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Assagioli Roberto El Acto de Voluntad
Assagioli Roberto El Acto de Voluntad
Roberto Assagioli
El enorme poder que el hombre contemporáneo tiene sobre la naturaleza, y las maravillas
que ha creado a través del progreso de la técnica son hechos indudables. NO obstante,
ese hombre capaz de conquistar el espacio y controlar las grandes energías eléctricas es
incapaz de tomar conciencia de su verdadero yo y dominar sus propias emociones,
impulsos y deseos.
Uno de os males más graves que afligen a nuestra civilización es este gran abismo entre
los poderes internos y externos del hombre. El acelerado ritmo de vida, la necesidad cada
vez más apremiante de satisfacer necesidades impuestas por una sociedad de consumo y
el complicado engranaje económico y social que aprisionan actualmente al hombre,
demandan más su energía, sus funciones mentales y su voluntad. Para Roberto Assagioli,
el remido a estos males radica en la simplificación de la vida exterior y el desarrollo de los
poderes internos.
En este volumen, el autor describe las cualidades de la voluntad y sus distintos aspectos,
las fases del acto volitivo y su destino, con el propósito de guiar al hombre modernos en la
experiencia existencial de querer de una manera totalmente consciente y clara.
El ACTO DE LA VOLUNTAD- portadilla
Pagina derecha-
Roberto Assagioli
EL ACTO DE LA VOLUNTAD
Un nuevo enfoque de psicología humanista
pagina izquierda
Catalogación en la fuente
Assagioli, Roberto
El acto de voluntad: un nuevo enfoque de psicología humnaista- México: Trillas, 1989,
Traducción de: The act of will
Incluye bibliografía e indices
PREFACIO
Prefacio................................................................................................................................5
cap. 1
Introducción....................................................................................................................11
cap.4. La voluntad
fuerte...........................................................................................................34
Ejercicios para reforzar la voluntad, 35. Práctica de la voluntad, 36
cap.7. La voluntad
buena..........................................................................................................69
cap8. Amor y
voluntad..............................................................................................................74
Tipos de amor, 74. Relaciones entre el amor y la voluntad, 77. El principio y la técnica de
la síntesis, 81.
cap.9. La voluntad
transpersonal.............................................................................................85
Trascendencia a través del amor transpersonal, 92. Trascendencia a través de la acción
de transpersonal, 93. Trascendencia a través de la belleza, 93. Trascendencia a través
de la autorealización, 94
cap.10. La voluntad
universal..................................................................................................97
Segunda parte. Los estadios de la voluntad
cap.14. Afirmación................................................................................................................
131
Las técnicas de la afirmación, 132. Palabras y frases de poder, 136.
cap.18.Proyecto de la voluntad..........................................................................................
156
Introducción al proyecto de la voluntad, 156. Proyecto de la voluntad, 157.
Referencias....................................................................................................................203
Indice onomástico..........................................................................................................209
Indice analítico..............................................................................................................211
PRIMERA PARTE
La naturaleza de la voluntad
1
Introducción
Muchos escritores, entre ellos Toynbee,han hecho notar que este gran abismo entre los
poderes internos y externos del hombre, es una de las causas más importantes y
profundas de los males individuales y colectivos que afligen nuestra civilización, y
amenazan gravemente su futuro. El hombre ha tenido que pagar un alto precio por sus
conquistas materiales. Su vida se ha vuelto más rica, mas completa y mas estimulante,
pero al mismo tiempo mas complicada y mas extenuante. Su ritmo cada vez se vuelve
mas rápido, las oportunidades que tiene de satisfacer sus deseos, y el complicado
engranaje económico y social en el que ese ha aprisionado, demandan cada vez mas su
energía, sus funciones mentales, sus emociones y su voluntad. Como una prueba de esto
basta observar la jornada del hombre de negocios promedio, del político, de la mujer profe
sionista o del ama de casa.
Muchas veces no tiene el hombre en ´si mismo la posibilidad de luchar contra las
dificultades y las trampas de este estilo de vida. Su resistencia puede romperse frente a
las presiones, la confusión y las vicisitudes que se le imponen. El malestar que deriva de
esto lleva al desaliento, a frustraciones cada vez mayores, y a hasta a la desesperación.
El remedio para estos males, que consiste en acortar la enorme distancia entre los
poderes internos y externos del hombre, ha sido y debe ser buscado en dos direcciones:
la simplificación de la vida exterior y el desarrollo de los poderes internos. Examinemos de
qué modo y hasta qué punto estos dos procedimientos pueden proveer los remedios
necesarios.
LA SIMPLIFICACION DE LA VIDA EXTERNA
Aún antes de que naciera y se desarrollara la tecnología moderna, ya había nacido como
respuesta las crecientes complicaciones y artificialidad de la civilización, una tendencia
hacia la simplicidad. Sus mayores representantes fueron Jean -Jacques Rousseau,con
su invitación a regresar a la naturaleza, y Thoreau, quien renunció a los beneficios de
la ;civilización; y se retiró a vivir una vida sencilla y solitaria, que describe tan bien el
Walden. Recientemente, la desilusión por los “milagros” en las conquistas tecnológicas,
ha explotado en violentas y cada vez mas amargas acusaciones contra toda la estructura
de la civilización moderna, en un rechazo total del actual “modo de Vida”.
Hasta cierto punto, simplificar la vida es posible y deseable. Todos somos capaces, en
parte, de resistir a las lisonjas y al ritmo de la vida moderna: eliminar muchas
complicaciones innecesarias, restablecer un contacto mas íntimo con la naturaleza, y
ejercitar el arte de relajarse y descansar de vez en cuando. Pero pasado un cierto punto,
encontramos grandes dificultades. Deberes de todo tipo, lazos familiares obligaciones
profesionales, nos encadenan a la rueda de la vida moderna y nos obligan a a adaptarnos
a su ritmo frenético.
Pero aunque las circunstancias lo permitieran y se lograra simplificar notablemente la
vida, el problema se habría resuelto sólo en parte. El hombre modernos, ciertamente, no
podrías – ni sería justificado que lo hiciera- abdicar a las posiciones de primer plano y a la
responsabilidad que se deriva de ésta, que ha adquirido en el planeta. El mal no está en
el poder tecnológico en sí, sino en el uso que el hombre hace de éste, y en el hecho de
haber permitido que lo domine y lo haga esclavo.
Para resistir a las tendencias negativas prevalecientes en la vida moderna, se necesita
gran resolución, firmeza y constancia: una clara visión y sabiduría. Pero son éstas,
precisamente, las cualidades interiores y las facultades de las cuales el hombre modernos
está tan gravemente desprovisto. Así que nos encontramos ante la necesidad de recurrir
al segundo procedimiento.
Solamente desarrollando las facultades interiores, el hombre pude alejar los peligros que
derivan de haber perdido el control de las grandiosas fuerzas naturales a su alcance, y de
haberse vuelto víctima de sus mismas conquistas. La aguda conciencia de que desarrollar
estas facultades es indispensable para el mantenimiento de la cordura y la sobrevivencia
misma de la humanidad, y el darse cuenta de que sólo así el hombre puede realizar su
verdadera naturaleza, debería incitarlo para afrontar esta tarea con una intensidad e
deseo y una resolución iguales a los que hasta ahora ha dedicado a sus conquistas
externas.
Fundamental entre estos poderes interiores y aquello a lo cual se debería dar prioridad
resulta la enorme y todavía no usada fuerza de voluntad humana. Entrenarla y usarla
constituyen la base de todo esfuerzo. Hay dos razones para esto: la primera es la posición
central que la voluntad ocupa en la personalidad del hombre, y su íntima relación con el
centro de su mismo ser, su verdadero yo. La segunda razón es que la voluntad tiene la
función de decidir lo que se debe hacer, y la de usar todos los medios necesarios para su
realización, perseverando a pesar de todos los obstáculos y las dificultades.
Pero cuando uno se propone realizar esta tarea se puede sentir confuso y desconcertado.
Una panorámica histórica d ellos problemas relacionados con la voluntad, muestra que las
tentativas de resolver este problema a nivel teórico e intelectual, no solamente no llevan a
la solución sino que desemboca en una contradicción, o en un planteamiento confuso o
desorientado (véase apéndice 4).
Es por eso que creo que el procedimiento correcto es el de posponer todas las teorías y
las discusiones intelectuales sobre el tema, y empezar a descubrir la realidad y la
naturaleza de la voluntad a través de la experiencia existencial directa.
La actividad volitiva está en estrecha relación con la conciencia del Yo como centro activo
y unificado de todos loe elementos de la vida psíquica. El Yo, que al principio es un
misterio, el punto de referencia de toda experiencia psíquica, gradualmente se afirma, a
mediad que logra distinguiese como centro de actividad, de cada uno de sus elementos
particulares (sentimientos, tendencias, instintos, ideas). La voluntad es precisamente esta
actividad del Yo que es una unidad, que se eleva sobre la multiplicidad de sus contenidos,
y que sustituye la precedente acción impulsiva, fragmentaria y centrífuga de estos
contenidos. Yo y voluntad son términos correlativos, el Yo existe en cuanto tiene su
propias, específica capacidad de acción que es la voluntad, y la voluta d existe sólo como
una actividad distinta y autónoma del Yo.
Conviene darse cuenta de la relación entre el Yo la voluntad, por un lado, y las distintas
funciones psíquicas por el otro. Esta relación puede aclararse con el diagrama siguiente:
16. PRIMERA PARTE. LA NATURALEZA DE LA VOLUNTAD
Esta aguda conciencia, este despertar, y esta visión de nuevas e ilimitadas
potencialidades de expansión interior y de acción externa, nos dan confianza, seguridad,
alegría, “entereza”.
Pero esta revelación inicial, esta luz interior, por más viva e inspiradora que sea en el
momento en que se produce, puede atenuarse y apagarse o dar destellos intermitentes.
La nueva conciencia del Yo y de la voluntad es fácilmente sometida por el flujo continuo
de impulsos, deseos, emociones e ideas; es anulada por una constante invasión de
impresiones del mundo externo.
Entonces la necesidad de proteger, cultivar y reforzar la conquista inicial se hace evidente,
para hacer de esto una riqueza permanente y para usar sus grandes posibilidades. Pero
cuando se empieza con esta tarea se encuentran dificultades, se advierte cierta clase de
resistencia. La concepción victoriana de la voluntad todavía está muy difundida, la
concepción de algo severo que prohibe, condena y reprime la mayor parte de los
aspectos de la naturaleza humana. Pero una concepción tan errada se podría llamar la
caricatura de la voluntad. La verdadera función de la voluntad no es la de actuar contra
los impulsos de la personalidad para forzar la realización de nuestros fines. La voluntad
tiene una función directiva y reguladora; pone en equilibrio y usa constructivamente todas
las otras actividades y energías del ser humano, sin reprimir ninguna de ellas.
La función de la voluntad es parecida a la del timonel de un barco; gracias a él la ruta del
barco se mantiene con firmeza, a pesar de los impulsos causados por el viento y por la
corriente. Pero la energía que necesita para girar el timón es completamente distinta de la
necesaria para impulsar el barco entre las olas, ya sea ésta generada por los motores, por
el viento, por las velas, o por los esfuerzos de los remeros.
Otra forma de resistencia deriva de la tendencia general de la inercia, o dejarse gobernar
por el lado “cómodo” de la propia naturaleza, a permitir que los impulsos interiores o las
influencias externas dominen la personalidad. Se puede resumir como la oposición a
“ocuparse”, a pagar el precio requerido por un compromiso importante. Esto a menudo es
cierto para el desarrollo de la voluntad, pero no es razonable esperar que el
entrenamiento de la voluntad pueda cumplirse sin el esfuerzo y sin la constancia que se
requieren para desarrollar cualquier otra cualidad, ya sea física o mental. Y este esfuerzo
será más que recompensado, porque el uso de la voluntad está en la base de toda
actividad. Por esto, una voluntad bien desarrollada hace más eficaz todo esfuerzo futuro.
Después de obtener la convicción, la certeza de que la voluntad existe, y de que nosotros
tenemos una voluntad, viene la comprensión de una íntima relación entre la voluntad y el
Yo. Esta culmina en la experiencia existencial de la pura autoconciencia , la percepción
directa de sí mismo, el descubrimiento del Yo. En realidad esta experiencia está implícita
en la conciencia humana. Es lo que la distingue de los animales, que son conscientes
pero no son autoconcientes. Los animales son conscientes: lo demuestran claramente en
sus relaciones emotivas a las situaciones y con sus relaciones afectivas con los seres
humanos. Los seres humanos van más allá de la simple percepción animal y saben que
perciben. Pero generalmente esta autoconciencia es más implícita que explícita. Se vive
de manera desorganizada y nebulosa porque generalmente se confunde con los
contenidos de la conciencia (sensaciones, impulsos, emociones, pensamientos). Este
continuo impacto vela la calidad de la conciencia y produce una falsa identificación del Yo
con estos contenidos transitorios y mutables. Por eso, si queremos volver explícita, clara,
viva, la autoconciencia, debemos desidentificarnos de todos estos contenidos e
identificarnos con el yo. Esto se puede obtener con algunos tipos de meditación, pero de
manera especial con el ejercicio de autoidentificación descrito en mi libro Psicosíntesis y
expuesto aquí en el Apéndice 1 para comodidad del lector.
La autoconciencia o conciencia del Yo, tiene dos características: una la introspectiva, la
otra dinámica. Esto se puede expresar de varios modos: por ejemplo, “percibo ser y
querer”, o bien “puesto que soy, puedo querer”. La íntima relación entre el Yo y la
voluntad, entre el ser y el querer, fue enunciada claramente por el profesor Calò, en su
artículo sobre la voluntad en la Enciclopedia italiana:
La actividad volitiva está en estrecha relación con la conciencia del Yo como centro activo y
unificador de todos los elementos de la vida psíquica. El Yo, que al principio es un misterio, el punto
de referencia de toda experiencia psíquica, gradualmente se afirma, a medida que logra distinguirse
como centro de actividad, de cada uno de sus elementos particulares (sentimientos, tendencias,
instintos, ideas). La voluntad es precisamente esta actividad del Yo que es una unidad, que se eleva
sobre la multiplicidad de sus contenidos, y que sustituye la precedente acción impulsiva,
fragmentaria, y centrífuga de estos contenidos. Yo y voluntad son términos correlativos, el Yo existe
en cuanto tiene su propia, específica capacidad de acción que es la voluntad, y la voluntad existe
sólo como actividad distinta y autónoma del Yo. (1)
Conviene darse cuenta de la relación entre el Yo y la voluntad, por un lado y las distintas
funciones psíquicas por el otro. Esta relación puede aclararse en el diagrama siguiente:
1. Sensación
2. Emoción-Sentimiento
3. Impulso- Deseo
4. Imaginación
5. Pensamiento
6. Intuición
7. Voluntad
8. Punto central:
Yo o Si personal
Figura 2.1
(1) Las referencias comienzan en la página 202
La voluntad ha sido puesta al centro del diagrama en el contacto con el Yo consciente o
sí personal, para mostrar la estrecha relación entre ellos. A través de la voluntad, el Yo
actúa sobre las otras funciones psicológicas, las regula y las dirige. Como todos los
diagramas, el diagrama está simplificado al máximo, pero sirve para
subrayar la posición central de la voluntad.
Sin embargo, todavía falta dar un paso, otro descubrimiento se tiene que hacer: el de la
relación entre el Yo y el Sí Transpersonal o superior, del cual el Yo es un reflejo o
proyección. Esta relación está descrita en la figura 2.2, en el diagrama de la constitución
psicológica del hombre. El Yo está indicado por el punto del centro
del campo de la conciencia, mientras que el Sí Transpersonal está representado por una
estrella sobre la cima del inconsciente superior. No me detendré más en esto, porque el
tema está tratado en el capítulo que habla sobre la voluntad transpersonal, que es una
función del Sí Transpersonal.
Para empezar la discusión sobre el entrenamiento de la voluntad es necesario dar las
bases
Conceptuales. El tema es muy amplio y espero que el lector tenga paciencia para
seguirme en la elaboración de las categorías que describen la voluntad. Estas categorías
son necesarias para obtener un cuadro general de la voluntad completamente
desarrollada y, todavía más importante, para dar un paso hacia delante en el
entrenamiento de este atributo humano tan determinante.
1. Inconsciente inferior
2. Inconsciente medio
3. Inconsciente superior o
Superinconsciente
4. El campo de la conciencia
5. El Sí consciente o Yo
6. El Sí transpersonal
7. Inconsciente colectivo
Figura 2.2
Lo primero para entrenar la voluntad es tener una idea clara de las distintas cualidades,
conocerlas y comprenderlas a fondo. Entonces pueden evocarse en la proporción y el
modo adecuados que requiere la situación. Algunas cualidades están más íntimamente
ligadas con algunos aspectos específicos y algunos estadios de la voluntad, (2)
hablaremos de estas relaciones conformen avancemos.
Se debe recordar también que algunas cualidades están estrechamente relacionadas
entre sí y hasta cierto punto empalmadas, como en el caso de las cualidades de Dominio,
Concentración, Decisión e Iniciativa. Otras cualidades por el contrario, tienen
características opuestas. La voluntad plenamente desarrollada sabe como usar estas
diferentes cualidades, a veces una, a veces otra, según se necesite, o lograr un equilibrio
entre ellas, siguiendo un sabio término medio. Algunas veces, por ejemplo, para realizar
mejor un acto de voluntad es necesario balancear, por un lado, la Decisión y la Audacia y,
por otro, la Disciplina y la Perseverancia.
ENERGÍA-DINAMISMO-INTENSIDAD
(2)Los estadios del acto volitivo de principio a fin son: finalidad, deliberación, división, afirmación,
planificación y dirección de la acción. La información completa de estos estadios se encuentra en la
segunda parte de este libro.
Pero no es la única cualidad de la voluntad, y si no está asociada con las otras cualidades
y equilibrada por la acción de las otras funciones psicológicas, difícilmente logrará su
propósito.
Esta cualidad, tomada por sí sola, puede tener efectos nocivos y desastrosos tanto en la
persona que “quiere” como en sus objetivos. Tales efectos se producen cuando la
voluntad es usada de un modo autoritario, represivo, prohibitivo; ha sido llamada la
voluntad “victoriana” porque fue prolijamente usada en este periodo, particularmente en el
campo de la educación. De esta cualidad se hizo tan mal uso que acarreó descrédito a la
voluntad, produciendo una reacción violenta llevada hasta el otro extremo: la tendencia a
rechazar toda clase de control y de disciplina en los instintos, los impulsos, los deseos y
los caprichos: El culto a la espontaneidad sin freno.
Así, para captar bien la voluntad se necesita tener una visión clara y equilibrada de su
naturaleza dual: dos aspectos diferentes pero no contradictorios. Por un lado el “elemento
energía” necesita ser reconocido, apreciado, si es necesario reforzado y después aplicado
sabiamente. Pero, al mismo tiempo, debe reconocerse que hay actos volitivos que no
demandan necesariamente un esfuerzo. Sobre las bases de la investigación experimental
Avelino y otros han observado que un acto de voluntad que tenga como consecuencia
una acción difícil, puede hacerse absolutamente sin esfuerzo.
Se puede decir que particularmente las fases de la intensión, evaluación y elección
pueden no requerir esfuerzo. Incluso, existe otra condición, una condición superior, en la
cual la voluntad personal procede sin esfuerzo; esto ocurre cuando el que “quiere” está
tan identificado con la Voluntad Transpersonal (o en un nivel todavía más elevado y más
completo, con la Voluntad Universal) que todas sus actividades las realiza libremente;
este es un estado en el que él se siente a sí mismo como si fuera el canal de la voluntad
en el cual fluyen y operan las poderosas energías. Esto es el wu-wei, o el estado taoísta
mencionado por Maslow en The Farther Reaches of Human Nature.
Cuando se comprende la existencia de los dos aspectos de la voluntad, se puede afrontar
sin resistencias y sin mal entendidos su elemento “energía”. Ésta es una experiencia
directa que, como ha sido mencionado previamente, se realiza cuando hay un conflicto o
un esfuerzo debido a condiciones o fuerzas opuestas que queremos superar. Podemos
entonces percibir claramente la intesidad necesaria para superar estas fuerzas opuestas,
así como un atleta siente el esfuerzo muscular que debe hacer para brincar un obstáculo
especialmente alto.
DOMINIO- CONTROL-DISCIPLINA
Control y disciplina son necesarias en todo tipo de entrenamiento, ya sea que se trate
de aprender técnicas y adquirir habilidades, o bien de realizar el infinito potencial humano.
Esto significa, primero, desarrollar a un nivel normal las funciones psicológicas más
débiles y, luego llevar a un nivel superior de eficiencia las capacidades normales. El punto
es obvio y más o menos aceptado conscientemente, está presente en todas las formas de
deporte como también en le desarrollo se las habilidades técnicas necesarias para la
expresión artística. La necesidad de la disciplina fue reconocida y aceptada por un gran
violinista, Kubelik: “si dejo de practicar un día, yo siento la diferencia; sino me ejercito por
dos días, mis amigos lo notan; si no me ejercito por tres días, el público lo comenta”. El
uso del control y la disciplina es fundamental también en el entrenamiento de la misma
voluntad, como o se aclara en los últimos capítulos. Con el control, la disciplina y el
entrenamiento se alcanza el dominio, que nos da tanto el máximo grado de eficacia como
el más intenso y duradero sentido de seguridad, satisfacción y alegría.
CONCENTRACIÓN- CONVERGENCIA-
ATENCIÓN- FOCALIZACIÓN
Ésta es una cualidad esencial de la voluntad. Su carencia puede hacer vana incluso a una
voluntad fuerte, mientras que su uso puede compensar eficazmente una debilidad relativa
en la fuerza o “voltaje” de la voluntad. Esta acción es análoga a la de una lente que
enfoca los rayos del sol para concentrar e intensificar su calor.
La concentración se obtiene con la atención, cuya función en el acto de la voluntad ha
sido bien enfatizado por William James. Tal atención puede ser “involuntaria” en el sentido
de que puede ser el producto de una necesidad o un interés predominante. Pero cuando
el objeto de la atracción no es atrayente o “interesante” en sí mismo, la atención requiere
de una concentración adicional o de un esfuerzo persistente.
Una anécdota interesante narrada por Ramacharaka en su libro Raja yoga puede servir
para esclarecer este punto. Habla del famoso naturalista Agassiz y de su método para
entrenar a sus discípulos:
Sus discípulos llegaron a ser reconocidos por su atenta capacidad de observación y percepción,
y su consiguiente habilidad para “pensar” acerca de las cosas que habían visto. Muchos de
ellos alcanzaron posiciones de prestigio y reconocían que esto era debido en gran parte a su
entrenamiento cuidadoso. Se narra que un nuevo estudiante se presentó un día a Agassiz
pidiendo ser aceptado para trabajar. El naturalista tomó un pez de un vaso en el que había sido
conservado, y poniéndolo ante el joven estudiante le ordenó observarlo atentamente y estar
listo a reportar cualquier cosa que notara acerca del pez. El estudiante quedó a solas con el
pez. No había nada particularmente interesante en aquel pez, era semejante a tantos otros
peces que había visto antes. Observó que tenía aletas, escamas, una boca y dos ojos, si, y una
cola. Después de media hora el estudiante tuvo la certeza de haber observado todo lo que
había de observar en el pez. Pero el naturista no regresaba. El tiempo pasaba y el joven no
tenía nada que hacer, empezaba a cansarse y aburrirse. Salió a buscar al maestro, pero no lo
encontró y entonces tuvo que regresar y observar de nuevo a aquel famoso pez. Habían
pasado muchas horas y sabía del pez un poco más de lo que sabía al principio.
Se fue a comer, y cuando regresó no había otra cosa que hacer más que mirar al pez. Se sintió
disgustado y desalentado, y hubiera deseado no haber ido nunca con Agassiz, quien por lo que
parecía, después de todo no era más que un viejo estúpido, anticuado. Entonces, para pasar el
tiempo empezó a contar escamas. Cuando hubo terminado, contó las espinas de las aletas.
Después empezó a hacer un dibujo del pez. Mientras hacía el dibujo notó que el pez no tenía
párpados. Así descubrió que, como su maestro decía a menudo, “un lápiz es el mejor ojo”. Poco
después regresó el maestro y quiso saber qué había observado el joven, pero se fue
desilusionando diciéndole que continuara observando y que tal vez pudiera ver algo.
Entonces el muchacho se empeñó y empezó a trabajar con el lápiz, anotando pequeños
detalles que antes había dejado escapar pero que ahora eran evidentes. Empezaba a adquirir el
secreto del hábito de observar. Poco a poco descubrió nuevos puntos de interés en el pez. Pero
esto no le bastó al maestro, quien le hizo mantener trabajando sobre el mismo pez por tres días
enteros. Al final de estos tres días el estudiante sabía verdaderamente algo acerca del pez, pero
sobre todo había adquirido el “arte” y el hábito de observar atentamente y percibir detalles.
Se cuenta que después de algunos años el estudiante, que para entonces había llegado a ser
un personaje importante, acostumbraba a decir: “ aquella fue la mejor lección de zoología que
he tenido, una lección que ha influido en los detalles de todos los estudios que emprendí
posteriormente; una herencia que el profesor me dejó, así como a los otros, de inestimable
valor, que no habríamos podido comprar y de la cual no nos podemos separar”.
DETERMINACIÓN- DECISIÓN
-RESOLUCIÓN- PRESTEZA
PERSEVERANCIA –RESISTENCIA-PACIENCIA
(3) La fase de deliberación en el acto de voluntad se tratará con mayor profundidad en el capítulo 13.
Otro tipo de perseverancia es la que se ejercita a pesar de los fracasos repetidos. Este es
el secreto de muchos inventores y científicos de éxito. Se dice que Edison probó cerca de
dos mil sustancias antes de encontrar el filamento de de carbono para construir un bulbo
eléctrico. Pensemos cuanto hemos de agradecerle a su extraordinaria constancia.
Hubiera sido totalmente justificado que abandonara el experimento después de haberlo
intentado mil o quinientas veces.
Este tipo de perseverancia se puede llamar tenacidad. Otro ejemplo de tenacidad es el de
los escritores que a pesar de los fracasos repetidos, continúan ofreciendo sus
manuscritos a distintos editores. Un ejemplo notable y divertido es el de Julio Verne, el
pionero de la ficción. Cuando tenía apenas veinticinco años y había terminado su primera
novela, con el manuscrito bajo el brazo fue a tocar a la puerta de catorce editores,
quienes se rieron de su cara. Finalmente el decimoquinto, Hetzel, tomó el manuscrito para
leerlo, después de diez días, Hetzel no solo se empeñó a publicar la novela, sino que
ofreció a Verne un contrato de veinte años para que hiciera un libro al año. La fortuna de
Verne estaba hecha y también la de Hetzel.
La constancia, la tenacidad y la repetición se pueden observar en el mundo de la
naturaleza. Hay un dicho latino que dice: “la gota agujera la piedra no con su fuerza, sino
con el continuo caer”. Esto es un principio que los consejeros y los dictadores conocen
bien. Como muchas cualidades de la voluntad, también la constancia puede usarse
positiva o negativamente. Se usa bien y con éxito en una técnica de la psicosíntesis: la
repetición.
Otra forma de constancia es la resistencia, de la que tenemos una excelente
demostración en el deporte en general y de manera particular en el alpinismo; también,
recientemente, la admiramos, en los astronautas. Es una cualidad preciosa cuando nos
encontramos por largo tiempo en condiciones dolorosas e inevitables. Un maravilloso
ejemplo lo dio Victor Frankl con su valor para sobrevivir en el campo de concentración
nazi, que nos ha descrito tan vividamente en su libro From Death Camp to Exixtentialism.
Estos ejemplos heroicos pueden ayudarnos a superar toda tendencia a lamentarnos y a
rendirnos cuando nos encontramos frente a penalidades físicas bastante menores, o a
condiciones adversas. Desde el punto de vista existencial, esta actitud de resistencia
puede ser definida como “aceptación voluntaria del sufrimiento”. Se ha descubierto que el
rechazo al sufrimiento, a menudo, puede crear condiciones neuróticas, mientras que la
generosa aceptación del sufrimiento inevitable produce iluminación o crecimiento interior y
realización.
Otra forma de constancia es la paciencia. Esta cualidad generalmente no se asocia con
la voluntad a causa de una visión limitada de sus implicaciones, pero la paciencia forma
parte de una voluntad completamente desarrollada. Muchos autores han escrito y
reescritopacientemente algunas partes de su trabajo hasta tener la certeza de que no lo
habrían podido hacer mejor. Herman Keyserling (que escribía mucho y con facilidad, y
generalmente corregía poco o no corregía nada) dijo que cuando trabajaba en lo que él
consideraba su trabajo más importante, Meditations sud- américaines, reescribió algunos
capítulos seis o siete veces cada uno. E. Hemingway, que escribía también de corrillo sin
corregir, reescribió uno de sus cuentos algunas docenas de veces.
INICIATIVA-VALOR (ÁNIMO, ENTREGA)-AUDACIA
Esta cualidad tiene dos raíces: una es el reconocer que la seguridad completa y duradera
es fundamentalmente una ilusión. No ninguna seguridad absoluta en la vida, ni física, ni
económica, ni de otro tipo, por lo buscar la seguridad a toda costa resulta
contraproducente. Esta es una actitud burguesa, contra la cual en la actualidad, hay una
reacción saludable que proviene de la juventud.
Hay además, otro incentivo al valor: el estímulo, la excitación que forman parte del riesgo,
del peligro. Frecuentemente si nos sentimos intensamente vivos, vemos las cosas más
claramente y a veces puede verificarse una verdadera expansión de conciencia y hasta
un estado de éxtasis. Estas experiencias han sido descritas por alpinistas, paracaidistas,
buzos y astronautas. Naturalmente, el riesgo no debe de pasar inadvertido; también aquí
existe el peligro de hacer más de lo necesario, y de exponerse sin necesidad a riesgos
que no tienen otro fin que la excitación emotiva que procuran. Afrontar valerosamente un
riesgo está justificado y es oportuno cuando tiene un valor y un propósito bien
considerado, no si el riesgo es un fin en sí mismo.
Esta cualidad de la voluntad es, en cierto sentido la más importante, aquella que pone en
grado de asumir su función única y específica. Esta función y la manera como obra
pueden ser ilustradas con la analogía de un cuerpo sano. En un cuerpo hay una
coordinación maravillosa de las actividades de toda célula, órgano y grupo de órganos
con la función y el fin de mantener el cuerpo activo
y vivo. El cuerpo nos muestra la inteligente cooperación de cada elemento, desde las
células hasta los grandes sistemas funcionales como el sistema circulatorio, digestivo, etc.
Hay una interpretación completa y un equilibrio recíproco de la actividad de las glándulas
endocrinas, reguladas por el sistema nervioso para crear una condición de equilibrio y
mantenerlas lejos de los impactos negativos del medio externo. El cuerpo, por tanto, un
organismo unificado, una unidad funcional de infinitas partes diversas, demostración
perfecta de la unidad en la diversidad .
¿Cual es el principio unificador que hace posible todo esto? Su verdadera naturaleza se
nos escapa; podemos solamente llamarlo vida; pero podemos decir algo sobre sus
cualidades y sobre sus formas de operación. Han sido llamadas con varios nombres:
coordinación, interacción o síntesis orgánica. Según el matemático Luigi Fantappiè, este
principio es una de las manifestaciones de la ley general de sintropía, o entropía negativa,
de la que nos dio una formula matemática precisa verificada por observaciones. La
sintropía empieza a ser reconocida como un principio fundamental de la naturaleza,
principio que tiene implicaciones universales y de gran alcance. Dice Buckminster Fuller :
“Mi filosofía de la continuidad parte del principio de que para equilibrar el universo que se
expande con desordenada casualidad entrópicamente creciente, debe haber un orden
universal de orden sintrópico, convergente progresivo, y que el hombre es aquella función
reordenadora antiempírica….”Teilhard de Charden nos amplia prueba de esta ley, que
está en la base de toda evolución biológica, psicológica y espiritual y que produce lo que
él llama “complejificación” y “convergencia”. Describe las distintas fases de este proceso
de síntesis, que en el hombre se convierte en un proceso consciente que se mueve hacia
e incluye un centro cósmico y superindividual(4) que él llama el punto omega.
Si consideramos este proceso “desde el interior”, encontramos que podemos tener la
experiencia existencial consciente de él. Podemos sentirla como una energía inteligente
dirigida hacia un fin preciso y teniendo una meta. Éstas son también las características
específicas de la voluntad entendida como expansión el Yo sintetizador. No hay necesidad
de discutir cómo actúa la fuerza unificadora y sinergética en los niveles biológicos. Lo
importante es darse cuenta de que podemos percibir sus manifestaciones superiores en el
se humano consciente, y también en los niveles transpersonales. Esta cualidad de la
voluntad actúa de distintos modos. Primero como sinergia interior, que coordina las
distintas funciones psicológicas; es la fuerza unificadora que tiende hacia la psicosíntesis
personal y nos pone en necesidad de realizarla. Es activa también a nivel transpersonal y
actúa hacia la unificación del centro personal de la conciencia, El Yo o el ego con el Sí
Transpersonal, que lleva a la correspondiente cooperación armónica de la voluntad
personal con la Voluntad Transpersonal (psicosíntesis transpersonal o espiritual).
La voluntad demuestra sinergia también en las actividades exteriores del individuo, en
sus actos volitivos, ya sea en la coordinación como en la organización de las actividades
que se llevan a cabo a través de la Planificación
Y la Programación (el quinto estadio de la voluntad en acción) y en la actividad de dirigir y
regular las fases sucesivas de su ejecución (sexto estadio). La forma en que actúan las
leyes de la cooperación, organización y síntesis es evidente, no solamente en la esfera
intrapersonal sino también en el vasto campo de las relaciones interpersonales, desde la
pareja, los grupos sociales y toda la humanidad. Sus expresiones han sido llamadas de
distintos modos empatía, identificación, amor, voluntad social. Tiende a trascender la
oposición entre individuo y la sociedad, la polaridad egoísta-altruista. Maslow llamó a la
trascendencia de esta dicotomía “la creación de una unidad super ordenada”. Finalmente,
existe la sinergia planetaria y cósmica que – por analogía- podemos suponer que expresa
la acción deliberada de la voluntad de principios o entidades superhumanas
correspondientes, como afirma Teilhard de Chardin.
Esto para él, es lógico, necesario de todo proceso evolutivo. Yo había llegado a la misma
conclusión antes de conocer las obras de Teilhard de Chardin, y lo había expresado en mi
escrito “Psychoanalysis and Psychosynthesis” publicado en 1934 en The Hibbert Journal,
e incluido posteriormente en mi libro Psicosíntesis bajo el título de “Psicología Dinámica y
Psicosíntesis”
Desde un punto de vista aún más amplio y comprensible, la vida misma del universo nos
aparece como una lucha entre la multiplicidad y la unidad trabajo y aspiración hacia la
unidad. Nos parece intuir que- ya sea lo que imaginemos como ser divino o como energía
cósmica- el espíritu actúa sobre toda la creación, al exterior y al interior de ella, la
conduce al orden, a la armonía y a la belleza, uniendo uno con otro a todos los seres
(algunos queriendo, pero la mayoría, ciega y rebelde) a través de los vínculos de amor,
realizando lenta y silenciosa, pero fuerte irresistiblemente la síntesis suprema.
(4) Aquí es necesaria una explicación semántica para evitar confusión y malos entendidos. Mientras que algunos psicólogos, entre ellos
Jung, usan el término “individualidad” para describir los aspectos superiores del ser humano, aspectos que se pueden alcanzar a través
de lo que ellos llaman un proceso de “individuación”, Teilhard de Chardin, que adopta la terminología generalmente usada por los
escritores cristianos, usa la palabra “personalidad” y proceso de
“personalización” para describir el fin superior que supera y trasciende lo “individual”.
4 LA VOLUNTAD FUERTE
Como ya vimos, la voluntad fuerte es, en cierto sentido, el aspecto fundamental y más
familiar de la voluntad. En la fuerza de la voluntad está su poder, su ímpetu, su energía.
Desarrollando la fuerza de la voluntad nos aseguramos que un acto volitivo tenga
bastante intensidad, bastante “fuego”, para realizar su propósito.
Así como las otras funciones también la fuerza de la voluntad puede ser desarrollada y
acrecentada por el entrenamiento y el ejercicio. Permítaseme, sin embargo, subrayar una
vez más que aunque es un aspecto importante de la voluntad, la fuerza es solamente uno
de sus aspectos, busquemos pues, mientras nos esforzamos en incrementar la fuerza de
voluntad, desarrollar también todos los otros aspectos: la voluntad sabia, la voluntad
buena, y la voluntad transpersonal.
Ya que la mayoría de nosotros conoce la voluntad fuerte, no haré descripciones ulteriores
y comenzaré a discutir algunos métodos prácticos y algunos ejercicios que se pueden
utilizar para desarrollarla. Para desarrollar con éxito la voluntad en general, es necesaria
una preparación correcta para poner en movimiento el impulso inicial y el estímulo; esta
preparación debería producir un vivo, ferviente, intenso deseo de desarrollar la voluntad,
que culminará a su vez, en la firme decisión de hacer todo lo que sea necesario para
lograr aquel intento. Esto requiere, por sí, de una cierta dosis de voluntad; pero por suerte
todos tenemos al menos un poco y, aunque exista solamente en estado embrionario, es
suficiente para comenzar. Esta firme decisión puede resultar del impulso y el estímulo
iniciales de un intenso deseo de desarrollar la voluntad.
Busque una postura cómoda, con los músculos relajados. Imagínese a usted mismo, con
la mayor viveza posible, en el momento en que dejó pasar una oportunidad, el daño y
sufrimiento que le ha ocasionado a otros y a usted mismo en el pasado, y en aquellos que
podrían resultar perjudicados en el futuro, como resultado de su actual fuerza de voluntad.
Examinemos las diversas ocasiones, una por una, formulándolas claramente; ahora haga
una escrita lista de ellas. Permítase sentir intensamente los sentimientos que estos
recuerdos reviven, y los pronósticos que despiertan en usted. Deje que surja un fuerte
deseo de cambiar la situación.
Imagine con la mejor viveza posible todas las ventajas que una efectiva voluntad puede
traerle; todos los beneficios, todas las oportunidades, las satisfacciones que vendrán para
usted y los otros. Examínelos atentamente uno por uno. Formúlelos con claridad y por
escrito. Déjese transportar por las sensaciones que se producen. El gozo de las grandes
posibilidades que se abren ante usted; el intenso deseo para realizarlas, el fuerte estímulo
para comenzar inmediatamente.
Imagínese como el ser que posee una voluntad fuerte; trate de verse caminar con paso
firme y resuelto, actuando en cada circunstancia con propósitos bien definidos, decisión y
constancia; Trate de verse resistiendo con éxito a toda tentativa de intimidación y
seducción; visualice como será cuando haya obtenido el dominio interno y externo. (5)
Evocación de sensaciones
Este ejercicio consiste en utilizar el material anteriormente escrito para desarrollar las
sensaciones y la resolución que surgieron del ejercicio anterior. El material que se elija
debe ser estimulante, positivo, que aliente al diálogo, a la interacción, que suscite la
seguridad en sí mismo y provoque una actividad. Para este fin son muy útiles las
biografías de egregias personalidades que hayan tenido gran fuerza de voluntad; libros y
artículos que sirvan para alentar necesidades de realización. Pero para sacar mayor
beneficio de este tipo de lecturas, debe proceder de un modo particular. Lea lentamente,
con mucha atención, subrayando los fragmentos que le impresionen y copiando aquellos
de mayor efecto o que le parezcan particularmente adaptables a su caso. El siguiente
fragmento extraído de “Self Reliance”, de Emerson, ha sido útil para muchos:
Hay en la educación de todo hombre, un momento en que llega a la convicción de que la
envidia es ignorancia, que la imitación e suicidio; que debe aceptarse en lo bueno y en lo
malo, según la porción que le ha sido dada; que aunque el universo esté lleno de riquezas, no
podrá tener ni siquiera un grano de nutriente maíz si no lo conquista trabajando en le pedazo
de terreno que le ha sido dado para cultivar. El poder que reside en él es nuevo en
naturaleza, y nadie fuera de él sabe lo que puede hacer, y él mismo no lo sabe hasta que no
lo haya probado.
Vale la pena releer este fragmento varias veces, hasta entender plenamente su
significado.
Estos ejercicios crean una actitud interior, producir el fervor necesario para decidir
dedicar tiempo, energía y todo el medio útil para el desarrollo de la voluntad.
Una palabra de amonestación: no hable de esto con nadie, ni siquiera con la loable
intención de inducir a otros a seguir su ejemplo. La palabra tiende a disipar las energías
necesarias para la acción. Y si su intención fue conocida, podría provocar comentarios
escépticos o cínicos que le inyectarían duda y desaliento. Trabaje en silencio.
(5) Esta es la técnica del “Modelo Ideal”.Todo el ejercicio está basado en la técnica de la visualización, que
tiene mucho valor y eficacia en todo proceso creativo. La explicación del Modelo Ideal y de la Visualización
está en mi libro Psicosíntesis.
Esta preparación constituye la base de los ejercicios siguientes, que tienden a reforzar
directamente la voluntad.
PRÁCTICA DE LA VOLUNTAD
El principio en que se basa es simple. Todo órgano y toda función del cuerpo se puede
desarrollar con el ejercicio. Los músculos, como el caso de un brazo debilitado, hay
ejercicios ideados para activar solamente la parte del cuerpo que se ha debilitado. Del
mismo modo, para reforzar la voluntad, es mejor ejercitarla independientemente de todas
las otras funciones psicológicas. Esto se puede obtener cumpliendo acciones deliberada
que no tengan otro fin que el de entrenar la voluntad. El uso de estos ejercicios
aperentemente inútiles fue vivamente recomendado por Wiliam James en estos términos:
Más tarde, Boyd Barred basó en este tipo de ejercicios un método para entrenar la
voluntad, que consiste en cumplir en cierto número de tareas simples y fáciles, con
precisión, regularidad y constancia. Estos ejercicios pueden ser hechos por cualquiera, ya
que no requieren ninguna condición particular. Basta estar solos y tranquilos por cinco o
diez minutos al día. Toda tarea y ejercicio se hacen durante algunos días, generalmente
una semana, y luego se sustituyen por otro para evitar la monotonía y la formación de un
hábito que resulte en un automatismo. He aquí un ejercicio de este tipo, citado del libro de
Boyd Barred, Strennth of Wil and How top Develop it:
Resolución. Cada día, durante los próximos siete días estaré de pié sobre la silla aquí en
mi recamara, por diez minutos consecutivos, y trataré de hacerlo con ánimo alegre.
Después de los diez minutos escriban las sensaciones y los estados mentales
experimentados. Hágalo cada día durante siete días.
Primer día: Ejercicio un poco extraño, no natural. Debía yo sonreír o cruzar los brazos, o
estar con las manos en los costados para sentirme contento. Naturalmente me distraía con
varios pensamientos, por ejemplo: “¿A que llevará esta experiencia?” etc.
Segundo día: El tiempo dedicado al ejercicio se pasó fácil y agradablemente. Probé un
sentimiento de satisfacción, de orgullo y de virilidad. Me sentía tonificado mental y
físicamente por el simple hecho de que ejercitaba la voluntad y de que mantenía la decisión
tomada.
Tercer día: Mientras hacía este ejercicio que me había autoimpuesto, advertí un
sentimiento de poder. Gozo y energía acompañan a la experiencia de la voluntad. Este
ejercicio me “tonifica” moralmente, y despierta en mi un sentimiento de nobleza y de
virilidad. La mía no es una actitud de sumisión o de resignación, sino que siento querer
activamente lo que hago yesto es lo que me da satisfacción.
Técnicas similares se pueden inventar al infinito. Lo que cuesta no es hacer este o aquel
ejercicio, sino como se hace. Se debería hacer con gusto, con interés, con precisión, con
estilo. Trate siempre de mejorar la calidad del trabajo, la calidad de la introspección, la
escritura de sus notas y sobre todo trate de desarrollar la percepción y la energía de la
voluntad. Hace bien entrar en competencia consigo mismo (en otras palabras, asumir una
“actitud deportiva” en el mejor sentido de la palabra).
Constituyen una técnica muy eficaz si se usan con l precisa intención y el fin de
desarrollar la voluntad. Como ha dicho el escritor francés Gillet, “La gimnasia es la
escuela elemental de la voluntad…. Y sirve de modelo para la de la mente”. En realidad,
todo movimiento físico es un acto de voluntad, una orden impartida al cuerpo, y el repetir
deliberadamente estos actos con intención, empeño y resistencia, ejercita y vigoriza la
voluntad. De este modo se estimulan sensaciones orgánicas: producen todas un sentido
de fuerza interior, de decisión, de dominio, que eleva el tono de la voluntad y desarrolla su
energía. Sin embargo, para obtener de estos ejercicios el mayor beneficio se les debe
hacer con un único fin, o, por lo menos, con el objetivo principal de entrenar la voluntad.
Estos ejercicios se hacen con precisión calculada y con atención. No deberían ser ni
demasiado vigorosos ni demasiado cansados; si no que cada simple movimiento o grupo
de movimientos se debe efectuar con vivacidad y con decisión. Los ejercicios y los
deportes más adecuados a este fin no son aquellos de naturaleza violenta y excitante, si
no más bien aquellos que requieren resistencia, calma, destreza y valor, que permitan
pausas y una cierta variedad de movimientos. Muchos deportes que se hacen al aire
como el golf, el tenis, el patinaje, el alpinismo y caminar son particularmente adecuados
para entrenar la voluntad; pero cuando éstos no son posibles, siempre se pueden hacer
ejercicios en el retiro de la propia recámara. Hay muchos libros o manuales que describen
las técnicas de los movimientos corporales.
La vida cotidiana, con todas sus tareas y ocupaciones presenta infinitas ocasiones para
desarrollar la voluntad. La mayor parte de nuestras actividades pueden ser de ayuda en
este sentido, porque, si se realizan con intención y con actitud interior apropiada y de la
manera correcta, pueden convertirse en ejercicios precisos de voluntad. Por ejemplo, el
simple hecho de levantarse en la mañana en una hora precisa puede tener su valor, si
con esa intención nos levantamos diez o quince minutos antes de lo acostumbrado.
También vestirse en la mañana puede representar una oportunidad de este tipo, si
hacemos los movimientos necesarios con atención y precisión, con prontitud pero sin
prisa “una rapidez calmada” es una orden útil. Apresurarse lentamente no es fácil pero es
posible; y el resultado es una mayor eficiencia, placer y creatividad sin tensión y sin
cansancio. No es fácil porque requiere una actitud y una percepción duales: aquella de “el
que actúa” y del que observa, simultáneamente.
Durante el resto del día se pueden hacer varios ejercicios para desarrollar la voluntad que,
al mismo tiempo, permiten manifestar otras cualidades útiles. Por ejemplo, mantener la
serenidad haciendo el trabajo de todos los días, por más aburrido que sea o controlar
eventualmente arrebatos de impaciencia cuando nos encontramos frente a pequeñas
dificultades y pequeñas molestias, como cuando estamos guiando un automóvil en el
intenso tráfico, o durante una espera forzada; cuando se notan los errores y los defectos
de un dependiente, o cuando se es tratado injustamente por un superior.
Es más, cuando regresamos a casa, tenemos ocasión de hacer simples y útiles ejercicios.
Controlar el impulso de desahogar el mal humor causado por los distintos disgustos,
molestias y preocupaciones de los negocios; Afrontar serenamente cualquier situación y
tratar de arreglar problemas domésticos. En la mesa, un ejercicio tan útil para la salud
como para la voluntad es el de controlar el deseo o el impulso de comer aprisa pensando
en el trabajo o en otro problemas, entrenándose, por el contrario, en masticar bien y en
gozar la comida con la mente tranquila y relajada. Durante la tarde tenemos otras
ocasiones para entrenarnos, como cuando decidimos resistir a las atracciones de
personas o de cosas que nos harían desperdiciar tiempo y energía.
Ya sea que nos encontremos en la casa o fuera por negocios, podemos interrumpir
resueltamente el trabajo cuando estemos cansados, controlando la impaciencia de acabar
lo que estamos haciendo. Podemos ofrecernos a nosotros mismos una sabia pausa de
descanso y distracción; un breve descanso tomado a tiempo, es de mayor beneficio que
el descanso largo que se hace necesario cuando estamos exhaustos.
En esos momentos de reposo, será suficiente hacer pocos ejercicios musculares o
relajarse algunos minutos. Para el cansancio mental, los ejercicios físicos son
generalmente los más ventajosos, y cada uno de nosotros puede descubrir con la práctica
cual es más adecuado. Una de las ventajas de estas breves interrupciones es que así no
se pierda el interés y el entusiasmo por el trabajo que se está haciendo y, al mismo
tiempo, se superan el cansancio y la tensión nerviosa. Un ritmo ordenado en nuestras
actividades genera armonía en nuestro ser, y la armonía es una ley universal de vida.
Una de las mayores dificultades cuando se trata de desarrollar una voluntad débil
consiste, precisamente, en que falta la voluntad para ponerse a trabajar. Conviene en esta
situación servirse temporalmente de la cooperación de algunos impulsos personales como
el orgullo o la ambición, que pueden dar un incentivo más fuerte que la voluntad pura.
Uno de los mejores incentivos es el instinto de jugar; La actitud deportiva de una
competencia con nosotros mismos
Crea un impulso que, siendo interesante y divertido no suscita la resistencia o la rebelión
que resultarían de una imposición forzada de la voluntad.
Una palabra de advertencia: no es necesario y tampoco oportuno, hacer todos estos
ejercicios de una vez. Es aconsejable empezar solamente con pocos, repartidos en la
jornada, empezando por los más fáciles. Cuándo éstos se logren, se puede aumentar
gradualmente su número, variándolos y alternándolos, cumpliéndolos alegremente con
interés, anotado los éxitos y los fracasos, estableciendo nuevas marcas y tratando de
romperlas con espiritu deportivo y competitivo. Se evita así el peligro de hacer de la vida
algo demasiado mecánico y rígido, haciendo, por el contrario, interesantes y atractivas
aquellas que, de otro modo, serian solamente obligaciones aburridas. Todos aquellos con
quienes tenemos relaciones pueden (sin saberlo) convertirse en colaboradores nuestros.
Por ejemplo, un superior autoritario o un socio exigente llegan a ser por decirlo así, las
paralelas mentales sobre las cuales nuestra voluntad- la voluntad de las relaciones
humanas justas- puede desarrollar su fuerza y su eficiencia. La tardanza con que se nos
sirve una comida nos da la oportunidad de ejercitar la serenidad y la paciencia, y también
la ocasión para leer un buen libro mientras esperamos.
Amigos que pierden el tiempo hablando nos ofrecen la ocasión de controlarnos en el
hablar; nos enseñan el arte de rechazar, cortés pero firmemente, discursos superfluos.
Saber decir “no” es una disciplina difícil pero muy útil. En las palabras de un mencionado
budista: “Un enemigo es tan útil como un Buda”.
ELEMENTOS PSICOLÓGICOS
Las relaciones entre estas funciones son complejas, pero hay dos tipos de interacciones:
Primero, las que tienen lugar espontáneamente, se podría decir mecánicamente;
Segundo, las que pueden ser influidas, gobernadas y dirigidas por la voluntad.
FUERZAS PSICOLÓGICAS
Pero nosotros también podemos aprender a usar estas influencias sabiamente, para
construir en nosotros mismos lo que queremos tener. Porque su dinámica
está regulada por leyes tan precisas como las que gobiernan las energías físicas.
Las distintas funciones psicológicas pueden penetrarse mutuamente e interactuar, pero la
voluntad está en posición de dirigir su interpenetración y su interacción. La posición
central de la voluntad le permite asumir la supremacía por medio de su fuerza reguladora,
pero esta fuerza, a su vez, está gobernada por las leyes psicológicas. Ignorar estas leyes
significa desperdiciar, o correr el riesgo de usar de manera equivocada el poder interno
que la voluntad posee gracias a su posición central. Por lo que es de fundamental
importancia el conocimiento de estas leyes y el uso de las técnicas basadas en ellas.
Haremos una lista aquí de las que tienen una relación práctica con el uso de la voluntad.
Pienso que conocer estas leyes y algunas de sus aplicaciones prácticas, que discutiremos
en el siguiente capítulo, dará una base sólida para todo aquel que quiera entrenar su
voluntad ya actuar sabiamente. Tal vez el lector querrá las leyes y regresa después para
consolidar su comprensión.
Primera ley: Las imágenes estudiar enseguida o figuras mentales y las ideas tienden a
producir las condiciones físicas y los actos externos correspondientes a éstas.
Esta ley ha sido formulada también así: Cada imagen tiene en sí misma un elemento
motor. Toda idea es una acción en estado latente. William James fue uno de los primeros
en llamar la atención sobre la acción “ideo-motora”, en la cual una idea central acciona,
pone en movimiento y activa el sistema muscular en espera.
La existencia de esta ley o proceso fue aprobado abundantemente por los efectos de la
influencia hipnótica y, en el estado de vigilia, de la sugestión y la autosugestión. A la
objeción de que no nos damos cuenta de que las imágenes y las ideas se transforman en
acciones, se puede responder que esto sucede porque, ordinariamente, numerosas
imágenes mentales se agolpan en nosotros al mismo tiempo o en sucesión rápida,
obstaculizándose enredándose recíprocamente. Esta ley está en la base de todos los
efectos psicosomáticos, ya sea patológicos o terapéuticos, y es uno de los hechos que
explican la sugestión de las masas, explotadas tan astutamente y con tanto éxito por los
publicistas y por otros, incluyendo los políticos.
La voluntad desde su posición central puede movilizar las energías de la imaginación en
el interior del individuo para realizar su plan. La voluntad, por lo tanto, puede ser usada
conscientemente e intencionalmente por el individuo para escoger, evocar y concentrarse
en las imágenes y las ideas que lo ayudarán a producir las acciones que desea. Por
ejemplo, imágenes o nobles intentos, usados sabiamente, tienden a evocar valor y a
producir actos valientes.
Segunda ley: Las actitudes, los movimientos y las acciones tienden a evocar las
imágenes y las ideas correspondientes; éstas, a su vez (según la siguiente ley) evocan o
hacen más intensas las emociones y los sentimientos.
Esto está probado claramente con el siguiente experimento: sí cerramos el puño de un
sujeto sensible hipnotizado, gradualmente cerrará el otro puño, alzará el brazo, apretará
los labios, y arrugará la frente, hasta que todo su aspecto sugiera un estado creciente de
ira interior. Sabemos que “hacer un papel” en la vida tiende a suscitar las ideas y las
emociones correspondientes; así, hablar con voz áspera y comportarse como si se
estuviera muy enojado tiende a despertar una verdadera rabia. Esto se ve a menudo en
los niños que empiezan a pelearse de juego pero que poco a poco se envuelven tanto
que terminan peleando en serio.
En esta ley se basa el método usado por algunas personas para penetrar y entender las
condiciones psicológicas de otros. Imitan artificialmente la posición del cuerpo y la
expresión de la cara de alguien a quien estén observando y, al hacer esto, suscitan en sí
mismo las condiciones psicológicas correspondientes.
La voluntad por lo tanto, puede mover el cuerpo y de este modo mover las imágenes y
las ideas correspondientes, haciendo más intensas las emociones y los sentimientos que
la voluntad quiere reforzar. En otras palabras, con movimientos conscientes y con una
finalidad determinada, se pueden evocar y reforzar estados interiores positivos y
deseados. El uso de movimientos de danza apropiados y la técnica oriental de los “mudra”
son aplicaciones típicas de esta ley. Usar sabiamente el cuerpo usando la segunda ley
puede reforzar ulteriormente el elemento motor (primera ley) de las imágenes y las ideas.
Por ejemplo, el individuo que trabaja consigo mismo para desarrollar y expresar el valor
utilizando la imaginación y el pensamiento según la primera ley, puede usar
intencionalmente el cuerpo, asumiendo la actitud correspondiente. Así, con la actitud
corporal reforzará y hará más intensa su imaginación y sus pensamientos, y éstos, a su
vez, evocarán y harán más intensa la experiencia, creando un flujo renovador de energía,
un círculo de retroalimentación positiva por el que el individuo podrá realizar acciones
valerosas. Esta ley y su aplicación se explicarán mejor cuando discutamos la técnica del
“actuar como si” en el próximo capítulo.
Tercera ley: Las ideas y las imágenes tienden a suscitar las emociones y los sentimientos
correspondientes.
Está en estrecha relación con la primera ley. Las ideas y las imágenes tienden a producir
actos y emociones. Los actos y las emociones se suscitan antes que una idea específica
o que una imagen, cuando dependen de la naturaleza de la idea o imagen misma, y del
tipo psicológico- individual. Una vez más usando sabiamente esta ley, la voluntad desde
su posición central puede movilizar la energía de las emociones y de los sentimientos por
medio de idas e imágenes apropiadas. La técnica de las “palabras evocadoras”, descrita
ampliamente en el próximo capítulo, es una aplicación sistemática de esta ley, pero se
pueden encontrar numerosos ejemplos en la práctica clínica, en la historia y en muchos
campos.
Un joven era adicto a la morfina pero deseaba ardientemente acabar con esa esclavitud;
se le aconsejó escribir veinte veces al día un verso de cierto salmo. Lo hizo con
constancia hasta que, después de haberlo escrito cerca de siete mil veces, sintió que se
había liberado y de hecho permaneció libre de aquel deseo. Siete mil parece ser un
número muy grande, pero el joven tardón menos de un año en escribir esa cantidad de
veces el mismo salmo.
Otra historia famosa se refiere a la hija de un almirante inglés que leyó un escrito de
Gandhi y se entusiasmó a tal grado con sus ideas que se fue a la India con gran disgusto
del padre. Allá se convirtió en una gran colaboradora de Gandhi y por años fue su
secretaria. Se puede decir que las ideas de Gandhi han suscitado emociones profundas, y
éstas, a su vez han conducido a la acción.
Cuarta ley: Las emociones y las impresiones tienden a suscitar y a intensificar las ideas y
las imágenes correspondientes o asociadas.
Las emociones evocadas a través de las ideas y de las imágenes pueden producir e
intensificar ideas asociadas. También aquí nos encontramos con un proceso de
retroalimentación que puede operar para bien o para mal. A menudo funciona
negativamente; por ejemplo, el miedo a enfermarse produce una serie de imágenes de
enfermedad que son dañinas porque son deprimentes y más aún porque las imágenes
mentales así evocadas tienden a producir las condiciones físicas correspondientes, por
ejemplo, disturbios psicosomáticos. Así quedamos atrapados en un círculo vicioso en
donde una emoción crea una imagen, que a su vez influye en condiciones físicas, que
producen más emociones. Podemos romper el círculo en distintos puntos según las leyes
que estamos considerando. Si queremos empezar afrontando las emociones, la técnica
más útil es la desidentificación o autoidentificación descrita en el primer apéndice.
Quinta ley: Las necesidades, los instintos, los impulsos y los deseos tienden a producir
imágenes, ideas y emociones asociadas. Imágenes e ideas que sugieren las acciones
correspondientes.
Uno de los ejemplos más comunes de esta ley es la que psicoanálisis se llama
“racionalización”. Cuando hay un fuerte impulso o deseo, éste lleva a la mente a encontrar
razones o incluso falsas razones para realizarlo. Dicho proceso tiende a evitar cualquier
pensamiento desagradable, justificándole o explicándolo de tal forma que resulta menos
angustiante o doloroso. Podemos estar alerta una vez que hemos reconocido este
mecanismo, para especificar las posibles ilusiones mentales y emotivas producidas por la
racionalización. Podemos aprender a conocer más nuestros impulsos, instintos y deseos y
saber hacia donde nos quieren conducir. En vez de dejarnos trastornar o llevar por ellos
hasta el punto de engañarnos creyendo que está justificado por razones válidas, podemos
examinar estas falsas razones y decidir por nosotros mismos, desde la ventajosa posición
central que ocupa nuestra voluntad, si queremos o no queremos seguirlos.
Por ejemplo si cuando voy a dar una conferencia frente a un gran auditorio de improviso
me viene a la mente una “muy buena razón” para bajarme del escenario e irme a casa,
puedo ser consciente de este impulso interior que me trastorna y que está actuando sobre
mí. Entonces podía escoger usar otra actitud, imaginándome a mí mismo dando una
conferencia brillante, de manera desenvuelta; al hacer esto aplaco con mi agitación
emotiva y me movilizo a mí mismo para llevar a cabo la acción establecida. Si la voluntad
es usada sabiamente no hay necesidad de reprimir las emociones negativas o de pisarlas
brutalmente. Estos procedimientos son ineficaces y exigen un precio demasiado alto.
Sexta ley: La atención, el interés, la afirmación y la repetición refuerzan las ideas, las
imágenes y las formaciones psicológicas sobre las que se concentran.
La atención hace a las imágenes y a las ideas más claras y precisas, permite descubrir
nuevos elementos y detalles. Se puede comparar con un lente a través del cual
observamos un objeto. La imagen resulta mayor, más clara, más viva. Lo que está en el
centro de la imagen está bien definido, mientras que lo que está alrededor permanece
fuera de foco (esto último se puede llamar “conciencia marginal”; pertenece a una esfera
semi-consciente, una zona intermedia entre el inconsciente y el consciente).
El interés aumenta la importancia de las ideas y de las imágenes. Las hace ocupar un
área más vasta en nuestro campo de conciencia y la hace permanecer durante más
tiempo. Intensifica y refuerza a la atención. La atención, a su vez, tiende a aumentar el
interés (también esto es un proceso de retroalimentación).
La afirmación da a las imágenes y a las ideas mayor fuerza y eficacia.
La repetición actúa como el golpe del martillo sobre el clavo, hace penetrar la idea o la
imagen y la fija, hasta que se convierte en dominante y hasta obsesiva.
Esta técnica es muy usada por los publicistas; las sumas enormes que gastan y que de
las cuales obtienen ganancia por poner muchas veces la misma imagen frente a los ojos
del público, son una prueba convincente de la eficacia de la repetición.
La sexta ley puede ser utilizada también en sentido opuesto. Podemos retirar
deliberadamente interés y atención de una imagen, idea o formación psicológica
desagradable, reduciendo gradualmente su energía y su actividad. Dejará de ser un factor
perturbante o una influencia nociva. Varias aplicaciones de este principio, en particular la
técnica de la sustitución se encuentran en el próximo capítulo, en la parte “Respiración y
alimentación Psicológica”.
Séptima ley: la repetición de los actos intensifica la tendencia a cumplirlos y a hacer más
fácil y mejor su ejecución, hasta que se realizan inconscientemente.
De este modo se forman los hábitos; pueden se comparados con las calles y los caminos:
es más fácil y más cómodo caminar a lo largo de un camino, que abrirse paso a fuerza
entre la maleza de un terreno abrupto. Conforme las acciones habituales se delegan al
inconsciente la parte consciente va quedando libre para dedicarse a acciones distintas y
superiores. Este es un hecho establecido en el caso de las funciones biológicas. Gustave
Le Bon, en su libro la psichologie de l’education, llega a decir que “la educación es el arte
de hacer pasar el consciente al inconsciente”. Mientras que esto es verdad, para la
erudición y para el aprendizaje, ciertamente no es el fin de toda la educación. La
etimología de “educar” (e-ducere) expresa el fin y la función real “sacar” del inconsciente
las posibilidades latentes, activando las energías adormecidas, particularmente en la
esfera superior, el superconsciente.
Los hábitos tienden a limitarnos y hacernos seguir solamente senderos ya trillados. Pero,
como dijo William James: “La voluntad y el intelecto pueden formar hábitos de
pensamiento y de voluntad. Nosotros somos responsables de nuestros hábitos y aún
cuando actuamos según un hábito actuamos libremente”.
Octava ley: Todas las distintas funciones y sus múltiples combinaciones en complejos y
subpersonalidades, ponen en movimiento la realización de sus metas fuera de nuestra
conciencia e incluso en contra de nuestra voluntad.
Esta ley fue llamada por Baudoin la “Ley de las finalidades subconscientes” y describió
ampliamente su funcionamiento; también explicó sus distintas aplicaciones en terapia y en
el área educativa en su libro Sugestión y Autosugestión. Es una ley de importancia
fundamental. Debemos darnos cuenta de que raras veces somos conscientes de los
mecanismos psicológicos y psicofisiológicos que producen los cambios físicos y los actos
externos. Aquí tenemos el verdadero misterio de la relación y de la interacción entre los
hechos físicos, que, a pesar de todos los intentos todavía no han sido resueltos o
explicados de manera satisfactoria.
La prueba más simple y más clara es la que nos da cualquier movimiento muscular.
Digamos que un hombre quiere o tiene la idea de mover un brazo. Lo hace fácilmente,
aunque ignore por completo el complejo y admirablemente coordinado mecanismo que
convierte la idea en acción. La idea o figura mental del movimiento del brazo, produce el
estímulo de las células motoras en la corteza del hemisferio opuesto del cerebro. De estas
células motoras sale un impulso, que parece ser de naturaleza eléctrica, y fluye a través
de las fibras hasta alcanzar a los músculos implicados en el movimiento. Este estímulo
produce la contracción de las fibras musculares que activan el movimiento. Un hombre
con una musculatura fuerte puede realizar el movimiento con la misma facilidad y con
mayor eficacia que un erudito anatomista o fisiólogo con un cuerpo débil. Esto mismo
sucede no solamente en todas las reacciones fisiológicas, sino con todas las actividades
que tienen lugar en la psique misma. Aún los procesos más complejos y más extensos
siguen el mismo esquema: la imagen mental del propósito que se quiere alcanzar pone en
movimiento, en el inconsciente, una actividad dirigida a realizar dicha meta. Pero nosotros
no conocemos la forma en que opera. La creatividad, ya sea artística, científica o técnica
es un ejemplo típico. Generalmente requiere de un período de elaboración o incubación,
durante el cual es aconsejable dejar trabajar al inconsciente sin ulteriores interferencias
de la voluntad consciente. Paradójicamente, poner atención consciente en el proceso
creativo o preocuparse emotivamente lo distrae. La situación puede compararse con la de
un director que ha encomendado a un empleado que haga un trabajo; cuando el
empleado haya entendido lo que debe hacer, debe dejársele trabajar sin ninguna
interferencia.
Esto nos demuestra la naturaleza de la espontaneidad. Desde un cierto punto de vista, se
puede decir que la actividad del inconsciente procede espontáneamente, es decir,
espontáneamente desde nuestro punto de vista, y sin nuestra colaboración consciente.
Muchos artistas e investigadores han tenido una experiencia práctica del funcionamiento
de esta ley. Ellos dan el impulso inicial y dejan que la elaboración siga natural y
espontáneamente. Pero esto es muy diferente al “culto a la espontaneidad” que se
expresa en el abandonarse sin control a cualquier emoción, impulso o capricho.
Novena ley: Los instintos, los impulsos, los deseos y las emociones tienden a
manifestarse y demandan ser expresadas.
Los impulsos y los deseos constituyen el aspecto activo, dinámico de nuestra vida
psicológica. Son los resortes que están detrás de toda acción humana. Pero su origen y
naturaleza, su valor y los efectos que producen son bastante diferentes; por lo tanto
deben ser reconocidos y examinados con la misma objetividad con que se estudia un
objeto natural.
Para hacer esto es necesario estar desidentificado por lo menos temporalmente, y esto a
su vez significa adquirir conciencia del sí personal, del yo consciente, distinguiéndolo de
estos elementos y de estas fuerzas psicológicas, y observándolo desde una posición
central.
Aquí es necesario un acto de voluntad y la voluntad, como hemos visto, es la función más
inmediata y más directa del yo. y
La observación debe ser seguida de una evaluación. La ciencia, y de modo particular la
psicología, no puede evitar una evaluación. A.H. Maslow explica este punto de manera
exacta y convincente en sus libros The Psychology of Sciencie y Motovation and
Personality.
El problema práctico, la interrogación con la que nos topamos siempre es: cómo expresar
de manera adecuada y constructiva, o por lo menos de manera inofensiva, todos los
instintos, impulsos, etc. Es necesario expresarlos de alguna manera. Si no lo hacemos,
por miedo, porque los condenamos y otros motivos nos inducen a negarlos o reprimirlos,
producen tensión psíquica y nerviosa, y podrían causar también alteraciones
psicosomáticas. Este hecho fue destacado por el psicoanálisis y sobre esto se basa la
pretensión, tan difundida hoy, de eliminar todos los frenos y las inhibiciones que podrían
obstaculizar el curso de las energías agrupadas bajo el término general de libido.
Sin embargo, esta expresión generalmente incontrolada, es indeseable por las
consecuencias nocivas que puede tener en nosotros mismos y en los demás, y en
muchos casos ni siquiera es posible. Pero hay varios métodos para expresar sin causar
daño o hasta constructivamente estos impulsos.
Su valor, la multiplicidad y la diversidad de estos métodos exigen que se les conozca a
fondo, se les escoja con cuidado y se les use de manera correcta, de acuerdo con las
situaciones particulares que debemos afrontar continuamente en la vida. La siguiente ley
trata de estos métodos.
Décima Ley: Las energías psíquicas se pueden expresar: 1. Directamente(desahogo-
catarsis); 2. Indirectamente, a través de una acción simbólica; 3. Con el proceso de
transmutación.
1. A primera vista, los modos directos de expresión no necesitarían ningún comentario.
Son simplemente el medio con el que se obtiene la gratificación sana y natural de las
necesidades y tendencias fundamentales. Generalmente nacen los conflictos entre las
necesidades y estas tendencias, conflictos que establecen prioridades y ponen límites a
su gratificación, o la hacen francamente imposible. Por otra parte, estas tendencias no
pueden satisfacerse todas al mismo tiempo; su expresión debe ser regulada sobre la base
de criterios de posibilidad y oportunidad. Y esto, a su vez, necesita deliberación, elección
y decisión; de hecho, actos de voluntad.
Algunas restricciones se imponen inevitablemente a causa de las circunstancias físicas y
psicológicas, obstáculos creados por nuestras relaciones con los otros, y por las
condiciones sociales y ambientales en general. Pero estos problemas de control y de
orden no son insolubles. En la medida en que la expresión directa debe ser retardada,
modificada, o incluso prohibida del todo, hay al alcance de la mano formas y medios de
expresión indirecta que pueden ofrecer suficiente gratificación.
2. Una acción simbólica generalmente tan gratificante y catártica como la expresión
directa. Por ejemplo, si la ira nos empuja a atacar a alguien que nos parece que nos ha
tratado mal, su expresión directa nos arrastraría hacia una agresión física o verbal. Por la
misma hostilidad puede desahogarse golpeando un objeto que simbolice a nuestro
adversario.
Otro modo de descargar hostilidad es el escribir una carta de insultos desahogando
plenamente la amargura y el resentimiento (y después no mandarla). La simple acción de
expresar cólera e indignación en el papel, generalmente es suficiente para descargar la
energía o voltaje psicológico que lleva consigo.
3. Transformación y sublimación. Estos procesos son muy importantes porque en su
reconocimiento y utilización ofrecen la mejor y más duradera solución para muchos
problemas humanos fundamentales. Esto justifica su estudio cuidadoso y su amplio uso.
Lo extenso del tema no nos permite tratarlo adecuadamente en este contexto, pero
presentaremos algunos puntos esenciales.
La transformación de las energías es un proceso natural, de manera “horizontal” en el
interior de cada nivel- físico, biológico y psicológico- y “verticalmente” en todos los niveles
donde se puede ver como sublimación o como degradación, dependiendo de la energía
que es llevada a un nivel superior o uno inferior. Generalmente estas trasformaciones
suceden de manera espontánea pero pueden ser inducidas por actos deliberados de la
voluntad. En el nivel físico, el calor puede ser transformado en movimiento (la locomotora
de vapor) o en electricidad (el generador termoeléctrico). La electricidad a su vez puede
ser transformada en calor (la estufa eléctrica) y en movimiento (el motor). El conocimiento
y el uso de estas y otras transformaciones constituyen las bases de la tecnología.
Las combinaciones químicas de las distintas sustancias producen otras sustancias que
tienen propiedades diferentes de las que tienen sus componentes, y en algunos casos
producen una descarga simultánea de calor y energía. En física hay un proceso, llamado
sublimación, a través del cual una sustancia química pasa del estado sólido directamente
al gaseoso, y después del enfriamiento a la cristalización final. Es interesante notar que la
sublimación de los elementos químicos es particularmente apreciada como medio de
purificación.
En el nivel biológico ocurren continuamente infinitas transformaciones, todas reguladas
por las leyes que hacen posible la vida también en el nivel psicológico las
transformaciones suceden todo el tiempo. Muchos fenómenos, regidos por las leyes que
describimos antes, se deben a la interacción y a la transformación de las energías
psicológicas.
Importantísimas- si bien su mecanismo es todavía un misterio para nosotros- son las
transformaciones y las interacciones que tienen lugar verticalmente, es decir entre la
energía de los distintos niveles. De manera inmediata podemos mencionar los cambios
biológicos y físicos producidos por la acción de las energías mentales y psicológicas. El
estudio y utilización de estas energías constituyen el amplio campo de la medicina
psicosomática.
Están luego los actos externos producidos por factores psicológicos. Una idea unida a un
deseo o a un sentimiento produce el impulso de poner en movimiento las actividades
físicas correspondientes. Por ejemplo, el deseo de riqueza junto con un plan para ser rico
puede impulsar a hacer un viaje, embarcarse en una empresa, o construir un edificio. Se
sabe cómo el amor por una mujer, unido a la valoración de las condiciones para casarse
con ella puede transformarse en el impulso a realizar ciertos estudios o en la decisión de
obtener un determinado trabajo.
Todos los instintos y los impulsos fundamentales pasan a través de estas
transformaciones, que son particularmente evidentes en el caso de:
Autoafirmación y agresividad
Sexualidad y amor
A. Por medio de la elevación el instinto sexual de naturaleza puramente física puede ser
transformado en amor emotivo; el amor posesivo, en amor oblativo; el deseo vehemente
de placeres sexuales, en aspiración a los gozos de naturaleza estética, intelectual y
espiritual.
B. La purificación se refiere principalmente a la naturaleza de los motivos y de las
intenciones.
C. La interiorización puede transformar vanidad y orgullo en un sentimiento de dignidad
interior; la autoafirmación personal, en afirmación espiritual; los impulsos agresivos, en un
instrumento para afrontar los “enemigos” interiores. Este uso está ampliamente descrito
por Frances Wickers: “….. una de las grandes tareas de nuestros días es la de dirigir la
guerra hacia uno mismo”.
D. La ampliación transforma el amor egoísta en círculos sucesivos y cada vez más
grandes en amor a la familia, por los colaboradores, por la patria, por la humanidad. El
amor paterno y materno que no ha encontrado expresión por falta de hijos puede tener
necesidad de amor y de ayuda.
E. La expresión exterior corresponde a la “cristalización” de las sustancias químicas
sublimadas. Así, la compasión se expresa en las acciones humanitaria; las tendencias
agresivas pueden ser utilizadas para luchar contra los males sociales. Sin embargo, es
importante darse cuenta de que existen las falsas sublimaciones que deben ser
reconocidas y evitadas. Son un sustituto, una imitación de la verdadera sublimación;
pueden ser una máscara que cubre impulsos y actividades que no están sublimados
verdaderamente. Lo que cuenta en la sublimación es la sinceridad de la intención. La
falsa sublimación está presente donde hay hipocresía, sea o no evidente.
El proceso de creatividad artística requiere mención especial. Es considerado como una
forma de sublimación; frecuentemente lo es, pero no siempre. En la actividad creativa el
escritor, el pintor o el compositor a menudo expresa, junto con sus aspiraciones sus
instintos, impulsos y deseos. La creatividad es, por lo tanto, para él, un instrumento de
catarsis. De la naturaleza y del nivel de esta expresión, depende la calidad de la
transformación de las energías involucradas.
6 APLICACIONES PRÁCTICAS DE LA VOLUNTAD SABIA
El número de estas aplicaciones prácticamente no tiene fin. Una amplia serie de técnicas
psicológicas específicas que se basan en las leyes dadas en el capítulo anterior, han si
desarrolladas y probadas, y están disponibles para implantarse, (*7) mientras que otras
nuevas se desarrollan continuamente. Puede decirse que abarcan el campo completo de
la psicosíntesis aplicada. Ya que una exposición de ellas está fuera del enfoque de este
libro, sólo describiré algunas en detalle, como ejemplos básicos.
(*7) Se encuentran descritas en la segunda parte del libro Psincosíntesis
TÉCNICA DE LA SUSTITUCIÓN
Más que una técnica específica esto constituye una actitud general hacia nuestra vida
diaria, que puede ser implantad en forma afectiva a través de la aplicación de la voluntad
sabia.
Desde muchos puntos de vista nuestras necesidades psicológicas se parecen a nuestras
necesidades fisiológicas. Sabemos que nuestra salud física depende de un número de
factores fundamentales, como una dieta balanceada, la ingestión y la asimilación regular
del alimento, y la respiración de aire limpio y puro. Hemos hecho muchos progresos en lo
que se refiere a los principios básicos de higiene personal, y en reconocer y evitar
aquellas situaciones ambientales que pueden producir una infección, enfermedades
contagiosas u otras causas de daño físico. Muchas de las más recientes actividades
promisorias en el campo de la ecología pueden verse como una extensión de esta actitud,
así como de un sentido de responsabilidad personal, que incluye a toda la humanidad y al
planeta entero.
Por otro lado en el campo psicológico nos hemos quedado muy atrasados. Aunque la
mayoría de los problemas actuales, como son la guerra, la creciente y dañina actitud
competitiva, las condiciones ampliamente prevalecientes de miedo y depresión,
pertenecen a la esfera psicológica, o tienen causas psicológicas, todavía carecemos de
un reconocimiento más general de la poderosa influencia psicológica de nuestro medio
ambiente, al cual todos estamos expuestos.
Sin embargo ha empezado un cambio en esta dirección y una pequeña pero creciente
minoría está desarrollando lo que podemos llamar una conciencia psicológica. Una
indicación interesante de esta situación es el uso de la palabra “ubicación” por muchos
jóvenes. Los términos “buenas” o “malas vibraciones”, se están usando cada vez más
para describir lo que es considerado como ambiente o condición psicológica favorable o
desfavorable. Por tanto me parece conveniente indicar algunos de los factores negativos
más comunes que contaminan nuestro medio ambiente psicológico, y sugerir métodos
basados en el uso de la voluntad sabia con los cuales podemos combatirlos
efectivamente. Los principales factores negativos son: agresividad y violencia; miedo;
depresión y desaliento; codicia y todas las formas de deseos egoístas. Son verdaderos
“venenos psicológicos” que impregnan la atmósfera psíquica, y en un examen psicológico
de la situación actual podemos encontrarlos en la raíz de un gran número de problemas,
tanto, de los individuos como de la sociedad.
Para poder afrontarlos eficazmente, necesitamos recordar que estos venenos
psicológicos existen no sólo en el ambiente exterior, sino también en mayor o menor
grado dentro de nosotros mismos. Por lo tanto debemos también tratar de eliminarlos
dentro de nosotros mismos a por lo menos reducirlos a un mínimo.
Ésta es una de las tareas específicas de la psicosíntesis individual, y necesita diferentes
técnicas de aquellas adecuadas para protegernos de los venenos externos.
Para obtener el máximo resultado, las dos operaciones deberían llevarse a cabo
simultáneamente, ya que es casi imposible lograr liberarse por completo de los venenos
internos, de tal manera que podemos ser inmunes a la influencia de los que provienen del
mundo externo. Por otro lado, los venenos externos tienden a alimentar y a intensificar los
venenos que están dentro de nosotros. Se crea así un círculo vicioso: Los venenos que
existen dentro de nosotros abren la puerta a la influencias de los externos, mientras que
estos últimos hacen más fuertes a los primeros. El modo más eficaz de romper este
círculo vicioso, es retirar deliberadamente la atención de estos venenos psicológicos. Esto
liberará la energía de la atención y permitirá localizarla en otro punto, en una dirección
donde sea más útil. El acto de retirar la atención de esta manera constituye un acto
definido de la voluntad sabia y a su vez contribuye a su fortalecimiento.
Agresión y violencia
Miedo
Depresión y desaliento
Son reacciones hacia lo negativo, “oscuro” e insatisfactorio de la vida humana colectiva.
Estas condiciones han existido siempre, pero en la actualidad los medios de
comunicación masiva están dándole una importancia exagerada y unilateral. Algunos
responden a estos males con la agresión y el impulso a destruir el sistema con acciones
violentas. La reacción de muchas personas, por otro lado, es de depresión y hasta de
desesperación, ambas producidas por un sentimiento de frustración e inutilidad.
Codicia
Esto se puede comparar con la actitud que las personas autorrealizadas tienen ante la
comida. En el esquema general de su vida, el alimento es una fuente de placer y, sin
embargo, tiene poca o relativa importancia. Cuando lo disfrutan, lo hacen de todo corazón
y sin echarlo a perder con actitudes negativas o brutales. Ordinariamente, el placer de la
comida ocupa un lugar de importancia en el cuadro total; sin embargo, estas personas no
necesitan la sensualidad; simplemente la disfrutan cuando ocurre.
No cabe duda de que ciertas palabras como: serenidad, valor, alegría, compasión, tienen
efecto en nuestro estado de ánimo e ideas. Todas las palabras son símbolos que no
solamente indican o señalan objetos o hechos psicológicos, sino que poseen el poder de
estimular o provocar la actividad asociada con ellas. Ellas “evocan” y vuelven operativos
los significados las idées-forces que significan. Este proceso sigue principalmente tres de
las leyes citadas en el último capítulo( leyes I, VI, y VIII), de acuerdo con estas leyes toda
imagen tiende a producir el estado de ánimo correspondientes; la atención y la repetición
refuerzan la eficacia de la idea o la imagen; los efectos de la idea o de la imagen, activan
su significado, se producen sin que tengamos conciencia de ello. Usando la técnica de las
palabras evocadoras podemos aplicar estas leyes bajo la dirección de la voluntad sabia.
El primer paso para usar las palabras evocadoras es escoger la que exprese la cualidad
que queremos evocar y desarrollar. Entonces podemos poner una tarjeta con esa palabra
impresa en un lugar donde la podamos ver y leer fácilmente: al lado de la cama, sobre el
escritorio, sobre una mesa o en la pared: aun cuando no le pongamos atención
conscientemente, la imagen visual produce una impresión en nuestra mente y, más
precisamente, sobre el inconsciente plástico y receptivo, y trabaja en él de manera
gradual. Un efecto acumulativo más fuerte se puede obtener poniendo varias tarjetas con
la misma palabra en diferentes lugares y cuartos. Esto podría llamarse “¡obsesión
benéfica ¡” Prestar atención conscientemente a la palabra representa un método aún más
efectivo. Esto se puede hacer de varias formas:
Estos métodos combinan imágenes visuales, auditivas y motoras, con lo cual se aumenta
la efectividad del ejercicio.
La selección de la palabra puede hacerse de dos formas: escogiendo deliberadamente
una palabra que corresponda a la cualidad que uno decide despertar y desarrollar, o
escogiendo una palabra, al azar, de un grupo de palabras adecuadas y adoptándola como
la “contraseña” para ese día o un periodo decidido de antemano, El ritmo que se adopte
puede ser el uso continuo de la misma palabra por un cierto tiempo –una semana, un mes
o más-seguido por una repetición después de un intervalo, o una rotación rápida de la
serie usando una palabra diferente cada día.
La preferencia por uno u otro de estos métodos, depende no solamente del objetivo que
se ha fijado de antemano, sino también del tipo psicológico del individuo. Por eso es
aconsejable experimentar con algunos y luego adaptar el más adecuado a la propia
constitución o que parezca dar el mejor resultado.
La siguiente lista incluye alguna de las palabras evocadoras más usadas: Pueden
añadirse otras según las necesidades individuales:
Este uso de las palabras representa la aplicación más simple y elemental de un método
general, por el cual las energías psicológicas son empleadas para modificar y dirigir los
estados de ánimo y el comportamiento humano. Algunas de las técnicas que pueden ser
usadas para este propósito son: exhibición de carteles de gran tamaño; frases sugestivas;
fotografías “persuasivas” e impactantes; temas y fragmentos musicales asociados a
palabras o frases afines; movimientos rítmicos, gestos y bailes que expresen
simbólicamente un mensaje.
Éste es el método de la sugestión, o “persuasión”, como es llamada ahora, tan amplia y
efectivamente usado para fines comerciales, y por medio del cual estamos
continuamente, y a menudo sin saberlo condicionados a actuar de forma provechosa para
otros, aunque a nosotros nos pueda causar daño. Es un ejemplo eficaz del uso de la
voluntad sabia, la cual no necesariamente está acompañada de la voluntad buena. Pero
estas técnicas pueden ser usadas de forma efectiva y sistemática para propósitos más
altos y más constructivos; pueden ser usadas por
8 Algunas frases evocadoras pueden encontrarse al final del capítulo sobre la Afirmación.
Esta técnica consiste en actuar como sí uno realmente poseyera el estado interior
deseado. Está basada en el hecho de que, limitadamente, la voluntad puede ejercer un
control directo sobre las emociones y los sentimientos, y a menudo no puede controlarlos
del todo, puede actuar mucho más directa y plenamente sobre las actitudes físicas y las
acciones externas. Sí, por ejemplo, estamos tristes y deprimidos, es difícil, sino imposible,
sentirse alegre o sereno por medio de un acto de voluntad directo. Pero está dentro de
nuestras posibilidades relajar la frente, levantar la cabeza, sonreír, y decir palabras de
armonía, de optimismo, de confianza y de alegría. Eso significa que somos capaces de
comportarnos “como si” estuviéramos alegres y confiados. Hacer esto nos da, sobre todo,
un sentimiento de libertad y confirma que no somos esclavos de nuestras emociones que
cambian continuamente; de nuestras condiciones psicológicas y fisiológicas que
reaccionan a tantas causas externas; por ejemplo, las circunstancias ambientales, la
influencia de otras personas, las dificultades e incertidumbres de una situación dada.
Podemos, por lo tanto, actuar, comportarnos y ser realmente en la práctica, como
seríamos si poseyéramos las cualidades y disfrutáramos de los estados mentales
positivos que queremos tener. Pero eso no es todo, más importante aún es que el uso de
esta técnica cambiará efectivamente nuestro estado emocional. Poco a poco, y a veces
rápidamente, el estado emocional seguirá y se hará semejante a la actitud y al
comportamiento externo, se adaptará y acabará ensamblándose a ellos. Tommaso
Campenella solía imitar las expresiones faciales y los gestos de una persona cuando
quería saber lo que estaba sintiendo. Había descubierto que ésta era una forma para
despertar los sentimientos correspondientes en el mismo. Aquí la ley que opera es la
Segunda: Las actitudes, los movimientos y las acciones tienden a evocar las ideas y las
imágenes correspondientes, éstas a su vez, (de acuerdo con la siguiente ley) evocan o
intensifican las emociones y los sentimientos correspondientes.
El mecanismo psicológico de este fenómeno se puede explicar de esta manera: todo acto
externo requiere, primero, ser visualizado o imaginado, aún inconscientemente. Pro
después, mientras se realiza el acto imaginado, la autoobservación que lo acompaña
crea una imagen que , a su vez, produce un reforzamiento, un proceso de
retroalimentación positiva. Se podría decir que la técnica de “como si” usa el mismo poder
dinámico de las imágenes que usa la sugestión solamente que en sentido contrario. En la
sugestión, las imágenes provocan las sensaciones, las emociones y luego las acciones
correspondientes; en cambio, actuando “como si”, el efecto se produce a partir de un acto
externo, el cual ha sido determinado por la acción directa de la voluntad, a la imagen del
acto mismo, y de la imagen a los estados emocionales correspondientes.
A menudo empleamos esta técnica espontáneamente. Es bien sabido que silbar ayuda a
levantar el ánimo y a dar valor en un lugar solitario en la noche. Se sabe que cantar o
hacer que otros canten, estimulan la acción. Maquiavelo y Bufón solían vestirse de gala
cuando escribían, habiendo encontrado que sus estilos reflejaban la actitud y el estado
mental creado por su vestimenta.
Hay varios ejemplos de la aplicación de esta técnica, usada con un deliberado acto de
voluntad, con resultados satisfactorios y a veces sorprendentes. El general francés
Turenne, nos da un ejemplo histórico. Su costumbre de marchar resueltamente al frente
de sus tropas yendo a la batalla, le dio una reputación de gran valor (así se hacía la
guerra en esos días), Una vez , lo felicitó por su gran valor y Turenne replicó: “claro que
me conduzco como un hombre valiente, pero todo el tiempo tengo miedo. Naturalmente,
no me dejo vencer por el miedo, sino que digo a mi cuerpo: tiembla viejo esqueleto, pero
camina y mi cuerpo camina”.
El comportamiento de Turenne demuestra, que la más alta forma de valor no consiste en
no tener miedo, sino en actuar “como si” no lo tuviera. Un ejemplo aún más impactante de
la efectividad de esta técnica nos es dado por Goethe, y merece ser relatado en sus
propias palabras:
Sin embargo, este método drástico de Goethe no está al alcance de todos, y que
presupone la posesión o el desarrollo previo, de una voluntad fuerte y determinada. Pero
la técnica de “como si” puede ser aplicada gradualmente y facilitada con la ayuda de otras
técnicas. Este es un procedimiento vivamente recomendado y frecuentemente utilizado en
psicosíntesis. Cuando una técnica particular no obtiene el resultado deseado, la
combinación de varias técnicas puede tener éxito. De hecho, el arte de formar un “equipo”
seleccionado de técnicas que puede usarse con un mismo fin, puede decirse que es un
tarea específica de la voluntad sabía .
Cuando es necesario o recomendable superar fuertes tendencias o emociones negativas,
como el miedo, por ejemplo, frecuentemente ayuda anteponer a la técnica de actuar
“como si” la del “modelo ideal”. Esto implica una visualización de nosotros mismos como
quisiéramos llegar a ser, “vernos” en la imaginación mientras nos comportamos como nos
gustaría actual realmente. Este método de auto entrenamiento es similar a los ensayos
que un actor, solo o con otros, hace de la parte que va a interpretar ante el público.
Pero cuando la ejecución de alguna acción en la realidad está impregnada de un miedo
agudo, o reprimido por mucho tiempo, evocarlo con la imaginación a menudo puede tener
el efecto de aumentar el temor hasta el punto de producir una severa crisis de ansiedad.
En tales casos, el uso preliminar de otra técnica, la del “entrenamiento imaginativo” o
“desensibilización”, ayudará a cambiar la situación.
Otra técnica que se puede usar independientemente, o a continuación de la del
“entrenamiento imaginativo”, es la del entrenamiento externo. Si nos acostumbramos
gradualmente a hacer algo que en principio nos suscita aversión, la falta de voluntad
disminuye poco a poco y finalmente desaparece. Este hecho tiene una aplicación
importante y extensa en el campo de la educación. Los padres deberían evitar en lo
posible, el forzar al niño a hacer algo que lo asusta. En vez de esto, pueden enseñarlo a
deshacerse gradualmente de la aversión: por ejemplo, el meterse al mar, bañarse, o
caminar. Es importante familiarizar gradualmente al niño con la causa del miedo, después
de esto es posible que ejecute una acción determinada sin peligro de asustarse. Este
método también es apropiado para los adultos que tienen una emoción intensa
indeseable, cuando se cuenta con los medios y con el tiempo para ello. Pero en casos de
necesidad cuando ocurren situaciones repentinas e imprevistas, y no hay tiempo para
esto, se puede “ordenar” al cuerpo que “actúe como si” no sintiera la emoción .
Llamémoslo el “Método Turenne”.
7 La voluntad buena
Todas estas clases de amor tienen relaciones específicas con la voluntad y sus diferentes
aspectos. La solución de estas relaciones en circunstancias particulares se encuentra en
cada individuo y es, obviamente, una de las tareas fundamentales de cada uno de
nosotros. Falta mucho amor por descubrir general e individualmente. Sólo haré aquí
algunas observaciones sobre la naturaleza general de las relaciones más importantes
entre el amor y la voluntad.
El amor y la voluntad están generalmente presentes en los individuos en proporciones
inversas. Eso quiere decir que aquellos en quienes predomina el amor, tienden a poseer
menos voluntad o poca inclinación para usarla, mientras que quienes están dotados de
una fuerte voluntad carecen, muy a menudo, de amor o exhiben lo contrario. Pero este
equilibrio personal entre el amor u la voluntad puede aventurarse más por las diferencias
esenciales en la cualidad, naturaleza y dirección de los dos aspectos. El amor tiende a
unir, a ligar la voluntad, por su naturaleza dinámica, tiende por sí misma a separar y a ser
dominante; tiende a establecer una relación de dependencia. Claramente, estas
diferencias constituyen una oposición real.
Normalmente se considera el amor como algo espontáneo e independiente de la
voluntad, algo que “sucede” contra nuestra propia voluntad. Aún cuando esto pueda ser
cierto al comienzo de una relación afectiva. Cultivar un amor humano que sea
satisfactorio, que perdure y que sea creativo, es verdaderamente un arte.
El amor humano no es solamente una cuestión de sentimientos, una condición o
disposición afectiva. Para amar bien se necesita lo mismo que para practicar cualquier
arte; es más, cualquier actividad humana constituye una medida adecuada de disciplina,
paciencia y constancia. Ya hemos visto que todas éstas son cualidades de la voluntad,
que se reconocen comúnmente como indispensables para dominar cualquier arte, ya sea
tocar un instrumento, cantar, pintar ó ejecutar cualquier otra actividad creativa; aquel que
aspire a perfeccionarse así mismo en el campo que haya seleccionado, estará
naturalmente dispuesto a dedicarse a la práctica requerida todo el tiempo, con las
energías necesarias. Sin embrago, esta necesidad en la esfera del amor, es comúnmente
ignorada, se niega, o se le reconoce solamente con renuencia.
La incomprensión y los conflictos constantes entre aquellos que se adentran en relaciones
afectivas, dan una amplia evidencia de que el “enamoramiento” y la atracción meramente
sexual y emocional son insuficientes para saber verdaderamente amar. Establecer una
relación de amor necesita de una cantidad adecuada de conocimiento físico, psicológico y
espiritual paralelo y en gran medida igual a aquel que se requiere para la voluntad buena.
Por lo tanto volunta buena y amor bueno están estrechamente ligados. De la misma forma
que aparece en la voluntad buena, el conocimiento del amor bueno concierne a toda la
estructura del ser humano, a sus diversas funciones y a las leyes que las gobiernan; es
decir, una visión general de la psicología diferencial en todos sus aspectos ( véase el
Apéndice 5).
Con esta preparación se pueden emprender con éxito las tareas específicas destinadas a
obtener la armonía y la unificación del amor y la voluntad.
Con esta preparación se pueden emprender con éxito las tareas específicas destinadas a
obtener la armonía y la unificación del amor y la voluntad.
Existen tres métodos eficaces para este fin:
• El primero consiste en desarrollar la parte más débil, haciendo
igualmente disponibles el amor y la voluntad.
• El Segundo tiene como fin despertar y luego manifestar los
aspectos superiores de ambos.
• El tercero, es hacerlos operar juntos, alternándolos de tal
manera que cada uno despierte y refuerce e otro aspecto.
1. La primera tarea es la de equilibrar la combinación que existe entre amor y
volunta, aumentando la proporción de la función débil con respecto a la más
fuerte. El tipo emocional, en el que predomina el amor, deberá favorecer el
desarrollo progresivo de la voluntad y usarla cada vez más activamente. De
igual modo, en los actos volitivos, aquello para quienes el ejercicio de la
voluntad es la línea de menor resistencia, deben poner particular atención en
que la calidad del amor y balancee y temple su uso, haciéndolo importante y
constructivo.
En el caso de la voluntad, el fin del entrenamiento es el de desarrollar aspectos en los
cuales pueda ser deficiente. Este desarrollo, requiere de la eliminación de la resistencia
para comprometerse en el entrenamiento activo. Esta resistencia tiene su frente principal
en una inercia básica, existente en todos nosotros, pero una actitud antagonista hacia la
voluntad puede también ser causada pro la excesiva reacción contra la imposición áspera
e inmoderada de la voluntad en el pasado.
La eliminación de semejante antagonismo puede ser alcanzada, como ya lo
remencionado, reconociendo y apreciando el valor y la necesidad de un uso apropiado de
la voluntad. Lo mismo puede decirse del amor. Muchas personas temen al amor, temen
abrirse a otras personas, grupos o ideales. Un sincero y honesto autoexamen y
autoanálisis o bien un análisis hecho con la ayuda de otros, son los medios para
descubrir, desenmascarar y después deshacerse de estas resistencias y temores.
2. El segundo método, el de despertar y manifestar los aspectos superiores tanto
del amor como de la voluntad, conlleva a un punto importante de naturaleza
general. Muchas de las limitaciones y de los errores de la moderna psicología
deben su origen al no saber reconocer (podría decirse no querer reconocer) que
tanto en el amor como en la voluntad, existen diferencias cualitativas de nivel,
grado o valor. Sin embrago, la psicología científica, mientras declara haber
eliminado las evaluaciones, con frecuencia (y casi inevitablemente) ha
formulado evaluaciones sin estar conciente de ello. Como ha dicho Maslow, “La
ciencia está basada en valores humanos y es ella misma un sistema de
valores”.
La existencia de diferentes niveles de seres, teniendo distintos valores, es una
manifestación evidente e innegable de la gran ley de la evolución, pues progresa de
estados simples y primitivos hacia otros más refinados y altamente organizados.
Aplicando esto a la esfera del amor, y no haciendo caso a la cuestión de la relación entre
sexualidad y amor, es evidente que un amor opresivo, posesivo, celoso y ciego, está a un
nivel más bajo, comparado con aquel que es tierno, que se interesa por el ser amado
como persona, que busca su bien y desea la unión de los mejores aspectos de ambas
personalidades. Todavía en otro nivel encontramos el amor altruista, que tiene una amplia
perspectiva humanitaria, animado pro la compasión y el impulso de mitigar los
sufrimientos y los males que acosan a la humanidad – el amor llamado caritas ó ágape.
¿Cómo pueden entonces, ser ignoradas las diferencias de la evolución, del nivel, y del
valor entre los diversos tipos de amor?
Lo mismo es verdadero y evidente en lo que concierne a la voluntad, la cual cono ya
hemos visto puede ser dura, egoísta, y cuando se dirige hacia el poder y la dominación,
despiadada y cruel. Por otra parte, en su grado más alto, la voluntad puede ser dirigida
hacia objetivos y propósitos exentos de egoísmo y satisfacción egocéntrica. Animado por
esta clase de voluntad, el individuo tiende a establecer relaciones cercanas con otros,
para fines constructivos. A medida las necesidades básicas humanas sean satisfechas, la
voluntad gradualmente emerge y hace sentir su fuerza y nos atrae hacia distintas
expansiones de la conciencia y realizaciones cada vez mayores, esto que Maslow ha
definido como las necesidades superiores. Ello ocurre no sólo en las esferas del amor y
de la voluntad, sino también en el caso de aquellas funciones tales como el deseo, la
imaginación y la actividad mental.
Nosotros podemos escoger estimular y favorecer este proceso natural de desarrollo y
crecimiento, pro medio de la aplicación hábil de diversas técnicas usadas en
psicosíntesis, como la visualización, la imaginación creativa, la meditación, el “modelo
ideal”, la transformación y la sublimación.
3.- El tercer método tiene como fin una fusión gradual del amor y la voluntad
y su resultante de sinergia. Forman parte esencial de la psicosíntesis, el proceso
por el cual la multiplicidad de tendencias, los elementos autónomos y a menudo los
conflictivos, entran en una interacción cada vez más armoniosa, culminando su
fusión final en el ser humano integrado.
Esto, dicho con toda intención en términos sencillos, parece elemental y obvio; sin
embrago, cualquiera que se propone hacerlo se da cuenta de lo difícil que es. Por lo
tanto, al tratar este tema, como otros en le curso de este estudio, el uso de expresiones
que son simples y fácilmente comprensibles y poco técnicas en cuanto es posible, no
deberá inducir al lector a pensar que considera estos temas como simples y fáciles de
realizar.
La fusión gradual entre amor y voluntad, se caracteriza frecuentemente pro períodos de
duración variable, en los cuales las circunstancias externas o los impulsos interiores
pueden, ocasionalmente, dar lugar a una predominancia temporal de la función
normalmente más débil o menos desarrollada. Un simple ejemplo típico es aquel del
hombre posesivo que se enamora; otro ejemplo es la forma en que una catástrofe, como
una inundación o un terremoto, puede despertar sentimientos humanitarios y sentido de
solidaridad humana en un individuo ordinariamente egocéntrico o insensible. En un estilo
de amor, el impulso a realizar su amor, despierta su voluntad al grado que concentra
temporalmente sus energías en cualquier medio que le permita alcanzar el objeto
deseado.
Si tomamos en cuenta las diversas fases, las cualidades y los niveles de la voluntad, sus
correspondencias y las complejas interacciones entre todos estos elementos, como es
ciertamente necesario, será evidente que para obtener una síntesis entre el amor y la
voluntad, se requiere una gran habilidad. Se necesita un control continuo y una
percepción constante de momento a momento. Diversas corrientes y movimientos
espirituales de hoy lo destacan de manera correcta y han sido ampliamente practicados
en Oriente. Pero este caer en la cuenta de la actitud de mantener una “presencia” interna
consciente, no termina con la observación de lo que “sucede” dentro de uno mismo y en el
mundo externo. Posibilita la intervención activa y el compromiso por parte de uno mismo,
que no sólo es un observador sino un ser de voluntad, un agente director de la
representación de las distintas funciones y energías. Esto puede hacerse utilizando el
principio de la identificación de uno mismo (véase el ejercicio de identificación en el
Apéndice 1). Desde el punto de vista del Yo, no se trata de lograr un compromiso entre el
amor y la voluntad, sino una síntesis. Los dos elementos son absorbidos en una unidad
más elevada, dotada con cualidades que trascienden aquellas de ambos elementos. La
diferencia entre tal síntesis y un simple compromiso es fundamental. Está indicada para
un número de situaciones diversas en los siguientes diagramas triangulares.
La síntesis entre los estados, las cualidades y los niveles del amor y la voluntad se llevan
a cabo del modo indicado en los diagramas. Una investigación futura delineada en el
Proyecto de la Voluntad (véase la parte 3) debería tener como fin saber, a través de
experimentos, cuál es el mejor modo para realizar esta síntesis específica. Una tención
activa y la dirección de ella demandan la aplicación de la sabiduría.
Al igual que la voluntad, la sabiduría no está de moda hoy en día. La idea que tiene la
mayoría de la gente respecto a un sabio es estática, retratando a alguien impasible y
lejano de la así llamada realidad de la vida. Una de las tareas de la psicología debería ser
la rehabilitación de la sabiduría, exponiendo una concepción más verdadera de su
naturaleza vital, dinámica y creativa. Esta imagen de la sabiduría ha sido representada
sugestivamente por Hermann Keyserling en el libro The Recovery of the Truth:
Los Chinos, quienes saben más sobre la sabiduría que ninguna otra raza, designan al
sabio una combinación de ideografías relativas al viento y al relámpago; el sabio, para
ellos, no es el viejo sereno despojado de todas sus ilusiones, sino aquel que, como el
viento, corre precipitada e irresistiblemente pro su camino y no se le puede detener ni
impedir que continúe en ningún momento de su carrera; aquel que purifica el aire con un
relámpago, y golpea cuando hay necesidad de ello.
Por paradójico que parezca, el Yo debe usar la voluntad sabia para sintetizar los diversos
estadios del amor y la voluntad.
Este proceso puede llevarse a cabo porque un atributo esencial de la sabiduría es el
poder de “jugar con los opuestos”, para regular la interacción de las fuerzas y sus
funciones antagónicas, estableciendo, por lo tanto, un equilibrio y una síntesis dinámicos,
sin recurrir al compromiso, sino más bien a través de una regulación desde un nivel
superior. Este proceso general está descrito en mi artículo “El equilibrio y la Síntesis e los
Opuestos”. Unos pocos ejemplos servirán aquí para demostrar cómo, en distintas
situaciones, opera la voluntad sabia y nos ayuda a dirigirnos hacia la unión del amor y la
voluntad.
La polaridad entre “mente” y “corazón”, entre la razón y el sentimiento (Logos y Eros), es
regulada por el reconocimiento de sus funciones respectivas y por el legítimo campo de
acción perteneciente a cada una de las dos funciones, de modo que ninguna de ellas
domine a la otra. Esto sucede cuando existe una recíproca y creciente cooperación e
interpretación entre las dos funciones. Llegando finalmente a la síntesis tan bien
expresada por Dante en las palabras “luz intelectual llena de amor”.
También la polaridad entre sensibilidad y receptividad (Pathos) y dinamismo o afirmación
( Ethos) que, en un sentido más amplio, corresponde a la polaridad psicosexual – pues el
primero tiene una modalidad “femenina”, y el segundo una “masculina”-, puede ser
controlada, al principio, pro el equilibrio firme, para ser superado por una síntesis creativa.
Asimismo, la polaridad fundamental entre la personalidad humana como un todo, y el Ser
Transpersonal, puede ser resuelta en una unidad. Éste es el fin de un largo proceso de
transmutación, que involucra una serie de conflictos prolongados, de aproximaciones y
contactos, cada uno produciendo una fusión parcial ó más amplia: en resumen, un
proceso de psicosíntesis transpersonal. Esto constituye el gran esfuerzo, el drama central
del hombre, quien ya sea consciente o inconscientemente, aspira a esta meta, o se aleja
de ella por su incapacidad para encontrar una satisfacción duradera o una paz verdadera,
hasta que la obtiene.
Las fases y los métodos de tal fusión y síntesis han sido descritas en una forma
preliminar, en Psicosíntesis.
Los diversos equilibrios, ajustes e integraciones pueden ser producidos de distintas
formas. La mayoría de las veces son precedidos por crisis intensas y conflictos. En otras
ocasiones, se llega a ellos en una forma más armoniosa y pro medio de una disminución
gradual de los movimientos de un “péndulo” que oscila entre ambos extremos Una
comprensión clara de este proceso de psicosíntesis permite a uno mismo, cooperar
activamente con él y lograrlo más fácil y rápidamente. El requerimiento esencial, como ya
hemos mencionado, es el de evitar controlar, transformar y dirigir la s energías desde un
centro unificado, superior, de conciencia y de poder.
9 La voluntad transpersonal
Un número cada vez más grande de pacientes se lamenta de lo que ellos llaman “un vacío
interior” y ésta es la razón por la que he llamado a este estado “vacío existencial”.
En contraposición a las experiencias cumbre, tan bien descritas por Maslow, se podría
hablar de la aflicción del vacío existencial como de la “experiencia del abismo”.
Pero esta condición no debe ser necesariamente considerada como patológica. Frankl
llega a afirmar que:
El vacío existencial no es una neurosis, o que si lo es, es una neurosis sociógena o incluso
iatrogénica; se podría decir que es una neurosis causada pro el médico que `pretende
curarla.
Un ejemplo del intenso vacío existencial (coexistente con una salud física y mental
perfecta) se encuentra en las Confesiones, de León Tolstoi. Vale la pena citarlo
extensamente:
Así viví; pero hace cinco años algo muy extraño empezó a ocurrirme. Al principio tuve
momentos de perplejidad, como si la vida se detuviera, como si no supiera qué hacer o
cómo vivir, y me sentía perdido y desesperado. Pero esto pasó, y continué viviendo como
antes. Después, estos momentos de perplejidad empezaron a regresa cada vez con más
frecuencia y siempre en la misma forma. Estaban siempre expresados por estas
preguntas: “¿para qué sirve?, ¿a dónde lleva?”
Al principio me parecía que eran preguntas irrelevantes y sin finalidad. Pensaba que todo
se sabía ya y que si alguna vez hubiera querido encontrar la solución, no me hubiera
costado mucho esfuerzo; era que por el momento no tenía tiempo, pero cuando lo quisiera
podría encontrar la respuesta. Pero las preguntas empezaron a repetirse con más
frecuencia, y a exigir respuestas, y como gotas de tinta que caen siempre en el mismo
punto, llegaron a formar una mancha negra.
Después ocurre lo que ocurre a cualquiera que sufre de una fatal enfermedad. Al principio
aparecen síntomas insignificantes de enfermedad en los cuales el enfermo pone atención;
después, estos síntomas se presentan cada vez más a menudo hasta que desembocan en
un período de sufrimiento ininterrumpido. El sufrimiento aumenta y antes de que el enfermo
pueda darse cuenta, aquello que él había tomado como una simple, indisposición ha
llegado a ser para él, lo más importante del mundo: ¡es la muerte!
A mí me sucede exactamente así. Me di cuenta de que no era una indisposición accidental,
sino algo muy importante, y que si estas preguntas se repetían continuamente, era
necesario darles respuesta. Las preguntas parecían tan estúpidas, simples preguntas de
niño; pero apenas las analizaba y trataba de resolverlas, inmediatamente me convencía de
que, en primer lugar, no eran estúpidas ni de niño, sino que eran las preguntas más
importantes y profundas de la vida; en segundo lugar, por más que trataba, no lograba
responderlas. Antes de ocuparme de mi posesión de Samara, de la educación de mi hijo o
de escribir un libro, debía saber pro qué lo estaba haciendo. Hasta que no supiera el por
qué, no podía hacer nada, y no podía vivir.
Entre los pensamientos referentes a la administración de la posesión, que en aquel
período me ocupaba mucho, de improviso surgía la pregunta: “bien, tendrás 6000 acres
de tierra en el Gobierno de Samara y 300 caballos, ¿y ahora?... y me desconcertaba, no
sabía qué pensar. Mientras hacía planes para la educación de mi hijo, me decía a mi
mismo: “¿ con qué fin?” o mientras pensaba cómo podrían los campesinos llegar a ser
ricos, me decía: “ ¿ pero a mí qué me importa?”, o cuando pensaba en la fama que mis
obras podrían darme decía: “ muy bien, serás más famoso que Mogol o Pushkin o
Shakespeare o Molière, o que todos los escritores del mundo, ¿ y después?, y no
encontraba respuesta. Las preguntas no podrían esperar, debían tener una respuesta
inmediata, y si no respondía era imposible de vivir. Por la respuesta no estaba.
Sentía que las bases se habían derrumbado y que me faltaba el piso bajo los pies. Aquello
sobre lo que había vivido ya no existía, y no quedaba ya nada. Mi vida había llegado a un
punto muerto. Estaba en condición de respirar, comer, beber y dormir, y no podía hacer
más que hacer estas cosas, pero no era vida, porque no había deseo cuya realización yo
considerara razonable. Si deseaba algo, sabía con anticipación que, si satisfacía o no mi
deseo, nada hubiera resultado. Si un hada hubiera venido y me ofreciera realizar mis
deseos, no hubiera sabido qué cosa pedir. Si en momentos de embriaguez sentía algo
que, aunque no fuera un deseo era una costumbre hacha con deseos anteriores, en los
momentos de lucidez sabía que era un engaño y que en realidad no era nada deseable.
Había llegado al punto en que yo, hombre sano, afortunado, sentía que ya no podía seguir
viviendo: una fuerza irresistible me empujaba a deshacerme de la vida de un modo o de
otro. No puedo decir que me quería matar. LA FUERZA QUE ME ARRASTRABA LEJOS
DE LA VIDA ERA MÁS FUERTE, MÁS COMPLETA Y MÁS GRANDE QUE UN SIMPLE
DESEO. Era una fuerza similar a aquella que antes me hacía luchar par vivir, sólo que en
dirección contraria. Toda mi energía me alejaba de la vida. El pensamiento de la
autodestrucción me llegaba ahora con la misma naturaleza con la que antes pensaba en
cómo mejorar mi vida. Y todo esto es un momento en el cual estaba rodeado de la que se
consideraba suerte. Todavía no tenía cincuenta años, tenía una buena esposa que me
amaba y a quien yo amaba, hijos buenos y una vasta propiedad que crecía y prosperaba
sin mucho esfuerzo de mi parte. Era más respetado pro mis parientes y amigos que antes.
Era apreciado pro los otros y, sin engañarme demasiado, podía considerar famoso mi
nombre. Y lejos de estar loco o mentalmente enfermo, gozaba, al contrario, de una fuerza
física e intelectual como raramente he encontrado entre hombres de miraza; físicamente
podía competir con los campesinos en la cosecha y mentalmente estaba en posibilidad de
trabajar durante ocho o diez horas seguidas sin resentir el esfuerzo.
Ser “normal” constituye un espléndido ideal para el fracasado, APRA todos aquellos que
están aún desadaptados. Pero para quien tiene un talento superior al normal, para
aquellos a los cuales nunca se les ha hecho difícil alcanzar el éxito y cumplir con su parte
en el trabajo del mundo, para éstos, la restricción a la normalidad es un lecho de Procuste,
un aburrimiento insoportable es esterilidad y desesperación infernales. Como
consecuencia, hay muchas personas que se convierten en neuróticos porque son
solamente normales, así como hay otras que son neuróticas porque no logran llegar a ser
normales.
El hecho más importante que se esconde detrás de la experiencia de la Iluminación es, pro
consiguiente, que el Buda buscó, con el más grande empeño, resolver el problema de la
ignorancia, y toda su fuerza de voluntad la dirigió hacia una solución positiva. La
Iluminación, por lo tanto, compromete tanto a la voluntad como al intelecto. Es un acto de
intuición nacido de la voluntad. El Buda logró su intento, cuando al término de los
razonamientos que estaban en un círculo vicioso que iba del decaimiento a la muerte, de
improviso tuvo una intuición. Pero él tenía una voluntad indomable, quería, con toda la
fuerza de su voluntad, llegar a la verdad; llamó y llamó hasta que las puertas de la
ignorancia cedieron y se abrieron de par en par dejando ver algo que nunca se había
presentado a su visión intelectual.
Una buena descripción de la “llamada” de un Principio Superior nos fue dada, una vez
más, por Jung:
Sin embrago, se debe observar que, cuando la Voluntad Transpersonal, llega a ser activa,
diferentes efectos pueden resultar de la interacción entre la Voluntad Transpersonal y al
Voluntad del Sí personal que frecuentemente es rebelde. He discutido las distintas fases
de las crisis que derivan de esto y las maneras de afrontarlas en el segundo capítulo de
Psicosíntesis.
Las aspiraciones y al voluntad del Sí personal y la atracción ejercida pro el Sí
Transpersonal que trata de trascender los límites de la vida y de la conciencia “normal”,
no se manifiestan solamente como búsqueda y voluntad de significado y de iluminación.
Hay otros tipos de trascendencia correspondiente a otros tantos tipos de seres humanos.
Algunos de los más importantes son:
1. Trascendencia a través del amor transpersonal.
2. Trascendencia a través de la acción transpersonal.
3. Trascendencia a través de la belleza.
4. Trascendencia a través de la autorrealización.
Las formas más altas de acción humanitaria y social tienen carácter transpersonal.
Están motivadas por La Voluntad Transpersonal, que es independiente, y a veces está
en contra, de la voluntad personal, del instinto de conservación y de la autoafirmación.
Estas acciones pueden implicar valor, privaciones, sacrificios, riesgos. Pueden se
estimuladas pro la devoción altruista y pro la consagración activa a una causa o a un
ideal, y pueden alcanzar cumbres de verdadero heroísmo.
Se puede decir que seguir este camino para la trascendencia es el resultado del instinto y
de la voluntad deliberada de realizar a todas las potencialidades humanas, especialmente
las trascendentes. Esto significa atribuir particular valor al surgimiento de las
potencialidades que pertenecen a la esfera del superconsciente y se originan en el Sí
Transpersonal.
Por lo tanto, es necesario tener una idea clara de la diferencia entre la realización del Sí y
la autorealización. Maslow indicó esta distinción en su escrito “Teoría Z”. Dice que,
además de los individuos simplemente sanos y autorrealizados, hay también otros que se
han realizado en sentido trascendente; éstos están más autorealizados que aquello que
están autorrealizados normalmente porque están implicados en los valores del Ser, con la
realización del Sí. Ésta no es la realización de las potencialidades trascendentes,
transpersonales, que culminan en la percepción existencial directa del Sí Transpersonal.
La personalidad completa, integrada, autorealizada, puede ser bastante egoísta o pro lo
menos egocéntrica. La autorrealización no implica una motivación superior; puede ser
motivado por el ansia de éxito y por el impulso de ostentar los propios poderes
individuales. No solamente una persona autorrealizada puede estar satisfecha de sí
misma, sino que puede encontrarse en posición contraria respecto a cualquier crecimiento
ulterior. Este punto fue tratado con acierto pro Frank Haronian en su escrito “El rechazo
de lo sublime”. Haronian pregunte: “¿Por qué nos sustraemos al reto del crecimiento
personal? Tenemos miedo de crecer, porque significa abandonar lo conocido pro lo
ignorado, lo que siempre trae riesgos”.
Sobre el mismo punto Haronian cita primero a Angyal y después a Maslow. Maslow habla
de “Complejo de Jonás”:
En mis apuntes primero había llamado a esta defensa el “miedo a la propia grandeza” o el
“sustraerse al propio destino” o “huir de las propias cualidades mejores”. Ciertamente es
posible para la mayor parte de nosotros ser más grandes de lo que en realidad somos.
Todos nosotros tenemos potencialidades no usadas o no del todo desarrolladas.
Ciertamente es verdad que muchos de nosotros huimos de las vocaciones que nuestra
constitución sugiere… Así frecuentemente huimos de las responsabilidades establecidas
( o más bien sugeridas) pro la naturaleza, pro el destino, a veces pro accidente, así como
Jonás trató en vano de huir de su destino…
Trascendencia significa también llegar se divino o similar Dios, ir más allá de lo que es
simplemente humano. Pero debemos poner atención en no construir algo extra humano
natural. Sobra la base de esta afirmación. Estoy pensando en usar la palabra
“metahumano” o “Beta-humano” para poner de relieve que ésta es una arte de la
naturaleza humana aunque en la práctica no se vea frecuentemente. No obstante, es una
potencialidad de la naturaleza humana.
Debemos aclarar que “distinción” no significa “separación”. Todos estos niveles son
distintos: sin embargo, mientras que hay individuos en los cuales el aspecto transpersonal
está presente, es tan evidente que o se ve, en muchos otros los diferentes niveles de
realización personal y transpersonal pueden estar activos en distintas situaciones, en
diferente medida y en distintos momentos.
Así, un individuo puede haber alcanzado un cierto grado de genuina autorrealización
transpersonal sin siquiera haber completado la autorrealización. Esto está de acuerdo
con todo o que ha afirmado Maslow. En el segundo párrafo de la “teoría Z”: “Me parece
haber encontrado un cierto grado de trascendencia en muchas personas no realizadas”.
En la terminología psicosintética, la autorrealización corresponde a la psicosíntesis
personal. Esta incluye al desarrollo de la armonía de todas las funciones y
potencialidades humanas, en todos lo niveles de la zona inferior y de la zona intermedia
del diagrama de la constitución psicológica del hombre. LA realización del Sí, por el
contrario, se refiere al tercer nivel superior, el del superconsciente y conciente a la
psicosíntesis transpersonal o espiritual.
La realización del Sí se divide en tres fases distintas. La primera, es la activación y la
expresión de las potencialidades que residen en el superconsciente, e incluye los distintos
tipos de trascendencia de los que ya hablamos. Leonardo da Vinci o Goethe serían
buenos ejemplos. La segunda fase de la realización del Sí es la percepción directa del Sí,
que culmina con la unificación de la conciencia del Sí Personal, o Yo, con la del Sí
Transpersonal. Aquí se podría nombrar a aquellos que, con sacrificio personal, han
trabajado para una causa benéfica en cualquier campo. Son buenos ejemplos los
filántropos activos que han dedicado su vida a una causa: Gandhi, Florence Nightingale,
Martin Luther King, Schweitzer. Schweitzer es un caso típico porque renunció hasta a
algunos de sus intereses superiores –música y cultura - para dedicarse al trabajo
humanitario. En términos de voluntad, es la unificación de la voluntad personal con la
Voluntad Transpersonal. LA tercera fase de la realización del Sí es la comunión del Sí
Transpersonal con el Sí Universal. En este punto encontramos a los más grandes
místicos de todos los tiempos y de todos los países, en la unión de la voluntad personal
con la universal.
10 La voluntad universal
Y por Radhakrishnan:
El privilegio especial del ser humano es el de poderse unir conscientemente con el todo y
obrar con el todo, e incorporar su diseño a su propia vida. Los dos elementos de le
esencia: unicidad (individualidad) y universalidad (totalidad) crecen juntos hasta que
finalmente lo más único llega a ser lo más universal.
Sería útil también el uso que Brucke hace de la conciencia cósmica. Éste es un especial
estado fenomenológico en el cual el individuo percibe de algún modo el cosmos entero, o
pro lo menos la unidad y la integración del cosmos y de todo lo que contiene, incluyendo
su Sí. Él siente entonces que tiene el derecho de pertenecer al cosmos. De huérfano que
era, llega a ser uno de la familia. Entra en vez de permanecer afuera viendo. Se siente al
mismo tiempo pequeño a causa de la grandeza del universo, pero también un ser
importante porque el puesto que ocupa en el universo le pertenece pro derecho. Es parte
del universo más que un extranjero o un intruso.
La más explícita y la más alta afirmación de la voluntad de unificación fue hecha pro
Cristo cuando dijo: “No se haga mi voluntad sino la tuya”, y su conclusión en esta
sentencia triunfante: “El Padre y yo somos uno.”
Segunda parte
Los estadios de la voluntad
11 De la intención a la realización
Estas seis etapas son como los eslabones de una cadena; pro lo tanto, la cadena misma
– esto es, el acto de la voluntad- tiene la fuerza del eslabón más débil. Así, la ejecución de
un acto de voluntad será más o menos eficaz, y dependiendo de la forma en que se lleve
a cabo cada una de sus etapas. Sin embrago, permítaseme observar que aquí estamos
tratando el acto de la voluntad en su estado ideal y completo, no como una reproducción
perfecta de cada acto de voluntad, sino más bien como guía completa, intencional.
Mientras que los actos de voluntad importantes aseguran la ejecución paso a paso, de
cada estadio, en muchos casos prácticos una etapa será más importante que otra, y
requerirá más tiempo y esfuerzo. Otras etapas podrían resultar completamente
satisfactorias con un mínimo de esfuerzo y atención.
Por ejemplo, el jefe de una fundación, al que se le ha signado una gran cantidad de dinero
para obras benéficas, puede usar mucho tiempo y esfuerzo para aclarar su mente y saber
cuáles son sus objetivos. Después, considerará atentamente las posibilidades, sopesando
las ventajas y las desventajas de las proposiciones que se le hacen. Finalmente, elegirá
una y, con un pequeño esfuerzo ulterior, decidirá subvencionarla. Después, como ha
hecho muchas otras veces, programará lo que debe hacer y pedirá a su secretaria que
avise al destinatario; posteriormente, ordenará que se haga el cheque. Aquí las dos
primeras etapas son particularmente importantes; la decisión lo es menos; la afirmación
puede ser difícil de percibir; sin embrago, la planeación consiste simplemente en confiar
en los servicios de su secretaria y dar las órdenes necesarias.
Al medio día, el mismo hombre, podrá cambiar su objetivo cuando se acerque lo hora de
comer. Considerará brevemente distintas posibilidades, elegirá uno entre varios
restaurantes cercanos y decidirá ir ahí. Quizá encuentre a un amigo en el camino y se
detenga a platicar con él. Después de un tiempo, si el amigo se va, puede recordar que,
antes de distraerse, había decidido ir al restaurante. Así, se afirma a sí mismo que, ahora
irá a ese lugar sin permitirse otras interrupciones. Rápidamente programará la dirección
exacta y empezará a recorrer el camino que lo conducirá al lugar que eligió para comer.
Podría ser que esa noche hubiera invitado algunos amigos a cenar (digamos que es un
buen cocinero) y que quiere cocinar algo para ellos. Brevemente piensa y decide qué
comida preparar, se afirma a sí mismo que hará la mejor cena que es capaz de hacer.
Después pasará un cierto período de tiempo planeando cómo prepararlo todo, cómo
cocinar los diferentes platillos. Más tarde empezará a hacer lo que había pensado,
recurriendo, en gran parte, a esquemas habituales y a recuerdos de sus experiencias
pasadas, pero vigilando que su actividad, casi automática, siga atentamente los planes
que había trazado con anterioridad, siguiendo con exactitud las recetas, etcétera.
Así, aunque no todas las etapas de la voluntad pueden ser igualmente importantes en un
acto volitivo, debemos cubrir adecuadamente todas, para poder actuar con eficacia en
cualquier circunstancia. He observado – y se puede verificar plenamente-que la principal
causa del fracaso en la culminación de un acto de voluntad es que, frecuentemente,
existe una dificultad para realizar otra etapa específica; en otras palabras, un detalle
particular permanece bloqueado. Por lo tanto, es muy importante entender las diversas
etapas y funciones para descubrir el punto o los puntos débiles específicos, en los cuales
se necesita ser más hábil, y descubrir las técnicas apropiadas para realizar este trabajo.
Así, como en la psicosíntesis personal, la armonización de las funciones de la
personalidad requiere del fortalecimiento de las que están menos desarrolladas, y para
adquirir una voluntad verdaderamente efectiva, necesitamos conocer cómo querer
completamente, cómo ejecutar el acto volitivo con éxito desde su inicio hasta su
culminación, sin perder el camino en alguna parte.
Para dar una visión general del tema, enseguida presentamos una breve descripción de
cada una de las seis etapas funcionales de la voluntad en acción:
1. La característica principal del acto de la voluntad es la existencia de un
propósito; la visión clara de una meta u objetivo. Pero aunque ésta es una
característica indispensable, no es en sí mismo suficiente. De hecho, en tanto
que esta visión de la meta permanece en el domino de la imaginación o de la
contemplación, no es aún voluntad en acción. Primero, el objetivo debe ser
evaluado y estimado; posteriormente, suscitará los motivos que genera el
impulso y la intención de realizarlo. La palabra “motivo” en sí misma indica algo
activo, dinámico. Los motivos son suscitados por los valores que nosotros
atribuimos a los objetivos que buscamos alcanzar.
2. Sin embrago, existen muchos objetivos posibles, no podemos alcanzarlos todo
individualmente y mucho menos al mismo tiempo. Por lo tanto se debe hacer una
elección. Para hacer esta elección, debemos decidir cuál, de todos los objetivos es
preferible. Decidirlo constituye la función de deliberación, en ella los diferentes objetivos
(nuestras posibilidades de realizarlos, la conveniencia y las consecuencias de hacerlos, y
todos los otros factores relevantes) deben tomarse en cuenta para ser analizados.
3. La deliberación debe ser seguida de una elección y de una decisión relativa.
Esto significa elegir un objetivo dado y hacer a un lado o descartar los otros.
4. La elección y la decisión deber ser confirmadas con una afirmación. Ésta activa y
favorece las energías dinámicas y creativas necesarias para logra el objetivo.
5. Después, es necesaria la cuidadosa elaboración de un plan o de un programa.
Éstos se basan en la consideración y la selección de diversos medios y fases de la
realización del plan a través del tiempo y de acuerdo con las circunstancias, condiciones y
posibilidades existentes.
6. Finalmente, viene la dirección de la ejecución. Esta es la tarea específica de la
voluntad, cuya verdadera función no es la de llevar a cabo directamente la ejecución,
como comúnmente se supone. La voluntad puede y debe hacer hábil uso de las otras
funciones y energías psicológicas y físicas existentes en la personalidad: pensamiento e
imaginación, sensaciones e intuición, sentimiento e impulsos y diversas actividades
orgánicas. Para emplear una analogía tomada del mundo del teatro, la voluntad es el
director de toda la producción, pero normalmente, él mismo no es uno de los actores.
Esta dirección debe también incluir la supervisión constante de la ejecución. Al principio la
voluntad convoca o reúne a las funciones necesarias para el propósito, y da instrucciones
precisas, órdenes. Pero la voluntad debe supervisar sus actividades, vigilar el desarrollo
del programa, controlar que siga el curso debido. Esto, como veremos, implica la
necesidad de subordinar firmemente los distintos recursos al propósito fundamental, y
adaptarlos constantemente al cambio de condiciones y circunstancias.
12 Propósito, evaluación,motivación, intención
Usualmente hay un cierto número de objetivos que sentimos el impulso de alcanzar. Pero
no es posible, ni práctico, seguirlos todos. Seguramente no todos al mismo tiempo. Por lo
tanto, debemos elegir una de las muchas posibilidades que se presentan, la que sea de
más valor, la que preferimos, y decidir seguirla, renunciando a las otras o posponiéndolas.
Aquí es donde entra en juego la deliberación.
El objetivo de toda deliberación, considerando una o más posibilidades, es conducir a la
mejor decisión posible. Una decisión tomada sin deliberación, sin examinar y evaluar
todos los aspectos del problema o de la elección que confrontamos, puede conducir a una
acción impulsiva, desconsiderada, “mal pensada”. Frecuentemente esto puede
involucrarnos en equivocaciones que pueden dañarnos a nosotros mismos y a otros. Vale
la pena reflexionara sobre el significado de las frases “desconsiderado” y “malpensado”.
La primera significa que algo no fue considerado; la segunda, implica una ausencia de
reflexión.
El inmenso número de acciones hechas impulsivamente por los seres humanos, sin
considerar las consecuencias, es espantoso. Esto es porque, en realidad, pocos
“realmente piensan”. Pensar es incómodo y cansado; requiere concentración y un uso
constante de la voluntad. Además, el resultado de este pensamiento puede contrastar
desagradablemente con nuestras inclinaciones y nuestros instintos. Por lo tanto, he aquí
la importancia fundamental, la necesidad de aprender a pensar convenientemente, de
reflexionara y meditar (véase Apéndice 2).
Las técnicas para controlar y utilizar de la manera más eficaz la propia mente están entre
las más valiosas de la psicosíntesis. Constituyen una preparación básica para la
deliberación, para reflexionar y considerar cuál es la decisión válida.
Para poder pensar, meditar y después decidir, debemos hacer a un lado los impulsos que
nos empujan hacia la acción inmediata. Esto significa tomar tiempo, el tiempo necesario
para examinar la situación desde todos los ángulos y reflexionar sobre ellos. Así, el
pensamiento y deliberación constituyen un acto de control, de inhibición.
FUNCIÓN INHIBIDORA DE LA VOLUNTAD
Para los oídos modernos, la palabra “inhibición” suena desagradable; trae a la mente la
represión y sus infelices consecuencias. Se puede decir, que hoy existe una verdadera
fobia a todo lo que se refiere a la represión. Por lo tanto, vale la pena aclarar la gran
diferencia que hay entre “represión” y control consciente. Reprimir un impulso significa
condenarlo, tratar de borrarlo o encerrarlo en el inconsciente y fingir que no existe. Pero
todo aquello que se reprime aparece más tarde y, la mayoría de las veces, disfrazado
para reclamar todo lo que se le debe. Inhibir consiste en detener con firmeza un impulso,
o una tendencia, el tiempo suficiente para deliberar y poder controlar la intensidad y los
efectos de este impulso. Reprimir, en consecuencia, no es útil ni recomendable. Pero la
inhibición, usadas correctamente, puede ser una decisión sabia. Podemos inhibir la
expresión de un impulso tonto o dañino, sin “reprimirlo”, reconocemos el impulso, lo
examinamos, lo analizamos, y después lo dirigimos o lo transformamos, incluso lo
podemos convertir en acción en el momento más oportuno. Si reprimimos, nos
convertimos en víctimas de lo que negamos, pero, si usamos la inhibición sabiamente
adquirimos libertad y dominio.
Con respecto a lo que dice el profesor Calò, sería necesario observar que la
inhibición per se no es una etapa de la voluntad. Es una cualidad necesaria, no solamente
para preparar un acto volitivo, sino también como condición indispensable en todas las
etapas de la voluntad.
DELIBERACIÓN
INSPIRACIÓN E INTUICIÓN
Examinaremos ahora otro modo de tomar decisiones, especialmente las que están
determinadas por motivos que se originan p que nos llegan del inconsciente superior
(supercosnciente) en forma de iluminaciones, inspiraciones e impulsos hacia la acción.
Hablando en general, los siguientes motivos pueden considerarse de carácter
transpersonal: creatividad artística, impulsos altruistas y humanitarios, la búsqueda de la
verdad, etc. Su origen, a menudo, no puede ser identificado con certeza; pueden se las
actividades del superconsciente, pueden venir del Sí Superior o Transpersonal, o tener
otras fuentes. Pero no es necesario averiguar de dónde se origina. Lo importante es
reconocer estos incentivos, estas aspiraciones, abrirse a ellas y darles la bienvenida. Digo
darles la bienvenida, porque no siempre estamos dispuestos a hacerlo. Algunas veces
nos confunden y hasta nos provocan reacciones negativas ubicadas en la parte del yo
consciente, o en diversos elementos del inconsciente inferior. De hecho, estas
inspiraciones y estos impulsos, a menudo nos hacen sentir incómodos porque nos
empujan a asumir compromisos y a emprender acciones que requieren un espíritu de
autosacrificio, de entrega o de riesgo.
Por otro lado, estas “inspiraciones” y estos impulsos interiores no deben ser aceptados, ni
seguidos, sin ser sujetos a un atento examen. Antes que nada, es necesario establecer si
son intuiciones o inspiraciones genuinas. En otras palabras, ¿estas sugerencias para
actuar, vienen realmente del superconsciente? Debemos distinguirlas de aquellos
impulsos que vienen de otros niveles del inconsciente o de influencias externas. A veces
la diferencia es evidente, pero a menudo no lo es, y reconocerla puede ser muy difícil.
Vivimos sumergidos en un océano psíquico, envueltos en una atmósfera psíquica;
estamos continuamente sujetos a influencias de toda clase y origen. Por lo que es
necesaria una actitud cauta de discriminación continua, particularmente en el caso de
individuos con una gran sensibilidad psíquica.
Por otra parte, cuando una inspiración proviene de una fuente verdaderamente elevada, y
la intuición es genuina, todavía se pueden cometer serios errores en su interpretación y
pro consiguiente, en su ejecución. Tales errores ocurren frecuentemente. Es necesario un
desarrollo mental adecuado para comprender estas inspiraciones y estas sugerencias.
También se necesita un firme autocontrol para evitar reacciones excesivas (que algunas
veces degeneran en la exaltación) y/o un comportamiento impulsivo y fanático.
Lo que se ha dicho a propósito de otros motivos se puede, por lo tanto, aplicar en este
caso: no dejarse llevar por una acción inmediata, hay que ejercitar todo acto de voluntad,
la inhibición dará el tiempo suficiente para examinar atentamente la inspiración y
determinar si es genuina y si su adopción es recomendable.
Sin embargo, aunque se deba hacer una reflexión cuidadosa, debemos fijarnos también
en no desarrollar una actitud excesivamente crítica que podría sofocar la inspiración.
Algunas personas tiene la tendencia a preguntar demasiado, produciendo dudas y
confusión, aunque la experiencia haya demostrado que, en muchos casos, su destello
intuitivo original, el primer incentivo, era correcto. Aquí, otra vez más, se necesita
equilibrio, o en otras palabras, sabiduría.
Estas dificultades no deben disuadirnos de usar el método para llegar a elecciones
correctas, ni de seguir inspiraciones o intuiciones espontáneas. Al contrario, se pueden
usar los métodos disponibles para activar el superconsciente y para ligarlo con la
personalidad consciente. Los más confiables son los diferentes procedimientos de
meditación receptiva y reflexiva. Estos métodos junto con otras técnicas se describen en
el Apéndice 2.
En todos los casos de deliberación, el objetivo es realizar ejercicios bien probados,
involucrar los poderes mentales superiores en el proceso de deliberación y de elección.
Éstos pueden fluctuar desde el pensamiento verdaderamente concentrado, hasta el
abrirse a sí mismo hacia la inspiración, en un estado de silencio interior. El lector querrá
experimentar éstas y otras técnicas de meditación como las mencionadas en
Psicosíntesis, pero aunque encuentra aplicación directa en la fase de deliberación es la
de “consultar el Sí Superior”. Naturalmente requiere cierta práctica, y puede ser
perfeccionada de manera gradual, pero consiste esencialmente en preguntar ya sea en
voz alta, en silencio, o por escrito, el consejo del Sí Superior sobre algo concreto. Es
sorprendente constatar, cómo a menudo viene la respuesta as un problema difícil, y ésta
surge de una fuente que está dentro de nosotros, de la parte más elevada de nosotros.
Éste es otro método para llegar a las decisiones; método que incidentalmente, es útil para
comprobar la validez de las sugerencias interiores. Puede ser de gran ayuda, pero como
cualquier otra técnica particular, a menudo origina desventajas y errores. Su éxito
depende de la actitud adoptada y del método usado por el que solicita el consejo, así
como de quienes lo dan. Sin embrago, en muchas situaciones pude ser muy útil, sobre
todo cuando la decisión involucra a otras personas. Es particularmente aconsejable, por
supuesto, cuando no estamos seguros de nuestra capacidad de juzgar correctamente, ya
sea por falta de información o porque no seamos competentes en esa materia particular.
Las múltiples ventajas de este método no siempre son reconocidas. En primer lugar, el
proceso mismo de contar nuestro problema a otra persona, nos ayuda a formularlo
claramente, a “objetivarlo” y, por lo tanto, a comprenderlo mejor. Algunas veces, el simple
acto de expresar un problema en términos claros, ofrece la solución y nos muestra el
camino a seguir, aún antes de que la otra persona responda. Aparte de esto, las
preguntas de la persona que estamos consultando, su modo de considerar el asunto, a
menudo nos hace tomar conciencia de otros posibles puntos de vista. Además, la
expresión verbal puede servir para descargar las emociones provocadas pro la situación,
y por lo tanto, reducir o eliminar esta gran fuente de errores y confusión. El acto de
formular nos ayuda a moderar la excesiva y a menudo inquieta actividad mental, y nos
obliga a pensar de manera ordenada.
Finalmente, existe también el efecto sutil e indefinible, pero genuino, de la simple
presencia de alguien comprensivo y dispuesto a escucharnos. Se puede decir que el
efecto es “catalítico”, porque es análogo al papel que desempeña en una reacción
química una sustancia que no forma parte del compuesto, pero su presencia hace posible
o acelera la reacción. Seta reacción química no ha sido completamente explicada, pero es
muy efectiva. Aquí, una vez más, así cima no es necesario que entendamos la verdadera
naturaleza de la catálisis para poder usarla, podemos aprovechar el efecto real de un
oyente que os ayude a tomar nuestras decisiones, aun si no estamos en posibilidad de
definir claramente el proceso.
Las dificultades en consultar a otros surgen cuando se pide consejo para evitar la propia
responsabilidad, y para dejarse llevar por la necesidad de apoyarse en los otros., darles
crédito indiscriminado, dejarse influenciar fuertemente por su prestigio o por su supuesta
autoridad. La tendencia a huir de la libertad y la responsabilidad se debe en gran parte al
reciente culto a terapeutas, jefes políticos, gurus y otros. Puede ser considerada como
una manifestación de la tendencia general a confiar en autoridades externas, cosa que ha
ocurrido ya tantas y tantas veces en contra de la voluntad de maestros genuinos y de
sabios. Basta pensar en los últimos seguidores de Pitágoras, que usaban como respuesta
final: “¡Ipse dixit! (Él lo dijo). Otro ejemplo es la autoridad dada a Aristóteles, que
condicionó y estorbó el pensamiento durante la Edad Media y que suscitó después, en el
Renacimiento, ásperas polémicas en contra de aquellos que osaran ponerla en discusión.
Otra desventaja puede ocurrir cuando pedimos consejo a varias personas; sus opiniones,
a menudo contrastantes, pueden aumentar nuestra incertidumbre. Además, la persona
que pide consejo, se expone a otro riesgo: puede suceder que reciba un consejo claro y
pertinente, pero esto lo priva de la oportunidad de llegar a una decisión pro sí mismo.
La excesiva interferencia de personas cuyo consejo no ha sido solicitado puede explicar
la reacción expresada en la respuesta bien conocida: “No me digas qué hacer, ¡sé
equivocarme solo!”.
DAR CONSEJOS
A pesar de lo que hemos dicho, existe una técnica correcta para dar consejos que vale la
pena aprender. Es importante una cuidadosa selección de los términos a usar, para
determinar la actitud a tomar y la manera de proceder que debe ser adoptada pro ambas
partes. En lugar de “pedir consejo” es mejor decir “consultar”. La persona a quien nos
dirigimos, en lugar de comportarse como un “consejero”, asumirá el papel de un
“consultor” que da información y su opinión. Existen varias maneras para que un consultor
pueda ayudar:
1. Ayudando a formular claramente el problema sobre el que se va a reflexionar –la
cuestión pro resolver- reuniendo y evaluando todos los datos y la información útil, y
coordinándolos después para plantear el problema en los términos más claros posibles.
2. cuando el problema se refiere a relaciones con otras personas (por ejemplo
entre los hijos, el cónyuge, los padres, los jefes en el trabajo o los subordinados). Es de
gran ayuda considerar sus puntos de vista. Aún gente inteligente y sensible puede, en
algunos casos, cegarse y actuar injustamente con los otros. Esta gente se sorprende de
verdad cuando sus expectativas provocan reacciones hostiles e incluso violentas.
3. Dirigiendo la atención a las consecuencias inevitables de las diferentes
elecciones posibles y explicando cómo ciertamente la ley de causa-efecto podrá
responder a nuestras acciones. Un consultor puede presentar no solamente las
consecuencias de una acción externa particular, sino también las consecuencias
igualmente reales de una acción interna, psicológica. Fácilmente olvidamos que las
decisiones psicológicas bien definidas tienen efectos psicológicos bien definidos.
4. Ayudando a la persona que pide consejo a interpretar con exactitud las
impresiones y las indicaciones que ha recibido del inconsciente, y de manera especial los
impulsos y las intuiciones superconscientes.
El método usado para la consulta puede ser muy simple, en forma de diálogo. El método
del diálogo no es nuevo; el ejemplo más famoso es el de Sócrates, como lo refiere Platón.
De hecho, nos impresiona el procedimiento sabio y sagaz de Sócrates, y el arte sutil con
que conduce al interlocutor al descubrimiento personal de la verdad y a adoptar una
manera clara de pensar. Recientemente el método del diálogo ha sido nuevamente
reconocido como válido, particularmente pro Martín Buber e Ira Progoff, y es aplicado
cada vez con más frecuencia en psicoterapia. Diferentes formas de diálogo han sido
consideradas seriamente por Paul Tournier y sus colaboradores en el movimiento llamado
“Medicina de la Personalidad”. Este grupo se reunión en 1967 en Zurich para discutir los
distintos aspectos del diálogo; el diálogo para el médico general; el diálogo conyugal; el
diálogo y la parapsicología; el diálogo para el psiquiatra; el diálogo con Dios; el diálogo en
la meditación.
La meditación con otros es también de mucha ayuda, el individuo experto puede enseñar
su técnica y conducir eficientemente un grupo. Además, quedarse en silencio juntos
promueve una acción catalizadora y facilita el “descenso” de intuiciones e inspiraciones.
DELIBERACIÓN COLECTIVA
Este método de deliberación ha estado siempre en uso (para el bien o para el mal). El
mundo moderno lo está empleando cada vez más, ayudado por la rapidez en la
comunicación. Esto tiene ventajas específicas, pero no está exento de defectos. La
ventaja más obvia es la oportunidad que ofrece de revelar y definir diferentes facetas de
una situación problemática, permitiendo que sea considerada desde los distintos puntos
de vista sugeridos pro cada miembro del grupo. Este procedimiento reúne y equilibra las
cualidades de cada posibilidad, para tomar las decisiones correctas y oportunamente.
Este es el método democrático en el mejor sentido de la palabra; pero para obtener un
resultado positivo es necesario que todos los que toman parte en la deliberación adopten
una actitud objetiva y tengan la intención sincera de llegar a la solución óptima. Sería
ingenuo esperar que esto suceda siempre. En muchos casos, los prejuicios individuales y
la obstinación provocan que algunos participantes traten de imponer sus opiniones
personales, es escuchar las ideas de otros.
Además, frecuentemente, los pros y los contras que emergen de la discusión no se
equilibran recíprocamente y obstruyen una decisión clara. Esto genera incertidumbre y la
decisión se pospone.
Ejemplos de esta naturaleza abundan, y mientras más grande sea el número de
consultores, es más probable que esto suceda. Como dijo el humorista P.Lafitte: “un
administrador administra; tres administradores estudian el mejor modo de administrar;
cinco administradores discuten programas contrastantes; y siete administradores charlan”.
Sin embargo, a pesar de los serios defectos de este método de consulta, el sistema
dictatorial o autoritario, que otorga el poder de decisión a una sola persona, es más
peligroso y puede llevar a la ruina. Camillo Cavour, el Primer Ministro italiano del reino del
Piamonte, solía decir: “Prefiero la peor Cámara de Diputados a la mejor antecámara
Real”. Además, en muchos casos, la deliberación y la decisión colectivas son inevitables.
Veamos entonces cómo se puede este método regular para limitar sus defectos y utilizar
sus ventajas: la primera regla es reducir el mínimo el número de aquellos que deben
participar en la decisión. Esto no excluye la participación de expertos que examinen el
problema, pero los limita a un papel consultivo. Otra regla es poner límite de tiempo en la
discusión, y que en la decisión asuman toda la responsabilidad de ésta, como grupo y
como individuos.
Además de estas reglas generales para el método de deliberación colectiva, existen otras.
No las puedo tratar aquí, sin embrago debo decir que la decisión de cada uno de nosotros
debe sustentarse sobre una base de igualdad. La actitud correcta se puede resumir en
esta simple fórmula práctica: “no peleemos, busquemos juntos la mejor solución”.
DIFERENCIAS INDIVIDUALES
En este punto parece oportuno discutir el factor de las “diferencias de carácter”. Hasta
ahora la deliberación y la decisión han sido tratadas en forma general. Pero también aquí,
como en toda cuestión psicológica, hay a menudo notables diferencias personales que
deben ser tomadas en consideración. Los métodos deben adecuarse a cada tipo
psicológico. Aplicando este principio al tema que estamos examinando, debemos, en
primer lugar, distinguir entre dos tipos humanos opuestos: “el impulsivo” y el “indeciso”. Lo
que he dicho hasta ahora se aplica en particular a los impulsivos. Las personas impulsivas
necesitan ejercitarse frecuentemente en todas las técnicas de deliberación, inhibición y
meditación.
Los indecisos, que representan una minoría, requieren un planteamiento diferente. Deben
enfrentarse con la necesidad de tomar decisiones. Deben aprender a hacer esto tomando
las oportunidades “al vuelo”, en el momento preciso. Hay una máxima oriental significativa
para ambos tipos: “No se puede montar un camello que todavía no llega, ni en uno que ya
se fue”.
Podemos distinguir dos causas o grupos de causas diferentes de indecisión. Una, que
puede ser considerada “constitucional”, ocurre en los tipos introvertidos que se complacen
en un autoanálisis excesivo y estéril. A menudo tienen un intenso sentimiento de
inferioridad. Aquí es necesario hacer una distinción importante entre una sensación de
inferioridad o de superioridad y un complejo de superioridad o de inferioridad. La palabra
“complejo” se usa de manera más bien elástica; debería ser reservada para los casos
graves, incluso patológicos. Todos los que tiene un sentimiento de superioridad o de
inferioridad, no necesariamente experimentan un “complejo”, esto es simplemente una
actitud interna, que generalmente entra en los límites de la normalidad. Todos somos
superiores en algunas cosas e inferiores en otras. Pero en el introvertido, la sensación
general de inferioridad, no de su complejo de inferioridad, generalmente no es justificada,
porque frecuentemente es inteligente y dotado de sensibilidad estética y moral.
Otras causas de indecisión son los conflictos entre los motivos inconscientes y los motivos
conscientes, el miedo a cometer errores y la renuencia para asumir responsabilidades
(esto último a menudo se debe a los recuerdos de errores cometidos en el pasado). Una
ayuda psicoterapéutica a una autopsicoterapia pueden ayudar a revelar estas causas y
eliminarlas.
Los indecisos deben reconocer claramente que decidir es inevitable. Como ya hemos
mencionado, no decidir es en sí misma una decisión, ¡y bien podría ser la peor! Deben
desarrollar el valor de cometer errores. Deben reconocer que los errores son raramente
irremediables y que a menudo resultan productivos como fuente de experiencia. La
ciencia y la tecnología continuamente emplean el método de “ensayo y error”. Los
indecisos están, algunas veces, reducidos a in estado de tambaleante incertidumbre pro
elecciones pequeñas y sin importancia. En estos casos conviene una decisión de “cara o
cruz”.
Se deben distinguir otros dos tipos psicológicos además de los que acabamos de
mencionar. Son el obstinado y el voluble. Un indeciso, cuando ha llegado laboriosamente
a una decisión, puede apegarse a ella tenazmente; mientras que un impulsivo, sin criterio
sin autocontrol, pude ser influenciado fácilmente pro impulsos que se alternan para actuar.
Por otro lado, la obstinación puede ser causada pro el orgullo o por una mente rígida que
limita el campo de visión solamente a un aspecto de la realidad cambiante y multiforme.
Estas personas pueden ser ayudadas a ver claramente la diferencia entre obstinación y
voluntad, que a un nivel superficial de observación pueden ser confundidas. Muchos
creen y sostienen que tienen una voluntad fuerte, cuando son simplemente obstinados.
Por lo que se refiere a la volubilidad, ésta puede tener origen en una mente demasiado
abierta y demasiado plástica, que ve una cierta validez en cada alternativa y reconoce el
continuo renovarse de la vida en las formas que cambian continuamente. Las personas
volubles necesitan darse cuenta de que hay leyes inmutables que gobiernan la evolución
de la vida, y que nuestras decisiones pueden ser tomadas y mantenidas en armonía con
estas leyes.
Todos los tipos psicológicos pueden trata de equilibrar los excesos y las limitaciones de su
carácter, haciendo entrar en juego a la voluntad de diferentes maneras; algunas veces
opuestas pero siempre con visión clara, decisión y sabiduría. Los actos de decisión y
deliberación requieren de rapidez mental, preparación adecuada, vigilancia y autocontrol;
en suma, un resuelto y continuo de la voluntad.
ELECCIÓN
Un hecho fundamental que debemos ver claramente, es que “decidir”, muy a menudo,
significa escoger; es decir, que se debe hacer una elección entre varias posibilidades.
Pero escoger significa preferir; y preferir una cosa, una acción o un camino,
necesariamente requiere que se descarten o eliminen las otras; pro lo tanto hay que
renunciar a ellas. Esto es obvio, o debería serlo, y, por lo mismo, fácil de aceptar. Sin
embrago en la práctica este hecho despierta una fuerte resistencia, a menudo una
violenta rebelión. Las mismas palabras “renuncia” y “sacrificio” (12) suscitan una intensa
aversión. Varias causas están en la raíz de estas reacciones:
1. El hedonismo, que significa deseo fundamental de placer y rechazo de
sufrimiento, es innato en la naturaleza humana.
2. El énfasis exagerado en el deber y el sacrificio, y la excesiva insistencia en el
valor del sufrimiento, a menudo pro razones equivocadas o inútiles, en el
pasado.
3. Una concepción errada de la libertad, que ha sido interpretada como el derecho
a seguir todo impulso y a satisfacer todo deseo, sin preocuparse por las
consecuencias para nosotros mismo o para los otros, y con una completa falta
de control o de sentido de la responsabilidad.
Por lo que se ha dicho hasta ahora, parece que el acto de la voluntad es un proceso
complejo y que lleva mucho tiempo. Lo es, pero sólo si nos referimos al acto completo y
autoconsciente. Ciertamente, cuando una persona quiere cambios importantes en su vida,
debe esforzarse en pasar a través de las seis etapas. Pero tales ocasiones son raras y no
es necesario realizar cada paso con detalles excesivos y de forma obsesiva para poder
empezar el día. Sin embrago, es importante darse cuenta de que muchos de nosotros
fallamos en numerosas acciones de mediana importancia pro dificultades en alguna etapa
específica de la voluntad. Tal vez no examinamos los motivos, somos indecisos, o no
hemos aprendido a deliberar a fondo. Del estudio y de la comprensión de los seis
estadios podemos aprender cómo usar la voluntad, dónde fallamos generalmente, y
cuáles ejercicios usar para superar nuestras deficiencias. Podemos entonces corregir las
deficiencias en el esquema general y esto mejorara automáticamente cualquier acto de
voluntad cotidiano, por pequeño que sea, y podremos vivir más libremente, más en
armonía con la vida y con nuestras verdaderas intenciones.
La afirmación es un estadio fundamental del acto de voluntad. Una vez que los estadios
de deliberación, elección y decisión se ha llevado a cabo, viene la fase de la ejecución, de
manera que lo que se desea, ocurra, suceda o se manifieste. El primer paso o acto de
esta fase consiste en la afirmación. Sin ella, la decisión permanece latente. La afirmación
es, por lo tanto, un “momento” o estado esencial de la voluntad. Éste es el significado de
la observación de Spinoza: “La voluntad es el poder de afirmar o de negar”. La palabra
“poder” debe estar bien entendida; significa dos cosas: poder en el sentido de capacidad,
y poder como potencia o energía.
Tratemos de darnos cuenta lo que implica y requiere la afirmación volitiva o voluntad
afirmativa. Fundamentalmente es un sentido o estado de certeza. Esto tiene dos
aspectos, o mejor dicho es la síntesis de dos actividades internas: fe y convicción. La
verdadera fe es intuitiva pro naturaleza; percibe la realidad de lo que no es evidente, no
está manifiesto y lo acepta. De acuerdo con la definición de San Pablo, “la fe es el
esfuerzo de conseguir lo que esperamos; el convencimiento respecto d el que
vemos” (Heb. 11:1). La fe que lleva a un sentido de certeza, requiere fe en nosotros
mismos, es decir, en el sí real, en lo que esencialmente somos. Keysrling lo dice muy
bien:
Sólo esa afirmación interior, que es llamada fe, crea la decisión que hace real al Sí,
en la existencia fenoménica… Este espíritu viviente, la esencia metafísica del ser
del hombre, no es ni comprensión, ni razón, ni ninguna otra función particular: es
sustancia. Es, en el verdadero sentido de la palabra, lo más substancial en el
hombre. Por esto tiene cualidades, pero no es una cualidad en sí misma.
Debe quedar claro que gran parte de lo que se dice en este libro tiene dos
intenciones: una es el uso de la voluntad para lograr una variedad de propósitos; la
otra es el uso de la voluntad como medo para entrenar la voluntad misma, como
una actividad constante. Afortunadamente tiende a haber una interacción continua:
todo acto de voluntad entrena la voluntad, y cada fragmento de entrenamiento hace
posible otros actos de voluntad. Si mantenemos este hecho en la mente, la
voluntad estará presente e nuestra conciencia mientras actuamos. Ésta es, en sí
misma, una buena técnica para desarrollar la voluntad.
Existe una variedad limitada de palabras y frases, de las que cada lector puede
escoger las que le parezcan más adecuadas a sus necesidades. En el capítulo 6
se encuentra una lista de “palabras evocadoras”, que pueden ser usadas con
buenos resultados como “palabras de poder”. Aquí sugiero algunas frases,
tomadas de las inscripciones de los escudos de armas de varias familias nobles:
En los extremos de la base del triángulo se encuentran los dos polos opuestos,
conformismo y rebelión; el punto medio de la base puede representar una posición de
compromiso, que permite una cierta posibilidad de adaptación, pero limitada e
insatisfactoria, como solución permanente. Sin embargo, existe un punto más arriba,
equidistante de ambos polos y a un nivel superior, desde el cual se puede ser un miembro
integrante y eficiente de la sociedad, mientras que se mantiene completamente la
independencia propia. Esta posición significa acción en la sociedad y sobre la sociedad,
con el fin de transformarla. La fórmula sintética para resolver este problema nos fue dad
en la Biblia: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Una forma de
expresarlo en términos psicológicos modernos podría ser: “Concede a la sociedad lo que
es justo y necesario, y también actúa en la sociedad como una fuerza constructiva para
mejorarla”. Esto puede hacerse conservando, primero, la propia integridad e
independencia, “cultivando el jardín interior”. Esto no es, por lo tanto, cuestión de
someterse pasivamente al condicionamiento social, sino protegerse a sí mismo de éste,
sin recurrir a la rebelión violenta y sin retirarse, y después buscar activamente cómo
modificar y mejorar la vida social en todas las formas posibles.
No sólo es importante para el bien de la sociedad, sino también para la satisfacción del
individuo que pueda experimentar esta independencia interna. La libertad a la que el
individuo aspira realmente, de manera más o menos consciente, es una libertad
psicológica y espiritual; pero alcanzarla depende en gran parte de él mismo. Los grupos y
la sociedad pueden obstaculizarla de diferentes maneras con sus presiones, pero no
pueden impedirla realmente. Podemos ser libres interiormente, incluso desempeñando
nuestras funciones e interpretando nuestros papeles en la familia y en la sociedad, según
la situación en la que nos encontremos. También aquí las técnicas de la psocisíntesis
pueden ser muy útiles, especialmente las de “identificación” y “actuar como si”. Usando
estas técnicas podemos disponer de un “espacio interior”, es decir, podemos hacer lugar
en la conciencia, un espacio “temporal”, o un poco de tiempo libre, en el cual se puede
vivir una vida individual independiente. Y esto no requiere grandes períodos de tiempo y
condiciones especiales. Se trata de utilizar la “dimensión de la intensidad”: media hora
vivida intensamente, a un nivel elevado, pude dar valor, significado y justificación a un día
entero.
Finalmente, hay un tipo más alto y más vasto de planificación, que en realidad es el más
importante; es aquel que consiste en integrar el plan individual al Plan Universal. Si no es
tamos en posibilidad de percibir todo el alcance de ese Plan en su gran misterio,
podemos, por lo menos, conocer algo y entrever sus grandes líneas y especialmente su
dirección evolutiva; reconocer así que es la dirección del máximo bien. ¡Y esto es lo que
cuenta! Nuestro primer objetivo no es el de discernir el punto de llegada, sino ponernos en
la corriente correcta, en el camino justo. También y sobre todo aquí, la sabiduría es
necesaria para entretejer armoniosamente el plan individual con el Plan universal, y la
voluntad es necesaria para controlar firmemente el timón y seguir en el curso correcto.
16 La dirección de la ejecución
11. Todo lo que hemos dicho se refiere solamente a la realidad manifiesta, o en proceso
de manifestarse, en donde hay grados de trascendencia. De la realidad no manifiesta a
trascendente en sentido absoluto no se puede decir nada. Se puede indicar o señalar
sólo pro medio de negaciones: no esto, no aquello, no algo, el “vacío”. Este aspecto de la
realidad ha sido puesta en evidencia pro algunas escuelas del Budismo del Norte, y en
Occidente por Meister Eckhart. Una amplia discusión de este tema, visto desde distintos
ángulos y autores se encuentra en el periódico Hermes, 6, “Le Vide”, editado pro J.
Matsui, Minard, París, 1969.
12. Es interesante saber que la palabra “sacrificio” significa “volverse santo” (sacrum
facere) “volverse sagrado”, y que la idea de ascetismo doloroso o autoimpuesto es
equivocada
17 La voluntad gozosa
Cada vez más intensa, habiendo cedido a los intereses de lo Transcendente, la voluntad recibe nuevos
mundos por conquistar, nuevas fuerzas similares a su destino sublime. Pero también el corazón entra aquí
en una nueva dimensión, empieza a vivir en altos niveles de gozo: esto es el mar de la delicia, la corriente
de las influencias divinas.
Psychosynthesis Institute
150 Doherty Way,
Redwood City
Calif. 94062 U.S.A.
Para las personas de habla italiana, francesa o alemana la correspondencia puede ser
enviada a:
Instituto di Psicosintesi
Vía San Domenico, 16
50133, Firenze, Italia.
PROYECTO DE LA VOLUNTAD
Esquema
1. Voluntad Fuerte
2. Voluntad Sabia
3. Voluntad Buena
4. Voluntad Transpersonal. (Opuestos – Modelo Ideal)
5. Voluntad Individual identificada con la Voluntad Universal
IV Cualidades de la Voluntad
a) Psicoterapia
b) Educación
c) Autoactualización (Psicosíntesis personal)
d) Realización del Sí o Psicosíntesis espiritual
IX. Experimentación
1. Figuras históricas
2. Individuales
a) Autoactualización
b) Autorrealización
c) Pacientes
d) Estudiantes
En varios idiomas
XII. Proyectos específicos
1. Con individuos
2. Con grupos
Ejercicio de
Autoidentificación
Desidentificación y autoidentificación
Estamos dominados por todo aquello con lo que nuestro Yo se identifica. Podemos
dominar, dirigir y utilizar todo aquello de lo cual nos desidentificamos.
La experiencia central, fundamental de la autoconciencia, el descubrimiento de Yo, está
implícita en nuestra conciencia humana. El término “autoconciencia” está usado aquí en
el sentido puramente psicológico de percibirse a sí mismo como un individuo distinto, y no
en el sentido de estar egocéntrica y hasta neuróticamente centrado en sí mismo. Esto es
lo que distingue nuestra conciencia de la de los animales, que son conscientes mas no
autoconscientes. Pero en general esta autoconciencia est´en realidad “implícita” más que
explícita. Se percibe de manera nebulosa y distorsionada porque generalmente se
confunde con los contenidos de la conciencia.
Este continuo movimiento de influjos oculta la claridad de la conciencia y produce falsas
identificaciones del Yo con su contenido, en lugar de hacerlo con la conciencia misma. Si
queremos hacer a la conciencia clara, explícita y vital, primero debemos desidentificarnos
de los contenidos de la conciencia.
Más precisamente, es estado habitual para la mayoría de nosotros consiste en
identificarnos con aquello que, en ese momento dado, nos hace sentir más vivos y nos
parece más real o más intenso. Esta identificación con una parte de nosotros mismos
está ligada, generalmente, a una función predominante o punto focal de nuestra
conciencia, ala papel predominante que representamos en la vida. Puede asumir muchas
formas. Algunas personas se identifican con su cuerpo. Se perciben y a menudo hablan
de sí mismas principalmente en términos de sensaciones, en otras palabras funcionan
como si fueran su cuerpo. Otras se identifican con sus sentimientos: perciben y describen
su estado de ser en términos afectivos y consideran a sus sentimientos como la parte más
central y más íntima de sí mismas, mientras que los pensamientos y las sensaciones se
perciben muy fijamente, tal vez como algo separado. Los que se identifican con la mente
acostumbran describirse con construcciones intelectuales, aún cuando se les pregunta
cómo se siente. A menudo consideran tangencialmente a los sentimientos y a las
sensaciones, o los desconocen en una gran parte. Muchos se identifican con una
función, como por ejemplo “madre”, “esposo”, “esposa”, “hombre de negocios”, “maestro”,
etcétera.
Esta identificación con un sola parte de nuestra personalidad puede satisfacernos
temporalmente, pero tiene inconvenientes graves. Nos impide realizar la experiencia del
Yo, el sentido profundo de autoidentificación, de saber quiénes somos. Excluye, o
disminuye, la capacidad de identificarnos con todas las otras partes de nuestra
personalidad, de obtener placer de esto y de utilizarlas plenamente. Así, nuestro modo
“normal” de expresarnos en el mundo está limitado, en todo momento, a una sola fracción
de lo que puede ser. Saber conscientemente, o hasta inconscientemente, que de un
modo o de otro no tenemos acceso a gran parte de lo que hay en nosotros, puede
frustrarnos y darnos la dolorosa sensación de no estar completos, de ser unos
fracasados.
Finalmente, identificarse continuamente con una función o con un elemento predominante
a menudo, y casi inevitablemente, lleva a una precaria situación de vida, que antes o
después se traduce en un sentimiento de pérdida, hasta de desesperación, como en el
caso del atleta que se hace viejo y pierde su fuerza física; de la actriz cuya belleza física
se marchita; de la madre que se queda sola cuando los hijos crecen; o del estudiante que
debe dejar la escuela y afrontar un nuevo tipo de responsabilidad. Estas situaciones
pueden dar lugar a crisis graves y a veces muy dolorosas, que pueden considerarse como
“muertes” psicológicas más o menos parciales. Aferrarse desesperadamente a la vieja
“identidad” en declinación no sirve de nada. La verdadera solución solamente puede ser
un renacimiento, es decir, entrar en una identificación nueva y más amplia. A veces, esto
involucra a toda la personalidad y requiere un despertar o un “nacimiento” a un nuevo y
superior estado de ser. El proceso de muerte y renacimiento ha sido expresado
simbólicamente en distintos misterios, y h sido vivido y descrito en términos religiosos por
muchos místicos. Actualmente se le está redescubriendo en términos de experiencias y
realizaciones transpersonales.
Frecuentemente, este proceso tiene lugar sin una clara comprensión de su significado y
no raras veces contra el deseo y la voluntad del individuo involucrado. Una colaboración
voluntaria, consciente y deliberada puede hacer mucho para facilitarlo, favorecerlo, y
acelerarlo.
El mejor modo de hacerlo es un ejercicio deliberado de desidentificación y
autoidentificación . Por medio de este ejercicio obtenemos la libertad y el poder de
elección para identificarnos con, o desidentificarnos de, todo aspecto de nuestra
personalidad, según lo que nos parezca más oportuno en cada situación. De este modo
podemos aprender a dominar, dirigir y utilizar todos los elementos y los aspectos de
nuestra personalidad en una síntesis armónica e inclusiva. Así, este ejercicio es
considerado fundamental en la Psicosíntesis.
EJERCICIO DE IDENTIFICACION
Este ejercicio está considerado como un instrumento para obtener la conciencia del Yo, y
la capacidad de enfocar nuestra atención, sucesivamente, en cada uno de los aspectos y
funciones principales de nuestra personalidad. Entonces podemos percibir claramente y
examinar sus cualidades mientras mantenemos el punto de vista del observador, y
reconocemos que el observador no es lo que él observa.
En la fórmula que sigue, la primera fase del ejercicio –la desidentificación- consta de tres
partes que tratan los aspectos físicos, emotivos y mentales de la conciencia. Esto lleva a
la fase de autoidentificación. Una vez adquirida cierta experiencia, el ejercicio ha de ser
ampliado y modificado, dependiendo de la necesidad, como se indica enseguida.
Procedimiento
Ahora cierre los ojos, traiga brevemente a la conciencia la sustancia general de esta
afirmación y concentre gradualmente la atención en el concepto central: yo tengo un
cuerpo pero no soy mi cuerpo. Trate, en lo posible, de tomar conciencia de esto como de
un hecho experimentado. Ahora abra los ojos y proceda del mismo modo con los dos
estadios siguientes:
Yo tengo emociones, pero no soy mis emociones. Mis emociones son diversas,
cambiantes y a veces contradictorias. Pueden pasar del amor al odio, de la calma a la ira,
de la alegría al dolor, y sin embargo mi esencia –mi verdadera naturaleza- no cambia,
“yo” permanezco. Aunque una oleada de ira pueda sumergirme temporalmente, sé que
con el tiempo pasará; por lo tanto, yo no soy esta ira. Ya que puedo observar y
comprender mis emociones y después aprender gradualmente a dirigirlas, utilizarlas e
integrarlas armónicamente, está claro que ellas no son yo mismo. Yo tengo emociones,
pero no soy mis emociones.
Yo tengo una mente pero no soy mi mente. Mi mente es un preciado instrumento de
investigación y de expresión, pero no es la esencia de mi ser. Sus contenidos cambian
continuamente mientras ella acoge nuevas ideas, conocimiento y experiencia. A veces
rehúsa obedecerme. Por lo tanto no puede ser yo mismo. Es un medio de conocimiento
ya sea para el mundo externo como para el mundo interno, pero no es yo mismo. Yo
tengo una mente, pero no soy mi mente.
(pausa)
A medida que la atención se aparta cada vez más del estado de conciencia, también la
fase de la identificación se puede abreviar. La meta es llegar a realizar el ejercicio con
mucha facilidad y poder pasar, en breve tiempo, a través de cada fase de la
desidentificación y mantener después la conciencia del Yo durante todo el tiempo que se
quiera. Entonces se puede –deliberadamente, y en cualquier momento- desidentificarse
de toda emoción trastornante, pensamiento desagradable, función inadecuada y, desde l
posición de ventaja del observador alejado, entender más claramente la situación, su
significado, sus causas, y el mejor modo de afrontarlos. Este ejercicio ha resultado
particularmente eficaz si se practica cotidianamente, de preferencia en las primeras horas
del día. Siempre que sea posible, se debe realizar poco tiempo después de haber
despertado y se debe considerar como un segundo despertar simbólico. También sirve
mucho repetirlo de manera abreviada varias veces al día, regresando al estado de
conciencia del yo desidentificado.
El ejercicio puede ser modificado, dependiendo del propósito de cada quien y
aumentando fases de desidentificación con el fin de incluir otras funciones además de las
tres fundamentales (física, emocional, mental), así como las diversas personalidades,
funciones, etc. Se puede empezar también con la desidentificación de las posesiones
materiales.
A continuación hay algunos ejemplos:
Yo tengo deseos, pero no soy mis deseos. Los deseos son provocados por los impulsos,
físicos y emotivos, y por otras influencias. A menudo son cambiantes y contradictorios,
alternan entre la atracción y la repulsión; por lo tanto no son mi yo. Yo tengo deseos,
pero no soy mis deseos (conviene colocar esta fase entre la emotiva y la mental).
Yo me dedico a distintas actividades e interpreto varias funciones en la vida. Debo
realizar estas funciones y lo hago con gusto, como mejor puedo, se trate de la función de
hijo o padre, de esposo o de esposa, de maestro o de estudiante, de artista o de dirigente.
Pero yo soy más que el hijo, que el padre, que el artista. Estas son funciones, específicas
pero parciales, que yo, yo mismo estoy interpretando, acepto hacerlas, y puedo verme y
observarme mientras las realizo. Por lo tanto, yo no soy ninguna de ellas. Me he
autoidentificado y no soy el actor sino el director de la representación.
Este ejercicio se puede hacer en grupo con resultados óptimos. El conductor del grupo
dice en voz alta las afirmaciones, y los miembros escuchan con los ojos cerrados, dejando
penetrar profundamente el significado de las palabras en su mente.
Apéndice 2
Pensamiento
y meditación
MEDITACIÓN REFLEXIVA
Su definición más simple es pensar; una definición apropiada pero limitada, ya que no
todos tienen las ideas claras a propósito de la función pensamiento. Se ha dicho que “la
mente piensa en nosotros”, en vez de ser nosotros los que formulamos pensamientos. En
efecto, nuestra mente normalmente funciona de manera espontánea baja la acción de
estímulos e intereses de distinto tipo, y en forma más bien desordenada. La mente obra
independientemente de la voluntad, y a menudo en oposición a ella. Esta falta de dominio
sobre la mente fue descrita muy bien por Swami Vivekananda:
Qué difícil es controlar la mente. Ha sido correctamente comparada con un mono enloquecido. Había un
vez un mono, inquieto por naturaleza, como todos los monos. Como si esto no fuera bastante, alguien lo
hizo beber mucho vino, de manera que se puso más inquieto. Después lo picó un escorpión. Cuando a un
hombre lo pica un escorpión salta durante un día entero; y así el pobre mono estaba peor que nunca. Para
completar su desgracia, un demonio se adueñó de él. ¿Qué idioma puede describir la incontrolable
inquietud de ese mono? La mente humana es como ese mono; incesantemente activa por naturaleza;
después se emborracha con el vino del deseo, aumentando así su turbulencia. Después de que el deseo
ha tomado posesión de ella, llega, como un piquete del escorpión,, la envidia del éxito de los otros, y por
último entra en la mente el dominio del orgullo, haciéndole creer que es muy importante. Qué difícil es
controlar esa mente!
Gran parte de nuestra actividad mental habitual, por lo tanto, no merece el término de
“pensamiento”. Se “piensa” verdaderamente y podemos decir que se reflexiona, que se
medita, solamente cuando un interés dominante, sostenido por la voluntad firme y
decidida, puede mantener la mente concentrada en una idea y en una tarea. Así, hay
quienes meditan sin llamarle meditación a su actividad mental, el científico que busca la
solución a un problema, el hombre de negocios que elabora un programa para
desempeñar su actividad. Esto es un uso regulado y organizado de las funciones
mentales. A propósito de esto debemos reconocer una verdad un poco humillante: estas
personas generalmente piensan y meditan bastante más eficientemente que aquellas que
tratan de hacerlo con fines psicológicos o espirituales.
Si queremos aprender a meditar, debemos darnos cuenta de que la mente es en realidad
un “instrumento” una herramienta interior de la que nos debemos desidentificar para
poder darle el uso que queremos. Mientras estemos completamente identificados con la
mente, no podremos controlarla. Es necesario una cierta “distancia psicológica”, un cierto
desapego de ella.
Practicar la concentración es el primer paso; el paso siguiente es dirigir la actividad de la
mente sobre la línea que hayamos establecido, de modo que efectúe al tarea que le
hayamos asignado. En este sentido “pensar” significa reflexionar y explorar
profundamente un tema, examinando todas sus implicaciones, sus ramificaciones y sus
significados. Si tratamos de hacerlo descubriremos pronto qué superficial e inadecuado
es nuestro modo normal de “pensar”. Estamos habituados a llegar a conclusiones
apresuradas y a generalizaciones arbitrarias, a considerar solamente un aspecto del tema
y a ver o a acentuar solamente lo que corresponde a nuestros prejuicios o a nuestras
preferencias. El primer requisito para desarrollar el arte de pensar es el de observar
atentamente el proceso mismo del pensamiento y, cuando empiece una desviación, darse
cuenta inmediatamente. El segundo implica perseverancia, tenacidad al examinar el tema
en profundidad. Aquí se verifica un fenómeno extraño: pocos minutos de reflexión
parecen agotar las posibilidades del tema; ya no queda nada que decir a propósito de él.
Pero perseverar en este punto, en la reflexión, llevará al descubrimiento de otros aspectos
imprevistos, revelando una riqueza de desarrollo a la que no se pueden fijar límites.
Un ejemplo servirá para aclarar esto. Tomemos como tema de la meditación la frase
“trato de amar y no odiar”. A primera vista, esto parece simple y evidente, en realidad
hasta banal, y nos hace pensar: “Naturalmente, siendo una buena persona, con buenas
intenciones, trato de amar y no odiar, es tan obvio que no logro encontrar nada que
añadir”. Pero la cuestión deja de ser simple si nos hacemos las siguientes preguntas:
¿Qué significa realmente amar? -¿Qué es el amor? -¿Cuántos tipos de amor hay y cuáles
son? - ¿De qué manera soy capaz de amar? -¿siempre he logrado amar como habría
deseado? –Si no lo he logrado, ¿Por qué? -¿Cuáles han sido y son los obstáculos y cómo
eliminarlos? -¿Qué parte de mi amor depende de la persona a la que está dirigido, y cuál
de mi propia naturaleza? Podemos examinar después la palabra “odio”, y hacer
preguntas de este tipo: ¿Detrás de qué disfraz se puede esconder? -¿Estoy libre de todo
tipo de odio? -¿Experimento odio hacia quien me causa daño? -¿Hacia aquellos que me
son hostiles? -¿Son correctos estos sentimientos? –Si no lo son ¿cómo se pueden
corregir? -¿Qué actitud se debe adoptar hacia el mal en general? -¿Cuál es el significado
del dicho “un enemigo es tan útil como un Buda”?13.
Es obvio que no podemos examinar todos estos interrogantes en una sola meditación.
Estas ofrecen posibilidades de reflexión para una serie prolongada de meditaciones. Así
descubrimos cuánta riqueza hay en cada concepto, cuánto significado se esconde en una
afirmación aparentemente tan simple.
¿Cuáles son las metas de la meditación? Debemos ser claros en este propósito, porque
las metas determinan el tema a escoger y el procedimiento a adoptar. Uno de los
objetivos de la meditación reflexiva es conceptual, es decir, el de tener una idea clara
sobre un tema dado o un problema. La claridad de un concepto es más clara de lo que
se supone, y también aquí el primer paso es darse cuenta de que nuestras ideas no son
claras. Otro objetivo, aún más importante, es el de adquirir el conocimiento de nosotros
mismos (de esto hablaremos después).
Algunos temas para la meditación son:
a) Las que parecen simples y obvias, como la que hemos comentado (trato de
amar…)
b) Las que, al contrario, están formuladas de una forma tan paradójica que al
principio suscitan perplejidad. Su forma está construida sobre
contradicciones aparentes, que pueden ser conciliadas solamente
encontrado una síntesis a un nivel más alto y más exclusivo. Los Koan del
Budismo Zen son modelos extremos de estos pensamientos-semilla
paradójicos. He aquí unos ejemplos de estas paradojas, que se podrían
llamar acertijos psico-espirituales: “actuar con interés y desinterés”, “sufrir
con alegría”, (lo que significa amar el sufrimiento), “apurarse lentamente”,
“vivir en lo eterno y en el momento”, “ver la acción en la inactividad y la
inactividad en la acción” (el tema de uno de los libros del Bhagavad Gita).
13 Es oportuno hacer una advertencia en lo que se refiere a la meditación sobre temas negativos. Un
aspecto fundamental de la meditación consiste en focalizar nuestra atención en el tema escogido para la
meditación. Esto le da energía y lo amplifica por el “poder nutritivo de la atención” (véase aplicaciones
prácticas de la Voluntad Sabia; Respiración y Alimentación Psicológica). Por lo tanto, la meditación dirigida
hacia un tema negativo debe ser decididamente evitada. Sin embargo, la meditación sobre un aspecto
negativo puede estar exenta de peligro y ser útil siempre que sea hecha de manera positiva, es decir, con la
intención de mejorar, de reducir o de neutralizar cuanto haya de negativo. La actitud hacia el odio, que
describimos antes, es un ejemplo de este enfoque positivo. Pero una meditación de este tipo es una
empresa relativamente avanzada. Es mejor intentarla después de haber desarrollado eficiencia y control
notables, y sólo cundo surja una necesidad específica y absoluta.
MEDITACIÓN RECEPTIVA
14 Aquí es necesaria otra advertencia. Meditar sobre sí mismo a veces trae a la conciencia elementos de
la personalidad que molestan, o la presencia creciente de emociones negativas. Si esto sucede es porque
la meditación se hizo de manera errónea, es decir, desde un punto de vista que no era objetivo y
desidentificado. Pero mantener en la conciencia tal punto de equilibrio es particularmente difícil cuando
meditamos sobre nosotros mismo, y al principio puede ser francamente imposible, para algunos de
nosotros, por ejemplo, a los tipos más introspectivos e imaginativos. En este caso es aconsejable aplazar la
meditación sobre nosotros mismos, y por el momento escoger temas más impersonales y al mismo tiempo
dar particular importancia al ejercicio de desidentificación.
En otros casos surge una dificultad: se presenta una sensación de pesadez y de
somnolencia. Se debe resistir a esto con firmeza porque puede llevar a un estado de
pasividad en el que irrumpen elementos del inconsciente, particularmente del inconsciente
colectivo y del inconsciente inferior, o de energías psíquicas extrañas. Apenas nos
demos cuenta que esto está ocurriendo, debemos interrumpir y suspender la meditación,
por lo menos un rato. En general, la meditación receptiva presenta mayores dificultades
que la meditación reflexiva, y debe ser practicada con mucha atención si se quiere evitar
sus efectos dañinos.
¿Cómo y de qué manera llegan los “mensajes”, es decir, el material que recibimos? La
manera más común es el de la visión o iluminación. Como hemos dicho, la mente es
simbólicamente un “ojo interno”, por que puede “ver”, en el sentido de comprender.
Puede llegar a ser consciente del significado de hechos y eventos, “ver” la solución de un
problema y tener una idea “luminosa!.
La intuición es una forma superior de visión. Etimológicamente está ligada a la palabra
visión, y significa “ver internamente” (in-tueri). En su forma más alta puede ser
considerada una comprensión sobrerracional de la naturaleza de l realidad, de su
esencia. Por lo tanto es distinta de lo que comúnmente se llama “intuición” (corazonadas,
sensaciones instintivas, impresiones psíquicas, presentimientos que se refieren a hechos
y personas).
La acción interna de quien trata de percibir la realidad interior se llama “contemplación” o
“estado contemplativo”, que puede ser definida como revelación de la divinidad intrínseca
de todas las cosas, en la naturaleza y en los seres vivientes. Un segundo efecto de la
meditación receptiva puede ser “el oído interno”; pero también aquí es necesario distinguir
atentamente entre la percepción psíquica de voces y de sonidos, y el verdadero oído
transpersonal. La información proveniente de los niveles superiores es, en su mayoría, de
carácter impersonal; los mensajes son breves pero llenos de significado. A menudo
tienen una calidad simbólica, aún cuando parece que tengan un significado concreto. Un
ejemplo famoso es el mensaje recibido por San Francisco: “ve y restaura mi Iglesia”.
Inicialmente lo interpretó como la orden de reconstruir una iglesia en ruinas. Después
comprendió que se le había pedido algo distinto, restaurar la Iglesia misma, que estaba
en decadencia en su época. Muchas impresiones artísticas, literarias y musicales
pertenecen a esta categoría de oído interno.
A veces ocurre un verdadero diálogo entre el Yo personal y el Sí. La mente, recogida en
meditación, hace preguntas y recibe respuestas interiores, rápidas y claras. Cuando se
trata de hacer tal diálogo, se debe usar mucha prudencia y discriminación.
Frecuentemente se oyen “voces” y se reciben “mensajes” que vienen o son trasmitidos
por el inconsciente personal o colectivo, cuyo contenido no coincide con la verdad. Estos
pueden engañar y tienden a dominar y obsesionar.
Una tercera forma de receptividad se puede llamar “contacto”, porque tiene cierta
semejanza con el sentido del tacto o la “sensación a través del contacto”. Expresa un
significado similar al contenido de las frases “establecer un contacto con alguien”. “Estar
en rapport con alguien”. Es un contacto interior, un contacto con el Sí. Indica una
relación, una unión o un alimento con el Sí que nos hace receptivos a su calidad,
permitiéndonos identificarnos o unirnos conscientemente, aunque sea sólo por un
momento, con esa realidad espiritual. Este acercamiento interior, este “tocar” el Sí, nos
armoniza, nos vivifica y nos recarga de energía.
El cuarto modo de recibir una impresión del Sí superior toma la forma de un estímulo para
la acción; su percepción provoca en nosotros el impulso para hacer una cosa
determinada, de comprometernos con una actividad particular, o de asumir ciertas tareas
y deberes.
La recepción está seguida por el estadio de registro, es decir, la fase en la que se alcanza
y se mantiene una percepción clara de todo lo que se ha recibido. Las impresiones de
origen superior frecuentemente son claras y vívidas en el momento, pero tienden a
desaparecer rápidamente del campo de conciencia y si no se les aferra y se les registra
inmediatamente, a menudo se pierden Además, el simple hecho de fijarlas por escrito
contribuye a que se les entienda mejor; no solamente la impresión se desarrolla a veces
mientras escribimos, sino que, en un cierto sentido, continuamos “recibiendo”.
Otro tipo interesante de receptividad es la recepción retardada. Sucede a menudo que
durante la meditación receptiva parece que no ocurre nada y permanecemos en un
estado de “oscuridad”. Nada nuevo aparece sobre la superficie de la conciencia, excepto
un sentimiento general de calma y de descanso. Pero esto no significa necesariamente
que la meditación no haya tenido fruto. A menudo, durante el día o en los días siguientes,
se presenta inesperadamente una impresión y una inspiración. Puede venir en cualquier
momento, mientras que se está en una actividad completamente diferente, en los
momentos de descanso o en la mañana al despertar. A veces se puede relacionar la
meditación aparentemente no lograda y la inspiración siguiente. Deberemos, por lo tanto,
al final de la meditación, mantener una actitud interior de espera vigilante, definible como
“actitud meditativa” que, cuando ha sido desarrollada con el ejercicio, puede ser
mantenida más o menos durante todo el día. Por lo tanto, podemos entrenarnos a
mantener un estado de doble percepción; esto implica la capacidad de concentrarnos
normalmente en nuestras actividades externas, y tener una parte de la atención dirigida
hacia el mundo interno.
Quisiera ofrecer, además, estas sugerencias técnicas sobre la meditación. Interrumpan la
meditación cada vez que ocurra una estimulación excesiva o sus síntomas; tensión
nerviosa, excitación emotiva, actividad febril. El tiempo que se debe dedicar a la
meditación varía, pero para empezar no debería ser mayor de diez o quince minutos; con
esto es suficiente. También varía el periodo en que se debe usar un tema, pero no
debería ser menos de una semana, y cuando ya se ha hecho un poco de ejercicio, un
mes generalmente parece demasiado corto. Algunos temas parecen ser virtualmente
inagotables. Un buen método es el de meditar en una serie de temas de rotación, usando
un tema a la semana hasta volver a empezar la serie. Finalmente, existe un modo de
practicar la meditación receptiva que presenta muchas ventajas. La meditación en grupo
favorece la concentración (salvo en algunos casos), confiere integración y protección
recíprocas; además hace posible una verificación recíproca y el compartir los resultados
con todos los miembros del grupo.
MEDITACION CREATIVA
La meditación puede ser creativa porque es una “acción interior”. A veces se consideran
contrastantes la meditación y la acción, pero esto es erróneo. El dominio y la aplicación
de las energías psicológicas y espirituales son acciones, porque requieren voluntad,
entrenamiento, y el uso de técnicas apropiadas; y sobre todo porque tienen efectos que
producen resultados.
Existen varios objetivos para los que se puede usar la meditación creativa. El primero y el
más importante es la autocreación. Por medio de la meditación podemos mofificar,
transformar y regenerar nuestra personalidad. Un sistema eficaz es el ejercicio del
“modelo ideal” (véase Psicosíntesis) que puede ser considerado un “modelo” de
meditación creativa.
Usamos el poder creativo del pensamiento y de todas las otras fuerzas psicológicas
continuamente, espontáneamente, y hasta inevitablemente. Pero lo hacemos sin darnos
cuenta, casualmente, por lo tanto, con escasos resultados constructivos, y en los peores
casos, causando daño a nosotros mismos y a los demás.
Para sacar beneficio de esto debemos, sobre todo, descubrir cuáles motivos nos animan,
y dar paso sólo a los buenos, es decir, los que son expresión de la “voluntad buena”. Por
lo tanto es necesario establecer con precisión nuestros objetivos. En el periodo actual de
reconstrucción, en todos los campos se están construyendo nuevas formas, y podemos
colaborar ayudando en l creación y la manifestación de las ideas que las forman, las
animan y las modelan. Los distintos estadios de la meditación creativa son:
1. Concepción clara y formulación precisa de la idea.
2. Uso de la imaginación o “vestidura” de la idea con imágenes y símbolos
“sugestivos2.
3. Vivificación de la idea con el calor del sentimiento y la fuerza propulsiva del
deseo.
I. Preparación
1. Relajación física, tranquilidad emotiva, recogimiento mental
2. Concentración.
Realización de autoconciencia pura.
3. Elevación
Dirigir la aspiración del corazón y la atención de la mente hacia el Sí.
4. Identificación
Identificación imaginativa y afirmativa con el Sí.
2. Símbolos auditivos
Sonido sugerido: “El motivo de Sigfrido”, de Wagner
IV. Meditación receptiva
1. Invocación
“Que la voluntad del Sí guíe y dirija mi vida”
2. Recepción
Descenso silencioso del flujo de la energía de la Voluntad en la persona, a
todos los niveles (mental, emocional, físico)
V. Afirmación
“Yo proclamo y celebro la Voluntad en el pensamiento, en la palabra, y en la
acción”
VI. Expresión
1. Decir en voz alta: “La Voluntad Buen del Sí se expresa en mí como
buena voluntad”
2. Seleccionar y formular algún uso específico de la Voluntad para ser
demostrado en la vida diaria.
Apéndice 3
Cuestionario
sobre la voluntad
Reconocimiento
histórico
Según Patanjali >”uno de los siddhi, o poderes psíquicos que el Yogi debe desarrollar, es
una voluntad irresistible (prakamya)”. La gran importancia que el Budismo Zen atribuye a
la voluntad está expresada en las siguientes afirmaciones del D.T. Suzuki:
El hecho más importante que se oculta detrás de la experiencia de la Iluminación, es, por lo tanto, que Buda
buscó con el mayor afán resolver el problema de la ignorancia y toda su fuerza de voluntad estuvo dirigida
hacia una solución positiva. La Iluminación, por lo tanto, debe involucrar tanto a la voluntad como al
intelecto…La voluntad es el mismo hombre y el Zen recurre a ella.
…La psicología popular tiene una doctrina bastante completa de l voluntad y de la actividad voluntaria. La
psicología científica apenas ha llegado al punto en el cual es posible definir cómo se usan los distintos
términos. Es probable que un cierto número de hechos bastante distintos entre ellos haya sido reunido en
una única palabra. Sin embargo, no parece posible excluir el concepto de comportamientos, definibles
como voluntarios, que difieren de otros comportamientos en muchos aspectos difícilmente definibles. Por lo
tanto, no siento fácil decir en qué consiste la diferencia, el movimiento voluntario parece ser empíricamente
distinto del movimiento involuntario.
Aunque tanto la psicología como la teología se han ocupado por distintas razones de cuestiones que hacían
superfluo o que atacaban directamente el concepto de voluntad… ha llegado el momento de considerar si,
como se cuenta que Mark Twain dijo a propósito de la noticia de la propia muerte, la “definición de la
voluntad fue exagerada”.
La confusión existente y l diversidad de opiniones sobre la voluntad pueden ser atribuidas
a distintos factores. Muchos le han conferido un significado demasiado amplio y genérico,
incluyendo también una “voluntad inconsciente”, aunque un claro conocimiento y la
elección deliberad de un fin, o la intención de alcanzarlo, sea un característica esencial de
la voluntad humana. Y más aún, muchos escritores han tratado el tema de manera vaga
y en forma popular, resaltando solamente el “poder” de la voluntad, y exagerando al
proclamar sus maravillas. Además, otros escritores han usado la palabra “voluntad”
cuando de hecho se referían a otras funciones psicológicas. Dos ejemplos ilustrarán lo
que he dicho: P.E. Levy, en su libre Léducation rationelle de la volonté, se limita casi
exclusivamente a hablar de la técnica de la sugestión. Duchâtel y Warcollier, en Les
miracles de la volonté, solamente subrayan el poder de la imaginación. Psychology and
the Promethean Will, del Dr. W.H. Sheldon, habla en la mayor parte de su hábil
exposición, de la naturaleza y del significado del conflicto, pero a la voluntad hace alusión
sólo incidental y superficialmente. Por otra parte, algunos escritores han tratado a la
voluntad sin usar esta palabra –un ejemplo típico es el excelente Self-Know- ledge and
Self-Discipline de Mathurin.
Si bien no se puede decir que la voluntad haya sido del todo ignorada por los psicólogos
académicos modernos, se debe observar que casi todos los que se han ocupado de ella
le han dado solamente una consideración parcial, y les ha faltado reconocer la
importancia y la posición central que tiene en le vida psíquica del hombre. Por ejemplo,
Wundt es considerado como una “voluntarista”, pero su concepto de la voluntad es
unilateral y limitado; la reduce a una serie de procesos emotivos. La razón principal es
omitida como si no fuera esencial. En distintos periodos de su actividad científica, William
James dio una contribución válida a la psicología de la voluntad, reconociendo
plenamente la realidad y la importancia de la función volitiva. Su Principles of Psychology
contiene un análisis de los distintos modos por los cuales se llega a tomar
una decisión, análisis que subraya la importancia del elemento motor o impulso, de las
representaciones o imágenes mentales. Hizo referencia también al “poder de la atención
voluntaria” e indicó la importancia del estadio de afirmación, el “fiat”, pero no formuló un
concepto coherente e inclusivo de la voluntad. La libertad de la voluntad, concluye, es un
misterio, pero el “punto de vista determinista no podrá jamás ser probado objetivamente”
y, afirma, “yo mismo soy partidario de los que sostienen el libre albedrío”. También
declaró: “yo iré un paso más allá con mi voluntad, no sólo actuaré con la voluntad, sino
que también creeré; creeré en mi realidad individual y en mi poder creativo”.
El psicólogo suizo Edouard Claprède reconoció que un acto, para ser voluntario, debe ser
intencional e implica un elección y una preparación para el futuro. Pero afirmó que “todo
acto voluntario es la expresión de un conflicto y de una lucha… y la función de la voluntad
es precisamente la de resolver el conflicto”. Esta última afirmación, sin embargo, no es
coherente con el hecho de que algunos actos voluntarios no implican esfuerzo, como por
ejemplo, aquellos en los que el Yo voluntariamente acepta un impulso o un instinto que
considera justificado o bueno.
Además, la dirección de la ejecución que es el último estadio del acto volitivo,
generalmente no requiere conflicto, ya que representa, de manera fundamental, la
supervisión de las actividades hechas por las otras funciones psicológicas.
También otro psicólogo suizo, Jean Piaget, ha sostenido que querer presupone siempre
un conflicto de tendencias, pero su análisis del proceso de querer no incluye un
reconocimiento de su naturaleza específica, que él reduce a una interacción entre
“percepción y estímulo emotivo.
Las diferentes personas que sostienen la psicología de lo profundo tienen opiniones
distintas y divergentes entre las funciones de la voluntad. Freud y los psicoanalistas
“ortodoxos” ignoran, o hasta niegan, la existencia de la voluntad sobre la base de la
filosofía. Determinista (determinismo debe ser considerado una filosofía porque carece de
pruebas científicas, como ha afirmado William James y como se demuestra cada vez más
con el desarrollo de la ciencia moderna). Jung, al final de sus Tipos psicológicos escribe:
Considero voluntad a la suma de la energía psíquica a disposición de la conciencia. Bajo este concepto, el
proceso de la voluntad sería un proceso energético activado por una motivación consciente. Un proceso
psíquico, por lo tanto, que está condicionado por una motivación inconsciente, yo no lo incluiría en el
concepto de la voluntad.
15 Recientemente ha sido conducida una serie importante de investigaciones que tratan de demostrar,
experimentalmente, la acción de la voluntad para producir en el cerebro ondas eléctricas específicas, y
efectos fisiológicos y psicológicos. Estas investigaciones han sido realizadas principalmente en Japón y en
Estados Unidos. Digno de mención es el trabajo de Elmer E. Green; director del Laboratorio Psicofisiológico
de la Fundación Menninger, y de su esposa Alyce M. Green; ambos han reunido sus descubrimientos en un
artículo “Control voluntario de los Estadios Internos Psicológicos y Fisiológicos”, en el Journal of
Transpersonal Psychology, 1970, núm. 1.
del conocimiento, porque, como todas las demás cosas en el hombre, presupone y
requiere energía (dynamis) y movimiento. Considera los “arquetipos” formas básicas de
la voluntad en obra, y llama la atención hacia la relación entre conocimiento y voluntad;
opina que la tarea central de la psicoterapia es la de restablecer su unión, creando así la
síntesis de la personalidad.
En los últimos años, dos factores han abierto el camino para tratar de manera más
productiva y más comprensiva el tema de la voluntad, Uno es el rápido crecimiento de las
psicologías existenciales, humanistas y transpersonales. Otro es el surgimiento de una
concepción más amplia y al mismo tiempo más refinada del método científico.
En este contexto, recordamos y apreciamos el concepto y la práctica de la logoterapia de
Frankl. El subrayó “la voluntad de significado” como impulso y exigencia fundamental.
Recientemente apareció un libro valioso e importante sobre l voluntad, Amor y voluntad de
Rollo May. El autor analiza y habla sobre la actual incapacidad de querer de la
humanidad, así como de la urgente necesidad de redescubrir y usar la voluntad. Dice:
En este análisis de la función volitiva, May indica hábilmente las relaciones existentes
entre deseo y voluntad. Pero según él, la base, la raíz de la voluntad es la que él llama y
describe como “intencionalidad”. “En la experiencia humana, la intencionalidad está en la
base de la voluntad y de la decisión. No solamente precede a la voluntad y a la decisión
sino que las hace posibles”. El mismo reconocimiento se formuló en el capítulo 12 de
este libro. La intencionalidad es una parte esencial del primer estadio de la acción
volitiva. Debe preceder y hacer posibles todos los estadios siguiente. Es intrínseca al fin,
al objetivo y a la motivación, e implica valoración y significado, que, como hemos visto,
son todos aspectos del primer estadio de la voluntad.
Un importante reconocimiento que hace Rollo May es la estrecha relación que existe entre
intencionalidad e identidad. “Es en la intencionalidad y en la voluntad que el ser humano
experimenta su identidad. Yo es el Yo de “Yo puedo”…Lo que se verifica en la experiencia
es “Yo concibo –yo puedo- yo deseo – y soy”. El “yo puedo” y “yo quiero” constituyen la
experiencia esencial de la identidad. Esto concuerda plenamente con ls afirmaciones,
mencionadas antes, de Cieskowsky y Avelino. Otra contribución válida de Rollo May es el
capítulo sobre “La Relación entre amor y voluntad”. “La tarea del hombre –dice- es la de
unir el amor y la voluntad. No están unidos por medio de un crecimiento biológico sino
que deben formar parte de nuestro desarrollo consciente… Unir el amor y la voluntad…
indica madurez, integración, entereza”. Por otro lado, él asoció la voluntad con obligación
y responsabilidad. Pero sobre este punto es necesario hacer una consideración a causa
de la existencia de un “voluntad egoísta”. Esta podría ser considerada como el contrario
de “responsabilidad” y de “comunión de conciencia”, las cuales, según May, caracterizan a
la voluntad superior. Otro punto del libro de May que es necesario considerar es el gran
énfasis sobre lo “demoniaco” que él hace sin distinguir claramente entre sus distintas
formas. El daimon de Sócrates, por ejemplo, es más afín al Si Transpersonal que a las
fuerzas “demoniacas”, oscuras, instintivas.
Mientras que la psicología transpersonal no ha tratdo todavía de manera específica el
tema de la voluntad, Maslow ha hecho una breve pero clara referencia al uso deliberado
de la voluntad en dirección transpersonal: ver voluntariamente en términos de eternidad,
ver lo sagrado y lo simbólico en y a través de la instancia individual del aquí y el ahora”.
La psicosíntesis, en la cual se combinan las concepciones y los métodos empíricos,
existenciales, humanistas y transpersonales, atribuye a la voluntad una posición
preeminente y la considera elemento central, y expresión directa del yo o Sí personal.
Conforme a su acercamiento empírico, la psicosíntesis no dirige principalmente la
atención sobre el “concepto” de la voluntad, sino sobre el análisis de la “acción volitiva” en
sus distintos estadios, sobre los aspectos específicos y las cualidades de la voluntad, y
sobre las técnicas para el desarrollo y el uso óptimo de l función-voluntad.
La considerable suma de investigaciones y de discusiones sobre la voluntad, que esta
panorámica ha examinado brevemente, no contradice lo que dijimos antes a propósito del
desinterés o, incluso de l negación de la voluntad de parte de los psicólogos. Las
investigaciones citadas han sido generalmente ignoradas por la corriente principal de la
psicología académica moderna, y de cualquier modo no han ejercido en ella ninguna
influencia. Se puede decir que han formado un riachuelo más o menos independiente y
que han permanecido separado de la corriente principal. Dos libros de reciente
publicación dan un cuadro vivo de la confusión, de las concepciones erradas y del
contraste de opiniones que aún circundan el tema de la voluntad. En uno de ellos, The
Concept of Willing, un cierto número de psicólogos y de teólogos han tratado en una seria
y loable tentativa, de definir este concepto. Mientras que la mayor parte de los artículos
presentan informaciones y puntos de vista interesantes, el editor del libro, el doctor James
N. Lapsley, en un sumario agudo y objetivo, con el revelador título: “El concepto de la
voluntad ¿aún está vivo?, admite honestamente que “como no nos hemos puesto de
acuerdo en la forma como se llega al fenómeno de la función de querer, de igual manera,
tampoco hemos considerado lo que se encuentra cuando se llega”. Pruyser termina su
hábil panorámica histórica en esta recopilación indicando los errores en las concepciones
pasadas y presentes de la voluntad, y llega a la conclusión de que “el problema de
voluntad permanece para los psicólogos, los teólogos, los moralistas y todos los que se
interesan en la voluntad como un difícil reto.
El otro libro, Qu’est-ce que c’est vouloir (¿Qué es querer?) comprende los escritos de un
grupo de médicos y de teólogos presentados en una conferencia que hubo en Bonneval,
Francia, en la clínica psiquiátrica del doctor Henry Ey. Presenta una variedad de
opiniones contrastantes y hasta contradictorias que van desde el concepto tradicional de
la voluntad de Santo Tomás de Aquino hasta la posición extrema de un psicoanalista, el
doctor S. Leclair, que confiesa cándidamente su perplejidad sobre lo que hay que hacer
con el concepto de la voluntad, dado que constituye un problema “que no ha sido
formulado en el campo analítico”. Llega a negar la realidad de la libido freudiana” como
energía, relegándola al estado de una expresión metafórica: no hay que maravillarse si en
el sumario introductoria de los distintos artículos, el padre L. Beirnaert admite que crean
más problemas de los que resuelven. Además de los nueve escritos teóricos, el libro
contiene dos valiosos ensayos sobre el método de entrenamiento de la voluntad. Este
tema fue tratado por varios educadores (Payot, Eymieu, Dwelshauveurs, etcétera).
La conclusión más importante que podemos sacar de esta perspectiva histórica es que las
tentativas de resolver el problema de la voluntad sobre bases teóricas, intelectuales, no
solamente no han llevado a una solución sino que han generado más bien contradicción y
planteamientos confusos. Estando así las cosas, el camino de escape de este callejón
sin salida debe buscarse en otra dirección que pueda producir resultados útiles y
prácticos. Este camino existe; su punto de partida es la experiencia existencial directa de
querer, no obstaculizada por prejuicios; y continúa con la descripción de los datos
recogidos y con la institución de experimentos sobre los distintos estadios, características
y usos de la acción volitiva.
Este libro fue escrito con el fin específico de dar orientaciones en esta dirección y de
presentar un programa completo de investigación y desarrollo en el campo de esta
realidad tan descuidada, pero tan importante y esencial, de la vida humana.
Apéndice 5
Psicología
diferencial
Tomemos el caso del señor D., siempre ordenado en su persona y en lo que respecta
a su escritura, meticuloso en los apuntes de las conferencias, los esquemas y los
boletines; sus objetos personales están no sólo en orden sino que guardados
escrupulosamente bajo llave. D. dirige también la biblioteca del departamento. En
esta tarea es descuidado; no cierra con llave la puerta de la biblioteca, y los libros se
pierden; no le molesta que el polvo se acumule. Esta contradicción en el
comportamiento ¿significa que el señor D. no tiene tendencias personales? En
absoluto. Tiene dos tendencias estilísticas opuestas, un de orden y una de desorden.
Situaciones diferentes hacen emerger inclinaciones diferentes: Profundizando en el
caso, el dualismo está explicado por el hecho de que D. tiene una disposición
(motivante) fundamental de la cual derivan estos dos comportamientos contrastantes.
Lo que emerge en su personalidad es el hacho de que es un egoísta centrado en sí
mismo, que no actúa jamás por los intereses de los otros sino siempre en su propio
interés. Este egocentrismo fundamental (del que tenemos amplia prueba) requiere
orden para sí mismo, pero no para los otros.
TIPOLOGIA
1. Nominalista. Realista.
2. Clásico. Romántico.
3. Filisteo. Bohemio.
4. Apolíneo, Dionisiaco (Nietzsche)
5. Sentimental. Realista (James)
6. Empírico. Racionalista.
7. Función primaria. Función secundaria.
8. Activo. Reflexivo (Gross)
9. Esquizoide. Ciclotímico (Kretschmer)
10. Dirigido desde el interior. Dirigido desde el exterior.
11. Extrovertido. Introvertido.
Una antigua clasificación ternaria es aquella hindú de Tamas (Inercia), Rajas (Actividad),
Sattva (Armonía-ritmo). Una clasificación ternaria moderna, que ha sido adoptada
prolijamente, distingue a los tipos visuales, a los auditivos y a los cinestésicos (o motores).
Está también aquella propuesta por Sheldon: Viscerotómica, cerebrotómica y
somatotómica (endomórfica, ectomórfica y mesomórfica, respectivamente).
Los agrupamientos cuaternarios incluyen la vieja agrupación basada en los cuatro
temperamentos: sanguíneo, flemático, colérico, y melancólico; y la clasificación de Jung,
según lo que él consideraba las cuatro funciones psíquicas: sensaciones, sentimientos,
pensamiento e intuición. Hermans y Wiersman desarrollaron una clasificación óctuple
elaborada por René Le Senne, en la cual la emotividad, la actividad y las funciones
primarias y secundarias son combinadas de diversas formas. Jung las agrupó en cuatro
funciones combinadas con los dos tipos psicológicos, extrovertido e introvertido, también
puede ser considerada como una clasificación óctuple.
Hay también una clasificación de siete: el tipo estético/creativo, el tipo voluntad/poder, el
tipo amor/iluminativo, el tipo devoto/idealista, el tipo científico/racional, el tipo organizador/
ritualista y el tipo activo/práctico.
Finalmente, hay una clasificación de doce tipos, del educador suizo Adolphe Ferrière,
quien junto con John Dewey y María Montessori, fue uno de los principales pioneros en el
campo de la “nueva educación”. El refiere sus tipos a los doce signos zodiacales
descritos por los astrólogos, pero completamente independiente de la validez de la
astrología en sí misma. También Jung y Keyserling usaron símbolos astrológicos de este
modo. Ferrière indica sus tipos de la siguiente manera bastante particular: 1. original
espontáneo; 2. Primitivo; 3. Imaginativo; 4. Convencional; 5. Individual; 6. Lógico; 7.
Social; 8. Inquieto; 9. Intuitivo; 10. Ascético; 11. Místico; 12. Completo (realizado).
Esta difundida tendencia a clasificar los tipos humanos es similar en muchos aspectos a
las primeras tentativas de clasificar las sustancias químicas. Hubo muchos errores,
mucha confusión, y muchas clasificaciones incompatibles y arbitrarias de valor dudoso:
nuestro conocimiento de los elementos químicos no era bastante profundo y no habíamos
aún aprendido a distinguir entre diferencias superficiales y fundamentales. Pero con el
tiempo esta tentativa llevó al descubrimiento de la tabla periódica y a la clasificación de
los elementos básicos en cerca de cien tipos de átomos. Esto ordenó tanta confusión en
nuestra concepción de la materia, y dio un potente impulso a la química moderna. Una
clasificación es de la máxima utilidad si ayuda a reconocer y a comprender las diferencias
de tipo que ya existen dentro del esquema de la naturaleza. Por lo tanto, es importante
considerar cuándo una clasificación es apropiada y útil y cuándo no lo es. Una
clasificación basada en categorías existentes en la naturaleza no niega de ningún modo la
unidad fundamental y los aspectos comunes entre los distintos tipos. Hoy sabemos que
muchos tipos de átomos son diferentes, y sin embargo, están formados por las mismas
partículas elementales, según las mismas leyes universales. Hielo, agua y vapor
representan tipos diferentes de agua. No obstante, sabemos que son diferentes tipos de
apariencia, estados diferentes de la misma sustancia. Del mismo modo, reconocemos
muchos colores distintos –aunque pueda haber matices intermedios que llenen el vacío
entre dos colores y por lo tanto no haya una separación de principio. La misma luz
cambia de color de manera continua, gradual, según va cambiando su velocidad de
vibración. Es interesante notar que los científicos describen el color en términos de un
número correspondiente a su longitud de onda, reconociendo así que no hay separación.
El artista, por el contrario, piensa en los colores principalmente como entidades
específicas y distintas. Pero es libre para mezclarlos en cualquier proporción, por lo que
esta clasificación no obstaculiza de ningún modo su expresión artística.
En el campo psicológico, se ha demostrado que las numerosas clasificaciones existentes
varían mucho en cuanto a su utilidad práctica. Por una parte han puesto en evidencia que
en la naturaleza existen grupos de cualidades que caracterizan a los individuos y que
pueden ser reconocidos y clasificados según el tipo, logrando así una mejor comprensión
de los seres humanos. Por otra parte, estas clasificaciones han mostrado claramente lo
distinto que son los puntos de vista y los criterios asociados a ellas, y cómo han sido
hasta ahora, más o menos unilaterales e incompletas, todas las clasificaciones tipológicas
basadas en ellas. Por lo tanto, se debe resistir la tendencia –o más bien la tentación- de
atribuir una importancia excesiva a la clasificación tipológica, y aún más a la tendencia de
etiquetar a los individuos. Aquel que es atraído por este “catalogar” generalmente es
condicionado dañinamente y limitado, mientras que otros se rebelan a esto con justa
razón. Las insuficiencias y las limitaciones que resultan de una clasificación tipológica
rígida y estática han sido claramente indicadas y criticadas por Allport y Maslow.
Con estas reservas, las descripciones tipológicas basadas en las diferencias más
fundamentales, y por lo tanto con posibilidad de tomar plenamente en cuenta la
complejidad y fluidez de la vida psicológica de los individuos, pueden, si son usadas
sabiamente, proporcionar un ayuda sustancial para una comprensión más profunda y más
precisa. Pero requieren ser perfeccionadas más tarde y tomar una cuenta con precisión
muchas dimensiones psicológicas. Sobre todo, deben ser sutiles y flexibles, abiertas a los
matices y a las coloraciones individuales, a las superposiciones y a las interpretaciones.
No deben ser simplistas, ni pretender ser definitivas, sino tomar en cuenta el cambio
continuo y el potencial ilimitado de crecimiento de cada individuo. Un ejemplo de un
desarrollo constructivo similar es la división tipológica fundamental entre extrovertidos e
introvertidos. Que existan personas predominantemente extrovertidas o introvertidas es
evidente. Esta distinción puede ayudar a adquirir un primer conocimiento de un individuo,
pero en sí es insuficiente. Cuando se habla de un introvertido o de un extrovertido, en
realidad se refiere a una tendencia o dirección de su interés vital, que, como
acertadamente dice Allport es una disposición del individuo. Cuando esta disposición,
esta orientación del interés vital prevalece la persona puede ser llamada extrovertida o
introvertida.
Como ejemplo de introversión citaré a Emmanuel Kant, el filósofo de Königsberg.
Concentrando todo su interés en el estudio de l mente, de la conciencia intelectual y sus
leyes, llegó al punto de no querer salir jamás de su ciudad natal. Un tipo aún más
introvertido fue el novelista francés Marcel Proust, cuya introversión puede ser
considerada patológica. Odiando la luz del sol y las actividades humanas normales, pasó
gran parte de su vida en un cuarto tapizado de corcho, ocupado en describir con gran
sutileza los procesos mentales conscientes e inconscientes de los personajes de sus
novelas.
Tipos extremadamente extrovertidos son representados por los grandes hombres de
acción, todos orientados hacia la conquista del mundo externo. Podemos citar a Julio
César y a napoleón y, en el campo técnico, a grandes inventores como Edison y Marconi.
Pero una consideración más atenta revela que las cosas no son tan simples. Para
empezar encontramos una importante diferencia entre el carácter activo y el pasivo, ya
sea en la extroversión como en la introversión. Los hombres con capacidades
extraordinarias que hemos citado eran introvertidos o extrovertidos activos. Pero hay
también extrovertidos pasivos, más precisamente, reactivos-extrovertidos que presentan
un cuadro muy distinto. Sensibles e impresionables, su atención es atraída, diría,
monopolizada, por influencias externas hacia las cuales son hipersensibles. La
susceptibilidad acentuada del extrovertido pasivo crea en él la tendencia a aceptar los
puntos de vista de los otros, y a responder a sus influencias psíquicas. El sujeto
hipnotizado representa un caso extremo de extroversión pasiva. Todos somos,
temporalmente, extrovertidos pasivos cuando leemos un periódico o un libro, y cuando
vemos la televisión o una película.
Un interés excesivo por el propio estado físico o psicológico es un signo de introversión.
Puede llevar a una preocupación excesiva por la propia condición física, al miedo a las
enfermedades, a la hipocondría. El esquizofrénico puede describirse como un introvertido
extremo. La fase depresiva de las psicosis maniaco-depresivas está caracterizada por
una introversión pasiva morbosa, en contraste con la fase maniaca, que presenta una
excesiva y morbosa extroversión.
Dejando de lado los casos extremos y volviendo nuestra atención a la gran mayoría de la
gente, encontramos que la tendencia o disposición a la introversión o a la extroversión
generalmente no es muy marcada, y dichos estados hasta se alternan en la misma
persona como respuesta a condiciones diferentes. Está en primer lugar la cuestión de la
edad. En el caso del niño en los primeros años de vida, se puede hablar de una
condición de introversión, en el sentido de que el recién nacido está completamente
absorto en las sensaciones de su propio cuerpo. Después, poco a poco, vuelve su
atención y su interés hacia el mundo externo y los otros seres, pasando así a una fase de
extroversión creciente. Esta culmina en la infancia y en la prepubertad, en donde se
manifiestan activismo, autoafirmación y una actitud de rebelión hacia los otros.
Los años que siguen y la vejez, por otra parte, son un regreso a la introversión. El interés
por el mundo externo y sus éxitos, se desvanece gradualmente y cede el lugar, según el
caso, a un retiro en el egocentrismo y a la preocupación por la salud física, o a una visión
del mundo serena, desapegada, y a un interés por la realidad y por los valores
espirituales.
Se debe, por lo tanto, tener en cuanta otras diferencias. La tendencia a la extroversión o
a la introversión se combina con otras variantes individuales: una de las más importantes
es la predominancia de una u otra de las principales funciones psicológicas. Como ya
dije, Jung clasificó estos tipos según lo que él consideraba como las cuatro funciones
fundamentales del hombre, distinguiendo así el tipo sensorial, el tipo sentimental, el tipo
mental y el tipo intuitivo. Cuando predomina la función sensorial, el interés puede ser
dirigido hacia las sensaciones corporales o hacia las impresiones sensoriales que nos
llegan del mundo externo. Esta tendencia está muy bien caracterizada por el artista que
dijo: “Yo soy alguien para quien el mundo externo existe”. Cuando prevalece la función
del sentimiento, la persona puede ser descrita como viviendo en un mundo de emociones
y de sentimientos, de relaciones personales, de atracciones o afectos y aversiones. El
tipo mental, intelectual, se reconoce fácilmente y no requiere comentarios particulares.
Los casos en los cuales predomina la intuición son menos comunes, pero cosa
interesante, están aumentando.
Es importante darse cuenta de cuánto difieren uno de otro los individuos que pertenecen
a tipos distintos; se puede decir que viven virtualmente en mundos tan diferentes que casi
no se tocan. Un simple ejemplo bastará para aclarar esta afirmación. Imaginemos que
cuatro individuos, cada uno perteneciente a un tipo distinto, están viendo un paisaje. El
interés del hombre práctico-sensorial se encontrará en los campos que están frente a él,
su productividad y el valor del terreno. El tipo sentimental puede darse cuenta de que la
escena de paz evoca en él, sobre todo, un sentimiento de serenidad, armonía, calma y
dulzura. Si es un artista, podrá tener toda su atención en las líneas y en los colores, en
las luces y en las sombras, notando los distintos tonos de verde, el contraste entre las
manchas oscuras de los bosquecillos y los tintes delicados de los prados. Los valores
estéticos de la escena constituirán para él el interés y el placer principal. El tercer
miembro del cuarteto estará pensando en las características del paisaje, como el clima, el
tipo de vegetación, la interesante naturaleza geológica del terreno, y los problemas
científicos que pueden surgir de estas características. El cuarto observador verá en la
escena que tiene ante sus ojos un aspecto de la gloria radiante, de la expresión divina.
Verá la creación manifestada en la naturaleza y se abandonará a un gozo estático.
Si cada uno de estos “observadores” tuviera que poner por escrito sus impresiones, es
probable que las cuatro versiones tendrían pocas palabras en común. Cualquiera que las
leyera tendría dificultad en creer que todas son descripciones del mismo “objeto”.
El hecho de que seres humos que viven aparentemente lado a lado habiten en realidad
mundo distintos, tiene mucho valor psicológico y educativo; revela la verdadera causa de
la falta fundamental de comprensión, del criterio amargo, y del antagonismo que
complican la vida y dan origen a tanto sufrimiento inútil.
Otra distinción importante es evidente, ya sea en la extroversión y la introversión como en
las distintas funciones psicológicas. Hay muchas personas que no se puede decir que
posean una sola tendencia predominante. Una persona puede tener dos tendencias,
manifestando extroversión en un nivel e introversión en otro. Por ejemplo, puede ser
extrovertida a nivel emotivo-sentimental e introvertida a nivel mental, y viceversa. Esto es
obvio también en el caso de los grupos humanos. Así se podría decir que en general los
ingleses son extrovertidos en el nivel físico (actividad práctica) e introvertidos en el nivel
emotivo-sentimental.
Casos de estas tendencias y disposiciones contrastotes en los individuos se pueden
encontrar entre ciertos personajes religiosos. Santa Teresa, Santa Catalina de Siena y
Santo Domingo, por ejemplo, combinaban una pronunciada introversión mística con una
extroversión práctica que los hacía “activistas” y los llevó a fundar organizaciones y, en el
caso de Santa Catalina, a influenciar la historia de su época. Santa Catalina puede ser,
por lo tanto, clasificada como introvertida a nivel emotivo e intuitivo y como extrovertida a
nivel físico.
Además, hay otras dos tendencias opuestas hacia donde se dirige el interés vital que
deben ser reconocidas y consideradas correctamente. Una es “hacia abajo” y se puede
llamar subversión, la otra es “hacia arriba” o sobreversión. En l subversión el fin es
sondear el inconsciente en sus aspectos inferiores. Este es el interés principal del
psicoanálisis, y ha sido llamado “el descenso al infierno”. Se puede comprar con una
inmersión subacuática. En la sobreversión, por el contrario, el interés vital y la
investigación psicológica están dirigidos hacia aspectos superiores de la mente, es decir,
hacia el superconsciente y el Sí. La sobreversión se puede comparar al alpinismo.
Todo lo que se ha dicho no debe ser interpretado como una desvaloración de la
subversión y sobrevaloración de la sobreversión. También aquí se verifican
manifestaciones de distinto valor. Hay una subversión de alta calidad, l investigación
científica y la exploración del inconsciente inferior, que podría ser llamada geología y
arqueología psicológica. Y una sobreversión excesiva puede ser usada para huir de los
problemas de la vida. El fin psicosintético es el de adquirir la capacidad de dirigir las
energías a voluntad –es decir, por medio de la función directiva de l voluntad- en toda
dirección y de manera continua, según los fines, las intenciones, las necesidades y los
requerimientos específicos. Esta puede ser llamada poliversión.
Finalmente, hay diferencia, o mejor dicho, un contraste fundamental entre dos direcciones
en el tiempo del interés vital: entre la persona orientada hacia el futuro o antevertida y
aquella orientada hacia el pasado o retrovertida. Este contraste entre progresión y
regresión se da continuamente en todos los individuos, y la regresión fue correctamente
indicada como l causa de muchos disturbios psicológicos y síntomas neuróticos. A nivel
colectivo, el conflicto entre los dos tipos opuestos –el innovador y el revolucionario por
una parte, y el conservador, apegado al pasado, por otra- ha llegado a un nivel de aguda
y crucial lucha, que hoy invade la escena mundial.
EL INDIVIDUO ÚNICO-PSICOLOGÍA
IDEOGRÁFICA
Por más que la tipología pueda ser útil para comprender y tratar a los diferentes tipos
humanos, no logra darnos una valoración completa, la relación global de un individuo.
Cada individuo constituye una combinación única de infinitos factores discordantes. Si
hasta las combinaciones de elementos tan simples como las líneas de la piel de los dedos
son tan distintas que bastan las huellas digitales para identificar a un individuo, es claro
que las combinaciones del gran número de características biológicas y psicológicas
existentes en cada uno de los seres humanos hacen de cada uno de nosotros un
individuo en extremo complejo, distinto y genuinamente único.
Pero hay más; todos estos innumerables factores y sus combinaciones no son fijas y
estáticas como las huellas digitales. Cambian continuamente, a causa del desarrollo y del
crecimiento interior del individuo así como del continuo impacto y entrada de influencias
del mundo externo y de los otros seres humanos.
Pero por importante que sea este reconocimiento, no debe inducirnos a creer que no se
pueda establecer una “psicología científica del individuo”.
Tal psicología es posible, y está empezando a desarrollarse. Así, tomando con la debida
consideración las distintas contribuciones que hemos mencionado hasta aquí, y que se
podrían agrupar bajo el nombre de “psicología descriptiva”, su método principal es el de la
psicología de la comprensión (en alemán, verstehende). Los medios para llegar a una
comprensión de este tipo, una comprensión que venga, por así decirlo, del interior, han
sido indicados de distintos modos, y hay todavía una confusión en la terminología. Allport
hizo un sofisticado examen crítico de los métodos indicados con los términos de empatía,
simpatía, identificación, intuición, conocimiento, participación, etc. No puedo discutirlos
todos ahora, pero trataré de aclarar algunos puntos fundamentales. El contraste entre
“comprensión de” y “conocimiento sobre” fue indicado, con su acostumbrada habilidad,
por William James, en la siguiente anécdota citada por Allport. Dos pescadores del Maine
estaban platicando; discutían acerca de un profesor de universidad que pasaba ahí el
verano. Uno le dijo al otro: “el profesor sabe todo” y el otro respondió arrastrando las
palabras: “Sí, pero no conoce nada”.
El segundo pescador quería decir que el profesor tenía un vasto conocimiento del mundo,
pero que no lo había digerido. “William James –dice Allport- como el pescador, subraya la
distinción entre los dos tipos de cognición: conocimiento y compresión.” Alguien puede
saber muchas cosas sobre pedro, y sin embargo no “conocer” su plan de vida.
Conocer verdaderamente a una persona significa estar en grado de asumir su punto de vista, de pensar
dentro de su marco de referencia, de razonar partiendo de sus premisas. Conocer a una persona nos hace
darnos cuenta de que, desde su punto de vista, su vida tiene una coherencia propia, por más que pueda
parecer inconexa desde nuestro punto de vista.
Un análisis de la simpatía en sus distintos aspectos fue hecha por Sheler en su libro The
Nature of Sympathy y resumido por W.A. Sadler en Existente and Love. Sadler cita
también a Binswanger y concluye que esta comprensión requiere la unión de la cabeza y
el corazón, unión que Binswanger llama “pensamiento amoroso”.
Una ciencia holística, sintética del ser humano debe tener en cuenta, en l medida
correcta, los elementos comunes existentes en todos los individuos y las diferencias que
hacen de cada uno de nosotros un ser único. Esto fue expresado también por Maslow
que lo citaré completamente:
Se puede también trascender las diferencias individuales en un sentido puramente específico. La actitud
superior hacia las diferencias individuales es aquella que las reconoce y acepta, pero también goza de ellas
y hasta estar profundamente agradecido con ellas, como un magnífico ejemplo de la genialidad del cosmos
–reconociendo su valor, maravillándose ante las diferencias individuales. Pero también y muy distinta de
esta gratitud absoluta por las diferencias individuales es la otra actitud, la de elevarse por encima de estas
diferencias reconociendo la semejanza esencial, la pertenencia recíproca y l identificación con todos los
tipos en la suprema humanidad o identidad de especie, en el sentido de que todos son o nuestro hermano o
nuestra hermana. Entonces, las diferencias individuales y hasta las diferencias de sexo son trascendidas
de una manera muy particular. Esto es, que en distintos momentos podemos ser muy conscientes de las
diferencias entre los individuos, pero en otros momentos podemos dejar de lado las diferencias individuales
y concederles una relativa importancia, en contraste con las características humanas universales y las
semejanzas entre los seres humanos.
Lo que debe subrayar es que todos nuestros análisis precedentes siempre nos han “enviado de nuevo” a un
tema trascendente. Todas mis deducciones, que he tratado de mantener en un esquema mental concreto,
implican un fin que no está en sí mismo incluido en la serie de eventos naturales. Por ejemplo, he hablado
de las emociones. Pero esta palabra tiene un significado porque no sólo evoca modificaciones objetivas,
sino que indica una conciencia que experimenta ciertos sentimientos. También las relaciones existentes
entre los seres humanos, de los cuales hablamos con respecto a algunas sensaciones, indican
subjetividades trascendentes.
El descubrimiento del sujeto trascendente es el momento que concluye la reflexión psicológica. Se puede
descubrir la realidad trascendente a través de caminos muy distintos. Descartes llega a ella, y usa su
“pienso” (“cogito”), en un esfuerzo enérgico de formular una proposición de la que le sería imposible dudar.
Husserl llega a ella a través de lo que él llama una “reducción fenomenológica”. “La verdad es una, pero
cada filósofo se encamina a ella por su propio sendero”.
Capítulo 2
17. Profesor Calò, Enciclopedia italiana di scienze, lettere el arti, vol. 35, pág. 559, Roma,
1929-1939
Capítulo 3
23. Para un descripción más detallada de fácil volición y cita, véase apéndice 4, Historical
Survey, pág. 235, y Avelino, F., Personality and Will, pág. 83, Londres, 1931.
24. Maslow, A.H., The Farther Reachers of human Nature, pág. 68, Nueva York, 1971.
25. Maslow, A.H., Motivation and personality, págs. 136-37, Nueva York, 1970.
26. Ramacharaka, Raja Yoga, págs. 125-27, Bombay, 1966.
31. Fantappiè, L., Principi di uma teoria unitaria del mondo físico e biológico, Roma, 1944.
31. Buckminster Fuller, R., No More Second hand God & Other Writings, pág. V.,
Carbondale, Illinois, 1963.
33. Maslow, The Farther Reachers of human nature, pág. 210.
33. Assagioli, R., Psychosynthesis, pág. 31, Nueva York, 1971.
Capítulo 4
36. James, W., Talks to Teachers, págs. 75-76, Nueva York, 1912.
37-38. Boyd Barret, Strength of will and how to Develop It, Nueva York, 1931.
Capítulo 5