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DARWIN Y EL EVOLUCIONISMO
CONTEMPORÁNEO
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GN281
D37
2012 Darwin y el evolucionismo contemporáneo / Jorge Martínez
Contreras, Aura Ponce de León, coordinadores. —
México : Siglo XXI Editores : Universidad
Veracruzana, 2012.
421 p. — (Filosofía)
ISBN: 978-607-03-0431-6
PREFACIO 11
AGRADECIMIENTOS 13
I. LA IDEA DE LA EVOLUCIÓN
[7]
8 ÍNDICE
LA EVOLUCIÓN DE LA AGENCIA
Pablo Quintanilla 369
REPRESENTACIÓN E INFORMACIÓN
Karla Chediak 408
PREFACIO
[11]
12 PREFACIO
Universidad Veracruzana
[13]
LAMARCK Y DARWIN: UN LEGADO CRECIENTE
Los griegos habrían desarrollado —o tal vez sólo roturado— los prin-
cipales campos de la filosofía. Tan es así que es posible que todo lo
que vino después de la época de oro de la filosofía griega fueran sólo
notas al pie de página de los filósofos que los siguieron. Esa boutade
provocativa de Whitehead tiene sin duda bastante de verdad. Pero si
hay un campo del saber auténticamente nuevo, éste es el del evolu-
cionismo. Es cierto que en la Antigüedad y en los siglos anteriores al
xix mucho se había hablado de los monstruos, de su probable origen
natural, de sus posibles transformaciones. Antes del desarrollo de la
teoría de la evolución, y en relación con nosotros, los humanos, sólo
había dos hipótesis posibles, concebibles: la de la creación divina o la
de su surgimiento por algún accidente extraordinario de la naturale-
za. Si la primera acompaña —con variaciones— al pensamiento mí-
tico de toda sociedad humana conocida, la segunda mucho le debe
a las explicaciones que se daban sobre el origen y la forma de los
fósiles, caprichos de la naturaleza; recordemos cómo los fósiles que
se iban encontrando eran vistos como formaciones aleatorias de la
naturaleza, semejantes a las figuras, más o menos regulares y simétri-
cas, que se pueden ver en la lava seca y en otras formaciones rocosas.
Nos puede ahora parecer extraño que se crea que la estructura de un
trilobite fósil, por ejemplo, es el resultado de fuerzas inorgánicas ac-
cidentales, pero entonces no había, además de ésa, otra explicación
que no fuera la divina.
Sin embargo, poco a poco surgen pensadores que proponían que
los seres vivos podían modificarse por acción del medio. Recordemos
no, cefpsvlt-sep.
*** Posgrado en Humanidades, uam-Iztapalapa.
[15]
16 J. MARTÍNEZ CONTRERAS/A. PONCE DE LEÓN/V. ROMERO
¿Por qué, entonces, las secuencias han adquirido un lugar tan pri-
vilegiado en nuestra sociedad actual? Ése es el núcleo de la indaga-
ción de este artículo.
En el texto encontramos una relación histórica de los principales
desarrollos tecnológicos en el estudio de la evolución humana a través
de los análisis sanguíneos, desde los estudios de Nuttal publicados en
1904 sobre las reacciones de precipitina de suero sanguíneo en dife-
rentes grupos biológicos, entre ellos, artrópodos y primates, pasando
por los estudios serológicos de Hirszfeld relacionados con la especie
humana, hasta llegar al álgido debate que se dio en los años sesenta
entre los biólogos moleculares, por ejemplo Zuckerkandl, Goodman
y Margoliash, y los llamados arquitectos de la síntesis moderna, v. gr.
Simpson, Mayr y Dobzhansky. El recorrido de la autora aborda los
debates, las acusaciones, las respuestas, la disponibilidad de técnicas y
28 J. MARTÍNEZ CONTRERAS/A. PONCE DE LEÓN/V. ROMERO
jaime labastida*
[39]
40 JAIME LABASTIDA
1
Charles Minguet, Alexandre de Humboldt, historien et géographe de l’Amérique espagnole
(1799-1804), París, Maspero, 1969, pp. 71-72. Charles Minguet concibió la Biblioteca
Humboldt, que Siglo XXI ha publicado desde 1995. Ya muerto, hemos conservado su
nombre en la Biblioteca como un mínimo homenaje a su memoria.
2
Charles Darwin, On the origin of species by means of natural selection or preservation of
favoured races in the struggle for life, Londres, John Murray Editor, 1859. Sigo la edición
de Encyclopaedia Britannica-The University of Chicago, Great Books, 1990. Hay una
buena edición española, unam, 1959 (Colección Nuestros Clásicos, Prólogo de Juan
Comas, reproducida por Universidad Veracruzana, 2008).
3
“El sucesor de Humboldt en la Gran Bretaña —afirma Walter F. Cannon— fue
precisamente aquel joven que dijo inspirarse en la Personal Narrative de Humboldt; el
que enfiló hacia Sudamérica y cubrió la parte del continente que Humboldt había omi-
tido; el que publicó, imitando a Humboldt, su propia narración personal y el que trató
de producir una teoría dinámica de extensión continental respecto de las montañas
y los estratos de Sudamérica. Me refiero, por supuesto, al joven Charles Darwin”. “Ba-
con o Humboldt”, conferencia ante la History of Science Society, diciembre de 1969.
La traducción española se debe a Jaime A. Shelley y Jaime Labastida; se publicó en la
Revista de la Universidad de México, unam, vol. xxvi, núm. 3, noviembre de 1971; el texto
citado corresponde a la p. 27.
HUMBOLDT: VÍNCULO ENTRE LAMARCK Y DARWIN 41
4
En Cuba se le llama “el segundo descubridor de la isla”. El primero es, desde
luego, Cristóbal Colón. La Academia Cubana de Ciencias colocó una placa de bronce
en el pedestal de la estatua de Alexander von Humboldt, situada, al lado de la de su
hermano Wilhem, en la entrada de la Universidad Humboldt, en Berlín; en ella lo
califica así.
5
Jean Baptiste Lamarck, Philosophie zoologique ou exposition des considérations relatives
à l’histoire naturelle des animaux (la primera edición es de 1808. He trabajado sobre la
edición, sin fecha, pero tal vez de principios del siglo xx porque tiene una “Nota de los
editores” fechada el 25 de octubre de 1907, realizada en París por Schleicher Frères. El
volumen pertenece al Acervo Histórico de la Biblioteca del Instituto de Biología de la
unam. Agradezco la generosidad de la Biblioteca al permitirme su consulta). El cuadro
taxonómico de Lamarck es, posiblemente, la mayor de las aportaciones de este científi-
co a la teoría de la evolución, en la medida misma en que establece un orden razonado
en la escala de las especies, paso obligado para determinar la teoría de la evolución por
parte de Darwin. El cuadro se expone y se explica en el capítulo viii y último y va de la
p. 230 a la 311; se subtitula “De l’ordre naturel des animaux et de la disposition qu’il
faut donner à leur distribution générale pour la rendre conforme à l’ordre même de
la nature”. Arranca por los animales sin vértebras (infusorios, pólipos, etc.), asciende
a los insectos, los crustáceos y los moluscos, llega a los animales vertebrados (donde
los peces y los reptiles forman parte del 5º grado de organización), sigue hasta los pá-
jaros (ovíparos y sin glándulas mamarias) y termina en los mamíferos (vivíparos y con
42 JAIME LABASTIDA
duda, sus tesis acerca de la variación de las especies, aun cuando man-
tuvo reparos en las tesis de Lamarck sobre la acción del medio, deter-
minante, para éste, en la transformación de las especies.6 Humboldt
también proporcionó a Cuvier el plano de las capas sedimentarias de
la superficie terrestre, sobre el cual el científico francés elaborará la
teoría de las revoluciones sufridas por el planeta y fundar así la pa-
leontología.7 Humboldt aceptó, así, tal vez de una manera imprecisa
y sin establecer cabalmente ni las causas ni las leyes que rigen el cam-
bio, que la evolución es un hecho. Pero ¿esto es bastante para de allí
concluir que el vínculo entre Lamarck y Darwin pasa por Humboldt?
Desde luego que no.
Escribí, hace varios años, en un texto que sirvió como prólogo a
una antología de ensayos científicos de Humboldt, que el barón pru-
siano había ejercido una poderosa influencia sobre Darwin de tres
maneras diversas: “primero, al través de la imitación consciente que
el gran naturalista inglés emprendió de los viajes y aun del estilo li-
terario de Humboldt; segundo, gracias a que resolvió o planteó pro-
blemas que después se presentarían a Darwin durante su viaje en el
Beagle ; tercero, merced a la influencia indirecta que se manifiesta en
Lyell y Herschell, autores que Darwin tomó como modelos”.8 Hoy, 36
años después, aunque ese texto todavía me parezca en lo fundamen-
tal correcto, conviene que lo matice y lo amplíe.
Sin embargo, antes de establecer los matices y la ampliación, trata-
ré un punto que no carece de importancia. En la “Noticia histórica”
con la que abre On the origin of species, Darwin hace el recuento de
glándulas mamarias). En el orden de los pájaros y los mamíferos, “los nervios llegan a
un cerebro que llena la cavidad del cráneo”; poseen un corazón con dos ventrículos y
sangre cálida (p. 240).
6
Émile Guyénot ha hecho, me parece, una exposición bastante completa de los
antecedentes de la teoría de la evolución, poniendo énfasis suficiente en las aporta-
ciones de Lamarck en su libro clásico Les sciences de la vie aux xviiº et xviiiº siècles. L’idée
d’évolution (París, Albin Michel, 1957; la primera edición es de 1941).
7
Georges Cuvier, Discours sur les révolutions du Globe (la primera edición es de 1825.
He usado, gracias a la cortesía del Acervo Histórico de la Biblioteca del Instituto de
Investigaciones Biológicas de la unam, una edición hecha en 1861 por la Librairie de
Firmin Didot Frères, en París). El cuadro de Humboldt, desplegado y en gran formato,
aparece entre las páginas 184 y 185: va, en orden inverso, desde las formaciones primitivas
hasta los depósitos de aluvión, en 16 capas sucesivas. No omito decir que Cuvier conside-
raba las teorías de Lamarck como “meras fantasías”.
8
“Las aportaciones de Humboldt a la investigación científica”, en El Humboldt ve-
nezolano, Caracas, Ediciones del Banco Central de Venezuela, 1977 (reproducido en
mi libro Humboldt, ciudadano universal, México, Siglo XXI Editores, 1999, pp. 74-75).
HUMBOLDT: VÍNCULO ENTRE LAMARCK Y DARWIN 43
9
“An historical sketch of the progress of opinion of the origin of species, previously to the
publication of the first edition of this work”, On the origin…, op. cit., p. 1 ss.
10
The complete work of Charles Darwin on line, University of Cambridge. Muestra 378
referencias de Darwin sobre Humboldt. Dice en una de ellas: “Antes admiraba a Hum-
boldt; ahora casi lo adoro”. Y en otro lugar: Humboldt, “como otro Sol, ilumina todas
las cosas que contemplo”.
11
La traducción inglesa de los tres volúmenes de la Relation historique… (que Hum-
boldt publicó en París: vol. i, Dufour, 1814; vol. ii, Maze, 1819; vol. iii, Smith et Gide
Fils, 1825) responde al título de Personal narrative of a journey to the equinoctial regions of
the New Continent.
44 JAIME LABASTIDA
12
A. von Humboldt, Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung, Die Andere Bi-
bliothek, dirigida por Hans Magnus Enzensberger, Frankfurt am Main, Eichborn Ver-
lag, 2004 (el primer volumen se editó en 1845; el quinto volumen en 1862, de manera
póstuma, ya que Humboldt había muerto el año de 1859). La edición francesa, cuya
traducción encomendó Humboldt a H. Faye y Ch. Galuski, la revisó François Arago, el
matemático francés que fue amigo personal de Humboldt a lo largo de toda su vida;
el subtítulo de la edición francesa dice Essai d’une description physique du monde (obra en
mi poder la cuarta edición, de L. Guérin, París, 1866-1867).
HUMBOLDT: VÍNCULO ENTRE LAMARCK Y DARWIN 45
todo eso es cierto, sin duda. Se puede decir que Humboldt realiza
una labor científica, pues, de dimensiones vastas y novedosas, tanto,
que nadie, nunca antes, en ningún lugar había sido capaz de llevar
a cabo. Sin embargo, es cierto por igual que Humboldt no asume ni
menos postula la ley que rige la evolución (ni geológica ni biológi-
ca). En este punto reside la falla, si se puede hablar de una falla, de
Humboldt; grande frente a quienes le han precedido, resulta inferior
frente a Darwin. Esto explica por qué su figura se desvanece poco a
poco al avanzar el siglo xix, en tanto que se acrecienta la de Darwin.
Me explico. El problema es, sin duda, de concepto y, por lo tanto,
de concepción. Pensar que un evento biológico cualquiera (el mundo
mismo, en suma) pueda cambiar, que se degrade o que degenere, no
es un concepto novedoso. Esa idea se encuentra presente hasta en la
arcaica visión hebreo-cristiana, por ejemplo: en la idea de que Dios
hizo al hombre a su imagen y semejanza; que Dios ve su rostro en el
espejo del mundo, con todo el dolor, el horror y el terror que esto
implica. Dicho de otro modo: la idea de que lo inferior (el hombre y
el mundo, en este caso) provengan de lo superior (de Dios), como los
hijos provienen de los padres, no es cosa de ningún modo nueva. Lo
nuevo, lo verdaderamente decisivo, y es lo que aportan Darwin y la
teoría de la evolución, es la tesis inversa, la tesis de que lo superior, lo
más complejo en cuanto a su nivel de la organización; la teoría de que los
animales superiores en la escala biológica (y aquí no importa cuál siste-
ma taxonómico utilicemos) vienen de los inferiores: he aquí lo verda-
deramente revolucionario; esto, por encima de todo, es lo que hace
época con Darwin. Por lo tanto, lo que asume importancia es que
Darwin haya demostrado, y con pruebas irrefutables, cómo, de qué
manera se produce el cambio, desde los organismos inferiores hasta
los superiores y del protozoario al hombre.
Dice Humboldt en el Cosmos que el resultado de sus indagaciones
le ha conducido a establecer “la conexión de las fuerzas de la natura-
leza” y el “sentimiento íntimo de su mutua dependencia”; que, lejos
de proponerse la mera labor de recolección de datos empíricos, su
esfuerzo se encamina a mostrar “el carácter invariable de las leyes
de la naturaleza”, es decir, “la armonía y el orden en el universo”.
Por lo tanto, afirma, sin vacilar, que “la naturaleza es el reino de la
libertad”.13 Quisiera subrayar algunos conceptos utilizados aquí por
13
Kosmos…, op. cit. (p. 9 de la edición alemana); Cosmos, op. cit. (p. 2 de la edición
francesa). Reza el texto alemán al que hago referencia: “Die Natur aber ist das Reich
46 JAIME LABASTIDA
der Freiheit” (op. cit., p. 9); y la traducción francesa (op. cit., p. 2) dice: “La nature est
le règne de la liberté”.
14
Immanuel Kant, Crítica de la Razón pura, prólogo, notas y traducción de Pedro
Ribas (Alfaguara, 1978, p. 17). En la magnífica edición bilingüe de la Crítica de la razón
pura, índices, notas y traducción de Mario Caimi (México, fce, uam, unam, 2009), el
texto ha sido traducido así (p. 17): “la razón sólo entiende lo que ella misma produce
según su/propio/plan”. El texto alemán, a su vez, dice: “die Vernunft nur das einsieht.
Was sie selbst nach ihrem Entwurfe hervobringt”. Adviértase que Humboldt califica su
Cosmos, en el subtítulo, con el mismo concepto que Kant ha usado para indicar aquello
que la razón le prescribe a la naturaleza: Entwurf, es decir, “plan”, “bosquejo”, “esbozo”,
“ensayo”.
15
Kant, ibid., p. 21 de la edición de Alfaguara; p. 20 de la edición bilingüe.
16
Kosmos, op. cit., p. 10; Cosmos, op. cit., p. 3.
17
Kosmos, ibid., p. 10; Cosmos, ibid., pp. 3-4.
HUMBOLDT: VÍNCULO ENTRE LAMARCK Y DARWIN 47
18
Kosmos, ibid., p. 19; Cosmos, ibid., p. 25.
19
Kosmos, ibid., p. 22; Cosmos, ibid., p. 36.
20
Immanuel Kant, ibid., “Doctrina trascendental de los Elementos. Primera parte,
La estética trascendental” (pp. 65-91, edición de Riba; pp. 70-98, edición de Caimi).
48 JAIME LABASTIDA
21
El texto pertenece a la introducción del Cosmos, de la que se dice, expresamente,
que ha sido “escrita en francés” por el propio Humboldt (op. cit., pp. 74-75).
22
Walter F. Cannon, op. cit., p. 28.
23
Heinrich Berghaus, Physikalischer Atlas oder Sammlung von Karten, auf denen die
hauptsälichsten Erscheinungen der anorganischen Natur nach ihrer geographischen Verbreitung
und Vertheilung bildlich dargestellt sind. Zu Alexander von Humboldt, Cosmos, Frankfurt am
Main, Eichborn Verlag, 2004.
HUMBOLDT: VÍNCULO ENTRE LAMARCK Y DARWIN 49
jean gayon**
introducción
[50]
EL ÁRBOL DE LA VIDA RECONSIDERADO 51
figura 1. En cap. iv, las letras “A, B, C… L” representan a “las especies de un gran
género en su propio país”. Los números romanos representan intervalos entre un gran
número arbitrario de generaciones. Producen variedades locales que se modifican y
divergen durante muchas generaciones. Por ejemplo, al final del proceso, la especie
I lleva a ocho especies. En el cap. xiii, la letras “A, B, C…L” representan “géneros
aliados” que llevarán a su vez a un mayor número de géneros. El mismo razonamien-
to puede ser aplicado a cualquier nivel deseado de categorías taxonómicas (Darwin,
1859: contra, p. 117).
EL ÁRBOL DE LA VIDA RECONSIDERADO 53
Las afinidades de todos los seres de la misma clase han sido a veces represen-
tados por un gran árbol. Creo que este símil expresa ampliamente la verdad.
Los verdes y nacientes retoños pueden representar a especies existentes; y
aquellos producidos durante cada año anterior pueden representar a la larga
sucesión de especies extintas. En cada periodo de crecimiento todos los reto-
ños crecientes han tratado, por todos lados, de volverse ramas, sobreponién-
dose y matando a los retoños de los alrededores y a sus ramas, de la misma
manera que las especies y los grupos de especies han tratado de subyugar a
otras especies en la gran batalla por la vida (Darwin, 1859: 129).
Los miembros divididos en grandes ramas, y éstos en cada vez más pequeñas
ramas, fueron alguna vez, cuando el árbol era pequeño, retoños nacientes;
y esta conexión de los retoños anteriores y de los presentes por medio de
ramas que se desarrollan pueden muy bien representar la clasificación de
todas las especies extintas y vivas en grupos subordinados a grupos (Darwin,
1859: 129-130).
Los brotes dan lugar al crecimiento de retoños frescos, y éstos, si son vigo-
rosos, se ramifican y dominan por todos lados a las ramas más débiles, por
54 JEAN GAYON
TIEMPO A B
MORFOLOGÍA
ÍA
G
LO
FO
R
O
M
de Carl Woese en los años setenta y ochenta del siglo pasado, han
sido divididos en dos “dominios”: Bacteria y Archaea. Los eucariontes
constituyen el tercer “dominio”, incluyendo a todos los organismos
uni y multicelulares con un núcleo rodeado por membrana. Al prin-
cipio, la aplicación de técnicas moleculares a los procariontes gene-
ró las esperanza de reconstruir un árbol de la vida único y universal
(Woese, 1987). Pero un creciente número de anomalías llevaron al
descubrimiento de que la transmisión de genes entre eucariontes no
es sólo vertical sino también horizontal. La magnitud de este fenó-
meno ha sido debatida con ferocidad durante casi veinte años. Es
claro ahora que es lo suficientemente importante como para poner
en duda la propia existencia de un árbol único que represente la re-
lación natural entre todos los organismos celulares o, por lo menos,
sobre la posibilidad de reconstruir este árbol, si existiera (para una
revisión, cf.: McInerney, Cotton, y Pisani, 2008). Esto es debido al he-
cho de que casi todos (si no todos) los genes procariontes han estado
sujetos a las transferencia génica lateral. Que este ir y venir génico en
eucariontes sea significativo o no, permanece como un debate abier-
to. Sin embargo, observamos ahora una intensa controversia entre
dos maneras de representar al patrón genealógico de la historia de la
vida: árbol y red (la mejor y más comprensiva explicación sobre esto
puede encontrarse en Ragan, McInerney y Lake, 2009).
Actualmente es incierto si la “red de hipótesis sobre la vida” será
capaz de combatir con éxito a la “hipótesis del árbol de la vida”.
En realidad es posible que tanto el árbol como la red tendrán que
coexistir en un punto de vista pluralista de los patrones evoluciona-
rios, donde varias historias son contadas usando varias metodologías
(Doolittle y Bapteste, 2007). De hecho, los biólogos evolucionistas
parecen ahora admitir que el diagrama de Darwin, que se enfoca ex-
clusivamente en el nivel de las especies, encapsuló sólo una fracción
de la historia de la vida. En el caso de los procariontes, por lo menos,
la transferencia génica lateral ha sido lo suficientemente importante
como para obliterar y, tal vez, superar la transmisión vertical en una
amplia escala histórica.
Otro proceso que compromete a la representación genealógica
darwiniana es la simbiosis. La simbiosis ha sido probablemente un
factor evolucionario mayor, en especial en el ámbito de la evolución
celular (Margulis y Sagan, 2002). La simbiosis es mucho más rara
que la transferencia génica lateral. Pero, cuando ocurre, puede tener
dramáticos efectos porque implica la coexistencia de dos genomas
60 JEAN GAYON
(b)
(c)
(a)
conclusión
reconocimientos
referencias
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Ragan, M.A., J.O. McInerney y J.A. Lake (2009), The network of life: genome
68 JEAN GAYON
species undergo modification, and that the existing forms of life are the descendants by
true generation of pre-existing forms.
[69]
70 c.J. CELA CONDE/C. RINCÓN RUIZ
When I view all beings not as special creations, but as the lineal descendants of some
few beings which lived long before the first bed of the Silurian system was deposited, they
seem to me to become ennobled.
Sin embargo, ¿es justo decir de las especies que resultan ennobleci-
das? La evolución no puede negarse, pero ¿qué sucede con la noción
de “especie”? En contra de lo que cabe suponer, existen aún asuntos
oscuros respecto de su evolución. ¿Qué queremos decir con eso de
que una determinada especie evoluciona? Es probable que estemos
sosteniendo que los descendientes de ciertos organismos con carac-
terísticas fenotípicas específicas exhiben, muchas generaciones des-
pués, un aspecto distinto al de sus ancestros remotos. Pero, ¿cómo se
relaciona el concepto de especie con ese fenómeno? Es más, ¿qué es
una especie?
Los autores han debatido de forma amplia acerca de cuál era el
significado de “especie” que tenía Darwin en mente. El estatus onto-
lógico de la especie no es de gran interés para los biólogos pero los
filósofos le han dedicado mucho tiempo y muchos esfuerzos. Desde
el punto de vista filosófico, o bien la especie es una herramienta
heurística, un concepto arbitrario que se usa en las tareas taxonó-
micas, o cada especie tiene, como en el caso de los organismos, una
existencia real.
La postura de Darwin parece sugerir que veía la especie como
un concepto nominalista. Por ejemplo, en el capítulo 2 del Origin
(Darwin, 1859) escribió:
I look at the term species, as one arbitrarily given for the sake of convenience to a set of
individuals closely resembling each other, and that it does not essentially differ from the
term variety, which is given to less distinct and more fluctuating forms.
EL CONCEPTO DARWINIANO DE ESPECIE 71
The Code recognises that the rigid application of the Principle of Priority may, in cer-
tain cases, upset a long-accepted name in its accustomed meaning through the valida-
tion of a little-known, or even long-forgotten, name.
As soon as some ancient member in the great series of the primates came to be less arbo-
real, owing to a change in its manner of procuring subsistence, or to some change in the
surrounding conditions, its habitual manner of progression would have been modified:
and thus it would have been rendered more strictly quadrupedal or bipedal. […] Man
alone has become a biped.
The hands and arms could hardly have become perfect enough to have manufactured
weapons, or to have hurled stones and spears with a true aim, as long as they were
habitually used for locomotion and for supporting the whole weight of the body, or, as
before remarked, so long as they were especially fitted for climbing trees.
No parece que quepa lugar a las dudas acerca de lo que está evo-
lucionando en cada caso: una especie con existencia tan real como la
de cualquier organismo. De hecho, Darwin dio muy poca importan-
cia (textualmente) a las cuestiones nominalistas. En el capítulo vii del
mismo libro, Darwin (1871) escribió:
Whether primeval man, when he possessed but few arts, and those of the rudest kind,
and when his power of language was extremely imperfect, would have deserved to be
called man, must depend on the definition which we employ. In a series of forms gra-
duating insensibly from some ape-like creature to man as he now exists, it would be
impossible to fix on any definite point where the term “man” ought to be used. But this
is a matter of very little importance.
figura 1. Especie madre, basal o stem species, y especies hijas, con el nodo que indica
el proceso de especiación de acuerdo con la formulación original de Hennig (1966).
figura 4. Representación como taxa terminales de todas las especies, fósiles o actuales,
de acuerdo con la cladística transformada.
EL CONCEPTO DARWINIANO DE ESPECIE 77
Thus we can understand how it has come to pass that man and all other vertebrate
animals have been constructed on the same general model, why they pass through the
same early stages of development, and why they retain certain rudiments in common.
He who wishes to decide whether man is the modified descendant of some pre-existing
form, would probably first enquire whether man varies, however slightly, in bodily struc-
ture and in mental faculties; and if so, whether the variations are transmitted to his
offspring in accordance with the laws which prevail with the lower animals.
referencias
introducción
[80]
EL CONCEPTO DE ESPECIE EN LA OBRA DE LAMARCK Y DARWIN 81
1
Frente al planteamiento anacrónico, se presenta el diacrónico que, idealmente,
propone que al pasado se le debe juzgar según sus propias premisas (Kragh: 1989).
82 E. RODRÍGUEZ LUNA/A. SHEDDEN GONZÁLEZ
Según Guyenot:
Se han necesitado los progresos de la genética para que nos diésemos cuenta
de que la unidad biológica real no es la especie de Linneo, simple imagen
artificiosa que la palabra hizo tomar por una realidad objetiva. En la escala
de sus razas y variedades, y dentro de un ámbito, que Linneo eliminó de la
EL CONCEPTO DE ESPECIE EN LA OBRA DE LAMARCK Y DARWIN 83
Las palabras Creador y Ser Supremo fueron sustituidas por una invocación
a la “naturaleza”, término vago detrás del cual cada uno podía colocar, a su
gusto, ya el conjunto de las fuerzas puramente ciegas de un universo materia-
lista, ya las cualidades de un mundo viviente que podían no estar desprovistas
de finalidad y hasta de inteligencia (ibid.: 334).
Para llegar a conocer las verdaderas causas de tantas formas diversas y de tan-
tos hábitos diferentes como nos ofrecen los animales, es preciso considerar
que las circunstancias infinitamente diversificadas, en las cuales se ha encon-
trado cada raza, han producido para cada uno de ellos necesidades nuevas y
cambios en sus hábitos, necesariamente (ibid.: 175).
Quizás algún día los biólogos podrán encontrar un solo concepto que uni-
fique la especie sexual, la no sexual y la cronoespecie en una sola unidad
natural, poderosa desde una perspectiva teorética. Sin embargo lo dudo. El
dinamismo de los procesos evolutivos y la individualidad de las especies vuel-
ven altamente improbable que se obtenga una definición completamente
universal. En vez de eso, dos o más conceptos seguirán siendo reconocidos,
como las olas y partículas en la física, cada una aplicable en circunstancias
distintas. De ambas, el concepto biológico de especie tiene grandes probabi-
lidades de continuar siendo básica para la explicación de la diversidad global.
EL CONCEPTO DE ESPECIE EN LA OBRA DE LAMARCK Y DARWIN 89
Sin embargo, tal como señala Mayr (2006): “No existe otro proble-
ma en biología sobre el que se haya escrito más y sobre el que se haya
logrado menos unidad que sobre el problema de la especie…”
Como podemos advertir, hoy en día existen numerosas definicio-
nes de especie que compiten como hipótesis rivales y que funcionan
como presuposiciones instauradoras de sentido. Se ha mencionado la
existencia de hasta 20 conceptos distintos de especie (Mayden, 1997).
Sin embargo, aún no existe una definición que satisfaga las necesida-
des y criterios de cada rama de estudio relacionada con las especies.
2
Aristóteles, en el siglo iv antes de Cristo, reconoció 540 especies de animales; con
Linneo en 1758, el número se elevó a 4 235; en 1946 Mayr calculó que las especies
descritas se aproximaban a un 1 000 000; el número que de hecho existe sólo puede
conjeturarse (Dobzhansky, 1971).
EL CONCEPTO DE ESPECIE EN LA OBRA DE LAMARCK Y DARWIN 91
conclusiones
determinar cuáles son hoy en día las preguntas que nos proponemos
contestar a partir de las definiciones actuales de especie.
Retomando la visión de Khun y su terminología, asumimos que
una parte constitutiva del paradigma, en este caso el evolucionista, es
la historia de sus ideas fundamentales; así, la historia del concepto de
especie queda como una tarea en curso para la historiografía sujeta a
la discusión y replanteamiento contemporáneo de la teoría evolutiva.
Durante esta revisión histórica, nos hemos enfrentado a los pro-
blemas y riesgos inherentes a la interpretación de lo que expresaron
diversos autores en el pasado en relación con el término especie. Nos
queda la inquietud de si hemos logrado analizar correctamente los
textos originales, así como las interpretaciones que otros autores han
hecho sobre los mismos originales. Por ello, coincidimos con la pro-
puesta de Kragh (1984):
referencias
introducción
Gracias a la teoría del Origen de las especies por selección natural de Char-
les Darwin (1859), como afirman autores como C. Cela Conde y F.J.
Ayala (2007), nuestra visión del mundo cambió. Darwin llevó el ori-
gen y la diversidad de los organismos al dominio de la ciencia y de-
mostró que los seres humanos formamos parte de la naturaleza, pues
la vida, incluida la humana, está emparentada por descender de un
antepasado común.
Asimismo, en The descent of man (1871), Darwin demostró que la
conciencia en los seres humanos es resultado de dicho proceso, a
partir del cual emergieron las capacidades de abstracción, de catego-
rización y de razonamiento lógico, que posibilitaron la aptitud para
valorar nuestro comportamiento o conducta moral. La diversidad de
conductas humanas fue entonces una respuesta adaptativa al entorno
y a las condiciones históricas, por lo que la moralidad o ética fue una
característica adquirida por la evolución humana, ya no biológica
sino cultural, la cual comprende todos los hábitos y modos de vivir de
la especie a lo largo de su historia social: las técnicas de hacer y usar
objetos materiales, el lenguaje, las instituciones sociales y políticas, las
tradiciones filosóficas y científicas y el arte.
Dicho esto, la pregunta que quiero formular en este trabajo es:
¿qué valores son los mejores para afrontar los diversos problemas de
preservación o conservación de la naturaleza que enfrenta actual-
mente nuestra especie?, esto es: ¿son válidas las éticas antropocéntri-
cas que han reinado a lo largo de la historia humana, o se precisa de
una ética biocéntrica, radicalmente distinta? Para responderla, voy a
repasar de forma somera las distintas versiones de la ética basada en
la visión antropocéntrica y aquéllas que se apoyan en la visión biocén-
[96]
DARWIN Y LA ÉTICA AMBIENTAL 97
Hace ya un siglo que Darwin nos dio el primer atisbo del origen de las espe-
cies. Ahora sabemos lo que ignoró toda esa multitud de generaciones que
nos precedieron: que los hombres sólo son compañeros de viaje de las de-
más criaturas en la odisea de la evolución. Este nuevo conocimiento debería
habernos dotado a estas alturas de un sentimiento de afinidad con las otras
criaturas, de un deseo de vivir y dejar vivir, de un sentimiento de admiración
por la magnitud y la duración de la empresa biótica.
referencias
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Cela Conde, C. y F.J. Ayala (2007), Human evolution, Oxford University Press.
106 RAÚL GUTIÉRREZ LOMBARDO
gustavo caponi*
presentación
[107]
108 GUSTAVO CAPONI
2
Los cambios morfológicos que la degeneración podía producir eran, según Buffon,
mucho menos radicales que aquellos que Étienne Geoffroy Saint-Hilaire pretendía ex-
plicar. Buffon (1766: 368) niega, por ejemplo, que los monos americanos puedan ser
considerados una forma degenerada de los monos del viejo continente: sus diferencias
110 GUSTAVO CAPONI
le parecían demasiado pronunciadas como para que eso fuese posible. Esa influencia
paulatina del clima y la alimentación mal podía producir, por eso, esos pasajes del tipo
ictiológico al tipo reptiliano, o de éste al tipo ornitológico, que Geoffroy quería expli-
car. Pero, aun así, la confianza que Buffon tenía en el poder trasformador de la degene-
ración era mucho mayor que la que Isidore Geoffroy Saint-Hilaire tenía en los poderes
modificadores de la aclimatación. Buffon (1766: 369) podía pensar al puma como una
pantera degenerada; pero esa posibilidad no cabía en la teoría de la variabilidad limitada
de las especies defendida por Geoffroy hijo (I. Geoffroy Saint-Hilaire, 1859: 433). Es digno
de observar, por otra parte, que el concepto de aclimatación tenia un componente posi-
tivo (cf. I. Geoffroy Saint-Hilaire, 1861: 142-143) ausente en el pensamiento de Buffon
(cf. Roger, 1983: 169). Sobre el programa aclimatacionista y la teoría de la variabilidad limi-
tada de la especie que le da sustento, se puede consultar Osborne (1994).
3
Se trata del hermano de Henri Milne-Edwards (cf. Perrier, 1884: 109).
COMPENSACIÓN Y CORRELACIÓN DE LOS ÓRGANOS 111
compensación vs correlación
4
Al respecto de estas tesis de Maupertuis y Diderot se puede consultar: Rostand,
1932: 30 y 37; Roger, 1983: 470 y 471; Papavero, Pujol-Luz, Llorente-Bousquets, 2001:
105 y 144. Sobre Maupertuis en particular véase también: Carvalho Ramos, 2003: 57-58;
y sobre Diderot: de Souza, 2002: 78-79.
COMPENSACIÓN Y CORRELACIÓN DE LOS ÓRGANOS 115
conclusión
referencias
eugenio andrade*
Una nueva síntesis evolutiva ampliada (sea) debe basarse en una ex-
plicación naturalizada de la autonomía y agencia de los organismos
en congruencia con la idea lamarckista de continuidad entre lo inor-
gánico y lo viviente, extendida a la continuidad mental desde anima-
les inferiores a los humanos. La sea lejos de subestimar “la gloria de
la selección natural” debe retomar las explicaciones embriológicas y
conductuales de Darwin sobre el posible origen de las variaciones en
respuesta a cambios ambientales.
Resumiré las contribuciones más notables de las teorías lamarc-
kista, darwinista, neolamarckista, neodarwinistas y epigenéticas que
convergen en una sea con el fin de enmarcar un modelo sobre el pa-
pel evolutivo de los ajustes estructuralmente constreñidos a nivel me-
tabólico, fisiológico, ontogenético y conductual, que los organismos
individuales adoptan en respuesta a factores ambientales. La selec-
ción natural favorece la plasticidad fenotípica por su contribución
al éxito de los organismos ante cambios impredecibles del medio.
Podemos afirmar que los estados fenotípicos funcionales se adoptan
de manera caprichosa dado que involucran una complejidad de in-
teracciones locales entre el organismo y el medio circundante, y en
consecuencia el futuro de la evolución es necesariamente abierto e
impredecible.
Mayr (1997: 189) se opuso a la idea inspirada en Lamarck acerca
de una agencia consciente o voluntarista que guía la evolución y afir-
mó que: “el término selección es desafortunado porque sugiere que
hay algún agente en la naturaleza que selecciona deliberadamente”.
No obstante, los organismos se pueden concebir como agentes en la
[118]
NUEVA SÍNTESIS DE LA TEORÍA EVOLUTIVA 119
Lamarckismo
Darwinismo
Neolamarckismo
1
Darwin pasó de considerar la variación evolutiva como modificación en el desarro-
llo embriológico en sus Cuadernos de notas (Notebooks, 1838) a proponer en su hipótesis
provisional de la pangénesis que cada órgano se reproduce por medio de gémulas,
desconociendo una verdadera epigénesis. No obstante, en ambos casos reconoció la
influencia directa del medio ambiente y el papel del cambio de hábito (uso y desuso)
en la evolución.
122 EUGENIO ANDRADE
Neodarwinismo
Teorías epigenéticas
ment) (Wagner y Misof, 1993; Wimsatt, 2001), mientras que los valles
pandos corresponden a descripciones redundantes representadas
en motivos estructurales de baja exclusividad y alta plasticidad. Hay
que resaltar, entonces, que los organismos como agentes de su de-
sarrollo constantemente están dando forma al pe mediante su ajus-
te permanente, es decir la acumulación de información ambiental.
Por ejemplo, el caso del plegamiento del arn (Fontana y Schuster,
1998a, 1998b) y de las proteínas (Balbin y Andrade, 2004) es muy
sensible a influencias del entorno; estas moléculas afinan sus paisajes
de energía libre en la medida en que interactúan con otros factores
químicos que se encuentran en el medio intracelular. Los arn y las
proteínas altamente evolucionadas alcanzan altos grados de estabili-
dad y rangos más estrechos de variabilidad estructural, representados
en valles profundos dentro del paisaje de energía libre, en tanto que
el potencial evolutivo se correlaciona con la plasticidad estructural,
descrita como paisajes de fondo pando. En estos casos, la selección
natural retiene las variantes genéticas que facilitan el plegamiento
minimizando el número de pasos intermedios.
física del medio que moldea las formas vivas en el sentido explicado
por D’Arcy Thompson. La influencia directa de esta fuerza decre-
ce con la evolución: E0 > E1 > E2 > E3. Los sistemas de herencia
epigenética (EISi) dan lugar a una jerarquía de retroalimentaciones
entre niveles (celular, organísmico, ontogenéticos, conductuales y
ecológicos (Gottlieb, 2001: 48-50) que influyen sobre los sistemas de
regulación genética. Estos circuitos de retroalimentaciones tienen
una influencia creciente a lo largo del tiempo evolutivo: EIS0 < EIS1
< EIS2 < EIS3.
Las flechas horizontales que van de G a P representan un con-
junto de ontogenias y corresponden al proceso en que se define la
adopción de fenotipos funcionales e impredecibles, aunque estructu-
ralmente facilitados dado el papel positivo de los constreñimientos.
Las flechas verticales de P a G representan la evolución a nivel po-
blacional, la instancia donde la selección natural somete a escrutinio
las variaciones individuales. A la población de fenotipos existentes se
le pueden adicionar nuevas especificaciones, como sigue: {P0 {P1 {P2
{P3… {Pn}}}}}; en cada etapa de selección solamente algunas variantes
“Pin” dentro del conjunto de alternativas posibles son retenidas. Pero
la aparición de cambios fenotípicos de mayor diferenciación pueden
ser ocasionales y presentarse por saltos, después de periodos largos
de deriva fenotípica en la que se manifiestan diversas variantes de
los fenotipos posibles, dentro del mismo grado de diferenciación. En
consecuencia la evolución se manifiesta como una deriva filogenéti-
ca, hecho que no se opone a la tendencia general a adoptar estados
de mayor diferenciación y exclusividad.
Este modelo muestra que hay una tendencia evolutiva muy gene-
ral a minimizar los incrementos en pasos al desarrollo, así como a
optimizar la información genética tal como lo indica la evolución de
los genes Hox que ha ido desde la dispersión hasta el agrupamiento
y colinearidad. Este fenómeno explica por qué es erróneo proponer
una interpretación estricta sobre la recapitulación, aunque el núcleo
de esta hipótesis se mantenga vigente, es decir, que las variaciones
evolutivas novedosas surgieron como respuestas de los organismos al
medio ambiente en los antepasados juveniles mediante cambios en
el comportamiento y en la ontogenia, los cuales allanaron el camino
para la asimilación genética y la fijación de algunas modificaciones
estructuralmente constreñidas.
Newman y Müller (2000) sostienen que las relaciones entre genes
y forma es un producto derivado de la evolución; los genes surgieron
132 EUGENIO ANDRADE
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ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LA TEORÍA
DE LA HERENCIA DUAL EN LA EVOLUCIÓN HUMANA*
paulo c. abrantes**
[135]
136 PAULO C. ABRANTES
3
El libro de Leibenstein de 1976 tiene todo un capítulo sobre lo que uno pudiera
llamar filosofía de la ciencia económica. Concibe “modelos muestra” como resultado de
“marcos analíticos [y] deben ser vistos como conteniendo proposiciones de muestra.
Estas proposiciones son esencialmente relaciones que en sí mismas no necesariamente
son verdaderas. Son muestras en el sentido de que sugieren la forma que la teoría
debiera tomar…” (p. 22). Más adelante, algunas relaciones en estas teorías muestra
pueden ser especificadas, pero, “en ausencia de estudios específicos o en ausencia de
situaciones políticas específicas, las teorías muestra no han de ser consideradas como
teorías que funcionan, sino simplemente como ilustraciones de la clase de modelos de
trabajo que pueden ser creados” (p. 26).
LA TEORÍA DE LA HERENCIA DUAL 137
4
Se puede debatir si estas estructuras y métodos son también típicos en ciencias
tales como la física, que había sido la referencia para la mayoría de los filósofos de la
ciencia en el siglo pasado.
5
Sin embargo, Richerson y Boyd reconocen que dar una descripción verbal (ex-
plicación en prosa) de los modelos matemáticos puede ser útil. Es una manera de
examinar la aceptación de presuposiciones particulares, evitando los riesgos de “el
fenómeno de basura entrante, basura saliente” asociados con el razonamiento mate-
mático-deductivo (Boyd y Richerson, 1985: 30; Boyd y Richerson, 2005: 433).
138 PAULO C. ABRANTES
Sustituir el mal entendido modelo del mundo por el mal entendido mun-
do, no es progreso. Al fin de cuentas, la única manera de entender cómo
funciona semejante modelo es abstrayendo piezas de él, o estudiando casos
simplificados cuyo comportamiento es más transparente. Incluso cuando los
modelos complejos son útiles, lo son porque comprendemos cómo funcio-
nan en términos de simples modelos abstraídos de ellos (Boyd y Richerson,
2005: 402).
Pieza por pieza, los modelos pueden ser usados para disecar la lógica de sis-
temas complejos. El marcado contraste entre la dificultad de hacer buenos
modelos, así como su manifiesta simplicidad comparada con los fenómenos
que tratan de entender, es una experiencia que invita a la humildad, incluso
a la espiritualidad (Richerson y Boyd, 2005: 256).
Los constructos teóricos básicos, como la selección natural, no son leyes uni-
versales, como la gravitación; más bien, se trata de entidades taxonómicas,
clases generales de procesos similares que, sin embargo, tienen gran diversi-
dad dentro de la clase (ibid.: 25).
Lo modelos muestra son caricaturas. Si están bien diseñados, son como bue-
nas caricaturas, recapturando algunos rasgos esenciales del problema de una
manera reconocible, pero estilizada, y sin ningún intento por representar
rasgos que no sean de inmediato interés (ibid.: 404).
Los modelos explicativos no son leyes sino herramientas para ser tomadas o
no como garantes de la situación. Los buenos modelos son como las buenas
herramientas: se sabe que hacen cierto trabajo razonablemente bien. Los
modelos simples, que funcionan bien para una amplia variedad de trabajos,
son una parte especialmente valiosa de la caja de herramientas del biólogo
(ibid.: 397).
6
Para un recuento del razonamiento analógico con una estrategia de resolución de
problemas, véase Abrantes (1999).
142 PAULO C. ABRANTES
el origen de la cultura
7
Los “relatos por qué-tal vez” de Richerson y Boyd son semejantes a los “cómo-ex-
plicaciones posibles” de Brandon (Brandon, 1995; Richerson y Boyd, 2005: 127, 305).
8
Es muy importante no confundir la cuestión en relación con los orígenes de la
cultura con algo totalmente diferente en torno a la evolución cultural. He mencionado
antes que Richerson y Boyd propusieron también varios modelos para tornar explícitas
las fuerzas responsables de la dinámica cultural explícita. Esta tarea es, sin embargo,
diferente de aquella que trata de concebir un modelo de cómo la cultura, cómo un
nuevo tipo de sistema de herencia ¡evolucionó en primer lugar por encima del sistema
genético!
9
“Tinkering” (“juguetear”) puede ser una buena palabra (no empleada por Richer-
son y Boyd, sin embargo) para describir este tipo de experimentación con parámetros
selectos en los modelos que dan cuenta de manera idealizada de los escenarios evolu-
cionistas (Wimsatt, 2007).
LA TEORÍA DE LA HERENCIA DUAL 143
10
“Cultura” debe ser considerado un término teórico, es decir, su significado de-
pende del papel que este término juega en la thd. Muchas nociones de cultura han
sido propuestas, y éstas debieran ser entendidas en el contexto de programas de inves-
tigación diferentes, con sus particulares compromisos, los problemas que son aborda-
dos, las metas, etcétera.
144 PAULO C. ABRANTES
Periodos
Temperatura interglaciares
corriente calientes
Hoy
Índice de
temperatura
global
Periodos
interglaciares
fríos
6
5
4 3 2
1
0
Millones de años
figura 1. El clima del mundo en los últimos seis millones de años diagramado en rela-
ción con ciertos hitos cruciales en la evolución homínida (Richerson y Boyd, 2005: 133).
Aptitud de
Aptitud media
los imitadores
Aptitud de
los aprendices
cuanto a qué cualidades se necesitan para que la cultura sea adaptativa. Bue-
nos modelos producen perspicacias deductivas con claridad diamantina en
la lógica de los procesos evolutivos (Richerson y Boyd, op. cit.: 256; cursivas
mías).
Nótese que ellos están, efectivamente, dando aquí lugar para nues-
tra intuición de que la cultura ¡es adaptativa! Puede ser formulada de
la siguiente manera: los humanos presentan una plasticidad excep-
cional en su comportamiento, comparados con otros primates. Éste
es un rasgo que ha hecho posible una expansión geográfica extraor-
dinaria. La cultura surge de inmediato como una causa próxima de
esta adaptabilidad (otras explicaciones podrían tener como recurso a
los genes, al medio o a ambos).
5] Aun cuando los resultados de los modelos de Rogers han sido evi-
tados, nos encontramos, sin embargo, de regreso en el rompecabezas
inicial: hay tipos de cultura en otras especies, pero nada compara-
ble a una cultura compleja. En otras palabras, si la disposición de
LA TEORÍA DE LA HERENCIA DUAL 147
Aptitud de
los imitadores
Aptitud media
Aptitud de
los aprendices
11
Aunque Richerson y Boyd no se han comprometido con este punto de vista de
modularidad-masiva de la mente en favor de la que los psicólogos evolucionistas ar-
gumentan, las propiedades usualmente atribuidas al módulo cognitivo —de que son
innatas, encapsuladas y de dominio específico— ayudan a capturar la idea de un me-
canismo de propósito especial.
LA TEORÍA DE LA HERENCIA DUAL 149
Barreras para
la evolución
de la imitación
Evolución de algunas
Cultura
modalidades de
acumulativa
aprendizaje social
Herencia cultural
Presiones del ambiente físico
con base en la
imitación
s
iva
nit
cog cial
es so
ad idad
ilid j
h ab mple te)
las co en
de n la la m
ción r co a de
olu dia rí
Ev ara li (teo
p
figura 4. El sendero circular que hizo posible la evolución de las habilidades cognitivas
requeridas por la acumulación cultural. ¿Es un recuento plausible?
referencias
12
Las conversaciones con Robert Boyd en ucla fueron muy útiles para subrayar
algunas de estas tesis metodológicas. Los comentarios de Fernando Leal y de Sergio
Martínez señalaron errores y clarificaron algunos puntos de este capítulo. André Ber-
tran me ayudó a entender algunos de los fundamentos de los modelos de Richerson
y Boyd. Ellos no son responsables de los errores que aquí pudieran permanecer, ni
tampoco coinciden necesariamente con las tesis e interpretaciones acá defendidas.
Estoy agradecido a la Academia Brasileña de Investigación (cnpq) por la beca que hizo
posible esta investigación.
152 PAULO C. ABRANTES
Cziko, G. (1995), Without Miracles: universal selection theory and the second
Darwinian revolution, Cambridge, The mit Press.
——— (2001), “Universal selection theory and the complementarity of di-
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ii
HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LA EVOLUCIÓN
MÁXIMO Y BARTOLA. LOS ÚLTIMOS “AZTECAS”:
INTERPRETACIONES EVOLUCIONISTAS DE LA
ANOMALÍA EN EL SIGLO XIX
introducción
[155]
156 JOSÉ LUIS VERA CORTÉS
el caso
los argumentos
Y culmina:
Para los ingleses… “Los aztecas han sido motivo de sabias disertaciones sobre
las condiciones de las razas, los caracteres de las especies, etc. Allí donde la
atracción hacia lo maravilloso, cosa tan natural en el pueblo, tomaba gran
vuelo, el espíritu científico respondía con muy profundas consideraciones
sobre antropología, acerca de los enanos, idiotas y cretinos, elucubraciones
realmente dignas de un mejor objetivo.”
Afirma que los ojos son tan americanos como la nariz, refiriéndose
al característico pliegue epicántico de los ojos de los indios americanos:
Todo este conjunto, que da al ojo esa expresión extraña que Humboldt, con
dificultades cuando trató de definirlo, calificó de casi oriental, es esencial-
mente americano. Se le encuentra sobre todo en México y América Central.
Por su parte, Paul Broca advierte que los problemas motrices que
presentaban ambos hermanos no era el producto de su patología
sino del entrenamiento recibidos desde pequeños para adoptar la
posición de los dioses representados en Palenque.
Comenta también que para 1875 se les había casado para difundir
popularmente la idea del gran valor comercial que podía tener un
descendiente de ambos, argumentando que no eran hermanos y que
falsamente se les presentaba como sujetos con potencial reproductivo.
conclusiones
Más allá de los juicios que los científicos pudieron emitir sobre la
existencia de Máximo y Bartola, la importancia de sus exhibiciones y
MÁXIMO Y BARTOLA. LOS ÚLTIMOS “AZTECAS” 165
referencias
introducción
[168]
ALGUNOS USOS HISTORIOGRÁFICOS DE DARWIN 169
1
Otros propósitos de las referencias son, según Gilbert, el mostrar la novedad de
los resultados presentados en el trabajo (lo cual se logra mediante la reseña del estado
actual del conocimiento) y el plantear cómo sus hallazgos iluminan o resuelven proble-
mas que surgen de otros artículos citados.
170 VIOLETA ARÉCHIGA C.
2
Es importante señalar que, posteriormente, Gould matizó su postura al respecto,
por ejemplo en Gould, 1996, pp. 135-146.
ALGUNOS USOS HISTORIOGRÁFICOS DE DARWIN 173
vado a señalar que: “En mi teoría, las formas más recientes deben ser
superiores a las más antiguas, ya que cada nueva especie se ha formado
al poseer alguna ventaja en la lucha por la existencia con respecto a
otras formas precedentes” (Darwin citado por Mayr, 1982: 531-532).
Que Mayr nos está ofreciendo una suerte de disculpa por la am-
bigüedad en las afirmaciones de Darwin queda claro cuando, en se-
guida, argumenta a favor del carácter progresivo de la evolución por
selección natural. Las innovaciones fisiológicas y morfológicas que se
han presentado en la historia evolutiva sólo pueden describirse como
progreso, dice, aunque no hay linealidad en este tipo de cambio: casi
cada grupo de organismos revela una expresión distinta de progreso.
Darwin no se autocontradijo; lo que él rechazaba era el finalismo,
esto es, un impulso intrínseco hacia la perfección controlado por le-
yes naturales. Las mejoras en la historia evolutiva son resultado de la
variación y de la selección natural.
conclusiones
referencias
[179]
180 LUIS HORACIO GUTIÉRREZ-GONZÁLEZ
ii
iii
iv
Durante el primer cuarto del siglo xix, la palabra decadence se usó con
un sentido social y moral, pues servía para describir los problemas
políticos y económicos de Europa. A partir de 1850, sin embargo, y
debido en parte a las nuevas teorías sobre la degeneración —conoci-
das en esa época como “ley de Morel”—, el concepto de decadencia
adquirió un sentido de degradación biológica tanto para individuos
como para naciones, de modo que era posible explicar la mayor in-
cidencia percibida de males sociales en los países más civilizados (Ol-
son, 2008). Se aceptaba generalmente que, en los países civilizados,
habría una acumulación de patologías hereditarias y, en consecuen-
cia, un riesgo permanente de degeneración y colapso social.
La visión de Morel sobre la degeneración era lamarckiana en el
sentido de que podía explicar el origen de las variedades mórbidas
como una patología adaptativa entre aquellos individuos expuestos
a ambientes dañinos. Esto implicaba que ciertos ambientes estimula-
rían la propagación de individuos patológicos (Nye, 1985). Poco des-
pués de la publicación de la obra de Morel en 1857, Darwin propuso
(en un contexto muy diferente) un mecanismo evolutivo de acuerdo
con el cual, en un ambiente particular, los individuos saludables ten-
drían una mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse. Este cam-
bio en la perspectiva tuvo consecuencias a largo plazo, pues facilitó la
introducción de perspectivas hereditarias “duras” que podían expli-
car fácilmente la supervivencia de organismos fuertes en ambientes
hostiles. La introducción de elementos del paradigma darwiniano,
especialmente de la teoría de la herencia basada en la hipótesis de la
pangénesis, modificó la teoría de la degeneración. A fines del siglo
xix, Valentin Magnan, uno de los discípulos de Morel y un aliéniste
sobresaliente de la época, eliminó todo elemento religioso en la teo-
ría de la degeneración, y sustituyó la noción de “tipo ideal” por la de
“aptitud biológica” (Chazaud, 2003). La degeneración empezó a ser
descrita como “el estado patológico del ser que […] está constituti-
vamente impedido en su resistencia psicofísica y sólo puede cumplir
parcialmente con las condiciones de la lucha hereditaria por la exis-
tencia” (LeGrain y Magnan, 1895: 79). En esta visión de la degene-
ración, ampliamente aceptada, la debilidad biológica era percibida
como progresiva y capaz de desembocar en la extinción de la especie.
La idea de la degeneración pronto se extendió más allá del ámbito
de las ciencias naturales y de la medicina, y llegó a ser un tópico de
LAMARCKISMO Y DEGENERACIÓN 191
interés para artistas, políticos y todo tipo de legos (Pick, 1989). Cada
vez más voces proclamaban la necesidad de la intervención estatal
para combatir la amenaza de la degeneración. En los primeros dece-
nios del siglo xx, el movimiento eugenésico trataría de contener el
peligro de la degeneración por medio del control de la reproducción
de aquellos individuos considerados como degenerados.
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LA HERENCIA LAMARCKIANA DE COMTE*
michel bourdeau**
a. comte
introducción
* Traducción del inglés y del francés de Jorge Martínez Contreras y Víctor Romero
Sánchez.
** Institut d’Histoire et de Philosophie des Sciences et des Techniques (ihpst),
crns, Universidad de París I.
[193]
194 MICHEL BOURDEAU
1
(Comte, 1853, t. i: 414); Al mismo tiempo que tradujo el Curso, Harriet Martineau
lo “condensó libremente”, con la autorización de Comte, quien, después, prefirió esta
versión abreviada a la original. Ella hizo más accesible al libro, pero a costa de su preci-
sión. Por esta razón, cuando sea necesario, citaré a partir del texto francés.
LA HERENCIA LAMARCKIANA DE COMTE 195
2
“Es entonces cierto decir que existe para cada reino de los cuerpos vivos una serie
única y graduada en la disposición de las masas, de conformidad con la composición
creciente de la organización, elevándose, en el reino animal, desde los animálculos
más simples hasta los animales más perfectos” (Lamarck, citado por Guillo, 2003:
125).
3
Entre la serie considerada por Blainville y la serie de Lamarck existen grandes
diferencias, pero las ideas centrales son las mismas. Acerca de la contribución de Blain-
ville a este tema, véase Guillo (2003: 200-209).
196 MICHEL BOURDEAU
Biología y sociología
4
A. Comte (1853, t. 2: 356) traduce: “la série sociale se présente rationnellement comme
un prolongement spécial de la grande série animale” [“La serie social se presenta racional-
mente como una prolongación especial de la gran serie animal”] (Comte, 1830, vol.
2: 486).
LA HERENCIA LAMARCKIANA DE COMTE 197
5
“La civilización, en su progresivo desarrollo, está sujeta a una marcha natural e
irrevocable, derivada de las leyes de la organización humana”.
198 MICHEL BOURDEAU
6
Esto explica la revolución metodológica introducida por la biología, donde se co-
mienza con el hombre, la especie animal más conocida, y se procede, no de lo simple
a lo complejo, como antes, sino al revés, de lo complejo a lo simple.
LA HERENCIA LAMARCKIANA DE COMTE 199
7
“Lamarck no pensaba en la transformación de las especies más que a partir de la
continuidad ontológica que era aquella de la historia natural de los clásicos. Suponía
una gradación progresiva, un perfeccionamiento ininterrumpido, una gran capa ince-
sante de seres que pudieran formarse los unos a partir de los otros” (Foucault, 1966:
288; cf. Foucault, 1970). [Trad. del francés de JMC.]
200 MICHEL BOURDEAU
nizar todos los hechos disponibles en una sola serie lineal. Para sortear
tal dificultad tuvo que matizar sus tesis e introducir nuevas considera-
ciones. En sentido estricto, sólo las unidades más grandes de clasifica-
ción (grupos o familias) podían ser incluidas en la serie. Al nivel más
bajo no existiría una serie lineal; si queremos incluir especies o incluso
tipos, lo que obtenemos es, más bien, una especie de árbol con sus ra-
mificaciones (una serie ramificada). Tal posición equivale a distinguir
entre una progresión que podíamos considerar como regular y lineal
y la existencia de anomalías que alteran la regularidad; y es con el fin
de dar cuenta de las anomalías que Lamarck introduce la influencia
de las circunstancias externas (Daudin, 1926-1927, t. 2: 150-152).
La controversia entre los dos biólogos franceses ha sido establecida
hace ya largo tiempo. Cuvier tenía razón no sólo acerca de la fijeza de
las especies, sino también en cuanto a que sostenía que, con el princi-
pio de subordinación de los caracteres, los botánicos habían encontra-
do la herramienta lógica necesaria para la correcta solución del difícil
problema de la clasificación animal. El error de Lamarck provino de
su confusión acerca de dos cuestiones: las exigencias de la clasifica-
ción y la búsqueda de una explicación genética de las distintas formas
de vida animal (Le Guyader, 2000: 346-353). Comte, al alinearse con
Lamarck, también se equivocó, lo cual muestra un ejemplo más de su
falta de perspicacia en cuanto a asuntos científicos, como su rechazo a
la astronomía y a la teoría celular. Sería injusto, no obstante, culparlo
tan rápidamente. En esos momentos la situación era bastante intrin-
cada: si el esquema conceptual de la serie lineal era el más pobre des-
de el punto de vista taxonómico, era también el más adecuado para
sugerir el transformismo, mientras que una taxonomía basada en la
subordinación de caracteres, aun cuando representó un importante
avance en el progreso científico, parecía apoyar al fijismo. Comte no
fue el único filósofo de la ciencia que se equivocó. Bajo su influencia,
Mill sostuvo una posición en favor de la serie animal y sus argumentos
no han de ser descartados sin el adecuado análisis (Mill, Of classifica-
tion by series, 1843, libro iii, cap. viii).
8
Lamarck citado por Daudin (1926-1927, t. 2: 224). Esta idea es la segunda de las
tres etapas de la concepción de Lamarck acerca del papel que jugaban las circunstan-
cias (Daudin: 218-234).
202 MICHEL BOURDEAU
conclusión
referencias
ana barahona*
introducción
[204]
LA INTRODUCCIÓN DEL DARWINISMO EN MÉXICO 205
“Es una verdad sabida por todos que los padres así como transmiten
a sus hijos sus facciones, su constitución física y hasta sus cualidades
intelectuales y morales, les transfieren también frecuentemente las
enfermedades y las anomalías de organización de que están afectados
en una o varias partes del cuerpo. A veces el padre, a veces la madre,
legan, ora a los varones, ora a las hembras, ora a unos y otras a la vez,
la rica herencia de sus virtudes, de sus talentos, de su hermosura y de
sus gracias, o en otras les comunican el germen larvado de asquerosos
vicios, de crueles enfermedades, de repugnantes deformaciones, que
se perpetúan en las familias como el pecado del paraíso, es decir, de
generación en generación” (Rodríguez, 1870: 217).
Siempre con concepciones materialistas a lo largo de su carrera,
el doctor Rodríguez formuló un marco especial dentro del cual se
podían explicar fenómenos relacionados con la concepción, el desa-
rrollo, las monstruosidades y las enfermedades hereditarias, incluso
habló de la variación fenotípica. Para él, la reproducción y el desarro-
llo eran fenómenos en los que involucraban entidades materiales y
elementos químicos que interactuaban entre sí.
Para Rodríguez y otros médicos mexicanos el ambiente y el entor-
no social tenían un gran peso en la transmisión de las enfermedades
o, al menos, en la predisposición a heredarlas.
Otro médico mexicano importante, Ramón López y Muñoz (¿-
1885), uno de los escritores de esa época que trabajaban con las no-
ciones del darwinismo, en 1879 publicó “Generación. Causa y condi-
ciones de la sexualidad. Ovogénesis y embriología”, en donde resume
de manera sistemática las tesis de Haeckel (López y Muñoz, 1879);
en 1880 escribió “La ley del hábito en biología y sus aplicaciones en
patología, terapéutica e higiene”, considera en el que al hábito como
una idea darwiniana de adaptación al medio. También hizo investiga-
ciones sobre la transposición de las vísceras para entender el caso de la
transformación orgánica.
Aunque los escritos de Ramón López y Muñoz fueron muy impor-
tantes en las discusiones sobre la herencia a finales del siglo xix, se
cuentan con pocos datos biográficos. Se sabe que estudió medicina
y obtuvo su título en 1874, y que, junto con Miguel Reina y Porfirio
Parra, fue uno de los más destacados de su generación. Entró en la
Academia Nacional de Medicina en 1875. López y Muñoz estable-
ció claramente el proceso de gestación, determinación del sexo y la
transmisión hereditaria de la siguiente manera:
212 ANA BARAHONA
Y más adelante:
conclusiones
agradecimientos
referencias
introducción
[218]
LOS USOS DE LAS MOLÉCULAS DE LA EVOLUCIÓN HUMANA 219
conclusiones
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LOS HEREDEROS DE LAS PREOCUPACIONES DE ERASMUS
SOBRE LAS ENFERMEDADES HEREDITARIAS: LOS CAMINOS
DE LA HERENCIA EN LA FAMILIA DARWIN*
[235]
236 CARLOS LÓPEZ-BELTRÁN
1
Wilson, 2007.
2
López Beltrán, 2007.
3
E. Darwin, Canto ii, iv, 1803: 163-166, 177-184.
LOS HEREDEROS DE LAS PREOCUPACIONES DE ERASMUS 237
4
López Beltrán, 1994.
5
E. Darwin, “Hereditary diseases”, nota adicional xi, en su obra de 1803.
238 CARLOS LÓPEZ-BELTRÁN
6
Wilson, 2007: 35.
7
Ibid.: 35-36.
8
E. Darwin, notas adicionales, 1803: 45, citado por Galton en el entrehoja de su
copia de Hereditary genius, 1869.
9
E. Darwin, 1803.
LOS HEREDEROS DE LAS PREOCUPACIONES DE ERASMUS 239
10
Browne, 2002: 279.
LOS HEREDEROS DE LAS PREOCUPACIONES DE ERASMUS 241
11
Ibid.: 274-321.
242 CARLOS LÓPEZ-BELTRÁN
12
Galton, 1869: 132.
244 CARLOS LÓPEZ-BELTRÁN
13
Lewes, 1859: 87.
LOS HEREDEROS DE LAS PREOCUPACIONES DE ERASMUS 245
14
Galton, op. cit.: 23.
15
Ibid.: 27.
16
Gilham, 2001: 200.
17
Ibid.: 205.
LOS HEREDEROS DE LAS PREOCUPACIONES DE ERASMUS 247
18
Galton, 1889.
248 CARLOS LÓPEZ-BELTRÁN
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iii
ANTROPOLOGÍA Y EVOLUCIÓN
FUEGUINOS, PAPÚAS Y EUROPEOS EN LA CONSTRUCCIÓN
DE LA SELECCIÓN NATURAL
introducción
[255]
256 J.M. RODRÍGUEZ CASO/R. NOGUERA SOLANO/R. RUIZ GUTIÉRREZ
darwin en sudamérica
Dès le premier chapitre intitulé “The Evidence of The Descent of Man from Some Lower
Form”, Darwin établit la descendance de l’homme en s’appuyant sur l’homologie des
structures morphologiques et embryologiques avec les grands primates et sur l’existence
des structures résiduelles telles les rudiments cartilagineux observables sur les pointes
des Oreilles de certains homes ou encore sa pilosité (Virole, 2000: 7).
is that man is descended from some less highly organised form. The grounds upon
which this conclusion rests will never be shaken, for the close similarity between man
and the lower animals in embryonic development, as well as in innumerable points of
structure and constitution, both of high and of the most trifling importance (Darwin,
1882: 606).
The Fuegians rank amongst the lowest barbarians; but I was continually struck with
surprise how closely the three natives on board H.M.S. “Beagle,” who had lived some
years in England, and could talk a little English, resembled us in disposition and in
most of our mental faculties. If no organic being except man had possessed any mental
power, or if his powers had been of a wholly different nature from those of the lower ani-
mals, then we should never have been able to convince ourselves that our high faculties
had been gradually developed (Darwin, 1882: 65).
I would observe that many eminent writers give great support to the theory of the pro-
gressive development of species in animals & plants. There is a very interesting &
philosophical work bearing directly on the subject “Lawrence’s Lectures on Man” de-
livered before the Royal Coll[ege] of Surgeons & which are now published in a cheap
form. The great object of these lectures is to illustrate the different races of mankind
& the manner in which they probably originated —and he arrives at the conclusion
[,] as does also Mr. Pritchard [sic] in his work on the Physical history of man, that
the varieties of the Human race have not proceeded from any external cause but have
been produced by the development of certain distinctive peculiarities in some Indivi-
duals which have become propagated through an entire race (citado en McKinney,
1969).
1
A pesar de que “salvaje” era una palabra de uso común en los trabajos antropológi-
cos del siglo xix, preferimos utilizar el término “no europeo” en relación con cualquier
grupo indígena referido en este artículo, así como la biología evolutiva moderna no
reconoce ninguna superioridad de raza humana o grupo particular. Wallace publicó
un artículo con el mismo título en 1865.
262 J.M. RODRÍGUEZ CASO/R. NOGUERA SOLANO/R. RUIZ GUTIÉRREZ
You ask whether I shall discuss “man”; —I think I shall avoid whole subject, as so
surrounded with prejudices, though I fully admit that it is the highest & most interes-
ting problem for the naturalist. —My work, on which I have now been at work more or
less for 20 years, will not fix or settle anything; but I hope it will aid by giving a large
collection of facts with one definite end... (Darwin, 1887: 108).
The strongest and most vigorous men —those who could best defend and hunt for their
families, who were provided with the best weapons and possessed the most property,
such as a large number of dogs or other animals— would succeed in rearing a greater
CONSTRUCCIÓN DE LA SELECCIÓN NATURAL 267
average number of offspring than the weaker and poorer members of the same tribes
(Darwin, 1882: 595).
conclusiones
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DISCIPLINAS PALEOANTROPOLÓGICAS
E HIPÓTESIS DARWINIANAS
[270]
DISCIPLINAS PALEOANTROPOLÓGICAS 271
Y más adelante:
ii
iii
1
El caleidoscopio me parece la más simple representación de la manera en que
tienen lugar, a cada paso, los procesos de evolución.
DISCIPLINAS PALEOANTROPOLÓGICAS 277
[la fauna de Burgess Shale nos llena de asombro] […] frente al hecho de
que los seres humanos pudieran no haber evolucionado nunca. Estuvimos así
de cerca (ponga su pulgar a una distancia aproximada de un milímetro de su
dedo índice), miles y miles de veces, de ser borrados porque la historia cam-
bió de rumbo y se deslizó por otro canal razonable. Hágase tocar de nuevo la
cinta un millón de veces desde un inicio [en Burgess Shale] y dudo que algo
parecido a Homo sapiens vuelva a aparecer por evolución. Es, realmente, una
vida maravillosa (Gould, 1989: 295).
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278 AURA PONCE DE LEÓN
[279]
280 C. RINCÓN RUIZ/A. BENNÀSAR RIGO
Altruism is a form of behavior that benefits other individuals at the expense of the one
that performs the action; the fitness of the altruist is diminished by its behavior, whereas
individuals that act selfishly benefit from it at no cost to themselves. Accordingly, it
might be expected that natural selection would foster the development of selfish behavior
and eliminate altruism (Cela Conde y Ayala, 2007).
Cooperador Desertor
Cooperador R, R S, T
Desertor T, S P, P
If the other player cooperates, there is a choice between cooperation which yields R (the
reward for mutual cooperation) or defection which yields T (the temptation to defect).
By assumption, T > R, so it pays to defect if the other player cooperates. On the other
hand, if the other player defects, there is a choice between cooperation which yields S (the
sucker’s payoff), or defection which yields P (the punishment for mutual defection). By
assumption, P > S, so it pays to defect if the other player defects. Thus no matter what
the other player does, it pays to defect. But if both defect, both get P rather than the R
they could both have got if both had cooperated. But R is assumed to be greater than
P. Hence the dilemma. Individual rationality leads to a worse outcome for both than
is possible. […] If the game is played a known finite number of times, the players still
have no incentive to cooperate.
tan con voluntad para decidir, dentro del Dilema del prisionero ori-
ginal, éste ha sido también aplicado en contextos de conducta no
voluntaria desde las infecciones víricas (Turner y Chao, 1999) hasta
el desarrollo de células cancerosas (Axelrod y Pienta, 2006), e incluso
hasta la frecuencia incrementada de embarazos con fetos afectos de
síndrome de Down de acuerdo con la edad de la madre (Axelrod y
Hamilton, 1981).
Turner y Chao (1999) estudiaron la evolución de interacciones
competitivas entre virus en el fago rna f6. Un mutante de ese virus, el
fago fH2, podría ser considerado desertor —es decir, egoísta— dado
que produce menores cantidades de las enzimas de replicación ne-
cesarias para reproducirse, e incluso ninguna. En una bacteria in-
fectada por el fago f6 con un número pequeño de fH2, la tentación
para desertar (T) es superior al beneficio de la cooperación (R). La
eficacia del fago desertor fH2 (T = 1.99) es casi el doble que el tipo
común f6 (R = 1). En las células infectadas por el fago fH2 con una
cantidad pequeña de f6, sucede que la eficacia del primero (P = 0.83)
es también mayor que la de f6 (S = 0.65). Esos resultados reproducen
las condiciones del Dilema del prisionero: T > R > P > S.
Pese a las elegantes explicaciones de Turner y Chao (1999) sobre
la interacción entre virus, una generalización de la misma podría ser
discutida. Por un lado, algunos patógenos “desertores” tienen difi-
cultades para sobrevivir en ausencia de “cooperadores” (Myxococcus
xanthus) (Velicer, Kroos y Lenski, 2000). Esa particularidad supone
que su eficacia (fitness) es igual a cero cuando los dos que interactúan
son desertores. Dado que, en ese caso, P<S, no estamos ante una es-
trategia propia del Dilema del prisionero sino en una algo diferente
a la que se conoce como Juego de la gallina (Chicken Game ; la traduc-
ción textual sería “Juego del pollo”, pero el sentido de ser cobarde se
asocia mejor en castellano a la gallina). En el Juego de la gallina la
mejor forma de responder a un desertor consiste en cooperar, con el
fin de protegerse de un resultado aún peor (eficacia nula) (Nowack
y Sigmund, 1999).
Brown (2001) ha discutido la viabilidad del Dilema del prisionero
de cara a poder interpretar la interacción entre virus. El resultado
del análisis de Brown indica que es preferible aplicar el modelo de la
Acción colectiva dado que, en él, las interacciones entre individuos
se definen como una variable continua en vez de un rango escaso de
posibilidades. La principal consecuencia es que el modelo de la Ac-
ción colectiva permite, hasta cierto punto, el mismo tipo de coopera-
ENFERMEDAD Y SELECCIÓN NATURAL 283
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EVOLUCIÓN Y TEORÍA PSICOLÓGICA: PSICOANÁLISIS
CLÁSICO Y TEORÍA DEL APEGO
freud y la evolución
[287]
288 FERNANDO ORTIZ LACHICA
ciones sexuales con las hembras del grupo. Los machos subordinados
eran expulsados del grupo para luego regresar y comer a su padre, a
quien a la vez temían y admiraban. Este parricidio fue el origen de las
normas sociales (la prohibición del incesto, el canibalismo y el asesi-
nato) y la religión (a través de la idealización de la figura paterna, a
la que más tarde se consideró como un dios o tótem). Freud pensaba
que la memoria —y el sentimiento de culpa— que resultaron de ese
evento sobrevivió miles de años y continuaba existiendo en el hom-
bre contemporáneo.
Ni siquiera los freudianos más leales creen que esa historia sea cier-
ta. En cambio, el asesinato del padre y la internalización de las nor-
mas que personifica tienen lugar en el ámbito psíquico, como parte
del Complejo de Edipo.
En El malestar en la cultura Freud argumentó que el hombre ci-
vilizado no tiene, como los salvajes, necesidad de prohibiciones so-
ciales complicadas, ya que ha internalizado las normas sociales en
el superyó. La racionalidad y las prohibiciones están amenazadas de
forma permanente por los deseos inconscientes que dominan la vida
mental de los niños y los salvajes, pero de todas formas, los adultos y
los hombres civilizados (los occidentales obviamente) representaban
una fase superior de la evolución. Así, los animales, los individuos y
las sociedades pasaban por una serie de etapas, cada una de las cuales
era superior (más evolucionada) que las anteriores (inferiores) de las
que surgía, y por lo tanto un niño o un primitivo era menos evolucio-
nado que un adulto o un europeo. Por ejemplo, un niño de tres años,
que pasaba por la “etapa anal” estaba más evolucionado que uno de
tres años, en la “etapa oral”. Consecuentemente la salud mental ha
sido definida de acuerdo con la etapa de desarrollo en que los prin-
cipales rasgos de carácter o las defensas se originaban (Lowen, 1975-
1978). Estas ideas confunden el desarrollo —una serie de etapas que
llevan a la diferenciación de los individuos (Andrade, 2008)— con la
evolución que entonces se interpreta teleológicamente.
Esta forma de ver la salud ha sido criticada, ya que los mecanismos
de defensa o rasgos de carácter pueden, con el tiempo, volverse autó-
nomos y valiosos (Hartman, 1951-1969), por lo que las características
“primitivas” o infantiles no son necesariamente inferiores o menos
evolucionadas que las que se originan en una etapa posterior.
Las ideas de Freud respecto a los niños y, en particular, respecto a
los primeros meses de la vida también han sido cuestionados ya que
creyó haber encontrado explicaciones para los síntomas neuróticos
290 FERNANDO ORTIZ LACHICA
en los primeros años de vida de sus pacientes, pero casi nunca ob-
servó a los niños, sino que se basó en los recuerdos de sus pacientes
adultos (Bowlby, 1969-1972). Esta limitación probablemente explica
por qué sostuvo que el impulso social era secundario, es decir, que
los neonatos vivían en una suerte de omnipotencia alucinatoria en la
que no había relaciones (objetales) con los otros significativos o con
sus representaciones (Brockman y Horner, 2007). En contraste, John
Bowlby, un psiquiatra y psicoanalista inglés, se propuso investigar a
los niños pequeños a través de la observación directa desde mediados
del siglo pasado, sentando así las bases de la investigación de las inte-
racciones entre las madres y sus hijos en los primeros años de la vida
(véase, por ejemplo, Siegel, 1999; Tronick, 2005). Estos estudios han
demostrado que los bebés interactúan con sus madres a partir del
nacimiento y que estas interacciones estructuran la mente.
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296 FERNANDO ORTIZ LACHICA
[297]
298 FERNANDO LEAL CARRETERO
1
Entre los primeros encontramos a Tullock (1979, cap. 3), Hauser (2000), Ofek
(2001), Chen, Lakshminarayanan y Santos (2006), Brosnan y Beran (2009). Hasta don-
de he podido investigar, solamente uno de los autores que acabo de mencionar no se
contenta simplemente con afirmar que el comercio es exclusivo de los humanos, sino
intenta argumentar a favor de esa afirmación. El argumento de Ofek (2001, cap. 2) se
refiere básicamente a uno solo de los aspectos del intercambio: a qué conjunto parti-
cular de organismos pertenecen los “socios” que intercambian. Distingue así tres clases
de intercambio: la simbiosis, el intercambio entre organismos emparentados (“nepo-
tismo”) y el comercio propiamente dicho (“intercambio mercantil”); y argumenta en-
tonces, en primer lugar, que la simbiosis siempre tiene lugar entre especies diferentes,
mientras que las otras dos clases de intercambio no lo hacen nunca, y en segundo lugar
que el comercio tiene lugar normalmente, aunque no exclusivamente, entre indivi-
duos sin parentesco genético, es decir entre “exraños” (cf. Seabright, 2004). Aunque
más adelante en este trabajo expongo su magnífico modelo de cómo evolucionó el
comercio humano, esta parte de su argumento no me termina de convencer.
2
Por mor de ser completo debo mencionar a un biólogo que afirma ser la econo-
mía altamente relevante para la totalidad del mundo biológico al tiempo que se las
ingenia para ignorar justo el meollo de la economía: el comercio (Vermeij, 2004). Es
una anomalía verdaderamente estupefaciente.
EL COMERCIO COMO POSIBLE FACTOR DE LA EVOLUCIÓN HUMANA 299
3
La aptitud clásica da cuenta de cómo opera la selección natural a nivel individual.
Durante un tiempo los biólogos recurrieron a la selección grupal para contrarrestar
los huecos que dejaba la aptitud clásica, pero pronto fue rechazada con buenos argu-
mentos (Williams, 1966) y sustituida en gran medida por los constructos de la aptitud
inclusiva y el altruismo recíproco (Sober y Wilson, 1998). Sin embargo, en los últimos
decenios la selección grupal ha vuelto a entrar en escena. Éstos son berenjenales para
especialistas; pero si el lector fuere partidario de la selección grupal, mi tesis sería que
el comercio es una de sus rutas o al menos la complementa analíticamente.
300 FERNANDO LEAL CARRETERO
4
El enfoque no carece ciertamente de problemas. Sirva un ejemplo para ilustrar
uno que vislumbro. Entre los mecópteros de la especie Bittacus apicalis parece haber
un mercado con dos bienes en que los machos ofrecen a las hembras insectos a cambio
de recepción de esperma. Por un lado se dice que la cantidad de esperma transferida
está correlacionada con el tamaño de los insectos ofrecidos, y por otro que las hem-
bras rechazan presas pequeñas cuando aumenta el número de machos ofertantes. Este
último fenómeno se considera crucial para el argumento de que habría un mercado
biológico (Noë y Hammerstein, 1994: 6). Sin embargo, el primer hecho parece econó-
micamente más importante, por cuanto indica que se ha fijado una tasa de cambio (un
precio). El aumento de la cantidad ofrecida tendría entonces un efecto sobre el precio:
abarataría las presas o encarecería el apareamiento. La brevísima descripción dada por
los autores (con resultados publicados en 1976, mucho antes de que nadie hablara de
EL COMERCIO COMO POSIBLE FACTOR DE LA EVOLUCIÓN HUMANA 301
quien anda queriendo comerciar (Ofek, 2001, cap. 9). Armado con
esta idea, Ofek busca un bien que hubiese podido echar a andar el
comercio y encuentra... el fuego (se entiende, antes de que se inventa-
se una tecnología para encenderlo a placer; ibid., cap. 10). En el mo-
delo de Ofek al fuego debió seguir la moneda prenumismática y con
ella el aumento del comercio (ibid., cap. 11). Para terminar, tenemos
la cuestión de la agricultura y el pastoreo. Contra ideas populares e
idílicas, la sustitución de las viejas estrategias de recolección y caza
por la producción deliberada y organizada (hace unos 12 000 años)
no conduce a la autarquía. En vista de las restricciones dietéticas de
los humanos anatómicamente modernos, la agricultura y el pastoreo
no parecen estrategias prometedores para sobrevivir a menos que ya
existiesen enormes redes comerciales (ibid., caps. 12 y 13).
Este hermoso modelo del que no he dado más que un raquítico es-
bozo es obviamente especulativo, pero como todo buen modelo pro-
porciona valiosas pistas para arqueólogos y paleontólogos que estén
dispuestos a tomar el comercio en serio. Por otro lado, el modelo
nada dice de los mercados biológicos como posibles precursores de
los mercados humanos (en Ofek no se menciona esta literatura).
Bien podría ser que el comercio humano sea algo completamente
diferente, incluso un artefacto cultural que coevolucionó con nues-
tros genes o de plano algo no biológico en absoluto. No lo sabemos;
pero mi impresión es que muy pocos evolucionistas son conscientes
de tales preguntas, a pesar de que son de enorme importancia para
comprender nuestra especie. Veamos algunos ejemplos.
Se ha argüido que el comercio y las redes comerciales podrían ser
responsables del hecho de que nuestras proezas numéricas se hayan
desarrollado mucho más allá de lo que se hubiera podido predecir a
partir de las habilidades animales (Hauser, 2000; véase también Har-
per, 2008).5 De confirmarse esta hipótesis, sería obvia la importancia
del comercio para la evolución humana.
5
Es interesante contrastar esto con la evidencia (no evolucionista) de que los niños
adquieren un manejo sofisticado del cálculo en contextos comerciales (cf. Carraher,
Carraher y Schliemann, 1991; Nunes, Schliemann y Carraher, 1993).
EL COMERCIO COMO POSIBLE FACTOR DE LA EVOLUCIÓN HUMANA 305
mica, y junto con esa resistencia una facilidad para reproducir viejas
falacias y crear nuevas (mayores referencias en Leal, 2008: 167; cf.
Coleman, 2002).
Éste no es el lugar para desarrollar o intentar justificar mis conje-
turas, de manera que concluyo diciendo simplemente que si mi argu-
mento a favor del comercio como un factor considerable en la evolu-
ción humana no anda tan descaminado, entonces la manera misma
de plantear preguntas y formular hipótesis requerirá necesariamente
el uso de la teoría y la historia económicas como parte integral del
magnífico esfuerzo interdisciplinario que va poco a poco formándose
en el estudio de la evolución.
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iv
PRIMATOLOGÍA Y COGNICIÓN
¿PUEDEN PENSAR LOS ANIMALES?
antonio diéguez*
[313]
314 ANTONIO DIÉGUEZ
meses muestran, por otra parte, que éstos pueden realizar inferencias
acerca del comportamiento físico de los objetos (cf. Spelke, 1994,
1998; Spelke et al., 1994, y Spelke et al., 1996). En la medida en que la
mayor parte de los especialistas, incluido Davidson, asume que estos
niños carecen aún de conceptos, esto puede ser tomado como un
dato favorable al pensamiento no conceptual.
Hay además quien no acepta que la discriminación entre la sa-
tisfacción o no satisfacción de un estado intencional (una creencia,
pongamos por caso) exija la posesión de un predicado metalingüísti-
co como “verdad” y, por ende, la posesión de un lenguaje (cf. Searle,
1994, y Glock, 2000 y 2009). E incluso aunque se aceptase, con Da-
vidson, que sin la capacidad de discriminación entre la satisfacción
o el fracaso en una creencia no pueden darse creencias en sentido
genuino, ello no tiene por qué llevar a concluir que esto no es posible
sin un lenguaje. Los animales corrigen mediante la percepción sus
errores, lo cual significa que discriminan entre lo correcto y lo inco-
rrecto en ciertos casos, y hacen esto aun cuando no tengan lenguaje
ni concepto de verdad o falsedad.
Dretske (1995: 9) coincide con Davidson en que para tener creen-
cias hace falta poseer el concepto de creencia, por eso un ratón no
puede tener la creencia de que alguien está tocando el piano. En
general, según Dretske, no hay creencias sin conceptos: las creencias
han de tener un contenido conceptual. Sin el concepto de X y de F
no puede darse la creencia de que X es F. Sin embargo, sí cree que
hay representaciones mentales que no son conceptuales, como las
constituidas por ciertas experiencias sensoriales, por ejemplo oír un
piano, y éstas pueden ser atribuidas a los animales. Por lo tanto, los
animales tendrían representaciones mentales, pero no creencias.
Más interesante en mi opinión es una segunda estrategia de répli-
ca. La idea de que no podemos atribuir conceptos (evidentemente
no lingüísticos) a los animales ha sido puesta en cuestión no sólo
por razones filosóficas, sino, como ahora diremos, también por datos
proporcionados por el estudio de la cognición animal. Es decir, que,
pace Davidson, hay quien piensa que para tener conceptos no hace
falta tener lenguaje.
Uno de los autores que mejor ha desarrollado la cuestión desde
un punto de vista filosófico es Colin Allen. Para él, lo importante es
aclarar cuándo estaríamos dispuestos a considerar que algún organis-
mo posee un concepto, sin presuponer que sólo lo tendría cuando
es capaz de expresarlo lingüísticamente. Según su propuesta, sería
316 ANTONIO DIÉGUEZ
ii
1
Por esta razón los criterios de Allen me parecen mejores.
320 ANTONIO DIÉGUEZ
iii
iv
referencias
¿Qué significa ser humano cuando se sabe que somos primates bí-
pedos productos de la evolución, como cualquier otra especie viva o
extinta? El desarrollo de la primatología —su particularidad es la de
ser no una disciplina única, sino un conjunto de ciencias reagrupadas
en torno a su objeto de estudio, los primates no humanos— ha tenido
en Occidente características muy distintas de, por ejemplo, Japón. A
diferencia de este país que posee monos en la mayoría de sus islas y
donde dicha disciplina es ahora muy fuerte, Europa careció de pri-
mates endémicos en tiempos históricos. Los europeos y sus culturas
antecesoras sólo conocieron paulatinamente a unas cuantas especies
de nuestros primos evolutivos, y siempre como animales exóticos pro-
venientes de tierras lejanas. La humanización de los simios —el reco-
nocimiento, a veces admirativo, de su cercanía con nosotros— vino
al cabo de siglos y gracias a la ciencia. Nos preguntamos las razones
tanto del rechazo como de su reciente humanización.
¿Fue el descubrimiento gradual de las diferentes especies de mo-
nos, especialmente de los simios o antropoides, a partir del siglo xvi,
un elemento fundamental en el desarrollo de la teoría de la evolu-
ción, particularmente de la evolución humana? Si es el caso, ¿cuáles
fueron las etapas principales de este proceso y por qué hay todavía
una enorme resistencia para aceptar el hecho de que los humanos
son simplemente animales con características cognitivas que, por sim-
ples motivos antropomórficos, nos parecen únicas? Éstas son algunas
de la preguntas que nos hacemos.
La ciencia parece estar íntimamente ligada con las creencias socia-
les y prejuicios, muy especialmente cuando éstos tienen que ver con
el estudio de la evolución de nuestra especie. Pero la pretensión de
la ciencia es precisamente alejarse de las creencias no comprobables
[327]
328 JORGE MARTÍNEZ CONTRERAS
figura 1. La tumba del regente Rejmira (núm. 100 en Tebas). Nótese las diferentes va-
riedades humanas y sus vestimentas, incluyendo a los animales vivos y muertos que son
transportados: monos verdes (uno trepando al cuello de la jirafa), babuinos, leopardos
y pieles de animales (documento no clasificado núm. 96, bm, cefpsvlt).
figura 2. Los frisos de Abu Simbel. Foto: © Jorge Martínez Contreras, 2008.
1
Ammut es sin duda un monstruo humano, puesto que Hume pensaba que era
imposible concebir ningún objeto imaginario original, sino simples yuxtaposiciones de
objetos existentes. Estos tres animales que constituyen a Ammut se encuentran entre
los cuatro mamíferos más peligrosos del África para los humanos; el búfalo es el cuarto.
2
Aunque no hemos leído en Hume en relación con los egipcios, le hubiera encan-
tado saberlo al escocés. En efecto, nada garantiza una relación ontológica entre causa
y efecto, nada asegura que si el Sol “ha salido” durante miles de años lo siga haciendo
eternamente.
3
Si los seguidores de Thot hubieran conocido a los lémures hubieran hecho de
ellos también animales sagrados: al atardecer, los lémures gatos (Lemur catta) abren
lo brazos y se orientan hacia el menguante sol. Los especialistas creen que se trata de
LA HUMANIZACIÓN DE LOS SIMIOS 331
ayudando con ese grito sagrado a producir el frágil cambio del día a
la noche y viceversa. En cuanto a sus características físicas, no es su
bello pelaje en forma de manto, que tan bien dibujaban los artesanos,
lo que los fascinaba, sino un largo pene rojo y con un corto prepucio,
que revela un glande largo. Esta “circuncisión natural” era extraor-
dinariamente interesante para ellos, quienes empezaron esta terri-
ble tradición de la circuncisión humana. Inspirados por las víboras
que podían cambiar de piel y renovarse a sí mismas en una potencial
instancia inmortal, la circuncisión estaba ligada con la inmortalidad.
En todas sus pinturas y esculturas estos monos siempre eran colo-
cados, de tal manera que semejante característica sexual aparecía.
Algo menos estudiado es que ese pene alargado, tal como aparece
en las esculturas, extendido sobre una superficie plana, se asemeja,
además, a un carrizo de escribano. Como dijimos, los babuinos eran
momificados. Hay catacumbas en Egipto donde una gran cantidad de
tumbas están acompañadas por babuinos momificados, hay incluso
un cementerio exclusivamente lleno de momias de papiones.
Los egipcios no sólo momificaron a los monos que venían de Punt,
sino también a los macacos del oeste. El Macaca sylvanus, o macaco de
Berbería, es la única especie africana del género. Habita las montañas
del Atlas de lo que son hoy Argelia y Marruecos y se adapta mejor
que otros monos de África o de América a temperaturas frías. Este
primate, momificado menos frecuentemente que el babuino, se va a
volver muy importante en la tradición occidental, como veremos más
adelante.
Con el desarrollo de la cultura griega —y el comienzo de la ci-
vilización occidental— Aristóteles hereda este conocimiento de los
primates africanos (y también asiáticos) y clasifica a los monos en
tres grandes grupos: los babuinos, como cinocéfalos (animales con
cabeza de perro); los macacos y los pithecus (monos), algunos sin cola
(Macaca sylvanus); y los demás monos como cercopithecus (monos con
una cola circular). Aunque pithecus y cynocephalus son términos que ya
no se usan en la clasificación primatológica, Cercopithecidae (monos
del Viejo Mundo) se ha vuelto un nombre que reagrupa una gran
familia de primates. Es interesante notar que “monos sin cola” (estos
macacos en realidad tienen una muy pequeña extremidad) hicieron
creer a muchos estudiosos que Aristóteles pudiera haber conocido a
obtener calor ante una insolación disminuida, pero otra cosa hubieran “visto” sin duda
los primeros.
332 JORGE MARTÍNEZ CONTRERAS
4
Comunicación personal de la doctora Laura Martínez Pepín-Lehalleur, Primate
Research Institute, Kyoto University.
LA HUMANIZACIÓN DE LOS SIMIOS 333
de aristóteles al renacimiento
5
Sabemos ahora que es mejor perder a un infante que al adulto reproductor. Nor-
malmente no mueren salvando a su descendencia, se salvan ellos mismos ante una
situación perdida.
334 JORGE MARTÍNEZ CONTRERAS
la revolución darwiniana
figura 4. Brehm’s (1876) hamadryas baboon. Foto: © Jorge Martínez Contreras, bnf.
340 JORGE MARTÍNEZ CONTRERAS
conclusión
referencias
joaquim j. veà*
un apunte biográfico
[343]
344 JOAQUIM J. VEÀ
watching through my binoculars, I could see that the chimps were sitting round the
entrance to one of these (bee) nests. Each ape held a long twig, which it poked down the
hole and withdrawn coated with honey... (p. 64).
A las 10:07 horas en una zona llana cubierta de vegetación densa con muy
escasa visibilidad, oigo ruidos flojos entre la vegetación, seguidamente voca-
lizaciones débiles; aparece un chimpancé subadulto de cara clara, me mira
fijamente, luego viene una hembra adulta, a su lado se halla un animal pe-
queño cuya edad debe oscilar entre 1.5 y 2 años, lo veo bastante mal, lleva
en la mano una ramita sin hojas, seguidamente oigo picar el suelo reiterada-
mente, al igual que un niño al golpear la tierra con la mano abierta puedo
ver cómo el pequeño clava el bastón en el suelo, opera sosteniendo la rama
con prensión de fuerza, a las 10:15 el pequeño grita de nuevo y el grupo
entero desaparece, sin ruido tal como había llegado. Me dirijo hacia el lugar
y compruebo que el palito que usaba el chimpancé está clavado en el suelo,
al lado de un arbusto; una parte del bastón se había quebrado durante esta
actividad. En este lugar no hay ningún termitero. El bastón fue cortado a
unos dos metros de donde lo hallamos. […] En el pequeño hoyo abierto por
348 JOAQUIM J. VEÀ
gran parte de los casos observados, los objetos son seleccionados por
sus características físicas y transportados hasta el lugar donde serán
utilizados. Como sugiere Teleki (1974):
The apparent absence of transport behavior in baboons, the conditional presence of ru-
dimentari transport behavior in chimpanzees, and the routine practice of long-distance
transport behavior in humans are suggestive of ordered levels of complexity in Primate
subsistence technology (pp. 580-581).
referencias
i. psicología evolucionista
[353]
354 JONATAN GARCÍA CAMPOS
1
De hecho, el programa de racionalidad ecológica defendido por Gigerenzer y su
grupo (Gigerenzer y Selten, 2002), así como la teoría dual de sistemas (especialmente
la versión defendida de Stanovich y West, 2003; y Stanovich, 2004) pueden ser vistos
también como proyectos interesados en articular hipótesis psicológicas haciendo uso
de la biología evolutiva. Aun en la tradición de heurística y sesgo, que ha sido critica-
da por omitir aspectos evolucionistas en sus explicaciones, encontramos la siguiente
afirmación: “Es irónico que la tradición de heurística y sesgo haya sido criticada como
inconsistente con lo que dicta la evolución porque en sí misma es una descripción
evolutiva […]. Es una descripción evolutiva que reconoce los constreñimientos im-
puestos por la historia evolutiva de los organismos, constreñimientos que producen
imperfecciones notables en su funcionamiento […]. La tradición de heurística y sesgo
toma en serio tales constreñimientos históricos y examina las imperfecciones que re-
velan la historia e iluminan el funcionamiento de los mecanismos actuales” (Gilovich
y Griffin, 2002: 10).
EVOLUCIÓN Y RAZONAMIENTO HUMANO 355
2
Es posible distinguir tres maneras de entender la teoría computacional de la men-
te: a] la postura filosófica que sostiene que la mente es literalmente una computadora,
b] la postura que intenta modelar algunos rasgos de la mente usando técnicas compu-
tacionales y c] la postura de que las técnicas y conceptos computacionales pueden ser
una metáfora para entender algunos rasgos de la mente (Horst, 2008).
3
Esta asociación no implica que los psicólogos evolucionistas acepten la noción de
módulo de Chomsky. Los psicólogos evolucionistas pueden aceptar esa noción de mó-
dulo pero principalmente defienden una noción de módulo conocida como la noción
darwiniana de módulo (Carruthers, 2006). Explicaré esta noción más adelante.
356 JONATAN GARCÍA CAMPOS
4
Fodor ha definido a la especificidad de dominio como un constreñimiento sobre
el tipo de contenido que puede ser procesado. Sin embargo, esta noción no es acepta-
da por los psicólogos evolucionistas. La noción de dominio específico de la psicología
evolucionista está formulada en términos de la función de los módulos. Véase Sperber
(1994) para diferentes maneras de entender especificidad de dominio.
5
Los métodos usados en la psicología evolucionista también han sido aplicados a
EVOLUCIÓN Y RAZONAMIENTO HUMANO 357
otras áreas del comportamiento. Por ejemplo, los psicólogos evolucionistas han argu-
mentado a favor de un módulo de preferencia de pareja (Buss, 2004).
6
Algunas críticas que no desarrollo en este trabajo son a] la idea de que la psicolo-
gía evolucionista conduce a la sociobiología (Fodor, 1998), b] su postura optimista en
relación con la ejecución de tareas de razonamiento (Stanovich, 2004), c] los estánda-
res normativos que los psicólogos evolucionistas defienden para evaluar el razonamien-
to humano (Stanovich y West, 2003), y d] críticas particulares a módulos específicos,
por ejemplo en contra del módulo de detección de tramposos (Sperber y Girotto,
2003) y del módulo de preferencia de pareja (Buller, 2005) y en contra de la atención
parental discriminatoria (Buller, 2005).
358 JONATAN GARCÍA CAMPOS
7
Véase Sperber (2002) para réplicas a las críticas de Fodor.
EVOLUCIÓN Y RAZONAMIENTO HUMANO 359
Haz al cerebro de los primates ancestrales un poco más grande (o más denso,
más plegado, o quién sabe, más gris) y es posible imaginar que cualquier cosa
pueda ocurrir en el repertorio cognitivo y conductual de esa criatura. Quizá
el primate se convierta en nosotros (Fodor, 2000: 89-90).
8
Véase Okasha (2003) para réplicas a la propuesta de Fodor.
360 JONATAN GARCÍA CAMPOS
9
Fordor (1998) ha hecho objeciones a este método. De acuerdo con este filósofo,
no es necesario saber cómo es que nuestros mecanismos cognitivos evolucionaron para
saber cuáles son sus funciones.
EVOLUCIÓN Y RAZONAMIENTO HUMANO 361
10
Cosmides y Tooby afirman: “la razón por la que tenemos un conjunto de circuitos
en lugar de otro es que los circuitos con los que contamos han sido lo mejor para resol-
ver problemas a los que nuestros antepasados enfrentaron durante la historia evolutiva
de nuestra especie” (Cosmides y Tooby, 1997).
362 JONATAN GARCÍA CAMPOS
11
No sólo los psicólogos evolucionistas sostienen una teoría computacional de la
mente, sino también diferentes psicólogos cognitivos aceptan el computacionalismo.
Los psicólogos cognitivos consideran que el cerebro es un sistema de procesamien-
to de información e intentan describir sus funciones en términos de modelos compu-
tacionales (Evans, 1991: 83).
EVOLUCIÓN Y RAZONAMIENTO HUMANO 363
12
Cosmides y Tooby afirman: “Tus circuitos neuronales están diseñados para resol-
ver problemas. Pero no fueron diseñados por un ingeniero sino que fueron diseñados
por procesos evolutivos y la selección natural es la única fuerza evolutiva que es capaz
de crear máquinas complejamente organizadas” (Cosmides y Tooby, 1997).
364 JONATAN GARCÍA CAMPOS
13
Los panseleccionistas y los pluralistas generalmente han recurrido a Darwin para
apoyar su propuesta (Gould, 1997a, 1997b).
14
El otro método seguido consiste en probar mediante tests psicológicos la existen-
cia de un módulo particular (Samuels, Stich y Faucher, 2004).
EVOLUCIÓN Y RAZONAMIENTO HUMANO 365
conclusiones
referencias
pablo quintanilla*
[369]
370 PABLO QUINTANILLA
1
Hay aquí un problema en el que no quisiera entrar pero sí mencionar. La defi-
nición clásica del libre albedrío dice que una acción es libre si su agente pudo haber
actuado de manera diferente, de haberlo deseado. Esta definición es bastante imper-
fecta porque es obvio que si el agente lo hubiera deseado hubiera actuado de manera
diferente, de no haber un obstáculo exterior que lo impida. El problema es si él hubie-
ra podido desear realizar una acción diferente de la que realizó.
LA EVOLUCIÓN DE LA AGENCIA 371
2
Por razones de claridad usaré el femenino para referirme a la intérprete u oyente,
y el masculino para referirme al interpretado, agente o hablante.
372 PABLO QUINTANILLA
3
La intuición central de que la deliberación incluye un acto de imaginación entre
distintas opciones y sus posibles consecuencias se encuentra ya en el capítulo 16 del li-
bro que con el título de Ethics publicó en 1908 John Dewey, en colaboración con James
Tufts. Dewey denominó a este proceso “dramatic rehearsal”. Una versión algo menos
elaborada de esa idea y que pone el acento en los posibles deseos y aversiones que
LA EVOLUCIÓN DE LA AGENCIA 373
En lo que sigue voy a tratar de defender con más detalle las di-
versas afirmaciones realizadas. La tesis central es que la experiencia
de la agencia es un producto colateral multicomponencial de varias
funciones cognitivas que tienen obvias ventajas adaptativas.
En primer lugar tenemos la inteligencia social. Como es conocido,
esta hipótesis sostiene que la principal causa del incremento del ce-
rebro de nuestros antepasados homínidos (desde 450 centímetros
cúbicos hace algo más de 3 000 000 de años hasta 1 400 centímetros
cúbicos en promedio en la actualidad) fue la presión por competir
en grupos de individuos con complejas relaciones sociales. A su vez,
esto habría conducido a sofisticadas funciones cerebrales y psicológi-
cas, como la capacidad de predecir el comportamiento de los demás
atribuyéndoles los estados mentales que causan y explican su com-
portamiento, lo que les permitiría reconocer y monitorizar sus inten-
ciones, ya sean amistosas o agresivas.
La ventaja adaptativa de los primates es su comportamiento grega-
rio y organizado, pues individualmente son animales frágiles y vulne-
rables. Sin embargo, dado que la convivencia interindividual genera
inevitablemente problemas de coordinación y acuerdo, la selección
natural habría favorecido la supervivencia de grupos e individuos con
habilidades sociales de cooperación y manejo de conflictos, aunque
también de manipulación y creación de alianzas para obtener el con-
trol del grupo. Los grupos de primates con normalidad se mantienen
unidos contra grupos rivales, pese a que contienen subgrupos que
son rivales entre sí. Estos subgrupos son el producto de alianzas que
se van modificando según el mayor o menor poder que adquieran
los individuos que los conforman. La planificación social requiere de
formas de razonamiento que nos permitan simular escenarios futuros
en los que podríamos estar involucrados. El imaginar estas situacio-
nes posibles y elegir entre ellas nos permite probar por anticipado el
éxito o el fracaso de nuestras decisiones.
Los primatólogos Premack y Woodruff (Premack y Woodruff,
1978) acuñaron una expresión para englobar todas esas habilidades
psicológicas: “teoría de la mente”. Quien posee una teoría de la men-
te está en condiciones de atribuir apropiadamente a otros individuos
estados mentales complejos como creencias y deseos, puede modifi-
puede generarnos una situación hipotética, pero donde todo el proceso también es
denominado deliberación, se puede encontrar ya en el capítulo 6, parte i, del Leviathan
de Hobbes (2004).
374 PABLO QUINTANILLA
ble, es que desde una edad muy temprana, alrededor de los doce me-
ses, los niños ya cuentan con habilidades de simulación muy básicas,
más vinculadas con lo afectivo que con lo cognitivo. A esa edad los in-
fantes ya pueden simpatizar afectivamente con otras personas y com-
portarse de manera compasiva, pero sería extraño suponer que ese
tipo de comportamiento requiere de metarrepresentación. Sería más
razonable suponer que la metarrepresentación se desarrolla cuando
emerge la triangulación. Así pues, alrededor de los tres años, cuando
los niños están en capacidad de triangular entre su conciencia de
sí mismos, las atribuciones que hacen de estados mentales a otros
individuos, y el mundo objetivo que asumen compartir con las demás
personas, aparecen varias funciones diferentes pero conectadas entre
sí: metacognición, metarrepresentación, la distinción entre realidad
y fantasía, y la capacidad lingüística casi plenamente desarrollada.
La capacidad de simulación requiere de la habilidad para asumir y
entender la existencia de creencias inconsistentes en sistemas diferen-
tes: las de uno en el presente, las atribuidas a uno mismo en el pasado,
las que uno cree que tendría en circunstancias específicas del futuro,
y las atribuidas a las demás personas. Los niños menores de tres años
son incapaces de hacer eso, aunque puedan poseer habilidades de
simulación muy básicas.
Según la última versión del programa minimalista de Chomsky
(Chomsky et al., 2002), lo característico del lenguaje humano, enten-
dido en sentido estricto sería la recursividad, es decir, la capacidad
de iterar, en principio infinitamente, diversos componentes sintác-
ticos; ya sea con oraciones subordinadas o con conectores lógicos.
La recursividad lingüística tendría algún correlato neurológico que,
aparentemente, sería único de los seres humanos, pero naturalmente
no se puede descartar que haya un antecedente menos desarrollado
en otros primates.
Ahora bien, esta recursividad también está presente en la capaci-
dad metarrepresentacional, pues, para que uno pueda atribuir a otro
individuo un estado mental, debe poder compararlo con sus propios
estados mentales y éstos, a su vez nuevamente con los ajenos. En los
casos de metarrepresentación en tercer grado, como el contraenga-
ño, la recursividad es más evidente aún. Esto sugiere alguna conexión
entre lenguaje y metarrepresentación. Por una parte, individuos que
carecen de capacidad metarrepresentacional, como por ejemplo los
casos severos de autismo, carecen también de lenguaje, pero incluso
formas de autismo menos severas tienen implicancias lingüísticas im-
LA EVOLUCIÓN DE LA AGENCIA 377
como los diferentes medios que nos permitan acceder a ellos. Estos
procesos deliberativos son el producto de contraposiciones compe-
titivas entre una multiplicidad de creencias, deseos, finalidades e in-
clinaciones que constituyen lo que Ainslie llama una “negociación
intertemporal” (Ainslie, 2001: 40). Esta diversidad de causas y moti-
vaciones intentan tener el control del comportamiento del individuo,
y operan como si fueran distintos agentes luchando por el control de
las acciones del sujeto, en función a distintos subsistemas de creen-
cias, deseos y listas de prioridades. Finalmente, la acción realizada
será la producida por el subsistema de causas y motivaciones más
fuerte.
No se puede predecir los resultados de estos procesos decisorios,
no sólo porque son extremadamente complicados dado el número
de variables que intervienen, sino porque también incluyen comple-
jos mecanismos de recursividad. Esta recursividad se genera porque
si bien la decisión es causada por los subsistemas de creencias, deseos
y finalidades involucrados, simulamos recursivamente los escenarios
que se obtendrían y también las decisiones que tomaríamos poste-
riormente, de producirse tales escenarios (Dennett, 2004: 240). Es-
tas nuevas simulaciones alimentan los subconjuntos de motivaciones
de nuestras acciones, lo que genera nuevas simulaciones respecto de
los escenarios obtenibles y las propias decisiones futuras que realiza-
ríamos de generarse tales escenarios. Si los distintos subsistemas de
motivaciones se encuentran parejos, el proceso de deliberación será
difícil y, eventualmente, incluso doloroso. En cambio, si tales subsis-
temas incluyen alguno que sea claramente más fuerte que los otros, la
elección será más bien fluida. La conciencia de este proceso ocurrien-
do en nosotros mismos, nos genera la experiencia fenoménica de lo
que solemos llamar agencia.
Hay un último punto a tratar: la relación entre agencia y cultura.
Es claro que cada sociedad valora la autonomía de diferentes ma-
neras. Mientras en algunas sociedades, como la occidental, hay una
exaltación de la autonomía como el valor más importante de todos,
en otras comunidades ésta tiene menos importancia o incluso puede
ser considerada indeseable para algunos géneros o grupos humanos.
Debemos suponer, entonces, que la experiencia que tenemos de la
agencia es el producto de un elemento natural que es probablemente
de origen neurológico y que hunde sus raíces en la evolución de la
especie, y una valoración cultural que es variable. En este texto me
he concentrado en intentar aclarar el origen evolutivo del aspecto
382 PABLO QUINTANILLA
referencias
enric munar*
marcos nadal*
albert flexas*
claves cerebrales
Clay (1908) afirmaba que el placer que sentimos al ver o al oír cosas
bellas juega un papel adaptativo importante a lo largo de la evolución
de nuestra especie. Esta dimensión afectiva de la apreciación estéti-
ca se inició a partir de la necesidad de evaluar la adecuación de los
ambientes, anticipando los modelos actuales sobre los orígenes de la
apreciación estética basados en reacciones emocionales a ambientes
dependiendo de sus recursos y de los potenciales peligros. Otro en-
[384]
CLAVES CEREBRALES DE LA EVOLUCIÓN 385
Áreas parietales
Con técnicas que ofrecen una gran precisión, Rilling e Insel (1999)
continuaron el estudio sobre la girificación de los cerebros primates.
La girificación se refiere al proceso de extensión y pliegue del cór-
tex cerebral en mamíferos como consecuencia del crecimiento del
cerebro. Estos autores usaron resonancia magnética estructural para
medir los cerebros de 44 especímenes pertenecientes a 11 especies
diferentes de primates. Sus resultados confirmaron que, en general,
los mayores cerebros tienen mayores índices de girificación. Sin em-
bargo, hay dos regiones en el cerebro humano que exceden el valor
esperado: la corteza prefrontal y la corteza temporo-parietal poste-
rior. Los autores sugirieron que el incremento en la girificación de
esas regiones durante la evolución humana pudo constituir parte de
las bases neurales que llevaron a la aparición de algunas de nuestras
facultades únicas. En nuestra opinión, la apreciación estética podría
ser una de ellas.
Algunos estudios llevados a cabo por Orban et al. (2004) usando
datos comparativos de Imagen por Resonancia Magnética funcional
(fmri) y modelado cerebral computarizado sugieren que las vías vi-
suales ventral (temporal) y dorsal (parietal) no han evolucionado de
la misma manera a lo largo del linaje humano. Específicamente, las
áreas incluidas en la vía ventral, relacionadas con la representación
y caracterización de objetos, han experimentado una menor expan-
sión que aquellas que forman parte de la vía dorsal —áreas parie-
tales—, involucradas en la representación del espacio y el análisis
de información visual para organizar acciones. Las áreas parietales
de la vía dorsal reciben información básicamente del sistema mag-
nocelular. Preuss y Coleman (2002) informaron de evidencias que
mostraban que los humanos diferimos de otros primates en ciertas
características relacionadas con la representación cortical del reco-
rrido visual magnocelular. Los datos sugieren que algunas de estas
modificaciones aparecieron a lo largo del linaje humano. Dado que
el sistema magnocelular está relacionado con el procesamiento de
los contrastes de luminancia y que la percepción del movimiento es
menos precisa en condiciones isoluminantes, este sistema parece ser
esencial en el análisis del movimiento. Otras características que se
asocian con el procesamiento que se da en la vía magnocelular inclu-
yen la perspectiva, el tamaño relativo de los objetos y la percepción
de profundidad. Basándonos en esta información podemos concluir:
392 E. MUNAR/M. NADAL/A. FLEXAS
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396 E. MUNAR/M. NADAL/A. FLEXAS
[397]
398 PAOLA HERNÁNDEZ CHÁVEZ
1
Algunas posibilidades que señala Carruthers (2006) de que la mente cause con-
ductas promotoras de la sobrevivencia sin ser ella misma producto de la selección na-
tural, serían las siguientes:
a] Que las propiedades promotoras de la sobrevivencia no sean resultado de la se-
lección natural sino de algún mecanismo general de aprendizaje del medio ambiente,
siendo el único producto directo de la selección natural algún tipo de algoritmo de
aprendizaje extremadamente poderoso. De modo que la mayoría de los contenidos
de la mente, su estructura y organización, se adquirieran del medio ambiente.
b] Que la estructura de la mente sea producto de una única macro mutación que se
generalizó en la población humana.
c] Que posiblemente se haya llegado a la organización de la mente por una deriva
genética aleatoria, es decir, por una serie de mutaciones genéticas mínimas que de la
nada se generalizaron en la población.
400 PAOLA HERNÁNDEZ CHÁVEZ
2
Una formulación muy difundida y sencilla de esto se encuentra en: David J. Buller
(2008). La primera falacia que apunta es que el análisis de los problemas adaptativos
del Pleistoceno no nos brinda pista alguna del diseño de la mente. Argumenta también
que esas descripciones son puramente especulativas en tanto que tenemos muy poca
evidencia de las condiciones bajo las cuales ocurrió la evolución humana temprana.
De acuerdo con él, sería necesario conocer en primer lugar los rasgos psicológicos de
nuestros ancestros. Para una formulación más seria, véase Buller (2005).
402 PAOLA HERNÁNDEZ CHÁVEZ
3
Fodor agrega lo siguiente: “Haz el cerebro de un simio ancestral sólo un poco más
grande (más denso, o más corrugado, o —quién sabe—, más gris) y nadie sabe qué le su-
cederá al repertorio conductual y cognitivo de la criatura. Quizá el simio se convierta en
nosotros […]. Similarmente, nada de lo que sabemos pone en entredicho la posibilidad
de que cambios muy pequeños en la estructura cognitiva de la criatura puedan producir
muy amplias reorganizaciones en su capacidad cognitiva (Fodor, 2000: 89-90).
¿SELECCIÓN DARWINIANA EN UNA MENTE MODULAR? 403
Simplemente no se puede hacer biología sin […] preguntar qué razones hay
para cualquier cosa que estás estudiando […]. Tienes que hacer preguntas
por qué […]. Si [los biólogos y psicólogos] no pueden asumir que hay una
buena razón para las características que observan, ni siquiera pueden comen-
zar su análisis (Dennett, 1995: 213).
compatibilidad y consistencia
Darwin […] nos mostró cómo es que el mundo mental […] debe su organi-
zación compleja al mismo proceso de selección natural que explica la orga
¿SELECCIÓN DARWINIANA EN UNA MENTE MODULAR? 405
nización física de las cosas vivientes […] [que] […] en el amplio panorama
de la causalidad, ahora es posible ubicar “el lugar del hombre en la naturale-
za”, para utilizar la famosa frase de Huxley (Cosmides y Tooby, 1992: 21-22).
4
Patricia y Paul Churchland han sostenido en varios de sus escritos que la experien-
cia consciente, por ejemplo, será total y completamente explicada a nivel neuronal por
la complejidad dinámica de las propiedades de las redes neuronales. Véase en particu-
lar, Paul M. Churchland y Patricia S. Churchland (2003).
5
Como lo formula Sperber (2002): “no hay nada obvio sobre la organización de la
mente y el cerebro, por ello cualquier evidencia es bienvenida, como es el caso de
la perspectiva evolutiva. Esta perspectiva asimismo nos brinda una descripción de la
modularidad mucho más amplia y comprensiva”.
406 PAOLA HERNÁNDEZ CHÁVEZ
referencias
Buller, D.J. (2005), Adapting minds: evolutionary psychology and the persistent
quest for human nature, Cambridge, The mit Press/Bradford Books.
¿SELECCIÓN DARWINIANA EN UNA MENTE MODULAR? 407
karla chediak**
representación y cognición
[408]
REPRESENTACIÓN E INFORMACIÓN 409
1
El hecho de que algunas actividades cognitivas sean representacionales no signifi-
ca que todas tengan que serlo. Experimentos en adquisición por inteligencia artificial
muestran que es posible producir muchos comportamientos sin el uso de la represen-
tación. Por ejemplo, la habilidad de orientación y localización en robots, puede ser
lograda sin una representación. Aún más, aquellos que favorecen una aproximación
dinámica a la cognición no están de acuerdo en que sea necesario usar el concepto de
representación para explicar el fenómeno cognitivo. Defienden el uso de otros concep-
tos, tales como atractores y fuerzas espaciales que no pueden ser reducidas a conceptos
tales como creencias, deseos, etc. Sin embargo, no es necesario suponer que todos los
fenómenos cognitivos debieran ser analizados apelando al concepto de representación;
es suficiente con que algunos de ellos lo sean. Aún más, como Andy Clark dice, los dos
modelos principales que buscan explicar la cognición, le otorgan un importante papel
a las estructuras de representación: “conexionistas y clasicistas (e. g., Smolensky, 1998;
Fodor y Pylyshyn, 1988) tienen, al menos, esto en común: ambos campos sostienen el
papel fundamental de la noción de representación interna para explicar a la acción
inteligente” (Clark, 1994: 403).
412 KARLA CHEDIAK
2
La información se acompaña normalmente por relaciones causales y depende de
ellas, pero las relaciones de información no son relaciones causales. Es posible tener
relaciones causales entre dos eventos y no tener información debido a una equivoca-
ción. Es también posible tener relaciones de información entre dos eventos y no tener
ninguna relación causal entre ellos. En este caso, la relación de información es apoya-
da por la relación causal que debe existir entre cada evento y un tercero.
414 KARLA CHEDIAK
el problema de la intencionalidad
representaciones y creencias
3
El problema con los términos co-referenciales es conocido como el rompecabe-
zas de Frege. Representa el problema de cómo distinguir creencias con términos que
tienen el mismo referente. McLaughlin usa este problema para argumentar que la
información no puede determinar el contenido de las creencias.
REPRESENTACIÓN E INFORMACIÓN 419
conclusión
una solución definitiva, pienso que puede ser una buena teoría para
explicar representaciones simples. Por un lado, estas representaciones
están relacionadas con un comportamiento innato, con patrones fijos
de acción. Es cierto que Dretske ha cambiado su punto de vista acerca
del comportamiento innato, tratándolo a veces como cognitivo, a ve-
ces no. Afirma que es razonable pensar que los mecanismos internos
de activación han sido desarrollados por procesos filogenéticos du-
rante generaciones debido a sus ventajas adaptativas. Se pregunta: “Si
M es siempre, o casi siempre, benéfico en condiciones F, ¿por qué no
implementar un sistema interno para producir M cuando F ocurre?”
(1995: 88). El problema es que la capacidad innata de representación
parecería más cercana a los sistemas puramente de información que
a los sistemas genuinamente cognitivos, porque el contenido informa-
tivo estaría totalmente incorporado en la estructura física que lleva la
información. Esto significa que no tendría contenido semántico, sola-
mente contenido informativo, puesto que llevaría información sobre
cualquier otra información anidada en o asociada con ella. Sin embar-
go, creo, con Karen Neander (2004: 12), que esto puede ser proble-
mático. Cada contenido, semántico o no, está totalmente incorporado
en una estructura física, y esto no es lo que distingue a los sistemas de
información de los cognitivos. Lo que realmente importa es tener la
función de informar; esto es suficiente para determinar el contenido
y la posibilidad de una mala representación o tergiversación, y tal re-
querimiento es satisfecho por las representaciones innatas. Por otro
lado, la semántica de la información también puede explicar estas re-
presentaciones simples que involucran al aprendizaje y a la experien-
cia, como Dretske ha mostrado en Explaining behavior. Sin embargo,
no parece ser capaz de dar cuenta de sistemas de representación más
complejos que involucren lenguajes proposicionales y conceptos com-
plejos, porque no puede explicar la individualización de las creencias.
referencias