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La siguiente ficha de trabajo es una aproximación para ver la P.G.M desde dentro. Se centrará
en aquellos “actores” que fueron parte esencial del conflicto y que en muchas ocasiones fueron
olvidados en la historia. Es por ello que encontrará el antes, el durante y el después del
conflicto desde una mirada cercana a aquellos soldados que tuvieron que luchar, resistir y
sobrevivir. Los medios de comunicación
La Primera Guerra Mundial marcó el comienzo de una nueva era en lo que respecta al control que tenían los
países combatientes sobre la información que se publicaba en el mismo país o en el extranjero, y también en
relación con la organización formal de la propaganda. Las campañas que se iniciaron en 1914 adquirieron
dimensiones hasta entonces desconocidas. Un verdadero diluvio de panfletos, carteles, caricaturas,
fotografías, y finalmente, también, películas inundó los países participantes en la guerra, desencadenando y
aumentando el odio hacia el enemigo. La propaganda de los aliados tenía muchas más fuerzas gracias al
empleo de imágenes de supuestas atrocidades de los alemanes, que eran mostradas al mundo. Fotografías
reales y trucadas, y panfletos de toda clase mostraban a los bárbaros alemanes quemando casas, asesinando
mujeres y niños, suscitando un odio generalizado contra el pueblo alemán en todas partes del mundo.
“Los medios de comunicación en la Gran Guerra: Todo por la Patria” Schulze Ingrid. 2013
Panfletos y carteles.
Entre los más populares está el “I want you for U.S army” (figura 3).
,
Este cartel buscaba que los ciudadanos que cumplieran con los
requisitos para alistare, lo hicieran cuanto antes. Este cartel es una
copia que populariza el cartel británico “Your country needs you”
(figura 1).
Este tipo de propaganda se caracteriza por el poder de convicción e
inmediatez de este tipo de propaganda, sólo necesita una imagen y una
frase para transmitir una idea clara y concisa a toda la población.
,
EL ROSTRO DE LA GUERRA
Trinchera alemana
ocupada por soldados
británicos. Imagen
extraída de:
https://www.lavanguardi
a.com/historiayvida/edad
-
moderna/20201129/6041
145/peor-dia-ejercito-
britanico.html#foto-6
Millones de hombres se enfrentaban en los parapetos de las trincheras formadas por sacos
, de
arena, bajo los que vivían como ratas y piojos (y con ellos). De vez en cuando, sus generales
intentaban poner fin a esa situación de parálisis. Durante días, o incluso semanas, la artillería
realizaba un bombardeo incesante, para “ablandar” al enemigo y obligarle a protegerse de soldados
saltaban por encima del parapeto, protegido por alambre de espino, hacia la tierra de nadie, un caos
de troncos de árboles caídos, barro y cadáveres abandonados, para lanzarse hacia las ametralladoras
que, como ya sabían, iban a segar sus vidas. (Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX, Buenos Aires,
Argentina. Ed Crítica. 1998)
Testimonios
(Carta desde el frente occidental, fechada el 17 de “Papá. Aquí para que te evacúen hace falta reventar
octubre de 1914) me gustaría que el gobierno estuviera en el frente
“No tengo la más remota idea de para qué durante dos horas y vería lo que es esto me da igual
debemos seguir luchando, quizás para que los si la carta pasa la censura no es más que la verdad
periódicos puedan publicar una historia que no es perdóname, pero no quiero que nos hablen del
la real... Quien desea que la guerra continúe no campo del honor porque yo lo llamo la carnicería
puede ser llamado nunca más 'ser humano'. La porque esta guerra no es más que un juego de
desesperación no puede ser mayor en territorio masacre para nosotros en el que se nos lleva como
enemigo, así como en casa. Solo puede quedar vacas o corderos al matadero. Tu hijo desesperado
gente que no tiene idea de todo esto”. por volver con vida.” (Soldado anónimo extraído
de: https://www.abc.es/historia/abci-ratas-
cadaveres-y-hedor-horrible-vida-trinchera-primera-
guerra-mundial-202002190151_noticia.html
Phililip Gibbs escribía: ,
«Después de permanecer días y noches de pie en el cieno, con
las botas o las polainas de campaña. Los hombres perdían
totalmente la sensibilidad de los pies. Los pies, tan fríos y
húmedos, al principio se les hinchaban y después quedaban
“muertos”; y de pronto empezaban a arder como si los tocaran
con atizadores al rojo vivo. Cuando llegaron los “relevos”,
muchos hombres no podían regresar a pie a las trincheras, sino
que tenían que ir a gatas, o tenían que llevarlos sus camaradas
a cuestas. Así vi a centenares de ellos y, a medida que se
prolongaba el invierno, a miles. Los brigadieres y los generales
de división se desanimaban y maldecían la nueva dolencia que
afectaba a sus hombres. […] El dolor era un martirio, como el
de los hombres atados a haces de leña encendidos»