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EL MODELO ISI
Por otro lado, también es válido remarcar, como plantea Ansaldi y Giordano (2012), que la
década de 1930 se presenta como un período de crisis, la cual no se caracteriza por ser
exclusivamente económica, es también un período de crisis social y política en América Latina,
aunque no todos los países la vivieron con la misma intensidad. Teniendo en cuenta las
transformaciones económicas de este período es que podemos comprender también los cambios que
se comenzaron a gestar a nivel social y político, donde nuevas formas de manifestaciones y poderes
políticos como el populismo. En palabras de Francisco Weffort, citado por Ansaldi (2003):
“[…] surgimiento político de las masas en las condiciones creadas por la crisis de la
domincación (en el sentido gramsciano) oligárquica y de la democracia liberal (mejor
dicho, de la idea de democracia liberal), siendo a la vez expresión de la debilidad de los
nuevos grupos dominantes, en una coyuntura de desarrollo autónomo relativo y de las
peculiaridades de la urbanización e industrialización en países agrarios y dependientes.”2
La crisis del sistema capitalista trajo consigo grandes consecuencias a nivel internacional,
pero para América latina específicamente la crisis hizo visible una realidad: el agotamiento del
modelo exportador o de crecimiento hacia afuera. Considero pertinente remarcar, como plantea
Ansaldi (2003), que si bien la crisis tiene su quiebre en 1929, la situación económica de América
Latina ya presentaba señales de resquebrajamiento por lo que muchos países impulsaron este viraje
económico años antes del crack del 29’. En palabras de Gabriel Palma, citado en Ansaldi (2003), la
crisis no representa un quiebre respecto al período anterior, sino más bien una aceleración de los
procesos de sustitución de importaciones que ya se venían gestando.
El modelo exportador está en correlato con la división internacional del trabajo, donde los
países latinoamericanos son, en su mayoría, productores de bienes primarios para la exportación y
consumidores de bienes manufacturados. En palabras del economista Raúl Prebisch:
1 PÉREZ BRIGNOLI, H. (2018) Historia global de América Latina. Del siglo XXI a la Independencia.
Madrid: Editorial Alianza. 205.
2 ANSALDI, W. (2003) Tierra en llamas. América Latina en los años 1930. Argentina: Editorial Al Margen. Pág. 40.
La realidad está destruyendo en la América Latina aquel pretérito esquema de la división
internacional del trabajo. En ese esquema, a la América Latina venía a corresponderle,
como parte de la periferia del sistema económico mundial, el papel específico de producir
alimentos y materias primas para los grandes centros industriales. No tenía allí cabida la
industrialización de los países nuevos. Los hechos se están imponiendo, sin embargo. Dos
guerras en el curso de una generación y una profunda crisis económica entre ellas han
demostrado sus posibilidades a los países de la América Latina, enseñándoles
positivamente el camino de la actividad industrial.3
El modelo ISI se propuso, en primer lugar, desarrollar la industria de cada país para lograr
de esta forma, sustituir los productos de importación. Esto permitiría que los Estados
latinoamericanos no dependieran tanto de las fluctuaciones económicas de los países desarrollados,
productores y proveedores de manufacturas, también incentivaba el crecimiento industrial de los
países subdesarrollados dando lugar a la mitigación del desempleo presente en los mismos y a
aumentar la circulación económica mediante el incremento del comercio interno.
Los autores destacan dos grandes características que son las que configuran el desarrollo de
América Latina, por un lado, “la industrialización como eje de desarrollo”5, por otro, el dirigismo
estatal o la influencia en este último en materia económica. Bértola y Ocampo (2010) hacen énfasis
en que no todos los procesos de industrialización llevados a cabo en la región tuvieron un
componente referido a la sustitución de importaciones y esto es lo que justifica que decidan llamar a
este proceso industrialización dirigida por el Estado. Creo importante la aseveración ya que nos
muestra cómo este impulso industrializador se presento de diferentes formas, es decir, que no fue
homogéneo y que no siempre logró su cometido.
Por otro lado Pérez Brignoli (2018) también hacen énfasis en la presencia estatal durante
este período de industrialización. Al igual que Bértola y Ocampo, el autor expresa que durante este
período el factor industrialización dirigida por el estado tiene más peso que el que puede haber
tenido la sustitución de importaciones. Asi mismo, este autor plantea que la presencia del Estado en
materia económica no fue algo exclusivo del período posterior a 1930 si no que ya estaba presente
en el modelo agroexportador donde los Estados facilitaron, por decirlo de alguna manera, el
desarrollo de la exportación de materias primas. En palabras de Pérez Brignoli (2018): “[…] el
Estado fue un activo promotor del desarrollo garantizando el acceso de los empresarios a los
5 Ibid.
factores de producción, facilitando las inversiones extranjeras y coadyuvando en las obras de
transporte, infraestructuras y los sectores comercial y financiero.”6
La crisis económica de 1930 dió lugar a que la presencia del Estado (que como ya se analizó
era algo preexistente) en las políticas económicas se incrementara. Como expresan Brue y Grant
(2009):“Las guerras mundiales, las depresiones a nivel mundial y las crecientes complicaciones de
la vida moderna debilitaron de forma paulatina al laissez-faire.” 8 Es decir que la situación
económica mundial fue socavando el modelo económico basado en el liberalismo, dando lugar a
una mayor presencia e intervención del Estado.
6 PÉREZ BRIGNOLI, H. (2018) Historia global de América Latina. Del siglo XXI a la Independencia.
Madrid: Editorial Alianza. Pág. 205.
7 BÉRTOLA, L. OCAMPO, J.A. Desarrollo, vaivenes y desigualdad. Una historia económica de América
Latina desde la independencia. Madrid: Secretaría general de Iberoamérica. Pág. 152.
8 BRUE, S. GRANT, R. (2009) Historia del pensamiento económico. México: Editorial Cengage Learning. Pág. 429.
Aunque la industrialización dirigida por el Estado se mostraba en crecimiento, hacia la
década de 1970 entró en crisis, más que nada de tipo estructural. América Latina seguía
dependiendo de los países desarrollados o centrales en tanto importaba de éstos tecnología para la
industria. Es decir, ya no importaba productos manufacturados (al menos no en los mismos niveles
de las décadas anteriores a 1930) pero sí necesitaba del desarrollo científico y tecnológico de las
grandes potencias para llevar adelante su propia industrialización. Además, también influyeron
factores externos que agravadon la situación, como la crisis del petróleo en 1973.
Por otro lado, me parece importante hacer hincapié en la crisis del modelo de
industrialización por sustitución de importaciones porque nos permite, a mi entender, lograr
visualizar las vicisitudes latinoamericanas en sus proyectos de desarrollo económico. Nos permite
poner en perspectiva, desde la actualidad, el lugar que ocupamos (o al menos cuestionarlo y
repensarlo) a nivel regional y mundial, y pensar en lo que nos une con ese mundo desarrollado pero
también en lo que nos separa y nos diferencia, intentando visibilizar la matriz latinoamericana y sus
“motores” y posibilidades para prosperar o avanzar.
Bibliografía:
ANSALDI, W. (2003) Tierra en llamas. América Latina en los años 1930. Argentina:
Editorial Al Margen.
ANSALDI, W. GIORDANO, V. (2012) América Latina. La construcción del orden. De las
sociedades de masas a las sociedades en proceso de reestructuración. Buenos Aires: Editorial
Ariel.
BÉRTOLA, L. OCAMPO, J.A.(2010) Desarrollo, vaivenes y desigualdad. Una historia
económica de América Latina desde la independencia. Madrid: Secretaría general de Iberoamérica.
BRUE, S. GRANT, R. (2009) Historia del pensamiento económico. México: Editorial
Cengage Learning.
HALPERIN DONGHI, T. (2005) Historia contemporánea de América Latina. Madrid:
Editorial Alianza.
PÉREZ BRIGNOLI, H. (2018) Historia global de América Latina. Del siglo XXI a la
Independencia. Madrid: Editorial Alianza.