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Se la dedicó
al Dr. Cecilio Báez con motivo de su visita a México en 1901, y fue publicada en
Asunción en el año 1902 bajo el título de "Al Paraguay" . La fotografía donde se
observa a Báez y Juan De Dios Peza es la misma que ilustra ejemplar.
CANTO AL PARAGUAY
Tierra del Paraguay, épica tierra/ Con lágrimas y sangre fecundada;/ Tú sola en las
hazañas de la guerra,/ Ni tienes que aprender ni envidiar nada.
Tumba y altar del guaraní bravío/ Que dio pasmos a las huestes españolas/ Cuando con
sangre acrecentó las olas/ De tu encantado y caudaloso río.
Cuna de aquel salvaje, heroico y rudo/ Que ha legado a los siglos su memoria/ Porque
supo morir sobre su escudo/ Para quedar de pie sobre la historia.
Del bravo Lambaré, fuerte cual hierro,/ Y en la Patria cuya suerte vela,/ Su nombre
guarda en homenaje el cerro,/ Que sirve a la Asunción de centinela.
Aún se siente cruzar su fiera sombra,/ Y algo se escucha que a su raza dice:/ Parece que
le llama, que la nombra,/ Y que su eterna esclavitud maldice.
Tierra del Paraguay, de tu pasado/ El dulce urutaú lamenta el duelo,/ Desde su nido en
el yatai colgado / En cada vez que el sol transpone el cielo.
Huella la íbera planta tu recinto,/ La raza guaraní, vencida amengua,/ Y ya sierva del
César Carlos Quinto,/ Cambias de fe, de tradición, de lengua.
Irala logra gobernar con tino/ A la colonia que prospera y crece,/ Y Hernando de Arias
por igual camino,/ Derrama el bien y el Paraguay florece.
Arma el poder teocrático y sombrío / Contra el poder civil contineda ruda,/ Y es tachado
de réprobo e impío,/ El que a los hijos de Jesús no ayuda.
Airado al ver que el pueblo nunca impera,/ Y que nadie lo salva o lo vindica,/ Se alza
como su apóstol Antequera / Y su derecho y libertad predica.
Manda el Rey castigar los desafueros/ del gobernante que encendió su encono/ Y
Antequera y sus bravos comuneros,/ Luchan contra la cruz y contra el trono.
Ninguno retrocede ni se humilla,/ Y al fin los comuneros denodados,/ Cual sus nobles
hermanos de Castilla / Son en su sangre generosa ahogados.
Sufre el pueblo ante propios y ante extraños,/ Las angustias sin nombre del vencido / Y
ve impasible transcurrir los años,/ En triste soledad y en hondo olvido.
Escucha al fin la voz de su conciencia;/ De tres siglos de horror sacude el yugo,/ Y reta
al proclamar su independencia,/ Al Rey, al sacerdote y al verdugo.
Y al Uruguay arrastran, que se lanza/ Con ellas a retarla a inicua guerra,/ Y el Paraguay
frente a la triple alianza/ Defiende solo su sagrada tierra.
No hay paraguayo sordo a los deberes/ Que le impone la lucha; un mismo anhelo/
impulsa a viejos, niños y mujeres/ A la defensa del sagrado suelo.
En Estero Bellaco se les mira/ Como en Curupayty, sobre el abismo / Donde la muerte
desolada gira/ Asombrar con su espléndido heroísmo.
Allí en Tuyutí, tumba sagrada/ Del valor y la fe de héroes sin nombre,/ Y guarda Itá-
Ybaté de otra jornada/ Glorias que tornan semidiós al hombre.
Héroe que dabas vida con tu aliento/ A las mermadas tropas, y que eras/ Ariete, escudo,
brazo y pensamiento/ Al combatir a las contrarias fieras.
Tuviste el alma del caudillo griego,/ Del vencedor de Egipto la bravura / Y en ti fue el
amor patrio como el fuego/ Del sol, que vivifica si fulgura.
Tu memoria inmortal bastará sola/ Para dar a tu patria nombradía,/ Pero Bruguez,
Cabral y Rivarola/ Te dan en el Olimpo compañía.
Bruguez, que el rayo en sus cañones fragua;/ Rivarola, el jinete alado y fiero,/ Y Cabral,
que convierte la piragua/ En terror del marino brasilero.
Las olas que la sangre ha purgado/ A diez, vivos aún, les son ligeras,/ Y heridos, sin
temor, ganan a nado,/ Vitoreando a su patria, las riberas.
Héroes que disteis perdurable ejemplo/ A los que aman el suelo en que han nacido;/ El
libre Paraguay es vuestro templo!/ Lo habéis glorificado y redimido!
El pueblo os mira con amor profundo!/ Y vuestros nombres guarda en sus anales;/ En la
Ilíada sin par del Nuevo Mundo/ Que ya reclama honores inmortales!
Al haceros justicia, el orbe entero/ llamará al Paraguay ante la historia,/ Precursor del
indómito boero / David del infortunio y de la gloria!
México guarda amor y simpatía/ Al pueblo a que el honor sirve de escudo/ Y yo, en el
nombre de la tierra mía,,/ Oh, Paraguay! te admiro y te saludo!
Qué libre, grande y fuerte en la victoria,/ A la paz y al progreso consagrado,/ Surjas
siempre de América en la Historia,/ Por tus heroicos hechos, respetados!