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GUÍA COMPLETA
DE
LA BIBLIA
LEVÍTICO
PUNTO CENTRAL:
Dios es santo y desea que los israelitas tengan vidas santas, dedicadas a Él. Les da normas para que rijan con ellas
su vida como un modo de expresar su devoción y de conservar su santidad.
AUTOR:
El libro no identifica al autor. Tanto la tradición judía como la cristiana sugieren que lo escribió Moisés. La mayor
parte del libro es una colección de las instrucciones que Dios le dio a Moisés. No obstante, muchos eruditos
sostienen que estas podrían haberse transmitido oralmente de generación en generación mucho antes de que alguien
las escribiera.
FECHA:
Algunos expertos en la Biblia sostienen que la historia se desarrolla alrededor del año 1440 a.C.; otros, que tuvo
lugar unos doscientos años más tarde.
UBICACIÓN:
En un campamento en la falda del monte Sinaí, en la accidentada península del Sinaí, en Egipto.
El Levítico comienza con una explicación del más importante de los antiguos rituales judíos: el sacrificio. Mediante
sacrificios de animales y granos, los israelitas expresan su gratitud a Dios por las bendiciones y su remordimiento
por el pecado.
A los ojos de un Dios santo, el pecado es un delito con pena de muerte. Así ha sido desde el comienzo. Dios les
advirtió a Adán y Eva que morirían si comían el fruto prohibido, y lo comieron de todas formas. De este modo, el
pecado ingresó en la creación de Dios y trajo consigo a la muerte como consecuencia.
Durante el Éxodo, Dios establece un sistema de sacrificios y ofrece aceptar la muerte de animales en reemplazo de
la muerte de los pecadores.
Dios explica: “…la vida del cuerpo está en la sangre. Les he dado la sangre sobre el altar con el fin de purificarlos,
para hacerlos justos ante el SEÑOR. Es la sangre, dada a cambio de una vida, la que hace posible la purificación”
(Levítico 17:11). Este ritual sangriento también sirve como un recordatorio gráfico de la gravedad del pecado: es lo
suficientemente grave como para justificar la pena de muerte
LA PRIMERA ordenación
“…Moisés tomó el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todo lo que había en él, y así
los santificó. […] Luego derramó un poco de aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y
de esta manera lo ungió y lo santificó para su labor”
LEVÍTICO 8:10, 12
Antes de que los israelitas comenzaran a rendir culto en la tienda que utilizaban como tabernáculo, bajo la dirección
del sumo sacerdote Aarón y sus cuatro hijos, Dios instruye a Moisés sobre cómo realizar la dedicación de los
hombres y el centro de culto.
A esto le sigue una semana de rituales de ordenación cuyo objetivo es consagrar a los hombres y al tabernáculo –
es decir, dedicarlos al servicio de Dios. Por instrucción de Dios, Moisés lava a los sacerdotes y les coloca sus
vestiduras sacerdotales. Luego, rocía aceite de oliva sobre ellos y sobre el mobiliario del centro de culto. Siglos
después, los reyes de Israel también serán ungidos con aceite para hacer efectivo su nombramiento para el trabajo de
sus vidas.
A continuación se realizan tres sacrificios de animales.
Se mata y se quema un becerro, para purificar el altar para su futuro destino.
Se mata y se quema un carnero, pero antes, los sacerdotes deben apoyar las manos sobre el animal. Este
podría ser un símbolo de su total devoción a Dios, que se expresa mediante la muerte del carnero.
Los sacerdotes matan y comen un “carnero de ordenación”. Parte de la sangre de este carnero se coloca en la
oreja derecha, el pulgar derecho y el dedo mayor del pie derecho de los sacerdotes – posiblemente, para
simbolizar que Dios los considera santos de la cabeza a los pies y dignos de servirlo.
LEVÍTICO
El octavo día, los sacerdotes comienzan su ministerio, que consiste en conducir los rituales de adoración de Israel.
Es un ministerio que sus descendientes continuarán durante más de un milenio, hasta que los romanos destruyan el
templo de Jerusalén, en 70 d.C. y pongan fin a la práctica judía del sacrificio de animales.
De pesca. Un judío ortodoxo negocia un buen precio en una pescadería de la ciudad de Nueva
York. Dios les dijo a los israelitas que solo podían comer criaturas marinas con aletas y escamas.
Muchos judíos aun respetan las antiguas leyes relacionadas con los alimentos.
MENÚ kosher
“Puedes comer cualquier animal rumiante y que tenga las pezuñas totalmente partidas”
LEVÍTICO 11:3
Dios entrega a Moisés una lista de los animales que pueden comer los israelitas. El menú incluye ganado vacuno,
ovino y caprino. Esto se debe a que esos animales poseen pezuñas partidas y son rumiantes, es decir, tragan el
alimento y lo regurgitan para volver a masticarlo. Quedan excluidos del menú los cerdos, conejos y camellos – ya que
no tienen pezuñas partidas o no son rumiantes.
El pescado del menú debe poseer aletas y escamas, no se incluyen mariscos, como langosta, cangrejo, u ostras.
Las aves u alados no se clasifican de acuerdo con características físicas, sino que Dios simplemente ofrece una lista
de las que no forman parte del menú. Estas incluyen buitres, murciélagos, cuervos y gaviotas.
La mayoría de los insectos también quedaron fuera del menú. No obstante, hay algunos insectos kosher: langostas,
grillos, y saltamontes.
Dios no explica por qué los nauseabundos grillos son kosher y las deliciosas langostas de mar no lo son. Muchos
expertos en la Biblia conjeturan que a Dios no le preocupaba realmente la carne, sino que solo deseaba enseñarles a
los israelitas a obedecerle. Las leyes kosher, exclusivas para Israel, también ayudaron a distinguir a los israelitas
como el pueblo de Dios, ya que se convirtieron en el signo de una nación dedicada a Dios y bendecida por Él.
La posterior llegada de Jesús marcará el comienzo del nuevo pacto de Dios con la humanidad – un acuerdo menos
relacionado con las normas externas y más relacionado con lo que sucede dentro del corazón o la mente de las
personas. Entonces, las leyes relacionadas con la comida se tornan obsoletas. Jesús explica que no es lo que ingieren
las personas lo que las contamina. “…Es lo que sale de su interior lo que los contamina […] los malos pensamientos,
la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia […]; esas son las que los contaminan” (Marcos
7:20 – 23).
Considerada ceremonialmente impura, la madre de un recién nacido no puede participar de las ceremonias de
adoración. Debe estar ceremonialmente pura para acercarse al Dios sagrado. No solo es impura ella, sino también
cualquier persona que la toque.
Dios identifica varias situaciones, además del parto y la menstruación, que pueden hacer que una persona sea
impura: enfermedades de la piel, tocar un cadáver, moho en la ropa o en el hogar e, incluso las poluciones nocturnas.
La eliminación de la impureza ceremonial suele implicar un período de espera y una limpieza. En el caso de las
enfermedades de la piel o el moho, un sacerdote debe realizar un examen y declarar resuelto el problema.
La primera mitad de Levítico se refiere a sacrificios y otros rituales religiosos, y la segunda mitad es una guía para el
comportamiento cotidiano y para llevar una vida santa.
Dios no espera la perfección, pero espera que el comportamiento de los israelitas sea un testimonio para el mundo
de su dedicación a Dios – es decir, de que están apartados y reservados para Su uso.
Los israelitas son santos en muchos de los mismos aspectos en que el mobiliario del centro de culto es santo. Un
candelabro puede purificarse mediante un ritual y luego destinarse exclusivamente a ser utilizado en la tienda de
culto; luego, ya no podrá utilizarse para fines no religiosos, como iluminar la mesa de la cena familiar.
Del mismo modo, existen algunas cosas que los israelitas no pueden hacer: no pueden practicar el incesto ni actos
homosexuales; no pueden sacrificar niños; no pueden trabajar el día de descanso, el Sabbat; y no pueden mentir ni
engañar.
También existen algunas responsabilidades que los israelitas deben cumplir. Por ejemplo:
Respetar a sus padres; y
Ayudar generosamente a los pobres y a los extranjeros.
Además, tienen una obligación que Jesús hizo famosa: “…ama a tu prójimo como a ti mismo…” (Levítico 19:18).
LEVÍTICO
Al respetar estas normas para una vida santa, los israelitas mantenían su relación sagrada con Dios; cuando pecaban,
los rituales de sacrificio les otorgaban el perdón a aquellos que estaban sinceramente arrepentidos.
“Estos son los días establecidos por el SEÑOR, los celebrarás cada año…”
LEVÍTICO 23:37
Además del Sabbat, el día de descanso y de adoración que se extiende desde el atardecer del viernes hasta el
atardecer del sábado, los israelitas observaban siete celebraciones religiosas. Actualmente, muchos judíos continúan
guardando estas festividades que se extienden desde marzo hasta octubre.
Pascua. Un día, en primavera en el hemisferio norte y otoño en el hemisferio sur. En una comida familiar, los
israelitas volvían a contar el relato de cuando Dios liberó a los israelitas esclavos de Egipto.
Panes sin levadura. Una semana a partir del día posterior a la Pascua. Rememoraba la partida de los esclavos
israelitas de Egipto, que se marcharon con tanta prisa que no tuvieron tiempo de dejar que la masa del pan leudara.
Primera cosecha. Un día. Los israelitas le agradecían a Dios por la primera cosecha de cebada de la primavera.
Pentecostés (denominado también Festival de la Cosecha o Festival de las Semanas). Un día. Se celebraba cincuenta
días después de la Celebración de la Primera Cosecha, para agradecer a Dios por la continuidad de la cosecha.
Trompetas (en hebreo Rosh Hashaná). Un día, en otoño en el hemisferio norte y primavera en el hemisferio sur. Un
día de arrepentimiento nacional.
Enramadas. (También llamado Festival de los Refugios o Festival de los Tabernáculos). Una semana. Los judíos
acampaban en cabañas y cobertizos. Este festival se celebraba para celebrar cómo había protegido Dios a los israelitas
durante el Éxodo.
Cordero pascual al asador. Los corderos pascuales se asan sobre un fuego hecho en un pozo, en
Israel. Los judíos dejaron de sacrificar animales después de que los romanos derribaron el templo
de Jerusalén en 70 d.C. No obstante, los samaritanos – un grupo religioso que sigue las leyes de
Moisés – no rendían culto en Jerusalén. Una pequeña comunidad de samaritanos continúa
sacrificando corderos todos los años en Pascua.