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Cine, derecho y conflictos.

Luis David Diez Gallego CC 1.046.933.337

El cine como expresión artística ha transcendido a través de su historia la


vocación exclusiva de entretener. Este se ha convertido en un medio para
sentar voz de protesta, visibilizar situaciones y dar voz a través de las
imágenes a quienes no la tienen. De esta forma, en el mundo globalizado
en el que habitamos actualmente, podemos a través del cine, analizar
cientos de procesos creativos que tienen como propósito comunicar una
idea, un hecho. Conforme a esto resulta propicio hacer del cine una
herramienta para analizar los conflictos, para por medios de los
fotogramas interactuar con realidades tanto conocidas como ajenas, y de
esta forma parafraseando a Schuster (2013) poder comprender y explicar
el conflicto en la medida en que nos toque de alguna manera tratare de
intervenir en el conflicto, ponernos en el lugar de los actores que están en
él, representarnos cuáles son esos lugares, cómo ven el mundo, cuáles son
sus interpretaciones y sus reconstrucciones. Al observar por ejemplo, la
película Cafarnaúm (2018) el espectador puede fácilmente comprender las
vicisitudes y el drama de los migrantes sirios, los dramas derivados de las
costumbres y la violencia estructural en la que las personas se ven
inmersas dadas sus condiciones económicas y culturales. Es el cine una
ventana al mundo, un periódico en imágenes, que da cuenta del mensaje
que pretende transmitir, de forma cruda, sin censura, políticamente
correcto e incorrecto, directo.

El cine como herramienta para comprender el mundo y sus conflictos


resulta sumamente efectivo, permite evidenciar las minucias, los detalles,
los orígenes y la evolución de un conflicto en el transcurso de su
proyección, nos permite observar visualmente y con facilidad, por ejemplo
la estructura del conflicto que enuncia Valenzuela (1994), los conflictos de
intereses entre los personajes, sus incompatibilidades, el problema que lo
origina, y como este escalo y/o evoluciona hasta su resolución, o no.

Es así como en películas como Ladri de biciclette (1948), nos podemos


remitir al análisis de un conflicto pasado, que este espectador por su edad
no pudo presenciar, como lo fue la posguerra de la década del 40, los
conflictos generados y derivados de la primera guerra mundial, como
afecto esto a una población específica, como fueron sus condiciones de
vida, sucesos y situaciones allí vividas, cosas que habitualmente un libro
no podría describir de la misma forma que esta concatenación de imágenes
cinematográficas creadas en ese preciso momento histórico y que allí
quedaron plasmadas para la posteridad.

Podemos concluir que para el ejercicio del análisis del conflicto, el cine,
dadas sus características, aportan importantes elementos para este
propósito, es por esta razón que resulta conveniente desde la academia,
con el fin de formar abogados un enfoque globalizado del conflicto, que
comprenda al conflicto en su esencia, el fomentar cursos como el de
Derecho y Cine, que a través de la interdisciplinariedad, crear
conocimiento de forma dinámica, más allá de lo estático que resulta el
estudio del derecho en las convencionales facultades de derecho. El cine
en esencia transgresor es una herramienta subvalorada.

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