor de su inocencia en mi boca mientras
llega al clímax para mí.
Veo el rubor florecer en su pecho y levanto su cuello. Sus ojos se
cierran fuertemente y su cabeza se inclina hacia atrás cuando una vez
más deja de pelear. Cede a mi regalo y cae al borde del paraíso. Una
capa de sudor humedece su piel, y estamos resbaladizos. Su orgasmo
es la cosa más hermosa que jamás haya visto, tan desenfrenada y pura.
No hay nada que contenga cuando se permite este momento.
Se necesita toda la fuerza que no tengo para derramar mi semilla
dentro de su calor. Hubiera sido tan fácil, pero siempre haré lo que mi
krasotu me pida.
Sacando mi polla cubierta de crema, me levanto y la acaricio
mientras miro su desnudez. Su piel perfecta, rosada de placer, sus
pechos redondos con pezones duros que piden más atención.
Sus ojos se abren mientras me mira, y luego lleva su mano a la
mía. Sus suaves dedos se entrelazan con los míos, y juntos acariciamos
mi polla. Se lame los labios, y quiero venirme sobre ellos, cubriendo los
pétalos hinchados con mi semilla.
Pero la visión de ella sobre su espalda, las piernas abiertas y
extendidas para mí es demasiado. En lugar de eso, elijo marcar su
cuerpo, dejándola ver como llego a mi clímax sobre ella.
Me masturba hasta mi orgasmo, y gruesos brotes de mi amor por
ella aterrizan en su piel pálida. Veo como cada palpitación trae más, y
estiro mi mano, frotándolo. Los metros de perfección sin marcar ahora
muestran con orgullo que son de mi propiedad. Nunca ha habido un
momento en que haya sentido una devoción tan completa.
Casi me desplomo sobre ella y siento que el calor se extiende entre
nosotros. Siento como si mi mundo entero estuviera en mis brazos.
—No creo que pueda respirar —dice, y me abraza más fuerte.
—El amor es pesado entre nosotros. Pero no te preocupes, mi dulce
bella. Lo cargaré por los dos.
Penelope

Estoy de espaldas en el centro de la cama de Ivan, todavía desnuda


después de hacer el amor. Todo mi cuerpo se siente como si aún
estuviera hormigueando. Su rostro descansa sobre mi vientre mientras
sus brazos me envuelven tan fuertemente que estoy un poco
sorprendida de poder respirar. Su agarre sobre mí es apretado, pero me
encanta.
Paso mis dedos por su cabello corto, mirando su espalda y los
tatuajes allí. Me pregunto qué quieren decir algunos de ellos. Solo
conozco algunas palabras rusas basadas en la poca lectura que he
hecho.
—Ivan, ¿tienes una familia en casa?
—Solo estás tú, krasotu —dice antes que sus labios rocen mi
estómago. La barba incipiente en su rostro roza mi piel—. Eres tan
suave —dice antes de besarme de nuevo. No puede dejar de tocarme.
Cada caricia persiste como si no quisiera dejarme ir, como si fuera lo
más precioso que alguna vez ha tenido.
Siempre me he sentido amada por mi familia. Su amor por mí
nunca ha estado en duda. Pero siempre he sido yo quien cuida de
todos. Incluso si nunca me lo pedían, así es como soy. No puedo
evitarlo, y sé que lo aprecian. Con Ivan, siento que cuidarlo sería tan
diferente.
Sus palabras son dulces y me hacen querer sonreír y llorar por él.
No tiene a nadie. Me hace apreciar a mi familia aún más. No podría
imaginar mi vida sin ellos. Trato de imaginar crecer sola y no es posible.
Tal vez es por eso que me rechazó ayer. No está acostumbrado a tener a
alguien. No sabe cómo lidiar con eso. Y creo que eso le está pasando
ahora, si el agarre que tiene sobre mí ahora dice algo.
—Ivan. —Me muevo un poco debajo de él. Sus ojos oscuros se
encuentran con los míos. Levanta su cabeza de mi estómago cuando ve
las lágrimas en mis ojos.
—¿Por qué lloras? —Su expresión se llena de preocupación
mientras se inclina sobre mí. Sus ojos buscan en mi rostro, y la tensión
llena sus músculos ante mi angustia—. ¿Te lastimé?
—Lloro por ti —le digo, alzando la mano para tocar su rostro
mientras pienso en este hombre solo y en cómo nunca más volverá a
estar solo.
—No estés triste por mí. —Una sonrisa ilumina su rostro—. Hoy es
el día más feliz de mi vida. —Se inclina y toma mi boca en un beso
lento, profundo y hambriento. Intento envolver mis piernas alrededor de
él, pero el hombre es demasiado grande. Me muevo debajo de él, todavía
sintiendo nuestra pasión de antes. Su dureza se frota contra mí,
haciéndome gemir en su boca. No sabía que algo así podría ser real. Los
sentimientos que estoy teniendo son tan abrumadores. Creo que me
encantará estar enamorada.
Retrocede.
—Deberías descansar —me dice. No quiero descansar Demasiado
pronto el sol saldrá y tendré que volver a mi propia habitación—. ¿Estas
adolorida?
—Estoy bien —lo admito. Solo me queda una punzada de dolor,
pero la aguantaría por hacerle el amor otra vez—. No quiero que esta
noche termine. No quiero volver a mi habitación.
—No tienes que hacer nada que no quieras. —Sus palabras son tan
fáciles, como si no tuviéramos que lidiar con mis padres. Aparta
algunos rizos de mi rostro.
—Mis padres, ellos…
—Eres una adulta. Si quieres quedarte a mi lado, haré que así sea.
—Se inclina, enterrando su rostro en mi pelo y mi cuello, rodando un
poco hacia un lado y envolviéndome fuertemente mientras nuestros
brazos y piernas se enredan juntos. Está demostrando su punto de que
no iré a ningún lado—. ¿Quieres quedarte conmigo, da? —Lo siento
tenso ante su propia pregunta.
—Para siempre —le digo.
Murmura algo en ruso, pero no lo entiendo.
—Seré bueno contigo siempre, lo prometo. Si me das tu corazón te
juro que será el objetivo de mi vida hacerte feliz.
—¿Qué hay de ti? ¿No debería ser el objetivo de mi vida hacerte
feliz también?
—Krasotu. —Acerca sus labios a mi cuello y me besa—. Si te tengo
a ti, siempre seré feliz. Pero creo que también fallas en ver que todo lo
que intentas hacer es hacer felices a todos. Eres un ángel.
—Eres tan dulce. —Me giro de lado, queriendo mirarlo. Llevo mi
mano a su rostro. Tal vez estoy tan necesitada de tocarlo como él lo está
de mí—. Ivan, ¿me contarás cosas sobre ti? Realmente no sabemos
mucho el uno del otro —lo admito.
—Se todo sobre ti.
—Estoy segura. —Ni siquiera pregunto. Mis padres probablemente
le contaron sobre mí cuando fue asignado para protegerme. Desliza una
de sus manos a mi cadera y me acaricia perezosamente de un lado a
otro—. Dime —presiono.
—Te diré cualquier cosa que preguntes, mi krasotu, pero mi vida
no es bonita y agradable. Está sucia, y no deseo ensuciar tu mente con
tales cosas.
—¿Es por eso que me alejaste ayer? Eso… —Mis palabras se
silencian. Dios, eso duele mucho. No sabía que algo podría doler así.
—Eres demasiado buena para mí. Me preocupa que… —Rompe el
contacto visual por un segundo, como si tratara de expresar bien sus
palabras—. Te diré todo si quieres quedarte conmigo. Haré que suceda
Temía que dejar que te acercaras más a mí, me arrastrara hacia ti y que
tal vez si alguna vez no querías estar a mi lado, no te permitiera ir.
—Tal vez no quiero que me dejes ir —confieso. Algo sobre sus
oscuras palabras me calienta. Me gusta. Sé que no debería. Deberían
asustarme, pero eso es lo último que siento. Sus ojos parecen
oscurecerse ante mis palabras.
—No te muevas —me dice, deslizándose de la cama. Me incorporo y
lo miro acercarse a una cómoda. Abre el cajón superior y saca algo,
luego vuelve a la cama. Me siento, sin preocuparme por mi desnudez
con él. En todo caso, me hizo sentir aún más bella con la forma en que
adora mi cuerpo.
Desliza un collar sobre mi cabeza y lo deja caer alrededor de mi
cuello. La cadena es simple, como una que usan en el ejército para las
placas de identificación, pero en la cadena hay un anillo negro grueso.
—¿Dijiste que podía rastrearte, da? —dice.
Recojo el anillo y lo miro. La banda es de metal negro, pero lisa y
gruesa. Me encojo de hombros.
—No me importa —le digo.
Observo el alivio en su rostro.
—Si te hace sentir… —Me interrumpe cuando su boca toma la mía
en un beso. Estoy sobre mi espalda con él sobre mí una vez más.
Retrocede.
—Lo hice yo mismo, pero te haré uno mejor tan pronto como tenga
el tiempo.
—Este es perfecto —le digo. Este es el que me puso. Es el que
quiero ponerme.
—Net, krasotu, tú eres perfecta.
Ivan

—Quiero hablar contigo —digo, golpeando ligeramente la puerta de


la oficina.
Paige levanta la vista de su computadora y asiente.
—Me he preguntado cuándo tendríamos esta conversación.
Sus ojos conocedores escanean el área detrás de mí, pero niego y
cierro la puerta.
—Quería hablar contigo a solas.
—Supongo que Penny no sabe que estás hablando conmigo.
—Una madre no pasa nada por alto, ¿verdad? —le digo,
sentándome frente a ella.
—Yo no. Y no cuando se trata de mis bebés.
—Amo a Penelope y quiero casarme con ella. Tú y yo tenemos una
larga historia, y no quiero ver eso roto. Así que vine a ti ahora.
Entorna los ojos y se cruza de brazos.
—Vienes a mí después del hecho, Ivan. Todos sabíamos cuándo la
viste lo que estaba sucediendo.
Paige se pone de pie y camina hacia la ventana. Mira hacia el
jardín que separa la casa de huéspedes de esta. Está callada por tanto
tiempo que no sé si va a hablar de nuevo. Pero espero, y finalmente
suspira.
—Eres igual que él. —Se gira para mirarme por encima del hombro
y luego vuelve su atención a la ventana—. El capitán siempre tenía una
cara bonita detrás de la que podía esconderse. Su verdadera oscuridad
estaba oculta. Pero tú, Ivan, la tuya está en exhibición para que el
mundo la vea.
Se acerca a la foto familiar en la pared y la mira sonriendo.
—Él nació en Rusia. ¿Sabías? Creo que si no hubiera sido
adoptado, podría haber ido fácilmente por el mismo camino que tú.
Permanezco en silencio, queriendo que Paige hable, necesitando
escuchar sus palabras antes de tratar de convencerla que soy lo
suficientemente bueno para su hija. Cuando sus ojos se vuelven hacia
mí otra vez, veo una protección feroz allí, una madre que cuida a su
pequeña.
—Si no confiara en ti, nunca habrías sido su guardaespaldas para
empezar. Es porque sé que en el fondo eres tan bueno como ella. Pero
ella es la luz de nuestras vidas. Penelope es diferente que el resto de
nosotros. Pandora es como el Capitán y yo. Ella es fuerte y nunca me
preocupo por ella. Penelope siempre ha tenido un corazón suave.
—Da. Es demasiado buena para mí —estoy de acuerdo.
—Penelope es el tipo de mujer que necesitará a alguien con
hombros lo suficientemente grandes como para cargarla. Un hombre
con la fuerza suficiente para apoyarla a ella y a su familia.
Asiento, cómodo sabiendo que soy ese hombre. Me colocaron en
esta tierra para hacer exactamente lo que Paige me está pidiendo:
mantenerla a salvo y proteger su pureza de corazón.
—¿Alguna vez la dejarás ir?
—Nunca —respondo bruscamente.
—Quería algo mejor para mis hijas. Me aseguré de que tuvieran
una infancia mejor, una vida mejor, todo mejor de lo que tuve. Pero
nunca imaginé un amor mejor que el que tengo con el Capitán. Porque
no hay nada más que lo que tengo con él. Lo que compartimos, lo que
hemos hecho es lo único que siempre he querido para mis chicas.
—Tienes razón —le dije, enderezándome—. Los veo a los dos, y no
hay duda que lo que tienes con tu esposo es raro. Son almas gemelas
viviendo lado a lado. Y es lo que tengo con Penelope.
Paige me mira y asiente.
—La amo y la amaré hasta el final de esta vida y las miles que la
siguen. —Me levanto y camino hacia Paige—. Me gustaría tu bendición
y la de Ryan para casarme con Penelope. Nos honraría a nosotros y a
nuestro amor.
—Déjame hablar con él. No lo va a tomar bien. —Se ríe y cierra los
ojos, negando. Pero tienes mi bendición, Ivan. Sabía que estaba loca por
ti desde el principio. Y no puedo decir que no haya heredado eso de mí.
Paige se encoge de hombros y mira hacia atrás a la foto de la
familia.
—Solo hazme un favor, ¿de acuerdo?
—Cualquier cosa —le digo, prestando atención.
—Prométeme que no la vas a alejar de nosotros.
Hay un dolor en mi corazón por sus palabras.
—La razón por la que amo a Penelope es porque es el sol de la
tarde y la primera flor de la primavera. Huele a galletas calientes y se
ríe como un ángel. Nunca haría nada para detener eso. No quiero
ponerla en una caja y sellarla. Su familia es importante para ella, por lo
que es importante para mí.
Paige asiente, y puedo ver un poco de alivio en sus ojos.
—Nunca la alejaré de ninguno de ustedes. Solo deseo ser parte de
lo que han construido.
Paige extiende la mano y me aprieta el hombro, y si no me
equivoco, hay pequeñas lágrimas en sus ojos.
—Conozco muy bien esa sensación.
Unas horas más tarde, cuando regreso a la casa de huéspedes y
vuelvo a la cama, mi krasotu aún está durmiendo. Me quedo allí
mirando la luz del sol que se extiende por su hombro. Las sábanas
están alrededor de su cintura, y su pálida piel brilla. Las horas pasan, y
nunca aparto mis ojos de ella. Podría pasar el resto de la eternidad así y
morir como un hombre feliz.
Cuando abre los ojos y me sonríe, la luz se refleja el diamante en
su dedo, haciendo que prismas de arco iris bailen por la habitación.
Lo compré después de hablar con Paige. El diamante rosa de cinco
quilates de corte princesa está rodeado por pequeños diamantes en una
banda de platino. Mi krasotu merece un anillo tan hermoso como ella, y
siempre será mi amor.
—Ivan —dice, mirándolo en estado de conmoción.
—¿Te casarías conmigo?
—¡Sí! —grita, lanzándose hacia mí. Se ríe de emoción y sube por mi
cuerpo, envolviendo sus piernas y brazos a mi alrededor lo más fuerte
posible.
Me río con ella y froto mis manos por su espalda. Permanecemos
así durante mucho tiempo, pero no podemos permanecer en nuestra
burbuja para siempre.
—Pandora —dice, mirándome a los ojos.
Asiento en comprensión. Necesita hablar con su gemela.
Penelope

Me deslizo en mi habitación para ver a Pandora aún dormida en mi


cama. El fin de semana podría dormir para siempre si la dejábamos.
Normalmente, su estómago gruñendo es lo único que la motiva a
levantarse. Arrastrándome sobre la cama, me acuesto a su lado y paso
mi dedo por su nariz. Su rostro se arruga y me da palmadas en la
mano, haciéndome reír.
Sabía que Pandora era la primera persona que quería contarle. Sé
que tendré que enfrentar a mi mamá y a mi papá lo suficientemente
pronto. Pandora y yo compartimos todo, y espero que esté feliz por mí.
Quiero que esté emocionada conmigo. Paso mi dedo por su nariz otra
vez.
—Será mejor que tengas comida —refunfuña, golpeando mi mano
de nuevo. Sus ojos se abren cuando su mano hace contacto con mi
anillo. Toma mi mano, mirando la gigantesca roca que Ivan me puso.
—¿Nunca pierdes el tiempo, Penny? —Escuché la risa en su voz.
La pequeña tensión que ni siquiera sabía que estaba cargando se
derrite—. Es hermoso.
—Gracias —le digo, sintiéndome un poco ahogada ahora—. Sé que
algunos dirán que es rápido.
—Rápido es decir poco. —Se ríe—. Parece ser la forma en que
funciona esta familia.
Ambas sonreímos por eso. Papá siempre habla de cómo se
enamoró de mamá después de solo una mirada. Sabía desde el
momento en que la vio que ella sería su vida. Luego hizo todo para
hacerla suya.
—Sabía que llegaría el día en que tendríamos que separarnos la
una de la otra. Pero pensé que todavía teníamos más tiempo.
La miro fijamente, pensando en que ya no se metería en mi cama
todas las noches. No sé por qué no lo pensé antes. Las cosas cambiarán
entre nosotras.
—Ahh, Penny, no llores. Todo lo que digo es que te voy a extrañar.
Pero es hora de un nuevo capítulo en nuestras vidas. Me alegra que
tengas a alguien contigo en tu nuevo capítulo.
—¿Que pasa contigo? ¿Quieres a alguien? —pregunto.
Algo destella en su rostro antes de desaparecer rápidamente.
—El hecho que estés enamorada no significa que debas imponerlo
en mí. Creo que imitaré a Henry y haré lo de no tener citas.
Pongo los ojos en blanco ante la mención de nuestro primo. Henry
se niega a tener citas. Dijo que no quería terminar loco de amor como
sus propios padres. Nuestros dos padres parecen tener tendencias de
acosador cuando se trata de sus esposas. Henry está aterrorizado de
que se le contagie.
—¿Les contarás a mamá y papá?
La bola de tensión en mi estómago ha regresado de repente. Se
pasa las manos por el rostro y ahora puedo ver que también está
preocupada. Siempre me enfermo cuando pienso en mis padres
enojados conmigo. Pandora siempre fue rápida para aceptar las
consecuencias de los problemas en que nos metíamos de niñas. Pero
esta vez, estoy sola. Y necesito su apoyo.
—¿Qué tal si les digo que estoy embarazada? Cuando empiecen a
enloquecer, simplemente diremos que estamos bromeando y que Penny
se casará con el hombre que parece que asesina gente para el
desayuno. —Le doy un golpe en el brazo, y luego dice—. Espera, no
estás embarazada, ¿o sí?
Pongo los ojos en blanco porque está loca, ¿cómo podría estar
embarazada? Pero entonces me mira con los ojos entrecerrados.
—Muy bien. Vamos a arrancar la curita antes que te pongas
enferma de preocupación por eso. Entonces puedes prepararme el
desayuno. —agrega la última parte cuando nos levantamos de la cama.
Pandora toma mi mano.
—Si ese hombre está roto, nadie podrá sanarlo como tú.
Sus palabras me toman por sorpresa, y le aprieto la mano.
—Gracias.
Cuando entramos a la cocina, Pandora y yo nos congelamos. Mi
papá está mirando a Ivan, y mi mamá está de pie entre ellos. Ivan no se
mueve. La expresión de su rostro es ilegible, pero sé sin lugar a dudas
que mis padres ahora son conscientes de nuestra relación. Puedo sentir
la tensión en la habitación.
Después de un tiempo, los ojos de Ivan se centran en los míos, y
miro cómo todo su rostro se suaviza.
Mamá nos mira a Pandora y a mí, y papá sigue su línea de visión.
Su atención va directamente a mi dedo. No hago ningún movimiento
para cubrir el anillo.
—Penelope —dice mi padre, y me pongo firme.
—Cuida tu tono —dice Ivan.
—Oh, mierda —murmura Pandora a mi lado. Nadie corrige a papá.
Bueno, nadie excepto mamá.
La atención de papá vuelve a centrarse en Ivan, quien todavía me
está mirando como si no acabara de provocar a un oso enfurecido.
Entonces noto que ambos tienen la misma altura. Sería un
enfrentamiento casi parejo, en cuanto al tamaño.
—¿Tienes hambre, krasotu? —pregunta Ivan, como si la habitación
no estuviera a punto de explotar por la tensión.
—¿Tienes comida? —pregunta Pandora, y le golpeo el brazo.
Entonces oigo a mi madre resoplar.
—No me digas cómo hablar con mi hija —dice mi padre, ignorando
a todos menos a Ivan.
—Krasotu es preciosa. Nadie hablará con ella de una manera que
no sea cortés.
—Está bien, veo por qué te enamoraste de él tan rápido. Te
consigue comida y dice cosas así.
Tengo que morderme el labio para no sonreír ante las palabras de
Pandora.
Mi padre respira profundamente como si quisiera controlarse.
—Sé que es preciosa. —Mi papá me mira mientras mi madre se
mueve junto a él. Estoy un poco sorprendida de lo tranquila y bien
que parece con todo esto. Pero ella ya podría haberlo sabido. Lo sabe
todo.
Mi papá instintivamente la rodea con un brazo.
—¿Es esto lo que quieres? —me pregunta.
—Lo amo —lo admito.
—Por supuesto que sí. —Deja escapar una profunda respiración—.
Está bien.
—¿Está bien? —decimos Pandora y yo al unísono.
—Penny. —Papá dice mi nombre mucho más suave esta vez—. Es
difícil asimilar todo esto. Eres mi niña. Amas con todo tu corazón, y no
quiero verte lastimada.
—Nunca lastimaría a Penelope. —Ivan se me acerca, me rodea el
hombro con un brazo y los ojos de papá se entrecierran por un
momento.
—Será mejor que sea así, Ivan, pero aún vamos a tener una charla
sobre esto.
Le sonrío a Ivan. Papá acaba de dar su aprobación de una manera
indirecta. Siento que un peso ha sido levantado de mi pecho. Ni siquiera
sé por qué estaba tan preocupada. Sé que al final del día mi familia
nunca se interpondrá en mi felicidad. Tal vez es por eso que quiero que
les guste. Quiero que Ivan sea parte de esta familia. Quiero que sepa lo
maravilloso que es tener una familia.
—Da, después que coma mi krasotu.
—Haré el desayuno —anuncio.
—Gracias a Dios —dice Pandora, caminando hacia la barra del
desayuno y sentándose.
Ivan se inclina y me besa en la parte superior de la cabeza antes de
dejarme ir. Me acerco a mi mamá y papá.
—¿Quieren algo, también?
Mi padre ignora mi pregunta, atrayéndome hacia ellos mientras
ambos envuelven sus brazos alrededor de mí en un fuerte abrazo.
—Te amo —dice mi papá.
—Déjame ver el anillo -exige mamá—. Parece que alguien quiere
asegurarse que todos, dentro de un kilómetro, sepan que te han
tomado.
Siento que me sonrojo un poco cuando me sonríe.
—Me voy a morir de hambre —se queja Pandora, y pongo los ojos
en blanco.
Ivan toma asiento en la barra de desayuno mientras empiezo a
cocinar. Me mira todo el tiempo.
Le llevo un café y lo dejo frente a él. Sostiene mi mano y pasa su
pulgar sobre mis nudillos.
—Te amo, krasotu —dice, acercando mi mano a su boca y
besándola.
—Yo también te amo —respondo, viendo una sonrisa en sus labios.
Todo su rostro cambia mucho cuando sonríe.
—Hablemos de esa boda. —Escucho decir a mi madre. La miro y
está sonriendo. Mi papá está mirando la mano de Ivan que sostiene la
mía.
Pandora deja escapar un sonido como si estuviera muriendo, y su
cabeza cae sobre la encimera.
—¡Dios mío, me va a hacer usar un vestido!
—¡Dios mío, tengo que planear una boda! —Grito de emoción.
—Esto va a ser un infierno —gruñe Pandora, pero cuando levanta
la cabeza para mirarme, está sonriendo.
Luego miro alrededor de la habitación y noto que todos están
sonriendo.
Siento que me empiezo a romper por la cantidad de felicidad que
fluye a través de mí. Es abrumador tener tanto amor en una habitación,
pero no lo quisiera de otra manera. Sé que a partir de hoy, mi familia
está creciendo. No solo al agregar a Ivan, sino en nuestros corazones.
Y ahora comienza el próximo capítulo.
Penelope

Unos meses más tarde

—Krasotu —gime Ivan en mi cuello cuando ambos nos venimos. Su


cálida liberación me llena, y lo agarro más fuerte, deseando quedarme
en el momento. Perdida en él—. Lo siento, krasotu. Mi control no es tan
fuerte después de lo de anoche.
Mis ojos se abren perezosamente ante sus palabras. Sus oscuros
ojos se encuentran con los míos. Se inclina, tomando mi boca en un
suave beso. Cuando se aparta, sonrío porque lo manché de lápiz labial.
Probablemente debería decírselo, pero me gusta la idea de dejarle una
marca.
—Yo también te extrañé, y nunca lo lamentes —le digo.
Pandora y mamá me hicieron una fiesta de pijamas anoche,
diciendo que se supone que la novia no debe estar con el novio la noche
antes de la boda. Ivan y yo aceptamos a regañadientes, pero me alegré
de haberlo hecho. Pasar mi última noche soltera con mi hermana y mi
madre fue un recuerdo que siempre apreciaría.
Aunque no creo que Ivan lo haga, y tengo la sensación que había
estado esperando un momento para atacarme. Este ha sido el único
momento en que hemos estado solos en las últimas veinticuatro horas.
Salió de la nada para levantar mi vestido y acorralarme en la pared más
cercana. Sabía que había estado mirando y esperando. Eso me hizo
sonreír aún más.
—¿Qué diablos? —Escucho a Pandora gritar mientras intenta abrir
la puerta de mi habitación—. ¡Ivan será mejor que no estés allí! —grita.
Tengo que contener una risita, e incluso Ivan sonríe.
Se ha ido acercando cada vez más a mi familia. Me ha estado
dando más de sí mismo y diciéndome cosas sobre su vida en Rusia. Me
encanta que sea una parte tan importante de esta familia como el resto
de nosotros, y sé que también le gusta. Pandora siempre lo está
interrogando y haciendo bromas. Al principio solía ponerme un poco
enojada, pensando que estaba siendo un poco cruel con él. Pero luego
me di cuenta que hace lo mismo con Henry, y sé que esa es su manera
de aceptarlo como uno de nosotros. Incluso atrapé a Ivan riéndose con
ella cuando lo hacía. También puede devolvérselas muy bien.
—Mi krasotu está aquí, así que por supuesto que estoy aquí —grita
a través de la puerta. La está molestando y pongo los ojos en blanco.
—Bájame —le susurro. Deja escapar un profundo suspiro,
claramente no le gusta la idea—. Mientras más pronto esté lista, más
pronto te perteneceré para siempre —le recuerdo.
—Ya me perteneces. Y yo te pertenezco a ti —agrega, haciéndome
sonreír.
—Y más pronto podremos partir en nuestra luna de miel, donde
estaremos tú y yo solos por tres semanas enteras.
—Abre esta puerta —gruñe Pandora, tirando de la manija.
Ivan se retira, su polla se desliza libre y me hace gemir. Sus ojos se
oscurecen, y sé que quiere tomarme otra vez. Siento que su liberación
comienza a correr por mis muslos cuando me pone de pie. La vista
atrapa su atención, y trata de agarrarme de nuevo. Tengo que alejarme
antes de quedar atrapada contra la pared nuevamente. Mi vestido se
cae y me cubre nuevamente.
Ivan acomoda su ropa mientras abro la puerta. Pandora entra
corriendo, su pelo rojo es un desastre salvaje. Mira a Ivan por un
momento antes de mirarme.
—Has estropeado tu maquillaje.
—Se ve perfecta. —Ivan intenta corregirla.
—¿Desde cuándo te importa el maquillaje? —pregunto. Es curioso
lo mucho que Pandora ha estado involucrada en esta boda. Ha estado
corriendo por todos lados dando órdenes a la gente, asegurándose que
todo se haga. En su defensa, no soy tan buena para gritar a las
personas como ella.
Ya me enojé por las invitaciones, porque se imprimieron mal. Traté
de decirle algo a la compañía que las hizo, pero me ignoraron. Se lo
conté a Pandora porque sabía que si le decía a Ivan probablemente
quemaría su edificio. Parecía lo más seguro, pero después de eso se hizo
cargo. Claramente no le gustaba la idea de que alguien me tratara mal.
—¿Desde que necesitabas tener tres vestidos para el día de tu
boda? —Me devuelve la mirada, sin siquiera responder a mi pregunta.
—¡Los necesitaba! —respondo. Mi vestido de novia, mi vestido para
después de la ceremonia, luego el vestido en el que me iré. Esto me
parece completamente razonable—. También tienes un cambio de
atuendo —le digo de manera acusadora.
—Porque no estoy usando un vestido todo el día. —Mira a Ivan.
Probablemente se esté preguntando qué es lo que sigue haciendo aquí—
. ¿No deberías estás preparándote?
Simplemente se encoge de hombros. No se irá hasta que diga algo.
—Bien, bien. Nos organizaremos —le digo, volviéndome hacia Ivan.
Se inclina, dándome un beso—. Te veré pronto, mi muzh —le digo,
llamándolo “esposo” en ruso. En los últimos meses he aprendido un
montón de eso.
Me toma el rostro, besando la punta de mi nariz antes de darse la
vuelta para irse.
Después miro a Pandora, que tiene una mirada melancólica en su
rostro. La mirada me toma por sorpresa, y me pregunto si toda su
charla sobre no querer a un hombre es una mierda.
Ambas empezaremos la universidad pronto. Será la primera vez
que estamos realmente separadas. Se mudará a la ciudad para ir a la
universidad, y me quedaré aquí y tomaré algunas clases en línea. Mi tía
Mallory me ha estado empujando hacia la contabilidad, y estoy
empezando a pensar que eso es lo que quiero hacer.
Creo que Ivan está haciendo un negocio con sus dispositivos de
rastreo. Siempre tiene buenas ideas sobre qué hacer. Tal vez podría
ayudar en el aspecto comercial de eso. Mamá y papá ya lo tienen
haciendo cosas para ellos por trabajo.
—Ese hombre te ama. Me siento como una imbécil porque alguna
vez intenté meterme entre ustedes —dice finalmente Pandora.
Me acerco a ella y le agarro la mano.
—Entonces, prométeme algo.
—Cualquier cosa —responde al instante.
—Que cuando llega el día y te enamores, no te interpondrás en tu
propio camino.
Me mira por un momento como si lo estuviera pensando.
—Está bien, lo prometo —dice después de un segundo—. No es que
crea que ese día llegará jamás —agrega, y niego—. Está bien, suficiente
sobre mí. Necesitamos seguir con esto para que papá pueda guiarte por
el pasillo. Mamá y yo tenemos apuestas sobre cuánto tiempo le tomará
soltarte cuando lleguen al altar. —Se inclina más cerca—. Aposte por
diez segundos, así que hazle un favor a tu hermana.
Me río.
—De verdad, sin embargo, hagamos esto. No sé cuánto tiempo más
papá puede detener a Ivan. El hombre ya se le escapó una vez.
Eso me hace sonreír aún más porque me encanta la idea que papá
e Ivan estén juntos. Se han vuelto cercanos, mi padre lo trata a veces
como su propio hijo. Dios, mi familia no podría ser más perfecta.
Siempre dicen que soy el corazón de esta familia, pero en verdad, todos
juntos lo hacemos latir.
Ivan

Diez años después…

Penelope entra corriendo a la habitación y salta a mis brazos. Me


río mientras beso sus labios y la llevo a nuestra habitación.
—¿Eres feliz, krasotu?
—Más feliz de lo que alguna vez haya soñado.
—¿Estás contenta porque nuestros hijos se van a quedar al lado a
pasar la noche? —Le sonrío y froto la corta barba de mi barbilla contra
su cuello.
Se ríe y luego resopla mientras la dejo caer en la cama.
Estoy sobre ella, mirando a mi bella. Los años han sido un regalo
para ella, porque es más bella cada día que pasa. La forma en que su
vientre se ha redondeado y la forma en que sus caderas se han
ensanchado… No hay nada más impresionante que ver a mi esposa
rodeada de nuestros pequeños bebés. Hemos tenido dos, y ella dice que
no más. Dice que hemos sido bendecidos con un niño y una niña, y que
hemos tenido suerte.
Yo soy el afortunado. Que Penelope me eligiera como su pareja,
como su amante, por el resto de nuestros días es el sueño hecho
realidad.
Hemos formado una familia, una vida más preciosa de lo que
podría haber imaginado. Después de casarnos, pidió vivir cerca de su
familia, así que, naturalmente, le construí un hogar al lado de ellos.
Siempre le daré a mi krasotu lo que desee.
Ahora Pandora y su familia viven del otro lado de nosotros. Somos
un gran complejo de bebés y niñeras. Penelope ama nada más que
cuidarnos a todos y rápidamente decidió convertirse en una ama de
casa. La gente bromea y dice que tenemos un pueblo, pero no veo esto
como algo malo. Somos una familia, y eso es algo que nunca me atreví a
esperar. Pero a medida que pasan los años, Penelope me ha hecho
entender que es bueno tener esperanza.
—Estoy feliz de tenerte a solas por la noche. Aunque solo sea por
unas horas antes que los niños intenten volver aquí.
Le quito el vestido y las sandalias, besando sus pies. Mi boca se
mueve más alto cuando sus piernas se abren para mí.
—¿Deseas mis besos? —pregunto, mirando los ojos verdes que
poseen mi corazón.
—Sabes que sí. —Me guiña un ojo, levantando las caderas en señal
de invitación.
—Entonces lo tendrás todo.
Muevo mi boca entre sus piernas y beso su dulce néctar hasta que
llega al clímax. Hemos estado juntos durante diez años, y mientras me
hundo en ella, pienso en que siempre es especial. Cada vez que nos
conectamos, hay amor, amor en nuestros cuerpos, amor en nuestros
espíritus, amor en nuestras almas.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, y jalo su cuerpo a ras
con el mío.
—Quédate cerca —susurra, y obedezco.
La sostengo con fuerza mientras empujo dentro y fuera, sin dejar
espacio entre nosotros.
Es horas más tarde que está saciada, y con mi cuerpo envuelto
alrededor de ella. No hay más palabras, solo besos y toques ligeros
mientras se duerme. Le tarareo suavemente, la misma melodía que
canto a nuestros bebés. Cierra los ojos, y sus pestañas oscuras la
hacen parecer una muñeca, tan perfecta y dulce mientras duerme en mi
pecho.
Aunque mi vida comenzó oscura y solitaria, estoy agradecido por
ello. Recorrería cualquier camino que me trajera al amor a mi lado, que
me trajera a casa para el feliz para siempre que hemos construido. Mi
bella me ha enseñado muchas cosas, pero creer en los cuentos de
hadas es lo más importante. Me muestra todos los días que los sueños
se hacen realidad.
For you #2

Un asesor experto contratado para modernizar Osbourne


Corp. se encuentra con su par en Pandora Justice; cuanto más se
resiste a ser atrapada, más la quiere.
Dicen que uno reconoce a su igual, y el día que miré sus profundos
ojos azules, conocí a mi otra mitad.
Pandora Justice asumió el papel de jefa de seguridad en Osbourne
Corp. después del retiro de su padre. Las semanas de trabajo de
ochenta horas son normales; ser confrontada por consultores sexys con
nombres ridículos no lo es. Y no le gusta. Ni siquiera un poco.
Es increíble lo fácil que puede mentirse a sí misma.
Tenía que tenerla. Así de simple.
La primera vez que Pandora ve a Royce en el ring, todos tatuajes y
tendones cubiertos de sudor, la mira como si hubiera ganado más que
la pelea. Como si la hubiera ganado a ella.
No jugaré con ella. Esperaré, y me matará, pero lo haré por ella.
La sonrisa engreída de Royce con profundos hoyuelos hace que
Pandora se derrita. Una vez que quiso quitarle esa mirada de su rostro,
ahora todo lo que quiere hacer es besarlo. Por el resto de su vida
La idea de pasar el resto de mi vida con Pandora calienta el lugar en
mi pecho que no creía que estuviera vivo. La he reclamado, ella es la
única, y eso es todo. Es así de simple.
Alexa Riley son dos descaradas amigas que se juntaron y
escribieron algunos libros sucios. Ambas son mamás casadas que aman
el fútbol, los donuts y están obsesionadas con los héroes de los libros.
Se especializan en amor a primera vista, exagerado, dulce, y
cursis historias de amor que no toman un año para leerse. Si quieres
algo seguro, corto y siempre con final feliz, ¡entonces Alexa Riley es para
ti!

También podría gustarte