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Sensible, sencilla y sensual; no hay nada de diva en esta talentosa y

carismática estrella internacional. Saluda cariñosa; ríe con


frecuencia: una risa suave, femenina, y emana alegría y positivismo.
El remolino de energía que despliega en escena se transforma en
quietud e introspección al responder nuestras preguntas. Ha sido un
año lleno de eventos que le han producido una gran satisfacción
espiritual, entre los cuales la Copa Mundial de la FIFA, en
Sudáfrica, fue muy importante.

 Hola Shakira, muchas gracias por regalarnos unos minutos de tu


preciado tiempo…

¿Qué aprendiste de la Copa?

Aprendí a ver Africa con otra mirada, desde la perspectiva de un


continente que le ha dado tanto al mundo, que lo ha nutrido como una
madre a su hijo. Un continente lleno de colores, de sentimiento, de
sonrisas y de niños con un talento enorme, que están esperando una
oportunidad para brillar.
¿Alguna vez imaginaste que Waka Waka se pudiera convertir en el
éxito que ha sido?
Cuando la escribí me di cuenta de que tenía una canción importante entre
manos, porque compuse la letra y la música al mismo tiempo. Cuando
esas cosas me pasan, es como si fuera «magia». No siempre sucede, a
veces tienes que pensar la letra o la música, o la letra para la música, pero
cuando vienen así, juntas de la mano, y te sorprenden en la trayectoria
del camino del granero a mi casa… Recuerdo que estaba en mi finca en
Uruguay y caminaba del granero a mi casa, pensando en el Mundial y en
la canción. De pronto empecé a cantarla toda seguida, y cuando llegué a
la casa abrí la puerta y le dije a Antonio (Antonio de la Rúa, su pareja):
«¡La tengo!».

Es una preciosa canción.


Muchas gracias. Lo que más me gusta es que es una canción optimista.

Una canción de esperanza…

De esperanza, de alegría; creo que cuando encuentro una música que


puede generar alegría es cuando me siento mejor y más cómoda. Es
como hallar mi lugar en la vida.

Muchas veces te han preguntado acerca de tener hijos. ¿Hacen falta


los hijos para ser feliz?

Creo que uno puede ser padre de tantas cosas, de tus proyectos y de las
mascotas que tienes en casa. El ser humano siempre necesita proteger
algo, cuidar algo, alimentar algo; no necesariamente tiene que ser un hijo
propio, de tu carne. Sí, me encantaría tener un hijo y, si no, adoptarlo. No
todo el mundo tiene la vocación para criar hijos y educarlos, pero todo el
mundo tiene la vocación para cuidar a alguien y amarlo.

Eres una mujer multifacética y tu crossover ha sido impresionante…

Gracias…

Para alcanzar el éxito, ¿qué has perdido que no te hubiera gustado


sacrificar?

Creo que… No sé, trato de esquivar el arrepentimiento y me doy cuenta


de que la culpa también es obsoleta; entonces, al final, creo que la cuenta
matemática da una ganancia y me quedo con lo que he ganado, con lo
que he aprendido. En el camino hay cosas que se sacrifican, pero la
cuenta es positiva, es más lo que se gana.

¿Qué te irrita?

Ultimamente, casi nada.


¿A qué se debe tanta felicidad?

No sé… creo que tiene mucho que ver con el Waka Waka, porque estaba
un poco de mal genio al final del año pasado y de pronto este año… el
sol ha salido para mí. En lo personal, el Waka Waka me trajo
mucha wakawakería… (risas). No sé, he sentido como que el amor de la
gente me ha reconectado conmigo misma en muchos aspectos. He dejado
de buscar otras cosas que estaba persiguiendo obsesivamente.

¿Como cuáles?

Bueno, son cosas de las que no merece la pena hablar.

¿Alguna práctica espiritual?

Creo que el espíritu tiene tantas facetas… Hacer una canción, el arte, es
una forma de espiritualidad; significa que estás vivo por dentro y eso es
mantener el espíritu. Me gustaría aprender el arte de la contemplación,
por ejemplo, meditar.

¿Cuál crees que es tu principal responsabilidad como persona y


como figura pública?

Como persona, ser fiel a mí misma, escuchar mis deseos; como ser
social, como ser político, como parte activa de una sociedad, no bajar los
brazos y seguir trabajando por las cosas en las que creo.

DESPEDIDA

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