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ARTES Y LETRAS

Prof. RAFAEL ARGULLOL


Filósofo - Filólogo
Universidad de Barcelona

GOYA EN SU INFIERNO

veces los ataques son mejores que los elogios para


~ adentrarse en la obra de un artista. En este caso el
enemigo sabe ver más profundamente que el amigo,
poniendo de relieve lo que, a su juicio, son los flancos
débiles que hay que golpear sin contemplaciones. No obstante, con
frecuencia, esos flancos débiles, transcurrido el tiempo, nos dan las
claves certeras para comprender el valor de la obra juzgada. Esto en
relación a las Pinturas Negras de Gaya, ocurre con un artículo del
pintor crítico inglés Philip Gilberth Hamerton, publicado en Portfo-
lio en 1879.
La literatura sobre Gaya es, como se sabe, inmensa. Quizá
algunos eruditos la han leído toda, aunque es poco probable, a no ser
que hayan dedicado su vida entera a esta vocación. Confieso que yo
únicamente he leído una pequeña parte de ella, y, como es natural,
tengo mis preferencias entre los que supieron ver lo mejor de Gaya.
Pero también tengo preferencia por este texto de Hamerton en que
el autor cree adivinar lo peor. Es, que yo sepa, el ataque más
r e analiza la relación entre arte
interesante contra Gaya. Vale la pena citar, con cierta extensión, ~.~ y belleza en la modernidad, a
algunas de sus opiniones: " ...Cuando un artista decora su propia casa partir del estilo pictórico de Goya y de
podemos pensar, con cierta dosis de seguridad, que expresa su yo más la ruptura que representa en la concep-
profundo y sincero, ya que está trabajando para su propia gratificación. ción estética, cuando adecua el conte-
Pedimos al lector que preste especial atención a ello. Los llamados 'frescos'
nido monstruoso a la forma mons-
no fueron composiciones apresuradas, destinadas a pasar fugazmente y a
desaparecer de la vista del pintor hasta ser olvidados por él...; constituían truosa. En el texto se reflexiona sobre
la decoración permanente de los cuartos principales de la casa de Gaya ... la significación que tienen para el
¿Qué es lo que pintó Gaya, en tales circunstancias, para solaz propio? pintor las catorce obras de la serie de
¿ Formas bellas y graciosas? ¿ Visiones del paraíso de un poeta o un artista? las Pinturas Negras que cubrían las
¿La realización de esos anhelos ideales que el mundo real sugiere pero que
nunca puede satisfacer? Ninguna de estas cosas. Su mente no se elevó a paredes de los dos salones de la "Quin-
pensamientos espirituales, sino que se mantuvo en su odioso infierno ta del Sordo", y sobre su relación ínti-
personal, una región repelente, aterradora, sin ninguna cualidad sublime, ma con ellas como autor-espectador
informe como el caos, de color horrible, y 'abandonada de la Luz', habitada permanente. La serie de las pinturas
por los abortos más viles que jamás pensara el cerebro de un pecador. Se negras representa un punto de no re-
rodeaba, digo, de estas abominaciones, encontrando en ellas no se qué
torno en la pintura y un viaje a las
• Esta conferencia fué dictada por el autor en la Universidad del Valle. en el mes de Mayo de 1993.
en el ciclo 'Maria y el romanticismo"
profundidades del infierno humano.

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satisfacción demoníaca, y alegrándose, de forma totalmente admite demasiadas revisiones para que continúe siendo
incomprensible para nosotros, de las audacias de un arte un lugar útil. De entrada ¿dónde arranca la manoseada
perfectamente adecuado a lo repelente de sus asuntos. La modernidad? Si es en la razón ilustrada nos encontra-
verdad escueta es que en toda la serie de las decoraciones de su mos inmediatamente con el contrapunto del romanticis-
casa, parece como si Goya hubiera buscado lafealdad como mo. Si nos remontamos, un siglo más atrás, hasta Des-
Rafael la belleza; que hubiera pretendido la torpeza en la cartes nos tropezamos con la cultura barroca. Si, como
composición como Rafael pretendía la elegancia en sus dise- algunos sugieren, descendemos en la historia hasta lle-
noe. que se hubiera deleitado en la suciedad del color y en la gar al Humanismo, entonces incorporamos el entero
brutalidad del estilo como Perugino se complacía en sus azules arte renacentista. Todos los argumentos son justifica-
celestiales, y Bellini en la habilidad de su mano". bles para reivindicar que Baudelaire, Kant, Montaigne o
A continuación Hamerton no se muestra menos Maquiavelo, cada uno con sus méritos propios, son el
negativo con respecto a los contenidos de las Pinturas "primer moderno".
Negras: Sin embargo, más allá de esta insuperable dificul-
"Los temas en casi todas las pinturas son horrendos: tad genealógica, el supuesto nexo entre arte y belleza es
Saturno devorando a sus hijos, judith cortando la cabeza de tremendamente sinuoso. Sabemos que en la antigüedad
Holcfernes, El Aquelarre, Dos pastores luchando salvajemen- clásica no existía, aunque sólo sea porque tampoco
te... De todos ellos el más horrible es el Saturno. Está existían las nociones que normalmente manejamos de
devorando a uno de sus hijos con la voracidad de un lobo arte y de belleza. Basta leer a Platón, Aristóteles, Cicerón
hambriento y no se nos evita el más mínimo detalle de este o Plotino. La cuestión que escandaliza a Hamerton se
festín repugnante. La figura es una inspiración real, tan plantea, con creciente vigor, en el marco del Renaci-
original como aterradora, y no un frío producto de un diseño miento, aunque sin los resultados categóricos que habi-
calculado. Quizá esta descripción de una idea débil y ligera tualmente se creen. Para los renacentistas era común
de la galería que rodeaba a Gaya en su Quinta". representar la fealdad física y moral e, incluso, lo que en
Al contrario de lo que se deduce de estas últimas términos genéricos podríamos denominar "mundo de lo
palabras pienso que la descripción de Hamerton no es tenebroso". Nadie, creo, pondría en duda que esta libe-
débil y ligera sino auténticamente penetrante. Es una ralidad de representación todavía es más rotunda en los
verdadera guía contra Goya. Vinculado al ambiente de escenarios barrocos.
los prerrafaelistas, Hamerton se situaba obligadamente Frente a ello, la hipotética cohesión entre arte,
en las antípodas de la pintura de Goya. Con todo no era belleza y moral se desarrolla más bien en el territorio de
tan expeditivo como John Ruskin que, por la misma la teoría, culminando en los clasicismos de los siglos
época, recomendada simplemente quemar los Capri- XVII Y XVIII. En éstos el arte vendría a desplegar una
chos. Hamerton reflexionó sobre la obra de Goya que función armonizadora de lo estético, lo ético e, incluso,
conocía -los grabados y, en especial, las Pinturas Ne- lo político. El clasicismo académico llevó esto a la prác-
gras- y en sus conclusiones se advierte el temor a los tica, pero la práctica del arte, si exceptuamos algunos
efectos catastróficos que aquella podría tener sobre la esporádicos ejemplos de acatamiento a la teoría, mues-
tradición. Y debe reconocerse que acertaba, pues Goya tra un balance adverso a estos propósitos. Desde el Bos-
significa un punto de ruptura, sin procedentes, en la co a Fuseli la resistencia a la representación de una belle-
línea que había seguido el arte europeo desde el Renaci- za que implique, al mismo tiempo, el bien moral ofrece
miento. Así supieron apreciarlo sucesivamente impre- innumerables ejemplos. El arte europeo no ha abando-
sionistas, expresionistas, surrealistas yabstraccionistas. nado nunca las esferas de la fealdad, el horror o el mal.
Goya es el ojo del huracán de la pintura moderna. Goya, por tanto, desde este punto de vista, no es
Tampoco está desencaminada la identificación distinto a muchos artistas que le precedieron. Y, sin
simbólica de Goya como el antiRafael o, lo que es lo embargo, desde otro punto de vista, sí es notoriamente
mismo, lo constatación de la irreversible inversión esté- distinto. Por más que los temas que aborda Goya, en
tica que sabotea el vínculo entre arte y belleza. Pero en particular tras la tan comentada crisis de 1792 (en la que
este plano Hamerton, como buen moralista victoriano, se incluye la enfermedad que le provoca la sordera), son
sólo esboza un problema que obviamente liquida con crecientemente inquietantes, no es en el terreno temáti-
sumaria arbitrariedad: Goya, en su arte, destroza los co donde hay que situar el poder turbador de la pintura
cánones tradicionales de belleza y rinde culto a la feal- goyesca. La fuente esencial de la turbación proviene de
dad. En realidad es un viejo problema al que Goya va a la forma. La crueldad, lo monstruoso, el universo de la
dar un tratamiento radicalmente nuevo. pesadilla están presentes, con mayor o menor delecta-
A veces hemos leído o escuchado que la relación ción, en todos los períodos del arte occidental desde la
entre arte y belleza se vuelve conflictiva con el arranque Edad Media. Esto puede advertirse incluso en el Quat-
de la modernidad. Pero este es un lugar común que trocento, considerado como el más "luminoso" de todos

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ellos. El sereno Botticelli es capaz de crear escenas magistralmente Baudelaire, con mayor lucidez que
extremadamente violentas en La destrucción de los niños cualquier comentarista anterior, incluido su admirado
de Korah o La Pietá, y otro tanto sucede con ciertas figuras Théophile Gautier, en su artículo sobre Goya publicado
del Donatello, Niccoló dell' Arca o Antonio del Pollaiuo- en Le présent el 15 de octubre de 1857: "El mérito principal
lo. Y entre el Quattrocento y el siglo XVIII la galería de de Goya consiste en su habilidad para crear monstruosidades
monstruos no deja de crecer en el seno de la pintura creibles y tactibles. Sus monstruos son posibles, tienen las
europea. Lo perturbador de Goya es que da una apa- proporciones adecuadas. Nadie se ha arriesgado tanto en el
riencia totalmente nueva a los habitantes de esta galería. camino de la realidad grotesca. Todas estas contorsiones, caras
Lo terrible, sometido a la expresión clásica, es una excep- bestiales y muecas diabólicas son profundamente humanas.
ción en el orden del mundo. Sin embargo, liberado detal Incluso desde el punto de vista técnico de la historia natural
expresión, lo terrible se presenta como la norma. Descri- sería dificil encontrarle fallos ya que cada uno de estos cuerpos
be la naturaleza del mundo. Es el mundo mismo. Nada está perfectamente ligado e integrado dentro de un todo. En
hay más inquietante que esta constatación. Justamente una palabra, es difícil precisar el punto en el que la realidad y
la que Goya está empeñado en transmitir. lafantasía se confunden. Lafrontera entre ambas está trazada
El principal hallazgo de la trayectoria artística de y cruzada deforma tal que no podemos descubrirla: el arte que
goya que cristaliza en las Pinturas Negras es la subver- esconde es tal natural y al mismo tiempo tan trascendental".
sión del marco visual que dominaba la tradición euro- Lo "monstruoso verosímil" que Baudelaire observa
pea desde el Renacimiento. Su pintura no sólo se aden- como rasgo fundamental de la pintura de Goya encierra
tra en la "otra cara de la existencia" sino, según un elemen- una definición que, como síntesis, es difícilmente supe-
to decisivo, lo hace con "otra mirada" a través de la que rable. Mientras que la mayoría de los análisis sobre la
lo terrible, lejos de ser un accidente, se convierte en esen- obra de Goya son de índole interpretativo, recurriendo
cia. Este cambio es re- a claves sociológicas,
volucionario pues, en políticas, simbólicas o
Goya, el desorden del psicológicas, el de Bau-
mundo implica el des- delaire, dejando al
orden de la mirada y, margen la tentación in-
junto con él, la ruptura
de la perspectiva, la
anarquía de las coor-
denadas y, en general,
G OYA IN HIS IN-
FERNO. This pa-
per analyzes the relation
ter of the fourteen works
of art in the "black" se-
ries ihai covered thewalls
terpretativa,
certeramente
del problema:
al
apunta
núcleo
la
con que Goya expresa
forma

la destrucción del es- between art and beuuty in of two rooms in ihe lo monstruoso como
pacio representativo modern times, starting "Quinta del Sordo" and verdad. O, dicho con
tradicional. from Goya's styleofpain- on his intimate relations- otras palabras.elhecho
U nicamen te co- ting and the breacli in hip to them as permanent de que Goya, mediante
nozco un artista que, su pintura, consiga que
aesthetic conceptions re- author-spectator. The
antes de Gaya, se hu- el caos de la existencia
biera atrevido a tanto. presented by his rende- series of "black" pain- se muestre con una
Me refiero a Giovanni ring of monstruous con- tings represents a point forma propia.
Battista Piranesi ya sus tent in monstruous formo of no return in painting Este es el soporte
Carceri d' invenzione, The text also reflects on and a journey to the fundamental de la in-
obra a la que muy pro- contestable moderni-
bablemente Goya tuvo
the meaningfor the pain- depihs of human hell.
dad de Goya y de su
acceso en casa del privilegiado influjo en
comerciante gaditano Sebastián Martínez durante su el arte moderno. A este respecto no basta con asociarlo,
enfermedad de 1792. También Piranesi es un audaz des- del modo en que se tiende a hacer, con el desarrollo teó-
tructor del espacio tradicional y no sería difícil estable- rico de la categoría de lo sublime tal como se formula
cer relaciones entre las atmósferas claustrofóbicas crea- desde Edmund Burke a Kant, a lo largo de la segunda
das por uno y otro artista. Goya, no obstante, da un paso mitad del siglo XVIII. No me importa que Goya no
más en el camino de esta destrucción. Piranesi, por tuviera ni idea de este desarrollo. Esto, desde luego, no
decirlo así, propone el caos, al tiempo que Goya, reco- cuenta pues la coincidencia entre fenómeno artístico y
giendo el reto, lo llena de moradores, mostrándolo, no reflexión estética no tiene porque ser explícita. Mucho
como error inconfesable, sino como monstruosa verdad. más importante me parece advertir que las experiencias
Esta adecuación sin precedentes de un contenido en los "confines de la noche y de la muerte" -expresión con
monstruoso a una forma monstruosa es lo que percibió que las resume Burke- corresponden al ámbi to de lo psi-

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cológico O de lo estético, pero en ninguno de los dos literarias, pictóricas, escultóricas o musicales que exclui-
filósofos sirven para delimitar un concepto de arte. rían, por principio, la comunicación exterior. En su
Tanto Burke como Kant, cuyas principales observacio- sentido más puro estas formas de expresión recluirían al
nes se dirigen a la esfera de la naturaleza, admiten las autor consigo mismo. Obviamente, a partir de esta
encamaciones de lo sublime en la tradición artística, pero condición, sabemos muy poco de esta secreta historia
ni uno ni otro conciben que estas encamaciones puedan del arte. Lavislumbramos a través de esbozos, fragmen-
arrastrar consigo la disolución de la forma tradicional. tos, diarios íntimos, partituras enterradas en el desván
Para ellos el arte puede incorporar lo terrible pero, de lo incomunicable. Sabemos muy poco y siempre
paralelamente, debe redimir de lo terrible. Gaya, en el podemos dudar de la efectiva sinceridad solipsista del
transcurso de su obra pictórica, modifica drásticamente autor. La cautela nos exige, por ejemplo, dudar de
esta posición, convirtiendo, en cierto modo, a los "confi- muchos de estos documentos íntimos e inconfesables,
nes de la noche y de la muerte" en el lenguaje mismo de su advirtiéndonos que con frecuencia la intimidad era cal-
pintura. El arte pasa de ser un coto vedado, en el que se culada y lo inconfesable era sólo una estrategia para la
respetan ciertas leyes infranqueables, a un campo abier- ulterior confesión.
to de las formas en el que el artista actúa como un No obstante, tras el ejercicio de esta prudencia,
francotirador. Ahí reside buena parte del debate que se pueden hallarse los testimonios de un arte que ha brota-
suscitará en el arte moderno. Hamerton en 1879ve como do explícitamente desde la negativa a la comunicación.
espantosamente monstruoso lo que veintidos años an- Un arte solipsista que rompiendo la propia naturaleza
tes Baudelaire ha visto como monstruoso verosímil. comunicativa de toda expresión artística convierte al
Sin embargo, Baudelaire no comenta -tal vez por- autor en el espectador privilegiado, cuando no único, de
que lo ignora- un aspecto que no pasa desapercibido a su obra. Me atrevería a aventurar que las Pinturas
Hamerton y que, en relación a las Pinturas Negras, es Negras constituyen una de las cumbres de este arte
esencial. En él el crítico inglés ve confirmada la demo- solipsista. Gaya las pintó para ser, al mismo tiempo, su
níaca negatividad de Goya. Podemos olvidar este dicta- autor y su espectador.
men, pero el hecho tiene una indudable importancia a la Si esta hipótesis es válida -y las condiciones de
hora de enfrentamos a las Pinturas Negras: es irrefuta- ejecución de las pinturas de la Quinta del Sordo parecen
ble que Gaya las pintó para sí mismo. apoyarla plenamente- los demás espectadores juegan,
Esta circunstancia otorga a las Pinturas Negras una por así decirlo, una función usurpadora. Esto implica
extraña singularidad. La historia del arte nos ha propor- una sucesión de negaciones. En primer lugar, y por
cionado bastantes ejemplos de pintores qué pasan lar- encima de todo, estas pinturas no fueron realizadas para
gos años rodeados por sus cuadros. Algunos son la nosotros, es decir, para los sucesivos espectadores que
consecuencia del fracaso comercial. Otros sin embargo, han tenido tras el abandono de la Quinta por parte de
de una imperiosa necesidad de convivir con su obra. Gaya en 1823. Nosotros, al contemplarlas, usurpamos el
Es el caso, entre varios, de Edvard Munch, prácti- lugar del destinatario, por excelencia, de las Pinturas
camente aislado, junto a sus pinturas, durante las tres Negras, que era Goya mismo. Tenemos, desde luego, el
últimas décadas de su vida. Podríamos encontrar fácil- derecho a tal usurpación pues, al contrario que en otras
mente otras situaciones parecidas. Pero, aún así, la de culturas, la primacía de lo estético hace que nos lo
Gaya, en el transcurso de los cuatro años que habita en podamos arrogar, pero debemos ser conscientes del
la Quinta del Sordo, se nos presenta como excepcional. calibre de nuestra intromisión. Contemplamos algo
Entre 1819, año en que adquiere la Quinta, y 1823, que, según la hipótesis aquí utilizada, no fue creado para
cuando la abandona legándola a su nieto, Gaya pinta al nuestra contemplación.
óleo sobre las paredes de su casa esas catorce obras a las De ello se deducen otras negaciones considerables.
que conocemos como Pinturas Negras y cuyo destinata- Las Pinturas Negras no pueden ser reducidas a interpre-
rio no podía ser sino él mismo. No hay ningún indicio tación. Nos faltan las claves, sencillamente porque
que desmienta este radical solipsismo. Nos encontra- Gaya, por la índole misma de su construcción solipsis-
mos, por tanto, al menos en lo que concierne a una obra ta, no las proporcionó. El no necesitaba una interpreta-
de tal envergadura, ante un caso probablemente único ción; nosotros, aunque la necesitáramos, no podríamos
en la historia de la pintura. obtenerla. El carácter mismo de este conjunto pictórico
Pienso que este hecho tiene un interés capital y lo convierte en irreductible. Las interpretaciones chocan
mediatiza nuestro acceso a las Pinturas Negras. Desde con su imposibilidad interna de interpretación. Por eso
una perspectiva más general no podemos dudar de la la crónica de las interpretaciones críticas de las Pinturas
existencia de una historia del arte secreta que corre Negras, desde mediados del siglo XIX hasta nuestros
paralela a la historia del arte tal como habitualmente la días, ofrece un balance que, cuando no es extravagante,
concebimos. Aquella estaría formada por realizaciones es desolador. Las más patéticas acostumbran a ser las

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interpretaciones patológicas. Pero tampoco las ql:lehan habitaciones de la Quinta. Seis de estas pinturas (Judith
afrontado los ángulo sociológico, político o mitológico y Holofemes, La Romería de San Isidro, Dos ermitaflos,
han tenido mayor fortuna. Sin duda las investigaciones, Saturno, Aquelarre y La Leocadia) se encontraban en
iconológicas han arrojado mejores resultados, vinculan- la sala baja, mientras el resto (Dos mujeres burlándose de
do temáticamente y formalmente las Pinturas Negras a un hombre, El Paseo del Santo Oficio, Asmodea, El Perro, Vie-
ciertos aspectos del Goya anterior, en especial a los jos comiendo sopa, Hombres leyendo, Duelo agarrotazos y Las
disparates; pero, incluso así, han quedado lejos de una Parcas) correspondería a la sala de la primera planta.
solución plausible. El grueso de los componentes de las Desde el siglo pasado existe la creencia, práctica-
Pinturas Negras y, en particular, su sentido global, han mente unánime, de que haya que considerar estas pintu-
permanecido indescifrados. ras como un conjunto unitario yorgánico. Constituyen,
Hay una tercera por así decirlo, visio-
negación que agrava nes distintas en el seno

G
nuestra función usur- OYADANSSON pour le peintre les qua- de una obra única.
padora como especta- ENFER. Les rap- torze oeuvres de la série Parece una creencia
dores. No contempla- acertada y, si la com-
mos el escenario de las
ports entre art et beauté a des Peinture Naires, qui partimos, la recompo-
Pinturas Negras sino la l' époque moderne sont recouvraient les murs de sición del escenario
reconstrucción ficticia analysés en partant du deux salons de la Quin-
11 original nos ayuda a
de un escenario irrecu- style de la peinture de ta del Sordo", et sur le comprender el cosmos
perable. Naturalmen- materializado por
GOlJaet de la rupture que rapport intime qu' entre-
te esto ocurre con nu- Goya en las paredes de
merosísimas obras de a
celui-ci représente l'ín- tenaít Gaya avec elles, en su casa. Observamos
la historia de la pintura iérieur de la conception tant qu' auieur-specia- un orden, con toda
en la que a los cambios esthétíque, lorsqu'il con- ieur permaneni. La série seguridad preestable-
de escenario se añade jugue le contenu mons- des peintures naires re- cido, pero seguimos ig-
los múltiples procesos norando las claves que
trueux et la forme mons- présente un point de non-
de deterioro y restau- impulsaron al pintor a
ración. En todos los ca- trueuse. On trouve dans retour dans la peinture et sumergirse en este
sos la distorsión es le texte une réflexíon sur un vayage aux profon- orden. Los expertos
grave, a no ser que se la signification qu' ont deurs de l'enfer humain. han intentado encon-
acepte -y hay ciertos trarlas rastreando el
argumentos para acep- escenario recompuesto
tarlo- que la mirada distorsionada forma parte del pro- en todas direcciones. Los resultados han sido variopin-
ceso natural de recepción histórica del arte (un ejemplo tos aunque ninguno satisfactorio.
en curso de este juego contradictorio será el de las varia- Quizá ninguno de los caminos seguidos pueda
ciones analíticas provocadas por la restauración de los realmente conducir a buen fin. El equívoco probable-
frescos de Miguel Angel de la Capilla Sixtina). mente está asociado con otra idea que, junto al carácter
El de las Pinturas Negras es un caso particularmen- unitario de la obra, se halla ya presente en los comenta-
te relevante, en estrecha dependencia con el talante que rios del siglo XIX: las Pinturas Negras serían el infierno
implican. Aún dejando aparte la densa retahíla de daños de Goya o, tal vez más exactamente, rememorando a
e intervenciones ajenas que las han rodeado, la manipu- Rimbaud, el fruto pictórico de una "temporada en el
lación espacial es determinante. Arrancadas de su "me- infierno". Gautier y Baudelaire apuntan ya en esta
dio natural" pierden lógicamente aquella eficacia claus- dirección. Lo mismo hace Charles Yriarte, uno de los
trofóbica que poseían cuando Goya era su autor-espec- mejores conocedores de la obra de Goya, cuando en 1867
tador. Nosotros las contemplamos en el Museo del Pra- escribe: "Estas obras son excepcionales dentro de la pintura,
do como espectadores de una obra que no fue creada pa- y siempre estarán fuera de los límites de cualquier escuela:
ra nosotros y como partícipes de un escenario completa- quizá constituyen una peligrosa influencia para otros artistas.
mente ajeno al original. Nuestra visión es obligadamente Lo que debemos destacar es el hecho de que Goya era capaz de
falsa y nuestra interpretación necesariamente arbitraria. vivir con este infierno, rodeado de estos monstruos nacidos de
Ello no quita valor, desde luego, a la recomposición una mente enloquecida. Quienes visitaron la casa se horrori-
del escenario de la Quinta del Sordo realizada por los es- zarían o escandalizarían al ver estas frenéticas creaciones de
pecialistas. Gracias, entre otros, a Sánchez Cantón, Salas un instinto obsesionado por lofantástico. Sin embargo, Goya
y Gassier, sabemos, con pocas probabilidades de error, se sentía en su elemento entre estas fantasías impresionantes
la distribución de las Pinturas Negras en dos de las y las pintaba porgusto". Ya en nuestro siglo las voces que

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han recreado el "Infierno de Goya" son numerosas. Valga común ante las Pinturas Negras: tratar de averiguar,
como una muestra lo escrito en 1930 por el checo Karel recurriendo a motivos temáticos, mitológicos u oníricos,
Capek en su libro Cartas desde España: '''Las pinturas de la laforma del infierno pintado en las paredes de la Quinta,
casa Goya: el artista decora las paredes de su casa con este en lugar de asumir el hecho de que Goya, tras un
espantoso aquelarre. Consiste, casi enteramente, de mera recorrido artístico progresivamente radicalizado, se halla
pintura, blanca y negra, lanzada febrilmente contra la pared. inmerso por completo en algo que, como pintor; es
Es como un infierno iluminado con relámpagos vividos. Brujas, mucho más innovador y sugerente. El infierno de la
lisiados y monstruos: el hombre revolcándose en su oscuridad forma. Las Pinturas Negras, en su proceso de concepción
y bestialidad. Se puede decir que Goya volvió el hombre al y ejecución, serían la depuración máxima de este infier-
revés, le sacó las entrañas, se asomó a sus ollares y a su no. Un punto de no retomo en la tradición artística
garganta jadeante, y estudió su vileza contrahecha en un europea.
espejo deformante. Es como una pesadilla, como un aullido de Por eso es inútil acumular descripciones basadas
horror y protesta ... La cámara de horrores de Goya es un rito en la crueldad, el terror y la violencia de las escenas
feroz de asco y de odio. Ningún revolucionario ha insul tado al representadas. Lo auténticamente cruel, terrorífico y
mundo con una protesta tan desesperada y violenta". violento está en la forma de la representación. Lo
El que las Pinturas Negras puedan ser incorpora- auténticamente inquietante es la destrucción de toda
das a la saga de las" estancias en el infierno" que nos ofrece seguridad formal. El saturno goyesco es ciertamente tan
el arte occidental es algo que acarrea pocas dudas. La horrible como se ha afirmado tantas veces, pero no
pregunta es: ¿a qué tipo de infierno y con qué medios? porque devore a su hijo, sino por la forma en que lo hace.
Tal vez nos desconcierta que esta estancia sea pictórica. Lo siniestro del Aquelarre, La romería de San Isidro o el
La literatura proporciona referentes más claros. Posee- Paseo del Santo Oficio no radica en el tipo de humanidad
mos los modelos clásicos de Virgilio y Dante, y no nos expresado sino en las formas deshumanizadas que los
faltan los ejemplos modernos: Inferno de Strindberg, El protagonizan. La desazón provocada por Las Parcas o
corazón de la tiniebla de Conrad, Bajo el volcán de Lowry. Asmodea es la consecuencia de la total incertidumbre
La lista es amplia. Significativamente, con pocas excep- espacial. Lo intolerable de una pintura tan aparente-
ciones, los modernos "viajes al infierno" han intentado mente simple como El Perro es su increíble vacío formal.
seguir, aunque fiera lejana metafóricamente, la pauta de Muchos, antes de Goya, habían pintado lo cruel, lo
la Divina Comedia. A este respecto es posible aislar las terrorífico y lo violento, pero nadie lo había hecho de la
arquitecturas simbólicas, inspiradas en Dante, de las forma en que éste lo hace. Muchos habían ofrecido
obras citadas de Strindberg, Conrad o Lowry, pese a diversas formas del infierno, pero nadie había ahonda-
que, como es evidente, ha cambiado en ellas la naturale- do como Goya en el infierno de las formas.
za del infierno. El verso escrito por Christopher Marlo- Esto hace que, ante las Pinturas Negras, la inter-
we en su Fausto a finales del siglo XVIresume lo que será pretación sea imposible. Pueden formularse infinitas
la moderna naturaleza del infierno: "El infierno está interpretaciones y, al unísono, descartarlas todas.
donde nosotros estamos". Destruidos formalmente los soportes de la "sólida reali-
Este es también ef infierno de Goya. Pero es un dad" en los que se había amparado el desarrollo de la
error buscar la simbología literaria del "viaje al infierno" pintura europea, Goya es el primer artista que se
en las Pinturas Negras. Tengo la impresión de que, en atreve a revelar un mundo que es únicamente simu-
muchas interpretaciones, la organización espacial de la lacro. Y las Pinturas Negras son el gran certificado de
Quinta del Sordo ha servido para buscar los distintos nacimiento del arte moderno porque constituyen la
círculos dantescos en los que ha ido penetrando Goya. epifanía de esta revelación. André Malraux, con un ojo
Así trata de establecer el viaje infernal del pintor. Mi clínico excepcional, lo advirtió perspicazmente cuando,
imagen -y, por tanto, mi particular "usurpación" - es en 1950, escribió: "Gaya quería que el mundo se confesara a
distinta. El viaje de Goya al subsuelo de la conciencia es sí mismo que era tan solo una apariencia, un simulacro, en
un largo viaje que se ha iniciado mucho antes de su todo caso".
"exilio" en la Quinta del Sordo. En su transcurso Goya En esta exigencia radica la fuerza turbadora del
ha quebrantado los diques de lo que acostumbramos a infierno de Goya: el mundo arrojado a lo incierto de su
llamar realidad, dejando que afloraran violentamente propia identidad. El mundo ante la irreversible duda de
los cauces ocultos. La fuerza deformadora de estas sí mismo. Por eso, en su alcance más profundo, el
corrientes subterráneas ha otorgado al mundo siluetas infierno de Goya no es sólo personal. Es el infierno de
monstruosas. Pero, para Goya, esta realidad monstruo- una civilización. Me parece oportuno terminar recor-
sa es la verdadera realidad. La conclusión de su largo dando el diagnóstico de Malraux: "No hay duda de que en
viaje es el conocimiento del infierno de la forma. estas obras Gaya se revela como el mejor exponente de la
Ahí estriba, a mi parecer, el error de apreciación angustia que Occidente haya tenido nunca'w

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