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Saúl vs David

Recientemente estaba leyendo en 1 de Samuel, el registro del


comienzo del reino de Saúl. Saúl se hizo rey en un período de tiempo muy
corto. Antes de qué entendiera lo que estaba pasando, ya era rey. No tenía
el carácter, no tenía las cualidades necesarias. Al principio era un hombre
humilde. Ni si quiera se atrevió a salir cuando llamaron su nombre (1 de
Samuel 10:22). Pero los hijos de Israel presionaban mucho pidiendo un rey.
Apuesto a que no podían esperar. Querían un rey y lo querían ¡ahora! Ya
entendemos porqué Saúl terminó como terminó. Muchos de nosotros
también habríamos acabado igual. No sabríamos que hacer, nuestro orgullo
se incrementaría, y nos echaríamos a perder al no tener el carácter y las
cualidades necesarias. No es el saber exactamente qué hacer, sino tener el
carácter de esperar y descubrir lo que hay que hacer. Me parece que Saúl
fue una víctima de la terquedad de los Israelitas. Pero luego vino David.
David no llegó como rey. Tenía la palabra de Dios desde el principio pero
luego pasaron muchos años y parecía que esa palabra nunca se cumpliría.
Peleaba en los desiertos y en las montañas y parecía que esa palabra solo le
había traído problemas. Había perdido a sus amigos, su paz, el contacto con
su familia y todo eso debido a esa palabra. ¿Por qué Dios le dijo eso? ¿Por
qué no lo apuró a que fuera el rey inmediatamente? ¿Porqué Dios lo “trató
tan mal”? Si alguien tenía “porqués” sin contestar, ese era David. Y luego
vino el tiempo señalado. Saúl, el resultado del apuro de los Israelitas, murió.
Me da pena por él. No fue error de Dios, y probablemente no era error de
Saúl tampoco. Era en su mayoría fue error de su propio pueblo. David se

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convierte en rey. Le tomó muchos años. Le tomó muchas frustraciones.


Muchos “porqués”. Le tomó muchos problemas. Pudo haber muerto en
esos años. Su vida estaba continuamente en peligro. Ciertamente no era lo
que había soñado de Dios, sobre su vida, sobre la palabra de Dios que se le
había dicho. Y aún así su propósito era claro: después de todo eso, David
ahora estaba LISTO para ser rey. No podía echarlo a perder. Porque estaba
entrenado. Estaba ablandado. Sus deseos estaban sometidos a la voluntad
de Dios y estaban puestos en Sus manos. Fue aterrador todo por lo que
pasó, pero también es motivador. Porque puede haber sucedió también en
nuestras vidas. Solo nos preguntamos porqué esto o aquello. Porqué Dios
no lo hace bien desde el principio. Pero Dios quiere hacernos como David,
para que así podamos disfrutar lo que pone a nuestra disposición. Saúl lo
tenía desde el mero principio, pero luego lo destruyó. Yo amo la forma de
obrar del Señor, incluso si es algo doloroso y parece un desierto. Porque el
desierto termina y un nuevo brillante día empieza.

Tassos Kioulachoglou

Español: Aleida López de Steinmetz

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