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La Guia Completa de La Biblia N - Stephen Miller
La Guia Completa de La Biblia N - Stephen Miller
GUÍA COMPLETA
DE
LA BIBLIA
Censo de refugiados: Moisés ordena realizar un censo de hombres en edad de librar una batalla en las costas
del mar Rojo, antes de cambiar el rumbo y dirigirse al norte, hacia Canaán.
AUTOR:
El libro no identifica al autor; las antiguas tradiciones judía y cristiana se inclinan por Moisés. No obstante,
muchos en la Biblia actuales sostienen que los antiguos líderes judíos recopilaron los libros desde el Génesis
hasta Deuteronomio de diversas fuentes. Es posible que Moisés haya aportado material para, al menos,
algunas de esas fuentes. Pero él no habría escrito sobre sí mismo que era “muy humilde, más que cualquier
otra persona en la tierra” (Números 12:3); si lo hizo, no fue muy humilde de su parte.
FECHA:
Alrededor de 1400 a.C., o 200 años más tarde.
UBICACIÓN:
La historia comienza en la accidentada península del Sinaí – actual territorio de Egipto –, al sur de Israel, y
finaliza en un país llamado Moab, en el actual territorio de Jordania.
ADIÓS, Sinaí
CANAÁN
(Israel) MOAB
EDOM
Mar Mediterráneo
Oasis de Cades
MADIÁN
EGIPTO
Durante el segundo año después que Israel saliera de Egipto, el día veinte del segundo mes, la nube se elevó del
tabernáculo del pacto. Entonces los israelitas salieron del desierto de Sinaí y viajaron de un lugar a otro…
NÚMEROS 10: 11, 12
Después de acampar en la falda del monte Sinaí durante casi un año, es hora de que los israelitas sigan avanzando. Se
organizaron en una nación de doce familias extendidas, denominadas tribus, Dios les dio los diez mandamientos y cientos de
leyes más para guiarlos en cuestiones religiosas y civiles, y ahora cuentan con un elaborado sistema de culto, que incluye una
tienda como centro de culto ambulante: el tabernáculo.
La misteriosa columna que los guió al monte Sinaí y que se detuvo encima de la tienda de culto está otra vez en movimiento;
los israelitas la seguirán donde los guíe.
La península del Sinaí no es un paraíso para los excursionistas; es un sitio abrasador y marrón, un abarrotamiento de rocas
repleto de arena. Más que un desierto, parece Marte o los terrenos áridos de Dakota. Por lo tanto, no debería sorprendernos que
los refugiados israelitas comenzaran a quejarse a Moisés – y que no dejaran de hacerlo nunca.
La distancia desde el monte Sinaí hasta el oasis de Cades-barnea, cerca de la frontera sur de Canaán, es de casi doscientas
millas. Los israelitas deben de haber tardado algunos meses en llegar allí – con una partida desde Sinaí en la primavera y un
arribo a la frontera de Canaán ya avanzado el verano.
Moisés envía una docena de exploradores a Canaán: un hombre por cada tribu. Estos exploran la tierra durante cuarenta días y
regresan con una selección de muestra de cultivos cosechados a finales del verano para degustar: granadas, higos y uvas.
“…En verdad es un país sobreabundante, una tierra donde fluyen la leche y la miel…”, informan los exploradores (Números
13:27).
Pero también traen malas noticias. “…El pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas. ¡Hasta
vimos gigantes allí […]. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes…! (Números 13:28, 33). Solo dos exploradores
sugieren avanzar: Josué y Caleb.
Los israelitas lloran y se quejan toda la noche. Luego, planean escoger a otro líder y regresar a Egipto, Moisés debe interceder
para evitar que Dios los mate; no obstante, una enfermedad mata a los diez exploradores rebeldes. Más aún, Dios sentencia a
todos los demás a cuarenta años en el páramo del desierto – un año por cada día que los exploradores dedicaron al
reconocimiento de Canaán.
Con la rebeldía que los caracteriza, los israelitas comienzan a dudar si había sido una buena idea abandonar el plan de
invasión y, en contra de la orden de Dios, atacan a los cananeos, que los reciben espada en mano y los devuelven a Moisés a la
carrera.
Los israelitas pasan la mayor parte de los siguientes cuarenta años sin moverse de ese sitio, un oasis que parece contener la
mayor fuente de agua potable de la región. La vegetación de Cades-barnea se nutre de un manantial que bombea 250,000
galones de agua por día.
Incluso después de que Dios les impusiera una sentencia de cuarenta años, los israelitas siguen haciendo lo que mejor parecen
hacer: refunfuñar, discutir y provocar problemas. Un hombre llamado Coré insiste en que Dios ha escogido a los israelitas como
su pueblo especial y sostiene que la actuación de Moisés como el hijo favorito de Dios ha llegado demasiado lejos.
“…¿Qué derecho tienen ustedes para actuar como si fueran superiores al resto del pueblo del SEÑOR?”, pregunta Coré
(Números 16:3).
Algunos seguidores de Coré agregan: “Es más, no nos has llevado a una tierra donde fluyen la leche y la miel. Ni nos has
dado una nueva patria con campos y viñedos…” (Números 16:14).
Furioso, Moisés le dice al grupo rebelde que regrese al día siguiente y se presente ante Dios. El Señor decidirá quién guiará al
pueblo.
La decisión de Dios se hace evidente cuando se abre la tierra en esta región propensa a los terremotos, que actualmente
conocemos como el Gran valle del Rift. La tierra se traga a todo el grupo rebelde y, a continuación, cierra violentamente su
mandíbula de roca. Todos los posibles líderes desaparecen, junto con sus familias completas.
REBELDES EN LA FAMILIA
Hasta los propios hermanos de Moisés, Aarón y Miriam, se habían vuelto en su contra.
Sus quejas:
Moisés se casó con una cusita. Su esposa pertenecía a una raza descendiente de Cus, el nieto de Noé, que habitaba en el actual sur
de Egipto, Sudán y Etiopía. Es posible que esta mujer fuera Séfora o una segunda esposa que la Biblia no nombra.
Moisés era el profeta a cargo. Sus hermanos se quejan: “¿Ha hablado el SEÑOR solamente por medio de Moisés? ¿Acaso no ha
hablado también a través de nosotros?” (Números 12:2).
Dios responde por Moisés, diciendo que les habla a Aarón, a Miriam y a otros profetas solo en sueños y visiones. “Pero no con mi siervo
Moisés. De toda mi casa, él es en quien confío. Yo le hablo a él cara a cara…” (Números 12:7-8).
Dios hizo que Miriam contrajera una enfermedad que le dejó la piel blanca, lo que la obligó a vivir fuera del campamento durante una
semana.
Moisés suplicó piedad, y Dios se la concedió.
Una nueva generación de israelitas se dirige a Canaán. Miriam, la hermana mayor de Moisés, está muerta; murió en el oasis.
Aarón, el hermano mayor, también está muerto. Murió poco después de que el grupo comenzara el viaje.
Moisés tampoco llegará a Canaán. Aarón y él cometieron algún pecado no identificado cuando pidieron que saliera agua de la
roca. Quizá se hayan atribuido el mérito por el milagro o, tal vez, se comportaron de un modo inadecuado – por ejemplo al
golpear la roca en lugar de limitarse a hablarle, como Dios les había indicado. Cualquiera sea el motivo, Dios les dice a ambos:
“Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas ustedes no los llevarán a la tierra que les
doy” (Números 20:12).
El Camino más corto hacia Canaán es por el norte, pero Moisés no es conoci-
do por tomar los caminos más cortos. Quizás Dios envía a los israelitas hacia el
este para que no se preocupen por la anterior derrota que sufrieron en el sur
de Canaán.
Moisés planea atravesar el actual territorio de Jordania, cambiar rum-
bo al norte y decirles a los israelitas que crucen el río Jordán para en-
trar en Canaán, pero el pueblo de Edom se rehúsa a permitirles un
pasaje seguro. Dios les advierte a los israelitas que no luchen contra
Edom, porque ambas naciones tienen una relación de parentesco.
Entonces, Moisés conduce a los refugiados hacia el sur, por un
largo camino para circunvalar Edom. Luego, los lleva hacia el
norte, a Moab, otro país de la antigüedad en el actual territorio
de Jordania.
En el camino, varios ejércitos los atacan, pero
los guerreros israelitas liderados por Josué
demuestran ser imparables.