Está en la página 1de 6

Coleccion: 105 - Tomo 1 - Articulo Numero 8 - Mes-Ano: 2002_

LA EVOLUCIÓN DE LOS REGISTROS DE ESTADO CIVIL

[-]

LA EVOLUCIÓN DE LOS REGISTROS DE ESTADO


CIVIL
(*)[1] (

Fernando Vidal Ramírez

      El estado civil y su registro tienen singular importancia y es sumamente loable que se le d é


relevancia al hecho histórico de su incorporación a nuestro ordenamiento jurídico.

     El estado civil, como se sabe, está determinado por los hechos que conciernen a la existencia
misma de la persona humana, como son el nacimiento y su defunción, así como el matrimonio para
su organización familiar. Alrededor de estos hechos se relacionan otros que contribuyen a la
formación del estado civil, siendo su registro la constancia auténtica de haberse realizado y la
prueba idónea de sus efectos jurídicos. De este modo, el estado civil tiene especial importancia y
trascendencia en la vida de la persona humana.

     Desde que los grupos sociales se organizaron el ordenamiento jurídico se constituyó en el


supremo regulador de las relaciones humanas y, dentro de esa organización social, adquiere el
estado civil de las personas su importancia y trascendencia. Así ha ocurrido desde el Derecho
romano, antecedente de los ordenamientos jurídicos basados en el sistema al que dio creación, y en
el Derecho moderno que llega hasta nuestros días.

     La particular organización social y jurídica de Roma concibió el estado de las personas de
manera muy distinta a como ha sido concebido en el Derecho moderno, como consecuencia de la
evolución de las ideas en cuanto a la dignidad de la persona humana y su igualdad, ya postulada por
la Escuela de Estoa desde la antigua Grecia pero no seguida en la organización romana.

     El estado –status , en el Derecho Romano– estaba referido al de los seres humanos según su
situación familiar, su condición personal y su ciudadanía. El status estaba reservado solo a los
hombres, siendo el libertatis el que gozaban los hombres libres, el familie los que eran padres de
familia y el civitatis los que siendo libres y jefes de familia eran ciudadanos de Roma. La mujer, si
era libre, estaba sometida al manus del pater y, al contraer nupcias, quedaba sometida al manus
maritalis .
     A la caída del Imperio Romano el sistema jurídico que había creado entró a una etapa de
oscurecimiento hasta la aparición del fenómeno de su recepción y su penetración en los
ordenamientos jurídicos europeos por obra de la Escuela de los Glosadores y luego de los
Posglosadores, para siglos más tarde receptarse en los textos de la codificación civil.

     Como se sabe, el inicio de la era de la codificación a partir de mediados del siglo XVIII, aun
cuando recepcionó el Derecho romano, no llevó a su concepción del estado civil la del status
romanista. El reconocimiento del derecho a la libertad de todos los seres humanos, preconizado por
la Revolución Francesa, le hizo perder toda significación al status libertatis , la pérdida del poder
absoluto del padre de familia desvaneció el status familie y la formación de las naciones y la
concepción moderna del Estado, como organización política, se la hizo perder al status civitatis .

     El Código Civil francés de 1804 fue el gran receptor de las ideas modernas sobre el estado civil
y las irradió a la codificación civil posterior.

     En Roma no existió un registro formalmente organizado para la inscripción de los status . Solo
se hacían anotaciones para fines censísticos y algunas familias llevaban un registro genealógico con
fines de linaje. Sin embargo, algunos romanistas dan cuenta de un registro de nacimientos creado
con la finalidad de constatar la edad y el estado y que se llegaron a establecer plazos dentro de los
cuales debían declararse los nacimientos y el nombre de los nacidos.

     Los historiadores del Derecho consideran el registro romano de nacimientos, atribuido al


emperador Marco Aurelio, como el remoto antecedente de los Registros de Estado Civil que el
Código Napoleón normó en su articulado.

     Con el modelo napoleónico la normativa sobre el estado civil y su registro llegó a nuestra
codificación civil. Su origen radicó en las prácticas del Derecho Canónico que organizaron los
libros parroquiales para la anotación de los sacramentos del bautismo y del matrimonio, y también
para las defunciones. Se atribuye al Concilio de Trento, realizado en 1563, haber dispuesto la
creación y apertura de los libros parroquiales y de este modo, las constancias así otorgadas fueron
adquiriendo valor probatorio para los hechos relacionados al estado civil, tanto del nacimiento
declarado para efecto del bautismo, del matrimonio para la legitimidad de los hijos y de la muerte,
cuando se producía luego del otorgamiento de la extrema unción.

     Como puede apreciarse, estas inscripciones eran insuficientes pues no operaban en relación a
toda clase de personas sino solo a los declaradamente católicos y, aun así, con datos incompletos
porque no eran susceptibles de anotación más actos que los anteriormente indicados.

     Al advenir la República, bajo la poderosa influencia de la Iglesia Católica se mantuvo la


vigencia de los libros parroquiales, pese a que el Código Civil vigente desde el 29 de julio de 1852
introdujo a su articulado una normativa referida a los Registros de Estado Civil, iniciándose con
ella su funcionamiento en nuestro país.

     El Código Civil de 1852, como ya de ha indicado, siguió en lo relativo al Registro del Estado
Civil al modelo napoleónico, que fue un Código laicalizado como producto de la Revolución
Francesa. Pero no pudo sustraerse a la influencia canónica, tan es así que el matrimonio debía
celebrarse con las formalidades establecidas por la Iglesia en el Concilio de Trento, y solo muchos
años después, por Ley de 23 de diciembre de 1897, se autorizó la celebración del matrimonio civil
para los no católicos y se reconoció su validez, y recién en 1930, por Decreto Ley Nº 6889 del 4 de
octubre de ese año, se secularizó el matrimonio católico y se declaró como único matrimonio válido
para los efectos civiles al matrimonio civil. Además, la eficacia jurídica de las partidas parroquiales
ha llegado hasta el 14 de noviembre de 1936, fecha en la que entró en vigencia Código Civil que
derogó al de 1852, pues se las reconoció, al extremo que el Código Civil en vigor desde 1984 les
reconoce la misma eficacia.

     La Comisión Codificadora, nombrada por el Gobierno presidido por el general José Rufino
Echenique por Ley de 7 de junio de 1851 y que, tomando como base el Código redactado durante el
gobierno de Ramón Castilla y luego de superar las desavenencias en torno al matrimonio canónico
y someterlo al Concilio de Trento, concluyó sus trabajos dando lugar a la promulgación y vigencia
del primer Código Civil peruano con vigencia real y efectiva, pues la obra de Manuel Lorenzo de
Vidaurre solo quedó en proyecto, el de la Confederación Perú-Boliviana tuvo una vigencia fugaz y
el promulgado por Castilla fue un código no nato.

     El Código Civil de 1852 normó a los Registros del Estado Civil en la sección sexta de su libro
primero dedicado a las personas y sus derechos. Precisó que tenían por objeto hacer constar el
nacimiento, el matrimonio y la muerte de las personas en sendos libros, encargándole al gobernador
de cada distrito, que era autoridad política, llevar los libros. El mismo Código prescribió las
formalidades para la extensión de las partidas y para el asentamiento del acta respectiva, con la
presencia de dos testigos. Los libros debían ser cerrados cada año y archivados en un juzgado de
primera instancia, autorizando a los jueces a expedir copia certificada de las partidas. Por último,
para salvar cualquier omisión en las partidas y para enmendar errores, dispuso probanza y decreto
judicial.

     El Código estableció también los plazos para la inscripción de los nacimientos, matrimonios y
defunciones. En la partida de nacimiento se hacía constar el reconocimiento de los hijos, entonces
llamados naturales, siendo la inscripción del difunto requisito indispensable para la sepultura de su
cadáver. La inscripción del matrimonio era también requisito para reclamar los derechos civiles
anexos a la unión conyugal, aunque como ya se ha advertido el matrimonio válido era el canónico.

     Las disposiciones del Código de 1852 merecieron el comentario laudatorio de Miguel Antonio
de la Lama, uno de sus más calificados exégetas, quien afirmó que la innovación constituida por la
organización de los Registros de Estado Civil no solo era laudable sino provechosa en el modo de
la comprobación del estado civil de las personas.

     Establecidas las municipalidades por Ley de 1 de febrero de 1856, se les encargó llevar los
Libros de los Registros de Estado Civil, encargo que les mantuvo la Ley de 9 de abril de 1873 y que
la Ley de Municipalidades de 14 de octubre de 1892 definió en definitiva en favor de los concejos
municipales.

     En 1922 el gobierno del Presidente Leguía dispuso la revisión del Código Civil que cumplía 70
años de vigencia y se nombró a la Comisión Reformadora que concluyó sus trabajos en un Proyecto
de Código Civil que, revisado por una segunda Comisión, se convirtió en el Código Civil que inició
su vigor el 14 de noviembre de 1936, derogando al Código Civil de 1852 luego de cumplir 84 años
de vigencia.
     El Código Civil de 1936 se ocupó de los Registros de Estado Civil en el Libro Primero dedicado
al Derecho de las Personas y los mantuvo a cargo de las municipalidades, disponiendo que los
hubiera en todos los distritos del territorio de la República a cargo de los alcaldes y en todos los
consulados y legaciones del Perú en el extranjero. De este modo, las inscripciones fueron dotadas
de un carácter territorial al prohibirse el asentamiento de las partidas en lugares distintos a los que
se producían los nacimientos, matrimonios y defunciones, ratificándose lo que ya había sido
dispuesto por una Ley de 1912. Por leyes posteriores y atendiendo a lo extenso y accidentado del
territorio nacional se fue autorizando la existencia de Registros en parajes en los que hubiera
guarniciones militares de frontera, puestos de las fuerzas policiales o misiones religiosas.

     El plazo para la inscripción, originalmente de 8 días, fue sucesivamente ampliado por las
mismas razones por las que se les dio extensión a los Registros y se establecieron disposiciones
relativas a la omisión del apellido del padre o de la madre cuando se tratara del nacimiento de un
hijo ilegítimo, a la inscripción de la defunción como requisito al sepelio y otras similares.

     Al contrario que el Código de 1852, el de 1936 omitió legislar sobre las formalidades de la
inscripción y dispuso que fuera la Corte Suprema de la República la que dictara los reglamentos
para la organización y funcionamiento de los registros.

     Fue así que la Corte Suprema por Acuerdo de Sala Plena de 15 de julio de 1937 dictó el
Reglamento de los Registros de Estado Civil que ha regido las inscripciones hasta la creación del
RENIEC.

     El Código Civil de 1984 –producto de la revisión del de 1936, en un largo proceso que se inició
en 1965 y que es historia reciente– se ocupó también de los Registros de Estado Civil en el Libro
Primero del Derecho de las Personas pero con un articulado muy breve, señalando el carácter
público de los Registros y remitiéndose al reglamento en cuanto a los actos inscribibles en adición a
los nacimientos, matrimonios y defunciones.

     Al igual que el Código de 1936, dispuso el funcionamiento de los Registros de Estado Civil en
todos los concejos municipales, en los consulados del Perú y en los demás lugares en los que fueran
necesarios. Les mantuvo también el carácter territorial y dotó a las partidas de una función
probatoria de los hechos y actos inscribibles, aunque sin restringir la probanza a la inscripción, pues
la destrucción o pérdida de las partidas permitía a la persona afectada recurrir a medios probatorios
distintos. Mantuvo también el criterio de que las rectificaciones o adiciones solo podían hacerse en
virtud de mandato judicial.

     Mediante Decreto Ley Nº 26127, de 29 de diciembre de 1992, se dio creación al Sistema


Nacional del Registro del Estado Civil con la finalidad de integrar y estructurar el funcionamiento
de los Registros del Estado Civil bajo una normativa común y un ente rector dependiente del
Ministerio de Justicia. Se señalaron como objetivos del Sistema la garantía de la inscripción de los
nacimientos, matrimonios y defunciones y demás actos relacionados con el estado civil de las
personas, la cautela del derecho al nombre propio, a la nacionalidad y a la filiación, la información
estadística para el conocimiento de la dinámica de la población y diseñar el Registro de
Identificación de las Personas, constituyéndose, de este modo, en el antecedente inmediato del
RENIEC.
     El acotado Decreto Ley Nº 26127 amplió considerablemente el radio de los Registros de Estado
Civil al cubrir los más remotos lugares del territorio nacional y confiriéndoles la función, además
de la inscripción de los nacimientos, matrimonios y defunciones, de otros actos relacionados con el
estado civil de las personas, como reconocimientos de filiación y declaraciones judiciales de
paternidad y maternidad, rectificaciones y adiciones de nombre, adopciones, divorcios, nulidad de
matrimonios y declaraciones de muerte presunta.

     El Decreto Ley Nº 26127 dio, pues, un importante avance en la modernización de los Registros
de Estado Civil e, incluso, se dio creación a la especialidad de registrador civil como carrera
administrativa.

     La Constitución Política de 1993, al crear el Sistema Electoral y conformarlo, además, por el
Registro Nacional de Identificación y Registro Civil con el encargo de mantener y custodiar el
registro de los actos que modifican el estado civil, le dio a esta institución un nuevo impulso
modernizador y le encargó la inscripción de los nacimientos, matrimonios, divorcios, defunciones y
demás actos modificatorios del estado civil.

     Los artículos 176, 177 y 183 de la Constitución Política, que han creado el Sistema Electoral,
haciéndolo conformar por el RENIEC y que le atribuyen sus funciones, han sido desarrollados por
la Ley Nº 26497-Ley Orgánica del RENIEC, del 12 de julio de 1995, la que además derogó el
articulado relativo a los Registros del Estado Civil en el Código Civil de 1984.

     Como organismo autónomo con personería de Derecho público, el RENIEC ha asumido la


responsabilidad de llevar el Registro Civil y la inscripción de los hechos y actos relativos a la
capacidad y estado civil de las personas mediante técnicas y procedimientos automatizados.

     La Ley Nº 26497 ha ampliado los actos inscribibles, pues conjuntamente con los nacimientos,
matrimonios y defunciones, se inscriben las resoluciones que declaran la incapacidad de las
personas y las que las limitan, las resoluciones que declaran la desaparición, ausencia, muerte
presunta y el reconocimiento de la existencia de las personas, las sentencias que imponen
inhabilitación, interdicción civil y pérdida de la patria potestad, los actos de discernimiento de los
cargos de tutores y curadores y de su cese, las resoluciones de rehabilitación de los interdictos, las
resoluciones que declaran la nulidad del matrimonio, el divorcio, la separación de cuerpos y la
reconciliación, la separación de patrimonios convencional o judicial y su cesación, las
declaraciones de quiebra, las sentencias de filiación, los cambios o adiciones de nombre, el
reconocimiento de hijos, las adopciones, las naturalizaciones y la pérdida o recuperación de la
nacionalidad y, en general, todos los actos que modifiquen el estado civil de las personas.

     150 años han pasado desde que el país tomó conciencia de la necesidad de preservar los hechos
y actos inherentes al estado civil de las personas y de organizar los Registros, plasmándola en el
articulado del Código Civil cuyo sesquicentenario se cumplió el 29 de julio del año en curso. Desde
entonces, la institución de los Registros de Estado Civil ha ido evolucionando en respuesta a los
requerimientos de la sociedad peruana hasta llegar a su actual organización, dotada ya de
modernidad y mayor eficiencia.

     El Registro del Estado Civil de las personas, con el dimensionamiento que le ha proyectado el
RENIEC, está llamado, pues, a cumplir un rol trascendental en el desarrollo social de nuestro país,
tan urgido por sus distancias internas. De ahí que una institución organizada hace 150 años y que en
la actualidad responde a los requerimientos sociales esté llamada a coadyuvar, de manera decisiva,
a la formalización y afianzamiento de la sociedad peruana.
Gaceta Jurídica- Servicio Integral de Información Jurídica
Contáctenos en: informatica@gacetajuridica.com.pe

[1]

(*) Conferencia pronunciada en la ceremonia conmemorativa del sesquicentenario de la fundación de los


Registros de Estado Civil, organizada por el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil
(RENIEC) en el Auditorio José León Barandiarán del Colegio de Abogados de Lima.

También podría gustarte