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MANUAL DE MINISTERIO EN SITUACIONES

DE DESASTRE

1
INTRODUCCION

El presente manual de ministerio en situación de desastre tiene como finalidad acercar al


capellán al ministerio de capellanía en desastres y capacitarlo para actuar diligentemente ante
estas situaciones eventuales pero persistentes en nuestro medio, el capellán está llamado a
ser siervo ante cualquier situación y un desastre es una gran oportunidad para ejercer tal
ministerio.

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Tabla de Contenidos

UNIDAD 1
LA SINGULARIDAD DEL MINISTERIO DE CRISIS EN SITUACIONES DE DESASTRE
.........................................................................................................................................4

UNIDAD 2
PANORAMA DE LA RESPUESTA CRÍTICA................................................................17

UNIDAD 3
DESARROLLO Y NECESIDADES HUMANAS ..........................................................27

UNIDAD 4
PANORAMA DE LA RESPUESTA AL TRAUMA………………………………………….35

UNIDAD 5
MODELOS DE INTERVENCIÓN CRÍTICA ...................................................................41

UNIDAD 6
LA COMPASIÓN DURANTE LA CRISIS ......................................................................45

UNIDAD 7
CONSOLANDO EL DUELO DURANTE LOS DESASTRES ........................................55

UNIDAD 8
DIMENSIONES ESPIRITUALES DEL TRAUMA ..........................................................62

UNIDAD 9
MINISTRANDO EN MEDIO DE LA DIVERSIDAD ........................................................70

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LA SINGULARIDAD DEL MINISTERIO CRÍTICO EN SITUACIONES DE DESASTRE

UNIDAD 1

Introducción: La historia del ministerio crítico

El desarrollo del ministerio de capellanía tiene sus raíces en la historia antigua. Con
frecuencia, hombres y mujeres religiosos acompañaban a los ejércitos en batalla como
sacerdotes. Desde el establecimiento de Canaán hasta los tiempos de Jueces, hubo líderes
espirituales que suministraron aliento y atención compasiva a individuos que se encontraban
constantemente en situaciones de crisis. Se encontraron capellanes con el explorador Sir
Francis Drake en el siglo dieciséis. Hubo otros que pelearon con George Washington durante
la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Estos capellanes oraron durante el
sufrimiento humano, dieron aliento en tiempos de desesperación y oficiaron eventos
ceremoniales. Aconsejaron y proveyeron consultas a reyes, parlamentos y gobiernos, así como
a personas encarceladas, enfermas y privadas de sus derechos civiles.
Hoy en día, se pueden encontrar capellanes en las situaciones más variadas: en las
fuerzas armadas, los servicios de salud, las agencias de seguridad pública, las instituciones
de negocios e industria, los establecimientos hoteleros, las pistas de carreras y casinos, las
fuerzas laborales, los refugios y misiones de socorro, los equipos de deporte profesionales, las
fábricas y las corporaciones. Los capellanes se encuentran en cualquier situación imaginable.
La palabra «capellán» tiene su origen en Francia, durante el siglo cuarto. Cuenta la
historia tradicional, que durante una noche fría y lluviosa, San Martín de Tours, tuvo tanta
compasión por un mendigo que se movió a compartir su capa con él. La compasión de San
Martín de Tours fue tal que, a su muerte, su capa (capella en latín) fue preservada como una
reliquia santa y mantenida en un santuario conocido como chapele, de donde se deriva la
palabra chapel (o capilla) en inglés. El guarda de chapele fue conocido como el chapelain, o
capellán en español. Hoy en día, el capellán continúa protegiendo lo sagrado y compartiendo
su capa como producto de su compasión.
Un área de especialización en crecimiento dentro del ministerio de capellanía es la
capellanía en respuesta a situaciones de desastre. Aunque por años los capellanes militares,
de hospitales y de seguridad pública (entre otros) han ministrado frecuentemente durante
situaciones de crisis y emergencia difíciles, la especialización en respuesta a situaciones de
desastre ha surgido durante los últimos 15 años en los EEUU, aunque de manera informal.
Mientras que la mayoría de los capellanes responde a las situaciones de crisis que se
encuentran dentro de sus propias organizaciones (el ejército, el hospital, el departamento de
policía) hay muchos que también responden a la comunidad en general durante las
emergencias comunitarias. Los capellanes de respuesta a desastres sirven frecuentemente a
múltiples organizaciones y usualmente responden a la comunidad en general de víctimas
durante la crisis. Las víctimas pueden incluir a transeúntes inocentes, víctimas directas,
trabajadores de alivio de desastre, y hasta los responsables del crimen.

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En el pasado, capellanes profesionales de varias áreas de servicio han participado en
respuesta a desastres de gran escala. Sin embargo, muchos no han sido instruidos sobre
cómo responder a las necesidades particulares y asuntos delicados que se presentan al
atender a los desastres de emergencia. La concientización sobre la importancia del valor del
cuidado espiritual junto con el cuidado físico durante una emergencia, ha llevado a que la
especialización en capellanía en situaciones de desastre evolucione a ser una de las
categorías de capellanía más importantes.
La creciente concientización acerca de las necesidades espirituales en crisis ha
comenzado a formalizar la respuesta de los capellanes en situaciones de desastre. Las
agencias internacionales de respuesta a desastres han empezado a trabajar en conjunto para
coordinar la respuesta espiritual a desastres de diferentes índoles. Los avances tecnológicos
y la globalización han hecho que las agencias de alivio a emergencias reconozcan la necesidad
de redefinir el campo de las situaciones de desastre. El campo del desastre ya no es
únicamente el sitio o lugar afectado directamente por el desastre, sino que hoy incluye
localidades remotas, instituciones, personas, y grupos que de alguna forma u otra están
relacionados o impactados por el desastre (por ejemplo, los aeropuertos de partida y llegada
de un vuelo, las oficinas centrales de una corporación afectada, la iglesia local de los niños en
el autobús, el fabricante y la fábrica del interruptor eléctrico defectuoso).La necesidad de apoyo
espiritual y emocional excede el lugar del desastre, el hospital, o el refugio del desastre.
Ante esta coyuntura internacional la Orden Nacional de Capellanes de Bolivia se crea
en respuesta a las necesidades existentes en nuestro medio, asimilando además que la
capellanía no obedece a una única nación si no que somos un solo pueblo dentro de este basto
mundo.

Los capellanes en situación de desastre

La definición de la atención espiritual se deriva de la imagen bíblica del pastor que cuida
a su rebaño. De una manera muy amplia e inclusiva, la atención espiritual incorpora a todos
los ministerios que se dedican a cuidar y nutrir a las personas y sus relaciones dentro de una
comunidad. Esto puede incluir un enfoque clásico de interpretación, oración, y meditación, así
como un enfoque más contemporáneo como la importancia presencial, el escuchar, y la
reflexión. En situaciones de desastre, la atención espiritual es frecuentemente vista como la
provisión de una presencia calma, el escuchar sin juzgar, una intervención solidaria, y la
esperanza que se puede tener a través de la fe en Jesucristo.
Los capellanes en situaciones de desastre provienen de una gran variedad de
profesiones y ministerios. Pueden ser pastores, capellanes, consejeros, maestros,
trabajadores sociales, o psicólogos. Los capellanes de respuesta a situaciones de desastre
también pueden ser laicos: hombres y mujeres que responden al llamado de Dios en sus vidas
de ofrecer atención y compasión a aquellos que sufren las crisis de los desastres.

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¿A conocido capellanes?

Los desastres son eventos críticos, y los eventos críticos usualmente provocan crisis a
quienes están involucrados en ellos. Los capellanes necesitan utilizar sus habilidades y roles
particulares con la intención de acrecentar la capacidad comunitaria de sobrellevar los
desastres, y fortalecer la respuesta espiritual a ellos. Proveer atención espiritual tras un
desastre muchas veces implica integrar las respuestas espirituales con otras clases de ayuda,
tal como la ofrecida por los trabajadores de emergencia, proveedores de salud mental, y
agentes de protección social. Este tipo de asistencia es mejor administrada bajo un marco de
principios de intervención crítica ya establecido. Los proveedores de atención espiritual, por
lo tanto, deben entender cómo operan típicamente los representantes de otros grupos de
atención en consideración a estos principios.
Un aspecto único de muchos capellanes que sirven en situaciones de desastre es que
normalmente son pastores o personas laicas, por lo cual, al no trabajar normalmente en un
ambiente de desastres, no serían considerados como personal profesional de respuesta a
situaciones de desastre. En cambio, estos capellanes son en su mayoría voluntarios que
provienen de una variedad de escenarios de asistencia espiritual, y que participan en
entrenamientos y adquieren experiencia en el campo de alivio a desastres con el propósito de
prepararse para responder en casos de necesidades espirituales.
Los capellanes en situaciones de desastre ofrecen un ministerio solidario en el campo
del desastre, durante y después del suceso del desastre, a cualquier víctima del desastre, ya
sea por algunos segundos o por varias horas. Mientras que estos capellanes reciben
entrenamiento especializado en crisis e intervenciones espirituales, mucho de ese
entrenamiento se basa en la formación y experiencia previa de cada capellán.
Además del ministerio de presencia, el ministerio de compasión y el ministerio de escuchar
con atención, los proveedores de atención espiritual pueden elegir entre una gran variedad de
métodos de asistencia espiritual que reflejen su propia fe y espiritualidad:

 Educación, conocimiento profundo y reinterpretación de las escrituras


 Oración individual y conjunta
 Creencia en la oración intercesora
 Cosmovisiones unificadoras y explicativas
 Confesión renovadora
 Sistemas de contención social basados en la fe
 Rituales y sacramentos
 Creencia en la intervención y perdón divinos
 Creencia en la vida después de la muerte
 El ethos individual del intervencionista en la crisis
 Comunicación singular, confidencial o privilegiada.

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Razones Espirituales Fundamentales para Capellanes en Situaciones de Desastres

Demostrar compasión es estar presente en el sufrimiento

W.E. Vine define el ser conmovido por compasión como algo similar al ser movido en el
interior del cuerpo (intestinos). La palabra splanchma se refiere a las entrañas del cuerpo. La
traducción moderna coloquial de splanchma sería «una sensación de piel», «una reacción
instintiva» o «una corazonada». Splanchma es el centro de los sentimientos y las emociones
de una persona—el amor y el odio—los sentimientos que proceden del «corazón» de una
persona. Cuando los Evangelios hablan de la compasión de Jesús, se refieren a emociones
profundas y poderosas que exceden por lejos cualquier sentimiento superficial de pena,
aflicción y arrepentimiento.
La palabra «compasión» proviene de dos palabras en latín, cum y pati, que en conjunto
significan «sufrir con». Es «… una emoción de simpatía y pesar profunda por otro que es
afligido por el sufrimiento o la mala fortuna, acompañada de un fuerte deseo de aliviar el dolor
o remover su causa»i

La compasión nos pide ir donde duele, entrar en lugares de sufrimiento, a


compartir en quebranto, el miedo, la confusión, y la angustia. La compasión nos
desafía a exclamar con los que sufren miseria, a lamentar con los que están
solos, a llorar con los que están en lágrimas. La compasión nos requiere estar
junto a los débiles, ser vulnerable con los vulnerables, y sentirnos impotentes
con los impotentes. La compasión significa una inmersión completa en la
condición de ser humano.
Henri J Nouwen, Donald P. McNeill, and Douglas A. Morrison. Compassion (New York: Doubleday, 1982), 4.

La compasión se inserta en el sufrimiento y el dolor del que sufre. Es más noble que la
piedad y más valiente que la condolencia. Sentir empatía completa por la desolación y la pena
de los que están sufriendo requiere compasión.
El capellán de respuesta a situaciones de desastre debe conocer sus propios prejuicios,
necesidades y limitaciones, y aún así tener el deseo profundo de identificarse con aquellos que
son marginados y heridos, buscando demostrar que la compasión de Cristo es la prioridad de
todo ministerio de capellanía. Siempre será inadecuado intentar meramente prevenir el
sufrimiento, o no ser parte de la causa. Un capellán de respuesta a situaciones de desastre
debe enfrentar el ministerio desde un paradigma radicalmente diferente: el capellán debe
iniciar y ser participante activo en la tarea de «ser» compasión como una prioridad, y «obrar»
compasión como una necesidad. El capellán debe elegir involucrarse en el sufrimiento,
dejando a un lado su propio instinto natural de eximirse de la crisis. La importancia de ser
compasivo tal vez resida en el hecho de que el ser compasivo no se busca naturalmente, sino
que es una actividad que uno debe elegir de manera intencional y racional, sabiendo que se
«siente» contra el instinto natural.
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La fundamento teológico de la capellanía de alivio a situaciones de desastre se
encuentra fundamentada por el mandato a sobrellevar los unos las cargas de los otros (ver
Gálatas 6:2), y en consecuencia debemos ser compasivos «así como [nuestro] Padre es
compasivo» (Lucas 6:36). El vaso de agua fría y el Buen Samaritano también refuerza este
mandato imperativo.
Un aspecto fundamental de la capellanía en respuesta a situaciones de desastre es “el
ministerio presencial”. Una de las premisas principales de la atención en medio de la crisis es
estar presente. El cuidado de las almas requiere, primero, estar ahí. La presencia simple,
empática, y el acto de escuchar constituyen un hecho pastoral, la presuposición de todos
hechos pastorales. El poder de este ministerio se encuentra en su servicio altruista. Si los
capellanes proveen compasión sobrellevando las cargas de los otros, entonces eligen “sufrir
conjuntamente” con los que sufren. Proveer compasión requiere dejar de lado la comodidad
e insertarse intencionalmente en un lugar de crisis—de peligro, dolor, pérdida, o pena—durante
las crisis espirituales y emocionales de la vida.

Dios está presente siempre incluso en el sufrimiento

La fuerza de una relación solidaria se encuentra en el hecho de que uno nunca está
solo. Dios está presente con el capellán. La presencia de Dios dentro de la situación ministerial
da poder al capellán a proveer apoyo espiritual eficaz y apropiado dentro del contexto del
desastre.
Henri Nouwen llama a la encarnación de Dios como la «solidaridad divina». Es el Dios
compasivo que elige ser Dios-con-nosotros. El capellán en situaciones de desastre
frecuentemente representa la presencia de Dios.
“Los héroes de la fe tenían una cosa en común: todos eran personas ordinarias sin
poder en su propia persona. La diferencia es la poderosa presencia de Dios. Los tiempos
cambian, pero el efecto que tiene la presencia de Dios permanece igual”. Los capellanes que
se insertan en el sufrimiento y el caos de las crisis reciben poder por la misma presencia de
Dios para darles victoria sobre la desesperación, la pérdida y la insuficiencia.
El capellán en situaciones de desastre comparte la presencia de Dios con las víctimas
y ofrece las mismas palabras de confianza: “Estoy contigo”. El capellán no puede negar la
realidad de la crisis, no debe minimizar el sentimiento de pérdida que ocasiona, y
probablemente no pueda disminuir el dolor. Sin embargo, el capellán ofrece el alivio presencial
de Dios mediante sus palabras de consuelo y confianza. Esta presencia puede hacer palpable
una sensación de comunidad en medio de la crisis, guiar hacia una reconciliación sanadora, o
reconectar con Dios a una persona desconectada de la fe.

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El capellán demuestra la presencia de Dios en el sufrimiento

El capellán en una situación de desastre demuestra su compasión a través de su


presencia en el sufrimiento. Como un “sanador herido” se sienta entre los heridos atando y
desatando sus propias llagas, lenta y cuidadosamente, para así poder inmediatamente
responder y sobrellevar la carga quien está sufriendo. El capellán en situaciones de desastre
practica la presencia de Dios por medio de la oración, el escuchar, el hablar, a través de las
Santas Escrituras y el servicio. En el momento de crisis muchos de los que están sufriendo
desean un defensor que presente su causa ante Dios, y, mediante la oración se sienten
aliviados y afirmados que Dios oye sus súplicas. Durante las crisis las víctimas necesitan
relatar sus historias y sentir que sus sentimientos y pérdidas son válidos. Es aquí donde el
capellán en situaciones de desastre practica la presencia de Dios escuchando activamente y
a través de sus palabras. A menudo, las crisis requieren actos de servicio concretos. Practicar
la presencia de Dios en estos casos significa darle de comer al hambriento, de tomar al
sediento, demostrarle hospitalidad al extranjero, vestir el desnudo y visitar al enfermo (ver
Mateo 25:35-40). Durante las secuelas de una crisis, la adoración y la memoria pueden sanar
y elucidar el enigma del sufrimiento intenso y el dolor de la pérdida aguda.
“La presencia” es uno de los actos de ministerio más poderosos que puede proveer el
capellán. Demostrar compasión a través presencial física y espiritual es el principio de una
relación que trae consuelo y sanidad. En muchas culturas, establecer y restablecer una
relación de presencia física es primordial aún al inicio de una conversación cotidiana. Cuando
las palabras no tienen relevancia y las acciones pierden significado, el Emmanuel—Dios con
nosotros—que sufre con la víctima, puede ser el acto más potente de un capellán en una
situación de desastre.

Demostrar compasión más allá de diversidad humana

El balance entre la aceptación cultural y las convicciones inquebrantables provoca


tensión. A medida que la influencia cultural de la iglesia se va deteriorando y la sociedad se va
globalizando, la tensión crece, en particular para la gente de fe y convicciones profundas. Al
aumentar la globalización aumenta la diversidad cultural.
Vivimos en una sociedad multicultural muy diversa, pero los capellanes no deben vacilar
en demostrar la compasión por medio de actos de ministerio. Deben buscar activamente a
aquellos que están en crisis sin hacer distinciones de raza, género, religión o estatus
económico. Sus acciones deben hablar de una bondad y misericordia que nace de la
compasión hacia toda persona.
La mayoría de nosotros tenemos la habilidad de responder a las necesidades de los
menos afortunados pero ¿qué de los afortunados, los de alta posición, estatus o clase social?
La diversidad humana incluye a los ricos y famosos. Ningún punto de vista político o religioso

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debe prevenir la acción ministerial compasiva de un capellán en situaciones de desastre. Los
capellanes en una situación de desastre hasta pueden ser llamados a ministrar a ciertos
individuos cuya prominencia política o religiosa es intimidante o aberrante.
Los capellanes en desastres también pueden ser llamados a ofrecer su ministerio
solidario a los marginados de la sociedad: las personas sin techo y mendigos, los adictos, los
encarcelados y los “leprosos”. Ser sensible a la diversidad humana significa ministrar a los
parias y desconectados de la sociedad.
Uno de los desafíos que el capellán en situación de desastre deberá enfrentar es
encontrarse ministrando a personas que no caben bajo su esfera normal de responsabilidad:
las víctimas que no son pacientes en el hospital donde sirve, o los miembros de su iglesia. En
estas situaciones, el capellán debe tomar la actitud de proveer atención “de todos modos”
aunque se cruce la barrera de su responsabilidad, ministrando a las víctimas bajo cualquier
circunstancia.

Demostrar compasión es ofrecer el ministerio de atención en crisis

Realizar actos de atención ministerial prácticos es quizás la manera más obvia de


demostrar la compasión. La mayor parte de los capellanes que entran al ministerio de
respuesta a situaciones de desastre desean “ayudar” a los necesitados. “Ayudar” es un verbo
activo que significa dar asistencia o apoyo, hacer que algo sea más soportable, dar alivio,
cambiar las cosas para mejor, o servir algo de comida o bebida. A menudo, el “ayudar” significa
proveer la presencia y el apoyo, pero con igual frecuencia el hecho de “ayudar” es mediante
acciones prácticas como dar algo de comer o beber, proveer refugio o ropa, dedicarse a cuidar
a una persona y realizar actos de bondad (ver Mateo 25:34-40).

Asumir la actitud de un siervo

Para el capellán en situaciones de desastre, ofrecer el ministerio de atención en crisis


debe surgir de un corazón de siervo. El capellán puede ser una persona de autoridad, alguien
con recursos o de prominencia, pero su respuesta debe nacer de una actitud de siervo. El
capellán debe demostrar una compasión en servicio de la misma manera que Jesús se
identificó plenamente con la humanidad en Su encarnación, dejando de lado una posición
privilegiada, riquezas celestiales e independencia divina.

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Robert Greenleaf dice que la mejor prueba de esta actitud de siervo es preguntar:

¿Crecen como personas aquellos a los que usted sirve? Mientras usted los ha
servido, ¿se han hecho más saludables (se ha mitigado su estrés), más sabios
(se han aclarado sus circunstancias), más libres, más autónomos (más capaces
de sobrellevar una crisis o desastre)? ¿Es más probable ahora que se conviertan
ellos mismos en siervos de otros? Y además ¿cuál es el efecto de su servicio
sobre los menos privilegiados de la sociedad (las víctimas directas del
desastre)? ¿Se beneficiarán (¿fue demostrada la compasión en un acto de
ministerio?), o al menos serán menos desfavorecidos?

Ofrecer aliento

En situaciones de crisis y desastres las personas tienden a responder con miedo,


confusión, o ansiedad al verse enfrentados con su vulnerabilidad, su pena y un sentido de
pérdida de confianza en el orden natural de la vida. En el ministerio de atención en crisis se
puede demostrar la compasión de manera significativa mediante la provisión de aliento con
palabras y tomando acción.
El capellán en situaciones de desastre debe ser capaz de transmitir aliento a las almas
desesperadas, diciendo, “ ¡Animo! Soy yo. No tengan miedo” (Marcos 6:50). En el medio de
las tormentas de la vida—los desastres, las crisis, y la devastación—el capellán debe proveer
la seguridad que trae la esperanza. Las víctimas tal vez no comprendan y se “sorprendan”,
pero experimentarán el aliento compasivo del capellán.
Las víctimas de los desastres “tienden a sentirse ansiosos y molestos por su
incapacidad aparente de lidiar con la situación. Una crisis puede surgir cuando alguien se
enfrenta a un problema que requiere recursos o una capacidad de resolución previamente
innecesaria. En otras palabras, la persona carece de experiencia en lidiar con la situación”. En
situaciones como esta, el capellán en casos de desastres ofrece aliento escuchando,
dialogando, consolando y clarificando. En la crisis y la confusión, el capellán escucha
activamente para oír los miedos, las frustraciones y la desilusión. El capellán se involucra en
el diálogo haciendo preguntas penetrantes que desaten la auto-examinación y reflexión. El
capellán consuela en los vacíos del silencio. El capellán clarifica al examinar las circunstancias
y opciones, y, luego, libera a las víctimas, ahora habilitadas y reforzadas para avanzar hacia
la sanidad física y espiritual.

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Satisfacer las necesidades inmediatas

Cuando los capellanes entran en la escena del desastre su reacción muchas veces es
“¿Qué puedo hacer?” Quieren satisfacer las necesidades inmediatas de las víctimas. Aunque
estar presente en el sufrimiento de las víctimas de desastre y ser sensible a la diversidad
humana es esencial, los capellanes también tienen un profundo deseo de satisfacer
necesidades inmediatas. Muchas veces los capellanes unen a equipos de respuesta a
situaciones de desastre para suministrar comida a los hambrientos, agua a los sedientos,
atención médica a los heridos, refugio a los desalojados y ropa a los que no la tienen. Los
capellanes satisfacen las necesidades inmediatas de ayuda mediante búsquedas, socorros y
la evaluación de víctimas.

Ofrecer la oración

“No hay ateos en las trincheras”, dice el dicho. En tiempos de crisis, aún la persona no
religiosa exclama en una oración desesperada: “¡Oh, Dios!” En las crisis de desastre y
devastación las víctimas a menudo solicitan el ministerio de la oración. Los cristianos creemos
que cuando “no sabemos qué pedir […], el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
que no pueden expresarse con palabras” (Romanos 8:26 NVI). La víctima de un desastre
tiende a percibir al capellán como el representante de Dios y desea “una palabra de oración”.
En momentos de ansiedad, hay paz y tranquilidad en la oración; y los capellanes ofrecen el
ministerio de atención por medio de ella. Cuando los capellanes oran por las víctimas, deben
recordar tres cosas:

Primero, cuando deseamos y oramos por el bienestar de otros, estamos


únicamente pidiéndole a Dios algo que Él ya desea más que nosotros. Segundo,
si vamos a ser amigos de Dios, debemos decirle lo que queremos para los
demás con la misma seguridad que le pedimos para nosotros: sin preocuparnos
si lo que pedimos es apropiado, o acerca de la probabilidad de recibir lo que
pedimos […]. Tercero, cuando sea posible, y si nuestras oraciones han de ser
verdaderos actos de amistad, debemos no sólo orar por otros, si no actuar
conforme a nuestra propia oración.
Roberta C. Bondi, To Pray and to Love (Minneapolis: Fortress Press, 1991), 132.

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Guiar a otros a Cristo

Cuando los capellanes de respuesta a situaciones de desastre logran demostrar


compasión proveyendo el ministerio de atención en crisis, también se encuentran con muchas
oportunidades de compartir las “Buenas Nuevas”. Cuando las víctimas perciben pérdidas que
superan sus capacidades de sobrellevar su situación, suelen preguntar “¿Capellán, como hace
Ud. para atravesar una crisis?”. Aquí está la oportunidad de compartir un testimonio apropiado
del poder de Cristo en nosotros. Aquí está la oportunidad de ofrecer la esperanza de la
salvación. Aquí está la oportunidad de ofrecer la esperanza que será realizada a pesar de las
circunstancias del desastre.
El capellán en situaciones de desastre ofrece el ministerio de atención solidaria
mediante la oración intercesora aun cuando el miedo se aferra a su propio corazón, atendiendo
la necesidad percibida de la víctima antes que la suya propia. Aunque las oraciones suelen ser
espontáneas e informales, aquellas que son personalizadas son altamente eficaces y
consoladoras.

Tareas del ministerio del capellán en situaciones de Desastre

El objetivo del capellán en situaciones de desastre es entrar gustosamente al campo del


desastre y desolación para solidarizarse con los heridos y quienes han sufrido pérdidas.
Evaluando las necesidades de su “rebaño” de víctimas, el capellán debe guiarlas a recursos
que nutrirán sus espíritus y calmarán sus atemorizados corazones. Este capellán debe caminar
junto al rebaño, escuchar las historias, fomentar una sensación de seguridad y dejar que la
gracia del Señor en su vida reboce para llenar lo vacío de los necesitados.
Como ministro, el capellán en situaciones de desastre puede necesitar dirigir servicios
religiosos o conmemorativos. Los servicios tal vez ocurran en edificios improvisados, entre
escombros o al frente de una morgue. Frecuentemente, se ministra de manera breve y simple:
de forma urgente pero satisfaciendo la necesidad inmediata. El capellán será la voz de Dios,
sanando, reconciliando, confrontando, ofreciendo esperanza.
A través de la oración por los heridos y necesitados, el capellán asume el rol de ministro
para los de toda fe y tradición religiosa. Invocando la presencia, sabiduría, poder y gracia de
Dios, el capellán intercede por las víctimas, los trabajadores de socorro y aquellos que se
preocupan por el desastre en todo el mundo. Las oraciones individuales, formales y
corporativas son utilizadas en todas sus formas y agradecidas por la mayoría.
El ministerio de los capellanes en situaciones de desastre es una respuesta al
mandamiento “Ayúdense unos a otros a sobrellevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”
(Gálatas 6:2). “La palabra utilizada para decir "carga" es baros y significa, literalmente, "un
peso pesado o piedra" que alguien se ve obligado a transportar por una larga distancia.
Figurativamente, la palabra vino a representar cualquier prueba opresiva que era difícil

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aguantar”. En Castellano, la palabra «carga» proviene del verbo carricare en latín, que
significa subir una carga a un carro, o recargar. Toda persona tiene cargas, pero las cargas
que resultan de emergencias y desastres graves son en general mucho más de lo que uno
puede aguantar solo. Sobrellevar el peso pesado de la muerte, la pérdida del hogar, o la
destrucción de la propiedad son pruebas opresivas que son difíciles de aguantar en soledad.
“Dios no tiene la intención de que carguemos estos pesos aislados de nuestro hermanos y
hermanas […]. El mito de la autosuficiencia no es señal de valentía, sino que es un símbolo de
orgullo”.
A veces compartir el amor de Cristo es la manera más útil de llevar las cargas del otro.
Cuando las víctimas perciben que les faltan recursos para sobrellevar sus propias cargas,
sienten gran alivio sabiendo que los capellanes comparten sus cargas como producto del amor
de Cristo dentro de ellos. Compartir las “Buenas Nuevas” de manera apropiada y delicada
puede demostrar compasión a aquellas víctimas que cargan con el peso de grandes pérdidas
por el desastre.
Como representante de Dios, el capellán en casos de desastres ministra a todos los que
están heridos y angustiados durante las crisis y emergencias. A diferencia del pastor local que
sirve primordialmente a su propio rebaño, el rebaño del capellán en situaciones de desastre
incluye a todos los victimizados. Al entrar a la escena del desastre, el capellán ofrece los brazos
de Dios, oye los gritos de aflicción y provee fortaleza para los cansados, a pesar de estar él
mismo agotado. El capellán en situaciones de desastre demuestra la compasión porque el
corazón compasivo es aquel que sobrelleva las cargas del otro (ver Colosenses 3:12-13).

La diferencia entre el capellán en situaciones de desastre y el pastor

En general, hay un número inadecuado de capellanes entrenados profesionalmente


para aliviar desastres disponibles a enfrentar las situaciones de crisis que surgen durante
grandes emergencias. A menudo, otros capellanes, pastores y clérigos de congregaciones
locales responden con la intención de proveer atención compasiva a las víctimas de estos
desastres. Varios temas se hacen aparentes:

 La asistencia espiritual en situaciones de desastre es muy diferente a la del pastorado.


 No es lo mismo ministrar en un contexto de diversidad religiosa que ministrar en el contexto
de una congregación
 La respuesta al trauma en situaciones de desastre requiere formación y atención
especializada

Cuando los clérigos no están capacitados para tratar con estos asuntos (y otros de igual
importancia), fallan en proveer un ministerio apropiado a las víctimas, y muchas veces dejan
la escena sintiéndose inadecuados, abrumados, o en crisis con ellos mismos. De igual manera
las víctimas se sienten desatendidas, ignoradas, descontadas, juzgadas o hasta amenazadas.
El ministerio eficaz no ocurre en estos casos.

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Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 (los atentados terroristas contra las
Torres Gemelas y el Pentágono) en los EEUU hicieron más que claro que los grandes
desastres pueden ocurrir y que no existen suficientes capellanes entrenados para responder
a situaciones de desastre y satisfacer las necesidades de las víctimas de estos desastres. Más
y más seminaristas y personas en el ministerio han recibido el llamado a ministrar en
situaciones de desastre. Sin embargo, ha surgido otro problema significativo, que es la
naturaleza prohibitiva de la formación profesional extensa para capellanes en situaciones de
desastre, en particular para quienes desean hacerse disponibles a contribuir en caso de que
ocurra un desastre, además de sus responsabilidades diarias.
Surge entonces la pregunta: ¿Puede una persona convertirse en un capellán eficaz en
situaciones de desastres con sólo 16 horas de formación en intervención crítica?. La respuesta
es sí, si la formación es específica y concisa, y si la intervención ministerial tiene la intención
de servir como “primeros auxilios espirituales” y no “cuidado a largo plazo”. Por ejemplo, los
paramédicos y bomberos reciben formación específica y concisa para suministrar primer
auxilio médico en la escena de la crisis. No hay expectativas de que suministren cuidados a
largo plazo, un campo que es más apropiado para los médicos que han recibido muchos más
años de educación y formación. Los capellanes en situaciones de desastre son instruidos para
suministrar atención urgente disipando el estrés mediante su intervención temprana y la
ventilación catártica de las víctimas. Son “paramédicos espirituales”.
Hay una necesidad urgente de formar capellanes voluntarios que respondan a las
situaciones de desastres, que provean asistencia espiritual adecuada a las víctimas directas
(aquellas que viven en el área de destrucción), a las víctimas indirectas (aquellas que viven en
la periferia del área de desastre: estos a menudo se sienten incómodos, pero no radicalmente
afectados por el desastre), y las víctimas ocultas (los trabajadores de alivio en los desastres y
proveedores de atención profesional).

Resumen: contrastando las diferencias

Los pastores y otros proveedores de atención pastoral congregacional


 Ministran a un grupo fijo de personas al largo plazo
 Conocen bastante bien, o muy bien, a las personas
 Ministran en tiempos “normales”
 Ministran a un grupo de personas con creencias religiosas similares
 Ministran a un grupo de personas que han elegido ser parte de ese grupo
 Ministran en el contexto de identidades culturales comunes
 Reciben su autoridad de una congregación o cuerpo eclesiástico

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Los capellanes de respuesta a situaciones de desastre
 Ministran a personas que nunca han conocido, o que conocen poco
 Ministran a víctimas que no los han llamado ni escogido
 Ministran a personas que están en crisis al momento de conocerse
 Ministran a amplia variedad de grupos culturales y étnicos
 Ministran a muchas tradiciones religiosas diferentes
 Ministran a personas que no saben que es un capellán de respuesta a situaciones de
desastres
 Reciben su autoridad de parte de una institución o agencia invitada por las víctimas

Un asunto particular que surge para los pastores y otros líderes congregacionales es el de
la cadena de mando. Las organizaciones de alivio a situaciones de desastre generalmente
funcionan como organizaciones paramilitares. Para funcionar efectivamente, la cadena de
mando es seguida rigurosamente. Durante las tareas de respuesta a situaciones de desastre,
los pastores y otros líderes congregacionales acostumbrados a estar al mando deberán servir
bajo la dirección y el liderazgo de otros. La habilidad de redefinir las responsabilidades y el rol
de liderazgo propio será esencial para el funcionamiento efectivo del equipo de respuesta.

16
PANORAMA DE LA RESPUESTA CRÍTICA

UNIDAD 2

Terminología y conceptos

La siguiente terminología es incluida para el capellán en situaciones de desastre con el


propósito de ofrecer la visión de los expertos que abordan las crisis desde una perspectiva
psicológica arraigada en la ciencia. Esta visión puede ser ampliada mediante la adición de las
perspectivas de fe y espiritualidad que son las áreas de enfoque particular a los capellanes en
situaciones de respuesta a los desastres.

Capellán: un clérigo a cargo de una capilla; ligado oficialmente a una rama de las fuerzas
militares, a una institución, o a una familia o una corte; una persona elegida para conducir
ejercicios religiosos.

Capellán en situaciones de respuesta a un desastre: un capellán que responde a las víctimas


de desastres; entrenado en la técnica de intervención crítica.

Compasión: Sentimiento de simpatía y pesar profundo que se tiene hacia quienes sufren
penalidades o desgracias, acompañado de un fuerte deseo de aliviar el dolor o remover su
causa.

Crisis: una respuesta humana aguda a un evento donde la homeostasis “balance” psicológica
ha sido interrumpida; los mecanismos de respuesta han fallado, y se presentan síntomas
de sufrimiento o peligro, disfunción o impedimento.

Competencia cultural: una serie de comportamientos congruentes, actitudes y políticas


conjuntas dentro de un sistema, agencia o entre profesionales que capacita a los mismos
a trabajar efectivamente en situaciones interculturales, enfatiza la idea de operar
eficazmente dentro de diferentes contextos culturales.

Conciencia cultural: desarrollar la sensibilidad y comprensión de otro grupo étnico;


normalmente involucra cambios internos en cuestión de actitudes y valores; se refiere a las
cualidades de apertura y flexibilidad que se desarrollan en relación a otros.

17
Conocimiento cultural: familiarización con ciertas características culturales selectas, tales
como la historia, los valores, los sistemas de creencia y los comportamientos de miembros
de otro grupo étnico.

Desastre: Un incidente calamitoso que ocurre de repente y causa gran daño o penuria; un
suceso imprevisto que ocasiona sufrimiento humano o produce necesidades humanas que
las víctimas no pueden aliviar sin asistencia.

Distrés: reacciones de estrés negativo prolongadas o excesivas; pueden causar daño.

Diversidad humana: el estado de ser diverso como ser humano; ser diferentes en
características varias, ya sean físicas, morales, espirituales, intelectuales, históricas y
familiares.

Diversidad religiosa: el estado de representar varias tradiciones religiosas.

Emergencia: una ocurrencia u ocasión brusca, urgente, normalmente imprevista, que requiere
acción inmediata.

Equipo interdisciplinario: un grupo de especialistas que representan a diferentes profesiones,


disciplinas o agencias.

Equipo multidisciplinario: un grupo de especialistas que representan a diferentes profesiones,


disciplinas o agencias.

Escuchar relatos: escuchar la narrativa de la historia del evento; interpretando y


comprendiendo la importancia del relato que hace una persona sobre el evento crítico.

Estrés: una respuesta que se caracteriza por una excitación física y psicológica la cual surge
en un organismo vivo como resultado directo de ser expuesto a cualquier demanda o
presión; la suma total del «desgaste» que acelera el proceso de envejecimiento; la
respuesta no especifica del cuerpo hacia cualquier exigencia puesta sobre él.
Eustrés: una reacción del estrés positivo que motiva a una persona a hacer cambios
positivos, crecer y alcanzar sus objetivos

18
Evento Traumático: un evento fuera de la gama habitual de la experiencia humana que sería
marcadamente angustiante para casi todo el mundo; un evento catastrófico o
excepcionalmente amenazador.

Incidente Crítico: un suceso estresante “evento crítico” que parece causar o estar mayormente
asociado con una respuesta crítica; un suceso que arrolla los mecanismos de respuesta
normales de una persona; las manifestaciones más severas pueden ser consideradas
como sucesos traumáticos.

Intercultural: el operar eficazmente fuera de los límites de un grupo cultural determinado

Intervención crítica: el apoyo psicológico urgente y agudo muchas veces percibido como
“primeros auxilios emocionales”.

Pluralismo: una coalición de grupos étnicos, raciales, religiosos o sociales diversos que buscan
mantener autonomía en la participación y desarrollo de su cultura tradicional o intereses
particulares dentro de los confines de una sociedad común; el pluralismo religioso busca
establecer un ambiente donde todas las expresiones de fe pueden convivir juntas

Presencia: el estar o hacerse presente con otros o en un lugar específico; la iniciativa de Dios
de encontrarse con las personas

Psicología: el estudio de los procesos mentales y el comportamiento; las emociones y las


características del comportamiento

Psicotraumatología: el estudio del trauma psicológico, en contraste con la “traumatología” en


sí, la cual estudia heridas físicas en la medicina física.

Respuesta crítica: una respuesta informada al trastorno emocional que ocurre luego de un
incidente crítico; también denominado como una intervención crítica.

Sensibilidad: el estado o cualidad de ser sensible; ser afectado fácil o excesivamente por
agencias o influencias externas; ser altamente receptivo.

19
Sensibilidad Cultural: reconocer que existen tanto diferencias como similitudes culturales sin
asignarles valores como mejor o peor, bueno o malo.

Sufrimiento: padecer o sentir dolor o aflicción; sostener heridas o daños, desventaja o pérdida;
padecer, aguantar o ser sometido al dolor, angustia, daño, heridas, pérdida, u otras cosas
desagradables.

Trauma: un incidente fuera de la esfera habitual de la experiencia humana que sería


marcadamente angustioso a cualquier persona que lo experimenta; la versión más reciente
del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales define el trauma
exclusivamente en términos de la exposición al sufrimiento humano, por ejemplo, la
exposición a graves lesiones, enfermedades o muerte de manera personal o indirecta. En
consecuencia, un trauma puede ser visto como una forma estrecha de incidente crítico.

¿Qué constituye un desastre?

La Cruz Roja internacional define a un desastre como una “situación que ocasiona
sufrimiento humano o crea necesidades humanas que las víctimas no pueden aliviar sin
asistencia”. Los desastres según esta definición pueden variar bastante en materia de alcance
de daños, victimización y origen. Los desastres típicamente
 afectan a varias personas, o a comunidades enteras
 son inesperados o repentinos
 tienen un elemento de peligro
 provocan daños o pérdidas humanas
 provocan daños o pérdidas de propiedad

¿Por qué es que las personas pueden experimentar el mismo incidente desastroso y
responder de manera tan diferente? ¿Por qué algunas de ellas sienten una angustia severa
mientras otras parecen tener una reacción negativa mínima? La comprensión, experiencia,
edad, historia, entre otros muchos factores, pueden afectar la respuesta. Es esencial que el
capellán recuerde que la percepción afecta en gran parte el distrés que puede sentir una
víctima. Una pérdida percibida es considerada una pérdida por la víctima, no importa cuán real
o irreal sea. Entonces, el desastre puede ser percibido como un evento calamitoso o un “no
desastre”

20
Si la crisis es una respuesta aguda provocada por un cambio en la homeostasis
(balance) psicológica, un cambio percibido o una pérdida percibida producirán señales o
síntomas de distrés, disfunción o impedimento. Para algunas víctimas la pérdida de propiedad
puede ser secundaria a la pérdida percibida de estatus, posición social, relaciones,
independencia, reputación o integridad.

Tipos de desastres

Desastres naturales

Los desastres naturales son frecuentemente llamados “actos de Dios”. La Orden


nacional de capellanes de Bolivia incluye dentro de esta categoría a los terremotos,
inundaciones, tornados, tormentas de nieve, huracanes, maremotos, incendios forestales y
erupciones volcánicas. Esta organización también incluye ciertas condiciones que ocurren
como resultado de estos eventos, como los desprendimientos de tierra, las avalanchas, y otros
desastres de este tipo.

Desastres provocados por el hombreii

En años recientes los desastres provocados por el hombre han captado la atención de
muchos. Muchos de estos desastres tienen un componente criminal. Son crímenes contra
personas y la humanidad. Violaciones, personas golpeadas, niños y ancianos abusados,
violencia escolar, tiroteos y otro tipo de ataques, suicidios e intentos de suicidio, pérdidas
financieras o de propiedad extraordinarias por fraude o robo, incendios provocados, disturbios
y la violencia crónica de las comunidades han sido eclipsados por el terrorismo y atentados.
Los desastres provocados por el hombre incluyen accidentes de avión, tren, barco, autobús y
cualquier vehículo de transporte. El ahogo también ha sido un factor común en muchos
desastres. Para muchos, los desastres están relacionados con la salud y toman la forma de
epidemias y enfermedades contagiosas; algunas son producidas inclusive por medio de la
guerra bacteriológica y el terrorismo. Otros desastres provocados por el hombre incluyen
accidentes industriales, incendios, derrumbes estructurales y derrames de materiales
peligrosos.
La catástrofe más devastadora causada por el ser humano es la guerra. Las pérdidas
emocionales, físicas, psicológicas y espirituales sufridas como resultado de la guerra son
inmensas y abrumadoras. Además de la pérdida de vidas humanas, se presentan las
cuestiones que rodean al desplazamiento de refugiados, la identidad nacional y la pérdida de
propiedad.

21
¿Qué sucede durante un desastre?

La mayoría de las comunidades han experimentado alguna forma de desastre. Ciertas


comunidades han lidiado con desastres naturales y otras han visto los resultados de la guerra,
el crimen y los accidentes. En el año 2019, Bolivia sufrió un desastre como nación. Cuando la
destrucción afecta a una comunidad entera, hay ciertas características comunes, tales como:
Normalmente el número de personas involucradas es muy grande. Puede haber muchos
muertos y heridos.
Puede haber destrucción física extensa en materia de casas, propiedades y posesiones.
Puede haber grandes números de personas y animales desplazados.
Pueden interrumpirse los medios transportes.
Puede interrumpirse el suministro de servicios públicos.
Es posible que haya grandes pérdidas de negocios, industria, empleo, y otros.
Es posible que haya grandes pérdidas financieras individuales.
Tal vez haya confusión política.
Necesidades inmediatas:
 Refugio
 Comida y agua
 Seguridad

La comunidad en una situación de desastre puede fragmentarse o unirse. De cualquier


manera, los problemas y sus consecuencias permanecerán. El capellán en situaciones de
desastre tal vez sea incapaz de tratar con todos los problemas que enfrenta la comunidad,
pero ciertamente precisarán de su ayuda al lidiar con las situaciones críticas que enfrenten los
individuos. La tarea aparecerá intimidante, apabulladora: y lo es. Sin embargo, las
intervenciones solidarias son necesarias y efectivas cuando se hacen individualmente; es
decir, una persona a la vez.

Necesidades de recuperación:
 Reparar casas y negocios
 Remover escombros
 Proveer comida y agua

22
Necesidades a largo plazo:
 Reconstrucción
 Apoyo financiero
 Trabajo

El quién, qué, cuándo, dónde, por qué, y cómo de la respuesta crítica

Todo desastre e incidente crítico es único. No hay dos que resulten en exactamente las
mismas respuestas. El capellán en situaciones de desastre debe rápidamente hacer
evaluaciones generales y tener cierta comprensión respecto a la respuesta crítica.

Piense en un desastre específico e intente responder las siguientes preguntas:

 ¿Quién va a responder al desastre?


 ¿Quién es la víctima del desastre?
Los primeros en responder
Víctimas directas
Víctimas indirectas
 ¿Quién está a cargo durante el desastre?
 ¿Qué sucede inmediatamente después del evento crítico?
 ¿Qué le está permitido hacer al capellán durante un evento crítico?
 ¿Cuándo responde un capellán a un evento crítico?
 ¿Cuándo ejecuta el capellán una intervención crítica?
 ¿Dónde ocurre la intervención crítica?
 ¿Dónde termina la intervención crítica?
 ¿Cómo sabe el capellán qué tipo de intervención utilizar?
 ¿Cómo es de diferente la respuesta a un accidente de avión?
 ¿Cuáles son las diferencias entre los desastres naturales y los desastres provocados
por el hombre?
 ¿Cómo es de diferente un atentado terrorista?
 ¿Cómo es de diferente el robo de un banco?
 ¿Cómo es de diferente una muerte en un lugar de trabajo?
 ¿Cómo sabe el personal de mando que un capellán está capacitado para dedicarse
a una intervención crítica?

Cada situación de desastre tiene una organización que ha sido identificada y encargada
como responsable. Siempre es importante que los capellanes sean parte de un equipo de
intervención crítica establecido y reconocido cuando se responde a los desastres. Un capellán

23
nunca debería aparecer sin una invitación. Este tipo de auto-despliegue suele producir
confusión y caos adicional para el personal de mando que está intentando organizar los
esfuerzos de intervención. Por ejemplo, cuando algunos capellanes arribaron a la escena del
desastre en Nueva York después del 11 de septiembre, muchos carecían de alojamiento y
provisión de necesidades personales. Aunque sus intenciones de ayudar fueron agradecidas,
el tremendo esfuerzo adicional de encontrar alojamiento, estacionamiento, verificar
credenciales y mantener la organización fue demasiado, encima del agotamiento ya sufrido
por el personal de las agencias responsables.
En ciertas instancias, los desastres ocurren como resultado de la actividad criminal. En
estos casos, son las autoridades legales las que tienen jurisdicción, y hay muchas reglas que
prohíben quién puede participar, dónde puede estar presente, con quién se puede dialogar, y
qué se permite decir. En caso de una actividad criminal, el líder del equipo de intervención
crítica tomará la responsabilidad primaria de interactuar con el personal de seguridad.

Clasificaciones de Víctimas

Algunas organizaciones de intervención crítica listan hasta siete niveles de clasificación


de víctimas de desastres, desde víctimas primarias hasta personas que sólo por suerte
escaparon ser clasificados como víctimas primarias o secundarias. Las podemos enumerar de
las siguientes clases de víctimas de desastres:

1. Víctimas Directas: aquellos en el área inmediata de la destrucción que han sufrido


pérdidas.
2. Víctimas Indirectas: aquellos no directamente afectados por el desastre, pero quienes
son afectados en cierta manera por los disturbios e inconveniencias resultantes, o
quienes tienen relaciones cercanas con las víctimas directas.
3. Víctimas Ocultas: aquellos que responden primero al desastre como el personal de
atención crítica, el personal de seguridad pública, paramédicos, capellanes de
respuesta a desastres, y otros servicios de desastres.

Problemas emergentes para individuos y grupos involucrados en situaciones de desastre

Las personas y los grupos de personas involucrados en situaciones de desastre


enfrentan muchos problemas durante y después del incidente crítico. Para el capellán que
interactúa con las personas en crisis, será importante reconocer algunos de estos problemas.
Las víctimas directas tal vez expresen los problemas que parezcan contradecir los que
enfrentan los sobrevivientes. De igual manera, los primeros en responder al desastre tal vez
vean de manera muy diferente a un socorro exitoso que el resto de los afectados. A
continuación, se enumeran algunas cuestiones que emergen entre las personas involucradas
en situaciones de desastre:

24
Víctimas directas

Peligro inmediato y situaciones de vida o muerte


Heridas y dolor físico, o ambas cosas
Ansiedad provocada por la desorientación o la separación
Muerte de familiares y amigos, o ambos, y sentimientos de culpabilidad por parte del
sobreviviente
Un futuro desconocido

Víctimas indirectas y sobrevivientes

Alivio y culpa
Preocupación por las circunstancias del desastre
Reconstrucción imaginaria del sufrimiento de la víctima
Inconveniencia

Familia y seres queridos

Responsabilidades del núcleo familiar


Alivio y culpa
Preocupación por las circunstancias del desastre
Reconstrucción imaginaria del sufrimiento de la víctima

Los primeros en responder

Socorro y socorro fracasado


Búsqueda y búsqueda infructuosa
Responsabilidades y jurisdicción legal
Selección de prioridades de la catástrofe

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Trabajadores de desastres

Responsabilidades y tareas imprevistas


Recursos inadecuados: provisiones de auxilio, lenguaje, tiempo, redes de servicios
Exposición extendida a la situación de desastre y sentimiento de unidad comunitaria
consecuente
Separación extendida de la familia y redes de apoyo personales
Héroes anónimos

Capellanes

Complejo de Mesías
Confusión de roles
Recursos inadecuados: lenguaje, tiempo, redes de servicio

26
DESARROLLO Y NECESIDADES HUMANAS

UNIDAD 3

Jerarquía de Las Necesidades de Maslow - Identificando la Crisis

El psicólogo Abraham Maslow teorizó que las personas procuran alcanzar los niveles
más elevados de capacidades humanas: ser alguien que funciona de manera completa, tener
una personalidad saludable, o como Maslow lo denomina, alcanzar la “autorrealización”.
Como tal, Maslow estableció una teoría jerárquica instintiva de necesidades basadas en cinco
niveles de necesidades básicas. Dentro de cada uno de los cinco niveles de necesidades
básicas, una persona no siente la necesidad del nivel siguiente hasta no haberse suplido las
demandas completas del nivel anterior.
Según Maslow, hay tipos generales de necesidades deficitarias (necesidades
fisiológicas, de seguridad, amor y estima) que deben ser cumplidos antes que una persona
sea capaz de actuar de manera no egoísta. Estas necesidades son prepotentes, dado que
tienen la mayor clase de influencia sobre nuestras acciones. Las necesidades prepotentes de
cada persona varían. Un adolescente puede sentir la necesidad de sentirse aceptado por sus
pares. Un alcohólico puede sentir la necesidad de beber para “empezar el día”, o una persona
sin techo puede necesitar comida y agua. Una vez que las necesidades prepotentes han sido
suplidas, surgen necesidades más elevadas que dominan la atención de una persona.
La Jerarquía de las Necesidades Humanas de Maslow es representada a menudo como
una pirámide en la cual los niveles más grandes se encuentran en la base y representan las
necesidades más simples y elementales, y la cima, o el nivel más alto de la pirámide,
representa las necesidades espirituales de autorrealización. Maslow teorizó que los individuos
no se mueven fácilmente hacia la autorrealización dadas ciertas trabas (¿desastres?) que
obstruyen el camino. Según Maslow, el movimiento entre niveles no es lineal sino dinámico,
cambiando constantemente a la par de ciertos factores ambientales que actúan como
obstáculos.
Los cinco niveles de necesidades identificados por Maslow son las necesidades
fisiológicas, de seguridad, de pertenencia y afiliación social, de autoestima, y de
autorrealización. Cada nivel está caracterizado por tener necesidades específicas que existen
dentro de la esfera de requisitos humanos para la vida. Los niveles se encuentran
representados en la Figura 1.

27
Necesidades fisiológicas

Las necesidades fisiológicas son las necesidades más básicas como el aire, el agua, la
comida, una temperatura corporal relativamente constante (tener ropa y refugio), y dormir,
entre otras. Cuando estas necesidades no son realizadas, nos sentimos motivados a aliviarlas
lo más pronto posible para restablecer la homeostasis. Las necesidades fisiológicas son las
más fuertes de las necesidades.

Necesidades de seguridad y protección

Cuando las necesidades fisiológicas son satisfechas y ya no son dominantes, las


necesidades de seguridad y protección pueden ser activadas. Ciertas situaciones de
emergencia o caos en la estructura social (como por ejemplo los disturbios o tumultos
generalizados) nos hacen conscientes de nuestras necesidades de seguridad y protección
como personas. Las necesidades de seguridad son mayormente de índole psicológica.
Necesitamos las seguridades de un hogar, la familia, la ley y el orden, y ser libres del peligro y
las amenazas.
Las necesidades de seguridad pueden motivar a las personas a ser religiosas. La
religión nos conforta a través del apoyo y el ánimo en medio de la muerte y la inseguridad del
mundo.

Autorrealización
Nuestra necesidad de actualizar o maximizar nuestro potencial
como seres humanos; expresada por cada individuo de
manera episódica

Estima (auto-estima)
Nuestra necesidad de competencia, suficiencia, maestría,
atención, reconocimiento, posición social, apreciación

Afiliación
Nuestra necesidad de relacionarnos positivamente con otros:
familia, amigos, socios; la necesidad de dar y recibir afecto

28
Seguridad
Nuestra necesidad de seguridad física, protección, estabilidad y ser libre de miedo y ansiedad

Fisiología
Nuestra necesidad de aire, agua, comida, refugio y sueño

Necesidades de pertenencia y afiliación social

Cuando se satisfacen las necesidades psicológicas y fisiológicas de bienestar, pueden


surgir entonces las necesidades de amor, cariño y pertenencia del nivel siguiente. Maslow
señala que las personas buscan superar sus sentimientos de aislamiento, soledad y alienación,
lo cual involucra dar y recibir amor, cariño y sentir una sensación de pertenencia. Los seres
humanos tienen un deseo de pertenecer a grupos variados: familias, asociaciones y clubes,
grupos de trabajo, grupos religiosos, pandillas, y demás. Necesitamos sentirnos amados y
aceptados por otros, dar y recibir amistad y asociarnos con las personas (un contexto social
en el cual validar nuestro valor percibido como persona).

Necesidades de estima (auto-estima)

Cuando las primeras tres clases de necesidades son realizadas, se pueden entonces
abordar las necesidades de estima. Estas incluyen las necesidades de autoestima (que surgen
como resultado de ser competentes o tener maestría sobre una tarea) así como la estima que
alguien recibe de parte de otros (la atención, el agradecimiento y reconocimiento de parte de
otros). Quienes han satisfecho sus necesidades de estima se sienten seguros de sí mismos y
valorados. Sin embargo, cuando estas necesidades no son satisfechas, las personas se
sienten desamparadas e inútiles.

Necesidades de autorrealización

Cuando todas las necesidades fisiológicas, psicológicas, emocionales y sociales son


realizadas, una persona tiene el deseo de maximizar su potencial completo. Maslow describe
a la autorrealización como el «deseo de una persona en convertirse cada vez más en lo que
uno es, de convertirse en todo lo que uno es capaz de llegar a ser». Estas personas
experimentan una ansiedad e impaciencia que los incita al auto- desarrollo, autorrealización,
conocimiento y unidad con Dios y el universo.

29
Identificando la crisis

El primer deber del capellán en situaciones de desastre es evaluar la necesidad


inmediata, tanto desde la perspectiva de la víctima como desde una perspectiva solidaria. El
entender y aplicar los principios de la Jerarquía de las Necesidades de Maslow ayudará al
capellán en situaciones de desastre a determinar la necesidad crítica de una víctima. La
respuesta primordial en situaciones de desastre y en otras emergencias es la supervivencia
física. Cuando los miembros del equipo de socorro arriban a la escena, las heridas y los
asuntos médicos son encarados primero. Congruente con la teoría de Maslow, las necesidades
básicas de las víctimas son resueltas primero: oxígeno, agua, comida y refugio. Dado que los
desastres provocan interrupciones significativas de la homeostasis, hay una sensación de
urgencia al asistir a la víctima para reducir los elementos traumáticos físicos, agudos. Las
víctimas necesitan asistencia médica y recursos físicos.
Una vez que la supervivencia física y las necesidades básicas son satisfechas, los
proveedores de atención en crisis son capaces de confrontar las otras necesidades que se
presentan. Las víctimas sienten la necesidad de ser garantizadas su seguridad y protección.
Quieren saber que sus familiares y amigos están protegidos. Quieren saber que su casa y sus
efectos personales están seguros. Quieren ser garantizados de su seguridad ante el peligro
inminente, así como de la protección de recibir una atención calificada y capaz. Precisan la
seguridad que proveen la confidencialidad y la privacidad. Precisan percibir que están a salvo
del peligro inminente.
Hay tres fases comunes dentro de la respuesta a situaciones de desastre que también
se presentan en otro tipo de intervenciones críticas: 1) el socorro 2) la recuperación y 3) la
reconstrucción. Durante la fase del socorro, las personas no están normalmente listas para
avanzar más allá del nivel de necesidades básicas y de afiliación social de Maslow. En este
caso, la afiliación social se encuentra relacionada con la pertenencia e implica que alguien ha
comprendido profundamente lo que está sintiendo y ha experimentado la víctima. Una vez que
se han satisfecho las necesidades humanas básicas, las víctimas que se sienten relativamente
seguras y protegidas intentan establecer una relación positiva con otros. La comunicación y la
unidad con la familia, amigos y otros que han sufrido el mismo desastre se convierte un
elemento importante en tanto logra crear una sensación de pertenencia a una comunidad con
identidad compartida. Tales esfuerzos también contribuyen a que alguien se sienta conectado
y seguro. El aislamiento y abandono provocan un retorno a las sensaciones de inseguridad y
peligro.
Durante la fase inicial de respuesta, la atención espiritual debe complementar los
esfuerzos de satisfacer las necesidades básicas y de afiliación social de las víctimas, a la vez
de emplear acciones espirituales básicas como la oración. A medida que las víctimas se abran
a recibir atención por medio de recursos espirituales, los capellanes deben ayudarlas a utilizar
todo recurso que les sea disponible para facilitar una movilización hacia las fases de
recuperación y reconstrucción. A través de su presencia y sugerencias útiles, los capellanes
ayudan a mitigar la crisis al acrecentar el conocimiento de las posibilidades y el progreso

30
espiritual. Asimismo, contribuyen a crear un ambiente que les permite a las víctimas alcanzar
los niveles superiores del paradigma de Maslow.
El apoyo de la reflexión y transformación espiritual debe ser ofrecido de buena gana y
fácilmente a las víctimas en cualquier etapa del desastre para que puedan alcanzar los niveles
superiores de las necesidades postuladas por Maslow, según la necesidad y capacidad de
cada persona. Muchas veces la presencia fidedigna y dedicación servicial de un capellán en
las fases tempranas de una crisis puede contribuir a acrecentar la credibilidad de los entes
espirituales presentes en la situación de crisis, lo cual les permite desarrollar nuevas
capacidades de enfrentar la crisis en las víctimas, así como modelos positivos de reaccionar
ante situaciones límite y maneras saludables de pensar sobre la experiencia crítica vivida. Las
personas impactadas por la crisis pueden entonces emplear estos nuevos conocimientos y
capacidades al encaminarse hacia las últimas fases de su experiencia crítica y al considerar
cómo manejar las crisis futuras. Los capellanes encuentran las oportunidades de
transformación positiva que se producen frecuentemente en todo tipo de situaciones críticas
siempre y cuando ejerzan paciencia y respeten los límites personales de una víctima durante
el proceso de identificación y satisfacción de sus necesidades. Este tipo de ministerio requiere
un balance delicado entre la conciencia aguda de las necesidades de las personas y una
sensibilidad perspicaz acerca del trabajo de Dios en sus vidas.
Recuerde que los capellanes en situaciones de desastre están administrando primeros
auxilios psicológicos y espirituales y no la terapia. Los objetivos fundamentales son los de
mitigar la aflicción aguda, reducir síntomas, aumentar las capacidades de adaptación y facilitar
una atención continuada: todo bajo la sombra de la atención espiritual por medio del ministerio
presencial, el ministerio compasivo, y el ministerio de atención solidaria. Los capellanes en
situaciones de desastre son elementos con “valor añadido” en intervención crítica y respuesta
a situaciones de desastre. Los capellanes pueden proveer intervenciones críticas esenciales
tanto como espirituales.
Las necesidades espirituales son evidentes en todos los niveles de la Pirámide de
Maslow. Si la espiritualidad es entendimiento, la integración y la respuesta ante la
trascendencia de Dios, entonces las víctimas se enfrentan con asuntos espirituales aún cuando
sólo creen estar tratando con el hambre, la sed, la seguridad o la soledad. Los capellanes en
desastres enfrentan oportunidades de recordarles a las víctimas la providencia y presencia de
Dios aún cuando estas luchan para satisfacer sus necesidades básicas o fisiológicas de
seguridad o de pertenencia.

Las etapas evolutivas humanas: La respuesta humana a la crisis, dividida por edades

El psicólogo Erik Erikson desarrolló una teoría sobre el desarrollo humano psicosocial
que es consistente entre todas las personas sin importar su etnicidad, género, lengua, estatus
socioeconómico, educación o experiencia. Erikson identificó ocho etapas básicas de la vida
por medio de las cuales evoluciona la personalidad humana. Dentro de cada etapa hay ciertas
perspectivas características que son consistentes entre todos los seres humanos dentro de
rangos de edades similares, en relación con el psicoanálisis clásico.

31
A medida que un individuo madura y crece, cada etapa sucesiva contribuye a su salud
e integridad total como persona. El desarrollo humano es dinámico, siempre en un estado de
cambio y crecimiento. Consecuentemente, entender las necesidades, los sentimientos y las
actitudes de cada etapa será útil en ofrecer ministerio compasivo y efectivo a todas las víctimas
en aflicción.

La confianza básica, frente a la desconfianza (del nacimiento a los 2 años)

El primer componente del desarrollo de una personalidad saludable se cultiva durante


la infancia. El bebé aprende a tener confianza en los demás y a confiar en sí mismo. Al ser
totalmente dependiente de los demás para satisfacer sus necesidades básicas de
supervivencia, el bebé aprende a confiar en que los demás proporcionarán estas necesidades.
Erikson dice que la cantidad de confianza que se desarrolla se basa completamente en la
calidad de la relación maternal y tiene poco que ver con la cantidad de necesidades satisfechas
como la comida y la atención.

La autonomía frente a la vergüenza y la duda (de 2 a 3 años)

Durante esta etapa evolutiva, el niño empieza a demostrar su propia voluntad. Aprende
a agarrar y a soltar (¡Es mío!) o a tirar cosas en el piso. Al madurar muscularmente, el niño
también experimenta con la retención y la eliminación. Hay una lucha por ser independiente
pero también un deseo de sentirse “seguro”. Aunque el niño es consciente de su propia
separación, los momentos de separación prolongados o repentinos pueden generar ansiedad
mediante el sentimiento de abandono. El niño duda sobre su habilidad de ser autónomo.

La iniciativa frente a la culpabilidad (de 3 a 6 años)

Con la autonomía viene la movilidad, el lenguaje y la imaginación. El niño siente el deseo


de ser, de hacer, de crear y de lograr, se hace consciente de sus límites y expectativas,
sintiendo culpa cuando no logra sus metas o fracasa en satisfacer las expectativas de sus
padres o cuidadores. Durante esta etapa los niños son más capaces de aprender rápidamente
y tomar parte en actividades cooperativas: jugando y haciendo cosas con. Son autoconscientes
y resueltos.

32
La destreza frente a la inferioridad (de 6 a 12 años)

Al llegar a la edad de la escuela primaria, los niños aplican su iniciativa e imaginación


de manera más disciplinada: aprenden a través de la educación sistemática y el ejemplo.
Desarrollan un sentido de querer completar su trabajo y son bien vistos por producir cosas.
Cooperan en sus esfuerzos y aprenden a compartir tareas. Cuando no logran completar tareas
en un nivel que creen que deben alcanzar, desarrollan sentimientos de inferioridad e ineptitud.

La identidad frente a la identidad (de 12 a 18 años)

Esta es la edad durante la cual un niño busca tener “su propia identidad” al conformarse
a las expectativas de sus pares y demás relaciones significativas. El adolescente enfrenta el
desafío de descubrirse y convertirse en quien es hoy, y en quien será en el futuro, y al mismo
tiempo reconoce las imágenes que ve reflejadas en los adultos. Con esperanza, voluntad,
propósito y competencia, el adolescente debe ser honesto con su propia naturaleza, tener su
propia identidad. Se identifica con sus pares, con pandillas, equipos y grupos. Cuando está
confundido sobre su rol y se confronta con su propia crisis, el adolescente huye, se recluye, se
rebela, o se conforma a un rol impuesto por otro (por ejemplo: «eres un delincuente», «eres un
fracasado», «eres malo»).

La intimidad frente al aislamiento (de 19 a 35 años)

Cuando el adolescente desarrolla más autoestima y seguridad acerca de su identidad,


puede entonces entrar en relaciones personales íntimas con otros. Discutiendo sus
sentimientos, esperanzas, aspiraciones, sueños, planes y otros temas reveladores de su
vulnerabilidad, el joven adulto comienza a desarrollar una intimidad con las personas en
general y con una pareja. Cuando la intimidad es rechazada, el joven busca asilarse y
distanciarse. Esta es una etapa de compromiso y amor.

La generación frente al estancamiento (de 35 a 65 años)

La persona entra a la mediana edad se preocupa por establecer y guiar a la próxima


generación, ya sea como padre, cuidador, o filántropo. Estos son los años donde se desarrollan
carreras que “hacen la diferencia”, se establecen organizaciones que impactan la sociedad y
se elaboran causas que ordenan el futuro. Cuando las personas fracasan en lograr estos
objetivos, se perciben a sí mismos como empobrecidos, y lamentan que “la vida no tiene
significado”. Perciben a la vida como estancada y poco productiva.

33
La integridad frente a la desesperación (de 65 años en adelante)

Los adultos que llegan a esta etapa en su desarrollo han experimentado el éxito y el
fracaso, y los aceptan como parte de la vida. Aceptan su experiencia de vida como
responsabilidad propia y se sienten cómodos con ella, al punto de defender su estilo de vida
personal. Viven con la sabiduría que nace de la experiencia y la madurez que nace de
aceptarse a sí mismos. Necesitan menos afirmación externa y son más conscientes de su
participación en la comunidad humana, manteniendo su propia integridad. La falta de este
sentido de integridad causa la desesperación, la sensación de que ya no hay tiempo para
empezar de nuevo para recobrar la integridad.

Conclusiones y aplicaciones

Las etapas del desarrollo humano generalmente pueden ser divididas en tres grupos
cronológicos: los niños, los adultos, y los ancianos. Dentro de cada uno de estos grupos, hay
temas de desarrollo que son normales y comunes para todas las personas dentro de esas
edades. Le incumbe al capellán en situaciones de desastre ser consciente de estos temas y
de las necesidades que resultan de ellos para proveer una atención adecuada al individuo. Un
bebé requiere sentirse seguro y ser alzado más que recibir la seguridad mediante la comunión
con sus pares.

A medida que el capellán en situaciones de desastre sea capaz de identificar los temas
que rodean las necesidades físicas, inhabilidades cognitivas, disfunciones emocionales,
aislación social, y desesperación espiritual, mejorará su habilidad de evaluar cuáles son las
necesidades típicas de las personas dentro de cada etapa de desarrollo.

Erikson definió las etapas de desarrollo, sus virtudes correspondientes y el radio de las
relaciones importantes de una persona. La Figura 2 ilustra la necesidad crítica y las reacciones
correspondientes dentro de cada etapa de desarrollo. También ofrece recursos para que el
capellán en situaciones de desastre pueda responder de manera informada a la crisis.

34
PANORAMA DE LA RESPUESTA AL TRAUMA

UNIDAD 4

Distrés como una respuesta al trauma

La naturaleza del estrésiii

Hans Selye, el “padre” del estudio del estrés, definió al estrés como «la respuesta no
específica del cuerpo frente a cualquier demanda impuesta sobre él». El estrés es una
respuesta a las circunstancias, no necesariamente una experiencia negativa. En situaciones
de peligro, el estrés provoca ciertos cambios fisiológicos en nuestros cuerpos preparándonos
para luchar o huir. El eustrés, por lo tanto, es un “buen estrés”. El eustrés nos permite operar
al máximo de nuestras capacidades, o a rebasar nuestras capacidades normales. El distrés,
en cambio, es el lado destructivo del estrés, dado que es una reacción de estrés prolongada o
excesiva. El distrés puede causar daño.

El distrés no es una novedad; la pobreza, las enfermedades y la guerra siempre han


causado miedo, incertidumbre, vigilancia y frustración. Pero hoy en día, aún los que
no están enfermos ni enfrentando peligros inminentes de guerra, sufren del estrés
ocasionado por una variedad de fuentes sin precedente. El estrés es una respuesta
al cambio, y hoy experimentamos cambios a pasos cada vez más acelerados. Las
deudas, el apuro y la complejidad de la vida nos provocan estrés; los mercados
laborales con sus cambios repentinos nos hacen sentir inseguros aun cuando
tenemos trabajo; la movilidad y el divorcio nos separan de aquellas relaciones que
nos proveen de apoyo y podrían absorber nuestro distrés. Una multitud de estudios
confirman que un matrimonio, una familia o una estructura comunitaria de apoyo
saludables rinden mejores resultados de salud e incrementan la longevidad. Aún así,
esos mismos factores estresantes que exigen el apoyo de nuestros familiares ponen
a nuestras relaciones bajo una presión insoportable.
Richard A. Swenson, Restoring Margin to Overloaded Lives (Colorado Springs: Navpress, 1999), 29.

El eustrés nos motiva a hacer cambios positivos en nuestros estilos de vida, mientras
que el distrés es destructivo para nuestra salud, emociones y relaciones. Jeffrey Mitchell dice
que «es más probable que uno muera de una enfermedad relacionada con el estrés si no está
involucrado en un accidente… La vida sin estrés es imposible».iv

Sufrir uno o dos factores estresantes normalmente no provoca una respuesta drástica
de estrés. Sin embargo, hay un “efecto acumulativo” que ocurre cuando faltan provisiones de
contingencias en nuestra vida y se introducen varios efectos estresantes. Cuando ocurre un
evento angustiante que provoca distrés y no hay reservas para atender contingencias, el
evento se convierte en un “incidente crítico”, un evento que abruma los mecanismos que una
persona tiene para sobrellevar una situación. La respuesta a situaciones ministra a las

35
personas que experimentan el estrés provocado por un incidente crítico (un desastre de
grandes dimensiones).

La respuesta interna al trauma

La mayoría de las personas viven en un estado de equilibrio razonablemente


balanceado, tanto en materia física, emocional, mental y social. Cuando se las expone a un
evento crítico, deben adaptarse rápidamente a un nuevo nivel de equilibrio, o su distrés será
mayor que su eustrés.
La respuesta física al trauma es una interacción fisiológica complicada entre el cuerpo
y la mente. Básicamente, cuando el cerebro, a través de uno de sus cinco sentidos, recibe
información de que ha ocurrido un trauma, la procesa rápidamente e interpreta su significado
según la evidencia histórica disponible (memorias de eventos previos), la lógica y ciertos
pronósticos acerca de lo que podrá ocurrir. Si la información es procesada como una amenaza,
un desafío o un cambio significativo, comienza una reacción de estrés fisiológico. Esta reacción
sirve para preparar al cuerpo a enfrentar la amenaza (el trauma, el estrés).

Cuando una persona se enfrenta a un evento repentino, incontrolable y


extremadamente negativo, siente miedo y busca protegerse del peligro. Esta
reacción de «lucha o huida» se observa en los humanos y animales que se
enfrentan al peligro (Lorenz, 1966), y está caracterizada por altos niveles de
excitación psicosocial y conductiva. En los humanos también se han observado
altos niveles de excitación cognitiva y afectiva. La elevada excitación ante el
peligro parece ser una respuesta inherente y preparatoria que surge del cuerpo y
la mente. En otras palabras, cuando uno siente que ha perdido control sobre su
seguridad, el cuerpo y la mente entran automáticamente en un estado de «alerta
roja» para intentar retomar el control. Esta «alerta roja» puede suponer un
sentimiento de híper-alerta o híper-vigilancia hacia lo que nos rodea así como un
aumento en la excitación fisiológica para permitir la reacción de huida o defensa.
Eve B. Carlson, Trauma Assessments (New York: The Guileford Press, 1998), 40.

Típicamente, la adrenalina empieza a bombear por el cuerpo como una respuesta de


vida o muerte, preparando al cuerpo para luchar contra el peligro activamente, o escapar de la
amenaza. Entonces, aumenta la respiración, el ritmo cardíaco y la presión sanguínea para
proporcionar más oxígeno al cuerpo; las pupilas se dilatan para dejar que entre más luz y
aumentar la agudeza visual; se amplifican las percepciones sensoriales; el cuerpo puede
aliviarse de materiales en exceso a través de la regurgitación, defecación, o micción para
facilitar la lucha o huida; los músculos se tensan; y el hígado produce diez veces más glucosa
que lo normal (para proveer combustible a los músculos). Todas estas respuestas son
saludables y normales para la preservar la vida.

36
Selye denominó el síndrome general de adaptación como una reacción integrada de
lucha o huida. El cuerpo no distingue entre estresantes “buenos o malos”. Un evento
extremadamente feliz puede ocasionar la misma respuesta que una situación de vida o muerte
(por ejemplo, puede ser que un padre se desmaye al presenciar el nacimiento de su hijo). Sin
embargo, estudios recientes indican que se emiten diferentes sustancias químicas por el
torrente sanguíneo como resultado del enojo que las emitidas por causa de una alegría.
La respuesta mental hacia el trauma es paralela a la respuesta física. La respuesta
cognitiva inicial es de shock, incredulidad y negación. Cuando se suspende momentáneamente
la función cognitiva, la víctima puede experimentar una regresión a un estado psicológico
infantil (en el cual las emociones se hacen dominantes). Una vez que ha disminuido el peligro
físico, se manifiesta un orden lógico de reacciones emocionales: el miedo y el terror; el enojo,
la furia y la indignación; la confusión y la frustración; el sentido de culpa propia; la vergüenza
o la humillación; angustia o la pena.v
En un evento crítico, el trauma ocasiona que el funcionamiento cognitivo del cerebro se
convierta en un proceso secundario y produce un estado elevado de excitación emocional. Las
víctimas se sienten abrumadas por el evento y no pueden tomar decisiones normales, lógicas
o racionales. Pueden parecer pérdidas o estrar en shock. Las siguientes pueden ser señales
comunes de distrés o “síntomas del estrés”: la transpiración profusa, náuseas, temblar,
dificultad al tomar decisiones, confusión mental generalizada, la desorientación (de identidad
personal, de lugar y de tiempo), el retraso grave de pensamiento, la negación, la
desesperación, el deseo de esconderse, retraerse, el sentido del humor o silencio excesivos,
y cambios en la comunicación. Algunos síntomas requieren atención médica inmediata (por
ejemplo, dolores de pecho, alta presión sanguínea, señales de shock agudo, y dificultad al
respirar). Sin embargo, muchos de los síntomas son reacciones típicas y normales ante un
evento extraordinario.
La mayoría de las personas viven en un mundo en el cual balancean sus vidas físicas,
emocionales, cognitivas, sociales y espirituales. El balance es de índole dinámico.
Influenciadas por circunstancias y eventos diarios, cada aspecto de su naturaleza es
priorizado. Durante un incidente crítico—un desastre u otro evento traumático—fallan los
mecanismos de tolerancia habituales de una persona y se hacen evidentes los síntomas de
distrés, disfunción o impedimento.

Los incidentes críticos ocurren constantemente. No obstante, si no son percibidos como


amenazas, la respuesta humana no es traumática, no es una respuesta marcadamente
angustiante. Durante las situaciones de desastre, sin embargo, la mayoría interpreta al evento
como un incidente crítico.

Factores biológicos: la respuesta física

Después de sufrir un shock al sistema, la respuesta del cuerpo es biológicamente


visible. Generalmente, hay un shock físico, desorientación y entumecimiento. En el siglo XX,
durante la década de los 30, Walter Cannon denominó esta respuesta como la reacción de
“lucha o huida”. Al enfrentar un peligro grave, el cuerpo se prepara instintivamente a luchar
contra el peligro o huir de la amenaza. Para llegar a la lucha o huida, la adrenalina empieza a
atravesar el cuerpo, dándole energía y habilidades que superan sus capacidades normales. El
cuerpo se alivia del exceso de fluidos y materiales para facilitar una acción elevada. El ritmo
37
cardíaco aumenta el flujo de oxígeno a los músculos y el cuerpo comienza a enfriarse a través
del sudor o la hiperventilación. La preservación de sí mismo dicta que la percepción sensorial
debe aumentar y los sentidos deben agudizarse. Esta respuesta fisiológica es una respuesta
de socorro de emergencia.
La disminución de la eficiencia mental es sintomática de este shock al cuerpo y la
necesidad de darse a la lucha o huida. El funcionamiento cognitivo disminuye a medida que el
cuerpo se prepara para reaccionar emocionalmente en lugar de reaccionar intelectualmente.
La víctima es menos capaz de concentrarse, experimenta deficiencias de memoria a corto
plazo, se convierte mentalmente inflexible y se confunde.
Este sentido de alarma causa híper-excitación. Las personas en este estado han sabido
realizar proezas físicas que normalmente no les serían posibles, como levantar un automóvil
de encima de un niño, o correr kilómetros sin parar. Sin embargo, la híper-excitación no se
puede mantener indefinidamente, dado que causa un agotamiento profundo y el agotamiento
produce más distrés, que muchas veces se manifiesta de otras maneras. La híper-excitación
prologada lleva a la híper-sensibilidad de los centros de excitación de estrés del cerebro,
activando demasiado fácilmente cualquier respuesta futura hacia el estrés El descanso y la
recuperación son esenciales para regresar a un estado de funcionamiento previo al incidente
crítico.

Factores psicológicos: la respuesta mental

La respuesta psicológica ante los incidentes críticos es muy similar a la biológica: shock,
desorientación y entumecimiento. Se presenta la incredulidad, ya que la mente se ve abrumada
por las implicaciones del evento traumático, que son más de lo que la mente es capaz de
comprender. Como consecuencia, el funcionamiento cognitivo se hace secundario al
funcionamiento emocional. Durante las circunstancias “normales” de la vida, la mente y el
cuerpo trabajan de manera bastante balanceada, con poco movimiento de ida y vuelta. Al ser
estimulados, o el cuerpo o la mente se convierte en dominante, de manera similar al efecto de
subibaja ilustrado en la Figura 3.

Congruente con la teoría


de lucha o huida, las emociones
durante los desastres son
culminantes, confundidas y
desorganizadas. La víctima puede
sentirse aterrorizada, enojada,
confundida o frustrada. La
amenaza ha ocasionado una
disminución en la capacidad del
cerebro y otras habilidades
cognitivas, y las emociones, que
han tomado precedencia, provocan
una reacción positiva del cuerpo
como resultado del miedo, el enojo
o a la vulnerabilidad (por ejemplo,
escapar del peligro). Esta es una
respuesta de socorro de

38
emergencia. Según la teoría de Maslow, la supervivencia es primordial. Por consiguiente, la
mente de la víctima no evaluará el evento en términos lógicos, sino que sus emociones se
acelerarán para lograr la supervivencia. Otras emociones pueden entrar en juego como la
culpa, la vergüenza, la angustia y el duelo, el desamparo, el abandono y la preocupación. Los
escenarios de desastre son caóticos, y también lo es la mente.
El capellán en situaciones de desastre debe ser muy sensible la percepción de amenaza
que sufre la víctima. Las percepciones de la víctima afectan sus reacciones hacia el verdadero
evento traumático sin importar la realidad del mismo, o cómo lo perciba el capellán.

Factores sociales: la respuesta relacional

El ser humano es una criatura social y su ambiente social afecta sus reacciones durante
y después de los desastres. El capellán en situaciones de desastre debe considerar muchos
elementos sociales al ofrecer una intervención espiritual.

 Las etapas de desarrollo (Erikson)


 Historia familiar o experiencias previas
 Tipo de personalidad
 Grupo cultural
Etnicidad
Género
Edad
Religión
Idioma
Posición y autoridad
Profesión
Estatus socioeconómico
Educación

Todos nos identificamos con una etapa evolutiva específica. Todos tenemos alguna
historia familiar o experiencia previa que incide en el evento crítico. Todos tenemos una
personalidad o disposición particular que afectará la reacción crítica, y todos tenemos alguna
orientación cultural que da perspectiva al evento traumático. Pero no todos experimentamos la
misma relevancia cultural: para ciertas personas, algunos aspectos culturales pueden ser más
dominantes que otros (por ejemplo, la identidad étnica de una persona puede afectar su
reacción más que su edad).

Factores de comportamiento: la respuesta en acción

Luego de un incidente crítico, el comportamiento puede cambiar dramáticamente.


Puede haber aumentos o disminuciones de actividad destacadas. La víctima podría recluirse,
estar en silencio, ponerse sospechosa, ser grosero, y utilizar alcohol o cigarrillos. Pueden verse
cambios en sus hábitos de alimentación, comunicación, o de dormir. A veces, los cambios de
conducta son excesivos y exagerados: humor, silencio, llanto y enojo. Estos cambios de
39
comportamiento están directamente relacionados con el distrés sufrido durante el evento
crítico.
Los capellanes en situaciones de desastre ofrecen intervenciones que ayudan mitigar
los síntomas excesivos del distrés. Será importante determinar cuál era el comportamiento
típico antes del desastre.

Factores espirituales: la respuesta de fe

Para muchas víctimas, los desastres y otros eventos críticos pueden ocasionar una
crisis de fe. Los asuntos espirituales incluyen toda clase de creencias y valores entre las
personas, y entre el individuo y Dios. La espiritualidad incluye la búsqueda de significado y
propósito, la comprensión del significado de la vida y el cosmos, y la exploración de lo
trascendente. Por consiguiente, la experiencia de un desastre desafía la creencia de una
persona en la soberanía de Dios, el absolutismo moral y ético, los principios y valores
nacionales, y los conceptos del bien y el mal.
Ya sea que alguien se involucre activamente en la religión o que tenga una participación
mínima en asuntos religiosos, cuando irrumpe el desastre, en las víctimas surgen preguntas
sobre su fe y Dios. A menudo buscan apoyo espiritual, consuelo, guía y significado.
Las víctimas pueden reaccionar al incidente crítico buscando la presencia de Dios por
medio del capellán. Pueden pedir que oren por ellas, que se hagan intercesiones, o por la
purificación. Algunos culparán a Dios o verán al desastre como castigo divino. Otros culparán
al Diablo u otros demonios.

Ciertas preguntas iniciales como “¿Por qué ha hecho esto Dios?” generalmente no son
de naturaleza espiritual, sino reacciones de shock o incredulidad. Las preguntas espirituales
surgen normalmente después de que las víctimas han sido aseguradas y tienen satisfechas
sus necesidades fisiológicas; es decir, cuando regresa su nivel de funcionamiento cognitivo.

Intervención crítica como Respuesta al Traumavi

El asunto primordial que quienes responden a las crisis deben tener en cuenta es el
estado de disfunción ocasionado por el trauma y sus síntomas de estrés resultantes. Algunos
de los trabajadores de socorro tratan principalmente con asuntos médicos (doctores,
paramédicos), mientras que otros tratan principalmente con asuntos cognitivos (trabajadores
de salud mental). No obstante, todos los que responden a las crisis deben ser conscientes de
las posibles señales de distrés: físicas, cognitivas, emocionales y de comportamiento.

40
Los intervencionistas críticos se ocupan principalmente del tema del estrés, y
específicamente el distrés. El modelo de Manejo del Estrés en Incidentes Críticos (CISM, por
sus siglas en inglés) para la recuperación del trauma, traza una secuencia de pasos para las
intervenciones de reducción del estrés. Dado que mitigar el distrés es crucial durante las
intervenciones en crisis.

La intervención crítica es más eficaz cuando se ejecuta inmediatamente después de la


crisis. Si no se reduce el estrés ni el distrés, o si el evento es extremadamente catastrófico y
se extiende por un largo período de tiempo (la guerra, el hambre, la lluvia radioactiva), pueden
ocurrir reacciones de estrés a largo plazo. Estas se pueden incluir reacciones postraumáticas.
Otras reacciones del estrés a largo plazo pueden incluir la depresión, las fobias simples o
específicas, los ataques de pánico, los síndromes de ansiedad o los trastornos de identidad
disociativos. Reconocemos la urgencia de la mitigación del estrés y el distrés luego de los
eventos críticos.

Un estudio más detallado sobre las dimensiones espirituales del trauma es discutido en
la Unidad 9. Este estudio es particularmente esencial para preparar a los pastores y capellanes
para responder a los factores espirituales que resultan del distrés.

41
MODELOS DE INTERVENCIÓN CRÍTICA
UNIDAD 5

Intervención crítica

En el pasado, miembros de varias áreas de servicio solidario han participado en


respuesta a los desastres de gran escala. Sin embargo, pocos de ellos han sido entrenados
para servir las necesidades delicadas y los asuntos que se presentan en la atención de
emergencia a los desastres. Las evaluaciones espirituales, como resultado, se completan con
poca información y biografía personal, y la atención espiritual es procurada con urgencia,
dando preferencia sólo a las necesidades más inmediatas. En la mayoría de las instancias, no
habrá asistencia espiritual a largo plazo, sino que la atención es instantánea, urgente y de corta
duración. A menudo las víctimas son personas de otras tradiciones religiosas y sin alianzas
vocacionales, étnicas o sociales con el trabajador de respuesta a la crisis. Por lo tanto, en este
tipo de instancias las víctimas no tienen una base de confianza, relación personal o identidad
desde la cual pueden gustosamente aceptar la asistencia. El desarrollo de una consciencia
mayor sobre la importancia de la atención espiritual (en conjunto con la física) durante las
situaciones de emergencia ha facilitado la evolución de la categoría de la capellanía con
especialización en situaciones de desastre.
La creciente concientización acerca de las necesidades espirituales en crisis ha
comenzado a formalizar la respuesta de los capellanes en situaciones de desastre. Las
agencias nacionales e internacionales de respuesta a los desastres han empezado a trabajar
en conjunto para coordinar la respuesta espiritual a desastres de diferentes índoles. Los
avances tecnológicos y la globalización han hecho que las agencias de alivio a las
emergencias reconozcan la necesidad de redefinir el campo de las situaciones de desastre. El
campo del desastre ya no es únicamente el sitio o lugar afectado directamente por el desastre,
sino que hoy incluye localidades remotas, instituciones, personas, y grupos que de alguna
forma u otra están relacionados o impactados por el desastre (por ejemplo, los aeropuertos
donde parten y llegan los vuelos, las oficinas centrales de una corporación afectada, la iglesia
local de los niños que iban montados en el autobús, el fabricante y la fábrica del interruptor
eléctrico defectuoso). La necesidad de apoyo espiritual y emocional excede el lugar del
desastre, el hospital, o el refugio del desastre. Cuando los capellanes no están capacitados
para tratar con estos asuntos (y otros de igual importancia), fallan en proveer un ministerio
apropiado a las víctimas y muchas veces dejan la escena del desastre sintiéndose
inadecuados, abrumados, o en crisis consigo mismos. De igual manera las víctimas se sienten
desatendidas, ignoradas, descontadas, juzgadas o hasta amenazadas. El ministerio eficaz no
ocurre en estos casos.

42
Somos conscientes que grandes desastres pueden ocurrir y que no existen suficientes
capellanes entrenados para responder a situaciones de desastre y satisfacer las necesidades
de las víctimas de estos desastres. El llamado a ministrar en situaciones de desastre se ha
hecho evidente a muchos capellanes y agencias de respuesta a las crisis.
Para ministrar efectivamente el alivio a las situaciones de desastre, los capellanes y
pastores deben ser conscientes de la dinámica entre las organizaciones de respuesta a los
desastres, así como satisfacer las calificaciones requeridas por estas agencias.

Cualquier capellán que entre intencionalmente al campo de la intervención crítica


espiritual en situaciones de desastre debe completar el entrenamiento básico proveído por una
de estas organizaciones como la Orden Nacional de Capellanes de Bolivia. Este manual de
capacitación no tiene la intención de reemplazar el entrenamiento básico de intervención
crítica, sino únicamente establecer un fundamento para la atención durante y después de un
desastre.

Una repuesta eficaz a los desastres incluye a capellanes capacitados como parte de un
equipo interdisciplinario

En una época altamente especializada en aprendizaje y busca de información, no es


incongruente que las organizaciones, las agencias y las personas reconozcan el valor de la
colaboración o el “trabajo de equipo”. El área de enfoque de cada uno se ha vuelto tan estrecha
que uno se convierte en experto en un campo en particular preocupándose, justificadamente,
por no ser experto en otras áreas. La solución más práctica a este problema, cuando se
requiere una comprensión más amplia de una situación, es unir fuerzas con otros expertos
para implementar planes estratégicos. Al delegar responsabilidad efectivamente ante el más
experto en cada situación, se aumenta la producción y los recursos son movilizados con mayor
éxito.

De manera similar, los esfuerzos de respuesta a situaciones de desastres se hacen más


eficaces cuando hay capellanes capacitados dentro de un equipo interdisciplinario. La miríada
de necesidades y complicaciones posibles demandan un equipo de expertos en varios campos
para completar una intervención crítica exitosa. Es posible que el personal de salud mental no
pueda tratar con las necesidades espirituales de las víctimas, así como es posible que los
trabajadores sociales sean incapaces de responder a todas las necesidades culturales de las
víctimas.

Las instituciones de servicio médico reconocen hace tiempo el valor positivo de los
equipos interdisciplinarios sobre el bienestar de sus pacientes. Los comités de coordinación
en emergencias y los estamentos públicos competentes consideran que los pacientes tienen
el derecho a una atención considerada que respete sus valores culturales, psicosociales y
espirituales, sumados a una atención médica apropiada. Consecuentemente, un equipo ideal
de salud incluye profesionales de variadas disciplinas, desde la salud mental y el trabajo social,
hasta la capellanía. Los pacientes quieren recibir una atención con un enfoque holístico. El
cuidado holístico requiere las contribuciones de un equipo interdisciplinario de expertos.

43
La diversidad tiene mayor fuerza cuando los objetivos son conjuntos. Sin duda, Jesús
debía saber que se enfrentaría muchas situaciones de desastre con sus seguidores. Su equipo
estaba compuesto por hombres de varios ambientes culturales y profesionales. Jesús pudo
haber seleccionado cualquier clase de equipo, sin embargo, eligió la diversidad: los
mentirosos, los tramposos, los obreros, los profesionales, los fieles y los infieles.

44
LA COMPASIÓN DURANTE LA CRISIS

UNIDAD 6

Demostrar compasión es estar presente durante el sufrimiento

“La compasión es la virtud cardinal de la tradición pastoral, la cualidad indispensable


que motiva y profundiza todo hecho caritativo, curativo y bondadoso convirtiéndolo en un
evento moral y espiritualmente significativo. El pastor compasivo es, por lo tanto, alguien que
ejemplifica un sentido profundo de solidaridad hacia quienes sufren, transcendiendo clases
sociales y culturas, mientras mantiene la distancia necesaria para sostener a quienes sufren
en su búsqueda de comprender auténticamente el significado de su aflicción”. El capellán de
respuesta a situaciones de desastre debe conocer sus propios prejuicios, necesidades y
limitaciones, y aun así tener el deseo profundo de identificarse con aquellos que son
marginados y heridos, buscando demostrar la compasión como prioridad del ministerio de
respuesta a los desastres.

Siempre será inadecuado intentar meramente prevenir el sufrimiento, o no ser parte de


la causa. Un capellán de respuesta a situaciones de desastre debe enfrentar el ministerio
desde un paradigma radicalmente diferente: el capellán debe iniciar y ser participante activo
en la tarea de “ser” esa compasión como prioridad, y “llevar a cabo” esa compasión por
necesidad. El capellán debe elegir involucrarse en el sufrimiento, reconociendo su propio
instinto natural de eximirse de la crisis. La importancia de ser compasivo tal vez resida en el
hecho de que el ser compasivo no se busca naturalmente, sino que es una actividad que uno
debe elegir de manera intencional, sabiendo que es contrario a lo que “siente” el instinto
natural.

Como seres humanos, tenemos una resistencia natural hacia el dolor: lo evitamos a
toda costa. Un individuo emocionalmente saludable no intenta provocarse dolor
innecesariamente. Nuestro instinto natural es buscar la seguridad, el refugio y el sustento para
auto-preservarnos, antes de buscar satisfacer las necesidades de otros. Por consiguiente,
debemos ser conscientes de que la elección de servir como capellán en situaciones de
desastre no es apropiada para todos. Sólo unos pocos optarán entrar a la escena del
sufrimiento junto con las víctimas de los desastres. A menudo, estas víctimas serán
desconocidas, y otras veces serán los autores mismos del desastre. Para los capellanes que
sirven en situaciones de desastre, el responder a un desastre “estando presente durante el
sufrimiento” significa elegir intencionalmente sentirse incómodo. Esta intención es producto del
llamado a este tipo de ministerio agotador. La elección de aceptar las condiciones incómodas
relacionadas con esta clase de solidaridad nace también del “entrañable” núcleo de
sentimientos y emociones personales del capellán. Tener un sentido de deber y dedicación al
servicio en general acrecienta estos impulsos internos y genera una fuerte motivación dentro
del capellán de “[llorar] con los que lloran” (Romanos 12:14-21) aun cuando se sienta
incómodo.
45
Demostrar compasión es un acto de intención que conlleva la intención de actuar.
Significa entrar intencionalmente al escenario de la crisis y sumergirse completamente dentro
de la condición humana. Demostrar compasión puede traer riesgos.

Demostrar compasión es ser sensible a la diversidad humana

Con sensibilidad hacia la diversidad humana, los capellanes en situaciones de


desastres serán llamados a demostrar compasión. Aunque no serán llamados a comprometer
su propia fe, sus tradiciones o su cultura propia, sí serán llamados a ministrar a víctimas que
provienen de diversos grupos. Deberán reconocer sus propios prejuicios, su fe y sus prácticas,
y ser conscientes de qué elementos históricos o ambientales puedan haber incidido en su
desarrollo personal. Serán llamados a expandir su cosmovisión para incluir la visión de razas,
formas y herencias diferentes. Serán invitados a contextualizar las expresiones de fe de
aquellos con quienes se encuentren, entendiendo que el contexto cultural influye en su manera
de pensar, actuar y sentir. Los capellanes en desastres deben integrar las variaciones étnicas
en situaciones de muerte y duelo junto con sus propias tradiciones, y adoptar nuevos
paradigmas que reflejen lo que son el duelo, las heridas y las pérdidas “normales”.

Al aumentar la concientización sobre la diversidad cultural, los proveedores de atención


en situaciones de desastre se enfrentarán al desafío de ser más abiertos hacia las diferencias
entre las personas. Asimismo, los capellanes en situaciones de desastre se enfrentarán al
desafío de proveer intervenciones solidarias a personas que son diferentes y no sólo a aquellas
que difieren en su religión, color de piel o idioma, sino a aquellas con convicciones políticas
diferentes, con estándares morales cuestionables, a marginados sociales y criminales, a
personas arrogantes, desagradecidas y hostiles. Los capellanes en situaciones de desastre
serán llamados a demostrar la compasión siendo sensibles a la diversidad humana.

Como ministro en un ambiente con diferentes culturas, intereses y religiones, el capellán


debe estar informado sobre múltiples grupos de fe, y buscar maneras de permitir a toda
persona expresar sus creencias o falta de las mismas de maneras significativas, sin
comprometer su propia fe. Sin coerción y sin forzarlo, el capellán cristiano evangeliza al mundo
a través de su propio carácter, integridad, compasión y testimonio. Al atender las necesidades
espirituales de las personas, los capellanes se involucran en conversaciones espirituales que
a menudo dan oportunidad de compartir su fe y sus creencias religiosas personales. Aún
cuando no se materializan las conversaciones evangelísticas, los capellanes se dedican a pre-
evangelizar, estableciendo la base para oportunidades futuras de compartir el evangelio. Los
capellanes, entonces, demuestran la compasión verdadera, un interés genuino hacia las vidas
de quienes atienden, y un amor agape para con toda persona. Como dijo San Francisco de
Asís, los capellanes deben “predicar el evangelio en todo momento y, cuando sea necesario,
usar palabras”.

Demostrar compasión es ofrecer el ministerio de atención en crisis

46
El capellán en situaciones de desastre que sirve sólo por causa del deber y del miedo
está sujeto a una actitud poco saludable que resulta en resentimiento cuando las personas no
aprecian su “ayuda”, o agotamiento cuando las personas esperan más de lo ofrecido. Este tipo
de actitud se denomina servidumbre: la actitud del esclavo, obligado al trabajo forzado.
Kenneth Haugk distingue entre una actitud de servidumbre y una actitud de servicio.

Los capellanes en situaciones de desastre son llamados a un ministerio de servicio, el


cual incluye una empatía que mantiene la identidad personal; la autenticidad de actuar
consecuentemente; la satisfacción de necesidades, no deseos; y una intención de entrar
deliberadamente en relaciones solidarias. Una persona con una actitud de servidumbre se
identificará por demás con los problemas de las víctimas, compensará su frustración o enojo
con una dulzura superficial, permitirá que la manipulen, y ofrecerá su asistencia de manera
resentida mientras se queja. El capellán en situaciones de desastre que opera con una actitud
servicial lo hace a causa de su compromiso y amor por otros.

Una actitud de servicio se demuestra proveyendo ánimo y aliento a quienes tienen


miedo o están tristes. Las víctimas se sienten impotentes y el capellán les da poder de acción
al darles aliento, escuchándolas y consolándolas. Las víctimas son habilitadas a avanzar
desde la crisis hacia la sanidad.

El ministerio de atención significa satisfacer las necesidades inmediatas. A veces, tener


cuidado compasivo es proveer agua o comida, cuidado médico o refugio. El capellán en
situaciones de desastre será parte de un equipo interdisciplinario, satisfaciendo las
necesidades inmediatas y ofreciendo ayuda en medio del caos.

El componente más fuerte del ministerio de atención en crisis es sin duda articular el
amor y la preocupación de Dios por los demás. Cuando los capellanes ofrecen oraciones
intercesoras, gran parte de las víctimas se sienten consoladas y alentadas.

Las oraciones personalizadas y espontáneas demuestran compasión.


«…el intervencionista pastoral en crisis [capellán de respuesta a situaciones de
desastre] se beneficia de la capacidad de utilizar, cuando sea apropiado, su
educación espiritual, su conocimiento y su reinterpretación (Brende, 1991),
oraciones individuales y conjuntas, una creencia en el poder de la oración
intercesora, una cosmovisión espiritual unificadora y explicativa que pueda dar
orden a eventos que de otra manera serían incomprensibles, la utilidad de la
confesión individual y conjunta, un sistema de apoyo basado en la fe, … y, en
algunas religiones como en el cristianismo, el concepto del perdón divino y la
vida después de la muerte. Todos estos factores pueden contribuir de manera
singular sobre la reducción de los niveles de distrés manifestados. (Everly &
Latin, 2002)».
George S. Everly Jr., Pastoral Crisis Intervention (Ellicott City, MD: Chevron Press,
2007), 14

47
Compasión en el escenario del desastre
Lo que deben ser…
Demostrar compasión en el escenario del desastre conlleva algunos aspectos muy
prácticos. Para demostrar compasión hacia las víctimas de los desastres, el capellán en
situaciones de desastre debe:
 Estar allí
 Estar cerca
 Estar atento
 Estar dispuesto
 Ser compasivo

Lo que deben tener…

Cada organización o agencia de socorro que opera en situaciones de desastre tiene


requisitos de equipo específicos, los cuales deben proveer a quienes brindan cuidados
asistenciales. Algunas agencias, como la Cruz Roja. Todos los capellanes en situaciones de
desastre deben tener el equipo adecuado. Algunos instrumentos básicos incluyen:
 Ropa adecuada: ropa de clérigo donde sea apropiado, pantalones o faldas largas (no
llevar shorts ni minifaldas), varias capas de ropa por si hace frío, zapatos para caminar
o botas de excursionismo
 Identificación: el carnet oficial de respuesta crítica, permiso de conducir o pasaporte,
carnet de identificación de su agencia de respuesta a los desastres, credenciales
generales
 Aparatos de telecomunicación: teléfonos celulares, pagers, radios walkie-talkies,
agendas electrónicas
 Una riñonera grande, o una mochila pequeña
 Equipo de emergencia: linterna, pilas
 Meriendas, tentempiés
 Medicamentos personales, suficientes para las primeras 24 horas
 Anotador pequeño y lapicero, bolígrafo
 Artículos religiosos consistentes con nuestra fe como bautistas del sur (la Biblia, y
tarjetas de oración)

Los capellanes en situaciones de desastre son advertidos por sus propios grupos de
socorro sobre lo que constituye un equipo adecuado. Las cámaras se consideran casi
universalmente inadecuadas. Los cónyuges y otros familiares de los capellanes no deben ser
traídos al escenario del desastre. Todo objeto voluminoso y difícil de manejar debe ser evitado.
El escenario del desastre puede ser frío, estar mojado, sucio, ser peligroso, oscuro, o estar
atestado de gente. Es mejor estar preparado.

Lo que deben decir…

Enfrentados con el desastre y las reacciones de las víctimas, algunos capellanes


admiten que «no saben qué decir». Esto sucede en muchas situaciones y no es atípico.
48
Responda a las preguntas de manera directa y con sinceridad. Ante la duda, admita que no
está seguro. Infórmele a la víctima que tratará de encontrar una respuesta lo más pronto
posible mientras le sea permitido. Muchas veces los capellanes necesitan decir muy poco,
pero lo que digan debe ser relevante. Escuche más de lo que habla y trate de tener empatía
con lo que la víctima le está diciendo. Asegúrese de dejar que sus palabras reflejen la
compasión que lo llamó a estar presente.

Las víctimas pueden hacer varios tipos de preguntas como resultado de un desastre.
Usualmente se sienten confundidas y desorientadas ante las secuelas del desastre y pueden
hacer preguntas como « ¿Qué pasó?», « ¿Estoy a salvo?», « ¿Dónde está tal cosa…?», «
¿Ha visto a tal persona…?», « ¿Dónde estoy?» Estas son las oportunidades en las que el
capellán puede proveer consuelo y aliento, clarificando lo que ha sucedido, encontrando
intérpretes y diciendo con sus ojos y su corazón lo que no puede decirse con palabras.

Además de contestar preguntas básicas sobre los hechos, el capellán es llamado a


consolar y dar aliento a aquellos que están tratando de procesar inquietudes profundas o
preguntas respecto a la vida y la muerte que frecuentemente afloran en los eventos críticos.
Las respuestas cortas y claras son las mejores. Recuerde: el funcionamiento cognitivo se ve
disminuido y las explicaciones largas y complicadas no serán entendidas ni retenidas. Al
intentar contestar brevemente, uno puede generar respuestas que parecen excesivamente
simplificadas. Las respuestas demasiado simples pueden ser percibidas como vacías o
superficiales por una persona impactada por la crisis. Esté preparado a aceptar reacciones de
este tipo y a desarrollar ciertas ideas de manera más amplia si se presenta la necesidad y la
oportunidad de hacerlo.

Tratar de contestar las preguntas como « ¿Por qué?», en particular, puede ser
contraproducente siendo que usualmente esta pregunta es una manifestación del shock que
la víctima está experimentando, y no necesariamente la búsqueda de verdades filosóficas. El
capellán no debe ignorar o evitar este tipo de preguntas porque es posible que la persona
necesite validación de que está permitido cuestionar de esta manera. Dado su rol como agente
de atención espiritual y proveedor de asistencia clave dentro de un grupo de proveedores de
asistencia, el capellán es la persona idónea para recibir este tipo de preguntas, ya que por la
índole de su oficio se espera que haya pensado significativamente sobre esta clase de temas.
Tenga cuidado de no imponer sus respuestas sobre las víctimas, sino busque ayudarlas a
explorar estas preguntas y encontrar respuestas que satisfagan los anhelos de su alma. Una
sugerencia importante sería indicarle a la víctima que los pensamientos que va a compartir le
han ayudado personalmente, y que se los ofrece con la esperanza que serán de ayuda a quien
ha vivido el desastre. Al construir la confianza con las víctimas a través de escucharlas y
repasar lo que le han dicho de manera significativa, estas generalmente demostrarán mayor
interés en sus apreciaciones y guía.

Algunas veces los capellanes deben contestar preguntas que las víctimas hacen acerca
de sus familiares o amigos involucrados en el desastre. Esta puede ser una situación
abrumadora, aún para el capellán. Este tipo de información nunca debe ser compartida sin
propia autorización de los niveles de liderazgo pertinentes. Provea esta clase de información
en un ambiente donde las víctimas se sientan amparadas y fuera de la vista pública. Tenga
cercano tanto apoyo como le sea posible. Presente la mala noticia en dosis pequeñas,
preparando a la víctima, con cada paso, a recibir el próximo fragmento de la información. Esta
49
manera de preparar a la víctima para recibir la mala noticia ayuda a que la víctima pueda
escuchar y aceptar algo que de otra manera sería demasiado chocante.

Lo que deben hacer…

Una de las mayores frustraciones que sienten los trabajadores de socorro en


situaciones de desastres es la impotencia de no poder hacer algo en casos imposibles. Aunque
el trabajo del capellán no es necesariamente el de llevar a cabo el rescate, los capellanes
pueden ser muy útiles en proveer asistencia, satisfaciendo las necesidades físicas básicas,
ayudando con decisiones prácticas y permitiendo que las víctimas pasen tiempo con sus seres
queridos. Los capellanes pueden ayudar a facilitar la comunicación mediante la asistencia con
llamadas de teléfono o proveyendo instrucciones o clarificaciones.

Cuando sea solicitado, los capellanes pueden proveer los elementos de atención
exclusivamente espirituales: la oración, los hábitos y los ritos religiosos. Algunos pedidos serán
de asistencia espiritual general. Otros, requerirán prácticas religiosas más específicas. Los
capellanes pueden proveer este tipo de intervenciones religiosas específicas ellos mismos, o
encontrar a otros que puedan hacerlo.

La fatiga por compasión

La fatiga por compasión ocurre cuando los trabajadores de atención solidaria sufren un
evento traumático, ya sea como resultado de escuchar el relato del desastre o al experimentar
las reacciones al trauma mediante el contacto empático con las víctimas y sobrevivientes, y
por ende son incapaces de distanciarse del evento. La fatiga por compasión es específica al
trauma y sus síntomas son similares al trastorno por estrés postraumático.

En su libro Compassion Fatigue, Charles Figley identificó a la fatiga por compasión


como una forma secundaria del trastorno por estrés postraumático. La fatiga por compasión
es un costoso resultado de proveer atención a quienes sufren las consecuencias de los
eventos traumáticos. Los profesionales particularmente vulnerables a la fatiga por compasión
incluyen a capellanes y otro personal de asistencia como los trabajadores de emergencia, los
profesionales y consejeros de salud mental, los médicos, los clérigos, los defensores de las
víctimas y el personal de servicios humanos.

Reacciones ante el estrés prolongado

Síndrome de Burnout o Desgaste


El Síndrome de Burnout, conocido también como desgaste o surmenage, es la reacción
más evidente al estrés prolongado. El Síndrome de Burnout es un estado de agotamiento
emocional, mental y físico que ocurre cuando se combinan varios eventos en sucesión que
imponen un alto nivel de estrés sobre un individuo. El Síndrome de Burnout podría afectar
inclusive a los capellanes más saludables.

50
Los factores que contribuyen al síndrome de desgaste en los capellanes en situaciones de
desastre incluyen:
 Aislamiento profesional
 Degaste emocional y físico por ofrecer empatía prolongada
 Ambigüedad del “éxito”
 Erosión del idealismo
 Carencia de recompensas esperadasvi
 Sentirse obligado en lugar de llamado
 Mantención de un ritmo poco realista
 Mala condición física
 Rechazo continuo
 La finitud humana

Los síntomas del síndrome de desgaste incluyen:


 Aislamiento
 Depresión
 Apatía
 Pesimismo
 Indiferencia
 Desesperanza
 Impotencia
 Indefensión
 Agotamiento físico
 Irritabilidad
 Cinismo
 Agresión
 Actitudes negativas

Contratransferencia

Los capellanes en desastres están emocionalmente involucrados con muchas personas


en dolor. El involucramiento emocional surge de la misma naturaleza de estar presente con las
víctimas, los trabajadores de socorro, y los sobrevivientes. El escuchar empáticamente y la
compasión crean un ambiente que provocan a los capellanes al compartir indirectamente el
trauma de las víctimas de los desastres. Sufrir por otra persona hace que el capellán retorne
a un lugar del dolor, de la desilusión y quizás a revivir un trauma severo que pudo haber sufrido
en su propia vida. Cuando ocurre la contratransferencia, el capellán se convierte en una víctima
y necesita las mismas intervenciones de incidente poscrítico que reciben las víctimas
primarias.

La contratransferencia puede ser provocada al experimentar las mismas imágenes y


escuchar los mismos sonidos de un incidente crítico previo. Algunas semejanzas que resultan
en la contratransferencia incluyen:

51
 Experiencias pasadas—El evento traumático provoca la nueva crisis. Los capellanes
deben ser conscientes de sus propias historias y experiencias. Quienes hayan
experimentado eventos críticos similares o traumas parecidos serán más susceptibles
a revivir las experiencias previas a través del evento crítico al que atienden.
 Identificación personal—Las semejanzas entre la víctima y el capellán provocan la
nueva crisis. Identificarse personalmente puede ser una ventaja para la víctima que
busca seguridad y amparo (confianza), pero esa misma identificación personal puede
ser una desventaja para el capellán que se identifica por demás con la crisis de la
víctima. La identificación personal puede resultar de una relación percibida debido a
herencias culturales, género, profesión, idioma o nacionalidad similares.
 La fatiga física—Cuando los capellanes están físicamente agotados o fuera de forma,
no pueden funcionar en un nivel cognitivo superior. Se cansan con facilidad, tienen poca
resistencia al involucramiento emocional excesivo, y tienen dificultad en separar las
experiencias de la víctima de sus propias experiencias pasadas y presentes. En
consecuencia, crece la empatía y se intensifica la identificación personal, resultando en
la contratransferencia.

Cambios en valores y creencias

Una de las características principales de un incidente crítico (desastre) es el cambio


inevitable que provoca. Los cambios pueden ser positivos o negativos. Las víctimas pueden
tener dudas e incertidumbres respecto a su supervivencia física, algo que la víctima daba por
sentado antes del incidente crítico. Las víctimas también pueden temer por su seguridad y
protección, algo que probablemente no ocasiona conflicto antes del trauma. Pueden desconfiar
más de las personas, instituciones, y aun de Dios. Aquello que consideraban sagrado puede
haber sido profanado. La determinación sobre la realidad y cómo percibirla se puede haber
alterado o distorsionado. Inversamente, las víctimas pueden tener más interés de estar con
sus familias, considerar asuntos de fe o participar en actividades religiosas. Algunos cambios
son muy temporarios, y las víctimas pueden volver a sus niveles de funcionamiento pre-
incidente en un transcurso de tiempo relativamente típico.

Cuando los capellanes se someten a las condiciones que ocurren en una situación de
desastre, como el desgaste mental y físico, el estrés prolongado, la contratransferencia y el
Síndrome de Burnout, también pueden experimentar cambios en sus valores y creencias. Así
como sucede con las víctimas, estos cambios pueden ser positivos o negativos. Los capellanes
pueden verse abrumados por las condiciones de la crisis y por los factores estresantes que
resultan de ella, y comenzar a interpretar todo aspecto de sus vidas basado en las reacciones
o implicaciones de un solo evento con sus experiencias relacionadas. En este sentido, uno se
hace corto de vista y sólo puede ver la realidad desde un par de ojos: los ojos del desastre.
Esto también se denomina “visión en túnel”. Las actividades que eran ordinarias antes del
incidente crítico pueden perder su significado y propósito, comparadas con las circunstancias
que rodean a las víctimas del desastre.

Para seguir siendo eficaz en los escenarios del desastre, y luego de regresar a su
ambiente normal, el capellán debe elegir deliberadamente redefinir su comprensión del evento
crítico incorporando estas experiencias eficazmente dentro de una perspectiva de vida
52
cristiana y su cosmovisión correspondiente “consistente con las maneras significativas de
comprender lo que es verdadero, cierto, bueno y qué hace que una respuesta sea apropiada
o inapropiada”. La redefinición puede llevar al capellán a apreciar y atesorar “no dar por
sentado” tales aspectos simples de la vida diaria como tener un hogar, compartir una comida
con familiares y amigos, o tomarse tiempo para jugar con un niño. Esta capacidad, refinada
por la “vuelta a la realidad” que a menudo acompaña a una situación de desastre, puede ayudar
al capellán (y aquellos a quienes sirve) a evitar la tentación de ser seducido por la perspectiva
y las presiones diarias de una vida que no ha sido tocada por la tragedia.

Señales y síntomas de la fatiga por compasión

La fatiga por compasión es la preocupación absorbente por la víctima o el trauma


acumulativo de las víctimas, reviviendo emocionalmente el evento traumático, y viviendo bajo
un estado de excitación persistente. Aquellos que sufren los efectos de la fatiga por compasión
absorben el trauma a través de los ojos y oídos de las víctimas a las que ofrecen su ministerio.

Algunos indicadores de la fatiga por compasión incluyen:

 Pesadillas, sueños o memorias perturbadoras del incidente crítico


 Entumecimiento emocional
 Sentimientos de desesperación e impotencia
 Sentimientos de aislamiento, desprendimiento, distanciamiento
 Desconexión de seres queridos, retraimiento social
 Híper-sensibilidad a la violencia
 Evasión de pensamientos y actividades asociadas con el incidente
 Disfunción cognitiva creciente y persistente—dificultad de concentración

Al hacer el análisis final, hay un costo asociado con la fatiga por compasión: disminuye
el desempeño, aumentan los errores, baja la moral, se deteriora la salud y se ponen en riesgo
las relaciones personales. El precio es más que físico; es emocional, cognitivo, social y
espiritual.

Elementos básicos de la auto-ayuda

La atención espiritual eficaz durante las intervenciones críticas comienza con el


mantenimiento preventivo. Los capellanes deben iniciar buenos hábitos de auto-ayuda que
deben mantener de por vida. Esto incluye una dieta equilibrada, hacer ejercicio con
regularidad, tener relaciones significativas y ser consciente de la espiritualidad. La auto-ayuda
significa cuidarse a uno mismo antes, durante y después de la intervención crítica.

53
El mantenimiento preventivo incluye:
 Reducir el consumo de azúcar refinada, cafeína, grasas, alcohol, sal y colesterol
 Aumentar el ejercicio cardiovascular
 Dejar de fumar, mascar tabaco y toda droga no recetada
 Usar técnicas de relajación (la respiración profunda, la meditación, la oración)
 Mantener relaciones saludables con seres amados y colegas

Los eventos críticos (desastres) provocan distrés, y la intervención crítica es


angustiante. Los capellanes de respuesta a situaciones de desastre deben tomar la iniciativa
de mitigar su propio estrés durante el trauma. La educación y la práctica (entrenamiento)
ayudarán a facilitar la auto-ayuda durante la crisis.

La auto-ayuda durante las situaciones de desastre puede incluir:


 Tomar descansos o recreos regulares
 Trabajar en turnos establecidos o rotaciones
 Trabajar en equipos (para mayor apoyo)
 Hacer catarsis con otros capellanes

La auto-ayuda luego del incidente crítico puede incluir un informe riguroso ante el equipo
de rescate y respuesta a los desastres. Esto puede ocurrir a través de una intervención grupal
de la Orden Nacional de Capellanes de Bolivia o mediante una discusión informal que incluya
una reflexión sobre las “lecciones aprendidas”.

El capellán puede restablecer su ritmo de vida normal pre-desastre al reconectarse con


seres queridos, ocuparse en pasatiempos e intereses, aprender nuevas habilidades, practicar
la reflexión personal, la risa, y tomar días libres. La oración, la lectura bíblica, la participación
en cultos, el compartir las experiencias de manera formal e informal, el inspirar a nuevos
voluntarios y realizar otras intervenciones espirituales ayudan a sanar y dar respiro al capellán
cansado.

CONSOLANDO EL DUELO EN LOS DESASTRES

UNIDAD 7

54
Elementos del duelo

Definición de duelo

El duelo es un distrés o angustia emocional ocasionada por una pérdida percibida. La


pérdida puede ser física, relacional, espiritual o intra-psíquica. Es como una herida o una
enfermedad que necesita ser curada. El duelo es muy diferente al luto, el cual acompaña el
reconocimiento de la pérdida y señala el comienzo del proceso sanador. El luto se define
muchas veces como la muestra cultural o pública del duelo, pero es, en realidad, el trabajo de
sanidad interna.

Una ilustración de duelo

Aunque no hay una manera correcta de hacer duelo, hay características comunes a
todos los que han hecho duelo. William Worden sugiere que normalmente el duelo se
manifiesta de cuatro maneras generales: los sentimientos, las sensaciones físicas, las
cogniciones y los comportamientos.

Un panorama de los sentimientos


Tristeza, enojo, culpa, shock, impotencia, auto-reproche, confusión, alivio, anhelo,
ansiedad, fatiga, soledad, entumecimiento, alienación, desesperación, desesperanza,
emancipación, miedo, sensación de falta de control

Un panorama de las sensaciones físicas


Presión en el pecho o en la garganta, híper-sensibilidad a los sonidos o a la luz, falta de
aliento, debilidad en los músculos, vacío en el estómago, falta de energía, sentido de
despersonalización, pérdida de deseo sexual, trastornos gastrointestinales, taquicardia,
sequedad de boca

Un panorama de las cogniciones


Incredulidad, confusión, preocupación, sentido de presencia, alucinaciones,
pensamiento tardío, pérdida de memoria, falta de concentración, sensación de
«volverse loco», confusión de espacio y tiempo, creer que todo se siente irreal,
incluyendo el que está en duelo

Un panorama de los comportamientos


Trastornos del sueño, trastornos de alimentación, distracción y abstracción,
retraimiento, sueños con fallecidos, suspiros, llantos, nerviosismo, evasión de lugares y
personas, atesorar objetos que pertenecían al fallecido, desorganización, escape a
través de compromiso excesivo con el trabajo, buscar y llamar a otros, hiperactividad
inquieta, visitar lugares o acarrear objetos que recuerdan al sobreviviente del fallecido.

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Pérdidas que llevan al duelo

Físicas
«Cosas» (casa, automóvil, propiedades, recuerdos, «cosas valiosas»), salud, vista,
oído, movilidad, pérdida de miembros, talentos, órganos reproductivos, partes del
cuerpo, «belleza», físico, imagen, memoria, cognición, habla, olfato, gusto, sensación
corporal, fondos jubilatorios, fideicomisos, bonos, acciones, dinero, mascotas, recursos,
apoyo financiero, «inocencia» (agresión sexual, incesto), trabajo, negocio, sueldo

Relacionales
Cónyuge, hijos, hermanos, padres, prometido, hijastros, padrastros, niños adoptivos,
padres adoptivos, suegros, abuelos y nietos, clan familiar, amigos, socios, pares,
colegas, maestros, clérigos, empleadores, patrones, empleados, compañeros de
equipo, institución, profesión, carrera, licencias, trabajos, clubes o asociaciones,
independencia, influencia, matrimonio, relaciones significativas, amistades, forma de
vida, confianza (infidelidad), mudanza de hijos (dejar la casa paterna), pertenencia

Espirituales
Fe en Dios, fe en la religión, confianza en los pastores, confianza en la iglesia u
organización religiosa, sistema de valores, credibilidad, integridad, tradiciones, sentido
de valor como persona, identidad, significado de la vida, tiempo, historia y conexiones
con el futuro, esperanza, valores, ganas de vivir, ser amado, amar

Intra-psíquicas
Planes para el futuro, sueños aplazados, oportunidades perdidas, imagen de
importancia personal, autoestima

Las pérdidas especiales


Suicidio, pérdida de un bebé, síndrome de muerte infantil súbita (SIDS, por sus siglas
en inglés), muerte de un hijo, malparto (feto muerto), aborto, SIDA o VIH, homicidio,
genocidio, ejecución, masacre, terrorismo, guerra, desaparecidos en acción (MIA, por
sus siglas en inglés), muertes múltiples, Alzheimer, retraso mental, víctima-victimario

El duelo es un proceso

Se ha escrito mucho material para describir la respuesta al duelo. Algunos han descrito
al duelo en etapas, otros como tareas y otros como un proceso. Dado que el duelo es
extremadamente personal, es único a cada individuo. El capellán Tim Van Duivendyk, director
de Atención Pastoral y Educación Clínica Pastoral para el Hospital Memorial Herman, ha
explicado la respuesta al duelo como una Travesía por el desierto. A manera de viaje, el duelo
frecuentemente nos regresa a lugares familiares de dolor y sanidad. Como tal, la palabra
proceso podría ser la manera más precisa de describir la respuesta al duelo. Ninguna pérdida
se experimenta en el vacío y, a la vez, ningún duelo se expresa sin la influencia del ambiente
y las circunstancias. El proceso del duelo es dinámico, así como el mar, fluye, refluye y sigue
adelante.

Puede ser útil comparar varias teorías notables sobre la respuesta al duelo:
56
 Elizabeth Kubler-Ross—Las cinco etapas del duelo —en Sobre la muerte y el
morir,1969
1. Negación y aislamiento
2. Enojo
3. Negociación
4. Depresión
5. Aceptación

 J. William Worden—Las cuatro tareas del duelo—en El tratamiento del duelo, 1991
1. Aceptar la realidad de la pérdida
2. Tratar con el sufrimiento del duelo
3. Adaptarse a un medio en que el fallecido está ausente
4. Trasladar emocionalmente al fallecido y seguir con la vida

 Wayne E. Oates—El proceso del duelo (The Grief Process)—en Atención y consejería
pastoral en El duelo y la separación, 1991
1. Shock
2. Pánico
3. Entumecimiento

 T.A. Rando—Las seis R del proceso del duelo—en Tratamiento del duelo complicado,
1993
1. Reconocer la pérdida
2. Reaccionar ante la separación
3. Recordar al fallecido, la relación y el significado de la relación
4. Renunciar al apego hacia como era el mundo antes de la pérdida, incluyendo
suposiciones que ya no son ciertas
5. Reajustarse a un mundo nuevo sin olvidarse lo pasado
6. Reinvertirse en el mundo que lo rodea

Recurriendo a estos modelos, la respuesta al duelo puede ser retratada como un viaje
con tres etapas: 1) reconocer la realidad de la pérdida (shock y negación); 2) expresar el dolor
del duelo; y 3) encaminarse hacia la aceptación. En los momentos iniciales del viaje, la víctima
desorientada experimenta el shock y la negación de reconocer la realidad de la pérdida. A
medida que admite la realidad de la pérdida, la víctima comienza a expresar el dolor asociado
con su duelo. Se presentan síntomas físicos, emocionales, relacionales y espirituales. Al
regresar a un estado de dolor y sanidad, tal vez todavía niegue la realidad de la pérdida, la
víctima lucha, se resiste a la aceptación, y acepta la continuación de la vida y la esperanza.

No hay dos viajes idénticos y cada uno toma una cantidad singular de tiempo irrepetible.
Tal vez nunca se arribe, pero sí se acerca a la aceptación, siempre buscando seguir adelante
en el proceso del duelo. El viaje tiene forma de espiral, en vez de círculo. Con cada vuelta, uno
asciende a niveles superiores. A veces, la ronda se retrae y se cae nuevamente en el duelo,

57
sumergiéndose en la profundidad del dolor y la pena. Para la mayoridad de las personas, los
dolores agudos del duelo disminuyen y aparece la esperanza en el futuro.

1. Reconocer la realidad de la pérdida


 Shock, entumecimiento, negación—1ª Tarea de Worden
 Shock, pánico, entumecimiento—Tres factores de Oates precedentes a las etapas
de Kubler-Ross
 Negación y aislamiento—1ª Etapa de Kubler-Ross

2. Expresar el dolor del duelo y la pérdida


 Síntomas físicos
 Llanto, dolores corporales, enfermedades
 Falta de energía o energía incontrolable
 Síntomas emocionales
 Tristeza, rabia, felicidad
 Ira—2ª Etapa de Kubler-Ross
 Síntomas relacionales
 Negociar, culpar, pelear, aferro, gratitud repentina
 Negociar—3ª Etapa de Kubler-Ross
 Síntomas espirituales
 Tentación, culpa, pena
 Mayor consciencia de lo humano y lo divino, fe, dependencia en Dios

3. Moverse hacia la aceptación


 Deseo de vivir más en el presente y el futuro, que en el pasado
 Disposición a explorar nuevas relaciones y actividades
 Energía renovada que supera las tinieblas de la duda y la desesperación
 Resistencia
 1ª Tarea de Worden—aceptar la realidad de la pérdida
 Lucha
 2ª Tarea de Worden — tratar con el sufrimiento del duelo
 3ª Tarea de Worden — adaptarse a un medio en que el fallecido está ausente
 Depresión—4ª Etapa de Kubler Ross
 Esperanza
 4ª Tarea de Worden— trasladar emocionalmente al fallecido y seguir con la vida
 Aceptación—5ª Etapa de Kubler Ross

De igual manera, el proceso del duelo se ve afectado por las circunstancias que afectan
la muerte. En situaciones de desastre, la muerte suele ocasionar un “duelo traumático”. El
duelo en estos casos ocurre como resultado de la muerte repentina, imprevista o al azar. Los
sobrevivientes deben tratar con los temas del estrés por incidente crítico que rodean al evento
traumático, antes de poder comenzar el proceso de la pérdida individual de la vida. No existe
un período preparatorio donde los sobrevivientes pueden proyectar la pérdida y el duelo. La
naturaleza imprevista de la pérdida suele, entonces, ocasionar aún más ira.

58
Cómo consolar el duelo

El duelo toma varias formas y requiere una atención compasiva informada. Consolar a
la víctima afligida por el desastre exige gran sensibilidad. Es crítico comprender el trastorno
emocional experimentado para poder proveer un ministerio eficaz. Cuando un capellán se
prepare para responder a un desastre, le será útil recordar que debe estar presente en el
sufrimiento de quienes están en duelo.

Primero, debe estar presente físicamente. En respuesta a los desastres, los capellanes
deben 1) estar ahí, 2) estar cerca, 3) estar atentos. La presencia física es esencial para ayudar
a las víctimas a sentirse seguras y amparadas.

Segundo, los capellanes deben estar emocionalmente presentes. Deben escuchar y,


como acto espiritual, deben tener empatía con las víctimas. Escuchar empáticamente afirma a
la víctima que tanto su duelo como sus palabras están siendo escuchados.

Tercero, los capellanes deben compartir una presencia práctica. La ayuda en materia
de decisiones prácticas y otras tareas diarias demuestra una presencia compasiva. Los
capellanes están presentes para suplir necesidades inmediatas a la vez que ofrecen aliento.

Por último, los capellanes ofrecen la presencia espiritual singular al ethos de la


capellanía. A través de la oración y actitudes piadosas, los capellanes ofrecen la presencia de
Dios en medio del duelo.

Serán más que adecuados en la situación de desastre si están presentes y son


compasivos. Será posible ofrecer el consuelo que brinda esperanza para otro día escuchando
la narración del duelo y hablando, recordando la pérdida de manera específica y llamándola
por su nombre, y estando abierto y tolerante a todas las emociones y las lágrimas del duelo.

Luto complicado

Hay algunas situaciones bajo las cuales el proceso del duelo se hace muy complicado.
Usualmente, estas circunstancias se consideran «pérdidas especiales». Muchas de estas
situaciones no resultan en la muerte física de una persona, y las circunstancias que la rodean
son significativas, singulares o extremadamente traumáticas.

Las pérdidas especiales pueden ser categorizadas de la siguiente manera:

 Pérdidas “no reconocidas”


Suicidio (la víctima es el victimario), muerte de la pareja, SIDA, el fallecido provocó un
accidente resultante en la muerte; antes de morir, la persona estuvo involucrada en una
actividad criminal; el fallecido estaba involucrado en situaciones inmorales o poco éticas
al instante de morir; la impotencia sexual, el aborto, la pérdida del embarazo, la
violación, y el incesto

 Muertes inesperadas, repentinas


59
Accidentes, situaciones de desastre
Muertes percibidas como prevenibles

 Homicidios
Asesinato, homicidio no premeditado
Suicidio (venganza, protesta, terrorismo, misericordia)
Masacres
Homicidio vehicular
Homicidios complicados
- Agresión sexual
- Tortura
-Desmembramiento después de la muerte
- Mutilación
- Ejecución demorada
Genocidio (destrucción de un grupo étnico, nacional o religioso)
Terrorismo
Desaparecidos (secuestro, desaparecidos o perdidos, desaparecido en acción (MIA, por
sus siglas en inglés))

 Muertes múltiples en un breve período de tiempo

 Muertes en la línea del deber

 Historia
de enojo con el fallecido
de estrés y crisis mayor
de problemas emocionales y mentales

 Relación dependiente marcada con el fallecido


(cuidador primario)

 Falta de apoyo social

Cuando el duelo es ocasionado por circunstancias extraordinarias, podría resultar en el


duelo complicado. El duelo complicado puede intensificar las reacciones típicas de duelo como
resultado del estrés ocasionado por un incidente crítico.

Lecciones aprendidas

Durante la respuesta a un desastre, hay poco tiempo para pensar en respuestas


apropiadas y palabras de consuelo. Hay algunas enseñanzas prácticas aprendidas en lugares
de desastres sobre «qué hacer» y «qué no hacer»
60
QUÉ NO HACER…

Evitar la persona en duelo


Asignar culpa
Contestar preguntas tales como «¿Por qué?» sin las precauciones necesarias
Minimizar la pérdida
Cambiar el tema para evitar hablar sobre el fallecido
Hablar demasiado
Decir:
«Yo sé cómo se siente»
«Fue voluntad de Dios»
«Ahora está en mejor lugar»
«El tiempo lo cura todo»
«Sea valiente»
«No llore»
«Está en descanso ahora»
«Dios todo lo sabe»
«Debería estar contento que se acabó»
«Debe ser fuerte para…»
«Llámeme si necesita cualquier cosa»

QUÉ HACER

Afirmar la pérdida, específicamente


Dar permiso al duelo
Escuchar sin prejuicio
Permitirle a la persona afligida hablar del fallecido
Hacer preguntas abiertas sobre el evento
Ofrecer asistencia práctica
Habilitar a la persona mediante opciones o decisiones pequeñas
Ofrecer palabras admirables sobre el fallecido, de ser apropiado
Decir:
«Lo siento»
«Lamento mucho su pérdida»
«No puedo empezar a comprender su dolor, pero estoy aquí para ayudarle»
«¿Desearía hablar?»
«(Nombre del fallecido) le amaba muchísimo»
«Que tu Dios te bendiga y te de fuerza»
«Te acompaño en el duelo por la muerte de ______»
«Sé que vas a extrañar a ______»

DIMENSIONES ESPIRITUALES DEL TRAUMA

UNIDAD 8

61
Panorama de la espiritualidad durante el trauma

Los eventos traumáticos son un ataque sobre sistemas significativos. La espiritualidad


ayuda a las personas a definir sus sistemas de valores y su comprensión del ser (la existencia),
la nada (la no-existencia), las relaciones, tiempo y la eternidad, la vida y la muerte. Las víctimas
de eventos traumáticos generalmente reexaminan sus creencias y valores en términos del
evento crítico. La fe puede ser rechazada, transformada o inalterada (reafirmada). El estrés y
el distrés afectan la espiritualidad de cada uno y, al mismo tiempo, la espiritualidad afecta el
estrés y el distrés de cada uno.

Además de darse efectos positivos sobre el bienestar espiritual en las crisis, tales como
la claridad mental, la definición de valores y la revitalización de la fe, también pueden darse
impactos negativos. «El trauma horrífico destruye el bienestar espiritual.» Las pérdidas
espirituales profundas de la esperanza, el futuro, la inocencia y la confianza suelen tener por
resultado en el trastorno de shock postraumático. Muchos individuos buscan, instintivamente,
apoyo espiritual durante una crisis; tienen una expectativa esperanzada de que la oración, la
guía espiritual y los sacramentos les serán útiles en aliviar su dolor o sentido de pérdida. Sin
embargo, otros pueden no estar particularmente deseosos de recibir atención espiritual pero
sí están abiertos psicológicamente al apoyo espiritual.

Hay mucha evidencia sobre la efectividad de la religión o la fe espiritual en sobrellevar


los traumas. Los profesionales médicos y científicos reconocen los efectos positivos que tiene
la fe sobre el distrés físico y emocional. Consecuentemente, los capellanes son enviados
rápidamente a las situaciones de desastre y los otros eventos traumáticos. Al incorporar la
espiritualidad a la respuesta crítica, aumenta la sanidad física, disminuye la tasa de mortalidad,
decrece la incidencia de la depresión y ocurre un efecto positivo sobre las enfermedades,
desde el cáncer cervical hasta el derrame cerebral.

A menudo, las víctimas del trauma pueden beneficiarse de la espiritualidad y la religión


en su intento de adaptarse al evento crítico. Marlene Young detalla varios poderosos
argumentos para el uso de capellanes la mitigación del distrés en un evento crítico:

 Las interpretaciones causales del trauma son función de la religión, y los eventos
anormales reciben atribuciones religiosas
 La religión es utilizada como un apoyo emocional y asiste en la estructuración cognitiva
 Las religión es utilizada por las víctimas para sobrellevar emocionalmente su situación,
y resolver problemas
 La posibilidad de atención religiosa es una fuerza operativa positiva en la capacidad de
sobrellevar traumas
 El índice de religiosidad es un fuerte pronosticador que se relaciona positivamente con
la calidad de vida
 La oración, en sentido religioso, puede ser una fuente de ventilación y validación para
las personas de fe
 La oración sirve como recurso de moderación del estrés
 La oración es una forma de “procesar las cosas” espiritualmente

62
Ya sea que la crisis se presente como pérdida de propiedad o de la vida, la fe se
reexamina a la luz de la espiritualidad individual. Los valores y creencias personales pueden
ser destrozados o transformados. Todo puede ser desafiado y redefinido: los supuestos sobre
la vida y la muerte, las personas y Dios, lo bueno y lo malo. La crisis sacude la fundación
misma del ser, y la espiritualidad redefine la esperanza y el futuro.

Desde una perspectiva cristiana, hay beneficios al uso de capellanes en los eventos
críticos que van más allá de los que menciona Marlene Young. Los capellanes sirven como
recordatorio que Dios está presente con las víctimas durante su distrés, y es consciente de su
condición. A través de los capellanes, Jesús mismo ayuda en forma personal a las víctimas de
las crisis y el trauma en la lucha que enfrentan. Si la fe es reexaminada, los capellanes tienen
oportunidades de aclarar suposiciones falsas y demostrar la esperanza verdadera para el
futuro.

El papel de la religión y la espiritualidad

La espiritualidad es la esencia de la vida: las creencias y valores que dan sentido a la


existencia, y son considerados sagrados. Es el entendimiento de uno mismo, de Dios, de otros,
del universo y las relaciones resultantes. La espiritualidad es el entendimiento, la integración y
la respuesta a lo trascendente.

La religión puede ser definida como el sistema operacional de creencias o prácticas


personales o institucionales que se entretejen con lo trascendente dentro de un medio cultural
o social. La religión guía el entendimiento, la integración y la respuesta a lo trascendente a
través de la participación en una comunidad de fe organizada, mediante creencias, prácticas
y rituales compartidos.

Durante y después de un evento crítico o desastre, las víctimas suelen usar


mecanismos religiosos y espirituales para mitigar la enormidad de la crisis que están viviendo.
Muchas veces, la víctima no se da cuenta de estar utilizando estos mecanismos.

 Sobrellevar—En su pelea por sobrevivir, las víctimas usan la espiritualidad y la religión


para sobrellevar la situación crítica hasta que se amaine la crisis.
 Sanidad—Hay evidencia clínica de que la religión y la espiritualidad tienen efectos
positivos de prevención y curación sobre las enfermedades y el distrés emocional.
 Apoyo—Las víctimas usan la mecánica o instituciones religiosas para proporcionarles
un apoyo emocional al lidiar con el trauma emocional ocasionado por los desastres y la
muerte. La disponibilidad de Dios, los pastores o de las instituciones religiosas proveen
el apoyo espiritual y emocional durante las crisis.
 Preguntas—En el caos y la confusión que resultan de los desastres, las víctimas tienen
necesidad de darle sentido al evento traumático. La espiritualidad y la religión proveen
las herramientas necesarias para hacer preguntas y resolver problemas relacionados
con la búsqueda de significado.
 Búsqueda—Mientras las víctimas buscan respuestas y comprensión, la religión y la
espiritualidad proveen los mecanismos para buscar y solicitar.

63
 Mitigación del estrés—La oración ofrece un «oído atento» durante la crisis. Le permite
a la víctima descargar o ventilar su crisis de una manera esperanzadora. La oración
ofrece una avenida para procesar el caos y reducir el estrés a través de la repetición, la
comunión y la meditación.
 Conexión—La oración y las actividades espirituales ayudan a conectar a las víctimas
con otros y con Dios (ver páginas 8, 9 y 10). Este tipo de actividades aúnan a las
personas dentro de un lugar compartido donde pueden recibir apoyo y guía para integrar
«la crisis actual» con el pasado y el futuro. Al unir las memorias de logros pasados,
experiencias entrañables y viejas tradiciones con esperanza de progreso, así como la
promesa de memorias futuras y las nuevas tradiciones, las personas se dan cuenta de
que no están solas en su sendero de tratar la crisis actual.

Temas espirituales y preguntas de víctimas y sobrevivientes

Luego de los eventos críticos como las situaciones de desastre, las víctimas y los
sobrevivientes hacen gran cantidad de preguntas espirituales. Por ejemplo después del 11 de
septiembre de 2001, este tipo de preguntas se convirtieron en temas comunes de conversación
durante la cena, las reuniones y las clases. Las preguntas espirituales son difíciles, y raramente
los capellanes tienen las respuestas adecuadas. No es sólo razonable sino necesario esbozar
este tipo de preguntas, así como es importante que el capellán las escuche y las valide, sin
necesitar una respuesta. Al hacer estas preguntas, las víctimas y los sobrevivientes pueden
comenzar el proceso de luto sobre lo que han perdido.

 ¿Por qué me ha sucedido esto?


 ¿Por qué __________ tenía que morir?
 ¿Por qué Dios no me escogió a mí en su lugar?
 ¿Dios hizo esto para castigarme?
 ¿Esto significa que le debo mi vida a Dios ahora (que he sobrevivido)?
 ¿Por qué hace sufrir Dios a tanta gente buena?
 ¿Por qué permite Dios que sucedan cosas malas?
 ¿Por qué Dios lastima a los niños?
 Me quiero morir… ¿por qué no puedo morir yo, también?
 ¿De quién es la culpa que haya sucedido esto?
 ¿ _____________ (el victimario) será castigado por esto?
 ¿Por qué Dios no responde a mis oraciones?
 ¿Cómo sé que Dios me está diciendo algo?
 ¿Por qué permite Dios que exista el mal en el mundo?
 ¿Dios a quién le rinde cuentas?
 ¿Existe la vida después de la muerte?
 ¿Existe realmente el cielo?
 ¿Irá _________ (el victimario) al infierno por hacer esto?
 ¿Qué hice para merecer esto?
 ¿Dios me escogió para sufrir por alguna razón en especial?
 ¿Surgirá algo bueno de este sufrimiento?
 ¿Hay algo que puedo hacer para que Dios deje de hacer esto?
 ¿Qué motivo tengo para vivir?
64
 ¿Por qué no puede __________ hacer algo para detener esto?
 ¿Soy especial porque sobreviví al desastre y __________ no?
 ¿Qué se espera de mí ahora que sobreviví el desastre?

Estilos religiosos de sobrellevar una crisis

Cuando las personas entran en crisis, la religión y la espiritualidad son esenciales para
ayudarlas a sobrellevar momentos de excitación intensa. Las emociones han llegado a niveles
extraordinarios y su funcionamiento cognitivo es bajo. Por eso, las víctimas dependen de su fe
para ayudarles a dar sentido y significado al caos.

Los capellanes en situaciones de desastre se equivocan al dar por sentado que la fe


expresada por toda víctima es una fe en Dios o en la religión. Algunas víctimas pueden
expresar fe en sus familias, en los trabajadores de socorro, en sus relaciones personales, en
las instituciones, en su propia fuerza y vigor, o en las leyes naturales. Algunas víctimas
expresarán su fe en una combinación de estas expresiones. Siempre es beneficioso aclarar
en qué se tiene fe para proveer una atención espiritual efectiva.

El Dr. Kenneth Pargament, de la Universidad de Bowling Green, investigó los


mecanismos religiosos que utilizan las personas para sobrellevar el trauma.vi El siguiente
resumen está basado en su investigación. En tiempos de distrés, las personas pueden usar su
religión o espiritualidad para responder a las dudas que rodean a los eventos críticos o los
desastres de las siguientes maneras:

 Valoración benévola de su religión


 Búsqueda de la presencia amorosa de Dios
 Búsqueda la presencia de líderes o miembros de su fe
 Súplicas de intercesión directa
 Actos de purificación
 Asistencia religiosa
 Conversión
 Culpar a Dios o a los espíritus
 Asignación demoniaca del evento
 Castigo de Dios
 Evasión de la religión o distracción
 Resolución de problemas por evasión
 Resolución individualizada de problemas
 Resolución de problemas de forma colaborativa

Los capellanes en situaciones de desastre pueden facilitar la atención espiritual


afirmando los mecanismos positivos de sobrellevar la situación iniciados por las víctimas. Las
víctimas pueden utilizar múltiples mecanismos simultáneamente, o rechazarlos
espontáneamente.

Los capellanes afirman los mecanismos positivos de sobrellevar el trauma, pero se


ajustan cuando las víctimas sugieren maneras destructivas de hacer frente al evento crítico
65
traumático. Cuando las víctimas sugieren el suicidio, el homicidio, actividades ilegales u otro
tipo de comportamientos que resultan en daño personal o una amenaza a otros, el capellán
debe reclutar a personal de atención adecuadamente entrenado para lidiar con tal
comportamiento. Por ejemplo, una persona con tendencias suicidas necesita intervención
inmediata para que no se suicide, y atención psicológica profesional. Una de las tareas del
ministerio de los capellanes es ser como un pastor, que guía espiritualmente a sus ovejas hacia
la atención espiritual. La intervención espiritual significa guiar a las personas a las aguas de
reposo y en delicados pastos, hacia un lugar más saludable y seguro. Los capellanes en
situaciones de desastre reconocen la sabiduría de referir a las víctimas a personas con un
entrenamiento más elevado para atender sus necesidades especiales.

Intervenciones espirituales útiles para situaciones de desastre

George Everly, cofundador de la Fundación Internacional del Estrés ante un Incidente


Crítico, enseña que las intervenciones de atención espiritual son intervenciones adicionales
provistas bajo los fundamentos de los mecanismos tradicionales de intervención crítica. Estos
mecanismos tradicionales incluyen:
 Intervención temprana: a pocas horas del evento traumático
 Ventilación catártica: ventilación de emociones
 Apoyo social: modelo grupal
 Resolución de problemas: soluciones y respuestas alternativas
 Reinterpretación cognitiva: reinterpretar el evento de manera no amenazante,
menos desafiante

Además del ministerio de presencia, el ministerio de compasión y el ministerio de


atención a través del arte de escuchar narrativas, los agentes de atención espiritual en
situaciones de desastre tienen la opción de proveer atención espiritual por medio de otros
métodos de intervención crítica espiritual que sean singularmente suyos como personas de fe
y espiritualidad. Tales métodos incluyen:

 Educación, comprensión, y reinterpretación de la Biblia


 Oración individual y conjunta
 Creencia en la oración intercesora
 Cosmovisiones unificadoras y explicativas
 Confesión ventilativa
 Sistemas de apoyo social basados en la fe
 Rituales y sacramentos
 Creencia en la intervención y perdón divinos
 Creencia en la vida después de la muerte
 Ethos singular del intervencionista crítico
 Comunicaciones singularmente confidenciales o privilegiadas

66
Los capellanes cristianos a menudo tienen oportunidades para compartir las Buenas
Nuevas. Cuando las víctimas preguntan acerca de otras posibilidades o las creencias
personales del capellán, es completamente apropiado compartir la fe personal. Jesús
frecuentemente utilizó un enfoque sensible y respetuoso, solicitando permiso para compartir
su fe, sin coerción.

Alertas para capellanes durante las intervenciones

Hay un sentido de urgencia que se experimenta en el campo de las situaciones de


desastre. Los capellanes en estas circunstancias desean paz y fortaleza espiritual para las
víctimas que encuentran. Pero el proveedor de atención prudente es sensible y consciente de
posibles alertas de peligro. Cuando se ignoran estas señales, se convierten en serios errores
con consecuencias duraderas para las víctimas. Los siguientes ejemplos representan señales
de peligro:

 Tratar de improvisar las cosas “sobre la marcha” sin hacer planes específicos de
intervención crítica
 Tratar de proveer intervenciones sin un equipo de respuesta crítica
 Tratar de debatir asuntos teológicos con víctimas o sobrevivientes traumatizados
 Contestar preguntas como «¿Por qué?» sin las precauciones necesarias
 No honrar el derecho de libertad de ejercicio religioso
 No reconocer los síntomas graves o urgentes del estrés
 No diferenciar los síntomas clínicos continuos que existían antes del desastre, y los
síntomas de trauma que han resultado del evento

La ética de las intervenciones de capellanes en situaciones de desastre

Los capellanes en situaciones de desastre enfrentan grandes responsabilidades. La


integridad de carácter debe darse por sentada, y la traición hace daño a la profesión entera.
Se exigen estándares morales y éticos de alto nivel, dado que la situación de crisis hace a la
víctima y al proveedor de atención vulnerables a cometer errores de ética.

Tres áreas son de particular importancia. La primera es la confianza. Las víctimas han
sido reducidas a los niveles más básicos del desarrollo humano; es decir, a la confianza.
Cuando ocurre el trauma, las víctimas y los sobrevivientes son conmovidos. Tienen miedo y
desconfían de la situación. Por lo general, los capellanes en situaciones de desastre son
percibidos como delegados de Dios: padres, protectores, proveedores y sanadores. Los
capellanes caminan sobre tierra movediza cuando intentan asumir el papel de Dios.

Las conversaciones con los capellanes son singularmente confidenciales. Si debe


revelar alguna parte de una conversación, es imperativo que pida permiso al confidente. Si una
persona demuestra señales claras e inminentes de amenaza a sí misma (amenaza de suicidio)
u otras (como la amenaza de un homicidio u otros crímenes inminentes) el capellán está
obligado a actuar en beneficio de los individuos o las personas en peligro. Salvar la vida es la
máxima prioridad.
67
Mantenga la confidencialidad, diga la verdad, no haga juicios de valor y no tome partido
en un argumento entre dos víctimas. El ego hace vulnerables a los proveedores de atención.

Las víctimas pueden ser también bastante vulnerables durante los eventos traumáticos:
especialmente a las conversiones y los cambios espirituales. Los agentes de atención
espiritual no deben usar estrategias retóricas manipulativas o tácticas forzosas para incitar a
las víctimas a tomar decisiones que luego puedan lamentar o ignorar. La provisión de un
diagnóstico espiritual de la situación ayudará al capellán a evitar la coerción de las víctimas y
le ayudará a recomendar respuestas espirituales significativas en un contexto de desastre. Un
buen diagnóstico de la situación espiritual dependerá del buen uso de la habilidad de escuchar
a las víctimas y al Espíritu Santo.

La atención espiritual en situaciones de desastre implica conocer a las personas que


viven circunstancias desesperadas, comprendiendo el nivel de sus necesidades, y
ayudándolas a descubrir la mejor manera de aplicar sus propios recursos espirituales (y otros
recursos disponibles) para poder sobrellevar los desafíos relacionados con el evento crítico.
La predicación y la enseñanza organizada están generalmente reservadas a situaciones más
formales dentro de un desastre, como los funerales, los eventos conmemorativos o los cultos
inmediatamente después del evento.

El rol principal del proveedor de atención espiritual es el de asistir a las víctimas a


determinar su condición física y explorar sus pensamientos o sentimientos, de manera que
puedan formular revelaciones y respuestas espirituales que reflejen su estado deseado de
estabilidad espiritual. Los capellanes de respuesta a situaciones de desastre también deben
estar preparados para proveer información sobre iglesias locales u otros recursos disponibles
para asistir a quienes se preocupan por su estabilidad espiritual. Al conectar a los
sobrevivientes con las iglesias les proveerá los medios de seguimiento disponibles que estarán
a su disposición mucho después de que el capellán haya salido del área afectada.

También se espera que los capellanes mantengan sus propios estándares de


responsabilidad ética. Hay muchos rituales y prácticas religiosas que pueden estar en conflicto
con sus propias creencias y prácticas. Antes de proveer intervenciones críticas, los capellanes
deben informar a los miembros de su equipo y sus colegas sobre cualquier clase de
intervención específica que no puedan ofrecer. Cuando sea posible, deben buscar a otros
proveedores espirituales apropiados que los sustituyan.

¿Qué quieren decirle las víctimas a los capellanes?

Después de muchas horas en el campo de desastre y después de muchas


conversaciones, los capellanes en desastres aprenden un sinnúmero de lecciones de las
víctimas y de los sobrevivientes. La mayoría de las veces, las víctimas no le dicen estas cosas
al capellán, sino que se encierran en sí mismas, retrayéndose a su dolor y sufrimiento,
consumidas por la confusión y el shock. El Rev. Dr. Richard P. Lord expresó muchos de estos
sentimientos en un documento titulado “Fuera del abismo: Ayuda para capellanes que
ministran a las víctimas de crímenes.”

68
 No trate de explicar: aunque clame « ¿Por qué?» no estoy buscando respuestas
racionales y lógicas, sino quiero que Dios y usted estén presentes conmigo en mi dolor.
 No trate de paliar mi dolor: el dolor me demuestra cuánto he perdido. Tal vez le sea
incómodo, pero por favor respete mi realidad. No siempre seré así.
 Quédese a mi lado: en este momento, necesito alguien en quien apoyarme. Tal vez me
retraiga por un momento y llore, lamente, haga mi duelo, o quiera hablar. Quédese a mi
lado para poder alcanzarlo.
 No me olvide cuando todos los demás hayan regresado a sus rutinas normales:
dispóngase a escuchar mi historia de dolor una y otra vez. Cuando hable conmigo,
pronuncie el nombre del ser querido quien perdí y déjeme contarle las memorias más
preciadas.
 Escuche a mis dudas: tengo dudas que necesito que escuche. No intente convencerme
de lo contrario, sino esté conmigo mientras atravieso por esto para que pueda emerger
una fe más significativa.
 No le tema a mi ira: necesito ser honesto con el dolor que siento. No me haré daño, ni
a mí mismo ni a otros. Dios no se siente amenazado por mi ira. La ira no es agradable
de experimentar, pero necesito lidiar con mis emociones.
 Tenga paciencia conmigo: mi progreso tal vez no sea tan rápido como cree que deba
ser. Déjeme revelarle mis debilidades y regresiones. Mejoraré con el paso del tiempo.
 Recuérdeme que en la vida hay más que esto: necesito que me recuerde que hay más
en la vida que el dolor, la ira, y la tristeza que siento. Hábleme de Dios como una
afirmación de la vida. Necesito que Dios sea mi compañero en este viaje doloroso.
Recuérdeme que Su presencia eterna puede penetrar mi angustia.

Conclusión

Proveer asistencia espiritual en los desastres es una tarea difícil. Hay pocas fórmulas
cuantitativas para medir su eficacia y hay menos resultados visibles en el campo de los
desastres. Los capellanes en situaciones de desastre rara vez vuelven a ver a las víctimas
después de su contacto inicial, y a menudo las palabras y acciones que ofrecen son
insuficientes. Debemos recordar que el ministerio está en la entrada voluntaria a la escena del
dolor y el sufrimiento, y ofrecer nuestra presencia y compasión.

69
MINISTRANDO EN MEDIO DE LA DIVERSIDAD

UNIDAD 9

El contexto primario del capellán de respuesta a situaciones de desastre es la


experiencia del trauma, pero también se enfrentará al contexto adicional de la diversidad
cultural. Para ofrecer la máxima atención espiritual posible, y ser de mayor eficacia, el capellán
debe ser sensible a la diversidad de orígenes, cosmovisiones, costumbres, religiones, y demás
diferencias que se hacen presentes en la comunidad afectada.

El ministerio contextualizado es transculturalmente competente

La diversidad cultural intencional crea necesidades múltiples

La cultura es “ La totalidad de patrones de comportamiento, artes, creencias,


instituciones y todo producto de trabajo e ideas característicamente humanas de una
comunidad o población, transmitidos socialmente.” Abarcando más que una identidad nacional
o étnica, la cultura incluye a comunidades vocacionales, educativas, de localidad o motivación,
proveen apoyo social en materias de seguridad y amparo, y protegen a las personas del
impacto que generan los eventos traumáticos.

La globalización y la era tecnológica han creado nuevas normas culturales. No es


extraño encontrar a personas que se identifican con dos identidades simultáneamente, como:
americano japonés, nativo de América hispanohablante, bautista moderado, republicano
conservador. Este tipo de orígenes culturales múltiples puede disminuir la capacidad de
desarrollo de un sentido de seguridad y amparo; sin embargo, también puede proveer
interpretaciones alternativas a fin de sobrellevar con éxito los eventos traumáticos. Las
referencias y la identidad cultural influyen sobre la identificación e interpretación de amenazas
y eventos traumáticos, afectando la manifestación de la respuesta traumática.

Este énfasis intencional de crear una diversidad cultural multiplica inevitablemente el


número de necesidades en una crisis. Las intervenciones críticas deben tratar con asuntos
relacionados al nacimiento, la muerte, la espiritualidad, las posesiones, el poder, los niños, los
ancianos, los ingresos, la educación, la nacionalidad, la orientación sexual y la profesión, así
como la manera en que estos temas se ven influenciados por identidades culturales varias. El
reconocer intencionalmente la diversidad humana crea necesidades múltiples y nuevos
paradigmas sobre las necesidades críticas “normales” o “esperadas”.

Las perspectivas culturales afectan al trauma y la recuperación

“La cultura tiene influencia sobre qué tipo de evento es percibido como amenazante o
traumático”. En los países en desarrollo, la muerte de un hijo puede ser percibida como un
evento predecible, mientras que en países desarrollados, puede definirse como algo
traumático. En un estudio conducido por Carlson y Rosser-Hagan (1994), refugiados de
Camboya que habían sido atacados (50%) o experimentaron la muerte de un familiar (60%)
clasificaron la escasez de comida como un evento más angustiante que la muerte de un
70
familiar. La mayoría de los estadounidenses no puede identificarse con sentir distrés por
escasez de comida.

La cultura influencia cómo las personas interpretan el significado de su evento


traumático (destino, castigo, recompensa). También incide en cómo expresan sus reacciones
a eventos traumáticos (retraimiento, silencio, histeria, abuso físico, estoicismo, vergüenza). Por
último, “Las culturas pueden ayudar a definir caminos saludables hacia nuevas vidas después
del trauma. Las rutinas y las tradiciones de una cultura pueden asistir a los sobrevivientes de
una tragedia a sentirse reorientados. Esto es particularmente cierto cuando […] las culturas
tienen medios establecidos para integrar la historia traumática de un individuo con la teología,
orientación espiritual o mitología de la cultura”. Un aspecto importante de la intervención crítica
es permitir a las víctimas crear una narrativa de su experiencia en crisis. Al hacer esto, el
evento se hace parte de una historia de vida en lugar de ser un evento donde termina la historia
de una vida.

Mostrar respeto hacia la diversidad cultural

El mundo moderno está caracterizado por un alto nivel de diversidad cultural. La


herencia étnica, el idioma, la afiliación política y la religión por lo general producto de la
intersección de culturas. La vocación, la recreación y los niveles socioeconómicos se han
convertido en categorizaciones culturales, tanto como la música, la orientación sexual y los
deportes. El respeto hacia las diferencias culturales puede demostrarse de las siguientes
maneras:

1. El capellán muestra respeto hacia las diferencias culturales al reconocer estas


diferencias sin condenar.
2. Los capellanes también deben ajustarse a las diferencias culturales. Por medio de la
educación, los capellanes obtienen un mayor conocimiento de las diferentes
perspectivas culturales. «Antes de realizar el trabajo intercultural, necesitan educarse
sobre las diferencias en el trasfondo, idioma, rutinas, tradiciones y estructuras familiares
de una cultura. Este conocimiento debe ser utilizado para informar a quienes responden
a una crisis a usar intervenciones más apropiadas». Al fortalecer sus redes de contactos
y sus relaciones, los capellanes ganan acceso a diferentes culturas, permitiéndoles
aplicar sus conocimientos sobre los comportamientos, las metáforas, los conceptos y la
ética de una cultura de diferentes culturas.
3. Mostrar respeto hacia las tradiciones y valores culturales de otros durante los momentos
de mayor sufrimiento y pérdida es una clara demostración de sensibilidad cultural. En
el ministerio de respuesta a situaciones de desastre, el conocimiento de las variaciones
étnicas respecto a la muerte y la angustia es de particular importancia, dado que las
crisis y los desastres frecuentemente resultan en muerte.
4. Los capellanes deben demostrar competencia cultural. Deben ser capaces de integrar
su conocimiento, sensibilidad y consciencia de las diferencias culturales dentro de su
respuesta crítica, mitigando el estrés, ofreciendo consuelo y promoviendo la sanidad de
esta manera. Congruentemente, sus comportamientos, actitudes y políticas apuntarse
hacia una operación efectiva en un contexto cultural diferente. Los capellanes
demuestran respeto hacia las diferencias culturales al demostrar competencia cultural:
su familiarización con ciertas características culturales significativas, su reconocimiento
71
de las diferencias culturales, su desarrollo de la sensibilidad y la comprensión de otros
grupos étnicos y la integración de esta información a sus respuestas solidarias.

Manteniendo la fe personal

La naturaleza del ministerio de respuesta a situaciones de desastre difiere


significativamente del ministerio de la iglesia local. Los participantes de una iglesia local eligen
reunirse bajo las ministraciones de una persona específica como resultado de un “…acuerdo
o apreciación por temas eclesiásticos, doctrinales y teológicos de importancia. En general, los
miembros de una congregación comparten asuntos de fe comunes.” En una iglesia local, los
miembros y otros afiliados tienen un enfoque único como grupo de fe. En el ministerio de
respuesta a situaciones de desastre, las víctimas no escogen su desplazamiento, pérdida, o
capellán; y tienen opciones limitadas. Un capellán en situaciones de desastre tiene un enfoque
de fe múltiple, ministrando en un ambiente pluralista, en el que demuestra respeto y
comprensión por otras creencias espirituales sin comprometer su fe personal. Mientras intenta
reconocer y tener en cuenta las diferencias, el capellán encuentra que su fe personal está en
conflicto con la fe o con los valores de la víctima. Aunque el ministerio en medio de la diversidad
presente temas problemáticos, esto no constituye un llamado a abandonar o violar los valores
o la fe personal. Referir víctimas a otros ministros no es la única solución; es posible reconciliar
las diferencias.

Señales de alerta para los capellanes en medio de la diversidad

Los capellanes deben reconocer ciertas señales de alerta cuando sirven como
intervencionistas de alivio a situaciones de desastre en un contexto de diversidad cultural y
religiosa. Dado que las víctimas son altamente vulnerables, los capellanes deben tener cuidado
de no forzarlas de ninguna manera. Obligar a una víctima a hablar, comer o tomar una decisión
que puede alterar su vida, podría percibirse como algo poco ético. Las víctimas están
generalmente preocupadas sobre las necesidades humanas más fundamentales—la
seguridad y el amparo—y es posible que tengan poca capacidad de tomar decisiones
racionales o lógicas sobre la fe y la religión. Aún así, los capellanes tienen la oportunidad de
guiarlas apropiada y gentilmente hacia una vida espiritual más saludable. Sin obligación (tratar
de forzarlas a convertirse en bautistas), los capellanes pueden compartir el amor de Cristo y
permitir al Espíritu Santo a hacer Su trabajo. Los capellanes también deben tener cuidado de
no proyectar actitudes de superioridad (tales como «he respondido a muchos desastres y he
visto muchas víctimas, así que comprendo exactamente lo que le está pasando, como se
siente, y qué necesita»), no usar expresiones demasiado informales o indeseadas
(dirigiéndose a las víctimas con expresiones como “mi amor”, “querido” o “compañero”), evitar
las imitaciones falsas (tratando de identificarse más con víctimas afroamericanas adoptando
una manera de hablar que no es “natural” a alguien de ese grupo), y no darse a suposiciones
falsas (por ejemplo: el quedarse sin hogar es mejor que la muerte, una víctima musulmana
rechazará ser asistido por un capellán bautista, o dar por sentado que cuando alguien pide un
“milagro” es porque proviene de un sistema de valores cristiano).

72
“Alivio” para el capellán en el contexto de la diversidad cultural y religiosa
La ansiedad es un elemento natural asociado con la provisión de atención espiritual en
un contexto de diversidad cultural y religiosa. Los capellanes pueden estar preocupados por
ser o no ser aceptados por las víctimas, o por sus capacidades de proveer intervenciones en
cierta clase de situaciones. Por lo general, estas preocupaciones naturales son las que los
proveedores de atención deben enfrentar antes de llegar al campo de servicio. Algunos temas
que deben ser considerados son:

 Redefinir el ministerio propio como proveedor de atención espiritual en medio de la


diversidad
 Respetar las diferencias culturales y religiosas sin comprometer las creencias
personales
 Proveer la libertad de la víctima de elegir o negar el ministerio
 Evitar las suposiciones falsas sobre necesidades percibidas
 Conocer y entender las prioridades de su propia fe al ministrar a la diversidad de
tradiciones religiosas.
 Aceptar el “ser” como un ministerio apropiado cuando “hacer” algo es imposible.

Principios para ministrar en medio de la diversidad

La cultura es más que una identidad nacional u origen racial, y recibe la influencia de
muchos elementos: etnicidad, edad, género, familia de origen, núcleo familiar, estado civil,
educación, idioma, profesión, arte, música, nivel económico, nivel social, características
físicas, impedimentos físicos o necesidades especiales, religión y creencias espirituales,
geografía, clima, ambiente, percepciones de tiempo y espacio, vestimenta, comida, formas de
recreación y juego. Aunque hay muchas influencias sobre la creación de identidad, la mayoría
de las víctimas serán “clasificadas” incorrectamente por ciertas características identificativas
únicas. Estas se basan normalmente en la etnicidad observable, el idioma, el género y la edad.
Sin embargo, para el capellán en situaciones de desastre, hay otros temas que pueden ser
considerados. Es útil ser consciente de algunos principios generales aplicables en la
diversidad.

 Hay gran amplitud en la diversidad de algunas entidades étnicas y nacionales (por


ejemplo, no todos los anglosajones son cristianos, y no todos los sudamericanos hablan
español).
 No se puede generalizar sobre aquellos que caben dentro de ciertas categorías
populares (por ejemplo, no todos los asiáticos son bajos, y no todos los argentinos
bailan tango).
 La mayoría de la gente se caracteriza por una intersección de varias culturas (por
ejemplo, una mujer puede ser madre, una ejecutiva de negocio, una atleta, una atea,
una artista, Judía y una sobreviviente de cáncer).
 La multiplicidad de orígenes culturales puede disminuir la capacidad de desarrollar un
sentido de seguridad y amparo (después del 11 de septiembre, un piloto de avión iraní
musulmán debió tolerar gran cantidad de miradas hostiles de pasajeros al entrar a la
cabina de mando de un avión norteamericano).
 Estar expuesto a varias influencias culturales y cosmovisiones (durante la niñez, la
adolescencia, y la adultez) puede aumentar la capacidad de un individuo de responder
73
a eventos traumáticos graves, dándole una comprensión más amplia y multifacética de
un evento, o eventos, facilitando como resultado el reconocimiento de estrategias
alternativas de sobrellevar la crisis.
 Los intervencionistas críticos deben considerar rápidamente las fuentes de identidad
cultural de las víctimas.
 La intensidad de los eventos traumáticos varía según la habilidad individual de integrar
tales eventos dentro de la experiencia personal.
 La cultura influye sobre la percepción de amenaza o trauma.
 La cultura influye sobre las expresiones de reacciones traumáticas.
 La cultura puede condenar o exaltar las respuestas de las víctimas.
 La cultura puede proveer alivio después de un trauma.
 Las identidades culturales múltiples complican el trauma.
 Las metáforas culturales ofrecen revelaciones útiles para las intervenciones.
 Los intérpretes lingüísticos deben ser también capaces de interpretar las respuestas y
las intervenciones culturales.
 La educación es esencial a un ministerio eficaz dentro de la diversidad cultural.
 El capellán debe completar una educación enfocada en la cultura de las identidades
específicas dentro de su centro de responsabilidad.

Los capellanes deben reconocer al «DIOS DESCONOCIDO» en la diversidadvi

El ministerio de Pablo demuestra que uno puede ser fiel al mandamiento de la Gran
Comisión, siendo sensible a las cualidades pluralistas de la cultura del oyente o del grupo. En
Atenas, como se cuenta en Hechos 17:16-34, Pablo utilizó una estrategia con los judíos,
visitándolos generalmente en la sinagoga, y una estrategia diferente con los gentiles,
acercándose a ellos en el mercado. El capellán debe ser capaz de ejercer este tipo de astucia
espiritual ambientes diversos, y tener la audacia de acercarse a las personas donde sea que
estén disponibles. Esta audacia puede ser en forma de proveer ministerio en un refugio, en un
centro de distribución de comida, en el estacionamiento donde se congregan las personas para
recibir información sobre sus dilemas con el desastre, en un servicio conmemorativo o hasta
en presencia de líderes comunitarios que están en desacuerdo con sus preceptos teológicos.

Pablo retrata la importancia de tener gran compasión, respeto y preocupación por las
personas de otras culturas, por aquellos que oyen las buenas nuevas del “DIOS
DESCONOCIDO” al compartir el evangelio con ellos. Pablo ejemplifica la manera en que un
capellán puede ser culturalmente sensible y aún ser fiel a sus propias creencias. Tenga
presente que, al buscar este balance, Pablo muchas veces se encontró en situaciones de vida
o muerte a lo largo de su ministerio.

El estilo ministerial de Pablo también demuestra la importancia del impacto que pueden
tener las oportunidades y la diligencia sobre el ministerio. En Hechos 27, la historia de su
naufragio en camino a Roma representa cómo la iniciativa, el consejo divino y la compasión
pueden jugar un papel significativo en la respuesta crítica. Pablo llevó a sus compañeros de
viaje a tener confianza en él y eventualmente a seguir la guía espiritual de un «Dios
desconocido» a fin de preservar sus vidas. Los capellanes también deben cultivar la capacidad
de tomar la iniciativa, desarrollar la confianza, y aún así mantener un espíritu humilde. Al hacer
74
esto, uno debe buscar el momento apropiado para expresar sus apreciaciones espirituales y
estar dispuesto a someterse a la autoridad adecuada, aún cuando esta responda en
contradicción a su propio entendimiento. Aunque el capellán es representante y embajador de
Dios, no es y nunca será Dios. Como tales, los agentes de atención espiritual no pueden decidir
cómo piensen, crean, o se conduzcan otros; Jesús mismo no obligó a nadie a seguirle.
Un capellán necesita seguir de cerca las cualidades mencionadas arriba para entender
bien a su audiencia identificada, comprender significativamente su propia fe y sus creencias,
tener paciencia para esperar el momento idóneo de hablar, y tener la habilidad de hallar
analogías dentro de varias culturas para ilustrar sus propias convicciones religiosas. Estas son
unas de las pocas cualidades más prominentes que necesitan desarrollarse en respuesta a las
situaciones críticas. Más allá de todo, el capellán debe demostrar compasión por toda persona
y estar preparado para involucrarse primero en acciones de ministerio tangibles para obtener
quizás una audiencia mejor a fin de compartirles el evangelio.

Aclarando las necesidades culturales

Muchas de las reacciones a los eventos críticos y la muerte son similares en todas las
culturas. No obstante, los capellanes pueden sentir ansiedad al acercarse a víctimas cuyas
identidades culturales son diferentes o poco familiares. Equipados con un deseo de ayudar y
no dañar, los capellanes entran dubitativamente en la relación con la víctima. La aclaración es
un aspecto importante del diagnóstico y la preparación. Ayudar a los sobrevivientes y las
familias en superar una muerte traumática está basado en el respeto y la atención.
Hacer preguntas de aclaración puede ser valioso luego de haber hecho el contacto inicial.
Algunas preguntas pueden incluir:
 ¿Hay algo especial que debo saber para ayudarle durante esta crisis?
 ¿Qué es lo más útil que puedo hacer para ayudarle en este momento?
 ¿Hay algo en especial que puedo hacer por________ (el fallecido)?
 ¿Tiene algunas recomendaciones específicas sobre los arreglos funerarios?
 ¿Tiene necesidades religiosas especiales en las que le pueda ayudar?
 ¿Tiene preguntas acerca de lo que va a suceder ahora?
 ¿Hay algún tipo de restricciones religiosas o culturales que deba saber?

Resumen

“Las culturas varían en sus actitudes hacia el tiempo, la propiedad, cómo comparten sus
recursos, cómo definen a la familia y a la comunidad, cómo dividen el trabajo entre los géneros,
cómo enseñan a los niños, cómo juegan, y muchas cosas más”. Para ministrar efectivamente
a las víctimas de los desastres y las emergencias, los capellanes deben contextualizar sus
respuestas ministeriales respetando el patrimonio cultural, las tradiciones y los valores
culturales a través de su comprensión de la cultura y el efecto que tiene sobre el trauma y la
recuperación, reconociendo y dando lugar a las diferencias y manteniendo su propia fe
mientras ministra en medio de la diversidad cultural y religiosa. Los capellanes deben facilitar
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la práctica de las expresiones personales de fe a víctimas de varias entidades culturales
mientras protegen sus creencias y valores personales. El capellán que valora su fe personal
es el que es capaz de apreciar la fe de otros.

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