Está en la página 1de 64

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro

Es una traducción de fans para fans. Ningún miembro del staff recibe
una retribución económica y se prohíbe el uso de éste con fines lucrativos.
Si el libro llega a tu país te invitamos a apoyar al escritor comprando su libro.
¡Disfruta la lectura!
Moderadora
DANIELA HERONDALE

Traductoras
LVIC15
NEERA
SARITA
PILAR GONZALEZ

Corrección & lectura final


NEERA

Diseño
DANIELA HERONDALE
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Epílogo I
Epílogo II
Sobre la autora
E mily ha sido esposa y madre como un trabajo de tiempo
completo. Pero cuando sus gemelos van a la guardería, se
encuentra con demasiado tiempo en sus manos.
Dylan construyó su negocio de construcción con su esposa a su lado,
hasta que tuvo a sus hijos y decidió quedarse en casa. En los últimos años ha
estado trabajando duro para construir la vida perfecta para ella, pero está
listo para reducir la velocidad.
Cuando Emily toma un trabajo en la biblioteca local, no está
preparada para un espeluznante nuevo jefe. Echa de menos a su familia,
pero está decidida a hacer que funcione. Pero poco sabe que su marido
está al acecho y nadie se interpone en lo que todavía le pertenece a él.
Advertencia: ¡este dulce romance de esposo y esposa es todo lo que
tu corazón desea! ¡Es seguro, sexy y exagerado! ¡Ponle un anillo y
zambúllete!
Para el marido que todavía le pega a su esposa en el culo cuando menos
lo espera...
Para la esposa que le dice que pare, pero espera que nunca lo haga.
Emily

— D ylan.
Gimo el nombre de mi marido mientras chupa mi
clítoris en su boca. La textura áspera de su barba se
desliza a través de mi muslo y alcanzo debajo de la
manta, agarrando un puñado de su cabello. Él agarra mis muslos,
separándome mientras me empuja hacia un orgasmo rápido.
Lloro su nombre cuando me deshago. Mi cuerpo se sacude y me derrito
en la cama. Mis ojos se cierran cuando lo siento besar su camino por mi
cuerpo, justo antes de que empuje dentro de mí. Su boca se dirige a mi
cuello, donde mordisquea mi delicada piel.
—Solo quería comer tu coño. Te juro que solo iba a hacerte venir, pero
una vez que probé lo dulce que eras, supe que no podría parar. Demonios,
estás apretada esta mañana.
Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura.
—¿Crees que habría dejado que te detengas allí?
Sonrío mientras se inclina hacia atrás y me mira, sus ricos ojos marrones
llenos de necesidad. Una sonrisa depredadora tira de sus labios antes de
tomar mi boca en un profundo beso. Gimo, probándome en él.
Levanto mis manos por su espalda. He estado casada con Dylan
durante siete años y todavía no me canso de él. Hemos pasado muchas
mañanas despertando así y nunca se vuelve algo viejo. Él es mi mundo
entero.
Sus empujes crecen más rápido, llevándome hacia otro orgasmo.
—Joder —gruñe Dylan. Amo su necesidad urgente cuando está dentro
de mí. Uno pensaría que hemos estado separados durante una semana
cuando realmente me hizo el amor hasta que me desmayé anoche. Estaba
muy nerviosa y él quería calmar mis nervios. Si alguien o algo puede hacer
que me calme, es mi esposo.
Él se sienta de rodillas, jalándome a su regazo. Sus manos van a mis
caderas, manteniéndome firmemente sujeta. Llevo mis manos a mis pechos
y agarro mis pezones. Dylan gruñe mientras yo gimo. Nuestros ojos se cierran
y siento que su cálida liberación explota dentro de mí, desencadenando mi
propio orgasmo.
Siempre estamos sincronizados. Dylan cubre mi boca con la suya para
evitar que grite demasiado fuerte. Se balancea contra mí, ordeñando todo
el placer de mi cuerpo hasta que estoy una vez más débil en la cama. Siento
su barba contra mi cuello y me río mientras me hace cosquillas a propósito.
—Despierta, Botón. Quiero ducharme contigo, así que tenemos que
ponernos en movimiento.
Hago un sonido de protesta, pero él se desliza fuera de la cama y luego
me saca de allí. Me lleva en sus brazos a nuestro baño y entra directo a la
ducha. Me sienta en el banco mientras el vapor caliente llena el espacio.
Me reclino y lo veo lavarse. Mantiene sus ojos en mí mientras jabona su
polla y vuelve a la vida otra vez.
—Eres insaciable. —Me río mientras lo miro.
Mis ojos viajan por todo su cuerpo. Dylan siempre ha sido un gran
hombre. Incluso cuando éramos jóvenes él siempre fue el chico más grande
en la escuela, imponiéndose a todos. Está construido como un camión.
Bromea sobre que cuando éramos niños él fue creado de esa manera para
evitar que los otros chicos me atacaran.
Me hace poner los ojos en blanco, porque no tengo idea de lo que está
hablando. Mis años de adolescencia no fueron buenos para mí. No como lo
fueron cuando estuve con mi esposo de pelo oscuro. Donde él era alto yo
era baja. Él se eleva casi un pie y medio sobre mí. Nunca ha tenido un
paquete de seis, siempre ha tenido un torso pesado y duro. Tiene hombros
anchos y se ve como uno de los linieros del fútbol que ve los domingos.
Siempre he sido tan pequeña en comparación con él, incluso con
todas mis curvas. Había obtenido aún más de ellas cuando tuve a nuestros
gemelos. Nunca pude quitar todo el peso y desistí de intentarlo hace años.
Mi marido parece amarlos, entonces, ¿qué me importa? De ahí viene su
apodo para mí. Pensó que yo era pequeña y tan linda como un capullo de
flor. Me ha estado llamando así desde el primer año de la escuela
secundaria. Ha estado pegado a mí como pegamento desde la primera vez
que nos vimos. Mi único.
—Siempre estoy así cuando estás desnuda —dice, luego se encoge de
hombros—. O respirando —agrega con una sonrisa engreída mientras se
inclina y le da a su polla una larga caricia. Me lamo los labios.
—Ojalá tuviéramos tiempo, Botón —me dice antes de venir y ponerme
de pie.
Comienza a lavarme y levanto mi cabello para que no lo moje.
—Cuando dejemos a los chicos, podemos regresar —dice,
mordiéndome el cuello.
Me gusta esa idea.
—Pensé que tenías una reunión esta mañana.
Él cierra la llave y los dos salimos. Me envuelve en una toalla y me seca
antes de quitarme el moño de cabello y dejar que se suelten mis rizos, algo
que siempre hace cuando lo amarro. Incluso lo hizo el primer día que lo
conocí. Él estuvo de esa manera conmigo desde el momento en que corrí
directo hacia él en el pasillo. Me tomó, y al instante le pertenecí.
—Puse una reunión en mi agenda para que mi asistente no pudiera
tratar de llenar el espacio con algo. ¿Crees que me perdería el primer día
de escuela de nuestros hijos?
Lo miro a los ojos, negando. Realmente no me importa mucho el nuevo
asistente de Dylan. Él siempre está saturando su agenda. Extraño a su
antigua asistente, Marie, pero ella se retiró hace tres meses.
—Además, los niños y yo sabemos que vas a necesitar esto. Tenemos la
sensación de que vas a llorar, y sabes cuánto odiamos eso.
Estrecho los ojos hacia él, pero no niego que tiene razón. Soy una
llorona. No puedo evitarlo. No ayuda que tenga la peor cara de grito. Mi
piel clara se pone roja y manchada y generalmente termino hipando. Lloro
cuando estoy feliz o triste, así que me alegro de que venga. Estaba
decepcionada y algo sorprendida cuando vi su agenda de la noche
anterior y vi que tenía una reunión reservada temprano. No dije nada, no
quería convertirlo en un problema. Pensé que era algo importante para él
tener una reunión, porque Dylan nunca se pierde nada cuando se trata de
los niños y de mí.
Él me toma el rostro.
—Me vestiré y levantaré a los chicos. —Me besa con fuerza, dejándome
sin aliento—. Encuéntrame en la cocina —dice antes de pegarme en el culo
al salir.
—Mmbien —respondo, mirándolo irse.
Me dirijo al espejo y empiezo a prepararme. Cuando llego al armario,
debato qué ponerme. Mi mente repasa mi agenda del día, y por un
momento mi mano se detiene en una percha. Intento pensar en lo que haré
el resto del día y dibujo un espacio en blanco. Normalmente tengo a los
chicos para correr y nuestros días están llenos de cosas que hacer. No había
pensado en lo que haré ahora que mis gemelos están comenzando el jardín
de infantes y estaré sola en casa.
Dylan
E stoy en el taller y todavía puedo escuchar a Emily moviéndose por
la casa. No sé que estoy haciendo aquí fuera, pero ambos
necesitamos tiempo para calmarnos.
Miro y veo a los gemelos construyendo una caja con madera sobrante
repuesto que tenía por ahí y doy un profundo suspiro. No me gusta pelear
con ella, porque siento que es mi trabajo hacerla feliz. Pero desde que los
niños empezaron la escuela se siente sola. Nunca fue una de esas personas
que se sienta en casa, pero he estado más ocupado en el último año y no
estoy en casa tanto como solía. No pensé que eso pondría tensión entre
nosotros hasta esta mañana, cuando me dijo que había tenido una
entrevista de trabajo.
Debería haber estado feliz con ella trabajando a tiempo parcial en la
biblioteca. Pero en vez de eso estoy aquí de mal humor y pensando en todas
las maneras en que ella no es al cien por cien mía. Debería trabajar si eso es
lo que la hace feliz, pero soy egoísta cuando se trata de mi mujer. La quiero
toda para mí y con nuestros hijos. En mi mente sé que ellos yendo a la
escuela la ha dejado sin un propósito, y sé que yo estando en el trabajo más
ha puesto tensión también. Estoy trabajando hasta tarde un par de noches
a la semana, y a veces me he ido antes de que ella se despierte. Soy una
bestia completa cuando se trata de ella, sin embargo, por lo que en mi
mente mientras tengamos sexo todo va bien. Pero he visto cómo las cosas
comienzan a ir a la deriva y ella diciéndome que va a trabajar fuera de casa
me ha puesto de mal humor.
Dejo escapar otro suspiro profundo sabiendo que no debería haber
reaccionado de la manera en que lo hice. Debería haber sido un apoyo,
pero en su lugar sólo soy un idiota.
—Vamos muchachos. Volvamos a casa y preparémonos para la cena
—digo, y se van corriendo.
Tengo que entrar en casa y disculparme y hacer las cosas bien. Incluso
si no se siente bien en mi pecho todavía. Además, es sólo una entrevista. Ella
misma dijo que una gran cantidad de personas solicitaron el trabajo. Tal vez
esto es sólo la llamada de atención que necesitaba para retirarme del
trabajo y asegurarme que Emily está recibiendo todo lo que necesita.
—Oye, Botón —digo cuando nos encontramos en la puerta trasera.
Se da la vuelta y me mira. Puedo ver en sus ojos que está todavía un
poco molesta, pero se ha calmado.
—Lo siento, debería haber sido más un apoyo —digo, extendiendo mis
brazos. Sólo quiero abrazarla, pero no sé si está lista para eso.
—Bueno, está bien. Me llamaron y me ofrecieron el trabajo. —Se cruza
de brazos en desafío y me mira.
Tengo que tragar antes de hablar y trato de poner una mirada feliz en
mi cara. No estoy seguro de haber hecho un buen trabajo porque por un
momento se ve preocupada por si me pasa algo.
—¿En serio? —digo, quedando atrancado en pensar en algo
agradable que decir—. Eso es bueno. —Dios, podría patearme el trasero.
Eso no sonó lo suficientemente alegre—. Quiero decir, es fantástico. ¡Eso es
fantástico! —digo, un poco demasiado alto la segunda vez.
—Oh —dice y luego descruza sus brazos. Mira a su alrededor y luego de
nuevo a mí—. Sí, quiero decir, es diferente. Pero bueno. ¿Verdad? Por
supuesto. Será divertido. —No parece tan segura y me pregunto si está
preocupada por no se lo suficientemente buena.
—Botón —digo, caminando hasta ella y tomándola en mis brazos—.
Siento lo de antes. Tienes razón. Mereces tener tu propia cosa, también. Lo
siento por no haber estado a bordo de inmediato, pero sé que serás genial
en lo que sea que hagas.
—Creo que sólo apilaré libros —murmura contra mi pecho mientras sus
brazos se ponen alrededor de mi espalda.
—Bueno, serás la mejor apiladora que he visto nunca, joder —digo,
besando la parte superior de su cabeza.
Se inclina hacia atrás y me sonríe.
—Debería habértelo dicho antes. Simplemente no creía que fuera a
importar.
—Todo lo que haces es importante —digo, colocando mi frente contra
la suya—. Todo.
La beso suavemente en los labios justo antes de que los chicos salgan
corriendo desde la cocina pidiendo comida.
—Continuaremos donde lo hemos dejado después de que se vayan a
la cama —digo, dándole un beso rápido.
—Simplemente no me tengas despierta hasta tarde. Empiezo mañana
—dice ella, girando en mis brazos y caminando hacia la estufa.
—¿En serio? —digo, manteniendo mi voz baja.
—Sí, la jefa de la biblioteca, Nancy, llamó y me dijo que estaban
desesperados. Han contratado a un nuevo director y está sobrecargado.
Creo que haré un montón de su trabajo hasta que se haya resuelto.
Después, trabajaré directamente para Nancy.
—¿En serio? —Es todo lo que puedo decir de nuevo. Estoy
silenciosamente llenándome de rabia mientras pienso en ella sirviendo a otro
hombre.
—¿Estás bien, Dylan? —pregunta, mirando por encima de su hombro
hacia mí.
Miro abajo y veo que estoy agarrando tan fuerte la encimera que mis
nudillos están blancos.
—Sí —consigo decir, y luego me aclaro la garganta—. Por supuesto.
Suena muy bien, Botón.
Vuelve de nuevo a la cocina y revuelve algo en la olla.
—Supongo que veré cómo va. No he trabajado desde hace tanto
tiempo, fue como una sorpresa que me escogieran. Pero he conocido al
nuevo director y debe haberle gustado lo que vio. —De nuevo, suena un
poco vacilante y sólo puedo imaginar que es porque está nerviosa.
Quiero desmayarme por los celos mientras saco mi teléfono y envío un
mensaje a mi asistente. Él me envía un montón de mensajes de vuelta, pero
los ignoro todos. Tengo nuevos planes y ninguno de ellos incluye reuniones.
—¿Tienes hambre? —pregunta Emily, dándose la vuelta con la cena en
sus manos.
—No podrías creer cuanta —contesto.
Emily

roja.
E stornudo por lo que debe ser la vigésima vez. El polvo de todos los
libros está volviéndome loca. No he bajado al sótano por un
tiempo y sigo estornudando. Muevo la nariz, preguntándome si es

Empaqué mi propio almuerzo anoche y me senté para abrirlo. Cuando


me instalo, doy un mordisco a mi sándwich y me limpio la boca. No puedo
evitar preguntarme si Dylan está disfrutando del que había empacado para
él. Me encantaba preparar el almuerzo de mi chico desde que los niños
comenzaron la escuela. He estado inventando ideas nuevas y diferentes
cada día. Hoy es atún con arándanos y nueces. A todos les gusta el atún,
así que lo intenté y resultó increíble. Me pregunto si tendré tiempo de
encontrar algo nuevo para mañana.
Es mi primer día y ya me han pedido que me quede hasta tarde. Lo
entiendo, este lugar es un desastre. No es de extrañar que tuvieran que
contratar a un nuevo director. Es un caos y necesita una reestructuración
completa.
Estaba emocionada cuando comencé esta mañana sintiendo que
tenía un propósito después que todos los demás estuvieran libres por su día.
Tenía algo para llenar mi día y pensé que contribuiría a algo. Ahora, después
de pasar la mañana en el sótano, creo que estoy aburrida y realmente no
disfruto lo que hago.
Cierro los ojos y niego con la cabeza. Este es mi primer día y ya lo estoy
cuestionando. Necesito sumergirme en esto. No puedo rendirme tan
fácilmente. Necesito dar todo a esto y tratar de ser positiva. Claro, estoy un
poco decepcionada porque no seré la que salude a los chicos cuando
lleguen a casa de la escuela. Dylan dijo que los recogería, lo que significa
que estará en casa temprano esta noche, algo que no ha sido la norma
últimamente. Estoy enojada porque me estoy perdiendo esos momentos,
pero no siempre será así.
Dylan llegó mucho más rápido a mí por conseguir un trabajo de lo que
pensé que lo haría. Incluso hoy cuando le dije que me pidieron quedarme
hasta tarde, aprovechó la oportunidad de recoger a los niños por mí. Él fue
muy posesivo conmigo anoche y todavía puedo sentirlo entre mis piernas,
pero en general ha sido de gran apoyo.
Al levantar mi teléfono, sonrío cuando veo un mensaje de texto de mi
esposo preguntándome dónde guardo los materiales de arte de los niños.
Aparentemente, están trabajando en un proyecto escolar. Le envío un
mensaje de texto donde puede encontrarlos, preguntándome qué tan
grande es el desastre que están a punto de hacer. Termino mi almuerzo
mientras busco nuevas recetas en Internet. Cuando encuentro una que me
gusta, la guardo antes de limpiar mi almuerzo.
Un nuevo texto de Dylan suena en mi teléfono. Es una imagen de los
niños sentados en la mesa del comedor trabajando en carteles. En la parte
superior dice Todo sobre mí. Mi corazón cae un poco. Me gusta la foto. Mis
hijos son los pequeños hombres más adorables del mundo, y estoy triste de
que me esté perdiendo este momento.
Me aseguro a mí misma que están teniendo un tiempo individual con
su papá en este momento. Que no necesito estar a su lado en cada
momento de vigilia. Están creciendo, incluso si es más rápido de lo que
quiero.
Le devuelvo emojis de corazón y le digo a Dylan que les diga que los
amo y que estaré en casa pronto.
—¿Emily? —Alzo la vista al oír mi nombre y veo un hombre con
pantalones y una camisa azul marino abotonada de pie allí. Parece ser más
o menos de mi edad, con cabello rubio y ojos azul claro.
Me levanto y sonrío.
—Esa soy yo.
—Soy Mark, el nuevo director. —Extiende su mano y toma la mía en un
agarre suave pero firme.
No la suelta por un momento largo y siento sus dedos frotar mi muñeca
antes que suelte mi mano. El apretón de manos se sintió íntimo, pero lo
ignoro. Probablemente solo sea amable y estoy leyendo demasiado. Mi
esposo me ha hecho pensar que todo el que respira está coqueteando
conmigo. Decir que mi esposo es del tipo celoso es una subestimación.
No es que no soy igual. Todos hemos sido alguna vez conocidos cuando
se trata de relaciones. Nos hemos pertenecido antes de que supiéramos qué
era realmente el amor. Dylan hizo que los chicos de la escuela corrieran
hacia otro lado cuando me veían. Me hace reír ahora cuando pienso en
ello.
—Es un placer conocerte. —Agarro mi bolso y mi teléfono.
—El placer es todo mío. —Hace un gesto para que lo siga—. Tenía la
esperanza de llegar aquí antes, pero hoy me he visto atrapado en algunas
reuniones.
Caminamos por el pasillo y se detiene ante una puerta con su nombre.
La abre para revelar una oficina de buen tamaño. Entra y se sienta detrás
del escritorio.
—Nancy me dijo todo lo que has hecho hoy. —Me sonríe. Me siento en
la silla frente a su escritorio, cruzando mis piernas—. Has noqueado mucho
más de lo que pensé que harías. Eres una trabajadora rápida.
—Gracias. —Me siento orgullosa de saber que fui útil. Creo que una
parte del por qué estaba trabajando tan rápido era porque cuanto antes lo
hiciera, antes estaría fuera de ese sótano. Estoy bastante segura que soy
alérgica al polvo.
—Creo que estás siendo infrautilizada aquí. He echado un vistazo a tu
currículum. —Saca una hoja de papel y la mira— ¿Te graduaste con un título
en artes liberales?
Asiento. No tenía idea de lo que quería hacer cuando ingresé a la
universidad, pero me dijeron que las artes liberales eran un título versátil.
—¿Pero nunca obtuviste un trabajo después de eso?
—No. Quedé embarazada de gemelos un poco antes de graduarme.
Me he estado quedando en casa con ellos hasta ahora. Acaban de
comenzar el jardín de infantes. —Pensar en ellos me hace sonreír aún más.
Me pregunto qué ponen en los carteles.
—¿Tienes gemelos? Nunca lo sabrías. —Sus ojos recorren mi cuerpo.
No estoy segura de cómo responder a eso. ¿Eso es un cumplido? Me
pongo nerviosa y solo juego.
—Sé que parezco joven para mi edad —finalmente digo. La gente
comenta lo joven que me veo todo el tiempo.
—No solo eso —dice, y empiezo a sentirme incómoda.
—Gracias. —Creo. Pero guardo esa última parte en mi cabeza.
—Bueno, tengo algunos proyectos en los que quiero que trabajes. Será
en la computadora, ingresando datos de inventario. Más un trabajo de
escritorio.
—Está bien —le digo.
Cuando fui en busca de un trabajo, no estaba realmente segura de lo
que estaba buscando. Cuando vi que la biblioteca estaba contratando,
salté sobre ello. No pensé que conseguiría el trabajo, pero estaba
equivocada.
—Voy a encontrar a alguien más para completar lo que has estado
haciendo y moverte al piso de arriba. Compartiremos una oficina por ahora.
Haré que te traigan un escritorio.
—Oh. No tienes que compartir tu oficina. No quiero entrometerme.
Puedo trabajar en cualquier lugar —digo, mirando alrededor y pensando
que no hay forma de que un segundo escritorio pueda entrar aquí.
—No, te necesitaré cerca. Trabajaremos en los mismos proyectos, por
lo que será más fácil.
El primer día y ya estoy siendo promovida. Supongo que esto es algo
bueno, así que ignoro la sensación en mi estómago. Debería estar
emocionada de que se me haya ofrecido la oportunidad de hacer esto en
lugar de estar atrapada con los conejitos de polvo. Sonrío y asiento,
pensando que no puedo esperar para llegar a casa y contarles a mis
muchachos.
Dylan

G ruño, mientras la frustración sube.


Quiero subir por la ventana y sacarla de esa habitación.
Luego golpear la mierda viva de ese tipo, que tiene el valor de
mirar lo que me pertenece.
Aparece un mensaje de texto de la niñera en mi teléfono y veo que los
niños ahora colorean los carteles. Le dije a Emily que no era un problema
quedarme con los chicos, y no fue así. Porque ya había conseguido una
niñera para ellos. Planeé tener un ojo sobre ella para asegurarme de que su
primer día fuera bien. Seguí diciéndome a mí mismo que era para
asegurarme de que estaba a salvo. Pero cuanto más tiempo me quedaba,
más difícil era para mí justificarlo como algo más que egoísmo.
Cuando la niñera me envió fotos antes, simplemente las guarde y las
reenvié a Emily, como si estuviera con ellos en casa. Estaba pensando que
la pequeña mentira valdría la pena si me daba tranquilidad. Ahora estoy
enojado como el infierno y estoy listo para destruir este edificio ladrillo por
ladrillo.
Le envío un texto rápido a la niñera diciendo que llegaré un poco tarde,
y ella me da el visto bueno. Después de eso, le envió un mensaje de texto a
mi amigo Michael, pero él inmediatamente me llama. Mi teléfono está en
silencio, pero me agacho de todos modos y le susurro.
—Deberías poder escuchar todo a través del auricular —dice, y pongo
los ojos en blanco.
—Lo sé —susurro sombríamente, enojado con él y con la situación—.
Ese es el problema. Puedo escuchar cada maldita cosa que están diciendo.
Y quiero entrar allí y arrancarle la garganta a este idiota.
Lo llamé por un favor la noche pasada, pensando que sería solo una
forma de saber que mi esposa estaba bien y que podría manejar que ella
tuviera un nuevo trabajo. No hice preguntas, pero me dejó un auricular en
mi camión esta mañana y me dijo que tendría audio y visual sobre ella
durante todo el día.
—Dylan, cálmate —dice, y lo escucho revolver—. Mira, Jeanette no
sabe que estoy haciendo esto por ti. Si lo hiciera, ella probablemente me
encadenaría por las bolas. Ella ama a Emily.
—Maldición, yo también. —Me siento y me tomo un respiro—. La única
razón por la que te pregunté es porque eres el mejor en el negocio de la
vigilancia. —Echo un vistazo a la ventana y veo a mi Emily recibiendo una
pila de papeles—. Solo necesito tener unos ojos sobre ella y no me gusta lo
que veo.
—No te culpo, hombre. Siempre tengo los ojos sobre mi mujer.
Suspiro de nuevo y me froto los ojos. No voy a sobrevivir el día. Verla en
el sótano me volvió loco. Tiene alergias graves y estar cerca de todo ese
polvo la debe estar matando. Pero ella no se dio por vencida. Al mismo
tiempo, estaba orgulloso y enfurecido por el trabajo que estaba haciendo.
No necesitamos el dinero. He ganado lo suficiente para que no tenga
que preocuparse, y puede comprar todo lo que quiera. He trabajado duro
durante mucho tiempo para que mi familia pueda dormir por la noche sin
pensar en prescindir de él. Sé que no consiguió este trabajo para poder
pagar las facturas, así que estoy tratando de comprender su necesidad de
sentirse realizada. Solo me duele el pecho porque no puedo hacer eso por
ella.
—Escucha, te lo advertí. Solo tienes que verificar la aplicación que puse
en su teléfono un par de veces al día y dejarla ir. No puedes mirarla
veinticuatro-siete. Créeme, he hecho todo lo posible por solucionarlo. Te
volverás loco.
—Demasiado tarde —le digo, mirando hacia la ventana—. No me
gusta la aplicación. No está lo suficientemente cerca.
—Dylan, ¿dónde estás exactamente? —dice Michael, y escucho la
amenaza en su voz.
—Solo, ya sabes, afuera de la ventana.
—Oh Dios, vas a meternos a los dos en problemas —dice, y luego
escucho su nombre.
—¿Saint? ¿Te estás escondiendo en el armario?
—Joder —susurra—. No tuve nada que ver con esto. Saca tu trasero de
allí, Dylan —dice, justo antes de colgarme.
Guardo mi teléfono en mi bolsillo y echo un vistazo a la ventana una
vez más.
—Mierda —murmuro, viendo la habitación vacía, y camino por el
costado del edificio. Cuando miro por otra ventana, hay una señora mayor
parada con Emily.
Miro justo antes de que la señora mayor se dé vuelta y mire
directamente hacia donde estoy parado. Tengo miedo de que ella me
haya visto, y no quiero que Emily me encuentre al acecho fuera de la
ventana.
—Mierda —repito, maldiciendo todo el maldito día.
Justo entonces siento que mi teléfono vibra en mi bolsillo. Pensando que
es la niñera, estiro la mano y lo miro, solo para ver que es Emily. Los latidos
de mi corazón se aceleran cuando abro el texto, pero solo son caras felices
y ella dice que estará en casa antes de lo que pensaba.
—Triple mierda —digo y llevo el culo a mi camioneta. Tengo que volver
a casa antes que ella y sacar a la niñera de allí.
Corro lo más rápido que puedo hacia mi camioneta y salto en ella. Me
tiro dentro del asiento del conductor y golpeo el acelerador mientras me
desplazo por la carretera hacia nuestra casa. No es ni siquiera un viaje de
cinco minutos desde nuestro lugar a la biblioteca, así que tengo que ser
rápido.
Cuando llego a casa, salto y tomo dinero de mi billetera. Corro adentro
y lo meto en la mano de la niñera mientras prácticamente la empujo hacia
la puerta.
—Está todo bien —pregunta, y solo le digo que se vaya.
—Está todo bien. Gracias de nuevo. Llamaré si te necesito mañana —
le digo, instándola a subir a su automóvil y marcharse.
—Todo bien. Bueno, dígale a la Señora Emily que dije hola.
Jesús, podría ella moverse más despacio.
—Sí, sí, está bien, adiós —le digo, dando un portazo y volviendo a los
chicos.
Miro por la ventana y me aseguro de que su auto se haya ido antes de
que empiece a calmarme un poco. Los chicos me miran como si estuviera
loco, pero no van a decir una palabra. Y solo para asegurarme, les doy a los
dos un Popsicle1.
Le agradezco a Dios que la niñera haya comenzado la cena, y estoy
colando los fideos justo cuando Emily entra por la puerta principal.

1
Helado hecho a base de agua.
—Oye, Botón, ¿cómo estuvo tu día? —pregunto, girándome para
sonreírle.
Ella me mira de arriba abajo y luego ladea la cabeza hacia un lado.
—¿Por qué estás todo sudado? ¿Y por qué hay barro en tus jeans?
S Emily
onrío al texto que Dylan acaba de enviarme y siento que me
sonrojo. Pienso en lo que hicimos esta mañana. Hemos estado
juntos tanto tiempo y todavía me hace sonrojar. No tengo idea
de cómo, pero ese hombre siempre me entiende. Mi cuerpo está una vez
más dolorido.
Pensarías que somos recién casados por la forma en que lo hemos
estado haciendo. No solo me hizo el amor anoche después de acostar a los
niños, sino también esta mañana. Me inmovilizó contra la pared justo antes
de que me fuera. Todavía puedo sentir su semen dentro de mí. Se negó a
dejar que me limpiara. Me gusta la idea de caminar oliendo a él por el resto
del día, así que no puse mucha pelea al respecto. Actué inocente, y estoy
bastante segura de que lo vio a la perfección.
Me sonrojo de nuevo al pensarlo. He estado caminando toda la
mañana así. No es que alguien lo supiera.
—¿Qué te tiene sonrojada?
Le echo un vistazo a Nancy, que está revisando los papeles que le
acabo de dar. Tenemos un envío de libros por lo que tenemos que hacer
espacio. Tengo una lista de recomendaciones sobre las que creo que
podríamos donar para encontrar espacio.
Ella menea sus oscuras cejas y yo me río. Me gusta Nancy, es dulce y
fácil de hablar. Se destaca en la biblioteca porque no se viste como
cualquier bibliotecaria que haya visto en mi vida. Se parece a una chica
pin-up. Es diferente y tan Potterhead2 como yo. De hecho, creo que podría
ganarme.
Ambas estamos en la mesa principal donde revisas los libros de la
biblioteca. Esto es más o menos su espacio de trabajo y escritorio.
—Mi esposo. —Sonrío.

2
Potterhead: fanatico de Harry Potter
Llamarlo así siempre me hace sentir orgullosa. La gente nos dijo que
nunca lo lograríamos. Que nuestro amor era demasiado joven. Pero sabía
que estaban equivocados. Incluso después de que Dylan se graduó y yo
todavía estaba en la escuela secundaria, las chicas en la escuela tratarían
de llenar mi cabeza con toda clase de dudas. Pero sabía una cosa sobre mi
hombre. Siempre tengo su atención. Él ha prestado atención a cada aliento
que he tomado. Me volvía loca, tanto como lo amaba. Duraremos por
siempre. Lo sé desde mi alma.
—¿Cuánto tiempo han estado juntos?
—Novios de secundaria —le digo, y me río de su expresión de asombro.
Sus cejas se levantan.
—¿Perdiendo la carta V entre ustedes y todo?
Me muerdo el labio y asiento. Esto es otra cosa que me gusta de Nancy,
ella solo dice o pregunta lo que quiere. Es refrescante. Además, puedo decir
que es sincera con sus preguntas, y no hay juicio.
—Maldita sea. Una polla de por vida, podría hacer eso si fuera el pene
correcto.
Estallé en carcajadas pero rápidamente cubrí mi boca cuando
recuerdo que estoy en una biblioteca. Miro a mi alrededor, sin ver a nadie
alrededor. He notado que este lugar no se llena hasta unas horas más tarde,
por la tarde.
—¿Estás casada? —pregunto una vez que tengo mi risa bajo control.
—No, solo somos mi gato y yo. Solo uno, así que todavía no puedes
llamarme una dama de gatos. Tal vez en unos años. —Sonríe.
Me pregunto si ella quiere decir que se va a casar dentro de unos años,
o si será una dama de los gatos para entonces. De cualquier forma, sonríe,
por lo que debe estar contenta con el futuro.
—Mi esposo está tramando algo —confieso.
Guardo mi teléfono en mi bolsillo y apoyo mi cadera contra el
mostrador. Hoy fui con pantalones. Me encanta usar vestidos, pero me
preocupaba que me volvieran a poner en el sótano y los pantalones serían
más eficientes allí abajo. Aunque después de pasar la mañana trabajando
codo a codo con Mark, me gustaría poder volver a la tierra de los conejitos
de polvo. Es mucho para acostumbrarse. Me hace un millón de preguntas,
lo que me distrae cuando intento trabajar. Sin mencionar que siempre siento
que se cierne sobre mí. No estoy segura si es porque soy nueva o él piensa
que no puedo hacer mi trabajo. De cualquier manera, es molesto.
Nunca antes había pensado mucho en el espacio personal antes.
Normalmente solo somos mi esposo y los niños y realmente no me importa
que estén allí. Quizás ya no estoy acostumbrada a que la gente esté a mi
alrededor. El único trabajo en el que estuve fue en la universidad en una
panadería. Pasé la mayor parte del tiempo sola en una cocina escuchando
audiolibros mientras decoraba galletas, y solo lo hice a tiempo parcial
durante los veranos.
—Continúa. —Nancy gira su silla para mirarme como si fuera a darle un
jugoso chisme.
—Ha estado muy bien con que yo tenga este trabajo. Un poco
demasiado bien. No se parece a él. Es difícil de explicar. Mi esposo puede
ser un hombre de las cavernas cuando de mí se trata. Le gusta tener toda
mi atención y me gusta dársela. Cuando le dije por primera vez que
buscaba un trabajo, se puso muy enojado. Pero luego fue como si un
interruptor se volteara y él estaba completamente bien. Ahora me pregunto
si estoy molesta porque no está haciendo la cosa de las cavernas.
—Si recuerdo bien, ¿no has tenido un trabajo en años? —pregunta.
Nancy fue quien me entrevistó para el trabajo.
—No. Quedé embarazada justo antes de la graduación de la
universidad con nuestros gemelos. Los dos y mi esposo han sido mi vida.
Sonrío y los extraño ahora mismo. Me sigo preguntando qué están
haciendo en este momento. Sé que Dylan está trabajando y los chicos están
en la escuela, pero todavía siento que me estoy lo perdiendo. Odio que no
estuviera allí anoche mientras estaban haciendo los carteles. Los
muchachos me miraban como si no me hubieran visto años después de
llegar a casa. Estaría mintiendo si dijera que no amo cada segundo de eso.
Se están haciendo grandes y me preocupa que no me den afecto como lo
hacen ahora a medida que crecen. He estado tratando de absorberlo
todo.
—¿Entonces querías algo más que ser mamá y esposa? Lo entiendo.
—No —le dije al instante, desconcertada. Me apresuro a defenderme—
. Me encanta ser una esposa y una madre. Simplemente no creía que me
necesitaran como solían. Mi esposo ha estado trabajando mucho más, y
necesitaba algo para llenar mi tiempo.
—Interesante —dice Nancy, más para ella que para mí.
—¿Qué?
—¿Qué más ha estado haciendo que sea extraño? —pregunta ella.
—Anoche parecía nervioso, lo cual no es como él. Solo estaba
actuando de manera diferente —lo admito.
—Emily. —Me giro al sonido de mi nombre para ver a Mark acercarse a
nosotras. Fuerzo una sonrisa, tratando de ser cortés.
—Oye.
—Necesitaré que te quedes hasta tarde esta noche. Hay un evento en
el Carlton y pensé que deberíamos ir y saludar a algunas personas. Mucha
gente hace donaciones a la biblioteca. —Se ajusta la corbata que ya está
perfectamente recta. Es solo otra cosa que él hace que me molesta.
—Está bien. —Es todo lo que puedo pensar. No quiero ir a un lugar sola
con él. Sé que a Dylan tampoco le gustaría. Casi parece una cita o algo así.
—Nancy, vienes, ¿verdad? —Hablo muy rápido.
Ella abre la boca para responder, pero Mark la interrumpe.
—Solo puedo traer a una persona.
—No quería ir —murmura Nancy. Apoyo eso.
—Toma el tiempo de almuerzo largo para correr a casa y cambiarte a
algo más adecuado. Saldremos de aquí a eso de las cinco y media. —Se
da vuelta, despidiéndonos.
Mierda.
Me recuerdo que este es mi trabajo y me tengo que ir.
—Ha estado aquí por minuto y no soporto su trasero —dice Nancy
detrás de mí. Apoyo eso también pero me lo guardo para mí. Saco el
teléfono, reviso el horario de Dylan para ver si puede recoger a los niños,
pero veo que tiene reservado todo el día. Le envío un mensaje de texto a
nuestra niñera y ver si está es libre.
Responde al instante, diciéndome que recogerá a los niños y que no
me preocupe por pagarle. Dice que le pagamos de más ayer y que no hay
problema.
¿Qué? Estrecho mis ojos al teléfono.
—¿Qué estás tramando, Dylan? —murmuro.
—¿Quién? ¿Tu marido? —pregunta Nancy, claramente habiéndome
escuchado.
—Sí. Usó a nuestra niñera ayer, pero me dijo que él recogió a los niños.
—¡Una aventura! —Nancy jadea dramáticamente, y me echo a reír.
Me río tanto que las lágrimas empiezan a filtrarse por mi cara.
—Sí claro. Mi esposo nunca me engañaría —digo, un mil por ciento
segura de que no es así—. No, está tramando algo más. —Creo que voy a ir
a una pequeña misión para sacarlo de su juego.
—Es lindo lo bien que ustedes dos se conocen —lo dice como si
realmente lo quisiera decir.
—Voy a ir a almorzar. ¿Dejarás esos en mi escritorio cuando termines de
revisarlos?
—Claro. —Ella recoge los papeles y vuelve a leerlos.
Me dirijo a mi oficina y estoy agradecida de que Mark no esté allí.
Agarro mi bolso y luego salgo. Hago una parada rápida en la casa para
cambiarme, todavía molesta de que Mark me haya pedido que use algo
más bonito. Sé que tengo pantalones puestos, pero son elegantes.
Encuentro un vestido sin mangas negro que cae sobre mis rodillas. Me
abraza en la parte superior, pero estalla en la parte inferior. Tengo una
chaqueta que va con él así que no muestro demasiada piel. Me quito los
zapatos y me pongo un par de tacones. Busco debajo de mi vestido,
quitándome las bragas y metiéndolas en mi bolso, se me ocurre una idea.
Cuando llego a la oficina de Dylan veo a su asistente Jonathan
escribiendo en su computadora. Él hace todos los trámites de Dylan porque
Dylan no puede soportarlo. Te sorprendería lo mucho que hay en lo que
respecta a la construcción. La compañía de Dylan comenzó haciendo
remodelaciones. Ahora construye casas de millones de dólares. Mi hombre
ha llegado tan lejos. Recuerdo muchas noches quedándome hasta tarde
con él, planeando proyectos y haciendo los trámites yo misma. Llegó a ser
demasiado teniendo a los gemelos recién nacidos. Cuando finalmente
encontramos a Marie, quien fue su asistente durante los últimos cinco años,
fue un regalo del cielo. Pero se mudó al otro lado del país para estar cerca
de sus nietos y aún la extraño como loca.
—Sra. Wallace —me saluda Jonathan. Él siempre está demasiado
vestido, en mi opinión. Hoy incluso tiene pajarita. Uno pensaría que trabaja
en un bufete de abogados o algo así. No en un lugar donde los hombres
entran cubiertos de polvo y tierra la mitad del tiempo.
—Hola —lo saludo un poco antes de dirigirme a la oficina de Dylan.
—No está aquí, señora —dice Jonathan con un poco de vacilación en
su voz.
Me detengo, volteándome para mirarlo antes de sacar mi teléfono
celular. Jonathan podría molestarme, pero siempre tiene el horario de Dylan
marcado con todo.
—No sé dónde está, señora —agrega. Luego murmura algo acerca de
que mi marido desapareció al azar—. ¿Le gustaría que le dejara un recado?
—¿Un recado? —Pongo mis ojos en blanco. Retrocediendo, me dirijo a
la oficina de Dylan. Saco las bragas de mi bolso y las arrojo sobre su escritorio
antes de tomar una pluma y un papel y dejarle una nota.
Dylan
— M ierda, mierda, mierda —mascullo, aparcando en la esquina
de al lado de mi oficina y viendo a Emily salir de ella. Conozco
esa mirada en su cara. Está enfadada.
Entré en pánico y no supe qué hacer. Estaba esperando en el
aparcamiento de la biblioteca viendo las cámaras, pero luego la perdí. No
era su hora de almuerzo normal, y sabía que había empacado su almuerzo.
Incluso había metido una pequeña nota allí diciéndole lo mucho que la
quería.
Pero en lugar de ir a comer a la sala de descanso como hacía antes,
desapareció. No fue hasta que me llego un mensaje de Jonathan
diciéndome que mi mujer acababa de aparecer en mi oficina que me di
cuenta de que me había dado esquinazo. No sabía que mi mujer tenía
capacidades para el espionaje, pero estaba equivocado.
Cuando la veo alejarse conduciendo, corro a la oficina y encuentro a
Jonathan en su mesa tecleando facturas. Salta sorprendido cuando me ve
entrar.
—Sr. Wallace, su esposa acaba de salir. He tenido que dejar de lado
varias reuniones. ¿Está usted en su oficina hoy? —Las palabras salen de su
boca mientras me sigue de cerca.
No le hago caso y vuelvo a mi oficina. La vi por la ventana mientras
entraba aquí, después se iba. Quiero saber lo que hizo.
Cuando entro, miro a mi alrededor y veo una tela arrugada en mi
escritorio.
—Bueno, ya que está aquí ahora, podría continuar y empezar con la
llamada de conferencia y ello podría reemplazar la reunión que se suponía
que tenía esta mañana.
—No estoy aquí —digo, mientras camino a mi escritorio y encuentro lo
que parece ser un pañuelo arrugado.
—Obviamente está aquí. Sólo hay que repasar algunas cosas, y no
responderá a sus correos electrónicos. Con el debido respeto, en realidad
este no es el momento de aflojar. Tengo a gente llamando a todas horas del
día pidiendo citas contigo. Podría ser una gran oportunidad de duplicar tus
ganancias del año pasado.
Cuando tomo el trozo de tela, sé qué es al instante.
—Jonathan —digo entre dientes.
—¿Sí, señor Wallace?
—Con el debido respeto, lárgate de mi oficina —digo, haciendo una
bola con sus bragas en mi puño y viendo la nota escrita a mano justo
debajo.
No escucho su respuesta. Sólo sé que hace lo que le pido cuando la
manija de la puerta suena cuando cierra.
—¿Qué te traes entre manos, Emily? —pregunto mientras recojo la nota
y la leo.
Pensé que podrías estar hambriento... parece que estaba equivocada.
Tengo que trabajar hasta tarde, pero no te preocupes, la niñera se
encargará de los chicos.
Con amor, Emily.
PD: No te preocupe por pagarle. Dijo que le diste suficiente anoche.
Maldigo mientras hago una bola la nota. La niñera no sabía qué estaba
haciendo ayer, así que mi tapadera no ha sido descubierta. Pero sabe que
no estaba en casa como dije que estaba. Mierda, debería haberle dicho
que se callara sobre el dinero. No tenía ni idea de lo que le había dado. Sólo
le metí unos billetes en la mano y le rogué que no se quedase a charlar con
Emily.
Al mirar hacia abajo a mi mano, veo las ahora familiares bragas de
algodón de color rosa pálido que había deslizado por sus piernas esta
mañana. Lo que significa que, en este mismo momento, mi mujer tiene su
coño desnudo, mojado y listo para tomar.
Gruño mientras meto sus bragas en mi bolsillo y luego casi arranco la
puerta de mi oficina antes de pisar fuerte por el pasillo. Estoy en una nube
de ira mientras arremeto por el pasillo, pero sé que tengo que decirle algo a
Jonathan para que no dimita.
—Señor Wallace, lo siento mucho… —Salta y trata de disculparse, pero
lo interrumpo cuando levanto mi mano para que deje de hablar.
—Supe cuando te contraté que eres ambicioso. Me gusta que tengas
iniciativa y que quieras ver crecer la empresa. Pero tienes que calmarte un
poco y respirar.
Asiente con la cabeza y estoy contento de que esté callado.
—Es mi culpa. Mi última asistente me lo hacía todo, y la dejé.
Llegaremos allí, sólo tomará un poco de tiempo. Por ahora, tienes que seguir
mostrando mi calendario igual de lleno, pero no vendré a la oficina. Te haré
saber cuándo las cosas tienen que cambiar, y lo harán. No puedo continuar
trabajando largas horas como hasta ahora. El punto de construir todo esto
era sólo para que pudiera tener el tiempo que necesitaba con mi familia.
Tomo aire y me paso una mano por la cara.
—¿Puedo confiar en que manejarás este lugar hasta que pueda
volver?
—Sí, señor —me dice sin dudar.
Le creo. A pesar de que tengo que hacerlo, es capaz de manejar todo
el negocio sin mí por más de lo que me preocupo en pensar. Es un gran
activo para la empresa, y si puede hacer lo que dice, entonces creo que
habrá mucho espacio para que crezca aquí.
Se lo digo, y sonríe con orgullo mientras salgo y le digo adiós por encima
del hombro.
Cuando salto a mi camioneta, saco las bragas de Emily de mi bolsillo y
me las llevo a la nariz. El olor de su sexo me vuelve jodidamente loco. Ella
sabía lo que estaba haciendo al venir aquí y dejarlas. Está agitando una
bandera roja delante de un toro, y lo sabe muy bien.
Bien podría ser la maldita Cenicienta corriendo por toda la ciudad sin
éstas. Es bueno para ella, que soy el príncipe encantador que la cazará y se
las pondrá. E incluso mejor, quizás tenga que darle azotes en el culo mientras
lo hago.
Dylan
C uando entro en la biblioteca, acomodo mi polla dolorida para
no asustar a las damas de cabellos grises que tengan
trabajando aquí. Tengo las bragas de Emily bien guardadas en
el bolsillo delantero de mis vaqueros y las alcanzo cada tanto para tocarlas.
Cuando entro, camino al escritorio circular en el medio. En lugar de lo
que predije que sería una anciana usando un cárdigan, es una mujer de la
misma edad que mi esposa. Ella lleva un vestido de lunares y en su cabello
un pañuelo. Me sonríe cuando me ve y camina hacia donde estoy parado.
—¿Cómo puedo ayudarte hoy? —pregunta.
—Estoy buscando a mi esposa. Emily Wallace.
—Oh —dice, con los ojos muy abiertos. Me mira de arriba abajo y luego
toma un teléfono—. Ella está en la parte de atrás. Voy a buscarla.
Me da la espalda mientras susurra algo que no entiendo por el teléfono.
Cuando termina, da media vuelta y me da una sonrisa gigante.
—Soy Nancy. Es un placer conocerte.
—A ti también —le digo, tratando de ser cortés.
Lo que realmente quiero hacer es ir atrás y encontrar a mi maldita
esposa. Pero este es su lugar de trabajo y no quiero causarle ningún
problema. Ya tengo una lista de agravios en este lugar de un kilómetro de
largo, así que trato de enfocarme en el problema que tengo entre manos.
Camino un poco, pero Nancy no me quita los ojos de encima. Después
de lo que parece ser una eternidad, mi novia da la vuelta en una esquina,
parece que corrió todo el camino hasta aquí.
—Dylan. —Su voz es fría y completamente opuesta a la forma en que
se ve.
Está usando el vestido que compró para nuestra noche de citas que
tuvimos hace unos meses.
—¿Por qué estás usando eso? —Dije un poco demasiado fuerte.
Emily me hace callar y me toma del brazo. Me lleva por un pasillo y a
una oficina en la parte posterior del edificio que no he visto antes. Michael
no puso cámaras aquí, y ya estoy pensando en cómo tiene que arreglar eso.
No quiero un lugar en este edificio donde no pueda verla.
—¿Qué estás haciendo aquí? —me susurra, y luego me empuja en el
pecho—. No estabas en tu oficina hoy, donde se suponía que estabas. ¿Y
qué es esto que supe de que los chicos estuvieron con la niñera anoche?
¿Tienes algo que decirme, Wallace?
Sé que se refiere a negocios cuando me llama por mi apellido. Mierda.
La miro con ese vestido y empiezo a pensar en la última vez que lo usó. La
follé en el baño del restaurante, incapaz de poder llegar a casa antes de
tenerla. Maldición, ¿Hace cuánto tiempo fue esa cita? ¿Esa fue realmente
la última vez que salimos? Claro, le he hecho el amor desde entonces, pero
no puedo recordar la última vez que hice una noche especial para nosotros.
—Dylan —me advierte, y puedo ver la impaciencia en sus ojos.
—Me preguntaste si tenía hambre —digo, dando un paso hacia ella.
Me muevo lentamente, y sus ojos se abren—. Botón, sabes que siempre estoy
hambriento por ello.
Retrocede un paso, levantando sus manos y mirando por encima del
hombro hacia la puerta.
—Dylan, no podemos. Aquí no.
—Te follaré donde yo quiera —le digo, dando otro paso hacia ella. Mis
pesadas botas de trabajo son ruidosas en el piso de baldosas.
—Aquí es donde trabajo —dice con los dientes apretados. Sus puños
apretados a su lado, pero sabe que no debe decirme que no—. No puedes
entrar aquí y ser todo... todo... tú.
Presiono su cuerpo contra la puerta y separo sus piernas.
—Dejaste el guante cuando arrojaste tus bragas sobre mi escritorio y
saliste corriendo de mi oficina. Sabías exactamente lo que estabas
haciendo. No intentes negarlo.
Sus mejillas se sonrojan, y sé que tengo razón.
—No sé de lo que estás hablando —dice, pero no puede mirarme a los
ojos ahora.
—No preocupes tu linda cabeza acerca de lo que he estado haciendo
—digo, y ella levanta sus ojos hacia los míos—. Querías una buena follada,
así que estás a punto de conseguirla.
—Oh Dios. —Su voz tiembla mientras me arrodillo frente a ella y levanto
su vestido.
—Sostenlo —le digo, y ella agarra el material—. Corriendo por toda la
ciudad sin nada en la única cosa que me pertenece.
—Dylan, no hice…
—Has terminado de hablar. Dijiste todo lo que necesitabas en esa nota,
prácticamente mendigando por una follada. —Me inclino hacia adelante y
lamo su coño justo como a ella le gusta—. Cúbrete la boca. No quiero un
sonido.
—Mierda —sisea, y observo mientras aparta una mano de su vestido y
la coloca sobre su boca.
El dulce aroma de ella llena mis pulmones mientras le separo las piernas
y deslizo mi lengua entre sus labios inferiores.
—Demonios, todavía sabe igual que la noche en que explote tu cereza.
—Corro mi lengua de un lado a otro sobre su clítoris—. No tenía idea de lo
que estaba haciendo en ese momento. Solo sabía que quería enterrar mi
cara y beberlo hasta que se seque. —Juego con su clítoris un poco más y
sus muslos tratan de acercarse a mí. Los sostengo apretados para que ella
no pueda escapar—. Estaba buscando a tientas y tratando de hacer lo que
pensé que se sentía bien. Era un niño entonces. Pero ya no más. Ahora soy
tu hombre, y sé exactamente lo que este coño quiere.
Miro hacia arriba y bloqueo los ojos con los suyos mientras me inclino
hacia adelante y la cubro con mi boca mientras chupo. Sus ojos ruedan
hacia la parte posterior de su cabeza y puedo saborear su orgasmo
acercándose.
—Vienes a mi oficina con el coño desnudo otra vez y te inclinaré sobre
mi escritorio y pintaré tu culo de rojo —le digo, pasando mi mano por el
interior de su muslo antes de meter dos dedos gruesos en su coño
empapado—. Y si descubro que lo has estado moviendo alrededor de todos
sin nada para cubrirlo, entonces me aseguraré que no te sientes durante
una semana.
Froto ese punto dulce dentro de ella, sabiendo que es el único lugar
que la vuelve jodidamente loca. Sus gemidos se hacen más fuertes a
medida que mis manos ásperas y gastadas se presionan contra su pequeño
y tierno punto G. No es rival para mí y lo que estoy exigiendo. He tenido años
de práctica sobre cómo hacer que su cuerpo cante, y soy un maldito
compositor.
Grita en su mano justo cuando mi lengua golpea su clítoris. Cuando
siento que el calor cubre mis dedos, los saco y los lamo mientras uso mi otra
mano para liberar mi polla.
—Súbete y fóllame como sí realmente lo quieres —digo,
ofreciéndosela.
Agarro su culo mientras sube por mi cuerpo, tan desesperada por la
conexión como yo. Cuando me empujo a casa y estoy con las bolas
profundamente en su dulce miel, la empujo contra la puerta y la monto
como a una yegua preciada.
—Maldición, te amo, Botón —gimo, abrazándola fuerte.
—Yo también te amo —dice, justo antes que nuestras bocas se
conecten.
Su sabor y su olor combinados tienen mi gran polla palpitando. Es muy
ajustada y la forma en que me está apretando tiene mis bolas adoloridas.
Sus muslos se tensan a mi alrededor y sigo besándola para amortiguar sus
gritos mientras se corre otra vez sobre mi eje.
Cada grueso centímetro pulsa con ella, y no puedo contenerme. Me
vacío dentro de ella, y como siempre la conexión nos restaura. La intimidad
de lo que hacemos, incluso cuando es rápido y sucio, con montones de
palabras sucias es hacer el amor. Porque no hay nadie en este planeta que
ame más que a mi esposa, y haré un mejor trabajo para asegurarme de que
lo sepa.
Se ríe mientras la pongo de pie y saco sus bragas de mi bolsillo.
—No me dijiste por qué no estabas en tu oficina —dice mientras
sostengo las bragas para ella y se desliza en ellas.
—No me dijiste por qué estabas tan arreglada —le digo, arqueando
una ceja.
Pone sus manos en sus caderas, pero todo el agravamiento de antes
se ha derretido y es más una pose por hábito.
—¿Y bien? —pregunto, esperando.
Meto mi polla de nuevo en mis vaqueros y ella rueda sus ojos.
—Tengo que trabajar hasta tarde, y hay una fiesta al otro lado de la
calle a la que tengo que ir. Algunos donantes de la biblioteca van a estar
allí. —Se acerca y pone sus manos sobre mi pecho—. Prefiero estar en casa
con mis chicos.
—Entonces renuncia —le digo, pero puedo ver que esa fue la respuesta
incorrecta.
Ella retrocede, y de repente la mirada fría de antes está de vuelta.
—Es mi trabajo, Dylan. No puedo simplemente renunciar. Además, ¿no
tienes algo en tu agenda que hacer?
Justo cuando abro la boca para responder, llaman a la puerta.
—¿Emily? ¿Estás ahí? Perdón por molestarlos, pero Mark tiene una
pregunta sobre un envío —dice Nancy desde el otro lado de la puerta.
Gruño ante el nombre. Mark. Aún no he tenido la oportunidad de
hablar sobre él con Emily, y puedo ver que no voy a tener la oportunidad.
—Sí, voy enseguida —dice Emily y luego me mira. Sus ojos se ablandan
un poco mientras regresa a mis brazos—. Hablaremos de esto cuando llegue
a casa.
—Está bien, Botón —le digo, incapaz de permanecer enojado.
Sé que voy a salir a mi camioneta para mirarla desde las cámaras, pero
no es lo mismo. La quiero en mis brazos todo el tiempo. Así que en vez de
luchar, la abrazo y le beso la parte superior de la cabeza.
Emily
N ancy me entrega una pila gigante de carpetas. Las tomo,
poniéndolas en mi escritorio ya desbordado. El desorden siempre
me vuelve loca. Odio tener desorden alrededor. Pensarías que
podría estar acostumbrada al vivir con tres chicos, pero los he entrenado
bien.
—Has estado aguantando, chica. —Nancy me sonríe—. Ese esposo
tuyo. —Mueve sus perfectas cejas mientras se apoya contra el marco de la
puerta.
—Lo sé. —Niego.
Mi esposo es caliente. Dejé de permitir que me molestara hace mucho
tiempo que otras lo notaran. Probablemente porque ni siquiera lo nota él
mismo. Su atención está siempre en mí y en nuestros niños. No estoy segura
si sabe lo apuesto que realmente es. Casi se levanta de la cama y se arroja
una camisa y unos vaqueros. Es naturalmente apto para todo el trabajo
práctico que hace. Siempre está tratando de salir de su oficina, prefiriendo
estar en el sitio de trabajo.
Tiene una resistencia natural para él. Ni siquiera está tratando de ser
caliente, pero es bastante digno de babear. La atención que recibe de las
mujeres solía molestarme. Luego me di cuenta que Dylan está tan
concentrado en que ningún tipo me mire que no estoy segura que sepa que
otras mujeres existen.
—Él fue tan posesivo. Deberías haberle visto la cara cuando vino aquí
buscándote. Ahora puedo ver por qué estás segura que no te está
engañando. Ese hombre tiene un enfoque. ―Ella lo dice soñadoramente y
yo sonrío aún más grande. Sé que tengo suerte.
Miro la pila de carpetas que Nancy me entregó, y me pregunto si podré
terminar antes de tener que irnos para el evento esta noche. Este trabajo se
está convirtiendo en mucho más de lo que esperaba. Quería hacer algo
que fuera útil pero que no quitara todo mi tiempo. Pensé que en la
biblioteca estaría tratando de encontrar y guardar libros. Tal vez incluso
llegar a leerle a algunos de los niños que vinieran. Pero por lo que puedo
decir, no parece haber muchas actividades sucediendo aquí. Pensé en
mencionarlo, pero me asusté que pudieran acumularse más cosas en mi
plato ya lleno. Pasé de tener demasiado tiempo en mis manos a no tener
suficiente.
—Posesivo es expresarlo a la ligera. —Me río—. ¿Crees que este
atuendo está bien para esta noche? —Me levanto, asegurándome de que
no haya arrugas después de lo que Dylan y yo hicimos. Tengo que morderme
el labio para no sonreír al recordar nuestro tiempo en la oficina desocupada.
Sin embargo, él no estaba equivocado. Agité una bandera roja a mi
esposo cuando arrojé mis bragas sobre su escritorio. Sabía que en el
momento en que las viera me estaría rastreando. No hay forma que Dylan
esté de acuerdo conmigo caminando sin ropa interior. A veces me
sorprende que me deje caminar sin él. Si fuera por él, estaría pegada a su
lado. En la universidad, caminaba conmigo a todas las clases. No sé por qué,
sin embargo, porque el primer día golpeó a un tipo y lo dejó inconsciente
por golpearme el culo. Después de eso, nadie en el campus volvió a
mirarme.
—Me encanta. No es de extrañar que tu hombre viniera a buscarte.
Miro hacia abajo a mi vestido. Tal vez es demasiado sexy. Lo compré
para nuestra última cita de noche. Quería algo para que Dylan se
preocupara. No es que necesite ayuda en esa área. Tal vez estoy actuando
como un niño con algunas de las cosas que he estado haciendo
últimamente. Es una demanda por atención, y me gusta cuando se vuelve
un poco loco. Me olvido de lo posesivo que puede ser hasta que hago algo
que lo desencadena.
Una pequeña oleada de culpabilidad me golpea, y me doy cuenta
que realmente debería hablar de esto con él. Ni siquiera era consciente de
que lo estaba haciendo hasta este momento. Creo que con las cosas
cambiando en los últimos meses estoy teniendo problemas para ajustarme.
—Hablando de eso, mantén a tus visitantes para tu hora del almuerzo.
—Nancy y yo nos volteamos para ver a Mark entrar en la oficina compartida.
Claramente escuchó lo que estábamos hablando. Deja caer algunas
carpetas más sobre mi escritorio, pero no se molesta en mirarme mientras se
acerca al suyo—. ¿Vas a ponerte a trabajar en eso? —Hace un gesto hacia
la pila de trabajo en mi escritorio.
Él obviamente está enojado conmigo, lo cual es una mierda. Lo ayudo
quedándome hasta tarde y yendo más allá de lo que implica mi trabajo.
Quiero decirle que tendré visitas cuando quiera. Si no le gusta, puede
empujarlo por su culo. Pero mantengo mi boca cerrada. Sí, como si fuera a
decirle a Dylan que no puede aparecer cuando quiera. No quiero que él
destruya la biblioteca.
—Estoy trabajando en eso —le digo, girándome así le doy la espalda.
No quiero mirarlo más de lo necesario. Y no quiero que vea lo molesta que
estoy.
Nancy rueda sus ojos, claramente tan irritada como yo.
—Será mejor que vuelva al frente. La Sra. Norton lo está manejando y
asusta a todos los niños pequeños. —Ella se da vuelta, pero no antes de decir
"qué gilipollas" hacia mí, luego se va.
Una vez más estoy a solas con Mark. Realmente no lo soporto. Habla
interminablemente sobre sí mismo. Me recuerda a algunos deportistas con
los que fui a la escuela secundaria. Siento que sé más de él de lo que
debería, y solo hemos trabajado juntos unos días. Conozco toda la historia
de su vida, y tal vez si él hablara menos yo podría hacer más trabajo. Todavía
no tengo claro por qué necesitamos compartir una oficina. Dijo que
estaríamos trabajando en cosas que necesitaríamos discutir a menudo, pero
apenas habla de trabajo. Estuvo treinta minutos esta mañana contándome
sobre su auto nuevo.
Intento eliminar todos los pensamientos negativos y tomar una carpeta
para poder trabajar. Pero ni siquiera pasa un minuto completo antes que
Mark esté parado al lado de mi escritorio. Su sombra se cierne sobre mí, y
para un tipo pequeño siempre me está apretujando en mi espacio.
—¿Ese era tu esposo? —pregunta, pero no lo miro mientras sigo
trabajando.
—Síp.
Le doy una breve respuesta, con la esperanza que dará el mensaje de
que estoy ocupada. Sé que no funciona cuando se apoya contra mi
escritorio, poniéndose más cómodo. Tengo que luchar para no tensarme.
Levanto mi silla un poco, tratando de no hacerlo obvio.
—¿Siempre es tan...? —Se queda en silencio.
Cuando finalmente lo miro, estoy bastante segura que sus ojos están
fijos en mi escote. El vestido realmente no muestra mucho, pero con alguien
parado directamente sobre mí de esa forma, estoy segura que está viendo
más de lo que debería.
—¿Qué? —pregunto, insegura de lo que quiere decir sobre Dylan. Ni
siquiera sabía que se conocieron. O tal vez no lo hicieron y Mark lo vio
intimidando en la biblioteca buscándome. Dylan es difícil de ignorar. Su
tamaño solo lo hace destacar entre la multitud.
—¿Enojado? —Finalmente termina—. No te hizo daño, ¿verdad?
Sus ojos abandonan mi pecho y van a mi cara, pero en realidad no
parece preocupado. No puedo leer su expresión, pero estoy segura que la
mía tiene que mostrar ira.
—No —respondo a la ridícula pregunta. ¿Lastimarme? Bueno, le gusta
repartir azotes de vez en cuando, pero eso no es asunto de este tipo.
Además, no estoy segura que realmente cuente como lastimarme—. Él es
intenso —defiendo. No quiero hablar con este hombre sobre mi esposo.
Tampoco me gusta que me haya preguntado eso. Me alejo de él, volviendo
a mi trabajo. Se queda allí por unos momentos antes de que finalmente
reciba el mensaje y pasee de regreso a su escritorio. Lo escucho teclear en
su computadora, y está muy tranquilo por primera vez hoy.
De hecho, estoy un poco enojada porque no se disculpó por la
pregunta. Pero aparto todos mis pensamientos y salto a hacer mis cosas. No
quiero que me pida que trabaje hasta tarde de nuevo mañana. De hecho,
si lo hace, voy a decir no. Extraño mis noches en casa con mi familia. Diablos,
extraño más que eso.
Me pierdo en mi trabajo hasta que escucho mi teléfono vibrar. Veo un
mensaje de Dylan diciendo que me ama. Escribo una respuesta rápida,
queriendo burlarme de él. Una pequeña recompensa por lo que sea que
esté tramando.
Esposo: Te amo.
Yo: ¿Cómo es qué nunca consigo un turno sobre mis rodillas para darte
placer?
Esposo: Botón.
Escondo una risita porque puedo escuchar el tono de advertencia de
su voz incluso a través del texto.
Yo: Echo de menos tu polla en mi boca. Extraño cuando me agarras el
cabello y me obligas a llevarte lo más lejos que puedo.
Aprieto las piernas pensando en ello. Siempre me ha encantado darle
mamadas a Dylan cuando realmente me lo permite. Sin embargo, es raro
que en realidad se corra en mi garganta. Siempre es rápido para alejarme
de él, queriendo estar dentro de mí. Creo que tiene un poco de miedo de
lastimarme cuando lo chupo. Ahí es cuando su control siempre parece estar
en su punto más débil.
Esposo: Emily, te juro por Cristo que volveré allí y te sacaré de esa
oficina.
Mark se aclara la garganta, alejando mi atención del teléfono. Está
irritado porque estoy al teléfono. Lo ignoro y me chequeo con la niñera a
continuación. ¿Qué es lo que va a hacer? ¿Despedirme?
Todavía no sé lo que está pasando con Dylan, pero con un poco más
de trabajo haré que se rompa. Si él no lo hace pronto, tengo algunos trucos
propios. Es divertido jugar este pequeño juego con él. Me pregunto qué
estará haciendo ahora. Recuerdo que tenemos rastreadores en nuestros
teléfonos y enciendo el suyo. Cuando no funciona de inmediato me
confundo con ello por un segundo, pero aún nada.
—Nos iremos en unos minutos —dice Mark, y miro el reloj. Maldición, eso
pasó rápido, pero hice mucho. Organizo mi escritorio antes de agarrar mi
bolso. Saco mi barra de labios rápidamente y la deslizo. Le envío un mensaje
de texto a Dylan para hacerle saber que me iré del trabajo y voy a tratar de
llegar a casa lo antes posible. Sé que esto probablemente lo está volviendo
loco, y conozco la sensación. Si pudiera retroceder en el tiempo, no habría
aceptado este trabajo.
No quería algo que consuma tanto tiempo. Ya hice un escándalo
acerca de tomar este trabajo para empezar y ahora quiero renunciar
después de solo unos días. Sé que Dylan estará a bordo conmigo
renunciando, pero ¿realmente debería rendirme tan rápido?
Me paro, sabiendo que Mark me está esperando. Ha estado
mirándome mientras consigo juntar mis cosas. Pretendo no darme cuenta,
pero él es la razón principal por la que quiero dejarlo. Me empuja por el
camino equivocado. Su personalidad cambia de un momento a otro, y no
me gusta cómo me hace sentir.
—Estoy lista cuando lo estés —le digo y pego una sonrisa en mi cara.
Ser grosera no está en mi naturaleza. Dylan siempre bromea que lo
obtuve como esposo porque él fue hecho para ser mi protector. Que solo
tenía que preocuparme por ser dulce porque él podía ser suficientemente
imbécil por los dos.
—Vámonos. —Mark comienza a poner su mano en mi espalda, pero lo
esquivo.
Me puede gustar el jugar con mi marido de las cavernas dejando mis
bragas en su escritorio, pero dejar que otro hombre me toque es un sólido
de ninguna maldita manera.
Saludo a Nancy en mi camino de salida. Me dice "lo siento", claramente
sintiendo mi dolor. Ambas hablamos esta mañana sobre lo mucho que no
nos gusta Mark. Él le da una sensación escalofriante, también. Incluso
mencionó que cree que me mira demasiado tiempo. Ella dijo que le diría
algo a un superior sobre él. No sé quién está por encima de Mark. Pensé que
él era el jefe, pero Nancy ha estado aquí por un tiempo y lo sabría.
—No quiero que te pongas nerviosa. Estas personas pueden tener
dinero, pero son solo personas, también. Créeme. Lo sé. —Lo miro y se ajusta
la corbata. Una vez más, me recuerda que proviene de una familia
adinerada. Lo entiendo, Mark. Tienes dinero—. Tu vestido es otra cosa —dice
mientras sus ojos vagan sobre mí mientras cruzamos la calle. Se lame los
labios y tengo que alejarme de él, sintiéndome avergonzada y enferma de
mi estómago. Estoy dudando de mi atuendo... e incluso de venir aquí para
empezar.
Abre la puerta y entramos al salón. El lugar no parece estar lleno en
absoluto.
—Vamos a tomar un trago y relajarte. —Hace un gesto hacia la barra y
me siento. Mark se desliza a mi lado, sin sentarse. Puedo sentir el calor de su
cuerpo y hago mi mejor esfuerzo para alejarme de él. El olor de su colonia
es abrumador.
—¿Qué puedo conseguirles a ustedes dos? —pregunta la linda
camarera.
—Tomaré un whisky; ella tomará un merlot —le dice, ordenando por mí.
Bruto. Odio el vino. No lo corrijo o cambio mi orden. No pensaba beber
de todos modos.
—Tal vez el vino hará más que relajarte —Mark susurra contra mi oreja,
haciéndome saltar. Su dedo se arrastra por mi brazo y me congelo.
Necesito salir de aquí. Ahora. Por alguna razón, estoy empezando a
pensar que no hay un evento aquí esta noche en absoluto por el aspecto
de este lugar. Hay personas aquí, pero no muchas. Un escalofrío recorre mi
espina dorsal y una sensación de terror me invade. Esto no está bien, y Dylan
me dijo que siempre confíe en mis instintos. Si parece que algo está
apagado, es probable que sí.
—¿Emily?
Giro la cabeza al oír mi nombre para ver a William Black de pie allí
sonriéndome. Me deslizo de mi asiento, y el alivio me inunda de tener una
razón para alejarme de Mark por un momento. Tengo que recuperarme
antes de darle un pedazo de mi mente. Debería estar agradecido que sea
yo quien se la dé y no Dylan.
—¡Will! Ha pasado demasiado tiempo. —Doy un paso hacia él y me da
un abrazo rápido. Dylan construyó una casa para Will y su esposa hace años.
Ambos son muy dulces. Querían algo más grande después que sus hijos
crecidos comenzaran a tener hijos propios y su casa estaba plagada de
nietos. Dylan y yo los ayudamos a idear el diseño perfecto y trajo esa visión
a buen término. Me hace extrañar trabajar a su lado como solía hacerlo. O
tal vez es solo que extraño estar a su lado.
—Realmente lo ha sido. ¿Cómo están los chicos? —Sus ojos se suavizan.
—Comenzaron el jardín de infantes. —Todavía me siento un poco
sofocada al pensar en ello.
—Crecen rápido, ¿no? —Niega con la cabeza.
Asiento.
—¿Cómo está Amanda? —Will mira su reloj—. Me reuniré con ella para
cenar dentro de poco. Me detuve para tomar algo mientras la esperaba.
Ha salido de compras con nuestra hija mayor.
—Senador Black. —Mark extiende su mano hacia Will,
interrumpiéndonos—. Es un placer conocerlo finalmente.
Los ojos de Will van y vienen entre nosotros antes de tomar la mano de
Mark.
—Soy Mark Starns. —Mark lo dice como si Will supiera quién es él. Todo
lo que Will hace es darle una mirada dura y casi resoplo.
No sabía que había otro marido tan loco por su esposa como el mío
hasta que conocí a Amanda y Will. Su casa fue la que realmente colocó a
Dylan en el mapa y lo puso en alta demanda. Organizan muchas fiestas y
constantemente dan el nombre de Dylan.
Solíamos tener una cena de parejas de vez en cuando con ellos, pero
puede ser difícil con los niños y su apretada agenda.
—¿Dónde está Dylan? —pregunta Will. Sus ojos vuelven a los míos,
descartando a Mark.
—Ella está aquí conmigo esta noche —interviene Mark. Me agarra del
brazo, tomándome por sorpresa. Will da un paso hacia nosotros, luciendo
enojado.
—Will, si nos disculpas por un momento, por favor. —Puedo decir que
Will no quiere, pero tampoco quiero que Will se meta en problemas. Es un
jodido senador y no necesita pelear en el medio del salón. Quiero tener unas
palabras con Mark.
Will asiente y sé que no debo abandonar su línea de visión o nos seguirá.
No es que quiera estar sola con Mark para empezar. Solo quiero hablar en
privado con él. Mark comienza a llevarme hacia el otro lado de la barra y
tengo que luchar conmigo misma para evitar hacer una escena. Saco mi
brazo de su agarre, y se detiene cuando me acorrala en una esquina.
Veo que Will saca su teléfono celular del bolsillo y sé sin lugar a dudas a
quién llama. Esto va a ser malo. Necesito poner fin a esto, pero antes de que
pueda hacerlo, me doy cuenta que mi tiempo se acaba.
Dylan
E stoy sentado en mi camioneta tratando de descubrir por qué el
rastreador de Emily de repente dejó de funcionar. Un segundo nos
estamos enviando mensajes de texto y puedo ver exactamente
dónde está, y luego, al siguiente, ya no está.
El pánico se sienta en mi pecho, porque odio no saber dónde está en
todo momento. No me importa si eso me vuelve un loco, pero es un hecho
y ella lo sabe. Es la razón por la que compartimos nuestra ubicación. Así no
me preocupo y me vuelvo loco.
Le envío un mensaje a Michael y responde de inmediato diciéndome
que todo está funcionando bien, pero si ella tiene su rastreador no hay
mucho que podamos hacer. Espero unos momentos pensando que podría
ir a la biblioteca y ver cómo está, pero estoy estacionado donde todavía
puedo ver su auto. Está trabajando hasta tarde, así que estoy seguro de que
está bien. Esperaré hasta que esté lista para irse.
El servicio en mi teléfono está actuando mal, y para cuando vuelvo a
las cámaras, Emily se ha ido de su oficina y su jefe idiota también se ha ido.
La frustración y el creciente enojo toman el control y no me queda más
paciencia. Salgo de mi auto y me dirijo a la biblioteca por segunda vez hoy.
Emily me enviaba un mensaje de texto y me molestaba hace un
segundo, y al siguiente estaba fuera de mi vista. Soy un hombre con mucho
control, pero ella me pone a prueba cada vez que puede. Tal vez esté
buscando repetir nuestras actividades de la hora del almuerzo, y estoy muy
ansioso por dárselo.
Cuando llego a la recepción, veo a Nancy de más temprano. Levanta
la vista de su libro y se sorprende de verme de pie allí.
—Ya se fue por el día —me dice antes de que siquiera abra la boca.
—¿Pensé que estaba trabajando hasta tarde? —pregunto con calma.
Emily siempre dice que me pongo nervioso demasiado rápido.
Nancy mira a su alrededor como para asegurarse de que estamos solos
y luego se pone de pie y se inclina.
—Mark le pidió ir a una función de caridad esta noche. Pero para ser
honesta, no me gusta como suena.
—¿Qué quieres decir? —Ahora es el momento de ponerse nervioso.
—Él solo me da un ambiente espeluznante, y tu esposa es muy dulce.
No es que yo crea que realmente haría algo. Quiero decir, el hombre es
como del tamaño de mi pierna. Estoy segura de que es inofensivo.
—No me estás haciendo sentir mejor.
—¡Lo siento! —dice, tapándose la boca—. Están justo al otro lado de la
calle, en el salón. ¿Creo que tal vez se está celebrando allí? No tengo más
detalles que ese.
Asiento antes de darme la vuelta y tratar de mantener mis pisotones en
silencio mientras salgo de la biblioteca. Escucho que alguien me sigue y miro
por encima de mi hombro.
—Oye, espera —dice Nancy, pero no disminuyo la velocidad.
En ese momento suena mi teléfono y veo que es mi amigo William. No
quiero responderle, pero cuelga y luego vuelve a llamar.
—No puedo hablar —le digo a Will, centrado únicamente en llegar a
mi esposa. La sensación en mi intestino se está agitando y no me gusta esto.
Ni un poco.
—¿Dónde estás? Estoy viendo a tu esposa con otro hombre —dice.
—Voy a entrar en calor —gruñí justo antes de irrumpir en la puerta.
Como un faro en la noche, la veo de inmediato, y luego veo la posición
en que su jefe la ha metido y el miedo en los ojos de mi novia.
Soy un maldito loco porque mi visión se pone roja y empiezo a
moverme. Voy a arrancarle todos los miembros de su cuerpo por atreverse
a acercarse a lo que es mío y ponerle esa mirada en la cara. Pero justo
cuando doy un paso hacia adelante, veo que el miedo que estaba
cautivando a Emily hace medio segundo se ha transformado en odio total.
Como en cámara lenta, miro como ella arremete y revuelve el sabor de la
boca de su jefe.
Mi mujer lo golpea tan fuerte que él se da la vuelta y tropieza unos
pocos pasos antes de pararse nuevamente. Y para ese momento, estoy allí.
Subo detrás de él y lo agarro por la parte superior de los brazos antes de
golpear su cara contra la pared.
Lo hago una vez, y no me siento bien, así que lo vuelvo a hacer. Lo
contemplo por tercera vez, pero no quiero que se desmaye todavía.
—¿Quién diablos crees que eres? —pregunto, dándole la vuelta para
que pueda mirarme.
—Alguien llame a la policía —escucho a Nancy decir, pero luego Will
es el que responde.
—Vamos a darles un momento para manejar este asunto privado.
Entonces podemos involucrar a las autoridades.
Miro por encima de mi hombro para verlo llevar a Nancy al otro lado
de la barra y mantener los ojos curiosos fuera de la vista.
—¿Estás bien, botón? —pregunto, finalmente permitiéndome mirar a mi
novia. Tengo miedo de que si la veo llorando, voy a dejarlo ir y correr hacia
ella. Y ahora mismo, este hijo de puta necesita una paliza.
Pero mi mujer no está llorando. En cambio, tiene una mirada decidida
en su rostro mientras se acerca a donde estoy parado.
—Me puso las manos encima —dice, cruzando los brazos y mirándolo.
—¿Dónde? —pregunto, mirando a Mark, que tiene la nariz
ensangrentada.
—En mi brazo. Luego me arrinconó y trató de tocarme, pero lo golpeé
antes de que tuviera la oportunidad.
—Buena chica —le digo, asintiendo con aprobación—. ¿Con qué
mano te tocó?
—La derecha —responde de inmediato.
Extiendo la mano, tomo sus dos primeros dedos y empieza a suplicar.
—No, no, ella no entendió...
El sonido de la ruptura de sus huesos se ve ahogado por su grito y sus
mentiras son silenciadas.
—Ahora, eres un hombre pequeño, y yo soy un hombre grande. No sé
si eres bueno en matemáticas o no, pero eso significa que podría joderte.
Él no responde, solo grita de nuevo cuando le rompo el dedo meñique.
—Voy a dejar tu dedo de la boda solo, porque quiero darte un
recordatorio de lo sagrado que es el matrimonio. Y cuán preciosa es para
mí mi novia. —Lo agarro por el cuello y me inclino—. Vas a perder tu trabajo,
y nunca volverás a poner un pie en esta ciudad otra vez. Tengo amigos en
lugares altos y bajos y me aseguraré de que ni siquiera pongas un pie en el
mismo condado que el amor de mi vida.
—Sí —grita, pero todavía no he terminado con él.
—Me gustaría que te disculpes con mi esposa, pero no quiero que
vuelvas a hablar con ella. Así que tomaré la disculpa. Continúa y hazlo bien.
Aprieto su cuello un poco más fuerte y él suelta una disculpa. No es
mucho, pero se está poniendo azul, así que creo que es todo lo que
realmente puede manejar.
Lo tiro al suelo como un trapo usado y luego me dirijo a mi esposa. Ella
está en mis brazos al instante y cuando la llevo lejos, puedo escuchar un
suave resoplido. Sé que estaba siendo fuerte en este momento, pero es
delicada. Es por eso que soy su protector.
—Gracias —le digo a Will en el camino de salida.
—Estaré en contacto —dice, asintiendo y dándome palmaditas en la
espalda. Se vuelve hacia Nancy y sonríe—. Ahora, jovencita, puede llamar
a la policía.
—Llévame a casa —dice Emily, y le beso la parte superior de la cabeza.
—Cualquier cosa, botón.
Emily
D ylan no se detiene hasta que me tiene plantada en su
camioneta con mi cinturón de seguridad puesto. Enciende la
camioneta y sale del estacionamiento. Mientras conduce, toma
mi mano y besa mi palma.
—¿Te duele la mano, Botón? —Sus ojos están llenos de preocupación,
pero aún puedo ver la ira hirviendo a fuego lento debajo.
La mayoría de la gente podría no pensarlo, pero sé que Dylan mostró
un nivel de control allí. Todos somos afortunados que no quemara todo el
edificio.
Sacudo la cabeza mientras pasa su pulgar sobre ella. Hubo un
pequeño pinchazo que sentí cuando golpeé a Mark, pero se está
desvaneciendo rápidamente. Todavía estoy sorprendida de haberlo hecho.
Cuando trató de tocarme al mismo tiempo que hacía otro comentario sobre
mi esposo, lo perdí. Ni siquiera sabía que era capaz de golpear a una
persona. Una rabia se precipitó como nunca antes la había sentido y lo
estaba golpeando antes de que fuera consciente de que lo estaba
haciendo.
Siento un nudo comenzar a deslizarse por mi garganta. La ira que sentí
hace unos momentos convirtiéndose en lágrimas. Demasiadas emociones
me inundan y trato de contener las lágrimas. Pero antes que una pueda
liberarse, Dylan se detiene y me quita el cinturón del asiento. Me lleva a su
lado y me sostiene en su regazo.
—Botón. —Coloca besos en toda mi cara—. Todo está bien. Lo
prometo. —Sé que mis lágrimas lo están matando. Dylan no puede soportar
cuando lloro, incluso cuando son lágrimas de felicidad.
—Odio mi trabajo —dejo escapar. Observo mientras él trata de pelear
con una sonrisa, y lo golpeo en el pecho—. No te rías.
—Entonces renuncia —lo dice como si fuera tan fácil. ¿Puedo
renunciar? ¿Realmente quiero?
—Hice tanto alboroto para conseguirlo en primer lugar, luego resultó
ser... —lanzo mis manos al aire—. Es un desastre es lo que es.
Ahora tengo miedo de que Dylan pueda estar en problemas, incluso si
Mark necesitaba que le patearan el trasero. Odio pensar en lo que podría
haberle hecho a otras mujeres en el pasado. Un hombre con poder
pensando que puede tomar lo que quiere es repugnante. Dejo caer mi
cabeza, pero Dylan me hace volver a mirarlo.
—¿No siempre te doy lo que quieres? —Me da esa sonrisa de lado que
siempre me convierte en un suave malvavisco.
Asiento porque lo hace. Él se inclina, besándome, y es tan suave y
dulce. Es seguro, y sé que mi Dylan nunca dejará que me pase nada.
Siempre será mi protector, y no debería preocuparme por lo que un pedazo
de mierda como Mark va a pensar al respecto.
—Ahora dime lo que querías de ese trabajo. —Sonrío ante la
determinación en la voz de mi esposo. Está haciendo todo lo posible para
asegurarse de que tengo todo lo que deseo. ¿Cómo he tenido tanta suerte?
—Creo que pensé que estaría leyendo a los niños y tal vez apilando
libros durante unas horas todos los días —admito—. Odio estar lejos de casa
tanto tiempo.
—Ya somos dos. Quiero lo mismo. No solo tú estando en casa más, sino
también yo. —Me acurruco contra él mientras sus manos vagan por mi
espalda.
—Extraño a todos ustedes, chicos. Sé que tienes que trabajar y los niños
tienen que ir a la escuela —murmuro en su pecho, inhalando su aroma. Su
olor me calma aún más. Estar cerca de él siempre se siente como en casa.
—Bien entonces. Estaré más en casa y arreglaremos tu trabajo. Es así de
fácil, Botón. Lo quieres, lo tienes.
—Ya no estoy segura de tener un trabajo. —Tal vez eso sea algo bueno.
—Tendrás lo que quieras. —Lo dice como si simplemente ha sido
declarada una ley.
—Estás loco —le digo a través de mi risa.
—¿Por qué no te conviertes en voluntaria? Puedes hacer tus propios
horarios entonces. No tienes que sumergirte en esto, solo puedes estar
alrededor un poco. Además, es difícil pasar días completos observándote y
hacer mi trabajo normal.
Lo miro, entonces me doy cuenta.
—¿Me has estado observando? ¿Igual que vigilancia y sentarte fuera
de la biblioteca? —No me responde, solo se encoge de hombros.
»No estás loco, estás demente. —Me inclino, rozando mi boca contra
la suya.
—Desde el momento en que te conocí.
—Lo amo.
—Te amo. —Desliza sus manos en mi cabello, besándome
profundamente, y sé que todo va a funcionar como debería.
Gimo cuando escucho el timbre del teléfono de Dylan. Él lo ignora,
pero retrocedo.
—Podría ser la niñera —digo, moviéndome de su regazo. Saca su
teléfono y lo contesta.
—Will —dice, y mis ojos se bloquean con los suyos.
Él juega con la parte superior de mi vestido, tirándolo hacia abajo un
poco para mostrar más escote. Está actuando como si no tuviera ninguna
preocupación en el mundo mientras escucha a Will contarle sobre las
consecuencias de lo que acaba de pasar.
—Gracias, hombre, te lo debo —dice antes de arrojar su teléfono al
tablero.
»¿Qué tal si llevo a mi esposa a casa, podemos cenar con nuestros
niños, entonces puedo tenerte?
—Ya me tienes —le recuerdo.
—Qué tal si…
Lo corto.
—¿Qué tal si me dices lo que dijo Will? —Levanto una ceja y espero.
—Como dije, Botón. Todo está bien. No quiero que vuelvas a pensar en
ese maldito idiota otra vez.
—Bien. —Ruedo mis ojos como si estuviera molesta. Dylan solo sonríe
mientras me siento en mi asiento y me abrocha el cinturón de seguridad.
—¿Realmente vas a reducir el trabajo? —le pregunto.
Me gusta la idea de simplemente ofrecerme como voluntaria en la
biblioteca. Me dará más libertad y no me apilarán con otros proyectos. No
puedo tener algo que me consuma la vida. Extraño a mi familia y todas las
pequeñas cosas que disfruto haciendo por ellos. Puedo ver cuán afortunada
era de tener todo ese tiempo libre para empezar.
—Sí. Le he hecho saber a Jonathan que las cosas están a punto de
cambiar. No puedo seguir como estoy. Te extraño malditamente
demasiado.
Descanso mi cabeza en su hombro. Jonathan puede molestarme a
veces, pero sé que él está controlando todo. Es por eso que Dylan lo
contrató. Está tratando de encontrar su lugar en la mezcla tal como somos.
Pero sé que Dylan y yo haremos que esto funcione. Siempre aterrizamos de
pie juntos.
No puedo esperar para sacar de Dylan todas las cosas locas que ha
estado haciendo en los últimos días desde que comencé a trabajar en la
biblioteca. Aparte del jefe espeluznante, todo esto fue divertido. Me recordó
cuando éramos más jóvenes. En los últimos cinco años todo ha sido sobre
nosotros y los niños. Es diferente que solo se trate de nosotros dos, incluso por
un corto tiempo. Me gusta saber que aunque los dos hemos cambiado un
poco a lo largo de los años, seguimos siendo los mismos.
Cuando llegamos a casa él viene a abrir mi puerta.
—No te cambies ese vestido. Te lo quitaré esta noche después que los
chicos se vayan a la cama.
Me gusta mucho este vestido y sé por la mirada de Dylan que
probablemente está llegando a su final esta noche.
Antes de que pueda responder los niños salen corriendo de la casa,
gritándonos. Se lanzan hacia mí y si no fuera por mi marido, hubiera
aterrizado en mi culo. Los gemelos pueden tener solo cinco, pero están en
camino de ser del tamaño de su padre.
Cada uno toma una de mis manos, llevándome a casa. Dylan nos
sigue. Están hablando a mil por hora sobre su día, cuando Dylan de repente
me levanta y me sienta en el mostrador de la cocina.
—¿Qué tal si hacemos la cena a mamá mientras le cuentan todo sobre
la obra en la que van a estar?
Mis oídos se animan por eso.
—¿Qué tipo de obra? ¡Necesitarán trajes! —Empiezo a deslizarme del
mostrador y Dylan se ríe.
—Siéntate, Botón. Llegaremos a eso. —Me besa en la parte superior de
la cabeza mientras los niños comienzan a discutir sobre lo que van a ayudar
a Dylan a cocinar. Los veo moverse por la cocina sabiendo que la vida no
puede ser mejor que esto.
Dylan
E lla está de pie en la cocina cuando vuelvo a bajar de acostar a
los niños. Está inclinada sobre el fregadero, lavándose las manos y
me quedo allí un segundo para mirarla. El agua corre por sus
manos mientras tararea para sí misma, y la suave luz hace que sus mejillas
brillen.
Creo que reconozco la canción que está tarareando. Es la que
bailamos en nuestra boda. Estuvimos yendo y viniendo durante más de una
semana para elegir una, aunque le dije desde el principio que mientras
estuviera en mis brazos no importaba. Cada vez que la veo cantar, sonrío.
Su vestido todavía está puesto como le pedí, pero está descalza. Su
cabello está hecho un nudo y se quitó la chaqueta que cubre la mitad
superior de su cuerpo. Su cuello está expuesto, y quiero besarla allí. Mis ojos
se detienen en sus hombros y luego en su espalda, y tengo ganas por morder
mi camino hacia abajo.
—¿Qué estás mirando? —dice, sin levantar la vista de sus manos.
Hemos estado juntos tanto tiempo que ella sabe en el momento en que
estoy cerca de ella. Creo que podría estar al otro lado del estado y todavía
saber exactamente dónde estaba. Algo sobre eso me hace sentir como si
estuviéramos conectados por mucho más que un pedazo de papel. Hemos
construido algo más que un matrimonio, hemos construido un mundo con
nosotros dos en el centro. Esta noche demostró que todo lo que viene a
amenazarlo será eliminado, y la paz será restaurada. Mi esposa es más que
solo mi novia, ella es la razón por la que respiro.
—La mujer más hermosa del mundo —le digo, todavía sin moverme.
Ella echa un vistazo hacia atrás y me mira como si pensara que estoy
bromeando, pero le gusta lo que oye.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunta, guiñándome.
—Malditamente sabes que lo hago. —Le hago saber lo bonita que es
tan a menudo como puedo, y sé que todavía no es suficiente. Ella merece
más, y siempre intentaré darle eso.
Mis ojos se mueven arriba y abajo de su cuerpo mientras pienso en
dónde quiero comenzar. Es entonces cuando noto en el mostrador al lado
de ella que hay una pequeña pila de algodón enrollada. Recuerdo esa
misma pila de más temprano en el día que me dejó en mi escritorio en el
trabajo.
—Emily —digo, mi voz profunda y llena de advertencia.
—Oops —dice, descaro claro en su voz—. Los debí haber dejado allí
por error. —Ella los mira y luego vuelve a mirarme. Cierra el agua en el
fregadero y toma una toalla para secarse las manos, pero no hace ningún
movimiento para darse la vuelta.
—Estás jugando un juego peligroso —le digo mientras me aparto de la
pared y camino lentamente hacia ella.
—¿Jugando un juego? Gracioso. Pensé que estaba molestando a un
oso. —Nuevamente, me mira por encima del hombro y me sonríe como una
sirena.
La hebilla de mi cinturón hace un ruido fuerte cuando lo desato y lo tiro
al suelo. Mis botas pesan en los pisos de madera mientras que camino detrás
de ella y abro mis jeans.
—Todavía tengo tu coño en mi polla del día de hoy —digo mientras
saco mi polla y tomo su cadera—. Pero necesito volver a mojarlo. ¿No es
así?
—Sí. —Respira cuando le saco el culo para que se agarre al borde del
mostrador y se incline.
—Todo esto de correr hoy y de ir al rescate te ha empapado el coño.
¿No es así?
Levanto su vestido, exponiendo su culo desnudo, y deslizo mi polla dura
entre sus labios. Su coño moja la cabeza de mi polla y gruño cuando sale un
poco de esperma.
—Joder, ni siquiera tienes que responderme. Tu coño está hablando por
ti, botón.
Lo deslizo algunas pulgadas mientras agarro sus caderas. Luego me
hundo un poco más mientras ella lubrica mi polla.
—Dylan. —Se retuerce mientras se pone de puntillas.
—Siempre es profundo cuando te tomo por detrás. Solo relájate y
déjame hacerlo. —Empujé todo el camino y sentí su apretado coño
apretando mis bolas—. Maldita sea, eso es todo.
Echo la cabeza hacia atrás y empujo hacia adentro y afuera varias
veces, dejando que su coño me ordeñara. Tengo sus caderas tan apretadas
que sus pies ya no están en el piso y mis brazos la están sosteniendo. Mirando
hacia abajo, miro como mi polla desaparece dentro de ella, y uso su coño
para masturbarme. Sus piernas están cerradas y tengo que luchar para
entrar, pero es el cielo cuando ella me deja.
—Dylan —jadea, y puedo escuchar que está cerca por el sonido de su
súplica—. No puedo…
—Shhh —le dije, todavía follándola. Está tan apretada que tiene miedo
de correrse. Pero cuando lo haga, se sentirá muy bien.
Salgo y la pongo de pie mientras me arrodillo detrás de ella.
—Vamos a reducir la velocidad —le digo, y ella gimotea justo antes de
que mi boca aterrice en su coño.
Está toda caliente y sabe un poco como mi semen mientras me como
su coño por detrás. Es dulce y pegajosa mientras yo chupo su clítoris y ella
abre más sus piernas. Agarro uno de sus muslos y la extiendo más haciendo
que ponga una rodilla sobre el mostrador.
De esta manera, puedo lamer cada centímetro de ella, y ella puede
mover sus caderas sobre mi cara. Era demasiado sensible antes, y ahora,
mientras rueda sus caderas, me suplica que la haga correrse.
Deslizo dos dedos gruesos dentro de ella y egime mientras chupo un
labio de su coño, luego el otro. Froto su clítoris con mi nariz y luego lo chupo
hasta que siento que su coño comienza a correrse.
Ella grita mi nombre mientras su miel se derrama y estoy allí para
lamerlo. Cuando comienza a bajar su pierna, pongo mi mano sobre ella
para mantenerla en su lugar.
—No, quédate así.
Me levanto detrás de ella y me deslizo dentro de su coño todavía
pulsante. Mi pene quiere correrse, así que ni siquiera trato de detenerlo.
Gimo mientras me derramo dentro de ella y extiendo la mano para acariciar
su coño desde el frente.
Juego con su clítoris mientras mi polla pulsa, y la envío a otro orgasmo.
—Eso es todo, botón. Recibe toda la crema. Quiero salir y ve cuánto
me amas.
Puedo escuchar el sonido de lo húmeda que está cuando empujo
dentro de ella. Mi orgasmo ha terminado, pero mi pene está listo para la
segunda ronda.
Cuando el último de sus pulsos se detiene, ella comienza a caerse.
Salgo y la ayudo a sacar su rodilla del mostrador. Sus piernas están
temblorosas, así que la tomo en mis brazos y la levanto del suelo.
—Creo que es hora de que te lleve a la cama —le digo, y ella menea
el culo contra mi polla.
—¿Qué hay de eso? —dice, con los ojos llenos de sueño.
—Oh, me ocuparé de eso tan pronto como te lleve a la cama.
—¿Sin mí? —Hace pucheros.
—Oh no, te voy a follar con eso. Pero probablemente dormirás a través
de todo.
Se ríe porque sabe que tengo razón.
—Está bien, botón. Tú duerme. Seré rápido.
Cuando la llevo a la cama, le quito el vestido y lo arrojo al piso. Beso su
cuerpo desnudo antes de llegar arriba y deslizarme dentro de ella. Hago lo
que prometo y me corro rápido antes de rodar sobre nosotros. Estoy
completamente envuelto en mi esposa mientras mis ojos se cierran y me
duermo.
Estar casado realmente es lo mejor.
Emily
Un año después…

—S ra. Wallace, ¿Daniel y David van a estar en la feria este fin de


semana? —Miro hacia abajo a la pequeña Emma, sus
brillantes ojos azules mirándome. Sus mejillas están rosadas y
sus rizos rubios van en todas direcciones. Se ve como una muñeca. Es la niña
más dulce que he conocido, y me invade una sensación de anhelo.
—Llevaré a los niños conmigo —le digo.
Ella aplaude con entusiasmo, saltando arriba y abajo antes de darse
vuelta para correr hacia su madre. Le doy un pequeño saludo y ella hace lo
mismo. Intento no tener favoritos con los niños en la biblioteca, pero Emma
tira las fibras de mi corazón. No solo el mío de todos modos. También ha
cautivado a mis hijos. Cuando vienen a la biblioteca conmigo para la hora
del círculo, siempre se sientan a su lado. Es un poco adorable. Sé que
cuando lleguen a casa de la escuela hoy, lo primero que me preguntarán
es si vi a Emma. Tal vez debería acercarme a su madre para tener una cita
de juegos permanente.
Me hace anhelar una hija, algo que no pensé que iba a estar en las
cartas para mí. Dylan y yo no nos protegimos para tener hijos después de los
niños, pero tampoco lo intentamos nunca. Dijimos que si sucedía, sucedió,
pero nunca pasó. Sabía que cuando tuve a los gemelos, se desprendió uno
de mis ovarios y tuvo que coserse. Pensé que tal vez esa podría ser la razón.
Nunca me había tomado el tiempo de investigar por qué no había
quedado embarazada. Lo dejé todo al azar, sabiendo que si iba a tener
otro hijo, lo haría. Pero después de vomitar esta mañana y la inflamación en
mis bestias, he estado pensando que tal vez esté en las cartas para nosotros
después de todo. Tampoco puedo recordar la última vez que tuve mi
período. Realmente nunca los he registrado. Después de pensar sobre ello
esta mañana, han sido unos meses al menos. Necesito hacerme una prueba
lo antes posible. No quiero que Dylan se preocupe si es solo una falsa alarma.
Nancy se ofreció para salir corriendo y conseguirme una prueba. Estoy
emocionada y nerviosa a la vez por averiguarlo.
Las cosas han sido completamente perfectas últimamente. Los chicos
comenzaron el primer grado la semana pasada, pero pasaron el verano
viniendo a la biblioteca cuando me ofrecí como voluntaria. Leían o jugaban
en la computadora, y muchas veces se unían a lo que sea que había
establecido para los niños ese día. Dylan a veces se unía a nosotros también,
y siempre venía a almorzar.
Ahora volvemos solo a nosotros dos durante los días. Pero me encanta
que pase lo que pase, todos llegamos a casa al mismo tiempo. Dylan tenía
razón. El hecho de ser voluntaria en la biblioteca fue mucho mejor para
nuestra familia. Además, la nueva directora, Lana, ama la idea también. Ella
es una dulzura y me permite tener actividades de ejecución libre en la
biblioteca y con la comunidad. Es un ajuste perfecto. No duele que Mark
haya desaparecido hace mucho tiempo. Y estoy bastante segura que se
fue de la ciudad. Le pregunté a Dylan sobre todo unas semanas después de
que terminara, y él solo me dio una mirada que decía nunca menciones a
ese idiota de nuevo.
Guardo el libro que acabo de leer antes de limpiar mi área. Cuando
termino corro hacia Nancy, que salta de su silla cuando me ve. Me da la
bolsa y chilla.
—Nunca he estado tan entusiasmada con que alguien orine antes. —
Se ríe, siguiéndome al baño. Abro la caja y entro en uno de los puestos.
Afortunadamente, el baño está vacío.
Hago pis en el palo, salgo del puesto y lo pongo sobre el mostrador. Me
ocupo de lavarme las manos e intento no mirar, pero no puedo soportarlo
mientras me cierno sobre él, esperando. Tan pronto como veo dos tenues
líneas azules, tanto Nancy como yo gritamos.
De repente, la puerta del baño de mujeres vuela y Dylan está llenando
el marco. Sus ojos están bloqueados sobre mí.
—¡Dylan! —le grito. Mi mano vuela a mi pecho—. Me asustaste
muchísimo.
—Algo está pasando. Has estado actuando raro —gruñe, entrando en
el baño.
Él está una hora más temprano para nuestra cita de almuerzo. ¿Cómo
es que siempre sabe todo? Ni siquiera voy a preguntar si todavía tiene
cámaras por aquí. Carece de sentido. Además, no me importa si me
observa. De hecho, me excita.
—Es como un sabueso. —Nancy se ríe, pasando a su lado. Le da un
golpe en el brazo a medida que avanza—. Felicidades. Por el bien del bebé,
rezo para que no sea una niña. —Arroja sobre su hombro mientras sale del
baño, guiñándome un ojo.
—Botón. —Dylan corre hacia mí, levantándome.
—Estoy embarazada. —Decir las palabras en voz alta las hace sentir
reales. Le doy una sonrisa radiante, envolviendo mis brazos alrededor de su
gran cuerpo. Sonríe por un segundo, luego cae rápidamente.
—No será una niña —lo dice como si de algún modo pudiera ordenar
que fuera cierto.
—Dylan. Quiero una niña. —pongo mala cara. Incluso nuestro perro es
macho. Necesitamos un poco de rosa en nuestra casa.
Él deja escapar una respiración profunda.
—Bien. Pero crees que estoy loco ahora... —advierte.
—Bueno, ella tendrá dos hermanos mayores para vigilarla —le
recuerdo.
Esos niños pueden ser tan protectores como su papá a veces. Hace dos
semanas, un hombre al azar me pidió mi número telefónico cuando le
mostré dónde encontrar un libro. Los gemelos aparecieron de la nada,
haciéndole saber al hombre que estaba casada. Se apartó de ellos con las
manos en alto en señal de rendición junto con una sonrisa en su rostro.
Estaba claramente entretenido. Fue un poco adorable.
—Es cierto. —Está de acuerdo. Ya puedo verlo pensando en ello, y
lucho con una risa.
Corro mis manos por la parte posterior de su cuello en su cabello y
envuelvo mis piernas alrededor de él lo mejor que puedo.
—¿Estás listo para otro bebé? Realmente no hemos hablado de ello. —
Lo miro a los ojos.
—Estoy listo para cualquier cosa, siempre y cuando esté contigo, Botón
—me dice simplemente.
—Te amo. —Me inclino, besándolo. Sus manos se tensan en mi culo.
—Yo también te amo. —Le da a mi culo otro apretón antes de ponerme
de nuevo en mis pies y caer de rodillas frente a mí. Su mano se dirige a mi
vientre—. ¿Cuándo crees que deberíamos decirle a tu mamá que he sabido
de ti por un tiempo? —Miro hacia abajo a Dylan, y mi boca se abre—. Botón,
adoro este cuerpo todas las noches. No estaría haciendo bien mis deberes
maritales si no me hubiera dado cuenta. —Me besa el estómago.
—¿Qué tal si me llevas a casa y me muestras algunos de esos deberes
maritales antes de recoger a los niños de la escuela?
—Será un placer. —Dylan se pone de pie, dándome un beso profundo
con la promesa de lo que está por venir.
Dylan
Seis años más tarde…

— A hora, no harás nada loco —digo, con ambas cejas


elevadas como preguntando—. ¿Verdad?
—Es sólo su primer día en el jardín de infancia. No sé
de qué estás hablando —dice Emily mientras que le da el desayuno a
nuestra hija Daisy.
—La última vez que fue el primer día en el jardín de infancia conseguiste
un trabajo, y tuve que golpear a alguien —digo, apoyado en la encimera
de cocina.
Ella pone sus ojos en blanco, pero capto su sonrisa cuando se da la
vuelta.
—Estoy muy contenta, y sí, un poco triste, pero no saldré corriendo a
conseguir un trabajo.
Su espalda está hacia mí, y camino hasta ella y envuelvo mis brazos
alrededor de su cintura.
—Sólo me estoy asegurando —digo antes de besarla en el cuello.
Los gemelos bajan y se sientan en la mesa antes de agradecer a su
madre el desayuno y después inhalan su comida. Les ha enseñado bien.
Nuestra hija Daisy es la princesa de la casa y baja rebotando la última
con un cepillo en una mano y un lazo en la otra. Me siento a la mesa y se
pone delante de mí para que le desenrede el pelo y después le ponga el
lazo.
—Gracias, King Daddy —dice y me da un beso en la mejilla antes de
irse a su asiento.
—¿King Daddy? —pregunta Emily, cruzando sus brazos y poniendo su
cadera hacia un lado.
Extiendo mi mano y la tomo, tirándola sobre mi regazo.
—Fue algo que se nos ocurrió anoche. Cuando estaba leyéndole su
cuento antes de dormir.
—Papi dijo que te gustaría —dice Daisy y después me guiña el ojo.
—Seguro que lo hizo —dice Emily y pone sus ojos en blanco.
Le hago cosquillas en sus lados hasta que se ríe y trata de escapar de
mí. Tomaré su risa juguetona sobre sus lágrimas cualquier día de la semana.
La noche anterior estaba muy triste, porque sabíamos que sería nuestro
último bebé yendo a la escuela. Por mucho que nos gustaría tener otro niño,
Emily lo había pasado mal durante el embarazo y el parto no fue mucho
mejor. Cuando Daisy tenía pocos meses, Emily y yo hablamos sobre ello y
decidí ir a que me hicieran una vasectomía. Era más fácil que hacer que
ella tuviera que atravesar otra cirugía.
Hay días en que nos hubiera gustado haber tenido una docena de
niños, pero la mayoría de los días los tres que tenemos son más que
suficientes.
—Está bien, tengo la biblioteca hasta el mediodía, después King Daddy
me recogerá. —Rueda sus ojos cuando lo dice, pero Daisy se ríe—. Los chicos
tienen fútbol después de la escuela, y Daisy tiene kárate.
—Voy a por mi cinturón esta noche —dice Daisy con entusiasmo y
luego hace un movimiento de corte.
—Todos estaremos allí para verlo —digo, y los muchachos están de
acuerdo.
Tratamos de llevar a Daisy a danza hace pocos años, pero lo odió. Es
femenina y le gustan los lujos, pero cuando se trata de jugar, podría ser justo
igual que sus hermanos. Practica kárate como pez en el agua y ha estado
rompiendo toda mi madera desde que aprendió cómo.
—Sólo quédate fuera de mi cobertizo —le digo, y finge que no me oye.
—Vale. Todo el mundo terminad. Es casi la hora de irse.
—Escucha a tu madre —digo antes de recoger a Emily en mis brazos y
de llevarla a nuestra habitación.
—Dylan, ¿qué haces? Déjame —dice mientras juguetonamente
golpea mi espalda.
La lanzo a la cama y voy a la cómoda. Saco la caja de terciopelo, y
luego camino y me siento junto a ella.
—Te compré esto —digo y lo coloco en su muslo.
—¿Para qué es esto? No olvidé nuestro aniversario de nuevo, ¿verdad?
—Sus ojos se abren, pero sonrío y niego.
—Sólo esa vez. —Me gusta recordarle que nunca me he olvidado. Y
para ser justos, estábamos tan enredados en las sábanas de esa habitación
de hotel que ella no supo qué día era hasta que se lo recordé.
—¿Qué es? —pregunta, con la caja en la mano.
—Es un regalo para ti. Puede ser que necesites algo especial para
recordar este día. Y lo mucho que significas para mí. —Se pone un poco
llorosa, y beso su frente—. Sólo ábrela.
En el interior hay un collar con una barra de oro de largo. En el frente
tiene tres piedras de nacimiento, uno para cada niño. Y en la parte posterior
hay una inscripción.
—Oh Dylan. Lo amo. ¿Qué dice? —pregunta, secándose las lágrimas.
—Dice: Todo porque nos enamoramos —digo y la beso en la mejilla.
—¿Por qué tienes que ir y hacerme llorar? Estaba haciéndolo tan bien
—se queja antes de envolver sus brazos alrededor de mí y de enterrar su
cara en mi cuello. Se ríe entre lágrimas y le froto la espalda.
—Porque te amo. Y quiero que lo mires y recuerdes que todos estamos
aquí por ti. Porque nos amas.
—Lo amo. Y te amo. Gracias por hoy y por siempre hacerme sentir tan
especial.
Se inclina hacia atrás, y limpio sus lágrimas. Le tomo el collar y la ayudo
a ponérselo.
—Se ve hermoso —digo y le doy un rápido beso en los labios—. ¿Queen
Mommy? —pregunto, y pone sus ojos en blanco—. Vamos, suena bien.
—Sí. Pero si no salimos de esta cama, King Daddy va a llegar tarde a
llevar a esos chicos a la escuela.
—Está bien, pero tu deber real es darme ese culo —digo mientras la giro
y la azoto en el culo.
Chilla antes de saltar de la cama y trata de atraparme por el pasillo.
Dios, amo a esa mujer y cada segundo de nuestras vidas juntos.

¡FIN!
A lexa Riley son dos amigas atrevidas que se juntaron y escribieron
algunos libros sucios. Ambas son madres casadas que aman el
futbol, donas y tienen una obsesion por los heroes de los libros.

Se especializan en historias de amor insta-love, exageradas, dulces y


cursis que no toman todo el año para leer. Si quieres algo seguro, corto y
siempre con un felices para siempre, entonces, ¡Alexa Riley es para ti!

También podría gustarte