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DE DESASTRE
1
INTRODUCCION
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Tabla de Contenidos
UNIDAD 1
LA SINGULARIDAD DEL MINISTERIO DE CRISIS EN SITUACIONES DE DESASTRE
.........................................................................................................................................4
UNIDAD 2
PANORAMA DE LA RESPUESTA CRÍTICA................................................................17
UNIDAD 3
DESARROLLO Y NECESIDADES HUMANAS ..........................................................27
UNIDAD 4
PANORAMA DE LA RESPUESTA AL TRAUMA………………………………………….35
UNIDAD 5
MODELOS DE INTERVENCIÓN CRÍTICA ...................................................................41
UNIDAD 6
LA COMPASIÓN DURANTE LA CRISIS ......................................................................45
UNIDAD 7
CONSOLANDO EL DUELO DURANTE LOS DESASTRES ........................................55
UNIDAD 8
DIMENSIONES ESPIRITUALES DEL TRAUMA ..........................................................62
UNIDAD 9
MINISTRANDO EN MEDIO DE LA DIVERSIDAD ........................................................70
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LA SINGULARIDAD DEL MINISTERIO CRÍTICO EN SITUACIONES DE DESASTRE
UNIDAD 1
El desarrollo del ministerio de capellanía tiene sus raíces en la historia antigua. Con
frecuencia, hombres y mujeres religiosos acompañaban a los ejércitos en batalla como
sacerdotes. Desde el establecimiento de Canaán hasta los tiempos de Jueces, hubo líderes
espirituales que suministraron aliento y atención compasiva a individuos que se encontraban
constantemente en situaciones de crisis. Se encontraron capellanes con el explorador Sir
Francis Drake en el siglo dieciséis. Hubo otros que pelearon con George Washington durante
la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Estos capellanes oraron durante el
sufrimiento humano, dieron aliento en tiempos de desesperación y oficiaron eventos
ceremoniales. Aconsejaron y proveyeron consultas a reyes, parlamentos y gobiernos, así como
a personas encarceladas, enfermas y privadas de sus derechos civiles.
Hoy en día, se pueden encontrar capellanes en las situaciones más variadas: en las
fuerzas armadas, los servicios de salud, las agencias de seguridad pública, las instituciones
de negocios e industria, los establecimientos hoteleros, las pistas de carreras y casinos, las
fuerzas laborales, los refugios y misiones de socorro, los equipos de deporte profesionales, las
fábricas y las corporaciones. Los capellanes se encuentran en cualquier situación imaginable.
La palabra «capellán» tiene su origen en Francia, durante el siglo cuarto. Cuenta la
historia tradicional, que durante una noche fría y lluviosa, San Martín de Tours, tuvo tanta
compasión por un mendigo que se movió a compartir su capa con él. La compasión de San
Martín de Tours fue tal que, a su muerte, su capa (capella en latín) fue preservada como una
reliquia santa y mantenida en un santuario conocido como chapele, de donde se deriva la
palabra chapel (o capilla) en inglés. El guarda de chapele fue conocido como el chapelain, o
capellán en español. Hoy en día, el capellán continúa protegiendo lo sagrado y compartiendo
su capa como producto de su compasión.
Un área de especialización en crecimiento dentro del ministerio de capellanía es la
capellanía en respuesta a situaciones de desastre. Aunque por años los capellanes militares,
de hospitales y de seguridad pública (entre otros) han ministrado frecuentemente durante
situaciones de crisis y emergencia difíciles, la especialización en respuesta a situaciones de
desastre ha surgido durante los últimos 15 años en los EEUU, aunque de manera informal.
Mientras que la mayoría de los capellanes responde a las situaciones de crisis que se
encuentran dentro de sus propias organizaciones (el ejército, el hospital, el departamento de
policía) hay muchos que también responden a la comunidad en general durante las
emergencias comunitarias. Los capellanes de respuesta a desastres sirven frecuentemente a
múltiples organizaciones y usualmente responden a la comunidad en general de víctimas
durante la crisis. Las víctimas pueden incluir a transeúntes inocentes, víctimas directas,
trabajadores de alivio de desastre, y hasta los responsables del crimen.
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En el pasado, capellanes profesionales de varias áreas de servicio han participado en
respuesta a desastres de gran escala. Sin embargo, muchos no han sido instruidos sobre
cómo responder a las necesidades particulares y asuntos delicados que se presentan al
atender a los desastres de emergencia. La concientización sobre la importancia del valor del
cuidado espiritual junto con el cuidado físico durante una emergencia, ha llevado a que la
especialización en capellanía en situaciones de desastre evolucione a ser una de las
categorías de capellanía más importantes.
La creciente concientización acerca de las necesidades espirituales en crisis ha
comenzado a formalizar la respuesta de los capellanes en situaciones de desastre. Las
agencias internacionales de respuesta a desastres han empezado a trabajar en conjunto para
coordinar la respuesta espiritual a desastres de diferentes índoles. Los avances tecnológicos
y la globalización han hecho que las agencias de alivio a emergencias reconozcan la necesidad
de redefinir el campo de las situaciones de desastre. El campo del desastre ya no es
únicamente el sitio o lugar afectado directamente por el desastre, sino que hoy incluye
localidades remotas, instituciones, personas, y grupos que de alguna forma u otra están
relacionados o impactados por el desastre (por ejemplo, los aeropuertos de partida y llegada
de un vuelo, las oficinas centrales de una corporación afectada, la iglesia local de los niños en
el autobús, el fabricante y la fábrica del interruptor eléctrico defectuoso).La necesidad de apoyo
espiritual y emocional excede el lugar del desastre, el hospital, o el refugio del desastre.
Ante esta coyuntura internacional la Orden Nacional de Capellanes de Bolivia se crea
en respuesta a las necesidades existentes en nuestro medio, asimilando además que la
capellanía no obedece a una única nación si no que somos un solo pueblo dentro de este basto
mundo.
La definición de la atención espiritual se deriva de la imagen bíblica del pastor que cuida
a su rebaño. De una manera muy amplia e inclusiva, la atención espiritual incorpora a todos
los ministerios que se dedican a cuidar y nutrir a las personas y sus relaciones dentro de una
comunidad. Esto puede incluir un enfoque clásico de interpretación, oración, y meditación, así
como un enfoque más contemporáneo como la importancia presencial, el escuchar, y la
reflexión. En situaciones de desastre, la atención espiritual es frecuentemente vista como la
provisión de una presencia calma, el escuchar sin juzgar, una intervención solidaria, y la
esperanza que se puede tener a través de la fe en Jesucristo.
Los capellanes en situaciones de desastre provienen de una gran variedad de
profesiones y ministerios. Pueden ser pastores, capellanes, consejeros, maestros,
trabajadores sociales, o psicólogos. Los capellanes de respuesta a situaciones de desastre
también pueden ser laicos: hombres y mujeres que responden al llamado de Dios en sus vidas
de ofrecer atención y compasión a aquellos que sufren las crisis de los desastres.
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¿A conocido capellanes?
Los desastres son eventos críticos, y los eventos críticos usualmente provocan crisis a
quienes están involucrados en ellos. Los capellanes necesitan utilizar sus habilidades y roles
particulares con la intención de acrecentar la capacidad comunitaria de sobrellevar los
desastres, y fortalecer la respuesta espiritual a ellos. Proveer atención espiritual tras un
desastre muchas veces implica integrar las respuestas espirituales con otras clases de ayuda,
tal como la ofrecida por los trabajadores de emergencia, proveedores de salud mental, y
agentes de protección social. Este tipo de asistencia es mejor administrada bajo un marco de
principios de intervención crítica ya establecido. Los proveedores de atención espiritual, por
lo tanto, deben entender cómo operan típicamente los representantes de otros grupos de
atención en consideración a estos principios.
Un aspecto único de muchos capellanes que sirven en situaciones de desastre es que
normalmente son pastores o personas laicas, por lo cual, al no trabajar normalmente en un
ambiente de desastres, no serían considerados como personal profesional de respuesta a
situaciones de desastre. En cambio, estos capellanes son en su mayoría voluntarios que
provienen de una variedad de escenarios de asistencia espiritual, y que participan en
entrenamientos y adquieren experiencia en el campo de alivio a desastres con el propósito de
prepararse para responder en casos de necesidades espirituales.
Los capellanes en situaciones de desastre ofrecen un ministerio solidario en el campo
del desastre, durante y después del suceso del desastre, a cualquier víctima del desastre, ya
sea por algunos segundos o por varias horas. Mientras que estos capellanes reciben
entrenamiento especializado en crisis e intervenciones espirituales, mucho de ese
entrenamiento se basa en la formación y experiencia previa de cada capellán.
Además del ministerio de presencia, el ministerio de compasión y el ministerio de escuchar
con atención, los proveedores de atención espiritual pueden elegir entre una gran variedad de
métodos de asistencia espiritual que reflejen su propia fe y espiritualidad:
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Razones Espirituales Fundamentales para Capellanes en Situaciones de Desastres
W.E. Vine define el ser conmovido por compasión como algo similar al ser movido en el
interior del cuerpo (intestinos). La palabra splanchma se refiere a las entrañas del cuerpo. La
traducción moderna coloquial de splanchma sería «una sensación de piel», «una reacción
instintiva» o «una corazonada». Splanchma es el centro de los sentimientos y las emociones
de una persona—el amor y el odio—los sentimientos que proceden del «corazón» de una
persona. Cuando los Evangelios hablan de la compasión de Jesús, se refieren a emociones
profundas y poderosas que exceden por lejos cualquier sentimiento superficial de pena,
aflicción y arrepentimiento.
La palabra «compasión» proviene de dos palabras en latín, cum y pati, que en conjunto
significan «sufrir con». Es «… una emoción de simpatía y pesar profunda por otro que es
afligido por el sufrimiento o la mala fortuna, acompañada de un fuerte deseo de aliviar el dolor
o remover su causa»i
La compasión se inserta en el sufrimiento y el dolor del que sufre. Es más noble que la
piedad y más valiente que la condolencia. Sentir empatía completa por la desolación y la pena
de los que están sufriendo requiere compasión.
El capellán de respuesta a situaciones de desastre debe conocer sus propios prejuicios,
necesidades y limitaciones, y aún así tener el deseo profundo de identificarse con aquellos que
son marginados y heridos, buscando demostrar que la compasión de Cristo es la prioridad de
todo ministerio de capellanía. Siempre será inadecuado intentar meramente prevenir el
sufrimiento, o no ser parte de la causa. Un capellán de respuesta a situaciones de desastre
debe enfrentar el ministerio desde un paradigma radicalmente diferente: el capellán debe
iniciar y ser participante activo en la tarea de «ser» compasión como una prioridad, y «obrar»
compasión como una necesidad. El capellán debe elegir involucrarse en el sufrimiento,
dejando a un lado su propio instinto natural de eximirse de la crisis. La importancia de ser
compasivo tal vez resida en el hecho de que el ser compasivo no se busca naturalmente, sino
que es una actividad que uno debe elegir de manera intencional y racional, sabiendo que se
«siente» contra el instinto natural.
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La fundamento teológico de la capellanía de alivio a situaciones de desastre se
encuentra fundamentada por el mandato a sobrellevar los unos las cargas de los otros (ver
Gálatas 6:2), y en consecuencia debemos ser compasivos «así como [nuestro] Padre es
compasivo» (Lucas 6:36). El vaso de agua fría y el Buen Samaritano también refuerza este
mandato imperativo.
Un aspecto fundamental de la capellanía en respuesta a situaciones de desastre es “el
ministerio presencial”. Una de las premisas principales de la atención en medio de la crisis es
estar presente. El cuidado de las almas requiere, primero, estar ahí. La presencia simple,
empática, y el acto de escuchar constituyen un hecho pastoral, la presuposición de todos
hechos pastorales. El poder de este ministerio se encuentra en su servicio altruista. Si los
capellanes proveen compasión sobrellevando las cargas de los otros, entonces eligen “sufrir
conjuntamente” con los que sufren. Proveer compasión requiere dejar de lado la comodidad
e insertarse intencionalmente en un lugar de crisis—de peligro, dolor, pérdida, o pena—durante
las crisis espirituales y emocionales de la vida.
La fuerza de una relación solidaria se encuentra en el hecho de que uno nunca está
solo. Dios está presente con el capellán. La presencia de Dios dentro de la situación ministerial
da poder al capellán a proveer apoyo espiritual eficaz y apropiado dentro del contexto del
desastre.
Henri Nouwen llama a la encarnación de Dios como la «solidaridad divina». Es el Dios
compasivo que elige ser Dios-con-nosotros. El capellán en situaciones de desastre
frecuentemente representa la presencia de Dios.
“Los héroes de la fe tenían una cosa en común: todos eran personas ordinarias sin
poder en su propia persona. La diferencia es la poderosa presencia de Dios. Los tiempos
cambian, pero el efecto que tiene la presencia de Dios permanece igual”. Los capellanes que
se insertan en el sufrimiento y el caos de las crisis reciben poder por la misma presencia de
Dios para darles victoria sobre la desesperación, la pérdida y la insuficiencia.
El capellán en situaciones de desastre comparte la presencia de Dios con las víctimas
y ofrece las mismas palabras de confianza: “Estoy contigo”. El capellán no puede negar la
realidad de la crisis, no debe minimizar el sentimiento de pérdida que ocasiona, y
probablemente no pueda disminuir el dolor. Sin embargo, el capellán ofrece el alivio presencial
de Dios mediante sus palabras de consuelo y confianza. Esta presencia puede hacer palpable
una sensación de comunidad en medio de la crisis, guiar hacia una reconciliación sanadora, o
reconectar con Dios a una persona desconectada de la fe.
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El capellán demuestra la presencia de Dios en el sufrimiento
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debe prevenir la acción ministerial compasiva de un capellán en situaciones de desastre. Los
capellanes en una situación de desastre hasta pueden ser llamados a ministrar a ciertos
individuos cuya prominencia política o religiosa es intimidante o aberrante.
Los capellanes en desastres también pueden ser llamados a ofrecer su ministerio
solidario a los marginados de la sociedad: las personas sin techo y mendigos, los adictos, los
encarcelados y los “leprosos”. Ser sensible a la diversidad humana significa ministrar a los
parias y desconectados de la sociedad.
Uno de los desafíos que el capellán en situación de desastre deberá enfrentar es
encontrarse ministrando a personas que no caben bajo su esfera normal de responsabilidad:
las víctimas que no son pacientes en el hospital donde sirve, o los miembros de su iglesia. En
estas situaciones, el capellán debe tomar la actitud de proveer atención “de todos modos”
aunque se cruce la barrera de su responsabilidad, ministrando a las víctimas bajo cualquier
circunstancia.
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Robert Greenleaf dice que la mejor prueba de esta actitud de siervo es preguntar:
¿Crecen como personas aquellos a los que usted sirve? Mientras usted los ha
servido, ¿se han hecho más saludables (se ha mitigado su estrés), más sabios
(se han aclarado sus circunstancias), más libres, más autónomos (más capaces
de sobrellevar una crisis o desastre)? ¿Es más probable ahora que se conviertan
ellos mismos en siervos de otros? Y además ¿cuál es el efecto de su servicio
sobre los menos privilegiados de la sociedad (las víctimas directas del
desastre)? ¿Se beneficiarán (¿fue demostrada la compasión en un acto de
ministerio?), o al menos serán menos desfavorecidos?
Ofrecer aliento
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Satisfacer las necesidades inmediatas
Cuando los capellanes entran en la escena del desastre su reacción muchas veces es
“¿Qué puedo hacer?” Quieren satisfacer las necesidades inmediatas de las víctimas. Aunque
estar presente en el sufrimiento de las víctimas de desastre y ser sensible a la diversidad
humana es esencial, los capellanes también tienen un profundo deseo de satisfacer
necesidades inmediatas. Muchas veces los capellanes unen a equipos de respuesta a
situaciones de desastre para suministrar comida a los hambrientos, agua a los sedientos,
atención médica a los heridos, refugio a los desalojados y ropa a los que no la tienen. Los
capellanes satisfacen las necesidades inmediatas de ayuda mediante búsquedas, socorros y
la evaluación de víctimas.
Ofrecer la oración
“No hay ateos en las trincheras”, dice el dicho. En tiempos de crisis, aún la persona no
religiosa exclama en una oración desesperada: “¡Oh, Dios!” En las crisis de desastre y
devastación las víctimas a menudo solicitan el ministerio de la oración. Los cristianos creemos
que cuando “no sabemos qué pedir […], el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
que no pueden expresarse con palabras” (Romanos 8:26 NVI). La víctima de un desastre
tiende a percibir al capellán como el representante de Dios y desea “una palabra de oración”.
En momentos de ansiedad, hay paz y tranquilidad en la oración; y los capellanes ofrecen el
ministerio de atención por medio de ella. Cuando los capellanes oran por las víctimas, deben
recordar tres cosas:
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Guiar a otros a Cristo
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aguantar”. En Castellano, la palabra «carga» proviene del verbo carricare en latín, que
significa subir una carga a un carro, o recargar. Toda persona tiene cargas, pero las cargas
que resultan de emergencias y desastres graves son en general mucho más de lo que uno
puede aguantar solo. Sobrellevar el peso pesado de la muerte, la pérdida del hogar, o la
destrucción de la propiedad son pruebas opresivas que son difíciles de aguantar en soledad.
“Dios no tiene la intención de que carguemos estos pesos aislados de nuestro hermanos y
hermanas […]. El mito de la autosuficiencia no es señal de valentía, sino que es un símbolo de
orgullo”.
A veces compartir el amor de Cristo es la manera más útil de llevar las cargas del otro.
Cuando las víctimas perciben que les faltan recursos para sobrellevar sus propias cargas,
sienten gran alivio sabiendo que los capellanes comparten sus cargas como producto del amor
de Cristo dentro de ellos. Compartir las “Buenas Nuevas” de manera apropiada y delicada
puede demostrar compasión a aquellas víctimas que cargan con el peso de grandes pérdidas
por el desastre.
Como representante de Dios, el capellán en casos de desastres ministra a todos los que
están heridos y angustiados durante las crisis y emergencias. A diferencia del pastor local que
sirve primordialmente a su propio rebaño, el rebaño del capellán en situaciones de desastre
incluye a todos los victimizados. Al entrar a la escena del desastre, el capellán ofrece los brazos
de Dios, oye los gritos de aflicción y provee fortaleza para los cansados, a pesar de estar él
mismo agotado. El capellán en situaciones de desastre demuestra la compasión porque el
corazón compasivo es aquel que sobrelleva las cargas del otro (ver Colosenses 3:12-13).
Cuando los clérigos no están capacitados para tratar con estos asuntos (y otros de igual
importancia), fallan en proveer un ministerio apropiado a las víctimas, y muchas veces dejan
la escena sintiéndose inadecuados, abrumados, o en crisis con ellos mismos. De igual manera
las víctimas se sienten desatendidas, ignoradas, descontadas, juzgadas o hasta amenazadas.
El ministerio eficaz no ocurre en estos casos.
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Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 (los atentados terroristas contra las
Torres Gemelas y el Pentágono) en los EEUU hicieron más que claro que los grandes
desastres pueden ocurrir y que no existen suficientes capellanes entrenados para responder
a situaciones de desastre y satisfacer las necesidades de las víctimas de estos desastres. Más
y más seminaristas y personas en el ministerio han recibido el llamado a ministrar en
situaciones de desastre. Sin embargo, ha surgido otro problema significativo, que es la
naturaleza prohibitiva de la formación profesional extensa para capellanes en situaciones de
desastre, en particular para quienes desean hacerse disponibles a contribuir en caso de que
ocurra un desastre, además de sus responsabilidades diarias.
Surge entonces la pregunta: ¿Puede una persona convertirse en un capellán eficaz en
situaciones de desastres con sólo 16 horas de formación en intervención crítica?. La respuesta
es sí, si la formación es específica y concisa, y si la intervención ministerial tiene la intención
de servir como “primeros auxilios espirituales” y no “cuidado a largo plazo”. Por ejemplo, los
paramédicos y bomberos reciben formación específica y concisa para suministrar primer
auxilio médico en la escena de la crisis. No hay expectativas de que suministren cuidados a
largo plazo, un campo que es más apropiado para los médicos que han recibido muchos más
años de educación y formación. Los capellanes en situaciones de desastre son instruidos para
suministrar atención urgente disipando el estrés mediante su intervención temprana y la
ventilación catártica de las víctimas. Son “paramédicos espirituales”.
Hay una necesidad urgente de formar capellanes voluntarios que respondan a las
situaciones de desastres, que provean asistencia espiritual adecuada a las víctimas directas
(aquellas que viven en el área de destrucción), a las víctimas indirectas (aquellas que viven en
la periferia del área de desastre: estos a menudo se sienten incómodos, pero no radicalmente
afectados por el desastre), y las víctimas ocultas (los trabajadores de alivio en los desastres y
proveedores de atención profesional).
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Los capellanes de respuesta a situaciones de desastre
Ministran a personas que nunca han conocido, o que conocen poco
Ministran a víctimas que no los han llamado ni escogido
Ministran a personas que están en crisis al momento de conocerse
Ministran a amplia variedad de grupos culturales y étnicos
Ministran a muchas tradiciones religiosas diferentes
Ministran a personas que no saben que es un capellán de respuesta a situaciones de
desastres
Reciben su autoridad de parte de una institución o agencia invitada por las víctimas
Un asunto particular que surge para los pastores y otros líderes congregacionales es el de
la cadena de mando. Las organizaciones de alivio a situaciones de desastre generalmente
funcionan como organizaciones paramilitares. Para funcionar efectivamente, la cadena de
mando es seguida rigurosamente. Durante las tareas de respuesta a situaciones de desastre,
los pastores y otros líderes congregacionales acostumbrados a estar al mando deberán servir
bajo la dirección y el liderazgo de otros. La habilidad de redefinir las responsabilidades y el rol
de liderazgo propio será esencial para el funcionamiento efectivo del equipo de respuesta.
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PANORAMA DE LA RESPUESTA CRÍTICA
UNIDAD 2
Terminología y conceptos
Capellán: un clérigo a cargo de una capilla; ligado oficialmente a una rama de las fuerzas
militares, a una institución, o a una familia o una corte; una persona elegida para conducir
ejercicios religiosos.
Compasión: Sentimiento de simpatía y pesar profundo que se tiene hacia quienes sufren
penalidades o desgracias, acompañado de un fuerte deseo de aliviar el dolor o remover su
causa.
Crisis: una respuesta humana aguda a un evento donde la homeostasis “balance” psicológica
ha sido interrumpida; los mecanismos de respuesta han fallado, y se presentan síntomas
de sufrimiento o peligro, disfunción o impedimento.
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Conocimiento cultural: familiarización con ciertas características culturales selectas, tales
como la historia, los valores, los sistemas de creencia y los comportamientos de miembros
de otro grupo étnico.
Desastre: Un incidente calamitoso que ocurre de repente y causa gran daño o penuria; un
suceso imprevisto que ocasiona sufrimiento humano o produce necesidades humanas que
las víctimas no pueden aliviar sin asistencia.
Diversidad humana: el estado de ser diverso como ser humano; ser diferentes en
características varias, ya sean físicas, morales, espirituales, intelectuales, históricas y
familiares.
Emergencia: una ocurrencia u ocasión brusca, urgente, normalmente imprevista, que requiere
acción inmediata.
Estrés: una respuesta que se caracteriza por una excitación física y psicológica la cual surge
en un organismo vivo como resultado directo de ser expuesto a cualquier demanda o
presión; la suma total del «desgaste» que acelera el proceso de envejecimiento; la
respuesta no especifica del cuerpo hacia cualquier exigencia puesta sobre él.
Eustrés: una reacción del estrés positivo que motiva a una persona a hacer cambios
positivos, crecer y alcanzar sus objetivos
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Evento Traumático: un evento fuera de la gama habitual de la experiencia humana que sería
marcadamente angustiante para casi todo el mundo; un evento catastrófico o
excepcionalmente amenazador.
Incidente Crítico: un suceso estresante “evento crítico” que parece causar o estar mayormente
asociado con una respuesta crítica; un suceso que arrolla los mecanismos de respuesta
normales de una persona; las manifestaciones más severas pueden ser consideradas
como sucesos traumáticos.
Intervención crítica: el apoyo psicológico urgente y agudo muchas veces percibido como
“primeros auxilios emocionales”.
Pluralismo: una coalición de grupos étnicos, raciales, religiosos o sociales diversos que buscan
mantener autonomía en la participación y desarrollo de su cultura tradicional o intereses
particulares dentro de los confines de una sociedad común; el pluralismo religioso busca
establecer un ambiente donde todas las expresiones de fe pueden convivir juntas
Presencia: el estar o hacerse presente con otros o en un lugar específico; la iniciativa de Dios
de encontrarse con las personas
Respuesta crítica: una respuesta informada al trastorno emocional que ocurre luego de un
incidente crítico; también denominado como una intervención crítica.
Sensibilidad: el estado o cualidad de ser sensible; ser afectado fácil o excesivamente por
agencias o influencias externas; ser altamente receptivo.
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Sensibilidad Cultural: reconocer que existen tanto diferencias como similitudes culturales sin
asignarles valores como mejor o peor, bueno o malo.
Sufrimiento: padecer o sentir dolor o aflicción; sostener heridas o daños, desventaja o pérdida;
padecer, aguantar o ser sometido al dolor, angustia, daño, heridas, pérdida, u otras cosas
desagradables.
La Cruz Roja internacional define a un desastre como una “situación que ocasiona
sufrimiento humano o crea necesidades humanas que las víctimas no pueden aliviar sin
asistencia”. Los desastres según esta definición pueden variar bastante en materia de alcance
de daños, victimización y origen. Los desastres típicamente
afectan a varias personas, o a comunidades enteras
son inesperados o repentinos
tienen un elemento de peligro
provocan daños o pérdidas humanas
provocan daños o pérdidas de propiedad
¿Por qué es que las personas pueden experimentar el mismo incidente desastroso y
responder de manera tan diferente? ¿Por qué algunas de ellas sienten una angustia severa
mientras otras parecen tener una reacción negativa mínima? La comprensión, experiencia,
edad, historia, entre otros muchos factores, pueden afectar la respuesta. Es esencial que el
capellán recuerde que la percepción afecta en gran parte el distrés que puede sentir una
víctima. Una pérdida percibida es considerada una pérdida por la víctima, no importa cuán real
o irreal sea. Entonces, el desastre puede ser percibido como un evento calamitoso o un “no
desastre”
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Si la crisis es una respuesta aguda provocada por un cambio en la homeostasis
(balance) psicológica, un cambio percibido o una pérdida percibida producirán señales o
síntomas de distrés, disfunción o impedimento. Para algunas víctimas la pérdida de propiedad
puede ser secundaria a la pérdida percibida de estatus, posición social, relaciones,
independencia, reputación o integridad.
Tipos de desastres
Desastres naturales
En años recientes los desastres provocados por el hombre han captado la atención de
muchos. Muchos de estos desastres tienen un componente criminal. Son crímenes contra
personas y la humanidad. Violaciones, personas golpeadas, niños y ancianos abusados,
violencia escolar, tiroteos y otro tipo de ataques, suicidios e intentos de suicidio, pérdidas
financieras o de propiedad extraordinarias por fraude o robo, incendios provocados, disturbios
y la violencia crónica de las comunidades han sido eclipsados por el terrorismo y atentados.
Los desastres provocados por el hombre incluyen accidentes de avión, tren, barco, autobús y
cualquier vehículo de transporte. El ahogo también ha sido un factor común en muchos
desastres. Para muchos, los desastres están relacionados con la salud y toman la forma de
epidemias y enfermedades contagiosas; algunas son producidas inclusive por medio de la
guerra bacteriológica y el terrorismo. Otros desastres provocados por el hombre incluyen
accidentes industriales, incendios, derrumbes estructurales y derrames de materiales
peligrosos.
La catástrofe más devastadora causada por el ser humano es la guerra. Las pérdidas
emocionales, físicas, psicológicas y espirituales sufridas como resultado de la guerra son
inmensas y abrumadoras. Además de la pérdida de vidas humanas, se presentan las
cuestiones que rodean al desplazamiento de refugiados, la identidad nacional y la pérdida de
propiedad.
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¿Qué sucede durante un desastre?
Necesidades de recuperación:
Reparar casas y negocios
Remover escombros
Proveer comida y agua
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Necesidades a largo plazo:
Reconstrucción
Apoyo financiero
Trabajo
Todo desastre e incidente crítico es único. No hay dos que resulten en exactamente las
mismas respuestas. El capellán en situaciones de desastre debe rápidamente hacer
evaluaciones generales y tener cierta comprensión respecto a la respuesta crítica.
Cada situación de desastre tiene una organización que ha sido identificada y encargada
como responsable. Siempre es importante que los capellanes sean parte de un equipo de
intervención crítica establecido y reconocido cuando se responde a los desastres. Un capellán
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nunca debería aparecer sin una invitación. Este tipo de auto-despliegue suele producir
confusión y caos adicional para el personal de mando que está intentando organizar los
esfuerzos de intervención. Por ejemplo, cuando algunos capellanes arribaron a la escena del
desastre en Nueva York después del 11 de septiembre, muchos carecían de alojamiento y
provisión de necesidades personales. Aunque sus intenciones de ayudar fueron agradecidas,
el tremendo esfuerzo adicional de encontrar alojamiento, estacionamiento, verificar
credenciales y mantener la organización fue demasiado, encima del agotamiento ya sufrido
por el personal de las agencias responsables.
En ciertas instancias, los desastres ocurren como resultado de la actividad criminal. En
estos casos, son las autoridades legales las que tienen jurisdicción, y hay muchas reglas que
prohíben quién puede participar, dónde puede estar presente, con quién se puede dialogar, y
qué se permite decir. En caso de una actividad criminal, el líder del equipo de intervención
crítica tomará la responsabilidad primaria de interactuar con el personal de seguridad.
Clasificaciones de Víctimas
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Víctimas directas
Alivio y culpa
Preocupación por las circunstancias del desastre
Reconstrucción imaginaria del sufrimiento de la víctima
Inconveniencia
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Trabajadores de desastres
Capellanes
Complejo de Mesías
Confusión de roles
Recursos inadecuados: lenguaje, tiempo, redes de servicio
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DESARROLLO Y NECESIDADES HUMANAS
UNIDAD 3
El psicólogo Abraham Maslow teorizó que las personas procuran alcanzar los niveles
más elevados de capacidades humanas: ser alguien que funciona de manera completa, tener
una personalidad saludable, o como Maslow lo denomina, alcanzar la “autorrealización”.
Como tal, Maslow estableció una teoría jerárquica instintiva de necesidades basadas en cinco
niveles de necesidades básicas. Dentro de cada uno de los cinco niveles de necesidades
básicas, una persona no siente la necesidad del nivel siguiente hasta no haberse suplido las
demandas completas del nivel anterior.
Según Maslow, hay tipos generales de necesidades deficitarias (necesidades
fisiológicas, de seguridad, amor y estima) que deben ser cumplidos antes que una persona
sea capaz de actuar de manera no egoísta. Estas necesidades son prepotentes, dado que
tienen la mayor clase de influencia sobre nuestras acciones. Las necesidades prepotentes de
cada persona varían. Un adolescente puede sentir la necesidad de sentirse aceptado por sus
pares. Un alcohólico puede sentir la necesidad de beber para “empezar el día”, o una persona
sin techo puede necesitar comida y agua. Una vez que las necesidades prepotentes han sido
suplidas, surgen necesidades más elevadas que dominan la atención de una persona.
La Jerarquía de las Necesidades Humanas de Maslow es representada a menudo como
una pirámide en la cual los niveles más grandes se encuentran en la base y representan las
necesidades más simples y elementales, y la cima, o el nivel más alto de la pirámide,
representa las necesidades espirituales de autorrealización. Maslow teorizó que los individuos
no se mueven fácilmente hacia la autorrealización dadas ciertas trabas (¿desastres?) que
obstruyen el camino. Según Maslow, el movimiento entre niveles no es lineal sino dinámico,
cambiando constantemente a la par de ciertos factores ambientales que actúan como
obstáculos.
Los cinco niveles de necesidades identificados por Maslow son las necesidades
fisiológicas, de seguridad, de pertenencia y afiliación social, de autoestima, y de
autorrealización. Cada nivel está caracterizado por tener necesidades específicas que existen
dentro de la esfera de requisitos humanos para la vida. Los niveles se encuentran
representados en la Figura 1.
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Necesidades fisiológicas
Las necesidades fisiológicas son las necesidades más básicas como el aire, el agua, la
comida, una temperatura corporal relativamente constante (tener ropa y refugio), y dormir,
entre otras. Cuando estas necesidades no son realizadas, nos sentimos motivados a aliviarlas
lo más pronto posible para restablecer la homeostasis. Las necesidades fisiológicas son las
más fuertes de las necesidades.
Autorrealización
Nuestra necesidad de actualizar o maximizar nuestro potencial
como seres humanos; expresada por cada individuo de
manera episódica
Estima (auto-estima)
Nuestra necesidad de competencia, suficiencia, maestría,
atención, reconocimiento, posición social, apreciación
Afiliación
Nuestra necesidad de relacionarnos positivamente con otros:
familia, amigos, socios; la necesidad de dar y recibir afecto
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Seguridad
Nuestra necesidad de seguridad física, protección, estabilidad y ser libre de miedo y ansiedad
Fisiología
Nuestra necesidad de aire, agua, comida, refugio y sueño
Cuando las primeras tres clases de necesidades son realizadas, se pueden entonces
abordar las necesidades de estima. Estas incluyen las necesidades de autoestima (que surgen
como resultado de ser competentes o tener maestría sobre una tarea) así como la estima que
alguien recibe de parte de otros (la atención, el agradecimiento y reconocimiento de parte de
otros). Quienes han satisfecho sus necesidades de estima se sienten seguros de sí mismos y
valorados. Sin embargo, cuando estas necesidades no son satisfechas, las personas se
sienten desamparadas e inútiles.
Necesidades de autorrealización
29
Identificando la crisis
30
espiritual. Asimismo, contribuyen a crear un ambiente que les permite a las víctimas alcanzar
los niveles superiores del paradigma de Maslow.
El apoyo de la reflexión y transformación espiritual debe ser ofrecido de buena gana y
fácilmente a las víctimas en cualquier etapa del desastre para que puedan alcanzar los niveles
superiores de las necesidades postuladas por Maslow, según la necesidad y capacidad de
cada persona. Muchas veces la presencia fidedigna y dedicación servicial de un capellán en
las fases tempranas de una crisis puede contribuir a acrecentar la credibilidad de los entes
espirituales presentes en la situación de crisis, lo cual les permite desarrollar nuevas
capacidades de enfrentar la crisis en las víctimas, así como modelos positivos de reaccionar
ante situaciones límite y maneras saludables de pensar sobre la experiencia crítica vivida. Las
personas impactadas por la crisis pueden entonces emplear estos nuevos conocimientos y
capacidades al encaminarse hacia las últimas fases de su experiencia crítica y al considerar
cómo manejar las crisis futuras. Los capellanes encuentran las oportunidades de
transformación positiva que se producen frecuentemente en todo tipo de situaciones críticas
siempre y cuando ejerzan paciencia y respeten los límites personales de una víctima durante
el proceso de identificación y satisfacción de sus necesidades. Este tipo de ministerio requiere
un balance delicado entre la conciencia aguda de las necesidades de las personas y una
sensibilidad perspicaz acerca del trabajo de Dios en sus vidas.
Recuerde que los capellanes en situaciones de desastre están administrando primeros
auxilios psicológicos y espirituales y no la terapia. Los objetivos fundamentales son los de
mitigar la aflicción aguda, reducir síntomas, aumentar las capacidades de adaptación y facilitar
una atención continuada: todo bajo la sombra de la atención espiritual por medio del ministerio
presencial, el ministerio compasivo, y el ministerio de atención solidaria. Los capellanes en
situaciones de desastre son elementos con “valor añadido” en intervención crítica y respuesta
a situaciones de desastre. Los capellanes pueden proveer intervenciones críticas esenciales
tanto como espirituales.
Las necesidades espirituales son evidentes en todos los niveles de la Pirámide de
Maslow. Si la espiritualidad es entendimiento, la integración y la respuesta ante la
trascendencia de Dios, entonces las víctimas se enfrentan con asuntos espirituales aún cuando
sólo creen estar tratando con el hambre, la sed, la seguridad o la soledad. Los capellanes en
desastres enfrentan oportunidades de recordarles a las víctimas la providencia y presencia de
Dios aún cuando estas luchan para satisfacer sus necesidades básicas o fisiológicas de
seguridad o de pertenencia.
Las etapas evolutivas humanas: La respuesta humana a la crisis, dividida por edades
El psicólogo Erik Erikson desarrolló una teoría sobre el desarrollo humano psicosocial
que es consistente entre todas las personas sin importar su etnicidad, género, lengua, estatus
socioeconómico, educación o experiencia. Erikson identificó ocho etapas básicas de la vida
por medio de las cuales evoluciona la personalidad humana. Dentro de cada etapa hay ciertas
perspectivas características que son consistentes entre todos los seres humanos dentro de
rangos de edades similares, en relación con el psicoanálisis clásico.
31
A medida que un individuo madura y crece, cada etapa sucesiva contribuye a su salud
e integridad total como persona. El desarrollo humano es dinámico, siempre en un estado de
cambio y crecimiento. Consecuentemente, entender las necesidades, los sentimientos y las
actitudes de cada etapa será útil en ofrecer ministerio compasivo y efectivo a todas las víctimas
en aflicción.
Durante esta etapa evolutiva, el niño empieza a demostrar su propia voluntad. Aprende
a agarrar y a soltar (¡Es mío!) o a tirar cosas en el piso. Al madurar muscularmente, el niño
también experimenta con la retención y la eliminación. Hay una lucha por ser independiente
pero también un deseo de sentirse “seguro”. Aunque el niño es consciente de su propia
separación, los momentos de separación prolongados o repentinos pueden generar ansiedad
mediante el sentimiento de abandono. El niño duda sobre su habilidad de ser autónomo.
32
La destreza frente a la inferioridad (de 6 a 12 años)
Esta es la edad durante la cual un niño busca tener “su propia identidad” al conformarse
a las expectativas de sus pares y demás relaciones significativas. El adolescente enfrenta el
desafío de descubrirse y convertirse en quien es hoy, y en quien será en el futuro, y al mismo
tiempo reconoce las imágenes que ve reflejadas en los adultos. Con esperanza, voluntad,
propósito y competencia, el adolescente debe ser honesto con su propia naturaleza, tener su
propia identidad. Se identifica con sus pares, con pandillas, equipos y grupos. Cuando está
confundido sobre su rol y se confronta con su propia crisis, el adolescente huye, se recluye, se
rebela, o se conforma a un rol impuesto por otro (por ejemplo: «eres un delincuente», «eres un
fracasado», «eres malo»).
33
La integridad frente a la desesperación (de 65 años en adelante)
Los adultos que llegan a esta etapa en su desarrollo han experimentado el éxito y el
fracaso, y los aceptan como parte de la vida. Aceptan su experiencia de vida como
responsabilidad propia y se sienten cómodos con ella, al punto de defender su estilo de vida
personal. Viven con la sabiduría que nace de la experiencia y la madurez que nace de
aceptarse a sí mismos. Necesitan menos afirmación externa y son más conscientes de su
participación en la comunidad humana, manteniendo su propia integridad. La falta de este
sentido de integridad causa la desesperación, la sensación de que ya no hay tiempo para
empezar de nuevo para recobrar la integridad.
Conclusiones y aplicaciones
Las etapas del desarrollo humano generalmente pueden ser divididas en tres grupos
cronológicos: los niños, los adultos, y los ancianos. Dentro de cada uno de estos grupos, hay
temas de desarrollo que son normales y comunes para todas las personas dentro de esas
edades. Le incumbe al capellán en situaciones de desastre ser consciente de estos temas y
de las necesidades que resultan de ellos para proveer una atención adecuada al individuo. Un
bebé requiere sentirse seguro y ser alzado más que recibir la seguridad mediante la comunión
con sus pares.
A medida que el capellán en situaciones de desastre sea capaz de identificar los temas
que rodean las necesidades físicas, inhabilidades cognitivas, disfunciones emocionales,
aislación social, y desesperación espiritual, mejorará su habilidad de evaluar cuáles son las
necesidades típicas de las personas dentro de cada etapa de desarrollo.
Erikson definió las etapas de desarrollo, sus virtudes correspondientes y el radio de las
relaciones importantes de una persona. La Figura 2 ilustra la necesidad crítica y las reacciones
correspondientes dentro de cada etapa de desarrollo. También ofrece recursos para que el
capellán en situaciones de desastre pueda responder de manera informada a la crisis.
34
PANORAMA DE LA RESPUESTA AL TRAUMA
UNIDAD 4
Hans Selye, el “padre” del estudio del estrés, definió al estrés como «la respuesta no
específica del cuerpo frente a cualquier demanda impuesta sobre él». El estrés es una
respuesta a las circunstancias, no necesariamente una experiencia negativa. En situaciones
de peligro, el estrés provoca ciertos cambios fisiológicos en nuestros cuerpos preparándonos
para luchar o huir. El eustrés, por lo tanto, es un “buen estrés”. El eustrés nos permite operar
al máximo de nuestras capacidades, o a rebasar nuestras capacidades normales. El distrés,
en cambio, es el lado destructivo del estrés, dado que es una reacción de estrés prolongada o
excesiva. El distrés puede causar daño.
El eustrés nos motiva a hacer cambios positivos en nuestros estilos de vida, mientras
que el distrés es destructivo para nuestra salud, emociones y relaciones. Jeffrey Mitchell dice
que «es más probable que uno muera de una enfermedad relacionada con el estrés si no está
involucrado en un accidente… La vida sin estrés es imposible».iv
Sufrir uno o dos factores estresantes normalmente no provoca una respuesta drástica
de estrés. Sin embargo, hay un “efecto acumulativo” que ocurre cuando faltan provisiones de
contingencias en nuestra vida y se introducen varios efectos estresantes. Cuando ocurre un
evento angustiante que provoca distrés y no hay reservas para atender contingencias, el
evento se convierte en un “incidente crítico”, un evento que abruma los mecanismos que una
persona tiene para sobrellevar una situación. La respuesta a situaciones ministra a las
35
personas que experimentan el estrés provocado por un incidente crítico (un desastre de
grandes dimensiones).
36
Selye denominó el síndrome general de adaptación como una reacción integrada de
lucha o huida. El cuerpo no distingue entre estresantes “buenos o malos”. Un evento
extremadamente feliz puede ocasionar la misma respuesta que una situación de vida o muerte
(por ejemplo, puede ser que un padre se desmaye al presenciar el nacimiento de su hijo). Sin
embargo, estudios recientes indican que se emiten diferentes sustancias químicas por el
torrente sanguíneo como resultado del enojo que las emitidas por causa de una alegría.
La respuesta mental hacia el trauma es paralela a la respuesta física. La respuesta
cognitiva inicial es de shock, incredulidad y negación. Cuando se suspende momentáneamente
la función cognitiva, la víctima puede experimentar una regresión a un estado psicológico
infantil (en el cual las emociones se hacen dominantes). Una vez que ha disminuido el peligro
físico, se manifiesta un orden lógico de reacciones emocionales: el miedo y el terror; el enojo,
la furia y la indignación; la confusión y la frustración; el sentido de culpa propia; la vergüenza
o la humillación; angustia o la pena.v
En un evento crítico, el trauma ocasiona que el funcionamiento cognitivo del cerebro se
convierta en un proceso secundario y produce un estado elevado de excitación emocional. Las
víctimas se sienten abrumadas por el evento y no pueden tomar decisiones normales, lógicas
o racionales. Pueden parecer pérdidas o estrar en shock. Las siguientes pueden ser señales
comunes de distrés o “síntomas del estrés”: la transpiración profusa, náuseas, temblar,
dificultad al tomar decisiones, confusión mental generalizada, la desorientación (de identidad
personal, de lugar y de tiempo), el retraso grave de pensamiento, la negación, la
desesperación, el deseo de esconderse, retraerse, el sentido del humor o silencio excesivos,
y cambios en la comunicación. Algunos síntomas requieren atención médica inmediata (por
ejemplo, dolores de pecho, alta presión sanguínea, señales de shock agudo, y dificultad al
respirar). Sin embargo, muchos de los síntomas son reacciones típicas y normales ante un
evento extraordinario.
La mayoría de las personas viven en un mundo en el cual balancean sus vidas físicas,
emocionales, cognitivas, sociales y espirituales. El balance es de índole dinámico.
Influenciadas por circunstancias y eventos diarios, cada aspecto de su naturaleza es
priorizado. Durante un incidente crítico—un desastre u otro evento traumático—fallan los
mecanismos de tolerancia habituales de una persona y se hacen evidentes los síntomas de
distrés, disfunción o impedimento.
La respuesta psicológica ante los incidentes críticos es muy similar a la biológica: shock,
desorientación y entumecimiento. Se presenta la incredulidad, ya que la mente se ve abrumada
por las implicaciones del evento traumático, que son más de lo que la mente es capaz de
comprender. Como consecuencia, el funcionamiento cognitivo se hace secundario al
funcionamiento emocional. Durante las circunstancias “normales” de la vida, la mente y el
cuerpo trabajan de manera bastante balanceada, con poco movimiento de ida y vuelta. Al ser
estimulados, o el cuerpo o la mente se convierte en dominante, de manera similar al efecto de
subibaja ilustrado en la Figura 3.
38
emergencia. Según la teoría de Maslow, la supervivencia es primordial. Por consiguiente, la
mente de la víctima no evaluará el evento en términos lógicos, sino que sus emociones se
acelerarán para lograr la supervivencia. Otras emociones pueden entrar en juego como la
culpa, la vergüenza, la angustia y el duelo, el desamparo, el abandono y la preocupación. Los
escenarios de desastre son caóticos, y también lo es la mente.
El capellán en situaciones de desastre debe ser muy sensible la percepción de amenaza
que sufre la víctima. Las percepciones de la víctima afectan sus reacciones hacia el verdadero
evento traumático sin importar la realidad del mismo, o cómo lo perciba el capellán.
El ser humano es una criatura social y su ambiente social afecta sus reacciones durante
y después de los desastres. El capellán en situaciones de desastre debe considerar muchos
elementos sociales al ofrecer una intervención espiritual.
Todos nos identificamos con una etapa evolutiva específica. Todos tenemos alguna
historia familiar o experiencia previa que incide en el evento crítico. Todos tenemos una
personalidad o disposición particular que afectará la reacción crítica, y todos tenemos alguna
orientación cultural que da perspectiva al evento traumático. Pero no todos experimentamos la
misma relevancia cultural: para ciertas personas, algunos aspectos culturales pueden ser más
dominantes que otros (por ejemplo, la identidad étnica de una persona puede afectar su
reacción más que su edad).
Para muchas víctimas, los desastres y otros eventos críticos pueden ocasionar una
crisis de fe. Los asuntos espirituales incluyen toda clase de creencias y valores entre las
personas, y entre el individuo y Dios. La espiritualidad incluye la búsqueda de significado y
propósito, la comprensión del significado de la vida y el cosmos, y la exploración de lo
trascendente. Por consiguiente, la experiencia de un desastre desafía la creencia de una
persona en la soberanía de Dios, el absolutismo moral y ético, los principios y valores
nacionales, y los conceptos del bien y el mal.
Ya sea que alguien se involucre activamente en la religión o que tenga una participación
mínima en asuntos religiosos, cuando irrumpe el desastre, en las víctimas surgen preguntas
sobre su fe y Dios. A menudo buscan apoyo espiritual, consuelo, guía y significado.
Las víctimas pueden reaccionar al incidente crítico buscando la presencia de Dios por
medio del capellán. Pueden pedir que oren por ellas, que se hagan intercesiones, o por la
purificación. Algunos culparán a Dios o verán al desastre como castigo divino. Otros culparán
al Diablo u otros demonios.
Ciertas preguntas iniciales como “¿Por qué ha hecho esto Dios?” generalmente no son
de naturaleza espiritual, sino reacciones de shock o incredulidad. Las preguntas espirituales
surgen normalmente después de que las víctimas han sido aseguradas y tienen satisfechas
sus necesidades fisiológicas; es decir, cuando regresa su nivel de funcionamiento cognitivo.
El asunto primordial que quienes responden a las crisis deben tener en cuenta es el
estado de disfunción ocasionado por el trauma y sus síntomas de estrés resultantes. Algunos
de los trabajadores de socorro tratan principalmente con asuntos médicos (doctores,
paramédicos), mientras que otros tratan principalmente con asuntos cognitivos (trabajadores
de salud mental). No obstante, todos los que responden a las crisis deben ser conscientes de
las posibles señales de distrés: físicas, cognitivas, emocionales y de comportamiento.
40
Los intervencionistas críticos se ocupan principalmente del tema del estrés, y
específicamente el distrés. El modelo de Manejo del Estrés en Incidentes Críticos (CISM, por
sus siglas en inglés) para la recuperación del trauma, traza una secuencia de pasos para las
intervenciones de reducción del estrés. Dado que mitigar el distrés es crucial durante las
intervenciones en crisis.
Un estudio más detallado sobre las dimensiones espirituales del trauma es discutido en
la Unidad 9. Este estudio es particularmente esencial para preparar a los pastores y capellanes
para responder a los factores espirituales que resultan del distrés.
41
MODELOS DE INTERVENCIÓN CRÍTICA
UNIDAD 5
Intervención crítica
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Somos conscientes que grandes desastres pueden ocurrir y que no existen suficientes
capellanes entrenados para responder a situaciones de desastre y satisfacer las necesidades
de las víctimas de estos desastres. El llamado a ministrar en situaciones de desastre se ha
hecho evidente a muchos capellanes y agencias de respuesta a las crisis.
Para ministrar efectivamente el alivio a las situaciones de desastre, los capellanes y
pastores deben ser conscientes de la dinámica entre las organizaciones de respuesta a los
desastres, así como satisfacer las calificaciones requeridas por estas agencias.
Una repuesta eficaz a los desastres incluye a capellanes capacitados como parte de un
equipo interdisciplinario
Las instituciones de servicio médico reconocen hace tiempo el valor positivo de los
equipos interdisciplinarios sobre el bienestar de sus pacientes. Los comités de coordinación
en emergencias y los estamentos públicos competentes consideran que los pacientes tienen
el derecho a una atención considerada que respete sus valores culturales, psicosociales y
espirituales, sumados a una atención médica apropiada. Consecuentemente, un equipo ideal
de salud incluye profesionales de variadas disciplinas, desde la salud mental y el trabajo social,
hasta la capellanía. Los pacientes quieren recibir una atención con un enfoque holístico. El
cuidado holístico requiere las contribuciones de un equipo interdisciplinario de expertos.
43
La diversidad tiene mayor fuerza cuando los objetivos son conjuntos. Sin duda, Jesús
debía saber que se enfrentaría muchas situaciones de desastre con sus seguidores. Su equipo
estaba compuesto por hombres de varios ambientes culturales y profesionales. Jesús pudo
haber seleccionado cualquier clase de equipo, sin embargo, eligió la diversidad: los
mentirosos, los tramposos, los obreros, los profesionales, los fieles y los infieles.
44
LA COMPASIÓN DURANTE LA CRISIS
UNIDAD 6
Como seres humanos, tenemos una resistencia natural hacia el dolor: lo evitamos a
toda costa. Un individuo emocionalmente saludable no intenta provocarse dolor
innecesariamente. Nuestro instinto natural es buscar la seguridad, el refugio y el sustento para
auto-preservarnos, antes de buscar satisfacer las necesidades de otros. Por consiguiente,
debemos ser conscientes de que la elección de servir como capellán en situaciones de
desastre no es apropiada para todos. Sólo unos pocos optarán entrar a la escena del
sufrimiento junto con las víctimas de los desastres. A menudo, estas víctimas serán
desconocidas, y otras veces serán los autores mismos del desastre. Para los capellanes que
sirven en situaciones de desastre, el responder a un desastre “estando presente durante el
sufrimiento” significa elegir intencionalmente sentirse incómodo. Esta intención es producto del
llamado a este tipo de ministerio agotador. La elección de aceptar las condiciones incómodas
relacionadas con esta clase de solidaridad nace también del “entrañable” núcleo de
sentimientos y emociones personales del capellán. Tener un sentido de deber y dedicación al
servicio en general acrecienta estos impulsos internos y genera una fuerte motivación dentro
del capellán de “[llorar] con los que lloran” (Romanos 12:14-21) aun cuando se sienta
incómodo.
45
Demostrar compasión es un acto de intención que conlleva la intención de actuar.
Significa entrar intencionalmente al escenario de la crisis y sumergirse completamente dentro
de la condición humana. Demostrar compasión puede traer riesgos.
46
El capellán en situaciones de desastre que sirve sólo por causa del deber y del miedo
está sujeto a una actitud poco saludable que resulta en resentimiento cuando las personas no
aprecian su “ayuda”, o agotamiento cuando las personas esperan más de lo ofrecido. Este tipo
de actitud se denomina servidumbre: la actitud del esclavo, obligado al trabajo forzado.
Kenneth Haugk distingue entre una actitud de servidumbre y una actitud de servicio.
El componente más fuerte del ministerio de atención en crisis es sin duda articular el
amor y la preocupación de Dios por los demás. Cuando los capellanes ofrecen oraciones
intercesoras, gran parte de las víctimas se sienten consoladas y alentadas.
47
Compasión en el escenario del desastre
Lo que deben ser…
Demostrar compasión en el escenario del desastre conlleva algunos aspectos muy
prácticos. Para demostrar compasión hacia las víctimas de los desastres, el capellán en
situaciones de desastre debe:
Estar allí
Estar cerca
Estar atento
Estar dispuesto
Ser compasivo
Los capellanes en situaciones de desastre son advertidos por sus propios grupos de
socorro sobre lo que constituye un equipo adecuado. Las cámaras se consideran casi
universalmente inadecuadas. Los cónyuges y otros familiares de los capellanes no deben ser
traídos al escenario del desastre. Todo objeto voluminoso y difícil de manejar debe ser evitado.
El escenario del desastre puede ser frío, estar mojado, sucio, ser peligroso, oscuro, o estar
atestado de gente. Es mejor estar preparado.
Las víctimas pueden hacer varios tipos de preguntas como resultado de un desastre.
Usualmente se sienten confundidas y desorientadas ante las secuelas del desastre y pueden
hacer preguntas como « ¿Qué pasó?», « ¿Estoy a salvo?», « ¿Dónde está tal cosa…?», «
¿Ha visto a tal persona…?», « ¿Dónde estoy?» Estas son las oportunidades en las que el
capellán puede proveer consuelo y aliento, clarificando lo que ha sucedido, encontrando
intérpretes y diciendo con sus ojos y su corazón lo que no puede decirse con palabras.
Tratar de contestar las preguntas como « ¿Por qué?», en particular, puede ser
contraproducente siendo que usualmente esta pregunta es una manifestación del shock que
la víctima está experimentando, y no necesariamente la búsqueda de verdades filosóficas. El
capellán no debe ignorar o evitar este tipo de preguntas porque es posible que la persona
necesite validación de que está permitido cuestionar de esta manera. Dado su rol como agente
de atención espiritual y proveedor de asistencia clave dentro de un grupo de proveedores de
asistencia, el capellán es la persona idónea para recibir este tipo de preguntas, ya que por la
índole de su oficio se espera que haya pensado significativamente sobre esta clase de temas.
Tenga cuidado de no imponer sus respuestas sobre las víctimas, sino busque ayudarlas a
explorar estas preguntas y encontrar respuestas que satisfagan los anhelos de su alma. Una
sugerencia importante sería indicarle a la víctima que los pensamientos que va a compartir le
han ayudado personalmente, y que se los ofrece con la esperanza que serán de ayuda a quien
ha vivido el desastre. Al construir la confianza con las víctimas a través de escucharlas y
repasar lo que le han dicho de manera significativa, estas generalmente demostrarán mayor
interés en sus apreciaciones y guía.
Algunas veces los capellanes deben contestar preguntas que las víctimas hacen acerca
de sus familiares o amigos involucrados en el desastre. Esta puede ser una situación
abrumadora, aún para el capellán. Este tipo de información nunca debe ser compartida sin
propia autorización de los niveles de liderazgo pertinentes. Provea esta clase de información
en un ambiente donde las víctimas se sientan amparadas y fuera de la vista pública. Tenga
cercano tanto apoyo como le sea posible. Presente la mala noticia en dosis pequeñas,
preparando a la víctima, con cada paso, a recibir el próximo fragmento de la información. Esta
49
manera de preparar a la víctima para recibir la mala noticia ayuda a que la víctima pueda
escuchar y aceptar algo que de otra manera sería demasiado chocante.
Cuando sea solicitado, los capellanes pueden proveer los elementos de atención
exclusivamente espirituales: la oración, los hábitos y los ritos religiosos. Algunos pedidos serán
de asistencia espiritual general. Otros, requerirán prácticas religiosas más específicas. Los
capellanes pueden proveer este tipo de intervenciones religiosas específicas ellos mismos, o
encontrar a otros que puedan hacerlo.
La fatiga por compasión ocurre cuando los trabajadores de atención solidaria sufren un
evento traumático, ya sea como resultado de escuchar el relato del desastre o al experimentar
las reacciones al trauma mediante el contacto empático con las víctimas y sobrevivientes, y
por ende son incapaces de distanciarse del evento. La fatiga por compasión es específica al
trauma y sus síntomas son similares al trastorno por estrés postraumático.
50
Los factores que contribuyen al síndrome de desgaste en los capellanes en situaciones de
desastre incluyen:
Aislamiento profesional
Degaste emocional y físico por ofrecer empatía prolongada
Ambigüedad del “éxito”
Erosión del idealismo
Carencia de recompensas esperadasvi
Sentirse obligado en lugar de llamado
Mantención de un ritmo poco realista
Mala condición física
Rechazo continuo
La finitud humana
Contratransferencia
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Experiencias pasadas—El evento traumático provoca la nueva crisis. Los capellanes
deben ser conscientes de sus propias historias y experiencias. Quienes hayan
experimentado eventos críticos similares o traumas parecidos serán más susceptibles
a revivir las experiencias previas a través del evento crítico al que atienden.
Identificación personal—Las semejanzas entre la víctima y el capellán provocan la
nueva crisis. Identificarse personalmente puede ser una ventaja para la víctima que
busca seguridad y amparo (confianza), pero esa misma identificación personal puede
ser una desventaja para el capellán que se identifica por demás con la crisis de la
víctima. La identificación personal puede resultar de una relación percibida debido a
herencias culturales, género, profesión, idioma o nacionalidad similares.
La fatiga física—Cuando los capellanes están físicamente agotados o fuera de forma,
no pueden funcionar en un nivel cognitivo superior. Se cansan con facilidad, tienen poca
resistencia al involucramiento emocional excesivo, y tienen dificultad en separar las
experiencias de la víctima de sus propias experiencias pasadas y presentes. En
consecuencia, crece la empatía y se intensifica la identificación personal, resultando en
la contratransferencia.
Cuando los capellanes se someten a las condiciones que ocurren en una situación de
desastre, como el desgaste mental y físico, el estrés prolongado, la contratransferencia y el
Síndrome de Burnout, también pueden experimentar cambios en sus valores y creencias. Así
como sucede con las víctimas, estos cambios pueden ser positivos o negativos. Los capellanes
pueden verse abrumados por las condiciones de la crisis y por los factores estresantes que
resultan de ella, y comenzar a interpretar todo aspecto de sus vidas basado en las reacciones
o implicaciones de un solo evento con sus experiencias relacionadas. En este sentido, uno se
hace corto de vista y sólo puede ver la realidad desde un par de ojos: los ojos del desastre.
Esto también se denomina “visión en túnel”. Las actividades que eran ordinarias antes del
incidente crítico pueden perder su significado y propósito, comparadas con las circunstancias
que rodean a las víctimas del desastre.
Para seguir siendo eficaz en los escenarios del desastre, y luego de regresar a su
ambiente normal, el capellán debe elegir deliberadamente redefinir su comprensión del evento
crítico incorporando estas experiencias eficazmente dentro de una perspectiva de vida
52
cristiana y su cosmovisión correspondiente “consistente con las maneras significativas de
comprender lo que es verdadero, cierto, bueno y qué hace que una respuesta sea apropiada
o inapropiada”. La redefinición puede llevar al capellán a apreciar y atesorar “no dar por
sentado” tales aspectos simples de la vida diaria como tener un hogar, compartir una comida
con familiares y amigos, o tomarse tiempo para jugar con un niño. Esta capacidad, refinada
por la “vuelta a la realidad” que a menudo acompaña a una situación de desastre, puede ayudar
al capellán (y aquellos a quienes sirve) a evitar la tentación de ser seducido por la perspectiva
y las presiones diarias de una vida que no ha sido tocada por la tragedia.
Al hacer el análisis final, hay un costo asociado con la fatiga por compasión: disminuye
el desempeño, aumentan los errores, baja la moral, se deteriora la salud y se ponen en riesgo
las relaciones personales. El precio es más que físico; es emocional, cognitivo, social y
espiritual.
53
El mantenimiento preventivo incluye:
Reducir el consumo de azúcar refinada, cafeína, grasas, alcohol, sal y colesterol
Aumentar el ejercicio cardiovascular
Dejar de fumar, mascar tabaco y toda droga no recetada
Usar técnicas de relajación (la respiración profunda, la meditación, la oración)
Mantener relaciones saludables con seres amados y colegas
La auto-ayuda luego del incidente crítico puede incluir un informe riguroso ante el equipo
de rescate y respuesta a los desastres. Esto puede ocurrir a través de una intervención grupal
de la Orden Nacional de Capellanes de Bolivia o mediante una discusión informal que incluya
una reflexión sobre las “lecciones aprendidas”.
UNIDAD 7
54
Elementos del duelo
Definición de duelo
Aunque no hay una manera correcta de hacer duelo, hay características comunes a
todos los que han hecho duelo. William Worden sugiere que normalmente el duelo se
manifiesta de cuatro maneras generales: los sentimientos, las sensaciones físicas, las
cogniciones y los comportamientos.
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Pérdidas que llevan al duelo
Físicas
«Cosas» (casa, automóvil, propiedades, recuerdos, «cosas valiosas»), salud, vista,
oído, movilidad, pérdida de miembros, talentos, órganos reproductivos, partes del
cuerpo, «belleza», físico, imagen, memoria, cognición, habla, olfato, gusto, sensación
corporal, fondos jubilatorios, fideicomisos, bonos, acciones, dinero, mascotas, recursos,
apoyo financiero, «inocencia» (agresión sexual, incesto), trabajo, negocio, sueldo
Relacionales
Cónyuge, hijos, hermanos, padres, prometido, hijastros, padrastros, niños adoptivos,
padres adoptivos, suegros, abuelos y nietos, clan familiar, amigos, socios, pares,
colegas, maestros, clérigos, empleadores, patrones, empleados, compañeros de
equipo, institución, profesión, carrera, licencias, trabajos, clubes o asociaciones,
independencia, influencia, matrimonio, relaciones significativas, amistades, forma de
vida, confianza (infidelidad), mudanza de hijos (dejar la casa paterna), pertenencia
Espirituales
Fe en Dios, fe en la religión, confianza en los pastores, confianza en la iglesia u
organización religiosa, sistema de valores, credibilidad, integridad, tradiciones, sentido
de valor como persona, identidad, significado de la vida, tiempo, historia y conexiones
con el futuro, esperanza, valores, ganas de vivir, ser amado, amar
Intra-psíquicas
Planes para el futuro, sueños aplazados, oportunidades perdidas, imagen de
importancia personal, autoestima
El duelo es un proceso
Se ha escrito mucho material para describir la respuesta al duelo. Algunos han descrito
al duelo en etapas, otros como tareas y otros como un proceso. Dado que el duelo es
extremadamente personal, es único a cada individuo. El capellán Tim Van Duivendyk, director
de Atención Pastoral y Educación Clínica Pastoral para el Hospital Memorial Herman, ha
explicado la respuesta al duelo como una Travesía por el desierto. A manera de viaje, el duelo
frecuentemente nos regresa a lugares familiares de dolor y sanidad. Como tal, la palabra
proceso podría ser la manera más precisa de describir la respuesta al duelo. Ninguna pérdida
se experimenta en el vacío y, a la vez, ningún duelo se expresa sin la influencia del ambiente
y las circunstancias. El proceso del duelo es dinámico, así como el mar, fluye, refluye y sigue
adelante.
Puede ser útil comparar varias teorías notables sobre la respuesta al duelo:
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Elizabeth Kubler-Ross—Las cinco etapas del duelo —en Sobre la muerte y el
morir,1969
1. Negación y aislamiento
2. Enojo
3. Negociación
4. Depresión
5. Aceptación
J. William Worden—Las cuatro tareas del duelo—en El tratamiento del duelo, 1991
1. Aceptar la realidad de la pérdida
2. Tratar con el sufrimiento del duelo
3. Adaptarse a un medio en que el fallecido está ausente
4. Trasladar emocionalmente al fallecido y seguir con la vida
Wayne E. Oates—El proceso del duelo (The Grief Process)—en Atención y consejería
pastoral en El duelo y la separación, 1991
1. Shock
2. Pánico
3. Entumecimiento
T.A. Rando—Las seis R del proceso del duelo—en Tratamiento del duelo complicado,
1993
1. Reconocer la pérdida
2. Reaccionar ante la separación
3. Recordar al fallecido, la relación y el significado de la relación
4. Renunciar al apego hacia como era el mundo antes de la pérdida, incluyendo
suposiciones que ya no son ciertas
5. Reajustarse a un mundo nuevo sin olvidarse lo pasado
6. Reinvertirse en el mundo que lo rodea
Recurriendo a estos modelos, la respuesta al duelo puede ser retratada como un viaje
con tres etapas: 1) reconocer la realidad de la pérdida (shock y negación); 2) expresar el dolor
del duelo; y 3) encaminarse hacia la aceptación. En los momentos iniciales del viaje, la víctima
desorientada experimenta el shock y la negación de reconocer la realidad de la pérdida. A
medida que admite la realidad de la pérdida, la víctima comienza a expresar el dolor asociado
con su duelo. Se presentan síntomas físicos, emocionales, relacionales y espirituales. Al
regresar a un estado de dolor y sanidad, tal vez todavía niegue la realidad de la pérdida, la
víctima lucha, se resiste a la aceptación, y acepta la continuación de la vida y la esperanza.
No hay dos viajes idénticos y cada uno toma una cantidad singular de tiempo irrepetible.
Tal vez nunca se arribe, pero sí se acerca a la aceptación, siempre buscando seguir adelante
en el proceso del duelo. El viaje tiene forma de espiral, en vez de círculo. Con cada vuelta, uno
asciende a niveles superiores. A veces, la ronda se retrae y se cae nuevamente en el duelo,
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sumergiéndose en la profundidad del dolor y la pena. Para la mayoridad de las personas, los
dolores agudos del duelo disminuyen y aparece la esperanza en el futuro.
De igual manera, el proceso del duelo se ve afectado por las circunstancias que afectan
la muerte. En situaciones de desastre, la muerte suele ocasionar un “duelo traumático”. El
duelo en estos casos ocurre como resultado de la muerte repentina, imprevista o al azar. Los
sobrevivientes deben tratar con los temas del estrés por incidente crítico que rodean al evento
traumático, antes de poder comenzar el proceso de la pérdida individual de la vida. No existe
un período preparatorio donde los sobrevivientes pueden proyectar la pérdida y el duelo. La
naturaleza imprevista de la pérdida suele, entonces, ocasionar aún más ira.
58
Cómo consolar el duelo
El duelo toma varias formas y requiere una atención compasiva informada. Consolar a
la víctima afligida por el desastre exige gran sensibilidad. Es crítico comprender el trastorno
emocional experimentado para poder proveer un ministerio eficaz. Cuando un capellán se
prepare para responder a un desastre, le será útil recordar que debe estar presente en el
sufrimiento de quienes están en duelo.
Primero, debe estar presente físicamente. En respuesta a los desastres, los capellanes
deben 1) estar ahí, 2) estar cerca, 3) estar atentos. La presencia física es esencial para ayudar
a las víctimas a sentirse seguras y amparadas.
Tercero, los capellanes deben compartir una presencia práctica. La ayuda en materia
de decisiones prácticas y otras tareas diarias demuestra una presencia compasiva. Los
capellanes están presentes para suplir necesidades inmediatas a la vez que ofrecen aliento.
Luto complicado
Hay algunas situaciones bajo las cuales el proceso del duelo se hace muy complicado.
Usualmente, estas circunstancias se consideran «pérdidas especiales». Muchas de estas
situaciones no resultan en la muerte física de una persona, y las circunstancias que la rodean
son significativas, singulares o extremadamente traumáticas.
Homicidios
Asesinato, homicidio no premeditado
Suicidio (venganza, protesta, terrorismo, misericordia)
Masacres
Homicidio vehicular
Homicidios complicados
- Agresión sexual
- Tortura
-Desmembramiento después de la muerte
- Mutilación
- Ejecución demorada
Genocidio (destrucción de un grupo étnico, nacional o religioso)
Terrorismo
Desaparecidos (secuestro, desaparecidos o perdidos, desaparecido en acción (MIA, por
sus siglas en inglés))
Historia
de enojo con el fallecido
de estrés y crisis mayor
de problemas emocionales y mentales
Lecciones aprendidas
QUÉ HACER
UNIDAD 8
61
Panorama de la espiritualidad durante el trauma
Además de darse efectos positivos sobre el bienestar espiritual en las crisis, tales como
la claridad mental, la definición de valores y la revitalización de la fe, también pueden darse
impactos negativos. «El trauma horrífico destruye el bienestar espiritual.» Las pérdidas
espirituales profundas de la esperanza, el futuro, la inocencia y la confianza suelen tener por
resultado en el trastorno de shock postraumático. Muchos individuos buscan, instintivamente,
apoyo espiritual durante una crisis; tienen una expectativa esperanzada de que la oración, la
guía espiritual y los sacramentos les serán útiles en aliviar su dolor o sentido de pérdida. Sin
embargo, otros pueden no estar particularmente deseosos de recibir atención espiritual pero
sí están abiertos psicológicamente al apoyo espiritual.
Las interpretaciones causales del trauma son función de la religión, y los eventos
anormales reciben atribuciones religiosas
La religión es utilizada como un apoyo emocional y asiste en la estructuración cognitiva
Las religión es utilizada por las víctimas para sobrellevar emocionalmente su situación,
y resolver problemas
La posibilidad de atención religiosa es una fuerza operativa positiva en la capacidad de
sobrellevar traumas
El índice de religiosidad es un fuerte pronosticador que se relaciona positivamente con
la calidad de vida
La oración, en sentido religioso, puede ser una fuente de ventilación y validación para
las personas de fe
La oración sirve como recurso de moderación del estrés
La oración es una forma de “procesar las cosas” espiritualmente
62
Ya sea que la crisis se presente como pérdida de propiedad o de la vida, la fe se
reexamina a la luz de la espiritualidad individual. Los valores y creencias personales pueden
ser destrozados o transformados. Todo puede ser desafiado y redefinido: los supuestos sobre
la vida y la muerte, las personas y Dios, lo bueno y lo malo. La crisis sacude la fundación
misma del ser, y la espiritualidad redefine la esperanza y el futuro.
Desde una perspectiva cristiana, hay beneficios al uso de capellanes en los eventos
críticos que van más allá de los que menciona Marlene Young. Los capellanes sirven como
recordatorio que Dios está presente con las víctimas durante su distrés, y es consciente de su
condición. A través de los capellanes, Jesús mismo ayuda en forma personal a las víctimas de
las crisis y el trauma en la lucha que enfrentan. Si la fe es reexaminada, los capellanes tienen
oportunidades de aclarar suposiciones falsas y demostrar la esperanza verdadera para el
futuro.
63
Mitigación del estrés—La oración ofrece un «oído atento» durante la crisis. Le permite
a la víctima descargar o ventilar su crisis de una manera esperanzadora. La oración
ofrece una avenida para procesar el caos y reducir el estrés a través de la repetición, la
comunión y la meditación.
Conexión—La oración y las actividades espirituales ayudan a conectar a las víctimas
con otros y con Dios (ver páginas 8, 9 y 10). Este tipo de actividades aúnan a las
personas dentro de un lugar compartido donde pueden recibir apoyo y guía para integrar
«la crisis actual» con el pasado y el futuro. Al unir las memorias de logros pasados,
experiencias entrañables y viejas tradiciones con esperanza de progreso, así como la
promesa de memorias futuras y las nuevas tradiciones, las personas se dan cuenta de
que no están solas en su sendero de tratar la crisis actual.
Luego de los eventos críticos como las situaciones de desastre, las víctimas y los
sobrevivientes hacen gran cantidad de preguntas espirituales. Por ejemplo después del 11 de
septiembre de 2001, este tipo de preguntas se convirtieron en temas comunes de conversación
durante la cena, las reuniones y las clases. Las preguntas espirituales son difíciles, y raramente
los capellanes tienen las respuestas adecuadas. No es sólo razonable sino necesario esbozar
este tipo de preguntas, así como es importante que el capellán las escuche y las valide, sin
necesitar una respuesta. Al hacer estas preguntas, las víctimas y los sobrevivientes pueden
comenzar el proceso de luto sobre lo que han perdido.
Cuando las personas entran en crisis, la religión y la espiritualidad son esenciales para
ayudarlas a sobrellevar momentos de excitación intensa. Las emociones han llegado a niveles
extraordinarios y su funcionamiento cognitivo es bajo. Por eso, las víctimas dependen de su fe
para ayudarles a dar sentido y significado al caos.
66
Los capellanes cristianos a menudo tienen oportunidades para compartir las Buenas
Nuevas. Cuando las víctimas preguntan acerca de otras posibilidades o las creencias
personales del capellán, es completamente apropiado compartir la fe personal. Jesús
frecuentemente utilizó un enfoque sensible y respetuoso, solicitando permiso para compartir
su fe, sin coerción.
Tratar de improvisar las cosas “sobre la marcha” sin hacer planes específicos de
intervención crítica
Tratar de proveer intervenciones sin un equipo de respuesta crítica
Tratar de debatir asuntos teológicos con víctimas o sobrevivientes traumatizados
Contestar preguntas como «¿Por qué?» sin las precauciones necesarias
No honrar el derecho de libertad de ejercicio religioso
No reconocer los síntomas graves o urgentes del estrés
No diferenciar los síntomas clínicos continuos que existían antes del desastre, y los
síntomas de trauma que han resultado del evento
Tres áreas son de particular importancia. La primera es la confianza. Las víctimas han
sido reducidas a los niveles más básicos del desarrollo humano; es decir, a la confianza.
Cuando ocurre el trauma, las víctimas y los sobrevivientes son conmovidos. Tienen miedo y
desconfían de la situación. Por lo general, los capellanes en situaciones de desastre son
percibidos como delegados de Dios: padres, protectores, proveedores y sanadores. Los
capellanes caminan sobre tierra movediza cuando intentan asumir el papel de Dios.
Las víctimas pueden ser también bastante vulnerables durante los eventos traumáticos:
especialmente a las conversiones y los cambios espirituales. Los agentes de atención
espiritual no deben usar estrategias retóricas manipulativas o tácticas forzosas para incitar a
las víctimas a tomar decisiones que luego puedan lamentar o ignorar. La provisión de un
diagnóstico espiritual de la situación ayudará al capellán a evitar la coerción de las víctimas y
le ayudará a recomendar respuestas espirituales significativas en un contexto de desastre. Un
buen diagnóstico de la situación espiritual dependerá del buen uso de la habilidad de escuchar
a las víctimas y al Espíritu Santo.
68
No trate de explicar: aunque clame « ¿Por qué?» no estoy buscando respuestas
racionales y lógicas, sino quiero que Dios y usted estén presentes conmigo en mi dolor.
No trate de paliar mi dolor: el dolor me demuestra cuánto he perdido. Tal vez le sea
incómodo, pero por favor respete mi realidad. No siempre seré así.
Quédese a mi lado: en este momento, necesito alguien en quien apoyarme. Tal vez me
retraiga por un momento y llore, lamente, haga mi duelo, o quiera hablar. Quédese a mi
lado para poder alcanzarlo.
No me olvide cuando todos los demás hayan regresado a sus rutinas normales:
dispóngase a escuchar mi historia de dolor una y otra vez. Cuando hable conmigo,
pronuncie el nombre del ser querido quien perdí y déjeme contarle las memorias más
preciadas.
Escuche a mis dudas: tengo dudas que necesito que escuche. No intente convencerme
de lo contrario, sino esté conmigo mientras atravieso por esto para que pueda emerger
una fe más significativa.
No le tema a mi ira: necesito ser honesto con el dolor que siento. No me haré daño, ni
a mí mismo ni a otros. Dios no se siente amenazado por mi ira. La ira no es agradable
de experimentar, pero necesito lidiar con mis emociones.
Tenga paciencia conmigo: mi progreso tal vez no sea tan rápido como cree que deba
ser. Déjeme revelarle mis debilidades y regresiones. Mejoraré con el paso del tiempo.
Recuérdeme que en la vida hay más que esto: necesito que me recuerde que hay más
en la vida que el dolor, la ira, y la tristeza que siento. Hábleme de Dios como una
afirmación de la vida. Necesito que Dios sea mi compañero en este viaje doloroso.
Recuérdeme que Su presencia eterna puede penetrar mi angustia.
Conclusión
Proveer asistencia espiritual en los desastres es una tarea difícil. Hay pocas fórmulas
cuantitativas para medir su eficacia y hay menos resultados visibles en el campo de los
desastres. Los capellanes en situaciones de desastre rara vez vuelven a ver a las víctimas
después de su contacto inicial, y a menudo las palabras y acciones que ofrecen son
insuficientes. Debemos recordar que el ministerio está en la entrada voluntaria a la escena del
dolor y el sufrimiento, y ofrecer nuestra presencia y compasión.
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MINISTRANDO EN MEDIO DE LA DIVERSIDAD
UNIDAD 9
“La cultura tiene influencia sobre qué tipo de evento es percibido como amenazante o
traumático”. En los países en desarrollo, la muerte de un hijo puede ser percibida como un
evento predecible, mientras que en países desarrollados, puede definirse como algo
traumático. En un estudio conducido por Carlson y Rosser-Hagan (1994), refugiados de
Camboya que habían sido atacados (50%) o experimentaron la muerte de un familiar (60%)
clasificaron la escasez de comida como un evento más angustiante que la muerte de un
70
familiar. La mayoría de los estadounidenses no puede identificarse con sentir distrés por
escasez de comida.
Manteniendo la fe personal
Los capellanes deben reconocer ciertas señales de alerta cuando sirven como
intervencionistas de alivio a situaciones de desastre en un contexto de diversidad cultural y
religiosa. Dado que las víctimas son altamente vulnerables, los capellanes deben tener cuidado
de no forzarlas de ninguna manera. Obligar a una víctima a hablar, comer o tomar una decisión
que puede alterar su vida, podría percibirse como algo poco ético. Las víctimas están
generalmente preocupadas sobre las necesidades humanas más fundamentales—la
seguridad y el amparo—y es posible que tengan poca capacidad de tomar decisiones
racionales o lógicas sobre la fe y la religión. Aún así, los capellanes tienen la oportunidad de
guiarlas apropiada y gentilmente hacia una vida espiritual más saludable. Sin obligación (tratar
de forzarlas a convertirse en bautistas), los capellanes pueden compartir el amor de Cristo y
permitir al Espíritu Santo a hacer Su trabajo. Los capellanes también deben tener cuidado de
no proyectar actitudes de superioridad (tales como «he respondido a muchos desastres y he
visto muchas víctimas, así que comprendo exactamente lo que le está pasando, como se
siente, y qué necesita»), no usar expresiones demasiado informales o indeseadas
(dirigiéndose a las víctimas con expresiones como “mi amor”, “querido” o “compañero”), evitar
las imitaciones falsas (tratando de identificarse más con víctimas afroamericanas adoptando
una manera de hablar que no es “natural” a alguien de ese grupo), y no darse a suposiciones
falsas (por ejemplo: el quedarse sin hogar es mejor que la muerte, una víctima musulmana
rechazará ser asistido por un capellán bautista, o dar por sentado que cuando alguien pide un
“milagro” es porque proviene de un sistema de valores cristiano).
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“Alivio” para el capellán en el contexto de la diversidad cultural y religiosa
La ansiedad es un elemento natural asociado con la provisión de atención espiritual en
un contexto de diversidad cultural y religiosa. Los capellanes pueden estar preocupados por
ser o no ser aceptados por las víctimas, o por sus capacidades de proveer intervenciones en
cierta clase de situaciones. Por lo general, estas preocupaciones naturales son las que los
proveedores de atención deben enfrentar antes de llegar al campo de servicio. Algunos temas
que deben ser considerados son:
La cultura es más que una identidad nacional u origen racial, y recibe la influencia de
muchos elementos: etnicidad, edad, género, familia de origen, núcleo familiar, estado civil,
educación, idioma, profesión, arte, música, nivel económico, nivel social, características
físicas, impedimentos físicos o necesidades especiales, religión y creencias espirituales,
geografía, clima, ambiente, percepciones de tiempo y espacio, vestimenta, comida, formas de
recreación y juego. Aunque hay muchas influencias sobre la creación de identidad, la mayoría
de las víctimas serán “clasificadas” incorrectamente por ciertas características identificativas
únicas. Estas se basan normalmente en la etnicidad observable, el idioma, el género y la edad.
Sin embargo, para el capellán en situaciones de desastre, hay otros temas que pueden ser
considerados. Es útil ser consciente de algunos principios generales aplicables en la
diversidad.
El ministerio de Pablo demuestra que uno puede ser fiel al mandamiento de la Gran
Comisión, siendo sensible a las cualidades pluralistas de la cultura del oyente o del grupo. En
Atenas, como se cuenta en Hechos 17:16-34, Pablo utilizó una estrategia con los judíos,
visitándolos generalmente en la sinagoga, y una estrategia diferente con los gentiles,
acercándose a ellos en el mercado. El capellán debe ser capaz de ejercer este tipo de astucia
espiritual ambientes diversos, y tener la audacia de acercarse a las personas donde sea que
estén disponibles. Esta audacia puede ser en forma de proveer ministerio en un refugio, en un
centro de distribución de comida, en el estacionamiento donde se congregan las personas para
recibir información sobre sus dilemas con el desastre, en un servicio conmemorativo o hasta
en presencia de líderes comunitarios que están en desacuerdo con sus preceptos teológicos.
Pablo retrata la importancia de tener gran compasión, respeto y preocupación por las
personas de otras culturas, por aquellos que oyen las buenas nuevas del “DIOS
DESCONOCIDO” al compartir el evangelio con ellos. Pablo ejemplifica la manera en que un
capellán puede ser culturalmente sensible y aún ser fiel a sus propias creencias. Tenga
presente que, al buscar este balance, Pablo muchas veces se encontró en situaciones de vida
o muerte a lo largo de su ministerio.
El estilo ministerial de Pablo también demuestra la importancia del impacto que pueden
tener las oportunidades y la diligencia sobre el ministerio. En Hechos 27, la historia de su
naufragio en camino a Roma representa cómo la iniciativa, el consejo divino y la compasión
pueden jugar un papel significativo en la respuesta crítica. Pablo llevó a sus compañeros de
viaje a tener confianza en él y eventualmente a seguir la guía espiritual de un «Dios
desconocido» a fin de preservar sus vidas. Los capellanes también deben cultivar la capacidad
de tomar la iniciativa, desarrollar la confianza, y aún así mantener un espíritu humilde. Al hacer
74
esto, uno debe buscar el momento apropiado para expresar sus apreciaciones espirituales y
estar dispuesto a someterse a la autoridad adecuada, aún cuando esta responda en
contradicción a su propio entendimiento. Aunque el capellán es representante y embajador de
Dios, no es y nunca será Dios. Como tales, los agentes de atención espiritual no pueden decidir
cómo piensen, crean, o se conduzcan otros; Jesús mismo no obligó a nadie a seguirle.
Un capellán necesita seguir de cerca las cualidades mencionadas arriba para entender
bien a su audiencia identificada, comprender significativamente su propia fe y sus creencias,
tener paciencia para esperar el momento idóneo de hablar, y tener la habilidad de hallar
analogías dentro de varias culturas para ilustrar sus propias convicciones religiosas. Estas son
unas de las pocas cualidades más prominentes que necesitan desarrollarse en respuesta a las
situaciones críticas. Más allá de todo, el capellán debe demostrar compasión por toda persona
y estar preparado para involucrarse primero en acciones de ministerio tangibles para obtener
quizás una audiencia mejor a fin de compartirles el evangelio.
Muchas de las reacciones a los eventos críticos y la muerte son similares en todas las
culturas. No obstante, los capellanes pueden sentir ansiedad al acercarse a víctimas cuyas
identidades culturales son diferentes o poco familiares. Equipados con un deseo de ayudar y
no dañar, los capellanes entran dubitativamente en la relación con la víctima. La aclaración es
un aspecto importante del diagnóstico y la preparación. Ayudar a los sobrevivientes y las
familias en superar una muerte traumática está basado en el respeto y la atención.
Hacer preguntas de aclaración puede ser valioso luego de haber hecho el contacto inicial.
Algunas preguntas pueden incluir:
¿Hay algo especial que debo saber para ayudarle durante esta crisis?
¿Qué es lo más útil que puedo hacer para ayudarle en este momento?
¿Hay algo en especial que puedo hacer por________ (el fallecido)?
¿Tiene algunas recomendaciones específicas sobre los arreglos funerarios?
¿Tiene necesidades religiosas especiales en las que le pueda ayudar?
¿Tiene preguntas acerca de lo que va a suceder ahora?
¿Hay algún tipo de restricciones religiosas o culturales que deba saber?
Resumen
“Las culturas varían en sus actitudes hacia el tiempo, la propiedad, cómo comparten sus
recursos, cómo definen a la familia y a la comunidad, cómo dividen el trabajo entre los géneros,
cómo enseñan a los niños, cómo juegan, y muchas cosas más”. Para ministrar efectivamente
a las víctimas de los desastres y las emergencias, los capellanes deben contextualizar sus
respuestas ministeriales respetando el patrimonio cultural, las tradiciones y los valores
culturales a través de su comprensión de la cultura y el efecto que tiene sobre el trauma y la
recuperación, reconociendo y dando lugar a las diferencias y manteniendo su propia fe
mientras ministra en medio de la diversidad cultural y religiosa. Los capellanes deben facilitar
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la práctica de las expresiones personales de fe a víctimas de varias entidades culturales
mientras protegen sus creencias y valores personales. El capellán que valora su fe personal
es el que es capaz de apreciar la fe de otros.
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