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Efesios 5:22-24 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23

porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la


cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo,
así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
El versículo anterior exhortaba a someternos unos a otros como medio por el cual estar
llenos del Espíritu. La llenura del Espíritu Santo te llevará a vivir en sumisión a otros, a
las autoridades civiles, a las autoridades espirituales y a considerar a los demás como
superiores a ti (Filp 2:3).

El verso 22 continúa con el marco de la sumisión, pero esta vez dentro del vínculo del
Hogar y específicamente habla a las casadas.

Las casadas: guné: esposas, mujer.


Lo primero a destacar es que habla a mujeres casadas, lo cual indica que sí existe el
matrimonio legalmente establecido. No habla de mujeres juntadas, de parejas de hecho,
ni nada parecido, habla de mujeres que se han unido a su esposo en un acto espiritual,
oficial y legal delante de Dios y de los hombres.

Estén sujetas: jupotásso: Subordinar, reflexivamente obedecer; bajo, sometido,


sujeto, sumiso.
Otras versiones como la NTV aclaran más el enlace que hay este mandato hacia la
mujer con la exhortación del versículo 21: Es más, sométanse unos a otros por
reverencia a Cristo. 22 Para las esposas, eso significa: sométase cada una a su marido
como al Señor,
La NVI también usa la palabra someterse.
La sujeción o la sumisión tiene un carácter negativo en la sociedad actual por el abuso
que se le ha dado a este concepto. Pero también tiene que ver con la influencia extrema
feminista y la aniquilación de todos los valores bíblicos. Pero ante un abuso, un buen
uso, sobre todo un buen uso bíblico, que es de lo que se trata. Veremos más delante de
que tipo de sujeción habla.

A sus propios maridos: ídios: pertinente a uno mismo; propio de uno; privado o
separado; suyo. Ánér: Hombre, esposo, marido o varón.
Aquí la palabra marido también denota un casamiento, una boda, una ceremonia legal.
Además habla de su propio marido, como vemos en el término gr, de alguien
específico, alguien que se ha unido a su mujer no sólo físicamente, sino espiritual y
legalmente.

Como al Señor: jós: probablemente adverbio de comparación: que de manera;


de esa manera; en el caso.
Esta es la referencia correcta. Las diferentes culturas, las experiencias buenas y malas,
las corrientes antibíblicas, etc., podrían llevarnos a una mala interpretación de la
sujeción bíblica de la mujer a su esposo. Pero la manera, el modelo para la sujeción
hacia el marido es como si se sujetaran al Señor, o de la misma manera que se sujetan
al Señor.
Esto tiene sentido teniendo en cuenta que la Biblia enseña y exhorta a someternos a las
autoridades (Ro 13:1); también a nuestros pastores (He 13:17) como autoridades puestas
por Dios. El matrimonio es una institución de Dios y el hombre fue constituido por Dios
como cabeza del Hogar y es por eso que se espera de la esposa que se sujete a su
marido.
Si la autoridad que el marido tiene en el hogar le fue delegada por el Señor, someterse al
marido es como someterse al Señor.
Barclay: Consideremos brevemente la situación en que Pablo escribió este pasaje.
Los judíos tenían una opinión baja de las mujeres. En la oración de la mañana se incluía
una frase en la que el varón judío daba gracias a Dios por no haberle hecho «gentil,
esclavo o mujer.» Para la ley judía una mujer no era una persona, sino una cosa. No
tenía ningunos derechos legales; era posesión absoluta de su marido, que podía hacer
con ella lo que quisiera.
Los judíos tenían en teoría el ideal más alto del matrimonio. Los rabinos tenían algunos
dichos como estos. «Un judío debe entregar su vida antes que cometer idolatría,
asesinato o adulterio.» "El mismo altar vierte lágrimas cuando un hombre se divorcia de
la mujer de su juventud.» Pero en los días de Pablo el divorcio se había generalizado
trágicamente.
Dos hechos ponían las cosas peor en la ley judía. El primero, que la mujer no
tenía posibilidad legal de divorciarse, excepto si su marido contraía la lepra, o era
apóstata, o se dedicaba a un negocio repugnante, como el de curtidor, que conllevaba el
recoger y usar excremento de perro. Hablando en general, el marido, bajo la ley judía,
podía divorciarse de su mujer por cualquier razón, pero la esposa no podía divorciarse
de su marido por ninguna razón. Segundo, el procedimiento del divorcio era
desastrosamente fácil. La ley de Moisés decía que el hombre que quisiera divorciarse de
su mujer no tenía que hacer más que entregarle una notificación escrita que dijera: «Que
esto sea la nota de divorcio y la carta de despedida y el documento de liberación para
que puedas casarte con quien quieras.» Todo lo que el marido tenía que hacer era
entregarle en mano a su mujer en presencia de dos testigos esa nota de divorcio, y el
divorcio quedaba consumado. La otra única condición era que tenía que devolver la dote
de su mujer.

Las cosas estaban todavía peor en Roma; la degeneración era trágica. En los días de
Pablo la vida romana de familia estaba deshecha. Séneca escribe que las mujeres se
casaban para divorciarse y se divorciaban para casarse. Séneca dice que las mujeres
fechaban los años por los nombres de sus maridos.
Marcial, Juvenal, Jerónimo hablan de mujeres que tuvieron diez maridos, ocho en cinco
años o mujeres que se habían casado con su vigésimo tercer marido siendo ella la
vigésima primera esposa de él.
Ese era el trasfondo cuando Pablo escribía. En este precioso pasaje no estaba
exponiendo ideas que todo el mundo aceptara. Estaba llamando a las personas a una
nueva pureza y a una relación nueva en su vida matrimonial. No se puede exagerar el
efecto purificador del Cristianismo en el hogar en el mundo antiguo, ni los beneficios
que trajo a las mujeres.
La situación era todavía mucho peor en el mundo griego. La prostitución era una
parte esencial de la vida griega. Demóstenes había establecido lo que era una norma de
vida aceptada por todos: “Tenemos cortesanas para el placer, concubinas para la
cohabitación diaria, y esposas para tener hijos legítimos y una guardiana en los
asuntos de nuestro hogar.”
No tomaba parte en la vida pública; no salía nunca sola a la calle; no aparecía en
banquetes o en ocasiones sociales; tenía sus habitaciones privadas a las que no tenía
acceso nada más que su marido. Y todo esto, como decía Jenofonte, “para que viera lo
menos posible, oyera lo menos posible y preguntara lo menos posible.”
Una mujer griega respetable estaba educada de tal manera que resultaban, imposibles la
compañía y la conversación en el matrimonio con ella. Sócrates decía:
Vero fue el colega imperial del gran Marco Aurelio. Su mujer le echaba en cara el que
se relacionara con otras mujeres, y la respuesta de él era que ella tenía que darse cuenta
de que la posición de esposa tenía que ver con el honor, no con el placer. Los griegos
esperaban que la esposa gobernara el hogar y se cuidara de los hijos legítimos, pero
ellos se buscaban el placer y la compañía en otro sitio.
Lo que ponía las cosas todavía peor era que no había en Grecia un procedimiento legal
de divorcio. Como decía alguien, el divorcio era cuestión de capricho. La única
seguridad que tenía la esposa era que había que devolver la dote. La vida de hogar y de
familia estaba a punto de extinguirse, y la fidelidad ya no existía.
- McDonald: El sometimiento nunca implica inferioridad. El Señor Jesús se somete a
Dios Padre, pero no es inferior en absoluto a Él. Tampoco es la mujer inferior al
hombre. En muchas maneras puede serle superior: en devoción, en simpatía, en
diligencia, y en heroica persistencia. Pero a las casadas se les manda que estén
sometidas a sus propios maridos, como al Señor. Al someterse a la autoridad de su
marido, una mujer se somete a la autoridad del Señor. Esto, por sí mismo, debería quitar
toda actitud de resistencia o rebeldía.
- Comentario Biblia Plenitud: ¿Cómo debo conducirme con mi marido? Fíjate en la
desposada escogida, la Iglesia, en su relación con Cristo; respétalo, reconoce que él está
llamado a ser la «cabeza» de la familia, responde positivamente a su liderazgo,
escúchale, encómialo, mantente unida en propósito y en voluntad con él; sé una ayuda
verdadera (Gn 2:18).

- Biblia Ryrie: Las casadas deben someterse en la casa al liderato de sus maridos (vv.
Efe_5:22; Efe_5:24), han de respetar a sus maridos (v. Efe_5:33); han de amar a sus
maridos (Tit_2:4), y vivir con ellos hasta la muerte (Rom_7:2-3).

- La Biblia de las Américas: Este mandamiento es una aplicación específica del


principio general expresado en el vers. 21. En un sentido, el amor del esposo por la
esposa es también una forma de sumisión cristiana (cp. Gá 5:13, 14). Por tanto, la
sumisión de la esposa al esposo no la degrada o la hace inferior, pues ambos deben
someterse a Cristo y a su vez la una al otro.

- McArthur: El mandato no tiene excepciones y se aplica a toda esposa cristiana sin


consideración a sus propias capacidades, educación, conocimiento de las Escrituras,
madurez espiritual o cualquier otra cualidad que pueda compararse a las de su esposo.
La sumisión no es para que el esposo la demande, sino que la esposa debe ofrecerla de
forma voluntaria y amorosa.

- Matthew Henry: El deber de las esposas es la sumisión en el Señor a sus maridos, lo


cual comprende honrarlos y obedecerles por un principio de amor a ello.

Porque: Jóti: pues, dado que, ya que. Como conjugación demostrativa. Es


como si dijera: la razón por la que la esposa debe someterse al marido como al
Señor es que…

El marido es cabeza de la mujer: Ya nos hemos definido lo que significa


marido y mujer así que aquí nos centraremos en la palabra cabeza: kefalé: habla
de cabeza del ángulo o cabecera.
Y como comenta la Biblia Diario Vivir, algunos distorsionan las enseñanzas de Pablo
relacionadas con la sumisión dando poder sin limítes a los esposos, pero el hecho de
que una enseñanza no sea popular no es una razón para descartarla. No obstante este
liderazago del esposo como cabeza está relacionado directamente con Cristo y como
sigue argumentando la Biblia Diario Vivir, el verdadero liderazgo espiritual es servicio.
Un esposo sabio que honra a Cristo no sacará ventaja de su papel, y una esposa sabia
que honra a Cristo no procurará menospreciar el liderazgo de su esposo. Si esto se
toma en cuenta, se evitará la desunión y la fricción en el matrimonio.

Por esta razón, esta parte del versículo (el marido es cabeza de la mujer), no puede
interpretarse sin la siguiente frase que le sigue…

Así como Cristo es cabeza de la Iglesia: Pablo utiliza una comparación: Así
como: Kaí: así, de la misma manera, en verdad y la palabra jós: en el caso, de
esa manera.

Esto no deja márgen al esposo para una mala interpretación de su autoridad, mucho
menos una autoridad abusiva, sino como hemos dicho, servicial, entregada y amorosa.
Ningún comentarísta se atreve a interpretar la autoridad del esposo como cabeza fuera
de la comparación con Cristo como cabeza del hogar.
- McArthur: el marido es cabeza… Cristo es cabeza. La esposa llena del Espíritu
reconoce que el papel de su esposo que consiste en proveer liderazgo no solo es
ordenado por Dios, sino que es un reflejo de la autoridad de Cristo mismo sobre la
iglesia como su Cabeza, y del amor con que Él ejerce ese liderazgo
- McDonald: Todos sabemos que hay en la actualidad una enorme reacción contra esta
enseñanza. Se acusa a Pablo de ser un soltero lleno de prejuicios, un machista y
aborrecedor de las mujeres. O bien se dice que sus puntos de vista reflejan las
costumbres sociales de su tiempo, pero que ya no son aplicables. Estas declaraciones,
naturalmente, son un ataque frontal a la inspiración de las Escrituras. Aquí no tenemos
meramente las palabras de Pablo; son las palabras de Dios. Rehusarlas es rehusar al
Señor e invitar dificultades y calamidades.
Aunque comienza hablando del rol de la mujer hacia el esposo, hace un paréntesis para
referirse a la autoridad delegada sobre el esposo poniendo como el ejemplo a seguir, a
Cristo. Cristo es el modelo de autoridad que el esposo deber imitar hacia su esposa y
hogar. Esto es un privilegio como una gran responsabilidad.

La cual es su cuerpo: soma: como un todo completo. Esclavo, corporal, cuerpo.


Aquí habla de la Iglesia, de la asamblea Cristiana, de cada uno de los creyentes nacidos
de nuevo que representan al Señor y a la Iglesia. No habla de cuerpo como morada del
Espíritu sino como una representación de Jesús hacia el mundo. Somos sus pies, sus
manos. La gente verá a Jesús en la medida que nos vea a nosotros, para bien o mal.
Nosotros como cuerpo de Cristo, nos movemos, andamos y actuamos como Cristo lo
hacia. De hecho, debemos seguir haciendo las obras de Jesús, porque somos su cuerpo,
y no un cuerpo independiente, sino con una Cabeza, con una Autoridad que es Cristo,
con alguien que nos indica, nos dirige, al cual nos sometemos.

Y él es su Salvador: soter: salvador, liberador, preservador. De ahí la palabra


soteriología: estudio de la salvación.
Esta doctrina o término teólogico está incluida en la palabra pez en griego (ichthys) y
cada letra era la inicial de una de las principales doctrinas de Cristo: Iēsous Christos
THeou Yios Sōtēr: Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.
No solo es Señor, Cabeza, Autoridad, sino que es nuestro Salvador, nuestro libertador
preservador.

McArthur: Así como el Señor liberó a su iglesia de los peligros del pecado, la muerte y
el infierno, el esposo hace provisión, protege, preserva y ama a su esposa, mientras la
dirige por medio de su sumisión a una vida bendecida. Tit_1:4; Tit_2:13; Tit_3:6.

Así que como la Iglesia está sujeta a Cristo: jósper: justo como, exactamente
como, lo mismo que, según… la iglesia está sujeta a Cristo: jupotásso:
Subordinar, reflexivamente obedecer; bajo, sometido, sujeto, sumiso. Utiliza la
misma palabra para describir la sujeción de la esposa a su marido.
Así como, de la misma manera que la Iglesia está subordinada, sumisa a Cristo, como
un ejemplo, como un modelo a tener en cuenta…

Así también las casadas lo estén a sus maridos en todo: kaí: de la misma
manera… las casadas lo estén (sujetas) a sus maridos en todo (pas) incluído
todas las formas de declinación. Todo, cualquiera, cada uno, toda clase, toda
manera.

Como apunta McDonald: Nada podría exaltar más el papel de la esposa que compararla
con el papel de la iglesia como esposa de Cristo. El sometimiento de la iglesia es la
pauta que debe seguir la esposa. Ella debe estar sometida a su marido en todo -es decir,
en todo aquello que sea conforme a la voluntad de Dios-. No se puede esperar de la
mujer que obedezca al marido si él la quiere obligar a comprometer su lealtad para con
el Señor Jesús. Pero en todas las relaciones normales de la vida, ella debe obedecer a su
marido, incluso si su marido no es creyente.
Jamieson añade: Es decir, en todo lo que pertenece a la autoridad legítima del esposo.
“En el Señor” (Col_3:18) significa todo lo que no sea contrario a Dios.

La NTV lo traduce: Así como la iglesia se somete a Cristo, de igual manera la esposa
debe someterse en todo a su marido.
La NVI: Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a
sus esposos en todo.
La referencia es la relación que existe entre la Iglesia y Cristo.

Como expresa el comentario de la Nueva Biblia de Jerusalén: estos versos establecen


un paralelo entre el matrimonio y la unión de Cristo con la Iglesia. Los dos términos de
comparación se aclaran mutuamente: a Cristo se le puede llamar esposo de la Iglesia,
porque es su cabeza y la ama como a su propio cuerpo, como sucede entre marido y
mujer. Esto ofrece un modelo ideal para el matrimonio humano.

Conclusiones:
1. Dios instituye la familia, el matrimonio y este debe realizarse de una manera
espiritual (pues es Dios quien lo instituyó) y legal (pues Dios nos manda
someternos a las autoridades).
2. Las mujeres espiritual y legalmente casadas, deben sujetarse (estar sometidas) a
sus propios maridos (no a otros maridos, sino a los suyos). Esto implica una
sujeción dentro del ámbito familiar, del hogar.
3. Esta sujeción está determinada en la manera que ellas se sujetarían a Cristo,
porque lo hacen como para él, como a él, y porque están aceptando algo
instituido por Él. Esto significa que no es una sujeción en temor o miedo, ni por
la fuerza o por violencia, sino una sujeción voluntaria, en amor, respeto y
lealtad.
4. La razón de esa sujeción es porque Dios instituyó que el marido sea la cabeza, la
principal (no única) autoridad. Pero esta autoridad también es comparativa con
la de Cristo hacia la Iglesia. Un liderazgo basado en la entrega, en el servicio, el
amor, el cuidado, la protección, provisión, dirección, etc. Un liderazgo de
confianza, de cercanía.
5. Es un mandamiento bíblico, por lo cual no depende de culturas, de modas, de
ideologías. No tiene que ver con machísmo, con feminismo, con más o menos
capacidades y mucho menos diferencias de valor como persona o derechos. Es
una cuestión de orden que el fundador, creador del matrimonio establece para un
matrimonio funcional, espiritual, exitoso. Y por lo tanto el pasar por alto estas
directrices acarrea consecuencias como las que estamos viendo en nuestra
sociedad donde impera el orgullo, la violencia, el hacerse valer, o notar. El
egoísmo, el autoritarismo, etc., pecados que comienzan con una violación de los
valores que Dios mismo instituyó y terminan en un libertinaje que rompe la idea
de lo que es un matrimonio conforme a la imagen de Dios, de Cristo y su Iglesia.

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